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Este sometimiento que presenta America Latina, se originó por la entrada del
capitalismo, que subordino al capital, es decir, el naciente capital industrial de los
naciones Latinoamérica, el cual está sometida a los vaivenes de la actividad que
desempeña el capitalismo imperial global y a sus ciclos económicos, provocando la
desnacionalización de las economías y trazando una enorme brecha de
desigualdad.
Desarrollo
El desarrollo del capitalismo no se rigüe por leyes distintas de las que gobiernan a
cualquier desarrollo capitalista, por lo cual no existe alguna ley que impida la
reproducción ampliada de la producción capitalista; por esto no es de extrañarse
que dicho modelo continúe desarrollándose y evolucionando en America Latina;
aunque bien se puede decir que él capitalismo ha defraudado las expectativas de
una mejor distribución de la propiedad, ingreso y poder en la región. La problemática
ha concernido a las ideologías e ilusiones que mantenía durante su reproducción,
pues este se ha centrado en desarrollar un modo de producción regido por las leyes
objetivas de acumulación, concentración y centralización del capital.
En referencia al Estado en America Latina, Cuevas señala que tienen las siguientes
implicaciones dentro del dominio del capitalismo:
El fin del Estado latinoamericano que ha tenido que cumplir en cien años de
desarrollo capitalista, ha sido sentar las bases de una hegemonía que la sociedad
civil era incapaz de generar por sí misma, debido a su propia heterogeneidad, y la
vez no debe dejar de recurrir constamente a las “fuerzas de la ley” impuestas por el
capitalismo imperialista mundial.
El perfil del Estado latinoamericano actual sólo puede comprenderse si se tiene en
cuenta que el agotamiento de toda una fase del desarrollo capitalista, abrió en
nuestras sociedades una situación de aguda crisis que puso a la orden del día dos
opciones: la de una transformación revolucionaria del sistema dominante, o bien, la
de su reestructuración en términos social y políticamente reaccionarios, pero que
apuntan al establecimiento de una nueva fase de desarrollo capitalista. La
diversidad y creciente amplitud de las luchas sociales en la década de los sesenta
y principios de los setenta, en respuesta a lo cual fue acentuándose el carácter
represivo del Estado latinoamericano. Insistiré más bien en el otro aspecto de la
cuestión, o sea, en el papel que el Estado fue adquiriendo como “remodelador” de
la sociedad.
La primera tarea que en este sentido empezó a cumplir el Estado en la mayor parte
de los países latinoamericanos fue la de cancelar de una vez por todas el proyecto
de desarrollo nacional autónomo, implantando en su lugar un modelo de desarrollo
asociado, es decir, insertarse en procesos de trasnacionalización de los sectores
claves de nuestras economías. El movimiento general en la región se fue a lo
trasnacional, teniendo las siguientes implicaciones.
Los mencionados mercados exteriores no son precisamente los de los países más
atrasados, sino que se trata de los mercados de los países capitalistas más
avanzados y es aquí donde reaparece el aspecto nacional (que la
trasnacionalización parece haber abolido por completo. El sector burgués local, así
como la exigencia de las masas civiles, exigen el respaldo del Estado y a la vez ese
Estado intenta negociar las mejores condiciones en el plano internacional, lo cual
provoca tensión interestatal que dependen de muchos factores, que van desde los
puramente económicos hasta las particularidades de índole política.
La implantación del capitalismo monopolista de Estado en América Latina está
además cargado de una enorme ambigüedad con respecto al desarrollo del sector
económico estatal. En algunos casos, la tendencia a su parcial desmantelamiento
es muy clara, como en Chile, Argentina o Uruguay. Aquí se han producido procesos
masivos de “privatización” de la economía, como paso previo a su
trasnacionalización. En realidad se trata del desmantelamiento de todos aquellos
niveles que en rigor no se habían conformado como expresión anticipada del
capitalismo monopolista de Estado.
Algo de gran énfasis dentro de este trabajo, expuesto por Cuevas, es que el
capitalista monopolista de Estado, tampoco podría llevarse a cabo de manera
democrática, pues sus intereses se contraponen las necesidades de la población,
lo cual al igual implicaría no solo la lucha de clases, sino más bien su extrema
exasperación.
Esta situación ha creado en America latina una situación particular; que hace surgir
el régimen totalitarista, el cual está lejos de lograr consolidar un apoyo real a la
población, pues reprime los movimientos populares, que se hacen frecuentes en la
escena histórica de cada nación perteneciente a la región. Por lo que se debe
buscar de esta manera, una forma de democracia viable, que cree espacios
democráticos amplios, a través de los cuales la lucha de clases pueda abrirse
campo.
Conclusión
Tener estas ideas en la cabeza, me hace pensar que la historia se repite una y otra
vez, solo que con elementos diferentes, donde el dominio se expresa de manera
indirecta y se le adorna con la palabra inversión extranjera.