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Jose Antonio Marina

Dictamen sobre Dios

ANAGRAMA
fnleeri^n Arpnmpntns
José Antonio Marina

Dictamen sobre Dios

EDITORIAL ANAGRAMA
BARCELONA
Diseño de la colección:
Julio Vivas
Ilustración: «Esfera de mundo», del libro Summa de- Cosmographia,
de Pedro Medina, Biblioteca Nacional, Madrid

A María

Primera edición: diciembre 2001


Segunda edición: diciembre 2001
Tercera edición: enero 2002

© José Antonio Marina, 2001


© EDITORIAL ANAGRAMA, S.A., 2001
Pedro de la Creu, 58
08034 Barcelona
ISBN: 84-339-6165-9
Depósito Legal: B, 2005-2002
Printed in Spain
Liberduplex, S.L., Constitució, 19, 08014 Barcelona
INTRODUCCIÓN

No tengo un temperamento religioso. Si damos la razón


a Comte y suponemos que la humanidad ha pasado por tres
estadios, el teológico, el metafísico y el positivo, me confesa­
ría ciudadano de este último. Amo la claridad y sospecho de
lo numinoso. La proliferación de religiones me abruma, las
torturadas teologías me aburren y las mezclas espiritistas, lo
mismo que las espirituosas, me marean sin extasiarme. Pero
sucede que Comte no tiene razón. No ha habido una suce­
sión de estadios sino una convivencia precaria de todos ellos.
Las creencias tienen siete vidas, como los gatos. Ni la metafí­
sica ni la religión han muerto. Cualquier espíritu avisado en­
cuentra en medio de su horizonte mental, como un menhir
gigantesco, un poderoso objeto cultural -Dios-, y también
se ve enredado en una tupida urdimbre social -la religión—.
Como estos asuntos activan la susceptibilidad, me apresuro a
decir que convertir a Dios en un objeto cultural no presupo­
ne nada acerca de su existencia o inexistencia. Cultural es
nuestra manera de vivir, de mirar el mar y las montañas, un
objeto cultural es la física atómica, y también la tabla de
multiplicar, que es muy de fiar. Ser culto implica compren­
der y evaluar las creaciones culturales, por lo tanto si quere­
mos serlo tenemos que saber a qué atenernos respecto de
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Dios y de la religión, alejándonos de todo tipo de simplezas. tísimo libro.2 Algunos observadores sospechan que los gran­
Tanto de las simplezas del sí como de las simplezas del no. des enfrentamientos próximos pueden ser cultural-religiosos.
Los objetos culturales reciben su significado de su genea­ Con diferentes intensidades personales, dos mil millones de
logía. Lo malo es que «Dios» tiene una historia emborronada personas se declaran cristianos, mil millones musulmanes,
por las pendencias humanas. Es imposible hablar de él sin setecientos cincuenta millones hindúes, trescientos cincuenta
desescombrarlo primero. No hay brutalidad ni generosidad millones budistas, doscientos cincuenta millones siguen reli­
que no se hayan hecho en su nombre. Se le ha convertido en giones tribales, otros veinte son sijs, otros veinte taoístas,
un comodín que lo mismo sirve para apoyar una buena juga­ otros quince judíos. Son cifras gigantescas que no podemos
da que un farol indecente. En todas las naciones los sacerdotes desdeñar. Un fenómeno tan extenso y profundo tiene que
han bendecido las banderas antes de ir a la guerra. Al grito de ser estudiado, comprendido y evaluado con sumo respeto,
Deus vult, Dios lo quiere, se proclamaron las cruzadas. Maho- sumo rigor y suma cautela.
ma ideó un eficaz grito de combate: Ya mansur amit. «¡Oh, tú Ya saben que soy un investigador privado, un detective
a quien Dios ha hecho victorioso, mata!»1 No cabe duda: se cultural. Este caso es difícil y arriesgado porque compromete
mata mejor sabiéndose protegido por algún dios. Cuando este niveles pasionales. Hay demasiada gente dispuesta a vivir, a
libro está a punto de entrar en máquinas, asisto estremecido al morir o a matar por la religión. Mi ambición es limitada. No
horror de las Torres Gemelas de Nueva York. Las sospechas pretendo descubrir los arcanos del universo, sino sólo con­
apuntan hacia fundamentalistas islámicos, aparece en la pren­ testar tres preguntas:
sa la palabra fatídica, yihad, la guerra santa, y la actualidad se
introduce sangrientamente en mis páginas. 1. ¿Podemos saber algo seguro sobre la existencia de
En este momento, las religiones se ven más como un peli­ Dios?
gro que como una salvación, más como una superstición que 2. Si no existiera ese objeto cultural en nuestro entorno,
como un saber. «De los dioses y de las cosas divinas nada se ¿lo inventaríamos ahora? ¿Inventaríamos la palabra
dice de maravilloso que no debas creer», dice uno de los Símbo­ «Dios» si no la tuviéramos? ¿Por qué?
los atribuidos a Pitágoras, y semejante credulidad ha dado lugar 3. ¿Es inteligente a estas alturas ser religioso?
a todo tipo de derrapes vitales. Muchos occidentales siguen
viendo el islamismo como un peligro a la vez que muchos mu­ Para hacer mi trabajo con seriedad he procurado infor­
sulmanes ven el cristianismo como una amenaza. Ambas reli­ marme bien -lo que es laborioso, pero fácil- y no dejarme lle­
giones reparten a su manera los papeles de Dios y Satán. var por prejuicios —lo que es, en cambio, muy complicado-.
Pero la idea de Dios sigue atrayendo el interés humano, Como en otras ocasiones, he hecho lo posible por convertir­
• aparece con facilidad al volver cualquier esquina del alma, me en un extraterrestre que, lleno de buenas intenciones
forma parte del cimiento de nuestra sociedad laica -aunque y empeñado en conocer, se acerca para observar respetuosa y
lo olvidemos o neguemos su existencia-, y va a mantener su atentamente a los seres humanos y sus creaciones.
influencia en el futuro previsible. «El papel de las religiones Recomiendo al lector que lea el libro de corrido, sin aten­
en el mundo aumenta en vez de decrecer», leo en un recien- der a la bibliografía, que sólo esta ahí como cimiento o como
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arbotante. No entra en la dinámica de la prueba. La chachara Primera parte
bibliográfica no es nunca un argumento. Es, a lo más, un
aporte de datos, y a lo menos, pura retórica académica. Como Negación de la teología
me gustaría que este libro resultara interesante tanto al lego
como al especialista, he puesto unas notas muy elementales,
redactando casi un catón religioso, y otras más eruditas, diri­
gidas al experto.
Voy a contar lo que veo. He titulado el libro «Dicta­
men», y sólo a los que no conozcan el significado de la pala­
bra les parecerá petulante. Un dictamen no es una sentencia.
Es una opinión que se justifica públicamente, se somete a
crítica, y está dispuesta a rendirse ante una justificación más
poderosa. Es, pues, una afirmación sin engreimiento.

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I. LA IMAGINACIÓN RELIGIOSA

El ser humano muestra algunas insistencias sorprenden­


tes. Crear es una de ellas. Todas las sociedades han inventado
lenguajes, formas artísticas, teorías para explicar la realidad y
para manejarla, normas, costumbres y religiones. Es llamati­
vo este afán de no quedarse en lo que hay, en las apariencias o
en los placeres, esa sed de explorar los horizontes externos del
paisaje, los horizontes internos de las cosas, los horizontes
abisales de uno mismo. Animal de lejanías o de profundida­
des, desde que surgió como especie nueva le acomete la ince­
sante comezón de innovar, de ir más allá de la información
dada, la inagotable necesidad de ampliar sus posibilidades.
De hecho, detectamos su aparición en el maravilloso Rastro
arqueológico, precisamente, porque el mundo comenzó a lle­
narse de novedades.3 No ha descansado nunca. Desde su
Africa natal saltó al Polo o navegó hasta Australia sin asustar­
se ante la caminata. Si nos resulta difícil comprender que al­
gunas culturas se hayan mantenido estancadas, varadas en la
edad de piedra, repitiendo secularmente formas de vida,
creencias y técnicas, es porque tal inmovilidad es propia de la
especie animal, no de la nuestra. Los animales cazan, anidan,
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se defienden, cantan o berrean como hace milenios. Nosotros la divinidad. Contaron dos mil. He leído que el sintoísmo
somos seres sitibundos de novedades. «Bestia cupidissima re- japonés admite 800.000 seres divinos. Me pareció un núme­
rum novarum», dijo Fausto. ro excesivo hasta que supe que en la cultura hindú se vene­
En este libro voy a investigar una de las más problemáti­ ran 330 millones de dioses.5 Una fantástica renta divina per
cas creaciones humanas: la religión. Y voy a hacerlo desde mi cápita. Todas las religiones se han fragmentado, subdividido,
campo de investigación: la inteligencia. La existencia del arte, estallado en sectas que a su vez se microtomizan en teologías
de las ciencias o del derecho no nos plantea problemas. Todo o escuelas. Al mundo católico no le basta con una Virgen
el mundo reconoce su utilidad o su atractivo. Pero la unani­ María, ha tenido que inventar cientos de advocaciones. No
midad se rompe con la religión. Para muchos seres humanos le basta con una sola orden monástica, ha producido doce­
constituye la parte más importante de sus vidas. Para otros, nas, a veces indiscernibles. En Europa, en Asia, en África, en
en cambio, es una superchería, un peligro, un vestigio de la Oceanía, en el cristianismo, el hinduismo, el animismo, el
infancia de la humanidad, que convendría erradicar. Es, islam, el jainismo, el budismo, por todas partes, hay una
pues, lugar de grandes contiendas. Al final del libro daré mi gula de novedades que impele a reformar, a recrear, a cam­
dictamen sobre este asunto, pero antes tenemos que estudiar biar, a no descansar en lo recibido. Las heterodoxias nacie­
el fabuloso y proliferante mundo de las creaciones religiosas ron antes que las ortodoxias. En tiempos muy recientes han
como un sugestivo dominio de la invención poética, inten­ aparecido cuarenta mil movimientos religiosos.6 Hay una
tando comprenderlas antes de hacer juicios sobre su verdad. profunda razón para esta fecundidad, que veremos brillar
«Las religiones son creaciones humanas variadas y maravillo­ a lo largo del libro. Siendo las religiones algo que compro­
sas», dice Ninian Smart en su historia de las religiones.4 Así mete a la conciencia individual, los individuos han sido muy
quiero observarlas: sin unción y sin furia, como productos de celosos en defender sus propias creencias, lo que ha acabado
la inteligencia creadora, obras de su invención, asistiendo dinamitando los dogmatismos colectivos, para acabar impo­
desde dentro al tenaz despliegue de un impulso, al parecer niendo los dogmatismos personales. Es escandaloso compro­
nunca satisfecho del todo. Imitamos así lo que podría ser una bar cuánta gente finge seguridades que no tiene, al hablar de
historia de las formas artísticas, que también sería el desarro­ sus creencias.
llo de un proyecto universal, que convierte el mundo en una La inteligencia humana es insaciable e inquieta. Algunos
sala de exposiciones a escala planetaria. Tanto la historia de autores han pensado que esta insatisfacción del deseo era
las formas como la historia de las religiones delatan una aspi­ una prueba de que estamos hechos para el Infinito.7 El fe­
ración sin fin. El ser humano no se ha contentado con cons­ nómeno es cierto pero la interpretación me parece exagera­
truir un techo sobre su cabeza. Ha inventado artesonados, da. Todos los niños quieren crecer y eso no significa que
bóvedas, cúpulas, mil modos de hacer una casa, y mil modos anhelen ser el Altísimo. Esta investigación trata sobre la in­
de deshacerla. teligencia poética, creadora, que inventa, en este caso, reli­
Este mismo desasosiego creador se da en las religiones. giones y dioses.
Dos mil años antes de nuestra era, los eruditos babilónicos
redactaron listas de sus dioses, una especie de inventario de
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2 La Doncella solar se metió en el mar,
Escribo junto al mar. Amanece. ¡Oh, pausados levantes sólo su corona era visible.
de la aurora! Entre la voz del heraldo y la aparición del rey Remad ahora, oh hijos de Devas,
hay siempre una pausa que se alarga demasiado. El sol, al fin, rescatad el alma del Sol.9
emerge venciendo la oscuridad. Es nuestro salvador: viene a Los egipcios sabían que cuando el Sol se va «la tierra
librarnos de la noche, de lo desconocido, del miedo. ¡Cómo queda en tinieblas, semejante a la muerte». La noche es no­
no sentirme conmovido por la aparición de un ser tan pode­ driza de peligros, los amamanta con su leche negra. «Salen
roso, que nos regala la luz y su cortejo: la vida, el calor y el de sus cubiles todos los leones, todas las serpientes muer­
azul de las aguas! En este instante, si fuera lituano probable­ den.» El mundo renace cada mañana cuando el dios solar
mente adoraría a Ausrine, la aurora. Y si fuera irlandés, vene­ vence a la serpiente Apofis, aunque sin conseguir destruirla,
raría a Santa Brígida, una santa inexistente, cristianización as­ porque la oscuridad -el caos- es indestructible. Huérfanos
tuta de la diosa Brigantia, que era también la aurora. Santa de la luz, los hombres siempre han querido forzar el regreso
Brígida, cuenta la leyenda, nació cuando su madre estaba en del sol, asegurar su fidelidad. Lo intentan como si fuera un
la puerta de su casa, entre la luz del día y la oscuridad, como gran rey o un gran jefe al que hay que rogar, rendir vasalla­
el alba. je, ofrecer regalos, hacer promesas. Repiten con él las estra­
El sol hace una entrada triunfal. Mi emoción, en este tegias que resultan eficaces con los humanos. Mil años antes
momento, es estética. Las cosas recuperan sus colores, se­ de Cristo, los discípulos de Zoroastro también hacían sacri­
cuestrados por la noche, y esa poética justicia me produce ficios al sol:
euforia. Pero si fuera un antiguo egipcio, mi emoción habría
sido religiosa. Hacia 1730 a.C., Amenhotep IV ocupa el tro­ Todo el que ofrece un sacrificio al inmortal, brillante
no e instaura el culto al sol como dios único. ¡Cómo le com­ Sol, el de los caballos veloces, para repeler a las tinieblas,
prendo! Su piedad se ha conservado en un himno: para repeler a los poderes (daewas) salidos de las tinieblas,
Tú apareces hermoso en el horizonte del cielo. para repeler a los ladrones y bandidos, los ofrece a Ahura
Oh, Atón vivo, primero entre los vivientes. Mazda, los ofrece a su propia alma.10
Cuando te alzas por el horizonte de levante, Mar y siglos por medio, los mayas adoraron también al
llenas de hermosura todos los países. sol, y le alimentaron con sangre humana. Y, siglos después,
Eres justo, grande, esplendoroso.8 el hindú actual, en los dos agnihotras, «ofrendas al fuego»,
El crepúsculo, en cambio, es triste e incierto como una con que comienza y termina el día, se dirige también al sol:
despedida. Los pueblos bálticos llamaban al sol poniente ¡Que el sol se levante para que nosotros vivamos!
«Doncella solar», y contaban así su historia: ¡Que regrese el sol tras su viaje nocturno!

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Creen a pies juntiñas lo que dicen sus escrituras sagradas: gio» de Dios.12 Por lo demás, leer los signos ha sido en todas
que «el sol no se levantaría si no se ofreciera el agnihotra»}x las culturas labor religiosa. Los sacerdotes la han compartido
¡Qué angustia! Afortunadamente, el sol ha renacido siempre. con los poetas que se sienten a veces arrebatados por una mi­
Es un símbolo de inmortalidad. Por eso, ya en el neolítico, sión parecida. «Son abejas que liban en lo visible la miel de lo
las tumbas se orientaban, es decir, apuntaban hacia el orien­ invisible», afirmó Rilke. Y Hölderlin es más explícito:
te, hacia el levante del sol, esperando que el muerto, conta­
giado de la perennidad de la luz, resucitara también. Derecho es nuestro, de los poetas, de nosotros los
[poetas,
bajo las tormentas de Dios afincarnos, desnudas las
[cabezas;
3 para así con nuestras manos, con nuestras propias
[manos
Lo primero que sentimos al introducirnos en esta selva robar al Padre sus rayos;
religiosa es que entramos en un mundo donde las cosas no * robárnoslo a El mismo;
son lo que parecen. Todas se han vuelto significativas, simbó­ y, envuelto en cantos,
licas. La percepción, que siempre va más allá de lo dado y entregarlo al pueblo, cual celeste regalo.
completa con la memoria lo que recibe, ahora da saltos de
siete leguas. Convierte la realidad en símbolo de otra reali­ Los poetas, en su origen, fueron videntes. Vates.13 Inspira­
dad, lejana y fuerte. La etimología de la palabra «símbolo» dos. No me refiero a la infantería literaria, sino a aquellos
nos da una clave de este modo sorprendente de entender las poetas de los que Platón decía que eran «intérpretes de los
cosas. El símbolo era una contraseña, una moneda partida dioses».14 La inteligencia creadora, situada ante una realidad
que servía para que el poseedor de una mitad reconociera al convertida en bosque de símbolos, se arrojó a esa tarea desci­
desconocido poseedor de la mitad restante. La inteligencia, al fradora. No es de extrañar que entremos en un mundo fantás­
convertir la realidad en símbolo, afirma un postulado cho­ tico, incontinente, barroquizante. Uno de los grandes expertos
cante. Lo que vemos es sólo la mitad de lo que hay. Lo visible en el islam, Henri Corbin, titula su libro sobre Ibn Arabi, uno
es la llave de lo invisible, que a su vez revelará el verdadero de los grandes personajes del sufismo, La imaginación creado­
significado de las apariencias. Con tan asombroso postulado ra.15 Podría haberlo titulado «la imaginación incansable».
inicia una tarea infinita. Tiene que acercarse a cada cosa y es­ Tal vez a muchos lectores les pueda resultar escandaloso
cudriñarla como si guardara una revelación. Tomás de Ce- que un libro sobre Dios comience hablando de «imagina­
lano nos dice que el mínimo y dulce Francisco de Asís habla­ ción». Se equivocan si piensan que hay algún menosprecio en
ba con las flores como si conociera su secreto. El mundo la expresión. «Imaginar» no es fantasear alocadamente, sino
parece entrar en una decidida esquizofrenia, en un esquizós, meter algo en imágenes.16 Creo que para comprender los ob­
en una separación. San Buenaventura, místico y filósofo, no jetos culturales -ciencia, religión, arte, derecho, lo que sea-
decía otra cosa cuando decía que la Naturaleza era un «vesti­ hay que relacionarlos con la inteligencia que los crea. En cuan-
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to productos de la inteligencia humana, tan inventada es la peina. Pasa a continuación un tallo de hierba consagrada o
ciencia como la poesía, la religión como las matemáticas, la una espina de puerco espín, frecuentemente untada de man­
ética como el ajedrez. Unas invenciones alcanzan la verdad, tequilla y miel, a lo largo de la raya, recitando oraciones. Por
otras la belleza, otras el bien, otras la diversión. Tal vez el caso último, trenza un collar de flores y frutos y lo coloca alrede­
de las matemáticas es el más llamativo. ¿Cómo no vamos a lla­ dor del cuello de la esposa. Es una ceremonia alegre, y tam­
mar invenciones a los números transfinitos o a los números bién una súplica para que el embarazo acabe bien. Tal vez
irracionales? ¿Cómo no vamos a considerar invenciones -y de con la apertura del cabello se simbolice la deseada apertura
las más bellas y poderosas—al cálculo infinitesimal o a la geo­ de las entrañas de la madre para alumbrar a su criatura.
metría analítica? Nada de esas cosas existen en la realidad, son Cuando el niño va a nacer, «se deshacen todos los nudos
entes ideales, y, sin embargo, no por ello son caprichosos o tri­ que pueda haber en la casa». Este rito me parece una maravi­
viales, sino que están sometidos a la más estricta de las lógicas. llosa poesía en acción. Los padres quieren que su bebé nazca
La religión es una invención que a partir del mundo visi­ en un mundo sin nudos. El nudo es símbolo de enredos, de
ble intenta encontrar la supuesta mitad del símbolo, de la mo­ ataduras, de falta de libertad, de serpientes. ¡Qué bella aspi­
neda rota. A la vivencia que une ambas mitades, que permite ración querer para un niño un mundo desanudado, hacien­
pasar de la seguridad de lo visible a la seguridad de lo invisi­ do así realidad una metáfora!18
ble, se la llama fe. Convierte el sol en un rey, ve a las nereidas La presencia de lo invisible es el comienzo de lo sagrado.
en el brotar mismo de los manantiales, narra la aparición de Cuando Hölderlin se quejaba de la huida de los dioses, se re­
los mundos o las historias domésticas de los dioses o el enfren­ fería a la pérdida de este sentido poético. El gran sociólogo
tamiento entre el principio del bien y el principio del mal, la Max Weber acuñó una frase que hizo fortuna: «La razón ha
guerra cósmica. Ni siquiera se para ahí. En esa especie de poe­ desencantado lo real.» Lo dijo con más espanto que satisfac­
tización continua, en ese afán de transfigurar todas las cosas ción. Admiraba la racionalidad -yo también-, pero formuló
con un significado nuevo, rodea los acontecimientos más co­ un augurio pesimista: «En nuestro horizonte no se vislum­
tidianos con rituales que los salvan de su intrascendencia17 y bran las flores del verano, sino noches polares de una dureza
los hacen, para bien o para mal, trascendentes. No sólo las co­ y oscuridad de hielo.»
sas, también los actos son más de lo que parecen. Se inventa No creo que la solución sea retornar a un reencantamien­
así una «poética de lo cotidiano», que subraya religiosamente to apresurado, aunque fuera posible. Hay ya demasiados cré­
los acontecimientos diarios, como si hubiéramos realzado la dulos que pueden ser mangoneados con facilidad por timado­
prosa de la vida con un rotulador fosforescente. res del espíritu. Pero, en homenaje al gran sabio, recordaré a
Al séptimo mes del primer embarazo, el matrimonio los eslavos -y de paso una vez más al sol- cuando ateridos de
hindú realiza el rito de «la división del cabello». Se regalan frío pedían un clima más clemente al «hermoso sol»: a Khors,
vestidos nuevos a la esposa, que se engalana como para ir a que es el bien absoluto, o a Kupalo, que es el sol bañándose
una fiesta. El marido cocina un plato y se lo ofrece al dios en las aguas para renacer, o a Jarovit, sol primaveral que acari­
del hogar. Toma después un peine, divide la cabellera de su cia las semillas para que germinen.19 Es imposible no adorar
mujer en dos partes, separándolas con una raya central, y la al sol. La religiosidad hindú, extremista siempre, da un paso
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más: el sabio se convierte en sol: «Cuando conoció el Ser 5
como Absoluto, el lúcido Vádameya supo: Yo soy el Sol.»20
Se me olvidaba decirles que Dios significa etimológica­ Explicar. No podemos dejar de hacernos preguntas ni
mente «día». de buscar respuestas. El niño, preguntón incansable, renueva
en sí una rutina ancestral. La religión es la respuesta a una
interrogación en cascada, sin fin, parecida a las que encantan
a los crios: «¿Por qué no puedo salir a jugar? Porque llueve.
4 ¿Y por qué llueve? Porque hay nubes. ¿Y por qué hay nubes?
Porque el vapor de agua se condensa. ¿Y por qué se conden­
Más adelante tendremos que averiguar si esta insistente sa? Porque es la ley de la naturaleza. ¿Y por qué es la ley de la
poética es verdadera, es decir, si hay razones para pensar que naturaleza?» Llegados a este punto, hay dos posibles respues­
la otra mitad de la moneda existe, o si nadie llegará con ella a tas. Una: «Porque sí.» Es la respuesta del científico y de las
la cita. Pero no quiero apresurarme. Prefiero detenerme en el madres hartas. Dos: «Porque Dios lo ha dispuesto así.» Es
lado de acá del símbolo y saber algo más sobre él. Los domi-# la postura del religioso. Ambas ponen fin a tan agotador in­
nios nuevos hay que conocerlos poco a poco, adquiriendo con quirir.
ellos la misma connaturalidad que tengo con las plantas de mi No podemos evitarlo. «La naturaleza nos dio un ingenio
jardín. Todos sabemos con cuánta presteza pueden rechazar curioso», escribe Séneca. «La agudeza de nuestra mirada abre
los zafios la poesía. Con un despectivo «eso no se entiende», el camino de la investigación y echa los cimientos de la ver­
arrojan a la papelera media historia del alma humana. No­ dad, a fin de que la investigación pase de lo manifiesto a lo
sotros vamos a ser pacientes. En tiempos de prisa y de resúme­ oscuro y descubra algo más antiguo que el mundo: de dónde
nes hay que retornar a la filología, al leer lentamente. Com­ salieron los astros, cuál fue el estado del universo antes de
prender es como una lluvia mansa y penetrante. Despreciar es que cada uno se separase de los otros para constituirse en
como un turbión. Quien sea campesino lo entenderá. partes distintas.»22 Hay algunas preguntas especialmente ra­
La inteligencia, incluso cuando se dedica a actividades dicales que, al parecer, se han hecho siempre los hombres.
reputadas inútiles, como el arte, aspira a cumplir alguna fun­ Voy a mencionar sólo tres: el origen de las cosas, la muerte,
ción práctica. ¿Cuáles son las que a lo largo de la historia se y la razón del mal y del dolor.
le han encomendado a ese variado, complejo y mestizo con­ No nos basta con conocer la realidad que tenemos de­
junto de invenciones que llamamos «religión»? lante: necesitamos saber de dónde viene. Pues bien, una de
Después de revisar las obras de los especialistas, los tex­ las tareas universalmente emprendidas por la religión ha sido
tos sagrados, los estudios de antropología, las opiniones de inventar mitos sobre los orígenes. Voy a presentarles algunas
los teólogos, creo que todas las religiones, en una u otra for­ de las explicaciones que gozaron de prestigio, tomadas de
ma, insistiendo más en un aspecto o en otro, pretenden culturas muy diferentes. Mírenlas como variaciones de una
cumplir tres funciones: explicar, salvar, ordenar.21 gigantesca poética universal, como una colección de luciér­
Voy a dedicar un apartado a cada una de esas funciones. nagas mitológicas:
24 25
Así explicaron el origen del mundo en la antigua Meso­ ser. Cuando empecé a existir, los seres empezaron a existir.
potamia: Todos los seres empezaron a existir. Numerosos son los
que llegaron a existir, que proceden de mi boca, antes de
Cuando, en lo alto, el cielo no había sido nombrado, que el cielo existiera, cuando no había tierra ni gusanos ni
y abajo la tierra firme no había sido llamada con un serpientes en este lugar. Pero yo, sintiéndome hastiado, es­
[nombre, taba unido a ellos en el abismo acuoso.25
nada había más que el dios de las aguas primordiales,
[su progenitor, El relato bíblico es bien conocido, por eso no lo mencio­
y la madre de las aguas que parió a todos ellos, no. Citaré en cambio dos mitos muy alejados, exóticos, uno
mezcladas sus aguas como un solo cuerpo. polinesio y otro africano:
No había sido trenzada ninguna choza de cañas,
no había aparecido marisma alguna. Ta’aroa fue el antepasado de todos los dioses; él hizo
Cuando ningún dios había recibido la existencia, todas las cosas. Desde tiempo inmemorial existió el gran
no habían sido llamados con un nombre, indeterminados m Ta’aroa, el Origen. Ta’aroa se desarrolló en soledad; él fue
[sus destinos, su propio progenitor, sin padre ni madre. Ta’aroa estaba
sucedió que los dioses fueron formados en su seno.23 sentado en su concha, en las tinieblas desde toda la eterni­
dad. La concha era como un huevo que daba vueltas en el
Así lo explicaron los antiguos indios, en el Rigveda: espacio infinito, sin cielo ni tierra ni luna ni sol ni estrellas.
Todo era tinieblas, una espesa y continua oscuridad.26
Entonces no había la nada ni la existencia.
No había aire entonces ni los cielos por encima. Al principio, en la oscuridad, no había más que agua.
¿Qué lo cubría? ¿Dónde estaba? ¿Quién lo guardaba? Y Bumba estaba solo. Un día estaba Bumba muy afligido.
¿Había acaso agua cósmica, informe en lo profundo? Sintió náuseas, hizo un esfuerzo y vomitó el sol. Después
Entonces no había muerte ni inmortalidad, de esto se difundió la luz por todas partes. El calor del sol
ni había entonces una antorcha ni de día ni de noche. secó el agua hasta que empezaron a verse los confines oscu­
Alentaba el Uno sin aire, de sí mismo sustentado. ros del mundo.27
Este Uno existía entonces y ninguno otro.
Al principio sólo había tinieblas envueltas en tinieblas. Podrían llenarse docenas de libros con todas las explica­
Todo era tan sólo agua sin luz.24 ciones dadas por los seres humanos para hacer familiar un
mundo ignoto. A mí, como jardinero, me conmueven espe­
Así lo explicaron los antiguos egipcios: cialmente los mitos sobre el origen de las plantas. Retroceda­
mos en el tiempo, para recuperar el asombro original. Hace
El Señor de todas las cosas, una vez que empezó a exis­ muchos muchos siglos, nuestros antepasados, que han sobre­
tir, dice: Yo soy el que empecé a existir como el que llega a vivido durante millones de años recolectando frutos y cazan­
26 27
do, descubren la agricultura, y el descubrimiento les deja es­ rió la existencia de un aliento vital que se escapaba al morir,
tremecidos. La única forma de amortiguar ese sobresalto es y que podía andar rondando por la tierra. Los sueños lo co­
explicarse, contarse aquel fenómeno tan extraño. Inventaron rroboraron. Ya hablaré más de esto.
mitos para tranquilizar su desasosiego. «La planta nutritiva», El tercer gran problema era la existencia del dolor. Lo
escribe Eliade, «no está dada en el mundo, como el animal. sagrado, a partir de lo cual emergen las divinidades, se pre­
Es el resultado de un dramático acontecimiento, por ejem­ senta siempre con un valor ambiguo: admirable y terrible. Es
plo, el resultado de un asesinato.» Han aprendido que una decir, que resulta difícil decir si la divinidad es buena o mala.
semilla muere para dar hijos. Piensan que un héroe civiliza­ En los mitos de origen aparece una y otra vez el recuerdo de
dor sube al cielo y roba las espigas o los tubérculos o las ma­ un tiempo feliz, de un paraíso del que el hombre fue expul­
zorcas. O bien, que el dios del cielo se desposa con la Madre sado. La religión más antigua de la que poseemos documen­
Tierra, y nacen los cereales. La fertilidad de la tierra y la fe­ tos, la mesopotámica, al evocar los comienzos se refiere a
cundidad de la mujer se solidarizan. Aparecen las divinida­ «los tiempos antiguos, cuando cada cosa fue creada perfec­
des femeninas. Lo que admira a nuestros antepasados no es ta». Ya sabemos cómo explica la Biblia la entrada del mal en
la utilidad de las cosechas, sino el misterio del nacimiento, el mundo: por el pecado de los primeros hombres. Zoroastro
de la muerte y del renacer. Los modernos ya no nos asom­ predicó que había un doble principio -el Bien y el Mal- y
bramos ante estos fenómenos, conocemos sus mecanismos, que éramos protagonistas de una lucha cósmica entre ellos.
los manejamos, somos más científicos. Pero tal vez hayamos Hay también innumerables historias que cuentan la irrita­
perdido esa vibrante admiración que era el verdadero inicio ción de los dioses contra los hombres, a los que quieren ani­
de la sabiduría. quilar. El mito del diluvio es enigmáticamente universal. Las
Lo más interesante en estos mitos no es su afán de expli­ aguas están presentes en todas estas mitologías como caos,
car, ni siquiera su imaginería concreta, sino que salten a una como nada, como oscuridad, como castigo. Teniendo frente
dimensión de la realidad distinta. Cuando Tales de Mileto a mí este mar jubiloso, me cuesta entenderlo.
dijo que el agua era el origen de todas las cosas, no estaba Cada una de las tres funciones religiosas —explicar, sal­
haciendo mitología, sino ciencia embrionaria. No salía del var, ordenar- va a producir, por su propio desarrollo, un
campo de la naturaleza. Cuando los Vedas dicen que el Uno vastago parricida, que se va a volver contra su progenitora.28
sacó al mundo de las aguas oscuras, se están moviendo fuera La búsqueda de explicaciones tiende a alcanzar cada vez más
del campo natural. Es mitología religiosa. claridad y firmeza. Acabará dejando el paso a la ciencia, gran
Hay otras muchas cosas enigmáticas que explicar. La especialista en explicaciones. Esta historia de familia, la inde­
muerte sobre todo y, relacionados con ella, los sueños y las pendencia de la hija (la ciencia) y los sistemas de inmuniza­
experiencias de éxtasis o de intoxicaciones, que han ocurrido ción de la madre (la religión), es un dramático episodio de
siempre. Los expertos dicen que los chamanes son personajes nuestro pasado que les contaré en el capítulo tercero. No se
que pasearon sus raras facultades por la prehistoria. En las lo pierdan.
paredes de las cuevas hay pintados extraños personajes cu­
biertos con piel de animales. El fenómeno de la muerte sugi-
28 29
6 Nuestros antepasados tuvieron que sentir abrumadora
mente su impotencia, e intentaron ampliar su poder. La ma­
¿De qué? ¡De tantas cosas! Del terror, de la im­
Salvar. gia también tiene un componente salvador. «Entre los bashi,
potencia, de los poderes oscuros, del caos, del sinsentido. Me los bayarwanda y los burundi», escribe Reis, «la práctica má­
gustaría hacer la historia de los miedos de la humanidad, gica no solamente supone la divinidad, por encima de las
para descubrir en ellos una de las musas negras de la inven­ fuerzas invisibles, sino que se la reconoce, se la profesa y se le
ción humana: la muerte y el desorden son las sempiternas rinde culto durante la acción misma. Es Dios quien debe
amenazas.29 Dios aparece en muchas religiones como refu­ presidir toda acción mágica, si está permitido llamar mágico
gio. El salmo 91 lo expresa con patética elocuencia: a un culto ofrecido, al menos indirectamente, al Creador,
que es, a fin de cuentas, el único y verdadero curador (Ha-
Di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, kiz’Imana), el único adivino (Haragu’Imana), la fuente de
Dios mío, confío en ti.» fortalecimiento vital.»31
Que él te librará de la red del cazador, La religión ayuda al ser humano a superar las conmocio­
de la peste funesta; nes emocionales, la angustia, el horror, la muerte, el absur­
te cubrirá con sus plumas, do. Gran parte de los rituales están encaminados, por ejem­
te refugiarás bajo sus alas. plo, a asegurar la inmortalidad. Muchos creen que el ritual
funerario es el acto religioso por excelencia.32 La epopeya de
Infantil y deliciosa metáfora del polluelo que se cobija. Gilgamesh, alborada de la literatura, es una conmovedora
Las religiones han sido siempre caminos de salvación y de libe­ historia sobre la búsqueda de la inmortalidad. A pesar de sus
ración. Para comprobarlo basta hacer inventario: concepto ju­ esfuerzos, Gilgamesh no la logra, pero la obra sugiere que
dío de liberación del pueblo de Dios, redención cristiana del podría haberla alcanzado si hubiera superado una serie de
pecado, liberación budista, realización advaita de la identidad pruebas iniciáticas.
con Brahmán, salvación islámica, abolición de la tiranía y la Los salmos de David son una bella expresión de esta sen­
pobreza en la teología de la liberación. El único fin digno del sación de desamparo, y pertenecen a la gran historia de la
sabio es alcanzar la libertad, moksa, un término clave en el poesía:
pensamiento indio. La palabra jiña —de donde vienen los ja-
nistas—significa «el victorioso, el liberado de las pasiones». Las ¡Sálvame, oh Dios,
tradiciones asiáticas no ponen el énfasis en las creencias sino que estoy con el agua al cuello!
en el ritual y el misticismo. La existencia es inadmisible sin Me hundo en el cieno del abismo
este referente de progresión espiritual, purificación o búsque­ y no puedo hacer pie (...)
da de la emancipación. Es lo que en la India se ha llamado ¡Respóndeme, Yahvé, por tu amor y tu bondad,
yoga?0 Todas las religiones hacen referencia a la búsqueda y la por tu inmensa ternura vuelve a mí tus ojos,
consecución de la plenitud de vida, la felicidad, la paz, la in­ no apartes tu rostro de tu siervo,
mortalidad. Son creaciones de la esperanza y para la esperanza. que estoy angustiado, respóndeme ya.33
30 31
Todos los seres humanos podríamos entonar el salmo 22, ménides, con ajustadas cadenas, para que no se desmorone.
y desearíamos poder hacerlo poniendo nuestra confianza en En Babilonia, como en muchos otros sitios, los dioses eran
la ternura de un dios. los guardianes del orden cósmico. Esta idea es central en la
historia de la civilización. Los hombres deben observar los
¡No te alejes de mí, que la angustia está cerca, mandatos de los dioses, sus decretos, que aseguran el buen
que no hay nadie que me socorra! funcionamiento tanto del mundo como de la sociedad. El
cosmos puede convertirse en caos por los crímenes, faltas y
Esta función de salvación también ha parido vástagos pa­ errores de los hombres, que tienen que ser purgados con
rricidas. Cualquier procedimiento físico, químico o psíquico ayuda de diversos ritos. El mito universal del diluvio contaba
que produzca un consuelo, una exaltación o una conciencia la regeneración de un mundo envejecido y pecador. El dios
modificada se convierte en religioso, contribuyendo al des­ era necesario para que las cosas fueran lo que son. Los hititas
crédito de la religión. Un cóctel de esoterismo, astrología, creían en Telepinu, un dios que desaparece, tal vez porque
pseudociencias, dietas de adelgazamiento, técnicas orientales, los hombres le habían enojado.35 La consecuencia de su de­
psicoterapias timadoras y conspiraciones de acuario se ofrece saparición es que el orden de las cosas comienza a quebrarse.
en las baldas de las librerías, convertidas en barras de la cre­ El fuego se extingue en los hogares, los hombres se sienten
dulidad.34 abatidos, la oveja abandona el cordero y la vaca el ternero, la
También pueden convertirse en vástagos parricidas los cebada y el trigo no maduran, ni los hombres ni las bestias se
movimientos de liberación política. Nacidos muchos de ellos aparean, y las fuentes se secan. Ni el mismo Eliot describiría
de planteamientos religiosos, al final reducen su acción y su tan bien la tierra baldía, tras la huida de los dioses. Los indo­
esperanza al mundo natural volviéndose contra la religión, a europeos, ese fantasmal pueblo descifrado y recompuesto
la que acaban tachando de reaccionaria y traidora. El dina­ por los eruditos, matriz de toda la civilización desde el Gan-
mismo religioso del marxismo, incluso en su furia antirreli­ jes hasta Britania, apreciaban sobre todo el orden, y así lo hi­
giosa, fue innegable. cieron constar en sus mitologías.
Esta presencia ordenadora de los dioses se refleja tam­
bién en los nombres utilizados en Africa negra para nombrar
a Dios. Mulungu, el que une (Kenia, Malawi, Zambia, Mo­
7 zambique), Katonda, el que organiza (Uganda, Zaire, Tanga-
nica), Kalunga, el que unifica (Namibia, Angola).36 A Varu-
Ordenar. Ordenar significa introducir un orden y dar na, el dios védico, se le representa con una cuerda en las
normas. Ambas cosas hicieron los dioses y la religión. Así se manos y en las ceremonias todo lo que se ata se llama varú-
evita el caos cósmico y el caos civil. El universo necesita leyes nico. Varuna es el rey del rita, del orden. Quien resiste a la
y las naciones también. La religión aglutina al pueblo dán­ ley se hace responsable ante Varuna, el único que puede res­
dole códigos y conciencia de su identidad. Pero previamente tablecer el orden comprometido por el pecado, el error o la
los dioses han atado el mundo, como dice el poema de Par- ignorancia. Y hay una conmovedora plegaria a la Virgen
32 33
María en la piedad ortodoxa: «Por tu amor, madre, ata los nes—aparece en todas partes. El dharma hindú es la ley sa­
pedazos de mi alma.» La rotura de estos lazos mentales, ya lo grada, la inteligencia que ordena el mundo y se manifiesta
dijo mi admirado Janet, es la causa de la locura. Shakespea­ también en la armonía moral. Da cohesión al universo y al
re, supremo elocuente, describió la victoria del caos: sujeto. La raíz dbr significa «mantener conjuntamente».38 En
el pensamiento hindú, el rey es la personificación del orden,
Todas las cosas van a encontrarse para combatirse: las y su cetro (da.n.da), símbolo de la «ley».39 En el sureste asiá­
aguas contenidas elevarían su seno más alto que sus már­ tico, los reyes «no eran defensores de la Fe, Vicarios de Dios
genes, y harían un vasto pantano de todo este sólido globo; o Mandatarios del Cielo; eran la cosa misma: encarnaciones
la violencia se convertiría en dueña de la debilidad, y el de lo Sagrado. Los rajas, maharajás, rajadirajás, devarajás y
hijo brutal golpearía a su padre a muerte; la fuerza sería otros era hierofanías: objetos sagrados que, como las stupas o
el derecho. Entonces, todas las cosas se concentrarían en el los mandalas, mostraban directamente lo divino».40
poder, el poder se concentraría en la voluntad, la voluntad Estamos asistiendo a la fundación de la cultura humana,
en el deseo y el deseo, lobo universal, doblemente secunda­ no lo olvidemos. Nuestros antepasados tuvieron que inven­
do por la voluntad y el poder, haría necesariamente del tarlo todo. Bajo el soberano, es decir, bajo el poder divino en­
universo entero su presa, hasta que al fin se devorase a sí carnado, el pueblo se aglutina. Ésta es la función principal
mismo.37 que Durkheim atribuyó a la religión.41 Todas las identidades
nacionales adquieren por ello un aura sacral. En las religiones
Todo rompería los cauces de su naturaleza: el cosmos, la totémicas, el tótem es a la vez símbolo religioso y de pertenen­
ciudad y el hombre. La religión unificó la física, la política y cia al clan. La ciudad griega fue una asociación religiosa.42 Los
la moral, no lo olviden. El orden de la naturaleza -que las dioses nacionales han tenido siempre gran relevancia política.
aguas no se extendiesen, que el tiempo cumpliera sus ciclos, Primero lucharon los pueblos, a los que acompañaban sus
que los astros no se cayeran- se prolongaba en el orden de la dioses. Al final lucharon los dioses, por mediación de sus pue­
ciudad y en el orden del comportamiento. Las leyes hay que blos. Para todos los negros africanos, vivir es existir en el seno
cumplirlas porque tienen un origen divino. Para dominar la de una comunidad total, que incluye a los vivos, los antepasa­
energía salvaje de un ser humano balbuciente era necesaria dos y los dioses. Vivir es participar de la vida sagrada de los
la energía de un dios. Los primeros legisladores babilónicos ancestros, es prolongar a sus ascendientes y prolongarse a sí
comienzan sus códigos proclamando que han sido enviados mismo en sus descendientes. En todas las ceremonias que re­
por la divinidad. En Egipto pensaban que como el orden so­ visten alguna importancia, con ocasión del matrimonio o de
cial es reflejo del orden cósmico, la realeza, su guardiana, de­ los nacimientos o de los funerales, son los antepasados los que
bió de existir desde el comienzo del mundo. El Creador fue presiden y su voluntad no se somete más que al Creador.43
también el primer rey, que luego transmitió esta dignidad a Uno de los motivos que explican el auge contemporáneo
su hijo y sucesor, el primer faraón, que encarna la ma’at, de algunas religiones es, precisamente, su función de asegu­
concepto que unifica la verdad, el derecho y la justicia. Esta rar la identidad cultural. La costumbre de que las mujeres
doble vigencia de la ley -en el cosmos y en nuestros corazo­ lleven el velo se populariza más en las sociedades islámicas
34 35
donde hay más contacto con otras culturas. Es un orgulloso las leyes de la física, que han heredado la fuerza, la estabili­
símbolo de la identidad musulmana, que sirve para distin­ dad, la universalidad de la divinidad. Esto es, por cierto, lo
guirse de la cultura de sus antiguos opresores o de la presente que pensó Einstein.46 Es el libro de Dios el que está escrito
hegemonía de Occidente.44 en lenguaje matemático. Así apareció un vastago parricida.
La religión, pues, legitima el orden natural y el orden La ciencia acaba superponiéndose a la teología.
político. Por ello podemos considerar que se opone a dos co­ Algo semejante sucedió con las leyes jurídicas y morales.
sas: a lo profano y al caos. La divinidad libera de lo informe y Son más seguras cuando no dependen de la voluntad del so­
de lo imprevisible, y eso impulsó una dialéctica teológica berano. Así como el gran progreso cosmológico fue conside­
contradictoria. El ordenador divino, que imperaba sobre la rar que las leyes del universo no derivaban del arbitrio de los
realidad, acabó siendo un orden íntimo a la naturaleza, se dioses, así el gran progreso jurídico fue afirmar que las leyes
despersonalizó, convirtiéndose en legalidad abstracta y obje­ tenían que estar por encima del arbitrio del poderoso. Esta
tiva. China es buen ejemplo para ilustrar este cambio con­ idea tardó mucho en triunfar y, en una rocambolesca histo­
ceptual. Ti era el Dios supremo, que residía en la Osa Ma­ ria que hemos contado en La lucha por la dignidad, la misma
yor, centro del cielo. Solamente el rey podía comunicarse ley natural que legitimó el poder absoluto del monarca aca­
con él, por lo que el dominio de la dinastía Chang quedaba bó legitimando la rebelión contra él.47 Dios mismo se con­
religiosamente legitimado. Pero en el año 1028 a.C. el últi­ virtió en garante de la justicia -no sólo en promulgador de la
mo monarca Chang fue derrocado por el duque de Tcheu, ley-, lo que era una bomba de explosión retardada en el sis­
que en una proclama famosa justificó su rebelión apelando a tema. Los dioses tenían que regirse por la justicia. Tenían
una orden que había recibido del Señor celeste, para que pu­ que ser buenos. No podían ser arbitrarios. En la Ilíada se
siese fin a una dominación corrompida. Así comenzó la doc­ cuenta que Zeus quiere cambir el destino de su hijo, pero
trina de los «Mandatos del Cielo», que habría de ser usada Hera le hace ver que semejante trato tendría como conse­
con criminal desfachatez por todo tipo de aventureros y de cuencia la anulación de las leyes del universo, es decir, de la
criminales políticos. Pero poco a poco, la naturaleza religiosa diké, la justicia.48 Esto demuestra que el propio Zeus recono­
de este garante de la ley natural fue siendo sustituida por la ce la supremacía de la justicia. Por otra parte, diké no es más
ley natural misma.45 El Tao, como lo entiende Lao-tsé, es un que la manifestación concreta en la sociedad humana del or­
camino moral, pero también el orden de la naturaleza. den universal, de la ley divina (themis). También en la Biblia
Esta naturalización de las normas divinas permitió la Yahvé aparece como roca, se puede confiar en Él, no incum­
aparición de la ciencia. Mientras los sucesos del universo de­ plirá su pacto. El arco iris continúa ahí como recordatorio.
pendieran del arbitrio de los dioses, toda la ciencia que se Los dioses, fuente de la justicia, se convierten en sus de­
podía hacer era una «psicología divina», que intentase averi­ fensores. Éste es otro avance gigantesco. En el Baghavad-
guar o influir en sus decisiones. Si el viento es el soplo de Gita hay un pasaje conmovedor. Krishna, un dios, se ha en­
Eolo, la meteorología es psicología de Eolo. Cuando la ley se carnado como auriga del protagonista, el heroico Arjuna, y
independiza de la voluntad divina, se hace más segura y pue­ le explica así su presencia en la tierra: «Siempre que declina
de estudiarse. Es como si dijéramos que el dios se encarnó en la justicia y se incrementa la iniquidad, me manifiesto.»49
36 37
También, en la Biblia, el profeta Isaías anuncia la llegada del II. GRAMÁTICA APRESURADA
Mesías, que vendrá al trono de David «para restaurarlo y DE LAS RELIGIONES
consolidarlo por la equidad y la justicia».50
Este impulso de buscar la justicia se convirtió en vástago
parricida. La gran fuerza que de hecho cambiará las religio­
nes ha sido, precisamente, el choque de sus propuestas o sus
comportamientos con las ideas de justicia que había predica­
do. Este asunto forma parte importante de nuestro argu­
mento. Las religiones han producido las morales, pero, por
el mismo dinamismo que desencadenaron, ahora tienen que
someterse a la ética, que es una moral laica de nivel más alto.
Así entiendo la siguiente afirmación de Edward Schille-
beeckx, un respetado teólogo católico: «Lo decisivo (se en­ 1
tiende que para la responsabilidad religiosa) no es el expreso
reconocimiento o la negación de Dios, sino la respuesta a la Las invenciones más luminosas de la humanidad se han
pregunta: ¿qué lado eliges en la lucha entre el bien y el mal, urdido en el telar de lo inconsciente. No estoy haciendo psi­
entre los opresores y los oprimidos?»51 La ética se convierte coanálisis barato -¡los dioses me libren de colaborar a la cre­
en juez de la religión. La hija juzga a la madre. dulidad general!-, sino constatando un hecho misterioso: no
Explicar, salvar, ordenar. Esas son las tres funciones que sabemos cómo se nos ocurren las cosas. Una vez que han
la religión se ha esforzado en realizar, sus grandes proyectos. aparecido en nuestra conciencia -por ejemplo, en forma de
Para conseguirlo ha puesto en juego todas sus capacidades de sentimientos, proyectos o ideas-, podemos aceptarlas o re­
invención, de metáfora, de razonamiento, de voluntad. chazarlas, analizarlas o desarrollarlas. Desde la información
que tenemos en estado consciente dirigimos, sin saber cómo,
la producción de nuevas ocurrencias. Todo lo que pretende­
mos conseguir con la educación o el aprendizaje es aumentar
la probabilidad de que se nos ocurran las cosas que quere­
mos y cuando queremos. Valéry ya lo dijo, refiriéndose a la
poesía: «El primer verso, la primera ocurrencia, nos lo da la
Musa. Después es tarea nuestra buscar lo que sigue.» A esa
fuente que es nuestra, que dirigimos, pero cuyo mecanismo
desconocemos casi por entero, la he llamado en mis libros
«inteligencia computacional». Es en su opacidad donde sur­
gen las maravillas de la claridad.52 Es la sede de los hábitos,
buenos o malos, que no son más que un sistema férreo de
38 39
ocurrencias, que da significado a las acciones y nos anima a 2
realizarlas. Es el manantial de las invenciones. ¿Cómo es esa inteligencia inventora de dioses? Como es
No estoy diciendo nada que ustedes ya no sepan. Las
operaciones mentales que realizamos nos ocultan sus secre­ siempre la inteligencia humana: afectiva, práctica, verificado­
tos. Conocemos los resultados, pero no su génesis. ¿De qué ra, simbólica y narrativa. He hablado tanto de esto en mis li­
manera hacemos algo tan pulcro y racional como compren­ bros que me da vergüenza repetirlo.53 Lo haré, pero aplicán­
der una demostración? Lo ignoro. Los profesores sabemos dolo ya al asunto que nos ocupa.
que al explicar algo tan sólo pretendemos aumentar las pro­ Nuestro primer trato con la realidad es afectivo. El mun­
babilidades de que en la cabeza del alumno atento se pro­ do se nos anuncia en el sentir, que es una amalgama de per­
duzca esa brusca reestructuración de datos dispersos que lla­ cepciones y evaluaciones. Vivimos en una realidad interpreta­
mamos «comprensión». Es algo semejante a lo que ocurre en da a través de nuestras necesidades y expectativas. Nuestros
un caleidoscopio cuando lo movemos. Aparece una nueva sentimientos nos proporcionan un balance consciente de
forma a partir de elementos viejos. Los psicólogos dicen que nuestra situación, nos informan sobre el enfrentamiento de
al comprender captamos una Gestalt, una configuración. Es nuestros proyectos con la realidad. El miedo, la alegría, la fu­
un suceso tan instantáneo, tan súbito, que en lenguaje vulgar ria, la decepción, la tristeza, el entusiasmo son la contabilidad
lo metaforizamos como caída: ¡Ahora caigo!, decimos. ¿Dón­ de nuestro estar en el mundo. Los afectos abren el campo de
de hemos caído? En la cuenta, en la conciencia unificada, los valores. La realidad, antes que paisaje para contemplar, es
comprensiva, de lo fragmentado, de lo que antes no éramos escenario para nuestra acción. Somos seres activos, mejor
capaces de captar de una vez, de lo que se nos antojaba in­ aún: interactivos, ya que para sobrevivir tenemos que comer­
abarcable, in-comprensible. ciar continuamente con nuestro entorno. Por eso, nuestra in­
¿Cómo pudo surgir de la cabeza de nuestros antepasados teligencia es práctica. Su principal función es dirigir bien la
la idea religiosa? No lo sé. Pero tampoco sé cómo pudo in­ acción. Las experiencias afectivas incitan y dirigen el compor­
ventarse el lenguaje. Resulta difícil de entender que a una tamiento, pero previamente han hecho emerger el mundo
especie muda se le ocurriera la idea de hablar. Nuestra inteli­ como valioso o terrible. La religión surge de esa inteligencia
gencia computacional es una incansable máquina de produ­ afectiva y práctica.
cir ocurrencias —cosa que le ocurre a la naturaleza entera—, Los sentimientos son un bloque de información integra­
algunas de las cuales tienen éxito y otras son barridas por la do, que incluye valoraciones. Son un modo rápido y eficaz
selección. Pues bien, las ocurrencias lingüísticas y las ocu­ para hacernos cargo de la realidad. Son sintéticos, no analíti­
rrencias religiosas tuvieron éxito. Y no les puedo decir más. cos. Manejan un ingente caudal informativo, pero como no
podemos someterlo a inspección no sabemos si es de fiar.
Por ejemplo, alguien siente miedo a la novedad, cualquier
cambio le angustia. Este sentimiento puede salvarle la vida,
pero también puede mortificarle sin razón. ¿Por qué tiene
ese miedo? ¿Qué información está determinando tal senti-
40 41
miento? No lo sabe y por lo tanto no puede decir si su senti­ me-, corroborar -es decir, hacer fuerte como un roble—.
miento está justificado o no. Lo malo es que los afectos, los Esto lo comprendieron muy bien las lenguas semíticas, para
sentimientos, las emociones se me imponen con una eviden­ las cuales «verdad» se dice emunah, lo que aguanta, lo que
cia incontestable. Lo que siento, lo siento. Si estoy desespe­ permite construir encima, lo que no se olvida, la roca. En
rado nadie puede intentar convencerme de que el mundo es Occidente hemos insistido mucho en el aspecto de concor­
esperanzador. Si quiero a una persona, de nada vale que me dancia con lo real y hemos olvidado el aspecto energético,
digan que no merece ser querida. Lo que experimento, lo noérgico, de fuerza y consistencia que tiene la verdad. La pa­
que veo, oigo, siento, se me impone quiera o no quiera. Por labra satyagrapha, tan querida por Gandhi, significa «el po­
eso nos hace gracia el chiste de Mark Twain: «La música de der de la verdad», la eficacia de lo verdadero, y es una bella
Wagner no puede ser tan desagradable como suena.» Negar noción.
que siento lo que siento es una contradicción. La religión nace de un sentimiento, de una evidencia
Llamamos «evidencia» al poder con que una experiencia afectiva, y su valor va a depender del valor que atribuyamos
nos fuerza a aceptar lo que nos presenta. Es el carácter impo­ a esta evidencia. Todas las religiones creen en un plano de
sitivo de la experiencia o del pensamiento, y va a tener gran realidad distinto del visible: espiritual, absoluto, divino, po­
importancia en este libro.54 Su energía es tal que tenemos tente, más valioso que el natural. Esto es lo que las unifica.
que «rendirnos» a ella. Consideramos evidente lo que vemos También afirman que se puede entrar en relación con esa
-física o mentalmente- con claridad. Por ejemplo, que el sol realidad radical, y casi siempre opinan que es benévola. Voy
se mueve en el cielo. Por ejemplo, que A es igual a A, princi­ a resumir todo esto un poco chapuceramente definiendo la
pio que sería absurdo intentar demostrar pues toda demos­ religión como «la afirmación de lo sagrado».
tración tiene que utilizarlo. Pero ocurre que no es verdad ¿Cómo se pudo llegar a una afirmación tan insensata, es
que el sol se mueva y hay corrientes de pensamiento -por decir, tan contraria a lo que nos dicen los sentidos? Fue la
ejemplo la zen- que niegan el principio de identidad. Nos elaboración lingüística y conceptual de lo revelado en un
encontramos, pues, en una situación paradójica: no pode­ sentimiento. Les pondré un ejemplo de cómo pudo suceder.
mos dejar de fiarnos de nuestra evidencia y no podemos fiar­ El miedo a la oscuridad es, según nos dicen los expertos,
nos de ella. La experiencia del error nos lo confirma. La evi­ universal. Elasta Zeus siente temor ante la noche.55 Pero ¿a
dencia innegable de que el sol se mueve en el cielo es tachada qué tenemos miedo cuando tememos la oscuridad? A nada y
por la evidencia astronómica de que es la tierra la que se a todo. La oscuridad es una amenaza inconcreta, la pérdida
mueve. de nuestras referencias y de nuestros apoyos. De esa nada
Puesta en esta situación, la inteligencia tiene que aprove­ puede emerger una mano que me agarre o un susurro o un
char todos los recursos de la evidencia para ir seleccionando rocé. O tal vez un pre-sentimiento, algo tan sutil que ni si­
o consiguiendo evidencias más fuertes. Tiene que distinguir quiera puedo sentirlo. Todas las culturas han alabado la luz y
entre el espejismo y la realidad para no morir de sed en un recelado de la oscuridad. Los sentimientos siempre están
viaje alucinado por el desierto. Tiene que verificar sus afir­ preñados de fábulas y paren prolíficamente. De los deseos
maciones. Necesita asegurarse, confirmar -es decir, hacer fir­ nacen ensoñaciones, es decir, narraciones imaginarias. Deseo
42 43
vengarme y sin buscarlos surgen en mi conciencia planes 3
para hacerlo. Quiero a una persona e involuntariamente se
me ocurren imágenes e historias acerca de ella. También el Las religiones comienzan con un sentimiento que les re­
miedo es fértil en invenciones, y el miedo a la oscuridad, vela la presencia de lo sagrado. Para organizar brevemente un
más. Es el símbolo de los muertos, la temible cualidad de las material gigantesco y caótico, voy a catalogar las creaciones
aguas abismales, es manifestación de lo que no está presente. religiosas señalando tres lugares de revelación: la naturaleza,
Ya les dije que nuestra inteligencia es simbólica, ve lo que ve, la experiencia íntima y una persona concreta (un profeta, un
y a veces lo convierte en signo, trayendo a colación lo que no elegido, un buda, un mesías). Hay, en efecto, religiones cós­
está. En el humo visible percibe el fuego invisible. En las for­ micas, religiones interiores, religiones proféticas.
mas de la arena ve al bisonte que acaba de pasar por allí. Lla­ Comenzaré hablando de las religiones cósmicas. ¿En qué
mamos huella a aquello que nos trae a la conciencia la pre­ sentimiento se revela el más allá? En primer lugar, en el mie­
sencia de lo ausente. Esta capacidad de suscitar lo invisible do.56 De la misma manera que al miedoso los dedos se le tor­
convirtiendo lo visible en vestigio, huella, signo, permitió al nan huéspedes, los truenos pueden hacérsele voces de los dio­
ser humano ampliar su capacidad de acción, anticipar el fu­ ses. En el Poema de Gilgamesh, el héroe tiene un sueño del que
turo, y también perder la cabeza a veces. Las personalidades despierta sobresaltado. Pregunta a su compañero Enkidu,
religiosas ven en todas partes las huellas divinas. «Los cielos y que aún no se ha dormido: «¿No ha pasado un dios cerca de
la tierra cantan la gloria de Dios.» mí? ¿Por qué entonces soy presa de pánico?» Todas las cultu­
Los sentimientos, pues, son simbólicos. Son también ex­ ras han creído que los sentimientos estaban provocados por
presivos -es decir, emiten signos- y comprenden los signos una fuerza exterior. Las emociones nos invaden siempre. En
emitidos por otros. Postrarse en tierra es signo de veneración ellas se delata, pues, la acción de una causa. Por eso se llama­
o temor. El llanto es una expresión simbólica que muestra o ban tradicionalmente «pasiones», porque se padecían. Tam­
revela la tristeza de una persona o el malestar de un bebé. bién los sueños son una experiencia turbadora. Los visitan
Los padres saben muy bien hasta qué punto es críptico el huéspedes misteriosos, presencias impalpables, ante las que
llanto de un niño, y lo difícil y urgente que es descifrar su nos sentimos inermes. Los muertos, por ejemplo. Me atreve­
significado. Hasta los animales perciben la expresión de furia ría a decir que este hecho es un universal antropológico. Los
de sus congéneres. Pues bien, creo que las religiones tienen pueblos primitivos han dado dos explicaciones de estas fantas­
su origen en la índole práctica, afectiva y simbólica de nues­ males visitas. La primera es que las almas de los muertos vuel­
tra inteligencia. El ser humano aplica a la realidad entera ven. La segunda, que el alma del durmiente se separa del cuer­
esas estrategias fastuosas que le han permitido sobrevivir. po y viaja al país de los muertos. Son creencias sentidas en
Convierte todas las cosas en expresiones y huellas. Puede du­ todos los paisajes, desde las praderas de los indios americanos
plicar el mundo con colosales alegorías. a los desiertos de los aborígenes australianos, desde las llanu­
ras mongolas a las selvas zulúes. De éstos retengo una acertada
metáfora. Al vidente profesional, que recibe asiduamente la
visita de los espíritus, le llaman «casa de los sueños». No son
44 43
historias lejanas. También aparecen en nuestro cercano Ho­ tido siempre ligados al poder que estaba más allá de los fenó­
rnero. Patroclo se aparece a Aquiles en sueños. La creencia en menos naturales: la fecundidad de las mujeres y de los cam­
los espíritus es uno de los manaderos de la religión. pos, las montañas tan cercanas a la luz, el firmamento -gran
¿Qué pensar acerca de los muertos? ¿Cómo no sentir concha, techo protector, morada de los dioses-, los héroes,
miedo a su estar sin estar, a su posible hostilidad? ¿Cómo no los guerreros valerosos.
conservar también el respeto o el cariño que se les tenía Los especialistas han visto certeramente expresado este
cuando vivos? Ambos sentimientos pudieron inducir a ente­ sentimiento en el término mana, usado por los polinesios, y
rrar los cadáveres: honrarlos, sí, pero también ponerlos a que durante una época hizo las delicias de los antropólogos.
buen recaudo. A esta confusa mezcla de temor, reverencia y Los polinesios, fenomenólogos avant la lettre, distinguen en­
fascinación la llamó Rudolf Otto «experiencia de lo numino- tre mana y tupu. Ambas palabras significan el poder, la facul­
so»57 y el término hizo fortuna. Los sumerios llamaban a las tad de actuar, la eficacia, pero tupu se refiere al poder natu­
misteriosas presencias en que se delata lo sagrado melammu, ral, rutinario y aburrido de las cosas, mientras que mana
una luz poderosa que atrae y espanta.58 Pánico, la palabra significa un poder especial, participado, delatador de la divi­
que en castellano designa un terror violento, deriva del dios nidad. Lo tienen los grandes jefes, porque consiguen que to­
Pan. Era el miedo provocado por su aparición. dos les obedezcan. Lo tenía, para los indoeuropeos, el soma,
El miedo reverencial ha estado siempre vinculado a la bebida que los hacía fuertes e inmortales. Se siente como
Dios. «El inicio de la Sabiduría es el temor al Señor», Radix «entusiasmo», como estar poseído por un dios.
Sapientiae est timere Deum.v>Y con Él está relacionada la ex­ Esta experiencia del poder en lo real aparece en muchas
periencia de lo poderoso, en las otras realidades o en uno culturas. Se llama orenda entre los iraqueses, wakanda entre
mismo. Lo sagrado manifiesta su poder en una cosa o en los sioux. Es el manitú de los algonquinos. Es algo, pero
una persona. La naturaleza está llena de hierofanías, de epi­ también alguien. Lo tienen los objetos, pero sobre todo el
fanías, de teofanías. Lo invisible se hace visible en los seres, Gran Espíritu, el Creador. En Borneo se llama petara. En
muestra en ellos su fuerza. En estas expresiones lo importan­ Madagascar hasina: confiere al rey, al extranjero, al blanco,
te es el radical «fanós», lo que en su brillar se impone a la sus poderes, que se apartan de lo habitual. Huaca, para los
mirada. andinos, son las grandes montañas, los ríos poderosos, los
El fenómeno del poder ha fascinado, atraído y espanta­ muertos, las tumbas. Para los árabes algo parecido significa
do a antiguos y modernos. No me estoy refiriendo a la facul­ baraka. Es un poder que posee un santo, y que transmite por
tad de castigar y premiar, esencia de un poder tosco, sino a emanación. El poder va a conectar la naturaleza, lo sagrado y
la capacidad de imponerse, de arrastrar, de producir fenóme­ Dios. Por ejemplo, la palabra hebrea ’el (de donde viene
nos no rutinarios. Es la autoridad, el carisma, el dominio. ’Elohim = Dios) significaba en primer lugar «el poder». Se
Visto desde el que lo padece, el poder es una coacción no ra­ dice: «depende del ’el de mi mano». Pero, por otra parte,
zonada, una ligazón, una obligación, una religación a algo ’elim designa las «deidades personales».60 Los que creen en el
que se nos impone. Se parece al apego, a la dependencia Tao chino no quieren dar el paso a la divinidad y pretenden
adictiva, o a la sumisión. Los creadores religiosos se han sen­ permanecer en esa fuerza originaria. El hombre no debe ac­

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tuar, debe seguir el Tao, identificarse con el Tao. De nada vida»,63 es, como comenta Sankara, «la fuente de su capaci­
vale rebelarse. dad de actuar».
En las escrituras sagradas indias este sentimiento de la Esta idea de que los poderes de las cosas son poderes
presencia del poder en lo real se analiza de un modo que me participados ha fascinado a muchas inteligencias. Los teólo­
parece profundo y revelador.61 Lo sagrado es el poder que gos medievales decían que la Causa primera, Dios, opera a
funda el dinamismo natural de las cosas. Hace crecer el través de las causas segundas, las cosas.64
maíz, permite que las causas causen, que el agua sacie la sed, Las cosas causan, pero sólo gracias a un poder conferido
que la luz ilumine, que las mujeres tengan hijos. Los hindúes por Dios. Un sacerdote oratoriano, Nicolás Malebranche, ex­
entenderían muy bien un verso de Alvaro Pombo: «Te roga­ tremó esta idea con su doctrina del ocasionalismo: Dios está
mos, Señor, que la jarra contenga el agua.» Es decir, te ro­ instante tras instante manteniendo la hilazón del mundo. Sin
gamos que tu poder siga haciendo que las cosas se manten­ él, el segundero del reloj se pararía. Cada uno de sus peque­
gan en su ser cotidiano. Recuerden a Telepinu, el dios de los ños latidos mecánicos es un acto divino que mantiene el fluir
hititas, cuya huida desbarajustaba todas las cosas. El Absolu­ del tiempo. A las cuatro fuerzas fundamentales que según los
to está detrás del dinamismo entero de la realidad. Es lo que físicos mantienen la cohesión y el dinamismo del universo,
hace que dos y dos sean cuatro y que el mar me impresione habría que añadirles, según Malebranche, esta nueva, que es
hoy con su belleza y que los sexos se atraigan y que la gaviota la que haría que la fuerza electromagnética funcione y que
planee en el aire cálido que la sostiene. Así hablan las escritu­ funcione la fuerza de la gravedad y la interacción atómica dé­
ras sagradas indias del poder presente en lo real: bil y la interacción atómica fuerte. Dios sería la fuerza que
opera puntual y fielmente dentro de las fuerzas físicas.
Lo que no puede expresarse en palabras y sin embargo También una persona puede sentir dentro de sí el poder
es por lo que las palabras se expresan, sabe que eso es en de Dios. Esta es, según dicen los expertos, la vivencia más cla­
verdad el Absoluto y no lo que las gentes adoran. ra de la fe: sentirse apoderado, arrebatado por Dios. «¿Es que
Lo que no se puede pensar con el pensamiento y sin no notáis acaso la dynamis de Cristo dentro de vosotros?»,
embargo es por lo que el pensamiento piensa, sabe que eso dice San Pablo, pero sobre esta experiencia hablaré más tarde.
es en verdad el Absoluto y no lo que las gentes adoran.
Lo que no se puede ver con los ojos y sin embargo es
por lo que los ojos ven, sabe que eso es en verdad el Abso­
luto y no lo que las gentes adoran. 4
Lo que no se puede oír con el oído y sin embargo es
por lo que el oído oye, sabe que eso es en verdad el Absolu­ Al hablar del anterior sentimiento lo he denominado
to y no lo que las gentes adoran.62 presencia del poder en lo real. Lo divino aparece como pode­
roso antes que como bueno. Les ruego que no olviden este
Aquí el Absoluto aparece como «el Oído del oído, la hecho, porque tiene gran importancia en mi argumento. He
Mente de la mente, la Palabra de la palabra, la Vida de la de retomar ahora el tema de la presencia, porque de él ha­
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blan mucho las personas religiosas. A veces parece que divi­ Volví la cara hacia el interior de la habitación y me que­
den la relación con la divinidad en dos grandes sentimientos: dé petrificado. Allí estaba El. Yo no lo veía, yo no lo oía, yo
presencia y ausencia. La retórica piadosa, repetitiva hasta lo no lo tocaba. Pero Él estaba allí. En la habitación no había
insufrible, ha hablado con insistencia de la «noche oscura» más luz que la de una lámpara eléctrica de esas diminutas,
del espíritu. Es la contrafigura de la presencia. La ausencia es de una o dos bujías, en un rincón. Yo no veía nada, no oía
el hueco dejado por algo o alguien que se esperaba encon­ nada, no tocaba nada. No tenía la menor sensación. Pero Él
trar. Dicen que al conmovedor cura de Ars se le oyó decir, estaba allí. Yo permanecía allí, agarrotado por la emoción. Y
hablando ensimismado consigo mismo: «Pues el caso es que le percibía; percibía su presencia con la misma claridad con
hace ya una semana que no veo a Dios.» Resulta aterrador el que percibo el papel blanco en que estoy escribiendo. (...)
texto de Santa Teresita de Lisieux, una personalidad fasci­ ¿Cómo es esto posible? Yo no lo sé. Pero sé que Él estaba allí
nante enterrada bajo una leyenda de biscuit, escrito al final presente y que yo, sin ver, ni oír, ni oler, ni gustar, ni tocar
de una vida entera dedicada a Dios: nada, le percibía con absoluta e indubitable evidencia.66
Es necesario haber caminado por este sombrío túnel García Morente se interroga sobre la posibilidad de «una
para comprender la oscuridad (...). De pronto las brumas percepción sin sensaciones». De alguna manera tenía que ex­
que me rodean se hacen más densas, penetran en mi alma plicar esa evidencia que cambió su vida
y la envuelven de tal suerte que ya no me es posible volver Estas experiencias del poder y la presencia se relacionan
a encontrar en ella la imagen dulcísima de mi patria y en el estrechamente con el sentimiento de la «gloria», un senti­
paroxismo de la noche me parece que las tinieblas me di­ miento tan cercano a lo estético que animó a Urs von Baltha­
cen, burlándose de mí: «Sueñas con la luz. Crees poder sa­ sar, famoso teólogo católico, a escribir un oceánico tratado
lir un día de las brumas que te rodean. ¡Adelante! ¡Adelan­ para demostrar que la categoría verdaderamente teológica, la
te! Gózate de la muerte que te dará no lo que tú esperas, que mejor daba cuenta de la experiencia de la divinidad, era
sino una noche más profunda todavía, la noche de la la belleza. Lo bello lleva en sí una evidencia que salta inme­
nada.»65 diatamente a la vista.67 Se impone al espectador. En la Biblia
se habla del kabod de Dios, palabra que Martin Buber tradu­
Las hierofanías se viven como presencia de lo sagrado. ce: «el peso y la fuerza que irradian de un ser y que constitu­
Una vez más, tengo que hablar de oídas. Transcribiré un cu­ yen así su manifestación». Los cielos y la tierra proclaman el
rioso texto de un filósofo español, García Morente, compa­ kabod de. Dios. Basta ser dócil a su esplendor para percibirlo.
ñero de Ortega en una brillante Facultad de Filosofía de Ma­ Urs von Balthasar hace una colosal antología del papel de
drid, gran traductor de Kant, que empezó de agnóstico y la belleza en la historia de la religión. Son textos conmovedo­
terminó de sacerdote por mor de una curiosa experiencia. El res y brillantes. Es cierto que la experiencia estética profunda
29 de abril de 1937, cuando se encontraba en su domicilio es arrebatadora, transfigura la realidad, incendia el espíritu y
de París, se despierta con sobresalto inexplicable. Se pone en parece trascender el mundo. Rompe la lógica natural, la pro­
pie, abre la ventana. El aire está frío. sa perceptiva. Rilke expresó la euforia de esa experiencia:
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Toda la alegría y el objeto de mi vida consiste tal vez vez mayores de interioridad, y no sé si para bien. «Vuelve
en esto: en que yo soy, aunque principiante, de los que dentro de ti. La verdad habita en el interior del hombre», es
sienten la belleza y reconocen su voz, por más que algunas una frase de San Agustín que encontramos en todas las reli­
veces apenas se distinga del ruido; y también yo sé que el giones de la intimidad. Los Vedas y los Upanisad hablan del
Dios amado no nos ha puesto entre las cosas para elegirlas, Ser supremo como situado en la cueva del corazón. «La per­
sino para tomarlas tan fuerte y grandemente, que al final sona inteligente que medita en su ser reconoce al Ser divino
no podamos tomar otra cosa que la belleza en nuestro y eterno que habita en la cueva del corazón.»68 Teresa de Je­
amor, en nuestra atención vigilante, en nuestra admiración sús llamaba a esa cueva «morada interior».
inquieta. La realidad sensible deja de ser símbolo de la divinidad
para convertirse en el velo que la oculta. Lo visible impide la
Comparto la exaltación, pero a lo más que llego por este aparición de lo invisible. Lo profano es más poderoso que lo
camino es a una religión de la belleza, una especie de plato­ sagrado, si caemos en sus redes. Se impone por ello una drás­
nismo exquisito, no a percibir la belleza como divinidad. El tica inversión de nuestro trato con la realidad. El mundo y la
sol se está poniendo, y el mar y las islas parecen dotadas de carne se han vuelto demoníacos. En el hinduismo, lo que lla­
una elocuencia que no entiendo. Son más que mar y más mamos realidad es una ilusión. Allí no está el Absoluto.
que islas y más que sol, a la vista está. Pero no sé si son algo
más que la fervorosa emoción que me produce tan bello ins­ El Ser que existe por sí mismo traspasó las puertas de
tante. los sentidos. Por eso vemos lo exterior y no lo interno, el
propio Ser. Pero si algún ser humano tiene discernimiento
y anhela la inmortalidad, dirigirá la mirada hacia dentro y
contemplará el Oculto Ser.69
5
Al haberse ido el Ser más allá de lo sensible, no es posi­
Hasta aquí sólo he hablado de las religiones que situa­ ble verlo. «Permanece oculto en todos los seres, no aparece
ban la revelación en la naturaleza. Las hierofanías, las teofa- su resplandor. Sólo puede verlo el investigador de lo sutil, de
nías son el modo de manifestarse la divinidad. Pero hay otra aguda inteligencia.»70 Las cosas que se nos presentan con su
posibilidad: situar la revelación en uno mismo. Es el camino aplomada consistencia son espejismos: nó hay diversidad al­
seguido por las religiones de la inmanencia, de la interiori­ guna. «Lo que está aquí, está allá. Lo que está allá, está aquí
dad. Dios está en el interior del hombre y sólo hay que vol­ igual. Quien ve diferencias, va de muerte en muerte.» «No
verse allí, abandonando las realidades exteriores, para encon­ existe diversidad en ninguna parte. A esto se llega a través de
trarle. De nuevo estamos hablando de una evidencia de lo la mente purificada.»71
divino, pero esta vez más íntima y recatada. Las experiencias Estas palabras misteriosas no están haciendo referencia a
místicas pertenecen a este género. Muchas religiones, entre una tesis metafísica, sino a una experiencia. Quien replegado
ellas la cristiana, han ido evolucionando hacia grados cada en sí mismo, liberado de los deseos, consigue mediante la
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concentración unirse al Uno, ve a las claras la falta de reali­ luto nos atraviesa y, como si fuera un remolino, nos consti­
dad de los seres. Como gotas de agua, las cosas desaparecen tuye efímeramente. «De la misma manera que el espacio que
cuando brilla el gran sol. De nuevo nos encontramos con está fuera del cántaro es el mismo que está dentro del cánta­
una idea que ha fascinado siempre a la inteligencia humana. ro, así el Absoluto.» Somos ante todo conciencia, y lo de fue­
Platón decía algo parecido en su mito de la caverna. Lo que ra, también. El mundo que percibo es eso: meramente perci­
reputamos como seres no son más que sombras evanescentes bido. Sólo puedo considerar real algo que aparezca en mi
proyectadas en la pared de la cueva. Fuera, al aire libre, luce conciencia de alguna manera: percibido, imaginado, sospe­
el sol, el Bien, el único. Los filósofos medievales, por ejem­ chado, significado mediante una palabra, deseado, deducido,
plo San Bernardo y la escuela de San Víctor, hablaban del soñado. Algo que ni remotamente pudiéramos enlazar con
«infierno de las diferencias». Si fuéramos capaces de mirar nuestra conciencia, aunque fuera para decir que no lo cono­
todas las cosas en Dios, las veríamos hermanadas, pero el pe­ cemos, resulta para nosotros sin sentido. No podemos salir
cado las independiza, las desvincula, introduce la discordia, de la conciencia, pues dentro de ella descubrimos lo real y lo
el engreimiento, la afirmativa soberbia. El Uno con su dia­ irreal, lo espiritual y lo material. Pues bien, si prescindimos
léctica implacable reducía a la nada la pluralidad. de todas las apariencias, del incesante fluir de los fenómenos,
Pensándolo bien, no es tan raro lo que dicen. ¿No experi­ de esa eterna película proyectada en nuestra conciencia, si
mentamos a veces la vaciedad de las cosas? ¿No han pensado apresáramos «aquello en lo que aparece» en vez de dejarnos
que si tuviéramos un momento de lucidez veríamos la rea­ intoxicar por «lo que aparece», si viviéramos en la luz y no
lidad al revés? Nos daríamos cuenta de que el rey va desnudo, en los objetos coloreados, en la pantalla y no en el film, ha­
de que hemos dado demasiada importancia a demasiadas co­ bríamos captado lo que fundamenta la aparición y la existen­
sas sin importancia, de que hemos perdido el tiempo, de que cia de las cosas, la fontalis plenitudo, la plenitud del manan­
vivimos como Sísifo, empeñados en subir incesantemente tial: el Absoluto. Éste es el centro del pensamiento hindú.
una piedra a la montaña. «Vanidad de vanidades y todo va­ Es fantástico que los autores de los Vedas y los Upanisad
nidad», gime el Eclesiastés. No diré que se nos hace patente dijeran hace tres mil años cosas tan parecidas a las que dijo
la nada, pero al menos sí la nadería. Pues bien, las religiones Husserl anteayer. Y es sorprendente que en una teoría que a
de la interioridad siguen hasta el final ese camino tesonera­ los occidentales nos suena tan abstracta, apelen continua­
mente. mente a la experiencia. «La experiencia única upanisádica»,
Se basan en la experiencia, no en la razón. Los Upanisad escribe Consuelo Martín, traductora de estos textos, «aporta
se centran en el descubrimiento del Uno, del Ser, de lo Ab­ la única verificación posible a la verdad trascendente que
soluto: Brahmán. Pero no se quedan ahí. Dan un salto de puede dar total sentido a la existencia: la unidad de la con-
grandes circenses espirituales e identifican el Absoluto con la cieñcia.»72
Conciencia, con lo cual resulta que el Absoluto está en cada También el budismo considera que el mundo es una ilu­
uno de nosotros, no en cualquier lugar de nuestra personali­ sión mantenida por el apego. Toda la enseñanza de Buda se
dad, sino en el acto de conocer. Ser consciente es una parti­ concreta en las «cuatro nobles verdades»: la verdad de que
cipación en la Gran Conciencia que es el Absoluto. El Abso­ existe la infelicidad; la verdad de que hay una causa de esa
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infelicidad; la verdad de que la infelicidad puede cesar; la Las religiones de la intimidad conducen a la soledad.
verdad del camino que conduce al cese de la infelicidad. Esto es lo que resulta muchas veces chocante e incluso
Ya tendré ocasión de hablar más de Buda, pero ahora monstruoso. Plotino dirá que el estado perfecto es estar «solo
sólo quiero insistir en el aspecto experiencial e íntimo de su a solas con El Solo». San Juan de la Cruz habla de la «pro­
enseñanza. Nada se puede aprender de oídas, repite: «No fundísima y anchísima soledad», del «inmenso desierto». Te­
prestéis atención a lo que ha sido adquirido a fuerza de oírlo resa de Jesús, de la «soledad extraña». Y de nuevo San Juan
repetidamente; ni a la tradición, ni al rumor, ni a lo que hay de la Cruz:
en la escritura, ni prestéis atención a los axiomas, ni a sutiles
razonamientos, ni a prejuicios respecto a un concepto que En soledad vivía
haya sido considerado con especial cuidado, ni a la aparente y en soledad ha puesto ya su nido,
capacidad de otros.» Defiende una especie de empirismo es­ y en soledad lo guía
piritual: «Aceptad mis palabras sólo y después de haberlas a solas su querido,
comprobado vosotros mismos; no las aceptéis simplemente también en soledad de amor herido.
por la veneración que me profesáis.» «Vosotros mismos sois
los que tenéis que hacer el esfuerzo, los Budas sólo indican el Claro que afirman que una soledad en compañía del Todo
camino.»73 no es soledad. Pero ¿qué significa esta frase?
Ese camino consiste en aniquilar el deseo y alcanzar un
nivel diferente de existencia: el nirvana. Buda no ofrece nin­
guna definición del nirvana, pero insiste en alguno de sus
atributos: afirma que los santos liberados «han alcanzado una 6
bienaventuranza inquebrantable». «Ya en esta vida, recogido,
nirvanado, sintiendo en sí la felicidad, pasa el tiempo en Queda por hablar de las religiones que sitúan el lugar de
compañía de Brahmán.» la revelación en un hombre. Sus doctrinas pueden incluirse,
Una interioridad muy parecida la he encontrado en los por supuesto, en los dos géneros religiosos que he menciona­
místicos cristianos, cuyas palabras suenan asombrosamente do, pero ellos aparecen como mediadores de la revelación, de
parecidas. «El cielo lo tienes en ti», escribe Angel Silesius. «Si la iluminación divina. Están poseídos por Dios. Nadie ha in­
en otro lugar buscas a Dios, mil veces lo pierdes.» Y añade: fluido en la historia de la humanidad más que estos hombres:
«Dios es fuego en mí, yo en El soy su reflejo, ¿no somos el Zoroastro, Abraham, Moisés, Lao-tsé, Confucio, Buda, Ma-
uno en el otro íntima esencia?» En un Upanisad leo: «¡Oh havira, Jesús de Nazaret, Pablo de Tarso, Mahoma, Lutero
Gautama! Un hombre es sin duda fuego.»74 Y los espirituales (para evitar de nuevo susceptibilidades, recuerdo que en estas
de la ortodoxia griega ven «la llama de las cosas». Y una de páginas estoy describiendo, no evaluando).76 Sus enseñanzas
las ipsissima verba, de las sentencias originales que se conser­ han configurado el mundo cultural en que vivimos, incluso
van de Jesús de Nazaret, dice: «Quien se acerca a mí se acer­ en aquellos casos en que la sociedad no cuenta ya con ellos y
ca al fuego.»75 Fantástica ubicuidad de las metáforas. ha olvidado su influjo. Bergson lo explicó con su clara elo­
56 57
cuencia: «La moralidad aceptada hoy por la humanidad civili­ Estos grandes genios religiosos han descubierto valores
zada engloba dos cosas: un sistema de órdenes dictadas por nuevos, y han humanizado el mundo más allá de donde proba­
exigencias sociales impersonales, y un conjunto de llamadas blemente hubiera podido llegar la razón. Son talentos creado­
lanzadas a la conciencia de cada uno de nosotros por personas res, inventivos, innovadores, imprevisibles, que hablan de sus
que representan lo mejor que ha habido en la humanidad.»77 evidencias: la lucha entre el bien y el mal, el pacto con Dios, el
Estos grandes personajes sintieron una emoción nueva, Camino, la Gran iluminación, la buena nueva de que Dios es
vivieron una experiencia nueva, y al explicarla conmovieron amor. Después su mensaje se coaguló en instituciones o en
a millones de discípulos con su mensaje. Si supiéramos lo creencias naturalizadas, vulgarizadas, vaciadas de experiencia.
que hay en el fondo de ese suceso habríamos encontrado la Se intentó traer al sentido común doctrinas que estaban más
respuesta a las preguntas de este libro. Pero todo se esconde allá del sentido común. Se pretendió razonar, justificar, verter
en el reducto de una experiencia privada. Abraham tuvo lo que decían en moldes que, como veremos, no pertenecían a
una visión en la que Yahvé le prometió descendencia y tie­ su círculo. Y, como gigantesca perversión, algunas de ellas se
rras. Creyó en aquella promesa y su figura de hombre de fe dejaron atrapar por la gran tentación del poder. Tuvieron sus
atraviesa los siglos.78 Moisés ve a Dios en la zarza ardien­ ejércitos, sus coronas, sus posesiones, sus gobiernos.
do.79 En el Sinaí ocurre la gran teofanía. Yahvé realiza el No todas las religiones constituyeron iglesias, y éste es
gran pacto con los hijos de Israel y entrega a Moisés las Ta­ uno de los rasgos que las diferencia más. Las religiones sin
blas de la Ley.80 Buda experimentó el Gran despertar. Jesús Iglesia no tienen ortodoxias ni hererodoxias y suelen escapar
fue muy discreto al hablar de sus experiencias. Tal vez ha­ mejor de la contaminación del poder. La civilización india,
bría que interpretar como revelación inicial la escena de su por ejemplo, siempre ha detestado el proselitismo. No así la
bautismo, con los cielos rompiéndose, pero creo que hubo occidental ni la musulmana.82
en él un lento apropiarse de su misión, más que una ilumi­
nación brusca. Mahoma vivió en una gruta del monte Hira
la sobrecogedora aparición de lo sobrenatural. Todos ellos
han nacido dentro de una tradición, a la que completan re­ 7
formándola, y se sienten impulsados forzosamente a una
misión. Y todos cambian la historia. Sus doctrinas no se han He estudiado tres sedes de lo sagrado: la naturaleza, la
extendido por razonamiento, sino por conmoción. No razo­ conciencia, ciertas personalidades. Creo que es desde el ám­
nan, predican. No convencen, arrastran. El kerigma es lo bito de lo sagrado, de esa experiencia casi inarticulada, de
esencial. La imitación es el gran camino. La religiosidad in­ donde hay que partir para estudiar a Dios como objeto cul­
dia ha sido en esto muy tajante. No se puede acceder a la tural. Tiene razón Heidegger: «Sólo desde la esencia de lo sa­
verdad sin un maestro. La palabra japonesa narau, «apren­ grado puede pensarse la esencia de la deidad.»83
der», significa «imitar algo», hacer el esfuerzo para situarse El politeísmo es ya un esfuerzo por concretar en figuras
esencialmente en el mismo modo de ser que la cosa de la esa vaga experiencia. Hay muchas cosas poderosas y muchas
que se quiere aprender.81 divinidades. Los dioses hacen más accesible lo sagrado. Casi
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son portátiles, en imágenes, arcas, objetos. Cada hogar puede dad, no en la domesticada versión en que acabó por consoli­
tener su dios, un dios de las cosas pequeñas, además de los darse socialmente. Vistas como el resultado de una eficaz
grandes dioses de las cosas grandes. Pero esa pluralidad poéti­ maquinaria de adoctrinamiento cultural, como frutos malva­
camente sugestiva parece que llena mal el corazón de los dos del afán de poder, como rutinas sin fervor, sin ilumina­
hombres, incapaces de distribuir tan pluralmente su fidelidad ción, sin experiencias, no hay religión que se salve. Un mon­
y su confianza. Siempre se puede olvidar a un dios, ofenderle je tibetano moviendo su carraca, un yogui manteniéndose
al omitir un rito o verse implicado en rivalidades divinas. En­ durante años sobre una sola pierna como una grulla del Ab­
tre la muchedumbre de los dioses uno solía alcanzar la supre­ soluto, un musulmán fundando en el Corán su derecho a
macía. En la Biblia todavía se ve como Yahvé es sólo el dios una herencia privilegiada, un devoto asaltando de madruga­
más poderoso entre los dioses. Es lo que se llama henoteísmo. da la verja del Rocío, son cromos folklóricos para turistas de
Mejor es acogerse al más fuerte, para que él se encargue de lu­ espíritu. Hay un universal proceso de deterioro, de olvido de
char las batallas de su fiel. No sé si el monoteísmo surgió de lo esencial, de formalismos huecos, de casuística ritual o mo­
esta tendencia simplificadora o fue desde su arranque un ca­ ral o teológica, en las religiones. Seríamos injustos con ellas
mino distinto.84 Dicen los expertos que es creación de los si nos quedáramos en esa ropavejería del espíritu. Si quere­
pastores nómadas, un dios de rebaño y caminata. mos conocer un volcán tenemos que estudiarlo en su dina­
Hay otro camino en la interpretación de la divinidad: el mismo emergente, explosivo, ígneo, no en las monstruosas
panteísmo. Todas las cosas son Dios. Sospecho que en la expe­ formas que la lava adquiere al solidificarse. La inteligencia ha
riencia originaria del poder en lo real hay implícito algo que in­ fundado sobre unas experiencias afectivas y simbólicas un
clina al panteísmo. Es una propensión clara de todos los místi­ fantástico duplicado del mundo natural, del que está basado
cos. Ven brillar a Dios en todas las cosas con tanto esplendor, en la experiencia perceptiva y el sentido común. Y llega a
que les cuesta separarle de ellas. Cuando Tomás de Aquino afirmar que el mundo descubierto, el círculo de lo sagrado,
afirma que Dios está en todas las cosas por esencia, presencia y es más real y poderoso que el mundo profano, el círculo de
potencia, necesita después una gran sofisticación técnica para lo natural. Ha sido una creación larga, minuciosa, universal
librarse de la acusación de panteísmo. Conmovedor Aquino, e incierta.
que, tras una experiencia mística cuyo detalle desconocemos, Las religiones son creaciones mestizas, como las artísti­
miró con desdén todas sus obras teológicas, en las que había cas. Su plural genealogía integra miedos, visiones, intoxica­
puesto su vida entera, y sentenció: «Todo esto es paja.» ciones, creencias en los espíritus, rituales mágicos, experien­
cias de comunidad, adoración de animales primigenios, y
también admirables creaciones de valores, personajes sobre-
cogedóres. Pero a los hombres modernos y críticos nos resul­
8 ta difícil pensar que de tan raros componentes pueda salir un
cóctel bueno. Nos parecen creaciones humanas, demasiado
La religión afirma un mundo distinto del que vemos. Si humanas. Las aceptaríamos con más facilidad si pudiéramos
queremos comprenderla hay que tomarla en toda su radicali- reducirlas a alardes estéticos, pero esto es imposible porque
60 61
su intención no ha sido engalanar el mundo con ficciones III. EL CÍRCULO SAGRADO Y EL CÍRCULO
conmovedoras o terribles. Las religiones pretenden que sus PROFANO
afirmaciones son verdaderas. No nos piden que las admire­
mos, sino que las creamos. Y eso es harina de otro costal.
Vamos a verlo.

La historia nos ha entregado en herencia dos dominios


culturales separados. Voy a llamarlos el «círculo sagrado» y el
«círculo profano». A estas alturas han construido muy bien
sus murallas, defienden con vigor su autonomía y se observan
con desconfianza o ni siquiera se observan. Cada uno de ellos
se ha reservado un nivel de realidad. El dominio de lo sagra­
do ya lo he descrito: es el ámbito de la divinidad, de lo invisi­
ble, de lo sobrenatural. Que sea real, es decir, independiente
de la consideración humana, está por ver. El dominio de lo
profano incluye la naturaleza, lo visible, lo fáctico, lo secular.
Cada círculo se funda en un tipo de experiencia y en un
modo de verificarla. El círculo sagrado se edifica sobre la ex­
periencia religiosa privada, mística, sobre la vida de fe, se co­
rrobora, como veremos, mediante experiencias también pri­
vadas de claridad, fuerza, comprensión o sentido, y se elabora
conceptualmente en teologías. A mi juicio no sale del ámbito
de lo privado, lo que no presupone nada acerca de su verdad
o falsedad, sino de los niveles de justificación. Ya lo explicaré.
El círculo fáctico se basa en la percepción sensible, en el
sentido común, se corrobora por la experiencia y la práctica,
62 63
y tiene su gran elaboración conceptual en la ciencia. Desde supramundana, que conduce a la liberación. Esto otorga a
dentro del círculo sagrado se considera a la inteligencia fácti- muchos jainitas un sentido de identidad doble que no lleva a
ca como ciega, y desde el círculo fáctico se rechaza la inteli­ ninguna esquizofrenia aparente.86
gencia religiosa por irracional y alucinada. Desde hace siglos, Cada actitud mental tiene sus funciones y sus límites. La
cuando el profano dice que lo sagrado no existe, desde dentro explicación racional estudia lo visible. La actitud trans-racional
del círculo sagrado se le contesta que para los ciegos tampoco -por utilizar un término que no suene peyorativo- dice alcan­
existe el color. De hecho, la palabra «profano» ha llegado a zar la realidad sobrenatural. Pero esta postura deja a todo el
significar en castellano «ignorante o lego» en una materia. La mundo insatisfecho cuando se sale del ámbito privado y se pre­
etimología lo indica. Pro-faino significa lo que está antes de la tende una argumentación pública. Confiamos en la razón y
puerta, fuera, en las tinieblas exteriores. El profano es el que nos desconcierta que haya un dominio de realidad que se evada
ha sido incapaz de entrar. de su poder. Sobre todo cuando este dominio tan privado, tan
Mucha gente admite la existencia separada de estos dos fuera de las comprobaciones intersubjetivas, tiene exigencias
círculos y acoge ambos en su vida sin gran dificultad. Un imperiosas y pretensiones profundas: salvarnos, por ejemplo.
científico puede ser piadosísimo, con tal de no hacer interve­ En el campo de la acción no está tan claro que se pueda vivir
nir a Dios en sus ecuaciones. Hay muchos científicos profun­ manteniendo en la conciencia la fidelidad a dos círculos, exte­
damente religiosos -Max Plank, por ejemplo- que consideran riores uno al otro. Los llamamientos a un rearme religioso -y el
que hay más de una forma de relacionarse intelectualmente éxito que tienen- demuestran que mucha gente ve la solución
con la realidad, y que lo importante es no mezclarlas. Schro- en un monismo religioso. Leo en el programa del republicano
dinger, uno de los más brillantes físicos del siglo XX, hom­ de Georgia Joseph Morecraft: «La única esperanza para los Es­
bre de gran cultura, resume la situación: «La ciencia no sabe tados Unidos es la total evangelización del país en todos los ni­
nada de lo bello o de lo feo, de lo bueno o de lo malo, de Dios veles, una república completamente cristiana.» Es el mito per­
y la eternidad. La ciencia es incapaz de explicar mínimamente manente de una nueva cristiandad. Cuando el Evangelio dice:
por qué la música puede deleitarnos. Por lo general la ciencia «No se puede servir a dos señores», tal vez se esté refiriendo a
se proclama atea, lo cual no resulta asombroso. Si su imagen este asunto. La aspiración de algunas congregaciones religiosas
del mundo no contiene siquiera lo azul, lo amarillo, lo amar­ que parecen admitir que se puede ir a Dios a través de Chris-
go, lo dulce, ni la belleza, el placer o la pena, si la personalidad tian Dior, me parece de un ireneísmo sospechoso.
queda convenientemente excluida de ella, ¿cómo podría con­ Una de las características del uso racional de la inteligen­
tener la idea más sublime que puede concebir la mente huma­ cia —téngalo el lector presente durante el resto del libro—es la
na?»85 Así pues, con facilidad se concede que somos simultá­ búsqueda de «evidencias intersubjetivas». Todos sabemos
neamente racionales e irracionales, científicos y religiosos. Los cuánta razón tenía Machado al decir:
jainitas, una religión muy rigurosa que sin embargo tiene gran
aceptación entre laicos dedicados a los negocios, terminaron En mi soledad
por concebir el dharma, la ley moral, de los laicos como dual. he visto cosas claras
Había una serie de actividades profanas (laulika), y una senda que no son verdad.
64 65
Lo que pretende, pues, la razón es permitir el paso de las rienda religiosa, de la que he hablado un poco en el capítulo
evidencias privadas —lo que veo, lo veo—a evidencias públi­ anterior, la experiencia de la fe, que manifiesta el enlace entre
cas -lo que veo, se ve-, mediante argumentos. El haber do­ los dos trozos de la moneda simbólica, la experiencia mística,
miciliado la razón dentro del círculo profano deja al círculo o del Uno más allá de la aparente diversidad. Para el círculo
sagrado condenado no a la falsedad, sino a la imposibilidad fáctico, se trata de la experiencia sensible, común, ampliada
de comprobación racional, de justificarse mediante argumen­ por instrumentos técnicos, aclarada por las teorías científicas,
tos. En este libro voy a evitar esas soluciones concordis- y corroborada por los métodos de la ciencia. Comparemos
tas que pretenden disolver el problema. El enfrentamiento dos textos opuestos, para percibir la apelación a un mismo
entre fe y razón, religión y ciencia, sobrenatural y natural, principio de dos posturas irreconciliables. Hume, al final de
dura ya muchos siglos y no tiene trazas de terminar. Incluso su Investigación sobre el conocimiento humano, escribe: «Si co­
en estos instantes tiende a recrudecerse en ciertos lugares del gemos cualquier volumen de teología o metafísica escolástica,
planeta. por ejemplo, preguntemos: ¿Contiene algún razonamiento
Para saber de qué parte ponernos tendríamos que situar­ abstracto sobre la cantidad y el número? No. ¿Contiene al­
nos fuera de los dos círculos, porque cada uno postula cri­ gún razonamiento experimental acerca de cuestiones de he­
terios que sólo valen dentro de él. Apelan a evidencias he­ cho o existencia? No. Tírese entonces a las llamas, pues no
terogéneas que proporcionan seguridades suficientes a sus puede contener más que sofistiquería e ilusión.»87 Rudolf
defensores, y resultan invulnerables a las críticas del adversa­ Otto, renovador del estudio de la religión, dice: «El senti­
rio. Los que están dentro y los que están fuera ven cosas dis­ miento de presencia religiosa demuestra una presencia real.»
tintas, y no se entienden. Es como hablar de las vidrieras de «Poseemos en la experiencia directa los mejores fundamentos
una catedral. Para quien se encuentra en el interior, los vitra­ de la verdad.»88 Son posturas incompatibles.
les arden con la luz del sol. Pero quien está fuera sólo ve un Lo cierto es que los dos círculos no han estado siempre
gris monótono y emplomado. Ambos bandos contarán a vo­ separados. La experiencia sensible ha sido nuestro funda­
ces lo que contemplan, sin convencer uno al otro. Como ob­ mental nexo con la realidad, pero en el origen de nuestra
servador no comprometido, poniendo entre paréntesis mis historia esa percepción sensible se interpretaba religiosamen­
prejuicios y preferencias, lo más razonable que puedo hacer te. Hasta donde alcanzo, la matriz de la cultura ha sido reli­
es escuchar lo que me dicen. giosa y sólo poco a poco la interpretación «fáctica» -natural,
profana, laica- de lo sensible se fue independizando. En las
sociedades primitivas la religión lo englobaba todo, lo que
no quiere decir que vivieran en un desprecio absoluto de la
2 racionalidad. Algunos lo han afirmado, al ver la importancia
que tiene en esos pueblos la magia, pero cualquier observa­
Ambos dominios coinciden en fundar su posición en la dor atento se percata de que la magia se utiliza en las cir­
experiencia. Apelan a ella como último criterio. Lo malo es cunstancias difíciles o que no dependen de la habilidad téc­
que no se trata de la misma experiencia. Para uno, es la expe- nica. Las barcas se construyen con racionalidad práctica,
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pero las tormentas intentan aplacarse con rituales mágicos. rigurosos, según reglas de clasificación que no cambien, más
Un caso ilustrativo lo encontramos en la invención de ins­ conceptuales y menos figurativos es obra de un lento y
trumentos. Son obra, sin duda, del talento práctico de los aprendido control de las ocurrencias. Cuando esa vigilancia
humanos. Basta comprobar lo difícil que es convertir una se relaja, como sucede en la actitud poética, el sueño, la em­
piedra en hacha, y las técnicas sofisticadas que utilizaban, briaguez o en algunas enfermedades mentales,91 la inteligen­
para comprenderlo. Pero estas creaciones de la inteligencia cia computacional vuelve por sus ancestrales fueros e instau­
humana eran después explicadas con mitos. El gran marco ra asociaciones metafóricas de nuevo.
para dar significado a la experiencia era poético-religioso. ¿Por qué se impusieron los conceptos precisos y los enla­
¿Cómo se separó la interpretación natural de la expe­ ces lógicos formales, no figurativos, siendo así que hacían el
riencia, de la interpretación religiosa? No lo sé, pero voy a mundo más monótono y aburrido? Porque eran los únicos
imaginarlo. Nuestra inteligencia computacional -recuerden, que tenían eficacia práctica. Lo que llamamos «pensamiento
esa que funciona sin que sepamos cómo—es eficacísima reco­ racional» comenzó en los talleres, en los mercados y en los
nociendo parecidos. Las computadoras no pueden competir tribunales de justicia. No se pueden construir herramientas
con el cerebro en este aspecto, ni de lejos. Muchos datos me utilizando un pensamiento metafórico, ya lo he dicho antes.
hacen pensar que el nivel más elemental de reconocimiento No se puede comerciar sin calcular. No se pueden resolver
de parecidos es el metafórico, es decir, figurativo y libre de los conflictos sin argumentar. Por presiones prácticas, el cam­
controles.89 Las cosas se agrupan por rasgos a veces muy ac­ po de lo fáctico se fue separando del campo de lo sagrado.
cidentales. Así funciona la inteligencia del niño, que llama
«pelota» a la pelota, a la luna, al queso, y a la bola que rema­
ta la columna.
También los pueblos precientíficos ordenan así el mun­ 3
do. Los sioux dividen los seres y las cosas en tres categorías:
El conocimiento científico tropezó, sobre todo en Occi­
1. Relacionados con el cielo: sol, estrellas, grullas, no­ dente, con afirmaciones religiosas. La idea de que todo el
che, etc. universo debía girar en torno a la Tierra, cuna del Salvador,
2. Relacionados con el agua: peces, niebla, conchas, etc. se enfrentó con las observaciones astronómicas que decían
3. Relacionados con la tierra firme: oso, puma, ciervo, que la Tierra gira humildemente alrededor del sol. Se comen­
águila, etc. zó, entonces, a pedir argumentos que no se basaran en la au­
toridad. Y la religión sólo pudo aportar experiencias privadas.
¿Qué hace el águila en esa compañía? Los sioux relacio­ En esto, Occidente ha sido un precursor de lo que sucederá
nan el águila con el relámpago, el relámpago con el fuego, el en todo el mundo, por eso su experiencia es ilustradora. El
fuego con el carbón y el carbón con la tierra.90 El universo se cristianismo tuvo que hacer su propia teoría de la ciencia,
convierte así en una infinita red de parecidos, donde todo buscando un fundamento para sus afirmaciones y poder así
puede relacionarse con todo. El paso a unos parecidos más convencer al «gentil» o retener al fiel. Tomás de Aquino, ese
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genio de la organización, comienza su Suma Teológica pre­ rada, criticada por la inteligencia. Desde fuera de ambos círcu­
guntándose si la teología es ciencia. Lo pone en duda porque los, podemos afirmar que hay tantos círculos como tipos de
«la ciencia se basa en principios evidentes, mientras que la experiencias y de sus evidencias correspondientes. La ciencia
doctrina sagrada se apoya en los artículos de fe, que no son se basa en la experiencia perceptiva, la ética se basa en la expe­
evidentes, puesto que no todos los admiten». Sin embargo, riencia afectiva, la religión se basa en la experiencia religiosa, y
acaba reconociendo el carácter científico de la teología. Estas la estética en la experiencia estética. Pero aquí surge un pro­
son sus razones: blema para los que estamos instalados en el mundo profano.
Podemos reconocer esas experiencias fundantes, originarias,
Hay dos géneros de ciencia. Unas que se basan en pero a la vez creemos que la única que lleva en sí la garantía de
principios conocidos por la luz natural del entendimiento, la realidad de su objeto es la experiencia perceptiva. Acerca de
como la aritmética, la geometría y otras análogas, y otras lo bueno y malo, de lo bello y lo feo, de lo sobrenatural e invi­
que se apoyan en otra ciencia superior (...) y de este modo sible, no sabemos bien a qué atenernos. Si pudiéramos enlazar
es ciencia la doctrina sagrada, ya que procede de principios esos dominios con alguna percepción sensible, intersubjetiva,
conocidos por la luz de otra ciencia superior, a saber, la liberada de subjetividad, pública más que privada, estaríamos
ciencia de Dios y de los bienaventurados (...) La doctrina más tranquilos. En el próximo capítulo veremos cómo se ha
sagrada cree los principios que Dios le ha revelado.92 intentado hacerlo, y el resultado de esos esfuerzos.
En efecto, la religión se basa en un modo de conocer, en
unos principios, en un tipo de evidencias distintos del natu­
ral. El círculo de lo sagrado está, por decirlo en terminología 4
escolástica, iluminado por la lumen fidei, por la luz de la fe,
mientras que el círculo profano está iluminado por la lumen Seguiré estudiando la geometría de los dos círculos. Hay
rationis, por la luz de la razón.93 Y cada una de estas luces varias posibilidades: desde el círculo profano se puede negar
saca unos colores diferentes a la cara de la realidad. Los as­ la existencia del círculo sagrado (ateísmo), negar la posibili­
trónomos saben la diferencia que hay entre mirar el universo dad de conocerlo (agnosticismo) o reducirlo al círculo profa­
con el espectro de luz visible o verlo por medio de rayos no (deísmo). Desde el círculo sagrado es posible negar la re­
gamma. En este caso, el universo pierde su correcto aspecto levancia de la ciencia para conocer la verdadera realidad (es
de gran campo negro sembrado de estrellas, y aparece como locura para los gentiles), negar la realidad (hinduismo) o in­
un turbión de energías. El plácido cielo se ha vulcanizado de cluir la actividad científica dentro del círculo sobrenatural,
repente. Pues bien, algo parecido nos dicen desde el círculo como una participación de la luz divina
de lo sagrado. Hay dos tipos de evidencias fundamentales, Hay también una solución salomónica y abarcadora, que
una da lugar a la religión y otra a la ciencia. da a cada círculo lo que es de cada círculo, considerándolos
El progreso del conocimiento se hace siempre a partir de dos iluminaciones diferentes de la realidad. William James la
una experiencia, que va siendo purificada, ampliada, corrobo­ expuso así:
70 71
Ciencia y religión son dos llaves, igualmente auténti­ No puede alcanzarse ni por las palabras ni por el pen­
cas, de las que disponemos para abrir los tesoros del uni­ samiento ni por los ojos ni por los sentidos. Sólo puede co­
verso. Vemos a los matemáticos tratar los mismos hechos nocer el Absoluto quien lleno de fe sabe que existe. De otra
numéricos y espaciales, sea mediante el álgebra o mediante manera ¿cómo podría conocerse?96
el cálculo infinitesimal, y, mediante estos diversos méto­
dos, obtener igualmente resultados útiles. ¿Por qué no ha­ Un texto del Shevetashvatara Upanisad deja la realidad
bría de ser lo mismo el método científico y el método reli­ reducida al mero círculo absoluto:
gioso? ¿Por qué no concerniría uno a un aspecto de las
cosas y otro a otro aspecto? Si así fuese, religión y ciencia, La poesía sagrada, los sacrificios, las ceremonias, las
verificables cada una a su manera, serían coeternas.94 cosas reglamentadas.
El pasado, el futuro y lo que declaran los Vedas, todo
William James a veces se pasaba de la raya. Presupone lo este mundo es proyectado por el creador de ilusiones fuera
que habría de demostrar, a saber, que la religión es una au­ de él.
téntica llave del universo. Y hace una afirmación que me re­ Y por la ilusión el otro es confinado en éste.
sulta inquietante. Dice que ciencia y religión son «verifica- Ahora ya podemos conocer que la Naturaleza es ilu­
bles» ambas, pero cada una a su manera. Se me ocurre, de sión.
entrada, una diferencia. La verificación científica pretende Y que el Todopoderoso es el creador de ilusiones.
ser válida para todo ser humano dotado de razón. La veri­
ficación religiosa es válida sólo para los que hayan experi­ Esa fe no es un albur, sin embargo. Se basa en la expe­
mentado la fe. Las religiones cristianas, con su teoría de los riencia purificada. No en la profana. Cierran el círculo sagra­
preambula fidei, de la iniciación racional o al menos razona­ do radicalmente. Lo mismo sucede a los budistas. El mundo
ble a la fe, se esforzaron mucho en tender un puente entre visible -el otro círculo- es un espejismo: mera creación del
dominios, es decir, en marcar el camino para entrar en la ca­ deseo. Los místicos occidentales dicen algo parecido. Eckhart
tedral a ver las vidrieras desde dentro. Pero en la actualidad proclama: «La luz natural ha de extinguirse por completo an­
parece que han desistido del empeño. tes de que Dios resplandezca con su luz.» Para quienes lo es­
La religión hindú, en cambio, no ha admitido nunca cuchamos domiciliados en el círculo profano, fáctico, natu­
esas contemporizaciones: ral, racional, esto nos parece una extravagancia.
Desde el budismo zen, Keiji Nishitani remacha el clavo
La sabiduría que tienes tú proviene de una enseñanza al afirmar que «la necesidad de la religión, el hecho de que
pura y sólo puede ser impartida por alguien que ha com­ sea algo imprescindible para la vida humana consiste en que
prendido, ya que no se puede llegar a ella por el simple quiebra y trastoca el modo de ser cotidiano, además de de­
pensar racional. Tú la tienes porque eres un hombre de fir­ volvernos a la fuente elemental de la vida donde la vida mis­
me decisión.95 ma es vista como inútil». Esta experiencia no pertenece a la
cultura general, no es un componente más del mundo. «No
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podemos entender la religión desde fuera de sí misma. La «Dos piadosos judíos discuten sobre las excelencias de sus
clave para entenderla es la búsqueda religiosa.» Define la re­ respectivos rabinos. Uno dice: “Dios conversa con nuestro
ligión como «un despertar a la realidad, o aún mejor, como rabino todas las noches.” “¿Cómo lo sabes?”, pregunta el
una realización real de la realidad».97 Es llamativa la frecuen­ otro. “El propio rabino nos lo ha dicho.” “¿Y si miente?”
cia con que aparece la metáfora del despertar al hablar de re­ “¿Cómo va a mentir un hombre con el que Dios habla todos
ligión. Suzuki afirma que el zen «no atribuye importancia los viernes?”» Cuando un inteligente sociólogo, Peter Berger,
intrínseca a los sutras sagrados ni a su exégesis por los sabios escribe: «La fe cristiana fue el instrumento para descubrir
e ilustrados. La experiencia personal actúa vigorosamente determinadas verdades acerca de la condición humana, y la
contra la autoridad y la revelación objetiva».98 En el zen no verdad se autentifica a sí misma», ¿no está diciendo algo pa­
se niega a Dios ni se insiste en Él: «El zen pretende la liber­ recido, no está poniendo los cimientos encima del tejado?102
tad absoluta, hasta en relación con Dios.»99 Durante mucho tiempo la Iglesia católica ha estado di­
Volveré al cristianismo porque es nuestra referencia más ciendo que había que creer en la Sagrada Escritura porque
cercana. La teología dialéctica contemporánea no ha sido me­ siendo palabra de Dios no podía engañarse ni engañarnos.
nos tajante que los teólogos orientales. Hermann Diem, en su Tomás de Aquino, refiriéndose al misterio de la eucaristía,
Theologie ais kirliche Wissenchaft, defiende que la revelación escribe:
de Dios en Jesucristo «es un acontecer que se escapa tanto al
juicio de la investigación histórica de hechos, como también No se puede percibir con los sentidos, sino sólo con la
al de la investigación filosófico-teórica de la verdad».100 fe, la cual se apoya en la autoridad de Dios. Por esto, co­
Karl Barth, su maestro, lo había afirmado ya con una mentando el pasaje de San Lucas 22, 19: Esto es mi cuerpo
decisión de iluminado: que será entregado por vosotros, Cirilo dice: «No dudes si
esto es verdad, sino más bien acepta con fe las palabras del
El teólogo no dispone de prueba alguna por medio de Salvador: porque siendo El verdad, no miente.»103
la cual pueda demostrar a sí mismo o a otro que no está
cogiendo grillos, sino que está percibiendo la palabra de Pablo VI lo corrobora en 1965: «¿Cómo puede ser?, nos
Dios y pensando sobre ella. Sólo de esto puede de hecho parece oír murmurar a alguno de vosotros, ¿cómo puede ser
tener certeza. No puede consolarse a sí mismo ni a otros una cosa semejante, que nos saca fuera de toda experiencia
con una legitimación que le confirme a él y a ellos de que acostumbrada, de todo conocimiento habitual del mundo fí­
está actuando bajo órdenes. Sólo puede actuar bajo órdenes, sico, de toda posibilidad de control sensible? La educación
y testimoniar, de este modo, la existencia del orden.101 mental de nuestro tiempo habitúa el pensamiento a certezas
concretas y no superiores a su capacidad cognoscitiva; el arte
Este radicalismo heroico se enroca y se enrosca sobre sí de la duda, además, y de la crítica negativa, la comodidad
mismo, según la dialéctica barthiana. Si obedezco es porque mental del agnosticismo y del escepticismo, detienen alguna
hay una orden. ¿Por qué sé que hay una orden? Porque obe­ vez al hombre profano ante el anuncio que aquí repetimos.
dezco. Este círculo lógico me recuerda un viejo chiste judío: No podemos ilustraros ahora las razones que hacen aceptable
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la gran verdad eucarística; preferimos limitarnos a deciros lo 5
que a Nos mismo decimos: es un misterio; esto es, una ver­
dad de orden distinto al de la lógica común y al del conoci­ En el círculo fáctico todo parece estar más claro. Se fun­
miento derivado de la experiencia sensible.»104 da en la experiencia sensible y en la razón. El procedimiento
Los argumentos tienen poca importancia. Cuenta Fülóp científico es sencillo en su esquema. Nuestra única relación
Miller, en su biografía de San Antonio abad, que a mediados con lo existente es la percepción sensible. A partir de ella po­
del siglo IV la cristiandad se estremecía bajo el embate de la demos inventar teorías que intenten ampliar o profundizar
herejía arriana, que negaba la divinidad de Jesús. El nuevo nuestro conocimiento del mundo visible. El procedimiento
emperador Constancio, hijo de Constantino, era adepto al más seguro para avanzar es utilizar conceptos precisos y re­
arrianismo. San Atanasio intentó convencer a Arrio, sin nin­ glas de lógica formal. Las matemáticas se han convertido en
gún éxito. Pensó pedir ayuda a Antonio, el eremita, que desde un instrumento segurísimo para construir teorías. Pero una
lo profundo del desierto, cada vez más lejos de los hombres, vez edificadas estas catedrales conceptuales tenemos que vol­
irradiaba una formidable fama de santidad. Una misión, en­ ver a la experiencia perceptiva para que nos diga si lo exis­
cabezada por Macario, otro monje insigne, fue a buscarle al tente confirma la teoría o no. Le Verrier predijo en 1846 la
desierto. Cuando lo encontraron, Macario fue traduciendo al existencia de Neptuno a partir de los cálculos de la trayecto­
copto lo que los emisarios decían en griego: «La iglesia te lla­ ria de Urano, pero hasta que no se vio no pudo garantizarse
ma para que puedas atestiguar la divinidad de Jesús.» Su res­ su existencia. La teoría de la relatividad general de Einstein
puesta nos deja estupefactos. «¿Por qué?», dijo, «¿es que no la sólo quedó probada cuando en 1919 Arthur Eddington
ven?» Marchó tras ellos. La ciudad de Alejandría recibió con pudo «verla» al observar y medir un eclipse solar.
entusiasmo al santo vuelto del desierto. El arzobispo Atanasio Es decir, que el mundo fáctico delimita de entrada sus
subió al púlpito y habló de la divinidad de Jesús. Una voz se límites: el ámbito de la experiencia sensible y de lo que esa
elevó entre la muchedumbre. Antonio preguntó a Macario experiencia dé de sí. Ya sé que la ecuación de Schródinger o
qué había dicho aquella intempestiva voz: «El Señor», tradujo la constante de Planck no pertenecen a lo sensible, pero han
Macario, «fue sólo un hombre, creado por Dios y sometido a surgido en su ámbito. Pueden ser inventadas por un pensa­
la muerte.» Antonio se levantó y con voz solemne exclamó: miento puramente formal, pero sólo podemos decir que ha­
«¡Yo le he visto!» Un estremecimiento recorrió las naves: «¡El cen referencia a lo real cuando lo corrobora una experiencia.
le vio! ¡Él vio al mismo Señor!»105 A su manera, los científicos han pasado también de lo visible
Así están las cosas. En nuestro ámbito cultural nos en­ a lo invisible, pero considerando que este invisible no era
contramos con que se han constituido dos círculos que se más que una visibilidad más exacta del mundo material. Su
fundan en experiencias distintas que abren dimensiones dis­ gran hallazgo ha sido fijar unas reglas de juego estrictas y so­
tintas de la ¿realidad? El sensitivo, común, lógico, natural, meterse a ellas. Prohibido admitir nada que no pueda ser ga­
científico. Y el espiritual, privado, supralógico, sobrenatural, rantizado o descalificado por la experiencia. Es famosa la
teológico. Y por ahora no ha aparecido el psiquiatra que nos anécdota de Laplace. Cuando presentó su gran obra Systeme
libere de tal esquizofrenia. de l’Universe a Napoleón, éste comentó: «M. Laplace, me
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han dicho que usted ha escrito este extenso libro sobre el sis­ con medicamentos. No podemos demostrar que no haya un
tema del universo, pero que nunca ha mencionado a su espíritu irritando las neuronas perversamente, pero, también
Creador.» A lo que Laplace contestó: «Señor, no necesito tal por razones pragmáticas, aceptamos que no hay que multi­
hipótesis.» plicar las hipótesis innecesariamente.
¿Y de dónde saca su seguridad la ciencia? De la universa­ En unas páginas que se citan con delectación desde el
lidad y de la eficacia práctica que tienen sus teorías. No ha­ círculo sagrado, Karl Popper, figura reputada en el círculo
cen referencia a evidencias privadas, sino a evidencias públi­ profano, había reconocido que no hay posibilidad de fundar
cas, universalmente repetibles. Y permiten la previsión de racionalmente la racionalidad de la razón.106 No podemos ir
acontecimientos y la construcción de artefactos que funcio­ hasta el infinito en la cadena de fundamentaciones. Cual­
nan. Por el contrario, las propuestas religiosas, que no se quier edificio tiene que ser soportado por algo que no sea el
fundan en la experiencia sensible, no son universales, se fun­ propio cimiento del edificio. Es decir, los cimientos necesi­
dan en evidencias privadas, no sirven para prever los aconte­ tan también un fundamento, por ejemplo la tierra firme,
cimientos, y no son corroboradas por aplicaciones prácticas. que es más básica que los cimientos. Bueno, pues para Pop-
Son, desde el punto de vista de la razón, irracionales. Desde per, en el caso de la ciencia, esa tierra firme no incluida en la
el punto de vista de la religión, suprarracionales. razón es un tipo de fe. Fe en la razón. Creo, sin embargo,
La brillantez y contundencia de la ciencia es tan fantásti­ que la decisión de apreciar más la actitud racional que la ac­
ca que resulta difícil ponerle un pero. Pero yo me voy a atre­ titud mística se puede justificar. Voy a intentarlo en los capí­
ver a ponerle dos. En primer lugar, rodo el sistema se basa en tulos siguientes.
un acto de fe en la percepción sensible y en la razón como La segunda objeción que pongo a la concepción fáctica
posibilidad de alcanzar una evidencia intersubjetiva. Pero del mundo es que mete en un mismo saco a la religión y a la
ocurre que, puestos a ser críticos, desde el círculo sagrado se ética, y piensa que respecto de la ética tampoco se puede te­
le podría espetar que su elección de la percepción sensible ner un saber intelectualmente justificado. Los valores perte­
como criterio de realidad es abusiva y, por supuesto, imposi­ necen al mundo de la emoción, es decir, de lo privado, y no
ble de demostrar. Y lo mismo ocurre con la intersubjetividad hay posibilidad de darles un pasaporte decente hacia la uni­
y el éxito práctico. En último término lo más que se puede versalidad. Esto me parece falso. Se trata de una afirmación
decir de la experiencia sensorial es que sirve para vivir y por archidogmática, como luego mostraré.
eso nos aferramos a ella. Y, desde luego, no puede descalifi­ Así están las cosas. Desde este espacio precario e ideal
car otra experiencia mientras no entre en conflicto con afir­ donde me encuentro, no veo manera de conciliar ambas pos­
maciones acerca de la misma cosa. La epilepsia puede expli­ turas. Cada círculo echa al otro en cara su engreimiento y
carse como una alteración neurològica o como la acción de dogmatismo. La crítica agnóstica, que niega el carácter de
un demonio que se apodera de un ser humano. ¿Por qué conocimiento de las afirmaciones religiosas, y no admite que
preferimos la explicación científica? Porque la explicación se pueda decir nada racional acerca de Dios, se enfrenta con
coincide con lo que sabemos del sistema nervioso, podemos la crítica fideísta que considera a la razón, entendida así,
localizar y medir el foco irritativo, y podemos controlarlo como ciega para los grandes problemas que afectan al ser hu­
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mano: el sentido de la vida, la comprensión del universo en el templo para contemplar las vidrieras: siguiendo las vías
como totalidad, la muerte, el mal. Piensa que el círculo de la de iniciación. Tal vez debería detener la redacción de este li­
facticidad no sólo se ha desencantado sino que se ha vuelto bro y dedicarme a cumplir las enseñanzas budistas o jainistas.
inhóspito y cruel. La razón instrumental ha expoliado la na­ Puedo estudiar un argumento y decir por qué me parece con­
turaleza y puede expoliar la humanidad. La Razón, así con cluyente o falso, pero ¿qué puedo decir a alguien que no me
mayúscula, se vuelve un peligro. Desde el campo profano se da argumentos sino que me clice: Vete y mira? Imaginemos
acusa a la religión de fanatismo, se aportan vergonzosas his­ que un individuo se enfrenta a un físico y le dice que no cree
torias inquisitoriales, y se afirma que la gran amenaza para el en los átomos. Lo más sensato es que el físico no intente con­
siglo que ha comenzado es el enfrentamiento entre esas va­ vencerle y le diga simplemente: Pues estudie física. Por regla
riantes de la irracionalidad. general no es necesario ser un científico para creer en lo que
dicen los científicos, porque la ciencia tiene un prestigio de
fiabilidad. El ciudadano no tiene necesidad de estudiar física
porque doctores tietre la santa madre Ciencia en quien puede
6 confiar. La educación religiosa ha usado mucho esta forma de
adoctrinamiento. El sistema social en bloque apoyaba las
Aún me queda un hilo suelto. El texto de William James creencias. La comunidad reafirmaba las creencias individua­
que cité antes decía que los dos círculos tenían sus sistemas les. Pero ahora, la Universalidad de la cultura científica nos
de verificación. El de la ciencia ya lo he esbozado. ¿Cuál es el tranquiliza, mientras que la fragmentación de las culturas re­
de las religiones? ligiosas nos hace desconfiar. No me arriesgo a emplear mi
Los espirituales indios lo tienen muy claro: la experien­ vida en saber si la disciplina zen es verdadera o si los yoguis
cia. No hay ninguna forma de razón ni de pensamiento. alcanzan el Absoluto 0 si mediante el absoluto vacío interior
Quien sigue el camino comprobará por sí mismo la verdad veré a Dios. Hay una última sensatez que me dice que si Dios
del camino. La purificación de la inteligencia hará que la existiera y le importara mucho que yo lo supiera, habría esco­
verdad se imponga y la ilusión se desvanezca. gido un camino más sencillo que el de forzarme a ir de cultu­
ra en cultura, de escueja en escuela, buscándole. Pero en últi­
Así como una serpiente percibida en lugar de una soga mo termino, mi negativa es una decisión práctica, que, por
pasa a ser irrealidad cuando se descubre la verdadera natu­ supuesto, no puedo justificar racionalmente, lo que me deja
raleza de la soga, así el mundo de las cosas irreales comien­ incómodo. Vuelvo a preguntarme: ¿No debería adentrarme
za con la máscara que la ignorancia pone sobre la realidad, en esas vías o, en caso contrario, callarme? Tal vez lo vea más
y se disuelve cuando el espíritu se da cuenta por fin de que claro al final de este libro.
no hay nada sino lo Absoluto.107 Al contrario de jas religiones orientales que no intentan
apelar a otra garantía qUe la experiencia, la teología cristiana,
Se atreven a prever las consecuencias de sus métodos: ver católica sobre todo, Se ha esforzado en hacer razonable la op­
lo Absoluto. Su propuesta es irrebatible. Dicen cómo entrar ción religiosa. Un camino ha consistido en asegurar que la
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vida de fe se reafirma a sí misma, corroborando la bondad de «Sólo podré decir que se representa estar junto con Dios y
la decisión inaugural. Hans Küng, en un popular libro, fa- queda una certidumbre, que en ninguna manera se puede
cundioso e inútil, titulado ¿Existe Dios?, después de emplear dejar de creer.»111 A esto lo hemos llamado «evidencia». Se lo
setecientas páginas en historiar las opiniones de los filósofos, aconseja a sus monjitas con tonos excesivos: «Embriagúese
dedica unas cuantas a ilustrar lo que llama «racionalidad en bien el alma de todos esos vinos que hay en la despensa de
acción».108 La decisión racional, dice, se confirma a sí misma Dios. Gócese de esos gozos, admírese de sus grandezas, no
en la experiencia de la vida. Con este arreglo, no me parece tema perder la vida de beber tanto; muérase en ese paraíso
que Küng salga del campo de las experiencias privadas. Pue­ de deleites.» A pesar de tales entusiasmos, Santa Teresa ob­
do sentir mi vida llena de sentido al entregarme a cuidar en­ serva esas experiencias con desconfianza, «no sean ilusiones o
fermos por amor a Jesús, o al esforzarme en el desapego de melancolías o ensayos que hace la misma naturaleza». Dedi­
todas las criaturas o en la compasión universal, pero no está ca largas páginas a distinguir las inspiraciones de Dios de las
nada claro que esa experiencia, sin duda plenificante, me del demonio. Con tantas cautelas, debía de tener un poco
diga algo acerca de la verdad de Jesús o de Brahmán o de la descompuestas a sus monjas, y acaba por escribirles unas le­
transmigración de las almas. Panneberg, otro alemán oceáni­ tras para tranquilizarlas: «Paréceme que aún no os veo satis­
co, ha escrito una monumental obra para justificar el carác­ fechas, porque os parecerá que os podéis engañar, que esto
ter científico de la religión, y acaba justificando su racionali­ interior es cosa recia de examinar.» Y les da un criterio defi­
dad en la capacidad de la religión para fundar la experiencia nitivo: la acción. Lian de conocer que «el amor nunca está
del sentido o del significado de la totalidad del universo.109 ocioso». «Este amor, hijas, no ha de ser fabricado en nuestra
El problema está en que da por supuesto que la realidad imaginación, sino probado por obra.»
ha de tener un significado, lo que es mucho suponer. Com­ Este criterio de verificación se aplica una y otra vez en la
prendo que hay una experiencia de sentido que se garantiza historia del cristianismo. San Bernardo escribe: «Confieso
por autentificación, porque llena de alegría, de poder, por­ que he tenido la visita del Verbo, y varias veces. Y aunque ha
que amplía las posibilidades vitales, pero no salimos de la ex­ entrado frecuentemente en mí, en varias ocasiones no he
periencia privada.110 Las gentes han encontrado el sentido y sentido que entraba. He sentido que había venido. A veces,
la plenitud de sus vidas en las actividades más variadas y, a he podido presentir su entrada, pero sentirla, jamás, y su sa­
veces, criminales. lida, tampoco. Me preguntas cómo he sabido que estaba pre­
Más que estas torturadas defensas, me interesa el criterio sente. Él es vivo y eficaz, y desde que llega a mí despierta mi
de verificación de una personalidad apasionada, vital y críti­ alma dormida; muda, enternece y hiere mi corazón, que era
ca, Teresa de Jesús. Durante muchos años vive «una de las duro co.mo una piedra. He reconocido su presencia en el
vidas más penosas que me parece se puede imaginar, porque movimiento de mi corazón; en la huida de los vicios y en la
ni yo gozaba de Dios, ni traía contento del mundo». Pasa el represión de las pasiones he reconocido la potencia de su
tiempo y tiene experiencias misteriosas. «Lo que yo pretendo fuerza; en el examen y reprobación de mis faltas ocultas he
declarar es qué siente el alma cuando está ya en la divina admirado la profundidad de su sabiduría; en el ligero pro­
unión.» Eludiré las descripciones y daré un resumen conciso: greso de mi vida, he experimentado su dulce bondad; en la
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renovación de mi espíritu he descubierto un poco el rostro IV. LOS PUENTES VIRTUALES
de su belleza. Y captando todo esto junto, me he puesto a
temblar delante del exceso de su grandeza.»112
Para terminar, volvemos a Santa Teresa. Después de tan­
to hablar de los deliquios místicos, escribe con sensatez de
castellana vieja lo siguiente: «Acá solas estas dos cosas nos
pide el Señor: amor a su Majestad y del prójimo. La más cier­
ta señal que, a mi parecer, hay de si guardamos estas dos co­
sas, es guardando bien la del amor al prójimo; porque si ama­
mos a Dios no se puede saber, aunque hay indicios grandes
para entender que le amamos; mas el amor al prójimo, sí.»
Las obras son la verificación de la experiencia íntima,
pero no bastan para saltar el límite de la evidencia privada. 1
La fortalecen sólo dentro de su propio ámbito. Recuerde el
lector que no sabemos cómo se producen las ocurrencias y, Desde el círculo sagrado es fácil pasar al profano. Hasta el
por lo tanto, no sabemos cómo pueden producirse esos cam­ místico tiene que pisar la tierra para ir de la celda a la iglesia.
bios interiores. Pero cito estos textos por una afirmación que Lo importante es saber si hay un puente para pasar del mundo
va a tener importancia en el argumento de este libro: el com­ natural al sobrenatural, de lo visible a lo invisible, de las criatu­
portamiento ético se vuelve criterio de la creencia. Ya vere­ ras a Dios. Es decir, si a partir del sistema de la razón se puede
mos adonde nos lleva tal afirmación. pasar al mundo de la supra-racionalidad. En teoría parece difí­
Hasta ahora sólo sabemos que tanto el círculo profano cil, pero en la práctica no debe de serlo, puesto que el ochenta
como el círculo sagrado apelan a sus propias evidencias y por ciento de la población mundial se declara religiosa. ¿Cómo
certidumbres, que no acaban de salir de su propio círculo. se produce esta masiva incorporación al círculo sagrado?
Ninguno puede negar el dominio del otro. ¿Pero se puede La vía principal es el adoctrinamiento. La religión se
tender algún puente que pase desde el círculo profano al transmite y se acepta dentro del sistema de creencias sociales
círculo sagrado? ¿Puede la razón dar ese salto? Ese es el argu­ admitido por una cultura. De aquí proviene el gran interés
mento del próximo capítulo. que todas las confesiones religiosas tienen por la educación
de los niños. Es la etapa en que el adoctrinamiento es más
sencillo. Creo recordar que Urs von Balthasar dice en algún
sitio que el bautizo de los niños fue la decisión más grave
que tomó la Iglesia. Al entrar en el mismo paquete ideológi­
co que otras creencias se produce una naturalización de la
experiencia religiosa, que acaba convirtiéndose en costum­
bre. Adquieren así su consistencia, pero también su fragili­
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dad. Con frecuencia, los adultos no creen en lo que apren­ dose en ella deduce la infalibilidad de la institución. Desde
dieron de niños, pero tampoco pueden dejar de creer, por­ antiguo se supo que la mejor solución para conseguir la esta­
que parte de su afectividad está profundamente ligada a bilidad social es interpretar las instituciones de tal manera
aquellas creencias. Por decirlo con un ejemplo muy burdo: que se oculte que han sido construidas por los hombres, y se
se puede no creer en Dios pero seguir temiendo el castigo les atribuya un origen divino. Así se eliminan los intentos de
eterno, o se puede no ser cristiano, pero continuar emocio­ rebeldía o de crítica. Lo que viene de los dioses no puede es­
nándose con la Virgen de su cofradía. tar al albur de las decisiones humanas.114 El poder, la autori­
Las creencias se viven, no se piensan. Contamos con ellas dad, las leyes se convierten en fenómenos sacramentales, es
sin darnos cuenta muchas veces de que las tenemos. Forman el decir, en canales por los que las fuerzas divinas inciden direc­
conjunto de lo que no hace falta analizar ni justificar, siempre tamente en las vidas de los hombres. Dios se convierte en ga­
que sean lugares comunes compartidos por la sociedad. Aca­ rantía del sistema. Y el sistema tiene que cuidar la vitalidad
ban suplantando a la realidad. Lo real se convierte en lo que de las creencias porque así cuida su propia supervivencia.
creemos acerca de lo real. Esta situación hace aparecer falsas Nada hay menos natural que la libertad de conciencia.
evidencias. Tomás de Aquino, al comienzo de la Suma contra Las sociedades necesitan creencias unificadas para mantener
gentes critica a los que creen que no hay que demostrar la exis­ la cohesión. La cultura moderna ha considerado que Antígo-
tencia de Dios porque es algo evidente. Y concluye: «Esta opi­ na era una heroína de la libertad, porque contravino las leyes
nión proviene en parte de la costumbre de oír e invocar el de la ciudad para obedecer a su propia conciencia. Pero en la
nombre de Dios desde el principio. La costumbre, y sobre obra de Sófocles, el coro increpa a Antígona y la acusa de ser
todo la que arranca de la niñez, adquiere fuerza de naturaleza; «hacedora de sus propias leyes». La llama autonomós, autóno­
por esto sucede que admitimos como connaturales y evidentes ma, con aire de insulto.115 Le echan en cara lo mismo que
las ideas de que estamos imbuidos desde la infancia.»113 nosotros valoramos como esencia de nuestra dignidad.
Las sociedades arcaicas viven en una cohesión que difu- Durante toda la Edad Media europea se pensó que era el
mina la individualidad. La obediencia a las normas y la su­ soberano quien tenía que decidir la religión de su pueblo. La
misión a las creencias son imprescindibles para sobrevivir. confesión de la fe no era un acto de autenticidad personal
Pero al desperezarse la inteligencia individual nace el gusani­ sino de comunión social. En 1555, tras la sangría obscena de
llo de la crítica. Se impone la necesidad de legitimar el siste­ las guerras de religión, el Pacto de Augsburgo consagró el
ma de vida, las normas y la distribución del poder. ¿Por qué principio luterano de que cada príncipe era el encargado de
hay que creer en esto o en aquello? La primera respuesta es decidir la religión de sus súbditos. Cuius regio, eius religio. La
siempre la misma: porque es lo que nuestra cultura piensa. religión quería ampararse en el poder para defender su inte­
La sociedad legitima las creencias religiosas y, en un proceso gridad, y el poder quería basarse en la religión para legiti­
circular muy frecuente en estos asuntos, utiliza a su vez la re­ marse a sí mismo y unificar la nación.
ligión como gran legitimadora. Es el mismo círculo legitima­ Está claro que éste es un puente fraudulento. Nadie entra
dor que aparece en las declaraciones de infalibilidad. Una así realmente en el círculo sagrado, convertido en una excre­
institución decreta la infalibilidad de las escrituras y basán­ cencia del círculo profano. El contubernio del trono y del al­
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tar, de la espada y la cruz, de la cimitarra y la media luna, del muy contradictorio que esto parezca. En el cristianismo es fá­
sintoísmo y el emperador, suponen una fagocitación de la reli­ cil separar la creencia y la fe. Aquélla es natural -cada cual tie­
gión por lo profano. Las creencias mantenidas y transmitidas ne las creencias de la cultura en que nace-, mientras que la fe
de esta manera no se fundan en la razón sino en el consenso sería un acto de afiliación personal. Las religiones de Oriente,
social, como las demás costumbres. Para que el adoctrina­ en teoría, no tienen este problema porque no dan valor a la
miento tenga éxito se necesita evitar la crítica, impedir el co­ creencia sin las experiencias correspondientes, pero de hecho
nocimiento de otras ideologías, castigar la comparación. Se se transmiten por los mismos mecanismos de secularización
ponen en marcha mecanismos de censura, aislamiento y casti­ psicológica. Una creencia aceptada por presión social, sin ar­
go. La obediencia aparece como la gran virtud religiosa. Las gumentos y sin experiencia, está muy cerca de la superstición.
cartas de Ignacio de Loyola a sus jesuítas reclaman una sumi­ Las creencias religiosas entran en crisis cuando se rompe
sión al superior que ahora nos parece desatinada.116 el consenso social, aparecen voces críticas, surge el enfrenta­
Estas creencias tampoco se basan en la experiencia reli­ miento con otras religiones o cuando las instituciones se sien­
giosa, sino en una experiencia social que suscita en general ten incapaces de resolver nuevos problemas. La permeabilidad
sentimientos piadosos fáciles de confundir con verdaderas ex­ de las barreras culturales impone un pluralismo religioso, en el
periencias religiosas. Por ejemplo, en la religión cristiana se que las confesiones tienen que competir unas con otras, en
habla mucho del Espíritu Santo, la persona de la Trinidad una especie de sistema de mercado espiritual. Han de atraer a
encargada de la santificación de los creyentes. Se recibe con el su clientela con diversas técnicas: suavizando las exigencias o,
bautismo y permanece en el alma en gracia. Suelen decir los al contrario, haciéndolas más estrictas porque casi nadie valora
teólogos que el individuo no puede conocer si está o no en lo que no cuesta. Una vez más, identifican la religión con la
gracia, pues no existe una experiencia directa de la presencia esencia nacional, convirtiéndola en argamasa identitaria. Pue­
del Espíritu. Por ello, el padre Congar, en su libro sobre el den favorecer la libertad o, al contrario, imponer unas normas
Espíritu Santo, se sorprende ante las afirmaciones de San Si­ férreas que tranquilizan a los espíritus que necesitan obedecer.
meón, el nuevo teólogo, que niega que se pueda tener el Es­ Surgen así actitudes integristas, de endurecimiento y defensa,
píritu de Dios sin sentirlo: «Si alguien dijera que cada uno de o, como ha sucedido en Occidente, se impone un lento pero
nosotros, los fieles, recibe y posee el Espíritu sin tener cono­ tenaz escepticismo. La religión enclaustrada en su círculo sufre
cimiento ni conciencia de ello, blasfema haciendo mentir a la tentación de fanatizarse. La religión absorbida por el círculo
Cristo que dice: “En él se producirá una fuente de agua que secular corre el peligro de disolverse.
brotará para la vida eterna” (Jn., 4, 14) y “El que cree en mí,
ríos de agua viva manarán de su seno”» (7, 38).117
Casi todas las religiones se socializan e institucionalizan,
funcionando psicológicamente como sistemas de creencias, y 2
apartándose así de la experiencia religiosa profunda. Se natu­
ralizan y entran a formar parte del círculo profano, se con­ Un ejemplo de los efectos producidos por la naturaliza­
vierten en religiones laicas, incluso en religiones ateas, por ción religiosa fue la moda de las teologías cristianas de la
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muerte de Dios, en los años sesenta. La idea central, expues­ ración de la pobreza y de la tiranía. Puesto que Dios es
ta por uno de sus defensores, era la siguiente: amor, amar es el mejor modo de afirmar la fe en Dios. La fe
se convierte en acción. Y la acción, siempre más clara y segu­
Hubo alguna vez un Dios, para el cual la adoración, la ra, acaba siendo autosuficiente. La teología de la liberación,
fe y la oración eran apropiadas, posibles e incluso necesa­ que en su origen era profundísimamente religiosa, tuvo difi­
rias, pero ahora ya no hay tal Dios. Ésta es la posición de la cultades para no verse absorbida por la eficacia política. El
muerte de Dios, o teología radical. Se trata de una postura auge de las ONG se nutre también de esa transmutación de
atea, pero con una diferencia. Si había un Dios y ahora no lo religioso en moral.121
lo hay, debiera ser posible indicar por qué este cambio se Para nuestro argumento, baste dejar claro que el primer
registró, cuándo sucedió y quién fue el causante.118 ensayo de pasar del círculo profano al círculo sagrado consis­
tió en la deglución de lo sagrado por lo profano, en la secula­
El intento de implantar la religión en el círculo profano rización de lo religioso. Muchas personas consideraron que
produjo la secularización religiosa, la teología de la seculari­ esta situación consolidaba el cierre y la autonomía del mun­
zación, una paradoja difícil de mantener. Tuvo mucho éxito do profano. Y sintieron miedo ante esa posibilidad. Así in­
el libro de un obispo anglicano, J. A. T. Robinson, del que terpreto la postura de un agnóstico como Horkheimer, que
Alasdair MacIntyre comentó: «Lo sorprendente en el libro acabó defendiendo la religión como única defensa contra
de Robinson es, ante todo, que él es un ateo.»119 Para mí lo la lógica terrible del mundo natural. Wittgenstein también
sorprendente es que fuera un obispo. Su propósito era des- subrayó la importancia de «lo místico», de lo que está fuera
mitificar a Dios. Negar su trascendencia para domiciliarle en del límite de lo fáctico. Pero ninguno de ellos pensó que se
la ciudad secular. Van Burén, autor de un famoso libro titu­ pudiera justificar racionalmente la existencia de Dios. Sólo
lado El significado secular del evangelio, ya no se permite uti­ querían salvarse.122
lizar la palabra «Dios».
Hoy ni siquiera podemos entender el grito de Nietzs­
che, «¡Dios ha muerto!», porque si así fuera, ¿cómo podría­ 3
mos saberlo? No, el problema ahora consiste en que la pa­
labra «Dios» está muerta.120 Estudiemos la posibilidad de un segundo puente. De lo
profano a lo sagrado se pasa recorriendo el camino de la ini­
La propuesta de estos teólogos cristianos era vivir un ciación. En su origen, se trata de ritos, enseñanzas o acciones
cristianismo sin Dios y sin religión. Pensaban que la idea de que provocan una mutación del sujeto. «El novicio emerge
Dios pertenecía a la infancia del mundo y que a estas alturas de sus duras pruebas como un ser totalmente diferente. Se
era necesario vivir como adultos. En realidad lo único reli­ ha convertido en otro», escribe Eliade.123 No me interesan
gioso que permanecía era la moral. La liberación a que aspi­ los ritos sociales, porque entran en el apartado anterior: son
ran casi todas las religiones se convirtió cada vez más en libe­ mecanismos de adoctrinamiento. No abren el paso de un
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dominio u otro. Son ceremonias sociales, aunque tengan for­ entiendan como un castigo. Pero lo extraño es que los
mas religiosas. Me interesan, en cambio, los métodos que al­ monjes en cuestión no se sintieron en absoluto ofendidos
gunas religiones han utilizado para llevar al catecúmeno has­ ni enojados. Por el contrario, uno de ellos estaba tan lleno
ta el interior del círculo sagrado. de alegría y júbilo que exclamó: «¡Qué extraño que todas
Los dos métodos más frecuentes son: las verdades contenidas en los sutras se manifiesten en la
punta de un pelo!» ¿Cómo pudo la patada de un maestro
1. Un modo de conocimiento. en el pecho de un monje efectuar semejante milagro?125
2. Un modo de comportarse.
Voy a llamarlas las vías mentales y las vías morales de ac­ Estas estrategias pretender sacar al discípulo de la rutina
ceso al círculo sagrado. En ambos casos se trata de permitir de lo profano. Intentan descubrirle una realidad más intensa
la entrada a una nueva realidad, a una nueva experiencia. El y más real. Su objetivo es ver lo cotidiano como una encar­
sujeto debe cambiar su actitud, tiene que purificar su mente nación de lo infinito. Una antigua historia cuenta la conver­
o su corazón. No son argumentos, sino preparaciones. Pla­ sación de un monje con un maestro:
tón habló de ellas también: sólo ascendiendo por el amor so­
mos conducidos «a aquella Belleza que ni nace ni muere, que -¿Haces alguna vez un esfuerzo por disciplinarte en la
es en sí y existe por sí y de la cual todas las demás bellezas verdad?
participan».124 Algunas vías nos resultan llamativas. Por -Sí.
ejemplo, para conseguir la experiencia zen uno de los cami­ -¿Cómo te ejercitas?
nos es romper las cadenas del pensamiento racional. A ello -Cuando tengo hambre, como. Cuando estoy cansa­
va encaminada la enseñanza de los maestros, que tan extra­ do, duermo.
vagante nos resulta a los no iniciados. Copiaré un texto de -Eso es lo que todo el mundo hace, ¿puede decirse que
Suzuki: todos se ejercitan de la misma manera que tú?
-No.
Baso Do-ichi fue uno de los grandes maestros de zen; -¿Por qué?
en realidad podemos afirmar que el zen se inició realmente -Porque cuando comen no comen, sino que piensan
con él. Su tratamiento de quienes lo interrogaban fue muy en otras muchas cosas, distrayéndose; cuando duermen no
revolucionario y original. Uno de éstos fue Suiryo, que fue duermen, sino que sueñan mil cosas. Por eso no se parecen
golpeado por el maestro al preguntarle sobre la verdad del a mí.126
zen. En otra ocasión Baso golpeó a un monje que quiso sa­
ber el primer principio del budismo. En una tercera oca­ El camino del hinduismo también quiere conducir a una
sión, dio una bofetada a uno cuya falta fue preguntar al nueva experiencia. El itinerario comienza con la intuición de
maestro: «¿Cuál es el significado de la visita de Bodhidhar- la totalidad: «Todo esto es en verdad Brahmán.»127 Sigue el
ma a China?» En apariencia, estos malos tratos no tienen descubrimiento de la propia identidad. ¿Es posible experi­
nada que ver con las preguntas formuladas, a no ser que se mentar el Absoluto a través del propio ser? Por último, se al­
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canza el descubrimiento de que el Ser y la realidad absoluta plicado las complejidades del método zen, Suzuki acaba di­
son una misma cosa. «Mi Ser (Atman) que está en el interior ciendo que en realidad es una disciplina y una enseñanza
de mi conciencia es lo Absoluto.»128 muy sencilla:
La transformación se alcanza mediante el conocimiento.
Las religiones que derivan de los Vedas son las más intelec- Hacer el bien,
tualizadas que conozco. «El que ha descubierto la verdad es evitar el mal,
el mismo Ser.»129 Ese descubrimiento exige y permite descu­ purificar el propio corazón.
brir que toda la realidad es mera creación de la conciencia. Éste es el camino del Buda.
Lo visible, con su fulgor engañoso, oculta lo Absoluto. «Ai
estar cubierto por el velo que todo lo envuelve, no soy mani­ En el budismo, la liberación se consigue siguiendo el óc­
fiesto para todos. Y por eso el mundo que está engañado no tuple sendero: la recta comprensión, el recto pensamiento, la
me conoce a mí, que no tengo origen ni fin.»130 Alcanzar la recta expresión, la recta acción, el recto medio de vida, el rec­
visión unificada, descubrir que la realidad entera es un espe­ to esfuerzo, la recta atención, la recta concentración.134 El
jismo, se logra por un enderezamiento de la mirada. Tao Te Ching en su comienzo afirma que «el que habitual­
Pero ni siquiera en las sectas más intelectualistas el cami­ mente carece de concupiscencia ve la maravilla del Tao. El ha­
no puramente mental es suficiente. La purificación tiene que bitualmente codicioso no ve más que sus últimos reflejos».135
ir más allá de lo psicológico. Exige un comportamiento mo­ La senda jainita de la purificación tiene su expresión más con­
ral adecuado. cisa en las llamadas Tres Joyas: correcta visión, correcto cono­
cimiento, correcta conducta.136
Se dice que está establecida en la sabiduría aquella per­ No voy a seguir mencionando textos, porque no preten­
sona que ha renunciado a todos los deseos de su corazón y do hacer historia sino justificar una afirmación. Creo que
permanece feliz en su ser y por su ser.131 para todas las grandes religiones el puente de acceso a lo sa­
grado es un buen comportamiento, un espíritu puro capaz
En aquel que está pendiente de los objetos sensoriales de contemplar la verdad. Los argumentos tienen poca im­
aparece el apego. Del apego nace el deseo y del deseo (frus­ portancia. Sólo es necesaria una preparación para recibir las
trado) la ira. A partir de la ira se produce el error, del error nuevas experiencias. Es preciso eliminar todo lo que cierra
el fallo de la memoria, y de ahí la pérdida de la capacidad el camino, entorpece la visión, impide el vuelo. La bondad,
de comprensión. Y cuando ésta falta, el ser humano se la pureza, la compasión son la vía real hacia el círculo sa­
pierde.132 grado.
Sin embargo, las religiones institucionalizadas olvidaron
También en el budismo zen son necesarias unas virtudes este puente porque sitúa la moral fuera de lo sagrado, como
básicas para alcanzar el satori, la iluminación: la caridad, el acceso o pórtico, no como dominio suyo, y ellas quieren ser
cumplimiento de los preceptos del Buda, la humildad, la va­ fuente y legitimación de la moralidad. Las Iglesias reclaman
lentía, la meditación y la sabiduría.133 Después de haber ex­ su papel de mediadoras ineludibles entre el hombre y Dios.
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Este punto me parece importante para mi argumento. Las re­ Tiene que ser racional, para ser humano, pero no puede ser
ligiones se muestran como caminos de salvación, y tienden racional como una demostración, porque tiene que ser libre,
por ello a pensar que sólo dentro de su círculo se puede llevar y nadie es libre de decir que dos más dos son cuatro.137
una vida santa, y que fuera de él sólo hay anomia y bacanal. La historia nos enseña una cosa más sencilla. Los prime­
La tesis católica Extra ecclesiam nulla salus, fuera de la Iglesia ros cristianos debieron de sentirse muy sorprendidos por la
no hay salvación, es en el fondo admitida por todas las reli­ incredulidad de los judíos contemporáneos de Jesús. ¿Cómo
giones, con mayor o menor ferocidad. A mi juicio, esta acti­ es posible que no reconocieran la luz de Dios? La respuesta
tud cierra el camino natural a las religiones, defendido por que se da en ios Evangelios es muy clara: «Por la dureza de
ellas mismas en su impulso original -la bondad como previa sus corazones», es decir, por una falta moral. A los apóstoles
a la religión— pero rechazado o menospreciado cuando se no se les ocurrió decir: Porque Dios no quiso que se convir­
convierten en institución. Como estudiaré después, las reli­ tieran. Afirmaron que no tuvieron la calidad moral necesaria
giones emergentes, que se sienten amenazadas por el entorno, para recibir al Mesías. Esto se repite de muchas maneras. En
apelan a una moralidad universal para protegerse. Sólo cuan­ la parábola del sembrador, la germinación de la semilla de­
do están seguras desdeñan lo que está fuera de ellas. Esta acti­ pende de la preparación del terreno. Jesús menciona la pro­
tud las amuralla en sus propias certezas que sólo se hacen ac­ fecía de Isaías: «Oiréis, pero no entenderéis; miraréis pero no
cesibles entonces gracias a un don de la divinidad, o a un veréis, porque vuestro corazón está endurecido.»138 «Las
salto voluntarista del fiel. Si para ver las vidrieras iluminadas preocupaciones del mundo, la seducción de la riqueza y
hay que ser bueno, pero sólo se es bueno cuando se está den­ otras concupiscencias ahogan la palabra.»139 «La luz vino al
tro de la catedral, no hay ningún camino viable. En cambio, mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz,
si se puede ser bueno fuera de la catedral, hay al menos un ca­ porque sus obras eran malas.»140
mino posible para ver el fulgor del cristal encendido. Parece, pues, que también el cristianismo tiene que inver­
El cristianismo -en especial el protestantismo- negó que tir el trayecto. No es primero la fe y luego la bondad moral,
el hombre pudiera voluntariamente acceder al círculo sagra­ sino primero la bondad moral y luego Dios dirá. El sermón de
do. Ha sostenido que el pecado original dañó radicalmente la la montaña -ese fascinante texto que tanta admiración produ­
naturaleza humana, por lo que el hombre no puede hacer por jo a Gandhi—señala el camino. En la versión de Mateo se
sí solo ninguna obra meritoria. La fe es un don recibido, un dice: Bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a
acto inalcanzable para las fuerzas del ser humano. La teoría Dios.lAl Una afirmación muy parecida a la que se lee en los
protestante de la predestinación era la conclusión desespera­ Upanisadd. «No le conoce la persona cuyo intelecto no es
da e inevitable de tal teoría. Esto, desde luego, no me parece puro.» «Sólo se revela a la inteligencia pura que reside en lo
una doctrina evangélica. La teología cristiana de la fe se ha profundo del corazón humano, desde donde dirige el pensa­
metido sin necesidad en un callejón sin salida, teniendo que miento.»142 Retornemos de la India a Palestina. Según los es­
admitir un acto contradictorio. Para ser meritorio, el acto de pecialistas, el texto de las bienaventuranzas tiene como ante­
fe tiene que ser voluntario, pero sin embargo no puede serlo cedente el salmo 24.
porque si fuera voluntario no sería un don gratuito de Dios.
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¿Quién subirá al monte de Yahvé? (Es decir, quién en­ La afirmación es contundente. Quien practica la justicia
trará en el círculo sagrado.) conoce a Dios. «Me conoce, conoce que yo soy el Señor,
El de manos limpias y puro corazón. quien practica bondad, justicia y rectitud en la tierra.»147 El
puente moral queda, pues, propuesto, pero no al pensamien­
En el salmo 15 hay una descripción más detallada. Co­ to racional, sino a la acción. Creo que es la idea de San
mienza de la misma manera. «Yahvé, ¿quién vivirá en tu Agustín, que separó los dos círculos, las dos ciudades. Hay
tienda? ¿Quién habitará en tu monte santo?» «El de conduc­ dos mundos cada uno de los cuales se funda en un tipo dis­
ta íntegra que actúa con rectitud, que es sincero cuando tinto de amor. El mundo profano deriva del amor a las cria­
piensa y no calumnia con su lengua; que no daña a conoci­ turas. El mundo sagrado deriva del amor a Dios. Cada uno
dos ni agravia a su vecino; que mira con desprecio al réprobo incita a un tipo de comportamiento. El puente está abierto,
y honra a los que temen a Yahvé, que jura en su perjuicio y pero no a un argumento sino a una decisión moral. Lo malo
no se retracta, que no presta dinero a usura, ni acepta sobor­ es que el círculo profano, la razón científica, nada tiene que
no contra el inocente.» «Amor y verdad son las sendas de decir acerca de la moral. El mundo profano se encierra en
Yahvé» (salmo 25). una lógica instrumental, de intereses, conocimientos y técni­
El mensaje es permanente en los profetas. Abraham cas. En un provisional reparto, la ciencia arroja la moral más
J. Heschel, en su estupendo libro sobre los profetas, llamó la bien al campo de lo religioso, donde se la ha mantenido du­
atención sobre este hecho: «¿Por qué debe la religión, cuya rante muchos años. Hans Kelsen, un jurista amante de la
esencia es la adoración de Dios, poner tanto énfasis en la jus­ justicia y de la ciencia, lo dijo con amargura: la razón no
ticia para el hombre? ¿Acaso la preocupación con la morali­ puede dar un contenido a la justicia.
dad no tiende a despojar a la religión de su devoción inme­
diata a Dios?»143 Buscar a Dios se equipara en muchos textos
a buscar la bondad. «Buscad al Señor todos los humildes de
la tierra. Buscad la rectitud, buscad la humildad.»144 «Escu­ 4
chadme, vosotros que perseguís la justicia, y que buscáis al
Señor.»145 El profeta Jeremías afirma en nombre de Yahvé Otro puente que tenemos que investigar es el de las con­
que practicar la justicia es conocer a Dios. versiones. Se trata de un fenómeno chocante, en cuya rareza
e importancia no había reparado hasta que leí a Sartre. En
Tu padre, ¿no comía y bebía? El ser y la nada escribe: «Esas conversiones, que no han sido
¡Pero practicaba la justicia y la equidad! estudiadas por los filósofos, han inspirado a menudo, en
Por eso todo le iba bien. cambio, a los literatos. Recuérdese el instante en que el Filoc-
Juzgaba la causa del cuitado y del pobre. tetes de Gide abandona hasta su odio, que era su proyecto
Por eso todo iba bien. fundamental, su razón de ser y su ser, o el instante en que
¿No es eso conocerme?, oráculo de Yahvé.146 Raskolnikoff decide denunciarse. Esos instantes extraordina­
rios y maravillosos, en que el proyecto anterior se desmorona
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en el pasado a la luz de un proyecto nuevo que surge sobre lo dejé hasta el final. Al cerrar el libro, dije para mí: “Esto es
las ruinas de aquél y que no hace aún más que esbozarse, ins­ la verdad.”» Quien conozca la filosofía fenomenológica, tan
tantes en que la humillación, la angustia, la alegría, la deses­ preocupada por describir sólo lo estrictamente dado en la evi­
peración se alian estrechamente, en que soltamos para asir y dencia, se dará cuenta del vigor que para Edith Stein había de
asimos para soltar, han podido a menudo dar la imagen más tener la idea de verdad. La verdad es aletheia, lo que aparece
clara y conmovedora de nuestra libertad.»148 al retirar el velo. ¿Qué pudo ocurrir esa noche? Lo ignoro.150
Karl Jaspers, un valioso filósofo absolutamente olvidado, Muchos convertidos narran su conversión como el en­
también habló de este asunto, al que William James dedicó cuentro con una persona. Paul Claudel, el gran poeta, relató
un gran espacio en su libro sobre las experiencias religio­ en estos términos su conversión, que ocurrió instantánea­
sas.149 Para James, cada hombre posee un grupo de ideas que mente mientras escuchaba un concierto: «¡Es alguien, es un
llama «el centro habitual de energía personal». «Decir de un ser tan personal como yo! Me ama y me llama.» // m ’aime et
hombre que se ha convertido significa que las ideas religiosas, m ’apelle. Simone Weill, una figura patética, intelectual judía
antes periféricas en su conciencia, ocupan ahora un lugar generosa y esforzada hasta la inmolación, intentó describir
central y que los objetivos religiosos constituyen el centro ha­ esa presencia extraña. Después de explicar que un joven in­
bitual de su energía.» Hay conversiones lentas, que se van glés le había hecho conocer los poetas metafísicos del siglo
preparando, incubándose, durante mucho tiempo, y otras XYII y le había enseñado el poema «Love», de Herbert, cuen­
tan instantáneas que sorprenden como un escopetazo. Lenta ta que recitaba ese texto como poema hasta que al final se
fue la de Tolstói o la preparación de Buda, hasta que le sobre­ convirtió en una especie de oración. «En el curso de una de
vino la iluminación debajo del árbol. Brusca, literalmente estas recitaciones, Cristo mismo descendió y se apoderó de
como una caída, la de San Pablo: «Fui agarrado por Cristo en mí. En mis razonamientos sobre la insolubilidad del proble­
mi carrera.» O la de San Agustín: in actu trepidantis aspectus, ma de Dios no había previsto esta posibilidad de contacto
como dice él mismo. Revisando relatos de conversiones, me real, de persona a persona, aquí abajo, entre un ser humano
ha llamado la atención la de Edith Stein, carmelita reciente­ y Dios. Vagamente había oído hablar de cosas de este tipo,
mente canonizada. Fue uno de los discípulos predilectos de pero jamás las creí. En las Fioretti, las historias de aparicio­
Edmund Husserl, miembro pues de uno de los círculos inte­ nes me chocaban más que cualquier otra cosa, como los mi­
lectuales donde con más tenacidad, apasionamiento y exigen­ lagros en el Evangelio. Además, en ese repentino descenso de
cia se ha buscado la verdad. Edith nació en el seno de una fa­ Cristo sobre mí, ni los sentidos ni la imaginación tuvieron
milia judía, pero no se consideraba religiosa. Su único interés participación alguna: sentí únicamente a través del sufri­
era la ciencia. En una ocasión fue a pasar unos días de vaca­ miento la presencia de un amor análogo al que se lee en la
ciones con su amiga y compañera del grupo de fenomenólo- sonrisa de un rostro amado.»151
gos Hedwid Conrad-Martius. Una noche que Edith se había Nada puedo decir de estos fenómenos. Son un puente
quedado sola, cogió de la biblioteca de su amiga un libro. Era intransitable porque está constituido por experiencias ínti­
una biografía: Vida de Santa Teresa de Avila: «Comencé a mas cuya verdad queda en el ámbito privado. Tan frívolo se­
leer», contó después, «y quedé al punto tan prendida que no ría que las aceptase como hechos sobrenaturales como que
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las explicase como fenómenos psicológicos. Si me instalo en lo, pero Buda insistió en que era un Tathaga, «uno que se ha
el mundo profano, por supuesto, tengo que descalificarlas y ido», «uno que ha alcanzado la verdad, que había hallado el
buscarles una explicación científica. Pero les recuerdo que reino que está más allá de la muerte». Buda dio entonces su
soy un extraterrestre fuera de los dos círculos. Lo cierto es primer sermón. Les enseñó las cuatro verdades nobles, y el
que las conversiones suceden en la inteligencia computacio- noble camino óctuple. Uno de los oyentes, Kondañña, alcan­
nal -da igual que se las consideren meros fenómenos menta­ zó la intuición experimental de las verdades que estaba ense­
les que iluminaciones sobrenaturales- y sabemos muy poco ñando, y fue ordenado monje. Buda dio explicaciones a los
de su funcionamiento. Por ello, este nuevo modo de asalto al otros cuatro ascetas que uno tras otro consiguieron la ilumi­
círculo sagrado nos proporciona poca ayuda. nación. Más tarde, dio un segundo sermón, en el que todos
sus discípulos vivieron la completa experiencia del nirvana y
alcanzaron la santidad.153
Los textos hablan de los once discípulos de Mahavira,
5 que dirigieron los grupos en que dividió su comunidad. Los
relatos de sus conversiones son legendarios. Uno de ellos,
Para conseguir más información, he investigado las razo­ Gautama Indrabhuti, era brahmán. Había convocado a las
nes por las que se convirtieron los primeros discípulos de los divinidades durante un solemne sacrificio védico cuando ob­
grandes maestros religiosos: Jesús, Buda, Mahoma, Mahavi- servó que los dioses se congregaban alrededor de Mahavira.
ra. En los evangelios no se dan grandes explicaciones. Andrés Indrabhuti fue a escucharle y su manera de hablar del espíri­
y Juan escuchan el testimonio de Juan el Bautista, y siguen a tu y de las virtudes de la no violencia le convenció. Estuvo
Jesús. Después de la entrevista Andrés dice a Simón: «He­ cuarenta años con el maestro, con absoluta entrega y amor,
mos encontrado al Mesías.» Poco después, Jesús dijo a Feli­ hasta tal punto que su apego a Mahavira le impedía la desli­
pe: «Sígueme», y Felipe le siguió. Más tarde encontró a Na- gación completa. Sólo el mismo día de la muerte del maestro
tanael y le dijo: «He encontrado al Mesías.» Natanael fue a consiguió la omnisciencia y el desapego.154 Hay, pues, en
ver a Jesús. Este le dijo: «Te vi cuando estabas debajo de la esta conversión una mezcla de convencimiento y amor, que
higuera.» Y Natanael creyó. En las bodas de Caná, los discí­ incita al seguimiento personal y a la imitación.
pulos vieron la gloria de Jesús, y le creyeron.152 La primera persona que creyó en Mahoma fue su mujer,
Según el relato canónico (Vin., 1, 1 y ss, M. I, 167 y ss), Jadiyah. Un día Mahoma, que se había retirado al monte
Buda, después de la gran iluminación, permaneció junto al para orar, volvió a casa tembloroso, se echó en el lecho y gritó
árbol cuatro semanas o más, en un lugar que hoy se llama a su mujer: «¡Escóndeme! ¡Escóndeme!» Asustada, le tapó con
Bodh Gaya. Pensó que no era posible transmitir sus conoci­ un manto. Cuando se tranquilizó, Mahoma le contó que ha­
mientos, pero el compasivo Brahmá se le apareció y «le pidió bía visto al ángel Gabriel, que le había dicho: «Tú eres el
respetuosamente que impartiera sus enseñanzas». Entonces mensajero de Dios.» Jadiyah fue a contárselo a su primo Wa-
decidió instruir a sus cinco antiguos compañeros y fue a verlos raqah, anciano y ciego, que exclamó: «Sobre Muhamma ha
al parque de los animales. Al principio le acogieron con rece­ descendido el gran ángel de las revelaciones, el mismo que
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vino a Moisés. Ciertamente, Muhamma es el profeta de su cesidad de demostrar que existen dioses?»157 Paul Tillich es­
pueblo, que esté seguro.»155 cribe: «Los argumentos a favor de la existencia de Dios ni son
Estos relatos nos revelan poca cosa. Estos grandes maes­ argumentos ni constituyen la prueba de la existencia de Dios.
tros debieron de tener, sin duda, un arrebatador poder de Son expresiones de la cuestión de Dios, que está implícita en la
convicción, una soberana energía que las hagiografías poste­ finitud humana.»158 Aún es más radical al decir: «Es tan ateo
riores enmascaran. Supongo que ofrecían una súbita amplia­ afirmar la existencia de Dios como negarla.»159 Pascal intro­
ción de posibilidades vitales, vivida por los discípulos como dujo una separación que hizo fortuna entre el Dios de la reli­
una iluminación o un despertar. El caso de Francisco de gión y el Dios de los filósofos, y lo hizo en unas circunstan­
Asís, más cercano, que en muy pocos años arrastró tras de sí cias tan curiosas que me voy a permitir contarlas, porque,
cientos de seguidores, nos permite imaginar esa conmoción, además, tienen cierta relación con el apartado anterior.
pero no desvelar su secreto. El triunfo de estos gigantescos Tras la muerte de Pascal, un criado encontró un trozo de
personajes, que aparecen solitarios, entregados a su misión, pergamino cuidadosamente escrito, que Pascal había llevado
minúsculos en su arranque, y que han cambiado el mundo, cosido y recosido al forro de su levita. Está fechado con toda
continúa siendo para mí un misterio. precisión en «el año de gracia de 1654, lunes, 23 de noviem­
bre, a partir de las diez y media de la noche aproximadamen­
te hasta cerca de media hora después de la medianoche». Co­
mienza con una palabra escrita en grandes letras mayúsculas
6 -FEU, fuego- y en él relata una visión que ha experimenta­
do. Escribe: «¡Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Ja­
Exploraremos el último puente. La razón ha intentado cob, no el de los filósofos y los sabios!» Y añade: «El Dios de
durante siglos demostrar la existencia de Dios. Hasta ahora Jesucristo: sólo por los caminos que enseña el Evangelio se le
hemos considerado a Dios como emergiendo del campo de puede hallar.»160
lo sagrado, es decir, de la experiencia religiosa. Es su lugar de Para las personas religiosas, el Dios de los filósofos, si es
nacimiento y el lugar del nacimiento del habla que habla so­ que lo encuentran, es un ser abstracto y frío, el Primer mo­
bre Él. Heidegger, con su estilo de oráculo arcaico lo dijo: tor inmóvil, el ipsum esse subsistens, la Causa de sí mismo, un
«Lo salvífico hace un llamamiento a lo sagrado. Lo sagrado ser hacia el que no se puede sentir veneración ni amor, en
ata lo divino. Lo divino aproxima a Dios.»156 Ahora se trata quien no se puede confiar y del que nada se puede esperar.
de intentar alcanzarlo desde fuera de la religión. Por ejem­ De hecho, durante la Ilustración, los llamados deístas, que
plo, desde la filosofía, tarea del mundo profano. defendían el culto al Dios de la razón a expensas del culto al
El propósito de demostrar la existencia de Dios no gusta Dios de la fe, mantuvieron serias confrontaciones con el cris­
mucho a las personalidades religiosas, porque creen que es tianismo oficial de las Iglesias. Pascal llegó a escribir que
empeño casi blasfemo. Implica convertir a Dios en un con­ ateísmo y deísmo «son dos cosas que la religión cristiana
cepto dudoso, rebajándolo. Ya lo dijo el religiosísimo Platón: aborrece casi por igual». Voltaire y Rousseau fueron defenso­
«¿Cómo podríamos sin indignación vernos reducidos a la ne­ res de esa religión natural. Más modernamente, Kierkegaard
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consideraba que la razón lleva a la desesperación y la de­ Nada puede existir sin una causa. El universo existe y necesi­
sesperación a la fe. Chestov opone Job -la filosofía cristia­ ta una causa. Esa causa es Dios. El universo está regido por
na- a Sócrates, el sabio según la carne; y Barth, siempre tan leyes, lo que exige la existencia de un legislador: Dios. De la
radical, afirma que el Dios de los filósofos es el ídolo supre­ misma manera que no hay reloj sin relojero, el orden y la
mo, mero reflejo de la soberbia del espíritu humano.161 Hei- complejidad de la naturaleza no puede darse sin una inteli­
degger está de acuerdo: «El Dios de los filósofos es una falsi­ gencia más allá de la naturaleza: esa inteligencia es Dios. Las
ficación de Dios, un ídolo creado por el logos desde la praxis cosas son contingentes, y no pueden darse a sí mismo la exis­
racionalizante.»162 tencia. Es preciso admitir una existencia necesaria, autosufi-
En la actualidad, las pruebas de la existencia de Dios no ciente, causa sui: Dios.
gozan de mucha aceptación ni entre los teólogos ni entre los ¿Por qué no son demostrativas estas pruebas? En primer
filósofos. Paul Ricoeur, tan cuidadoso con la religión y con lugar porque el principio de causalidad no tiene fuerza sufi­
la filosofía, piensa que toda la teología natural está abocada ciente para demostrar la existencia de una excepción al princi­
al fracaso porque no salva la originariedad del acto de fe, ya pio de causalidad. Si utilizamos el principio «Todo lo existen­
que el argumento por analogía no justifica la absoluta nove­ te tiene una causa», de ahí no podemos inferir la existencia de
dad de Dios como objeto de la razón.163 Un conocido teólo­ un ser incausado.
go católico, Edward Schillebeeckx escribe: «La negación y la ¿No podremos, al menos, estar obligados a admitir la
afirmación filosófica de la existencia de Dios no son, en rea­ necesidad de una Inteligencia supranatural que haya ordena­
lidad, conclusiones que se extraen de esas filosofías en tanto do la naturaleza? De ello trata el argumento llamado teleoló-
tales. La fe en Dios o la increencia son ya punto de partida gico. Tomás de Aquino lo expone así: «La quinta vía se toma
de estas filosofías, y no propiamente su conclusión. En el del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que las cosas que
análisis racional filosófico de hecho no se hace sino explicitar carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran
la intencionalidad cognitiva de una determinada fe religiosa por un fin, como se pone de manifiesto porque siempre o
en Dios o, en el caso contrario, de una increencia fáctica. muy frecuentemente obran de la misma manera para conse­
Esto era también lo que fundamentalmente se proponían las guir lo mejor; de aquí que llegan al fin no por azar, sino in­
llamadas “cinco vías” de Tomás de Aquino, y la misma in­ tencionadamente. Pero los seres que no tienen conocimiento
tención animaba la crítica kantiana de la razón pura».164 Así no tienden al fin sino dirigidos por algún ser cognoscente o
sucede también en las religiones hindúes. Las elaboraciones inteligente, como la flecha es dirigida por el arquero. Luego
filosóficas, por ejemplo las de Sankara, se hacen a partir de existe un ser inteligente por el cual todas las cosas naturales
las experiencias y creencias religiosas. se ordenan al fin: a este ser que llamamos Dios.»166
Las pruebas tradicionales de la existencia de Dios se han ¿Qué nos dicen desde el campo profano? La ciencia cree
construido sobre tres cimientos: el principio de causalidad, que los seres han ido apareciendo a lo largo de un proceso
la idea misma de Dios, la ley moral.165 evolutivo no dirigido. Un mecanismo combinado de muta­
Las pruebas basadas en el principio de causalidad pare­ ciones y selección ha ido construyendo la realidad viviente
cen absolutamente evidentes, en sus variadas presentaciones. tal como la contemplamos. Voy a detenerme en este asunto
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para mostrar la imposibilidad que tiene la ciencia de decir Todo esto es el comienzo de una serie de reacciones quí­
nada acerca de Dios. micas largas y reiteradas que transducen un hecho biofísico
La construcción de seres archicomplejos por un proceso en un impulso nervioso. Me parece que el cálculo de proba­
aleatorio de mutaciones y selecciones posteriores, me parece bilidades impide admitir que semejante complejidad pueda
poco probable. Estamos hablando de productos excepcional­ ser conseguida por un procedimiento de mutación/selección,
mente innovadores. El cambio de algunos rasgos -el color, el por mucho tiempo que haya tenido la naturaleza para conse­
tamaño, la dentadura- es sencillo de explicar, pero estamos guirlo. De este hecho han inferido algunos científicos y filó­
hablando de la innovadora creación, por ejemplo, del cere­ sofos la existencia de un Dios inteligente director de la evo­
bro humano a partir de elementos químicos elementales. No lución. Swinburne, por ejemplo, considera que aplicando el
se trata de alteraciones o mejoras sino de la emergencia de teorema de Bayes, la existencia del orden es más probable
constructos absolutamente nuevos, como el propio sistema admitiendo a Dios que negándolo.168
genético. ¿Cómo aparecieron los genes? Un sistema comple­ La ciencia no puede decir eso. Su principio metodoló­
jo como el ojo humano, producto de una larguísima evolu­ gico le impide salir del mundo de los hechos dados a su ex­
ción, parece difícij de explicar por mutaciones. Lo que se ha periencia constituyente. De lo que no puede relacionarse
estudiado ha sido §obre todo la evolución anatómica del ojo, con la percepción sensible no hay ciencia. La ciencia se en­
desde que era una litera especialización del tacto. Pero ese ni­ carga de estudiar los mecanismos de lo real, no el porqué de
vel es demasiado eleijiental. Hay que pasar a las complejida­ esos mecanismos. De lo material no puede sacar más que
des fisiológicas. La especialización de las terminaciones ner­ principios o conclusiones materiales. Aunque, como yo creo,
viosas de la retina tiene que ir de acuerdo con la capacidad el mecanismo de mutación y selección no basta para explicar
reconstructiva de la corteza visual en el lóbulo occipital. Y la complejidad funcional de lo real, eso no nos obliga a pos­
aún hay que ir más allá, a la estructura bioquímica del acto tular a Dios. La ciencia sólo puede decir que desconoce
de ver. Para que les suene el grado de complicación que en­ cómo se producen esos fenómenos. Es posible que en tiem­
contramos, les describiré tan sólo el inicio de las reacciones pos no muy lejanos se descubra alguna fuerza físico-química
visuales: que haya dirigido la evolución de manera que las mutaciones
no fueran aleatorias.
Cuando la luz llega a la retina, un fotón interactúa con El científico, ante lo desconocido, ante lo que considera
una molécula llamada 11-cis-retinal, que en unos picose- imposible de explicar, ante un milagro incluso, sólo puede de­
gundos se reconfigura para ser trans-retinal. El cambio de cir: no sé lo que está pasando. La ciencia está metodológi­
forma de la molécula retinal impone un cambio a la forma camente enclaustrada en el mundo profano. Y ahí se debe
de la proteina, la rodopsina, a la cual el retinal está estre­ quedar. Los científicos hablando de religión no son más que
chamente enlazado. La metamorfosis de la proteina altera individuos que hablan de religión y que además, accidental­
su conducta. Ahora llamada metadorrodopsina II, la pro­ mente, son científicos. El científico en cuanto científico tiene
teina se adhiere a otra proteina llamada transducina, etc, tan poco que decir sobre la religión como el biólogo molecu­
etc, etc.167 lar acerca de la música. El creyente religioso en cuanto tal tie­
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ne tan poco que decir de la ciencia como un violinista sobre distintas. No crea el lector que esto es un trabalenguas. Pien­
mecánica cuántica. se en un triángulo. ¿Qué es? Una figura cerrada, plana, com­
puesta de tres lados que se unen formando tres ángulos. De
esta definición podemos sacar toda la trigonometría. Que
exista o no algún triángulo es absolutamente irrelevante.
7
Mediante el predicado del existir no añado nada a la
Hay un argumento que ha ejercido fascinación sobre do­ cosa, sino la cosa misma al concepto (ya no hay sólo la idea
cenas de pensadores.169 No utiliza el principio de causalidad, de triángulo, sino un triángulo de madera o de hierro). Así
sino la idea misma de Dios. Expresado de un modo simple pues, en una proposición que hable de la existencia voy
dice lo siguiente: más allá del concepto, pero no hacia otro predicado más,
sino tan sólo hacia la cosa con esos predicados, pero en una
Encendemos por Dios aquella realidad mayor que la posición absoluta.170
cual no (podemos pensar otra. Dios es lo infinito, omnipo­
tente, etèrno, perfecto. No estamos diciendo que exista, sino La existencia es la «posición absoluta de una cosa». No es
sólo lo que entendemos con esa palabra. Admitido ésto, nos mucho decir, pero les recomiendo que lo guarden en la me­
encontramos con el siguiente problema. Si Dios es lo mayor moria. Esa posición absoluta, ese ser con independencia de
y más perfecto que podemos pensar, tenemos que pensarlo mi pensamiento, no nos la proporciona el pensamiento sino
como existente. De lo contrario, podríamos pensar algo más la experiencia. Éste es el punto de ruptura, el escape del puro
poderoso todavía. Un Dios que fuera, además, existente, rumiar. La experiencia nos pone en contacto, nos manifiesta,
con lo que estaríamos contraviniendo la condición inicial. nos impone la existencia de algo. Esto no es difícil de enten­
der. Un matemático, Alexander Keewatin Dewnei, ha publi­
En conclusión: la idea de Dios implica su existencia. cado varios trabajos sobre un posible universo bidimensional,
Decir de Dios que no existe es una contradicción. Sería decir en los que elabora su posible física, su posible química e in­
que lo mayor del mundo no es lo mayor del mundo. Los fi­ cluso diseña utensilios de su posible vida cotidiana. Ha fun­
lósofos se dieron enseguida cuenta de que en este argumento dado un grupo de investigación que seguirá añadiendo no­
no se salía nunca del plano del pensamiento. Siempre se tra­ ciones, «predicados», a esa teoría.171 La única palabra que no
taba de un Dios pensado, no de un Dios real. Desde luego, saldrá nunca de esa elaboración conceptual, ideológica, fan­
pensarlo como existente añadía algo a pensarlo como no exis­ tástica, es existe. Esta posición absoluta, es decir independien­
tente. Pero tan sólo en el reino del pensamiento. No estába­ te de quien la piensa, ese ir a su aire, ser de suyo lo que es, esa
mos diciendo nada acerca de su realidad. autonomía a la que llamamos existencia, tiene que ser com­
Kant sentenció a muerte el argumento: la existencia no probada por otro procedimiento distinto del mero pensar.
añade nada a la definición de un concepto. La esencia de un Keewatin tendría que hacer una excursión a ese planisferio y
ser va por un lado y la existencia por otro. Son dos líneas entonces podría hablarnos de su existencia.
110 111
Kant diría: no tenemos ninguna percepción de Dios, como principio: «Todo anhelo natural supone la existencia
luego podemos pensarle, pero no decir nada acerca de su real de lo anhelado.»173 Aquí la fuerza demostrativa está en el
existencia. Así enunció lo que se ha considerado el descabello adjetivo «natural», que indica que ha sido infundido en la
de todas las pruebas de la existencia de Dios. Una afirmación realidad por el mismo Dios. Pero entonces ya hemos dado
que el lector, aunque no esté muy versado en cuestiones filo­ por supuesto lo que queríamos probar. Hemos encontrado
sóficas, debe retener porque volveré a ella en el capítulo si­ en la naturaleza lo que previamente habíamos depositado en
guiente. ella: Dios. De nuevo nos encontramos metidos en un círculo
vicioso. Si Dios es bueno no puede infundir en nosotros un
deseo infinito. Es así que Dios es bueno y que nuestro deseo
es infinito, luego Dios existe. Damos a Dios por supuesto
8 para poder demostrar la existencia del mismo Dios. Es un
camino cerrado.
Pero Kant era una persona religiosa, preocupada por La razón, al parecer, no puede tender un puente desde el
fundamentar la religión, y propuso una prueba indirecta de círculo profano al círculo sagrado. No puede tampoco, esto
la existencia de Dios. Se vio obligado a postularla, a conside­ conviene dejarlo claro, decir que no exista tal camino, ni que
rarla necesaria a partir de la existencia de la ley moral. Creía el círculo religioso no tenga justificación, ni menos aún que
que la ley moral, absolutamente obligatoria, estaba impresa no exista Dios. Cualquier científico sabe que no se puede
en nuestros corazones, y nos exigía obrar bien, incluso cuan­ demostrar la no existencia de una cosa, a no ser que sea una
do esa acción fuera en contra de nuestros intereses. contradicción lógica. Podemos afirmar que no existe ningún
La experiencia nos dice que el bien no siempre es pre­ círculo cuadrado, pero, a pesar de la frivolidad con que mu­
miado en este mundo. Los malos son felices y los santos des­ chos teólogos atribuyen predicados contradictorios a Dios,
dichados. Sería perverso que la ley moral que nos ha sido no podemos decir que Dios sea una «posibilidad contradic­
dada no tuviera en sí la garantía de su justicia. toria».
Por ello, Kant se cree obligado a postular, es decir, a ad­
mitir como necesaria, aunque no pueda demostrarse, la exis­
tencia de Dios.172
Con esta prueba pueden relacionarse otras que apelan al
absurdo que implicaría negar la existencia de Dios. Nuestro
anhelo natural de felicidad quedaría frustrado, la infinitud
de nuestro deseo sería un engaño, no podríamos dar un últi­
mo sentido a nuestra existencia. Estas pruebas dan por de­
mostrado justo lo que quieren demostrar: que el mundo tie­
ne un sentido, que nuestra existencia no es absurda, que al
final triunfará la justicia. Todas estas formulaciones admiten
112 113
CONCLUSIÓN DE LA PRIMERA PARTE

Lambistona nos ha entregado como herencia disputada


doícírculos vitales: el religioso y el profano. El 25 de agosto
de 1981, el Consejo de la Academia Nacional de Ciencias de
los Estados Unidos publicó la siguiente resolución: «La reli­
gión y la ciencia son ámbitos separados y excluyentes del pen­
samiento humano, y su presentación conjunta en el mismo
contexto da lugar a que se comprendan equivocadamente tan­
to las teorías científicas como las creencias religiosas.»174 De­
bemos aceptar esa herencia a beneficio de inventario. Para ello
debemos salimos fuera de las partes en conflicto para ver la le­
gitimidad de cada una y si hay modo de ponerlas de acuerdo.
Eso es lo que estoy intentando hacer, no sé si con éxito.
Tanto el mundo religioso como el mundo profano se
presentan como autosuficientes, pero basan su legitimidad
en distinto fundamento. El círculo sagrado tiene como ci­
miento la experiencia religiosa, se confirma mediante la vida
de fe, y asegura corroborarse en el propio despliegue de su
experiencia. Nos habla de una plenitud de sentido, de sere­
nidad y sosiego, y de una aparición transfigurada de la reali­
dad, convertida en manifestación de la divinidad. Pero habla
115
siempre de una experiencia privada, que no es inmediata­ Hace unas páginas les dije que según Popper el valor su­
mente participable por todos los seres humanos. Los senti­ perior de la razón no podía demostrarse, que había que acep­
mientos parecen más importantes que el análisis racional. tarlo por un acto de fe. Sin embargo, prolongo sus ideas al
El mundo profano se basa en la experiencia sensible y en defender que debemos preferir el mundo racional al no ra­
la razón que trabaja conceptualmente sobre ella. Es cautelo­ cional —incluida la religión- por motivos éticos.
so. Niega validez a las experiencias privadas que no pueden Entiendo por uso racional de la inteligencia aquel modo
ser universalmente corroboradas, y demuestra su verdad me­ de pensar que busca evidencias intersubjetivas. Es decir, en­
diante la eficacia. Considera la religión como un vestigio de tiendo por «razón» no la capacidad de razonar, de sacar con­
épocas arcaicas, y como una manifestación de irracionalidad. clusiones de unas premisas, sino el proyecto de pasar de las
Al principio de este libro les indicaba que las religiones ha­ verdades privadas a las verdades universales. Y creo que este
bían cumplido tres funciones: explicar, salvar y ordenar. Su esfuerzo es el único que puede fundar una convivencia dig­
labor explicativa ha sido presa fácil para la crítica científica. na. Para justificar esta afirmación, que sitúa a la religión y a
Dios no creó el mundo en seis días, ni lo sacó de un huevo, la ciencia dentro éCun paradigma ético, voy a poner en lim­
ni está apoyado sobre una tortuga, ni lo ha vomitado un pio mucho de lo que he dicho antes, para hacer desde mi ob­
dios. La religión, al dar explicaciones, se metía en camisa de servatorio exterior una fundamentación de los dos círculos.
once varas, abandonaba su territorio y hacía una incursión Comenzaré enunciando el principio de todos los princi­
en dominio ajeno, donde ha sido espectacularmente derrota­ pios críticos: « Todo lo que se presenta como evidente a un suje­
da. La religión no puede intervenir en las explicaciones que to, exige ser admitido como verdadero.» Esto quiere decir que
da la ciencia. si San Francisco de Asís ve a Dios floreciendo en las flores, o
Ambos círculos pueden convivir, pero mal. El poder de Buda encuentra el Absoluto en el samaddhi, o Mahoma se
lo profano es fantástico, y de él nos aprovechamos todos. Las da un susto tan grande al tropezarse con el ángel Gabriel que
oraciones en las mezquitas se retransmiten con altavoz, Jo- va a refugiarse tras las faldas de su mujer, los demás no tene­
meini hizo su revolución con la ayuda de cassettes, el Papa mos nada que decir. Si lo sintió, lo sintió. Lo mismo sucede
viaja en avión, y el agua bendita se asperja con espray. La en la vida no religiosa. Si Sartre percibía el árbol como reali­
ciencia se ha convertido en un poderoso medio de interpre­ dad nauseabunda, tuvo que admitir que era una realidad
tación de lo real, que concita a su alrededor un consenso ge­ nauseabunda. Hölderlin, en cambio, se vio obligado a afir­
neral. Mientras tanto, las religiones se difuminan o, al con­ mar que el árbol no era nauseabundo, pues lo veía como la
trario, se fanatizan. expresión de la divina naturaleza. Ambos respetaron sus pro­
Así está la situación para un observador sin domicilio pias evidencias y expusieron sus verdades.
fijo. ¿Debemos dejarla así? ¿Hay algún motivo para preferir Lo malo es que este primer principio crítico no permite
un círculo a otro? ¿Es preferible vivir bajo el régimen sin es­ distinguir la experiencia verdadera de las alucinaciones. El
peranza de la razón, o en el régimen esperanzado de la no-ra­ alucinado también está seguro de lo que percibe y se rinde a
zón? Parece que estamos enfrentados a un dilema cruel: o un sus evidencias. Por lo tanto, hay que enunciar el segundo
conocimiento desencantado, o un encantamiento crédulo. principio de todos los principios: «Cualquier evidencia puede
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ser tachada, negada, puesta en fuga, por una evidencia de fuer­ jarnos de la anterior. El fanático, que está enclaustrado en
za superior.» La innegable evidencia de que el sol se mueve una evidencia, ha de rechazar el trato abierto con las ideas y
en el cielo es anulada por otra evidencia más vigorosa que con la realidad, porque tiene miedo de que otra evidencia
nos dice que es la tierra la que se mueve alrededor del sol. pueda resquebrajar la seguridad blindada que precisa para
Así pues, la evidencia, fundamento de nuestras certezas, sobrevivir.
de nuestra aceptación de una teoría, es un fenómeno noérgi- Este mecanismo inevitable de nuestra mente, esta credu­
co (de ergon = fuerza, poder). Es una fuerza que se impone al lidad básica, nos exige una actitud crítica si no queremos, si­
pensamiento. Así han vivido los personajes religiosos sus ilu­ guiendo la conducta del avestruz, buscar seguridad en nues­
minaciones. «¿No sentís en vosotros el poder de Cristo?» En tras propias creencias, aunque sean falsas. Hay muchas
los Upanisad se habla constantemente del poder que hace personas que prefieren el error a la incertidumbre. La per­
pensar al pensamiento, ver al ojo, escuchar al oído. Todas las cepción de una evidencia es siempre un acto de fascinación.
evidencias tienen energía impositiva, se nos imponen, pero Toda verdad nos parece La Verdad, como al enamoradizo
no todas tienen la misma energía. La experiencia del error se toda mujer le parece La Mujer, el gozo definitivo. El hecho
basa en la percepción de una evidencia más fuerte que nos de que seamos tan vulnerables a las evidencias nos obliga a
hace «caer en la cuenta» de la debilidad de nuestras eviden­ tener que contar con un método que nos permita calcular su
cias anteriores. Estaba seguro de que al salir de mi despacho fuerza, para no entregar nuestro asentimiento con excesiva
y cerrarlo con llave había apagado la luz, pero al volver com­ precipitación. La ergometría de las evidencias que la filosofía y
pruebo que está encendida. La evidencia perceptiva es más la ciencia han buscado denodadamente, ha de permitir una
fuerte que la sedicente evidencia del recuerdo. He de rendir­ mejor evaluación de la fuerza, y por lo tanto de la garantía
me ante los hechos. de verdad, de nuestras evidencias.
Descubrir la verdad sería sencillo si cada evidencia nos
diera a la vez información sobre su «fuerza de evidencia»,
que es la que nos proporciona garantía. Sería maravilloso
que todos los gestos de amor de una persona llevaran en sí la 2
garantía de su veracidad. Entonces no nos equivocaríamos
nunca. Pero no ocurre así. Incluso las evidencias falsas pare­ Cada sujeto se apropia de la realidad por medio de sus
cen a primera vista verdaderas, por eso nos confunden. To­ experiencias cognitivas y valorativas, con las que construye
das reclaman nuestro asentimiento completo: el sol se mueve su mundo. Entiendo por mundo el modo como un sujeto
en el cielo, la luz no es material, el aire no pesa, los colores personal asimila la realidad. Es la representación privada que
son cualidades primarias de los objetos, las nereidas brillan tenemos de ella, y que está formada por el sedimento de
en el manantial, el sol es un dios. Mientras vivimos una evi­ nuestra vida. Los recuerdos, las creencias, los saberes, las pre­
dencia estamos sometidos a su influjo. Toda evidencia es ferencias, constituyen el universo personal en que vivimos.
irrebatible desde sí misma, por lo que sólo otra evidencia Puede ser religioso, profano o una mezcla de ambos. El sola-
nueva, más poderosa y acerca del mismo objeto, puede desalo­ pamiento que existe entre los distintos mundos -sobre todo
118 119
en lo referente a elementos perceptivos y valores sociales vi­ como buenos cristianos.» Pero las religiones se encastillan en
gentes-, y que les proporciona notorias semejanzas, no debe evidencias privadas, que pueden chocar entre sí. Nunca han
hacernos olvidar que son mundos privados, que han sido logrado ponerse de acuerdo, y las guerras de religión han
constituidos por la actividad del sujeto, aunque esa actividad asolado la historia, llenándola de horror y de sarcasmo. Ni
se reduzca a aceptar las ideas comunes. siquiera han conseguido ponerse de acuerdo las distintas
Pero el hombre, que siempre vivió en su mundo, social­ confesiones cristianas. El mundo de las verdades privadas
mente consolidado pero privado al fin y a la postre, experi­ puede ser inatacable pero peligroso. Cuando Huntington
menta la necesidad vital de salir de su verdad vivida, privada, afirma que los confljctós de este siglo serán culturales, está
para buscar un suelo más firme o compartido. De esa urgen­ incluyendo ea-U lote los enfrentamientos religiosos. Mien­
cia por encontrar verdades universales, que no estuviesen ba­ tras escribo esto, los afganos han declarado la guerra santa a
sadas tan sólo en evidencias privadas, surgió la ciencia. A esas Estados Unidos, y Estados Unidos prepara una acción bélica
verdades que quiere conseguir las llamaré verdades reales, contra ellos bajo el lema «Justicia infinita». Los sentimientos
porque no se refieren al mundo del científico, sino a la reali­ morales no resuelven los conflictos porque pueden no unir
dad común en que vivimos todos. Son intersubjetivas, com­ sino separar. Hay tantas morales como culturas. Y entre ellas
partidas, universales. pueden ser incompatibles. La moral, como la religión en que
Hasta aquí, lo sagrado aparece como verdad privada, ab­ suele fundarse, pertenece al mundo de las verdades privadas:
solutamente irrebatible, pero no universalizable. La moral ha de las que sólo tienen valor en un determinado ámbito.
nacido en el hogar de las religiones, ¿por qué ahora digo que El segundo modo de resolver conflictos es la fuerza, y no
por motivos éticos tengo que dar preferencia a la razón frente voy a gastar ni una línea en intentar convencerles de que no
a la experiencia religiosa? La ética es el conjunto de solucio­ es buena solución. Pasaré, pues, al tercero. Sólo el uso racio­
nes que resuelven los problemas relativos a nuestra felicidad nal de la inteligencia, la búsqueda de verdades que salgan de
personal y a la dignidad de nuestra convivencia, poniendo a los límites de la privacidad y puedan considerarse universa­
salvo los valores fundamentales. Sólo se me ocurren tres ma­ les, nos pone a salvo del enfrentamiento. El irracionalismo
neras de solventar estos conflictos: la fuerza, la razón, los sen­ conduce a la violencia. El atenerse a razones, el debatir, el
timientos morales. rendirse a las evidencias más fuertes, es lo mejor que ha in­
Comenzaré por el final: parece que la solución más ama­ ventado la inteligencia para conseguir la felicidad personal y
ble y humana es la que apela a los sentimientos morales. la felicidad política. Se trata de que combatan las ideas, para
Una humanidad arrebatada de amor mutuo alcanzaría fácil­ que no tengan que combatir los hombres. La historia de las
mente la felicidad. No lo creo. Hay amores estúpidos y crue­ religiones lo demuestra. Mientras se encastillaron en sus evi­
les. La historia registra guerras, inquisiciones, tormentos, dencias privadas, tuvieron inevitablemente que enfrentarse.
provocados por un supuesto amor a algo. Sospecho, además, Las guerras de religión terminaron apelando a principios
que esta solución elude el problema y me recuerda el consejo más allá de la moral. A principios universales, éticos.
de aquel bienintencionado arbitrista: «El enfrentamiento en­ ¿Quiere esto decir que hemos de acantonarnos en nues­
tre palestinos y judíos acabará cuando los dos se comporten tro mundo profano, afirmar que la ciencia es nuestra salva-
120 121
ción, y mirar desde las almenas con desconfianza y arma al Segunda parte
brazo a los que acampan en el círculo religioso? No. El tipo
de razón que utiliza la ciencia no nos vale para fundar nues­ Teología afirmativa
tra elección en favor de la racionalidad. El uso racional de la
inteligencia va más allá. Digan lo que digan los positivistas
científicos, también es posible hablar racionalmente de valo­
res, fines, formas de vida. La inteligencia ética es más pode­
rosa que la inteligencia científica. La engloba y la justifica. El
círculo profano no está cerrado. La brecha que impide que
las murallas se cierren -defendiendo y aprisionando a la
vez-, el ariete que las perfora, es la creación ética. Aquí veo
la tarea de nuestro momento histórico. Tenemos que recons­
truir el círculo profano a partir de una idea más briosa y ver­
dadera de inteligencia y, por lo tanto, de racionalidad. Y esto
influirá también, sin duda, en el modo de considerar el círcu­
lo religioso. Tenemos también que darnos cuenta de que la
ética ha de juzgar a las religiones, después de probar que ha
surgido de ellas.
Ahora, tras la tarea de análisis, después de inventariar los
intentos fracasados de unificar o relacionar los dos círculos,
llega el momento de ir más allá, elaborar una teología afirma­
tiva y una defensa crítica de las religiones. Vamos a ello.

122
V. EL DIOS PROFANO

El fuego divino ha ardido originariamente en el hogar de


las religiones. El primer hablar sobre Dios es religioso. Es de­
cir, tiene unos orígenes endiabladamente confusos, si se me
permite la poco apropiada expresión, donde se mezclan mie­
dos, experiencias alucinatorias, intoxicaciones y vislumbres
auténticos. La divinidad -no sabemos aún si real o irreal-
aparece dada en una experiencia, es mantenida por sistemas
de adoctrinación y consenso social, y rige los modos de vivir.
Sólo cuando aparecen síntomas de crisis se pide ayuda a la
razón para que asegure la verdad de aquellas creencias vividas
hasta entonces con tanta certeza. Aparecen entonces las apo­
logéticas, las defensas de las fes. El problema de la existencia
de Dios también ha estado sometido a esta dinámica. Sólo
en situaciones ambiguas -a medio camino entre la creencia y
la increencia- se ha pedido a la filosofía que intentara su de­
mostración. Una de las peculiaridades psicológicas de las
creencias religiosas es que pueden permanecer indefinida­
mente en un estado crepuscular: ni se creen ni se dejan de
creer. Un chistoso suceso lo demuestra. Durante la celebra­
ción de una misa, el sacerdote dice: «Para que Dios acabe
125
con el hambre en Somalia..., cosa que Él no hará, roguemos sotros (quoad nos). Las religiones nos hablan de un espíritu,
al Señor.»175 El análisis de una frase tan contradictoria daría cuando nuestra inteligencia sólo se mueve con seguridad en
para un tratado de las religiones. la materia. La Biblia nos habla de un Dios apasionado, colé­
La filosofía siempre ha comenzado a trabajar a partir de rico, vengativo, paternal, implacable, que favorece a su pue­
unas vigencias culturales, entre las que están incluidas las blo y machaca las entrañas de sus enemigos, es decir, un dios
creencias religiosas. Intenta liberarse de esos prejuicios am­ humano, demasiado humano. Se dice que Dios es amor,
bientales, pero unas veces lo consigue y otras no. El encargo pero todoDo que conocemos de amores y odios lo hemos
de fundamentar la religión no lo ha cumplido con el suficien­ aprendido dé\nuestra naturaleza, donde son afectos de la li­
te éxito, como vimos en el capítulo anterior. Muchas de sus mitación. El mitp platónico decía que el amor es hijo de Pe-
sedicentes demostraciones no son sino elaboraciones concep­ nia y Poros, de laNabundancia y la escasez. Por debajo de
tuales de creencias previas. Uno de los motivos del fracaso es­ cada amor hay una carencia, una necesidad física y espiri­
triba en que las religiones, tras siglos enteros de rumia, han tual, y un movimiento hacia aquello que puede saciarlo.
elaborado conceptos e imágenes de Dios difíciles de raciona­ Nada de esto puede aplicarse a un Ser Perfecto, Inmutable,
lizar. Parecen complacerse en ir más allá de la lógica. En to­ Autosuficiente. Se habla de un Dios providente y vemos a
das ellas se convierte a Dios en una suma incomprensible de los hombres morir sin ser dichosos.
predicados contradictorios. Como decía Borges: «Dios es el Sébastien Faure, un anarquista francés, publicó un opúscu­
respetuoso caos de superlativos no imaginables.» Ásvaghosa, lo titulado Doce pruebas que demuestran la no existencia de
uno de los más importantes filósofos tempranos del budismo Dios. 177 Era un deísta convencido, creo, y por ello insiste en
hindú, habla así de Dharmakaya, de la realidad última: «No que su ataque no va dirigido contra el Dios de la filosofía,
es ni lo que es existente, ni lo que no es existente; ni lo que es contra el desconocido fundamento de la realidad. Es, pues,
a la vez existente y no existente; no es ni lo uno ni lo múlti­ un antipascaliano. «Es el dios de las religiones, el de la historia
ple, ni lo que es a la vez uno y múltiple, ni lo que no es a la religiosa de cada pueblo el que yo niego y voy a discutir», es­
vez uno y múltiple. Está totalmente más allá de la capacidad cribe. Le resulta muy fácil amontonar contradicciones. Las
conceptualizadora del intelecto humano.» «Entre tú y yo sólo doce pruebas son las siguientes:
una delgada pared se interpone, que está hecha de imágenes
tuyas», escribe Rilke. Schillebeeckx, un teólogo católico, llega 1. La acción de crear es inadmisible. Aunque Faure no
a decir que incluso la persona de Jesús puede ser un obstáculo lo menciona, esta idea fue mantenida por los jainistas
entre el hombre y Dios, afirmación que no deja de ser nota­ hace muchos siglos. Sus filósofos se burlaban de los
ble, teniendo en cuenta que Cristo es el gran mediador para que pensaban lo contrario. «La creación», decían, «no
los cristianos.176 podría darse sin un deseo de crear.» Pero ¿cómo po­
En el círculo sagrado parece utilizarse una lógica diferen­ dría ser que un Dios no creador, de repente, se torna­
te y contradictoria, fuera de los límites de nuestra razón. Los ra creativo? Por el deseo, sin duda. Pero el deseo de
filósofos escolásticos zanjaron la cuestión diciendo que Dios crear implica una volición, una actividad egoico-emo-
es racional en sí (quoad se), pero resulta irracional para no­ tiva, una imperfección. Un dios creador es contradic-
126 127
torio, porque desea y es perfecto a la vez. Pero perfec­ de un autocontrol perfecto. La prescripción de la
to sólo puede serlo lo cumplido, lo completo, lo que inmovilidad ayuda a explicar por qué los ali’i divi­
no necesita, ni anhela, ni desea, ni echa en falta.178 nos no caminan sino que son transportados; ade­
2. El Espíritu puro no puede determinar el universo. más, esta costumbre revela que los ali Vpertenecen a
Materia y espíritu son por definición irreconciliables. una esfera superior (el cielo) que se contrapone a la
Como el agua y el aceite, que no pueden mezclarse. inferior, representada por la tierra».179
3. Lo perfecto no puede producir lo imperfecto. Sería 7. Un Dios que gobierna niega la perfección de un
una imperfección por su parte. Dios creador. Es' como un relojero que hiciera un
4. El Ser eterno, activo y necesario, no pudo estar inac­ reloj tan chapucero que necesitara estar vigilándolo
tivo o ser innecesario. Un dios dormitando en el va­ constantemente.
cío, como lo presentan las cosmologías, tiene poca 8. La multiplicidad de los dioses atestigua que no exis­
prestancia. Los griegos dirían que su actividad era te ninguno. Dios no sería justo si se presentara a
pensarse a sí mismo, y la teología católica que era unos hombres sí y a otros no, a unos de una manera
amarse a sí mismo, pero ninguna de las dos cosas y a otros de otra.
permiten después pasar a una creación externa. Si 9. Dios no es infinitamente bueno: la existencia del in­
embelesan a Dios deben embelesarlo para siempre. fierno lo atestigua.
¿Qué acontecimiento habría podido inducir a Dios 10. O Dios quiere suprimir el mal y no puede, o puede
en su soledad para comenzar a crear después de no suprimirlo y no quiere. En ambos casos, su bondad
haberlo hecho durante eternidades? queda en entredicho.
5. El Ser inmutable no puede haber creado. Crear es un 11. Dios es un juez indigno, si es verdad que castiga al
cambio. Ahí es nada, pasar de ser todopoderoso a te­ hombre, porque el hombre no es responsable de su
ner frente a él al ser humano, libre y, por lo tanto, li­ situación, no puede elegir ser o no ser. Cuando
mitador de la omnipotencia divina. Si Dios creó al quiere darse cuenta se encuentra ya viviendo. La
hombre libre, estableció un dominio donde no podía responsabilidad del mal moral es imputable a Dios,
intervenir. Dejó, pues, de ser todopoderoso. Se ano­ lo mismo que la del mal físico.
nadó, como dice San Pablo. 12. Dios viola las reglas fundamentales de la equidad.
6. Dios no pudo haber creado sin motivo: pero es im­ Hace a los seres demasiado diferentes de los otros.
posible encontrar alguno. Rapoport pone un ejemplo Permite el nacimiento de niños deformes o enfermos.
acerca de la dificultad de armonizar el deseo con la
dignidad. Para los hawaianos y los polinesios, los De este repertorio de acusaciones tópicas, algunas reite­
grandes jefes «están libres de deseo, exactamente rativas, sólo me interesa decir que van dirigidas contra los
igual que los dioses. La pereza para un jefe es un de­ dioses religiosos. Faure se refiere sobre todo al Dios cristia­
ber, no un vicio. Es una manifestación de su absoluta no, pero las críticas pueden ampliarse a otras religiones. Al
plenitud, de la ausencia de toda carencia, y además haber hecho a Dios amante y justo, creador trascendente e
129
inmanente al mundo, omnipotente y compasivo, inteligente enrosca en el espíritu y lo hace desaparecer, como el ficus es-
y libre, providente y bueno, se crean contradicciones difícil­ trangulador aniquila los árboles a los que abraza. La letra de­
mente resolubles. No me extraña que recientemente Hans vora todo. Hay un «misticismo de la exégesis», según Henri
Jonas, un filósofo-teólogo, al preguntarse sobre cómo se pue­ Lubac, expresión que me pasma.181 La escritura fue mortal
de pensar a Dios después de Auschwitz, responda que hay para las religiones, porque permitió la divinización del
que pensar en un Dios que al crear el mundo se niega a sí texto.182 Nuestra imaginación es tan poderosa que pare in­
mismo y acepta sufrir con él. Niega su eternidad, y su omni­ cansables imágenes en las que descansar. Al final, la adora­
potencia, que le parece un concepto absurdo. No es impasi­ ción a un Dios espiritual se concreta en la devoción a una
ble, está a merced de los humanos, es un Dios preocupado, y imagen de la parroquia. La Virgen de los Reyes frente a la
se siente amenazado por la libertad que dio a sus criaturas.180 Virgen de los Desamparados. El Cristo del Cachorro contra
¿En qué consiste este Dios anonadado? No me lo pregunten. el Cristo de la Piedad. El juego de la imaginación, por ejem­
Cuando la religión se vueve hacia la filosofía para pedirle plo, en esa fascinante obra que son los Ejercicios espirituales,
que justifique o demuestre estos predicados fruto de una de San Ignacio de Loyola, es intoxicante como una droga.
conceptualización religiosa, recibe respuestas dóciles pero de Mientras que la espiritualidad oriental pretende liberarse de
poco valor. No hay nada que un razonador habilidoso no todas las imágenes, la occidental busca apoyo en las imáge­
pueda hacer verosímil. A mí me parece mucho más sensato nes. La oposición entre los iconólatras, los adoradores de
dejar al dios religioso dentro del mundo religioso, insistir en imágenes, y los iconoclastas, sus destructores, sigue vigente
la pobreza de nuestros modos de conocer, y admitir que las desde tiempos inmemoriales. Ya en la Biblia se habla de la
contradicciones aceptadas por la religión no son más que un propensión de los seres humanos a adorar imágenes. Ahora
método para romper la lógica natural, pero que no dicen los talibanes destruyen las imágenes de Buda. En esto, la his­
nada pensable. Con gran impertinencia me atrevo a reco­ toria ha cambiado poco.
mendar a las religiones que limpien sus credos de excrecen­ Hay una anécdota patética y reveladora. Cuando en el
cias inútiles, de ese ramaje figurativo, meramente retórico, año 339 Teófilo, patriarca de Alejandría, condenó el error de
que oscurece más aún su contenido. Necesitan una poda ico­ los antropomorfistas, que afirmaban que Dios tenía cuerpo
noclasta. humano, hizo que la carta pastoral se leyera en todas las co­
Una de las lecturas más sofocantes a la que puedo some­ munidades de anacoretas desperdigadas por el desierto. Al
terme es la de los textos exegéticos, que intentan explicar to­ escucharla, el anciano Serapion se tiró al suelo, llorando
das las frases de la Escritura, sus metáforas o anécdotas, dán­ amargamente: «¡Ay, miserable de mí! ¡Me han quitado a mi
doles un significado trascendental. Miento, no uno, sino Dios y no tengo a quien allegarme, ni sé a quién adorar o di­
cuatro al menos: literal, alegórico, moral y místico. Esta pro­ rigirme!» El pobre monje, que había aguantado mortificacio­
liferación imaginativa, ese barroquismo locuaz, que llega a la nes y espantos, no pudo soportar la noticia de que Dios era
exasperación, por ejemplo, en San Bernardo, capaz de inter­ un ser espiritual.
pretar los siete vagidos del niño Jesús en el pesebre o lo que No hace falta irse tan lejos para ver la facilidad con que
le echen, acaba creando un mundo irreal, invasivo, que se las imágenes idólatras se mezclan con los conceptos religio­
130 131
sos. Miguel de Unamuno escribió uno de los textos más es­ do conocer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar?, eran las
túpidos que he leído: tres preguntas kantianas.
A la pregunta por lo que son las cosas comenzó a res­
Adiós, mi Dios, el de mi España. ponder el mito y ahora responde la ciencia. Sin embargo, las
adiós mi España, la de mi Dios, religiones admiten otra experiencia y otra realidad. En la ac­
se me ha arrancado de viva entraña tualidad, la pregunta por Dios casi puede formularse dicien­
la fe que os hizo cuna a los dos. I do: ¿Hay algo más allá de la ciencia?
Las preguntas por lo que se debe hacer condujeron tam­
Esa idolatría tan burda, ese espiritualismo castizo, ese \ bién a las religiones, que proporcionaban un fundamento de
cristianismo de boina y exabrupto, le hace decir: «la agonía | autoridad para los preceptos y las normas vitales. Ahora han
de mi España es la agonía de mi cristianismo», lo que le i sido sustituidas por una ética laica, lo que ha hecho perder a
pone a la altura del monje Serapion. El paisanaje religioso la religión otra de sus funciones.
me hace desear que las religiones se desembaracen de tanta Por último, la religión contestaba a la pregunta: ¿Qué va
costra acumulada. a ser de mí? Y sigue contestándola. Este es el dominio donde
Por mi parte, dejo por ahora las religiones y sus dioses la religión tiene menos competidores. Algunas de ellas, como
para seguir tras los objetivos de esta investigación. Si no exis­ la budista, debe su éxito en Occidente a que promete una
tiera la palabra Dios, con su confuso cortejo, ¿tendríamos salvación cotidiana, poco religiosa y no muy exigente.
necesidad de inventarla? ¿Está tan claro que la ciencia agote el conocimiento de la
realidad? Creo que está más bien muy oscuro. Al menos si
entendemos por ciencias sólo las llamadas positivas. Para
mostrarles que hay otras ciencias posibles, voy a introducir al
2 lector no especializado en una bella creación de la inteligen­
cia científica. Se llama ontología, una palabra compuesta de
La presencia ubicua de las religiones en todas las culturas dos términos griegos: ontos, que significa «los seres», «los en­
permite suponer que son respuestas estándar a intereses uni­ tes», «las cosas», y logos, que quiere decir «ciencia». Es la
versales. Los intereses se concretan en deseos, y algunos de­ ciencia de lo que tienen en común todos los seres. Las demás
seos se concretan en preguntas. Preguntar es una constante ciencias estudian dominios concretos de la realidad. La ma­
humana y parece que los grandes tipos de preguntas tam­ teria en general, la materia astronómica, la materia viva, los
bién: ¿Qué es? ¿Por qué es así? ¿Para qué? ¿Cómo podré ha­ organismos complejos, los fenómenos psicológicos, etcétera.
cerlo? La pregunta implica un interés que delimita la res­ La física, la química, la biología, la fisiología, la psicología y
puesta pero que, claro está, no la determina. Marca un muchas otras ciencias se han repartido esas regiones de seres.
hueco, sin saber si algo podrá llenarlo. Los seres humanos de He mencionado varias veces la palabra «realidad» por­
todas las épocas se han preguntado acerca de las cosas que que, en efecto, todas las ciencias se interesan por ella. Llamo
afectaban irremediablemente a sus propias vidas. ¿Qué pue- «realidad» al conjunto de seres, propiedades, relaciones, fuer­
132 133
zas, que existen con independencia de que el ser humano las por cierto, el problema de la muerte. Existe el cuerpo vivo,
piense, que no se agotan, pues, en su ser conocido. La mate­ existe el cuerpo muerto, pero su esencia ha cambiado.
ria y sus leyes, los astros y sus movimientos, existían miles de Casi sin darnos cuenta hemos entrado en los dominios
millones de años antes de que el hombre existiera. No nos de la ontología. Hemos aprendido que la realidad material,
necesitaban para ser. En cambio, la potencia fruitiva del la única que por ahora conocemos, es una estructura de
agua tuvo que esperar a que apareciéramos los vivientes be­ esencia y existencia.
bientes para surgir.
Los seres reales nos imponen su existencia, tenemos que
contar con ella, con su efectividad, incluso cuando no cono­
cemos su contenido. Entro en una habitación oscura. Tro­ 3
piezo con algo. No sé qué es, pero sé que es, que existe, que
su presencia es un obstáculo que impide mi paso. Palpo su La experiencia perceptiva, que es el origen de nuestro
bulto, tanteo su peso, intento conocer su índole. Quiero ir conocimiento, nos pone en contacto con la realidad. No es
más allá de la constatación de su existencia, de su estar ahí gran cosa, pero es lo único que tenemos a mano. Es verdad
parada frente a mí, para conocer lo que es, su naturaleza, su que la inteligencia humana no se conforma y pronto empie­
esencia. Lo existente me resiste, se me resiste. za a inventar. No sólo experimentamos realidades, sino que
Ésta es nuestra permanente situación en la realidad. Los experimentamos también irrealidades, es decir, entidades que
seres se me oponen como dotados de una cierta autonomía, han sido creadas, producidas, mantenidas por la inteligencia
son de suyo lo que son, van a su aire. Frente a mí tengo un al­ humana. No existen si no las pensamos. Irrumpieron en el
cornoque llenando el espacio. Puedo girar a su alrededor. universo tras la aparición de la especie humana. Por ejemplo,
Está ensimismado en crecer. Lleva aquí más de cien años. Ha lo que llamamos «valores»: lo agradable y desagradable, lo
cambiado, sin dejar de existir. Pero si se declarara un incen­ atractivo y lo repulsivo, lo bello y lo feo. Nada nos autoriza a
dio y ardiera, con ese fuego doblemente vivo e hiriente con pensar que la luna es bonita para el sol. Ni que para la man­
que arden los árboles, sucedería un fenómeno enigmático. El zana que cae la gravedad sea un insulto.
árbol dejaría de ser árbol y se convertiría en otra cosa: calor, Las matemáticas son una de esas irrealidades inventadas
elementos gaseosos, cenizas. Ya no es lo que era. Su esencia por la inteligencia. Las pongo como ejemplo para explicarles
ha cambiado. Lo que existía como árbol existe ahora como que los seres irreales, aunque sean creaciones de la inteligen­
conjunto disperso de entidades. ¿Por qué me intriga una cosa cia, no tienen por qué ser creaciones arbitrarias. Podemos no
tan obvia? Porque, dicho con una terminología sencilla aun­ inventar un polígono de 7.837 lados, pero si lo hacemos no
que parezca amenazadora, la esencia cambia, pero la existencia podemos crearlo arbitrariamente. No podemos hacer que to­
permanece. Hace ya muchos años que la física descubrió la ley dos los lados estén unidos por ángulos rectos, por ejemplo.
de conservación de la materia. Nada se crea ni se destruye, Esa legalidad intrínseca a la irrealidad es lo que fascinó a los
solamente se transforma. Dicho en nuestra terminología: defensores del argumento ontològico para demostrar la exis­
cambian las esencias pero la existencia se mantiene. Ése es, tencia de Dios. ¿Lo recuerdan? Produjeron un concepto: Va­
134 135
mos a pensar a Dios como aquello mayor de lo cual no po­ círculo religioso del círculo natural. En ella se basa la ciencia.
demos pensar nada. Es lo más poderoso, lo más real, lo más Hay una sintonía entre nuestros órganos de los sentidos y las
sabio. De ahí sacaron, con toda consecuencia, que había que propiedades de las cosas, que nos permite ser conscientes de
pensarlo como existente. Pero todo ello pertenecía a una ló­ algunas de ellas. Toda la riqueza visual del mundo se debe a
gica de la irrealidad. Si pensamos a don Quijote como hom­ la capacidad de nuestra retina para reaccionar ante una estre­
bre, a pesar de ser un personaje de ficción no puedo hacerle cha franja del espectro electromagnético, que va del infrarro­
al mismo tiempo hombre y más ligero que el aire. Si pienso jo hasta el ultravioleta, y a la que llamamos luz visible. Ella
a Dios como el ser dotado de todas las perfecciones, tengo nos trae mensajes de las cosas que nuestro cerebro, después
que pensarlo como existente. Pero si no lo pienso, se esfuma. traduce. Nos proporciona información sobre nuestro entor­
Es creación mía. no y sobre nosotros mismos. La adecuación a la realidad de
Tenemos, pues, entidades reales y entidades irreales. A las grandes hipótesis astrofísicas se confirma cuando se pue­
veces confundimos unas con otras. La persona que tiene alu­ den comprobar visualmente en un espectroscopio determi­
cinaciones considera como realmente existentes voces, figu­ nadas franjas de color. Toda la grandeza de la teoría se dilu­
ras, actos, que han sido producidos por su cerebro. Pierre Ja- cida en un humilde contador.
net, un psiquiatra por el que siento gran admiración, y que Les pondré un ejemplo. La teoría de cuerdas es la más
estudió la patología de los fenómenos religiosos en su obra innovadora y revolucionaria teoría física en la actualidad.
De la angustia al éxtasis,183 describió un caso de posesión dia­ Pretende unificar todo lo que sabemos sobre la materia. Des­
bólica que curó. Achille, el paciente, veía cosas terribles: de hace años conviven dos grandes teorías físicas: la mecá­
nica cuántica, descripción del comportamiento de las par­
El demonio estaba en la habitación, rodeado de una tículas elementales, y la teoría de la relatividad general,
muchedumbre de pequeños diablos, cornudos y gesticu­ descripción de la gravitación en el universo. La teoría de
lantes; además, el demonio estaba dentro de él mismo, y le cuerdas integra las dos, sustituyendo todas las partículas ele­
forzaba a pronunciar blasfemias horribles.184 mentales descubiertas por minúsculas cuerdas que vibran en
un espacio de nueve dimensiones. La teoría es matemática­
Dejaré las entidades irreales para concentrarme en la rea­ mente elegante, pero no se ha conseguido demostrar su reali­
lidad. dad, porque no se han observado ninguno de sus elementos,
y está, por lo tanto, en estado de verdadprivada, en la cabeza
de sus defensores. Se espera que el Gran Colisionador de
Hadrones, que entrará en servicio en el Laboratorio Europeo
4 de Física de Partículas, en Ginebra, permita «ver» algún ras­
tro de esas cuerdas, medir alguna de sus propiedades. Tal vez
Ya he dicho que el conocimiento de lo real tiene su ori­ se observen unas hipotéticas partículas muy pesadas, las spar-
gen en la percepción sensible. Esta afirmación constituye la tículas. Una gigantesca teoría matemática está a merced de
creencia básica del mundo profano. Es ella la que separó el una imagen en un sensor.
136 137
En este capítulo estamos en el mundo profano y, por lo Como verán, soy muy cauto. Nada digo de otras posi­
tanto, hay que aceptar sus reglas: no hay ciencia sobre lo real bles realidades. ¿Existen los espíritus? Hasta ahora ninguno
que no se base en la percepción sensible. Ya les dije que esto de ellos ha pasado lo que consideramos criterio científico de
era un acto de fe, pero que funciona. La información que nos realidad. Tampoco digo nada acerca de la fiabilidad de la
proporciona la percepción es doble, se da en dos niveles dis­ percepción. Las alucinaciones nos han enseñado que las evi­
tintos, y en esta dualidad encontramos de nuevo la distinción dencias perceptivas pueden ser también erróneas en su atri­
entre esencia y existencia de que les hablé antes. La percep­ bución de la existencia, por desgracia.
ción -visual, táctil, auditiva, olfativa- nos proporciona datos Las ciencias, al estudiar la realidad, se han centrado en lo
sobre las cosas, sobre «sus colores, sus perfumes, sus sabores», que las cosas son y en su modo de comportarse. Han explo­
que nos van a permitir conocer su naturaleza, su forma de tado el dominio de las informaciones esenciales, de los con­
ser, su esencia; pero además nos dice que el objeto del que tenidos. A partir de los vegetales vistos, tocados, manipula­
proceden esos datos y los datos mismos existen. Jerome Gib- dos, la botánica ha ido ampliando sus conocimientos acerca
son, uno de los más concienzudos estudiosos modernos de la de su estructura bioquímica, metabolismo, sistemas de re­
percepción, decía que los sentidos corporales cumplen una producción. Ha pasado de lo visible a lo imperceptible, que
doble función: nos proveen de sensaciones y nos proporcio­ ha tenido después que ser corroborado por la percepción
nan la irresistible convicción de la existencia del objeto.185 para unir las hipótesis sobre lo que podría ser, con la corro­
Son nuestro único nexo cognitivo con ella. Hay que advertir boración de su existencia, de que en efecto las cosas eran así.
que al percibir la existencia de algo somos puramente recepti­ Al unirse ambas líneas podemos decir: lo que afirma esa teo­
vos, pero no en los contenidos de esa información recibida ría es real. Pasteur afirmó la existencia de microbios antes de
como existente. Asimilamos los contenidos dándoles un sig­ que nadie los hubiera visto. Sus colegas no le tomaron en se­
nificado. Voy por un bosque de noche. Veo una sombra que rio, a pesar de las razones que esgrimió. Pero al final se vie­
se mueve. Me parece un animal, pero al acercarme comprue­ ron y entonces nadie pudo negarlos.
bo que era una rama. Esto es lo que existía frente a mí.
La ciencia quiere decirnos cómo es la realidad, y su pro­
yecto es muy hermoso. Como he dicho, no puede afirmar
categóricamente la realidad de una teoría si no puede enla­ 5
zarla con alguna experiencia (perceptiva) que la integre en la
existencia. La relación entre la observación y la existencia fí­ Enunciaré otra tesis mínima:
sica de lo observado plantea problemas importantes, pero
para nuestro argumento podemos aparcarlos y proponer una La ciencia accede a lo real a través de su aspecto esencial, es
tesis muy amplía, que espero que todo el mundo acepte: decir, del contenido de la experiencia.
La percepción es el órgano de conocimiento de la existencia ¿Qué entiendo por «acceder»? La informática ha puesto
de las cosas materiales. de moda esta palabra. Siempre llego al conocimiento de una
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cosa a partir de otra. Puedo acceder a las Meninas de Veláz- 2. El mundo que conocemos es un mundo material.
quez a través de la física elemental -y pesar el cuadro-, o a Pero hay un materialismo grosero y un materialismo transfi-
través de la química -y estudiar los pigmentos-, o a través de gurado. Comprendo que el científico que se pasa las horas
la neurología -y estudiar los fenómenos fisiológicos que su como Millikan, observando cómo caen gotitas condensadas,
visión provoca-, o desde la experiencia estética. Cada puerta o como Watson y Crick intentando colocar los elementos
de acceso me permite ver el mismo cuadro, pero con una luz químicos en una estructura geométrica, tengan una visión
diferente. No cambio el cuadro, sino el sesgo interpretativo muy soberbia y ramplona de la materia. ¡Han permitido me­
de la mirada. Acabo de ver una exposición de Monet. Su dir la carga del electrón o desarrollar la ingeniería genética!
gran innovación consistió en que no quería acceder al paisaje Pero si más allá de las ciencias concretas, aunque sin salir de
a través de la forma, sino a través de la luz. Para él, cada vez ellas, vamos desde la psicología a la neurología, y desde allí a
que cambiaba la luz cambiaba el paisaje, aunque los puentes la bioquímica, a la química a secas, a la física, a la astrofísica,
de Londres o las fachadas de las catedrales que estaba pintan­ la materia nos ofrece un panorama mucho más poderoso,
do se mantuviesen idénticas. Una historia hindú cuenta que enigmático y poético. En la materia originaria, ese punto de
varios sabios ciegos intentaron conocer lo que era un elefan­ densidad infinita con que comenzó todo, estaban incluidas las
te. Uno se agarró a una pata y lo experimentó como una co­ leyes de la materia, la posibilidad de originar la vida, la posibi­
lumna, otro a la trompa, que era como una serpiente, otro lidad de originar los fenómenos conscientes, y la posibilidad
trepó al lomo, que le pareció una montaña, y otro palpó el de hacer ciencia que descubriera esa formidable genealogía.
colmillo, que interpretó como una gigantesca espada. Pues
bien, a lo real puedo acceder a través de la esencia -así lo ha­ Esa materia, sobre la que proyecto lo que la ciencia me
cen el sentido común, la ciencia y la técnica- y también se dice, se vuelve asombrosa. No sabemos qué otras posibilida­
puede acceder a partir de su existencia, es decir, tomando el des incluye. Nada nos obliga a pensar que ya ha expuesto to­
existir como punto de arranque, como marco de interpreta­ das sus posibilidades evolutivas. Por eso la llamo materia
ción, como inicio de la investigación. abierta, materia transfigurada, materia trans-finita, usando
un término matemático, y me declaro un materialista abier­
to, que es, ya lo comprendo, muy poco decir. La ontología
tiene que contar con lo que la ciencia dice, y lo que dice a
6 este respecto es que la materia es abierta, dinámica, ordenada,
universal, evolutiva, constructiva, emergente, viva, consciente,
Esta ontología telegráfica que les estoy comunicando va personal. No es toda personal, esto en principio sólo lo es el
a constar de muy pocas afirmaciones: hombre, no es toda consciente, no es toda viva. Por último,
como la materia se convierte en energía y viceversa, de acuer­
1. En los seres reales está justificado distinguir lo que do con ecuaciones precisas, tenemos que admitir que hay
son y el hecho de que existan, entre el ser ahí y el ser así, en­ una energía abierta, dinámica, ordenada, universal, evoluti­
tre la esencia y la existencia. va, constructiva, emergente, viva, consciente y personal.
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De vez en cuando se oye decir que la ciencia está alcan­ del conocimiento. Conocemos la realidad porque es existente
zando ya sus últimos objetivos. A mí me parece, por el con­ y porque entra en relación con nuestros existentes sentidos,
trario, que nos quedan por descubrir propiedades fantásticas cuyas aprehensiones son elaboradas por nuestra existente in­
de la materia. Por ejemplo, el tipo de energía direccional que teligencia. Esta simultánea ubicuidad y evanescencia del exis­
ha permitido la evolución constructiva. tir ha hecho que cuando alguien ha conseguido percibirlo se
Todo esto pertenece al nivel esencial de nuestro conoci­ haya sentido sobresaltado, embargado o admirado.
miento, que es el que estudian las ciencias. Pasemos ahora al Lo aclararé con un ejemplo de la gran tradición europea.
otro nivel, el existencial. Uno de los textos que más influencia han ejercido sobre
nuestra historia intelectual es el Poema de Parmenides.186
¿Por qué provocó ese pasmo un poema que parece decir tan
poca cosa? Porque presentaba como una revelación, como un
7 descubrimiento, algo que estaba desde siempre a la vista de
todos: que las cosas son, que las cosas existen. Y que como el
Mientras que el mundo de las esencias se ha estudiado no-ser no existe, siempre, vayamos por donde vayamos, an­
con una insistencia casi obsesiva, sobre la existencia apenas damos pisando el seguro enlosado del existir. En él somos,
se ha investigado. Debería haberlo hecho la filosofía, pero nos movemos y existimos.
como Heidegger escribió: «Lo característico de la metafísica Parménides hace una introducción que recuerda un as­
es que en ella, de un modo general y sin excepción, de la censo místico, cosa nada extraña dada la peculiar índole de
existencia, si es que se trata de ella, se trata sólo de un modo su descubrimiento:
breve y como algo evidente y de lo que no hace falta hablar.»
Se la admite como condición indispensable de la realidad, Los caballos que me arrastran,
sin indagar más. Parece que no puede irse más allá de esa tan lejos como mi ánimo deseaba,
afirmación. El existir se hace transparente, como si se agota­ me han acompañado,
ra en presentar lo que las cosas son. Kant, que estuvo muy cuando me condujeron guiándome al famoso camino
intrigado por el asunto, acabó describiendo la existencia [de la diosa,
como una «posición absoluta». Lo que quería decir es que se que lleva al mortal vidente a través de todas las ciudades.
la afirmaba absuelta de toda referencia al sujeto.
A mí me interesa estudiar científicamente el existir. Creo Quien habla es, pues, un vidente, que marcha desde la
que es posible hacerlo. Toda ciencia, para ser posible, necesita morada de la Noche hacia la Luz. La diosa va a mostrarle la
una percepción sensorial en su arranque, un sistema concep­ verdad perfecta, rotunda, redonda, apabullante.
tual coherente, y un modo de corroborarlo en la percepción Sólo hay dos caminos.
de nuevo. Pero la ciencia del existir se hace extremadamente El del Ser, que es practicable. Se puede pensar.
difícil por la transparencia de su objeto y, además, por una es­ El del No-ser, que es impracticable, no se puede pensar.
pecial característica: ese objeto -la existencia- es la condición Sólo un discurso como vía queda: ES.
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Ésta es toda la revelación. Pero Parménides empieza a cipio de referencia, como sujeto del que se va a afirmar algo.
meditar sobre esta afirmación tan simple. Lo que no es, lo ¿Y qué afirma esa frase?: que no soy murciélago. La nada o el
que no existe, no puede producir nada, ni fragmentaciones, no-ser son una ficción, una ilusión lingüística. La etimología
ni diferencias, ni límites. ¿Qué podría limitar la existencia? lo dice bien claro. «Nada» deriva del participio del latín nas-
Nada. La existencia no, porque es ella misma. La no existen­ ci, «nacer». Significa por tanto «algo nacido». Lo mismo su­
cia tampoco, porque no existe. cede en francés. Las palabras francesas point, pas, personne
Pensar el existir -es un verbo, un dinamismo, un per­ tienen ahora un significado negativo que no tenían en su
manecer activo- es difícil y se contamina fácilmente con origen, cuando significaban «punto», «paso» y «persona».
imágenes engañosas. Por ejemplo, se lo suele oponer a la Pero su frecuente uso en frases negativas (// n ’avait personne:
nada. La «nada», esto es lo que vio Parménides, no se puede no había nadie), ha vaciado su sentido afirmativo por in­
pensar. A lo más se la puede imaginar como un vacío. Pero fluencia de la poderosa negación. Esto resulta todavía más
un vacío es un hueco dejado por algo. Esa nada de la que claro en rien, que ahora significa «nada». Ríen deriva del la­
hablamos no es más que una negación de algo. Es, pues, tín rem, cosa. En francés antiguo se decía «la rien (cosa) que
posterior a la afirmación. La inteligencia humana es funda­ más amo en el mundo». En la actualidad ha perdido todo
mentalmente afirmativa: ve lo que existe. Y, a lo más, echa vestigio de significado positivo.
en falta, por un juego de la imaginación y la memoria, Cuando utilizamos las negaciones como sustantivos,
aquello que esperaba que existiera. Conocer, en su sentido como si fueran algo, dándoles consistencia de ser, el lenguaje
pleno, implica dejarse impresionar por la energía real de las se hace un gran lío. No estamos bien preparados para la lógi­
cosas. Los antiguos decían que en el acto de percibir la reali­ ca de las negaciones. ¿Quién ha llamado?, preguntamos. Na­
dad no puede haber falsedad. Es siempre terreno manifesta­ die, nos responden. Gramaticalmente parece, pues, que don
tivo. El error y el no ser se dan sólo en el juicio, es decir en Nadie, un personaje fantasmal, ha llamado realmente a la
esa función del pensamiento por la que decimos algo de puerta. Es evidente que la respuesta correcta hubiera sido:
algo, por la que atribuimos un predicado a un sujeto. En­ «No han llamado.» La negación tiene que estar en el hecho,
tonces sí puedo decir: no en el personaje que ha realizado el hecho inexistente. Lo
que no ha sucedido no puede tener protagonista.
El aire no es montaña La negación produce espejismos, porque la tenemos que
El pájaro no es árbol, no es agua, no es ni siquiera fuego. pensar forzosamente como algo positivo. Es un pequeño frau­
de del pensamiento. Este engaño provocó un episodio menor
A las claras se ve que lo único que estamos haciendo al de la historia de la teología occidental, muy divertido e intere­
utilizar el no-ser es afirmar (no negar) que no es adecuado sante. La historia de Nemo («Nadie», en latín). Un tal Radol-
predicar «árbol» de «pájaro» o «río» de «montaña». Los jui­ fo, probablemente francés, compuso una Historia de Nemo,
cios negativos son siempre una afirmación enmascarada. Ha­ de la que sólo nos quedan testimonios de los siglos XIV y XV.
gan la prueba. Gramaticalmente el sujeto siempre se afirma. Nemo, el protagonista de la narración, es una criatura igual
«Yo no soy murciélago.» El Yo está afirmado ahí, como prin­ por su naturaleza, condición y fuerza excepcionales a la se-
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gunda persona de la Santísima Trinidad, es decir, al Hijo de 8
Dios. Radolfo descubrió su existencia en muchos textos bíbli­
cos. Donde los demás leían «nemo» como «nadie», él lo leía ¿Qué podemos decir del existir? ¿Cuál sería el contenido
como un nombre propio. Por ejemplo, la escritura dice Nemo de su ciencia? No me atrevo a hacer grandes proclamaciones.
Deum vidit, que generalmente se traduce por Nadie ha visto a Existir confiere efectividad a lo real. Es lo que hace que los
Dios. Pues bien, Radolfo leía en cambio: Nemo (una persona seres ejerzan sus propiedades, causen, desplieguen su dina­
llamada así) ha visto a Dios. Al interpretar esa palabra en posi­ mismo, vivan, piensen. Lo meramente posible carece de esa
tivo, Nemo se iba cargando de los atributos más fantásticos: capacidad. El agua puede convertirse en hielo, es decir, tiene
Nemo es mayor que Dios, Nemo conoce las intenciones de entre sus posibilidades las propiedades de un cuerpo sólido,
Dios, Nemo puede hacer que un cuadrado sea redondo, Nemo pero hasta que no exista como hielo, no puede ejercerlas, no
puede ser y no ser al mismo tiempo. son efectivas.
Esta superteología negativa, mero espejismo gramatical, Del existir deriva el poder de lo real. Es el momento afir­
impresionó a muchos contemporáneos, porque de crédulos mativo, mientras que la esencia es el momento configurador.
ha andado siempre el mundo sobrado, dando origen a la Existir actualiza las potencialidades de la realidad. La reali­
«Secta neminiana». Un tal Stéphane, de la abadía de Saint- dad, tal como la conocemos, tal como nos la presenta la
Georges, se levantó contra ella, escribió una obra denuncian­ ciencia, tiene un fabuloso poderío innovador. Cuando sólo
do los errores neminianos y exigió al Concilio de París que la existía un universo incandescente, explosivo, estrictamente
condenara.187 inorgánico, ya había en él una posibilidad de vida y de pen­
A muchos de los que hablan de la nada en positivo había samiento, puesto que de esa masa ígnea salieron millones de
que incluirles en la secta neminiana. Hablar de crear el mun­ años después los organismos vivos y los seres humanos. Esas
do de la nada no es que sea verdadero o falso, es que es im­ posibilidades sólo se hicieron actuales, reales, al existir. Pode­
pensable. Hemos nacido en la realidad, nuestra inteligencia mos considerar existir como la actualización de lo posible.
está hecha para conocer la realidad, y la única «nada» que co­ ¿Cuál es la relación del existir con el conocimiento? Nues­
nocemos es meramente lógica: el contenido de un juicio ne­ tra inteligencia va dirigida a lo que las cosas reales son. Nece­
gativo. Podemos, pues, decir de dónde procede la «nada» (del sitamos conocerlas, evaluarlas, hacernos con ellas o evitarlas.
pensamiento), pero no de dónde procede el existir. Somos se­ Pero podemos hacerlo precisamente porque existen y existi­
res afirmativos en primera instancia, porque la realidad a la mos. Pero el existir posibilita el conocer de lo real sin hacerse
que pertenecemos es afirmativa. Somos la proclamación ine­ presente, como si se volviera transparente. Acompaña a todas
vitable del existir. nuestras experiencias, pero sin convertirse en tema de ningu­
Éstas son las cosas que nos ha enseñado Parménides. na de ellas. Es co-experimentado en silencio. Hace, pues, po­
sible el conocimiento de lo real, sin hacerse explícito.
Los filósofos antiguos distinguían entre aquello que co­
nocemos (término ad quem) y aquello por medio de lo cual
conocemos (término a quo). Por ponerles un ejemplo muy
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rústico: la luz me permite contemplar el paisaje. No puedo Deum in quolibet cognitio».195 Todos conocemos implícita­
contemplar la luz sin objeto iluminado. Pues lo mismo pasa mente a Dios en cualquier conocimiento. En fin, como era
con el existir. Me permite conocer lo que no es él: el mo­ de esperar de un teólogo consecuente, Tomás de Aquino ha­
mento esencial de lo real. bría caído bajo las furias que condenaron el ontologismo, que
Me gustaría poner ejemplos, pero no quiero enrevesar el ya mencioné más arriba y explico en las notas.
argumento. Por eso los transfiero a las notas. En ellas me refe­ Estas referencias históricas las doy únicamente con pro­
riré a san Buenaventura y la teoría del cointuitus: cada vez que pósito retórico, no argumentativo. Sólo quiero aprovechar lo
conocemos algo, conocemos a Dios.188 Y a la doctrina de los que en los filósofos hay de descripción, de afinamiento de
ontologistas, que defendían lo mismo,189 y al genial Spinoza, conceptos, de talento narrativo, más que la argumentación,
que ponía en el fondo de cada cosa un conatus, un esfuerzo que muchas veces no comparto. A efectos también retóricos,
para permanecer en la existencia.190 Sólo voy a referirme aquí, casi poéticos, menciono la descripción del existir que da To-
por su especial relevancia en la historia de la teología católica, más de Aquino:
a Tomás de Aquino, que trató este asunto de forma muy in­
novadora. Las criaturas se comportan respecto de Dios como el
Las criaturas -decía- son finitas, pero no por su existir, aire respecto del sol que lo ilumina. Mientras que el sol
sino por su esencia. La existencia es la máxima perfección del luce por su naturaleza, el aire se hace luminoso por partici­
ser. «Omnis nobilitas cuiuscumque rei estsibi secundum erre.»191 pación de la luz del sol, sin participar de la naturaleza sola.
Las cosas reciben toda su nobleza del existir. Es también lo Así, sólo Dios es por su propia esencia, porque su esencia
más íntimo de cada ser, lo que penetra hasta sus entretelas. es su existir; todas las otras criaturas son seres por partici­
«Esse autem est illud quod est magis intimun cuilibet, et quod pación, no porque su esencia consista en existir.196
profundius ómnibus inest.»in Nada puede añadirse al existir
puesto que lo único que podría ser extraño a él mismo es el Para terminar mencionaré a otro filósofo que ha hecho
no-ser, que no existe.193 del poder de lo real el centro de su ontología. Me refiero a
También del existir reciben las cosas su bondad. No hay Xabier Zubiri. No habla de «existencia», sino de «realidad»,
bienes inexistentes. La bondad no se alcanza por la esencia pero ya he explicado que, a mi juicio, existir es el elemento
-fantástica devaluación de los contenidos- sino del existir. efectivo, apoderdante, poderoso de lo real.
Incluso la humanidad «non habet rationem boni vel bonitatis Nuestro vivir, nuestro pensar, nuestro actual se funda en
nisi quantum esse habet».194 Sólo es buena o mala porque exis­ lo real. La realidad es nuestra fundamento definitivo:
te. ¿De dónde le viene al existir esa sobresaliente dignidad? Es última: en ella se fundan todas las demás característi­
Tomás de Aquino da un salto teológico de gran envergadura. cas que se puedan decir de las cosas, que sean montañas, áto­
Existir es Dios o una participación de Dios. «Aquello mismo mos o las cuatro fuerzas de la naturaleza.
que los hace existir es lo que hace a los seres participantes de Es posibilitante: hace posible la eficacia de la fuerza, la
la naturaleza divina.» Y como existir es el fundamento del co­ consistencia de la materia, la capacidad de la inteligencia.
nocer, resulta que «omnia cognoscentia cognoscunt implicite Me parece más acertado decir que es efectiva.
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Es impelente: mantiene a las cosas en su ser y en su ope­ bién existente. Las diferencias se dan en la esencia, no
ración. Algo parecido al «conato» de Spinoza.197 en la existencia. Tradicionalmente, la teología definió
a Dios por su autosuficiencia. Es el ser que existe por
sí mismo. En ese caso, el existir que percibimos en el
universo material es Dios o manifestación de Dios.
9 Vuelvo a decir que estoy diciendo muy poca cosa,
que esto es una tautología. Algo así como decir que el
Resumiré la investigación. La percepción sensible es el existir existe. Si llamamos al Ser autosubsistente
medio para captar cognitivamente la realidad material. Todo Dios, podemos decir que Dios existe, que existe
lo real tiene un momento esencial y un momento existencial. como universo material, y que por ahora no sabemos
Las diferencias proceden del momento esencial. El perro si existe además de otra manera -como espíritu, per­
existente, el átomo existente o el ángel existente se igualan sona trascendente al mundo material, Conciencia
en lo mismo: en su existir. Existir es único e ilimitado. Sólo pura, etc.
lo existente podría limitar a lo existente, pero ambos se da­ La ontologia estudia la existencia de Dios y a mi
rían en la misma dimensión. juicio debe declararse incapaz de averiguar nada acer­
Me animo a proponer cinco principios: ca de la esencia de Dios, salvo que, como la materia,
es parcialmente vivo, parcialmente consciente y par­
1. Principio de la materia abierta. La ciencia nos enseña cialmente personal. Averiguar la esencia de Dios es
que la materia inorgánica ha evolucionado hacia la tarea de las religiones. La ontologia deja al sujeto
materia viva, y ésta a la materia consciente, y ésta profano en la puerta del círculo sagrado. Entrar o no
hasta la persona humana, mediante colosales saltos de ya es cosa suya, no de la ontologia.
fase. No es posible demostrar que éste sea el punto fi­ 3. Principio de la conciencia. Con el ser humano aparece
nal de la evolución. Tal vez la materia, que ya nos ha en el universo una inteligencia consciente. Al refle­
dado tantas sorpresas, que se ha hecho tan voluble, xionar sobre sus propias acciones, percibe su exis­
poderosa y libre, tenga posibilidades aún implícitas. tir como «consciente, afectivo, donador de sentido y
Mi opinión es que la inteligencia humana es una creador». El actuar humano es una innovación onto­
gran posibilidad de la materia abierta, y que ella se lògica, porque aumenta las posibilidades de lo real.
encargará de proseguir la evolución de la materia. Hace aparecer grandes novedades: el mundo simbóli­
2. Principio de la existencia. La existencia es autosubsis- co, el arte, la ciencia, la ética. Amplía la esencia divi­
tente. Esta proposición me parece analítica. Lo úni­ na, si tomamos prestado el lenguaje al círculo religio­
co que dice es que el orden entero del existir debe so. García Bacca, un gran filósofo español, decía que
incluir en sí la existencia de sus condiciones de exis­ los grandes científicos y los grandes artistas son los
tencia. En otros términos: o el universo es autosub- más profundos teólogos. Son amplificadores de la di­
sistente o debe su existencia a otro ser, que sería tam- vinidad. Como metáfora exaltada, lo acepto. Percibir
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la energía creadora es sin duda una bella experiencia co. En él estamos, nos movemos y somos. Para el ser
de la divinidad, es decir, del existir en su forma in­ humano, su fulgor afirmativo emerge y se concreta
ventora.198 en la conciencia que tiene de la realidad. Por eso los
4. Principio de no causalidad. La autosubsistencia del maestros hindúes pensaron que el Absoluto, la fuente
existir niega el principio de causalidad. Existe algo última, la índole radical de la realidad, era la Con­
que no puede tener causa. Esta es la idea aprovecha­ ciencia, y que esa unión inevitable, que de puro sa­
ble de las demostraciones clásicas de la existencia de bida no nos maravilla, entre nuestro percibir y lo
Dios. Lo que sucede es que la utilizaban al revés. Se percibido, nuestro pensar y lo pensado, esa tenaz pre­
basaban en el principio de causalidad para después sencia íntima de la realidad ajena, la ligadura inque­
concluir que había una excepción al principio, lo que brantable que enlaza nuestra conciencia con las cosas
invalidaba la demostración. Me parece más adecuado de las que somos conscientes, era la última realidad.
comenzar negando el principio de causalidad como No hay por qué quedarse en esto. La dimensión divi­
principio trascendental que afecta a toda la realidad. na —la existencia de lo real—se despliega en materia
El análisis conceptual del hecho de que la realidad abierta, inventiva, que da sorprendentes saltos de
existe nos impone afirmar un principio de autosufi­ fase: de inorgánica pasa a orgánica, de orgánica a
ciencia. Algo, no sabemos cuándo ni cómo, existe sin consciente, de consciente a reflexiva y libre. Tene­
que tenga posibilidad de antecedente, que sería un mos, pues, que atribuir a la dimensión divina de la
no existir, un no ser, nada, una mera ficción de la in­ realidad todos esos rasgos que la realidad tiene.
teligencia humana. De lo ficticio no puede salir lo
real. ¿Podemos pasar de la dimensión divina de la realidad a la
5. Principio de la dimensión divina de la realidad. La rea­ afirmación de Dios? Veamos. ¿En qué consistiría ese paso?
lidad existe: ésta es su dimensión divina, que es afir­ En aislar, dentro de la realidad existente, una parte que fuera
mativa, autosuficiente, única, sin contrarios. Tiene la el origen del resto, unida y separada de él, creadora de algo
universalidad de las leyes de la naturaleza. Carece de exterior a ella misma, a la que podríamos considerar personal,
límites porque sólo podría limitarla lo no existente. es decir, inteligente, volente y libre. A tanto no llega, a mi pa­
Es enigmática por su carácter absolutamente positi­ recer, la filosofía. Tampoco creo que sea necesario. Podemos
vo, por su radicalidad: no hay más o menos en el decir que la divinidad es personal, puesto que refulge en la
existir. Se es o no se es. No hay nada fuera de ella, existencia personal del ser humano, y que es libre por la mis­
porque incluso las condiciones para su propio existir, ma razón, y que es omnipotente, en el sentido de que la rea­
si las tuviera, pertenecerían también al orden de lo lidad que existe es toda la potencia que hay. Y también po­
existente. No puede deducirse de otra cosa, porque demos decir que es buena cuando los seres humanos son
existiría también. Vayamos donde vayamos no sali­ buenos, puesto que «bondad» y «maldad» no son característi­
mos del ámbito del existir. La línea del existir se cie­ cas de la realidad sino de la condición humana.
rra sobre sí misma en un círculo cerrado y tautológi­ Si quieren una definición, se la daré. Dios es la sustantíva­
la
ción de la dimensión divina de la realidad. Nuestra inteligen­ no se adecuaban a la novedad de lo descubierto. Por ejem­
cia convierte en sustantivo todo lo que aspira a conocer/do­ plo, inventó el brillante concepto de «campo» (campo elec­
minar con facilidad. Del vivir saca «la vida», del comportarse tromagnético, campo gravitacional). Para describir un movi­
inteligentemente, «la inteligencia», del subir, bajar, correr o miento necesita conjugar ecuaciones locales y ecuaciones de
saltar, «el movimiento». Dios es un sustantivo, un concep­ campo. El campo ejerce una paradójica acción universal y
to, que inventamos para designar una dimensión de la reali­ concreta sobre la cosas. Actúa entero en cada punto. Bueno,
dad que percibimos. Karl Kerenyi ya advirtió que en sus orí­ pues tal vez haya que pensar la divinidad como un campo,
genes el griego no usaba la palabra thebs como sujeto, sino presente y trascendente a la vez. La existencia está presente
como predicado. Así, ante un acontecimiento admirable ex­ en cada ser como ilimitado campo de la divinidad.
clamaba Estin thebs!«Ahí se manifiesta el dios.» ¿Podemos ir más allá en la investigación? Sí, pero dentro
Un dictamen debe redactarse con precisión suficiente ya del círculo sagrado. Las religiones se proponen dar un
para que pueda ser criticado, por lo que, después de la lenti­ contenido vital, sensible, imaginativo, conceptual, práctico,
tud reiterativa de las explicaciones expresaré mi conclusión a la divinidad. La ontología, tal como la entiendo, sólo pue­
con una contundencia que parecerá petulante. Afirmo la di­ de afirmar la existencia de la divinidad. Las religiones inten­
mensión divina de la realidad, afirmo que esa dimensión di­ tan precisar su esencia.
vina se vuelve consciente -al menos- en el hombre, afirmo Ésta es la afirmación primera de mi dictamen. No es
que el ser humano es el encargado de dar sentido a la reali­ mucho lo que puede decir la ontología acerca de Dios, ya lo
dad, afirmo que en él emergen las cualidades personales y li­ sé, pero lo que dice me parece que lo dice seriamente. Desde
bres de la existencia, y también la verdad, la bondad y la be­ el círculo profano, desde su experiencia perceptiva, concep-
lleza en su sentido estricto, afirmo que en el ser humano se tualizadora, discursiva, corroborante, sólo conocemos la reli-
prolonga la acción creadora de la divinidad, y por ello afir­ dad material y los fenómenos conscientes. Por eso sólo se
mo que la realidad entera está bajo su cuidado. puede afirmar la existencia (dimensión divina) en esencia ma­
Con todas nuestras limitaciones, somos -hasta donde sa­ terial, sin prejuzgar si existe en otro tipo de esencia. El hinduismo
bemos, y sin excluir otras posibilidades- el momento ex-pre- habla de un Absoluto que es Conciencia, el islamismo de un
sivo, ex-plicativo, ex-periencial, ex-tático, de la realidad. Dios que es Misericordia, el cristianismo habla de un Dios
Cuando los místicos de todas las culturas cuentan la extraña encarnado. Yo hablo de un Dios materializado, biologizado,
experiencia de asistir al nacimiento de Dios en lo hondo de psicologizado, humanizado, dado a luz -es decir, percibido e
su espíritu, como Eckhart dice textualmente, creo que se es­ interpretado- en la conciencia humana. Es la divinidad ili­
tán refiriendo a algo parecido. mitada presente en lo minúsculo. Ya les advertí que era un
Para hacerse cargo intelectualmente de esa dimensión Dios profano.
divina que le incluye, y por tanto le desborda, el ser humano Resumo el argumento central de este capítulo, para que
ha creado el sustantivo «Dios». Podríamos haber creado sea más fácil de entender y, si es necesario, de criticar:
otros, y supongo que lo haremos. La ciencia ha inventado 1. La percepción sensible es el único enlace que tenemos
nuevos conceptos y nuevos lenguajes cuando los que tenía con la existencia de las cosas reales. Es un enlace imprescin­
154 155
dible, universal y digno de crédito. Por ello, la ciencia funda añadir también que el pensamiento no encuentra a Dios en
su conocimiento de lo real en la experiencia perceptiva. la dimensión esencial (no es una cosa entre otras cosas, un
2. Entiendo por realidad el conjunto de todos los seres, ente entre otros entes), sino en la dimensión existencial. La
propiedades, relaciones, fuerzas, que existen con indepen­ realidad en cuanto existente es divina. Dios ha de estar pre­
dencia de que el ser humano los piense, o tenga conciencia sente en toda la realidad.
de ellos. Se opone al mundo irreal, integrado por ficciones, 6. Elegir una de las dos posibilidades indicadas -si Dios
entes de razón, conceptos, sueños, que sólo existen mientras es toda la realidad o sólo una parte de ella, de la que procede
una conciencia los mantiene presentes. el resto—supone resolver el problema de la esencia de la divi­
3. La percepción proporciona al sujeto información so­ nidad sobre el cual la filosofía, al menos hasta donde yo lle­
bre el modo de ser de la realidad (cualidades, propiedades, go, no puede decir nada concluyente. De precisar la esencia
formas, medidas, procesos, etc.), e información sobre la exis­ de Dios se encargan las religiones, a partir de la experiencia
tencia de esa realidad (es decir, sobre su independencia res­ religiosa. Decir si Dios es espíritu (como dicen casi todas las
pecto del sujeto que la siente o piensa). Por ello, a partir del religiones), si es la realidad entera (como dicen los panteís­
análisis de la percepción distinguimos una dimensión esencial mos), si es un espíritu personal (como afirman el judaismo,
y una dimensión existencial de la realidad. Podemos separar­ el cristianismo y el islam), si es conciencia absoluta imperso­
las conceptualmente, aunque en la realidad se den siempre nal (como dicen los hinduistas y los budistas), si es una regu­
juntas: no hay esencias reales que no existan, ni existencias lación universal de la naturaleza (como dicen los taoístas y
reales que no tengan esencia. los confucianos) es asunto que excede a la filosofía. Los gran­
4. Atendiendo a su dimensión existencial, podemos afir­ des creadores religiosos, basándose en su propia experiencia,
mar que la realidad, el orden entero de lo real, es autosufi- han propuesto distintas formulaciones de la esencia de Dios.
ciente, es causa sui, su propia causa, se ha dado la existencia a
sí misma. Se trata de una afirmación puramente analítica.
Entendamos como entendamos la noción de causa, sólo
puede ser causa aquello que es previamente real. La nada no
puede causar ni producir. Por lo tanto, la realidad, concebi­
da como totalidad de lo existente, no puede tener una causa
(porque sería también real y estaría, por lo tanto, incluida
dentro del orden de lo real). El análisis de la realidad en su
conjunto invalida el principio de causalidad.
5. Si llamamos «Dios» a un ser autosuficiente, a un ser
que es su propia causa, o que es incausado, hay dos posibili­
dades. Una: que toda la realidad sea Dios. Otra, que sólo
una parte de la realidad sea Dios. Pero en ninguno de los ca­
sos podemos prescindir de Dios. Desde la filosofía podemos
156 157
VI. RECUPERANDO LA EXPERIENCIA RELIGIOSA Las religiones, recuerden el primer capítulo de este libro,
se han sentido fascinadas por el poder en lo real. A mí me
parece que estaban sintiendo el poderío de la existencia, lo
sorprendente de su aparecer, su autosuficiencia misteriosa.
Pero como la existencia es difícil de captar, se dejaron llevar
por el contenido de lo real. Adoraron al árbol, en vez de al
existir que se concreta en árbol. Otros espíritus religiosos
más refinados fueron capaces de alcanzar otra experiencia.
Esto es lo que quiero contar.
No soy yo el único en decir que el existir es el tema cen­
tral de la teología. Ya hemos leído antes los textos de Santo
Tomás. Paul Tillich, un teólogo protestante lleno de unción
1 y de entusiasmo, lo dijo tajantemente: «Discutir a fondo y
por completo la relación que media entre la esencia y la exis­
E1 capítulo anterior hablaba de un Dios absolutamente tencia significa exactamente desarrollar la totalidad del siste­
profano, basado tan sólo en la dimensión existencial de la per­ ma teológico.»199 En este punto dejo la filosofía y, como ob­
cepción sensible. Qué o quién sea Dios, es decir, su naturaleza servador, casi como turista, anoto las informaciones que me
o esencia, queda fuera del saber filosófico. O al menos del saber llegan del círculo sagrado. Me limito a transcribir, interpre­
filosófico que yo pueda tener. La percepción sensible no da tar y comentar lo que me dicen.
más de sí. O al menos no me lo da a mí. Son las religiones las
que, basándose en otros modos de acceso, se encargan de ha­
blar de lo que Dios es, de su naturaleza y de su comportamien­
to. No van a hablar científicamente de Dios, sino experiencial- 2
mente de Dios. No van a decir que el vino es básicamente
CH3-C H 2OH, sino que van a hablar de su sabor. No se fun­ Las religiones orientales, centradas en el conocimiento,
dan en la percepción sensible, sino en la experiencia afectiva, han considerado que la experiencia fundamental consistía en
degustativa, palpadora. ¡Es sorprendente la cantidad de metá­ percibir el Ser, con lo que espiritualizan toda su percepción
foras sensoriales, carnales, que usan los místicos! Lo que me de la materia. Intentemos acercarnos a esa experiencia. De
interesa en este capítulo es enlazar el resultado de la ontología entrada nos parece contradictoria porque afirma y niega la
con una parte al menos de la experiencia religiosa, que puede realidad, la aprecia y la menosprecia, se basa en los sentidos
interpretarse como experiencia del existir puro. ¿Qué pretendo pero pretende ir más allá de los sentidos. En Occidente com­
con ello? No intento dar validez a los contenidos de la expe­ prendemos mejor esa experiencia si la interpretamos como
riencia religiosa, sino proponer una explicación coherente -y, experiencia estética y no como experiencia religiosa. De paso
por supuesto, aventurada- de esos fenómenos. advertiré que tan rígidos compartimentos tendrían que ser
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desmantelados. Comenzaré citando unos comentarios de Su­ Da por sentada a la existencia, a ella que es principio de la ac­
zuki, introductor en Occidente del budismo zen, a un poe­ tividad.
ma de Basho, el inventor de los haikus, un poeta japonés del Hace falta, desde luego, una cierta candidez para admi­
siglo XVII: rarse por algo tan sencillo como la nazuna junto al seto. O
tal vez todo lo contrario: una gran sabiduría. Dice la tradi­
Yoku mireba ción que cuando Buda, tras haber andado inútilmente por
Nazuna hana saku los caminos de la meditación yogui y de las terribles ascesis,
Kakine kana. se preguntaba: ¿podrá haber otro camino hacia el despertar?,
(Cuando miro con cuidado, recordó una experiencia tenida mientras miraba la tierra sur­
¡veo florecer la nazuna junto al seto!) cada por un arado, un estado acompañado de profunda sere­
nidad, júbilo dichoso y plácida felicidad.201 Todo el budis­
Es probable que Basho fuera caminando cuando descu­ mo comenzó mirando un surco. Ni siquiera puedo imaginar
brió junto al seto una planta silvestre, insignificante, la nazu­ lo que podría surgir oyendo a Schubert.
na. «Éste es el hecho simple que el poema describe, sin que Hace muchos años me impresionó una costumbre navi­
exprese en ningún momento un sentimiento específicamente deña de la Provenza. En el belén colocan un personaje que se
poético, a no ser quizá en las últimas sílabas, en japonés llama el cautivado. Es un pobre hombre, muy inocente, que
kana. Esta partícula significa cierto sentimiento de admira­ llega con las manos vacías porque está demasiado ocupado
ción, y puede traducirse a otras lenguas mediante un signo admirando todo lo que ve, cautivado por la belleza de las co­
de admiración. En este haiku todo el verso termina con este sas. Un villancico cuenta la historia:
signo.»200
Suzuki tiene razón. Ese signo de admiración es lo poético Y el cautivado alzaba los brazos
del poema. Lo que estremece es que tan insignificante planta diciendo: ¡Dios mío,
sea. Basho tiene que «mirar con cuidado» (yoku mireba) para qué cosa tan hermosa:
percibirlo. Es preciso estar atento, comportarse atentamente, un hombre que era desgraciado
cuidadosamente con la realidad. Si así lo hace, dice Suzuki, y ya no lo es!
«el poeta puede leer en cada pétalo el más profundo misterio
de la vida o del ser». ¿Es que se ha convertido en un botánico Sus compañeros se burlan de él, le llaman vago, le acu­
instantáneo? No parece tratarse de eso. Ha percibido lo san de no haber hecho nunca nada:
asombroso del existir. Occidente, sin duda, se ha cegado para
esta experiencia. Si accedo a la nazuna a través de su esencia, ¿Cómo que no hice nada?,
puedo atraparla científicamente, reconocer su especie, expli­ miré a los demás y les animé.
car sus mecanismos de reproducción, desplegar la maravillosa Les dije que eran buenas personas,
bioquímica de la fotosíntesis, pero sin maravillarme. La cien­ y que hacían cosas hermosas.
cia lo que quiere es, precisamente, no asombrarse de nada.
160 161
Los demás siguen burlándose, hasta que interviene la el propio yo se esfuerce, ni una sola cosa puede manifestarse
Virgen: inmediatamente ella misma». Añade un verso zen de Ha-
kuin:
No les hagas caso, cautivado.
Tú viniste a la tierra para admirar: Ayer al amanecer barrí el hollín del año viejo,
cumpliste tu misión y tendrás tu recompensa. esta noche muelo y amaso la harina para los dulces del
El mundo será maravilloso, [año nuevo.
mientras haya gentes capaces de admirar.202 Hay un pino con sus raíces y un naranjo con sus hojas.
Luego me pongo ropas nuevas y espero la llegada de
La ciencia prospera en el dualismo. Necesita separarse [los invitados.203
del objeto, manipularlo. En cambio, el método zen habla de
«penetrar directamente en el objeto mismo y verlo, como si Esto es lo que el zen llama tao, camino, realidad suma: la
dijéramos, desde dentro. Conocer la flor es convertirse en la conciencia de lo cotidiano. Vistas desde su contenido, las rea­
flor, ser la flor, florecer como la flor, y gozar de la luz del sol lidades pierden su vigor, se hacen abstractas, necesitamos se­
y de la lluvia». El poeta zen canta: leccionar aspectos para comprenderlas. El zen, con una un­
ción religiosa, quiere asistir al emerger existencíal de cada cosa
Es como es, ni más ni menos, concreta. Pero, según dice, de esta manera está percibiendo lo
¡Qué maravilloso! infinito. Los filósofos occidentales sienten un estremecimien­
to semejante al hablar del Ser. Oigamos a García Bacca:
¿No es esto una estupidez, un necio optimismo, un enga­ «Es que Ser no es nada concreto, ni designable, ni aludi-
ño? No me puedo identificar con la flor, no tengo nada en ble. Ser es apertura al infinito, potencia hacia lo ilimitado,
común con ella. Un taoísta, un budista zen, un hindú, me di­ atmósfera de luz en que todo se hace visible, sin que la luz
rían: sí, tienes en común el ser. Nishitani, un pensador de la sea directa y propiamente visible a solas de todo; es simple
escuela de Kyoto, pone como ejemplo de lo que debe ser el lugar de aparición, con esa función justamente: hacer apare­
conocimiento, otro poema de Bashó: cer lo demás sin aparecerse ella.»204
El asunto del pino ¡Cómo desprenden un aroma zen, de glorificación de
apréndelo del pino, la existencia, ciertos cuadros de Vermeer, ciertos bodegones
y el del bambú de Zurbarán y ciertos poemas -casi haikus- de Antonio Ma­
del bambú. chado!:
¿Cómo puede un famoso pensador, conocedor profundo Por el olivar
de la filosofía occidental, decir tal trivialidad? Para aclararlo, se vio a la lechuza
cita una frase de Dógen, el fundador del zen: «A menos que volar y volar.
162 163
Campo, campo, campo, el estado así originado era tan perfecto y sostenido, tan dis­
y en los olivares, tinto de todo, pero a la vez tan inexplicable por una simple
un cortijo blanco. exaltación de la experiencia cotidiana, que, a pesar de toda
su delicia, no cabía pensar en llamarla goce.» Interpreta la si­
¿Eso es todo? Es todo para quien lo ve. El cristianismo tuación diciendo que «ha pasado al otro lado de la naturale­
acuñó un concepto a medio camino entre la teología y la es­ za». ¿A qué lado? Contempla unas vincas, flores de sotobos-
tética: gloria. Traducían así un término hebreo: kabod, «la que, pequeñas, humildes, que en este momento veo en mi
irradiación del ser; la belleza trascendental de lo divino». Urs jardín. Rilke las había mirado muchas veces, pero ahora las
von Balthasar intentó resucitar el concepto en una obra gi­ contempla de una forma nueva «desde una distancia, por de­
gantesca que posiblemente acabó de enterrarlo. Pero su en­ cirlo así, espiritual, con significación tan inagotable como si
tusiasmo por la belleza me conmueve: «Los cristianos de hoy ya nada se le pudiera ocultar».
tienen asignado el deber de llevar a cabo, imperturbables, a Me llama la atención la semejanza con los textos zen que
pesar de las tinieblas y distorsiones, ese acto fundamental he citado antes, y con lo que Tomás de Celano dice en la
que dice sí al ser, en representación vicaria de la humani­ Vida primera de San Francisco de Asís:206 «Cuando daba con
dad.»205 El sufismo también cree que lo divino se esparce por multitud de flores, predicábales cual si estuvieran dotadas de
las cosas de este mundo transfigurando la realidad. inteligencia (...) Daba el dulce nombre de hermanas a todas
las criaturas, de quienes, por modo maravilloso y de todos
desconocido, adivinaba los secretos.»
Esta experiencia se convirtió en el centro de la poesía de
3 Rilke. Las cosas aparecen de un modo nuevo porque resaltan
en un nuevo espacio, al que llamó «lo abierto». «Es entonces
Les decía que esta experiencia del existir, o, para ser más cuando de estas cosas, de su existencia cerrada viene como
exacto, el acceso a lo real a través del existir, más que a través un sabor dulce y osado.» Osadía de la existencia: qué bello
de la esencia, tiene mucho parecido con la experiencia estéti­ atributo.
ca. A modo de ilustración voy a hablarles de una experiencia Tuvo otras experiencias parecidas. En Capri, el canto de
-una vivencia, Erlebniss, la titula- de Rilke. La describe en un pájaro armoniza el espacio interior y el espacio exterior, en
su Diario español. Cuenta que estando en Duino, salió a leer vez de separarlos. Frente a un almendro en flor. Contemplan­
al jardín. Se apoyó en un árbol y olvidando el libro se dedicó do la noche estrellada a través de un viejo olivo: «Como si el
a contemplar los arbustos y las flores. Tuvo entonces la ex­ propio corazón se disolviera totalmente, hasta el punto de apa­
traña sensación de que del interior del árbol en que se apoya­ recer dentro de su esencia el sabor del universo». Baseman, su
ba pasaban a su interior vibraciones imperceptibles. «A ello comentarista, lo describe como «una maravillosa ampliación
hay que agregar», escribe, «que, en los primeros momentos, de lo que ya existe, un puro crecimiento a partir de la nada».
los sentidos no podían comprobar bien por dónde recibían Rilke, en su carta a Hulewicz, su traductor polaco, explica
una comunicación tan sutil y difusa. Pero al mismo tiempo el concepto de lo abierto: «No se quiere significar con “lo
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abierto” ni cielo, ni aire, ni espacio, puesto que también éstos profano. ¿Qué es más sabio, trivializar la existencia o sor­
son, para quien los considera y enjuicia, “objetos” (Gegenstän­ prenderse ante ella? Recuerden que lo que critico en los cien­
de: lo que está enfrente), y, por ello, “opacos” y cerrados. El tíficos no es su materialismo, sino su ramplonería.
animal, las flores, probablemente son todo esto, sin darse cuen­ Lo que en los Upanisad se llama Ser puede entenderse,
ta de ello, y, por consiguiente, tienen ante sí y sobre sí aquella creo, como el existir cuya experiencia estamos indagando.
indescriptible libertad alerta que quizá sólo encuentra su equi­ «Más sutil que lo más sutil, más grande que lo más grande,
valente (extremadamente fugaz) en los primeros momentos del el Ser está escondido en el corazón de cada criatura. El ser
amor, cuando un hombre ve en otro, en el amado, su propia humano que está libre de deseos y de sufrimientos, puede
inmensidad. Y también en la elevación hacia Dios.»207 ver la gloria del Ser a través de la serenidad de los sentidos y
Vuelvo a decir que estoy ejerciendo el mero oficio de la mente.»209
hermeneuta, de explicador, aunque no puedo ocultar que es­ Este Ser no puede ser conocido por el estudio de los
tos textos me conmueven desde hace muchos años. Vedas, ni por el razonamiento ni por la instrucción oral.
Sólo puede conocerse por el Ser mismo al que el aspirante
busca. Es el Ser mismo el que revela su propia naturaleza.210
Nada de esto nos es extraño. El existir no se puede cono­
4 cer a partir de algo más fundamental. Él mismo es el funda­
mento del conocer. Para conocerlo hace falta poner en cua­
Tras los textos de Rilke, no nos va a resultar extraña la rentena los sentidos y los apegos, porque los deseos nos
tradición religiosa nacida de los Vedas, que aspira a conocer llevan al contenido de las cosas, son consumidores de esen­
el Existir, el Ser absoluto. Esta vinculación de la religión a la cias. Tal vez sólo el alto amor a otra persona puede describir­
existencia ha influido en los cristianos indios actuales. En la se como «deseo de la existencia de otra persona», o como
«Declaración de la Asociación Teológica India», de 1989, se sorpresa ante su existir. Juan de la Cruz advierte que el amor
lee: «Queremos expresar lo que la pluralidad de las religiones necesita la realidad completa: la presencia y la figura. Algo
con que nos encontramos todos los días en nuestra vida en más que el deseo. Los Upanisad, muy radicales, nos advier­
India significa para nosotros como creyentes, como personas ten que el águila que se lanza sobre el contenido de la reali­
que tienen la experiencia de ser tocadas y fortalecidas por el dad como a su presa, se olvida de la claridad del aire.
misterio inefable de la existencia.»208 Según el pensamiento hindú, el Ser, el Absoluto, el
En efecto, de eso se trata, del misterio inefable de la exis­ Brahmán, está en lo más íntimo de todos los seres, lo mismo
tencia. La diferencia entre considerar la existencia como un que decía Tomás de Aquino del existir. Y también para ellos
misterio, un hecho admirable o una vulgaridad, un trivial el Ser se revela a sí mismo, a la vez que revela todas las cosas.
acompañamiento de lo real, accesorio y desdeñable como un Es «aquello por lo que percibimos las formas, los sabores, los
embalaje o como el sello pegado a una carta, depende de la olores, aquello es lo que buscas. El sabio, consciente del in­
actitud del sujeto. Volvemos a tropezamos con el tema de la menso Ser que todo lo penetra, el Ser por el que se perciben
fe previa a la constitución del mundo sagrado y del mundo los objetos del estado de sueño y de vigilia, no sufre ya».211
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El hinduismo advaita es monista, cree que sólo hay un al Ser? El no-ser no existe. La existencia estalla como un Sí,
Ser, y que los seres materiales son mera apariencia. Sin em­ como una afirmación que se extiende sin oposición alguna.
bargo, nuestro ámbito propio, nuestro campo (nuestro «pas­ «Cuando El brilla todo brilla, por su resplandor el universo
to», dicen los hindúes: gochara) es la naturaleza, las cosas entero se ilumina.»215
Los Upanisad dan un paso más. Al igual que otras reli­
sensibles que ocultan el Brahmán, el Absoluto, el Existir. giones no se detienen en la mera experiencia del existir,
Sólo saliéndonos de ese campo podremos contemplarlo y como manifestación divina, sino que quieren conocer su
salvarnos: «Quien ve la diferencia, va de muerte en muer­ esencia. ¿Qué es el Absoluto? ¿Qué es Brahmán? Su respues­
te.»212 Esta sentencia misteriosa se aclara si se identifica ta es muy simple. Experimento el ser dentro de mí, en mi
Brahmán, el Absoluto, con Existir, y las cosas reales con sus conciencia. Todo revela su existir en mi conciencia, que
concreciones esenciales. Entonces podemos ver la realidad siente también su propio existir. La inmediatez con que am­
como limitada pero prolongándose al infinito. Como dice bos se comunican -Brahmán, el Ser, y Atman, la concien­
una metáfora repetida en los Upanisad: «El aire de dentro de cia- muestra que son idénticos. Todo es conciencia, por eso
la jarra es el mismo aire que hay fuera de la jarra.» el hombre puede conocer la realidad. Lo mismo conoce a lo
Los siguientes textos upanisádicos pueden, entre otros mismo.
muchos, confirmar mi interpretación: El ser humano participa del Brahmán en la conciencia
porque es la conciencia el modo como participa del Brah­
Como el fuego, que siendo uno, cuando aparece toma mán. El Absoluto, el Unico, el Sólo, es Conciencia.216 El
formas diferentes según las sustancias que quema, así el Ser, Brahmán es Atman. De ahí la frase definitiva de los Upani­
que está en todos los seres, siendo único, asume las formas sad, una vez que se ha descubierto el absoluto: Tú eres eso. El
de los diferentes seres. Y a la vez trasciende toda forma. cristiano diría que el Absoluto es Amor, y que mediante el
Como el aire, que siendo uno, aparece con formas dis­ amor se participa de la esencia divina.
tintas según las cosas que penetra, así el Ser, que está en to­ Si se da esta unidad, no hay que hacer nada para alcan­
dos los seres, siendo único, asume las formas de los dife­ zar el Absoluto, diría el perezoso. Sankhara, el gran comen­
rentes seres. Y a la vez trasciende toda forma.213 tador advaita de los Upanisad, responde:
En el Isa Upanisad se lee algo parecido: «Aquel que ve La existencia del Absoluto se conoce porque es el ser
todos los seres en el Ser y al Ser en todos los seres, compren­ de todo, ya que todo el mundo siente que su ser existe y
de y no rechaza nada.»214 nunca siente: «Yo no existo.» Si no hubiera un reconoci­
Las sustancias, los seres, las esencias dan forma al existir, miento general de la existencia del ser, todos sentirían «Yo
que permanece siendo único. No es más el existir de una no existo». Ese Ser es el Absoluto.217
mesa que el existir del sol, como no es más número el 1 que
el 7. Será mayor la cantidad, pero su ser número es igual de Él es el que conoce todo, es el que experimenta todo.218
perfecto en ambos. Todos los seres tienen así un principio de Da poder a todas las cosas: «La deidad que permanece oculta
finitud, y un principio de infinitud. ¿Quién pondría límites
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en todos los seres es el Ser que todo lo penetra, el que vive Dijo Ushasta Chakrayana:
en todo, el regulador de toda acción, el soporte de todos los -Lo has explicado como quien dice: «esto es una
seres, el testigo, la conciencia, el que es no-dual y no tiene vaca», «esto es un caballo». Explícame el Brahmán que está
atributos.»219 Es el mediador de todo conocimiento, el tér­ inmediatamente presente y que es directamente percibido,
mino a quo: «Para el conocedor del Absoluto todo llega a ser que es la entidad de todas las cosas. ¿Qué es lo que hay
el Ser. ¿Qué se debe conocer y a través de qué? ¿A través de dentro de todas las cosas, Yajñavalkya?
qué, ¡oh Maitreyi!, se debe conocer al conocedor?»220 Es -Tú no puedes ver al que ve en tu visión, no puedes
también afirmación: «El Ser no puede negarse, ya que es el oír al que oye en tu oído, no puedes pensar al que piensa
Ser incluso de quienes lo niegan.»221 Es interesante la insis­ en el pensamiento, no puedes entender al que entiende en
tencia con que los místicos hablan del «centro del alma», del el entendimiento.224
lugar más profundo y fontanal. «De mi alma en el más pro­
fundo centro.»222 Me sorprende tanto esta insistencia, la semejanza con lo
Plotino se refiere a to psyjés kéntron: el centro del alma. que he dicho en el capítulo anterior, que abusaré del lector
Eckhart a das oberste der sele, o, como Santa Teresa, al «espíri­ citándole algunos textos más. Es fácil reconocer en Brah­
tu el alma», der sélegeist. mán, en el Ser, en el Absoluto, en Atman, las características
La oposición entre el existir, el Ser, y las cosas está espe­ que han aparecido en la analítica de la existencia. Sin embar­
cialmente enfatizada en Ibn Arabí. Toda la creación es epifa­ go, aquí estamos en el campo religioso, y el hinduismo no se
nía, manifestación del Ser de Dios. Más allá de los entes se queda, como he hecho yo, en un Dios profano, sino que in­
encuentra la verdadera realidad: wahdat al-woujoud la uni­ tenta vivirlo en la experiencia.
dad del existir.223 Lo Absoluto está presente en las cosas, El yogui Yajñavalkya describe así la absorción en el Ser, que
como dicen los textos hindúes: consiste en permanecer identificado con el Absoluto: «La Reali­
dad no dual es luminosa por naturaleza, es el origen de todas las
Le preguntó entonces Ushasta Chakrayana: cosas, plenamente feliz, inmortal, eterna. Y existe en todos los
—Yajñavalkya, explícame el Brahmán que está inme­ seres. Tomando conciencia de esa realidad que es el Ser supre­
diatamente presente y que es directamente percibido, que mo, como el propio ser, el ser individual constantemente con­
es la entidad de todas las cosas. centrado, se sumerge en ella. A ello se le ha llamado samadhi, ab­
-Es tu propia entidad. Eso es lo que hay en todas las sorción en el Ser (...) Al ser lo mismo con el Ser supremo, no se
cosas. pensaría ya en ninguna otra cosa. Entonces el propio ser se su­
-¿Qué es lo que hay dentro de todas las cosas, Yajña­ merge en el indivisible, el existente Absoluto. Los conocedores
valkya? del Absoluto dicen que se llega a ser el existente Absoluto.»225
-Lo que alienta con tu aliento es tu entidad, que está Para terminar, mencionaré otro texto del gran Sankara:
en todas las cosas. Lo que respira con tu respiración es tu «Cuando se conciencia la propia identidad con el Absoluto
entidad, que está en todas las cosas. Lo que expira con tu como “Yo soy el absoluto”, el Absoluto mismo junto con la
expiración es tu entidad, que está en todas las cosas. creación se vivencia como el propio Ser. Y puesto que Se
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llega a aquello mismo que se ve de Él en la meditación”, ver­ de este poder es el elemento místico en el encuentro con Dios
daderamente aumentará para él la unión con el Absoluto y incluso de persona a persona.»228 La fe es la experiencia del
con el universo.»226 Siendo tan limitados y vulnerables, es­ poder del ser que se hace efectivo en todo acto de poder.
tando siempre azacaneados por el miedo o el deseo, ¿es posi­ Como me lo cuenta, lo cuento, aunque no lo entiendo bien.
ble sentirse el Absoluto? A los místicos cristianos también les El ser humano es capaz de sobreponerse, de vivir resuelta­
entran a veces esos entusiasmos. mente, valerosamente, ampliando así el ámbito de su liber­
Concluiré con una afirmación de los Upanisad que, una tad. Supongo que Tillich descubre aquí un plus de energía
vez más, me sorprende: Antes de la creación, el universo no que sobrepasa las posibilidades del hombre, pero creo que la
era más que existencia.227 Siento como si le hubiera plagiado. innegable capacidad humana de crear posibilidades no impli­
ca la acción divina, a no ser que previamente hayamos defini­
do esa acción como la creación de posibilidades.
Hay místicos que identifican su experiencia con la expe­
5 riencia del existir. (Acabo de enterarme de que la palabra que
significa «trance» en Java es «ser», y lo hago constar para no
Volvamos ahora a Occidente. La teología cristiana inven­ olvidarme.)229 Por ejemplo, Eckhart el misterioso escribe:
tó el concepto de esse, de existencia, pero lo que me interesa Esse est Deus, «Existir es Dios». Y para demostrarlo acude a
ahora es comprobar si lo ha convertido en experiencia. ¿Hay un texto bíblico en el que Yahvé comunica a Moisés su pro­
una experiencia cristiana del existir? Repito una vez más que pio nombre. Y éste es, espero que ya lo sospechen, existir.
estoy hablando de oídas, y que he de atenerme a lo que me Yahvé se apareció a Moisés en el monte Horeb y le encarga
dicen. Si creo a Paul Tillich, esa experiencia se da. Para él, ir al faraón para conseguir sacar a los israelitas de Egipto.
Dios es inmanente al mundo como su fondo creador. Es el Moisés, aterrado, le dice: «¿Y si me preguntan cuál es el
«poder del ser que resiste al no ser en todas sus expresiones». nombre de quien me ha enviado, qué diré?» Dios responde:
Es curioso que Tillich haya titulado una de sus obras teológi­
cas El coraje de existir. Afirma que la experiencia de ese fondo Así dirás a los israelitas: «“Existo” me ha enviado a vo­
de ser se da en el poder para resistir la angustia. El coraje de sotros.»
existir es el acto ético por el cual el hombre afirma su propio Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los israeli­
ser, a pesar de aquellos elementos de su existencia que están tas: Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham,
en contra de su afirmación esencial. Escribe: «El misticismo el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me ha enviado a vo­
es algo más que una forma especial de relación con el funda­ sotros.» Éste es mi nombre para siempre.230
mento del ser. Es un elemento de toda forma de esta relación.
Como todo cuanto participa en el poder del ser. No hay nin­ Eckhart habla de su identidad con Dios. «El fondo de
guna autoafirmación de un ser infinito, y no hay ningún co­ Dios es mi fondo y mi fondo es el fondo de Dios.»231 «¿Qué es
raje de ser en el cual no sea efectivo el fundamento del ser y la vida? El ser de Dios es mi vida. Si por tanto mi vida es el ser
su poder de vencer a la nada. Y la experiencia de la presencia de Dios, entonces el ser de Dios tiene que ser mi ser y el ser
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esencial de Dios mi ser esencial.» Eckhart, agitado por el vérti­ Un campesino cavó un pozo y utilizaba el agua para
go que produce el concepto existir, y supongo que la experien­ regar su huerto. Empleaba un cubo para sacar el agua,
cia, sitúa al existir primordial, por encima del mismo Dios. como hace la gente atrasada. Un paseante, al verlo, pregun­
Una vez que se identifica a Dios con el existir, se está tó al campesino por qué no utilizaba una palanca para tal
siempre a un paso del panteísmo. «Dios es sol, estrella, fuego, fin; con ese instrumento ahorrará esfuerzo y y podrá reali­
agua, brisa, rocío, nube, roca, piedra, en una palabra, todo lo zar más trabajo. El agricultor dijo: «Ahora me doy cuenta
que es y nada de lo que es», escribe el pseudo-Dionisio en su de que trabajo, y es por esta razón por la que no utilizo ese
Tratado de los nombres divinos (I, 6). instrumento. Lo que temo es que si uso ese instrumento
acabaré pensando sólo en él.»232
Recuerden que para el zen, el camino correcto, el Tao,
6 era «la conciencia de todos los días», y que cuando un monje
preguntó a un maestro lo que significaba esa expresión, éste
La religión hindú, la experienca mística de Eckhart, la contestó: «Cuando tengo hambre, como; cuando tengo sue­
experiencia poética de Rilke, la iluminación zen, se han cen­ ño, duermo. Pero lo hago de otra manera.» Para expresarlo
trado en el aspecto cognoscitivo del existir. Han convertido en mi lenguaje, ejerciéndolo, experimentándolo desde la
la experiencia religiosa en contemplación o en sentimiento. existencia.
Proponen el acceso a la experiencia de lo real a través del exis­ Me serviré para explicar esta idea del acceso a la acción a
tir, de la misma manera que la ciencia propone el acceso a lo través de la existencia de las palabras de un fantástico escritor,
real a través de la esencia. Pero creo que queda aún otra vía, Henri Bergson. Estuvo muy interesado por las experiencias
recorrida por la experiencia religiosa, en especial por la expe­ místicas, que interpretaba, sorprendentemente, más como
riencia cristiana. ¿Qué ocurre si a través de la existencia en­ una acción que como una contemplación. Consideraba que
tramos no en la experiencia de las cosas, sino en la experien­ lo que he llamado existir era, fundamentalmente, un impulso
cia de la acción? Cada uno de nosotros actuamos, decidimos, creador, una fuerza que atravesaba la materia creando inno­
pensamos. Somos fuente de actividad. Por esa atracción que vaciones imparables. «Los verdaderos místicos», escribió, «se
la experiencia siente por los contenidos, nos fijamos «en lo abren simplemente a una corriente que los embarga. Seguros
que hacemos» y, todo lo más, «en las intenciones con que lo de sí mismos, porque sienten en su interior algo mejor que
hacemos». Pero el actuar mismo desaparece. ellos mismos, se revelan grandes hombres de acción, ante la
Este camino a lo real ya lo hemos vislumbrado antes. sorpresa de aquellos para quienes el misticismo no es más
Existir es fundamento del obrar. Sólo se trata ahora de hacer­ que visión, transporte, éxtasis. Lo que estos hombres han de­
lo consciente. Chuang-tsé, uno de los grandes filósofos de la jado pasar al interior de sí mismos es un flujo descendente
antigua China, uno de sus grandes escritores, escribió un que a través de ellos querría ganar a los demás hombres.»233
apólogo que ahora podemos comprender: Esto, ciertamente, es algo que asombra en la mística
oriental. Después de haber buscado el nirvana, la salvación
174 175
en el vacío, el desapego, el Buda no quiere entrar en él hasta fantástica, donde las esencias salen unas de otras, cambian,
no haber liberado del sufrimiento a todos los hombres. progresan, desaparecen, aumentan en complejidad, dan saltos
Decía que ver la propia acción como revelación del existir, de fase, adquieren propiedades imprevisibles. Pues bien, acce­
como determinación libre del existir, al que considera divino, es diendo a esa realidad explosiva desde el existir, lo que subraya­
el modo cristiano de interpretar la realidad. Dios es acción. La mos es lo asombroso de este emerger continuo, el hecho de
influencia del pensamiento griego y romano contaminó, a mi que lo real esté en permanente estado de parto. Y aparece
juicio gravemente, el mensaje cristiano. Los griegos convirtie­ también algo que nos afecta. Interpretándonos desde nuestro
ron al Dios cristiano en estático y cognoscitivo. Aristóteles, existir, sintiéndonos como inteligencias creadoras, es cierto,
musa de la teología occidental, decía que la naturaleza (physis) como decía Bergson, que podemos sentirnos entusiasmados.
de la divinidad era energeia aneu kineseos -energía sin movi­ El entusiasmo, el sentirse «poseído por la divinidad», es tal vez
miento-, y que la perfección era conocimiento, contempla­ la experiencia pura del existir. La flor cumple su destino al
ción. Los romanos por su parte atraparon al Dios cristiano en existir floreciendo. La piedra, al existir ejemplificando las le­
su lógica jurídica, e introdujeron la encarnación en una dialéc­ yes universales de la materia. El hombre, actuando creadora­
tica infernal de pago de deudas, de redención de cautivos, de mente. Somos la conciencia inventiva del existir, hasta donde
justicia conmutativa. Fue una naturalización en toda la regla, sabemos. Somos por ello el destino del existir.
que culminó con una naturalización psicológica añadida. La Este acceso desde la existencia, al menos como lo viven
afirmación ontològica del Evangelio «Dios es amor», se enten­ las religiones, da un carácter absoluto, trascendental, a lo que
dió de un modo derretidamente psicológico, como una ñoñez hacemos. Para bien o para mal salva nuestra acción de la tri­
semtimental. Amar es otra cosa. Es, ante todo, actuar. Lo que vialidad, de la insignificancia.
necesitaba el Dios cristiano no era una teología, sino una teo- Si nuestra acción es una modulación del poder de lo
praxia: un actuar a Dios. San Juan lo dice: ¿Cómo sabemos real, adquiere una prestancia nueva. Se vuelve sagrada, por
que amamos a Dios? Haciendo el bien. usar una frase prestada. Al estudiar la evolución de la ética
Existir, un aspecto autosuficiente, en ese sentido absuel­ laica en La lucha por la dignidad, la profesora De la Válgoma
to, absoluto, de la realidad, se hace parcialmente consciente, y yo hemos contado que en la idea de «dignidad» lo que hay
parcialmente inteligente y parcialmente libre, al materializar­ es una voluntaria proclamación del valor absoluto. El ser hu­
se en el modo humano de ser. El ser humano revela al existir mano, fruto aleatorio de la evolución biológica, toma las
como creador, como amplificador del mundo, como inven­ riendas de la evolución afirmándose, constituyéndose, creán­
tor de posibilidades. Me parece que cuando las religiones va­ dose como ser dotado de dignidad.234 Un filósofo antiguo,
loran la sumisión del ser humano están cegando su impulso Séneca por ejemplo, lo hubiera expresado diciendo: Homo
original. El hombre es la vanguardia consciente del existir res sacra homini. El hombre es cosa sagrada para el hombre.
creador. También, por desgracia, del existir destructor. So­ La experiencia del aspecto supernatural de la energía
mos los definidores últimos de la realidad. creadora, la han experimentado desde siempre los artistas.
De nuevo se trata de ajustar la mirada. La ciencia nos está Por eso con facilidad se han engreído.
revelando una realidad esencialmente innovadora, evolutiva, Hesiodo dice de sí mismo:
176 177
Las musas enseñaron a Hesiodo este bello canto moverse para siempre hacia fuera, hasta que el Universo se
cuando sus ovejas pastaban a los pies del Helicón. encuentre completado, hasta en su más remota posibilidad.
Me dieron una vara, la rama del verde laurel Por tanto, todo viene generado por un poder inagotable
por ellas arrancada. Ante mí entonaron el bello que se regala al Universo, del cual ninguna parte podrá ver
[y profètico sin comprobar que algo tiene en común con su ser.
canto para que supiera lo que yo había sido y sería.
Debía alabar a los inmortales, a aquellos que siempre El cristianismo, les decía, dio al existir un contenido acti­
[serían, vo. Dios es acción. Está en el origen de toda acción. Añadió
gloriarles con canciones del principio al fin de mi vida.235 que era acción creadora y, por último, buena. A la actividad
creadora de bienes se la puede llamar amor con más razón que
Y Homero dice de sí mismo en la Odisea: «Nadie me ha a un puro sentimiento. Lo contrario del amor es la esterilidad
enseñado; un Dios ha plantado algunas canciones en mi o la pereza. Por eso, en las antiguas formulaciones católicas de
alma.»236 La poesía era para los griegos un milagro. Homero los pecados y virtudes, se decía «contra pereza, diligencia», que
pide la gracia de la inspiración: «Cántame, diosa, la ira. significa «amor» (diligere). Creo que la más poderosa metáfora
Nómbrame, musa, al hombre.» Platón considera que el poe­ de la revelación poética de Jesús de Nazaret, de su experiencia
ta está bajo la acción de un poder superior, la theia mania. religiosa, es la que habla del injerto de los hombres en el árbol
Está literalmente, entusiasmado, poseído por un dios.237 divino. Si injerto una rama de albaricoque en un membrille­
No creo en la inspiración. Las grandes creaciones, inclui­ ro, la rama de albaricoque produce albaricoques con la ener­
das la poesía, se urden en las profundidades de nuestra inteli­ gía y la savia del membrillero. Son synergoi, como dice San Pa­
gencia computacional, el gran misterio. Pero sí reconozco la blo que son el cristiano y Dios.238 Me parece que la noción de
sorpresa que siente el creador al experimentar su energía crea­ agapé, sentimentalizada hasta la bobaliconería, ha perdido el
dora. Spinoza, cuando estudia dentro de su gran teología pan­ empuje ontològico originario. Creo que su sentido original
teista la capacidad de actuar, esa euforia de la propia energía, era más fuerte: se refería a una participación real en la dyna-
dice: «Cuando el alma se contempla a sí misma y su potencia mis, en la energía divina.239 En la Carta a Diogneto, un texto
de actuar, se alegra, y tanto más cuanto con mayor distinción del siglo I que estuvo a punto de entrar en el canon de las es­
se imagina a sí misma y su potencia de actuar.» Plotino inten­ crituras reveladas, se dice: «El cristiano es la providencia de
tó elaborar una teología de la creatividad: Dios.»240 Es su mano. Es la actividad cuidadora de Dios.
El existir creador actúa en todo lo existente. Y en el
Se constata que todos los seres, al llegar a la perfección, hombre se ejerce en la energía creadora que no es fundamen­
producen otros; no son capaces de mantenerse en sí mis­ talmente la artística, como he explicado muchas veces, y ex­
mos. ¿Cómo entonces podría lo más perfecto seguir ence­ plicaré en el capítulo próximo, sino la ética.
rrado en sí? El Bien primigenio, el Poder de todo, ¿podría Y ya está bien de demorarnos dentro del círculo religioso.
no darse a sí mismo? No se puede imponer ningún freno a Les recuerdo que sólo he hecho hermenéutica de lo que las re­
este poder, ni ninguna limitación debida a la envidia; debe ligiones dicen o, al menos, de lo^que yo entiendo que dicen.
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VII. LA INMORALIDAD DE LAS RELIGIONES profana depende, en último término, de un acto personal, es
decir, de nuestra inteligencia. Como escribió Sartre:
Si un ángel viene a mí, ¿qué es lo que prueba que es
un ángel? Y si oigo voces, ¿qué es lo que prueba que vienen
del cielo y no del infierno, o del subconsciente, o de un es­
tado patológico? ¿Quién prueba que soy yo el realmente
señalado para imponer mi concepción del hombre y mi
elección a la humanidad? No encontraré jamás ninguna
prueba, ningún signo para convencerme de ello. Si una voz
se dirige a mí, siempre seré yo quien decida que esta voz es
la voz del ángel.241
1
Nuestras decisiones pueden ser más o menos inteligentes,
Vuelvo a mi observatorio. Tengo ante mí los dos círcu­ desde luego. ¿Pero quiere decir algo esta última frase? ¿Qué es
los, las dos ciudadelas, la sagrada y la profana, aunque ya no ser inteligente? Podemos intentar varias definiciones: conse­
tan herméticas como antes. En la muralla religiosa se ha guir la verdad, realizar mis metas, elegir bien mis objetivos,
abierto un portillo. El buen comportamiento, la buena acti­ ser feliz, aplacar la angustia. Los dos círculos nos habían pro­
tud, el corazón puro, la compasión, es decir, disposiciones porcionado dos modelos de inteligencia opuestos: racional y
morales, sirven de pasaporte para entrar, según los mismos no-racional (la prostituta razón, decía Lutero). Aquélla se
portavoces del bastión. Las religiones admiten, aunque a re­ basa en una experiencia perceptiva común, universal, com­
gañadientes, que la moral es previa a la predicación y a la fe. probable, y en los procedimientos de la lógica formal. Ésta se
En la muralla profana también se ha abierto un ventanuco basa en experiencias no comunes, no universales, no compro­
por donde escaparse. El conocimiento de la existencia abre bables y rompe la lógica con su aceptación de lo infinito y de
vías de investigación distintas de la científica, a las que se po­ la contradicción. Aquélla funda verdades universales, ésta ver­
drían llamar teología profana. dades privadas.
Esta situación no me parece aún satisfactoria. Para com­ Ya les expliqué por qué prefería el modelo racional de in­
prender las creaciones culturales -y tanto la visión religiosa teligencia. No por motivos científicos, sino por motivos éti­
del mundo como la visión profana lo son- hay que reactivar cos. El uso racional de la inteligencia, que se concreta en la
sus genealogías. En el origen de todo está la inteligencia hu­ búsqueda de evidencias compartidas, intersubjetivas, que se
mana. Los dos círculos son creación suya. Ella es nuestro úl­ empeña en una corroboración incesante de lo que piensa,
timo recurso, la única medida que tenemos para valorar mediante la crítica, el debate, la prueba, asegura mejor nues­
nuestras evidencias, tan seguras y tan inciertas a la vez. La tra convivencia, nos libera de la tiranía de la fuerza, e instaura
aceptación de una experiencia^ religiosa o de una experiencia el orbe de la dignidad humana. Justificar y extender este mo-
180 181
délo de inteligencia me parece indispensable para evitar que nitividad del acontecer terreno y del inevitable abandono del
se clausure definitivamente la ciudadela positivista, lo profa­ hombre, y preserva a la sociedad de un optimismo imbécil,
no como ideología, el dominio de una razón universal, ins­ de absolutizar y convertir su propio saber en una nueva reli­
trumental, incapaz de tratar con valores. Max Horkheimer, gión.»
un pensador por quien siento gran simpatía, judío, testigo Creo que Horkheimer tenía razón y se equivocaba a la
del holocausto, miembro de la escuela de Frankfurt, filósofo vez. Veía el mundo como se lo he descrito a ustedes: dividi­
crítico, materialista y ateo, propugnó en sus últimos escritos do en dos ciudadelas. Y la ciudadela profana le producía te­
un retorno a la religión que me interesa mencionar, no como rror. Como no tenía otra opción apeló vagamente a la otra, a
argumento, porque no era válido, sino como testimonio de la religiosa, más para evitar el totalitarismo de la profana que
un testigo lúcido y asustado. por admitir el valor de lo sagrado. Se equivocó porque no
En sus obras anteriores no había criticado la razón cientí­ aceptó la posibilidad de que el uso racional de la inteligencia
fica, sino la lógica de un sistema enloquecido por el afán de fuera capaz de derribar las murallas de la ciudad profana
dominio, que reduce todo a la uniformidad, a la equivalen­ construyendo una ética. Su acercamiento a la religión como
cia, a la identidad, a la pura inmanencia de lo dado. Una ló­ ruptura de la lógica del mundo me recuerda un texto de Al-
gica que afirma con autosuficiencia que el mundo es como es bert Camus, que iluminó parte de mi adolescencia. La obse­
y nada puede alterar tan tautológica situación, una lógica que sión de Calígula -el protagonista de una de sus obras- es
impone el uso instrumental de la razón, y termina liquidando conseguir que por una vez suceda lo imposible. Cree que si
el pensamiento en su propiedad más esencial, su capacidad lo lograra, las férreas cadenas de lo real, del dolor, de la
de negar y trascender el poder de lo dado, el imperio de la ne­ muerte, de la rutina, del tedio, de la maldad, desaparecerían.
cesidad, de lo que triunfa y se impone en la historia. Aniquila Pero se equivoca de camino. Busca en la desmesura, en la
la fuerza emancipadora de la razón. Son palabras suyas. Sólo crueldad, en la demencia, la salvación, y sólo consigue refor­
«rompiendo» esa lógica, pensaban él y su amigo Adorno, sólo zar la lógica del dolor. La ética, en cambio, es la posibilidad
quebrando el progreso lineal dominado por ella, podrá la his­ que tiene la inteligencia de romper la lógica del mundo, que
toria «realizar los principios de humanidad».242 es la ley de la selva, y permitir que suceda un imposible coti­
Horkheimer remite a la religión y reivindica su momen­ diano y humilde.
to de verdad como negación del mundo y como memoria del
sufrimiento de las víctimas de la historia. Consideraba que en
la actualidad el peligro viene de la lógica del dominio, y que
la religión era la única institución que mantenía «el inextin­ 2
guible impulso, sostenido contra la realidad, de que ésta debe
cambiar, que se rompa la maldición y se abra paso la justi­ Reconozcamos los peligros de una ciudad profana enso­
cia». La religión es el anhelo de lo totalmente otro, de la justicia berbecida y trivializada por el prestigio excluyente de la ra­
suprema.243 «En un pensamiento verdaderamente libre, el zón científica. Pero reconozcamos también los peligros de la
concepto de infinito permanece como conciencia de la defi- ciudadela religiosa. El encastillamiento en verdades privadas
182 183
que el creyente considera dotadas de validez absoluta condu­ zón filosófica, hasta convertirse en criterio de la propia reli­
ce antes o después al fanatismo y a la imposición violenta. gión de donde nació. Ésta es la evolución que voy a contar,
Las religiones han sido proclives al furor belicoso. Se han porque constituye mi argumento principal sobre el mundo
mezclado fácilmente con el poder y resultan peligrosas. La religioso. Ya mencioné el asunto al hablar de los vástagos pa­
salvaje destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, rricidas. Ahora tengo que justificar mi afirmación.
atribuida a fanáticos religiosos que se suicidaron matando, ¿Por qué resulta inaceptable a un hombre moderno la
en un violento acto de inmolación propia y sacrificio ajeno, teoría calvinista de la predestinación? Porque nos parece in­
es una prueba tristemente irrefutable. Si la ética impide que moral que alguien nazca ya condenado o salvado, sin tener
el bastión profano se cierre, también debe impedir que se responsabilidad alguna en ese hecho. ¿Por qué nos negamos
cierre sobre sí mismo el bastión religioso. a aceptar la Inquisición como modo de imponer las creen­
Voy a describir en este capítulo un caso sorprendente de cias religiosas? Porque nos parece inmoral hacerlo, ya que va­
evolución cultural. Tan sorprendente que para muchos re­ loramos la libertad de conciencia. ¿Por qué se ha suspendido
sulta inaceptable. Las morales han tenido siempre raíces reli­ la cremación de las viudas hindúes junto al cadáver de sus
giosas. La religión es una compleja y potente matriz cultural maridos? Porque nos parece inmoral hacerlo, puesto que
y al remontar el río de la historia reconocemos la presencia consagra una discriminación injusta. ¿Por qué se han supri­
ubicua de su fertilidad polimorfa y ambigua. Todo es reli­ mido desde hace mucho tiempo los sacrificios humanos a los
gión. La preocupación moral está presente en ese momento dioses? Porque la imagen de un dios que se complace en la
inicial. Durkheim supuso que la principal función religiosa
era asegurar la cohesión social. Que en parte tenía razón lo muerte nos parece perversa.
vemos en el renacer del islamismo, convertido en fuente de Las religiones han tenido que cambiar alguna de sus
identidad cultural. Bergson propuso otra idea de gran pers­ creencias o de sus prácticas porque resultaban incompatibles
picacia. La razón humana es egoísta y, por lo tanto, peligrosa con los principios éticos. Esta evolución resulta inaceptable
para la convivencia. La religión aparece como medio para para todos los integristas que se encastillan en un absolutis­
salvar a las sociedades, infundiéndoles la necesidad de cola­ mo religioso. Niegan la posibilidad de una ética laica, preci­
boración y generosidad. Rapoport dice algo parecido: el len­ samente porque esta ética se permite juzgar a las religiones.
guaje permite la mentira y la invención de alternativas vita­ Pero olvidan que han sido las propias religiones las que han
les. Ambas cosas resultan peligrosas para la comunidad. La abierto el camino desde la moral hasta la ética. Todas ellas
religión es un antídoto porque fija una Verdad indiscutible, admiten principios de índole muy general -«amar al próji­
a salvo de la arbitrariedad. Es evidente que de ella proviene mo», «ser perfectos», «buscar la justicia», por ejemplo-, y es­
el supuesto carácter absoluto de las normas morales. tos preceptos marco, generales, inagotables, ponen en mar­
Toda religión ha promulgado una moral, que en su de­ cha un proceso de evolución y autocrítica.
sarrollo se ha ido independizando cada vez más de ella, deba­ Entender la relación entre religión y ética me parece
tiendo con otras morales, asimilando las conclusiones de la asunto de trascendencia histórica, porque la historia inmedia­
experiencia histórica, reconociendo los argumentos de la ra­ ta de la humanidad va a depender de cómo se resuelva este pro­
blema.
184
185
3 La ética fue consolidándose, y se hizo con frecuencia in­
moral, es decir, tuvo que negar la validez de algunos princi­
La ética es inmoral. Para explicarlo tengo que comenzar pios morales. La lucha contra la discriminación, contra la ti­
con una advertencia terminológica. Entiendo por moral el ranía, contra la esclavitud, contra el carácter sagrado de los
sistema normativo de una sociedad. Es una creación cultural, reyes, tuvo siempre que enfrentarse a mitos de legitimación
y hay tantas morales como culturas. Hay morales cristianas, implantados en la moral de una sociedad. La ética —resultado
budistas, musulmanas, confucianas, taoístas, marxistas, neo­ de esa tarea renovadora- constituye un gran progreso del
liberales, nazis. Las morales se mantuvieron estables mientras existir humano. Desde mi puesto de extraterrestre lo veo con
las sociedades se mantuvieron estables. Pero el contacto con toda claridad. Un modelo ético de inteligencia aprovecha,
otras culturas, la aparición de nuevos problemas, el surgi­ purifica, sitúa en su propio lugar, tanto la lógica profana
miento de una inteligencia cada vez más crítica, la influencia como la lógica sagrada, tanto la ciencia como la religión,
de grandes maestros espirituales, que fueron todos ellos reno­ tanto las verdades privadas como las verdades intersubjetivas.
vadores de una tradición dada, mostraron su fragilidad. La La ética es la encargada de redactar las constituciones que le­
tradición no basta para fundar un sistema normativo, en un gitiman ambas ciudadelas. Está por ello más allá de lo profa­
mundo cambiante. El préstamo de dinero con interés, que no y lo sagrado.
estuvo moralmente prohibido en la Edad Media porque se
consideraba usura, fue aceptado por el cristianismo cuando
cambiaron las estructuras económicas, y en la actualidad has­
ta el Vaticano tiene un Banco. La menstruación se consideró 4
durante siglos una impureza, hasta el punto de que una mu­
jer durante ese período no podía tocar los ornamentos ecle­ Creo que este proceso de reforma ética se ha dado y se
siásticos. Cuando se conocieron sus mecanismos fisiológicos, dará en todas las religiones, aunque con períodos de crispa-
cambió la evaluación. Durante siglos se prohibió que los hi­ ción integrista como el que se está viviendo en parte del
jos naturales pudieran acceder al sacerdocio, hasta que se mundo musulmán. Sin embargo, voy a centrar mi análisis en
comprendió la injusticia de tal disposición. la evolución del cristianismo, no sólo porque la conozco me­
La sensatez fue imponiéndose muy poco a poco. De la jor, sino porque me parece que Europa ha sido una bestia
misma manera que en el campo jurídico hubo que inventar precoz, ha cometido todos los disparates que están come­
unas normas más allá del Derecho de cada nación para poder tiendo otras culturas, pero antes, y ha sido consciente de al­
comerciar entre naciones, y así apareció un derecho de gentes, guno de sus errores. Nuestra historia tiene el dudoso honor
también se fueron seleccionando algunas de las normas de de servir a los demás de escarmiento en cabeza ajena.
comportamiento que resultaban válidas en todas las culturas. Retomo mi argumento. Desde el momento, sin duda
Fue fácil encontrar reglas comunes: matar, robar y mentir son muy remoto, en que las religiones cumplieron una función
acciones consideradas generalmente malas en todas las socieda­ normativa, se vieron obligadas por su propia dinámica a em­
des. Pues bien, llamo ética a esa moral transcultural, universal. barcarse en un proceso de purificación moral. Uno de los as-
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pectos del fenómeno religioso que para mí resulta más enig­ sucedía en la vida política. Este modelo, que pervivió duran­
mático es que se atribuyera a Dios la bondad suprema. La te siglos, determina la relación del hombre con Dios. Las
religión -se ponga su comienzo en el animismo o en la expe­ criaturas no tienen ningún derecho reclamable hacia la divi­
riencia de lo numinoso o en la vivencia del poder- no impli­ nidad, porque la divinidad no está sometida a ningún tipo
ca necesariamente que la divinidad sea moralmente buena. de norma. En este aspecto, el soberano se asemeja a Dios, o
Es, sobre todo, experiencia del poder en lo real, de lo numi­ al revés. Princeps a lege solutas, decía el principio romano. El
noso y tremendo. Jenófanes criticó la indecencia de los dio­ príncipe no está sujeto a la ley. Y este principio se aplicó más
ses griegos: «Homero y Hesiodo han atribuido a los dioses tarde al Pontífice: Prima sedes a nemine iudicantur, que ya
todo lo que entre los hombres es reprensible y sin decoro: aparecía en los Dictatus Papae de Gregorio VIL Nadie puede
robo, adulterio y engaños recíprocos.»244 Y Eurípides, en juzgar al Pontífice.246
Heracles (1316 y ss.), escribe: Este modelo, defendido por muchos teólogos, afirmaba
la potencia absoluta de Dios. Dios no ama una cosa porque
¿No han contraído los dioses uniones absolutamente sea buena, sino que es buena porque la ama. Afirmaba tam­
prohibidas? bién la obediencia absoluta como gran virtud religiosa.
¿No han encadenado y ultrajado a sus padres por apo­ Cuando Lutero sostiene violentamente el libre examen, el
derarse de la tiranía? veredicto de la propia conciencia, Ignacio de Loyola instaura
Y, sin embargo, habitan en el Olimpo y soportan fácil­ la obediencia absoluta, incluso al superior, como norma cen­
mente sus culpas: tral de su orden.
¿Es éste un dios a quien se pueda orar?
Los dioses, que son poderes, asimilan las características
del poderoso de turno, del soberano, del padre, del guerrero. 5
El Dios de Israel es señor de los ejércitos, y Mazda, ser su­
premo de los persas, se transforma en guerrero tras la ense­ Cuando se convirtió a los dioses en promotores, legisla­
ñanza de Zoroastro.245 Considerar que los dioses eran infini­ dores, custodios de las normas que debían regir la vida ho­
tamente buenos resultaba difícil por varios motivos. Unas nesta, hubo que moralizarlos. Los dioses no podían mirar
veces no eran dioses personales, con lo que su acción estaba con indiferencia la bondad. Tenían que convertirse en su
más allá del bien y del mal, en una especie de neutralidad más perfecta realización. Las religiones se purificaron moral­
cosmológica. Si se los consideraba el alma del mundo, tenían mente, y por eso se enderezaron poco a poco hacia la ética.
que estar presentes en los acontecimientos buenos y malos Pondré algunos ejemplos que justifiquen y aclaren mi
de la realidad. Eran responsables de la felicidad y del dolor. afirmación. El judaismo, el cristianismo y el islam admitie­
Dioses de los templos y de las letrinas. Si se los consideraba ron en su origen imágenes de la divinidad que acabaron
soberanos absolutos, de nuevo estaban por encima de cual­ siendo inaceptables para sus propios estándares morales. Tal
quier ley, puesto que ellos las dictaban a su arbitrio, como vez a eso se refería Lutero cuando con ese tono de exabrupto
188 189
con que dice la mayoría de las cosas exclama: «Dios no pue­ El paso de Dios como Poder infinito a Dios como Bien infi­
de ser Dios sin antes ser un demonio» y «la palabra de Dios nito no es fácil de explicar si no se tiene en cuenta la esencia
tiene que hacerse una gran mentira, incluso en mí mismo, moral de la religión.
antes de que se haga verdad». Rudolf Otto descubrió este mismo paso en su análisis
El dios antiguo en la Biblia -el dios diabólico, como po­ del fenómeno religioso:
dría decir Lutero—es violento, sectario y cruel. Torres Quei-
ruga hace una breve antología de textos: «Es fácil acordarse Lo numinoso se hace santo, penetrado y saturado por
de la extraña escena en la que el Señor lucha toda la noche completo de elementos racionales, personales y morales; el
con Jacob, al que hiere en el muslo (Gen., 32, 22-32), o pavor se convierte en devoción. Lo santo se hace bueno y,
aquella otra, aún más extraña, en la que asalta de noche a por esta razón, lo bueno se hace santo, sacrosanto, hasta
Moisés y trata de matarlo, hasta que la mujer de éste, Séfora, que ambos elementos se juntan en fusión ya irresoluble, y
lo circuncida con la piedra afilada (Ex., 4, 24-26). Y abundan entonces se constituye el sentido cabal y complejo de lo
los episodios en que Yahvé, sin razón aparente, causa ham­ santo, que es a la vez bueno y sacrosanto. La racionaliza­
bres (Gén., 41, 25-32), asóla con la peste a una región (Ex., ción y moralización, cada vez más clara y patente, de lo
12, 23; Am., 5, 17; 1 Sam., 5, 1 y ss.; 4, 8) o entrega a los su­ numinoso es, a su vez, la parte más esencial de lo que lla­
yos en manos de los enemigos Que., 6, 13; 1 Sam., 4, 3; 4 mamos historia salutis, y que estimamos como una revela­
Re., 15, 5). A veces incluso aparece incitando al mal: envía a ción cada vez más intensa de lo divino.249
Saúl un mal espíritu que le lleva a atentar contra David (1
Sam., 18, 10 y ss.); impulsa a éste al acto soberbio de censar a
su pueblo (2 Sam., 24); infunde el “espíritu de mentira” en
los profetas de Acab, para perderlo (1 Re., 22, 19-23); hace 6
que los hijos de Eli desobedezcan a su padre, porque “el Se­
ñor había decidido que murieses” (1 Sam., 2, 25); manda in­ Para comprender el proceso de moralización de las re­
cluso matar Qos., 8, 2) y maldecir (Dt., 27, 13).»247 ligiones tenemos que comprender antes el proceso de in­
Las imágenes de un «dios arbitrario», terrible e imprevi­ vención ética. La historia, la vida real, es el gran banco de
sible, son continuamente corregidas por la conciencia de un pruebas de la moralidad. En ella aparecen tres grandes prota­
Dios ético. Dios acaba convirtiéndose no sólo en fuente de gonistas que interaccionan en un juego dramático complica­
autoridad moral, sino en modelo moral. Cuando el profeta do: los grandes maestros, la sociedad, y los intermediarios
Oseas predica el perdón de Dios, aporta una razón intere­ privilegiados, por ejemplo las iglesias, los sacerdotes, los aya-
sante: Perdona porque es Dios y no un hombre.248 Es un tolás, los gurús del poder.
nuevo modo de comprender la trascendencia de Dios: no El juego es complejo. Los grandes maestros espirituales
está lejos porque sea infinito, sino porque es absolutamente renuevan las tradiciones en que nacen, introduciendo gran­
bueno. Jesús de Nazaret lleva esta línea a su máximo desarro­ des visiones, marcos morales amplísimos. Los seguidores, los
llo: «Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.» sacerdotes, al compás de la situación, van concretando esos
190 191
principios generales en preceptos concretos, a veces tan asfi­ dad con la homosexualidad. El cambio de creencias sociales
xiantes como los de la religión hebrea. Sobre cada religión hace que la oposición frontal de las iglesias cristianas parezca
actúan, sin embargo, dos fuerzas transformadoras. Una de tan anacrónica como las condenas a muerte con que se casti­
ellas está compuesta por personalidades espirituales que in­ ga la homosexualidad en muchas naciones.
tentan purificarlas desde dentro, buscando volver a las fuen­ Algunas religiones han resuelto el problema limitando
tes, a las experiencias originarias. La otra fuerza es social. Las las posibilidades de debate. La labor de los teólogos islámicos
religiones imponen normas, que deben ser aceptadas por los se clausuró en el siglo X. Desde entonces sólo hay comenta­
creyentes. Pero los creyentes, a su vez, descubren en la vida rios a sus sentencias. Este mecanismo de defensa antes o des­
práctica las grandes dificultades o contradicciones de esa pués salta en pedazos, como bien saben las iglesias cristianas.
normativa y presionan para que se cambie. Erosionan de al­
guna forma la moral religiosa forzándola a aceptar las conse­
cuencias, aplicaciones, problemas, necesidades que la evolu­
ción espontánea de las sociedades descubre. Se produce en 7
las religiones un fenómeno de circularidad recíproca, unos
mecanismos de retroalimentación, entre las propuestas dog­ La historia demuestra que las grandes religiones son más
máticas y la aceptación popular. En teoría, el carácter fijo, inteligentes de lo que sus beatos suponen. Su propia experien­
indiscutible, absolutamente verdadero de los credos impone cia va aclarando aspectos olvidados o confundidos. La evolu­
normas a los creyentes, pero la eficacia de esas normas de­ ción de la sensibilidad, de la idea de justicia, de las nociones
pende de su aceptación por los fieles. básicas de responsabilidad personal, del papel de la libertad,
El Talmud da a esta situación una inaudita relevancia que se van elaborando dentro del ámbito religioso cuando no
teológica cuando pone en boca de Dios estas palabras: «Si no se emparedan en un dogmatismo logófobo, odiador del logos,
me confesaseis, yo no existiría.»250 En el islam es verdadero acaba produciendo importantes reinterpretaciones del punto
lo que los creyentes creen. Y la Iglesia católica siempre ha de partida. Voy a estudiar, dentro de la tradición cristiana,
dado gran importancia teológica al «común sentir de los cris­ tres ejemplos a los que concedo gran importancia. Uno, la
tianos». La norma se impone como coacción absoluta, pero suerte de los niños muertos sin bautizar. El segundo, la liber­
ese carácter absoluto debe ser aceptado como tal por los fie­ tad religiosa. El tercero, la necesidad de la Iglesia para la salva­
les que, de esta manera, son a la vez dominados y dominado­ ción. Todos están entrelazados y muestran cómo la ética aca­
res. Si las normas resultan demasiado pesadas, demasiado in­ ba marcando el camino a la religión.
congruentes, o demasiado chocantes con otros aspectos de la La polémica sobre la condenación de los niños dentro
vida, la comunidad empieza a imponer una resistencia pasiva del cristianismo da la razón a Goya: «El sueño de la razón
o activa. En la Iglesia católica se ha visto claramente este fe­ produce monstruos.» Para comprender lo paradójico de la si­
nómeno con el problema de la píldora. Hubo una sustancial tuación hay que advertir que el cristianismo naciente defen­
disminución de las prácticas religiosas como reacción a la dió los derechos del niño en el mundo grecolatino, donde el
Humanae vitae. Algo semejante está ocurriendo en la actuali­ infanticidio o el abandono eran costumbres permitidas. Sólo
192 193
en el 319, Constantino, por influencia cristiana, castiga a los condenación de los niños. Agustín confiesa que hubo un
infanticidas. Sin embargo, el dogma del pecado original me­ tiempo en el que tuvo dudas acerca de la condena eterna de
tió al cristianismo en un callejón de difícil salida. Todas los bebés, pero finalmente vio la verdad.251 Le acometió el
nuestras ideas éticas, fundadas en la responsabilidad perso­ hongo de la certeza inquebrantable, tan extendido en las
nal, se encrespan contra la idea de que el pecado de un su­ plantaciones religiosas. Afirma que no existe un lugar inter­
puesto antepasado haya decidido la suerte de la humanidad medio «entre el reino y el suplicio» para estos niños. No
entera. Comprendo que al haber ligado la figura de Jesús, la cree, pues, ni siquiera en el limbo como escapatoria.
redención, al pecado original -una mala faena provocada Pero esto entraba en directa contradicción con textos de
por un texto secundario de San Pablo-, la Iglesia no puede las Escrituras: «Dios quiere que todos los hombres se salven»,
negar la realidad del pecado original porque dejaría sin fun­ dice San Pablo. No era posible sentenciar el asunto con tanta
ción la encarnación de Dios en Cristo. Creo que todo se claridad, pero el tema de los niños réprobos parece obnubilar
debe a un malentendido, pero no soy quién para decirlo. a San Agustín. Sostiene que, puesto que todos somos répro­
Lo cierto es que si los hombres nacemos en pecado, y el bos por herencia, merecemos la condenación de acuerdo con
pecado sólo se borra con el bautismo, a los teólogos se les las leyes de la justicia. Sin embargo, dice, sabemos a ciencia
planteaba un problema endiablado, en el más estricto senti­ cierta que Dios salva a algunos de nosotros en un acto de
do del término. ¿Qué sucede con los niños que mueren antes misericordia. Aunque se admitiera todo ese sistema vindica­
de bautizarse? Según San Agustín, los niños que no están tivo, parece que si alguien merece esa misericordia han de ser
bautizados y mueren sin cometer ningún pecado real sufren los niños, pero no. Agustín es implacable. Kolakovski ha ex­
el tormento eterno en el infierno, simplemente porque no puesto brillantemente lo peculiar de su respuesta:
están bautizados. Agustín trata esta cuestión en varios textos. «Dios es soberano absoluto, nada ni nadie le puede limi­
Por ejemplo en De natura et origine animae, I, XI, 13. En la tar, ni puede imponer ninguna ley sobre El. Es su voluntad
Réplica a Juliano, escribe la siguiente brutalidad: «Entre los la que hace las normas de la justicia, en lugar de estar subor­
niños, en los que no hay ni voluntad ni obras buenas prece­ dinada a dichas normas. En caso contrario éstas serían pre­
dentes, a unos los adopta (Dios) como herederos del reino, y existentes e independientes de sus decretos. Si así lo desea,
priva a otros de este favor (...) reconoce, pues, como vasos de puede aceptar a cualquiera en su reino y puede convertir a
honor elegidos por la gracia, a los niños destinados al reino sus más rudos enemigos. Pero si hemos de creer la teología
de los cielos; y como vasos de ignominia a cuantos, en justi­ agustiniana, Él no puede salvar a los bebés, pues, en lo que se
cia, no son elegidos.» Este «en justicia» es una precisión en­ refiere a los bebés, [Dios] parece encontrarse desamparado,
venenada. Si Dios es justo y condena a los bebés inocentes al como si simplemente existiera una ley de hierro indepen­
fuego eterno, hay que afirmar la existencia del pecado origi­ diente de su voluntad, que evita que los rescate.»252
nal para hacer a Dios justo. Es decir, puesto que el castigo se La Iglesia católica no ha sido sorda a las presiones éticas.
da, hay que buscarle una justificación: un curioso razona­ ¿Por qué nos parece injusta la condenación de un niño re­
miento al revés. En vez de negar el hecho -la condena-, lo cién nacido? Porque toda nuestra concepción de la responsa­
que hay que admitir es el pecado original, que hace justa la bilidad personal se funda en la idea de que sólo somos res­
194 193
ponsables de lo que hacemos voluntaria, consciente y libre­ hombres de nuestro tiempo, y aumenta el número de quie­
mente. Esta idea ha tardado mucho es admitirse. Las cultu­ nes exigen que los hombres en su actuación gocen y usen de
ras arcaicas no tienen una idea clara de la responsabilidad su propio criterio y de una libertad responsable, no movidos
personal. Uno puede ser culpable de algo que no ha hecho por coacción sino guiados por la conciencia del deber.» Es
concientemente o de algo que ha hecho un miembro de su decir, la Iglesia católica cambia su postura sobre un tema
grupo. trascendental porque las ideas de la gente son ahora más cla­
En la actualidad, la Iglesia católica ha suavizado sus ideas ras, y hay un mayor número de personas que exigen libertad.
acerca de los niños, porque ha afinado éticamente su idea de Como dice unas líneas después, la Iglesia «saluda con alegría
Dios. El voluntarismo divino que dicta lo que es justo no los venturosos signos de los tiempos». La noción «signo de
puede actuar arbitrariamente. La voluntad no tiene que ver los tiempos» me parece un hallazgo hermenéutico.253 No hay
con el poder absoluto, sino con la inteligencia. Libre no es el aquí un razonamiento teológico: hay sólo sumisión a un cri­
que hace lo que le sale de las narices, por muy divinas que terio ético impuesto desde fuera.
sean, sino quien actúa siguiendo con fidelidad los dictáme­ Este cambio en la sociedad tiene una larga historia, a la
nes de su inteligencia. Y su libertad estará en proporción a la que me refería al hablar de Occidente como terrible banco
agudeza y claridad de su inteligencia. de pruebas para la moral, enseñanza para otras culturas y
El marco ético se va imponiendo a las religiones. fuente de inspiración para la ética. Las guerras de religión
mostraron a las claras las desdichas provocadas por el fanatis­
mo religioso. Todas las confesiones comprendieron la conve­
niencia de aceptar la libertad de conciencia, aunque la defen­
8 dieron con notoria hipocresía. La exigieron cuando estaban
en minoría, y la negaron cuando llegaron al poder. Un caso
La historia de la libertad religiosa es otro ejemplo de este claro lo tenemos en el cristianismo. Durante los primeros si­
progreso. Hasta muy recientemente, ninguna sociedad había glos, los Padres de la Iglesia pidieron tolerancia. A principios
permitido la libertad de conciencia, porque ponía en peligro del siglo III, Tertuliano escribe: «Tanto por la ley humana
la cohesión social, y últimamente vemos la remontada de esa como por la ley natural, cada uno es libre de adorar a quien
idea en todos los integrismos. quiera. La religión de un individuo no beneficia ni perjudica
La Iglesia católica, como todas, se negó a reconocer ese a nadie más que a él. Es contrario a la naturaleza de la reli­
derecho. En 1832, Gregorio XVI llamó «delirio» (deliramen- gión imponerla por la fuerza.» Los cristianos habían tenido
tum) a la libertad de conciencia, y en 1864 Pío IX la conde­ que sufrir las persecuciones del Sanedrín, o de los emperado­
na en el Syllabus de los errores. Pero el Vaticano II, dando res romanos, y habían sufrido la arbitrariedad del poderoso y
un notable giro, la admitió. Las razones que da para explicar de la moral vigente.
su cambio, al comienzo de la Constitución Dignitatis huma- Pero en el año 313, Constantino reconoce legalmente a
nae, corroboran mi argumento: «La dignidad de la persona los cristianos. Y un siglo después la Iglesia había llegado a
humana se hace cada vez más clara en la conciencia de los aceptar el uso de la coacción punitiva contra los heterodo­
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xos. Las cañas se tornan lanzas. Los emperadores romanos castigar a cualquier individuo que introdujese nuevas ideas.
proscribieron el paganismo. Entonces fueron los paganos En 1530 manifiesta por escrito su opinión de que debía man­
ilustres los que defendieron la libertad de culto. Uno itinere tenerse la pena de muerte para castigar todas las ofensas con­
non potestperveniri ad tam grande secretum. «¡No hay un solo tra el orden civil y eclesiástico. Lutero lo ratificó añadiendo al
camino», exclamó Símaco en el Senado romano en el año margen: «Me agrada. Martín Lutero.» El poder civil imponía
384, «por el que los hombres puedan llegar al fondo de un los preceptos religiosos. Fueron hombres terribles.
misterio tan grande!» Pero ya habían perdido la vez. ¿Es inevitable este proceso? Tal es la impresión que da la
El protestantismo ofrece otro caso patéticamente claro. historia. En esa misma época, enfebrecida de certezas, los
Lutero se rebela contra la Iglesia de Roma. Blande la libertad anabaptistas lucharon por traer el reino de Dios a la tierra.
de la conciencia, el libre examen, como arma devastadora. El La Iglesia debía deglutir al Estado. Los luteranos los persi­
individuo es tribunal último de sí mismo. Sintiéndose en pe­ guieron implacablemente. Pero ellos, a su vez, confirmando
ligro, a punto de recibir la bula de excomunión y la proscrip­ la incapacidad humana para ver la viga en ojo propio, recla­
ción del imperio, defiende con toda contundencia la libertad maron en 1524 a los príncipes luteranos que extirparan el
religiosa. «No se debe obedecer a los príncipes cuando exigen catolicismo. Cuando los perseguidos anabaptistas consiguie­
sumisión a errores supersticiosos, del mismo modo que tam­ ron el poder en Münster, salieron a la calle gritando: «¡Muer­
poco se debe pedir su ayuda para defender la palabra de te a los impíos!» Fue el 27 de febrero de 1534, a las siete de
Dios.» Pero unos años después, cuando se siente más fuerte, la mañana. Un día como otro cualquiera en esta tenebrosa
se olvida de lo dicho, se olvida del pueblo y pide ayuda a los historia.
príncipes. Tenía que defender su iglesia de los mismos prin­ Como conclusión tardía de tanto disparate, las iglesias
cipios que él había utilizado para romper con Roma. La espa­ cristianas acabaron aceptando la libertad de conciencia.
da de la libertad de conciencia podía volverse contra él. Sabía
mejor que nadie la fuerza con que vocea la libertad en el cora­
zón humano y prefirió embozarla. Compró seguridad a cam­
bio de libertad. Exhortó a los nobles a vengarse sin piedad de 9
los insurrectos. Proclamó que el poder civil tenía la obliga­
ción de evitar todo error. ¡Otra vez la misma canción mortal! La salvación fuera de la Iglesia es otro tema peliagudo, en
Se apoyó en la Biblia para condenar a muerte a todos los fal­ el que se ha visto actuar la presión ética sobre la teología. En
sos profetas. Negó que la naturaleza dañada pudiera ser libre. el siglo III surge una corriente destinada a tener larga vida en
Acabó defendiendo la obediencia pasiva, anatemizando cual­ la tradición cristiana, caracterizada por el principio Extra ec-
quier rebelión. «Es deber del cristiano sufrir las injusticias», clesiam nulla salus, «Fuera de la Iglesia no hay salvación», atri­
argüía. buido a San Cipriano.254 San Agustín transmitió a la Edad
Estos principios de intolerancia se convirtieron en teoría Media una interpretación estricta del principio, que se co­
definitiva gracias al genio más frío de Melanchton. Enseñó rrespondía muy bien con su idea de la descendencia de Adán
que había que terminar con las sectas utilizando la espada, y como massa damnata, como masa condenada, que sólo se po­
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día salvar a través de la fe y del bautismo cristianos. La Iglesia doxia —la recta creencia-. Se impone, como dice Runzo en
católica admitió este axioma con mayor o menor rigidez, has­ su libro sobre ética y religiones del mundo, la idea de que «la
ta que en 1442 fue corroborada solemnemente por una de­ religión necesita a la ética humanista autónoma, el recurso a
claración magisterial en el concilio de Florencia. Pío XII rea­ la fundamentación racional de la ética, para prevenir deriva­
firmó su validez: «Entre las cosas que la Iglesia siempre ha ciones religiosas que sean dañinas».256
predicado y no cesa nunca de predicar, se contiene también Como prueba de esta deriva religiosa hacia la ética citaré
aquella infalible sentencia que nos enseña que “fuera de la un fragmento de las conclusiones de la conferencia, organiza­
Iglesia no hay salvación”.»255 da en Tailandia por la Comisión para la Evangelización de la
A lo largo de la historia, muchos papas y teólogos admi­ Federation of Asían Bishop’s Conferences, en 1991: «El reino
tieron el axioma, aunque intentaron hacerlo compatible con de Dios está presente y actúa universalmente. Dondequiera
la creencia en la bondad, justicia y universalidad de la volun­ que hombres y mujeres se abren al misterio divino trascen­
tad salvífica de Dios. Poco después del Concilio de Florencia dente que les afecta y salen de sí mismos en el amor y el servi­
un acontecimiento imprevisto planteó con rudeza nuevos cio a los seres humanos, allí actúa el reino.» Esta reforma ética
poblemas. El descubrimiento de América forzó a los teólogos de las religiones, tan clara en las teologías de la liberación, en­
a replantearse los requisitos de la salvación. Se ensayaron al­ laza con el papel del buen comportamiento, de la pureza de
gunas soluciones ingeniosas para admitir la salvación fuera corazón, como vía de entrada en el círculo sagrado. Como ex­
de la Iglesia sin dejar de mantener el principio de exclusivi­ pliqué antes, muchas religiones creen que ése es el medio de
dad. Era una tarea ciertamente contradictoria. Se postuló acceder a la experiencia religiosa. La ética, por muy laica que
una evangelización después de la muerte, se afirmó que las sea, no es un enemigo de la religión, sino su mejor defensa.
buenas personas que creían en otras religiones iban al limbo, Todos los problemas disputados que he tratado, aunque
se supuso una fe implícita. El sentido común no podía acep­ muy a la ligera, tenían un núcleo común. Nuestra cultura de­
tar la condenación de pueblos enteros sin culpa alguna. Hay fiende el valor de la autonomía personal frente a la mera obe­
que esperar a 1854 para que se hable por primera vez en la diencia, el deber de la responsabilidad personal frente a la
historia de la Iglesia católica de la invencible ignorancia como responsabilidad colectiva, el valor de la libertad frente a la su­
razón para justificar la salvación de los no cristianos. Esto es, misión, el valor de la democracia frente a la tiranía. Algunas
sin duda, la aceptación de un principio ético. religiones niegan estos valores, por eso confucianos, musul­
En la actualidad, dentro del cristianismo cada vez se manes y religiones étnicas africanas se han opuesto a la decla­
concede mayor valor a las otras religiones, a las que se consi­ ración de los derechos humanos por considerarlos individua­
dera caminos válidos de salvación. Acaso la extensión de un listas, insolidarios y eurocéntricos. Creo que en esto hay un
ateísmo rampante facilita la unión en lo fundamental de malentendido dramático, favorecido tal vez por la conducta
confesiones que disputan irremediablemente en la superficie. occidental. El régimen de derechos individuales, libertad de
Los contenidos dogmáticos dejan de ser los protagonistas conciencia y democracia no es un régimen laxo, donde todo
para dejar el puesto a las orientaciones prácticas. La ortopra- vale, egoísta y escéptico, dado a la queja y a la reclamación
xia -la recta acción- adquiere más importancia que la orto­ más que a la colaboración y a la generosidad. Es un régimen
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muy exigente, que compromete a todos en un costoso siste­ VIII. MÁS ALLÁ DE LO RELIGIOSO Y LO PROFANO
ma de reciprocidades. Por poner un ejemplo, el derecho a la
libertad de conciencia lleva aparejado muchos deberes: el de­
ber de buscar la verdad, de escuchar, de atender a razones, de
estar alerta ante los prejuicios. No defiende el capricho de la
inteligencia, sino la libertad de la investigación. Rechaza la
idea de que todas las opiniones sean respetables, para defen­
der el principio de que todas las personas que opinan son res­
petables, aunque su opinión sea un disparate.

10 1

Para terminar, conviene recordar a los pesimistas que La idea de que el paradigma ético de la inteligencia es
niegan que las religiones puedan ponerse de acuerdo en unos superior al paradigma científico y al paradigma religioso, es
principios éticos, que en los encuentros interreligiosos este ferozmente negada desde los dos ámbitos. Ni la ciencia ni la
consenso ha sido el más fácil de conseguir. religión admiten una jurisdicción superior.
Hay algunos principios comunes a todas las religiones. Necesito, por ello, justificar mis afirmaciones si preten­
Tienen que ver más con el comportamiento hacia el prójimo do seguir adelante. Éste será el objetivo de este último capí­
que con el comportamiento hacia Dios. Pondré algunos tulo, en el que aprovecho los resultados de otros escritos
ejemplos: míos.
En las Analectas, Confucio dice: No impongas a otros lo Creo que la ética es la culminación de la inteligencia
que tú mismo no desees. práctica y que ésta se mueve en un nivel superior a la inteli­
En el Mahabarata se lee: Uno nunca debería hacer a otro gencia teórica por las siguientes razones:
lo que consideraría ofensivo para sí mismo. Esta es la esencia
del dharrna. 1. Porque la acción es el nivel fundamental de nuestro
Según Buda, el que buscando la felicidad daña a otros que ser-en-el mundo y la inteligencia está constituida bio­
también buscan la felicidad, no encontrará lafelicidad. lógicamente para dirigir la acción. La supervivencia
Para Jesús de Nazaret, no hagas a tu prójimo lo que no en primer término, y el aumento del bienestar y de
quieras que te hagan a ti. las posibilidades vitales después, son sus metas bási­
Mahoma: Ningún hombre es verdadero creyente hasta que cas. En una cultura que ha cognitivizado excesiva­
no desee para su hermano lo que desea para él. mente la inteligencia, centrándola en el conocimien­
No parece gran cosa, pero es suficiente para empezar. to y marginando el mundo de los afectos y el de la
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conducta, conviene repetir que la función básica de Creo que todo esto es fácil de comprender si nos libra­
la inteligencia es dirigir el comportamiento para po­ mos de una herencia intelectualista, a la que debe su grande­
der salir bien librados de la situación en que nos en­ za la cultura occidental, pero que ahora necesita ser comple­
contremos. Si nuestra situación es científica, lo hará tada. La inteligencia es un sistema operativo que aúna datos,
haciendo buena ciencia; si es política, permitiendo valores y comportamiento, es decir, conocimientos, senti­
una justa solución de los conflictos; si es afectiva, fa­ mientos y sistemas de control de la propia conducta. Todo
cilitándonos el acceso a la felicidad. esto es inteligencia. La ciencia se especializa en el desarrollo
2. Es también superior por la importancia de su objeto: del conocimiento y es un dominio con legalidad autónoma,
la felicidad y la justicia (que es la felicidad política). sin duda. Con buenos sentimientos no se hace buena cien­
El conocimiento no es valioso por sí mismo, por más cia. Pero la ciencia es obra de científicos, que están por tanto
que se predique o practique ingenuamente una místi­ sometidos a las leyes generales del comportamiento. No es
ca platónica del conocer. Está orientado a satisfacer una actividad angélica, realizada por espíritus puros, sino un
las más profundas necesidades humanas. Se desnatu­ método para liberar una parte de nuestra actividad mental
raliza el conocimiento cuando se lo convierte en un de las frivolidades, precipitaciones, manías, prejuicios e in­
territorio autónomo, valioso por sí mismo. comprensiones subjetivas.
3. También es superior por las dificultades que los pro­ Cuando un científico, además de hacer ciencia, quiere
blemas prácticos plantean, y los recursos intelectuales entender lo que está haciendo al hacer ciencia, se ve forzado
que comprometen. La práctica implica conocimien­ a dar un salto fuera de ella para observarla. El premio Nobel
to, sentimientos, creencias, voluntad, cooperación. de física y el monje tibetano buscan lo mismo -la felicidad-,
Exige por lo tanto la movilización e integración de uno investigando y otro recitando un mantra. Hace muchos
todas nuestras capacidades. años, cuando la Segunda Guerra Mundial ya se presentía, mi
4. Por la novedad ontològica de sus creaciones, ya que maestro Edmundo Husserl, una de las inteligencias dedica­
inventa un orbe nuevo, más allá de la simple natura­ das con más pasión a buscar la verdad, consideró una ame­
leza. La dignidad humana, el campo del derecho, la naza que la ciencia se refugiara en el mundo ideal, apartán­
construcción de la libertad, la creación ética, me pa­ dose de la vida. Insistió en que la ciencia nace de una
recen ontològicamente más novedosos que la ciencia. subjetividad humana, que no es un ídolo sino una creación.
5. Porque la verdad —objeto del conocimiento—se com­ Sabía por experiencia la facilidad con que se adoran las obras
prende mejor si se la concibe como un bien. Es decir, cuando se olvida que son sólo obras humanas.
el concepto de bien -como aquello que incita y diri­ La inteligencia es la facultad psicológica mediante la cual
ge la acción- es más universal y poderoso que el con­ los hombres resuelven problemas nuevos... y los plantean,
cepto de verdad. El científico busca denodadamente claro. Todo lo que hacemos lo hacemos para conseguir bien­
la verdad porque le parece valiosa. La inteligencia estar y para ampliar nuestras posibilidades. ¡Deseos contra­
práctica tiene como objeto principal el bien como dictorios! Uno busca la estabilidad, la seguridad, la quietud.
principio y fin de la acción. El otro busca el riesgo, el poder, la inquietud. Tomás de
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Aquino, en un flash genial, distinguió dos grandes motivos: ferente. Imaginemos que en vez de relacionar la inteligencia
lo placentero y lo arduo. Uno aspira a disfrutar, el otro a con el jugador de ajedrez o con el científico la hubiéramos
vencer. Así es la vida. relacionado con el justo. Haga un experimento mental.
Los problemas que nos acucian son de dos clases: teóri­ Considere a Nelson Mándela o a Martin Luther King más
cos y prácticos. Los problemas teóricos se caracterizan por­ inteligentes que Einstein. No hay nada que se lo impida, se
que quedan resueltos cuando «conozco» su solución. Los lo aseguro. ¿En qué mundo habría preferido vivir? ¿En uno
problemas «prácticos» no quedan resueltos cuando conozco donde todo el sistema educativo, el sistema de prestigios, de
su solución, sino cuando la pongo en práctica, que suele ser premios tuviera como modelo a los buscadores de la justicia,
lo más difícil. Para conseguirlo, hay que contar con el coefi­ o en otro, donde ese lugar lo ocuparan los científicos, los
ciente de adversidad de lo real, con las dificultades de la rea­ técnicos, los financieros, o los economistas, talentos de la
lización, con la necesidad de integrar motivaciones dispersas, utilidad sin valores?
de contar con sentimientos tal vez contradictorios. «De nada Este gran paradigma de la inteligencia ética no aniquila
vale que el entendimiento se adelante si el corazón se que­ la ciencia: la pone en su lugar. Dice tan sólo que es un saber
da», escribió Gracián. Los problemas prácticos incluyen la instrumental. Que el mundo profano se cierre teniendo
tanteante libertad, que siempre es una dificultad añadida. como fundamento la ciencia me parece brillante y nefasto.
Quien diga que es más difícil construir un puente que cons­ ¿Debemos, entonces, abjurar de la ciencia y entregarnos en
truir una relación amorosa feliz, o una sociedad justa, no manos de la religión? Ya he dicho que no. La razón nos sal­
sabe lo que dice. va, pero no la razón científica, sino el uso racional de una in­
teligencia que trata con valores, con sentimientos, con pro­
yectos de vida. La razón que aspira a la felicidad personal, y a
la justicia como felicidad social.
2 Los puristas de la racionalidad profana han dicho que la
razón no puede fundar una ética. Esto, ante todo, me parece
Admiro la ciencia. Me he dedicado a ella durante mu­ una desfachatez de académico. Resulta muy sospechoso que
chos años. Me parecen bellísimas sus grandes construcciones los intelectuales acomodados en un sistema que les protege
conceptuales. Y, al mismo tiempo, creo que su triunfo exclu­ sean escépticos acerca de la ética, mientras que las personas
yeme es una terrible equivocación histórica. Su victoria ha que sufren, que están perseguidas o humilladas, crean en ella.
sido la victoria de la eficacia, no de la sabiduría. Y la eficacia Con mis alumnos jóvenes se repite con frecuencia una escena.
es un valor incierto. ¿Eficacia para qué? Supongan que en Algún lanzado niega que exista la justicia y mantiene que todo
vez de elegir como paradigma de la inteligencia el conoci­ eso de la ética son músicas celestiales. Él va a lo suyo y se aca­
miento, la verdad, la ciencia -cosas todas ellas magníficas y bó, como todo el mundo. Expone su punto de vista con gran
necesarias-, hubiéramos elegido la justicia, y que desde esa convicción, y se muestra inasequible a cualquier argumento.
idea hubiéramos hecho ciencia. Los resultados científicos se­ Suelo entonces utilizar una astucia retórica y le digo de sope­
rían los mismos, pero incluidos en un marco significativo di­ tón: «Voy a pedir al profesor de matemáticas que te suspenda
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por lo que acabas de decir.» El alumno, naturalmente, protes­ de la ciencia y que, por definición, lo que no es científico no
ta, y cuando le pregunto por qué protesta, me dice que es in­ puede ser verdadero. La ética pertenece al mundo de las emo­
justo que le suspendan en matemáticas por algo que ha dicho ciones y nada científico puede decirse sobre ellas. La emoción
en clase de ética. O sea, que su escepticismo acerca de la justi­ es subjetividad pura y la ciencia es pura objetividad.
cia se acaba en cuanto el perjudicado por la injusticia es él. El ataque yerra en el objetivo. La ética no se mueve en el
mismo plano que la ciencia. Mientras que ésta nos dice lo
que hay, la ética nos dice lo que debería haber. No puede,
por lo tanto, manejar una idea de la verdad como adecua­
3 ción, sino de la verdad como justificación. Su finalidad no es
demostrar que matar es malo, sino justificar por qué sería
Tanto las religiones como la ciencia se equivocan al ne­ bueno no matar. Ya he explicado que la verdad es, ante todo,
gar la preeminencia de la ética y se equivocan por la misma la corroboración de una evidencia. Es el proceso de confir­
razón. Ambas creen que la ética es algo que existe ya, con lo mación de una idea, de un sentimiento, de una teoría. Salvo
cual tienen que fundarla en algo pasado: Dios o la naturale­ en las verdades puramente formales -lógicas y matemáticas-,
za. Las religiones dicen que sin Dios no hay moral posible. la verdad es siempre un estado de verificación. Decimos que la
Las ciencias dicen que en la naturaleza no se encuentra nin­ actual física de partículas es verdadera porque es la teoría me­
guna norma ética. Pero, como veremos, la ética no es algo jor verificada hasta el momento, pero si se consolidara la teo­
que tengamos que buscar como se busca una mina de oro en ría de las cuerdas, tendríamos que decir que esta teoría alcan­
la ladera. Es algo que tenemos que crear si queremos vivir in­ zaba un estado superior de verificación, y haría retroceder a la
teligentemente. Me extraña la delectación con que muchas anterior. No hay, pues, una verdad absoluta, sino una perma­
personas religiosas repiten una frase ambigua, y desde luego nente búsqueda de corroboración de conjeturas. Y esto ocu­
falsa, de Dostoievski: «Si Dios no existe, todo está permiti­ rre lo mismo en la ciencia que en la ética.
do.» Me imagino el escándalo que les habría provocado Resulta útil establecer esa distinción de estado, muy per­
Hugo Grocio, cuando hace siglos se atrevió a afirmar que el tinente al tratar sobre la verdad de la ética y las religiones.
derecho natural continuaría siendo válido «aunque Dios no Me refiero a la distinción, ya esbozada antes, entre verdades
existiera». Y, más aún, el escándalo que les debe producir el privadas y verdades públicas. El círculo religioso es el círculo
constatar que personas no religiosas o ateas puedan tener un de las verdades privadas, mientras que la ética y la ciencia
comportamiento éticamente intachable, e incluso santo. Ol­ pertenecen al círculo de las verdades intersubjetivas, públi­
vidan que los mismos dioses tuvieron que ser moralizados cas, universales, compartidas.
por los hombres. Entiendo por verdad la manifestación evidente de un ob­
En este capítulo quiero contestar a los ataques que vie­ jeto. Le acompaña la certeza subjetiva, y puede expresarse en
nen del mundo profano, en especial del mundo científico, un juicio, que llamaríamos «juicio verdadero». Su fuerza de­
que niegan la capacidad de la razón para fundamentar ética pende del estado de verificación.
alguna. Suponen que toda verdad posible cae en el dominio
208 209
Verdades privadas son aquellas que por su objeto, por la Verdades privadas colectivas. Con esta expresión contra­
experiencia en que se fundan, por la imposibilidad de unlver­ dictoria designo las verdades privadas, es decir, que no pue­
salizar la evidencia, quedan reducidas al mundo de una perso­ den universalizarse, pero que son compartidas por una colec­
na. Es privada también una verdad científica antes de que haya tividad. Las creencias religiosas pertenecen a este tipo. Son
sido demostrada. Son, pues, verdades biográficas, no verdades verdades comunes, participadas, pero sólo por un grupo, cuyo
reales, son mundanales, es decir, válidas en el mundo de una consenso fortalece las fes particulares. Ya lo dijo Stuart Mili:
persona, pero no en la realidad. Por ejemplo, la confianza que «Si Novalis pudo decir “mi creencia ha aumentado infinita­
tengo en una persona es una verdad privada, que se funda en mente desde el momento en que otro ser humano ha empeza­
dos evidencias: estoy seguro de mi confianza, y estoy seguro de do a creer lo mismo que yo, cuánto más será así cuando no se
que la otra persona es de fiar. Esto último puede manifestarse trata de un solo hombre, sino de todos los seres humanos que
falso en la continuación de la experiencia, es decir, la verdad le son conocidos a una persona.»258 La comunidad como co­
privada también puede falsarse, empleando el término de rroboración social es uno de los grandes mecanismos que ase­
Popper. Lo que no se puede hacer es universalizarla, porque la guran las certezas religiosas, porque producen un espejismo
experiencia en que se basa es privada. de verdad intersubjetiva. Siguen, a pesar de ello, siendo priva­
La idea que tengo de lo que soy capaz de hacer es otro das, porque se basan en acontecimientos privados. Por ejem­
ejemplo de verdad privada. Tal vez pienso que soy incapaz de plo, si la fe cristiana es un regalo que Dios hace a quien quie­
hacer algo hasta que las circunstancias me demuestran que no re, por definición no se puede admitir su universalidad. Eso
estaba en lo cierto. La vida va confirmando o rebatiendo una no dice nada sobre la verdad o falsedad de sus doctrinas, sino
parte importante de nuestras verdades privadas, da igual que sobre el estado de verificación en que su verdad se ofrece.
se trate de un amor o de una experiencia religiosa. Desde fue­
ra del sujeto dichas verdades pueden no tener sentido. No Verdades universales, intersubjetivas, son aquellas eviden­
puedo decir que quien dice que ha visto a Dios no le ha visto. cias suficientemente corroboradas, al alcance teórico de to­
Es el propio sujeto quien tiene que buscar las pruebas de su das las personas (las evidencias de la física cuántica están teó­
verdad, por honestidad o por puro interés, como los enamo­ ricamente al alcance de todos, pero realmente sólo al alcance
rados que pedían «pruebas» de su amor a la persona amada. de los que estudien física), y sometidas a rigurosos criterios
Los demás sólo podemos decir que el estado de verificación de verificación metódicamente precisados por la ciencia a lo
de esta verdad es privado, y que desde el exterior sólo pode­ largo de la historia, que permiten alcanzar una garantía que
mos considerarla como presunta verdad, siempre que no en­ va más allá del mero consenso subjetivo. Una teoría no es
tre en colisión con alguna verdad más fuerte. A veces, por verdadera porque la admitan los científicos, sino que los
ejemplo en el caso de alucinaciones, se puede demostrar que científicos la admiten porque la consideran verdadera. La
esa evidencia es falsa, que no hay voces, ni personas, ni alima­ ética puede alcanzar este estado de verificación aunque por ca­
ñas subiéndose por las sábanas, pero en otros casos tan sólo minos distintos a los que sigue la ciencia. Comienza en una
podemos abstenernos de juzgar.257 experiencia afectiva, evaluativa, y sigue caminos metodológi­
camente distintos. Espero que pronto les expondré esto dete­
210 211
nidamente en un tratado general de ética que se titulará La cosa es un artificio», escribe en otro lugar. No sé si lo que dice
creación ética. es verdadero, porque la expresión es equívoca. Ciertamente la
De lo dicho se puede deducir un «principio ético acerca entrada a la verdad es siempre individual, nuestras evidencias
de la verdad»: son siempre privadas y a ellas tenemos que atenernos. Pero la
En todo lo que afecta a las relaciones entre seres humanos, o inteligencia se empeña en ir más allá de la perspectiva, más
a asuntos que impliquen a otra persona, una verdad privada allá de la verdad privada en algunos asuntos importantes, por
—sea individual o colectiva— es de rango inferior a una verdad ejemplo la ética y la ciencia. ¿Que quiere considerárselas arti­
universal, en caso de que entren en conflicto. ficios? Da igual. Yo prefiero llamarlas creaciones.
Este principio es el fundamento de la libertad de con­
ciencia. Es libertad de pensar, no libertad de actuar de acuer­
do con mis pensamientos, si hay normas más poderosas, in­
tersubjetivas, universales. No tengo libertad de conciencia 4
para obrar como si dos más dos fueran cinco en el momento
de cobrar un deuda a una persona. Puedo mantener que un ¿Pero podemos ponernos de acuerdo en una ética? ¿No
minuto es eterno cuando estoy fantaseando sobre mí mismo, tiene cada uno una idea distinta del bien, del mal, y de la fe­
no cuando pretendo utilizar esa idea para pagar un taxi o licidad? Aunque sea aburrido repetirlo una vez más, lo haré:
para cronometrar el horario de un trabajador. la inteligencia ética es más poderosa de lo que dicen sus críti­
Las religiones son verdades privadas, cuya corroboración cos. La inteligencia creadora puede forjar una idea de ser hu­
interesa al sujeto que las está manteniendo, y que en el ám­ mano que todos podemos reconocer como una posibilidad
bito de la acción pública, por ejemplo en el comportamien­ querida. Puede diseñar una órbita que no queramos abando­
to, tienen que someterse a las verdades éticas. Cosa que, por nar, un modo de vida que echemos en falta cada vez que lo
otra parte, han hecho o llevan camino de hacer. No pueden, perdamos, un proyecto que pueda ser aceptado como bueno
por lo tanto, imponerse por la fuerza, pero tampoco pueden por toda inteligencia en pleno uso de sus facultades.
ser erradicadas por la fuerza, mientras permanezcan en el Volvamos al principio. Los seres humanos quieren el
ámbito íntimo, y sus consecuencias no perjudiquen a nadie. bienestar y el aumento de sus posibilidades. Para conseguir­
Creo que esta distinción entre verdades privadas y verda­ lo, la inteligencia tiene que aprender a resolver los inevitables
des intersubjetivas resuelve alguno de los problemas suscita­ conflictos que encizañan la convivencia, y ampliar los pode­
dos por el perspectivismo. Cuando Ortega dice: «Hay tantas res individuales. He de advertir que ninguno de estos fines
realidades como puntos de vista. El punto de vista crea el pa­ puede alcanzarse en solitario. Por eso los hombres se asocian.
norama», comete un error elemental. Confunde la realidad Los problemas que afectan a la felicidad personal o a la dig­
con el paisaje. Ciertamente, la sierra de Gredos es diferente nidad de nuestra convivencia sólo se consiguen integrándo­
mirada desde su vertiente norte o mirada desde su vertiente los en proyectos mancomunados.
sur. «El punto de vista individual me parece el único punto de ¿Qué es lo que pretendemos? La felicidad. Al oír esto,
vista desde el cual puede mirarse el mundo en su verdad. Otra los avispados dicen con sonrisa de suficiencia: «¿Lo ves como
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no hay salida? Es imposible ponerse de acuerdo sobre la feli­ ciencia. María de la Válgoma y yo hemos dado un esbozo de
cidad.» En efecto. En el País Vasco una bomba oculta en un ese proceso en La lucha por la dignidad. Hemos convertido la
juguete acaba de matar a una persona y de dejar ciego a su historia en una gran argumentación ética. Encontramos en
nieto de dieciséis meses. No puedo estar de acuerdo con la ella las mismas etapas que en el quehacer científico: un mo­
concepción de la felicidad que tiene el criminal autor del he­ mento inventivo y un momento justificativo. Millones de in­
cho, por supuesto. La idea de la felicidad de Jack el Destri- tentos, de tanteos, de rechazos, de críticas, de ajustes, de deba­
pador me da repeluzno. Pero quedarse ahí sería tan bobo tes, de equivocaciones, de víctimas, hacen emerger modos de
como que un crítico de arte dijera que de gustos no hay nada vida más deseables. Creemos que universalmente deseables.
escrito y considerara uno de esos cromos que venden en las En el principio, la religión lo englobaba todo: la moral y
tiendas de muebles equiparable a un Van Gogh. el derecho también. Pero una de las características del pro­
De la felicidad podemos decir más de lo que pensamos. greso moral ha consistido en deslindar esos campos. Costó
Por de pronto, podemos distinguir entre felicidad subjetiva mucho, y en muchos países, como los musulmanes, aún no
-la de Jack el Destripador—y felicidad objetiva o política. se ha conseguido. En Occidente, en este momento, ni la
Esta es la que interesa a la ética. Es el conjunto de condicio­ moral se identifica con la religión -la ética es una moral lai­
nes, instituciones, creencias, principios, valores, costumbres, ca—, ni el derecho se identifica con la moral. La razón de esa
que, todos juntos, crean el marco más propicio para que autonomía hay que buscarla en la historia. Los seres huma­
cada ser humano pueda poner en práctica sus proyectos de nos comprobaron, casi siempre con terribles sufrimientos,
felicidad. El hombre se ha movido siempre por dos aspira­ que esa mezcla era dañina e injusta.
ciones irremediables e irremediablemente vagas: la felicidad El proceso inventivo que condujo a la ética incluye, al me­
y la justicia. Ambas están unidas por parentescos casi olvida­ nos, tres grandes dinamismos. Hay, en primer lugar, un dina­
dos. Hans Kelsen, uno de los grandes juristas del siglo pasa­ mismo solucionador. Los problemas son universales, aunque las
do, los describió con claridad: «La búsqueda de la justicia es soluciones sean locales. Esa semejanza nos permite comparar
la eterna búsqueda de la felicidad humana. Es una finalidad los distintos modos de resolverlas. Además hay un dinamismo
que el hombre no puede encontrar por sí mismo, y por ello emancipador, fácil de descubrir en la historia de los movimien­
la busca en la sociedad. La justicia es la felicidad social, ga­ tos sociales. La experiencia de humillación, ofensa o injusticia
rantizada por un orden social.» ¿Podemos, sin embargo, po­ distingue las reivindicaciones morales de las luchas por nudos
nernos de acuerdo en el contenido de la justicia? intereses. Aquéllas apelan a un derecho del que se han visto
Creo que sí. La historia es el gran banco de pruebas de la privadas. Éstas simplemente a un deseo. Las reivindicaciones
ética. Una de las razones de que los filósofos no hayan hecho morales buscan el acceso a un valor merecido, la abolición de
progresar la ética es su empeño en dedicarse a estudiar las una presunta injusticia. El débil comenzó apelando a Dios,
obras de otros filósofos en vez de estudiar las morales concre­ después apeló a los derechos concedidos por Dios, por último
tas, su modo de resolver los conflictos, los fracasos y triunfos, a los derechos que le correspondían por ser persona.
su evolución, el modo como los cambios culturales han influi­ El tercer dinamismo remite directamente al tema de este
do en ellas. La ética ha de elaborarse inductivamente, como la libro. Los dos anteriores se mueven en un terreno natural, ra­
214 215
cional, fácilmente comprensible. Nadie quiere sufrir, nadie las tesis que hemos expuesto y justificado en La lucha por la
quiere ser esclavo, nadie quiere ser discriminado. La reciproci­ dignidad759
dad en el trato es un principio absolutamente universal de
comportamiento. Pero el mundo construido por estos dina­ Primera tesis: La humanidad, movida por deseos impe­
mismos, con minuciosidad de panal, se ve a veces conmovido riosos y contradictorios, se ha dirigido siempre a una meta que
por el aletear de grandes vuelos. Aparecen personajes podero­ se designa con términos amplios, vagos e inevitables, como «feli­
sos que hablan de otros mundos, de otras esperanzas, de otras cidad» o «justicia».
emociones. Son renovadores religiosos que alientan los fuegos Segunda tesis: Cuando los seres humanos se libran de la
amortiguados del corazón humano y los convierten en hogue­ miseria, de la ignorancia, del miedo, del dogmatismo y del odio
ras. Animan al amor, la compasión, la generosidad, el desasi­ —elementos claramente interrelacionados—, evolucionan de ma­
miento, la pobreza. Hablan de tierras amorosas o apaciguadas, nera muy parecida hacia los derechos individuales, la racionali­
de dioses y esperanzas. Cambian la faz de la tierra. Los dos pri­ dad, la igualdad, la democracia, las seguridades políticas, la
meros dinamismos eran de búsqueda, éste es de llamada. La suavización de las costumbres y las políticas de solidaridad.
religión introduce en el plano natural una dimensión infinita, Tercera tesis: La humanidad, por distintos y convergentes
lo que confiere una inaudita trascendencia al vivir humano y a caminos, ha descubierto que el modo más seguro y eficaz de con­
su comportamiento. Era un principio de seriedad, que podía seguir la felicidad y la justicia es afirmando el valor intrínseco
llegar, ciertamente, al disparate, pero que también ayudó a que de cada ser humano.
el ser humano se sintiese lejano del animal. Los actos dejaban Cuarta tesis: Ese valor supremo ha encontrado su mejor de­
de agotarse en su eficacia real. Pertenecían a una dimensión finición en el concepto de derechos prelegales (derechos subjetivos,
más profunda. El karma, para los hindúes y para los budistas. innatos, derechos morales, o como quieran denominarlos), que a
La responsabilidad ante Dios para las religiones del libro. su vez se han concretado en los llamados derechos humanos.
La evolución de la inteligencia fue urdiendo una exigen­ Quinta tesis: Todo el sistema de los derechos humanos se
cia revolucionaria: los modos de vida, la autoridad, las nor­ funda en el concepto de «dignidad humana», al que se ha dota­
mas, no debían ser sólo imposiciones del poder. Debían te­ do de un valor absoluto y axiomático. Muchas constituciones
ner una fuente de legitimidad. Sería deseable hacer una políticas lo están adoptando como fundamento de su ordena­
historia de las legitimaciones propuestas y aceptadas por el miento legal.
ser humano. La religión fue la primera de ellas. La autoridad
se funda en la divinidad. Los reyes son sagrados. Los legisla­
dores reciben de los dioses el poder de legislar. Los sacerdo-
res se convierten en fuentes de legitimación vicaria. El pro­ 5
blema surgió cuando fue la misma religión la que tuvo que
aportar su legitimación. Entonces tuvo que apelar a la razón. Los derechos humanos, como esbozo de una ética, nos
No puedo detenerme más en contar el gran argumento proporcionan otro ejemplo de la paulatina influencia de la
histórico a favor de la ética. Me limitaré por ello a enunciar ética sobre las religiones. Cuando se estudia el proceso de su
216 217
descubrimiento, discusión y proclamación, se advierte que Es posible un acuerdo práctico entre los hombres que
las distintas religiones no estuvieron, y en parte no están, de teóricamente se oponen entre sí. Las religiones han ido acep­
acuerdo con ellos. Bien conocido es el rechazo de los taliba- tando poco a poco someterse a ese saber alcanzado por la ex­
nes a reconocer a las mujeres igualdad de derechos. periencia ética de la humanidad. Se ha dado el caso chocante
La Declaración de los Derechos Humanos se planteó de que religiones que en principio sentían recelo ante los de­
como una declaración laica. Hubo intentos de introducir una rechos humanos, acabaron afirmando que los derechos hu­
referencia al origen divino y el destino inmortal del hombre, manos eran creación suya.
que no cuajaron. En la votación final, Arabia Saudita se abs­ Por ejemplo, el islam no rechaza de plano los derechos
tuvo, precisamente por cuestiones religiosas. Jacques Mari- humanos. Para los musulmanes no son nada nuevo, sino un
tain, filósofo católico, nos ha dejado un testimonio directo regalo de Dios. Makki, representante de Omán ante la Asam­
del modo como se fue elaborando la Declaración de 1948: blea General de la ONU, en un discurso en 1979, dijo que
«Durante una de las reuniones de la Comisión Nacional «los conceptos y principios básicos de los derechos humanos
francesa de la UNESCO, en la que se discutían los derechos han formado parte de la ley islámica desde sus mismos oríge­
del hombre, alguien se quedó asombrado al advertir que cier­ nes». Algunos autores aseguran que los derechos humanos
tos partidarios de ideologías violentamente antagónicas ha­ tienen su base en el Corán: «El islam ha fijado ciertos dere­
bían llegado a un acuerdo sobre la redacción de la lista de di­ chos fundamentales para la humanidad en su conjunto, los
chos derechos. Sí, contestaron, estamos de acuerdo con esos cuales han de observarse y respetarse bajo cualquier circuns­
derechos con tal de que no se nos pida fundamentarlos.»260 tancia. Son derechos fundamentales para todos los seres hu­
En efecto, si hubieran intentado hacerlo habrían entrado manos en virtud de su condición de seres humanos.» Lo malo
en disputas filosóficas y religiosas interminables. Maritain es que las personas que no han depositado su confianza en la
interpretó esto en un principio como un fracaso de la razón, fe, ni gozado de esa certeza básica, ni creído en el único Dios
pero cuando poco después presidió la Segunda Conferencia Indivisible, «están fuera del seno de la humanidad». A los in­
Mundial de la UNESCO, dio una versión más adecuada del fieles sólo se les garantiza la vida, la propiedad y la libertad de
hecho: culto.262
¿Es imputable a la religión este integrismo? Fátima Mer-
Debido al desarrollo histórico de la humanidad, a las nissi hace un fascinante recorrido por la historia del islam
crisis cada vez mayores del mundo moderno y al progreso, para demostrar que no es la religión sino el despotismo de
aunque precario, de la conciencia moral y la reflexión, los las clases dirigentes lo que ha llevado a los países árabes a la
hombres de hoy advierten más plenamente que en el pasa­ situación en que se encuentran. Lo llama «amputación de
do, un número de verdades prácticas relativas a su vida en la modernidad». El gran miedo no es la incredulidad, sino la
común sobre las cuales pueden llegar a un acuerdo, pero democracia. La Carta Arabe de Derechos Humanos, aproba­
que derivan en el pensamiento de cada uno de concepcio­ da por la Liga Árabe en 1994, no establece el derecho a la
nes teóricas distintas.261 organización ni a la participación política. Mernissi se pre­
gunta por qué la democracia es tan temida en África y Asia,
218 219
y responde: «Porque afecta al corazón mismo de lo que cons­ ley natural. En la naturaleza del ser humano residen dere­
tituye la tradición: la posibilidad de adornar la violencia con chos inalienables. Y uno de esos derechos era la libertad de
el manto de lo sagrado.»263 La «monstruosidad» de la mujer conciencia. La ley natural se volvía contra la potestad de la
moderna frente al modelo tradicional no radica tanto en su Iglesia para imponerse a las conciencias.
acceso al saber como en el hecho de reivindicarse ciudadana No hay razones teóricas ni prácticas para que las religiones
y oponerse al Estado, tomando como referencia la Declara­ no acepten la ética universal y después, en un segundo mo­
ción Universal. Por eso los integristas argelinos insistieron en mento, intenten fundamentarla a su manera y desarrollarla en
el voto por persona interpuesta, lo que les permitió votar en morales de la segunda generación.2^ Es indiferente que la digni­
lugar de sus mujeres en las penúltimas elecciones. dad humana se fundamente en la condición de hijos de Dios
En este ejemplo se ve cómo las religiones al mezclarse (cristianismo), de creyentes (musulmanes), de seres vivos (jai-
con el poder, favorecer las discriminaciones, y limitar las li­ nismo, budismo), en la razón (Ilustración) o en la propia hu­
bertades, se ven forzadas a luchar contra los que defienden la manidad (confucianismo). Lo importante es que lafundamen-
democracia, la igualdad de derechos o la libertad. Frente a tación permanezca en el ámbito privado, y que la afirmación
una moral basada en la obediencia absoluta, frente a culturas de la dignidad, del respeto, la realización de sus exigencias,
que no han valorado nunca la libertad, se eleva una marea se den en el ámbito público, universal, exento de discrimi­
ética fundada en la libertad personal y los derechos indivi­ nación.
duales. Al menos desde mi observatorio, fuera de las dos ciuda-
La Iglesia católica también desconfió en un principio de delas, veo la posibilidad de una armoniosa relación entre el
los derechos humanos, porque alteraba su esquema jurídico mundo de las verdades privadas y de las verdades públicas,
básico. Éste defendía un proceso en cascada: Dios-ley natu­ dentro de un poderoso marco ético, estimulante y creador.
ral—legislador-ley positiva—derechos positivos. Es decir, Dios
había proclamado la ley natural, impresa en la misma natu­
raleza, que la razón humana podía descubrir. De Dios tam­
bién procedía el poder de legislar, de promulgar leyes positi­
vas. Sin embargo, esas leyes tenían que adecuarse a la ley
natural para ser justas. El súbdito podía apelar a ella para re­
belarse contra el legislador inicuo. La ley natural era un re­
curso revolucionario. Basándose en ella era incluso lícito ma­
tar al tirano.
El nuevo esquema, elaborado primero por teólogos juris­
tas católicos, como Occam, Vitoria, Suárez, Molina, y des­
pués por juristas protestantes, cambiaba el esquema. «Los
derechos existen aunque Dios no existiera», escribió Grocio
jugándose el tipo. Se prescindía de Dios pero se mantenía la
220 221
DICTAM EN

Teniendo en cuenta todos los argumentos dados en las


páginas precedentes, a sabiendas de la complejidad del tema
y de mis limitaciones, redacto el siguiente dictamen:
1. Un dictamen sobre Dios ha de convertirse forzosa­
mente en un dictamen sobre las religiones, lugar ori­
ginario del habla que habla de Dios.
2. Todas las religiones tienen en común la referencia a
una realidad más profunda -o poderosa o buena o es­
piritual- que la cotidiana. Algunas la identifican con
Dios y otras no. Hay religiones teístas y religiones no
teístas.
3. Las religiones han tenido un origen mestizo y poco
fiable, en el que se mezclan preocupaciones y expe­
riencias muy distintas: el miedo al caos, la necesidad
de encontrar explicaciones, de buscar la salvación, de
organizar la sociedad, el interés por garantizar la sa­
cralidad del poder y de la norma, las experiencias nu-
minosas, extáticas, los sueños, las revelaciones, las in­
toxicaciones, los terrores.
4. De este confuso conglomerado de sentimientos y
creencias emergieron algunos personajes revoluciona-
223
rios, que cambiaron el rumbo de la humanidad: Moi­ tener antecedentes en su existir, ya que tendrían que
sés, Zoroastro, los profetas de Israel, Buda, Lao-tsè, existir también. Todo esto permite elaborar una
Confucio, Mahavira, Jesús de Nazaret, Mahoma y al­ teología tautológica. Me parece una afirmación ana­
gunos más. Comunicaron sus experiencias y revela­ lítica evidente decir que si existe el universo existen
ciones, convencieron o fascinaron, y determinaron el todas las condiciones de posibilidad del universo.
rumbo de la humanidad. Dios es una sustantivación de la dimensión divina
5. Las religiones se fundan en unas experiencias priva­ de la realidad. Se trata de un Dios del que habría
das que escapan a la corroboración científica. Propor­ que predicar las propiedades de la realidad, puesto
cionan seguridad a quien las acepta, pero difieren en que surge de una dimensión suya, la divina. Es,
el modo de alcanzar esa seguridad. Puede derivar de pues, un Dios profano, que manifiesta su realidad
un don divino, de una iluminación de la conciencia en un universo material abierto, dinámico, evoluti­
transfigurada, de la imitación de un maestro, la prác­ vo, creador, vivo y consciente. Es, precisamente, en
tica de un método, la pureza de corazón, o de los la conciencia del ser humano donde se hace presen­
efectos provocados por la aceptación voluntaria de te la dimensión divina de la realidad.
una creencia. 8. Desde la percepción del existir se puede recuperar
6. Las religiones no han sentido nunca gran interés por una parte de la experiencia religiosa universal: la ex­
elaborar una demostración de la existencia de Dios, periencia del poder, del fundamento, del dinamis­
porque su fuente de certezas no depende de la razón, mo de lo real. Desde la percepción del existir huma­
sino de una peculiar experiencia. Experiencia de la no, se puede dar otro contenido a esas experiencias:
que sólo puedo hablar de oídas. Ha sido la filosofía la energía creadora, innovadora, ampliadora de po­
-o una teología contagiada de filosofía- la que ha in­ sibilidades, la consciencia como lugar de emergencia
tentado la demostración de la existencia de Dios, sin de la realidad humanizada.
que haya llegado a resultados irrefutables. 9. Creo que la filosofía debe limitarse a esa afirmación
7. Creo, sin embargo, que a partir de la experiencia del tautológica de la existencia (de Dios). Nuestros siste­
mundo material —único al que llego—y de sus crea­ mas conceptuales no son capaces de decir nada sobre
ciones y fenómenos, la filosofía puede afirmar la exis­ la esencia de Dios. Son las religiones las que se encar­
tencia de una dimensión divina de la realidad, funda­ gan de proponer distintas versiones de la esencia di­
da en la percepción del existir. Esta dimensión vina, fuera del ámbito de la ciencia y de la filosofía.
ontològica tiene muchos de los rasgos que se han 10. Para comprender el valor cognoscitivo de las religio­
atribuido al objeto cultural «Dios», y que hemos re­ nes, debemos distinguir entre verdades privadas y
conocido al estudiar la experiencia religiosa: es afir­ verdades universales. Son verdades privadas aquellas
mativa, autosuficiente, única, sin contrarios, tiene la que se imponen a una persona en su fuero íntimo,
universalidad de las leyes de la naturaleza, funda la en su conciencia, pero que no pueden unlversalizar­
eficacia de lo real, nada hay fuera de ella, no puede se. No se niega que puedan ser verdaderas, sino tan
225
sólo que no alcanzan el nivel de verdades intersubje­ - La compatibilidad de su moral con los principios
tivas, que son más seguras no en cuanto a su conte­ éticos, y su aptitud para perfeccionarlos y reali­
nido, sino al modo de justificación. Las verdades re­ zarlos.266
ligiosas son verdades privadas individuales, o - La cercanía de una religión a la experiencia reli­
colectivas. De ahí procede la tendencia irremediable giosa, más que a una disciplina eclesial.267
a la pluralidad y a la fragmentación de las religiones, - La confianza en la capacidad de la inteligencia
que acabó concretándose en el derecho a la libertad para acercar al hombre a Dios.268
religiosa. Cada persona puede tener una idea de la - En caso de fundarse en una escritura considerada
divinidad, vivirla como verdadera, y sentir que sería sagrada, su capacidad para liberarse de una inter­
una traición renunciar a ella. Cuando se olvida que pretación literal.269
esas verdades son privadas, tal seguridad puede tras­ - La decisión de no utilizar sistemas de inmuniza­
pasar los límites de la intimidad y pretender impo­ ción dogmática, que invaliden toda nueva expe­
nerse a los demás. Religión y ciencia se constituyen riencia.270
como dos ciudades independientes, basadas en ex­ - La pureza de su transmisión, lo que implica la no
periencias independientes. Ninguna de ellas puede utilización de medios coactivos, la no limitación
criticar a las otras en el ámbito de su competencia. de información a sus fieles, la libertad de discu­
11. Se impone afirmar un Principio ético de la verdad: sión, la no utilización del miedo como método de
«Ninguna verdad privada puede aducirse para criticar adoctrinamiento, y el respeto a otras religiones.
una verdad pública e intersubjetiva, ni para guiar un - La separación del poder político y el rechazo de
comportamiento que pueda dañar a otra persona.» la fuerza para extender las creencias.
12. Es posible fundamentar una ética, entendida como
moral transcultural, que sirva de marco amplio don­ 14. A la pregunta de si es inteligente a estas alturas ser
de situar la ciudadela religiosa y la ciudadela profa­ religioso, he de contestar que hay formas inteligen­
na. La ética procede de las morales religiosas, pero tes y formas no inteligentes de serlo. La religión
acaba convirtiéndose en un criterio de evaluación de puede entenderse como el rechazo a admitir la clau­
las propias morales religiosas. La ética es juez último sura del mundo natural, pragmático, economicista y
de las actividades prácticas del mundo religioso y técnico. Si se entiende bien, es una actitud de rebel­
del mundo profano. Si las religiones tienen razón, el día poética y creadora. No mira tanto al pasado
comportamiento bueno -es decir, de acuerdo con como al futuro. Y confiere al hombre la nada trivial
las normas éticas- es el camino natural para entrar función de completar y dirigir las manifestaciones
en el círculo religioso. de la existencia (de Dios, en el sentido que he dado
13. De los argumentos que anteceden a este dictamen a esta palabra). Creo que es inteligente acceder a la
se derivan unos criterios éticos a los que deberían religión desde la ética, no desde la credulidad. Me
someterse las religiones:265 parece observar un lento esfuerzo de las religiones
227
para recuperar su pureza inicial, liberarse de basura NOTAS Y APUNTALAMIENTOS
histórica, y convertirse en religiones de segunda gene­
ración, es decir, en religiones éticas, más preocupa­
das por la teopraxia que por la teología, más preo­
cupadas por divinizar la realidad que por evadirse
divinamente de ella.271
Este es el dictamen que emito según mi más leal saber y
entender, y que, de acuerdo con una sana tradición que la fi­
losofía debe aprender de los dictámenes jurídicos, someto a
cualquier otro argumento mejor fundado en la realidad de
los hechos.
Las notas proporcionan las referencias bibliográficas. Sin em­
bargo comento o amplío algunas de ellas, para apuntalar las prin­
cipales líneas de mi argumento, que son las siguientes:
1. Teoría de la evidencia, de las verdades privadas y de las
verdades públicas. La tendencia de la religiones a lafragmentación
como prueba de su carácter de verdadprivada. Las religiones, que
comenzaron siendo sociales, tienden a privatizarse.
2. La existencia y la percepción de la existencia como punto
de partida de una teología profana.
3. La evolución de las religiones hacia la ética, que nace de
ellas y acaba despuésjuzgándolas.
4. La posibilidad de una ética como moral transcultural.

Para mayor comodidad, pondré en cada caso la tesis apun­


talada (Ap.) por el comentario.
1. Lings, M., Muhammaad, Hiperión, Madrid, 1989,
p. 166. San Bernardo, místico y padre de la Iglesia, predicador
de la segunda cruzada, espanta por su ferocidad: «(Cristo) acep­
ta gustosamente como una venganza la muerte del enemigo»,
228 229
«La muerte del pagano es una gloria para el cristiano, pues por psicodelia)» (Diaz Salazar: «La religión vacía. Un análisis de la
ella es glorificado Cristo» («Las glorias de la nueva milicia», en transición religiosa en Occidente», en Diaz Salazar, R., Giner, S.,
Obras completas, BAC, Madrid, 1983, t. I, p. 503). El Dios de Velasco, F. (eds.), Formas modernas de religión, Alianza, Madrid,
los ejércitos es figura común. Ya dijo Tácito, supongo que con 1994, p. 98). Huston Smith escribe sobre el significado religioso
ironía, que los dioses están del lado del más fuerte. de las drogas alucinógenas {La percepción divina, Kairós, Barcelo­
2. Runzo, J., Martin, N. M. (eds.), Ethics in the World reli- na, 2001). Un copioso menú, no muy salutífero. (Ap. tesis 1.)
gions, Oneworld, Oxford, 2001, p. 2. En 1965, Harvey Cox, uno 3. Los antropólogos se sirven cada vez más de las innova­
de los voceros de la secularización, autor del best-seller La ciudad ciones culturales para detectar los cambios en la evolución hu­
secular, vaticinaba el ocaso de la religión. En 1985, tuvo que reco­ mana. Son más precisas que los hallazgos anatómicos. Los near-
nocer : «El mundo de la religión en decadencia, al que se dirigía denthales (150.000 a.C.) enterraban ya los cadáveres. Hasta los
mi primer libro, ha empezado a cambiar de un modo que pocas grupos humanos más arcaicos tienen elaborados sistemas de re­
personas podían prever. (...) Más que de una era de secularización ligión, mitos y relaciones familiares. Los tasmanos originarios,
rampante y decadencia religiosa, parece tratarse de una era de re­ que se extinguieron en 1876, y cuya cultura había permanecido
surgimiento religioso y de retorno de lo sacro» (La religión en la idéntica durante 35.000 años, tenían al menos cinco dialectos
ciudad secular. Hacia una teología postmoderna, Sal Terrae, San­ distintos y rituales religiosos (Donald, M., Origins of the Mó­
tander, 1985, p. 17). Esa renovación es, sin embargo, multifor­ dem Mind, Harvard University Press, Cambridge, 1991, pp.
me, fragmentaria y caótica. «Se ha escrito sobre la metamorfosis 201 y ss.; Lock, A., Peters, Ch., Handbook of Human Symbolic
de lo sagrado en el mundo moderno (Prades), las formas moder­ Evolution, Blackwell, Oxford, 1999).
nas de lo sagrado (Ferrarotti), la consagración de lo profano y el 4. Smart, N., Las religiones del mundo, Akal, Madrid, 2000,
retorno de lo numinoso (Giner), los equivalentes laicos de la reli­
gión (Durkheim), las religiones civiles (Bellah, Giner), las religio­
p.8.
5. Bottéro, J., La religión más antigua: Mesopotamia, Trot-
nes políticas (Gramsci, Diaz-Salazar, Zuo), la religión de la hu­ ta, Madrid, 2001, p. 68. Precioso libro. Smart, N., op. cit.,
manidad (Comte, Durkheim), los fragmentos religiosos (Fierro), p. 48. Según un dictamen atribuido a Mahoma, habría no me­
la religión invisible (Luckmann), la religión difusa (Cipriani), la nos de 360 vías diferentes hacia la vida eterna (Coulson, N. J.,
religión implícita (Nesti), el rumor de ángeles (Berger), las nue­ Historia del derecho islámico, Bellaterra, Barcelona, 1998, p.
vas sacralizaciones de los jóvenes «indiferentes» y «ateos» (Martí­ 97). No sé si será casualidad, pero hasta la llegada de Mahoma
nez Cortés), los nuevos movimientos religiosos (Hervieu-Leger), la Kaaba albergaba 360 ídolos (Alili, R., Qu’est-ce que l’islam?,
el mito de la secularización y la imposible irreligión (Luckmann, La decouverte, París, 2000, p. 23). (Ap. tesis 1.)
Ferrarotti, Estruch), la sexualidad como religión (Cardús), el re­ 6. Cito algunas religiones nuevas: testigos de Jehová, fun­
torno de la religión y la revancha de Dios (Kepel), las pequeñas dada en 1884, 16 millones; rastafaris, 1936, 200.000; rissho-
trascendencias y las trascendencias intermedias (Luckmann), las kosei-kai, 1938, 5 millones; soka gakkai, nichiren shosu, 1935,
pararreligiones y cuasirreligiones (Prades), las religiones laicas 20 millones; católicos espiritistas (Brasil), 40 millones. Datos
(Gil Calvo), el trascender sin trascendencia (Bloch), los nuevos, tomados de Smart, N., Atlas mundial de las religiones, Kóne-
mitos, las nuevas experiencias mistéricas (drogas, alucinógenos, mann, Colonia, 2000, pp. 30-31. (Ap. tesis 1.)
230 231
7. La «inquietud» es un tema clásico de la búsqueda de 13. En todo el mundo indoeuropeo los poetas tienen una
Dios agustiniana. «Inquieto está mi corazón hasta que descanse función religiosa. «Estos poetas de cuño indoeuropeo que en
en Ti». La incapacidad de la acción para colmar el deseo le ser­ las distintas culturas se van especializando con el tiempo y dan
vía a Blondel para demostrar la existencia de Dios, como de­ así vida tanto al guslar eslavo como al sacerdote védico o al aedo
fendió en su famosa obra LAction. Muchos autores han inten­ griego» (Campanile, E., «Aspectos de lo sagrado en la vida del
tado hacer lo mismo a partir del anhelo humano de felicidad, hombre y de la sociedad celta», en Reis, J., Tratado de antropo­
es el llamado «argumento eudemonológico». Se mete en un logía de lo sagrado, Trotta, Madrid, 1995, t. II, p. 201). «El arte
círculo vicioso. Para que el deseo natural lleve a Dios es necesa­ poético se manifiesta como un milagro al que no se puede acce­
rio que haya sido creado previamente por Dios, que es precisa­ der mediante el aprendizaje» (Neuman, E., Mitos de artista,
mente lo que se quiere demostrar. Tecnos, Madrid, 1992, p. 13) Es curioso que en la sura XXVI
8. Eliade, M., Historia de las crenciasy de las ideas religio­ del Corán se lanza una diatriba contra los poetas, y en la LXIX
sas, Cristiandad, Madrid, 1978, p. 40. Mahoma se defienda de sus adversarios que le presentan como
9. Gimbutas, M.: «La religión de los baltos», en Ries, J. un poeta: «No es la palabra de un poeta -¡qué poca fe tenéis!»
(coord.), Tratado de antropología de lo sagrado, Trotta, Madrid, Sin embargo la mística islámica más seductora es la de los poe­
1995, t. II, p. 330. tas, en especial la de los místicos persas.
10. Darmesteterm, The Zend-Avesta II, Sacred Books ofthe 14. Platón, Ion, 531.
EastXXIII, Oxford, 1883, p. 85. 15. Corbin, H., La imaginación creadora en el sufismo de
11. Bruhadaranyaka Upanisad, I, 4, 10. Ibn Arabi, Destino, Barcelona, 1993. Los filósofos iranios lla­
12. San Buenaventura (1221-1274), general de la orden maron a la región de la experiencia religiosa ’alam al-mithal, «el
franciscana, organizador de la biografía oficial de San Francisco mundo de la imagen». No es un mundo irreal. «Es el nivel on­
de Asís, autor de una poética y fantástica metafísica de la luz, des­ tològico en el que el sentido espiritual de las revelaciones se
confiaba de las demostraciones racionales de la existencia de convierte en sentido literal, porque a ese nivel alcanzamos una
Dios: «Son más ejercicios intelectuales que razones evidentes» percepción sacramental o una conciencia sacramental de los se­
(Quaest. disp. de mysterio Trinitatis, q. 1, a. 1). El alma limpia res y de las cosas, es decir, de su función teofánica, porque nos
percibe inmediatamente la existencia de Dios. Las criaturas están libra de confundir un icono, que es precisamente una imagen
llenas de vestigios, huellas, semejanzas divinas. Descubre hasta metafísica, con un ídolo» (Corbin, H., Le paradox du mono-
21 vestigios (Itiner., II, 1-10). Sus Obras completas están publi­ théisme, L’Herne, París, 1981, p. 210). (Ap. tesis 1.)
cadas en la BAC, Madrid. Karl Jaspers habla de algo parecido a 16. Heidegger dixit: «La esencia de la imagen es dejar ver
los vestigios: «Como existencia orientamos nuestro pensamiento algo (...) Por esto las imágenes poéticas son imaginaciones
hacia la Trascendencia por medio de objetos a los que llamamos (Ein-Bildungen), en un sentido especial: no meras fantasías e
cifras.» «Fulguran en el fondo de las cosas.» «Sólo desde la hones­ ilusiones sino imaginaciones (resultado de meter algo en imáge­
tidad (Wahrhafiigkeit) se captan en su pureza.» Su reconocimien­ nes), incrustaciones en las que se puede avistar lo extraño en el
to «postula la frescura del mirar, la capacidad de maravillarse» aspecto de lo familiar» (Heidegger, M., Conferencias y artículos,
{Lafe filosófica, Losada, Buenos Aires, 1953). (Ap. tesis 4.) Ediciones del Serval, Madrid, 1994, p. 175).
232 233
17. Queremos que la religión nos libere de la «insignifi­ concebir el universo entero como algo humanamente significa­
cancia», que es el «sinsentido cotidiano». Hablando de los grie­ tivo» (Para una teología sociológica de la religión, Kairós, Barce­
gos, Mircea Eliade escribe: «Los griegos aprendieron que el lona, 1971, p. 50).
mejor medio de escapar del tiempo es explotar las riquezas, in­ 23. Enumah Elis, poema babilónico compuesto a comien­
sospechables a primera vista, del instante vivo. La sacralización zos del segundo milenio antes de Cristo, citado por Eliade,
de la finitud humana y de la «trivialidad de una existencia ordi­ op. cit., t. IV, p. 110. Quiero aprovechar la ocasión para men­
naria» constituyen un fenómeno relativamente frecuente en la cionar el monumental trabajo dirigido por G. del Olmo Lete
historia de las religiones. Pero fue especialmente en China y en Mitología y religión del Oriente antiguo, Ausa, Sabadell, 1993,
Japón durante el primer milenio de nuestra era donde la sacra- 4 vols.
lizacion de los límites y las circunstancias alcanzó las más altas 24. Rigveda, X, 129. Los Vedas son escritos en sánscrito,
cimas y llegó a influir en las respectivas culturas. Al igual que anteriores al budismo, a los que hoy todavía se les reconoce en
en Grecia antigua, esta transmutación del «hecho natural» se la India el carácter de revelación: es la ’sruti, la revelación del
tradujo igualmente en una estética peculiar» (op. cit., n. 8, t. 1, conocimiento divino, que se opone a la smri, la memoria, la
p. 279). tradición, a la que pertenecen las ciencias auxiliares necesarias
18. Ríes, J., «La India y lo sagrado», en Ries, J. (coord.), para la comprensión del sacrificio o los códigos legales. Su
Tratado de antropología de lo sagrado, Trotta, Madrid, 1995, composición se remonta a la entrada de los indoarios en el valle
t. II, p. 75. del Indo, en el segundo milenio antes de Cristo.
19. Boyer, R.: «El hombre y lo sagrado entre los eslavos», 25. El texto está tomado del Libro de Apofis vencedor, un
en Reis, J., op. cit., nota 9, p. 277. Sobre los cultos solares, escrito tardío pero que recoge materiales de un período relati­
Eliade, M., Tratado de Historia de las religiones, Cristiandad, vamente antiguo (Eliade, M., Historia de las creencias y de las
Madrid, 3.a ed., 2000, pp. 219-255. ideas religiosas, Cristiandad, Madrid, 1980, t. IV, p. 108).
20. La frase central de la sabiduría védica es Tat tvam asi: 26. Mito procedente de las Islas de la Sociedad, tomado
tú eres eso (Chandogya Upanisad, 6, 8, 7). de Craighill, E. S., Polinesian Religión, Honolulú, 1927, p. 11.
21. Estas tres funciones coinciden con las enunciadas por 27. Mito de los boshongos, tribu bantú, tomado de
Geertz, C., The Interpretation of Cultures, Hutchinson, Lon­ Leach, M., The Beginnings, Nueva York, 1956, p. 145.
dres, 1975, pp. 100-123. Me ha resultado muy útil el libro de 28. Me interesa aclarar la idea de «vástagos parricidas». La
Brian Morris Introducción al estudio antropológico de la religión, cultura tiene una matriz religiosa y confusa, cuyo desarrollo ha
Paidós, Barcelona, 1995. llevado, al menos en Occidente, a la secularización y al análisis.
22. Séneca, De la vida retirada, c. V. Max Weber —en sus La ciencia se separó de la religión, la técnica de la magia, la éti­
asombrosos e inigualados Ensayos sobre sociología de la religión ca de la moral. También derecho y religión eran la misma cosa
(Taurus)—postulaba la existencia de una necesidad metafísica o (Ries). Ésta es la historia de nuestra familia, y por ello conmo­
compulsión interna por parte de la mente humana a entender vedora. Lo malo es que está sin escribir. Por ejemplo, no co­
el mundo como un cosmos dotado de sentido. Creo que tiene nozco una historia de la responsabilidad personal. ¿Por qué
razón. Según Peter Berger, «la religión es el intento audaz de hemos llegado a pensar que la autenticidad es mejor que la obe­
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diencia mecánica a la norma? ¿Por qué hemos pensado que la hoeffer, Van Burén, Robinson), teología de la muerte de Dios
libertad es mejor que la realización coactiva de lo bueno? El li­ (Altizer), teología de la historia (Cullman, Thils), teología de la
bro de Skinner Más allá de la libertady de la dignidad no era el esperanza (Moltmann), teología política (Metz), teología de la
exabrupto de un positivista ensoberbecido, sino que planteaba liberación (Gutiérrez, Sobrino). Veo una claro rumbo ético.
un problema muy serio. Una obra como la de Orlando Patter- (Ap. tesis 3.)
son —Freedom in the Making of Western Culture, Basic Book, 29. Hick, J., «Las religiones no son en primer lugar filosofí­
Nueva York, 1991- que explica la génesis de nuestra idea de li­ as o teologías, sino caminos primarios de salvación-liberación»
bertad debería ser prolongada. Nuestra cultura está penetrada (Hick, J., The Rainbow ofFaiths Critical Dialogues on Religious
genealógicamente de religión. Las nociones de libertad, inviola­ Pluralism, SCM Press, Londres, 1995, p. 112). Weber: «Como
bilidad de la conciencia, derecho a resistir a la autoridad injus­ regla, los oprimidos o, al menos, aquellos amenazados de sufri­
ta, que constituyen el núcleo de la Revolución francesa, esen­ miento, necesitan profetas y redentores; los afortunados, los pro­
cialmente laicista, tienen origen católico y protestante, como ha pietarios, los grupos dominantes, no sienten esa necesidad. Por
demostrado Dale K. Van Kley en su obra The Religious Origins consiguiente, los grupos sociales menos favorecidos suelen ser en
of the French Revolution, Yale University Press, New Haven, la mayoría de los casos los destinatarios naturales de las profecías
1996. Un caso claro de vástago parricida es nuestra idea del do­ que anuncian una religión de redención» (Gerth, H., Wright
lor o del mal. La utilizamos para negar la existencia de Dios. Mills, C., From Max Weber: Essays in Sociology, Routledge, Lon­
Pero el dolor, la muerte, el mal, la finitud, hechos naturales, dres, 1948, p. 274). Worsley, en su célebre trabajo sobre los cul­
sólo resultan injustos cuando dejan de ser naturales, es decir, tos cargo en Melanesia, coincide: «Como toda necesidad de sal­
cuando se los considera en un marco sobrenatural o religioso. vación expresa algún tipo de sufrimiento personal, es normal
Gustavo Bueno estudia con perspicacia la «esencia evolutiva» que la opresión económica y social potencie los sentimientos de
de las religiones. Las religiones terciarias -las más evoluciona­ salvación» (Worsley, P., The Trumpet Shall Sound, Paladín,
das- critican los mitos de las religiones secundarias y «culmi­ Londres, 1957, p. 294). Las religiones han cumplido una doble
nan en la destrucción de toda religión positiva, en la iconoclas- tarea: legitimar el poder, llamando a la sumisión; y defender al
tia y el ateísmo» (Bueno, G., El animal divino, Pentalfa, pobre, llamando a la rebelión o al menos poniendo deberes al
Oviedo, 2.a ed., 1996, p. 241). En este libro considero que la poderoso. La moralización de los dioses va unida a este último
ética es el vástago parricida de la religión. La ética, como moral apecto, por ejemplo en los profetas de Israel. (Ap. tesis 4.)
transcultural, transreligiosa —no antirreligiosa—, acaba juzgando 30. Para comprender la complejidad espiritual del yoga,
a la religión de la que procede. Pero es la misma religión la que ahora convertido en una especie de gimnástica espirituosa, creo
se va moralizando primero y eticizando después. La deriva des­ que el mejor libro continúa siendo el de Mircea Eliade Yoga,
de la religión a la ética se ve claramente en la historia de la teo­ inmortalidady libertad. Un clásico.
logía cristiana del siglo XX, que me atrevo a resumir en las si­ 31. Reis, J., Tratado de antropología de lo sagrado, Trotta,
guientes etapas: teología liberal (Harnack), teología dialéctica Madrid, 1995, t. I.
(Barth), teología hermenéutica (Fusch, Ebeling), teología exis­ 32. Malinovski, B., Magic, Science and religión, and Others
tencia! (Bultmann, Tillich), teología de la secularización (Bon- Essays, Souvenir Press, Londres, 1974.
236 237
33. Salmo 69. desaparece, caen en la confusión.» En las guerras de religión eu­
34. La secularización ha usado la categoría de símbolo. Se ropeas latía esta preocupación política por mantener los reinos
relaciona con el psicologismo de tipo freudiano, neofreudiano o unidos. Y Robespierre lo supo. Robertson Smith también con­
jungiano que permite interpretar la religión como un «sistema sidera que «la religión no existe para la salvación de las almas,
simbólico» que «realmente» se refiere a fenómenos psicológicos. sino para asegurar y preservar el bienestar de la sociedad». Es
Esta vinculación peculiar tiene la gran ventaja, percibida y apro­ conocido que una de las misiones de Mahoma fue unificar las
vechada en Norteamérica, de legitimar las actividades religiosas tribus árabes mediante una unión de nuevo cuño: la fe religiosa
como una especie de psicoterapia (Schneider, L., y Dornsbusch, común que trascendía los lazos tribales. En la actualidad, el is­
S., Popular Religión, University of Chicago Press, Chicago, lamismo continúa funcionando como seña de identidad. La
1958; Klausner, S., Psychiatry and Religión, Free Press, Nueva noción de «religión civil», expuesta por Robert Bellah, como
York, 1964). William James, después de decir que la terapia es la una metafísica del Estado al servicio de la homogeneización del
única contribución americana a la filosofía, se ríe un poco de las pueblo y de la consolidación del poder, sería un nuevo renacer
religiones de la mind cure (James, W., Las variedades de la expe­ de esta idea (Bellah, R., Civil Religión, Harper and Row, Nueva
riencia reigiosa, Península, Barcelona, 1999, pp. 69 y ss.). York, 1974).
35. Eliade, M., Historia de las creencias y de las ideas reli­ 42. Fue la tesis de Fustel de Coulanges en su influyente li­
giosas, Cristiandad, Madrid, 1978, t. I, p. 160. bro La ciudad antigua. Consideraba que las ideas religiosas son
36. En la teología árabe tawhid es la confesión de fe mo­ las causas de los cambios sociales.
noteísta. Pero es un causativo. Más que «Uno» significa «lo que 43. En la cúspide de la jerarquía africana se sitúa el rey o el
unifica» (Corbin). gran jefe. El poder supremo es sagrado. El soberano participa de
37. Shakespeare, Troilo y Cresida, act. 1, esc. III, w. 101- las fuerzas del mundo más que el resto de los mortales. El jefe
124. ideal es, por sus funciones, un mediador indispensable entre la
38. Panikkar, R., «La religión del futuro», en Fraijó, M., vida del mundo y su comunidad. Es un canal de corriente vital
Filosofía de la religión, Trotta, Madrid, 1994, p. 743. que, cuando ya no cumple eficazmente su papel de mediador,
39. Pániker, A., El jainismo, Kairós, Barcelona, 2001, debe desaparecer. «La colectividad de los hombres, insertada en
p. 99. el orden de la naturaleza, tiene más importancia que el indivi­
40. Geertz, C., Negara, The Theatre State in Nineteenth Cen- duo, aún cuando se trate de reyes» (Maquet, J. J., Afíicanité tra-
tury Bali, Princeton University Press, Princeton, 1980, p. 124. ditionelle et moderne, Presence Africaine, París, 1967, p. 90).
41. Durkheim, como es sabido, consideró que la religión 44. Runzo, J., y Martin, N. M. (eds.), op. cit., nota 2, p. 133-
cumplía ante todo una función social. Creía que la creencia re­ 45. Este proceso de abstracción y racionalización de un
ligiosa más primitiva era el totemismo, que permitía la unidad dios supremo es frecuente en la historia de las religiones: Brah­
del clan. Su interpretación me parece verdadera pero incomple­ mán, Zeus, el dios de los filósofos helenistas. También se da en
ta. «La unidad de los pueblos se refuerza a través de la religión», el judaismo, el cristianismo y el islam (Eliade, M., op. cit., nota
dice el Libro chino de los ritos, del siglo III a.C. «Las ceremonias 34, t. III, 26). Según Otto la desaparición del aspecto demo­
son el nexo que mantiene unida a las multitudes. Si ese nexo níaco, irracional, de la divinidad va acompañada de una mora­
238
lización de los dioses {Lo santo, Alianza, Madrid, 1986, p. 152). culto demoníacamente deformado.» «Lo santo se convirtió en
(Ap. tesis 3.) lo justo, en lo moralmente bueno (...) El mandamiento divino
46. Einstein reconocía que era profundamente religioso: de ser santos como Dios es santo, se interpretó como una exi­
«Al intentar llegar con nuestros medios limitados a los secretos gencia de perfección moral» (Tillich, P., Teología sistemática,
de la naturaleza, encontramos que tras las relaciones causales Sígueme, Salamanca, 1982, t. I, p. 280). (Ap. tesis 3.)
discernibles queda algo sutil, intangible e inexplicable. Mi reli­ 49. Baghavad-Gita, IV, 8.
gión es venerar esa fuerza, que está más allá de lo que podemos 50. Isaías, 9, 6.
comprender.» Es en el dios de Spinoza en quien cree. Einstein 51. Schillebeeckx, E., Los hombres, relato de Dios, Sígue­
desarrolló sus ideas en un artículo en New York Times Magazi- me, Salamanca, 1989, p. 32. (Ap. tesis 3.)
ne. Según él hay tres estadios de la experiencia religiosa. Prime­ 52. Marina, J. A., Teoría de la inteligencia creadora, Ana­
ro, la religión del miedo. Segunda, la religión moral. Tercero, grama, Barcelona, 1993.
«el sentimiento cósmico religioso por el que el hombre percibe 53. Marina, J. A.: El laberinto sentimental, Anagrama,
con asombro el sublime y maravilloso orden, armonía de la na­ 1996; idem, El vuelo de la inteligencia, Debolsillo, Barcelona,
turaleza, al tiempo que siente la inutilidad y la pequeñez de los 2000 .
deseos humanos». García Bacca, en uno de los más sorprenden­ 54. La teoría de la evidencia es fundamental para todo el
tes libros de teología que he leído, lleva hasta el extremo esta argumento de este libro. La evidencia es un modo de presentar­
divinización de las leyes naturales: «Las fórmulas del campo se a la conciencia un objeto, una proposición, un razonamien­
gravitatorio, y podemos añadir las del campo electromagnético to, un valor, que obliga al sujeto a aceptarlo como objetivo,
de Maxwell-Hertz, están acampadas en el campo geométrico real, verdadero. Es pues la fuerza impositiva del contenido de la
(métrico): espacio-temporal.» Son los «universales» del univer­ experiencia o del contenido del pensamiento. Sobre este fenó­
so. Son la universalidad real de «lo divino». Físicos actuales, meno irresistible y, al mismo tiempo, poco de fiar, se eleva
como Boltzmann, tuvieron ya la impresión de que las fórmulas todo nuestra construcción científica, filosófica, teológica, estéti­
del campo electromagnético de Maxwell eran algo divino; y se ca. Cada una sobre un tipo distinto de evidencia. Ele de adver­
pregunta Boltzmann en el prólogo a su obra Teoría de Maxwell tir que utilizo un concepto fenomenológico de «experiencia».
(1908), tomando unos versos del Fausto de Goethe: «¿Fue un Es aquel acto de conciencia en que algo se me presenta «dado
dios quien escribió estos signos?» (García Bacca, J. D., Qué es en persona», por usar el término husserliano. Se opone al mero
Dios y quién es Dios, Anthropos, Barcelona, 1986, p. 120). «mentar, indicar, representar vacío». Esto amplía el campo de
47. Marina, J. A., y de la Válgoma, M., La lucha por la las experiencias, claro está, a las experiencias ideales (matemáti­
dignidad, Anagrama, 2000, pp. 253 y ss. cas, por ejemplo), afectivas, estéticas y religiosas. Hay autores
48. Iliada, XVI, 433. Esto es una prueba de la progresiva que reservan la palabra «experiencia» para un acto de conoci­
moralización de la divinidad. Paul Tillich escribe: «La justicia miento que nos ponga en contacto con la realidad. A mi juicio,
es el criterio que juzga la santidad idolátrica. En nombre de la es el propio desenvolverse de la experiencia, con sus corrobora­
justicia, los profetas atacaron las formas demoníacas de la santi­ ciones y tachaduras, lo que nos permite al final afirmar que el
dad. En nombre de la Diké, los filósofos griegos criticaron un objeto considerado es real. No creo que se adelante nada ne­
240 241
gando la posibilidad de una verdadera «experiencia religiosa», Its nature and Origin, Dover, Nueva York, y también Robert
con tal de advertir que la experiencia no nos dice de entrada Lowie, Primitive Religión, Liveright, Nueva York, 1924.
nada sobre la realidad del objeto experienciado. Julián Velarde, 57. Otto, R., Lo santo, Alianza, Madrid, 1980.
en su libro El agnosticismo (Trotta, Madrid, 1996), niega que 58. La palabra tiene una bella etimología: me = «poder», y
se pueda aceptar una «experiencia religiosa». En la verdadera lam = «incandescente» (Bottéro, J., La religión más antigua,
experiencia, escribe, «hay una conexión no simple (entre un su­ Trotta, Madrid, 2001, pp. 60 y ss.).
jeto y un objeto) sino múltiple, o mejor, hay un sistema de 59. Eclesiástico, 19, 18.
relaciones de ese sujeto con otros sujetos y con otros objetos» 60. Van der Leeuw, G., Fenomenología de la religión, FCE,
(p. 39). Lo que dice es verdad, pero no en el orden que lo dice. México, 1964, p. 17.
Cuando una experiencia nos presenta un objeto que está rela­ 61. De aquí, si le he entendido bien, pretendía sacar Zubi-
cionado con otros objetos, con otras experiencias coherentes, y ri una demostración de la existencia de Dios. El comporta­
con las experiencias coordinadas de otros sujetos, nos parece miento de una especial causa segunda, el ser humano, tiene una
una experiencia más verdadera, y su objeto más probablemente cualidad especial: es libre, lo que implica que no puede fundar­
real, que cuando no se da esa cohesión. La fuerza que tiene la se en la causalidad natural, ya que la excede, sino que tiene que
experiencia perceptiva se debe a la universalidad y facilidad de fundarse en un poder extranatural. Dios es el poder que funda
su acceso, y la realidad que atribuimos a las cosas materiales se la libertad del hombre. Como creo que la libertad humana
debe, en efecto, a la fuerza y riqueza de sus enlaces sistemáticos. puede explicarse por mecanismos naturales, no me parece que
Pero nada de esto niega el campo de las evidencias privadas, esa demostración sea concluyente. Por lo demás, Zubiri habla
acerca de las cuales lo único que podemos decir es que tienen del poder de lo real. Creo que la experiencia básica es de el poder
un grado menor de verificación, de universalidad, de emunah, en lo real, por eso es posible el paso a las divinidades o espíritus
de consistencia, que las verdades públicas. En este libro defien­ (que son las que otorgan el poder a las cosas). Ha expuesto su
do una «experiencia de lo divino», indicando lo que entiendo teología en tres obras: El problema filosófico de la historia de las
con esta palabra, para no caer en vaguedades piadosas. (Ap. te­ religiones, Alianza, Madrid, 1993; El problema teologal del hom­
sis 1.) bre: Cristianismo, Alianza, Madrid, 1997; El hombre y Dios,
55. Odisea, 14, 259. Alianza, Madrid, 1984. Creo que son intentos de hacer una «fi­
56. El miedo ha estado siempre relacionado con la reli­ losofía cristiana», proyecto de dudosa legitimidad.
gión. Lactancio, Religio et majestas et honor metu consistent: la 62. Kena Upanisad, 1, 5-9.
religión, la majestad y el honor descansan sobre el miedo. 63. Katha Upanisad, 1,2.
Hume escribió: «Las primeras ideas de la religión no surgen a 64. La distinción aparece ya en Platón. La causa primera
raíz de la contemplación de las obras de la naturaleza, sino de actúa por sí misma, las causas segundas dependiendo de la pri­
una actitud de preocupación ante la vida y de esperanzas y mie­ mera.
dos incesantes que estimulan la mente humana» (Hume, D., 65- Teresita de Lisieux: Obras completas, El monte Carme­
The Natural History of Religión, Adam & Black, Londres, lo, Burgos, 1960. Urs von Balthasar ha escrito una espléndida
1956, p. 27). Lo mismo afirma Paul Radin, Primitive Religión: biografía, Teresa de Lisieux, Herder, Barcelona, 1964.
242 243
66. García Morente, M., El «Hecho extraordinario» y otros Zoroastro, Lao-tsé, Buda, Confucio, Sócrates, Khrisna, Jesús,
escritos, Rialp, Madrid, 1986, p. 50 y ss. Mahoma (p. 12). Khrisna no parece ser un personaje histórico.
67. He dedicado mucho tiempo a estudiar los siete copio­ 77. Bergson, H., «Les deux sources de la morale et de la
sos volúmes de esta enciclopedia erudita, piadosa y oscura escri­ religión», en Oeuvres, Édition du centenaire, PUF, París, 1963,
ta por Urs von Balthasar, Gloria, una estética teológica, Encuen­ p. 1046. Obra indispensable.
tro, Madrid, 1989. Funda la verdad del cristianismo en la 78. Génesis, 15.
evidencia estética de la figura de Cristo, y para justificar esta es­ 79. Éxodo, 3, 1-22.
pecie de argumento ontológico basado en la belleza hace un re­ 80. Éxodo, 19, I6yss.
corrido agotador por la historia de la filosofía, la literatura y la 81. Nishitani, K., La religión y la nada, Siruela, Madrid,
teología. El argumento -hasta donde lo he entendido- no me 1999. p. 185. Max Scheler explicó la imitación al maestro, el
parece nada convincente, pero el comentario de textos es muy deseo de identificación con él, como uno de los grandes moto­
interesante. (Ap. tesis 1.) res de la influencia religiosa.
68. Katha Upanisad, I, 2, 12. Taittiriya Upanisad, 2, 1. 82. Pániker, A., ElJaínismo, Kairós, Barcelona, 2001, p. 314.
69. Katha Upanisad, II, 1, 1. 83. Heidegger, M., «Sólo desde la verdad del ser se puede
70. Ibid., I, 3, 12. pensar la esencia de lo sagrado. Sólo desde la esencia de lo sa­
71. Ibid., II, 1, 10-11. grado se puede pensar la esencia de la divinidad. Sólo a la luz
72. Martín, C. (ed.), «Introducción» a Upanisad con los de la esencia de la divinidad puede ser pensado y nombrado lo
comentarios advaita de Sankara, Trotta, Madrid, 2001, p. 23. que debe nombrar la palabra Dios» (Carta sobre el humanismo.
73. Tattvasangraba, vol. II, Gaekward Oriental Series, n.° Cf. Torres Queiruga, A., «Heidegger y el pensar actual sobre
XXXI, 1926, v. 3588. Dios», Revista Española de Teología, 50, 1990).
74. Chandogya Upanisad, VIII, 1. 84. Andrew Lang (1898) defendió que el monoteísmo fue
75. Joachin Jeremías se esforzó en buscar las palabras au­ la creencia más arcaica. Esta teoría la desarrolló P. W. Schmidt
ténticas de Jesús. Cf. Palabras de Jesús, Sígueme, Salamanca, en los doce tomos de su Der Ursprung der Gottesidee. A pesar de
1968, Palabras desconocidas deJesús, Sígueme, Salamanca, 1979. su erudición, no parece que esta teoría sea aceptable.
76. Algunos investigadores señalan una era axial, un corte 85. Una copiosa documentación puede verse en el libro de
en la historia, alrededor del siglo VI antes de nuestra era, en la Antonio Fernández-Rañada Los científicos y Dios, Nobel, Ovie­
que se iniciaron las grandes tradiciones religiosas mundiales: do, 2.a ed., 2000.
allí se sitúan los filósofos jonios, los grandes profetas judíos, 86. Pániker, A., op. cit., nota 82, p. 308.
Zoroastro, Buda, el jaina Mahavira, los Upanisads hinduistas, 87. Hume, D., Investigaciones sobre el entendimiento hu­
Confucio y Lao-tsé. Es posible que Zoroastro sea anterior y mano, sect. XIII, part. III.
Buda un poco posterior. Junto a Jesús y Mahoma forman el 88. Otto, R., op. cit., nota 57. Al comenzar ya advierte
grupo de personajes más influyentes de la humanidad. Los que quien no tenga sentimiento religioso «debe renunciar a la
grandes creadores. J. Macquarrie en su obra The Mediators, lectura de este libro» (p. 16).
SCM Press, Londres, 1995, menciona nueve maestros: Moisés, 89. Marina, J. A., Teoría de la inteligencia creadora. He es­
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tudiado la importancia que tiene el «reconocimiento de for­ ción cristiana. Ningún camino conduce del hombre a Dios: ni
mas», como comienzo de nuestra capacidad cognitiva. Es el la vía de la experiencia religiosa (Schleiermacher), ni la vía de la
fundamento de los conceptos, y de las clases. historia (FFarnack, Troeltsh), ni siquiera la vía metafísica. El
90. Lévi-Strauss, C., El pensamiento salvaje, FCE, Méxi­ único camino practicable va de Dios al hombre —no al revés—y
co, 1964. se llama Jesucristo. Entre el hombre y Dios pasa una línea de
91. A. R. Luria estudió las alteraciones que se producen muerte (Todeslinie) absolutamente infranqueable para el hom­
en las lesiones del lóbulo frontal, que dejan sin control a la in­ bre. Su Dogmática eclesial es una gigantesca obra en 13 tomos,
teligencia computacional, El cerebro en acción, Fontanella, Bar­ diez mil páginas, verdadera suma teológica del siglo XX, a la
celona, 1974. que dedicó más de treinta años. Su dialéctica llega a lo feroz.
92. Sum. Theol., I, 1, ad. 2. Por ejemplo, toda la teología católica se basa en la noción de
93. Para explicar la diferencia entre fe y razón, entre co­ «analogía». La razón no puede conocer directamente a Dios,
nocimiento natural y conocimiento sobrenatural, los teólogos pero sí alcanzarle a partir de las analogías que siempre hay entre
medievales distinguían entre una luz natural, racional, y una el efecto y la causa. Pues bien, en el tomo VIII de su Die Kirch-
luz sobrenatural. Los datos recibidos del exterior necesitaban de liche Dogmatik suelta esta andanada: «Creo que la analogía entis
una iluminación intelectual para hacerse comprensibles. Cada es una invención del Anticristo, y pienso que, precisamente por
tipo de luz presentaba un modo de comprensión. su causa no se puede ser católico. Me permito añadir que todas
94. James, W., Las variedades de la experiencia religiosa, las demás razones que puedan aducirse para no hacerse católico
Península, Barcelona, 1986. me parecen pueriles y poco dignas de consideración.» A lo lar­
95. Kata Upanisad, I, 2, 9. go de la redacción de su Dogmática Karl Barth se fue «humani­
96. Kata Upanisad, II, 3, 12. zando», como las religiones en general. El protestantismo se ha
97. Nishitani, K., op. cit., nota 81, p. 42. encerrado siempre en un irracionalismo. En las tesis latinas de
98. Suzuki, D. T., Introduction to Zen Buddhism, Rider, Lutero, escritas poco antes del 31 de octubre de 1517, se lee:
Londres, 1949, p. 34. nec rectum dictamen babet natura, nec bonam voluntatem: la na­
99. Ibid., p. 97. turaleza no tiene ni un juicio recto ni una voluntad buena.
100. FE Diem, como toda la teología radical, ataca «el 102. Berger, P., op. cit., nota 22, p. 247.
presupuesto de que la teología tiene en común con las demás 103. Sum. Theol., II-I, q. 75, a. 1.
ciencias un mismo concepto de verdad» (I, p. 35). La ciencia es 104. FFomilía pronunciada en Pisa el 11-6-65, recogida en
el saber del «hombre natural», del pecador. (Ap. tesis 1.) la encíclica Mysterium fidei, SARPE, Madrid, 1965, p. 33.
101. Barth, K., «Die Theologie und der heutige Mensch», 105. Fülóp-Miller, R., Antonio, el santo de la renunciación,
en Zwischen den Zeiten, 8, 1930, p. 383. Karl Barth es un teó­ Espasa Calpe, Madrid, 1946, p. 84.
logo interesante por su rotundidad, que le convierte en «proto­ 106. Popper, K., La sociedad abierta y sus enemigos, Paidós,
tipo» de una actitud teológica. Entró en la vida pública en Barcelona, 1992, pp. 392 y ss.
1923. La «teología liberal» intentaba racionalizar el cristianis­ 107. Vedantasara, I, 3, 7.
mo, Barth y la «teología dialéctica» defendían la radical innova­ 108. Küng, H., ¿Existe Dios?, Cristiandad, Madrid, 1978.
246 247
Hans Albert hizo una contundente crítica de este libro en La Friedrich Gogarten quien planteó casi obsesivamente el tema de
miseria de lafilosofía, Alfa, Barcelona, 1982. la secularización, entendida «como un proceso en la historia
109. Panneberg, W., Teoría de la ciencia y teología, Cris­ del espíritu, que consiste en la transformación de ideas, cono­
tiandad, Madrid, 1981. cimientos y experiencias originariamente cristianos en ideas,
110. Picaza, X., Experiencia religiosa y cristianismo, Sígue­ conocimientos y experiencias de la razón humana universal»
me, Salamanca, 1981, p. 87: «La experiencia hermenéutica o (Gogarten, F., Destino y esperanzas del mundo moderno, Fonta-
de sentido pone la garantía de verdad en lo que podemos lla­ nella/Marova, Barcelona, 1971, p. 11). Tesis interesante para
mar autentificación, esto es, en la capacidad de enriquecimien­ mi argumento: «La secularización tiene su fundamento en la
to vital que proporciona: más que el dominio sobre el mundo o esencia de la fe cristiana y es una legítima consecuencia de ella»
la conquista de ventajas técnicas importa el ofrecimiento de un {ibid., p. 20). La fe cristiana, vista en su esencia bíblica y teoló­
sentido gratificante en el amor, belleza o plenitud de la existen­ gica, es fe justificante: justifica al hombre ante Dios, seculariza
cia. Tal es la prueba de la autentificación.» el mundo y lo entrega a la autonomía y a la responsabilidad del
111. Martín Velasco, J., La experiencia cristiana de Dios, hombre. Años más tarde, Johan Baptist Metz, en su Teología
Trotta, Madrid, 1995, pp. 60 y ss. del mundo (Sígueme, Salamanca, 1970), formula la misma tesis:
112. San Bernardo: In Canticum, sermo 74, 5-6. El crite­ «La mundanidad del mundo, tal como ha ido surgiendo en el
rio es siempre moral: «El que dese experimentar si Dios habita proceso moderno de mundanización y tal como se nos presenta
en él, que examine en una búsqueda sincera el interior de su hoy, de forma globalmente exasperada, ha surgido en su funda­
corazón, e investigue exactamente con qué humildad resiste al mento aunque no en sus manifestaciones históricas singulares,
orgullo, etc.» (Sermo 38, 3-4). (Ap. tesis 3.) no ya contra el cristianismo, sino gracias al cristianismo; la
113. Contra Gentes, cap. XI. - En el Corán se distingue mundanidad del mundo es, originariamente, un fénómeno cris­
claramente entre la sumisión a Dios (islam) y la fe (imán): «Los tiano» (p. 20). En 1963 se publica Honestto God{trad. castella­
beduinos dicen: “¡Cremos!” Di: “¡No creeis!” ¡Decid, más bien: na Ariel, Barcelona, 1967), del obispo Robinson. Une desmiti-
“¡Hemos abrazado el islam!” La fe no ha entrado aún en vues­ ficación (Bultmann), dimensión de profundidad (Tillich) y
tros corazones (...) Son creyentes únicamente los que creen en cristianismo no religioso (Bonhoeffer). Ese mismo año aparece
Dios y en su Enviado, sin abrigar duda alguna, y combaten por el libro de Van Burén, teólogo episcopaliano, El significados se­
Dios con su hacienda y su persona» (sura XLIX, 14-15). cular del evangelio, Península, Barcelona, 1968. En sus últimas
114. Berger, P., op. cit., nota 22, p. 57. obras propone una teología política: «Sólo una teología que sea
115. Sófocles, Antígona, 821. a la vez política puede ser verdaderamente una teología hoy»
116. Ignacio de Loyola, Obras completas, BAC, Madrid, (Van Burén: «Ci può essere una teologia ogi?», en Peerman, D.,
1963, p. 806. y Ginellini, R. (eds.), Teologia dal Nordamerica, Queriniana,
117. Congar, Y. M. J., El Espíritu Santo, Herder, Barcelo­ Brescia, 1974, p. 430). La teología evoluciona hacia la ética.
na, 1983, p. 125. (Ap. tesis 3.)
118. Altizer, T. J., y Hamilton, W., Teología radical y la 119. Richard, R. L., Teología de la secularización, Sígue­
muerte de Dios, Grijalbo, Barcelona, 1967. p. 10. Tal vez fuera me, Salamanca, 1969, p. 9.
248 249
120. Van Burén, P. M., op. cit., nota 118, p. 129. nos demuestra racionalmente. Tomás de Aquino habla de la fe
121. Helena Béjar ha estudiado la relación entre las ONG de los demonios, que creen «ex perspicacitate naturalis intellec-
y el cristianismo en El mal samaritano, Anagrama, Barcelona, tus» (Sum. Theol., II-II, q. 5, a. 2). Es decir, separa rotunda­
2001 . mente la fe del conocimiento natural. La fe de los demonios
122. «No cómo sea el mundo es lo místico sino que sea», jugó un papel importante en la teología medieval (Beumer, J.,
dijo Wittgenstein en su Tractatus (6,44), en los Notebooks lo «Et daemones credunt (Jac. II, 19). Ein Beitrag zur positiven Be-
llama «maravilla», «milagro», «algo sorprendente». Cuando to­ werlung der fies informis», en Gregorianum, 1941, t. XXII, pp.
das las preguntas científicas han sido contestadas, aún queda 231-251). Sobre la fe, el mejor libro que conozco es el de Ro­
una pregunta por responder: ¿Por qué es todo eso? Cf. Barret, ger Aubert: Le problème de l’acte de foi, Warny, Lovaina, 3.“ ed.,
C., Etica y creencia religiosa en Wittgenstein, Alianza, Madrid, 1958. Pero no soy experto en el tema. (Ap. tesis 1)
1994, pp. 109 y ss. 138. Mateo, 13, 10.
123. Eliade, M La búsqueda. Historia y sentido de las reli­ 139. Marcos, 4, 13.
giones, Kairós, Barcelona, 1999, p. 152. 140. Juan, 3, 19.
124. Platón, Banquete, 211. 141. Ver el comentario a esta frase en la colosal obra de
125. Suzuki, D., y Fromm, E., Budismo zen y psicoanálisis, Jacques Dupont Les béatitudes, Gabalda, Paris, 1973, t. III, pp.
FCE, México, 1985, p. 15. 557 y ss.
126. Suzuki, D. T., Introduction to Zen Buddhísm, Rider, 142. «Quien no ha abandonado la mala conducta, quien
Londres, 1949, p. 86. no tiene los sentidos en equilibrio, y una mente concentrada
127. Chandogya Upanisad, III, 14, 1. sin ansiedad, no puede llegar al Ser ni siquiera por el conoci­
128. Ibid. miento» (Katha Upanisad, II, 24). Podría multiplicar los para­
129. Baghavad-Gita, VII, 18. lelismos. Los sufíes creen que sólo un corazón puro y despierto
130. Ibid., VII, 25. es capaz de recibir la inspiración (ilham), la iluminación (ich-
131. Ibid., II, 55. raq), el desvelamiento (kachfi y la visión mística (chuhud).
132. Ibid., 62. (Mortazavi, D., «El sufismo», en Balta, P. (comp.), Islam. Civi­
133. Suzuki, D., op. cit., nota 125, p. 80. lización y sociedades, Siglo XXI, Madrid, 1994, p. 58.)
134. Saddhatisa, H., Introducción al budismo, Alianza, 143. Heschel, A. J., Los profetas, Paidós, Buenos Aires,
Madrid, 1994, p. 46. 1973, t. I, p. 74. Los profetas hebreos protagonizan una mora­
135. Tao Te Ching, Tecnos, Madrid, 1996, p. 21. lización de la religión. Por ejemplo, critican los sacrificios.
136. Pániker, A., op. cit., nota 82, p. 23. «¿Acaso se delita el Señor tanto en los holocaustos y sacrificios
137. La teología cristiana se metió en un callejón sin sali­ como en la obediencia a la voz del señor?» (1 Sam., 15, 22).
da al admitir propiedades contradictorias en el «acto de fe». Te­ Amos y los profetas siguientes afirman que cuando prevalece la
nía que ser voluntario, pero no podía serlo, ya que era un don inmoralidad el culto es detestable. Sostenían que la forma pri­
de Dios. Tenía que ser racional, pero no podía serlo porque te­ mordial de servir a Dios es por medio del amor, la justicia y la
nía también que ser libre, y no somos libres de aceptar lo que se rectitud. Esto era una actitud revolucionaria. «¿Qué es lo que
250 251
exigen todos los dioses?» —se pregunta Heschel—«Sacrificios, in­ reconoció en una conversación en 1934: «Un gran número de
cienso, reverencia a su poder» (p. 70). El hecho de que los pa­ mis alumnos se ha vuelto radicalmente hacia la religión de ma­
dres no titubearan en sacrificar a sus hijos sobre el altar nos nera notable. Unos se han hecho cristianos evangélicos profun­
muestra la suprema seguridad de que lo que los dioses más de­ damente creyentes, otros se han convertido a la Iglesia católica»
seaban era el holocausto. Cuando Mesha, el rey de los moabi- (Miribil, E., Edith Stein, Taurus, Madrid, 1956, p. 121). Me
tas, se vio amenazado, sacrificó a su propio hijo, quien debería atrevo a sospechar que era por la claridad de su idea de «eviden­
sucederle en el trono (II Reyes, 3, 27). A mi juicio la interpreta­ cia», su idealismo trascendental, muy cercano al de los Upani-
ción sacrificial de la muerte de Cristo, pertenece a una mentali­ sads, como he comentado, y, sobre todo, porque la epojé feno-
dad superada ya en la Biblia por los profetas y por el mismo menológica exige un esfuerzo de purificación intelectual. Cf.
Cristo, que afirmó la preeminencia de la misericordia sobre el Ales Bello, A., Elusserl. Sulproblema di Dio, Studium, Roma,
sacrificio. La moralización de la divinidad —a la que tantas veces 1985. (Ap. tesis 1)
me refiero en este libro—es una gran innovación. La religión 15L Simone Weill lo contó en Espera de Dios, Sudameri­
griega, por ejemplo, no destaca el vínculo entre los dioses y la cana, Buenos Aires, 1954, p. 34. Cf. Moeller, Ch., Literatura
moralidad. Los dioses eran crueles y vengativos. «La crueldad del siglo X X y cristianismo, Gredos, Madrid, 8.a ed., 1981, pp.
no se tomaba demasiado en cuenta, ya fuera en las acciones de 291 y ss.
los reyes con el pueblo o en el comportamiento de los dioses 152. Marcos, 1, 16-20; Mateo, 4, 18-21; Lucas, 5, 1-10.
para con la humanidad» (Guthrie, W. K. C., The Greeks and 153. Harvey, P., El budismo, Cambridge University Press,
Their Gods, Londres, 1950, p. 119). (Ap. tesis 3.) 1998, p. 45.
144. Sofonías, 2, 3. 154. Pániker, A., op. cit. nota 82, p. 174.
145- Isaías, 5, 1. 155. Lings, M., op. cit., nota 1, p. 54. En la tradición islá­
146. Jeremías, 22, 15. mica se dice que después de Khadija y Alí, su sobrino, el pri­
147. Jeremías, 9, 23. mer hombre adulto convertido fue Abou Bakr al-Siddik, el me­
148. Sartre, J. P., El ser y la nada, Losada, Buenos Aires, jor amigo de Mahoma, después el hijo adoptivo de Mahoma,
1966, p. 586. Zayd, y el servidor africano Bilal. Gran importancia tuvo la
149. «Si escribiéramos la historia de la mente, sin ningún conversión de Oumar, un personaje relevante. Durante una vi­
tipo de interés religioso, desde el punto de vista de la historia sita de su hermana, cuya conversión al islam desconocía, oyó
natural, tendríamos todavía que explicar la facilidad del hom­ recitar lo que Dios revelaba al profeta y fue subyugado. Pidió
bre para convertirse de repente como una de sus peculiaridades ser conducido ante Mahoma y abrazó el islam. Y rezó con él en
más curiosas» (James, W., op. cit., nota 94, p. 178). el templo de la kaaba, cosa que nadie había hecho antes de él
150. Teresa Renata de Espíritu Santo, Edith Stein, Dinor, (Alili, Qu’est-ce que l’islam?, La Decouverte & Syros, París,
San Sebastián, 2.“ ed., 1960, p. 77. Su maestro Husserl apenas 2000, p. 34).
habló de religión. «He querido alcanzar a Dios sin Dios», co­ 156. Heidegger, M., Sendas perdidas, Losada, Buenos Ai­
mentó en una ocasión. Pero resulta chocante el número de sus res, 1960.
discípulos que se acercaron a la religión. El mismo Husserl lo 157- Leyes, 887 c.
252 253
158. Tillich, P., op. cit., nota 48, t. I, p. 268. pués de la refutación general de esta lógica aparente, pueden se­
159. Ibid., p. 304. guir teniendo muy bien el valor de articular razones fundadas
160. Pascal puso de moda el enfrentamiento entre el Dios que merecen ser escuchadas en la consideración de la existencia
de los filósofos y el Dios de las religiones, que yo aprovecho de Dios y que en cierto modo recomiendan su aceptación sin
también, y por eso hablo de un Dios profano: «El Dios de demostrarla» (Hans Joñas, Pensar sobre Dios y otros ensayos,
Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, el Dios de los cris­ Herder, Barcelona, 1998, p. 179).
tianos, es un Dios de amor y de consuelo, es un Dios que llena 166. Sum. Theol., I, 2, ad 3.
el alma y el corazón de aquellos que él posee; es un Dios que les 167. Behe, M. J., La caja negra de Darwin, Andrés Bello,
hace sentir internamente su miseria y su misericordia infinita, Santiago de Chile, 1999.
que se une al fondo de las almas, que las llena de humildad, de 168. Swinburne, R., The Existence ofGod, Clarendon, Ox­
alegría, de confianza, de amor; que las hace incapaces de otro ford, 1979.
fin que no sea Él mismo» (pensamiento 556). El Dios de los fi­ 169. La historia del argumento ontològico es fascinante.
lósofos le resulta un poco fantasmal porque «es el corazón Lo formula por primera vez Anselmo de Canterbury en el si­
quien siente a Dios y no la razón» (pens. 268). «Las pruebas glo XI. Tomás de Aquino lo rechaza. Lo aceptan San Buena­
metafísicas son tan embrolladas que impresionan poco» (pens. ventura, Duns Scoto, Descartes, Leibniz. Kant, a mi juicio, lo
543). Gustavo Bueno ha hecho una taxonomía de las distintas deshace con una crítica demoledora, pero el argumento no
relaciones entre el Dios de los filósofos y el de las religiones a lo muere. Hegel vuelve a aceptarlo, desde su nueva idea de Razón:
largo de la historia, en Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la re­ «No es la pretendida razón humana, con sus límites, la que co­
ligión, Mondadori, Madrid, 1989, p. 128. noce a Dios, sino el espíritu de Dios en el hombre... es la auto-
161. Para Barth la teología sólo es posible como «obedien­ conciencia de Dios la que se sabe a sí misma en el saber del
cia». «De Dios sólo puede hablar Dios», dice en Das Wort Cot­ hombre» (Lecciones sobre las pruebas de la existencia de Dios,
íes und Die Theologie. Madrid, 1970, p. 70). Barth dedicó una obra entera a comen­
162. Heidegger, M., Identidad y diferencia, Anthropos, tar el argumento de San Anselmo, y comentó más tarde que en
Barcelona, 1988, p. 152. él se encuentra «la clave de su pensamiento posterior». Mantu­
163. Cf. Maceiras, M., «Dios en la filosofía de Paul Ri- vo que el argumento se hace desde la fe, no para llevar a la fe.
coeur», en Fraijó, M., Filosofa de la religión, Trotta, Madrid, En los últimos cuarenta años ha sido cada vez más estudiado.
1994, p. 679. En I960 N. Malcolm, discípulo de Wittgenstein, publica An-
164. Schillebeeckx, E., Los hombres, relato de Dios, Sígue­ selms Ontological Arguments. Su formulación de nuevo parece
me, Salamanca, p. 112. contundente: «Si Dios no existe, su existencia es imposible, y si
165. Un resumen de los principales intentos de demostra­ Dios existe, su existencia es necesaria. Para que la existencia de
ción, juzgados desde el tomismo estricto, en González Álvarez, Dios fuera imposible, tendría que ser contradictoria. Como el
A., Teología natural, Gredos, Madrid, 1968. Hay filósofos y concepto de Dios no es contradictorio, la existencia de Dios es
teólogos que consideran que las demostraciones de Dios no de­ necesaria». Pasa del plano lógico (la no contradicción) al plano
muestran nada, «pero que al menos algunas de ellas, aún des­ real: la existencia. Plantinga ha vuelto a hacer una versión más
254 255
elaborada (God and Other Minds, Cornell University Press, Ita- do yo concibo, en consecuencia, una cosa, cualquiera que sea y
ca, 1967, y The Nature ofNecessity, Clarendon, Oxford, 1974). por más numerosos que sean los predicados por los cuales yo la
Creo que tampoco es una demostración concluyente. Alvin pienso (aun en la determinación completa), nada añado absolví
Plantinga, en sus últimos libros -una trilogía sobre el concepto tamente a esta cosa por el hecho de que le añada esta cosa es.
de warrant, que a su juicio es lo que distingue el conocimiento Porque de otra manera lo que existiría no sería exactamente lo
de la fe-, admite una facultad cognitiva natural que nos permi­ que había concebido en mi concepto, sino más bien alguna otra
te formar creencias básicas sobre Dios. Lo último que he leído cosa, y no podría decir que existe precisamente el objeto de mi
de él es Warranted Christian Belief, Oxford University Press, concepto» (A, 598, B, 626). (Ap. tesis 3.)
Nueva York, 2000. 171. Cualquier geómetra, matemático o lógico formal
170. Les recordaré algo de Kant. La idea de existencia sabe que puede inventar cuantos sistemas formales quiera, con
como posición absoluta fue elaborada por Kant en 1763, en El solo postular unos axiomas y una reglas de transformación (Cf.
único fundamento posible para demostrar la existencia de Dios y el bello libro de R. Hofstadter G. E. B., Un Eterno y Grácil Bu­
reelaborado en la Critica de la razón pura. Sólo podemos afir­ cle, Tusquets, Barcelona, 1987).
mar la existencia de algo a partir de la percepción. «Si no empe­ 172. El cauteloso Kant fue muy tajante en estos temas:
zamos por la experiencia o si no progresamos según las leyes de «Afirmo que todas las tentativas de una razón meramente espe­
la conexión empírica de los fenómenos, en vano querremos adi­ culativa en relación con la teología son enteramente estériles
vinar o averiguar la existencia de una cosa cualquiera». Insiste: (...) De no basarnos en principios morales o servirnos de ellos
«Sólo podemos llegar a una existencia que por algún lado debe como guía, no puede haber teología racional ninguna, ya que
estar comprendida en el nexo de la experiencia de la cual la per­ todos los principios sintéticos del entendimiento son de uso in­
cepción dada es una parte; de donde resulta que la necesidad de manente, mientras que el conocer un ser supremo requiere ha­
la existencia nunca puede ser conocida por conceptos, sino cer de ellos un uso trascendente para el que nuestro entendi­
siempre sólo por el enlace con aquello que es percibido según miento no está equipado» (Critica de la razón pura, A, 637, B,
leyes universales de la experiencia» (Crítica de la razón pura, 664).
A, 277', B, 279). Transcribo un famoso texto sobre lo posible y 173. Manser, G. M., La esencia del tomismo, Credos, Ma­
lo real: «Porque como los táleros posibles expresan el concepto drid, 1947, p. 403.
y los táleros reales el objeto y su posición, en el caso de que 174. Press, F., Science and Creationism: A View from the
aquello contuviera más que esto, mi concepto no expresaría el National Academy of Sciences, National Academy Press, Wash­
objeto completo y, por consecuencia, no sería el concepto ade­ ington, 1984, p. 6181. Sin embargo, según datos estadísticos
cuado a él. Pero yo soy más rico con cien táleros que con un de Irene Nowakowski, el porcentaje de profesores creyentes en
simple concepto (es decir, con su posibilidad). En la realidad, las facultades de estudios humanistas es decididamente más bajo
efectivamente, el objeto no está simplemente contenido analíti­ que en las de medicina, ciencias naturales, matemáticas, disci­
camente en mi concepto, pero se suma sintéticamente a mi con­ plinas técnicas y ciencias jurídicas. Con los estudiantes parece
cepto, sin que por esta existencia fuera de mi concepto, estos ocurrir exactamente lo mismo: el porcentaje de creyentes entre
cien táleros concebidos sufran el más mínimo aumento. Cuan­ los alumnos de las facultades de humanidades es, con mucho,
256 257
más bajo (Kolakowski, L., Vigencia y caducidad de las tradicio­ es que yo he partido de lo real. He considerado la existencia tan
nes cristianas, Amorrortu, Buenos Aires, 1973, p. 13) sólo como una dimensión de lo real (la dimensión divina de lo
175. Lo cuenta Andrés Torres Queiruga en Recuperar la real, si se quiere usar un lenguaje clásico), sin hipostasiarla. No
creación. Por una religión humanizadora, Sal Terrae, Santander, niego que Dios tenga una esencia. Sólo digo que la filosofía no
1998, p. 17. llega hasta ella -o al menos hasta donde yo alcanzo en filoso­
176. Schillebeeckx, dominico, dice algo sorprendente por fía-, y que esa averiguación queda en manos de las religiones,
su modestia: «El mismo Jesús no sólo revela a Dios sino que o de una ampliación de la experiencia del existir que subraya
también lo oculta, ya que apareció entre nosotros en una hu­ los aspectos conscientes (religiones upanisádicas y budistas), el
manidad no divina» (Schillebeeckx, E., Jesús in Our Western poder de la acción libre (Tillich, Jaspers, Zubiri) o la acción
Culture. Mystícism, Ethics and Politics, SCM Press, Londres, creadora de valores, que me interesa más. Pero éstas son suge­
1987, p. 2). rencias, más que demostraciones. (Cf. Romerales, E., «Philoso-
177. Faure, S., Doce pruebas que demuestran la no existen­ phical Theology», en Fraijó, M. (ed.), Filosofía de la religión,
cia de Dios, La Máscara, Valencia, 1999. Es un libro muy ele­ Trotta, Madrid, 1994, pp. 558 y ss.). (Ap. tesis 2.)
mental, pero que me ha servido como una especie de catecismo 178. Pániker, A., op. cit., nota 82, p. 36.
agnóstico. En realidad el positivismo, como sentenció uno de 179. Rapoport, R. A.,: Ritual y religión en la formación de
sus grandés expositores, Littré, admite que «la ciencia no esta­ la humanidad, Cambridge University Press, Madrid, 2001,
blece la inexistencia de Dios, pero tampoco su existencia». En p. 464.
el siglo pasado ha habido algunos movimientos tendentes a 180. Joñas, H., op. cit., nota 165, p. 206.
probar la imposibilidad de Dios. Anthony Flew cree que la no­ 181. Lubac, H. de, Exégese médiévale, Aubier, París, 1959,
ción de «ser perfecto», un ser que posee todas las perfecciones, t. I, p. 14. El libro, por supuesto, es un prodigio de agobiante
es contradictorio (Flew, A., God and Philosophy, Hutchinson, erudición. Estudia las cuatro formas tradicionales de interpre­
Londres, 1966, p. 135). Kai Nielsen: No podemos dar ningún tar la Escritura: literal, alegórica, mística y moral. Durante mu­
contenido a la palabara «Dios», luego «ni siquiera puede plan­ cho tiempo la teología cristiana fue sólo exégesis (p. 111). De
tearse la cuestión de la existencia de Dios» (Nielsen, K., Can­ acuerdo con lo que mantengo en este libro, creo que la exé­
teraporary Critiques of Religión, MacMillan, Londres, 1971, gesis moral es la que se ha ido imponiendo en este siglo. (Ap.
p. 131). O’Hear hace una crítica que afecta a la tesis de este li­ tesis 3.)
bro. La noción filosófica de Dios, dice, requiere que éste no sea 182. Eugenio Trías, en su estupendo libro La edad del es­
un ente entre los entes, sino la pura existencia carente de pro­ píritu, Destino, Barcelona, 1994, que es una sabia genealogía
piedades. Tal noción es absurda, porque para que algo exista del Espíritu, describe el quinto eón como la aparición de la
tiene que tener alguna propiedad» (O’Hear, A., Experience, Ex­ hermenéutica. Al testigo presencial le sustituye una comunidad
planaron an Faith, Routledge, Londres, 1984, pp. 51 y ss.). En hermenéutica, constituida alrededor del texto. Es el tiempo de
efecto, hablar de una existencia sin existente es como hablar de la exégesis, la interpretación y la infinita hermeneusis (p. 264).
un movimiento sin móvil. ¿Y, tal vez, lo mismo que hablar de A mi juicio, una decadencia.
una energía sin masa? Dejemos esto por ahora. Lo que ocurre 183. Janet, P., De la angustia al éxtasis, FCE, México, 1991.
258 259
184. Janet, P., Névroses et idées fixes, Félix Alean, París, ll’Ente» (ibid., t. II, c. IV, p. 60). Rosmini afirmaba que la pri­
1898, p. 383. mera verdad conocida es la intuición del ser como tal, eterno,
185. Gibson, J. J., The Senses Considered as Perceptual inmutable, increado y simplicísimo. Fue condenado por el San­
Systems, Houghton Mifflin, Boston, 1966; idem, The Ecological to Oficio el 14 de diciembre de 1887. Lo que defiendo en este
Approach to Visual Perception, Houghton Mifflin, 1979. libro es que la percepción de la existencia lleva implícita lo que
186. A pesar de los años, continua siendo indispensable el al conceptualizarlo se ha llamado culturalmente «Dios». Me he
libro del egregio Werner Jaeger La teología de losprimeros filóso­ limitado a mostrar —no a demosrar deductivamente—que es
fos griegos, FCE, México, 4.a ed., 1993, pp. 93-111. viable el paso desde la percepción del existir a la noción de
187. Bajtin, M., La cultura popular en la edad media y en Dios. Una noción hasta ese nivel vacía. (Ap. tesis 3.)
el renacimiento, Alianza, Madrid, 1989, p. 273. 190. Spinoza: El amor intelectual del espíritu respecto de
188. San Buenaventura afirma que el conocimiento de Dios es una parte del amor infinito con el que Dios se ama a sí
Dios comienza por una «cointuición». Al experimentar las co­ mismo, Ética, V, 36. Fichte: Dios es el ser verdadero que se ex­
sas creadas experimentamos a la vez —coexperimentamos- la presa a través de todo, principalmente de la existencia humana.
existencia de su causa, en cuanto en ellas vemos con un conoci­ No lo vemos, perdidos como estamos en las figuras, pues
miento cointuitivo que existe Dios, cuya intuición no posee­ «nuestro mismo ojo es un estorbo para nuestro ojo», pero cuan­
mos. «Nuestra experiencia de la existencia de Dios es la condi­ do despertamos, «la divinidad misma aparece de nuevo en ti,
ción misma de la inferencia mediante la cual pretendemos en su forma primera y original, como vida, como tu propia
establecerla.» Es decir, cualquier demostración de la existencia vida, la que tú debes vivir y vivirás». Schelling: Deus est res
parte ya del conocimiento de la existencia (Gilson, E., Philoso- cunetas. Pone el predicado en acusativo: Dios existe a todas las
phie de S. Bonaventure, p. 127). Barth también pensaba que to­ cosas. Eckhart: El ojo con que veo a Dios es el mismo ojo con
das las demostraciones de la existencia de Dios son posteriores que Dios me ve; mi ojo y el ojo de Dios son un mismo ojo, un
a la fe en Dios. Por ejemplo en su obra sobre el argumento on­ solo ver, un solo conocer y un solo amar». Algunos textos de
tològico de San Anselmo. (Ap. tesis 3.) los Upanisaddicen exactamente lo mismo. (Ap. tesis 3.)
189. Los ontologistas, con una larga tradición, defienden 191. Contra gentes, I, 28.
que cuanto conoce el entendimiento humano lo conoce en 192. Summ Theo., I, 8, 1.
Dios. «La intuición contemplativa es común a todos por natu­ 193. DePot., 7, 2, ad 9.
raleza; pero la maestría de hacerla reverberar plena y distinta­ 194. Tomás de Aquino, De Ver., 21, 5. Me ha sido de
mente en la reflexión es rarísima y concedida a pocos hombres» gran utilidad el libro de J. M. Artola Creación y participación,
(Gioberti, Introduzione allo studio della filosofia, Bruselas, 1840, Aquinas, Madrid, 1963.
t. I, c. Ili, p. 405). «Nel nostro caso lo spirito intuente, perce­ 195. Ibid., 22, 2, ad. 1. Categórica afirmación ontologista
pendo l’Ente nella sua concretezza, non lo vede già nella entità de Tomás de Aquino: «Puesto que inteligir no es más que intuir,
astratta e raccolto in sè stesso, ma qual è realmente, cioè cau­ que no es otra cosa que la presencia de lo inteligible en el intelec­
sante, producente le esistenze, ed strinsecantesi colle sue opere; to de algún modo, sic anima semper intelligit se et Deum: el alma
e quinde percepisce la esistenza, come termine dell’azione de- siempre se conoce a sí misma y a Dios» (ISent., dist. 3, q. 4, a. 5).
260 261
196. Sum Theol., I, 104, 1. 218. Katha Upanisad, I, 3, 4; Brihadáranyaka Upanisad, 3,
197. Zubiri, X., El problema filosófico de la historia de las 9,28.
religiones, Alianza, Madrid, 1993, pp. 41 y ss. 219. Svetasvara Upanisad, 6, 11.
198. Las filosofías de la creatividad y del proceso -Bergson 220. Brihadaranyaka Upanisad, IV, 5, 15.
y Whitehead, fundamentalmente- que van en este mismo ca­ 221. Comentario de Sankara a los Brahma-Sutras, ed. cit.,
mino me parecen sugestivas pero excesivamente audaces. nota 225, p. 57. Allí mismo encuentro una frase misteriosa:
199. Tillich, P., op. cit., nota 48. «No puede ser negado por nadie, porque es el Ser de todas las
200. Suzuki, D., op. cit., nota 125. cosas y está más allá de la aceptación o el rechazo» (p. 58).
201. Harvey, op. cit., nota 153, p. 41. 222. Juan de la Cruz, Llama de amor viva, 1,1.
202. Voillaume, R., Por los caminos del mundo, Marova, 223. «El solo existir existentifica a los existentes múltiples,
Barcelona, 1964, p. 118. porque fuera de él no hay más que la nada» (Corbin, H., La
203. Nishitani, op. cit., nota 81, p. 282. paradoxe du monothéisme, L’Herne, París, 1981, p. 11). Para el
204. García Bacca, J. D., Hôrdelin y la esencia de la poesía, trenzado intercultural que estoy describiendo, conviene leer el
Anthropos, Barcelona, 1989, p. 56. libro de Toshihiko Izutsu Sufismo y taoísmo, Siruela, Madrid,
205. Von Balthasar, H. U., Gloria. Una estética teológica, 1997.
Encuentro, Madrid, 1985, tomo V, p. 597. 224. Brihad-amyaka Upanisad, III, 4, 3-2; Eliade, IV, 640.
206. Tomás de Celano, «Vida primera de San Francisco 225. Martín, C., Conciencia y realidad Trotta, Madrid,
de Asís», en Escritos completos de San Francisco de Asís, Bibliote­ 1998, p. 179. Es de agradecer su esfuerzo por traducir al caste­
ca de Autores Cristianos, Madrid, 1965, p. 300. llano el pensamiento advaita.
207. Rilke, Carta a Huklewicz, citado por G. Torrente Ba- 226. Ibid, 176.
llester en el prólogo a su traducción de Réquiem y las elegías de 227. Chandogya Upanisad, VI, 2, 1.
Duino (Nueva Época, Madrid, 1946, pp. 73-92). 228. Tillich, P., El coraje de existir, Estela, Barcelona,
208. Dupuis, J., Hacia una teología cristiana del pluralismo 1968, p. 151.
religioso, Sal Terrae, Santander, 2000, p. 27. 229. Geertz, C., «Religion as a cultural System», en Ban-
209. Katha Upanisad, I, 2, 19. ton, M. (ed.), Anthropological Approaches to Religion, ASA mo-
210. Ibid., I, 2, 23. nograph, núm. 3, Tavistock, Londres, 1965, p. 32.
211. Ibid., II, 1, 3. 230. Exodo, 3-14. Este texto ha tenido una importancia
212. Ibid, II, 1, 10. sin igual en la historia de la teología y de la filosofía occidenta­
213. Ibid., II, 2, 9. les. Puede verse como muestra Libera, A. de, Zum Brunn, E.,
214. Isa Upanisad L 6. Celui qui est. Interprétations juives et chrétiennes dExode 3-14,
215. Katha Upanisad II, 2, 15. Cerf, Paris, 1986.
216. Brihadáranyaka Upanisad, Br. Up. III, 9, 28 231. Eckhart, Johanns, El fruto de la nada, Siruela, Ma­
217. Martín, C. (ed.), Brahma-Sutras, con los comentarios drid, 1998, p. 49.
advaita de Sankara, Trotta, Madrid, 2000, p. 40. 232. Suzuki, op. cit., nota 125, p. 15.
262 263
233. Bergson. La relación entre Dios y la Acción ha sido profundidad de cada una de ellas. La religión es el aspecto de
estudiada por dos filósofos franceses. Louis Lavelle: «Dios es el profundidad del espíritu humano en su totalidad» (Teología de
objeto de una fe espiritual, por la cual cada uno de nosotros la cultura, 1959, p. 16.). «Es la orientación que sostiene todas
tiene conciencia de constituir su ser y su destino, y que no vive las funciones del espíritu hacia lo incondicionado» («Religions-
ella misma sino de la respuesta que no cesa de solicitar y que philosophie», en Frühe Hauptwerkw (Gesammelte Werke I),
Dios no cesa de hacerle.» (De L ’Acte, p. 156). Maurice Blondel Evangelische Verlagswerke, Stuttgart, 1959, p. 350). Consiste
es el otro autor. Partiendo de un análisis de la acción llega a las en ser «atrapado por una preocupación última».
siguientes conclusiones: 1) la insuficiencia del orden natural, 240. «Discurso a Diogneto» en Padres Apostólicos, D. Ruiz
entendido como el orden en que se despliega la acción del Bueno (ed.), BAC, Madrid, 1965, pp. 813. Etty Hillesum, una
hombre; 2) la necesidad de un orden sobrenatural, único que joven judía holandesa, que se presentó voluntariamente en
puede consumar la acción humana; 3) la impracticabilidad de 1942 en el campo de concentración de Westerbork para ayudar
una vía de acceso a lo sobrenatural y la invitación a intentar la y compartir el destino de su pueblo, y murió al año siguiente
vía de la experiencia de la fe cristiana. «Absolutamente imposi­ en las cámaras de gas de Auschwitz escribió en su diario:
ble y absolutamente necesario, he aquí exactamente la noción «Quiero ayudarte, Dios, para que no me abandones. Sólo una
del sobrenatural: la acción del hombre excede al hombre, y cosa me resulta cada vez má clara: que tú no puedes ayudarnos,
todo el esfuerzo de su razón consiste en ver que no puede, que sino que nosotros debemos ayudarte a ti, y de esa manera final­
no debe limitarse a ella. Espera cordial del mesías ignoto; bau­ mente nos ayudamos a nosotros mismos. Es lo único que im­
tismo de deseo que la ciencia humana no puede provocar, porta. Con cada latido del corazón comprendo más claramente
puesto que esta misma necesidad es un don» (La acción, BAC, que no puedes ayudarnos, sino que debemos ayudarte a ti y de­
Madrid, 1996, p. 436). fender tu morada dentro de nosotros hasta el último momen­
234. Marina, J. A., y de la Válgoma, M., op. cit., nota 47, to» (Joñas, H., op. cit., p. 251). La teología de la liberación si­
pp. 253 y ss. gue esta dirección. Y también la teología a secas. Tomemos el
235. Hesiodo, Teogonia, 22. caso de Bonhoeffer. La figura de Cristo —que en el curso de
237. Platón, Fedro, 245a. Cristologia que profesó en 1933 había definido con la estructu­
238. San Pablo, 1, Cor, 3, 9. ra de «estar-en-el-centro»- en sus últimos escritos se describe
239. Spicq, C., Agapé dans le Nouveau Testament, Gabal- con la estructura «ser-para-los-demás» (fur-Andere-da-sein). (Ap.
da, París, 1966. 3 vols. Obra de magnífica erudición. Paul Ti- tesis 3.)
llich identificaba la religión con la profundidad, con la búsque­ 241. Sartre, J. P., El existencialismo es un humanismo,
da de lo incondicionado, dentro de cada una de las actividades Edhasa, Barcelona, 1989, p. 22.
del espíritu: «En esta situación, sin morada, sin el mínimo lu­ 242. Adorno y Horkheimer, Crítica de la razón instrumen­
gar en que establecerse, la religión comprende enseguida que tal, Sur, Buenos Aires, 1973, p. 11.
no tiene necesidad de buscar una morada. En todas partes está 243. Horkheimer, Anhelo de justicia, Trotta, Madrid,
en su casa, es decir, en la profundidad de todas las funciones de 2000, p. 165 y ss.
la vida espiritual del hombre. La religión es la dimensión de 244. Jenófanes, B11, B12.
264 265
245. Van der Leeuw, G., op. cit., nota 60, p. 161. de la Iglesia, Herder, Barcelona, 1999, nota 3866. El mejor li­
246. Llamazares, D., Derecho de la libertad de conciencia, bro que conozco sobre el problema es el de Jacques Dupuis
Civitas, Madrid, 1997, p. 60. Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso, Al terrae,
247. Torres Queiruga, A., Recuperar la creación, Salterrai, Santander, 2000. (Ap. tesis 4.)
Santander, 1997, p. 60. Estudia la superación del «dios demo­ 256. Runzo, J., y Martin, N. M. (eds.), op. cit., nota 2,
niaco» del Antiguo Testamento. p. 68. Kiing ha mostrado que las religiones tienen que unirse
248. Oseas 11, 8-9. éticamente. «No puede haber convivencia humana sin un ethos
249. Otto, R., op. cit., nota 57, p. 134. Sólo por haber mundial de las naciones; no puede haber paz entre las naciones
comprendido que la moralización de la idea de Dios es «el pro­ sin paz entre las religiones; no puede haber paz entre las religio­
blema y rasgo fundamental de la historia de la religión», este nes sin diálogo entre las mismas» (Küng, H., Proyecto para una
autor merece su fama. Lo numinoso se transforma en lo santo. ética mundial, Trotta, Madrid, 2000).
(Ap. tesis 3.) 257. La teoría de las verdades privadas procede de la feno­
250. Frase subrayada por F. Rosenweig en Der Stern der menología tal como la entiendo. La verdad es un estado de veri­
Erlósing, Suhrkamp, Frankfurt, 1990, p. 203. Ibn ‘Arabi es más ficación, es decir, de corroboración de su firmeza. Responde a
tajante todavía: «Nosotros le hemos procurado la manifestación las crítica, asimila nuevas experiencias, no hay experiencias dis­
a través nuestro, mientras que él nos procuraba (existir por me­ cordantes, puede ser corroborada por otros sujetos, puede inte­
dio de él)». O también: «Es Dios quien me hace existir. Pero grarse dentro de un cuerpo de conocimientos. Leo el libro de
conociéndolo, yo a mi vez le hago existir» (Fosus al-Hikam, El Keith Yandell The Epistemology of Religious Experience, Cam­
Cairo, 1946,1, p. 83, y II, p. 67). bridge University Press, Nueva York, 1993, que quiere demos­
251. San Agustín, De dono pers., XII, 30; Cif. De gratia trar el valor demostrativo de la experiencia numinosa. Tiene
Christi et de peccato originali, II, XIX, 21; XX, 22; XXI, 23; De que suponer que el sujeto no podría tener esa experiencia si no
corruptione et gratia, VII, 12. existiera Dios, o que si fuera una experiencia falsa podría perca­
252. Kolakowski, L., Dios no nos debe nada, Herder, Bar­ tarse de ello, o que podría reconocer si estaba incluida dentro
celona, 1984, p. 109. de algún tipo de experiencias falsas. Me parece demasiado su­
253. La iglesia católica decidió escuchar los signos de los poner. ¿Estoy admitiendo un mero juego de lenguaje como
tiempos, aunque con bastante retraso. Esta idea apareció en hace Wittgenstein? La teología hermenéutica estaría de acuer­
teología moderna, creo, con la obra del P. Chenu, dominico de do. Para Ernst Fusch la existencia es lingüística, y el anuncio de
Le Saulchoir, El evangelio en el tiempo (1937), animando a la Jesús debe ser visto como «un acontecimiento lingüístico». El
reflexión teológica a tratar de los problemas reales del mundo. Nuevo Testamento representa para nosotros una «ganancia lin­
«La teología es la fe solidaria con el tiempo», escribió. Fue in­ güística» (Sprachgewinn): nos hace aprender un nuevo lenguaje,
cluido en el Indice de libros prohibidos. No mucho después el lenguaje de la fe, que es el lenguaje del amor; y de este modo
fue perito en el Vaticano II. nos enseña a resolver el problema hermenéutico de nuestra vida
254. San Cipriano, Epist., 4, 4. cotidiana: cómo comprendernos, qué hacer, cómo descubrir la
255. Denzinger, H., Hünermann, P. (eds.), El magisterio verdad de nuestra existencia desafiada por la muerte. (Su últi­
266 267
ma posición en Marburger Hermenutik, JCB Mohr, Tubinga, idea siddhasena: todos los puntos de vista son válidos en sus res­
1968.) Panneberg considera que Dios se revela en la historia. pectivos esquemas, pero fracasan al intentar refutar a otro.
«Los acontecimientos en los que Dios ha mostrado su divini­ Quien sabe la multilateralidad de la realidad nunca afirma la
dad son evidentes por sí mismos en el ámbito de su contexto invalidez de una perspectiva partícula. Nayavada, teoría de los
histórico.» «Estos acontecimientos tienen realmente poder de puntos de vista. La realidad se revela a sí misma de manera di­
convicción. Allí donde son percibidos tal como son, en el con­ ferente según nuestros estados de conocimiento. Syadvada,
texto histórico al que pertenecen naturalmente, hablan su pro­ doctrina del quizás.
pia lengua, la lengua de los hechos reales. En esta lengua de los 258. Stuart Mili, J., La utilidad de la religión, Alianza,
hechos ha mostrado Dios su divinidad» (Panneberg, W., «Tesis Madrid, 1986, p. 44.
dogmáticas sobre la doctrina de la revelación», en Panneberg, 259. Marina, J. A., y de la Válgoma, M., op. cit., nota 47,
W., et ai, La revelación como historia, Sígueme, Salamanca, pp. 25 y ss. Liemos aplicado la idea de Droysen: «La historia es
1977, p. 129). Creo que la distinción entre estados de verdad, el “conócete a ti mismo” de la humanidad.» (Ap. tesis 4.)
verdades públicas y verdades privadas, soluciona algunos pro­ 260. Maritain, J., El hombre y el Estado, Guillermo Kraft,
blemas teoógicos: Küng, al intentar hacer unos criterios de la Buenos Aires, 1962, p. 94.
verdad de las religiones, indica: «No se trata de una verdad uni­ 261. Actes de la Conférence Générale de l’UNESCO. Comp-
versal, sino de una verdad existencial, en mi religión y en todas tes rendus de débats, 2.a sesión, México, 1947, p. 57. Datos so­
las demás: “tua res agitur”. En este sentido, para mí -como bre este debate en Monclús, A., y Sabán, C., La escuela global,
para todos los demás creyentes- no hay más que una religión FCE, México, 1997.
verdadera» (Teología in cammino, p. 278). Pero las religiones 262. El representante de Irán en la 39.a sesión de la Asam­
pueden verse desde fuera y desde dentro. Esto me recuerda la blea general de la ONU, el día 7-12-1984, afirmó: «El go­
distinción hecha por los antropólogos ente perspectiva emic y bierno iraní no reconoce otra autoridad o poder que el de Dios
etic, interior y exterior. «Vistas desde juera, consideradas desde Todopoderoso y ninguna otra tradición jurídica que la ley islá­
el punto de vista de la ciencia de las religiones, existen diversas mica. En estas condiciones, la delegación iraní reafirma que las
religiones verdaderas (...) Vistas desde dentro, desde el punto de convenciones, declaraciones y resoluciones o decisiones de los
vista del cristiano creyente orientado al Nuevo Testamento, organismos internacionales que son contrarias al islam no tie­
para mí existe la religión verdadera, la cual, al no poder recorrer nen ninguna validez en la república islámica de Irán. La “De­
al mismo tiempo todos los caminos, es el camino que trato de claración Universal de los Derechos del Hombre”, que ilustra
recorrer: el cristianismo en cuanto que da testimonio del único una concepción laica de la tradición judeocristiana, no puede
verdadero Dios en Jesús (...) Las otras religiones no son simple­ ser aplicada por los musulmanes y no corresponde en absoluto
mente falsas, pero tampoco son simplemente verdaderas sin re­ al sistema de valores reconocido por la República islámica de
servas, sino que son religiones condicionadamente verdaderas, las Irán; esta última no puede dudar en transgredir esas disposicio­
cuales, al no diferir del mensaje cristiano en puntos fundamen­ nes, puesto que es preciso elegir entre violar la ley divina del
tales, pueden perfectamente integrar, corregir y enriquecer la país o las convenciones laicas.» En 1969 la Liga Árabe creó una
religión cristiana» (ib id p. 285). Los jainistas mantienen una Comisión Árabe Permanente sobre Derechos Humanos. En
268 269
1981, el Consejo islámico para Europa proclamó en UNESCO les, y se publican más libros sobre la relación entre religiones
una Declaración islámica universal de los derechos humanos, cu­ diferentes. Les recomiendo las publicaciones de la Editorial
yos artículos están fundados en versículos del Corán y en tradi­ Oneworld de Oxford, y también la del Centre D’Études des
ciones sunitas. En 1994 fue aprobada la Carta árabe de dere­ Religions du Livre, París. (Ap. tesis 4.)
chos humanos por la Liga Árabe. La mejor solución es repensar 265. William James consideraba que «la luminosidad in­
los derechos humanos desde cada cultura. Ésta es la idea defen­ mediata, en resumen, razonabilidad filosófica y ayuda moral»
dida por el musulmán An-Na’im: «Problems and Prospects of son los únicos criterios religiosos válidos (op. cit., p. 24). Ha-
Universal Cultural Legitimacy for Human Rights», en An- rold Bloom, el conocido autor de El canon occidental, sostiene
Na’im, A., y Deng, F. (eds.), Human Rights in Africa: Cross- que la crítica religiosa es tan necesaria como la crítica literaria.
Cultural Perspectives, Brooking Institution, Washington, 1990. «Tiene que tomar a la crítica literaria como modelo, sustituyen­
Y también por Raimundo Pannikar desde la perspectiva india: do el efecto irreductible de lo estético por un elemento irreduc­
«Is the Notion of Human Rights a Western Concept?», en tiblemente espiritual» (La religión en los Estados Unidos, FCE,
Sack, P., y Aleck, J. (eds.), Law and Anthropology, New York México, 1992, p. 34). Pero no propone ningún criterio. Hans
University Press, Nueva York, 1992. La idea de los derechos Küng, en cambio, propone un criterio de verdad para todas las
humanos está calando en todas las culturas. «Los sondeos reali­ religiones: «Según el criterio ético general, una religión es verda­
zados entre jóvenes de Senegal, Congo y Argelia muestran que dera y buena si y en la medida en que es humana y no reprime
entre el 73 y el 95% de ellos se pronuncian a favor de una ni destruye, sino que defiende y promueve la humanidad. Se­
validez universal de los derechos del hombre» (Quatremer, J., gún el criterio religioso general, una religión es verdadera y
«L’Afrique jauge les droits de l’homme», en Liberation (4-5- buena si y en la medida en que permanece fiel a su propio ori­
1989). Les recomiendo el espléndido libro de Jack Donnelly gen o a su canon: a su escritura o figura normativa, a la que se
Derechos humanos universales, Gernika, México, 1994. (Ap. remite continuamente. Según el criterio específicamente cristia­
tesis 4.) no, una religión es verdadera y buena si y en la medida en que
263. Mernisi, Y., El miedo a la modernidad. Islam y demo­ deja traslucir en su teoría y en su praxis el espíritu de Jesucris­
cracia, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, Madrid, to» (Küng, H., Teología in cammino. Una autobiografía spiri-
1992. Gilíes Kepel, en Jihad. Expansión et déclin de l’islamisme, tuale, Mondadori, Milán, 1987, p. 278). (Ap. tesis 3.)
Gallimard, París, 2000, augura la llegada de una democracia 266. El mismo Küng, tras las filigranas hechas en el texto
musulmana. (Ap. tesis 4.) citado anteriormente, tiene que reconocer que la ética es el crite­
264. Marina, J. A., Ética para náufragos, Anagrama, 1995, rio ético fundamental: «¿No debería ser posible, apelando a la
p. 58. Conjugan la universalidad de los principios fundamenta­ común humanidad de todo ser humano, formular un verdadero
les con la diversidad de las costumbres. Lo mismo pueden ha­ criterio ecuménico fundamental, ético-universal, que se funde en
cer unas religiones de la segunda generación, que podarían como el Humanum, en lo que es verdaderamente humano, concreta­
ajenas a su esencia lo que se opone a los criterios éticos. No mente en la dignidad humana y en los consiguientes valores fun­
creo que sea un sueño. Más aún, creo que es una evolución ine­ damentales?» (Proyecto de una ética mundial, Trotta, Madrid,
vitable. Cada vez se organizan más reuniones interconfesiona­ 1991, p. 116). En la Declaración del Parlamento de las religiones
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del mundo, reunido en 1993, se lee «Afirmamos que las enseñan­ manes modernistas intentan abrirla de nuevo. «El modernismo
zas de las religiones del mundo contienen un patrimonio común descansa sobre la noción de que la voluntad de Dios jamás fue
de valores radicales que constituyen la base de una ética mun­ expresada en términos tan rígidos o globales como mantiene la
dial» (Küng, H., y Kuschel, K.-J., Hacia una ética mundial, doctrina clásica, sino que enunció amplios principios generales
Trotta, Madrid, 1994, p. 16). Küng ha intentado el acercamien­ que admiten variadas interpretaciones y aplicaciones acordes a
to entre religiones en el meritorio libro colectivo que dirigió: El las circustancias temporales. El modernismo es un movimiento
cristianismoy lasgrandes religiones, Europa, Madrid, 1987. hacia una exégesis histórica de la revelación divina. El saber oc- /
267. El acercamiento a las fuentes es una constante en los cidental ha demostrado que la sharia se originó como plasma-
movimientos de renovación dentro de las grandes religiones. Se ción de los preceptos de la revelación divina dentro de las es­
correspondería al segundo criterio de Küng, pero me parece tructuras sociales existentes, y esto proporciona la base histórica
más importante acercarse a la experiencia originaria antes que para apoyar la ideología que subyace al modernismo» (Coul-
al texto originante. (Ap. tesis 4.) son, N. J., Historia del derecho islámico, Bellaterra, Barcelona,
268. Las religiones que niegan la capacidad humana para 1981, p. 15). En la India, un grupo de científicos musulmanes
acceder a Dios, o afirman el irracionalismo o la perversidad ra­ ha abandonado expresamente la teoría de la interpretación lite­
dical del ser humano, acaban teniendo que admitir la predesti­ ral del Corán. Asaf A. A. Fyzee, destacado representante del is­
nación (protestantismo calvinista, por ejemplo), o exigiendo lam indio, escribe: «Lo único que quiero es comprender el Co­
una obediencia ciega no a Dios -que sólo se manifiesta a través rán como lo comprendieron los árabes contemporáneos del
de la propia conciencia- sino a la autoridad del texto o de una Profeta, para interpretarlo de nuevo, para aplicarlo a mis condi­
iglesia. (Ap. tesis 4.) ciones de vida» (cit. por Küng, El cristianismo y las grandes reli­
269. Todos los integrismos apelan a una lectura literal. La giones, ed. cit., p. 94). (Ap. tesis 4.)
comprensión del lenguaje y una conciencia más clara del papel 270. Llamo inmunización a la defensa dogmática contra la
del receptor de la inspiración permiten una mayor compren­ evidencia o la crítica. Un ejemplo: las religiones adventistas
sión del texto. En la teología cristiana fue de vital importancia americanas había predicho que Cristo descendería a la Tierra el
la «historia de las formas», que mostró que el Antiguo Testa­ 22 de octubre de 1844. No sucedió, pero tras las acomodacio­
mento no era un texto uniforme, sino que se trata de un con­ nes pertinentes, sus sucesores, los testigos de Jehová, predijeron
glomerado de libros pertenecientes a diversos géneros: históri­ que ocurriría en 1914. Tampoco sucedió. Los pospusieron has­
cos, místicos, sapienciales, etc. Creo que son las iglesias las que ta 1975. Y según dicen los que saben de esto, por fin ocurrió lo
acentúan en muchos casos la obsesión por el texto. Por ejem­ esperado, y ese año terminó la existencia humana. Yo, desde
plo, en el islam el Corán no señala ninguna autoridad doctri­ luego, no me he dado cuenta. El concepto de «inmunización» lo
nal, y encomendaba a cada creyente el esfuerzo por entender la había elaborado Hans Albert en su Tratado de la razón crítica,
escritura, la iytihad. Se llegó a un método de consenso cuando Sur, Buenos Aires, 1973.
las interpretaciones estaban enfrentadas. Pero tres siglos des­ 271. «La ortopraxia es el precio de la ortodoxia», dice un
pués de Mahoma se consideró que ya se había discutido bastan­ famoso teólogo protestante, J. B. Metz. «La tan discutida crisis
te y «se cerró la puerta de la iytihad». Los intelectuales musul­ de identidad del cristianismo es, ante todo, una crisis no ya de
272 273
su mensaje, sino de sus sujetos y de sus instituciones, que se ÍNDICE
sustraen en exceso al sentido inevitablemente práctico del men­
saje mismo y, de ese modo, quebrantan la fuerza de su inteligi­
bilidad» (Metz, J. B., La fe en la historia y en la sociedad, Cris­
tiandad, Madrid, 1979, p. 13). Moltmann: «La ética política
indica mi propio camino. Abarca la complejidad de las dimen­
siones de la vida histórica y que en las actuales condiciones se
concreta: 1) en la lucha por la justicia económica y contra la
explotación del hombre por el hombre; 2) en la lucha por los
derechos humanos; 3) en la lucha por la solidaridad humana y
contra la discriminación; 4) en la lucha en favor de la paz eco­
lógica; 5) en la lucha por la certeza y contra la apatía en la vida
personal (Teología política. Etica política, Sígueme, Salamanca, Introducción..................................................................... 9
1987, p. 114).
Primera parte
N EG A C IÓ N D E LA TEO LO G ÍA
I. La imaginación religiosa....................................... 15
II. Gramática apresurada de las religiones............... 39
III. El círculo sagrado y el círculo profano............... 63
IV. Los puentes virtuales ........................................... 85
Conclusión de la primera p a rte....................................... 115
Segunda parte
T EO LO G ÍA AFIRMATIVA
V. El dios profano .................................................. 125
VI. Recuperando la experiencia religiosa ................ 158
VII. La inmoralidad de las religiones........................ 180
VIII. Más allá de lo religioso y lo profano.................. 203
Dictamen......................................................................... 223
Notas y apuntalamientos.................................................. 229

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