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EL ESTADO

Estado: conjunto de instituciones que ejercen el gobierno y aplican las leyes sobre la
población residente en un territorio delimitado, provistos de soberanía, interna y
externa.

1. Emergencia del Estado soberano


Hay cuatro tesis que abordan cuándo nació el Estado soberano:

1. Ha existido siempre. Donde hay poder hay Estado.

2. Maquiavelo empleó ya en El Príncipe la palabra «Estado». Hay quienes


sostienen que nació en los siglos XV-XVI. En el caso español, se identifica con
los Reyes Católicos.

3. Algunos otros fijan su nacimiento en el Estado moderno. Se identifica con la


revolución burguesa. Ha ido mejorando, pero el Estado de hoy en día sigue
siendo el mismo que el de por aquel entonces.

4. Una tesis minoritaria —aunque es la que apoya el profesor— sostiene que el


Estado apareció en el siglo XIII, momento en que se produjo una separación
entre política y economía, un hecho que se considera clave. Esto supone que
hay un momento histórico en que aparecen dos mundos distintos que dejan de
estar tan estrechamente relacionados: el más rico ya no detenta el poder, ya no
manda.

Este proceso va acompañado de una crisis del mundo feudal y de una lucha
sangrienta entre los señores feudales, en la que se impone el rey. Este pasa a
tener el fundamente de su poder, que se basa en una legitimidad que estriba en la
fuerza.

Hay que distinguir la naturaleza del Estado de las características de este. Las
características, aquellas que le distinguen del feudalismo, son las siguientes:

 Unidad de poder y regulación de la sucesión.


 Indivisibilidad del territorio: no se puede dividir el territorio entre los hijos al
fallecer.
 Ejercicio directo y homogéneo: en la escala feudal, el poder no se ejercía
directamente, sino que las relaciones eran de cada estamento para con el inferior,
en orden descendente. A partir de este momento, la escala pasa a ser directa;
todos los individuos están interrelacionados.
 Aparato coactivo: el rey puede montar un ejército permanente.
 Unificación del Derecho.
 Burocracia.
 Ejército permanente.

Con Alfonso X el Sabio ya se daban estas características, aunque era un proceso de


cambio todavía. La fragmentación del poder entre la autoridad del Papa y la del Imperio
fue uno de los factores que impulsó este cambio.

Se puede entender el Estado si se entiende la relación entre política y economía-


sociedad. La evolución del Estado va al compás de la de estos términos. El Estado, de
hecho, es una forma de organización que surge de la separación entre política y
economía-sociedad, puesto que la fusión entre estos dos aspectos era propia del
feudalismo.

La Constitución es una ordenación de poderes en conflicto. Hay que establecer cómo


van a convivir los diferentes intereses. Hay que plantear los siguientes puntos a la hora
de crear una constitución:

 Identidad.
 Qué economía y qué sociedad. La interrelación entre política y economía-
sociedad hace que sean las segundas las que marcan la naturaleza de la primera.
La clave para entender el Estado estriba en comprender esta relación.
 Quién decide, cómo, para qué y cuáles son las relaciones que se establecen entre
el conjunto de instituciones.

El adjetivo soberano indica que está sobre algo, que es el que manda. El soberano es
aquel que puede hacer leyes. Se pasó de la brutalidad de las luchas feudales y dinásticas
a una juridificación. El poder ha consistido a partir de entonces en tener la capacidad de
dictar leyes. El Estado es un conjunto de instituciones en las que se concentra la
capacidad de decidir.

La soberanía es interna —en el territorio en que se afirma el poder soberano ejerce su


supremacía— y externa —independencia e igualdad con otros Estados—.

La forma de Estado es la manera en que se traduce la relación entre política y economía-


sociedad. Ha seguido una evolución:

1. Estado absoluto.
2. Estado liberal.
3. Estado social.

También ha habido experiencias con Estados fascistas, de los cuales se reniega, y


socialistas, aunque no de este segundo tipo en España.
Estado absoluto

El poder, que se basa en la legitimidad divina, está concentrado y no tiene límites, pero
aún quedan algunos resquicios del feudalismo. Existe una completa falta de libertad. El
Estado es intervencionista y se rige por reglas estrictas y se da el mercantilismo. El
intervencionismo afecta a la burguesía, que quiere detentar poder político. Esta, en un
momento en que la economía va a cambiar, propicia el surgimiento del:

Estado liberal

La dialéctica Estado-sociedad explica la situación y los hechos que se desencadenan en


1789 en Francia. En Inglaterra se había dado esto un siglo antes. El fundamento son los
intereses de la burguesía, que está en desacuerdo con el Estado. La burguesía quiere
mercado y libertad, ya que ambas pueden favorecer su enriquecimiento y la
acumulación capitalista.

La burguesía ha de justificar teóricamente por qué se va a establecer un sistema que le


beneficia. Para conseguir esto, se establece como clase universal, se presenta como
paladín de los intereses del resto de la sociedad. Defiende esto mediante una teoría de la
sociedad civil. Aseguran que para poder avanzar hay que lograr lo máximo para la
sociedad civil. Están convencidos de que somos iguales y libres y portadores de unos
derechos naturales e imprescriptibles por el simple hecho de nacer. Estos derechos
naturales e imprescriptibles son:

 Propiedad privada: posibilita a los burgueses desarrollar lo que reclaman al


Estado.
 Libertad individual: se articula en una institución llamada mercado.

En esta época se forja el nuevo concepto de sociedad civil, que se asienta sobre los
derechos naturales y el mercado.

Ahora, se debe ordenar el Estado, que es el que tiene el poder y puede ejercer la
coacción. Para que todo sea coherente con estas bases socioeconómicas, hay que
completar el otro elemento de la ecuación: el Estado. Este está para defender las
libertades y para restaurar, en su caso, el equilibrio. Definido su fin, hay que organizarlo
para que sea funcional. El Estado se concreta en organización:

 Separación de poderes (Estado de derecho): legislativo, ejecutivo y judicial.


 Principio de legalidad: el poder coactivo que tiene el Gobierno está sujeto por
la ley. El Gobierno solo puede inmiscuirse en los intereses de la burguesía si
tiene autorización para ello.

Esto asegura cierto orden. La burguesía alega que, de instaurarse esto, dejará de haber
guillotinas y sans-culottes. Todo esto se regula por la constitución, que origina de la
nada una nueva forma de organización. Regula de manera total, sistemática y
exhaustiva. Pretende ser revolucionaria y cambiar el orden de las cosas.

Como el poder está ahora en el Parlamento, la burguesía quiere que solo lleguen hasta
allí sus intereses y por eso instaura el sufragio censitario.

El Estado tiene que proteger el estado de las cosas, defender los derechos que afirma,
para lo cual se vale del Derecho y de la coacción para el orden público. El Estado no se
conforma con ser garante estático y se va implicando paulatinamente en la economía:
transportes, correos, carreteras… Va supliendo las carencias que detecta.

Estado social y democrático de derecho

Es el Estado de la burguesía y se mantiene desde comienzos del siglo XIX hasta


mediados del XX. No era un Estado para todos, sino fundamentalmente para la
burguesía y, por tanto, no todos podían gozar de las libertades que tanto se alababan.

El siglo XIX fue el de las revoluciones, según Eric Hobsbawm. Estas pretendían
modificar la premisa que permitía el gobierno de la burguesía: el sufragio censitario. El
Estado liberal fracasa porque la sociedad y la economía cambian. En el periodo de
entreguerras —las bases del Estado liberal se derrumban ya con la guerra del 14— se da
el aldabonazo final a esta forma de gobierno:

 Revolución socialista de 1917. Surge una alternativa al capitalismo. Después de


la Segunda Guerra Mundial se expande por la mitad de Europa y también por el
país más poblado del mundo, China. El comunismo era un modelo que se veía
como ideal.
 Experiencias fascistas. Se produce una renuncia de la burguesía a la libertad.

Como respuesta a estas circunstancias, surge el Estado social, que ha de conciliar los
intereses de la burguesía y el proletariado.

El fundamento del nuevo Estado es un pacto socialdemocrático. Hay que defender los
intereses tanto de los capitalistas como los trabajadores. Los primeros quieren
propiedad y libertad de empresa. Los trabajadores, por su parte, quieren que la
economía funcione para tener trabajo. Esto se consigue con el mercado y con la
intervención del Estado como sujeto activo con sus empresas y como regulador de la
economía. Los trabajadores también obtienen derechos sociales: protecciones cuando se
sale del mercado de trabajo (jubilación, parto, baja) y prestaciones esenciales: educación
y sanidad. Todo esto conlleva un mayor bienestar.

Todo esto se traduce en una ley presupuestaria, en la que se fija cuánto gasta el Estado
en cada costa. El poder real reside aquí.

La dialéctica capital-trabajo que existe en el Estado social había de quedar reflejada en


la Constitución de 1978. Termina habiendo un sistema de protección integral: desde la
cuna hasta la caja. Cubre toda la trayectoria vital a excepción del mercado, ya que,
menos los funcionarios, el resto logra los recursos en el mercado de trabajo.

Todo se concreta en una organización del poder que responde al mismo esquema pero
tiene otro sustrato. Es una herencia del siglo XIX, aunque actualizada a las condiciones
del momento:

 Separación de poderes.
 Principio de legalidad.
 Derechos fundamentales.

Este sistema genera contradicciones y el cambio de la economía provocará la


transformación de la política. El trabajo ya no condiciona al capital, por lo que el
fundamento se ha erosionado y estamos fuera del Estado social. El Estado social surge
al final de la Segunda Guerra Mundial en Europa y en España se acoge en 1978, con la
Constitución. Ahora, esta sigue anclada, mientras que la vida política cirucla por carriles
ajenos. La pregunta es: ¿dónde estamos?
ESQUEMA
El cambio del Estado no nos es ajeno, sino que repercute en nuestras vidas: condiciones
de trabajo y de vida, salud de nuestros allegados, relaciones y tensiones… El Estado se
ha transformado por el cambio de la base, su función y el momento ideológico en que
nos encontramos.

Existe interrelación: globalización y financiariazación. Cuando la economía cambia, se


busca un cambio de la configuración del poder político. En Europa, manda el Banco
Central Europeo. No hay, por tanto, soberanía, porque nosotros no elegimos a Draghi.
En Europa, el cambio ha venido a través de la Unión Europea. Sobre la organización del
Estado se superpone una organización político-institucional, la UE.

Como hay dos términos, hay tensión entre la organización comunitaria y la organización
estatal. Ahora, en estos momentos concretos, prima la estatal, con Merkel y Macron a la
cabeza. Como consecuencia del ascenso de la extrema derecha —AfD las últimas
elecciones alemanas—, Merkel tendrá que pactar con los liberales y esto va a lastrar la
política europea.

Estamos en una situación institucional compleja. Se da un gobierno multinivel, porque


hay poderes en distintos escalones y estos entran en conflicto.

En la UE, esto queda claro con todas las instituciones. Como quedaba patente en el
esquema, lo social se veía amenazado al tiempo que el Estado, por el contrario,
prevalecía. Ahora, sin embargo, también se cuestiona lo del Estado, porque está la
Unión Europea. Aun así, se mantienen las tesis de que los Estados mandan en el fondo,
porque se necesita el acuerdo entre ellos para cambiarlos. Mantienen aún cierta
soberanía. El Tratado de Lisboa, por ejemplo, fue rechazado por los Países Bajos y
Francia y no se elaboró una Constitución europea. Queda claro, pues, que los Estados
son los «dueños» de los tratados importantes.

Sin embargo, esta soberanía solo se manifiesta en momentos concretos y cada vez se
transfieren más competencias a la Unión Europea. Con el euro, cada país no puede
devaluar por su cuenta la moneda y tiene que resignarse a reducir los sueldos para
mantener la competitividad en los momentos complicados.

La Unión Europea no se democratiza. Sin embargo, los Estados siguen siendo la


palanca fundamental de decisión política, tienen todavía un protagonismo relevante.

Existe otro nivel adicional, el internacional. Este está menos articulado. En la Unión
Europea, hay una arquitectura similar a la de los Estados: poderes legislativo, ejecutivo
y judicial.
En las organizaciones mundiales, la arquitectura es menos compleja, pero tienen gran
incidencia, que se hace patente, sobre todo, en momentos de crisis. Las competencias
están difuminadas y esto provoca un debilitamiento del poder democrático. No hay
nadie ante quien rendir cuentas. El Estado pierde capacidad de decidir. Lo que queda de
la función del Estado está respondiendo al esquema de transformación, en que el
mercado libre ha fortalecido a los poderes privados, que tienen como objetivo la
apropiación de la riqueza.

La esperanza de la relación contra la globalización son, por ejemplo, las protestas contra
el G-20 en Hamburgo y manifestaciones de ese tipo…, pero no ha habido una reacción
institucionalizada. La esperanza es también Jeremy Corbyn. Se verá ni inaugura una
etapa de posneoliberalismo. Si Inglaterra fuera capaz de salvarse de la redada del
neoliberalismo, sería un gran ejemplo para el resto de Estados. Cuando se vislumbran
ápices de resistencia a la globalización, se recortan libertades. La Ley Mordaza
responde a una crisis del neoliberalismo.

Seguimos en el ámbito político:

Venimos de un Estado constitucional lleno de dignidad, ideológicamente aceptable y


resultado de una evolución que ha permitido libertades y bienestar. La Constitución ha
garantizado todo esto. Como el poder político es ahora mayor y multinivel, ¿qué
instrumentos de control y límite tenemos para este poder adicional? ¿Se puede trasladar
el esquema constitucional a estas nuevas esferas de poder o es necesario otro
instrumento?

El mercado tiene un poder salvaje (no se detiene ante el cambio climático, destroza el
terreno…). Lo que va a suceder es imprevisible, pero conocemos el problema. La
Constitución rige menos, porque parte de los poderes encomendados al Estado se han
transferido a otras instituciones. El modelo constitucional no rige y nos regula solo
parcialmente, se pierde normatividad. Hay un sucedáneo, porque la arquitectura
constitucional no está adaptada a las organizaciones internacionales: falta democracia en
estas organizaciones. Los poderes ejecutivos están descontrolados y el Parlamento
Europeo no manda, no sirve, no representa a los europeos.

Sin embargo, hay algo, aunque sea fragmentario. Ante ciertas violaciones, por ejemplo,
se puede recurrir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. No hay un orden
constitucional. Los elementos son insuficientes y poco a poco se va intentando judificar
todo.

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