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Los Sucesos disruptivos y resilientes que dieron nacimiento a

Acción UAC
Por
Ernesto Cantillo Guerrero

Entender el origen de una estrategia de innovación social que modificó el modo de


actuar de jóvenes que valientemente defendieron su derecho a la educación, implica
conocer primero unas situaciones personales que impulsaron a otros a construir un
ejemplo único en el caribe colombiano de jóvenes universitarios cansados de los
malos procederes de los dirigentes. Esas situaciones personales, son las del autor.

La crisis de la Universidad Autónoma del Caribe viene desde tiempo atrás, y origina
por la manera increíble como una estructura, al mejor estilo de grupos mafiosos, se
haya tomado la tarea durante años de desangrar una institución de educación
superior hasta llevarla al punto de casi desaparecer, y destruyendo de paso la
imagen y credibilidad de la institución. La actitud de gran parte de los empleados es
otro detonante indirecto de la crisis, porque preferimos la mayoría omitir y seguir
esperando solamente un salario que a todas estas es bueno para muchos casos,
pero que representaba de paso el seguir actuando con indiferencia ante una
situación que lentamente era cada vez más crítica.

El 5 de febrero de 2018 dio inicio al despertar. Días atrás me vinculaba al único


grupo capaz de enfrentar durante los últimos años a la tiranía del rector corrupto.
En medio de intimidaciones, persecuciones laborales y calumnias digitales que les
generaban a los miembros del sindicato de trabajadores de la Universidad
Autónoma del Caribe, de ahora en adelante Sintrauac, consideré que necesitaba
estar del lado de quienes tenían la razón sobre lo que ocurría en la universidad. Esa
vinculación fue para mí un gran acto heroico porque no niego que el miedo a perder
el empleo me carcomía, pero ¿Qué podía perder si hace tres meses no recibía
salarios ni pagaban la seguridad social?, ¿Qué podía perder si mi mejor amigo en
la universidad fue despedido injustamente?, ¿Qué podía perder cuando observaba
que no se le cumplía a los estudiantes con el servicio que merecían? Esas
preguntas trajeron a mí la valentía para asumir riesgos sin importar los futuros
ataques, y eso me llevó a participar en la primera hazaña que perseguía la liberación
de la tiranía. Con lo que no contaba ese día era con el fuerte respaldo que íbamos
a recibir de los estudiantes.

Los estudiantes de la Universidad Autónoma del Caribe venían desde tiempo atrás
notando los cambios negativos que ocurrían en la universidad, y lo manifestaban
con la valentía que no tuvimos los empleados. Ellos deseaban que sus profesores
por fin decidieran protestar por sus propios derechos, que renunciáramos a la
pasividad y el miedo. Los estudiantes se convirtieron en nuestros maestros,
dándonos una cátedra de lucha contra la corrupción a través de la protesta pacífica
con estrategias creativas y novedosas. En ocasiones escuchaba a personas
preocupadas por lo que estaban aprendiendo los estudiantes en ese inicio de
semestre en el 2018. Las estrategias creativas que ellos desarrollaban me permitían
pensar que la experiencia que ellos vivían donde aplicaban conocimientos de
asignaturas de distintos programa académicos era la prueba de un aprendizaje
autónomo y por competencias relacionado con la realidad social, económica y
política colombiana. Para mí era claro que ellos sí estaban aprendiendo, pero
también entendí que ese aprendizaje en momentos de crisis no era sostenible
durante el tiempo.

Lastimosamente, los días que transcurrieron entre el veintiún de febrero y el tres de


marzo de 2018 mostraron la realidad de lo insostenible que era el aprendizaje en
tiempo de crisis. Los estudiantes poco a poco se fueron alejando de la universidad,
las caras de los pocos que se mantenían asistiendo a la universidad reflejaban
estrés y preocupación ante el futuro de sus títulos profesionales. Se estaban
agotando y no veían soluciones por parte de los empleados, aliados, y algunos
padres de familia que nos acompañaron a sol y sombra durante todos los días
críticos. El estudiante flaqueaba por no entender a los adultos que tomábamos las
principales decisiones, pero ellos a la vez se integraban más, y obtenían fuerzas
para decir que no entregarían su universidad ante la presión de los corruptos.
Fueron los estudiantes la pieza fundamental del primer día de la toma de la
universidad, el 1 de marzo de 2018. Durmieron esa noche en la universidad para
protegerla de la administración corrupta, y ese mismo día conseguimos la renuncia
del rector. Todo lo que ocurrió el 1 de marzo parecía una batalla épica en la que
ellos eran guerreros venciendo el mal. Estuve esa noche acompañándolos junto a
otros profesores, empleados y padres de familia, y pude vivir en directo la noche
mágica en que logramos la victoria de derrocar al presunto culpable de la crisis de
la universidad. Es el día más emocionante que he vivido en mis dieciséis años de
vinculación con la Autónoma, ocho como estudiante y ocho como profesor.

El ocho de marzo, día en que se firmó el acuerdo que le daba fin a la toma de las
instalaciones de la universidad, fue el día que generó la mayor molestia en ese
puñado de valientes estudiantes que no se doblegaron ante nada y estuvieron al pie
de la lucha. Para ningún estamento de la universidad era fácil de entender lo que
perseguía ese acuerdo. Quienes participamos de esa firma comprendíamos que la
situación operativamente se estaba volviendo inviable. No había fuerzas para seguir
manteniendo la toma de la universidad, responsabilidad que en la práctica ya solo
estaba quedando en manos de muy pocos compañeros de trabajo y los vigilantes.
Todavía hoy me pregunto si la decisión de acordar fue beneficioso para nuestra
lucha. Todavía algunos temen que esa medida nos devolvió al estado anterior
donde el silencio ante el corrupto reinaba. Sigo creyendo que no había otra salida
en ese momento, que cedíamos aunque no nos gustara lo que ocurría.

Sentí la necesidad de acercarme a conversar con los estudiantes que en la noche


de ese 8 de marzo se encontraban en las instalaciones de la universidad. El éxito y
la alegría vivida una semana antes con el primer día de toma, se desvanecían y
transformaba una semana después en el momento más crítico de mis años como
profesor. En un salón con unos 50 jóvenes, el miedo, la ira y la desilusión reinaba.
Los jóvenes se tornaban agresivos y culpaban a los profesores y a sintrauac de
haberse vendido al sistema. Observar la histeria en los jóvenes, pensar en lo que
sentirían mis compañeros profesores que aún no sabían con exactitud lo que
pasaba, dio como resultado ante el evento disruptivo una frase que inspiraría el 9
de marzo, el inicio de una posible solución para devolver la esperanza a los
estudiantes: “esto no puede seguir, algo se me tiene que ocurrir para que
recuperemos la academia”.

La mañana del 9 de marzo fue decisiva para la historia de Acción UAC. Dos
escenarios me inquietaban demasiado ese día y nublaban mi visión futura del
problema. Uno de ellos acontecía en la facultad de ingeniería donde estábamos
reunidos alrededor de 25 profesores y directores de programa, y la discusión sobre
el acuerdo era el eje que estaba a un punto de romper las buenas relaciones de los
profesores. El otro era el de los estudiantes quienes arengaban con mucha fuerza
en contra esta vez de los profesores y empleados en la plazoleta principal de la
universidad. Dos escenarios desesperanzadores para un lugar donde tiempo atrás
creía en la ciencia para el progreso, dos escenarios que mostraban una separación
entre el eje y motor de la academia: profesores y estudiantes.

Milagrosamente, todos los profesores y directivos coincidimos en que no existían


las condiciones para volver a las clases y demás actividades propias de nuestra
labor. Esa coincidencia creó nuestro propio acuerdo como facultad de ingeniería
que minutos más tarde fue leído en la plazoleta por la profesora Gisella Borja,
símbolo de esta lucha desde la facultad, acuerdo que generó aplausos y respeto
por parte de los estudiantes que en ese momento arengaban, pero no era suficiente.
La meta era recuperar la esperanza de los estudiantes sin renunciar a la lucha.

Toda esa situación creó el caldo de cultivo para Acción UAC que sin saber se venía
cocinando horas atrás. Mediodía del 9 de marzo y la presencia del profesor Carlos
Soto en los alrededores, otro de los baluartes de esta lucha, ya estaban dando el
origen al movimiento cívico estudiantil. Recordé que en esos momentos apoyaba
un movimiento político nacional cuya causa principal era la de llevar la educación a
todos los escenarios para cambiar significativamente la cultura ciudadana de los
colombianos, y la población estudiantil de la universidad era la oportunidad para
poner en practica ese aprendizaje.
En compañía de Carlos Soto, almorzando en los alrededores de la universidad tomé
una servilleta y empecé escribir unas ideas. Le dije a Carlos que quería hacer algo
para rescatar a los chicos de la angustia y desesperanza, que se me ocurría
conformar unos comités para que los muchachos investigaran y argumentaran
mejor su lucha, y de esa manera al menos le agregamos una acción académica a
toda la situación nada agradable que vivíamos. Debo reconocer que el talento
creativo de Carlos es exponencial. De los profesores en ingeniería que he conocido
en la Autónoma era el primero que conocía con esas características.

Carlos agregó ideas a la servilleta, y procedimos a dedicar parte de la tarde a afinar


los comités mientras invitábamos a través de WhatsApp a los estudiantes para que
la noche de ese viernes 9 de marzo a las 6 PM se acercarán a la misma plazoleta
de las luchas y conocieran la iniciativa de los comités. Ese mismo día convocaba
Sintrauac a una reunión de empleados sindicalizados. Carlos y yo solo estuvimos
unos minutos por el deber de llevar las ideas claras a la reunión de los 6 PM con los
estudiantes.

Confieso que no esperaba más de 10 estudiantes en esa convocatoria. Yo que


quería recuperar la esperanza de los estudiantes, mostré signos de debilidad en mi
esperanza. La sorpresa fue muy agradable al observar una asistencia de alrededor
de 70 estudiantes. En momentos donde la esperanza no reinaba, que hayan asistido
esos estudiantes demostraba que la semilla podía crecer con rapidez. También fue
muy agradable que se acercarán otros profesores a escuchar, como es el caso del
profesor William Suarez, quien no era participante activo de las luchas anteriores,
pero que creyó en lo que escuchó y participó con su discurso.

El tiempo transcurrió en la reunión y varios estudiantes mostraban su interés en


participar en los comités. Un joven de primer semestre de ingeniería mecánica
brillantemente propuso que los comités deberían seguir semestre a semestre para
que se mantuviese la iniciativa de cuidar la universidad siempre. Generamos el
compromiso de encontrarnos al día siguiente en la universidad y empezar a trabajar.

Al día siguiente, 10 de marzo, se institucionalizaron automáticamente las reuniones


de los comités cada sábado. Se debatía sobre distintos aspectos como la
infraestructura de la universidad, los procesos académicos y la investigación, la
emisora y el canal de televisión, entre otras. Los debates eran en torno a proponer
soluciones que al menos plantearíamos a través de documentos a la administración
de la universidad. El transcurso de los primeros sábados llevaba a planear distintas
actividades, a la par que Carlos y yo buscábamos la manera de enamorar a los
muchachos más comprometidos con la causa de salvar la universidad, los jóvenes
de Colectivo UAC y UAC Sin Miedo.

Carlos consideró que la nueva forma de lucha debía tener un nombre. Era necesario
porque ya nos empezaban a identificar y venían las primeras actividades que
empezarían a reconocer a este grupo de muchachos. De esa manera nace el
nombre de Acción UAC. Con el nombre creado, construir las bases organizacionales
sería el siguiente proceso para darle norte a lo que se hace.

Empezaron los estudiantes de Acción UAC con las actividades de limpieza de la


universidad, y arrancó la historia pública del grupo. A agosto de 2018 Acción UAC
sigue siendo la única estrategia juvenil que con el apoyo de los profesores se
mantiene para apoyar a la universidad a salir de la crisis, a la universidad como
figura orgánica y no a las personas que bajo intereses particulares deseen dirigir la
universidad hacia sus deseos. A quien me pregunta que es Acción UAC le respondo
siempre que es una estrategia de innovación social representada en un movimiento
político estudiantil a favor del bienestar de la Universidad Autónoma del Caribe. La
palabra política produce algo de desconfianza en quien la escucha por la
connotación que tiene la misma en escenarios como el colombiano; pero,
inmediatamente les invito a no confundir política con el accionar de los corruptos,
puesto que todos somos elementos constitutivos del universo político, y como
elementos somos esenciales para que las sociedades funcionen como debe ser.

Si ante la ley colombiana una universidad funciona como un ente autónomo


parecido a pequeñas repúblicas que se regulan y se administran a sí mismas para
cumplir con un derecho constitucional como la educación, Acción UAC es ese
movimiento político que para el caso de la Autónoma representa a un grupo de
ciudadanos de esa pequeña república para ayudarla a que se mantenga en el
tiempo. Es innovador porque no ha existido un caso anterior en la Universidad
Autónoma del Caribe, y no se registra alguno en el caribe colombiano de un
movimiento estudiantil que trabaje en pos de la recuperación resiliente de una
universidad.

Creo que Acción UAC es de esos nuevos caminos para enseñar que tanto reclaman
algunos expertos sobre la ineficiencia en algunos modelos de enseñanza actual.
Acción UAC puede convertirse en una cátedra de todos los programas académicos
para crear cultura ciudadana mezclada con conocimiento de la profesión. Acción
UAC ha creado hoy grupos de amigos de distintos programa académicos que desde
su formación piensan en maneras creativas y divertidas de vincular cada vez más
estudiantes con la universidad, que incrementen su sentido de pertenencia y se
apasionen de otra forma por la academia, que entiendan que la educación es un
camino para superar crisis y crear ambientes propicios a favor de una mejor cultura
ciudadana.

Esta es la historia general de Acción UAC, pero existen otros detalles que
demostrarán la realidad innovadora del movimiento, y el futuro que desde
profesores y estudiantes se vislumbra para el mismo. Lo cierto es que la aventura
apenas empieza…

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