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EXPRESIÓN, SIGNIFICADO E INTENCIONALIDAD.

Un análisis
fenomenológico del lenguaje.

En este trabajo, teniendo en cuenta el concepto de intencionalidad propio de la


fenomenología husserliana, se mostrará el análisis fenomenológico que Husserl realiza de
la expresión, para evidenciar cómo la noción de intencionalidad es la que permite que las
expresiones lingüísticas, tanto escritas como orales, adquieran significado. En esa medida,
se hará énfasis en la relación existente entre las expresiones lingüísticas (escritas u orales),
su significado y el concepto de intencionalidad.

§ 2. Expresión y significación1.
En la ‘1ª Investigación Lógica’ Husserl inicia haciendo una distinción del doble
sentido que tiene el signo: como señal y como expresión2. Por un lado está el signo
indicativo, que para Husserl también puede ser llamado señal. Lo característico de estos
signos es su capacidad para indicar y de él hacen parte las notas, señales, distintivos, pero
también los “signos rememorativos, como el famoso nudo en el pañuelo, los monumentos,
etc”3. Lo importante para Husserl es que estos signos, “en el sentido de indicaciones
(señales, notas, distintivos, etc.), “no expresan nada, a no ser que, además de la función
indicativa cumplan una función significativa”4. De ahí que se pueda definir o llamar “signo
indicativo a algo, cuando este algo sirve efectivamente de señal de algo, para un ser
pensante”5.
Pero, de otro lado, encontramos el otro sentido que tiene el signo, como signo
significativo6 o expresión, que lo debemos entender, a diferencia del indicativo, como “todo
discurso o toda parte de discurso, así como todo signo, que esencialmente sea de la misma
especie [….] sin que importe nada que el discurso sea verdaderamente hablado – esto es,
enderezado a una persona con propósito comunicativo--- o no”7. Para darle un carácter
netamente limitado, a diferencia de lo que sucede en el habla normal, Husserl considera que
de esta clase de signos se deben excluir los gestos y ademanes que realizamos de forma
involuntaria, cuando estamos expresando algo, y aquellos otros que, al mismo tiempo que
hablamos, dejan notar mi estado anímico. La exclusión no se hace de forma arbitraria,
como puede parecer, sino que Husserl tiene en cuenta, para realizarla, además de que en
ellas “no comunica uno a otro nada”8, el hecho de que “esas expresiones no tienen
propiamente significación”9. Por tanto, Husserl sostendrá que lo característico de estos

1
Para comprender el análisis de las distintas formas en que Husserl utiliza el concepto de significación ver:
DÍAZ HERNÁNDEZ, Carlos. “La Teoría de la significación en Husserl”, en: LOGOS: Anales del Seminario
de Metafísica, Universidad Complutense de Madrid, #27, Madrid, 1993. p. 41-57.
2
Un buen análisis sobre esta parte de las Investigaciones Lógicas de Husserl es el que desarrolla Alejandro
Rossi en su artículo “Sentido y sinsentido en las Investigaciones Lógicas”, en: Lenguaje y significado. F. C.
E, México, 1989. p. 9-50.
3
HUSSERL, Edmund. Op. cit. TOMO II. ‘1ª Investigación Lógica’. Cap. 1. § 2. p. 234.
4
Ibídem. § 1. p. 233.
5
Ibídem. § 2. p. 234.
6
Ibídem. § 5. p. 238
7
Ibídem.
8
Ibídem.
9
Ibídem.
signos, a diferencia del anterior, es que tienen un significado, es decir, poseen un carácter
netamente comunicativo10.
Aunque las expresiones posean un componente físico, ya sea que nos manifestemos de
forma oral (palabras y complejo vocal articulado) o de forma escrita (el signo escrito en el
papel), Husserl, en este caso, hará énfasis en la parte no física, es decir, en el conjunto de
“vivencias psíquicas” que son las que le darán sentido o significado a la expresión. De ahí
que la comunicación entre dos personas se da no porque una emite simples sonidos, que la
otra no entiende y con los cuales no se dice nada, sino porque el que escucha, de un lado,
comprende, entiende, la intención del que habla o del que le está hablando. Pero, de otro
lado, el que habla, elabora un discurso, sea oral o escrito, con el “propósito de
«manifestarse acerca de algo», o –dicho con otras palabras, -- merced a que el que habla le
presta en ciertos actos psíquicos un sentido, que quiere comunicar al que escucha”11. De
esta manera Husserl sostendrá que
“Lo que hace posible ante todo el comercio espiritual y caracteriza como
discurso el discurso que enlaza a dos personas, es esa correlación,
establecida por la parte física del discurso, entre las vivencias físicas y
psíquicas, mutuamente implicadas, que experimentan las personas en
comercio respectivo”12.

En este caso, si nos detenemos bien en la relación que existe entre el que habla y el que
escucha, cuando nos comunicamos con otra persona, nos podremos dar cuenta que las
expresiones, en el momento del “discurso comunicativo, funcionan como señales”13. A lo
que nos preguntaríamos, ¿Señales de qué? y ¿Qué señalan?. Pues Husserl sostiene que
funcionan como señales en la medida que dan a entender, ofrecen pistas, o mejor dicho,
ofrecen, al que escucha, señales de los pensamientos y vivencias psíquicas del que habla,
que están muy ligadas a la intención de comunicar, manifestar o expresar algo. Por tanto,
que las expresiones verbales cumplan con esta importante función en la comunicación,
dejando de lado las expresiones escritas, llevará a Husserl a calificar, a esta función, con el
nombre de función notificativa, debido a que lo que se notificará son las vivencias
psíquicas. La función notificativa puede tener dos formas de presentarse, sea en un sentido
estricto o en sentido amplio. “En sentido estricto lo limitamos a los actos de dar sentido;
en cambio, en el sentido amplio podemos comprender todos los actos del que habla, todos
los actos que, basándose en el discurso […] puede el oyente suponer en el que habla”14.
Luego de haber diferenciado el signo en su doble significación (como señal y como
expresión) y mostrado la existencia de la expresión, es el momento oportuno para iniciar,
de la mano con Husserl, un análisis fenomenológico de esta última. Para llevar a cabo este
análisis es necesario, en este momento, que dejemos de lado su función notificadora y, de

10
Sobre este carácter comunicativo del signo en la página 18 encontraremos clarificado en qué consiste.
11
Ibídem. § 7. p. 240.
12
Ibídem.
13
Ibídem. § 7. p. 240.
14
Ibídem.
una vez por todas, consideremos “el fenómeno concreto de la expresión”15. Al hacer esto
nos damos cuenta que en la expresión podemos notar tres elementos: primero, «el
fenómeno físico» (fundamental al momento de analizar la expresión y sus funciones, tanto
comunicativa como notificadora); segundo, los «actos de dar sentido», (como parte
fundamental de la expresión), y tercero, los «actos de cumplir el sentido», (aunque estos,
para Husserl, no son esenciales para la existencia de la expresión). De los dos últimos
puntos haremos el análisis respectivo:
Iniciando con los «Actos de dar sentido», podemos decir que no sólo es uno de los
elementos fundamentales de la expresión, sino que debido a la forma como justamente
Husserl equipará el sentido con la significación de la expresión, es necesario que se deje
claro el proceso por medio del cual las expresiones obtienen significación. No es un dato
menor que Husserl utilice el concepto «acto» para referirse al hecho que le da sentido o
significado de las expresiones, así que debemos recordar varias cosas que ya se dijeron en
el apartado anterior. En el momento de analizar la intencionalidad en la ‘V Investigación
Lógica’16, diferenciándola de la forma como Brentano la define, Husserl utiliza el término
«acto» para referirse a la característica fundamental que tienen ciertas vivencias, como son
las «vivencias intencionales», de estar «referidas a», de «remitirse a», «dirigidas a» un
objeto que no tiene necesariamente existencia física. En este caso, nos dice Husserl,
estamos hablando del mentar un objeto, pero que en realidad no es nada. Este «mentar»,
«dirigirse», «remitirse», «referirse», es propio «de» la conciencia y su carácter intencional.
Por estas razones, es significativo que al momento de analizar lo que le da sentido o
significación a las expresiones, recurra Husserl nuevamente a la noción de mentar, propia
de las vivencias intencionales, y nos diga que
“La expresión mienta algo; y al mentarlo se refiere a algo objetivo. Este
algo objetivo puede estar presente actualmente, merced a intuiciones
concomitantes, […] o en otro caso la expresión funciona con sentido,
siendo siempre algo más que una voz vana, aunque le falte la intuición
que le da fundamento y objeto. La referencia de la expresión al objeto
queda entonces irrealizada, en cuanto que permanece encerrada en la mera
intención significativa”17.

A partir de esta cita es preciso clarificar y precisar ciertas cosas: en un primer lugar, ya
desde el primer renglón se hace alusión al mentar como el acto por medio del cual las
expresiones tendrán sentido o significación, teniendo en cuenta que el mentar es la
característica fundamental de las vivencias intencionales; segundo, algo que ya se había
dicho en el apartado anterior cuando habló de la intencionalidad, vuelve a aparecer aquí, y
es el hecho de que la expresión, aunque no tenga un objeto dado, posea significado, es
muestra de que la existencia de éste o la inexistencia no le quita ni le pone nada al momento
de analizar el sentido o significado de la expresión; tercero, que la expresión, como sostiene
Husserl al final de la cita, se quede “encerrada en la mera intención significativa”, no es una
forma de tacharla o descalificarla, al contrario, es muestra, más bien, de que a través de la

15
Ibídem. § 9. p. 243.
16
Para tener una visión más detallada de la forma como Husserl expone y diferencia de Brentano su
concepción de la intencionalidad, remitirse al segundo apartado de este trabajo.
17
Ibídem.
intencionalidad, del estar dirigido a un objeto, es que la expresión adquiere significado; y
cuarto, no debemos contraponer ahora expresión a intención significativa, como se puede
llegar a pensar, porque en ningún momento hay tal oposición. Más bien con el término
intención significativa Husserl esta reafirmando, de un lado, la característica fundamental
por la cual las expresiones adquieren sentido: la intencionalidad; que en caso de las
expresiones se hace manifiesto cuando se dice que con ellas mentamos un objeto. Y, de
otro lado, el hecho de que la significación no depende de la existencia del objeto.
Pero que la expresión no necesite del objeto al momento de adquirir significación, no
quiere decir que entre ella y el objeto mentado no exista relación. Es justo en este punto
donde Husserl nos dirá que debemos dar un giro y dejar de considerar la expresión de modo
subjetivo, para empezar a considerarla de modo objetivo18, es decir, ya no nos fijaremos
más, como hemos hecho hasta aquí, en las vivencias psíquicas que notifica, sino en la
relación que establece con el objeto al momento de expresar algo. En este caso Husserl
sostiene que “toda expresión no sólo dice algo, sino que también lo dice acerca de algo; no
tiene sólo su sentido, sino que se refiere a algunos objetos”19.
Que la expresión, valga la redundancia, exprese algo, (o como en la cita se sostiene que
“diga algo”), como se vio anteriormente, o tenga un significado, son cosas que,
atreviéndonos a decir aquí, son implícitas a ella. La cuestión ahora girará, en una primera
instancia, en qué se debe entender por lo que la expresión «dice» o «significa» cuando se la
mira desde la relación que tiene con el objeto. Automáticamente se nos aparece la
posibilidad de hablar de idealización tanto de la significación como del objeto mentado.
En el caso de la idealidad de la significación, por ejemplo, si tomamos en cuenta la
expresión «residuo cuadrado», lo que esta expresión significa será lo mismo sin importar
quien la pronuncie; igualmente sucederá con lo que la expresión «las tres alturas de un
triángulo se cortan en un punto» enuncia, es decir, “lo que el enunciado enuncia es siempre
lo mismo, sea quien sea el que lo formule afirmativamente y sean cuales sean las
circunstancias y tiempos en que lo diga”20. Si nos damos cuenta lo fundamental de la
idealización, tanto del significado como de lo que enuncia la expresión, está en relación con
lo que se encuentra expresado con «lo mismo». Con esto se quiere dar entender que sin
importar a quién, en qué circunstancias y en qué momento lo diga, lo que la expresión
enuncia y significa será siempre lo mismo.
Esta idealidad no se ve afectada aunque los enunciados sean falsos o absurdos21, ni
mucho menos porque nos remitamos a expresiones subjetivas y ocasionales. Lo que hace
que una expresión sea subjetiva y ocasional, a diferencia de las objetivas, sostiene Husserl,
es su pertenencia a “un grupo conceptualmente unitario de posibles significaciones, de tal
suerte que le es esencial el orientar su significación actual, en cada caso, por la ocasión y
por la persona que habla y la situación de ésta”22. Ejemplos de este tipo de expresiones se
hacen visibles cuando en ellas utilizamos “pronombres personales” (como el «yo»);
“pronombres demostrativos”, las determinaciones que están “referidas al sujeto aquí, allí,

18
Ibídem. § 11. p. 246.
19
Ibídem. § 12. p. 249.
20
Ibídem. § 11. p. 247.
21
Ibídem.
22
Ibídem. § 26. p. 274.
arriba, abajo, ahora, ayer, mañana, después”23, etc; y el “artículo determinante” que se
refiere a algo individual (como el caso de «la»). En este tipo de expresiones las vivencias
psíquicas del que habla son, por el momento, puestas en un segundo lugar, dándole
privilegio al contexto o situación desde donde se dice o se expresa algo. De ahí que
mientras el contexto y la situación sea la misma, sin importar quien la diga, lo que enuncie
y signifique será lo mismo.
Siguiendo en esa misma relación que guarda la expresión con el objeto, debemos decir
que también es cierto que la expresión «se refiere a un objeto», pero en esa referencia, el
problema que se presenta, nos dice Husserl, es que “nunca coinciden el objeto y la
significación”24. Esto se hace evidente cuando, al comparar varios ejemplos de
expresiones, nos percatamos que existen expresiones que “pueden tener la misma
significación, pero distintos objetos o distintas significaciones y el mismo objeto” 25. Pero
esto no quiere decir que se esté poniendo en riesgo el sentido o significado de la expresión,
sino que sólo hace notar las distintas formas de referirse a un objeto.
En el caso de las expresiones que pueden tener «distintas significaciones y un mismo
objeto», Husserl nos dice que los nombres son la mejor muestra de ellas, debido a que con
ellos se puede nombrar una misma cosa con distintos significados. Ejemplo de esto lo
podemos ver en las expresiones “el vencedor de Jena y el vencido de Waterloo”26, en
ambas se hace alusión al mismo objeto o al mismo hecho, pero el significado es distinto.
Cosa distinta sucede con las expresiones que tienen «la misma significación pero distintos
objetos». Los ejemplos que lo hacen visible lo podemos encontrar en las expresiones
Bucéfalo es un caballo y ese penco es un caballo. En ellas “«su contenido», la significación
de la expresión caballo ha permanecido sin duda intacta; pero la referencia objetiva ha
cambiado”27. Lo que no queda claro por parte de Husserl, al momento de hacer esta
clasificación, es qué es lo que hace que, por un lado, podamos hablar de las mismas
significaciones con distintos objetos y, por otro lado, de distintas significaciones con un
mismo objeto.
Por lo que se ha mostrado hasta ahora el sentido o significación de una expresión no se
ha puesto en duda y es algo que está ligado, de un lado, al mentar o estar dirigidos a un
objeto y, de otro lado, a la no existencia necesariamente del objeto mentado. Aunque
agregará que tampoco debe asociarse con la existencia de imágenes en la fantasía que se
correspondan con dicha expresión. Por que si así fuera, no tendría sentido hablar de signos
algebraicos o fórmulas matemáticas, ni mucho menos de cultura, religión, ciencia, arte,
cálculo diferencial28, etc. Por la simple razón que de ellos no podemos tener una imagen.
“Con lo cual queda dicho al mismo tiempo que su existencia (de la imagen) no puede
constituir la significación de la expresión, ni su ausencia puede entorpecer tampoco esa
significación”29.

23
Ibídem. p. 276.
24
Ibídem. § 12. p. 249.
25
Ibídem.
26
Ibídem.
27
Ibídem.
28
Ibídem. § 17. Cap. 2. p. 260.
29
Ibídem. Lo que está entre paréntesis es mío.
Lo que podemos preguntarnos ahora es: ¿Cuándo podríamos decir que una expresión no
posee significación? Con respecto a esta pregunta nos toca decir dos cosas: primero, que
está mal planteada, por que, y aquí viene lo segundo, para Husserl, “una expresión sin
significado no es, propiamente hablando, una expresión; en el mejor de los casos sería algo
que suscita la pretensión o la apariencia de ser una expresión, no siéndolo si se la examina
de cerca”30. Aunque le cierra las puertas a la pregunta que se planteó, Husserl da la pista
que necesitamos. Solamente se puede hablar de sin sentido o sin significación si nos
referimos, de un lado, a aquellos “sonidos articulados que suenan a palabras, como
abracadabra”31, o, de otro lado, cuando nos remitamos a ciertos “complejos de expresiones
reales, a los que no corresponde ninguna significación unitaria, siendo así que parecen
pretenderla por el modo como se manifiestan exteriormente. Por ejemplo, Verde lo casa”32.
Pero en ningún caso, como lo ha repetido Husserl, si hablamos de expresiones, sean orales
o escritas.
Sobre este punto hay cosas que no están muy claras. El primer caso de no significación
podemos entender que en el Husserl nos está haciendo alusión a sonidos que “suenan a
palabras” pero que no lo son y, en el segundo caso, se refiere a ciertos complejos de
expresiones, pero que no alcanzan, valga la redundancia, a ser expresiones, y que no poseen
“ninguna significación unitaria”. Lo que logro ver es que Husserl está utilizando, para el
primer ejemplo, una concepción de lo que es una palabra y, para el segundo ejemplo, una
concepción de lo que es una expresión, pero que en ningún momento explícita. Si se miran
los ejemplos, notamos que Husserl está reclamando que en el primero la expresión parece
una palabra y en el segundo parece una expresión, pero en ningún caso lo son. Pero si nos
detenemos un instante en el segundo ejemplo que ofrece de una apariencia de expresión,
como es “Verde lo casa”, se hace explícito que Husserl esta reclamando cierta estructura
que debe tener toda expresión, y que en el caso citado no la tiene. Igual sucede con la
apariencia de palabra que es “abracadabra”. Ante esto creo que Husserl deja claro, aunque
no lo explicite, que para que una expresión tenga sentido o significación, no sólo basta el
mentar un objeto, que es lo que ha sostenido hasta ahora, sino que también es necesario
que, ya sea escrita o expresada, posea una estructura sintáctica, es decir, un orden o una
coherencia lógica en la forma como son usadas las palabras que la conforman. Para
reafirmar esto que acabo de decir, basta con mirar los ejemplos de expresiones con
significado que utiliza, en cada una de ellas no sólo se mienta algo, sino que se muestra una
estructura gramatical que no se ve en el ejemplo de las expresiones aparentes.

30
Ibídem. § 15. p. 254.
31
Ibídem.
32
Ibídem.

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