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La Revelación

Profesor: Patricio Lombardo

Estudiante: José Morales C.

Resumen: La Revelación es palabra de Dios en la historia, que alcanza su


plenitud en Cristo. Ella se da en un lenguaje humano, y su finalidad es que los
hombres tengan acceso a Dios y se hagan consortes de su divinidad. El profundo
respeto de Dios por la libertad y finitud humana son claves para una buena
comprensión de la Revelación, que hace posible la comunicación hombre-Dios.

Palabras claves: Revelación, Tradición, Condescendencia divina.


Introducción

La Revelación cristiana no sólo destaca por su naturaleza sobrenatural, sino


también por su finalidad: la salvación del hombre. Ella es la respuesta al sentido
del hombre en el mundo.

La Revelación, como categoría fundamental de la teología, ha sido transmitida


durante la historia por hombres en la historia, que logra su plenitud en la persona
de Jesús el Cristo, quien es a la vez mediador entre Dios y los hombres. Sin
embargo, por muy evidente que pueda parecernos (sobre todo a los que
pertenecemos a la Iglesia), esta categoría fundamental ha traído un sinfín de
discusiones y reflexiones que hasta el día de hoy siguen desarrollándose. La
comprensión de la fe es progresiva.

Por consiguiente, en nuestro contexto, es necesario siempre volver a las


fuentes y tener una mejor comprensión de nuestra fe. En nuestro caso, nos
adentraremos en este concepto de la Revelación, por lo que el objetivo del
presente trabajo es lograr una mejor comprensión de la Revelación, tanto de su
naturaleza como alguna de sus propiedades.

Para lograr este objetivo, el documento se divide en cuatro partes, más una
conclusión. En primer lugar, se trata sobre la Revelación en sí misma (ipsa
Revelatione); en segundo lugar, sobre la Revelación y su carácter interpelante; en
tercer lugar, la Revelación como siempre novedosa; en cuarto lugar, la Revelación
en lenguaje humano; finalmente, la conclusión.

I. La Revelación en sí misma (ipsa Revelatione).

El tratado de la Revelación en sí misma es una novedad introducida por la


constitución dogmática Dei Verbum1 que anteriormente no había sido tratada.

La revelación es la automanifestación de Dios al hombre, quien da a conocer


el misterio de su voluntad por su Palabra. Esta voluntad es la comunión de Dios
con los hombres, que es posibilitada por la mediación de Cristo, Verbo Encarnado,

1 Cfr. Sergio Zañartu, s.j., Revelación, tradición e inculturación. Pautas para un ensayo,

Teología y Vida, Vol. XLIV (2003), p. 490 y La Constituzione «Dei Verbum» vent'anni dopo,
Rassegna di Teología, 26 (1985), p. 385.

2
en el Espíritu Santo.2 Con esto, se quiere expresar con fuerza que la “Palabra de
Dios es Cristo vivo”3, pues Él fue anunciado por los Profetas y se encarnó en
medio de los hombres para su salvación, “Jesucristo, el Verbo hecho carne,
hombre enviado a los hombres, habla palabras de Dios, y lleva a cabo la obra de
salvación que el Padre le confió”4.

En cuanto al desarrollo de la Revelación, su plan (oeconomia), se realiza


mediante hechos y palabras (gestis verbisque) intrínsecamente ligados. Los
hechos confirman las palabras, y las palabras proclaman las obras y esclarecen su
misterio. La plenitud de la Revelación es Cristo, quien también es a la vez
mediador. La finalidad de esta Revelación es el acceso y consorcio de Dios con
los hombres.

II. La Revelación que interpela.

Frente a una actitud deísta, que separa lo natural de lo sobrenatural, la


Revelación ha sido captada por hombres en circunstancias concretas en la
historia. La Revelación tampoco prescinde de la fe, como afirma el racionalismo.
La Revelación es palabra viva, es una experiencia religiosa. Esta experiencia
religiosa “implica que Dios se nos comunica aquí y ahora a todos y a cada uno, de
modos siempre nuevos”5.

En el Concilio se destaca la Revelación como palabra, la cual escucha y


proclama6. Vemos a lo largo de la Dei Verbum el supuesto de la “obediencia de la
fe”7 y la obediencia al mandato de anunciar el Evangelio 8, ambos son una
respuesta a la Palabra de Dios.

La Revelación está esencialmente conectada con la Palabra de Dios, pero,


¿qué entendemos por palabra? La expresión verbis contenida en Dei Verbum es

2 Cfr. DV, 2.
3 Cfr. Henri de Lubac, Enrico Cattaneo, La Constituzione «Dei Verbum» vent'anni dopo,
Rassegna di Teología, 26 (1985), p. 385.
4 DV, 4.
5 Andrés Torres Queiruga, ¿Qué significa afirmar que Dios habla? Hacia revelación, Sal

Terrae 82 (1994), p. 332.


6 Cfr. DV, 1.
7 DV, 5.
8 Cfr. DV, 7.

3
bastante compleja de traducir, sin que pierda toda su densidad antropológica y
teológica. Lamentablemente la traducción al español por palabra no captura toda
la riqueza de la expresión verbis, sino que significa una secuencia de morfemas
separada por lindes. La expresión del mundo semítico es dabar, que significa
palabra-acción, en que la predominancia está en la escucha, en donde la visión es
un elemento casi ajeno al mundo semítico. En cambio, en la expresión del mundo
heleno logos, la palabra tiene un carácter visual, es a-letheia, sacar el velo,
descubrir9. “La palabra es ante todo encuentro interpersonal”10, por eso mismo es
interpelante, busca una respuesta, que es lo que conocemos por fe: respuesta a la
experiencia religiosa, en cuanto virtud teologal y don de Dios, sino sería un Dios
hecho ídolo11. Esta Revelación debe ser asentida religiosamente con toda la
inteligencia y voluntad12.

III. Una novedad.

La Revelación es Palabra viva, es decir, tiene actualidad, aún acontecida en


una historia lejana. La Escritura, finalizado el canon que cierra otras adhesiones a
ella, tiene universalidad y trascendencia en la historia. Con la Dei Verbum, esto es
expresado bastante claro con la función de la Tradición y la interpretación. El
depósito de la Revelación está constituido por la Escritura y la Tradición. No es
posible comprender una sin la otra. La Tradición es pre-canónica, pues la Escritura
nace del seno de la comunidad creyente. La Sagrada Tradición13 tiene la función
de anunciar el Evangelio a todas las generaciones, por lo que debe siempre
actualizarlo y va enriqueciendo su comprensión.

La Revelación “siempre es inculturada”14, porque se expresa dentro de una


cultura determinada. Es expresada y recibida en un lenguaje humano, que da la
condición de posibilidad para esta apertura a la trascendencia; está abierto a ser

9 Agustín del Agua Pérez (editor), Revelación, Tradición y Escritura, A los cincuenta años de
la Dei Verbum (BAC: Madrid, 2017), p.7.
10 Agustín del Agua Pérez (editor), Revelación, Tradición y Escritura, p. 7.
11 Cfr. Sergio Zañartu, s.j., Revelación, tradición e inculturación. Pautas para un ensayo,

Teología y Vida, Vol. XLIV (2003), p. 490.


12 DV, 5.
13 DV, 8.
14 Sergio Zañartu, s.j., Revelación, tradición e inculturación. Pautas para un ensayo, Teología

y Vida, Vol. XLIV (2003), p. 496.

4
vehiculado para significar, o hacer presente y comunicar una realidad que lo
trascienda. También nuestro espíritu tiende dinámicamente hacia Dios, Verdad y
Bien supremo. Hay que tener presente, sin embargo, la distancia entre Dios-
hombre.

La Revelación “no puede no ser inculturada”15, debe ser viva bajo la acción de
Espíritu Santo, para que resuene con fuerza salvadora, sea interpelante, anuncie
la buena nueva en lenguaje apropiado. Que sea capaz de llegar a todas las
culturas, las que son diferentes y cambiantes. En la tensión sincrónico-diacrónica
se produce un progresivo enriquecimiento en su comprensión; la verdad no puede
agotarse en palabras, por lo que es necesaria la tradición y su progresiva
comprensión del misterio de la Revelación en la historia hasta la segunda venida
de Cristo.

IV. La Revelación en lenguaje humano.

En el CVI se resaltaba la Revelación sobrenatural no deducible racionalmente,


haciendo hincapié en la infinita distancia entre Dios y el hombre. Sin embargo, con
la Constitución dogmática Dei Verbum del CVII, pone la Revelación como un acto
de amor de Dios (ex abundantia caritatis), quien habla a los hombres como
amigos16 y a la manera humana17. Es más, en el CVII cambia el orden de las
palabras sabiduría y bondad de Dei Filius18 a bondad y sabiduría donde los Padres
conciliares quisieron expresar la dimensión de amor y la bondad desde una
perspectiva personalista19.

Dios habla con palabras humanas.

La Dei Verbum pone de manifiesto que Dios habla a los hombres en el


lenguaje humano y a la manera humana, e introduce el concepto de
condescendencia divina20, en donde se muestra la comprensión de Dios por la

15 Sergio Zañartu, s.j., Revelación, tradición e inculturación. Pautas para un ensayo, Teología
y Vida, Vol. XLIV (2003), p. 496.
16 DV, 2.
17 DV, 12.
18 DF, 12.
19 Cfr. Agustín del Agua Pérez (editor), Revelación, Tradición y Escritura, p. 5
20 DV, 13.

5
naturaleza humana, y, aún más, Dios se hace hombre, tomando la debilidad
humana y haciéndose semejante a los hombres.

Conclusión

La Revelación que es la automanifestación de Dios al hombre en la historia, tiene


un profundo respeto por el hombre, tanto de su libertad como de sus limitaciones.
El carácter de gratuidad siempre está presente, así también la comunicación, que
siempre viene de la iniciativa de Dios. La Revelación se da en lenguaje humano,
transmitida por hombres, y que ha alcanzado su plenitud en Cristo, Verbo
Encarnado, quien se hizo semejante a nosotros, asumiendo nuestra debilidad.
Este hecho no es menor, ya que genera las condiciones de posibilidad para que el
hombre sea capaz de acceder a Dios. Cristo no sólo es mediador para acceder al
Padre, sino que también nos hace consortes con Dios. Estos dos conceptos son
claves.

La condescendencia divina, en la Dei Verbum, entra con toda su fuerza. Además


que el Concilio comienza escuchando la Palabra de Dios para luego proclamarla,
siendo un ejemplo para todos nosotros esta actitud oyente de Dios desde nuestra
experiencia religiosa, tanto individual como comunitaria. Es muy importante, sobre
todo hoy, en un contexto de relativización de la verdad y secularización, tener
presente las características que hemos desarrollado en este trabajo, para que
podamos ser no sólo creyentes, sino también testigos del Evangelio.

6
Bibliografía

Agustín del Agua Pérez (editor), Revelación, Tradición y Escritura, A los cincuenta
años de la Dei Verbum, BAC: Madrid, 2017.

Andrés Torres Queiruga, ¿Qué significa afirmar que Dios habla? Hacia revelación,
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Henru de Lubac - Enrico Cattaneo, La Constituzione «Dei Verbum» vent'anni


dopo, Rassegna di Teología, 26 (1985) 385-400.

7
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I).39-54.

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Sergio Zañartu, s.j., Revelación, tradición e inculturación. Pautas para un ensayo,


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