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En el noticiero están mostrando un caso muy triste, una persona mató a otra para
robarle $10 dólares. El padre de familia, ante esta noticia, mueve su cabeza y les
dice a todos los que están en la mesa: “el querer tener más dinero, es la raíz de
todos los males”.
Las dos familias, criadas en un mismo país y vecindario, crecen con paradigmas
distintos:
Para serte sincero, yo creo que ninguno de los dos. Hay que analizar sus frases
en el contexto adecuado, pero si voy a dejar una frase grabada en la mente de mi
familia, quisiera decirla de una forma más prudente, como por ejemplo:
Confiaría en que mi familia va a saber aplicar en el futuro, cada una de las dos
partes que tiene esta frase. Es muy difícil hablar con prudencia, pero si tenemos
en cuenta que la prudencia y coherencia puede cambiar el futuro de los seres que
queremos (y de nosotros mismos), bien vale la pena practicarlas.
“Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras; cuida tus palabras porque
se volverán acciones; cuida tus acciones porque se volverán hábitos; cuida tus
hábitos porque se convertirán en carácter; cuida tu carácter porque se convertirá
en tu destino.” (Desconozco el autor)
El padre Rico prohibía usar frases como “no puedo” para estos temas. El Padre
Pobre al decir “no puedo”, estaba haciendo una declaración, por lo tanto daba el
tema por cerrado y su mente no trabajaría en buscar una solución. En cambio, el
Padre Rico se hacía una pregunta que daba el inicio para que su mente se pusiera
a trabajar en su favor: ¿Cómo puedo comprarlo?
Padre Pobre: Estudia mucho para encontrar una buena empresa donde trabajar.
Padre Rico: Estudia mucho para encontrar una buena empresa que comprar.
Padre Pobre: La razón por la que no soy rico hijos, es porque los tengo a ustedes.
Padre Rico: La razón por la que tengo que ser rico hijos, es porque los tengo a
ustedes.
Hay que tener mucho cuidado cuando “nuestras razones” pueden llevar implícitas
una carga para los hijos.
Padre Pobre: Prohibía estrictamente hablar de dinero y negocios en la comida.
Padre Rico: Animaba a la familia a hablar de dinero y negocios a la hora de la
comida.
Padre Pobre: Creía que lo mejor era un buen empleo y un buen plan de jubilación.
Padre Rico: Creía en la total independencia financiera.
Lamentablemente el Padre Pobre terminó sus días frustrado y sin dinero. Kiyosaki
cuenta que el dolor que le produjo ver así a su Padre Pobre fue uno de sus
grandes impulsos para decidir estudiar para alcanzar su independencia financiera.
Padre Pobre: Luchaba por ahorrar unos pocos dólares cada mes.
Padre Rico: Simplemente creaba grandes inversiones.
Cualquiera que quiera alcanzar la libertad financiera deberá saber controlar sus
finanzas y ahorrar, pero también debe aprender a generar negocios que le den un
excedente de efectivo mayor a lo que proporciona un sueldo normal, es muy difícil
ahorrar grandes sumas con un sueldo escaso. Además el dinero ganado tiene que
ser puesto a trabajar, no a descansar.
Padre Pobre: Animaba a que estudiara para luego trabajar y conseguir dinero.
Padre Rico: Animaba a que estudiara para hacerse rico, a que aprendiera cómo
funcionaba el dinero, para que luego hiciera que el dinero trabajara para él.
Constantemente decía:
“Yo no trabajo por dinero, el dinero trabaja para mí.”
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