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Resumen: Recoge los escasos datos biográficos de Jesús López, nacida en San Vicente
en 1848. No se sabe cuándo ni dónde murió. Hace un análisis desde el punto de vista
métrico y temático de uno de los dos únicos poemas publicados de esta autora.
De Jesús López sólo se han conservado dos poemas: A una rosa, y Salve a María
Santísima. Ninguno ha merecido un estudio de ningún tipo. Don Luis Gallegos Valdés
menciona a Jesús López sólo tres veces en su obra Panorama de la literatura
salvadoreña, que tiene unas doscientas cincuenta páginas: en la 49, en la 52 y en la 286.
Cada una es muy breve. En la 49 sólo menciona el año de su nacimiento. En la 286 sólo
cita su nombre en forma sucinta, al lado de Claudia Lars, y en la 52 apenas le dedica siete
líneas:
“Aparece Jesús López (nacida en San Vicente en 1848) como la primera mujer que
cultiva, humildemente, el verso en su callado vivir entre nosotros. Es un nombre que debe
figurar, por derecho propio, en esta generación. Su composición A una rosa, de arte
menor, retoma un tema tradicional en la poesía castellana y lo hace suyo por la emoción,
y, en lo formal, por la combinación estrófica no corriente: redondillas, cuyo verso 4o.
rima con el 4o. de la estrofa siguiente. Una curiosidad que vale subrayar”.
Con todo respeto, en ese párrafo lo único que vale subrayar es una metida de pata,
seguramente no intencional, de don Luis. En efecto, A una rosa es un poema escrito en
versos de arte menor, concretamente versos octosílabos, pero no en redondillas. Las
redondillas son estrofas “de cuatro versos octosílabos o menores, con rimas consonantes
cruzadas, abab, o abrazadas, abba”2. El ejemplo de redondillas más famoso de la
literatura castellana lo constituyen las célebres Redondillas a los hombres por hablar
mal de las mujeres, de Sor Juana Inés de la Cruz, que comienzan:
1
Este artículo apareció publicado por primera vez en la revista Al pie de la letra, en Diario El Mundo, San
Salvador, 1999.
2
Navarro Tomás, T. Métrica española. Guadarrama, Madrid-Barcelona, 1995. Pág. 538.
A la mujer, sin razón;
Sin ver que sois la ocasión
De lo mismo que culpáis.
Igual a estas, las estrofas de A una rosa están formadas por ocho versos octosílabos,
rimados así: abbé cddé. Como puede notarse, los versos 4o. y 8o. terminan en palabra
aguda. Este es el esquema de la estrofa llamada octavilla aguda. La octavilla aguda, al
igual que la octava real, y que otras formas clásicas, como el soneto, proviene del
italiano3.
El cultivo eficiente de esta forma estrófica en versos largos (octava aguda) parte
de Arjona, en su Diosa del bosque9, obra en la que dispuso con gran arte el
desarrollo rítmico, e intentó dos innovaciones importantes para el futuro
escogiendo el endecasílabo como verso largo y el heptasílabo en el cuarto y
octavo versos agudos (ABBé CDDé).
Después de este apogeo, la historia de estos dos tipos de estrofas de ocho versos
termina rápidamente. El Modernismo ya no usa la octava aguda, y la octavilla
aguda, que fue siempre más popular, sólo se da en casos aislados”13.
¿Cómo supo doña Jesús López, de San Vicente, utilizar esta forma estrófica, si
presumiblemente estaba tan lejos de la corriente principal de la literatura castellana? La
clave puede estar en los versos de Zorrilla y Espronceda, tan populares durante el siglo
XIX, como máximos exponentes del primer hervor del Romanticismo (Bécquer sería el
mejor exponente del segundo momento romántico). Los versos de estos poetas
seguramente llegaron hasta los últimos rincones de España y de América, con su
versificación fácil y su ritmo pegajoso.
9
Biblioteca de autores españoles, LXIII, pág. 507.
10
Así en La passione (Inni sacri) y en la oda Marzo 1821, las dos en decasílabos.
11
“Bermúdez usa principalmente la octava de endecasílabos en agudos, con abrumadora mayoría, dentro de
sus preferencias del sistema de la octava italiana, universalizado por Manzoni, y cuyo galope sonaba con
delectación en el oído de nuestros románticos”, Josefina García Aráez, Don Salvador Bermúdez de
Castro, RdL, IV, 1953, págs. 115-116.
12
Métrica española, pág. 349.
13
Baehr, Rudolf. Manual de versificación española. Gredos, Madrid, 1970. Pág. 290-294.
A una rosa
En cuanto al contenido de A una rosa, se trata del antiguo tema muy frecuente en la
poesía lírica española. Entre los ilustres cultivadores de este tema, tenemos a Luis de
Góngora (1561-1627):
A una rosa
Con ser el ejemplo más ilustre el de Góngora, ciertamente no es el único. Pedro Calderón
de la Barca aborda este mismo tema en su soneto Estas que fueron pompa y alegría… , o
los inevitables versos, como los llama Borges, de Marino:
El tema es muy común en toda la poesía toda del Siglo de Oro: la vanidad de la vida, lo
rápido que se escapa la juventud, y lo pronto que viene la muerte. No arranca, sin
embargo de esta época. Es más antiguo. Ya está presente en las Coplas por la muerte de
su padre, de Manrique. Y no termina con el Siglo de Oro. De hecho, el poema Rosa, de
Claudia Lars, mutatis mutandis, aborda el mismo símbolo, que es uno de los más
reiterados de la poesía lírica hispanoamericana:
Bibliografía: