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Es impresionante la propaganda que sale en la tele, los carteles, y las revistas

acerca de los poderes de Gatorade. Por ahí, has visto a Manu Ginobili, jugador
de básquet de los Spurs de San Antonio, promocionar al Gatorade. Siempre es
lo mismo. El deportista bien sudado levanta la botella de esta fórmula mágica
a su boca para rehidratar a su cuerpo con solo tomar un Gatorade. Pero no
solo eso, porque de repente se transforma en un jugador veloz con capacidades
casi al nivel de un superhéroe. Y todo esto proviene de una bebida que a la
misma vez tiene un buen sabor. Lo realmente increíble es que muchas personas
lo compran con la expectativa de que los van a hacer un mejor deportista. Nos
encantaría poder obtener algo que nos quitara la sed y a la vez nos ayudara
obtener poderes extraordinarios, ¿no? Creo que sería aún mejor en el radio de
la vida espiritual.

¿Qué tal si te decía hoy que realmente hay algo que quita la sed y nos puede dar
poder en nuestro andar con Dios? Aún en los tiempos de Jesús la gente buscaba
algo que les quitara la sed, llenaría el vacio y que les permitiría experimentar el
poder de Dios en su vida. La verdad es que es una sed que hace mucho tiempo
la gente busca quitar o apagar. Dios promete poder para el hombre y la mujer
piadosos y no llega a ser sólo una propaganda.
En el contexto de nuestro pasaje hoy, Jesús se compara con el agua que se vertió en el
altar durante toda la fiesta de enramados. Los sacerdotes fueron al estanque de Siloé y
llenaron un recipiente dorado con agua y lo llevaba en procesión al Templo. El
simbolismo de este hecho radica en el agua que Dios proveyó en el desierto durante la
peregrinación de la nación de Israel y a la vez fue un pedido de lluvias en el próximo año.
Cantaron los himnos de los Salmos 113-118 y pasajes como Isaías 12:3. Mientras la gente
cree que Jesús habla de las lluvias, su mensaje radica en la profunda necesidad del alma
y como cubrir esta necesidad.

I. La propuesta de Jesús V. 37

A. Es necesario reconocer tu condición. En el gran día de la fiesta Jesús alza la voz


mientras está parado para enseñar a las multitudes. Su postura es significativa porque los
maestros comúnmente enseñaron a sus seguidores mientras estaban sentados.

“Si alguno tiene sed” llega a ser la condición que diferencia entre los que recibirán la
invitación y los que le rechazarán a Jesús. Pero todos nosotros somos pecadores
necesitados (Rom. 3:23) entonces debemos acercarnos a la fuente de agua viva. Jesús nos
invita a reconocer nuestra sed en nuestro interior.

B. Es necesario reconocer la provisión de Dios. Mientras algunos llegan a la


conclusión correcta de que debe haber algo más significativo en la vida que la vida en sí,
muchos nunca reconocen la provisión de Dios expresada aquí en la persona de Jesús.
Jesús dice: “venga a mí y beba” como el ofrecimiento universal para la necesidad de cada
ser humano. Su provisión es gratis y viene acompañada por su gracia y perdón. ¡Acercate
hoy!

II. La promesa de Jesús V. 38


A. El que en él cree recibirá una vida transformada. Jesús sigue hablando a la
multitud y le invita a depositar su fe en Él. Al hacerlo reciban grandes promesas basadas
en la Palabra de Dios. No hay un texto explícito que cita Jesús pero hay muchos que
hablan de la transformación que Dios mismo opera en la vida del ser que se entrega a Él
(Is.58:11; Pr.4:23; 5:15; Is. 44:3; Ez. 47; Joel 3:18; Zac. 13:1; 14:8).

Nuevamente, la condición es fe en la persona de Jesús como Salvador del


mundo.
B. La evidencia de la vida transformada es la presencia del Espíritu Santo. Jesús
hace referencia a que un rio de agua viva brotará del interior de la persona que deposita
su confianza en Él. El pasaje más cerca sería Isaías 44:3dónde tenemos la promesa acerca
de la vida entregado al Señor siendo una bendición a los que están en su alrededor.

“El agua viva mana en última instancia de Cristo, el creyente es una fuente para los
demás.” (Morris, Leon El Evangelio Según Juan Vol. I p. 478) Es importante entender el
significado de estas palabras para el creyente porque “cuando el creyente va a Cristo y
bebe, no solo calma su sed, sino recibe un abastecimiento tan abundante que de él van a
brotar verdaderos ríos.” (Morris, p. 479) Cuando recibimos el espíritu al momento de
creer en Cristo nos acompaña permanentemente e influye en los demás si lo permitimos.
Pero si somos más como el Mar Muerto que tiene una entrada pero no tiene salida nos
convertimos en creyentes egoístas y acaba nuestra influencia.

III. El pretexto de Jesús V. 39

A. Solo los que creyeron recibirían la promesa del Espíritu. El Espíritu de Dios iba a
venir sobre los que creyeron. Pero hay un problema de traducción aquí tanto en el inglés
como en el castellano. Por favor de subrayar la palabra “que” y escribir en el margen
“quien” porque el Espíritu Santo es una persona, no una cosa. Dios nos acompaña en cada
momento mientras Su Espíritu mora en nosotros.

B. Solo pudo venir el Espíritu después que se vaya Jesús. “El Calvario es el preludio
necesario para llegar a Pentecostés” (Morris, p. 481). La obra del Espíritu no había
empezado mientras Jesús no fue glorificado, cosa que habla de su muerte, sepultura y
resurrección. Ahora opera libremente en la tierra (16:7).

Predica del Pastor Jaime Greenwood, 16 de marzo, 2014

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