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José Ignacio Bartolache

El médico José Ignacio Bartolache (1739 - 1790) tenía variados intereses científicos y pedagógicos. Para
combatir el rezago que sobre esos temas sufría la Nueva España, publicó un pequeño periódico casi
semanal y casi personal que llegó a los 16 números entre 1772 y 1773, el Mercurio Volante, del que
Roberto Moreno ha editado una selección en la UNAM.
Sus escritos son polémicos y pedagógicos, y pioneros en un campo que hasta las Reformas Borbónicas se
veía no sólo con recelo, sino con horror, como cosa próxima a la herejía. Bartolache era un ilustrado a la
manera hispánica: quería una modernización científica, técnica y social, pero sin vulnerar ni la ortodoxia
católica ni el estado de gobierno de la corona.
Entre los temas que lo ocuparon estaba un posible reme-dio a la histeria de las monjas mexicanas y
algunos "consejos para vivir mucho tiempo", además de su curiosidad por todo tipo de máquinas,
termómetros y barómetros. Trató de investigar científicamente la tilma guadalupana, y fue acusado de
haberla estropeado en sus experimentos; en realidad, causó ira entre los novohispanos que, con el pretexto
de defenderla, Bartolache sometiera la tradición guadalupana a su severo examen ilustrado, en un opúsculo
de gran polémica (1790).

De Mercurio volante
Uso y abuso del pulque para curar enfermedades

...quae sunt oculis subjecta


fidelibus, & quae Ipse sibi tradit spectator
Horat, De Arte v. 181.

1. No creo que será inútil ni desagradable al público el que con ocasión de este asunto emprenda yo una
historia exacta y completa del pulque, esta bebida regional de nuestra América que desde los tiempos más
inmediatos a la conquista comenzó a hacerse famosa y ha dado motivo de repetidas consultas, informes,
providencias y escritos en pro y en contra. Su historia política no es de mi plan. Quien quisiere instruirse
podrá leer el impreso, que corre hoy de orden del superior gobierno; incluyendo las ordenanzas de este real
asiento y todos cuantos documentos podían desearse en la materia para una perfecta inteligencia. Donde
se admirará la piedad, la sabia política y el cristiano celo de nuestros augustos monarcas; la fidelidad,
prudencia y arreglada conducta de los excelentísimos señores y ministros; la edificante vigilancia e
integridad de los reverendos ilustrísimos prelados eclesiásticos; la sumisión, el amor y el rendimiento de los
vasallos indianos; en fin, todo cuanto conduce a un altísimo elogio de nuestra España imponiendo silencio a
la más descomedida y mordaz envidia del nombre y blasón español. Quisiera por ahora, mientras escribo
estas razones, ser un extranjero sin dejar de ser un hombre de bien, para que no se me interpretase como a
efecto de parcialidad y patriotismo lo que procede del puro e ingenuo amor a lo cierto y bien averiguado,
lejos de toda preocupación. Si mis papeles tuvieren la fortuna de ser vistos con la misma indiferencia y se

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les juzgare precisamente por su contenido, espero para mí y ellos la equidad de todo lector disculpando mis
yerros en consideración del buen deseo que muestro de ser útil a la nación y a la patria.
2. De los autores y escritos que han tratado del pulque y llegaron a mi noticia, pueden hacerse dos
clases. Porque a mí no me toca hablar ahora de aquellos hombres de mérito y venerable carácter que,
movidos de un santo celo, se propusieron malquistar este licor como una bebida nociva a la salud de los
indios, propia para fomentar la embriaguez y sus consecuencias, la lujuria, la audacia y toda especie de
torpeza hasta la idolatría. Con cuyas declamaciones y otras diligencias practicadas en forma, se consiguió
alguna vez en el siglo próximo pasado que se prohibiese en México y cinco leguas de su contorno, el uso y
trajín de todo pulque; hasta que la corte, por justos y bien considerados motivos, envió orden de que se
alzase la prohibición del simple blanco. Pero dejando esto aparte, sólo haré cuenta de los que trataron esta
materia como peritos y pretenden haber procedido con conocimiento de cansa. Unos celebraron al pulque
con mil elogios atribuyéndole maravillosas propiedades y efectos saludables; otros, por el contrario lo
desacreditaron como malo y pernicioso. Para algunos es intrínsecamente bueno en sí y sólo puede hacer
daño por el abuso en la cantidad o en las perversas calidades que resultan de mezclarle ciertos ingredientes
para diversos fines. Hay quienes digan que siendo inocente esta bebida en los ranchos y oficinas donde se
hace, fuera de allí no vale nada, se corrompe y se malea con el transporte y la manipulación de los que
menudean su venta en los jacales de esta ciudad. Yo para desenredar este laberinto, y que el público se
ponga en estado de saber algún día lo que ha de creer en estos asuntos, he procurado no omitir cosa de
cuantas conducen a un conocimiento seguro, examinándolas todas con prolijidad y con la debida
circunspección. Lo que no sé si algún otro escritor hizo antes de ahora: lo cierto es que ye no tuve la
felicidad de encontrarlo a mano; que harto mejor me estaría dar una simple noticia de obras impresas en
este género o imprimir buenos manuscritos que no fatigarme en componer los propios, supuesto un
competente número de experimentos que siempre será más fácil dar por hechos u omitidos que hacerlos
uno mismo.
3. Procederé, pues, con el orden que me ha parecido más regular y bajo las leyes de un método muy
exacto en esta forma. Dada la descripción de la planta que llaman maguey se sigue la historia del pulque;
después de ella mis propias experiencias, con sus corolarios o deducciones, las que llanamente se infieran
sin introducir principios ni doctrinas que no sean de la última evidencia. Por último se tratará de la virtud
medicinal del pulque y de su uso legítimo en la curación de las enfermedades.
Descripción de la planta maguey
4. Los mexicanos la llaman en su idioma metl. Es planta singular de una especie rarísima y acaso la más
útil entre las producciones del reino vegetable.1 Vamos por partes e imitando (aunque con alguna mayor
prolijidad) el estilo de los botanistas más celebrados. Sus hojas, que llaman pencas, las que son de mediana
estatura llegan a 46 pulgadas en su longitud y más de un pie de anchura por donde más, comenzando en
siete pulgadas cerca de su nacimiento en el tallo, donde su grueso o crasitud mayor es de más de tres
pulgadas. Su sustancia —contenida entre dos membranas muy lisas, fuertes y algo transparentes y fáciles
de separarse— es verde, carnosa y en el meollo y centro blanca, fibrosa, con sus contornos que tiran al
amarillo: dura y húmeda, sin que el jugo destile espontáneamente por donde se corta la hoja; pero
frotando con lo interior de ella el cutis de nuestro cuerpo causa en lo pronto un ardor, prurito y dolor
intolerables por algún rato. Abunda en hebras fuertes y delgadas que corren por su longitud. Por lo que
toca a su figura, sale la penca del tallo (que es cortísimo o ninguno) remedando un medio cilindro, cortado
con una sección vertical a su basa en segmentos iguales; sigue como una tercia parte de su longitud
disminuyéndose en lo craso y aumentando lo ancho; y en el resto afecta figura elíptica rematando en una
espina cónica muy aguda y fuerte, de color rojo oscuro, larga de tres pulgadas. Lleva también en sus dos
márgenes, a distancias de una, dos y tres pulgadas, unos crestoncillos durísimos en que está montada en
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cada uno una espina como uña de gato, pequeña y corva hacia abajo. La disposición de estas hojas es en
contorno, de suerte que las del segundo orden están superiores a las del primero, y cae el centro de cada
una justamente entre dos de las otras; el tercer orden coincide en el primero, etcétera. En el medio de la
planta queda un cono, que los indios llaman meyollotli, compuesto de las hojas que aún no se desabrochan
para caer en su orden y están encañonadas a lo largo y estrechamente apegadas unas con otras; y aun
después de haber caído conservan siempre alguna curvatura, cóncava por la parte de adentro siendo
convexas todas por su respaldo, lisas, bruñidas y de un color verdacho algo ceniciento. La raíz es crasa,
tuberosa, fofa, con muchos sarmientos o producciones serpentinas de diferente grueso y longitud, fibrosas
en el meollo y exteriormente duras, compactas, de color rojo debajo de una película fina y transparente. De
la raíz brotan al contorno de las primeras pencas, muchos pimpollos o magueyuelos tiernos que, estando de
la altura de un pie, se arrancan para trasplantarlos en otro lugar, cuidando de exponer al sol sus raíces por
algunos días; las que de otra suerte no prenderían bien. Porque la abundante y continua humedad pudre la
raíz de esta planta.
Después de los seis hasta los ocho años, por lo regular, cuando ya ha acabado de desabrocharse el cono
del centro del maguey y caído todas sus pencas, de las cuales las del último y más alto orden quedan
inclina-das en ángulos como de 70 grados con el horizonte y las de los inferiores lo hacen menor
respectivamente hasta 45 o menos, entonces aparece un grueso tallo cilíndrico, de cuatro pulgadas de
diámetro y crece perpendicular hasta más de ocho pies vestido de hojas elípticas verdi-rojas, jugosas, que
rematan cada una en su pequeña espina, todas cerradas en orden alter-nativo como abrigando o vistiendo
a este palo (que los mexicanos llaman mequiotl) en cuyo vértice brotan las flores y la simiente. Esta última
son unos granos esféricos como garbanzos blancos y compactos. La flor no he logrado ver en estos días; y
aunque hago algún recuerdo y tengo informe por relación no quiero asentar nada que yo mismo no haya
examinado.2
6. Crece esta planta en toda nuestra América donde quieran cultivarla; pero los países montuosos de
suelo duro, sin salitre, fríos, poco húmedos, favorecen mucho a su vegetación. Parece, según lo terso y
bruñido de las hojas, que no debe transpirar el maguey poco ni mucho; y ningún soplo de viento es capaz
de sacudirle ni procurarle aquella ventilación de que habla el sagacísimo Malpighi y es constante en los
demás vegetables de cualquiera especie. La que yo he descrito es la del maguey vinoso de donde se saca
nuestro pulque; bien entendido que hay aquí otros magueyes cuyas diferencias y descripción no
pertenecen a mi asunto. Véanse en el compendio del doctor don Francisco Hernández desde la página 270.
II
Historia del pulque
7. El maguey llega a estar de sazón de cuatro a seis años de trasplantado el meconetl (que así llaman al
magueyuelo tierno) habiéndolo beneficiado y podado algunas veces, truncando el cono del centro y
sajando lo que queda de unas cuantas pencas del primer orden, después de cortarlas hasta cerca de su
nacimiento y últimamente escarbando la tierra en contorno. El tiempo cierto de hacer la preparación, que
llaman "quebrar el maguey", es cuando se observa que el meyollotli está muy disminuido, las pencas
bastante abiertas y toda la planta bien nutrida y maciza. Hácenle entonces una incisión lateral al dicho cono
o meyollotli cerca de su basa sacándole bocados y penetrando hasta el centro con el cuchillo. Se le picotea
bastante por aquella ventana y así se le deja estar tres o cuatro meses, al cabo de los cuales se comienza a
raspar. Los operarios que se emplean en esto se llaman con mucha propiedad tlachiqueros. Extraen
aquellas primeras rasuras y rascan en el centro de la planta con una cucharilla de fierro (que llaman en su
idioma laten, esto es, uña) de figura circular como de tres pulgadas de diámetro con su mango pequeño de
cinco pulgadas asimismo de fierro, y con esto se da principio a la fosa o pozo, donde debe manar el zumo

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de las pencas, que se llama impropiamente aguamiel y en mexicano, algo mejor, neutli. Es Un licor delgado,
claro, nada viscoso, de un sabor dulce no muy grato que deja un resabio semejante al del agua de cocos. El
dachiquero lo extrae de aquel pozo o cajete chupando para hacer atracción con un calabazo estrecho y
largo de dos pies, bañando su extremidad más angosta en el licor y aplicando a su boca la de mayor buque.
Es una simple acción de bombear quitando al calabazo (que se llama acocotli) la comunicación y presión
que hace por dentro de él la atmósfera. Aquel zumo, que es un verdadero mosto, se va reponiendo dentro
de un saco de cuero muy flexible que lleva a cuestas el operario. Raspa de nuevo, siempre con suavidad, las
paredes interiores del cajete exhausto arrojando afuera las rasuras y lo deja cubierto con un trecho de
penca para volver a su tiempo. Cada día es más grande la cavidad y cuando ya se apura la planta se le van
secando y tomándose muy amarillas sus pencas, primero las inferiores y luego las demás. En este estado
sirven para hacer fuego y lo mismo el tronco y la raíz, dejando todo ello unas cenizas de extremada
actividad para sacar lejía. O bien sé echan a pudrir las pencas en agua donde, después de una larga
maceración, quedan fuertes hilos de que se tejen ayates groseros para abrigarse y otros utensilios.
8. Suponiendo un maguey de edad adulta bien acondicionado y con todo el beneficio posible, podrá
tlachicarse (como dicen) hasta tres veces dentro de un día natural y rendir de seis a siete libras de zumo en
cada una, durando esto de tres a cuatro meses y aún más largo tiempo. En el de lluvias no puede evitarse
que el agua llovediza destile, corriendo por la superficie cóncava de las pencas, al centro común de las
superiores, que es el mismo pozo o receptáculo del zumo dulce vegetable; pero éste queda siempre debajo
sin mezclarse con el agua y el tlachiquero se toma la precaución de introducir su acocotli hasta el fondo
para sustraer solamente el licor útil chupando como se ha dicho antes. Y como ya sabe, con corta
diferencia, cuánto es lo que debe esperar a la vez de cada maguey, esto le sirve de gobierno para poner
dentro del saco una determinada cantidad de lo que bombea y venir afuera lo restante que es la pura agua.
No obstante, suele la malicia del operario (a fin de hacer su carga más presto) o su poca práctica, hacer que
vaya en el cuero una verdadera aguamiel de donde proviene un pulque amarillo, aguado y malo, como se
observa muchas veces desde julio hasta septiembre.
9. Lo que se hace con este zumo en la oficina lo dirá el siguiente pliego que llevará este título: Prosigue la
historia del pulque; y saldrá el día 16 del corriente.
9 de diciembre de 1772

Prosigue la historia del pulque


...Brevis esse laboro,
Obscuras fio...
Horat. De Arte.

En una bodega, que llaman tinacal, situada en el paraje más oportuno, según lo ofrece la proporción del
suelo y la distancia de los magueyales, están dispuestos en orden los vasos para la fermentación del zumo
dulce del maguey, raspado como se ha dicho. Fórmase cada uno de una piel de toro acomodada en su
armazón de maderos que tienen la figura de un rectángulo y todo el vaso imita la de una maca o cuna. Todo
lo interior de estos cueros se adoba, incurtiéndoles con cal común, muerta y desleída en agua: y se pone
dentro alguna competente cantidad de pulque ya hecho y fuerte, que sirve como de fermento (los indios le
llaman xinachtli) para leudar el aguamiel reciente de que los va cargando el tlachiquero. El jacal o bodega
tiene sus ventanas al viento o vientos que se quiso; y en la construcción de esta oficina no suele atenderse a

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otro fin que el de tener asegurado bajo de llave y techo el pulque para entregarlo por cuenta y razón a los
arrieros trajinadores que deben llevarlo a su destino.
2. Dentro de pocas horas comienza el mosto a enrarecerse con hervor y silbido moderado haciendo
bastante espuma y mudándose transparente y claro en un color blanquecino, semejante al de una emulsión
tenue y delgada. Todo se altera y se conmueve, brotando a la superficie muchas ampollas de aire que allí se
rompen o se congloban las más pequeñas con otras para formar una especie de nata y flor del vino. El sabor
dulce del aguamiel se pierde sucesivamente hasta faltar casi de todo punto, predominando en el pulque
reciente de la bodega el vinoso particular de su especie y que conserva algo (muy poco) del de su mosto; y
un olor nada aromático, absolutamente diverso del que exhalan el dicho zumo, el cajete recién raspado o
las pencas sajadas, siendo este último muy ingrato.
3. Al cabo de 36 horas, cuando más presto, se halla el pulque en estado de sacarse de la oficina; y
cuando más tarde, siempre se verifica dentro de tercero día.3 Ninguna clarificación o precipitación de
heces, ningún tártaro en las paredes del vaso, ninguna otra propiedad de vino hecho y maduro,
comparativamente hablando con el que llaman blanco, de los granos de uva. El pulque, sin embargo de eso,
es un verdadero vino pero flojo y de muy poco espíritu, disipado y casi a medio fermentar. Es análogo a la
sidra, como ya se ha notado por otros; embriaga y produce en su destilación algo de espíritu ardiente, pero
éste muy flemoso y en corta cantidad, aunque se haga la operación a fuego manso y en vaso muy alto.
Tengo para mí, en consecuencia de algunas observaciones, que en el mejor pulque hay una bue-na parte de
pura agua elemental, o zumo indigesto y crudo de su planta y no poca cantidad de rasuras finí-simas, que
eran partes sólidas de la penca, menudamente subdivididas por obra de la fermentación; el resto es un vino
crudo y disipado. Ya dije que hablo del mejor pulque; mas no por eso pretendo reprobar esta bebida como
nociva o como inútil. Bien lejos estoy de eso y me reservo para cuando haya sentado mis experimentos y lo
que de ellos se dedujere. Sigo ahora el hilo de la historia con la prolijidad que me propuse.4
4. Pónese el pulque dentro de pellejos de carnero, repelados y despojados de toda su lana (infurtidos
previamente con agua madre de nitro y curados con repetidas lociones y jabonaduras), para transportarlo
cargado en mulas hasta los peales o almacenes de esta ciudad y otras donde se menudea su venta. El
transporte debe hacerse sin pérdida de tiempo y cuan ligeramente se pueda, tanto más cuanto fuere mayor
la distancia del rancho al lugar de su destino. A México se conduce hasta de la de 25 leguas. Se camina toda
la noche, proporcionando estar de garitas adentro .en las primeras horas del día de luz. Con todo eso, no
puede evitarse que enrarezca, se fermente e hinchen algunos cueros eructando muchas veces por sus
bocas, que se desatan para evacuarlos un tanto. Con este motivo, y el de beber los arrieros en su caminata
o vender furtivamente a los pasajeros, se ven necesitados a suplir con agua para que no se eche menos en
el peso y medida al tiempo de su recibo.
5. Llega por último al jacal, parte de él maleado con la añadidura del agua, parte muy mejorado con la
ulterior, continuada fermentación en todo el camino y quizá también en algunos cueros un poco avinagrado
o torcido aquel que no era fresco y reciente en la oficina. Para cada hatajo de mulas cargadas se regulan
algunas arrobas de aguamiel, que se trae asimismo en sacos, pero curada con cierta porción de cal viva para
impedir su fermentación. Llámanla aguamiel cocida y se repone acá en el almacén para mezclarla en
proporción con el pulque que se despacha, según se necesita, para ponerlo de sazón y buen gusto.
6. Debe, pues, considerarse compuesto de tres diferentes licores el que se vende por menor, La mayor
parte es pulque del día, recién venido del rancho, mucha del atrasado que sobró en los precedentes y
alguna de aguamiel. Un director entiende solo en esto y hace las templas a su paladar. El negocio consiste
en que se despache todo el pulque que entra, sin que jamás haya necesidad de derramar el atrasado y
repuesto de algún tiempo. Para esta buena distribución y economía se tienen en la bodega muchas otras

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tinas de madera de donde se saca todos los días, con cuenta y razón de sus cualidades, la necesaria
cantidad para hacer pie (como ellos dicen) en la gran tina pública del jacal o taberna.
Sobre este pulque se vacía el fresco recién venido, pasándolo por un cedazo colador en que quedan
separadas las basuras, pelos de los cueros, membranillas y hebras del maguey y algunos insectos. Mientras
tiene más días el pulque se pone de peor condición y se cuida de tomar de él menor cantidad para mezclar
con el nuevo. Se agria sensiblemente y aun suele adquirir un sabor picante que comunica a toda la tina
cuando se pone de pie. Los bebedores de exquisito gusto y mucha práctica lo perciben bien y le llaman chile
macho, nombre que se da entre la gente vulgar a nuestro pimiento de Indias, verde o seco cuando no se le
quitan las venas para comerlo ni se le mezcla nada que pueda templar aquella su acrimonia cáustica.
7. Un pulque de 10 días y aun de menos tiempo ya no sirve para nada; tiene todas las notas de
corrupción, es abominable, hediondo y cría en su superficie una especie de nata como harina (que llaman
palomilla), la cual en parte se disipa &halada en vapor, infestando las paredes y techos donde se observa
pegada como un polvo blanco.
8. No carece de fundamento lo que se dice de las supercherías de los taberneros que componen el
pulque en los jacales, adobándolo para fortificado con algunos ingredientes cuya noticia no podría servir de
otra cosa en mi papel que de darlos a conocer a aquellos que ignoran semejantes secretos y tal vez
abusarían de ellos en primera ocasión. Mas habiendo yo averiguado con suma diligencia lo que hay en esto,
hallé que ni se adultera siempre esta bebida, ni en todas las tabernas, ni con tanta multitud de drogas como
se ha creído. Las pocas de que rara vez se usa tampoco son muy nocivas a la salud. No obstante sería bien
excusarlas y el único medio es que se regulase la entrada del pulque fresco, de manera que siempre faltase
que beber en el día y sobrasen bebedores. Porque tasar al justo el ingreso en correspondencia con el
consumido, sin que se guardase acá nada de este licor tan expuesto a malearse y corromperse, cualquiera
ve que es cosa imposible. Ahora sucede todo lo contrario: sobra la bebida en las tabernas y faltan
consumidores. De suerte que no es muy raro el caso de enviar orden el subarrendatario de un jacal para
que allá en el rancho se derrame de su cuenta el pulque que por contrato debe comprar y efectivamente lo
paga todo a su arrendador (gástelo o no); excusándose con esta pérdida económica, si así puede llamarse,
de otra mayor en los fletes y reales derechos que causaría entrando en la ciudad donde él no lo ha
menester. Así pues, echa mano a vender, como quiera que pueda, aquel que tiene ya hechos todos sus
costos excediendo éstos al valor principal.
9. Algunos pretenden establecer muchas diferencias de pulques no teniendo de ellas o al menos no
dándonos sino unas ideas muy confusas. Hablan del simple blanco, considerado todavía en la oficina, esto
es, en el rancho donde se hace, o cuando más, en el saco en que se trae; porque una vez vaciado en la gran
tina del jacal ya convendremos en que debe reputarse muy inferior, según se ha expuesto antes. Yo sólo
admito la división del pulque en cuanto a lo generoso o ruin: a este último llaman tlachique y es el de
magueyes sembrados en mala tierra, salitrosa, raspados antes de sazón, malos ellos también y ruines en su
clase. Los pobres indios de estos contornos de México, en el distrito de tres a cuatro leguas a todo rumbo,
son los que trajinan y expenden este pulque haciendo en ollas de barro su fermentación. En fin, hacen lo
que pueden, bébenlo a pasto y lo pasan muy bien.
10. Los pulques que llaman otomites son, asimismo, de inferior calidad por las mismas causas aun
cuando se trajesen de lugares más remotos. El pulque generoso es aquel que proviene de magueyes de
buena casta, cultivados en tierras frías, montuosas, poco húmedas, nada salitrosas y quebrados en sazón.
Los magueyes mecos, que tienen en sus pencas algunas líneas negras a manera de venas, son excelentes.
11. Pulque criollo se llama el que se hace acá en las mismas tabernas, dejando fermentar el aguamiel
que traen de los ranchos. En los meses de verano, y generalmente siempre que escasea la entrada del
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pulque o hay abundante cantidad de dicho mosto, se trata de convertirlo en licor vendible y se va
proporcionando su distribución en la liga que se hace de éste con el reciente traído de afuera y con los
residuos atrasados en la bodega del jacal. En cada uno hay un perito práctico que gana salario por hacer las
necesarias combinaciones, y el más acreditado es el que mejor sabe dar salida al género ruin o maleado sin
que se Menda el gusto de los bebedores más delicados. No obstante, ellos dirán no sólo cuáles de las 36
tabernas que hay en la ciudad son las de mayor reputación, sino también los días determinados de la
semana en que está mejor acondicionado el pulque en cada una. Por lo que toca a las estaciones del año
durante el invierno entra muy rico, en la opinión de estas gentes cuya autoridad debe valer mucho; el del
verano no se alaba; en el estío, que es el tiempo lluvioso, se vitupera.
12. Siempre se cuida de venderlo bien revuelto y mezclado con su propio sedimento que fácilmente se
precipita y acumula al fondo de las tinas, enzolvándolas de manera que quedaría muy espeso el pulque
residuo de la venta diaria si no se tomase la precaución de removerlo y agitarlo muy a menudo con un
bastón mientras se despacha. De este sedimento hablaré en mis observaciones como también de las
diferencias de pulque compuesto con varias especies de vegetables, frutas, semillas, etcétera, de la
naturaleza de todas las bebidas que resultan y de sus efectos.
13. No he podido conseguir hasta el día las flores, fruto y simiente del maguey. Ratifico al público mi pro-
mesa de exponerle lo que me falta en este asunto. Verdaderamente que un particular, ocupado en su
destino, no puede, por más que lo quiera, tener a la mano todo cuanto necesita y debe hallarse fuera de sus
libros y papeles.
23 de diciembre de 1772

NOTA. En el pliego anterior estuve por estampar una observación que interesa la piadosa curiosidad de
mis americanos, aunque nada tiene que hacer con la filosofía. Pero de intento quise tomarme más tiempo
para deliberar e informarme si podía publicarla como mía original, registrando (como lo hice) manuscritos e
impresos que tratan de la milagrosamente aparecida y celestial imagen de santa María de Tepeyac, nuestra
tutelar y protectora, bajo la advocación de Guadalupe. Es el caso que notando con atención la figura que
hacen las pencas del maguey, advertí luego, con no poca sorpresa y admiración, ser muy semejante a la de
aquel campo, nube o nicho, en que rematan los rayos dorados del sol que rodea a la divina imagen
guadalupana. De suerte que quien quisiere figurarse los contornos de dicho campo, no tiene más que
suponer una penca truncada una parte por la de la espina e invertida punta abajo como si se suspendiese
por donde nace del tallo. Y no dudo que pudiera colocarse el dibujo de esta santa imagen materialmente
dentro de una gran pena, apresándola para que se redujese a un plano: y entonces los contornos del lienzo
quedarían semejantísimos a los originales. Sábese por otra parte que el ayate guadalupano es tejido de
pita. Observen todos y piensen en ello. Yo ni hago misterios, ni trato de pasar por un visionario; solamente
quiero aventurar esta refleja sin deducir de ella nada ni traerla por ahora a consecuencia, sujetándome
siempre al juicio de los prudentes. A algunos pintores la he comunicado y convienen en que es justa y
nueva. Qué sé yo si mañana se me hará ver que no era lo uno ni lo otro. En efecto, es difícil asegurar que
nadie hizo ni dijo lo que yo, sin saber de coro todos los dichos y hechos de todos los hombres. 5

1.- Los botanistas europeos la llaman con el nombré de áloe americana,. y sin duda está bien colocada en este género,
considerando el hábito de la planta y otras generalidades que bastan para proceder en términos del arte botánica. Pero no hallo
que estén descritas con puntualidad sus diferencias, ni aun en la-obra recopilada del doctor Hernández, que fue enviado aquí
expresamente a estudiar y escribir la historia natural del reino, a expensas del señor don Felipe Segundo. Nuestro monarca se
portó con la magnificencia de un Alejandro y no dudo que el médico europeo, su enviado, desempeñase esta con-fianza como un

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Aristóteles. He oído decir que su obra original en grande el digna del lugar que ocupa en el gabinete curioso de nuestra corte, y
así lo creo.
2.- No respondo de lo que toca a flor, fruto y simiente hasta que me conste de propia inspección lo que hay de cierto.
Procuraré satisfa-cer al público en la semana siguiente ya que ahora no pude hacerlo.
3.- Suelen en tiempo de gran frío hacerse ciertos grumos en la super-ficie del mosto que está puesto a fermentar. Esto llaman
granizo y re-tardaría la fermentación si no cuidasen de templár al ambiente poniendo lumbre dentro del tinacal.
4.- Mi compañero y mi amigo, el bachiller don José Antonio de Alzate y Ramírez, sujeto de notoria aplicación a estudios útiles
y a quien se debe el ejemplo de estos papeles periódicos en México, ha estampado en uno de ellos, ahora frescamente, una
cláusula bien susceptible de alguna interpretación que no me sería muy agradable. Dice que la de-masiada prolijidad es lo
sublime de los tontos, según Longinos. Se entien-de por Longinos a Dionisio Longin, eruditísimb griego, autor de un Tratado del
sublime, cuya traducción al francés es obra de M. Des-preatuc En todo su texto no parece tal sentencia, pero cuando pare-ciese.
se debería entender contraída precisamente a la bella literatura de que allí se trata. El único pasaje que alude está al fin del
capitulo X donde el autor reconoce que un estilo difuso conviene a las histo-rias y tratados de fisica. Yo estoy en el caso: y añado
sobre mi simple palabra, para no errar la cita, que una concisión importuna y mal en-tendida hace el carácter propio de los
espíritus ligeros y superficiales. Escribimos para el vulgo que no se paga mucho de misteriosas insi-nuaciones, hechas de paso,
cuando se trata de instruirle.
5.-Bartolache publicó otro texto sobre el pulque, el 30 de diciembre de 1772, con algunos experimentos físicos y ciertas
observaciones medicinales.

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