J.

Cristóbal
Núñez
Vásquez

TRATADO DEL
PROCESO PENAL
Y DEL JUICIO ORAL
Tomo I
Introducción al estudio
del Proceso Penal

515
EDITORIAL
JURÍDICA
DE CHILE

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J. CRISTÓBAL NUÑEZ VASQUEZ
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TRATADO DEL
PROCESO PENAL
Y DEL JUICIO ORAL
Tomo I

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO
DEL PROCESO PENAL

© J. CRISTÓBAL NUNEZ VASQUEZ

© EDITORIAL J U R Í D I C A DE CHILE
Registro de Propiedad Intelectual
Inscripción N^ 119.819, año 2001
Santiago - Chile
Se terminó de imprimir esta primera edición
de 1.000 ejemplares en el mes de sepdembre de 2003
IMPRESORES: Imprenta Salesianos S. A. EDITORIAL
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JURÍDICA
ISBN DE ESTE TOMO: 956-10-1493-9
ISBN DE LA OBRA COMPLETA: 956-10-1492-0
DE CHILE
^-f
 PRIMERA PARTE

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO
DEL PROCESO PENAL
 TÍTULO I
EL DERECHO PROCESAL PENAL

Capítulo único
GENERALIDADES

1. Procedimiento penal y procedimiento civU. El Derecho Pro-

cesal Penal es, en general, la rama jurídica que trata de las nor-
mas instrumentales o de procedimiento que rigen a los órganos
de persecución penal y a los jueces para la sanción de los deli-
tos. Constituye, por tanto, un Derecho de investigación, de juz-
gamiento y de realización penal.
Esta entidad jurídica se distingue de las otras partes del Dere-
cho por los adjetivos usados en su denominación, que son los de
procesal y de penal. Se diferencia, por lo de procesal, del dere-
cho material; y se diversifica, por lo de penal, del Derecho Civil.
El Derecho Procesal Penal, o más simplemente, el procedi-
miento penal, se denomina así porque el juez de lo criminal para
imponer la pena debe "proceder", es decir, "hacer el derecho"
actuando a través del proceso, para pronunciarse, en esencia:
ora sobre la certeza del delito y la individualización del delin-
cuente a fin de imponerle una pena; ora sobre la peligrosidad
del imputado para la aplicación de una medida de seguridad;
ora sobre la responsabilidad civil del encausado, para los efec-
tos del resarcimiento de los daños dimanantes del delito; ora so-
bre la ejecución de las sanciones civiles y penales.
El procedimiento penal puede ser definido como el conjunto
de sistemas que rigen el nacimiento y evolución del proceso a
través de los métodos contenidos en las normas establecidas por
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
la ley para la investigación del delito y su juzgamiento. Estas
normas, por tanto, en el fondo - c o m o lo sostienen Lebman y
Redenti-, constituyen esquemas formales de posibles procesos.
Fenech entiende por procedimiento penal "el sistema o con-
junto de normas que regulan la procesión de los actos en el pro-
ceso penal, de modo que la dinámica procesal, o sea, el avance
hacia un resultado querido por la norma, deba realizarse con
arreglo a los preceptos procedimentales correspondientes. El
procedimiento, por tanto, constituye una norma de actuación,
es el medio o instrumento de que se vale la función jurisdiccio-
nal para el logro de su fin".^
El procedimiento penal es, en consecuencia, el método for-
mal de que el Derecho Penal se vale para realizarse a través del
proceso mediante la imposición de la pena, toda vez que sin ésta
- c o m o lo señala Superti citando a Ernst von Beling- "no se le
tocaría al delincuente ni un pelo", lo cual, sin duda, causaría la
inexistencia del delito por carecer de aplicación práctica los pre-
ceptos punitivos de naturaleza material contenidos en el Códi-
go del ramo y en las leyes penales especiales, conjunto de tipos
delictuales que el mismo Von Beling denominó como "catálogo
de los delitos y de las penas".^
El Derecho Procesal Penal tiene semejanzas y diferencias con
el Derecho Procesal Civil. El parecido procesal entre ambas ins-
tituciones se encuentra, principalmente, en su objetivo común
de servir de medio para la actuación de la potestad jurisdiccio-
nal en la solución de los litigios civiles y penales que se suscitan
entre las personas; como igualmente, en la necesidad de que
para que se origine la intervención judicial se requiere de la pro-
moción de la respectiva acción penal o civil, lo que, en u n o y
otro caso, da nacimiento a una relación jurídico-procesal entre
los sujetos procesales (infra N°' 76 y sigts.).
Las diferencias procesales entre ambas entidades jurídicas in-
ciden principalmente en la diversidad de la normativa que las
' Fenech, Miguel, El Proceso Penal, José M. Editor, Barcelona, 1956, págs. 243
y 244.
^ Superti C , Héctor, Derecho Procesal Penal, Editorial Juris, Rosario, Santa Fe,
2000, pág. 84; Von Beling, Ernst, Esquema del Derecho Penal, Editorial Depalma, B.
Aires, pág. 37.
10
EL DERECHO PROCESAL PENAL
rige, y en la distinta amplitud de las facultades que en uno y otro
sistema ostentan las partes. Estas últimas, por ejemplo, se expre-
san, esencialmente, en la vigencia en el procedimiento penal de
los principios de la "improrrogabilidad", de la "indefectibilidad"
y en ciertas legislaciones entre las cuales, en parte, se encuen-
tra la chilena, en el principio de la "indisponibilidad", los cua-
les son prescindibles en el ámbito procesal civil.
En efecto, de acuerdo con los anteriores principios, en los
conflictos meramente civiles es prorrogable la competencia del
tribunal y los litigios pueden ser solucionados voluntariamente
por las partes, mediante la transacción. No ocurre lo mismo,
empero, cuando los problemas conllevan la comisión de un de-
lito, caso en que éstos, en virtud del principio de la indefectibi-
lidad o de la nulla poena sine ludido, necesariamente deben ser
resueltos a través del proceso penal, mediante sentencias con-
denatorias o absolutorias dictadas por el juez.
Se puede sostener, por tanto, que mientras el amparo juris-
diccional constituye la excepción en la sede civil, pues la desvia-
ción jurídica o aspecto maligno o patológico del Derecho le es
normalmente ajeno; no ocurre lo mismo en el campo criminal,
en que la prevención y represión del mal a través del proceso
no le es extraña, sino que, por el contrario, constituye la regla
general, pues no es posible remediar el delito sino que por me-
dio del juicio penal en aras del principio de la indefectibilidad.
De ahí que en el proceso civil como norma el juez carezca
de iniciativa para proceder, pues los litigios civiles siempre se
pueden solucionar por acuerdo de las partes, mientras que en
el proceso penal ello es posible sólo por excepción.
Del mismo modo, lo debatido en el proceso penal, a dife-
rencia de lo que ocurre en el juicio civil como norma, no es sus-
ceptible de ser solucionado m e d i a n t e la transacción o el
avenimiento, ni renunciarse, sin perjuicio de las excepciones
contempladas por la ley.
La mayor diferencia que, no obstante, existe entre el Dere-
cho Procesal Penal y el Derecho Procesal Civil es la atinente al
aspecto substancial, ya que mientras el primero, por tener por
objeto reprimir el delito mediante la aplicación de la pena, ata-
ñe a la libertad y por ende al ser; el segundo, en tanto, por te-
ner como fin dirimir los conflictos relativos a d e r e c h o s y
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 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
obligaciones civiles, generalmente patrimoniales, incumbe sólo
al haber.
2. El objeto del Derecho Procesal Penal, La razón de ser u ob-
jeto de esta rama del Derecho abarca dos aspectos: u n o de ín-
dole procesal, relativo al establecimiento del asunto de que trata
esta rama jurídica, el cual consiste en la obtención de un pro-
nunciamiento jurisdiccional acerca de la certeza del delito y la
identificación del delincuente; y el otro de naturaleza material,
que atañe a su fin, y que estriba en la imposición de la pena. El
primero comprueba el mal; el segundo proporciona el remedio
para el mal ya producido.
Ambos objetivos, sin embargo, en definiüva están llamados
a cumplir un propósito superior común, cual es el de dirimir el
conflicto suscitado entre el jus puniendi del Estado y el derecho
a la libertad del imputado.
De ahí que el legislador, antes de hacer posible la imposi-
ción de la pena, trata de prevenir el delito, creando condicio-
nes para que el mal no se produzca, lo cual procura lograrlo
mediante la adopción de medidas de seguridad. Mas, cometido
el hecho punible, lo reprime por medio de la imposición de la
pena destinada a producir las circunstancias necesarias para que
la conducta maligna no vuelva a repetirse.
Las medidas de seguridad tienden a evitar la posibilidad de
los delitos y encuentran su ñindamento tanto en la peligrosidad
de ciertos inadaptados sociales y de quienes, habiendo delinqui-
do, presentan el riesgo de reincidir; como en la amenaza que
presentan los inimputados por enajenación mental que incurran
en conductas típicas y antijurídicas atentatorias para sí mismo o
para terceras personas (infra 570).
En nuestra legislación tales providencias están contempladas
en la Ley N" 11.625, que contiene las disposiciones sobre los es-
tados antisociales y las medidas de seguridad; y en el Título VII
del Libro IV del Código Procesal Penal, en lo relativo a los ena-
jenados mentales.
La represión, a la inversa, castiga el delito ya cometido en
términos de que la comprobación de la certeza de su perpetra-
ción es el primer objetivo del Derecho Procesal Penal, ya que
establecido en el proceso el hecho punible, sólo entonces es po-
12
EL DERECHO PROCESAL PENAL
sible cumplir con su propósito superior y principal, cual es diri-
mir, a través de la pena o la absolución, el doble conflicto que
tal verificación suscita: el uno, entre el derecho punitivo del Es-
tado y el derecho a la libertad del imputado; y el otro, entre el
acusador y el acusado, en cuanto a sus respectivas pretensiones
procesales.
De estos dos conflictos, sólo el primero asume un carácter
esencial, pues el juez, ante todo, debe atender en su decisión al
resguardo de los intereses superiores que atañen al derecho sub-
jetivo del Estado de castigar el delito y al derecho a la libertad
del imputado. Sin perjuicio que, de manera accesoria, subyaz-
gan las pretensiones particulares de las partes, quienes, por lo
menos en Chile, después de formulada la acusación, por aplica-
ción del principio de la indisponibilidad, carecen de atribucio-
nes para influir en forma relevante en el resultado del proceso
penal. Por eso es que, en esta fase, a diferencia de lo que ocu-
rre en la primera etapa de investigación y en la de impugnación,
queda el proceso entregado en su decisión resolutoria a la po-
testad soberana del órgano jurisdiccional.
Consecuente con lo anterior, y en resguardo de la garantía
del derecho a la libertad del imputado, de la cual éste puede
ser privado durante el proceso, la pena debe ser proporcional a
la gravedad del delito, a las circunstancias atenuantes o agravan-
tes concurrentes, al grado de culpa o dolo, a la especie de parti-
cipación del delincuente en el hecho punible y a su peligrosidad,
es decir, necesariamente, debe guardar equivalencia con el ilí-
cito cometido y estar dotada de idoneidad para reprimirlo, y aun
para hacerlo desaparecer.
Con todo, a pesar de que con la imposición de la pena, sin
duda, se logra contener o refrenar el delito, sin embargo, para
concebir su desaparición, no basta con tener presente sólo el
principio clásico de la retribución o pago moral de la culpa, por-
que, si bien prima facie con el castigo aparece como posible su
prevención, no ocurre lo mismo con su desaparecimiento.
No obstante, si se separa idealmente la figura del delito, que
es un hecho conductual o del espíritu, del daño que aquél con-
lleva, el cual, aunque irrogue dolor, en el fondo es un hecho
físico o material; es evidente que si el condenado con la pena
se arrepiente, así como el arrepentimiento redime ante Dios el
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 INTRODUCCIÓN AI. ESTUDIO DEL PROCESO I'KN'AL
pecado, la contrición, con mayor razón, debería ante el hom-
bre extinguir, si no el perjuicio, a lo menos la ofensa con el de-
lito cometida.
3. Proceso y juicio penal. El artículo V del Código Penal chile-
no al defínir al delito como "toda acción u omisión voluntaria
penada por la ley", conjuga en una simbiosis jurídica los con-
ceptos de delito y de pena, en términos que no es posible con-
cebir al delito sin la pena, ni a la pena sin el delito.
Seguidamente, en virtud del postulado "nullapoena sirte ¿w-
¿¿¿do"-consagrado en el inciso 5° del N° 3" del artículo 19 de
la Constitución Política y en el artículo 1° del Código Proce-
sal Penal-, es imposible imponer u n a pena por delito sin u n a
sentencia fundada dictada por un tribunal imparcial en u n
juicio legalmente tramitado, en el cual ha de establecerse la
certeza del hecho punible y la identidad de la persona del de-
lincuente. De lo anterior se infiere, por lo tanto, que el pro-
ceso es u n medio entre el delito y la p e n a que resuelve el di-
lema que la comisión del hecho punible suscita, a través de
u n método procedimental de investigación, de instrucción,
de decisión, y aun de impugnación, reglamentado por el De-
recho Procesal Penal.
De acuerdo con el léxico, la voz "proceso" significa, en su
primera acepción, "transcurso del tiempo"; y, desde el punto de
vista forense, "el agregado de los autos y demás escritos en cual-
quiera causa civil o criminal".
Este concepto, sin embargo, referido específicamente al pro-
ceso penal, adquiere un significado más preciso, ya sea abstrac-
ta o concretamente considerado.
Así, en sentido abstracto, proceso penal es la relación jurí-
dico-procesal nacida de la promoción de la acción criminal, que
establece derechos y deberes recíprocos entre el juez y las par-
tes para el juzgamiento del dehto y la imposición de la pena.
En sentido concreto, el proceso penal es el conjunto de actos
realizados ante un órgano jurisdiccional de índole criminal y sus
agentes, consignados en un expediente o registro como antece-
dentes comprobatorios de la perpetración de un delito y de la
identidad de sus autores, cómplices y encubridores, a fin de im-
ponerles una sanción penal.
14
EL DERECHO PROCESAL PENAL
De ahí que Carnelutti afirme que "proceso es el hacerse el
Derecho ante el juez; y proceso penal es el conjunto de actos
en que se resuelve el castigo del reo".^
Fenech, por su parte, sostiene que "proceso penal es aque-
lla serie o sucesión de actos que se llevan a cabo y se desarro-
llan en el tiempo, con sujeción a unas normas o reglas de
procedimiento, y a través de la cual se realiza la actividad juris-
diccional, mediante el ejercicio por el órgano jurisdiccional de
sus diversas potestades y la realización de las partes y terceros
de la actividad cooperadora que aquella requiere".^
En igual sentido se pronuncia Sabatini, quien define el pro-
ceso como "el conjunto de actos regulados por la ley procesal y
dirigidos a conseguir la decisión del juez acerca de la imputa-
ción de un delito y respecto a las particulares relaciones que de
él dependen y que exigen igualmente la intervención y la deci-
sión del órgano judicial".^
Los términos proceso y juicio sólo pueden ser considera-
dos equivalentes en el sentido de que al proceso se le llama
juicio cuando el juzgamiento es pronunciado por un órgano
jurisdiccional en conformidad a las normas del respectivo pro-
cedimiento.
Más estrictamente, empero -como lo señala Leone citando a
Carmignani-, la voz 'juicio", derivada del l^Xínjus dicere, significa
conocer legalmente de un hecho controvertido en relación con
algún derecho entre los hombres y definirlo en términos de ley.^
Acorde con lo anterior, Fenech dice que el "juicio", obser-
vado microscópicamente y concentrado en un solo acto sicoló-
gico o intelectual, supone conocimiento de los hechos ocurridos,
es decir, de la conducta llevada a cabo por los individuos, y de
la norma por la que el Estado ha delimitado el injusto penal; y
supone, finalmente, una relación entre ambos elementos de co-
nocimiento, para determinar si la conducta real coincide o no
^ Carnelutti, Francesco, Lecciones sobre el Proceso Penal, Ediciones Jurídicas Eu-
ropa América, Bosch y Cía. Editores, B. Aires, 1950, t o m o I, págs. 57 y 69.
^ Fenech, Miguel, ob. ciL, pág. 201.
^ Sabatini, G., Principi di diritto processualepénale, Catania, 1948, 1.1, pág. 11.
' ' L e o n e , Giovanni, Tratado de Derecho Procesal Penal, Ediciones Jurídicas Euro-
p a América, Buenos Aires, 1963, t. I, pág. 15.
15
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
con la conducta descrita normativamente como injusta desde el
punto de vista penal"7
En esta concepción doctrinaria, como se podrá apreciar, se
le da el nombre de "juicio" a la fase del proceso que sigue a la
etapa de investigación, y que permite el análisis lógico-jurídico
de los antecedentes por parte del juez, para determinar si el he-
cho materia de la notitia cñminis constituye delito y si el imputa-
d o h a t e n i d o e n él participación antijurídica y culpable
merecedora de sanción penal.
De acuerdo con ello, por lo tanto, mientras el "proceso pe-
W i nal", idealmente considerado, contiene la historia acerca de u n
4 hecho punible cometido en el pasado traída al presente ante el
juez, el 'juicio", por su parte, es el análisis razonado del trasun-
to de esa historia, a fin de verificar si jurídicamente tal hecho
constituye un delito que precisa imponer una pena.
De ahí que Carnelutti afirme que "el juicio es el acto funda-
mental del pensamiento que sirve para vincular el pasado de una
cosa a su futuro", con lo cual se logra resolver el dilema de si el
pasado de este presente ha sido un delito y si su futuro será una
pena.^
De lo anterior se concluye, en consecuencia, que mientras en
el proceso penal se plantea a través de la narración de una historia
y de la sospecha acerca de la comisión de un hecho punible, el jui-
cio, entretanto, decide sobre tal incertídumbre, estableciendo, si
no una verdad absoluta, por lo menos una certeza acerca de la exis-
tencia del delito y de la procedencia de la sanción penal.
4. Características del procedimiento penal. El principal distin-
tivo que la doctrina asigna al procedimiento penal - c o m o tam-
bién al civil- es su carácter instrumental, es decir, su condición
de método o sistema formal que regula el proceso para la apli-
cación de la norma substantiva penal.
De ahí que -como lo señala Calamandrei- su observancia no
es un fin en sí mismo, sino que sirve como medio para hacer
que se observe el derecho substancial.
' F e n e c h , Miguel, El Proceso Penal, cit., pág. 5.
^ Carnelutti, Lecciones..., cit., t. I, pág. 176.
16
EL DERECHO PROCESAL PENAL
El Derecho Procesal Penal es la rama jurídica que trata y re-
glamenta el procedimiento criminal, y contiene las normas ins-
trumentales que hacen posible la realización del antiguo postu-
lado de la "nullapoena sirte indicio", ya que, establecida por este
apotegma la indefectibilidad ineludible del proceso para la im-
posición de la pena, de ello nace el imperativo de que exista tam-
bién un sistema o normativa que señale cómo y cuándo debe
tener su origen el juicio criminal, y la manera cómo debe ser
tramitado por el órgano jurisdiccional, a fin de evitar que en este
campo se produzca una anarquía procesal contraria a la recta
administración de justicia.
Tal máxima "nulla poena sine indicio" sin embargo, no sólo
es vinculante para el juez penal, sino que también es obligato-
ria para las partes litigantes, ya que si bien éstas pueden en el
ámbito civil evitar por sí mismas un juicio eventual o poner fin
a un litigio pendiente, están impedidas de hacer lo mismo en la
sede criminal, sin la intervención del órgano jurisdiccional, por
obstar a ello la vigencia del principio de la indefectibilidad del
proceso para la aplicación de la ley penal.
Cabe no obstante observar que - c o m o lo señala Leone-, "la
instrumentalidad del proceso penal atañe sólo a la aplicación
de la sanción", toda vez que aquel únicamente opera si la figu-
ra típica penal es realizada, para el solo efecto de la imposición
de la pena.^
Por lo tanto, si no concurre una conducta ilícita que el pre-
cepto penal material sancione, no puede existir el proceso, pues
a falta de la comisión de un delito no hay juicio ni sanción, en
razón de que en el ámbito criminal - a diferencia de lo que ocu-
rre en el campo civil-, es inadmisible que la potestad jurisdiccio-
nal pueda ser ejercida para exigir el cumplimiento de la norma
penal, sino sólo para castigar precisamente su realización.
Lo anterior, sin embargo, no significa que el derecho subje-
tivo de castigar al delincuente que ostenta el Estado a través de
los órganos jurisdiccionales vaya a emanar de la sentencia del
respectivo juez, sino que, por el contrario, tal derecho surge del
delito, pero a través del proceso, que es el instrumento para com-
•' L e o n e , Tratado..., cit., t. I, pág. 7.
17
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
probar la perpetración del hecho punible sancionado por la nor-
ma penal.
5. Los sistemas procesales penales. Históricamente han regido
en las diversas épocas los procedimientos "acusatorio" en un pri-
mer período; después el "inquisitorio" y, por último, los "siste-
mas mixtos", los cuales han adoptado modalidades procesales
de ambos métodos de substanciación del juicio penal.
Antaño, primero en Grecia y con posterioridad en los paí-
ses anglosajones, en Roma y Alemania, se aplicó el sistema acu-
satorio, teniendo como causa natural e inmediata - c o m o lo
señalaba Carmignani-, el concepto de que en una democracia
la autoridad soberana está en todos los miembros de la organi-
zación política.
De acuerdo con ello -como lo observa Fontecilla- el juez no
es representante del Estado, ni elegido por el pueblo. El juez es
el pueblo mismo, o una parte de éste si es muy numeroso para
actuar en el juicio.^**
En este sistema las funciones de acusar, defender y juzgar es-
taban entregadas a distintos personeros: el acusador, el acusado
y el juez.
Dado que en los primeros tiempos no se hacía una distin-
ción entre la parte penal del delito y la parte civil o daño que
éste causaba, el atributo de promover el proceso penal median-
te la acusación correspondía sólo al ofendido o a sus parientes,
sin la cual el juez no podía proceder; pero recepcionada por éste
la imputación, el acusador no podía desistirse de ella ni influir
en la sentencia, es decir, se aplicaba, parcialmente, el principio
de la indisponibilidad.
El juicio se dirimía en un juicio oral y público, durante el cual
se oía al acusado y las partes rendían sus pruebas, actuando el juez
sólo como mediador. La privación de la libertad del imputado se
mantenía generalmente hasta la dictación del fallo.
De ahí que el sistema acusatorio se caracterizaba, en esen-
cia - c o m o lo señala Carnelutti-, "no tanto en la presencia de la
"> Fontecilla, Rafael, Derecho Procesal Penal, El Imparcial, Santiago, 1943, t. I,
pág. 327.
18
EL DERECHO PROCESAL PENAL
acusación, cuanto en la mediación de la acusación y la defensa
entre el juez y el imputado; al paso de que el carácter del tipo
inquisitorio puro consiste no tanto en la ausencia de la acusa-
ción, cuanto en la ausencia de tal mediación entre el juez y el
imputado".
El juez en el sistema acusatorio, por lo tanto, en su calidad
de mediador de una especie de duelo entre el acusador y el acu-
sado, carecía de libertad en la investigación y en la selección de
las pruebas, toda vez que en esta especie de procedimiento -como
lo sostiene Fenech-, la facultad de disposición de carácter for-
mal sobre el contenido del proceso correspondía casi por ente-
ro a las partes, de modo que el proceso transcurría ante la
pasividad inerme del juez, que se limitaba a oír las razones de
aquéllas y a apreciar la prueba.
El juez, al fallar, no fundamentaba la sentencia, sino que se
pronunciaba con un simple "sí" o "no" con respecto a la acep-
tación o rechazo de la acusación, ya que siendo el órgano juris-
diccional el pueblo mismo, no tenía por qué dar razones de su
decisión soberana, la cual, además, era inapelable.
El sistema inquisitorio puso fin a la concepción de la aplica-
ción privada de la ley penal, y aparece como procedimiento ex-
traordinario con el nacimiento de las monarquías absolutas,
especialmente en el derecho canónico, para convertirse con el
tiempo en procedimiento ordinario.
La nueva norma -como lo observa Osvaldo López- nace es-
pecialmente por obra de la Iglesia de Roma. Tuvo su iniciación
bajo Inocencio III y se lleva a la práctica por medio de varios
decretos de Bonifacio VIII. Sin embargo, es la Ordenanza Cri-
minal de Luis XIV, promulgada en agosto de 1670, la que con-
tiene la codificación completa y definitiva del procedimiento
inquisitivo. Allí se sostiene que el juez debe proveer a todo, in-
cluso a la defensa del acusado.^^
El establecimiento de este procedimiento nace de la distin-
ción que se hizo de la diversa naturaleza que existe entre la ofen-
sa que irroga el delito y el daño que éste causa, y se fundamenta
" López, Osvaldo, Derecho Procesal Chileno, Ediciones Encina, Santiago, 1969,
t. I, pág. 117.
19
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
en la hipótesis de que la iniciativa para el ejercicio de la justicia
no debe estar entregada a la voluntad exclusiva de los particula-
res. Como una oposición a tal postura, es el Estado, y no el pue-
blo, el que designa como juez a un técnico, y no a cualquier
ciudadano, y le otorga el doble papel de acusador y de juez, ca-
lidades que le permiten amplia libertad para la investigación del
delito a través de un sumario escrito y secreto, con la sola limi-
tación de que la prueba queda regulada por la ley, tanto en su
establecimiento como en su valoración.
En este sistema, la presencia del acusador particular prácti-
camente desaparece, ya que tal calidad la asume de oficio el juez,
con potestad plena en el desarrollo de un proceso escrito y se-
creto, que lo autoriza para someter a prisión y a apremios al acu-
sado, quien permanece sujeto a las decisiones del tribunal hasta
que, agotada la investigación, se le otorga recién la posibilidad
de defensa.
El juez no dicta sentencia en tanto no obtiene la confesión
completa del delito por parte del inculpado, aun valiéndose del
tormento, pero el fallo es fundado y susceptible de ser impug-
nado por la vía de la apelación.
El procedimiento inquisitorio puro, por atender sólo los in-
tereses privados y no los de la sociedad, desapareció con el ad-
venimiento de los gobiernos republicanos y democráticos, dando
origen a las formas mixtas de enjuiciamiento criminal, por con-
siderarse que ninguno de los dos sistemas, ni el acusatorio ni el
inquisitorio, daban garantías de justicia.
El acusatorio, porque otorgaba al acusador excesivas facul-
tades que daban pábulo a actos de arbitrariedad y de venganza,
mientras que su publicidad y la carencia de atribuciones perqui-
sivas del juez impedían la oportuna obtención de las pruebas
para el establecimiento de la verdad como medio imprescindi-
ble de hacer justicia.
El inquisitorio, porque su modalidad secreta y la potestad
omnímoda del órgano jurisdiccional, en su doble calidad de juez
y parte, hacían ilusoria la defensa del acusado, ya que al quedar
facultado el juzgador para tramitar a su amaño el sumario, y para
apreciar las pruebas en base a reglas estrictas aplicadas de acuer-
do con su soberano criterio, en el hecho el establecimiento de
la verdad quedaba subordinado al arbitrario poder del fallador.
20
EL DERECHO PROCESAL PENAL
Por eso, los sistemas mixtos, en un intento de solucionar ta-
les inconvenientes, se han expresado en las diversas legislacio-
nes en métodos procesales que contemplan los aspectos positivos
de ambos procedimientos, estableciendo como bases fundamen-
tales - c o m o lo señala L e o n e - las siguientes:
a) El proceso no puede nacer sin una acusación, pero ésta
sólo puede provenir de un órgano estatal. Del proceso acusato-
rio deriva la separación entre juez y acusador (de ahí el princi-
pio ne procedat iudex ex officio); del proceso inquisitorio deriva la
atribución del poder de acusación a un órgano estatal (ministe-
rio público);
b) el proceso, de ordinario, se despliega a través de dos fa-
ses correspondientes a los dos sistemas opuestos: instrucción,
inspirada en el proceso inquisitorio (escritura y secreto); el jui-
cio, inspirado a su vez en el proceso acusatorio (contradictorio,
oralidad y publicidad), y
c) la selección de las pruebas, la adquisición y la crítica de
ellas quedan a la libre facultad del juez: nos hallamos, pues, en
el campo del sistema inquisitorio.^^
6. El nuevo sistema procesal penal y sus supuestos y principios.
El nuevo Código Procesal Penal chileno, que ha empezado a im-
perar, por ahora, en parte del territorio de la República, y sola-
mente con relación a los delitos que se cometan a partir de su
entrada en vigencia, consagra en nuestro régimen de enjuicia-
miento criminal el sistema acusatorio, con una derogación casi
absoluta de rasgos inquisitivos.
Cabe observar que se ha cambiado la nominación de Códi-
go de Procedimiento Penal por la de Código Procesal Penal, es-
timándose - c o m o lo declaró la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados en su Informe
acordado en la 23^ sesión, de 13 de enero de 1998- "que estos
cuerpos legales no sólo establecen y reglamentan normas de pro-
cedimiento, sino que también contienen disposiciones sobre ju-
risdicción, competencia, sobre relaciones de los diversos sujetos
procesales e instituciones intervinientes, todo lo cual conforma
'•^ L e o n e , Tratado..., cit., t. I, pág. 27
21
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
un universo normativo que excede con largueza al de los meros
procedimientos. De ahí la tendencia moderna de llamarlos có-
digos procesales. Como ejemplos están los Códigos Procesales
Penales de Argentina, Perú y Costa Rica".
Este nuevo Código Procesal Penal consagra en nuestra legis-
lación un típico sistema acusatorio de naturaleza adversarial que,
en base a los supuestos de la indefecübilidad, del juez natural, de
la imparcialidad, del non bis in ídem, de la presunción de inocen-
cia del imputado, del derecho de defensa, de la protección de la
víctima, de la cautela de garantías, de la libertad de pruebas y de
la instancia única, se rige, entre otros, por los principios de la opor-
tunidad, de la disponibilidad, de la concentración, de la oralidad,
de la inmediación, de la publicidad y de la contradictoriedad.
El sistema acusatorio, en esencia, encomienda a un juez ab-
solutamente imparcial, autónomo e independiente, el amparo
de los supuestos de la presunción de inocencia y del derecho a
la defensa del imputado, tanto mediante el estricto control de
la investigación dirigida por el ministerio público, como de la
actividad perquisiva realizada por ía policía, en resguardo de las
garantías fundamentales que la Constitución Política del Esta-
do asegura al indiciado.
Se trata, además, de u n sistema adversarial, porque el nue-
vo juicio penal se define en un debate en el cual, en igualdad
de condiciones, el imputado y el Estado, representado por el
ministerio público, hacen valer oral y públicamente sus razones
y pruebas ante un tribunal imparcial en la búsqueda de una jus-
ta, rápida y adecuada administración de justicia.
I) Los supuestos en que se basa el proceso penal chileno. Son los
que se indican a continuación:
La legalidad. Este supuesto está contemplado como garantía
constitucional en el artículo 19 N"" ñ°, inciso 5", de la Carta Fun-
damental, en cuanto establece: "Toda sentencia de un órgano
que ejerza jurisdicción debe fundarse en un proceso previo le-
galmente tramitado. Corresponderá al legislador establecer
siempre las garantías de un procedimiento y una investigación
racionales y justos".
Una aplicación de este supuesto está contemplada en el ar-
tículo 5" del C.P.P., bajo el epígrafe de "Legalidad de las medi-
22
EL DERECHO PROCESAL PENAL
das privativas o restrictivas de libertad", al prescribir: "No se po-
drá citar, arrestar, detener, someter a prisión preventiva ni apli-
car cualquier otra forma de privación o restricción de la libertad
a ninguna persona, sino en los casos y en la forma señalados por
la Constitución y las leyes".
"Las disposiciones de este Código que autorizan la restricción
de la libertad o de otros derechos del imputado o del ejercicio
de alguna de sus facultades serán interpretadas restiictivamen-
te y no se podrán aplicar por analogía".
La indefectibilidad. La vigencia en el sistema de enjuiciamien-
to criminal del apotegma latino de la "nulla poena sine indicio",
el cual en nuestro régimen jurídico, en resguardo de los dere-
chos del imputado y de la víctima del delito, se traduce en el
postulado de la indefectibilidad, hace imprescindible para esta-
blecer la certeza del delito e imponer la pena la substanciación
de un juicio ante un juez, lo cual garantiza la Constitución Polí-
tica en el inciso 5^ del N** 3^* del artículo 19, al disponer que
"Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fun-
darse en un proceso previo legalmente tramitado". En igual sen-
tido se pronuncia el artículo \° del C.P.P. al prescribir que
"Ninguna persona podrá ser condenada o penada, ni sometida
a una de las medidas de seguridad establecidas en este Código,
sino en virtud de una sentencia fundada, dictada por un tribu-
nal. imparcial. Toda persona tiene derecho a un juicio previo,
oral y público, desarrollado en conformidad con las normas de
este cuerpo legal",
Este es el postulado que la doctrina denomina como "debi-
do proceso".
Al respecto la Comisión de Constitución, Legislación yjusti-
cia de la Cámara de Diputados en su sesión N° 23, de 13 de ene-
ro de 1998, hizo presente que la diferenciación entre persona
penada y persona condenada obedece al hecho de que podría
existir una condena sin pena. Por ejemplo, por una renuncia a
ía pena o una medida que no constituya pena. La condena en
sí es el acto que declara la responsabilidad. La pena, en cam-
bio, es la aplicación de la sanción. Se recordó al efecto que exis-
ten casos en el Código en que se puede aplicar una pena sin
Condena. Por ejemplo, en el caso de internación de dementes.
23
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
En el sistema actual chileno, a los peligrosos se les encierra has-
ta por diez años. En todo caso, el hecho de que la pena y la con-
dena sean cosas distintas, es u n a discusión tradicional en la
dogmática penal. Ambas se requieren mutuamente, por lo que
pretender aplicar la u n a sin la otra es u n abuso.
Por su parte, la Comisión de Constitución, Legislación, Jus-
ticia y Reglamento del Senado, en su Segundo Informe, Sesión 5^
(Anexo de Documentos), hizo presente que la aparente redun-
dancia que habría en la frase inicial del artículo 1° del C.P.P.,
antes transcripto, al distinguirse entre la persona "condenada"
y la "penada", se explica por el propósito de ratificar el princi-
pio de que a nadie se le pueden imponer penas si no es previa-
mente condenado y que ningún órgano del Estado que n o sean
los tribunales puede imponerlas. Por otro lado, la mención ex-
presa de la pena comprende el caso del cumplimiento efectivo
de la sanción, ya que u n a persona podría ser condenada y no
cumplir la pena, si ésta le fuere remitida, por ejemplo.^^
La Comisión, además, decidió evitar cualquier duda en or-
den a que la necesidad de que la aplicación de una medida de
seguridad sea dispuesta por u n a resolución judicial, importaría
la derogación de aquellas normas que permiten imponerla por
resolución administrativa, aclarando que se refiere a las medi-
das de seguridad previstas en este Código. Tuvo para ello espe-
cialmente en vista las reglas vigentes del Código Sanitario sobre
internación de personas en determinados establecimientos, que,
ajuicio de la Comisión, requieren con urgencia ser revisadas a
la luz de la Carta Fundamental y de los tratados internacionales
ratificados por Chile, pero en u n contexto distinto de aquel en
que se sitúa el Código Procesal Penal.
Lo anterior demuestra que el legislador, en el nuevo Código,
confirma la garantía del juicio previo, lo cual, por u n lado, satis-
face las exigencias del debido proceso y, por el otro, asegura la
eficacia de la presunción de inocencia que favorece al imputado.
El juez natural. Como tercer supuesto, el juicio debe reali-
zarse ante el denominado juez natural, ya que el inciso 4° del
N** 3° del artículo 19 de la Constitución Política y el artículo 2°
S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, pág. 428.
24
EL DERECHO PROCESAL PENAL
del C.P.P. consagran la garantía de que "Nadie podrá ser juzga-
do por comisiones especiales, sino por el tribunal que señalare
la ley y que se hallare establecido por ésta con anterioridad a la
perpetración del hecho".
Sin embargo, el legislador no se ha conformado con garan-
tizar el debido proceso previo ante el juez natural, sino que, ade-
más, ha establecido normas para asegurar la "legalidad de las
medidas privativas o restrictivas de libertad", como lo establece
el artículo 5° del C.RP.
La dirección de la investigación por el ministerio público. El nue-
vo Código Procesal Penal parte de la premisa de la imparciali-
dad del juzgador, y para lograr esta neutralidad y ecuanimidad,
ha separado las labores de investigación del delito de las fun-
ciones jurisdiccionales relativas a la instrucción del proceso pe-
nal y al juzgamiento del delincuente.
Para tal efecto, la Carta Fundamental, en su articulo 80 A,
ha encomendado la dirección exclusiva de la investigación de
los hechos constitutivos de delito, de los que determinen la par-
ticipación punible y de los que acrediten la inocencia del impu-
tado, al ministerio público, organismo administrativo autónomo,
jerarquizado, con facultades de imperio, ajeno al Poder Judicial.
A este mismo organismo, la Constitución Política le ha en-
cargado ejercer la acción penal pública, como asimismo adop-
tar las medidas de protección en favor de las víctimas de delito
y de los testigos.
En caso alguno, empero, tal órgano del Estado podrá ejer-
cer funciones jurisdiccionales.
Corrobora lo anterior el articulo 3^ del C.P.P., el cual, bajo
el epígrafe de "Exclusividad de la investigación penal", esta-
blece: "El ministerio público dirigirá en forma exclusiva la
investigación de los hechos constitutivos de delito, los que de-
terminaren la participación punible y los que acreditaren la
inocencia del imputado, en la forma prevista por la Constitu-
ción y la ley".
De esta manera se persigue evitar que el juez de garantía o
el tribunal colegiado llamado a resolver el juicio penal formen
en sus conciencias durante la investigación prejuicios adversos
o favorables al imputado o a la víctima del delito que los priven
25
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
de la imparcialidad necesaria para fallar el litigio sometido a su
decisión con absoluta ecuanimidad.
Con relación a este punto, empero, la Corte Suprema ha de-
clarado que esta falta de designio anticipado para el juzgamien-
to sólo puede concurrir respecto de los tribunales o entes
jurisdiccionales, pero resulta incompatible con la actividad in-
vestigadora del ministerio público, que se sustenta en u n a do-
ble sospecha: la de una posible ilicitud de un hecho y la de la
probable responsabilidad de una persona. El ministerio públi-
co debe ser objetivo, objetividad que n o es lo mismo que im-
parcialidad: esta última sólo afecta al tribunal (Informe de la
Corte Suprema al Senado de 8 de junio de 1998, oficio N° 968).
El non bis in idem. En seguida, en el nuevo sistema se consa-
gra el apotegma non bis in idem, al establecer expresamente el ar-
tículo 1°, inciso 2°, del Código Procesal Penal, que "La persona
condenada, absuelta o sobreseída definitivamente por sentencia
ejecutoriada, n o podrá ser sometida a un nuevo procedimiento
penal por el mismo hecho".
En relación con este supuesto, se sugirió p o r los senadores
Bombal, Larraín, Stange y Urenda, miembros de la antes referi-
da Comisión del Senado, que se agregara al precepto antes trans-
cripto u n a frase "en el sentido de que la garantía de n o ser
sometido a procedimiento por el mismo hecho se aplica sin per-
juicio de lo dispuesto en el inciso 3*^ del artículo 12 (actual ar-
tículo 13), que admite excepcionalmente que se realice en Chile
un nuevo juzgamiento de hechos sobre los cuales haya recaído
una sentencia condenatoria en el extranjero".
Sin embargo, "en virtud de la revisión que la Comisión del
Senado efectuó del artículo 12 (actual artículo 13 del C.P.P.), se
concluyó la procedencia de reconocer valor en Chile, en gene-
ral, a las sentencias penales extranjeras, salvo casos determina-
dos que corresponden, en esencia, a aquellos en que acepta el
doble juzgamiento el Estatuto de la Corte Penal Internacional.
En tales casos, efectivamente se producirán excepciones a la pro-
hibición del doble juzgamiento, pero la Comisión prefirió no
acoger la indicación porque, desde el punto de vista de fondo,
es innecesaria, desde el momento que la aludida norma espe-
cial prevalecerá sobre la regla general que se consigna en el ar-
26
EL DERECHO PROCESAL PENAL
tículo I*' y, desde el punto de vista formal, restringe o debilita
un principio generalmente reconocido al momento de formu-
larlo" (Segundo Informe, Sesión 5^, Anexo de Documentos).''
La presunción de inocencia del imputado. El proceso penal chi-
leno, además, se inspira en la hipótesis de la presunción de ino-
cencia del imputado, al prescribir el nuevo texto legal, artículo
4^, que "Ninguna persona será considerada culpable ni tratada
como tal en tanto no fuere condenada por una sentencia firme".
Una lógica consecuencia de este mandato es la interpreta-
ción restrictiva de los preceptos procesales que afectan al libre
albedrío de las personas ordenada en el inciso 2*^ del artículo
5*^, al establecer: "Las disposiciones de este Código que autori-
zan la restricción de la libertad o de otros derechos del imputa-
do o del ejercicio de alguna de sus facultades serán interpretadas
restrictivamente y no se podrán aplicar por analogía".
Como se podrá apreciar, la presunción de inocencia del im-
putado establecida p o r la ley modera las restiicciones a la liber-
tad personal contempladas en el antiguo sistema, el cual sobre
la base de sometimiento a proceso, la privación de libertad y los
sufrimientos que ésta imponía, en el hecho irrogaba al procesa-
do una pena anticipada, sin estar condenado.
En la actualidad, en cambio, aun cuando el ministerio pú-
blico en su labor investigatoria debe obrar objetivamente, en
base a la doble sospecha de la existencia de un hecho constitu-
tivo de delito y de la participación punible atribuida a una per-
sona determinada, al igual que los órganos jurisdiccionales, está
obligado a conjugar dicha objetividad con la presunción de ino-
cencia del imputado, en tanto n o exista una sentencia conde-
natoria ejecutoriada que establezca lo contrario.
Por eso, durante la investigación, el ministerio público, no
obstante sus facultades de imperio, está impedido de dictar me-
didas que afecten los derechos fundamentales del imputado ga-
rantizados por la Carta Fundamental, tales como la detención,
el allanamiento de morada, la exhibición de documentos, etcé-
tera, sin la previa aprobación del juez (art. 9*" inciso 2"* C.P.P.).
'•• S e n a d o , Diaño de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 429.
27
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
El derecho de defensa del imputado. El artículo 19 N'* 3**, inci-
sos segundo y tercero de la Constitución Política, garantiza este
derecho al establecer: "Toda persona tiene derecho a defensa
jurídica en la forma que la ley señale y ninguna autoridad o
individuo podrá impedir, restringir o perturbar la debida inter-
vención del letrado si hubiere sido requerida. Tratándose de los
integrantes de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad Pú-
blica, este derecho se regirá, en lo concerniente a lo adminis-
trativo y disciplinario, por las normas pertinentes de sus respec-
tivos estatutos".
"La ley arbitrará los medios para otorgar asesoramiento y de-
fensa jurídica a quienes no puedan procurárselos por sí mismos".
A su vez, el artículo 8° del C.P.P. establece: "El imputado ten-
drá derecho a ser defendido por un letrado desde la primera
actuación del procedimiento dirigido en su contra".
"El imputado tendrá derecho a formular los planteamientos
y alegaciones que considerare oportunos, así como a intervenir
en todas las actuaciones judiciales y en las demás actuaciones
del procedimiento, salvas las excepciones expresamente previs-
tas en este Código".
Además, la defensa la trata especialmente el Código en sus
artículos 103 y siguientes (infra N"'' 134 y sigts.).
La protección de la víctima. La actual legislación resguarda los
intereses de la víctima del delito, a la cual le otorga la calidad
de sujeto procesal, aun cuando no se querelle, además de la con-
dición de parte, si comparece al juicio, lo que le confiere dere-
chos procesales. Además, la ley le impone al ministerio público
la obligación de proteger a la víctima del delito, y al juez el de-
ber de garantizarle sus derechos d u r a n t e el procedimiento
(arts. 7 8 y l 0 9 C . P . R ) .
Al efecto, el artículo 6*^ del C.P.P., modificado por la Ley
N^ 19.789, establece, en síntesis: "El ministerio público estará
obligado a velar por la protección de la víctima del delito en to-
das las etapas del procedimiento penal. Por su parte, el tribu-
nal garantizará conforme a la ley la vigencia de sus derechos
durante el procedimiento".
"Asimismo, la policía y los demás organismos auxiliares de-
berán otorgarle u n trato acorde con su condición de víctima,
28
EL DERECHO PROCESAL PENAL
procurando facilitar al máximo su participación en los trámites
en que debiere intervenir".
La cautela de garantías. Al efecto, el artículo 10 del C.P.P. es-
tatuye: "En cualquiera etapa del procedimiento en que el juez
de garantía estimare que el imputado no está en condiciones
de ejercer los derechos que le otorgan las garantías judiciales
consagradas en la Constitución Política, en las leyes o en los tra-
tados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren
vigentes, adoptará, de oficio o a petición de parte, las medidas
necesarias para permitir dicho ejercicio".
"Si esas medidas no fueren suficientes para evitar que pudie-
re producirse una afectación sustancial de los derechos del im-
putado, el juez ordenará la suspensión del procedimiento y citará
a los intervinientes a una audiencia que se celebrará con los que
asistan. Con el mérito de los antecedentes reunidos y de lo que
en dicha audiencia se expusiere, resolverá la continuación del pro-
cedimiento o decretará el sobreseimiento temporal del mismo".
Esta disposición constitucional se refiere a los casos en que
el imputado por incapacidad física o mental motivada por su
avanzada edad o por enfermedad, no se encuentra en condicio-
nes de defenderse en forma adecuada a través de un justo y le-
gal procedimiento, ante su imposibilidad de ejercer los derechos
y garantías que le aseguran la Carta Fundamental, las leyes y los
tratados internacionales que se encuentren vigentes.
En tales casos, al comprobar el juez las limitaciones físicas o
psíquicas que aquejan al imputado^ está obligado, en primer tér-
mino, a adoptar las medidas que sean necesarias y estime perti-
nentes para subsanar el estado de indefensión en que aquél se
encuentra, y si éstas no fueren suficientes para lograr tal objeti-
vo, deberá sobreseer la causa temporalmente.
De esta manera se da solución, en especial, a los casos en
que el imputado sufra de una deficiencia psíquica que, sin cons-
tituir locura o demencia, se encuentre en un estado intermedio
de anormalidad mental que le impida defenderse en forma ade-
cuada (infra N°^ 362 y 580).
La Comisión de Constitución, LegisIación,Justicia y Reglamen-
to del Senado, en su Segundo Informe, Sesión 5^ (Anexo de Do-
cumentos), al aprobar el precepto antes transcripto, "fue de
29
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
parecer que, en esos términos, no sólo se evita distraer esfuerzos
de los órganos del Estado en una persecución infructuosa, sino
que efectivamente se crea un mecanismo de resguardo de las ga-
rantías, tanto de aquellas que la propia Carta Fundamental prevé,
como las que el legislador ha establecido siguiendo el mandato de
consagrar un procedimiento y una investigación racionales y jus-
tos, o las contempladas en los tratados internacionales. El juez de
garantía, al reparar que el imputado no puede ejercer en pleni-
tud los derechos emanados de esas garantías, o al exponérsele esa
situación, debe proceder a adoptar las medidas necesarias para
resguardarlas, incluso suspendiendo el procedimiento para reunir
todos los antecedentes que le permitan resolver informadamen-
te si puede ser reanudado o ha de decretarse sobreseimiento".
"Cabe observar que esta cautela se centra en la etapa del pro-
cedimiento en la cual le corresponde intervenir al juez de ga-
rantía, y n o cuando la causa se encuentra sometida al juicio oral
en lo penal. Las razones son que, precisamente, por la natura-
leza de las circunstancias a que se alude, deberían ser detecta-
das y resueltas antes de la audiencia del juicio oral, de forma
que sólo se sometan al juicio oral personas que se encuentren
en condiciones de ejercer los derechos que les corresponden.
Si se permitiera debatir este tema en el juicio oral, se crearían
inconvenientes mayores, como sería la eventual suspensión del
juicio oral y consiguiente pérdida de la continuidad de la au-
diencia si en definitiva se reanudara, y los efectos indirectos, pero
no menos importantes, en el despacho regular de las causas por
el tribunal del juicio oral en lo penal".^^ Nos referiremos tam-
bién sobre esta materia más adelante (infra N° 580).
La libertad de pruebas. En los artículos 295 y siguientes del Có-
digo Procesal Penal se consagra el supuesto de la "libertad de
pruebas", la cual comprende dos aspectos: u n o en cuanto a la
especie o naturaleza de las probanzas que le son admisibles pro-
ducir al imputado en el juicio oral; y el otro, en lo relativo a su
valoración por el tribunal colegiado.
En lo que atañe al primer aspecto, los hechos pertinentes y
relevantes controvertidos del juicio oral y sus antecedentes po-
'^ S e n a d o , Diaño de Sesiones del Senado, págs. 440 y 441
30
EL DERECHO PROCESAL PENAL
drán acreditarse por cualquiera clase de pruebas lícitas y aptas
para producir fe, las cuales deberán producirse o incorporarse
en la forma señalada por la ley, o como lo determine el tribu-
nal en caso de n o existir regulación legal aplicable. No existen
medios de prueba excluidos o restringidos, ni tampoco existe
la vinculación de la necesidad de probar ciertos hechos con de-
terminados medios.
En lo que respecta a su valoración, la ley pone término al
régimen de prueba tasada, legal o regulada, y por ende, el tri-
bunal podrá apreciarla y evaluarla con libertad, pues ningún
medio probatorio tiene mayor valor que otro, ni existen medios
de prueba excluidos. No hay, tampoco, inhabilidades de testi-
gos ni de peritos.
Empero, la conclusión del juez obtenida de la prueba debe
ser fundamentada, es decir, el juzgador debe explicar el razo-
namiento que ha realizado para arribar a una conclusión y las
pruebas en que ha basado aquélla, la cual, en todo caso, n o po-
drá contradecir los principios de la lógica, las máximas de la ex-
periencia ni los conocimientos científicamente afianzados
(arts. 297ysigts. delC.P.P.) (infra N^^ 214y sigts.).
La instancia única. El nuevo Código Procesal Penal consagra
el supuesto de la "instancia única", el cual suprime el recurso
de apelación para impugnar los fallos del tribunal colegiado, Al
efecto, el artículo 364 del C.P.P. establece que "Serán inapela-
bles las resoluciones dictadas por u n tribunal de juicio oral en
lo penal".
Esta supresión de la apelación se justifica, si se considera que
la segunda instancia en el nuevo juicio penal se opondría a los
principios de la oralidad y de inmediación que informan al jui-
cio oral, ya que impediría a los falladores de la alzada oír y pre-
senciar el debate y la producción de las pruebas, debiendo
fundar su dictamen sólo en resumidos e insuficientes registros
o actas escritas.
Además, la interposición de la apelación produciría el efecto
de paralizar la acción de la justicia, p o r la demora en la defini-
ción definitiva del juicio, al favorecer artificiosos estancamien-
tos procesales promovidos por las partes, lo cual daría como
resultado el retardo en la imposición de las penas y en el resar-
31
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
cimiento de los daños, tanto para la víctima como para el decla-
rado inocente, en su caso (infra N° 450).
II) En cuanto a hs principios que informan al proceso penal chileno,
son los siguientes:
La oportunidad o selectividad. En la iniciación del enjuicia-
miento criminal, el ministerio público, llamado a ejercer la ac-
ción penal pública, debe observar el "principio de oportunidad
o selectividad", el cual lo faculta para no promoverla o aban-
donar la ya iniciada cuando se tratare de u n hecho que no
comprometa gravemente el interés público, a menos que la
p e n a mínima asignada al delito excediere de presidio o re-
clusión menores en sus grados mínimos, o se tratare de delito
cometido por un funcionario público en el ejercicio de sus fun-
ciones.
El juez de garantía podrá, sin embargo, dejar sin efecto tal
decisión del fiscal, sea por oposición de los intervinientes o la
víctima a tal medida, sea de oficio, si estima que no se ajusta a
laley (art. 170C,P.R).
La aplicación del principio de oportunidad o selectividad
cumple con el espíritu del Derecho Procesal en el sentido de
que su finalidad no sólo es aplicar el Derecho Penal material,
sino que también velar por el respeto de las garantías individua-
les que la Constitución Política establece en favor de las perso-
nas, sin perjuicio de que, por otra parte, permita descongestionar
el abrumador trabajo de los tribunales y, a través de un mejor
manejo de los fondos públicos destinados a la persecución pe-
nal, disminuir los gastos del Estado en la administración de jus-
ticia (infra N° 284),
También con tal objetivo, la nueva legislación autoriza al fis-
cal del ministerio público, en tanto no se hubiere producido la
intervención del juez de garantía en el procedimiento, para ar-
chivar provisionalmente aquellas investigaciones en las que no
aparecieren antecedentes que permitieren desarrollar activida-
des conducentes al esclarecimiento de los hechos (art. 167
C.P.P.) (infra N° 282).
Con idéntico propósito, el fiscal del ministerio público, con
el acuerdo del imputado, "podrá solicitar del juez de garantía
la suspensión condicional del procedimiento El juez podrá re-
32
EL DERECHO PROCESAL PENAL
querir del ministerio público los antecedentes que estime nece-
sarios para resolver" (infra N"^ 242 y sigts.).
"La suspensión condicional del procedimiento podrá decre-
tarse: a) Si la pena que pudiere imponerse al imputado, en el even-
to de dictarse sentencia condenatoria, no excediere de tres años
de privación de libertad, y b) Si el imputado no hubiere sido con-
denado anteriormente por crimen o simple delito" (art. 237
C.P.P.).
La disponibilidad. El principio de la "disponibilidad o justi-
cia consensuada" permite a las partes extinguir la acción penal
mediante acuerdos reparatorios que deberán ser aprobados por
el juez de garantía, atinentes al pago de indemnizaciones pecu-
niarias respecto de "hechos investigados que afectaren bienes
jurídicos disponibles de carácter patrimonial, consistieren en le-
siones menos graves o constituyeren delitos culposos" (art. 241
C.P.P).
Igualmente, la aplicación de este principio permite la ope-
rancia del denominado "procedimiento abreviado", el cual pue-
de ser propuesto, con la conformidad del imputado, por el mi-
nisterio público por escrito al juez de garantía, cuando el delito
requiriere de una pena no superior a cinco años de presidio o
reclusión menores en su grados máximos, o bien cualesquiera
otras penas de cualquiera naturaleza, cualquiera que fuere su
entidad o monto, ya fueren únicas, conjuntas o alternativas. Tal
solicitud del ministerio público será conocida y fallada en la au-
diencia de preparación del juicio oral, pudiendo el querellante
oponerse a ella (arts. 406 y sigts. C.P.P.).
La oralidad. Uno de los principios primordiales que informan
al nuevo sistema de enjuiciamiento criminal es el de la "orali-
dad", el cual se refiere a la forma de obtención del conocimien-
to del debate en cuanto a las alegaciones y argumentaciones de
las partes, las declaraciones del acusado y la recepción de las
pruebas, y, en general, a toda intervención de quienes partici-
pen en la audiencia. Inclusive las resoluciones deben ser dicta-
das y fundamentadas verbalmente por el tribunal. Consiste, por
tanto, en que tales actuaciones procesales deben expresarse por
medio de la palabra, en términos que el fallo de la causa debe
fundarse exclusivamente en los antecedentes fácticos manifes-
33
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
tados oralmente en el idioma oficial en las audiencias ante el
tribunal.
De acuerdo con este postulado, por lo tanto, el órgano ju-
risdiccional, como norma, se informa por percepción auditiva
de las imputaciones y defensas de las partes y de las pruebas que
éstas rindan, y en base exclusiva a tal conocimiento debe funda-
mentar y emitir la sentencia, también oralmente (art. 291 C.P.R).
La inmediación. El principio de la "inmediación" atañe al lu-
gar y al tiempo en que debe realizarse el conocimiento del de-
bate y de las pruebas de las partes por el tribunal colegiado, el
cual debe ser simultáneo con su producción y justamente en el
recinto en que aquél funcione, con asistencia de los jueces, el
acusado, el fiscal, los defensores, los peritos y los testigos. Con-
siste, en consecuencia, en el primer grado del instante y de la
distancia en que debe acaecer la percepción por parte de los
jueces, la cual, de acuerdo con este principio, debe ser súbita o
instantánea, tanto en lo visual como en lo auditivo (arts. 284,
285 y 286 C.P.R).
Mientras la oralidad dice relación con la forma como debe
el tribunal tomar conocimiento del debate y de las pruebas, la
inmediación, en cambio, atañe al tiempo y al lugar en que debe
llevarse a cabo tal información.
Ambos principios, por lo tanto, son diversos y pueden exis-
tir uno sin la concurrencia del otro. Así, por ejemplo, la decla-
ración por escrito de u n testigo imposibilitado o eximido de
concurrir al tribunal prestada ante u n órgano diverso y ajeno al
lugar del juicio, satisface el principio de la oralidad, mas no el
de la inmediación.
A la inversa, la suspensión de la lectura ante el tribunal cole-
giado de documentos que deben ser puestos a su disposición, com-
place al principio de la inmediación, pero no al de la oralidad.
La inmediación - c o m o lo sostiene en síntesis Fenech, citan-
do a Goldschmidt- persigue, en el aspecto subjetivo o formal,
que el tribunal se relacione lo más directamente posible con el
debate y la rendición de las pruebas, y en lo objetivo o material,
tiende a que el tribunal forme su convicción a través de los me-
dios probatorios que se encuentren en la relación más directa
con el hecho que se trate de probar. Ello exige, por lo tanto,
34
EL DERECHO PROCESAL PENAL
que la sentencia sea deliberada por los mismos jueces que ha-
yan participado en el debate.
La publicidad. El principio de la publicidad consiste en qiie
todos los debates y la producción de las pruebas de las partes
deben ser públicos y a ellos tienen libre acceso tanto los con-
tendientes como el pueblo en general, con escasas excepciones
contempladas por la ley en resguardo de la intimidad, el honor
o la seguridad de cualquier persona que debiere tomar parte en
el juicio o para evitar la divulgación de un secreto protegido por
laley (art. 289C.RR).
La concentración. El principio de la concentración, por su
parte, exige que dentro de un mismo espacio de tiempo y sin
interrupción se efectúen todos los actos procesales particulares
que integran un acto procesal complejo. De ahí que, abierto el
juicio oral, deberá continuar en todas las sesiones que sean ne-
cesarias hasta su terminación y dictación del fallo (art. 282
C.RR).
La contradictoríedad. El principio de la contradictoriedad, por
último, otorga a las partes el denominado jus postulandi, es de-
cir, la facultad de hacer valer todos los fundamentos que esti-
men necesarios parajustificar sus cargos o descargos, discutirlos,
refutarlos, negarlos y, en general, para controvertirlos y rendir
todas las especies de pruebas que estimen pertinentes para ta-
les efectos.
35
 TÍTULO II
LAS NORMAS PROCESALES PENALES

Capitulo I
GENERALIDADES

7. Conceptos y clasifícaciones. Las normas procesales penales

se clasifican en orgánicas o constitutivas y en formales, adjetivas
o de procedimiento.
Las orgánicas o constitutivas atañen a la constitución, organi-
zación y disciplina de los tribunales de justicia y de los demás fun-
cionarios del Poder Judicial, y contemplan las aptitudes que deben
poseer sus personeros para sus nombramientos, las inhabilidades
e incompatibilidades que los afectan, sus jerarquías, garantías, atri-
buciones, obligaciones, deberes, jurisdicciones, competencias, etc.
En nuestro sistema jurídico, estas normas están contenidas
en la Constitución Política, en el Código Orgánico de Tribuna-
les, en el Código de Justicia Militar, en la Ordenanza de Adua-
nas, en la Ley N** 15.231 sobre Organización y Atribuciones de
los Juzgados de Policía Local, en la Ley N"" 16.618 de Menores,
y en otras leyes especiales que se refieren a la competencia para
conocer y juzgar las contravenciones administrativas.
Las normas procesales penales formales, adjetivas o de pro-
cedimiento, son aquellas que rigen la tramitación del proceso
criminal para los efectos de la investigación del delito, la decla-
ración de su certeza, la averiguación del delincuente y de su pe-
ligrosidad, la aplicación de medidas cautelares y de seguridad,
la imposición de las penas y la determinación e imputación de
las responsabilidades civiles provenientes del hecho punible.

37
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Además, estas normas procesales establecen los sujetos proce-
sales, la legitimación y modo de promover y ejercer las acciones
penales y civiles, la enumeración, la admisibilidad, oportunidad
y valoración de las pruebas, los requisitos de los actos procesales,
la forma de la dictación de las sentencias, los efectos de éstas, los
recursos para impugnarlas, y, en general, toda la reglamentación
del procedimiento criminal.
Esta especie de normas se encuentran contenidas principal-
mente en el Código Procesal Penal, en el Código de Jusücia Mi-
litar, en la Ordenanza de Aduanas, en la Ley N" 16.618 de
Menores, en la Ley N*" 18.287 que establece el Procedimiento
ante Los Juzgados de Policía Local, en la Ley de Alcoholes y Be-
bidas Alcohólicas, y en otras leyes especiales.
Por otra parte, el artículo 52 del C.P.P. establece que "Serán
aplicables al procedimiento penal, en cuanto no se opusieren a
lo estatuido en este Código o en leyes especiales, las normas co-
munes a todo procedimiento contempladas en el Libro I del
Código de Procedimiento Civil".
8. Características. Las características esenciales de las normas
procesales penales emanan de su carácter de derecho público,
porque regulan una actividad de interés comunitario, como es
la función jurisdiccional, y, como tales, son obligatorias o abso-
lutas, tanto para el juez como para sujetos procesales y partes,
en virtud del principio de la "indisponibilidad" que rige parcial-
mente en Chile en el proceso penal.
En lo que atañe a la procesabilidad de estas normas, no debe
creerse que sus disposiciones son siempre formales, ya que en
ciertos casos, cuando autorizan para actuar de una u otra ma-
nera en el proceso penal, otorgando una especie de derecho sub-
jetivo y, por ende, una suerte de acción, adquieren el carácter
de normas substanciales. Así ocurre, por ejemplo, con los dere-
chos a licencias y las prerrogativas de los jueces, con el derecho
del procesado para impetrar la libertad provisional o para ape-
lar de la sentencia y con el derecho del dañado por el delito
para ejercer la acción civil. Lo mismo acontece con las normas
sobre jurisdicción y competencia.
Como consecuencia de lo anterior, la procesabilidad de ta-
les normas no está determinada por la ubicación que éstas ten-
38
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
gan en el ámbito de la legislación positiva substancial o proce-
sal, sino que por su objeto y contenido, ya que en la práctica
existen, por excepción, disposiciones de índole material tanto
en la Carta Fundamental como en el Código Procesal Penal y
en el Orgánico de Tribunales, como asimismo existen precep-
tos procesales en los Códigos Civil y Penal, y aun en la Constitu-
ción Política.
Cabe hacer presente, además, que el establecimiento del ca-
rácter procesal o material de una norma tiene suma importancia
para los efectos de la determinación de su vigencia en el tiempo,
y para los fines de su interpretación (infra N"' 9, 12 y sigts.).
Capítulo II
APLICACIÓN DE LAS NORMAS PROCESALES PENALES
9. Aplicación de las normas procesales penales en el tiempo. El
principio general lo establece el artículo 9° del Código Civil, al
prescribir: "La ley puede sólo disponer para lo futuro, y no ten-
drájamás efecto retroactivo. Sin embargo -agrega-, las leyes que
se limiten a declarar el sentido de otras leyes, se entenderán in-
corporadas en éstas; pero no afectarán en manera alguna los
efectos de las sentencias judiciales ejecutoriadas en el tiempo in-
termedio".
El precepto antes transcripto, por tanto, consagra la regla de
que la ley sólo puede disponer para el porvenir, con la salvedad
de que las leyes interpretativas de otras, por considerarse inser-
tas en las interpretadas, en realidad producen efectos retroacti-
vos, pero no respecto de los fallos que hayan quedado firmes
en el lapso intermedio.
La norma genérica que impera en el ámbito procesal penal
la contempla el artículo 24 de la Ley sobre Efecto Retroactivo
de las Leyes, el cual dispone: "Las leyes concernientes a la sus-
tanciación y ritualidad de los juicios prevalecen sobre las ante-
ñores desde el momento en que deben empezar a regir. Pero
los términos que hubiesen empezado a correr y las actuaciones
y diligencias que ya estuvieren iniciadas se regirán por la ley VI-
gente al tiempo de su iniciación".
39
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO I'ENAL
Esta disposición, como se podrá apreciar, confirma la regla
general sustantiva en el sentido de que la ley sólo puede dispo-
ner para lo futuro, con el alcance de que las leyes procesales ri-
gen además in actum, es decir, prevalecen de inmediato con
respecto a las anteriores desde que entran en vigor, con la sola
limitación de que los plazos legales que hubiesen empezado a
correr y las actuaciones y diligencias del proceso ya iniciadas, se
regirán por las leyes vigentes a la fecha en que empezaren a com-
putarse tales plazos o se hubiese dado inicio a dichas diligen-
cias o actuaciones.
Estas normas, sin embargo, se encuentran modificadas en la
actualidad por el precepto especial del artículo 11 del C.P.P., el
cual establece que "Las leyes procesales penales serán aplicables
a los procedimientos ya iniciados, salvo cuando, ajuicio del tri-
bunal, la ley anterior contuviere disposiciones más favorables al
imputado".
Esta disposición, inspirada en el principio in dubio pro reo,
modifica las normas generales sobre aplicación de las leyes en
el tiempo establecidas en el artículo Q"" del Código Civil y en el
artículo 24 de la Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes.
En efecto, el precepto antes transcrito al sostener que las le-
yes procesales no serán aplicables a los procedimientos ya ini-
ciados, cuando la ley anterior contuviere disposiciones más
favorables al imputado, impide, por una parte, a la nueva ley dis-
poner para lo futuro como lo establece el artículo 9** del Códi-
go Civil y, por el contrario, obliga al juez a valerse de la ley
antigua para dirimir el caso de que se trata.
A su vez, la norma del artículo 11 del C.P.P. imposibilita que
la nueva ley procesal entre en vigencia in actum, esto es, que pre-
valezca sobre la anterior desde el momento en que deba empe-
zar a regir como lo ordena el artículo 24 de la Ley sobre Efecto
Retroactivo de las Leyes.
Por lo tanto, en tales casos la nueva ley procesal, por excep-
ción, no rige in actum respecto de los procedimientos ya inicia-
dos, si la ley anterior es más favorable al imputado, caso en que
es aplicable la antigua disposición legal.
El precitado precepto del artículo 11, sin embargo, regirá
solamente si el procedimiento de que se trata versa sobre he-
chos acaecidos con posterioridad a la entrada en vigencia del
40
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Código Procesal Penal, según lo establece la Disposición Trige-
simasexta Transitoria de la Constitución Política (infra N° 591).
Así lo observó la Comisión de Constitución, Legislación, Jus-
ticia y Reglamento del Senado, en su Segundo Informe, Sesión
5^ (Anexos de Documentos), al hacer presente que "Si bien pue-
de parecer extraña la posibilidad de que haya dos partícipes en
un mismo hecho sometidos a diferentes reglas de procedimien-
to, ello está directamente relacionado con el principio pro reo
consagrado en el artículo 19 N° 3 de la Constitución Política y
en el artículo 18 del Código Penal. Dado que en la ley sustanti-
va se aplica la pena más favorable al reo, la lógica lleva a admi-
tir que u n a similar cosa ocurra con las normas procesales, que
pueden estar referidas a los medios de prueba, la prisión pre-
ventiva, etc., haciendo excepción a la vigencia in actum de las
leyes procesales contemplada en el artículo 24 de la Ley Sobre
Efecto Retroactivo de las Leyes".
"No está de más acotar -agregó la Comisión- que la regla así
expresada tendrá una limitación importante en cuanto al ámbito
de su aplicación temporal, derivada del mandato contenido en
la Disposición Trigesimasexta Transitoria de la Constitución Polí-
tica, en orden a que la reforma procesal penal sólo se aplique a
los hechos nuevos acaecidos con posterioridad a su entrada en
vigencia. De este modo, no será procedente, para la aplicación
de este precepto, comparar las normas contenidas en este Códi-
go con las leyes procesales penales preexistentes. Ello, por cierto,
es sin perjuicio de que el legislador -como la Comisión tiene con-
siderado hacer en el proyecto de ley sobre las normas adecuato-
rias antes aludido- resuelva introducir en los procedimientos
vigentes algunos cambios para armonizarlos en mejor medida con
algunos principios o garantías que se incorporan en la reforma".^^
Cabe hacer presente, por último, que para la aplicación de
las reglas anteriores es preciso determinar qué entiende el le-
gislador por "procedimientos ya iniciados", a que hace referen-
cia el artículo 11 del C.RR
Al respecto, estimamos que aplicando también el principio
í^ dubio pro reo, tal locución debe ser entendida en sentido am-
""' Diaño de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, págs. 437 y 438.
41
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCKSO PKNAL
plio, considerando para tales efectos como "inicio del procedi-
miento" el momento de la recepción de la notitia criminis por
parte del ministerio público, sea por denuncia, querella o en otra
forma, ya que aunque la investigación que corresponde al fiscal
se realiza en un régimen desformalizado no constitutivo de jui-
cio criminal propiamente tal, en resguardo de los derechos y
garantías del imputado, aquél, es decir, el denominado por el
legislador período de "investigación", queda regido, sin duda,
por la norma especial sobre aplicación de la ley en el tiempo
establecida en el precitado artículo 11 del C.RP.
Abona tal criterio el artículo 172 del C.RR, el cual, al referir-
se al inicio del procedimiento, establece que "La investigación de
un hecho que revistiere caracteres de delito podrá iniciarse de
oficio por el ministerio público, por denuncia o por querella".
10. Aplicación de las normas procesales penales en el espacio.
Se rige, en general, por el enunciado contenido en el artículo
14 del Código Civil, el cual, al establecer que "La ley es obliga-
toria para todos los habitantes de la República, incluso los ex-
tranjeros", consagra el principio de la territorialidad de la norma
legal procesal penal, al hacerla aplicable a toda persona que se
encuentre dentro del territorio nacional.
En nuestro sistema jurídico impera, por lo tanto, el apoteg-
ma latino "legis locus regit actum " lo cual significa que la compe-
tencia y las formas de los juicios criminales seguidos ante los
tribunales chilenos se regulan por la ley procesal penal nacio-
nal; o, más precisamente, en Chile es aplicable el postulado ro-
mano "ordo iudicii regitur legibus loci ubi causa agítur", lo cual
significa que el orden del juicio se rige por las leyes del lugar
donde se conoce la causa.
En consecuencia, de acuerdo con lo antes expuesto, la ley
procesal penal chilena se aplica a todos los juicios criminales de
que conocen los tribunales de la Nación, aunque se trate de crí-
menes o simples delitos perpetrados fuera del territorio de la
República que, de acuerdo con el artículo 6° del Código Orgá-
nico de Tribunales, deban ser juzgados en Chile, pues el legisla-
dor, para determinar la ley procesal aplicable, prescinde, como
norma, del lugar en que se haya perpetrado el hecho punible,
y toma en cuenta para tal efecto, solamente la circunstancia de
42
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
que el proceso se substancie en un tribunal dentro del territo-
rio y ante un juez nacional, es decir -como se expresó anterior-
mente-, rige al respecto el postulado "ordo iudicii regitur legibus
loci ubi causa agítur".
Excepcionalmente, sin embargo, en virtud de tratados inter-
nacionales existen delitos que, aun cuando hayan sido cometi-
dos en territorio nacional, no se rigen por las normas procesales
del país, ni su juzgamiento corresponde ajueces nacionales.
Así ocurre, por ejemplo, con ciertos casos contemplados en
el Código de Derecho Internacional Privado, suscrito por Chile
en La Habana el 20 de febrero de 1928, el cual, previa su apro-
bación por el Congreso Nacional y su promulgación, fue publi-
cado en el Diario Oficial N° 16.837, de 25 de abril de 1934.
En efecto, dicho texto legal prescribe, en sus artículos 299 a
304 que: "Tampoco son aplicables las leyes penales de un Esta-
do a los delitos cometidos en el perímetro de las operaciones
militares, cuando autorice el paso por su territorio de un ejérci-
to de otro Estado contratante, salvo que no tengan relación le-
gal con dicho ejército".
"La misma excepción se aplica a los delitos cometidos en aguas
territoriales o en el aire nacional, a bordo de naves o aeronaves
extranjeras de guerra".
"Lo propio sucede con los delitos cometidos en aguas terri-
toriales o aire nacional en naves o aeronaves mercantes extran-
jeras, si no tienen relación alguna con el país y sus habitantes
ni perturban su tranquilidad".
"Cuando los actos de que se componga un delito, se realicen
en Estados contratantes diversos, cada Estado puede castigar el acto
realizado en su país, si constituye por sí solo un hecho punible".
"De lo contrario, se dará preferencia al derecho de la sobe-
ranía local en que el delito se haya consumado".
"Si se trata de delitos conexos en territorios de más de un
Estado contratante, sólo será sometido a la ley penal de cada uno
el cometido en su territorio".
"Ningún Estado contratante apHcará en su territorio las le-
yes penales de los demás".
11. Aplicación de las normas procesales penales en cuanto a las
personas. Si bien la ley procesal penal es, en general, aphcable
43
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
a todos los habitantes de la República, sean chilenos o extranje-
ros (supra N" 10), existen, sin embargo, ciertas personas que, no
obstante ser plenamente capaces para parecer en juicio y asu-
mir responsabilidades civiles y penales, por excepción, en razón
de ejercer ciertas funciones públicas, consulares o diplomáticas
o desempeñar cargos constituidos en dignidad, en virtud de dis-
posiciones constitucionales, de preceptos legales o de tratados
internacionales, gozan de inviolabilidad penal y, como conse-
cuencia de ello, no pueden ser arrestadas, detenidas ni someti-
das a proceso-criminal en Chile.
Esta inmunidad, por lo tanto, además de ser substancial, al
hacer impunes los delitos cometidos por quienes gozan de invio-
labilidad, es, también, de carácter procesal, pues priva a los tribu-
nales de justicia de jurisdicción para someter a proceso, juzgar y
condenar a tales personas por los hechos punibles que cometan
en el territorio nacional en que disfrutan de tal prerrogativa ex-
cepcional.
Tales dignatarios y funcionarios son los siguientes:
1) Los Jefes de Estados extranjeros que se encuentren de vi-
sita o de paso por Chile. Así lo establece el artículo 297 del Có-
digo de Derecho Internacional Privado, acordado en la Sexta
Conferencia Internacional Americana de La Habana, de 20 de
febrero de 1928, aprobada por el Congreso Nacional chileno el
10 de mayo de 1932, promulgada por Decreto N° 30, de abril
de 1934, y publicada en el Diario Oficial N° 16.837 del día 25
del mismo mes y año. Este precepto dispone al respecto: "Están
exentos de las leyes penales de cada Estado contratante los Je-
fes de los otros Estados, que se encuentren en su territorio".
Generalmente, sin embargo, se ha entendido que tal inviola-
bilidad es aplicable sólo a los Jefes de Estado que se encuentren
en Chile en visita oficial. No coincidimos, empero, con esta postu-
ra doctrinaria, fundados en que el tenor literal del verbo "encon-
trar" empleado en el precepto antes transcripto, significa "hallar",
es decir, "estar presente", lo cual determina que la disposición que
establece la inmunidad rija aun respecto de los Jefes de Estado que
se encuentren de paso en el territorio nacional, ya que donde exis-
te la misma razón es aplicable la misma disposición.
En cuanto al término "Jefes de Estado" expresado en la nor-
ma, tiene también un sentido amplio, y comprende las diversas
44
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
nominaciones que se otorguen a los mandatarios en las diver-
sas legislaciones, sea el de Emperador, Rey, Presidente de la Re-
pública, Príncipe, Regente o Gobernante.
2) Están también exentos de las leyes penales y procesales
penales chilenas, los representantes diplomáticos o consulares,
los familiares de éstos y sus empleados extranjeros que vivan en
su compañía, según lo establece el artículo 298 del Código de
Derecho Internacional Privado, antes citado.
Esta norma se encuentra complementada por los artículos
29, 31, 37, 38 y 40 de la Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas, suscrita por Chile el 18 de abril de 1961 y publi-
cada en el Diario Oficial de 4 de marzo de 1968, en cuanto, en
síntesis, establecen: a) La persona del agente diplomático es in-
violable. No puede ser objeto de ninguna forma de detención
o arresto. El agente diplomático gozará de inmunidad de la ju-
risdicción penal del Estado receptor (arts. 29 y 31); b) Los miem-
bros de la familia de un agente diplomático que formen parte
de su casa, gozarán de las mismas inmunidades procesales pe-
nales antes referidas (art 37 inc. 1°); c) Los miembros del per-
sonal administrativo y técnico de la misión, con los miembros
de sus familias que formen parte de sus respectivas casas, siem-
pre que no sean nacionales del Estado receptor, ni tengan en él
residencia permanente, gozarán también de los privilegios e in-
munidades antes referidas (art. 37 N'* 2); d) El agente diplomá-
tico nacional del Estado receptor o que tenga en él residencia
permanente, sólo gozará de inmunidad de jurisdicción e invio-
labilidad por los actos oficiales realizados en el desempeño de
sus funciones (art. 38 N° 1); e) Los otros miembros de la misión
y los criados particulares que sean nacionales del Estado recep-
tor, o tengan en él su residencia permanente, gozarán de los pri-
vilegios o inmunidades únicamente en la medida que lo permita
dicho Estado. No obstante, el Estado receptor habrá de ejercer
su jurisdicción sobre esas personas de modo que no estorbe in-
debidamente el desempeño de las funciones de la misión (art. 38
^ ° 2)' y g) Si un agente diplomático atraviesa el territorio de un
tercer Estado que le hubiere otorgado el visado del pasaporte si
tal visado fuere necesario, o se encuentra en él para ir a tomar
posesión de sus funciones, para reintegrarse a su cargo o para
volver a su país, el tercer Estado le concederá la inviolabilidad y
45
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
todas las demás inmunidades necesarias para facilitarle el trán-
sito o el regreso. Esta regla será aplicable igualmente a los miem-
bros de su familia que gocen de privilegios o inmunidades y
acompañen al agente diplomático o viajen separadamente para
reunirse con él o regresar a su país. En circunstancias análogas
a las antes previstas, los terceros Estados no habrán de dificul-
tar el paso por su territorio a los miembros del personal admi-
nistrativo y técnico, del personal de servicio de su misión o de
los miembros de sus familias (art. 40 N"^ 1 y 2).
3) Los funcionarios consulares, entendiéndose por tales a
toda persona, incluido el jefe de la oficina consular, encargada
en ese carácter del ejercicio de funciones consulares, y los em-
pleados consulares, es decir, toda persona empleada en el servi-
cio administrativo o técnico de una oficina consular, no estarán
sometidos a jurisdicción penal de las autoridades judiciales y ad-
ministrativas del Estado receptor, por los actos ejecutados en el
ejercicio de sus funciones consulares (arts. 1 N° 1, letras d) y e)
y 43 N° 1 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consula-
res de 28 de abril de 1963, publicada en el Diario Oficial de 5
de marzo de 1968).
Los funcionarios consulares, antes definidos, no podrán ser
detenidos o puestos en prisión preventiva, sino cuando se trate
de un delito grave y por decisión de la autoridad judicial com-
petente. Además, si no se trata de delitos graves, no podrán ser
detenidos, ni sometidos a ninguna otra forma de limitación de
libertad personal, sino en virtud de sentencia firme. Con todo,
estarán obligados a comparecer como inculpados o como testi-
gos cuando sean requeridos en los procedimientos judiciales o
administrativos (arts. 41, 43 y 44).
4) Los diputados y los senadores - d e acuerdo con el inciso
V del artículo 58 de la Constitución Política de la República de
Chile- "son inviolables por las opiniones que manifiesten y los
votos que emitan en el desempeño de sus cargos, en sesiones
de sala o de comisión".
Tales pareceres, opiniones o votos que expresen los diputados
o senadores con respecto a personas, hechos, sucesos o cosas, para
gozar de inmunidad, deben ser emitidos copulativamente: en el
desempeño de sus cargos, es decir, en el ejercicio de sus funciones
parlamentarías y en las sesiones de sala o de comisión.
46
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
Así lo ha establecido la Corte Suprema al sostener que los
parlamentarios obran "en el desempeño de sus cargos" cuando
actúan en el obedecimiento de un deber constitucional o legal
derivado de sus funciones, pero no cuando intervienen en reu-
niones políticas por sentimientos de mera camaradería o por
simpatías de ideales políticos. ^"^
Reunidos dichos requisitos, los parlamentarios gozan de in-
munidad, aun respecto de los delitos de injuria o calumnia que
puedan cometer al expresar sus pareceres, en razón de que el
precepto constitucional, antes transcripto, ha establecido tal
exención de responsabilidad, en aras de la plena libertad de opi-
nión de los congresales.
Confirma tal criterio la circunstancia de que el legislador
haya suprimido del inciso V del artículo 28 de la Ley N" 15.576
sobre Abusos de Publicidad, la expresión "pero serán responsa-
bles de las injurias o calumnias que profirieren en el seno del
parlamento", que contenía la antigua ley sobre la misma mate-
ria contenida en el D.L. 425 de 1925.
Capítulo III
INTERPRETACIÓN DE LAS LEYES PROCESALES PENALES
12. Sistemas semánticos. De acuerdo con la dogmática del De-
recho, en la interpretación de las leyes se distinguen diversos sis-
temas semánticos: ora atendiendo a sus orígenes, ora a sus
métodos, ora a sus alcances.
En lo que atañe a sus orígenes, la interpretación es auténti-
ca si emana de la ley; es doctrinal si proviene de la dogmática
jurídica, y es judicial si procede de las sentencias de los jueces.
En lo que respecta a sus métodos, la interpretación es lite-
ral si proviene del análisis gramatical o lexicográfico de las pa-
labras de la ley, y es lógica si emana del examen de la intención
del legislador o de la historia fidedigna de su establecimiento, y
aun del espíritu general de la legislación y de la equidad.
Pá 21^°^^^ S u p r e m a , RíwisLa de Derecho y Jurisprudencia, t. 50, T parte, sec. \\
47
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Finalmente, en relación a sus alcances, la interpretación pue-
de ser declarativa si corresponde exactamente al sentido literal
de las palabras; es extensiva si coincide con la interpretación ló-
gica y da a las palabras de la ley un sentido más allá de su tenor
literal, y es restrictiva si concuerda con la interpretación lógica
y da a las palabras una extensión menor a la de su tenor literal.
Un caso de interpretación restrictiva es el contemplado por el
inciso 2° del artículo 5" del C.P.P., en cuanto a las disposiciones
que autorizan la restricción de la libertad o de otros derechos
del imputado o del ejercicio de alguna de sus facultades.
De las interpretaciones anteriores, son vinculantes para las
partes del proceso penal la legal o auténtica, en forma general,
y la judicial, en forma particular (art. 3" del Código Civil). Esta
última, sin embargo, puede aun llegar a producir efectos gene-
rales a través de la doctrina establecida por la uniformidad de
los fallos de los tribunales superiores sobre la misma materia, es
decir, por la jurisprudencia.
Las restantes clases de interpretaciones, en cambio, sólo pue-
den afectar a las partes del juicio criminal a través de la aplica-
ción que de cada una de ellas se haga por los jueces en las
sentencias judiciales.
En la legislación chilena, la interpretación de la ley procesal
penal se rige, salvo algunas excepciones, por las reglas generales
contenidas en el Párrafo 4" del Título Preliminar del Código Ci-
vil, denominado "De la interpretación de las leyes", el cual señala
los modos como en forma sucesiva y gradual debe establecerse el
sentido y alcance de las palabras empleadas en los preceptos le-
gales, cuales son: el literal o gramatical, el lógico y el legal o au-
téntico, sin perjuicio de que, en caso de que no fuere posible
aplicar tales sistemas, deba recurrirse inclusive a la analogía.
13. La interpretación literal de la ley procesal penal. Es obliga-
toria, en forma primordial, exclusiva y excluyente, si el sentido
de la ley es claro.
Así lo ordena el artículo 19 del precitado Código, al prescri-
bir: "Cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá su
tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu".
El sentido de la ley es claro cuando es palmario, manifiesto
e indiscutible, entendidas las palabras - c o m o lo dispone el ar-
48
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
tículo 20 del precitado Código- "en su sentido natural y obvio,
según el uso general de las mismas palabras", el cual - c o m o lo
ha establecido la Corte Suprema- es el que se encuentra seña-
lado en el léxico o diccionario de la legua castellana.^^
Si la ley no contiene precepto oscuro - h a sostenido la juris-
prudencia de la Corte Suprema-, debe aplicarse de acuerdo con
su tenor literal y no se puede recurrir para ese fin a su historia,
intención o espíritu. No cabe interpretar la ley perfectamente
clara, pues toda interpretación supone oscuridad".^^
Esta regla, sin embargo, tiene los siguientes alcances:
Cuando - c o m o lo señala la parte final del precepto antes
transcripto- el legislador haya definido tales palabras expresa-
mente para ciertas materias, "se les dará a éstas su significado
legal", pues en este caso opera en forma obligatoria o vinculan-
te la denominada interpretación auténtica o legal.
Del mismo modo -según lo expresa el articulo 21 del preci-
tado Código- "Las palabras técnicas de toda ciencia o arte se
tomarán en el sentido que les den los que profesan la misma
ciencia o arte; a menos que aparezca claramente que se han to-
mado en sentido diverso".
14. La interpretación lógica de la ley procesal penal. Procede
solamente si el sentido de la ley no es claro, es decir, si contie-
ne absurdos o contradicciones con otras disposiciones legales
que lo hagan dudoso o incierto. En este caso, es admisible re-
currir a la interpretación lógica.
En esta dirección legisla el inciso 2° del artículo 19 del Có-
digo Civil, al disponer: "Pero bien se puede, para interpretar una
expresión obscura de la ley, recurrir a su intención o espíritu,
claramente manifestados en ella misma, o en la historia fidedig-
na de su establecimiento".
En esta eventualidad, como es obvio, el intérprete debe escu-
driñar lo querido por el legislador al dictar la norma, atendien-
do a los fines que tuvo para emitirla (procedimiento teleológico) ;
debe considerar los antecedentes históricos que la hubieren pro-
Repertorio ele Ugislación y Jurisprudencia Chilenas. Código Civil, Editorial Tvirí-
«íca d e Chile, Santiago, 1958,1.1, pág. 39.
Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. 50, 2^ p a r t e , sec. P , pág. 35.
49
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
vocado, tales como los fundamentos del mensaje del Ejecutivo
al impetrar su aprobación, las actas de los cuerpos legislativos y
de sus comisiones, las opiniones de tratadistas o el contenido
de otras leyes tomadas en cuenta por el legislador (procedimien-
to histórico); y debe apreciar la configuración orgánica y racio-
nal del sistema procesal vigente al dictarse el precepto, la
relación o concatenamiento de éste con otras leyes e informar-
se a través de otros preceptos legales, especialmente si tratan so-
bre la misma materia (procedimiento sistemático).
En este último sentido legisla el artículo 22 del Código Ci-
vil, al prescribir: "El contexto de la ley servirá para ilustrar el sen-
tido de cada una de sus partes, de manera que haya entre todas
ellas la debida correspondencia y armonía. Los pasajes obscu-
ros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes,
particularmente si versan sobre el mismo asunto".
En ningún caso, en cambio, el juzgador debe considerar al
interpretar en forma lógica la ley procesal penal, ni lo propicio
o benévolo, ni la severidad de ésta, para ampliar o restringir sus
alcances semánticos, ya que - d e acuerdo con el aforismo lati-
n o - dura lex, sed lex.
Así lo establece el artículo 23 del Código Civil al prescribir
que "Lo favorable u odioso de una disposición no se tomará en
cuenta para ampliar o restringir su interpretación. La extensión
que deba darse a toda ley, se determinará por su genuino senti-
do y según las reglas de interpretación precedentes".
Como último arbitrio, sin embargo, como lo establece el ar-
tículo 24 del Código Civil, "En los casos que no pudieren apli-
carse las reglas de interpretación precedentes, se interpretarán
los pasajes obscuros o contradictorios del modo que más con-
forme parezca al espíritu general de la legislación y a la equi-
dad natural". Este precepto, como se podrá apreciar, da cabida
a la aplicación en la sede procesal penal de la analogía como
medio de determinar el significado de las palabras de las leyes
de procedimiento (infraN° 17).
15. La interpretación auténtica de la ley procesal penal. Es la
que hace el propio legislador en uso de la facultad exclusiva que
le otorga el artículo 3° del Código Civil, en orden a "explicar o
interpretar la ley de un modo generalmente obligatorio".
50
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Si el legislador interpreta la ley en el propio texto de ésta y
en el acto mismo de dictarla, se denomina interpretación con-
textual.
Si, por el contrario - c o m o lo establece el inciso V del ar-
tículo 9*^ del precitado Código-, la ley interpretativa o explicati-
va es dictada con posterioridad al texto legal que explica o
interpreta, se entiende incorporada a éste, y empieza a regir con
efecto retroactivo a contar de la vigencia de la ley interpretada
o explicada. Empero, no obstante lo anterior - c o m o lo señala
el inciso 2° del antes referido artículo Q""-, la ley interpretativa
incorporada a la ley interpretada no influirá en manera alguna
en los efectos de las sentencia judiciales ejecutoriadas en el tiem-
po intermedio. A ello obsta la autoridad de cosa juzgada que
emana de los fallos firmes.
En todo caso, los efectos retroactivos de la ley interpretativa
sólo pueden operar cuando proceda, siempre que la nueva ley
interprete verdaderamente a la anterior, y no cuando, a pretex-
to de una supuesta interpretación, introduzca modificaciones o
principios nuevos al antiguo precepto legal, pues en ese evento
tales alteraciones no podrían tener consecuencias retroactivas
de especie alguna.
La interpretación auténtica, por emanar de la ley, a diferen-
cia de las demás especies de sistemas semánticos, produce efec-
tos generales y vinculantes para todas las autoridades y personas.
Así emana del precepto del artículo S'' del Código Civil, que
-como se ha señalado anteriormente- establece: "Sólo toca al
legislador explicar o interpretar la ley de un modo generalmente
obligatorio".
16. La interpretación judicial de la ley procesal penal. Es la que
hacen a diario los tribunales de justicia al aplicar la ley procesal
en sus actuaciones de instrucción de ios procesos y de dictación
de sentencias en los juicios sometidos a su conocimiento.
Constituye por esta razón el modo más común y corriente
de interpretación de la ley procesal, ya que - d e acuerdo con lo
establecido en el artículo 73 de la Constitución Política- "La fa-
cultad de conocer de las causas civiles y criminales, de resolver-
las y de hacer ejecutar lo juzgado, pertenece exclusivamente a
los tribunales establecidos por la ley".
51
'C-¡
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Esta especie de interpretación, la cual, como es obvio, debe
fundarse en los sistemas semánticos literal, lógico y auténtico, an-
tes analizados, produce sólo efectos con respecto a las partes en
los juicios en que se dictaren las respectivas sentencias penales.
Así lo establece el inciso T del artículo 3° del Código Civil,
al prescribir: "Las sentencias judiciales no tienen fuerza obliga-
toria sino respecto de las causas en que actualmente se pronun-
ciaren".
Empero, hay que tener presente que - d e acuerdo con el in-
ciso T del artículo 5"* del C.P.R- "Las disposiciones de este Có-
digo que autorizan la restricción de la libertad o de otros
derechos del imputado o del ejercicio de alguna de sus faculta-
des serán interpretadas restrictivamente y no se podrán aplicar
por analogía".
17. La interpretación analógica de la ley procesal penal. Al re-
ferirnos al sistema de interpretación lógica de la ley (supra
N" 14), hicimos presente que el artículo 24 del Código Civil im-
plícitamente hacía admisible la analogía como método de her-
menéutica jurídica, al declarar que "En los casos a que no
pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes, se
interpretarán los pasajes oscuros o contradictorios del modo que
más conforme parezca al espíritu general de la legislación y a la
equidad natural".
Esta posibilidad no es aceptable en el campo penal material
por regirse por el principio de la legalidad establecido en los
incisos T y 8° del N° 3^ del artículo 19 de la Constitución Políti-
ca, que consagra el postulado latino "nullum crimen sine lege, nu-
lia poena sine lege", lo que da como resultado la vigencia en su
sede de un sistema discontinuo de ilicitudes, lo que no da cabi-
da a lagunas legales que puedan ser suplidas por medio de la
analogía.
No ocurre lo mismo, sin embargo, en el ámbito procesal pe-
nal, en razón de que esta disciplina no está regida por tal pos-
tulado, y por ende, es posible en su contorno la interpretación
de preceptos legales por analogía, salvo que se trate de disposi-
ciones que autoricen la restricción de la libertad o de otros de-
rechos del imputado o del ejercicio de algunas de sus facultades,
las cuales - d e acuerdo con el inciso 2*" del artículo S'' del C.P.P.-
52
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
no pueden aplicarse analógicamente y deben interpretarse en
forma restrictiva.
Al efecto, este precepto establece: "Las disposiciones de este
Código que autorizan la restricción de la libertad o de otros de-
rechos del imputado o del ejercicio de alguna de sus facultades
serán interpretadas restrictivamente y no se podrán aplicar por
analogía".
Con relación a esta materia la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados hizo presenté
que la intención del legislador es que "la libertad del imputado
sólo cabe restringirla a modo de cautela y para asegurar la apli-
cación de la ley punitiva. AI aplicar toda esta normativa en for-
ma restringida, lo que se busca en definitiva es que su aplicación
se limite taxativamente a lo determinado en la propia disposi-
ción legal" (Sesión 2 3 ' de 13 enero 1998) .^^
De acuerdo con el léxico, la voz analogía expresa la relación
de semejanza que existe entre dos cosas distintas, y referido este
concepto a la esfera de la interpretación analógica de las leyes
procesales penales, consiste en la aplicación de preceptos que
regulan determinados actos de procedimiento a otros actos del
proceso no regulados expresamente, sea por el parecido exis-
tente entre ellos, sea por la similitud de las materias sobre las
cuales legislan las diversas disposiciones a las que se recurre.
En otros términos, la analogía, a falta de normativa expresa,
opera como un substituto que permite aplicar, en defecto de
normas específicas, otras disposiciones que regulan situaciones
procesales distintas, pero parecidas a las no normadas.
La analogía, sin embargo, no es posible emplearla como sis-
tema interpretativo para la aplicación de normas procesales es-
peciales que constituyan excepción a las reglas generales de
procedimiento, en razón de que, como es obvio, dada la natu-
raleza extraordinaria de éstas, su interpretación debe ser restric-
tiva, precisa y excluyente.
Así lo establece con relación a las normas especiales el ar-
ticulo 13 del Código Civil, al estatuir que "Las disposiciones de
lina ley, relativas a cosas o negocios particulares, prevalecerán
Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 16.
53
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAI.
LAS NORMAS PROCESALES PENALES

sobre las disposiciones generales de la misma ley, cuando entre expresamente al igual que la situación a que la norma se re-
las unas y las otras hubiere oposición". fiere.^^
Esta regla es aplicable con mayor razón a las normas excep- En cuanto al orden en que debe recurrirse a otras disposi-
cionales, las cuales, por su índole peculiar, están excluidas de ciones legales para aplicarlas analógicamente, a falta de otras que
las disposiciones generales. regulen el caso, en primer lugar debe apelarse a los preceptos
Empero, si bien es relativamente sencillo establecer que u n a procesales penales que particularmente normen casos similares
ley es especial por referirse a cosas, negocios o personas parti- o materias semejantes a la sometida ajuicio (analogía legis); y,
culares, tales como la minería, el comercio, los menores de edad, en segundo término, si también existiere carencia de éstas, de-
o los asuntos militares, la dificultad surge al tratar de determi- berá acudirse al contexto del conjunto de preceptos que regu-
nar cuáles leyes constituyen excepción a las reglas generales, len todo un sector de relaciones procesales penales o civiles,
como medio de evitar su interpretación analógica.
estableciendo una doctrina al respecto (analogía iuris).
En principio, sin embargo, son claramente excepcionales, Por último, si la duda acerca de la aplicación analógica de
las leyes que limitan la capacidad de las personas, las que esta- los preceptos legales aún subsiste, es preciso -como lo señala el
blecen inmunidades y las que restringen las garantías indivi- artículo 24 del Código Civil- recurrir al espíritu general de la
duales, tales como la libertad, la igualdad ante la ley o la legislación y a la equidad natural, como medio de solucionar el
inviolabilidad del hogar y las restantes que enumera expresa- caso, ya que -como lo ordena el inciso 2° del artículo 10 del Có-
mente la Constitución Política del Estado o el legislador, un digo Orgánico de Tribunales- los tribunales no pueden excu-
ejemplo de las cuales lo representan los derechos del imputa- sarse de ejercer su autoridad ni aun a falta de ley que resuelva
do a que se refiere el inciso 2° del artículo 5° del C.P.P., antes la contienda sometida a su decisión.
transcripto.
También es indispensable distinguir entre la interpretación
extensiva de la ley y la analogía.
En efecto, mientras la interpretación extensiva de la ley pro-
cesal penal sólo persigue establecer más allá de lo literal de las
palabras el alcance y sentido de un precepto legal expreso, sea
escudriñando el fin querido por el legislador al establecerlo, sea
a la luz de la historia fidedigna de su establecimiento, sea a tra-
vés de la consideración de otras disposiciones que tengan entre
ellas la debida correspondencia y armonía; la analogía, en cam-
bio, parte de la evidencia de que falta el precepto legal que re-
gula el caso, y, para suplir esta carencia, aplica otro precepto que
regula una situación distinta, pero semejante a la no normada
(analogía legis), o lo somete a los principios generales de la le-
gislación (analogía iuris).
En otras palabras - c o m o lo observa Leone-, la u n a es ex-
tensiva del sentido textual de la norma; y la otra, la interpreta-
ción analógica, es extensiva de la intención del legislador,
considerando que si el caso controvertido hubiere sido toma-
do en consideración por el legislador, lo hubiera disciplinado ' ' L e o n e , Tratado..., cit., t. I, páe;. 62

54 55
 TÍTULO III
LA ACCIÓN EN EL PROCESO PENAL

Capítulo I
GENERALIDADES

18. Noción previa. De acuerdo con el léxico, la palabra "acción"

significa "el ejercicio de una potencia o poder"; y, desde el pun-
to de vista forense, en general, se entiende como "el derecho
que se tiene de pedir una cosa enjuicio".
Tales concepciones, siendo exactas en cuanto caracterizan a
la acción como "un derecho" y "un poder", no son suficientes,
empero, para explicar el verdadero sentido y alcance de la "ac-
ción penal", de modo que esta deficiencia exige recurrir a las
definiciones dadas doctrinariamente al instituto por los diver-
sos autores, a saber:
Así, por ejemplo, quienes le han otorgado a la acción el ca-
rácter de "un derecho subjetivo público", emanado áeX jus pu-
niendi del Estado y delegado al ministerio público y a los
ciudadanos a través de la acción popular, la definen: ora como
el poder de hacer incondicionada la actuación del derecho ob-
jetivo" (Lanza) ;^^ ora como "el poder jurídico de provocar la in-
tervención y la decisión del juez y de todas las demás actuaciones
<^ue se determinan en el proceso" (Sabatini);^^ ora como "el acto
inediante el cual se demanda la punición del culpable" (Stop-

'^^ Lanza, La querella e ü suo valore processuale, Torino, 1911, pág. 136.
^^ Sabatini, Ilpubblico ministero nel diritto processuale pénale, t. II, pág. 118.

57
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
pato) f^ ora como "el derecho de proceder judicialmente" (Luc-
cini);^^ ora como "el derecho subjetivo de pedir al juez de la ley
penal para la actuación su poder-deber de castigar" (De Marsi-
co);^'' ora como "el poder de pedir una decisión sobre la afir-
mación de un hecho penalmente relevante" (Santoro).^^
De diversa manera, quienes sostienen que la acción es un
derecho potestativo definen la acción: como "la coacción a la
controversia judicial dirigida a provocar la actividad jurisdiccio-
nal contra el adversario" (De Notarisfani);^^ o como "el derecho
potestativo público de activar el proceso penal para la actuación
de la ley" (Massari) f^ o, finalmente, como "el requerimiento por
parte del ministerio público de una decisión del juez sobre una
notitia cñminis que tiene como contenido un hecho determina-
do correspondiente a una hipótesis penal" (Leone).^"
Del contexto de las definiciones anteriores se concluye, en
síntesis: a) que la acción penal es un derecho potestativo, en
cuanto otorga un poder o potestad al legitimado para promo-
verla, que somete al imputado a un estado de sujeción con res-
pecto a la investigación del delito, sin que éste nada pueda hacer
para evitarlo; y b) que la acción, además, constituye un derecho
subjetivo público, en cuanto, al ser promovida, impone al juez
el deber de adoptar una decisión acerca de la notitia criminis.
En base a tales premisas, podemos definir la acción penal
como el derecho subjetivo potestativo público que la ley otorga
al ministerio público y a ciertas personas legitimadas, para reque-
rir del juez, a través del fiscal de dicho ministerio, una decisión
acerca de la noticia de un delito, en orden al establecimiento
de su existencia y a su posible imputación a determinada perso-
na a fin de imponerle una pena.
La acción penal, a diferencia de la acción civil, no se basa
en la pretensión de tener la razón con respecto a un derecho y
^'' Stoppato, Commento al Códice de Procedure Pénale, Torino, 1918, t IV, pág. 5.
^•' Luccini, Elementi di Procedura Pénale, Firenze, 1921, pág. 97.
^^' De Marsico, Lezioni diDiritto Processuale Penak, Napoli,Jovene, 1955, pág. 24.
^' Santero, Manuale di Diñtto ProsessualePénale, Torino, 1954, pág. 134.
'^^ De Notarisfani, Comento al Códice di Procedura Pénale, a cura de Moartara e
Stoppato, Torino, 1920, L VI, pág. 11.
'''' Massari, II Processo Pénale nella Nuova I^gislazione Italiana, Napoli, 1934, pág. 13.
'" Leone, Tratado..., ciL, t. II, pág. 129.
58
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
lograr que éste le sea reconocido al actor mediante una senten-
cia de mérito, sino que se fimdamenta solamente en la noticia
de un delito y en el interés público de que, también a través de
una sentencia de mérito, se establezca la verdad acerca de la exis-
tencia de un hecho punible y su imputación a una cierta e indi-
vidualizada persona, a fin de que si esa doble evidencia resulta
comprobada, se le aplique una pena, o, en caso contrario, se le
sobresea o absuelva.
En otros términos, la promoción de la acción penal no cons-
tituye una mera pretensión punitiva, sino que simple y objetiva-
mente es una imputación que busca la verdad acerca de una
notitia criminis.
De ahí que el constituyente en el artículo 80 A de la Carta
Fundamental y el legislador en el artículo 94 del C.P.P., les im-
ponen a los fiscales del ministerio público un criterio de objeti-
vidad en el desempeño de su ñmción de velar por la correcta
aplicación de la ley, para lo cual deben investigar con igual celo
no sólo los hechos que determinan la participación punible, sino
que también los que acreditan la inocencia del imputado.
Por otra parte, como mediante la acción penal se impetra
el pronunciamiento del juez acerca de un hecho que cae den-
tro de una hipótesis penal determinada, el alcance de la peti-
ción delimita el contenido de la decisión a sólo la conducta
punible concreta sobre la cual recae la notitia criminis, pues
-como lo observa L e o n e - debe existir correlación entre el he-
cho controvertido y el hecho decidido (ne eat iudex ultra petita
partium).
Como consecuencia de lo anterior, si aparecen otros hechos
no comprendidos en la imputación inicial, al juez le está veda-
do ampliar el juzgamiento a esos nuevos hechos, debiendo éste
recurrir al ministerio público para que promueva una nueva ac-
ción relativa a dichos distintos sucesos o acontecimientos.
Aplicando tal postulado, el artículo 341 del C.P.P. establece:
"La sentencia condenatoria no podrá exceder el contenido de
la acusación. En consecuencia, no se podrá condenar por he-
chos o circunstancias no contenidos en ella".
"Con todo -agrega el precepto-, el tribunal podrá dar al
hecho u n a calificación jurídica distinta de aquella contenida
en la acusación o apreciar la concurrencia de causales modifi-
.59
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
catorias agravantes de la responsabilidad penal no incluidas en
ella, siempre que hubiere advertido a los intervinientes durante
la audiencia".
Por último, cabe hacer presente que la promoción de la ac-
ción penal es obligatoria para el ministerio público ante cual-
quiera notitia criminis, aunque éste la considere carente de
veracidad o de fundamento. Esta norma es la consecuencia del
carácter abstracto que tiene el "derecho de acción", ya que sólo
es posible establecer la certeza acerca de si el actor ha o no te-
nido razón al dar la notitia criminis, al dictarse por el juez sen-
tencia de condena o de absolución.
19. Naturaleza jurídica de la acción penal. A la acción penal ya
no se la define como "el derecho hecho valer enjuicio", o, se-
gún la concepción romana, como "el derecho a perseguir enjui-
cio lo que a u n o se le debe (nihil aliud est actio quam ius quod dibi
deheatur indicio persequendi), sino que -según la postura de Chio-
venda, basado en la doctrina alemana- se la concibe, tanto en
el ámbito civil como en el penal, como el derecho subjetivo, po-
testativo, público, procesal y autónomo diverso a los derechos
subjetivos reales o personales que se reclaman mediante su pro-
moción y posterior ejercicio.^'
En otras palabras, el derecho a cobrar lo que a uno se le debe
{quod sibi debeatur), es diferente al derecho a perseguirlo en JLii-
cio (ius indicio perseqnendi), pues -como lo sostiene L e o n e - éste
puede existir sin vinculación alguna que lo condicione a aquél.^^
Una demostración de este aserto emana de la evidencia de
que la aceptación o rechazo de la acción civil es totalmente in-
dependiente del reconocimiento o negación del derecho sub-
jetivo material que por medio de aquélla se hace valer enjuicio.
Así, por ejemplo, ocurre en el caso del reclamo judicial del pago
de una deuda, evento en que si el juez rechaza la demanda por-
que el crédito no existe, estaría rechazando el derecho subjeti-
vo material reclamado, pero no el derecho a promover la acción
entablada. Y, a la inversa, si rechaza la acción procesal por no
••*' Chiovenda, Principios de Derecho Procesal Civil, ÍPStituto Editorial Reus, Ma-
drid, t. I, págs. 69, 70 y siguierites.
^'' L e o n e , o b . c i t , t. 1, pág. 114.
60
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
haber acreditado el actor la calidad de acreedor, se estaría ne-
gando el ejercicio de ésta por falta de legitimación de quien la
deduce, pero no el derecho subjetivo material al crédito cuya
titularidad no se ha acreditado, sea por no existir, sea por per-
tenecer a ^ n a persona diversa al demandante.
Lo mismo ocurrirá en materia penal si se entabla, verbigra-
cia, una querella por el delito de hurto, pues si ésta es rechaza-
da porque el querellante no acreditó la preexistencia y dominio
de la cosa hurtada, se estaría negando el derecho subjetivo ma-
terial de propiedad sobre la cosa, pero no el derecho a ejercer
la acción penal persecutoria del eventual delito. Por el contra-
rio, si la querella se rechaza por no haber acreditado el quere-
llante legitimación para entablarla, se estaría n e g a n d o el
ejercicio de la acción por falta de legitimatio ad causam, pero no
el derecho subjetivo material de dominio que el actor pudiere
tener sobre la cosa.
Chiovenda sostiene que la acción es "un derecho potestati-
vo", porque la ley concede a alguno el poder.de influir con la
manifestación de su voluntad en la condición jurídica de otro,
sin el concurso de la voluntad de éste, haciendo cesar un pre-
existente estado de derecho, o procediendo a un nuevo efecto
jurídico" .-^^
Serían de esta clase, por ejemplo, la voluntad del donante y
del mandante para revocar la donación o el mandato; la del co-
munero o socio para pedir la liquidación de la comunidad o de
la sociedad, u otras semejantes.
Según Carnelutti, en cambio, "el derecho subjetivo procesal",
al cual se acostumbra llamar "acción o derecho de acción", es
un derecho subjetivo público (cívico), que pertenece a la parte,
no frente a un adversario -como lo sostiene Chiovenda refirién-
dose a la acción civil, ni contra el Estado, como lo señala la doc-
trina alemana-, sino que frente al juez al cual corresponde el
deber de hacer cuanto sea necesario para pronunciarse sobre
ía demanda que le propone una sentencia justa".'''*
Chiovenda, ob. cit., t. I, pág. 67.
Carneíiitti, Lecciones sobre el Proceso Penal, Ediciones Jurídicas E u r o p a Amé-
^ca, Bosch y Cía. Editores, Buenos Aires, 1950, t. I, pág. 12.
61
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
De ahí que, cuando la decisión sobre una notitia criminis debe
ser declarada por un órgano jurisdiccional, dependiendo su pro-
nunciamiento de un requerimiento o manifestación de volun-
tad del ministerio público o de un particular legitimado, se dice
que éstos tienen "derecho de acción".
Otros autores -como lo sostiene Fenech- han buscado una
superación del concepto de derecho subjetivo y derecho potes-
tativo, y conciben la acción como un res merae facultatis, es decir,
como un derecho abstracto desligado de toda relación jurídica
material, o simplemente como un poder de provocar la acción
de los tribunales. Se llega a invertir los términos iniciales del pro-
blema. Así como antiguamente se negaba la unidad de la acción,
y se reconocía solo el derecho subjetivo privado, por los estu-
diosos se afirma hoy que el derecho subjetivo es una pura fic-
ción, y que el único poder o derecho verdaderamente existente
es el que consiste en acción".^''
Problema aparte es determinar quiénes tienen derecho de
acción, o, en otras palabras: ¿se requiere tener la razón para en-
tablarla, o cualquiera, sin razón alguna, ostenta legitimación para
deducirla?
La doctrina, al respecto, se encuentra dividida entre los que
sostienen que está legitimado para promoverla tanto el que tie-
ne la razón como el que no la tiene (acción en sentido abstrac-
to); y aquellos que señalan que solamente pueden deducir la
acción los que ostentan la razón para entablarla, en contra de
aquel que no la tiene (acción en sentido concreto).
La mayoría de los autores, sin embargo, se inclina por enten-
der la admisibilidad de la acción en sentido abstracto, por ser la
posición más lógica, ya que, de sostenerse que sólo'tendrían legi-
timación para promoverla quienes ostentan razón para deducir-
la, se haría depender de su existencia del derecho subjetivo
material que por medio de ella se reclama, con lo cual la acción
perdería su carácter de derecho procesal autónomo e indepen-
diente respecto del indiciopersequendi que la doctrina le reconoce.
20. Características de la acción penal. El derecho de acción, o
acción penal, es un derecho subjetivo, procesal, público, potes-
'•' Fenech, ob. ciu, pág. 288.
62
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
tativo y autónomo, regido por los principios de la oficialidad y
de la irretractibilidad.
En un derecho subjetivo, porque constituye un interés jurí-
dico personal, protegido en forma inmediata y directa por la ley
ante los demás individuos y el Estado, en términos de que, ante
su promoción, el juez está obligado a la prestación jurisdiccio-
nal. Es decir, es un derecho subjetivo, en particular, fi'ente al juez.
En nuestro derecho confirma este aserto el inciso segundo
del artículo 73 de la Constitución Política del Estado, el cual pres-
cribe: "Reclamada su intervención (la del tribunal) en forma le-
gal y en negocios de su competencia, no podrán excusarse de
ejercer su autoridad, ni aun por falta de ley que resuelva la con-
tienda o asunto sometido a su decisión".
La acción penal es un derecho procesal público, tanto por-
que constituye un medio que otorga la ley para la tutela jurídi-
ca del interés colectivo, a través del ministerio público y de los
legitimados para promoverla, cuanto porque es un instituto
perteneciente al Derecho Procesal o adjetivo, que es integrante
del derecho público, esto es, del sistema instrumental que con-
tiene el método legal para la tramitación de los juicios.
La acción penal es un derecho potestativo, porque en virtud
de su promoción, la cual depende del requerimiento del minis-
terio público o de ia libre voluntad de cualquiera persona legi-
timada por la ley para entablarla, se somete a otra persona a la
sujeción de un proceso criminal, sin el concurso de su voluntad
y sin que ésta pueda hacer nada para evitarlo. Es decir, es un
derecho potestativo frente al imputado.
La acción penal es un derecho abstracto, porque debe ser
promovida por el ministerio público y puede ser iniciada por
cualquiera persona legitimada, prescindiendo de sus razones o
falta de fundamentos para deducirla. Según Chiovenda, compete
a quien quiera que de buena fe crea tener derecho para ser oído
enjuicio y constreñir al adversario contra él.
La acción penal es un derecho avitónomo e independiente
de la existencia o inexistencia de los fundamentos fácticos y ju-
rídicos del derecho substancial, real o personal, que por medio
de él se hace valer.
La acción penal es un derecho que no sólo se expresa al ser
aquélla promovida, sino que su ejercicio se manifiesta en todo
63
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
el curso del proceso, como un sistema de poderes y deberes que
afectan a los sujetos procesales hasta su terminación.
La acción es un derecho regido por el principio de la oficia-
lidad, ya que debe ser promovida de oficio por el ministerio pú-
blico, respecto de los delitos de acción pública, ante cualquiera
notitia cñminis, cualquiera sea el medio o manera como llegue a
su conocimiento. Se exceptúan de esta norma los delitos de ac-
ción privada, los delitos de acción pública que requieren de una
denuncia particular y los delitos que requieren de u n requeri-
miento de ciertos funcionarios públicos, es decir, todos aquellos
que precisan cumplir con condiciones de procedibilidad (infra
N"^85ysigts.).
La acción penal pública y pública previa instancia particu-
lar constituyen derechos irretractables en términos de que, des-
pués de promovidos, no es admisible renunciar o desistirse de
ellos y suspender o interrumpir el procedimiento. Se exceptúan
de esta regla la acción privada y la acción civil proveniente de
cualquier delito, las cuales pueden renunciarse o ser desistidas
por el querellante o por el actor civil, respectivamente.
Por último, la acción penal, sea pública o privada, no puede
entablarse sino contra las personas responsables del delito. La
responsabilidad penal sólo puede hacerse efectiva en las perso-
nas naturales. Por las personas jurídicas responden los que han
intervenido en el acto punible, sin perjuicio de la responsabili-
dad civil que las afectare (art 58 C.P.P.).
2L Promoción y ejercicio de la acción penal. La acción penal
pública debe ser promovida, como norma, por el fiscal del minis-
terio público, quien, al recibir la notitia criminis, sea por denun-
cia, por querella o por cualquier otro medio idóneo, debe realizar
las diligencias de investigación preliminares tendientes al estable-
cimiento del delito y a la determinación del delincuente.
Esta etapa de la indagación, durante la cual opera lo que la
doctrina denomina la "acción introductiva", no constituye en
nuestro sistema procesal una actividad jurisdiccional que dé ini-
cio al juicio criminal, sino que sólo representa un sistema des-
formalizado de indagación persecutoria, pues el proceso penal
propiamente tal no comienza mientras no intervenga de algu-
na manera el juez de garantía, sea aprobando o reprobando lo
64
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
actuado por el fiscal del ministerio público en su labor perqui-
siva.
Después de la promoción de la acción penal, el desarrollo
de ésta se manifiesta en su prosecución durante el curso de to-
das las fases que el proceso penal conlleva, etapas que se expre-
san en el ejercicio de las denominadas "acción cautelar", la
"acción consultiva" y la "acción impugnativa", las cuales son es-
pecies del género "acción penal" y que tienen por objeto, res-
pectivamente, asegurar el resultado del juicio, proporcionar al
juez las razones de la comprobación o certeza de la imputación
y obtener el reexamen de las sentencias por el tribunal superior.
Igualmente, el derecho de acción se expresa tanto en el ejer-
cicio de la "acción principal", relativo a la comprobación del de-
lito y la determinación del delincuente para imponerle una
pena; como en lo atinente al ejercicio de acciones complemen-
tarias destinadas a otros fines, tales como el pedido de extradi-
ción, la petición de una medida de seguridad, etc.
De lo anterior emana, por tanto, que los conceptos "promoción"
y "ejercicio" de la acción penal son diferentes, pues mientras la pri-
mera atañe a su inicio; la segunda se refiere a su prosecución a tra-
vés de todas fases del proceso en cumplimiento de sus diversos
objetivos, hasta su terminación por sentencia ejecutoriada.
Capítulo II
CLASIFICACIÓN DE LA ACCIÓN PENAL
22. Enumeración. La acción penal se clasifica en la siguiente for-
« ma: en cuanto a los intereses generales o particulares que cau-
tela, en acción penal pública, en acción penal privada y en acción
penal pública previa instancia particular; en cuanto a su conte-
nido y alcance, en acción principal y acción complementaria; y
en cuanto a la forma de expresarse en su ejercicio, en acción
introductiva, en acción cautelar, en acción consultiva y en acción
impugnativa.
23. La acción penal pública. La acción penal pública es aque-
lla destinada a proteger a la sociedad de la amenaza de los deli-
65
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
tos que lesionan los bienes jurídicos superiores, tales como la
vida, el honor, la fe pública, la propiedad y otros valores de se-
mejante entidad.
De acuerdo con el inciso 2° del artículo 53 del C.P.P. "La ac-
ción penal pública para la persecución de todo delito que no
esté sometido a regla especial deberá ser ejercida de oficio por
el ministerio público. Podrá ser ejercida, además, por las perso-
nas que determine la ley, con arreglo a las disposiciones de este
Código. Se concede siempre acción penal pública para la per-
secución de los delitos cometidos contra menores de edad".
La acción penal pública es imprescindible e irrepudiable, y,
por ende, no puede ser renunciada ni desistida.
Al efecto, el inciso primero del artículo 56 del C.P.P. establece
que "La acción pública no se extingue por la renuncia de la per-
sona ofendida".
24. La acción penal privada. Es la que protege los intereses par-
ticulares de los ofendidos por ciertos delitos que, por su carác-
ter de exclusividad con respecto a determinadas personas, la ley
otorga acción para perseguirlos sólo a la víctima.
Al respecto, el artículo 53, inciso tercero, del C.P.P. dispone:
La acción privada sólo podrá ser ejercida por la víctima".
De acuerdo con el artículo 56 inciso 2^* del precitado Códi-
go, la acción penal privada se extingue por la renuncia de la víc-
tima, al igual que la acción civil.
En cuanto a sus efectos, el artículo 57 del Código del ramo
estatuye: "La renuncia de la acción penal sólo afectará al renun-
ciante y a sus sucesores, y no a otras personas a quienes también
correspondiere la acción".
Dado su carácter excepcional, los delitos de acción privada
están enumerados taxativamente por la ley.
Con referencia a este punto, el artículo 55 del C.P.P. estable-
ce: "No podrán ser ejercidas por otra persona que la víctima,
las acciones que nacen de los siguientes delitos: a) La calumnia
y la injuria, b) La falta descrita en el N° 11 del artículo 496 del
Código Penal (esto es, la injuria grave o liviana de obra o de pa-
labra, no siendo por escrito y con publicidad); c) La provoca-
ción a duelo y el denuesto o descrédito público por no haberlo
aceptado; y d) El matrimonio del menor llevado a efecto sin el
66
LAS NORMAS PROCESALKS PENALES
consentimiento de las personas designadas por la ley y celebra-
do de acuerdo con el funcionario llamado a autorizarlo".
25. La acción penal pública, previa instancia particular. Es aque-
lla que establece el artículo 53, inciso cuarto, del C.P.P. al pres-
cribir: "Excepcionalmente, la persecución de algunos delitos de
acción pública requiere la denuncia previa de la víctima".
"En los delitos de acción pública previa instancia particular
-establece el artículo 54 del precitado Código-, no podrá pro-
cederse de oficio sin que, a lo menos, el ofendido por el delito
hubiere denunciado el hecho a la justicia, al ministerio público
o a la policía".
"A falta de ofendido por el delito -agrega el inciso 3° del pre-
cepto- podrán denunciar el hecho las personas indicadas en el
inciso segundo del artículo 108, de conformidad a lo previsto
en esa disposición", es decir: el cónyuge y los hijos, los ascen-
dientes, el conviviente, los hermanos y el adoptado o adoptan-
te, en orden de prelación, de manera que la intervención de una
o más personas pertenecientes a una categoría excluye a las com-
prendidas en las categorías siguientes.
"Cuando el ofendido -continúa el inciso cuarto-, se encontra-
re imposibilitado de realizar libremente la denuncia, o cuando quie-
nes pudieren formularla por él se encontraren imposibilitados
de hacerlo o aparecieren implicados en el hecho, el ministerio
público podrá proceder de oficio".
"Iniciado el procedimiento -termina el inciso quinto-, éste
se tramitará de acLierdo con las normas generales relativas a los
delitos de acción púbUca".
No obstante tratarse de una acción penal pública, de acuer-
do con el artículo 56, inciso tercero, del C.P.P., "Si el dehto es
de aquellos que no pueden ser perseguidos sin previa instancia
particular, la renuncia de la víctima a denunciarlo extinguirá la
acción penal, salvo que se tratare de delito perpetrado contra
nienores de edad".
"Esta renuncia no la podrá realizar el ministerio público".
De acuerdo con el artículo 57 C.P.P., tanto la renuncia como
ia abdicación de la acción penal pública, previa instancia parti-
cular, sólo afectará al renunciante o desistido y a sus sucesores,
y no a otras personas a quienes también corresponda la acción.
67
 INTRODUCCIÓN AI. ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
De acuerdo con el precitado artículo 54, los delitos de ac-
ción pública previa instancia particular son los siguientes: a) Las
lesiones previstas en los artículos 399 y 494 N** 5"" del Código Pe-
nal, es decir, las lesiones menos graves y leves; b) La violación
de domicilio; c) La violación de secretos prevista en los artícu-
los 231 y 247 del Código Penal, esto es, los cometidos por abo-
gados o empleados públicos; d) Las amenazas previstas en los
artículos 296 y 297 del Código Penal; e) Los previstos en la Ley
N° 19.039 que establece normas aplicables a los privilegios in-
dustríales y protección de los derechos de propiedad industrial;
f) La comunicación fraudulenta de secretos de la fábrica en que
el imputado hubiere estado o estuviere empleado; y g) Los que
otras leyes señalaren en forma expresa.
Capítulo III
LA DENUNCLV
26. Noción previa. En términos generales, la acción penal pue-
de ser promovida mediante denuncia o querella.
Establece esta norma el artículo 172 del C.P.P. al disponer:
"La investigación de un hecho que revistiere caracteres de deli-
to podrá iniciarse de oficio por el ministerio público, por de-
nuncia o por querella".
En cuanto a su concepto, denuncia un delito cualquiera per-
sona que, verbalmente o por escrito, ponga en conocimiento de
los agentes de persecución penal el hecho que la constituye, y,
por lo regular, el nombre del delincuente o los datos que lo iden-
tifiquen, no con el objeto de figurar como parte en el juicio, sino
que solamente con el de informar de la comisión de un hecho
punible a la policía o al fiscal del ministerio público, a fin de
f nisterio público el conocimiento que tuviere de la comisión de
que éstos procedan a la investigación respectiva.
La querella, en cambio, como norma general, sólo la puede
interponer en forma solemne y por escrito ante el juez de ga-
rantía la víctima del delito, su representante legal, o su herede-
ro testamentario, sin perjuicio de que exista acción popular para
determinados delitos, no sólo con el propósito de informar a la
jusdcia de la comisión del hecho punible, sino que con el fin
68
[AS NORMAS PROCESALES PENALES
de intervenir como parte acusadora durante la investigación, la
instrucción y el posterior juicio penal (arts. 111 y 113 C.P.P.).
27. La denuncia. En base a la convicción de que el hecho de-
lictuoso constituye un peligro dañoso para la sociedad, ya que
no sólo ofende y perjudica a la víctima del delito, sino que, en
forma indirecta o remota, también amenaza con su mal a todos
los ciudadanos, la ley otorga legitimación para formularla a cual-
quiera persona que tenga conocimiento de un hecho que revis-
ta caracteres de delito (art. 173 C.RP).
Por eso se ha sostenido que, al otorgar el legislador la facul-
tad de deducir la denuncia a sujetos ajenos al directamente ofen-
dido, ésta, a diferencia de la querella, como en los primeros
tiempos del proceso penal, encuentra su raíz más en la vengan-
za que en la afrenta que, en forma improbable y mediata pu-
diera irrogar el delito a cualquiera del pueblo.
La denuncia realmente - c o m o lo ha señalado la doctrina-
constituye un derecho subjetivo público cuya promoción repre-
senta el ejercicio privado de una función pública y es por eso
que, precisamente, sólo procede respecto de los delitos de ac-
ción pública y de ios de acción mixta, es decir, de aquellos deli-
tos de acción pública que requieren de denuncia particular para
ser sancionados.
28. Legitimación y ante quién se interpone la denuncia. En lo
que se refiere a estos puntos, el artículo 173 del C.P.P. establece
que "Cualquier persona podrá comunicar directamente al mi-
un hecho que revistiere caracteres de delito".
"También se podrá formular la denuncia -agrega- ante los
funcionarios de Carabineros de Chile, de la Policía de Investi-
gaciones, de Gendarmería de Chile en los casos de delitos co-
metidos dentro de los recintos penitenciarios, o ante cualquier
tribunal con competencia criminal, todos los cuales deberán ha-
cerla llegar de inmediato al ministerio público".
Del precepto antes transcrito se desprende que, por consis-
tir la denuncia en una simple comunicación que pretende sola-
inente poner en conocimiento de los agentes de persecución
penal la notitia cñminis, como tal, puede formularla cualquiera
69
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO l'ENAL
persona que sepa de la comisión de LUÍ hecho que presente ca-
racteres de delito de acción pública, sin importar su nacionalidad,
!!•!'•
sexo, edad o condición, es decir, basta con que el denunciante
ostente legitimatio ad processum.
Si la denuncia se pretende formular ante el ministerio pií-
blico -segtÁn lo ha señalado su Fiscalía Nacional en el Instructi-
vo N"" 1 de 8 de septiembre del año 2000, debe ser presentada
en la Fiscalía Local correspondiente al territorio en que se hu-
biere cometido el presunto delito, y no directamente ante los
fiscales, pues aún no se habrá designado al que debe ocuparse
del caso.
Ninguna Fiscalía Local puede negarse a recibir una denun-
cia a pretexto de no corresponderle la investigación en razón
del lugar de la perpetración del delito, pues ello equivaldría a
denegación de justicia y a falta de la debida protección a la víc-
tima del hecho punible, sino que debe ser aceptada de inme-
diato y remitida a la fiscalía que corresponda.
Igualmente, la denuncia puede ser presentada ante cualquier
tribunal con competencia en lo criminal, quien deberá de in-
mediato y sin pronunciarse sobre ella, remitirla a la Fiscalía Lo-
cal correspondiente.
Por último, si la denuncia es presentada ante Carabineros de
Chile o la Policía de Investigaciones, tales autoridades, en cum-
plimiento a lo ordenado en los artículos 83 y 84 del C.P.R, debe-
rán, sin necesidad de recibir instrucciones de los fiscales, prestar
auxilio a la víctima, resguardar el sitio del suceso, identificar a los
testigos y consignar sus declaraciones voluntariamente prestadas,
para luego hacerla llegar a la Fiscalía Local respectiva, dentro del
plazo de veinticuatro horas.^^
29. Forma y contenido de la denuncia. "La denuncia -estable-
ce el artículo 174 del C.P.R- podrá formularse por cualquier me-
dio y deberá contener la identificación del denunciante, el
señalamiento de su domicilio, la narración circunstanciada del
hecho, la designación de quienes lo hubieren cometido y de las
•^'' Fiscalía Nacional del Ministerio Público, liaforuia Procesal Penal, citada, a ñ o
2000, págs. 1 6 y sigts.
70
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
personas que lo hubieren presenciado o que tuvieren noticia de
él, todo en cuanto le constare al denunciante".
"En el caso de la denuncia verbal -continúa el precepto-,
se levantará un registro en presencia del denunciante, quien lo
firmará junto con el funcionario que la recibiere. La denuncia
escrita será firmada por el denunciante. En ambos casos, si el
denunciante no pudiere firmar, lo hará un tercero a su ruego".
Del precepto antes transcripto emana que en nuestro siste-
ma de enjuiciamiento criminal no son admisibles las denuncias
anónimas ni las delaciones.
30. Responsabilidad y derechos del denunciante. De acuerdo
con el artículo 178 del C.P.R, "El denunciante no contraerá otra
responsabilidad que la correspondiente a los delitos que hubie-
re cometido por medio de la denuncia o con ocasión de ella.
Tampoco adquirirá el derecho a intervenir posteriormente en
el procedimiento, sin perjuicio de las facultades que pudieren
corresponderle en el caso de ser víctima del delito".
Entre estos delitos se encuentra el de acusación o denuncia
calumniosa previsto en el artículo 211 del Código Penal, el cual
es diverso a la calumnia y es de acción pública.
31. Personas obligadas a denunciar y plazo para hacerlo. Aun
cuando la denuncia por regla general es facultativa, en cuanto
no importe el encubrimiento de un delito, ciertas personas, en
cambio, por sus condiciones de funcionarios públicos, los car-
gos que desempeñen o las profesiones que ejercen, están obli-
gadas a denunciar, dentro de plazo perentorio, los delitos de que
tengan conocimiento con motivo del ejercicio de sus respecti-
vas funciones.
Al efecto, el artículo 175 del C.P.R dispone: "Estarán obliga-
dos a denunciar: a) Los miembros de Carabineros de Chile, de
la Policía de Investigaciones de Chile y de Gendarmería, todos
los delitos que presenciaren o llegaren a su noticia. Los miem-
bros de las Fuerzas Armadas estarán también obligados a denun-
ciar todos los delitos de que tomaren conocimiento en el ejerci-
cio de sus funciones; b) Los fiscales y los demás empleados
públicos, los delitos de que tomaren conocimiento en el ejerci-
cio de sus funciones, y, especialmente, en su caso, los que nota-
71
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
ren en la conducta ministerial de sus subalternos; c) Los jefes
de puertos, aeropuertos, estaciones de trenes o buses o de otros
medios de locomoción o de carga, los capitanes de naves o de
aeronaves comerciales que naveguen en el mar territorial o en
el espacio territorial, respectivamente, y los conductores de los
trenes, buses y otros medios de transporte o carga, los delitos
que se cometieren durante el viaje, en el recinto de una esta-
ción, puerto o aeropuerto o a bordo del buque o aeronave;
d) Los jefes de establecimientos hospitalarios o de clínicas par-
üculares, y, en general, los profesionales en medicina, odonto-
I logía, química, farmacia y de otras ramas relacionadas con la con-
servación o el restablecimiento de la salud, y los que ejercieren
prestaciones auxiliares de ellas, que notaren en una persona o
en un cadáver señales de envenenamiento o de otro delito; y
e) Los directores, inspectores y profesores de establecimientos
educacionales de todo nivel, los delitos que afectaren a los alum-
nos o que hubieren tenido lugar en el establecimiento".
"La denuncia realizada por alguno de los obligados en este
artículo eximirá al resto".
De conformidad con el artículo 176 del C.P.P., "Las perso-
nas indicadas en el artículo anterior deberán hacer la denuncia
dentro de las veinticuatro horas siguientes al momento en que
tomaren conocimiento del hecho criminal. Respecto de los ca-
pitanes de naves o de aeronaves, este plazo se contará desde que
arribaren a cualquier puerto o aeropuerto de la República".
32. Sanción por incumplimiento de la obligación de denunciar.
El artículo 177 del C.RR dispone que "Las personas indicadas
en el artículo 175 que omitieren hacer la denuncia que en él se
prescribe incurrirán en la pena prevista en el artículo 494 del
Código Penal, o en la señalada en disposiciones especiales, en
lo que correspondiere".
"La pena por el delito en cuestión -agrega el precepto- no
será aplicable cuando apareciere que quien hubiere omitido for-
mular la denuncia arriesgaba la persecución penal propia, del
cónyuge, de su conviviente o de ascendientes, descendientes o
hermanos".
La Fiscalía Nacional ha declarado en el Instructivo antes se-
ñalado que si los fiscales comprueban que una denuncia se ha
72
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
omitido por las personas obligadas a formularla, o si es retrasa-
do su envío a la Fiscalía Local dentro del plazo de 24 horas, es-
tán facultados para investigar e iniciar el procedimiento que
corresponda en contra de los responsables.^'
33. Autodenuncia. Refiriéndose a la denuncia pública de un de-
lito respecto de una persona que se estime inocente, la ley le
otorga derecho para acudir ante un fiscal del ministerio públi-
co para que investigue y aclare el hecho.
Al efecto, el artículo 179 del C.RR establece que "Quien hu-
biere sido imputado por otra persona de haber participado en
la comisión de un hecho ilícito, tendrá el derecho de concurrir
ante el ministerio público y solicitar que se investigue la impu-
tación de que hubiere sido objeto".
"Si el fiscal respectivo se negare a proceder, la persona im-
putada podrá recurrir ante las autoridades superiores del minis-
terio público, a efecto de que revisen tal decisión".
Capitulo TV
LA QUERELLA
34. Concepto. La querella, al igual que la denuncia, es uno de
los medios de promoción de la acción penal.
Constituye una manifestación escrita y solemne de la volun-
tad de la víctima del delito, su representante legal o su herede-
ro testamentario, o cualquiera capaz de parecer enjuicio, en
casos especiales, destinada a promover la acción penal, ponien-
do en conocimiento del juez de garantía el delito de que se tra-
ta, asumiendo la cualidad de parte acusadora en el proceso
criminal.
La ley no exige la constitución de fianza de calumnia para pro-
moverla, ni existe, en general, acción popular para entablarla.
Con todo - c o m o lo hizo presente la Comisión de Constitu-
ción, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, en su In-
Fiscalía Nacional, Reforma Procesal..., cit., a ñ o 2000, pág. 19.
73
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
forme dado en la Sesión 29^ de 21 de enero de 1998 y lo esta-
blece el inciso 2° del artículo 111 del C.P.P.-, "cualquiera perso-
na se podrá querellar cuando se tratare de delitos cometidos por
funcionarios públicos que impliquen una violación a los dere-
chos humanos fundamentales o actos graves contra la probidad
l'ji
pública, o cuando se tratare de delitos terroristas o que afecten
a la colectividad en su conjunto".^^
La querella ostenta, como característica esencial, la de ser un
derecho subjetivo público ante el juez, que le otorga la cualidad
de parte y de acusador al querellante, y también, puede ser inte-
grativa del objeto del proceso, en cuanto contenga alegaciones
tendientes a introducir al juicio hechos o pruebas relevantes para
la investigación del delito y la determinación del delincuente.
Representa - c o m o lo observó la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados en su informe
dado en la Sesión 29^ de 21 de enero de 1998, antes citada- "una
especie de premanifestación de la cuestión particular".
El querellante, en su calidad de sujeto interviniente en la re-
lación procesal y de parte en el juicio penal, puede intervenir
en todas las actuaciones del procedimiento, sea haciendo peti-
ciones, sea impetrando diligencias, sea interponiendo recursos
procesales, hasta que la causa se suspenda por sobreseimiento
temporal, o expire su participación en el proceso por abando-
no o renuncia, o termine la causa por sobreseimiento definiti-
vo o por sentencia ejecutoriada.
35. Diferencias de la querella con la denuncia. La querella, a
diferencia de la denuncia, como norma sólo puede ser promo-
vida por la víctima del delito, por su representante legal o su
heredero testamentario, y únicamente con respecto a determi-
nados delitos, por cualquiera persona capaz de parecer enjui-
cio. La denuncia, en cambio, puede ser deducida por cualquiera
persona que tenga conocimiento de la perpetración de un he-
cho que revista caracteres de delito.
En tanto la querella debe ser presentada por escrito, y cum-
pliendo estrictas formalidades legales, directamente ante aljuez
^^ Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 64.
74
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
de garantía, es decir, ante el órgano jurisdiccional; la denuncia
puede ser formulada, aun verbalmente, ante los agentes de per-
secución penal, es decir, ante el ministerio público, ante funcio-
narios de Carabineros de Chile y de la Policía de Investigaciones,
y aun ante Gendarmería de Chile respecto de los delitos come-
tidos en los recintos penitenciarios.
Mientras el querellante puede renunciar tácitamente a la
querella, al no promoverla, o desistirse o abandonarla una vez
promovida, el denunciante, si bien puede abstenerse de formu-
lar la denuncia, a menos que esté obligado por la ley a deducir-
la, una vez presentada no puede desistirse de ella ni abandonarla,
ya que no es parte y carece de toda intervención en el proceso.
Por último, mientras la raíz de la denuncia, como se hizo pre-
sente anteriormente, se encuentra en la venganza, la raíz de la
querella se encuentra en el perdón.
Refiriéndose a los delitos de acción pública previa instan-
cia particular y a los delitos de acción privada, Carnelutti se
formula la siguiente pregunta: "si el delito, como se suele de-
cir, no sólo lesiona el interés de aquella persona que se llama
ofendido, sino de la sociedad entera, ¿cómo es que pueden
existir delitos los cuales sin el permiso de aquélla n o p u e d e n
ser castigados?".
Ello ocurre, se contesta a sí mismo este autor, porque "el po-
der de la querella, en cuanto se resuelve en el poder de perdo-
nar, es el poder de la gracia que la ley concede al ofendido;
existen delitos para los cuales la gracia se considera no tanto
equivalente como superior a la justicia".
"El poder de querella, entonces -concluye el autor-, supo-
ne el poder de perdonar, poder que no corresponde sino a aquel
<ltie padece el daño máximo del delito, esto es, quien afirma ser
el sujeto del interés que es inmediatamente lesionado por el de-
lito. Este sujeto es el ofendido".
Este poder de perdonar, como es obvio, se puede manifes-
^ r sea absteniéndose la víctima del delito de presentar la que-
rella, sea desistiéndose de ella o a b a n d o n á n d o l a u n a vez
promovida, si se trata de acción privada.
^6, Legitimados para deducir la querella. "La querella - d e
3-cuerdo con el artículo 111 del C.P.P.- podrá ser interpuesta
75
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
por la víctima, su representante legal o su heredero testamen-
tario".
No existe, en general, acción popular para querellarse, pero,
por excepción - c o m o lo señala la precitada disposición-, "Tam-
bién se podrá querellar cualquier persona capaz de parecer en
juicio domiciliada en la provincia, respecto de hechos punibles
cometidos en la misma que constituyeren delitos terroristas, o
delitos cometidos por un funcionario público que afectaren de-
rechos de las personas garantizados por la Constitución o con-
tra la probidad pública".
"Asimismo, podrá deducir querella cualquier persona capaz
de parecer enjuicio domiciliada en la región, respecto de deli-
tos cometidos en la misma que afectaren intereses sociales rele-
vantes o de la colectividad en su conjunto".
Dados los términos generales de "cualquier persona" enun-
ciados en los dos incisos precedentes, estimamos que las perso-
nas jurídicas también están legitimadas para deducir querella,
sea como víctima, sea en los casos antes señalados, en su condi-
ción de entes ideales capaces de ejercer derechos y contraer obli-
gaciones.
En tal sentido también ha opinado la Fiscalía Nacional del
Ministerio Público.^^
37. Personas que no se pueden querellar entre sí. De acuerdo
con lo dispuesto en el artículo 116 del C.P.P., "No podrán que-
rellarse entre sí, sea por delitos de acción pública o privada:
a) Los cónyuges, a no ser por delito que uno hubiere cometido
contra el otro o contra sus hijos, o por el delito de bigamia, y
b) Los consanguíneos en toda la línea recta, los colaterales y afi-
nes hasta el segundo grado, a no ser por delitos cometidos por
unos contra los otros, o contra su cónyuge o hijos".
Tal limitación, dado su carácter estricto y excepcional, no al-
canza a los terceros extraños, ni menos a los fiscales del minis-
terio público.
Igualmente -como lo observó la Comisión del Senado en su
! I Sesión 5^-, la norma de prohibición de deducir querella "no
^^ Fiscalía Nacional del Ministerio Público, Reforma Procesal Penal, t. I, a ñ o 2000,
págs. 24 y sigLs.
76
LAS NORMAS PR0C:KSALES PENALES
empece en absoluto a la excusa absolutoria del artículo 489 del
Código Penal. Solamente limita el ejercicio de la querella, de
modo que queda a salvo la posibilidad de efectuar la denuncia.^"
38. Ante quién y en qué forma debe presentarse la querella. Al
respecto, el artículo 113 del C.PP. prescribe: "Toda querella cri-
minal deberá presentarse por escrito ante el juez de garantía y
deberá contener: a) La designación del tribunal ante el cual se
entablare; b) El nombre, apellido, profesión u oficio y domici-
lio del querellante; c) El nombre, apellido, profesión u oficio y
residencia del querellado, o una designación clara de su perso-
na, si el querellante ignorare aquellas circunstancias. Si se igno-
raren dichas determinaciones, siempre se podrá deducir querella
para que se proceda a la investigación del delito y al castigo de
el o de los culpables; d) La relación circunstanciada del hecho,
con expresión del lugar, año, mes, día y hora en que se hubiere
ejecutado, si se supieren; e) La expresión de las diligencias cuya
práctica se solicitare al ministerio público; y f) La firma del que-
rellante o la de otra persona a su ruego, si no supiere o no pu-
diere firmar".
Sin perjuicio de lo anterior, la formulación de la querella
debe cumplir con los mandatos de los artículos 1" y 2** de la Ley
N"* 18.120, de 18 de mayo de 1981, que establece "Normas so-
bre Comparecencia enjuicio", en orden a la designación de un
abogado patrocinante y de un apoderado habilitado, en los tér-
minos que señalan dichos preceptos legales.
39. Oportunidad en que debe presentarse la querella. El artícu-
lo 112 del C.P.P. estatuye: "La querella podrá presentarse en cual-
quier m o m e n t o , mientras el fiscal n o declarare cerrada la
investigación".
"Admitida a tramitación, el juez la remidrá al ministerio pú-
blico y el querellante podrá hacer uso de los derechos que le
confiere el artículo 261".
En lo que atañe a la primera parte del precepto antes trans-
cripto, hay que tener presente que el ministerio publico dis-
' Senado, Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 534.
77
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
pone, para declarar cerrada la investigación, del plazo de dos
años a contar desde la fecha de la formalización de la investi-
gación, es decir, desde la comunicación que efectúa el fiscal
poniendo en conocimiento del imputado, en presencia del
juez de garantía, que desarrolla actualmente u n a investigación
en su contra, respecto de u n o o más delitos determinados
(arts. 2 2 9 y 2 4 7 ) .
A continuación, el precepto establece que admitida a trami-
tación la querella, el juez la remitirá al fiscal del ministerio pú-
blico, lo que es legalmente obligatorio, ya que es a dicho
funcionario a quien le corresponde la investigación del delito.
Por último, la disposición dispone que, admitida a tramita-
ción la querella, el querellante podrá hacer uso de los derechos
que le confiere el artículo 261 hasta quince días antes de la fe-
cha fijada para la realización de la audiencia de preparación del
juicio oral, es decir, por escrito podrá: a) adherir a la acusación
del fiscal del ministerio público o acusar particularmente. En este
segundo caso, podrá plantear una distinta calificación de los he-
chos, otras formas de participación del acusado, solicitar otra
pena o ampHar la acusación del fiscal, extendiéndola a hechos
o a imputados distintos, siempre que hubieren sido objeto de
la formalización de la investigación; b) Señalar los vicios forma-
les de que adoleciere el escrito de acusación, requiriendo su co-
Vrección; c) Ofrecer la prueba que estimare necesaria para
sustentar su acusación, lo que deberá hacerse en los mismos tér-
minos previstos en el artículo 259, esto es, presentando lista de
testigos y de peritos; y d) Deducir demanda civil, cuando proce-
diere (infraN°371).
Cabe observar que la Comisión de Constitución, Legislación
y Justicia de la Cámara de Diputados, en su Informe dado a la
Corporación en la Sesión 23% de 13 de enero de 1998, hizo pre-
sente que "La posibilidad de intervenir la persona que quedó
sin presentar querella no está agotada por esa circunstancia, por-
que el proceso sigue adelante. Habrá una audiencia de prepa-
ración del juicio oral, en d o n d e se evaluará, se presentará
acusación y se preparará el juicio. Si se resuelve acusar -agre-
ga-, lo que corresponde es acusar particularmente o adherirse
a la acusación del fiscal. Con posterioridad a la audiencia de pre-
paración del juicio oral, queda preparado el juicio y no se pue-
78
LAS NORMAS P R O C ; E S A L E S I ' E N A L E S
den incorporar más elementos, porque el contenido del juicio
se cierra
40. Inadmisibilidad de la querella y recurso. El artículo 114 del
C.P.P. establece: "La querella no será admitida a tramitación por
el juez de garantía: a) Cuando fuere presentada extemporánea-
mente de acuerdo a lo establecido en el artículo 112; b) Cuan-
do, habiéndose otorgado por el juez de garantía un plazo de tres
días para subsanar los defectos que presentare por falta de algu-
no de los requisitos señalados en el artículo 113, el querellante
no realizare las modificaciones pertinentes dentro de dicho pla-
zo; c) Cuando los hechos expuestos en ella no fueren constituti-
vos de delito; d) Cuando de los antecedentes contenidos en ella
apareciere de manifiesto que la responsabilidad penal del impu-
tado se encuentra extinguida. En este caso, la declaración de in-
admisibilidad se realizará previa citación del ministerio público,
y e) Cuando se dedujere por persona no autorizada por la ley".
De conformidad con lo prescrito en el artículo 115 del pre-
citado Código, "La resolución que declarare inadmisible la que-
rella será apelable, pero sin que en la tramitación del recurso
pueda disponerse la suspensión del procedimiento".
"La resolución que admitiere a tramitación la querella será
inapelable".
En lo que atañe al precepto contenido en el artículo antes
transcripto, no hay duda que la resolución que declara inadmi-
sible la querella será apelable por el querellante en todo caso.
El ministerio público, en cambio, sólo podrá impugnarla por la
vía de dicho recurso cuando la inadmisibilidad se funde en la
causal de la letra d) del artículo 114, es decir, cuando de los an-
tecedentes contenidos en ella apareciere de manifiesto que la
responsabilidad penal del imputado se encuentra extinguida.
Ello se debe a que tal pronunciamiento debe emitirlo el juez con
citación del respectivo fiscal, el cual, en la respectiva audiencia,
puede oponerse a ello y, por ende, de la resolución que le sea
adversa está legitimado para apelar, porque hace imposible la
continuación del procedimiento (infra N"*" 433 y 449).
Cámara de Diputados, Publicado?! Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 150.
79
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
41. Efectos de la inadmisíbilidad de la querella. El artículo 117
del C.P.P. dispone: "Cuando no se diere curso a una querella en
que se persiguiere un delito de acción pública o previa instan-
cia particular, por aplicación de alguna de las causales previstas
en las letras a) y b) del artículo 114 (antes transcrito), el juez la
pondrá en conocimiento del ministerio público para ser tenida
como denuncia, siempre que no le constare que la investigación
del hecho hubiere sido iniciada de otro modo".
Del texto antes inserto emana que la querella sólo puede ser
remitida al ministerio público como denuncia, cuando no es cur-
sada por no cumplir en su interposición con los plazos estable-
cidos p o r la ley para deducirla o para sanear los defectos
formales de que adolezca. Empero, la querella no será tenida
como denuncia ni remitida como tal al fiscal, si la inadmisíbili-
dad fuere declarada: porque los hechos expuestos en ella no son
constitutivos de delito, porque de los antecedentes apareciere
que la responsabilidad penal del imputado se encuentra extin-
guida, o porque hubiere sido entablada por persona n o legiti-
mada por la ley.
42. Desistimiento de la querella y sus efectos. El Código Pro-
cesal Penal chileno no permite la renuncia anticipada de la que-
rella, la cual sería inadmisible formularla expresamente respecto
de los delitos de acción pública, y aun la ley no la contempla
respecto de los delitos de acción privada, quedando sólo la po-
sibilidad de su renuncia tácita mediante su no entablamiento en
tiempo y forma.
En cambio, la ley permite el desistimiento o remisión, es de-
cir, el perdón del delito con posterioridad a la interposición de
la querella.
Así lo establece el artículo 118 del C.P.P. al disponer que "El
querellante podrá desistirse de su querella en cualquier momen-
to del procedimiento. En ese caso, tomará a su cargo las costas
propias y quedará sujeto a la decisión general sobre costas que
dictare el tribunal al finalizar el procedimiento".
El desistimiento o remisión de la querella sólo produce el
desaparecimiento del hecho punible si se trata de determina-
dos delitos de acción privada, tales como el adulterio o el aman-
cebamiento (arts. 379 y 381 del Código Penal); pero no en los
80
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
delitos de acción pública o de acción pública previa instancia
particular, en los cuales su único efecto es que el proceso que-
da privado de la parte querellante, quien, además, quedará su-
jeta al pago de las costas de la causa.
Igualmente, el desistimiento de la querella -según lo esta-
blece el artículo 119 del C.P.P.- "dejará a salvo el derecho del
querellado para ejercer, a su vez, la acción penal o civil a que
dieren lugar la querella o acusación calumniosa, y a demandar
los perjuicios que le hubiere causado en su persona o bienes y
las costas".
"Se exceptúa el caso -agrega el precepto- en que el quere-
llado hubiere aceptado expresamente el desistimiento del que-
rellante".
43. Abandono de la querella, recursos y efectos. Es una espe-
cie de desistimiento o remisión tácita de la querella.
Al efecto, el artículo 120 del Código del ramo dispone que
"El tribunal, de oficio o a petición de cualquiera de los intervi-
nientes, declarará abandonada la querella por quien la hubiere
interpuesto: a) Cuando no adhiriere a la acusación fiscal o no
acusare particularmente en la oportunidad que correspondie-
re; b) Cuando no asistiere a la audiencia de preparación del jui-
cio oral sin causa debidamente justificada; y c) Cuando n o
concurriere a la audiencia del juicio oral o se ausentare de ella
sin autorización del tribunal".
"La resolución que declarare el abandono de la querella será
apelable, sin que en la tramitación del recurso pueda disponer-
se la suspensión del procedimiento. La resolución que negare
lugar al abandono será inapelable".
En cuanto a los efectos del abandono, el artículo 121 del
C.P.P. establece: "La declaración del abandono de la querella im-
pedirá al querellante ejercer los derechos que en esa calidad le
confiere este Código".
Ello no significa, empero, que con la declaración del aban-
dono de la querella el querellante quede impedido de perseguir
las indemnizaciones que corresponda por la vía civil, si ha de-
ducido oportunamente la correspondiente demanda.
Refiriéndose a los dos preceptos antes transcriptos, la Comi-
sión de Constítución, Legislación y Justicia de la Cámara de Di-
81
IIM
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
putados, en su Informe dado en la Sesión 23^, de 13 de enero
de 1998, hizo presente que "Se trata de una normativa nueva
que sanciona, de alguna manera, la falta de participación opor-
tuna del querellante. No significa que el procedimiento haya ter-
minado. Es el sujeto querellante el que queda al margen y el
proceso continúa con el ministerio público, que es el que im-
pulsa la acción".
"Obviamente se trata de no detener el procedimiento para
esperar al querellante. Si el querellante es reticente, habrá que
sacarlo. El juez califica el abandono de la querella",
En cuanto a sus efectos, "no son otros que impedir al quere-
llante toda posterior participación en la persecución penal. Se
castiga en esta forma la negligencia del querellante".
"Al querellante negligente sólo se le proscribe de la perse-
cución penal. Le queda abierta la posibilidad en el procedimien-
to civil".
"Para dejar claro testimonio de lo anterior, se acordó substi-
tuir el artículo y señalar expresamente que la declaración de
abandono de la querella impedirá al querellante ejercer los de-
rechos que en esa calidad le confiere el Código".'*^
"•^ C á m a r a de Diputados, Publicación OJicial, Redacción de Sesiones, a n o 1998,
págs. 151 y 152.
82
TÍTULO r v
LA ACCIÓN CIVIL EN EL PROCESO PENAL
Capítulo I
GENERALIDADES
44. El resardmiento del daño en el proceso penal. El delito, ñie-
ra de inferir una ofensa, la que es sancionable penalmente por
lesionar los bienes jurídicos vitales de la sociedad, irroga un daño
a la víctima o a terceros, el cual debe ser resarcido o indemni-
zado por el imputado, o por quienes estuvieren al cuidado de
éste (supraN°'2y 3).
Así lo establece el artículo 2314 del Código Civil al prescri-
bir: "El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferi-
do daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de
la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito".
El artículo 2320 del mismo texto agrega: "Toda persona es res-
ponsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de
aquellos que estuvieren a su cuidado".
La responsabilidad civil está determinada por el daño y, por
ende, prescinde de que el hecho ilícito que lo motiva sea o no
delito penal, de donde se deriva que aquella sea más amplia y
genérica que la responsabilidad criminal, pues no requiere para
que se produzca que el hecho que la origine se encuentre pe-
nado por la ley.
No obstante lo anterior, como el proceso penal tiene como
finalidad principal, en defensa de la sociedad, establecer la cer-
teza del delito, la persona del delincuente e imponer la pena,
tal circunstancia determina que la acción civil en el juicio cri-
83
 INTRODUCCIÓN Al. ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
minal pierda tal prelación y tenga sólo un carácter accesorio y
limitado con relación a la acción penal.
La acción civil es accesoria en el enjuiciamiento criminal,
porque es circunstancial, y porque su existencia depende, como
norma, de la vigencia del proceso penal.
La regla anterior, sin embargo, no es absoluta, pues existen
casos en que, por excepción, aunque el procedimiento penal no
pueda proseguirse, el tribunal debe pronunciarse sobre la ac-
ción civil.
Ello ocurre, verbigracia -como lo establece el inciso final del
artículo 68-, "Si, comenzado el juicio oral, se dictare sobresei-
miento de acuerdo a las prescripciones de este Código, el tribu-
nal deberá continuar con el juicio para el solo conocimiento y
fallo de la cuestión civil". Lo mismo ocurrirá en caso de conde-
na o absolución, evento en el que - d e acuerdo con el artículo
349 del precitado Código-, en todo caso, el tribunal del juicio
oral deberá pronunciarse acerca de la demanda civil válidamente
interpuesta.
Con relación a este punto, la Comisión de Constitución, Le-
gislación y Justicia de la Cámara de Diputados se pronunció en
forma más amplia al sostener: "En el Código actualmente hay
suficientes elementos para pensar que, incluso, aun cuando el
tribunal no siga adelante con el procedimiento penal, debe se-
guir con la cuestión civil. Ocurre así, por ejemplo, en los casos
de amnistía, de demencia o locura, en que si se sobresee, se si-
gue adelante con el asunto civil ante el mismo juez del crimen,
por u n problema de economía procesal".
"Todo esto ocurre - h a agregado en su informe la Comisión-
cuando se está en la etapa anterior a la acusación. Una vez he-
cha la acusación, el tribunal está obligado a pronunciarse sobre
la demanda civil, aunque absuelva. Por lo tanto, lo que se per-
dería serían actuaciones de la instrucción y no la demanda".
"También por una razón de economía procesal -prosigue
dicho informe - , si el proceso no puede conünuar por enajena-
ción mental del imputado, se distinguen dos situaciones. Si no
se ha deducido acción civil, hay que ir donde el juez civil. Si di-
cha acción ya ha sido interpuesta en el proceso penal, continuará
su ejercicio ante él hasta la dictación y cumplimiento de la sen-
tencia que resuelva la demanda civil".
84
i 85
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
"Ello significa -termina el informe - que si se tiene ya un
juicio iniciado, pase lo que pase, se tiene que llegar a la senten-
cia. Pero si se está en la etapa de la instrucción que hace el mi-
nisterio público y se termina, no se hará un juicio oral con el
tribunal colegiado para ver sólo una cuestión civil" (Sesión 23^,
de 13 de enero de 1998, págs. 125 y 126).
Cabe agregar, empero, que la acción civil es limitada en esta
sede, porque sólo puede ser deducida para obtener la restitu-
ción de la cosa, o la indemnización de los perjuicios ocasiona-
dos, y para otros reducidos fines civilísticos, como ser: impetrar
medidas cautelares reales, y aun reclamar la reparación del daño
moral, pero no con otros objetivos.
Además, la acción penal es restringida en esta sede, porque
en el procedimiento penal sólo puede ser deducida por la vícti-
ma en contra del imputado, ya sea para obtener la restitución
de la cosa o lograr la indemnización de perjuicios.
En cambio, los terceros perjudicados únicamente pueden
impetrar en el proceso penal la restitución de la cosa objeto del
delito, pero no ejercer en tal procedimiento las acciones civiles
indemnizatorias de perjuicios en contra del imputado ni de ter-
ceros, ya que éstas deben ser entabladas ante el tribunal civil
competente de acuerdo con las reglas generales.
En cuanto al alcance del resarcimiento del daño, éste pue-
de consistir en la "restitución de la cosa" o en "la indemniza-
ción de los perjuicios ocasionados", es decir, puede ser "en
especie" o "en equivalente".
El resarcimiento del daño será en especie cuando consista
en la ejecución de un acto que haga desaparecer el daño, como
ocurriría, verbigracia, si se devuelve en forma íntegra por el de-
lincuente la cosa hurtada o la cantidad defraudada.
El resarcimiento del daño será en equivalente cuando sien-
do imposible enmendarlo mediante la restitución de la cosa o
retrotrayendo la situación al estado anterior al delito, se paga a
la vícdma: ora una indemnización reparatoria que subsane to-
talmente el perjuicio, como ocurriría, por ejemplo, si se cance-
la el valor total de un objeto destruido o perdido después del
hurto; ora si se otorga una indemnización compensatoria por
el dañador al dañado mediante una prestación retributiva que
procure aliviar el perjuicio causado por el hecho punible, como
 INTRODUCfllON AI. ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
acontecería, verbigracia, si por la pérdida de un ojo se paga al
herido una suma, o por la muerte de una persona se cancela a
sus deudos una cantidad determinada. En este úlümo caso, em-
pero, a pesar de ia retribución, el perjuicio aún persiste.
Con todo, la ley trata de que la indemnización sea comple-
ta, y por eso ha de comprender el daño emergente, el lucro ce-
sante y el daño moral.
El daño emergente es la pérdida real y efectiva que han su-
frido la víctima o terceros en su patrimonio con motivo del de-
Hto.
El lucro cesante es lo que la víctima o terceros han dejado
de ganar en razón del hecho punible.
Y el daño moral es el precio del dolor representado por su-
frimiento físico o psíquico que han tenido la víctima o terceros
con motivo del delito, siendo indemnizable aunque no haya cau-
sado detrimentos patrimoniales, pues - c o m o los decían los ro-
manos- lo que se paga es el pretium doloris.
Finalmente, deben indemnizarse tanto los perjuicios previs-
tos emanados del delito como los imprevistos, siempre que és-
tos sean la consecuencia inmediata o directa del hecho punible.
45. Principio general. El artículo 59 del C.RP. establece que "La
acción civil que tuviere por objeto únicamente la restitución de la
cosa, deberá interponerse siempre durante el respectivo procedi-
miento penal, de conformidad a lo previsto en el artículo 189".
"Asimismo, durante la tramitación del procedimiento penal
la víctima podrá deducir respecto del imputado, con arreglo a las
prescripciones de este Código, todas las restantes acciones que
tuvieren por objeto perseguir las responsabilidades civiles deriva-
das del hecho punible. La víctima podrá también ejercer esas ac-
ciones civiles ante el tribunal civil correspondiente. Con todo,
admitida a tramitación la demanda civil en el procedimiento pe-
nal, no se podrá deducir nuevamente ante un tribunal civil".
"Con la sola excepción indicada en el inciso primero, las
otras acciones encaminadas a obtener la reparación de las con-
secuencia civiles del hecho punible que interpusieren personas
distintas de la víctima o se dirigieren contra personas diferentes
del imputado, deberán plantearse ante el tribunal civil que fue-
re competente de acuerdo a las reglas generales".
86
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Del precepto antes transcripto se desprende, en consecuen-
cia, que ia acción civil que tenga por objeto solamente obtener
la restitución de la cosa objeto del delito, deberá siempre ser
entablada en el proceso penal: ora por la víctima contra el im-
putado o contra terceros; ora por terceros perjudicados en con-
tra del imputado o de otras personas.
Estas acciones persecutorias de la restitución de la cosa ob-
jeto del delito deberán ser ejercidas como norma ante el juez
de garantía durante la etapa de invesdgación, de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 189 del C.P.R, es decir, por la vía
incidental de reclamación por parte de la víctima, o de tercería
de dominio por parte de terceros. En estos casos, las resolucio-
nes que recayeren en el respectivo incidente se limitarán a de-
clarar el derecho del reclamante sobre dichos objetos, pero no
se efectuará la devolución de éstos sino hasta después de con-
cluido el procedimiento, a menos que el tribunal considere in-
necesaria su conservación. Se exceptúan de esta norma las cosas
robadas, hurtadas o estafadas, las cuales se entregarán al dueño
en cualquier estado del procedimiento, una vez comprobado su
dominio por cualquier medio y establecido su valor
En cuanto a las acciones civiles de indemnización de perjui-
cios, sólo la víctima del delito podrá ejercerlas a su elección úni-
camente contra el imputado, sea en el procedimiento penal, sea
ante el tribunal civil correspondiente, pero admitida a tramita-
ción la demanda civil en el proceso criminal, no podrá deducir-
la nuevamente ante el tribunal civil.
Por último, las acciones civiles encaminadas a obtener la re-
paración de las consecuencias civiles del hecho punible, es de-
cir, las de indemnización de los perjuicios que interpusieren
personas distintas de la víctima, o dirigieren por ésta o por ter-
ceros contra personas diferentes del imputado, deberán plan-
tearse ante el tribunal civil correspondiente de acuerdo con las
reglas generales.
Corroborando las reglas anteriores, la Comisión de Constitu-
ción, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, en su Segun-
do Informe, Sesión 5^ (Anexo de Documentos), hizo presente que
la disposición del artículo 59 del C.RR, antes transcrita, que fue
^1 resultado de la fusión de dos disposiciones contenidas en el pri-
niitivo Proyecto, "contempla tres situaciones. Una consiste en que
87
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
la acción civil que tuviere por objeto únicamente la restitución
de la cosa debe siempre interponerse en el procedimiento penal,
de conformidad con la regla general contenida en el actual ar-
tículo 189. Otro es el caso de las acciones civiles que puede inter-
poner la vícüma contra el imputado, que pueden deducirse en
sede criminal o en sede civil. Por último, se encuentran las otras
acciones que pueden interponer personas distintas a la víctima o
dirigirse contra personas distintas al imputado, las cuales necesa-
riamente deben debatirse en sede civil".'^^
46. La sentencia penal y sus efectos civiles. Los efectos de las
sentencias penales recaídas en las acciones civiles indemnizato-
rias de perjuicios encuentran sus fundamentos en el principio
de la unidad del poder jurisdiccional, en la regla que trata de
evitar la contradicción de los fallos y en el postulado de la eco-
nomía procesal.
Y ello porque si el poder jurisdiccional es uno solo, es lógi-
co que la sentencia ejecutoriada condenatoria dictada en un jui-
cio criminal siempre produzca el efecto de cosa juzgada en el
proceso civil, pues la condena ha de basarse tanto en la certeza
de la existencia del hecho punible generador de la responsabi-
lidad penal y civil como en la comprobación de la participación
culpable del imputado.
Con relación a este punto, el artículo 178 del Código de Pro-
cedimiento Civil establece: "En los juicios civiles podrán hacer-
se valer las sentencias dictadas en u n proceso criminal siempre
que condenen al procesado".
Por lo tanto, la norma general es que la certeza judicial es-
tablecida en el fallo condenatorio ejecutoriado del proceso pe-
nal, en lo relativo a la existencia del hecho que constituye delito,
a la ilicitud de éste y a la culpabilidad del condenado, no pue-
da volver a discutirse ante otro tribunal civil, pues no es posible
que éste pueda emitir u n dictamen contradictorio con lo ya de-
cidido por sentencia firme, ni menos -como lo señala la ley y lo
ha declarado la jurisprudencia de la Corte Suprema- es admisi-
ble que se tomen en cuenta en el juicio civil pruebas o alega-
••^ Senado, Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 481,
88
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
ciones incompatibles con lo ya resuelto, ni con los hechos que
le han servido de necesario fundamento.**^
Pero también, por excepción, las sentencias absolutorias y
los autos de sobreseimiento definitivo dictados en el procedi-
miento penal pueden producir efectos de cosajuzgada en el jui-
cio civil de indemnización de perjuicios.
En lo que respecta a los fallos que absuelven de la acusación,
el artículo 67 del C.P.P. establece: "La circunstancia de dictarse
sentencia absolutoria en materia penal no impedirá que se dé
lugar a la acción civil, si fuere legalmente procedente".
Y, ¿cuándo es, entonces, legalmente procedente que se ejer-
za acción civil fundada en un hecho respecto del cual se ha dic-
tado sentencia absolutoria en el juicio penal? La respuesta es:
sólo cuando dicho fallo absolutorio no haya producido cosajuz-
gada en materia civil, lo cual constituye la regla general.
Ahora bien, los únicos casos en que las sentencias absoluto-
rias o de sobreseimiento definitivo dictadas en el juicio penal
producen cosajuzgada en el juicio civil son los que contempla
el artículo 179 del Código de Procedimiento Civil, al disponer:
"Las sentencias que absuelvan de la acusación o que ordenen el
sobreseimiento definitivo, sólo producirán cosajuzgada en ma-
teria civil, cuando se funden en alguna de las circunstancias si-
guientes: P ) La no existencia del delito o cuasidelito que ha sido
materia del proceso. No se entenderán comprendidos en este
número los casos en que la absolución o sobreseimiento proven-
gan de la existencia de circunstancias que eximan de responsa-
bilidad criminal; 2^) No existir relación alguna entre el hecho
que se persigue y la persona acusada, sin perjuicio de la respon-
sabilidad civil que pueda afectarle por actos de terceros, o por
daños que resulten de accidentes, en conformidad a lo estable-
cido en el Título XXXV, Libro FV, del Código Civil; y 3") No exis-
tir en autos indicio alguno en contra del acusado, no pudiendo
^n tal caso alegarse la cosajuzgada sino respecto de las perso-
í^as que hayan intervenido en el proceso criminal como partes
directas o coadyuvantes".
''•' Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilenas. Código Civil, Editorial Jurí-
a»ca d e Chile. 1966,1.1, págs. 251 y 252.
89
 INTRODUCCIÓN A[. ESTUOIO DEL PROCESO PENAL
La razón de por qué la sentencia condenatoria del juicio pe-
nal siempre cause cosa juzgada en el juicio civil, al paso de que
la sentencia absolutoria o de sobreseimiento definitivo sólo la
ocasione por excepción, emana de la circunstancia de que el juez
del crimen tiene limitada su competencia a conocer yjuzgar los
hechos ilícitos, dolosos o culposos penados por la ley como de-
litos o cuasidelitos penales-criminales. El juez en lo civil, en cam-
bio, ostenta competencia para conocer, en general, de todos los
hechos ilícitos cometidos con cualquiera clase de culpa, negli-
gencia o imprudencia que irroguen daño o perjuicio, y que,
como tales, consütuyan delitos dolosos o culposos meramente
civiles no sancionados con penas criminales.
En cuanto a los alcances de los casos excepcionales en que
las sentencias absolutorias o de sobreseimiento definitivo dicta-
das en los juicios criminales producen cosa juzgada en los pro-
cesos civiles, hay que tener presente las siguientes normas:
En lo relativo a la eventualidad contemplada en el N" 1° del
artículo 179 del Código de Procedimiento Civil, hay que consi-
derar las siguientes situaciones: a) Si se absuelve o se sobresee
definitivamente en el juicio penal porque NO EXISTEN LOS HE-
CHOS, es obvio que el fallo penal que contenga tal pronuncia-
miento produce cosa juzgada en el juicio civil, toda vez que el
no acaecimiento de los sucesos no podrá generar responsabili-
dad criminal ni civil; b) Si se absuelve o se sobresee definitiva-
mente porque LOS HECHOS EXISTEN, PERO NO SE ENCUENTRAN
SANCIONADOS POR LA LEY PENAL, tales fallos no producen cosa
juzgada en el juicio civil, pues la falta de responsabiUdad cri-
minal no excluye la responsabilidad civil dimanante del daño
que hayan producidos tales hechos ilícitos; c) Si se absuelve o
se sobresee definitivamente en el proceso penal porque AUN-
QUE LOS HECHOS EXISTEN, Y SE ENCUENTRAN PENADOS POR LA
LEY, HAN SIDO CAUSADOS SIN CULPA DEL HECHOR, tal fallo pro-
duce cosa juzgada en el juicio civil porque la falta de culpabili-
dad exime de responsabilidad tanto en sede civil como en 13.
penal; y d) si se absuelve o se sobresee definitivamente porque
CONCURREN CIRCUNSTANCIAS EXIMENTES DE RESPONSABILI-
DAD CRIMINAL, tales fallos no producen cosa juzgada en mate-
ria civil, porque la irresponsabilidad penal no excluye a la
responsabilidad civil.
90
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
En lo referente a la posibilidad contenida en el N** 2° del ar-
tículo 179 del Código de Procedimiento Civil, cual es "la de no
existir relación alguna entre el hecho que se persigue y la per-
sona acusada", el fallo absolutorio o de sobreseimiento definiti-
vo que se dicte en este caso produce cosa juzgado en el juicio
civil, por falta de conexión de causa a efecto entre el suceso in-
vestigado y la conducta del imputado, sin perjuicio de la respon-
sabilidad que pueda afectarle por actos de terceros que estén
bajo su dependencia, como ocurriría, por ejemplo, con los hi-
jos menores respecto de sus padres, los pupilos con relación a
los tutores o curadores, los discípulos en cuanto a los jefes de
colegios, etc. (arts. 2320 y sigts. del Código Civil).
En lo que atañe a la contingencia a que alude el N° S"* del
precitado artículo 179 del Código de Procedimiento Civil, rela-
tiva "a la no existencia en los autos de indicio alguno en contra
del acusado", el fallo absolutorio o de sobreseimiento definitivo
dictado en virtud de esta causal en el juicio criminal, por fun-
darse en la insuficiencia de pruebas que establezcan la certeza
acerca de la existencia del hecho o de la participación atribui-
da al imputado, produce el efecto de cosa juzgada en la causa
civil, pero ésta sólo puede ser alegada por quienes hayan inter-
venido en el proceso penal como partes directas o coadyuvan-
tes, ya que de acuerdo con lo dispuesto en el inciso 2° del
artículo 3" del Código Civil, "las sentencias judiciales no denen
fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente
se pronunciaren".
Las reglas anteriores, sin embargo, tienen la excepción ab-
soluta de que "Las sentencias absolutorias y de sobreseimiento
en materia criminal relativas a los tutores, curadores, albaceas,
síndicos, depositarios, tesoreros y demás personas que hayan re-
cibido valores u objetos muebles por un título de que nazca obli-
gación de devolverlos, no producirá en ningún caso cosa juzgada
en materia civil".
Es preciso tener presente, además, que los efectos de la cosa
juzgada del fallo criminal en el juicio civil son extensivos a las
pruebas y alegaciones producidas o formuladas en el proceso
penal en que haya recaído sentencia ejecutoriada.
•V
Así lo señala el artículo 180 del Código de Procedimiento
Civil, al establecer que "Siempre que la sentencia criminal pro-
91
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
duzca cosa juzgada enjuicio civil, no será lícito en éste tomar
en consideración pruebas o alegaciones incompatibles con lo
resuelto en dicha sentencia o con los hechos que le sirvan de
necesario fundamento".
Como se podrá apreciar, las disposiciones legales antes ana-
lizadas resguardan la unidad decisoria de los órganos jurisdic-
cionales, evitan la dictación de sentencias contradictorias entre
los tribunales de justicia, y, por último, al permitir, en ciertos ca-
sos, la deducción de la acción civil indemnizatoria en el proce-
so penal, introducen un factor de economía procesal que evita
a la víctima perseguir el resarcimiento del daño proveniente del
delito en un juicio diverso al criminal, de por sí oneroso y de
lato conocimiento.
Capítulo II
U^ RELACIÓN J U R Í D I C A PROCESAL CIVIL
EN EL PROCESO PENAL
47. Concepto. La relación jurídica procesal civil, al igual que
la relación jurídica procesal penal, emana - e n lo que respecta
al juicio civil- del derecho subjetivo que proviene del daño in-
ferido por el delito, el cual le otorga a la víctima acción para
demandar, en el juicio criminal del imputado o de sus herede-
ros, la indemnización del perjuicio que le haya irrogado el he-
cho punible.
Esta acción ejercida en el proceso penal, dado su carácter
civil, es de neto interés privado, y por ende, con respecto a ella
impera plenamente el principio de la disponibilidad, en el sen-
tido de que los intereses pecuniarios que la informen pueden
ser transigidos o renunciados libremente poniendo término an-
ticipado a la relación jurídica procesal civil.
Del mismo modo, la diferente naturaleza de la acción civil
da como resultado que su deducción en el proceso penal inicie
en éste una relación jurídica procesal civil, que sólo queda in-
serta accesoriamente en éste, de tal modo que su desarrollo debe
adaptarse al esquema procedimental del juicio criminal, a fin
de no entorpecer el cumplimiento de sus fines, hasta tal punto
92
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
que su subsistencia depende de la suerte o destino de éste (art.
68C.RR)-
Por otra parte, cabe observar que, prescindiendo del supues-
to del daño, es diversa la causa petendi que puede alegarse, se-
ffún que la acción civil entablada por la víctima del delito sea
dirigida contra el imputado o contra terceros civilmente respon-
sables.
Si la acción civil generadora de la respectiva relación proce-
sal es deducida por la víctima en contra del imputado, su fun-
d a m e n t o , al igual q u e el jus puniendi del Estado, e m a n a
directamente del daño causado por el delito.
No ocurre lo mismo, sin embargo, si la acción civil es enta-
blada por la víctima ante la justicia civil contra terceros civilmen-
te responsables, evento en que, independientemente del daño
proveniente del delito, el fundamento de la demanda es varia-
ble, pues depende de la naturaleza de las relaciones que dichos
terceros tengan con el imputado.
Así, por ejemplo, es diversa la causa petendi de la acción ci-
vil indemnizatoria deducida contra el padre por el delito come-
tido por su hijo menor de edad, de la que fundamenta la ejercida
contra el propietario de un vehículo motorizado por el cuaside-
lito de lesiones contra las personas cometido por el conductor
no dueño (arts. 2320 del Código Civil y 174 y 175 de la Ley
NM8.290 de Tránsito).
De ahí que, para el éxito de la acción civil, sea necesario se-
ñalar en la demanda exactamente la causa de pedir de la cual
emana, además del daño proveniente del delito, la responsabi-
lidad civil indemnizatoria del tercero ajeno al hecho punible.
Seguidamente, dado el carácter privado que ostenta la ac-
ción civil, solamente la víctima perjudicada por el daño prove-
niente del delito y sus h e r e d e r o s , están legitimados para
demandar en el juicio penal la indemnización de perjuicios, en
contra del imputado y de sus herederos, dando de este modo
ongen a la respectiva relación jurídica procesal civil.
El juez no está facultado para ejercer de oficio la acción ci-
^1 en el juicio criminal, es decir, en esta sede se aplica la regla
'^eprocedat iudex ex ofjicio".
Por otra parte, deducida la acción civil por el legitimado, el
'afgano Jurisdiccional, al pronunciarse sobre ella, debe atenerse
93

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
estrictamente al contenido y alcance del petitorio de la deman-
da (sentencia debet esse corformis libello), a fin de no incurrir en los
vicios de extra o ultra petita.
48. Nacimiento de la relación jurídica procesal civil en el pro-
ceso penal. A diferencia de lo que acontece en el proceso civil,
la relación jurídica procesal civil en el juicio penal nace con la
deducción de la demanda de indemnización de perjuicios por
la víctima del delito y su notificación, en forma legal, al imputa-
do demandado o a sus herederos.
En su entablamiento en el proceso penal, la demanda debe
cumplir con los mismos requisitos de forma y de fondo que en
su deducción en el juicio civil, pero en su tramitación debe so-
meterse, en cuanto sea necesario, al sistema procedimental que
rige para el juicio criminal. Con todo, en lo formal, su interpo-
sición debe cumplir -como lo señala el artículo 60 del C.P.R-
con los requisitos señalados en el artículo 254 del Código de Pro-
cedimiento Civil.
Lo anterior significa que, en lo relativo al procedimiento, la
relación jurídica procesal civil debe desarrollarse libremente den-
tro del juicio criminal de una manera que se concille con los
principios normativos del proceso penal y del proceso civil, es
decir, debe adaptarse a su esquema procesal imprescindible para
el cumplimiento de sus fines.
Así, por ejemplo, si antes de comenzar el juicio oral el pro-
ceso penal se suspende por sobreseimiento temporal, lo mismo
ocurrirá con la relación jurídica procesal civil, y si aquél termi-
na por sobreseimiento definitivo declarado por el juez de garan-
tía una vez cerrada la investigación, igualmente expirará entre
las partes la relación procesal civil seguida ante el juez en lo cri-
minal, sin perjuicio de su derecho de renovar la acción civil ante
el tribunal civil correspondiente (art. 68 C.P.P.).
Fuera de lo anterior, la relación jurídica procesal civil se de-
sarrolla en el proceso penal de acuerdo con su normativa civi-
lística, especialmente en el sentido de que sus alcances en cuanto
a los fundamentos de^a acción civil (causa petendi), y al conte-
nido y extensión del petitorio de la demanda (petitum), a dife-
rencia de la relación j u r í d i c a procesal p e n a l , h a b r á n de
depender exclusiva y exactamente de las pretensiones de las par-
94
\
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
tes civiles y no de la decisión del juez, al igual de lo que ocurre
en el proceso civil.
49, Suspensión y término de la relación jurídica procesal
civil- Como señalábamos con anterioridad, la suspensión y tér-
mino de la relación jurídica procesal civil están determinados
tanto por causas que afecten particularmente a la relación jurí-
dica procesal civil como a la suerte corrida por la relación jurí-
dica procesal penal, y por ende, puede suspenderse o terminar,
ya sea durante el curso del juicio criminal, ya sea al finalizar éste.
Tanto la suspensión como la terminación de la relación ju-
rídica procesal civil pueden depender de la decisión de las par-
tes civiles, o de la resolución del tribunal del juicio penal.
La suspensión o término de la relación jurídica civil depen-
derá de la decisión de las partes civiles, si éstas, en uso de su
facultad de disponibilidad de la acción civil que le otorga la ley,
llegan a un acuerdo acerca de la suspensión o terminación de
dicha relación, por ejemplo, en virtud de una transacción.
Por el contrario, la terminación de la relación procesal civil
en el juicio criminal estará sujeta a la resolución del juez de ga-
rantía en lo penal, si éste, por causal legal, suspende el proceso
penal por sobreseimiento temporal o le da término por sobre-
seimiento definitivo, evento en que, como norma, expira la ac-
ción civil ante el tribunal en lo criminal, sin perjuicio de que
ésta pueda ser renovada ante el juez en lo civil dentro de cierto
plazo que señala la ley (art. 68 C.P.P.).
La terminación de la relación jurídica procesal civil tendrá
lugar también por decisión de las partes si, verbigracia, el de-
mandante se desiste o abandona la acción civil.
Tal terminación, a la inversa, tendrá lugar por resolución del
tribunal si éste a petición de parte o de oficio declara la nuli-
dad de la relación jurídica procesal penal, por adolecer de vi-
cios que la anulen, caso en que el juez no se pronunciará sobre
el fondo de la acción civil.
_ ^ Igualmente terminará la relación jurídica procesal civil si el
JUICIO finaliza por sentencia definitiva condenatoria o absoluto-
^a, eventos en que el tribunal del juicio oral en lo penal deberá
pi"onunciarse sobre la acción civil, acogiéndola o desechándo-
la, pronunciamiento que causará el efecto de cosa juzgada en
^1 posible juicio civil (art. 349 C.P.P.).
95
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Con todo, si la relación jurídica procesal civil se suspende
por el sobreseimiento sin pronunciamiento sobre la acción ci-
vil, o por su declaración de nulidad, ello no obsta a que pueda
volver a ejercerse ante la jurisdicción civil correspondiente, pues
debe entenderse que para tales efectos no ha existido jamás, en
virtud del postulado "tanquam nonfuisset".
Capitulo III
LA DEMANDA DE INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS
EN EL PROCESO PENAL
50. Legitimación para ejercer la acción civil indemnizatoría. Así
como la denominada cuestión penal se inicia por el requerimien-
to del ministerio público o por denuncia o querella particular;
la cuestión civil nace accesoriamente en el proceso criminal con
la "demanda civil indemnizatoría de perjuicios" deducida por la
víctima del delito o sus herederos en contra del imputado, y si
éste hubiere fallecido, en contra de sus herederos.
Con todo, si bien de acuerdo con los artículos 991 y 1097
del Código Civil los herederos suceden al difunto en todos sus
bienes, derechos y obligaciones transmisibles, para determinar
si aquellos pueden demandar el resarcimiento del daño irroga-
do por el delito a la víctima fallecida, hay que distinguir si la
muerte de ésta fue instantánea, y por ende simultánea con su
consumación, o si, por el contrario, ocurrió con posterioridad
a la perpetración del hecho punible que la causó.
En el primer caso - c o m o lo señala Alessandri citando a Jos-
serand y a Gardenat y Salmon-Ricci-, los herederos no pueden
reclamar resarcimiento por el daño personal irrogado al causan-
te, ya que como la víctima falleció en el momento mismo del
accidente, la acción que le pudo corresponder no alcanzó a in-
corporarse a su patrimonio, y no pudo, por lo mismo, transmi-
tirla. Sólo podrían ejercitar su propia acción, esto es, la derivada
del daño personal que esa muerte les haya irrogado.^^
''^'Aiessandri R., Arturo, De la Responsabilidad Contractual en el Código Civil Chi-
leno, I m p r e n t a Universitaria, Santiago, 1943, pág. 468.
96
.Jioí.
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
En Otros términos, los herederos sólo podrían reclamar por
derecho propio (iureproprio), el pretium dolorís o daño moral que
les haya causado la muerte, y el perjuicio material que directa-
mente le haya irrogado el repentino fallecimiento a su cuota
hereditaria en la herencia del difunto.
Tal criterio, como se podrá apreciar, está acorde con lo dis-
puesto en el inciso 2" del artículo 956 del Código Civil, en cuanto
establece que "la herencia se defiere en el momento de fallecer
la persona de cuya sucesión se trata", de suerte que si dicho mo-
mento coincide con el instante de la consumación del homici-
dio, en realidad la acción civil proveniente del daño que el delito
conlleva no pudo alcanzar a ingresar al patrimonio de la vícti-
ma, y como consecuencia de ello no pudo transmitirla a sus he-
rederos.
Por el contrario, si la víctima sobrevive a la consumación del
delito, como si, por ejemplo, con motivo de éste sufre lesiones
graves que posteriormente producen su fallecimiento, en este
caso los herederos del difunto tienen una doble acción, a saber:
por derecho sucesorio (iure successionis), podrían ejercer la ac-
ción civil que correspondía al difunto; y, por derecho propio (iure
proprio), podrían entablar la acción indemnizatoría por el daño
material y moral que hubieren sufrido personalmente en razón
del deceso del de cuius.
En todo caso, la acción civil ejercida personalmente por la
víctima del delito o por sus herederos se rige, en lo substantivo,
por las normas del derecho civil; y, en lo adjetivo, por las nor-
mas especiales establecidas en el Código Procesal Penal y por
las reglas generales del derecho procesal civil, las cuales, empe-
ro, deben adaptarse, en cada eventualidad en que se produzca
incompatibilidad, al esquema procedimental que rige al proce-
so penal.
51. Preparación de la demanda civil y sus efectos. La preten-
sión civil indemnizatoria podrá ser preparada por el legitimado
para deducirla a través de medidas cautelares de índole proce-
sal civil o de naturaleza procesal penal, que deben impetrarse
con posterioridad a la formalización de la investigación, es de-
cir -al tenor del artículo 229 del C.P.P.-, de "la comunicación
que el fiscal efectúa al imputado, en presencia del juez de ga-
97
/
INTRODUCCIÓN Al, ESTUDIO DEL PROCESO I'ENAL
rantía, de que desarrolla actualmente una investigación en su
contra respecto de uno o más delitos determinados".
Así lo establece el artículo 61 del C.P.P. al prescribir que "Sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo anterior (relativo a la
oportunidad y forma de entablar la demanda civil), con poste-
rioridad a la formalización de la investigación la víctima podrá
preparar la demanda civil solicitando la práctica de diligencias
que considerare necesarias para esclarecer los hechos que serán
objeto de su demanda, aplicándose, en tal caso, lo establecido
en los artículo 183 y 184", pues estos preceptos la facultan para
solicitar del fiscal la realización de dichas diligencias.
"Asimismo -agrega el precepto-, se podrá cautelar la deman-
da civil, solicitando alguna de las medidas previstas en el artícu-
lo 157", vale decir, alguna de las medidas cautelares reales
establecidas en el Título V del Libro II del Código de Procedi-
miento Civil.
"La preparación de la demanda civil interrumpe la prescrip-
ción. No obstante, si no se dedujere demanda en la oportunidad
prevista en el artículo precedente, la prescripción se considerará
como no interrumpida", finaliza el artículo 61 del C.P.P.
II En otras palabras, al igual que en el juicio civil, la deducción
de la demanda podrá prepararse en el proceso penal, a petición
de parte, mediante la práctica de algunas de las medidas preju-
diciales precautorias establecidas en el Código de Procedimien-
to Civil, es decir, el secuestro de la cosa que es objeto de la
demanda, el nombramiento de uno o más interventores, la re-
tención de bienes determinados, y la prohibición de celebrar
actos y contratos sobre bienes determinados.
Las solicitudes acerca de estas medidas -al tenor del artícu-
lo 157 del C.P.P- se substanciarán y regirán de acuerdo con lo
previsto en el Título IV del Libro II del Código de Procedimiento
Civil, relativo a las medidas prejudiciales, es decir, por la vía in-
cidental, con el alcance de que una vez concedidas el plazo para
presentar la demanda se extenderá "hasta quince días antes de
la fecha fijada para la realización de la audiencia de prepara-
ción del juicio oral" (art. 261 C.P.P.).
Finalmente, en cuanto a sus efectos, de acuerdo con lo dis-
puesto en el inciso final del precitado artículo 61 del C.P.P., "La
preparación de la demanda civil interrumpe la prescripción. No
98
lAS NORMAS PROCESALES PENAL ES
obstante, si no se dedujere demanda en la oportunidad prevista
en el artículo precedente, la prescripción se considerará como
no interrumpida".
Lo anterior significa, por tanto, que si el actor civil no pre-
senta su demanda civil en tiempo y forma, es decir, hasta quin-
ce días antes de la fecha fijada para la realización de la audiencia
de preparación del juicio oral, seguirá corriendo la prescripción.
52. Capacidad para ejercer la acción civil indemnizatoria en el
proceso penal. Se requiere, en forma previa, ser la víctima del
delito o su heredero, pues sólo a estas personas la ley les otorga
"legitimación en causa" para ejercer en el proceso penal en con-
tra del imputado o sus herederos, la acción de indemnización
de perjuicios irrogados por el delito.
Sin perjuicio de lo anterior, la víctima o su heredero deben
tener capacidad para litigar o legitimatio ad processum, u obrar re-
presentado por una persona capaz de parecer enjuicio.
Desde el punto de vista substantivo o material, el artícu-
lo 1445, inciso segundo, del Código Civil, establece que la capa-
cidad legal de una persona consiste en poder obligarse por sí
misma sin el ministerio o autorización de otra.
El concepto de capacidad procesal, sin embargo, es más am-
plio que la capacidad de ejercicio a que se refiere el precepto
antes transcripto, pues -como lo señala Anabalón Sanderson-
en esta sede "toda persona es legalmente capaz, su personero
legítimo y los representantes legales de los incapaces, lo mismo
que el relativamente incapaz a quien la ley le haya reconocido
expresamente tal habilidad en determinadas circunstancias".^^
Lo anterior significa, en consecuencia, que tanto las víctimas
absolutamente incapaces, como las relativamente incapaces, po-
drán ejercer la acción indemnizatoria en el proceso penal, re-
presentados o asistidos por sus representantes legales, ya que la
capacidad procesal está íntimamente ligada con la capacidad de
goce, en términos de que aun entes como el hijo que está por
nacer y el hijo postumo pueden, con la debida representación,
-s ^'^::^:,t^\S¡tttM'''""'"""-'-' ^-^ ^*- ^^"^-
99
 INTRODUCCIÓN AL. KSTUDIO DEL PROCESO PENAL
deducir la demanda civil en calidades de actual o futuro here-
dero del ofendido por el delito.
Y ello sucede porque la capacidad es un atributo de la per-
sonalidad que la ley presume, en términos de que, en principio,
basta con que la víctima del delito sea o vaya a ser un individuo
de la especie humana para que se le presuma capaz.
Sin perjuicio de lo anterior, para actuar en el juicio crimi-
nal demandando resarcimiento de daños o indemnización de
perjuicios, además de la legitimatio ad processum, que es la apti-
tud genérica para intervenir en u n a litis cualquiera, la cual
- c o m o se ha dicho- la ley la presume en todo individuo por el
solo hecho de pertenecer a la especie humana, se requiere que
concurra la legitimatio ad causam, esto es, la idoneidad específi-
ca, emanada de un derecho o interés legítimo protegido por la
ley, que otorgue la titularidad necesaria para ser parte y poder
ejercer, en un caso determinado, la acción civil indemnizatoria.
En este caso, la ley le otorga tal derecho o titularidad a la vícti-
ma del delito.
En consecuencia, la legitimatio ad processum está determina-
da por la capacidad procesal para parecer por sí enjuicio, la cual,
como norma, la tienen todas las personas, con la sola excepción
de aquellos que el legislador califica como relativa o absoluta-
mente incapaces, los que, como tales, deben comparecer al pro-
ceso penal autorizados o representados por los personeros que
la ley señala (arts. 1446 y 1447 del Código Civil).
La legitimación en causa (legitimatio ad causam), en cambio,
supone la titLÜaridad para ejercer una acción específica, la cual
está determinada por la identidad de la persona del actor con
la persona a quien la ley le otorga la acción, pues ésta es la cir-
cunstancia que la faculta para obrar civilmente en el juicio pe-
nal exigiendo el resarcimiento de los daños irrogados por el
delito.
La legitimación en causa para ejercer la acción civil para el
resarcimiento del perjuicio la ley se la otorga en el proceso pe-
nal a la víctima, por ser ésta el sujeto que ha sufrido del daño
irrogado por el delito.
Si la demanda civil para la indemnización de perjuicios se
pretende dirigir en contra de terceros civilmente responsables,
fuera de que ésta sólo puede ser ejercida ante lajusticia civil y
100
lj\S NORMAS PROCESALES PENALES
no ante el juez en lo penal, la titularidad para ejercer la acción
emana en forma inmediata del daño causado por el delito y de
manera indirecta de la especie de relaciones que hayan existi-
do al momento de la perpetración del delito entre el imputado
y dichos terceros. Así, por ejemplo -como se expuso anterior-
mente-, la titularidad para ejercer la acción civil indemnizato-
ria contra el tercero ajeno al delito será diferente si la demanda
se dirige contra un padre por el delito de su menor hijo, que la
que se entabla en contra de un jefe de colegio por el hecho pu-
nible de su discípulo, o la dirigida en contra del propietario de
un vehículo motorizado por el cuasidelito de lesiones cometido
por el conductor del mismo.
53. Formalidades de la demanda civil indemnizatoria en el pro-
ceso penal. Son las mismas que se exigen en el proceso civil,
de acuerdo con las normas establecidas en el artículo 254 del
Código de Procedimiento Civil y en la Ley N° 18.120 sobre Com-
parecencia en Juicio, fuera de lo señalado por la ley procesal
penal.
A la demanda de la víctima en contra del imputado se refie-
re el artículo 60 del C.RR al disponer: "La demanda civil en el
procedimiento penal deberá interponerse ^en la oportunidad
prevista en el artículo 261, por escrito y cumpliendo con los re-
quisitos exigidos por el artículo 254 del Código de Procedimien-
to Civil. La demanda civil del querellante deberá deducirse
conjuntamente con su escrito de adhesión o acusación".
"La demanda civil deberá contener la indicación de los me-
dios de prueba, en los mismos términos expresados en el artícu-
lo 259".
En conformidad al precepto antes transcripto, el entabla-
miento de la acción civil exige que en la demanda se cumplan
solemnidades legales, las cuales consisten, primero, en que sea
lormulada por escrito, y, en seguida, que cumpla con las exigen-
cias de forma y con los requisitos de fondo indicados en los
N - r , 2 > 3" del artículo 254 del Código de Procedimiento Ci-
"^il y en el artículo 1° de la Ley sobre Comparecencia enjuicio.
Al respecto el precitado artículo 254 del Código establece
iniperativamente: "La demanda debe contener: l°)La designa-"
c*ón del tribunal ante el cual se entabla; 2°) El nombre/ctomici-
t '. ..
101
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PKNAL
lio y profesión u oficio del demandante y de las personas que lo
representen, y la naturaleza de la representación; 3°) El nom-
bre, domicilio y profesión u oficio del demandado".
Seguidamente, la demanda - d e acuerdo con el artículo P
de la Ley N*^ 18.120 sobre Comparecencia e n j u i c i o - deberá ser
patrocinada por un abogado habilitado para el ejercicio de la
profesión, el cual podrá ser el mismo que haya patrocinado la
acción penal, u otro diferente. Y, además, deberá designar un
apoderado habilitado de acuerdo con el artículo 2° de la preci-
tada ley.
La falta de designación de abogado patrocinantes habilita-
do para el ejercicio de la profesión, hará inadmisible la deman-
da civil, no podrá ser proveída y se tendrá por no presentada
para todos los efectos legales, de acuerdo con lo ordenado en
el artículo 1** de la antes indicada Ley N''18.120, por exisür una
causal de inadmisibilidad (infra N"' 284 y sigts.).
En cambio, la carencia de alguno de los requisitos indica-
dos en los tres primeros números del artículo 254 del Código
de Procedimiento Civil, no obstante importar también tal omi-
sión una causal de inadmisibilidad, no produce tal efecto, a me-
nos que ordenada la reparación de tales vicios formales por el
juez de garantía en la audiencia de preparación del juicio oral,
no los subsanare el actor civil, dentro del plazo de cinco días
que el tribunal fijare, evento en que se tendrá por no presenta-
da para todos los efectos legales (art. 270 C.RR).
Tal facultad fue incluida porque la Comisión del Constitu-
ción, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, en su In-
forme rendido en Sesión 23% de 13 de enero de 1988, estimó
que a la parte le asiste el derecho de efectuar las correcciones
que procedan para reparar el equívoco en que ha incurrido (Pu-
blicación Oficial, Redacción de Sesiones, pág. 127).
Los requisitos de fondo que deberá cumplir la demanda ci-
vil en lo penal son los indicados en los N"*' 4° y 5" del artículo 254
del Código de Procedimiento Civil, y en el inciso 2^ del artículo
60 del C.RR, a saber:
"4°) La exposición clara de los hechos y de los fundamentos
de derecho en que se apoya;
S*') La enunciación precisa y clara, consignada en la conclu-
sión, de las peticiones que se someten al fallo del tribunal;" y
102
I 103
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
El señalamiento de los medios de prueba de que piensa va-
lerse el actor, en los mismos términos expresados en el inciso
segundo del artículo 259. Esto es, si ofreciere rendir prueba de
testigos, deberá presentar una lista, individualizándolos con nom-
bres, apellidos, profesión y domicilio o residencia y señalar, ade-
más, los puntos sobre los cuales habrán de recaer sus declara-
ciones.
En el mismo escrito, el actor deberá individualizar al perito
o a los peritos cuya comparecencia solicitare, indicando sus tí-
tulos o calidades.
El primero de los anteriores requisitos exige, por lo tanto,
que los hechos en que se funda la demanda se expongan de
modo explícito y comprensible que permita distinguir -como lo
señala Anabalón Sanderson- "los propósitos y alcances de la ac-
ción entablada, es decir, la causa de pedir y la cosa pedida, úni-
ca manera de caracterizarla y definir concretamente el derecho
invocado por el pretendiente".^'^
En caso de carecer la demanda de fundamentos de hecho,
o de no estar enunciados éstos en forma clara, la acción civil de-
ducida deberá ser rechazada por improcedente.
Tal exigencia igualmente requiere que se "expongan los fun-
damentos de derecho en que se apoya la demanda", enuncia-
ción que no es necesario que sea estrictamente precisa, pues,
en definitiva, es al juez a quien le corresponde señalar la ley apli-
cable, de acuerdo con el postulado romano que dice: "dame los
hechos que yo te daré el derecho".
En cuanto al segundo de los antes referidos requisitos de fon-
do, relativo "a la enunciación precisa y clara, consignada en la
conclusión, de las peticiones que se sometan al fallo del tribu-
nal", es una condición esencial, en razón de que sobre ella debe
resolver estrictamente el juez en su decisión, pues si en la sen-
tencia omite pronunciarse sobre todo el petitorio, incurrirá en
el vicio de falta de decisión del asunto controvertido; si se dicta-
mina sobre puntos ajenos a petitum, fallará extra petíta, y si otorga
rnás de lo pedido por las partes, sentenciará ultra petita.
''^ Anabalón S., Carlos, Eljuicio Ordinario dfi Mayar Cuantía, Editorial J u r í d i c a
de Chile, Santiago, 1954, pág. 119.
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
A la inversa, si es el actor civil quien en su demanda omite
formular de modo preciso y claro las peticiones concretas, es
decir, en forma específica y determinada las decisiones que pre-
tende del tribunal, éste deberá simplemente rechazar la acción
deducida, en razón de que carecerá de petitum claro y determi-
nado sobre el cual pronunciarse.
Por último, si el demandante civil no señala en su demanda
los medios probatorios de que piensa valerse en la forma antes
indicada, simplemente se quedará sin prueba para acreditar, tan-
to la manera como se produjeron los hechos como los vínculos
jurídicos que ligan al imputado con el tercero civilmente respon-
sable, como la existencia, naturaleza y monto de los perjuicios
que reclama. Esta omisión también determinará que la acción
deducida sea rechazada.
54. Oportunidad para entablar la demanda civil indemnizatoria
de perjuicios. La demanda - d e acuerdo con los artículo 60 y 261
del C.P.R- deberá presentarse, hasta quince días antes de la fe-
cha fyada para la audiencia de preparación del juicio oral (in-
fraN-^^STOysigts.).
Lo anterior, sin embargo, no obsta a que la acción civil se
pueda entablar alternativamente ante la justicia civil en cualquier
tiempo antes que la extinga la prescripción, a menos que tuvie-
re como único objeto únicamente la restitución de una cosa,
caso en que deberá interponerse por la vía incidental siempre
ante el juez de garantía que conozca del procedimiento penal.
Es también aplicable al caso lo dispuesto en el artículo 167
del Código de Procedimiento Civil, en cuanto establece que:
"Cuando la existencia de un delito haya de ser fundamento pre-
ciso de una sentencia civil o tenga en ella influencia notoria,
podrán los tribunales suspender el pronunciamiento de ésta has-
ta la terminación del proceso criminal, si en éste se ha dado lu-
gar al procedimiento plenario", lo cual, en procedimiento actual,
significa desde que se haya formulado la acusación (infra N°' 368
ysigts.).
A su vez, la parte final del inciso segundo del artículo 59 del
C.P.R prescribe que, "admitida a tramitación la demanda civil
en el curso del procedimiento penal, no se podrá deducir nue-
vamente ante un tribunal civil", salvo la excepción contempla-
104
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
da en el artículo 68 del precitado Código, esto es, si se suspen-
diere o terminare anticipadamente el proceso penal, antes de
comenzar el juicio oral, sin decisión acerca de la cuestión civil.
Capítulo rV
EL DEMANDADO CIVIL EN EL PROCESO PENAL
55, Legitimación pasiva. La acción civil en el juicio penal debe
ser dirigida exclusivamente por la víctima del delito contra el
imputado en su condición de ejecutor o partícipe en la perpe-
tración del ilícito del cual dimana el daño, o en contra de sus
herederos.
Por el contrario, si en esta sede es preciso demandar civil-
mente el cobro del daño a un extraño al hecho punible, es de-
cir, el tercero civilmente responsable, en virtud del postulado de
la responsabilidad por el hecho ajeno establecida en el artículo
2330 del Código Civil, la demanda deberá, en todo caso, ser pre-
sentada ante el tribunal civil correspondiente.
Y ello porque, no obstante que el hecho material punible es
idéntico, tanto frente al imputado como ante el tercero civilmen-
te responsable, la situación jurídica de la cual emana la obliga-
ción del extraño al delito a indemnizar el daño es diferente a la
del imputado. Y ello porque, en realidad, el tercero no partíci-
pe en la comisión del hecho deUctual no responde por éste, sino
que de su propia falta de vigilancia o negligencia en el cumpli-
miento de su deber de control y custodia de quien está a su cui-
ílado, obligación que no proviene del ilícito penal, sino que del
Vinculo jurídico que lo liga con el delincuente, o de otras exi-
gencias que le imponga la ley con respecto a las personas o co-
sas que de él dependan.
Así, por. ejemplo, ocurre con la responsabilidad de los pa-
dres por el hecho ilícito de sus hijos menores, cuyo deber de
cuidado con respecto a sus vastagos proviene de la patria potes-
^ d ; y con la obligación de vigilancia que recae en el patrón res-
pecto a sus empleados o dependientes en cuanto al ejercicio de
las funciones encomendadas a éstos, la cual emana del contrato
de trabajo (arts. 2320 y 2322 del Código Civil).
105
 INIRODUCCION AL ESTUDIO DEL PROCESO l'ENAL
Lo mismo ocurre, verbigracia, con las responsabilidades del
propietario de un edificio por los daños provenientes de la muer-
te o lesiones que ocasione su ruina por la falta de la oportuna
ejecución de sus necesarias reparaciones; o la del dueño de un
animal por los daños que cause o las lesiones que irrogue por
descuido o culpa en su guarda, las cuales emanan del derecho
de propiedad (arts. 2223 y 2326 del Código Civil).
Semejante es la responsabilidad del dueño de u n vehículo
por los daños que irrogue por los cuasidelitos que provengan
de accidentes por su mal estado de conservación (art. 175 de la
LeyNM8.290).
Otras veces, la responsabilidad del tercero es aparentemen-
te objetiva, como la del propietario del vehículo motorizado que
responde de los daños provenientes del cuasidelito de lesiones
o muerte cometido por el conductor, pero también en este caso
aquél responde del hecho propio por facilitar descuidadamen-
te su móvil a un chofer inexperto o imprudente. La prueba de
ello es que si el propietario acredita que el vehículo le ha sido
tomado sin su conocimiento o autorización expresa o tácita, que-
da exento de responsabilidad civil (art. 174 de la Ley N° 18.290).
Por último, cabe observar que la responsabilidad por el hecho
ajeno no sólo puede fundarse en disposiciones de derecho priva-
do, como son, entre otras, las de los preceptos del Título XXXV,
del Libro IV del Código Civil; sino que también en preceptos
de derecho público, tales como los contemplados en el artículo
38 inciso 2** de la Constitución Política, en el artículo 4^* de la
Ley N"* 18.575 Orgánica Constitucional sobre Bases Generales de
la Administración del Estado; en el artículo 123 de la Ley
N"* 18.625 Orgánica Constitucional de Municipalidades, que es-
tablecen, en síntesis, que el Estado y los municipios responden
de los daños provenientes de los hechos ilícitos de sus funcio-
narios, sin perjuicio de la responsabilidad penal de éstos; y en
el artículo 5° de la Ley N° 19.640, que prescribe que "el Estado
es responsable por las conductas injustificadamente erróneas o
arbitrarias del Ministerio Público".
56. Situación procesal del demandado civiL A la acción civil di-
rigida en el juicio criminal en contra del imputado por el deli-
to o de sus herederos, le son aplicables, en cuanto a la defensa
106
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
de sus derechos relativos a su haber, las normas civiles que ri-
gen la materia, sometiéndolas, eso sí, a la normativa del proce-
so penal, en cuanto ésta se oponga o modifique las reglas del
procedimiento civil.
Al efecto el artículo 62 del C.P.R, bajo el acápite de "actua-
ción del demandado", prescribe: "El imputado deberá oponer
las excepciones que corresponda y contestar la demanda civil
en la oportunidad señalada en el artículo 263", vale decir, hasta
la víspera del inicio de la audiencia de preparación del juicio
oral, por escrito, y al inicio de dicha audiencia, en forma oral.
"Podrá, asimismo -prosigue el precepto-, señalar los vicios
formales de que adoleciere la demanda civil, requiriendo su co-
rrección".
"En su contestación -termina la disposición-, deberá indi-
car cuáles serán los medios probatorios de que pensare valerse,
del modo previsto en el artículo 259", esto es, si se trata de testi-
gos, deberá individualizarlos con sus nombres, apellidos, profe-
sión y domicilio o residencia, salvo el caso previsto en el inciso
segundo del artículo 307, y señalando, además, los puntos so-
bre los cuales habrán de recaer sus declaraciones. En el mismo
escrito deberá individualizar de igual modo al perito o peritos
cuya comparecencia solicitare, indicando sus títulos o calidades.
Por el contrario, el tercero civilmente responsable deman-
dado ante el juez civil correspondiente deberá ante este órgano
jurisdiccional oponer sus excepciones, formular sus defensas y
producir sus pruebas tendientes a establecer la inexistencia de
la responsabilidad civil que se le imputa, con la sola limitación
que no podrá someter al pronunciamiento del tribunal civil ale-
gaciones relativas a la existencia del delito, a su calificación o a
la participación del imputado en el hecho punible, por tratarse
de materias de exclusiva competencia del juez penal.
57. La capacidad del demandado civil. Es la misma que se exige
desde el punto de vista substantivo al actor civil y, por ende, en
pnncipio, sea que el imputado o sus herederos sean plenamente
capaces o incapaces relativa o absolutamente, pueden ser deman-
dados en juicio de resarcimiento o indemnización de los daños
causados por el delito; los primeros personalmente, y los segun-
*ios, por intermedio de la asistencia o representación de sus pa-
107
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
dres, guardadores o representantes legales, en razón de ostentar,
unos y otros, legitimación ad processum, la cual -como se ha ex-
presado anteriormente- es un atributo de la personalidad.
Sin embargo, para que la actuación procesal civil sea váUda,
se requiere, además, que la acción se dirija contra alguien que
ostente legitimación en causa (legítimatio ad causam), es decir, que
exista identidad entre la persona del demandado y la persona
contra la cual la ley ha otorgado la acción.
Para que los terceros civilmente responsables puedan ser de-
mandados ante el juez civil, esta legitimación pasiva debe ema-
nar, fuera del daño proveniente del delito, de algún vínculo
jurídico, real o presunto, que Hgue al autor del hecho punible
con aquéllos, como sería, por ejemplo, el hecho de que éste esté
al cuidado del delincuente menor, por ser su padre (patria po-
testad); o ser el patrón del ladrón que, en el desempeño de sus
funciones, robó o hurtó (contrato de trabajo); o por haberle
prestado su automóvil al chofer que atropello a un peatón y le
irrogó lesiones motivadas por el mal estado mecánico del carrua-
j e (comodato).
Capítulo V
TRAMITACIÓN DE LA DEMANDA CIVIL
DE INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS
58. Proveído de la demanda, notífícación y contestación. Nada
establece el legislador acerca del modo como se provee la deman-
da civil dirigida contra el imputado, de tal suerte que, aplicando
el precepto del artículo 257 del Código de Procedimiento Civil,
en virtud de lo dispuesto en el artículo 52 del Código Procesal
Penal, debe concluirse que admitida la demanda deberá confe-
rirse "traslado" al demandado para que la conteste, lo que éste de-
berá hacer por escrito hasta quince días antes de la fecha fijada
para la realización de la audiencia de preparación del juicio oral,
en conformidad a lo dispuesto en los artículos 60 y 261 del C.P.P.
Tal resolución, dada su trascendencia, y el hecho de que nor-
malmente constituye la primera gestión civil en el proceso pe-
nal, deberá notificarse personalmente.
108
LAS NORMAS i'ROC;ESALES PENALES
La notificación de la demanda civil deberá efectuarse al im-
putado o a sus herederos - d e acuerdo con el artículo 262 del
C.P.P--» a más tardar diez días antes de la realización de la audien-
cia de preparación del juicio oral, a fin de que - d e conformidad
con el artículo 263 del mismo texto- aquellos puedan contestar-
la a la víspera del inicio de la audiencia de preparación del juicio
oral, por escrito, o al inicio de dicha audiencia, en forma verbal.
Al efecto, el artículo 62 del C.P.P. prescribe: "El imputado
deberá oponer las excepciones que corresponda y contestar la
demanda civil en la oportunidad señalada en el artículo 263.
Podrá, asimismo, señalar los vicios formales de que adoleciere
la demanda civil, requiriendo su corrección".
"En su contestación -continúa la disposición-, deberá indicar
cuáles serán los medios probatorios de que pensare valerse, del
modo previsto en el artículo 259". Esta exigencia equivale a que
los demandados civiles deberán presentar, si ofrecieren prueba
de testigos, una lista individualizándolos con sus nombres, apelli-
dos, profesión y domicilio o residencia, y señalar además los pun-
tos sobre los que habrán de recaer sus declaraciones. En el mismo
escrito deberán individualizarse el perito o los peritos cuya com-
parecencia solicitaren, indicando sus títulos o calidades.
En lo demás, la substanciación de la demanda civil se some-
te en cuanto a los trámites procesales, pruebas y decisión, a las
mismas normas establecidas para la acusación, a la cual nos re-
feriremos más adelante.
En cuanto a la tramitación de los incidentes y excepciones
relacionados con la demanda y su contestación, el artículo 63
del C.P.P. establece que "Todos los incidentes y excepciones de-
ducidos con ocasión de la interposición o contestación de la de-
manda deberán resolverse durante la audiencia de preparación
del juicio oral, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 270".
A este respecto, el artículo 270 del C.P.P. establece: "Cuan-
do el juez considerare que la acusación del fiscal, la del quere-
llante o la demanda civil adolecen de vicios formales, ordenará
<lue los mismos sean subsanados, sin suspender la audiencia, si
ello fuere posible.
"En caso contrario, ordenará la suspensión de la misma por
el período necesario para la corrección del procedimiento, el
<lue en ningún caso podrá exceder de cinco días. Transcurrido
109
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
este plazo, si la acusación del querellante o la demanda civil no
hubieren sido rectificadas, se tendrán por no presentadas. Si no
lo hubiere sido la acusación del fiscal, a petición de éste, el juez
podrá conceder una prórroga hasta por otros cinco días, sin per-
juicio de lo cual informará al fiscal regional".
"Si el ministerio público no subsanare oportunamente los vi-
cios, el juez procederá a decretar el sobreseimiento definitivo
de la causa, a menos que existiere querellante particular que
hubiere deducido acusación o se hubiere adherido a la del fis-
cal. En este caso, el procedimiento continuará sólo con el que-
rellante y el ministerio público no podrá volver a intervenir en
el mismo".
"La falta de oportuna corrección de los vicios de su acusa-
ción importará, para todos los efectos, una grave infracción a
los deberes del fiscal".
59. Desistimiento y abandono de la acción civil. El artículo 64
del C.P.P. estatuye: "La víctima podrá desistirse de su acción en
cualquier estado del procedimiento".
"Se considerará abandonada la acción civil interpuesta en el
procedimiento penal, cuando la víctima no compareciere, sin
justificación, a la audiencia de preparación del juicio oral, o a
la audiencia del juicio oral".
En cuanto a sus efectos el desistimiento o abandono de la
demanda civil importa una renuncia a la pretensión reparato-
ria, y, en consecuencia, impide el ejercicio del derecho alterna-
tivo de deducir aquélla ante la justicia civil.
La renuncia de la acción civil sólo afectará al renunciante y
a sus sucesores, y no a las demás personas a quienes también
pudiere corresponder dicha acción.
El desistimiento y el abandono obligarán al actor civil a res-
ponder por las costas que su intervención en el procedimiento
hubiere ocasionado.
Sin embargo -como lo establece el artículo 65 del C.P.R-,
"Extinguida la acción civil no se entenderá extinguida, por esa
circunstancia, la acción penal".
Refiriéndose a esta materia, la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, en su segun-
do Informe presentado ante la Corporación, en Sesión 29^, de
110
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
21 de enero de 1998, hizo presente que "el desistimiento de la
acción civil depende sólo de la voluntad de la víctima y puede
ejercerse en cualquier estado del procedimiento".
"El abandono de ella, en cambio, se produce por la inactivi-
dad del actor civil, cuando no compareciere a la audiencia de
preparación del juicio oral o al juicio oral, o se alejare de ellas
sin justo motivo, o no expusiere sus conclusiones cuando se le
otorgare la palabra por el presidente del tribunal para el alega-
to final sobre sus pretensiones en la audiencia del juicio oral.
"Se recordó que la audiencia de preparación del juicio oral
es aquella en que se examina la acusación y la defensa y se pre-
para el juicio oral. Si el demandante no se presenta, se sigue ade-
lante y su demanda 'perece'. Lo mismo sucede si, el día del
juicio, encontrándose el ministerio público y el imputado, no
llega el demandante".
"Igual sanción tendrá si se alejare de ellas sin motivo justifica-
do o no expusiere sus conclusiones al término de la audiencia".^^
Sin embargo, algunas de las anteriores afirmaciones de la
Comisión de la Cámara de Diputados fueron modificadas por
la Comisión del Senado, quien en su Sesión 5^ "consideró exce-
sivo considerar abandono de la acción civil el solo hecho de que
no se expongan conclusiones o el alejamiento de la audiencia
del juicio oral", razón por la cual tales causales de abandono no
figuran en el Código vigente.^^
60. Deducción de la acción civil y extinción de la acción penal
privada. El artículo 66 del C.RP. establece: "Cuando sólo se ejer-
ciere la acción civil respecto de un hecho punible de acción pri-
vada, se considerará extinguida, por esa circunstancia, la acción
penal".
Como se podrá apreciar prima facie, la situación antes con-
templada sólo se podrá producir si la víctima del delito o sus
herederos promueven la acción indemnizatoria ante la justicia
civil, ya que para deducirla en el proceso criminal necesariamen-
te tendrían que haber dado inicio a la acción penal privada, toda
Cámara de Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 64.
Senado, Diario d e Sesiones del Senado, 2000, pág. 485.
111
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL TÍTULO V
LAJURISDICCION Y LA COMPETENCIA PENAL
vez que la acción civil es accesoria de ella y supone su previa pro-
moción.
"Para estos efectos no constituirá ejercicio de la acción civil
la solicitud de diligencias destinadas a preparar la demanda ci-
vil o a asegurar su resultado, que se formulare en el procedimien-
to penal".
Hay que tener presente que el ejercicio de la acción civil no
extingue la acción penal proveniente de los delitos de acción
pública, ni de los delitos de acción pública previa instancia par-
ticular. Así lo hizo presente la Comisión de Constitución, Legis-
lación, Justicia y Reglamento del Senado en su Sesión 5^.^°

Capítulo I
LAJURISDICCION PENAL

6L Generalidades. La jurisdicción o facultad de administrar jus-

ticia corresponde, como expresión de la soberanía, a la Nación
representada por el Estado, quien en su calidad de organización
jurídica de Derecho público ostenta el \\21maao jus puniendi, que
ejerce a través de los tribunales de justicia por intermedio del
ministerio público.
En consecuencia - c o m o lo señala Fontecilla citando a Mat-
tirolo-, es del Estado de donde emana la jurisdicción. La sobe-
ranía confía el ejercicio del poder judicial a la autoridad, cuyo
conjunto sistemático se denomina "orden judicial". La potestad
que cada una de estas autoridades despliega, en el ejercicio de
sus funciones, se llama jurisdicción.^^
La jurisdicción es, por lo tanto, j u n t o a la función legislativa
y gubernativa o administrativa, una de las tres manifestaciones
esenciales de la soberanía del Estado.
Se diferencia de la actividad legislativa en que ésta opera a
exclusiva iniciativa de algunos de los poderes del Estado (ejecu-
tivo y legislativo), para establecer en abstracto y "súper partes",
las normas reguladoras de los servicios públicos y las obligacio-
nes y deberes de éstos y de los ciudadanos. Es decir, en este caso,

Senado, Diario de Sesiones del Senado, 2000, pág. 486. Fontecilla, Derecho Procesal Penal, cit., t. I, pág. 59.

112 113
 INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DEL PROCESO PENAL
la autoridad procede sin que exista conflicto que.resolver, y, por
ende, sin el ejercicio de una acción de particulares o del minis-
terio público que origine la norma legal.
Se diversifica de la labor administrativa en que ésta -como,
en síntesis, se desprende de lo expuesto por Chiovenda, siguien-
do, en parte, a Scialoja- es una función autónoma impuesta in-
mediata y directamente por la ley a los órganos públicos, los que
en el cumplimiento de tal deber, como norma, sin necesidad de
que alguien ejerza una acción, "juzgan sobre una actividad pro-
pia" para atender las necesidades colectivas, en forma meramen-
te ocasional, superficial y provisional.^^
De lo anterior concluimos que la decisión administrativa,
aunque "cause estado", es decir, pese a ser inimpugnable en vía
gubernativa o jurisdiccional, no establece derechos permanen-
tes y definitivos, ya que es, por su naturaleza, revocable. La fun-
ción jurisdiccional, en tanto, "juzga sobre la actividad ajena" y
establece en la sentencia, si no la verdad absoluta, por lo me-
nos una certeza definitiva, inmutable e irrevocable.
A diferencia de las actividades legislativas y administrativas
antes señaladas, para que se inicie la función jurisdiccional se
precisa de la promoción de la "acción" (supra N"' 18 y sigts.), ya
que sólo de su deducción nace la "jurisdicción", que es su con-
secuencia y complemento.
La voz "jurisdicción" proviene de la palabra latina "jurisdic-
tio", equivalente a "decir el derecho", concepto que en su valor
más puro - c o m o lo sostiene Carnelutti- no significa otra cosa
que poder, y hasta potestad, de "dicere tus superpartes"F'
En el fondo, sin embargo, la "jurisdicción, sea civil o penal,
al mismo tiempo que constituye un poder o potestad otorgada
al juez, importa un deber impuesto a éste. Así, por lo menos, lo
establece en nuestro derecho el artículo 73 inciso 2° de la Cons-
titución Política del Estado, al prescribir que "Reclamada (al tri-
bunal) su intervención en forma legal y en negocios de su
competencia, no podrán excusarse de ejercer su autoridad, ni
••'- Chiovenda, Principios..., cit., t. I, págs. 363 y sigts.
•'•^ Carnelmt!, Cuestiones sobre el Proceso Penal, Ediciones Jurídicas Europa-Ani¿-
rica, B. Aires, 1961, pág. 34.
114
LAS NOimAS PROCESALES PENALES
aun por falta de ley que resuelva la contienda o asunto someti-
do a su decisión".
Chiovenda, refiriéndose a la jurisdicción civil, sostiene que
"consiste en la actuación de la ley, mediante la substitución de la
actividad de órganos públicos a la actividad ajena, ya sea afirman-
do la existencia de una voluntad de ley, ya sea poniéndola poste-
riormente en práctica". Y, definiendo la jurisdicción penal, afirma
que "consiste en la substitución de los órganos jurisdiccionales a
los órganos administrativos para la afirmación de la existencia de
la voluntad de ley de que el reo sea castigado. La ejecución de la
sentencia penal, en cambio, es mera administración".^'^
Por su parte, Carnelutti se limita a expresar que "la jurisdic-
ción penal es la que se manifiesta en el proceso penal mediante
la comprobación del delito y la aplicación de la pena.'"''^
En definitiva, por lo tanto, la 'jurisdicción penal" consiste
en la potestad otorgada al juez mediante la promoción de la ac-
ción, que le impone el deber de resolver el conflicto suscitado
entre el derecho de castigar del Estado y el derecho a la liber-
tad del imputado, en conformidad a la norma penal.
62. Órganos jurisdiccionales. La función jurisdiccional o admi-
nistración de justicia está encomendada en el Estado de Dere-
cho a los juzgados y tribunales que conforman u n o de los
poderes públicos: el Poder Judicial.
Consagrando este aserto, nuestra Carta Fundamental estable-
ce en su artículo 73, inciso 1°, que "La facultad de conocer las
causas civiles y criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo
juzgado, pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos
por la ley. Ni el Presidente de la República, ni el Congreso pue-
*icn, en caso alguno, ejercer funciones judiciales, avocarse cau-
sas pendientes, revisar los fundamentos o contenido de sus
resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos".
La potestad jurisdiccional, como auténtica expresión de la
soberanía del Estado delegada en el Poder Judicial, no se limita
"-corno lo señala el precepto legislativo del artículo 1° del Códi-
Ghiovenda, Pnnripios..., ciL, L I, págs. 366, 400 y 401,
Carnelutti, Lecciones..., cit., t. II, pág. 145.
115
 iNTRODUC:c:iON AL ESTUDIO DEL PROC;KSO PENAL
go Orgánico de Tribunales- a la facultad privativa de los magis-
trados de "juzgar", vale decir, de emitir juicio sobre algunos he-
chos calificándolos de legales o ilegales a fin de imponerles una
pena o sanción, sino que, en sentido lato, tal actividad supone
la facultad previa de "conocer" de aquellos hechos a través de
un procedimiento de instrucción que se traduce materialmente
-como lo observa, en síntesis, Pereira Anabalón- en oír a las par-
tes, recibir sus pruebas y dictar todos los actos reglados y discre-
cionales tendientes a dar curso al proceso hasta dejarlo en estado
de fallo, y, todavía, a "hacer ejecutar lo juzgado"."^^' Esta última
facultad es llamada también "imperio", y consiste - c o m o dice
Couture- en un conjunto de actos destinados a asegurar la efi-
cacia práctica de la sentencia.^^
En lo que atañe, en particular, a la jurisdicción penal, ésta
faculta a los tribunales del crimen para juzgar los delitos, es de-
cir, comprende, fuera del "conocimiento" de la notitia criminis,
la "potestad declarativa" acerca de la certeza del delito y de la
responsabilidad penal y civil del imputado y de terceros; y la "po-
testad ejecutiva", en orden a la aplicación de la pena a quien
resulte responsable.
63. La jurisdicción y la ejecución de las sentencias criminales.
La potestad ejecutiva penal privativa de los tribunales de justi-
cia criminal supone el derecho de castigar y conlleva ínsito el
deber de no sólo imponer la sanción, sino que de aplicarla una
vez que la sentencia condenatoria quede ejecutoriada.
Esta facultad de ejecutar la sanción penal, cuando se trata
de penas corporales, no es cumplida, empero, a través de los tri-
bunales de justicia criminal, sino que por medio de autoridades
administrativo-penitenciarias. Esto ha servido de base a algunos
autores para sostener que el proceso de ejecución en esta sede
no pertenece propiamente al derecho procesal penal, sino que
al derecho administrativo, y por ende, no es "jurisdicción", sino
que es "administración".
••'• Pereira A., H u g o , La Cosa Juzgada Formal en el Proceso Civil Chileno, Editorial
Jurfdica d e Chile, Santiago, 1954, pág. 20.
•'' C o u t u r e , E d u a r d o , fundamentos del Derecho Procesal Civil, B. Aires, 1951,
pág. 329.
116
LAS NORMAS PROCESALES l'KNALES
Chiovenda, por ejemplo, sostiene, en síntesis, que sólo la eje-
cución en el proceso civil es jurisdicción, porque lo fallado en
esta sede contiene una voluntad de ley que debe cumplirse por
una de las partes litigantes, constreñida por la autoridad públi-
ca del juez. Esto no ocurre en el ámbito penal, en que el proce-
dimiento de ejecución no es jurisdicción, porque lo fallado no
se hace cumplir por las partes, sino que por medio de una au-
toridad pública, es decir, por los órganos penitenciarios, que son
servicios de índole administrativa.^^
Leone, por su parte, es de opinión que "la actividad ejecuti-
va verdadera y propia entra en el derecho administrativo".'^'^
Igualmente Santoro afirma que "el promover la ejecución
consiste, efectivamente, nada más que en dar impulso, en im-
partir las órdenes oportunas a las autoridades a quienes corres-
ponde ejecutar materialmente la decisión; de manera que como
es administrativa la actividad dirigida a la ejecución, debe tam-
bién conceptuarse administrativa la orden de la cual proviene
la ejecución".''*^
Tales criterios doctrinarios, sin embargo, estimamos que no
son acertados desde el punto de vista estrictamente jurídico, pues
siendo la jurisdicción una de las manifestaciones de la sobera-
nía ejecutada por un Poder Público, como lo son los tribunales
de justicia, los cuales, en tal carácter, tienen facultades de impe-
rio, es natural que la potestad impositiva que detentan lleve con-
sigo la potestad ejecutiva en lo relativo al cumplimiento de la
pena, es decir - c o m o expresa el artículo 73 de la Carta Funda-
mental-, en cuanto "a hacer ejecutar lo juzgado impartiendo ór-
denes directas a la fuerza pública o ejerciendo los medios de
acción conducentes de que dispusieren".
Esta jurisdicción es ejercida, además, manteniendo los tribu-
nales de justicia el control de la ejecución de las penas y de las
medidas de seguridad.
Al efecto, el Título VIII del Libro IV del Código Procesal Fe~
nal, relativo a "La ejecución de las sentencias condenatorias y
Cliiovenda, Principios.-•, cit., t. I. págs. 366 y 400.
'•' Leone, Tratado..., cit., t. I, pág. 472.
^ Santoro, L'Es_ecuzione Pénale, Torino, 1953, t. III, pág. 16.
117
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
medidas de seguridad", establece en su artículo 466 que "Du-
rante la ejecución de la pena o de la medida de seguridad, sólo
podrán intervenir ante el competente juez de garantía el minis-
terio público, el imputado y su defensor",
"El condenado o el curador, en su caso -agrega el inciso se-
gundo-, podrán ejercer durante la ejecución de la pena o me-
dida de seguridad, todos los derechos y facultades que la
normativa penal y penitenciaria le otorgare".
En consecuencia, considerando integralmente la jurisdicción,
ésta en realidad abarca - c o m o dice Fenech- tanto la actividad
imparcial destinada a juzgar y a decidir en cada caso sobre la
existencia de la responsabilidad criminal del imputado, como a
imponer y ejecutar la sanción penal que corresponda.^^
En otras palabras -como Carnelutti lo sostiene-, "la jurisdic-
ción penal es un género, en el cual se distingue la jurisdicción
de cognición y ía jurisdicción de ejecución, perteneciendo esta
última al derecho procesal penal, ya que para castigar es inevi-
table juzgar, pues la pena es proceso, y no se la puede concebir
sin el juicio.^-
De lo anterior se colige, por lo tanto, que la ejecución de la
pena es jurisdicción y no administración, máxime si se conside-
ra que la tendencia moderna es entregar el control de la ejecu-
ción penal a tribunales especiales, como ocurre, por ejemplo,
en España con los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria, dejan-
do a cargo de los órganos penitenciarios sólo la dirección y re-
gencia de los establecimientos carcelarios.
64. Efectos en Chile de las sentencias penales de tribunales
extranjeros. En base a que el tema pertenece al campo jurisdic-
cional, y puesto que, a veces, las sentencias dictadas en país ex-
tranjero p u e d e n invadir las atribuciones exckisivas de los
tribunales chilenos y producir efectos en el territorio de la Re-
pública, el articulo 13 del Código Procesal Penal establece: "Ten-
drán valor en Chile las sentencias penales extranjeras. En
consecuencia, nadie podrá ser juzgado o sancionado por un de-
''' Fenech, El Proceso Penal, cit., pág. 12.
''- C-arneluLd, Cuestiones..., cit., págs. 1 4 7 y 394.
118
i 119
Ij\S NORMAS PROCESALES PENALES
lito por el cual hubiere sido ya condenado o absuelto por una
sentencia firme de acuerdo a la ley y al procedimiento de un
país extranjero, a menos que el juzgamiento en dicho país hu-
biere obedecido al propósito de sustraer al individuo de su res-
ponsabilidad penal por delitos de competencia de los tribunales
nacionales, o, cuando el imputado lo solicitare expresamente,
si el proceso respectivo no hubiere sido instruido de conformi-
dad con las garantías de un debido proceso o lo hubiere sido
en términos que revelaren falta de intención de juzgarle seria-
mente".
"En tales casos, la pena que el sujeto hubiere cumplido en
el país extranjero se le imputará a la que debiere cumplir en
Chile, si también resultare condenado".
"La ejecución de las sentencia penales extranjeras se sujeta-
rá a lo que dispusieren los tratados internacionales ratificados
por Chile y que se encontraren vigentes".
Este precepto cautela el postulado del nos bis in idem, y se
basó -como lo hizo presente la Comisión de Constitución Le-
gislación, Justicia y Reglamento del Senado, en su Segundo In-
forme, Sesión 5^- "en los lincamientos que contemplan dos
tratados internacionales. Primero, el Pacto Internacional de De-
rechos Civiles y Políticos, que en cuanto, su artículo 14 N° 7, ad-
mite valor en Chile a las sentencias penales extranjeras, y su
consecuencia de que nadie puede ser juzgado ni sancionado por
delito por el cual haya sido condenado o absuelto por sentencia
firme de acuerdo a la ley y al procedimiento del país extranjero.
En seguida, en el tratado que crea la Corte Penal Internacional,
suscrito en Roma en junio de 1998, el que, en su artículo 20,
establece dos excepciones a la cosa juzgada, las cuales, aplica-
das en la especie, importan que el juzgamiento anterior hubie-
re obedecido al propósito de substraer al individuo de su
responsabilidad penal por delitos de competencia de los tribu-
nales nacionales, o que el anterior juicio no haya sido instruido
en forma independiente e imparcial de conformidad con las ga-
r^antias procesales reconocidas por el derecho internacional. Esta
n^tima excepción, por cierto, si el imputado solicitare expresa-
•^^ente el nuevo juzgamiento en Chile".
Con relación a esta materia hay que tener presente, además,
4^e la Convención Interamericana para el Cumplimiento de
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Condenas Penales en el Extranjero adoptada por la Organiza-
ción de Estados Americanos, en Managua, el 18 de junio de
1993, en actual trámite de aprobación, establece: "Las senten-
cias impuestas en u n o de los Estados Partes a los nacionales de
otro Estado podrán ser cumplidas por la persona sentenciada
en el Estado del cual sea nacional, comprometiéndose los Esta-
dos Partes a brindarse la más amplia cooperación con respecto
a la transferencia de las personas sentenciadas".^^
Existe también el Convenio sobre Traslado de Personas Con-
denadas, adoptado por el Consejo de Europa el 21 de marzo de
1983, pendiente de aprobación, y la Convención Europea sobre
la Validez Internacional de las Sentencias Penales" (citadas por
la Publicación Oficial de Sesiones de la Cámara de Diputados).
65. Características de la jurisdicción penal. Esta especie de ju-
risdicción se caracteriza y se diferencia de la jurisdicción civil en
que su función precisa es declarar la certeza de la responsabili-
dad penal con el alcance de que - c o m o lo señala Carnelutti- el
juez penal puede estar investido también de la declaración de
la certeza de la responsabilidad civil, y no viceversa/''^
La jurisdicción penal es esencialmente contenciosa, y en su
sede no existe la jurisdicción voluntaria o no contenciosa.
Además, la jurisdicción penal se rige estrictamente por los
supuestos de la "indeclinabilidad", de la "improrrogabilidad", de
la "indefectibilidad" y de la "indisponibilidad".
El supuesto de la "indeclinabilidad" está determinado por la
circunstancia de que el conjunto de potestades que ostenta el
juez de lo procesal penal, más que otorgarle poderes le impo-
nen deberes que está compelido a cumplir, pues - c o m o lo esta-
blece el inciso T del artículo 73 de la Constitución Política-
reclamada su intervención en forma legal y en materia de su
competencia, le está prohibido rehusar la decisión.
A la inversa, si se excede de las facultades jurisdiccionales que
la ley le otorga, el juez incurrirá en exceso o abuso de poder,
sancionable como prevaricación (art. 324 C.O.T.).
'-^ Senado, Diaño de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 444.
''^ Carnelutti, Cuestiones..., cit., pág. 471.
120
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
El supuesto de la "improrrogabilidad", consiste en la prohi-
bición impuesta a las partes de someterse a un juez del crimen
diverso al que sea competente de acuerdo con la ley, en razón
de territorio, la materia o el fuero. Al efecto, el artículo 182 del
C.O.T. establece que "la prórroga de jurisdicción sólo procede
en los negocios contenciosos civiles".
En seguida, el supuesto de la "indefectibilidad" estriba en que
no es admisible imponer pena por un delito sin juicio o proce-
so penal, es decir, sin el necesario debate y la imprescindible de-
cisión jurisdiccional del tribunal del crimen competente.
Esta norma, contenida en el antiguo aforismo "nulla poena
sine indicio", ha sido referida -como lo observa L e o n e - en for-
ma amplia a la imprescindibilidad del proceso penal para la im-
posición de la pena, o a la necesidad del debate para tal efecto,
el cual, sin embargo, puede faltar, pues lo verdaderamente in-
defectible en la aplicación de la sanción penal, es la interven-
ción del poder jurisdiccional.^^
Así lo establece nuestra legislación al disponer el artículo 1°
inciso 1** del C.P.P que "Ninguna persona podrá ser condena-
da, penada o sometida a una de las medidas de seguridad esta-
blecidas en este Código, sino en virtud de u n a sentencia
fundada, dictada por un tribunal imparcial. Toda persona tiene
derecho a u n juicio previo, oral y público, desarrollado en con-
formidad con las normas de este cuerpo legal".
Por último, el principio de la "indisponibilidad" impide a las
partes, una vez promovida la acción penal, desistirse de ella o
influir en la evolución del proceso o en su decisión, las cuales
quedan entregadas exclusivamente a la potestad del órgano ju-
risdiccional.
Esta regla, sin embargo, en el nuevo proceso penal chileno
tiene las siguientes excepciones: el archivo provisional (art. 167),
la facultad del ministerio público de abstenerse de toda investi-
gación (árt. 168), el no inicio por el fiscal de la persecución pe-
•^al o el a b a n d o n o de la iniciada (art. 244), la suspensión
condicional del procedimiento y los acuerdos reparatorios.
Leone, Tratado..., c i t , t. II, págs. 275 y 276.
121
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
En lo relativo al archivo provisional, el artículo 167 del C.RR
establece que "En tanto no se hubiere producido la interven-
ción del juez de garantía en el procedimiento, el ministerio pú-
blico podrá archivar provisionalmente aquellas investigaciones
en las que no aparecieren antecedentes que permitieren desa-
rrollar actividades conducentes al esclarecimiento de los hechos"
(infraN°282).
En lo que atañe a la abstención de investigar, el artículo 168
del Código del ramo dispone que "En tanto no se hubiere pro-
ducido la intervención del juez de garantía en el procedimien-
to, el fiscal podrá abstenerse de toda investigación, cuando los
hechos relatados en la denuncia no fueren constitutivos de de-
lito o cuando los antecedentes y datos suministrados permitie-
ren establecer que se encuentra extinguida la responsabilidad
penal del imputado. Esta decisión será siempre fundada y se so-
meterá a la aprobación del juez de garantía".
En ambos casos anteriores, el artículo 169 del mismo Códi-
go establece que "la víctima podrá provocar la intervención del
juez de garantía deduciendo la querella respectiva".
"Si el juez admite a tramitación la querella, el fiscal deberá
seguir adelante la investigación conforme a las reglas generales".
En lo pertinente a la facultad de los fiscales del ministerio
público de no iniciar la persecución penal o abandonar la ini-
ciada, es una aplicación del "principio de oportunidad".
Al respecto, el artículo 170 del C.P.P. prescribe: "Los fiscales
del ministerio público podrán no iniciar la persecución penal o
abandonar la ya iniciada cuando se tratare de un hecho que no
comprometiere gravemente el interés público, a menos que la
pena mínima asignada al delito excediere la de presidio o re-
clusión menores en su grado mínimo o que se tratare de un de-
lito cometido por u n funcionario público en el ejercicio de sus
funciones".
"Para estos efectos, el fiscal del ministerio público deberá
emitir una decisión motivada, la que comunicará al juez de ga-
rantía. Este, a su vez, la notificará a los intervinientes, si los hu-
biere" (infraN^^SaS).
En cuanto a la suspensión condicional del procedimiento sólo
podrá solicitarse y acordarse en cualquier momento posterior a
la formalización de la investigación (arts. 237 y 245 del C.P.P.).
122
LAS NORMAS PROÍ:ESALKS PENALES
Ai efecto, el artículo 237 del precitado Código estatuye: "El
fiscal, con el acuerdo del imputado, podrá solicitar al juez de
garantía la suspensión condicional del procedimiento: a) Si la
pena que pudiere imponerse al imputado, en el evento de dic-
tarse sentencia condenatoria, no excediere de tres años de pri-
vación de libertad, y b) Si el i m p u t a d o n o h u b i e r e sido
condenado anteriormente por crimen o simple delito".
"Al decretar la suspensión condicional del procedimiento, el
juez de garantía establecerá las condiciones a las que deberá so-
meterse el imputado, por el plazo que determine, el que no po-
drá ser inferior a un año ni superior a tres" (infra N°' 342 y sigts.).
En lo relativo a los acuerdos reparatorios, los cuales sólo pue-
den producirse en las mismas oportunidades antes señaladas
para la suspensión del procedimiento, el artículo 241 del C.P.P.
establece: "El imputado y la víctima podrán convenir acuerdos
reparatorios, los que el juez de garantía aprobará, en audiencia
a la que citará a los intervinientes para escuchar sus planteamien-
tos, si verificare que los'concurrentes al acuerdo hubieren pres-
tado su consentimiento en forma libre y con pleno conocimiento
de sus derechos".
"Los acuerdos reparatorios sólo podrán referirse a hechos
investigados que afectaren bienes jurídicos disponibles de carác-
ter patrimonial, consistieren en lesiones menos graves o consti-
tuyeren delitos culposos".
El acuerdo reparatorio extinguirá la acción penal respecto del
imputado que hubiere intervenido en él (infra N°' 350 y sigts.).
Fuera de los casos de excepción antes enunciados, el mi-
nisterio público está obligado a proseguir la acción ante u n a
notitia criminis, aunque la considere infundada, quedando im-
pedido de desistirse de ella una vez promovida. A su vez el juez
de garantía tiene el deber de llevar siempre hasta su fin la ins-
trucción hasta la dictación de sobreseimiento, o de la corres-
pondiente acusación para ante el tribunal que debe conocer
deljuicio oral.
Además, el ministerio público y el actor penal están impedi-
dos de influir en la voluntad decisoria del tribunal, quien pue-
de condenar aunque el Fiscal solicite la absolución, y, a la inversa,
puede absolver aun cuando éste impetre la condena del encau-
sado.
123
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Por su parte, el imputado no puede lisa y llanamente aceptar
la condena renunciando a ser procesado y prescindir de la garan-
tía jurisdiccional, por impedirlo el antes referido principio de la
indefectibilidad, sin perjuicio que, dentro del proceso, el juez pue-
da absolverlo aun cuando aquél haya confesado el delito.
Todas las conclusiones anteriores son la consecuencia de que
en el proceso penal el objeto esencial deljuicio es decidir la con-
troversia que se suscita entre el derecho a castigar del Estado y
el derecho a la libertad del imputado, lo que explica por qué el
juez puede en su juzgamiento prescindir de la actitud que adop-
ten y de los argumentos que aduzcan las partes, pues la resolu-
ción de la litis debe recaer en esencia en la definición del
conflicto de interés público suscitado entre los dos derechos an-
tes señalados, respecto del cual los litigantes carecen del poder
de disposición.
Y ello ocurre porque en el proceso penal se plantea siem-
pre, por un extremo, un conflicto esencial que contrapone en
forma permanente e invariable el jus puniendi del Estado con el
derecho a la libertad del imputado; y, por el otro, la controver-
sia accesoria y eventual entre las partes (ministerio público, que-
rellante e imputado), que es como la careta tras la cual se oculta
el verdadero y principal dilema que debe resolver el juez.
66. Contenido y alcance de la jurisdicción penal. En su desa-
rrollo práctico, esta especie de jurisdicción se manifiesta en tres
etapas: la de instrucción, la de decisión y la de ejecución.
La investigación previa a la instrucción, en cambio, no cons-
tituye jurisdicción y está entregada exclusivamente al ministerio
público, en un procedimiento informal. No obstante que en los
arts. 240 y siguientes del C.P.P. esta actividad meramente perqui-
siva encomendada al fiscal, se la confunde con la instrucción que
corresponde desarrollar exclusivamente al juez, de acuerdo con
rm procedimiento estricto, y por ende, jurisdiccional.
La jurisdicción de instrucción compete, en esencia, al juez
de garantía y ostenta un carácter preparatorio que tiene por úni-
co objeto proporcionar al órgano jurisdiccional que deba dic-
tar sentencia, un proceso afinado en lo relativo a los trámites
preliminares que señala la ley procesal. A ella se refieren los ar-
tículos 166 y siguientes del G.P.P. (infra N°' 285 y sigts.).
124
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
La jurisdicción de instrucción se divide en potestad ordena-
toña y coercitiva.
La potestad ordenatoria tiene por objeto disponer la planifi-
cación de la tramitación del proceso penal, en cuanto al lugar,
tiempo y modo en que deben realizarse las diversas diligencias
instructorias.
La potestad de instrucción coercitiva puede ser preventiva o
represiva. La primera tiene por objeto asegurar la disponibili-
dad de las personas o cosas necesarias para la investigación, me-
diante la detención o captura de los sujetos sospechosos y la
incautación de los instrumentos y de los objetos del delito. La
segunda tiene por fin exigir a las personas por la fuerza concu-
rrir a las diligencias de instrucción, tales como los arrestos de
testigos para que comparezcan a prestar declaración, los apre-
mios para obtener la exhibición de documentos, etc.
La potestad decisoria, por su parte, corresponde generalmen-
te al tribunal oral en lo penal, sin perjuicio de que en algunos
casos le corresponda al juez de garantía, y tiene por objeto esta-
blecer la certeza del deUto y determinar la persona del delin-
cuente, y se divide en jurisdicción de orden o potestad medio y
jurisdicción de mérito o potestad fin.
En virtud de la jurisdicción decisoria de orden o potestad
medio, el tribunal debe, en forma previa, examinar la posibili-
dad del proceso, adquiriendo su convicción acerca de su com-
petencia para conocer de la litis y de la eficacia de su poder
jurisdiccional, ya que sería inútil la instrucción de una causa que
resultare a la postre nula por emanar de un tribunal incompe-
tente o carecer de presupuestos procesales, o inadmisible por
no reunir las condiciones de procedibiHdad necesarias para re-
solver el juicio penal.
Como norma, pertenecen a la jurisdicción de orden o po-
testad medio todos aquellos actos de procedimiento destinados
a establecer la probabilidad acerca de la existencia del delito y
*^e la posibilidad de la imposición de la sanción penal.
En cambio, pertenecen a la jurisdicción de mérito o potestad
m, todas aquellas decisiones dirigidas al castigo del imputado, es
*^ecir, a establecer la certeza del delito y a imponer la pena.
La jurisdicción del mérito, en consecuencia, no sólo otorga
^1 tribunal el poder decisorio acerca de la certeza del delito, sino
125
I'I'
INTRODUCCIÓN AI, ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
que comprende además la llamada "potestad impositiva" o fa-
cultad de asignar la pena criminal y las sanciones civiles que le
corresponden al imputado, como asimismo la "potestad ejecuti-
va" para aplicar directamente esas sanciones, salvo que se trate
de penas corporales atinentes a la vida o a la privación de liber-
tad, pues en estos casos el cumplimiento se lleva a cabo en for-
ma indirecta por intermedio de las autoridades administrativas-
penitenciarias.
Las potestades que comprende la jurisdicción de mérito, si
bien suelen presentarse juntas en la sentencia condenatoria, no
llegan a confundirse, ya que puede ocurrir que el tribunal, aun
declarando la certeza del delito, se encuentre impedido de san-
cionar al delincuente por encontrarse éste, verbigracia, favoreci-
do por una excusa absolutoria. En este caso, la potestad del órgano
jurisdiccional sería meramente declarativa y no impositiva, al igual
de lo que ocurre cuando la sentencia es absolutoria.
Capítulo II
>i i r I
il LA COMPETENCIA
67. Concepto y criterios que determinan la competencia. La
competencia, en general, expresa la idea de "extensión de la ju-
risdicción", y las reglas que la determinan, más que otorgar una
atribución, se limitan a establecer la distribución entre los di-
versos órganos jurisdiccionales de la potestad para conocer yjuz-
gar determinados asuntos judiciales, con exclusión de otros. Se
clasifica en competencia absoluta u objetiva (ratione materiae); y
en competencia relativa o subjetiva (rationepersonae).
El artículo 108 del Código Orgánico de Tribunales define,
en general, la competencia como "la facultad que tiene cada juez
o tribunal para conocer de los negocios que la ley ha colocado
dentro de la esfera de sus atribuciones". La competencia penal
es - d e acuerdo con lo dispuesto en el artículo 182 del precita-
do texto- improrrogable.
Este instituto obedece al imperativo de que, ante el gran nu-
mero de asuntos litigiosos, es preciso repartir el ejercicio de la
jurisdicción entre los diversos jueces y demás órganos que com-
126
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
ponen el Poder Judicial, aplicando el principio de la división del
trabajo, a fin de hacer posible la administración de justicia.
En el ámbito procesal penal, la competencia se delimita y
distribuye, de manera improrrogable, entre los órganos jurisdic-
cionales, de acuerdo con los siguientes criterios: en razón de la
materia, en razón del territorio y en razón de la función.
68. La competencia en razón de la materia. Está determinada,
por una parte, por la naturaleza del delito, y, por la otra, por la
gravedad de la pena.
En lo que atañe a la naturaleza del delito, la asignación de
la competencia, con prescindencia de la gravedad de la pena,
se establece cualitativamente considerando la índole del bien
jurídico protegido.
Así, en cuanto a lo primero, es diverso el tribunal que cono-
ce de un delito común de hurto u homicidio, del que juzga un
delito contra la seguridad interior del Estado o un delito militar.
En lo que se refiere a la gravedad del delito, se aplica un cri-
terio cuantitativo, y por ende, es diferente el órgano que cono-
ce de una infracción de tránsito, que compete a un Juzgado de
Policía Local, del que debe juzgar simples delitos o crímenes,
tales como los de lesiones graves u homicidio.
La incompetencia en razón de la materia produce la nuli-
dad absoluta y no la mera nulidad relativa de lo obrado por el
juez incompetente, y, por lo tanto, siendo de orden público, no
puede convalidarse y puede ser alegada durante todo el curso
del juicio hasta la ejecutoria de la sentencia que da término al
proceso.
En materia penal, a los juzgados de garantía les correspon-
*^e, en razón de la materia, especialmente, conocer y juzgar los
crímenes y simples delitos, cuando corresponda, en el procedi-
J^iento abreviado que contempla la ley procesal, y resolver de
*as demás materias que les encomiende la ley procesal penal
(art. 14C.O.T.) (infraN<>^5l7ysigts.).
A los tribunales orales en lo penal les corresponde, en ge-
^^ral, conocer y juzgar las causas por crimen o simple deUto,
resolver los incidentes que se promuevan durante el juicio oral
y conocer y resolver los demás asuntos que la ley les encomien-
de (art. 18C.O.T.).
127
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
69, La competencia en razón del territorio. Se refiere al lugar
en que se haya cometido el hecho punible que señala, sitio que
determina la competencia del juez o tribunal llamado al juzga-
miento de uno o más delitos perpetrados en un circunscrito te-
rritorio.
Cuando es uno solo el juez competente no hay problema,
pero el conflicto se suscita si existen varios jueces o salas de tri-
bunales de igual jerarquía, en un mismo territorio jurisdiccio-
nal, que resultan ser competentes para conocer del asunto, caso
en el cual debe recurrirse a los sistemas distributivos señalados
por los artículos 15 y 17 inciso 4° del Código Orgánico de Tri-
bunales.
Al efecto, el artículo 15 del precitado Código establece: "La
distribución de las causas entre los jueces de los juzgados de ga-
rantía se realizará de acuerdo a un procedimiento objetivo y ge-
neral, que deberá ser anualmente aprobado por el comité de
jueces del juzgado, a propuesta del juez presidente, o sólo por
este último, según corresponda.
A su vez, el inciso cuarto del artículo 17 del Código Orgáni-
co de Tribunales prescribe: "La distribución de las causas entre
las diversas salas se hará de acuerdo a un procedimiento objeti-
vo y general que deberá ser anualmente aprobado por el comi-
té de jueces del tribunal, a propuesta del juez presidente".
Por regla general - c o m o lo dispone el artículo 157 del pre-
citado Código- "Será competente para conocer de un delito el
tribunal en cuyo territorio se hubiere cometido el hecho que
da motivo al proceso" (locus commissi delicti).
"Esta competencia, así como la de la Corte de Apelaciones que
deba conocer en segunda instancia, no se alterará por razón de
haber sido comprometidos por el delito intereses fiscales".
"Si el autor del delito se ausentare del lugar en que lo co-
metió y fuere aprehendido en otro territorio jurisdiccional, sera
puesto inmediatamente a disposición del juez del lugar en que
delinquió".
"El delito se considerará cometido en el lugar donde se dio
comienzo a su ejecución" (art. 157).
Esta norma presenta las siguientes modalidades y alcances,
señalados en los siguientes artículos del Código Orgánico de Tri-
bunales:
128
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
a) "Si un individuo hubiere cometido varios delitos en diver-
sos territorios jurisdiccionales, será juzgado por el juez de aquel
en que cometió el último delito" (art. 158);
b) "Si el procesado hubiere cometido en varias comunas de-
litos de distinta gravedad, será competente para conocer de to-
dos ellos el juez de aquellas comunas en que cometió el último
crimen, o, en su defecto, el último simple delito".
"Si los delitos se cometen en una comunas o agrupación de
comuna en que existan dos o más juzgados de igual jurisdicción,
será competente para conocer de los procesos que se deban acu-
mular de acuerdo con el artículo siguiente, el juez que conozca
del proceso más antiguo" (art. 159);
c) "El culpable de diversos delitos será juzgado por todos
ellos en un solo proceso, para lo cual se acumularán las causas
iniciadas o por iniciarse en su contra; y las personas que en ella
figuren como procesados quedarán sometidas a la jurisdicción
del tribunal a quien corresponda conocer en los procesos acu-
mulados".
"Sin perjuicio de la regla anterior, el juez podrá ordenar por
medio de un auto motivado la desacumulación de los procesos
o su sustanciación por cuerda separada, cuando éstos tengan una
tramitación diferente o plazos especiales para su tramitación, o
la acumulación determine un grave retardo en la sustanciación
de las causas. Los procesos separados seguirán tramitándose ante
el mismo juez a quien correspondía conocer de ellos acumula-
dos y al fallarlos deberá considerar las sentencias que hayan sido
dictadas con anterioridad en estos procesos. Si procediere uni-
ficar las penas, el tribunal lo hará al dictar la última sentencia.
Con todo, este último fallo no tomará en consideración las sen-
tencias anteriores para apreciar las circunstancias modificatorias
de responsabilidad penal".
'Cuando, siendo procedente la desacumulación, en alguno
de los sumarios se investigue un delito cometido en otro terri-
torio jurisdiccional, el juez podrá reenviar ese sumario al juez
del territorio jurisdiccional donde se cometió el delito, encar-
gándole la práctica de todas las diligencias determinadas de ins-
trucción que p u e d a n realizarse en aquel lugar y las que
^parezcan en el curso de su indagación. El exhortante sólo de-
Jará una relación sucinta del hecho investigado y de los datos
129
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
necesarios para llevar a cabo las diligencias que haya de practi-
car. La tramitación de estos exhortos tendrá siempre carácter
urgente" (art. 160);
d) "Si un mismo procesado tuviere procesos pendientes por
faltas y por crímenes o simples delitos, el juez de letras será el
solo competente para conocer de todos ellos" (art. 161);
e) "Si no se pudiere establecer con precisión en qué comu-
na se ha cometido el delito, será competente el juez que pri-
mero comenzare a instruir el proceso, con tal que lo sea de
alguna de las comunas respecto de las cuales se suscitare la
duda. Si no se supiere cuál juez dio principio a la investigación,
se aphcará la cuarta regla establecida en el artículo siguiente"
(art. 163);
f) "Cuando se dictaren distintas sentencias condenatorias en
contra de u n mismo imputado, los tribunales que dictaren los
fallos posteriores al primero no podrán considerar circunstan-
cias modificatorias que, de haberse acumulado los procesos, no
hubieran podido tomar en cuenta. Deberán, asimismo, regular
la pena de modo tal que el conjunto de penas no pueda exce-
der de aquella que hubiere correspondido de haberse juzgado
conjuntamente los delitos".
"En los casos del inciso anterior, el tribunal que dictare el
fallo posterior, deberá modificarlo, de oficio o a petición del afec-
tado, a objeto de adecuarlo a lo alH dispuesto" (art. 164) (infra
N°594).
g) "De los delitos a que se refiere el artículo 6" (del Código
Orgánico de Tribunales), conocerán los tribunales de Santiago"
(art. 167);
h) "Si siendo muchos los responsables de un delito o de va-
rios dehtos conexos, hubiere entre ellos individuos sometidos a
los tribunales militares y otros que no lo estén, el tribunal com-
petente para juzgar a los que gozan de fuero juzgará también a
todos los demás" (art. 169).
70. La competencia en razón de la función. Es la que determi-
na la distribución de la jurisdicción, en las diversas etapas e ins-
tancias del desarrollo evolutivo del proceso penal, entre los
distintos jueces u órganos que participan en él. Dice relación,
en esencia, con las fases de cognición, impugnación y ejecución.
130
L/VS NORMAS PROCESALES PENALES
La competencia de cognición incide en la declaración de
certeza del delito y en el señalamiento de la pena aplicable. In-
cluye la etapa de impugnación.
La de ejecución recae en el cumplimiento de la condena.
A primera vista pareciera que lo que separa la competencia
de cognición de la competencia de ejecución es el efecto de cosa
juzgada que produce la sentencia condenatoria, pero no es así,
pues -como lo prescribe el inciso primero del artículo 113 del
Código Orgánico de Tribunales- al juez o tribunal que ha dic-
tado el fallo ejecutoriado en primera o en única instancia, le co-
rresponde la ejecución de la sentencia, y por e n d e aún es
competente para pronunciarse sobre los denominados inciden-
tes de ejecución, es decir, aquellos que se originan durante y para
los efectos del estricto cumplimiento de la condena, como se-
ría, por ejemplo, el control de la duración de la pena privativa
de libertad, de la efectividad del comiso impuesto o de la exigi-
bilidad del pago de la multa aplicada en la sentencia; o la reso-
lución de la duda acerca de la identidad del condenado a una
pena corporal (infra 583 y sigts.).
La competencia funcional de cognición se clasifica: en cuanto
a la fase del proceso, en instructoria y decisoria; en cuanto al ob-
jeto de la litis, en de hecho y de derecho; y en cuanto al grado del
juicio, en competencia de primera instancia y de impugnación.
En lo relativo a la competencia instructoria y de decisión, ya
nos referimos a ella al tratar de la jurisdicción, de tal suerte que
nos remitimos a lo allí expuesto (supra N" 66).
En lo pertinente a la competencia de hecho, es la otorgada
para la indagación del establecimiento del delito, función que
corresponde al ministerio público; y la de derecho es la confe-
rida al juez para declarar la certeza del delito e imponer la pena.
La competencia de primera instancia es la que compete al
órgano jurisdiccional que emite un primer pronunciamiento
acerca de la existencia del delito, de la identidad del delincuente
y de la pena aplicable, sea éste el juez de garantía en el procedi-
niiento abreviado o el tribunal colegiado en lo penal durante el
juicio oral.
La competencia de impugnación corresponde a las Cortes
^e Apelaciones y a la Corte Suprema, en su caso, por la vía de
*os recursos legales.
131
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
La incompetencia en razón de la función produce la nuli-
dad de lo obrado ante el órgano jurisdiccional incompetente,
ya que en virtud de lo dispuesto en el artículo 7° de la Carta
Fundamental, "ninguna magistratura puede atribuirse, ni aun a
pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o de-
rechos que ios que expresamente se les hayan conferido en vir-
tud de la Constitución o las leyes. Por ser éste un vicio esencial
de orden público, y por ende, de nulidad absoluta y no de nuli-
dad relativa, no es susceptible de convalidarse (infra N"^ 258 y
sigts.).
71. Conflictos de competencia y de jurisdicción. La doctrina dis-
tingue entre los conflictos de jurisdicción, que son aquellos que
se promueven entre los tribunales penales especiales y los ordi-
narios, y los conflictos de competencia, que son aquellos que se
suscitan solamente entre los tribunales penales ordinarios.
No ocurre lo mismo, sin embargo, en la legislación chilena,
la cual denomina a tales conflictos genéricamente como "con-
tiendas o cuestiones de competencia", estableciendo las siguien-
tes reglas cuando éstas se promueven entre los tribunales penales
ordinarios:
a) Si la contienda de competencia se produce entre órganos
jurisdiccionales penales ordinarios de igual jerarquía, la dispu-
ta debe ser resuelta por el tribunal que sea el superior común
de los que estén en conflicto;
b) Si los tribunales penales ordinarios fueren de diversa je-
rarquía, será competente para resolver la contienda el superior
de aquel que tengajerarquía más alta; y
c) Si los tribunales penales ordinarios en conflicto depen-
dieren de diversos superiores iguales éíi jerarquía, resolverá la
contienda el que sea superior al tribunal que hubiere preveni-
do en el conocimiento del asunto (art. 190 del C.O.T.).
Diversa es la situación que el legislador les da a las contien-
das de jurisdicción entre tribunales penales especiales entre sí,
o entre éstos y los tribunales penales ordinarios^
En estos casos hay que distinguir lo siguiepíe: si dichos tri-
bunales dependen de una misma Corte de Apelaciones, los con-
flictos de competencia deberán ser resueltpís por ésta. Pero si
tales tribunales dependen de diversas Cortes de Apelaciones, sus
132
i que la ley penal para tipificar los diversos delitos, determinar la
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
conflictos de competencia deberán ser resueltos por la Corte de
Apelaciones que sea el superior jerárquico del tribunal que haya
prevenido en el conocimiento del asunto.
Si no pudieren aplicarse las reglas precedentes, la contien-
da deberá ser resuelta por la Corte Suprema.
Corresponderá también a este supremo tribunal resolver las
contiendas de competencia que se susciten entre los tribunales de
justicia y las autoridades políticas o administrativas (art. 191 C.O.T.).
En cuanto al modo como se promueve la cuestión de com-
petencia, esta puede nacer de la iniciativa del juez, y constituye
la denominada declinatoria de oficio de jurisdicción. Pero tam-
bién puede ser promovida dicha cuestión por las partes, sea por
la vía de declinatoria, ante el juez que se estima incompetente;
sea por la vía inhibitoria, ante el tribunal que se considere com-
petente para que éste reclame el envío del asunto del que se con-
sidere con incompetencia para pronunciarse sobre la materia.
La tramitación de estos medios de promover las cuestiones
de competencia está contenida en los artículos 101 a 112 del Tí-
tulo XI del Libro I del Código de Procedimiento Civil y en otras
disposiciones legales, debiendo ser falladas en única instancia
(arts. 192 y 193 del Código Orgánico de Tribunales).
72. Improrrogabilidad de la competencia criminal. El artículo 182
del Código Orgánico de Tribunales dispone: "La prórroga de com-
petencia sólo procede en primera instancia, entre tribunales de
igual jerarquía y respecto de negocios contenciosos civiles". En
consecuencia, a contrario sensu, no es admisible esta prórroga en
materia penal ni en las gestiones civiles voluntarias.
Capitulo III
LA PREJUDICIALIDAD
' 3 . Noción previa. Concadenado con la institución de la com-
petencia de los tribunales, antes analizada, se encuentra el pro-
blema jurídico denominado "prejudicialidad".
El dilema de la prejudicialidad emana de la circunstancia de
133
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO Dl-IL PRÍXIÍSO PENAL
responsabilidad penal y la mayor o menor pena aplicable al im-
putado, se vale no sólo de conceptos fáctico-jurídicos propios del
Derecho Penal, sino que también de nociones pertenecientes a
otras ramas del Derecho, y aun de expresiones metajurídicas
definidas en otras especialidades científicas.
Tal eventualidad, como es de suponerlo, exige muchas ve-
ces que, para establecer la existencia del hecho punible, la res-
ponsabilidad del imputado o la pena aplicable, el mismo juez
del crimen que conoce de un caso u otro órgano jurisdiccional
diverso, deban, en formia previa, por medio de sentencia, deter-
minar el sentido y alcance de conceptos ajenos al Derecho Pe-
nal, pero indispensables para los efectos antes indicados.
Así ocurre, por ejemplo, cuando la ley exige como elemen-
to tipificante del delito la circunstancia de que el hechor tenga
la calidad de "empleado público", concepto propio del Derecho
Administrativo; o que el estado civil de imputado sea el de "ca-
sado"; o que la víctima del hecho punible sea "dueña de la cosa",
que son instituciones pertenecientes al Derecho Civil, y que in-
ciden, respectivamente, en el establecimiento de los delitos de
malversación de caudales públicos, de bigamia, de adulterio y
de hurto o estafa.
Lo mismo sucede cuando la ley se refiere, verbigracia, a los
términos "enajenado mental", "loco o demente" y "con o sin dis-
cernimiento", propios de la psiquiatría, como elementos exen-
tores o modificatorios de la responsabilidad criminal, casos todos
ellos que exigen un pronunciamiento previo, ora del propio juez
que conoce del proceso penal; ora de u n tribunal diverso al de
la causa, previos los informes periciales correspondientes.
74. Clasifícación. La prejudicialidad, atendida la naturaleza del
juez que deba pronunciarse sobre ella, se clasifica en "devoluti-
va", si la decisión previa a que antes nos hemos referido corres-
ponde a un órgano jurisdiccional diferente del juez que conoce
de la causa, y en "no devolutiva ", si tal declaración está asigna-
da al propio juzgador del proceso penal de que se trata.
Esta prejudicialidad "no devolutiva", que versa - c o m o lo sos-
dene la Fiscalía Nacional del Ministerio Púbhco- sobre "aque-
llas cuestiones q u e la ley entrega al c o n o c i m i e n t o de los
tribunales ordinarios con competencia criminal, no son propia-
134
i 135
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
mente prejudiciales, en el sentido de que n o obligan a suspen-
der la causa penal en espera de que lo resuelva u n juez civil o
administrativo. Por el contrario - c o m o acertadamente lo seña-
lan Gimeno-Moreno-Cortés-, "estas cuestiones se llaman preju-
diciales, quizá por inercia, porque su resolución es previa a la
decisión final del juez. Su decisión, siendo previa a la determi-
nación sobre la culpabilidad o inocencia, es, sin embargo, par-
te del juicio que debe hacer el juez para condenar o absolver,
en ese sentido no son previas al juicio, sino que determinantes
como elementos del tipo, de la condena o absolución. Se trata
más bien de cuestiones civiles que deben ser resueltas por el tri-
bunal con competencia penal (ya sea el juez de garantía o el
tribunal del juicio oral en lo penal) en la sentencia que dicta-
ren. Así, por ejemplo, el carácter de ajena de la cosa en el deli-
to de robo o en el de hurto".
"En consecuencia, estas cuestiones civiles son propias de la
competencia exclusiva del juez en lo criminal".^''
La prejudicialidad devolutiva o propiamente tal puede ser
"absoluta" o "relativa". Es absoluta si además de corresponder
su resolución a un tribunal diverso al de la causa, suspende en
todo caso la tramitación de ésta. Y es relativa si, correspondien-
do su decisión a u n órgano jurisdiccional diferente al que co-
noce del proceso penal, la suspensión de su tramitación queda,
en todo caso, sometida al criterio soberano de éste.
Del mismo modo, la prejudicialidad puede ser "interna" o
"externa".
Es interna cuando emerge naturalmente del propio mérito
del proceso penal de que se trata, como una cuestión esencial y
determinante para su decisión; y es externa cuando la prejudi-
cialidad ha tenido su origen en una causa seguida a un juez di-
verso del que conoce el proceso penal, antes de la iniciación de
este y en base a intereses ajenos a los de la causa criminal.
'5. La situación en la legislación procesal penal de Chile
1) Normas generales. En nuestro sistema de enjuiciamien-
to penal, constituyen casos de "prejudicialidad no devolutiva ex-
''Fiscalm Nacional del M. R, Reforma Procesal Penal, cit., 2001, t. III, págs. 322
y 323
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
terna" -las cuales, como ha demostrado la doctrina antes expues-
ta, no tienen la cualidad de "cuestiones prejudiciales civiles"- los
indicados en el inciso 1° del artículo 173 del Código Orgánico
de Tribunales, precepto que dispone: "Si en el juicio criminal
se suscita cuestión sobre un hecho de carácter civil que sea uno
de los elementos que la ley penal estime para definir el delito
que se persigue, o para agravar o disminuir la pena, o para no
estimar culpable al autor, el juez del crimen se pronunciará so-
bre tal hecho".
En los eventos señalados por el precepto antes transcripto, el
pronunciamiento en vía incidental sobre las "pseudas cuestiones
prejudiciales" que menciona, queda entregado al mismo juez de
garantía que conoce de la causa, en razón de que éstas aparecen
tan íntimamente ligadas al hecho punible, a los partícipes en él
o a la pena aplicable, que resulta racionalmente imposible apar-
tar su decisión del proceso criminal. Empero, la prueba y deci-
sión de estas cuestiones que debe resolver el juez penal -según
lo dispone el inciso final del artículo 173 del Código Orgánico
de Tribunales-, se sujetarán a las disposiciones del derecho civil.
A la inversa, los artículos 173 incisos 2° y 3° y 174 del Códi-
go Orgánico de Tribunales enumeran taxativamente los únicos
casos de verdaderas "cuestiones prejudiciales civiles" que con-
templa la ley chilena, las que, como tales, debe resolver el juez
o tribunal civil o administrativo a quien la ley tiene encomen-
dado el conocimiento de ellas, cuales son: a) las cuestiones so-
bre validez de matrimonio; b) las que versen sobre cuentas
fiscales; c) las que atañan al estado civil cuya resolución haya de
servir de antecedente necesario para el fallo de la acción perse-
cutoria de los delitos de usurpación, ocultación o suspensión de
estado civil; y d) las concernientes al dominio u otro derecho
real sobre inmuebles, en virtud de las cuales podrá suspenderse
el juicio criminal cuando dichas excepciones aparezcan revesti-
das de fiandamento plausible y de su aceptación, por la senten-
cia que sobre ellas recaiga, hubiere de desaparecer el delito.
La Fiscalía Nacional del Ministerio Público, en base a la doc-
trina y jurisprudencia uniforme que cita, ha sostenido que las
"cuestiones prejudiciales civiles propiamente tales", antes enu-
meradas, son las únicas que existen en nuestra legislación, se-
ñalando que en tal sentido se han pronunciado autores como
136
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Paillás, Fontecilla Riquelme, Depassier Baetzner, Laso y otros,
criterio que han confirmado numerosos fallos de las Cortes de
Apelaciones y de la Corte Suprema, afirmando que no pueden
suspender el procedimiento criminal cuestiones tales como: el
valor o eficacia de los contratos en el juicio por falsificación de
documentos, el dominio de las cosas hurtadas, la rendición de
cuentas por el mandatario, la nulidad del contrato de compra-
venta celebrado por los querellados respecto del delito de hur-
to o estafa, la reclamación interpuesta por los reos en contra de
la liquidación efectuada por el Servicio de Impuestos Internos,
o la nulidad del protesto de cheque en el delito por giro doloso
de éste, etc.^^
Lo anterior, sin embargo, no obsta a que, acogidas las preci-
tadas "cuestiones no prejudiciales" por sentencia firme del juez
civil respectivo, la cosa juzgada que de ésta emane pueda influir
en la dictación de la sentencia penal e, inclusive, hacer desapa-
recer el delito o determinar la inocencia de su autor.
En el Código Procesal Penal los únicos preceptos que se re-
fieren a ía materia, pero sólo a la "prejudicialidad evolutiva o
propiamente tal", son los artículos 171 y 252 letra a). ^
El artículo 171 establece: "Siempre que para el juzgamiento
criminal se requiriere la resolución previa de una cuestión civil
de que debiere conocer, conforme a la ley, un tribunal que no
ejerciere jurisdicción en lo penal, se suspenderá el procedimien-
to criminal hasta que dicha cuestión se resolviere por sentencia
firme".
"Esta suspensión -agrega- no impedirá que se verifiquen ac-
tuaciones urgentes y estrictamente necesarias para conferir pro-
tección a la víctima o a testigos o para establecer circunstancias
que comprobaren los hechos o la participación del imputado y
que pudieren desaparecer".
"Cuando se tratare de un delito de acción pública -termina
la disposición-, el ministerio público deberá promover la inicia-
ción de la causa civil previa e intervendrá en ella hasta su térmi-
no, instando por su pronta terminación".
" Fiscalía Nacional del M. R, Reforma Procesal Penal, c i t , 2001, t III, págs. 325
y 326
137
 INTR0DLX;C10N AL ESTUDIO DKI. PROCESO PENAL
El artículo 252 letra a), a su vez, dispone: "El juez de ga-
rantía decretará el sobreseimiento temporal en los siguientes
casos: a) Cuando para el juzgamiento criminal se requiriere la
resolución previa de una cuestión civil, de acuerdo con el ar-
tículo 171".
AjQalizados los preceptos antes transcriptos, se concluye que
ellos mantienen implícitamente la plena vigencia del inciso pri-
mero del artículo 173 del Código Orgánico de Tribunales, en
el sentido de que "Si en el juicio criminal se suscita cuestión so-
bre un hecho de carácter civil que sea uno de los elementos que
la ley penal estime para definir el delito que se persigue, o para
agravar o disminuir la pena, o para no estimar culpable al au-
tor, el juez del crimen se pronunciará sobre tal hecho".
Seguidamente, la disposición en análisis (artículo 171, CPP),
al disponer que "Siempre que para el juzgamiento criminal se
requiriere la resolución previa de una cuestión civil que debie-
re conocer, conforme a la ley, un tribunal que no ejerciere ju-
risdicción en lo penal", confirma también la vigencia de los
incisos segundo y tercero del artículo 173 del Código Orgánico
de Tribunales, en el sentido de que la promoción de una preju-
dicial civil de naturaleza devolutiva que éstos preceptos contem-
plan, suspende el p r o c e d i m i e n t o criminal, ya q u e dichas
disposiciones establecen que las "cuestiones sobre validez de
matrimonio, sobre cuentas fiscales y sobre estado civil que ha-
yan de servir de antecedentes necesarios para el fallo de la ac-
ción persecutoria de los delitos de usurpación, ocultación o
supresión de estado civil, deben ser juzgadas por el tribunal a
quien la ley le tiene asignada el conocimiento de ellas".
Por la misma razón antes expresada, corresponde al tribu-
nal en lo civil el conocimiento "de las excepciones de carácter
civil concernientes al dominio u otro derecho real sobre inmue-
bles, cuando de su aceptación por la sentencia que sobre ellas
recaiga hubiere de desaparecer el delito, con el alcance de que
éstas sólo podrán suspender el juicio criminal cuando aparez-
can revestidas de fundamentos plausibles". Como es obvio, la
determinación de la concurrencia de esta plausibilidad de fun-
damentos corresponde al tribunal en lo penal que conoce del
juicio criminal, lo que le otorga a esta cuestión civil previa el
carácter de prejudicialidad devolutiva relativa externa.
138
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Igualmente, de acuerdo con lo dispuesto en el inciso terce-
ro del artículo 171 del Código Procesal Penal, antes transcrip-
to, la suspensión del procedimiento del juicio criminal que exija
la promoción de la cuestión civil previa, de que deba conocer
un tribunal diverso al juez penal, no impide que éste realice las
actuaciones urgentes y estrictamente necesarias para conferir
protección a la víctima del delito, o a los testigos, o para esta-
blecer circunstancias que comprobaren los hechos o la partici-
pación del imputado y que pudieren desaparecer.
En seguida, cabe observar que, sin perjuicio de las reglas an-
teriores -al tenor de lo dispuesto en el inciso final del artículo
171 del Código Procesal Penal-, "cuando se tratare de un deli-
to de acción pública, el ministerio público deba promover la ini-
ciación de la causa civil previa e intervenir en ella hasta su
término, instando por su pronta conclusión" a ñ n de no dejar
entregada al mero arbitrio de quien tiene derecho a alegar la
prejudicial civil la duración de la suspensión del juicio criminal.
2) Legitimación procesal. Estimamos que están legitimados
para promover las cuestiones prejudiciales no sólo el ministerio
público en cumplimiento del principio de objetividad que la ley
le impone con respecto a los delitos de acción pública, sino que,
aplicando las reglas generales, también lo están, ya se trate de de-
litos de acción pública o privada, los demás "intervinientes" del
proceso penal que tengan interés en ello, es decir, el imputado,
el querellante, la víctima y el defensor, de conformidad con lo dis-
puesto en los artículos 12, 93, 104 y 109 del C P P
El imputado y el querellante ostentan dicha legitimación
porque, además de ser intervinientes, son partes del juicio cri-
minal. La víctima del delito, porque si de acuerdo con los ar-
tículos 59 y 109 del C.P.P. está facultada para deducir demanda
civil y querella, con mayor razón ostenta legitimación para pro-
mover cuestiones prejudiciales civiles. Y el defensor, porque de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 104 del C.P.P, tie-
ne atribuciones para ejercer todas las facultades que la ley le re-
conoce al imputado, a menos que expresamente se reservare su
ejercicio a este último en forma personal. Eventualmente, tam-
bién podría promover cuestiones prejudiciales civiles, aunque
no ostente la cualidad de interviniente, el actor civil, si tiene in-
terés actual en ello.
139
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
3) Forma de promover las cuestiones prejudiciales civiles.
La promoción de las cuestiones prejudiciales civiles y la conse-
cuente petición de sobreseimiento temporal deben ser formu-
ladas por escrito, fundadamente y acompañando -como lo ha
señalado la Fiscalía Nacional del Ministerio Público- copia de
los antecedentes de la investigación, entre los cuales estimamos
que deben incluirse las copias certificadas que acrediten la exis-
tencia de la cuestión prejudicial civil previa, cuya resolución pen-
da ante otro tribunal civil o administrativo.^^
4) Oportunidad en que pueden ser promovidas. Las cuestio-
nes prejudiciales civiles -como emana de la historia de la ley- de-
ben ser hechas valer por los fiscales a partir de la etapa de
investigación desde que tengan conocimiento de su existencia, en
cumplimiento del mandato de objetividad que les imponen los
artículos 94 del C.P.P. y 3*" de la Ley N"* 19.640, en términos de
que aun cuando ellas no se hayan concretado en un juicio ante
otro tribunal civil o administrativo, el Ministerio Público -como
lo ha señalado la Fiscalía Nacional- "deberá promover la inicia-
ción de la causa civil, deduciendo la pretensión meramente de-
clarativa o de certeza pertinente".**-'
Por la misma razón, desde que exista ante un tribunal civil
o administrativo una litis en que penda el pronunciamiento so-
bre una cuestión prejudicial civil de las enumeradas taxativamen-
te en los artículos 173 incisos 2° y 3*^. y 174 del Código Orgánico
de Tribunales, el fiscal deberá intervenir en ella hasta su térmi-
no, instando a su pronta terminación, y tanto éste como cual-
quiera de los intervinientes que tenga interés comprometido,
podrá hacerla valer desde la formalización de la investigación y
durante toda la duración del proceso, en tanto no se haya pro-
ducido el 'juzgamiento" a que se refiere la ley, ya que la resolu-
ción de tales cuestiones prejudiciales constituye antecedentes
que pueden hacer desaparecer el delito, agravar o disminuir la
pena o estimar inculpable al autor, en términos que su no con-
sideración puede hacer impugnable el fallo por la vía de los re-
cursos de nulidad y aun de revisión, conforme a lo dispuesto en
los artículos 373 letra b) y 473 letra d) (infra N«^ 459 y 574).
Fiscalfa Nacional del M. P., Reforma Procesal Penal, cit-, L III, 2001, pág. 327.
Ibídem, pág. 326.
140
I LAS NOR^MS PROCESALES PENALES
5) Procedimiento. En lo que se refiere a la tramitación a que
deben someterse ante el juez de garantía, el tribunal oral en lo pe-
nal O la Corte de Apelaciones y aun ante la Corte Suprema, la tra-
mitación de las cuestiones prejudiciales civiles, a falta de disposición
expresa, por tratarse de asuntos accesorios del juicio que requie-
ren de un previo y especial pronunciamiento - d e acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 52 del Código Procesal Penal y 82 del
Código de Procedimiento Civil-, deben ser deducidas por la vía
incidental. Además, dado el imperativo de prelación que tiene con
respecto al fallo la determinación del efecto que la prejudicial pue-
de producir en el fallo penal, el respectivo juez o tribunal deberá
resolver la materia en una audiencia especial, a menos que el fis-
cal, de conformidad con lo prescrito en el inciso primero del ar-
tículo 248 del C.P.P., las deduzca dentro del plazo fatal de diez días
a contar del cierre de la investigación, evento en que serán resuel-
tas a petición del ministerio público en la audiencia a que se refie-
re el artículo 249. El resto de los intervinientes y partes legitimadas
también pueden promoverlas antes de la realización de la audien-
cia de preparación del juicio oral o en el curso de ésta, a fin de
que, como lo establece la letra a) del artículo 252 del C.P.P., el juez
de garantía pueda pronunciarse sobre ellas en dicha audiencia. En
^jp"'
este caso, si el magistrado estima o la ley ordena que para el juzga-
miento del juicio criminal se requiere un pronunciamiento previo
al respecto, está obligado a sobreseer temporalmente la causa, y,
por ende, suspender el procedimiento, evento en que -al tenor de
lo dispuesto en el inciso 2° del artículo 283- "si la suspensión de la
audiencia o la interrupción del juicio oral por un período que ex-
cediere de diez días impidiere su continuación, el tribunal deberá
decretar la nulidad de lo obrado en él y ordenar su reinicio".
6) Efectos de la promoción de la cuestión prejudicial civil.
Al respecto es preciso distinguir, por una parte, las consecuen-
cias que produce la promoción de la cuestión prejudicial civil
durante la etapa de investigación o en el curso de la instrucción
ante el juez o tribunal en lo criminal; y, por la otra, los efectos
que provoca el fallo de la prejudicial emitido por el órgano ju-
risdiccional civil o administrativo competente
La promoción de la cuestión prejudicial civil durante la eta-
pa de la investigación, y antes que ésta haya sido cerrada, supo-
ne que aquella haya llegado a conocimiento del respectivo fiscal
141
 INTRODUC:CION AL ESTUDIO DKl. PROCESO VENAL
por cualquier medio, evento en que, si se tratare de un delito
de acción pública, éste -al tenor de lo dispuesto en el inciso fi-
nal del artículo 171 del C.RP.- "deberá promover la causa civil
previa e intervenir en ella hasta su término, instando p o r su
pronta terminación", sin perjuicio de que, n o obstante la para-
lización del procedimiento que ordena la ley, el ministerio pú-
blico deba continuar su actividad perquisiva, en la medida que
se ajuste a las limitaciones que impone el inciso segundo del ar-
tículo 171, en orden a realizar sólo indagaciones destinadas a
establecer circunstancias que comprobaren hechos o la partici-
pación de indiciado que pudieren desaparecer.
Igualmente, si la cuestión prejudicial civil es promovida des-
pués de formalizada la investigación - d e conformidad con lo
ordenado en el inciso V del precitado artículo 171 del C.P.P.-,
"se suspenderá el procedimiento criminal hasta que dicha cues-
tión se resolviese por sentencia firme" por el tribunal civil o ad-
ministrativo correspondiente, dando lugar a que se sobresea
temporalmente el proceso por la causal de la letra a) del artícu-
lo 252 del C.P.P.
Con todo, si la suspensión del procedimiento provocada por
el antedicho sobreseimiento temporal interrumpe la audiencia
o el juicio oral "por u n período que exceda de diez días, impe-
dirá su continuación, y, en tal caso, el tribunal deberá declarar
I -como también lo ha señalado la Fiscalía Nacional- "el título
la nulidad de lo obrado en él y ordenar su reinicio", según lo
dispone el inciso segundo del artículo 283 del C.P.P.
Tal suspensión, sin embargo -como lo prescribe el inciso se-
gundo del artículo 171 del C.P.P.-, "no impedirá que se verifi-
quen actuaciones urgentes y estrictamente necesarias para
conferir protección a la víctima o testigos o para establecer cir-
cunstancias que comprobaren los hechos o la participación de
imputado y que pudieren desaparecer".
"Empero -como lo ha sostenido, en síntesis, la Fiscalía Na-
cional del Ministerio Público- la ley no faculta a los fiscales para
que, dictado el sobreseimiento temporal, puedan solicitar me-
didas cautelares personales como medios de protección, ya sea
la prisión preventiva o alguna de las medidas cautelares espe-
ciales del artículo 155 del C.P.P., pues uno de los supuestos para
su interposición es que existan antecedentes que justifiquen la
existencia del delito. Si el sobreseimiento se ha dictado por re-
142
LAS NORMAS PROCESALES PENAl.KS
querirse la resolución previa de una cuestión civil, existe una in-
certidumbre acerca de elementos del ilícito o de la responsabi-
lidad penal, que el tribunal civil o el de cuentas debe en forma
previa resolver, y, consecuencialmente, en tanto penda tal pro-
nunciamiento, no se cumplirá la exigencia que impone el artícu-
lo 140, letra a) del Código Procesal Penal" (infra N"^ 198 y 208).
Lo anterior "no implica, en modo alguno - h a agregado la
Fiscalía Nacional-, el cese de la actividad investigativa de los fis-
cales, sino que ésta debe proseguir en la medida en que concu-
rran las exigencias que impone el inciso 2" del artículo l 7 l " ,
antes transcripto.
Asimismo, las limitaciones establecidas en la disposición an-
tes inserta n o obstan a que los fiscales - c o m o lo ordena el inci-
so final del artículo l 7 l - intervengan en el juicio en que se
substancia la cuestión prejudicial civil previa, instando a su pron-
ta terminación, en calidad de partes, terceros coadyuvantes o in-
dependientes. Por el contrario -según lo dispone el precepto-,
"deben promover la iniciación de la causa civil", lo que inclusi-
ve los faculta para ejercer la acción civil correspondiente, ya que
que legitima su actuación es la propia ley y su atribución se in-
serta en la resolución previa de cuestiones que son elementos
necesarios para la prosecución de la acción penal que le exige
la Constitución Política en su artículo 80 A".^"
Por último, es preciso reparar también en el precepto del
inciso 3° del artículo 283 del C.P.P. que establece que la suspen-
sión de la audiencia o la interrupción del juicio oral provenien-
te del sobreseimiento temporal que conlleva la promoción de
una cuestión prejudicial civil por u n período que excediere de
diez días impedirá su continuación, y, como consecuencia de
ello, el tribunal deberá decretar de oficio la nulidad de lo obra-
do en él y ordenar su reinicio.
Y aquí, a pesar del claro tenor del inciso 1° del artículo l 7 l
del C.P.P., afloran las dudas: ¿Es admisible que las cuestiones pre-
judiciales pueden aun ser promovidas durante la etapa de im-
pugnación? ¿Qué ocurrirá si la cuestión prejudicial civil es
'" Fiscalía Nacional del M. L., Reforma Procesal Penal, cit., t. IIl, 2 0 0 1 , p á g . 330.
143

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
promovida ante la Corte de Apelaciones durante el curso del
conocimiento de los recursos de apelación o de nulidad, o in-
clusive, ante la Corte Suprema durante la tramitación de este
último recurso o de una acción de revisión? ¿Podrá el respecti-
vo tribunal declarar, aplicando por analogía el inciso 3° del ar-
tículo 283 del C.P.P., la nulidad de lo obrado si la suspensión
del procedimiento causada por la promoción de dicha cuestión
prejudicial civil se prolonga por más de diez días, como debe
hacerlo el tribunal oral en lo penal?
En lo que respecta al primer punto, fundados en la ampli-
tud del mandato imperativo del tenor literal del inciso 1** del
artículo 171, el cual ordena que "Siempre que para el juzgamien-
to criminal se requiriere la resolución previa de una cuestión
civil de que debiere conocer, conforme a la ley, un tribunal que
no ejerciere jurisdicción en lo penal, se suspenderá el procedi-
miento criminal hasta que dicha cuestión se resolviere por sen-
tencia firme", se concluye que tal especie de cuestiones pueden
ser promovidas durante toda la pendencia del juicio, incluyen-
do en el curso de la etapa de la impugnación, y hasta que éste
haya sido fallado por sentencia ejecutoria.
Fundamentamos nuestra opinión en el hecho de que el ad-
verbio "siempre" empleado por el legislador significa, de acuer-
do con el léxico, "en todo caso y en cualquier tiempo", y además
la palabra ^juzgamiento" es sinónima de "sentenciar", de tal suer-
te que mientras esté pendiente la decisión del juicio penal o de
algún recurso, procede la promoción de una cuesüón prejudi-
cial civil.
Inclusive, estimamos que aun después de dictada la senten-
cia ejecutoriada del juicio las cuestiones prejudiciales civiles pue-
den ser alegadas como fundamento de la nulidad del fallo y del
procedimiento por la vía de la acción de revisión ante la Corte
Suprema, por la causal del artículo 473 letra d) del C.P.P., la cual
consiste en que "con posterioridad a la sentencia condenatoria,
se descubriere algún hecho o apareciere algún documento des-
conocido durante el proceso, que fuere de tal naturaleza que
bastare para establecer la inocencia del condenado. La proce-
dencia de esta causal, sin embargo, supone que, por lo menos,
la cuestión prejudicial civil haya sido promovida ante el juez ci-
vil o administrativo competente, lo cual produciría la suspensión
144
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
de la vista y resolución del recurso, si en su interposición -al te-
nor de lo dispuesto en el artículo 475 del precitado Código- se
hubiere expresado con precisión su fundamento, se acompaña-
re copia fiel de la sentencia cuya anulación se solicita y los do-
cumentos que comprobaren los hechos en que se sustenta, vale
decir, certificaciones autorizadas de la pendencia del fallo de la
cuestión civil alegada. Por el contrario, si la cuestión prejudicial
civil hubiere sido ya resuelta favorablemente por sentencia fir-
me, bastará que el recurrente acompañe copia fiel de ésta al in-
terponer la acción de revisión, caso en que no procederá la
suspensión de la vista del recurso.
Con mayor razón opinamos que, bajo las mismas condicio-
nes precedentemente señaladas, es procedente la promoción de
la cuestión prejudicial civil durante la pendencia de la decisión
de los recursos de apelación o de nulidad ante la respectiva Corte
de Apelaciones.
Por el contrario, en cuanto al segundo punto de la duda an-
tes planteada, sostenemos que no es procedente aplicar por ana-
logía el precepto del inciso segundo del artículo 283 del C.P.P.,
que ordena al tribunal oral en lo penal declarar nulo lo obrado
ante él, si con motivo de la promoción de una cuestión prejudi-
cial civil se suspende la audiencia o el juicio oral por más de diez
días, ya que no es admisible dar aplicación analógica a una dis-
posición excepcional que, como tal, es extraordinaria y especial,
y por ende, es de aplicación restrictiva y excluyeme, tanto por
no caer dentro de la regla general de nulidad establecida en el
artículo 159 del precitado Código, cuanto porque en el caso en
análisis la ineficacia está establecida más como una sanción que
como un remedio jurídico (supra N*"' 17 y 259).
7) Efectos que produce la sentencia ejecutoriada del juez ci-
vil o administrativo en la decisión del juicio penal. En cuanto a
la influencia de la sentencia firme que se dicte en el juicio civil
o administrativo en que se haya ventilado la cuestión prejudi-
cial civil previa, será diversa según sea acogida o rechazada en
el fallo respectivo.
Si es rechazada, su cosa juzgada no producirá más efecto en
el procedimiento del proceso penal o en la tramitación del re-
curso paralizado, que hacer posible que continúe su interrum-
pido trámite hasta su terminación.
145
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
En cambio, si es acogida, la sentencia civil o administrativa
producirá esenciales efectos de cosa juzgada en el juicio criiTii-
nal. Así, por ejemplo, si es acogida por el juez civil la nulidad
del matrimonio anterior al que sirve de base a la imputación por
delito de bigamia, el juez deberá sobreseer definitivamente o
absolver en la sentencia penal al imputado como supuesto au-
tor del delito que sanciona el artículo 375 del Código Penal, se-
gún sea el estado del juicio penal en que haya sido promovida
la cuestión prejudicial civil. Si dicha sentencia se hace valer du-
rante la tramitación de un recurso, el tribunal ad quem con el
mérito de dicha sentencia deberá revocar o anular, según el caso,
la sentencia recurrida y absolver al condenado.
Lo mismo ocurrirá si el juicio de cuentas fiscales ante el tri-
bunal administrativo representado por el Subcontralor, en pri-
mera instancia, y el Contralor General de la República, en
segunda, es fallado en favor del empleado público a quien se le
imputa un delito de malversación de caudales públicos, sea en
las modalidades de peculado doloso o culposo, distracción de
fondos o aplicación pública indebida, definidas en los artícu-
los 233 y siguientes del precitado Código.
Igualmente, deberá ser sobreseído definitivamente o absuelto
en la sentencia penal aquel a quien se le haya imputado la co-
misión de los delitos de usurpación, ocultación o supresión de
estado civil, si en el fallo que dicte el juez de letras correspon-
diente se declara que el supuesto delincuente posee el estado
civil que se dice usurpado, o no ha ocultado ni suprimido éste,
figuras típicas que están contempladas en los artículos 353 y 354
del Código Penal.
Por último, idéntico tratamiento de sobreseimiento definiti-
vo o absolución deberá tener el impLitado a quien se le atribu-
yan, entre otros, los delitos de usurpación a que se refieren los
artículos 457 y siguientes del mismo Código, si el juzgado civil co-
rrespondiente, en los respectivos casos, declara que quien es in-
criminado de tales hechos ilícitos es dueño, usufructuario o posee
derecho de uso o habitación, fuere el propietario de las aguas y
de sus instalaciones de regadío que se sostienen usurpadas, obs-
truidas o rotas, o que no hubiere destruido términos o límites de
propiedades públicas o privadas, figuras delictivas definidas por
los artículo 457 y siguientes del antes referido cuerpo legal.
146
lAS NORMAS PROCESALES PKNAIXS
8) Antecedente histórico de la ley. Con relación al precedente
tema, la Comisión de la Cámara de Diputados, en su Sesión 23^,
de 13 de febrero de 1998, si limitó a aprobar en los términos pro-
puestos el antiguo artículo 14 del Proyecto del Ejecutivo que se
refería a la materia, el cual era del tenor siguiente: "Cuestiones
prejudiciales civiles: Siempre que para el juzgamiento criminal se
requiriere la resolución previa de una cuestión civil de que deba
conocer otro tribunal, se suspenderá el proceso hasta que dicha
cuestión se resuelva por sentencia firme. En todo caso, la suspen-
sión del proceso no impedirá el cumplimiento de las actuaciones
urgentes".
"Cuando se tratare de un delito de acción pública, el minis-
terio público deberá intervenir en la causa civil previa hasta su
término, solicitando su iniciación cuando corresponda".
La Comisión del Senado, por su parte, en su Sesión 5^, "con
respecto al inciso primero, se presentaron dos indicaciones". La
N° 7, del senador señor Parra, propuso sustituirlo con el fin de
mejorar la redacción, destacando el reemplazo de la palabra
"proceso" por "procedimiento", para comprender la etapa de la
investigación. La indicación N° 8 de los senadores señores Rom-
bal, Larraín, Stangue y Urenda, sugirió cambiar la expresión "ac-
tuaciones urgentes" por la frase "diligencias conducentes a la
comprobación de los hechos y a la participación de los imputa-
dos que no puedan postergarse, así como la protección de las
víctimas".
Esta Comisión, además, "tuvo en cuenta que estas cuestio-
nes prejudiciales no se refieren a aquellos aspectos, inclusive ele-
mentos de tipo penal o circunstancias modificatorias de
responsabilidad, cuya determinación el inciso primero del artícu-
lo 173 del Código Orgánico de Tribunales entrega al propio tri-
bunal con competencia en lo criminal, sino que a aquellas
Circunstancias previstas en los incisos segundo y tercero del mis-
mo artículo, concernientes a la validez del matrimonio, cuentas
fiscales y estado civil, sobre las cuales debe pronunciarse prime-
ro el tribunal civil, porque de otra manera no habrá certeza de
enfrentar un hecho dehctivo".
"En esta medida, la Comisión estuvo de acuerdo en suspen-
der el procedimiento en su integridad, pero, sin perjuicio de
ello, permitir que se verifiquen las actuaciones urgentes que sean
147
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
estrictamente necesarias para proteger a la víctima o testigos o
establecer circunstancias que comprueben los hechos o la par-
ticipación del imputado y que pudieren desaparecer. Aprovechó
para precisar que el caso de que se trata en este artículo es aquel
en que el tribunal llamado a conocer de las cuestiones prejudi-
ciales civiles sea u n o que no ejerzajurisdicción en lo penal".
"En lo que concierne al inciso segundo, la indicación N^ 9
de los senadores Bombal, Larraín, Stangue y Urenda, propone
sustituirlo para agregar a la obligación del ministerio público de
solicitar la iniciación de la causa, la de promover su progresión
en todo caso".
"Tal idea fue asimismo acogida por la Comisión, en térmi-
nos de imponer al ministerio público el deber de promover la
iniciación de la causa civil previa e intervenir en ella hasta su
término, instando por su pronta conclusión".
"Posteriormente, estimando la Comisión que su ubicación
más apropiada se encuentra en el Libro Segundo, específicamen-
te referida a la etapa de la investigación, la consultó como ar-
tículo 201 del texto" (actual artículo 171 del C.P.P.).'^
S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, págs. 446 y 447.
148
TÍTULO VI
LAS RELACIONES J U R Í D I C A S
EN EL PROCESO PENAL
Capítulo I
GENERALIDADES
76. El jus puniendi del Estado. Ya nadie discute que la facultad
de castigar el delito la ostenta la sociedad jurídicamente orga-
nizada, es decir, el Estado, en virtud de la denominada potestai
agendi que significa el poder de actuar, el cual es constitutivo
de un derecho subjetivo público.
Lo anterior significa, por lo tanto, que el Estado es el titular
del jus puniendi, "fundado -como lo señala Finger, citado por
Fontecilla- en el derecho objetivo y que se deriva de la realiza-
ción de una acción prohibida y castigada con una pena aplica-
ble al autor. La pretensión de aplicar la pena la deriva el Estado
del derecho objetivo".'^^
Frente al Estado y a su poder punitivo se encuentra el delin-
cuente, quien, a su vez, posee el derecho a la libertad, inheren-
te a su personalidad y garantizado por la Carta Fundamental, lo
que le otorga prerrogativas de orden público e irrenunciables,
en virtud de las cuales, en esencia, sólo puede ser privado o res-
tringido de su libre albedrío por orden del tribunal competen-
te en los casos y en la forma determinados por la Constitución
y las leyes, lo que conlleva la necesidad de que deba ser juzgado
legalmente en un racional y justo procedimiento.
'^ Fontecilla, ob. cit., t. I, pág. 11.
149
 INTRODDC-.CION AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Como consecuencia de lo anterior, cada vez que un indivi-
duo comete delito, aflora el derecho subjetivo público de casti-
gar del Estado, y por ende, la correspondiente acción penal que
es promovida por el directamente ofendido por el delito ante
el juez por medio de querella, o por cualquiera persona por de-
nuncia ante el ministerio piiblico o de los demás agentes de per-
secución penal, mediante la correspondiente imputación en
contra del presunto delincuente. Esta imputación da origen al
proceso criminal, que se expresa y desarrolla a través de dere-
chos y obligaciones que afectan principalmente al órgano juris-
diccional, al fiscal del ministerio público, al querellante y al
imputado, ligando a estos sujetos procesales con los vínculos que
la doctrina denomina como las "relaciones jurídicas".
77. Concepto de relación jurídica. En términos generales, las
denominadas "relaciones jurídicas" nacen de la circunstancia de
que la ley otorgue a alguien un derecho subjetivo para obtener
de otro el cumplimiento de la obligación o deber correlativo.
No ha sido ajeno a este fenómeno el proceso penal, ya que
como lo afirma en síntesis Fontecilla Riquelme, "las normas que
lo rigen, desde el aspecto sLibjetivo, son fuentes creadoras de
derechos y obligaciones, y, por lo tanto, en su sede, las relacio-
nes jurídicas están constituidas por un complejo de derechos y
deberes recíprocos entre el ministerio púbHco, las partes y el
juez, reguladas por la ley procesal y coordinadas al fin de la ac-
tuación penal"."^^
De ahí que, dado que el proceso penal se expresa y desarro-
lla a través de actos que generan relaciones jurídicas que ligan
a los sujetos procesales, de ello se infiere que el establecimien-
to de la idiosincrasia y características de aquél supone, en for-
I :Í i ma previa, la indagación acerca de la naturaleza, sentido y
alcances de tales relaciones.
Fue durante el estudio del proceso civil que alguien advir-
tió que el entablamiento de una demanda hacía nacer debe-
res y derechos recíprocos entre el juez y las partes del juicio civil.
"De esta sencillísima pero fundamental idea - c o m o lo señala
'^^ Füiuecilla, ob. ciu, t. I, pág. 18.
150
IJ\S NORMAS PROC:ESALES PENALES
Chiovenda-, notada por Hewger, afirmada por Bethmann-
Hollueg y desenvuelta principalmente por Osear Bülow, y más
tarde por Kohler, y por otros muchos, incluso en Italia, se con-
cluyó que el proceso civil contiene una relación jurídica. Es la
idea inherente ya al judicium romano y de la definición que de
él daban los procesalistas medievales: "judicieum est actus tñum
personarum iudicis actoñs et rei"J'^
Tal concepto de la "relación jurídica fue transportado -como
lo indica Fontecilla- del proceso civil a la doctrina del proceso
penal, por Rocco, Manzini, Massari y Lanza", siendo definido por
Tesauro como la "relación entre los sujetos que hace operante
el derecho en sus múltiples manifestaciones". "La importancia
de esta formulación -agrega este autor- se puede notar mayor-
mente en el campo del derecho procesal, pues dicha relación
no se agota en un solo momento, sino que está destinada a de-
sarrollarse en el tiempo a lo largo de una trayectoria que coin-
cide con la vida del proceso penal".'^^
El proceso penal, como se podrá apreciar, no implica una
simple relación, sino que un haz o conjunto de relaciones jurí-
dicas, enlazadas entre sí en aras de la finalidad de la aplicación
de la ley penal, manteniendo una unidad orgánica que sustenta
la identidad de los sujetos y del objeto del procedimiento hasta
su total conclusión.
Confirmando lo anterior, "un proceso -como lo sostiene Re-
denti citado por L e o n e - puede desenvolverse a través de varias
fases distintas. Pero aunque éstas sigan ante órganos u oficios
distintos, ello no deshace la unidad fundamental del fenóme-
no, que debe concebirse siempre como formación a través de
esas distintas fases, de una providencia única o de un conjunto
único de providencias finales y definitivas".^^
De ahí que, a pesar de que en las relaciones jurídicas actúan
en forma continua, separada o conjuntamente, diversas autorida-
des y personas (juez, ministerio público y partes), otorgándole al
proceso un carácter eminentemente evolutivo, ello no obsta a que
^^ Chiovenda, Pnnajnos..., c i t , págs. 122 y 123.
''^ Tesauro, ¡stüuziom di DinUo Púbblico, Torino, 1960, t. I, págs. 83 y 84.
'^ L e o n c , Tralado..., cit., t. I, pág. 225.
151
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO l'l-NAL
éste mantenga su coordinación como una unidad orgánica deter-
minada por la obtención de un objetivo único y singular.
Se ha objetado, empero, de incompatibilidad el concepto de
"relación jurídica" con la realidad del proceso en movimiento.
A esta impugnación se responde - c o m o dice Leone citando a
Calamandrei- tomando en cuenta la particular estructura de la
relación procesal, que tiene un carácter "continuativo", carác-
ter que no excluye la individualidad de la relación. Se trata de
una relación "continuativa" entre diversas personas, cada una de
la cuales se determina a actuar en la forma prescrita por la ley,
en vista de la relación procesal que se engarza con las otras."
El sistema de las relaciones jurídicas en el proceso penal -como
dice Carnelutti- se desarrolla a través de sus dos grandes direc-
tivas: la acción y la jurisdicción, denotando la primera la activi-
dad de las partes, y la segunda, la actividad del juez, pero así
como aquél constituye un sistema complejo de relaciones, cada
una de dichas directivas no es una relación aislada, sino que tam-
bién un conjunto de relaciones jurídicas."^^
En efecto, el proceso penal se inicia con la promoción de la
acción penal -derecho subjetivo, público, potestativo- que, como
norma, le corresponde promover al ministerio público, y, en vir-
tud de aquél, emerge la potestad del juez para desarrollar su ju-
risdicción, es decir, para conocer y juzgar el delito, establecer
su existencia, determinar a los responsables e imponerles una
pena.
La promoción de la acción penal origina una primera rela-
ción jurídica, en virtud de la cual el juez, por una parte, queda
obligado a incoar el proceso y a emitir una decisión; y, por la
otra, el imiputado afecto a la sujeción del órgano jurisdiccional.
A su vez, de dicha primera relación jurídica aflora el dere-
cho del imputado a su defensa y a la consecuente decisión, de-
recho este último que alcanza al ministerio público, en lo que
atañe a la dictación de sentencia.
En otras palabras -como lo señala Leone-, "el proceso pe-
nal es abierto por la acción penal, la cual, en relación al juez es
''' L e o n e , Tratado..., cit,, t. IL, pág. 215.
'^^ Carnelutti, Lecciones..., cit., t. II, pág. 5.
152
lj\S NORMAS PROCKSALES PENALES
un derecho subjetivo, y en relación a la parte opuesta (es decir,
al imputado) es un derecho potestativo. A estos dos aspectos sub-
jetivos activos responden dos situaciones subjetivas pasivas: la
obligación jurídica del juez de pronunciar la decisión (pronun-
ciamiento jurisdiccional), y la (particular) sujeción del imputa-
do al efecto del derecho potestativo"."^-^
Estas relaciones jurídicas, sin embargo -como lo indica Fon-
tecilla Riquelme-, son de naturaleza formal, en cuanto a los de-
rechos y deberes que entran en juego, no son un fin en ellas
mismas, pero sirven a la actuación del derecho subjetivo.^^
Y8. Inicio y fin de las relaciones jurídicas procesales penales.
A diferencia del proceso civil, en que se entiende trabada la li-
tis desde la notificación de la demanda, en el proceso penal la
relación procesal no nace sin la intervención del juez y del mi-
nisterio público, pudiendo, incluso, faltar el imputado cuando
es un desconocido, es decir, cuando la acción penal no se diri-
ge contra persona determinada, sino que en contra de un suje-
to ignorado que resulte responsable.
La apertura del proceso ordinario, por lo tanto, ocurre, como
norma, sólo cuando, en el curso de la actividad perquisiva, en-
comendada exclusivamente al fiscal del ministerio público, éste
formaliza la investigación efectuando ante el juez de garantía una
manifestación por la cual comunica al imputado el hecho de
encontrarse actualmente desarrollando una investigación en su
contra respecto de uno o más delitos determinados (art. 229
C.P.P.).
En otras palabras, las relaciones jurídicas sólo empiezan a
generarse al nacer el proceso con la intervención del juez.
Antes de esta etapa, tiene lugar únicamente la investigación,
que es una actividad no jurisdiccional que corresponde en for-
ma exclusiva al fiscal del ministerio público, quien realiza la la-
bor perquisiva a través de un método desformalizado, que tiende
solamente a acumular antecedentes dirigidos a establecer los
hechos constitutivos de delito, los que determinan la participa-
™ L e o n e , ob. cit., t. I, pág. 218.
"" FonteciUa, ob. cit., t. I, pág. 19.
153
 LAS NORMAS PROCESALES PENALES
¡NTRODU(;c;iON AL KSTUDIO DEL PROCl-SO PENAL

tado o situación de mera expectativa con respecto a la dictación

ción punible, y los que demuestren, en su caso, la inocencia del
de un fallo favorable, la cual sería la única posición que, des-
imputado.
provista de todo vínculo jurídico, tendrían con respecto al pro-
En cuanto a su fin, la relación procesal termina con el so-
nunciamiento jurisdiccional, toda vez que las partes, de acuerdo
breseimiento definitivo ejecutoriado, o con la sentencia firme
con tal criterio, carecerían en el juicio de derechos subjetivos
de absolución o de condena. Sólo se suspende con el sobresei-
activos y, por el contrario, únicamente asumirían obligaciones y
miento temporal o con la suspensión condicional del procedi-
cargas procesales, lo que no ocurre en la realidad.
miento.
Otra nueva concepción, propuesta por Cordero, sostiene qLie
en el proceso penal se producen "situaciones subjetivas que se
79. Doctrinas que objetan la existencia de las relaciones
caracterizan por una relación cuyos términos se identifican con
jurídicas. Alguno autores, encabezados por Goldschmidt, en Ale-
un sujeto y con la descripción de una conducta, no ya este o
mania, y Guarnen, en Italia, han elaborado una doctrina que ha
tratado de cambiar el concepto de "relación jurídica", que sirve de aquel comportamiento concreto, temporal o especialmente in-
trama ineludible al proceso penal, por el de "situación jurídica".^^ dividualizado, sino u n tipo abstracto de conducta, hipotizada
Niegan, por tanto, que, por una parte, la acción sea un de- como coincidente con lo que constituye objeto de la previsión
recho subjetivo activo con respecto al juez y un derecho subjeti- contenida en la norma".^^
vo potestativo con respecto al imputado; y, por la otra parte, que Esta opinión dogmática tampoco ha tenido acogida, en ra-
de dichos derechos emanen, a su vez, dos obligaciones pasivas, zón de que no es concebible admitir que el proceso penal pue-
cuales son: el deber del juez de emitir un pronunciamiento ju- da reducirse a decidir sobre la conducta de u n sujeto y la
risdiccional, y el del imputado de someterse a un estado de su- hipótesis de que este comportamiento pueda realizar la previ-
jeción con respecto a la decisión judicial. sión contenida en la norma punitiva; ya que la imputación de
un delito es la atribuibilidad real de su comisión a una persona
Por el contrario, tales autores afirman que el proceso sería
determinada y no una mera posibilidad de que lo haya cometi-
una "situación jurídica caracterizada -según L e o n e - como una
do, pues un criterio contrario iría contra el principio de la "ob-
relación de una persona frente a una sentencia que deba pro-
jetividad" que debe informar el ejercicio de la acción penal.
nunciarse. Correlativamente, tal postura afirma que los derechos
En todo caso, si bien es en parte aceptable que la promo-
procesales deben ser considerados como simples perspectivas de
ción de la acción penal, por basarse sólo en una doble sospe-
un proceso ventajoso, es decir, de un juicio favorable. Los que
cha sobre la posible ilicitud de un hecho y la probable imputa-
antes habían sido considerados como derechos subjetivos y obli-
bilidad a una persona, lo cual, de alguna manera, determinaría
gaciones jurídicas del juez y las partes, son ahora considerados
que la denuncia, querella o requerimiento podría fundamentar-
sólo como deberes, obligaciones procesales, cargas y probabili-
se en una hipótesis acerca de la existencia del delito y de la par-
dades. Las situaciones que se crean entre los sujetos procesales
ticipación atribuida al denunciado, querellado o requerido; no
sólo tendrían un carácter derivado y secundario frente a la rela-
se ve cómo la concepción del proceso penal en esta forma po-
ción que los vincula al ordenamiento jurídico".^^
dría afectar la evidencia de que su trama se compone de rela-
Esta doctrina, sin embargo, no ha sido apoyada por la gene- ciones jurídico-procesales que, sin duda, ligan aljuez con las par-
ralidad de los autores, ya que no es aceptable concebir que el tes, y a éstas entre sí hasta la dictación de la sentencia o del
proceso penal constituya para los sujetos procesales sólo un es- sobreseimiento definitivo que haya de poner fin a la causa.

^' Goldschmidt, DerProzes ais Rechtslage, Berlín, 1919, págs. 79, 84 y 227. ^^ C o r d e r o Siiuazioni Soggettive nal processo pénale, Torino, 1956, t. I, pág. 67.
"^ L e o n e , Tratado..., cit., t. I, pág. 220.

155
154
 INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DEL PROCESO PENAL
Capítulo II
é LAS NORMAS PROCESALES PENALES
PRESUPUESTOS DE LA RELACIÓN JURÍDICA
PROCESAL PENAL
80. Concepto. Se entienden como presupuestos procesales
aquellas circunstancias fáctico-jurídicas que, siendo independien-
tes y anteriores al proceso, de ellas depende la existencia de la
relación procesal penal.
Si falta alguno de los presupuestos procesales, no se produ-
ce la relación jurídica procesal, y por ende la eventual senten-
cia que se dicte será inexistente, inapta para consumar la acción
penal y producir cosa juzgada (infra N'' 267).
81. Enumeración. Los presupuestos procesales son los siguien-
tes: 1) la promoción de ia acción penal por el legitimado para
deducirla; 2) la actuación de un órgano jurisdiccional compe-
tente e imparcial que conozca y juzgue el litigio penal; y 3) la
existencia de los demás sujetos procesales esenciales, cuales son:
el ministerio público y el imputado. No tienen la cualidad de
presupuestos de la relación procesal: el querellante, la víctima
del delito, ni el actor civil, ni los terceros civilmente responsa-
bles, razón por la cual su concurrencia no es indispensable para
la existencia del proceso penal.
La promoción de la acción penal por el legitimado para de-
ducirla es necesaria para el nacimiento del juicio criminal, en
razón de que el juez está impedido de iniciar un proceso mien-
tras no tenga acceso en forma legal a la notitia cñminis, es decir,
que se ponga en su conocimiento la comisión del hecho puni-
ble a través de la querella formulada ante él, o por la denuncia
u otros medios presentados ante el ministerio público o la au-
toridad policial.
El órgano jurisdiccional llamado a conocer del juicio penal
debe ostentar jurisdicción y competencia criminal específica para
conocer de la litis penal. La sentencia dictada en materia penal
por un juez de lo civil, de lo contencioso administrativo o de
jurisdicción especial, será inexistente (infra N° 267).
Además, el juez en lo criminal debe ser imparcial, es decir,
I
no estar afecto a inhabilidad por causal de implicancia o recLi-
156
sación, ni menos actuar en causa propia (nemo iudex in causa pro-
pria)-
En lo que atañe a los otros sujetos procesales constitutivos
de presupuestos de la relación procesal, estos son el ministerio
público y el imputado.
El ministerio público es la parte instrumental del proceso
penal, es decir, el medio de que el Estado se vale para sustentar
la acción penal, tanto como encargado exclusivo de la investi-
gación del delito y la determinación del delincuente como pro-
motor y sustentador de la acción penal pública y funcionario
acusador, en términos de que sin su concurrencia en las actua-
ciones del juicio criminal, la relación jurídica no puede existir
(infra N"' llQysigts.).
No podrá en cambio el ministerio público ejercer funciones
jurisdiccionales, ya que su labor es más bien, de acuerdo con la
doctrina, meramente administrativa.
El imputado, a su vez, es parte principal del juicio criminal
y debe tratarse de una persona natural físicamente existente,
aunque sea al principio indeterminada, y con capacidad para ser
sancionada criminalmente, en razón de su edad y su normal es-
tado mental.
La presencia del imputado en las primeras diligencias del pro-
ceso no es indispensable para el inicio de la relación jurídica, en
el caso de que, teniendo existencia física real, no se encuentra
individualizado, evento en que la relación nacerá imperfecta, y,
si no aparece, el juez tendrá que emitir una decisión de sobresei-
miento temporal, resolución de carácter meramente procesal que
hará permanecer válidas todas las actuaciones de la investigación,
para el caso que el responsable del delito aparezca.
Sólo cuando el imputado comparezca al juicio, con la asis-
tencia de su defensor, la relación jurídica se perfeccionará, y el
juez podrá dictar sentencia de absolución o de condena.
En cuanto a los demás participantes en el juicio penal, cua-
les son: la víctima del delito, el querellante y los sujetos acceso-
rios, es decir, el actor civil y los demandados como terceros
civilmente responsables, no constituyen presupuestos de la re-
lación jurídica procesal penal, y, por lo tanto, pueden o no existir
en el proceso criminal.
157
 !NTRODUCC:iÜN AL ESTUDIO DKl. l'ROCF.Sü PENAL
Capítulo III
LOS REQUISITOS DE VALIDEZ DE LA RELACIÓN
J U R Í D I C A PROCESAL PENAL
82. Concepto. Son aquellos supuestos de los cuales depende la
validez de la relación procesal o de determinados actos proce-
sales, y por ende, no atañen a la existencia de aquélla o de és-
tos, sino que a su eficacia. La relación o el acto nulo existe, pero
carece de valor por adolecer de vicios que pueden ser de nuli-
dad absoluta o de nulidad relativa.
Tales vicios pueden presentarse al iniciarse o durante el de-
sarrollo evolutivo de la relación jurídica procesal penal.
De lo anterior se desprende, por lo tanto, que los supues-
tos que la ley exige para la realización y eficacia de la relación
jurídica procesal penal pueden atañer a su existencia o a su
validez,
83. La inexistencia. La relación jurídica será inexistente si ca-
rece de una circunstancia esencial, indispensable e insubsana-
ble para que pueda tener realidad existencial ante el Derecho,
como sería, por ejemplo, si faltara el órgano jurisdiccional, es
decir, si se llevara el proceso por un funcionario que no sea el
juez (a non iudice), o faltaren algunos de los otros presupuestos
procesales esenciales, como son: el ministerio público y el im-
putado, evento en que aquélla podría tener una manifestación
puramente material, pero no constituiría una verdad jurídico-
procesal.
Por lo tanto, el juicio penal que adolece de la carencia de
un presupuesto procesal es la nada jurídica, y es precisamente
por eso que el legislador no se refiere a ella en parte alguna del
Código Procesal Penal, siendo, en consecuencia, su revelación
sólo el resultado de la aplicación de la lógica a la teoría del De-
recho. De ello se infiere que tal vicio es legalmente insanable y
no puede convalidarse, ni aun a través de la sentencia firme o
res iudicata (infra N"*^ 266 y sigts.).
84, La nulidad. Si a la relación jurídica le falta un supuesto de
orden público que, como tal, es de siibsanación imposible, ya
158
I AS NORMAS PROCESALES PENALES
que el legislador lo exige para que los actos procesales produz-
can efectos, nos encontramos en presencia de la "nulidad abso-
luta", la cual, por ser inconvalidable, debe ser declarada por el
juez en cualquier estado de la causa a petición de parte o de
oficio, siempre que sea antes de que la sentencia quede ejecu-
toriada, ya que sólo la res iudicata, por excepción, sanea esta es-
pecie de rescisión procesal.
Producen tal efecto anulatorio de nulidad absoluta, verbigra-
cia, la infracción de las normas procesales que atonten contra
las posibilidades de actuación de cualquiera de los intervinien-
tes del proceso penal, como sería la falta de notificación válida
que los cite a la audiencia de preparación del juicio oral o a la
audiencia del juicio oral mismo (arts. 159, 260 y 281 inciso final
delC.P.P.).
Por el contrario, si el vicio que afecte al proceso penal es
meramente formal y, por ende, admite saneamiento, sea a tra-
vés del cumplimiento del requisito que falta, sea mediante la
i aceptación o renuncia expresa o tácita del perjudicado, sea por-
que, a pesar del vicio, el acto cumple su finalidad con respecto
a todos los interesados, tal especie de irregularidad, como nor-
ma, sólo afectará al acto mismo, pero no a la relación jurídica
procesal.
Todas las explicaciones antes esbozadas las analizaremos más
extensamente al referirnos en especial a la nulidad procesal en
el proceso penal (infra N*^' 258 y sigts.).
Capítulo IV
LAS CONDICIONES DE PROCEDIBILIDAD
85. Concepto. Las "condiciones de procedibilidad" son las cir-
cunstancias que determinan la admisibilidad de la promoción
o de la prosecución de la acción penal, y, por ende, constituyen
supuestos imprescindibles para el nacimiento y desarrollo de la
relación jurídica procesal penal.
Se diferencian de los presupuestos procesales en que éstos
consisten en los factores de los cuales depende la existencia de
la relación procesal, por atañer al nacimiento de ésta.
159
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PKN^VL
Se diversifican de los requisitos de validez en que de éstos
depende la eficacia de la relación procesal penal o de los actos
procesales penales.
Si faltan las condiciones de procedibilidad, la relación pro-
cesal existe, pero carente de contenido, y, como consecuencia
de ello, el juez debe pronunciarse en forma previa sobre tal ca-
rencia, mediante una sentencia de mero contenido procesal que
declare la improcedibilidad o la improseguibilidad del procedi-
miento.
Si faltan los presupuestos procesales, la relación procesal no
existe y, por lo tanto, el juez no está obligado a pronunciarse
sobre ella, ni sobre la notitia cñminis.
Si faltan los requisitos de validez, la relación procesal y los
actos emitidos sin su concurrencia existen, pero carentes de efi-
cacia, la cual se producirá en cuanto la nulidad sea declarada
V por sentencia firme.
86. Clasificación. Las condiciones de procedibilidad se clasifi-
can en condiciones para la promoción o inicio y para la prose-
cución o ejercicio de la acción penal; y en condiciones de
proseguibilidad públicas y privadas.
Las condiciones de procedibilidad para el inicio de la acción
penal son las necesarias para promoverla; y las para su prosecu-
ción son las que se requieren para su ejercicio en el curso del
proceso.
Las condiciones de procedibilidad públicas son aquellas que
necesitan de una declaración de voluntad de un agente públi-
co, ajeno al órgano jurisdiccional, para que pueda operar el ini-
cio o prosecución de la acción penal; y son condiciones de
procedibilidad privadas aquellas que requieren la declaración de
voluntad de un particular para su promoción o ejercicio.
Son condiciones de procedibilidad públicas para el inicio de
la acción penal, por ejemplo, la denuncia o querella del Fiscal
Nacional Económico, previa solicitud de la Comisión Resoluti-
va, respecto de los delitos que contempla la Ley Antimonopo-
lios (arts. \ \ r , 1 7 N ° 5 , 2 4 1 e t r a j ) y 3 2 d e l D . S . 511 de 1980); y
la denuncia o querella del Consejo Ejecutivo del Banco Central
de Chile, con relación a los delitos de falsedad maliciosa de do-
cumentos (art. 59 de la Ley N° 18.840).
160
LAS NORMAS PROCKS.M_KS PENALES
Son condiciones de procedibilidad públicas para la prosecu-
ción de la acción penal, verbigracia, la declaración previa del
Pleno de la Corte de Apelaciones respectiva de haber lugar a
formación de causa para acusar y decretar ia prisión preventiva
u otra medida cautelar en contra de los diputados y senadores;
y la declaración previa de una sala de dicha Corte de haber lu-
gar a formación de causa para proceder criminalmente en con-
tra de los intendentes y gobernadores (arts. 58 incisos 2°, 3° y
4"* y 113 inciso 3° de la Constitución Política).
Son condiciones de procedibilidad privadas para el inicio de
la acción penal, por ejemplo, la querella por parte de la perso-
na ofendida o de su representante respecto de los delitos de ac-
ción privada, tales como la calumnia y la injuria, la provocación
a duelo y el denuesto o descrédito público por no haberlo acep-
tado; y la denuncia de la víctima y otras personas que la ley se-
ñala, en los delitos de violación de domicilio y las amenazas de
atentado (arts. 54 y 55 C.P.P.).
87. Efectos de las condiciones de procedibilidad. La falta de
concurrencia de las condiciones de procedibilidad producen
efectos suspensivos que obstan a la promoción o prosecución de
la acción penal, razón por la cual deben concurrir desde el mo-
mento de la proposición de la acción, si se trata de condiciones
que determinan su inicio; y al tiempo de su ejercicio, si se trata
de condiciones para la proseguibilidad de aquella.
Al comprobar el juez la falta de una condición de procedi-
bilidad, queda impedido de pronunciar decisión alguna de mé-
rito o de fondo sobre la acción, y sólo debe emitir un fallo de
índole meramente procesal relativo a la suspensión del proce-
dimiento.
En otras palabras, lo que el órgano jurisdiccional debe ha-
cer en tales casos es sobreseer temporalmente la causa, por no
ser posible llevar adelante la acción, sea por falta de querella o
denuncia o de autorización para proceder, en los casos que la
ley lo exige.
Empero, la sentencia de índole procesal que ha de dictarse
en las eventualidades antes señaladas, no ha de limitarse a pro-
ducir el efecto ordinario del sobreseimiento temporal común,
en orden a sólo suspender el procedimiento en tanto cese el
161
 ¡N'rRODL'CCION AL KSTUDIO DKL PROC;K.SO l'ENAL
impedimento legal que ha detenido la prosecución del juicio,
sino que dicho fallo es preclusivo y extingue para siempre el pro-
cedimiento.
La razón de ello es que la referida sentencia no se ha basa-
do simplemente en la falta de una condición de procesabilidad
que obste a la promoción y al ejercicio de la acción, sino en la
circunstancia de que dicha carencia - c o m o lo señala Leone
(pág. 172,1.1)- dice relación con un requerimiento jurisdiccio-
nal al que le ha faltado el fundamento de la acción.
Tal efecto del fallo de sobreseimiento obligará, por lo tanto,
a promover un nuevo juicio penal con el inicio de una nueva
acción aunque sea de la misma naturaleza de la desestimada.
Naturalmente - c o m o lo ha establecido la jurisprudencia ita-
liana-, "en el nuevo juicio sólo podrá ser tomada en considera-
ción la nueva manifestación de voluntad de la cual emana la
condición de procesabilidad, pero no podrá en ningún caso ser
examinada de nuevo la regularidad del acto constitutivo de di-
cha condición, que fue objeto de la decisión precedente".
162
TÍTULO VII
LOS SUJETOS DE LA RELACIÓN JURÍDICA
PROCESAL PENAL
Capítulo I
GENERALIDADES
88. Noción. En general, los sujetos de la relación jurídica pro-
cesal penal son las personas entre las cuales se constituye este
vínculo legal en el juicio criminal. Se clasifican en sujetos de
la relación procesal penal y en sujetos de la relación procesal
civil.
Son sujetos de la relación procesal penal: el juez, el ministe-
rio público, el imputado, la víctima del delito y el querellante
particular, si lo hubiere.
Son sujetos de la relación procesal civil, inserta en el proce-
so penal: el actor civil, el demandado civil y el juez.
En especial, entre los antes señalados sujetos de la relación
procesal penal, se distinguen en un extremo las partes, que son:
el ministerio público, la víctima del delito si se querellare, el que-
rellante particular, si lo hubiere, y el imputado; y, en el otro mar-
gen, el órgano jurisdiccional o juez.
Y en la relación procesal civil, adjunta al proceso penal, se
distinguen en un extremo las partes, que son el actor civil y el
demandado civil, y en el otro margen, también el juez.
Lo que diferencia esencialmente al juez de los otros sujetos
de la relación procesal es su imparciahdad, como igualmente el
que actúa en el proceso "super partes" en el cumphmiento de
un deber y con independencia con relación a éstas en la adop-
ción de sus resoluciones.
163

INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DI-X PROCESO PKNAL
Lo que caracteriza a las partes es su parcialidad en orden a
las pretensiones y derechos penales y civiles que sustentan en el
proceso.
89. Las partes en general. La doctrina distingue entre las par-
tes en sentido substancial o del delito, y las partes en sentido
formal o del proceso penal.
Así, desde el punto de vista material, son partes substanciales
las personas naturales que han intervenido como sujetos del deli-
to, es decir, el dañador y ei dañado; y, desde el aspecto procesal,
son partes formales o del proceso penal los que piden una cosa
enjuicio (rem in iudiciam deducens)y 3,que\\os en contra de quienes
es pedida la cosa enjuicio (is contra quem res iudiciam deducitur).
Son, por lo tanto, partes formales del proceso penal, el mi-
nisterio público, el imputado, el ofendido o víctima del delito
si se querellare y el querellante no víctima; y, en lo civil, lo son
el actor y el demandado civil.
Lo que diferencia, por tanto, a ambas especies de partes, es
la circunstancia de que la cualidad de "parte formal" se adquie-
re solamente interviniendo en el proceso: ora como promotor
de la acción penal en calidad de fiscal o querellante, ora como
víctima del delito que se haya querellado, ora como imputado,
ora como actor o demandado civil, por el daño irrogado por el
hecho punible.
No basta, en consecuencia, con el mero hecho de ser sujeto
activo o pasivo del delito para ser parte en el proceso penal, sino
que es preciso obrar en el JLiicio como actor penal o civil; o, a
la inversa, ser pasivamente sometido a él como imputado o de-
mandado.
Es necesario, en seguida, hacer una separación entre las par-
tes principales del juicio criminal, que son las relativas al aspec-
to penal de éste; de las partes accesorias, que son las atinentes a
la acción civil, inserta en el proceso criminal.
Son partes principales del proceso penal: el ministerio pú-
blico, la víctima del delito que se querella en el juicio, el quere-
llante no víctima, si lo hubiere, y el imputado.
Son partes accesorias del proceso penal: el actor civil y el im-
putado demandado civilmente como causante responsable del
daño proveniente del delito.
164
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
De las partes principales, sólo constituyen presupuestos de
la relación procesal el ministerio público y el imputado, además
del órgano jurisdiccional o juez.
90. Los sujetos del delito. Los sujetos pasivos y activos del deli-
to, esto es, el dañador y el dañado, también pueden pasar a ser
partes del proceso penal: como querellantes, como imputados
o como actores o demandados civiles.
En lo que respecta al dañador, como parte en sentido subs-
tancial del delito, no es, como norma, parte del proceso penal,
a menos que sea objeto de una imputación criminal o de una
demanda civil indemnizatoria. Por el contrario, habitualmente
es indeterminado en la medida de que el delito del cual proce-
da el daño carezca de autor conocido, ya que el hecho punible,
por lo común, es perpetrado solapadamente o a la sombra del
anonimato.
Con todo, aun cuando se haya identificado al hechor de un
delito y, por ende, al dañador, subsistirá la indeterminación del
responsable del daño, ya que si bien la responsabilidad civil con
respecto al perjuicio recae principalmente en el delincuente, ello
no obsta a que, en algunos casos, deben responder terceras per-
sonas, como ocurre, por ejemplo, con los padres respecto de las
conductas de sus hijos menores, los curadores, de los compor-
tamientos de sus pupilos, los jefes de colegios y escuelas, de los
actos ilícitos de sus pupilos, etcétera (arts. 2320 y siguientes del
Código Civil).
Lo mismo ocurre con la indeterminación del dañado, como
sujeto pasivo del delito, pues solamente llega a ser conocido en
> el proceso penal cuando actúa en el juicio ejerciendo los dere-
chos que la ley le otorga, o promoviendo la correspondiente que-
rella penal o demanda civil, sin perjuicio de que el ministerio
público y el juez deban velar por sus derechos como víctima del
hecho punible (infra N° 120).
De ahí que Floi'ián sostenga que la parte lesionada es la que
ha sufrido el daño proveniente del delito y es, por lo tanto, titu-
lar de la relación jurídica para el resarcimiento del daño (ele-
mento substancial); pero el lesionado no adquiere la calidad de
parte en sentido propio, sino después de haber ejecutado los ac-
tos que la ley ordena, y se coloca en la situación procesal que lo
165

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
habilita para hacer valer la relación de que es sujeto, asumien-
do derechos y obligaciones procesales.
Sin embargo, aunque el dañado comparezca al proceso pe-
nal promoviendo la acción civil, siempre persistirá la indetermi-
nación en la extensión del perjuicio, ya que si bien éste afecta
con preferencia a la víctima del delito, también el daño, aun
cuando sea sólo en el aspecto moral, alcanza a sus parientes, a
su cónyuge, a sus amigos o socios, y, si se trata la ofendida de
una persona importante, como un hombre de ciencia o un ar-
tista de fama -como lo señala Carnelutti-, tal daño puede resul-
tar perceptible no sólo por la nación toda, sino que hasta por la
humanidad entera.
De lo anterior emana que los referidos intervinientes no tie-
nen igual incidencia en el proceso penal, pues el dañador sólo
a veces figura en aquél como parte cuando es deducida en su
contra acción penal y adquiere la cualidad de imputado, o se
ejerce en su contra la acción civil indemnizatoria. El dañado, a
su vez, sólo puede ser parte penal o civil si formula querella o
demanda civil como víctima del delito.
91. Las partes formales del proceso penal. Las partes formales
del proceso penal son de dos especies: formales propiamente
tales y formales instrumentales.
Las partes propiamente formales están representadas por el
ofensor, que en la sede procesal criminal toma el nombre de "im-
putado"; por la víctima del delito, cuando interviene deducien-
do querella en el proceso penal; y por el querellante particular,
si lo hubiere.
El otro sujeto que es parte del proceso penal, pero de ca-
rácter instrumental, es el ministerio público, en razón de que
actúa en el juicio criminal promoviendo la acción penal, no
en el ejercicio de un derecho, sino que en el cumplimiento de
un deber funcionario, es decir, como medio o instrumento para
llevar a cabo, en defensa de la sociedad, el establecimiento de
la certeza del delito y el juzgamiento del i m p u t a d o (infra
NM21).
Además, la misma cualidad de parte instrumental del pro-
ceso penal le ha reconocido alguna doctrina al "defensor" del
imputado, según se indicará más adelante (infra N° 139).
166
lil
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
Lo anterior, sin embargo, no obsta a que - c o m o se ha ex-
presado anteriormente-, en forma paralela a las partes princi-
pales, puedan intervenir también en el juicio penal las personas
que deduzcan, o aquellas contra las cuales se hagan valer las
pretensiones civiles. Estas son las partes accesorias, vale decir:
el actor civil o dañado, que es generalmente la víctima del deli-
to, y el dañador, como responsable directo del delito. Los ter-
ceros civilmente responsables d e l d a ñ o sólo p o d r á n ser
demandados para la indemnización de perjuicios ante la justi-
cia civil (supra N"" 45).
Cabe hacer presente que, en general, la ley denomina "in-
tervinientes" a aquellas personas con facultades de actuación en
el procedimiento, aun cuando no tengan la calidad de partes,
como ocurre con la víctima que no ha deducido querella y el
defensor.
Así lo establece el artículo 12 del C.P.P. al disponer que
"Para los efectos regulados en este Código, se considerará in-
tervinientes en el procedimiento al fiscal, al imputado, al de-
fensor, a la víctima y al querellante, desde q u e realizaren
cualquier actuación procesal o desde el momento en que la ley
les permitiere ejercer facultades determinadas".
"De la enumeración anterior fue eliminado el tercero ci-
vilmente demandado, o tercero civilmente responsable -según
lo señaló la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y
Reglamento del Senado, en su Sesión 5^ (Anexo Documentos)-,
como consecuencia de la decisión que adoptó más tarde en el
sentido de circunscribir el conflicto jurisdiccional lo más posi-
ble al ámbito penal, al analizar las dilaciones que podrían sus-
citarse por las controversias exclusivamente civiles y la inciden-
cia que podría tener en la resolución ya adoptada respecto de
la cuestión penal. Ello la condujo a restringir la interposición
de las acciones civiles a la acción restitutoria de la que fue ob-
jeto del delito y a las acciones indemnizatorias que pudiera ejer-
cer la víctima respecto del imputado".^^
S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, 2000, pág. 442.
167

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO IM'NAI.
Capítulo 11
EL IMPUTADO
Párrafo V
Generalidades
92. Concepto. El imputado es la persona contra la cual se pro-
mueve la acción penal y que, por un acto de procedimiento ema-
nado de autoridad competente, se le atribuye la comisión del
delito. Su existencia constituye un presupuesto de la relación
procesal.
Para que pueda originarse el proceso penal y la relación pro-
cesal se precisa de la "pretensión penal", es decir, que el legitima-
do para promover la acción atribuya a determinada persona la
comisión de un delito, a fin de que por un acto de procedimien-
to ante el juez con competencia en lo criminal, por parte del mi-
nisterio público o de la policía, se le sindique como imputado y
adquiera los derechos que la ley le otorga para su defensa.
La imputación puede ser formulada por el ministerio públi-
co, por el ofendido o víctima del delito y por las personas a quie-
nes la ley, según los casos, otorga legitimación para deducir
denuncia o querella.
Esta actuación constituye la formulación de la "cuestión pe-
nal", indispensable para el nacimiento del proceso penal, y con-
siste en poner en conocimiento de alguno de los antes referidos
órganos de persecución penal, mediante denuncia o querella,
la notitia cñminis, a fin de que se juzgue si el hecho pasado que
se plantea en el presente como ejecutado por determinada per-
sona ha constituido un delito y si su futuro será una pena.
La imputación, necesariamente, debe hacerse contra perso-
na natural determinada, pues ésta es la única manera de some-
ter a la persona del imputado a un estado de sujeción con
respecto al juez de la causa, y que se produzcan en el proceso
los fines perseguidos por la promoción de la acción penal.
La imputación, sin embargo, no constituye una afirmación
de certeza acerca de la existencia del hecho punible, ni de la
participación delictual, pues, si así fuere, se confundiría con la
resolución de la sentencia condenatoria, sino que solamente re-
168
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
presenta la manifestación de una sospecha sobre la comisión de
un delito y su atribuibilidad a determinado sujeto.
Por eso, la incriminación de un delito a persona ignorada, o,
como se acostumbra decir en Chile, contra quien o quienes re-
sulten responsables, no genera un proceso penal, sino que la mera
preparación desformalizada de un posible juicio criminal. Esta
preparación se lleva a cabo a través de investigaciones e indaga-
ciones preliminares u otras diligencias destinadas precisamente a
determinar al futuro imputado, pues mientras no se verifique la
existencia física de éste, su paradero, su identificación y su impu-
tabilidad, no producirá mayor efecto la acción penal.
El imputado, además de determinado, debe tener existen-
cia como persona física o natural, ya que la muerte extingue la
responsabilidad penal y las personas jurídicas o ideales, por lo
menos en nuestro Derecho, no son susceptibles de incrimina-
ción. Por éstas responden las personas naturales que hayan in-
tervenido en el acto punible (art. 58 del C.P.P).
93. Asunción y duración de la cualidad de imputado. En gene-
ral, de acuerdo con la doctrina, para que nazca la "imputación"
se requiere de un "acto de procedimiento" emanado del minis-
terio público o del juez que atribuya la comisión de un delito a
determinada persona.
El artículo 7° del Código Procesal Penal chileno, en cambio,
en forma mucho más amplia, establece que "Las facultades, de-
rechos y garantías que la Constitución Política de la República,
este Código y otras leyes reconocen al imputado, podrán hacer-
se valer por la persona a quien se atribuyere participación en
un hecho punible desde la primera actuación del procedimien-
to dirigido en su contra y hasta la completa ejecución de la sen-
tencia".
''Para este efecto -agrega el precepto-, se entenderá por pri-
mera actuación del procedimiento cualquiera diligencia o ges-
tión, sea de investigación, de carácter cautelar o de otra especie,
que se realizare por o ante un tribunal con competencia en lo
criminal, el ministerio público o la policía, en la que se atribu-
yere a u n a persona responsabilidad en un hecho punible".
Tal "primera actuación de procedimiento", que otorga la cua-
lidad de "imputado", debe realizarse, en consecuencia, por o
169

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCIESO PENAL
ante las autoridades competentes que la ley expresamente señala,
y por ende, no puede emanar del propio indiciado, ni de terce-
ros no autorizados. Tanto la querella presentada ante el juez de
garantía por el legitimado para deducirla, y la denuncia formu-
lada por cualquiera persona capaz de parecer enjuicio que tenga
conocimiento de un hecho con caracteres de delito, en cuanto
dichas actuaciones procesales ponen en conocimiento del tribu-
nal competente, del ministerio público o de la policía, la notitia
cñminis y sindican a una persona determinada como autora de
un acto ai parecer punible, al ser acogidas a tramitación, gene-
ran una imputación válida.
De lo anterior se infiere que no basta para ser imputado que
una persona sea sindicada por algún legitimado como ejecutor
de un hecho punible, sino que es necesario que se realice, como
primera actuación de procedimiento, cualquiera diligencia o ges-
tión, sea de investigación, de carácter cautelar o de otra especie,
por o ante un tribunal con competencia en lo criminal, el minis-
terio público o la policía, en que se le atribuya a aquél responsa-
bilidad como autor, cómplice o encubridor de un delito.
En consecuencia, constituirá "acto de procedimiento" idó-
neo para otorgar la cualidad de imputado, el arresto (impropia-
mente d e n o m i n a d o detención) practicado por la policía o
cualquiera persona en caso de delito flagrante, por los tribuna-
les de justicia que carezcan de jurisdicción penal por delitos co-
metidos en la sala de su despacho, o por los jueces de garantía
fuera de su territorio jurisdiccional, siempre que presenten la
respectiva denuncia o querella ante el órgano de lajusticia o ante
el agente de persecución penal correspondiente, y éstos reali-
cen alguna diligencia o gestión de investigación o de otra espe-
cie que sindique al indiciado como responsable de delito.
Al respecto, la Comisión de Constitución, Legislación, Justi-
cia y Reglamento del Senado, en su Segundo Informe, Sesión
5^, "creyó útil estampar la idea de que el 'procedimiento' inclu-
ye la etapa de investigación, y que puede iniciarse tanto por di-
ligencias de investigación p r o p i a m e n t e tales o p o r otras
actuaciones. En efecto -agregó-, como la investigación es infor-
mal por naturaleza, hay determinados hechos que obligan al
ministerio público a formalizarla ante el juez de garantía, como
la solicitud de medidas cautelares. Para obtener esa claridad, se
170
I-AS NORMAS PROCESALES PENALES
acordó intercalar la idea de que, para ese efecto, esto es, para
que el imputado haga valer sus derechos, se entiende como pri-
mera actuación del procedimiento que se dirige en su contra,
cualquiera diligencia o gestión, sea de investigación, de carác-
ter cautelar o de otra especie".^'^
En lo relativo a la duración de la cualidad de imputado, ésta
subsistirá hasta la acusación, pasando a denominarse acusado
hasta la dictación de sentencia de condena, en que la nomina-
ción pasará a la de condenado, incluyendo la etapa de impug-
nación, hasta la completa ejecución de la sentencia.
Al respecto es preciso tener presente que la condición de
"condenado", a diferencia del atributo del "imputado", que es
meramente procesal, tiene un carácter substancial y extrapro-
cesal, que designa -como lo sostiene Leone citando a Manzini-
al sujeto pasivo de la relación punitiva, y por lo tanto, de la re-
lación ejecutiva que -según algunos autores-, sería de naturale-
za administrativa y no jurisdiccional.^''
94. La aptitud legal para ser imputado y capacidad procesal. La
aptitud para ser imputado concurre, en general, respecto de to-
das las personas naturales, aun cuando carezcan de imputabili-
dad o de capacidad, pues la imputación consiste sólo en un cargo
o incriminación del cual puede ser sujeto pasivo todo individuo
de la especie humana, cualquiera que sea su edad, estado, sexo
o condición.
Y ello ocurre porque se supone que todo ser humano está
dotado de razón y de voluntad como para ser imputado crimi-
nalmente por su conducta ilícita penada por la ley, imputación
que sólo podrá perder su eficacia cuando, con posterioridad a
ella, se acredite que.el indiciado carece de mente sana y madu-
ra, o mejor dicho, de la aptitud de entender y querer, lo que
ocurre solamente con respecto a los menores de edad y a los
enajenados mentales.
Sin perjuicio de lo anterior, están exceptuados por el legis-
lador de ser imputados, por gozar de inmunidad, los jefes de
«^ Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, págs. 435 y 436.
"•' Leone, Traiado..., cit., t. I, pág. 448.
171
 INTROnUCClON AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Estados extranjeros de paso o en visita en el país, los represen-
i lAS NORMAS PROCESALES PENALKS
tantes diplomáticos y consulares y aun los senadores, los diputa-
dos, y los i n t e n d e n t e s y g o b e r n a d o r e s , e n tanto n o sean
desaforados (supra N"^ 11 ysigts.)-
En relación con esta materia, el artículo 58 del C.RR esta-
blece que "La acción penal, fuere pública o privada, n o puede
entablarse sino contra las personas responsables del delito".
"La responsabilidad penal -agrega-, sólo puede hacerse efec-
tiva en las personas naturales. Por las personas jurídicas respon-
den los que hubieren intervenido en el acto punible, sin perjuicio
de la responsabilidad civil que las afectare".
De la primera parte del precepto antes transcrito, en cuanto
dispone que "la acción penal, sea pública o privada, no puede en-
tablarse sino contra las personas responsables del delito", se des-
prende que la imputación debe hacerse al indiciado en persona
o por sí, lo cual supone que tenga existencia física, ya que por el
delincuente fallecido no responden criminalmente sus herederos,
representantes o guardadores, sin perjuicio de la eventual respon-
sabilidad civil de éstos como terceros civilmente responsables.
Además, el imputado debe estar presente para los fines del
proceso, ya que si bien es posible formularle la imputación en
su ausencia, mientras no comparezca al juicio no podrá ser con-
denado, y, por ende, en tanto n o aparezca, debe suspenderse el
procedimiento por la vía de sobreseimiento temporal (art. 252
letra b) C.RR).
De la segunda parte de la disposición precedentemente in-
serta emana que la responsabilidad criminal sólo puede hacer-
se efectiva en las personas naturales, postura clásica que se basa
en el artículo 1° del Código Penal, de acuerdo con el cual toda
acción u omisión ilícita penada por la ley precisa del presupuesto
de la "voluntariedad", es decir, que la conducta por sancionar
sea potestativa, consciente y decisoria, facultad volitiva de que
sólo disponen las personas físicas o naturales, pues únicamente
éstas ostentan el albedrío requerido para decidir lo que quie-
ren o no quieren hacer, y es por eso que son responsables de
las consecuencias de la conducta realizante o violatoria de la
norma penal.
En lo que atañe a la legitimación pasiva - c o m o muy bien lo
sostiene Fontecilla Riquelme-, en la sede penal "no debe hablar-
172
se de capacidad para responder criminalmente, pues en todos
los órdenes del derecho ésta se presume, de tal suerte que como
la incapacidad es u n a excepción, el reo la puede alegar en el
juicio, pero bajo otra forma: como causal eximente de respon-
sabilidad".^^
De lo anterior emana, por lo tanto, que la "imputación" es
una entidad de cualidad diversa a la "capacidad procesal". Esta
es una institución adjetiva o formal que consiste en la legitima-
ción que ostenta el imputado, por el solo hecho de su condi-
ción de tal, que lo habilita para llevar a cabo todos los actos
relativos a su defensa, en especial alegar su inimputabilidad o
inmunidad, aunque no sea capaz de parecer enjuicio, pues en
él, para tales efectos, concurren conjunta y coincidentemente
la legitimatio ad processum y la legitimatio ad causam, es decir, la ap-
titud para ser parte y, por ende, para realizar todas las activida-
des procesales que convengan a sus intereses, personalmente o
por intermedio de u n defensor.
95. Derechos del imputado. El artículo 93 del C.RR establece:
"Todo imputado podrá hacer valer, hasta la terminación del pro-
ceso, los derechos y garantías que le confieren las leyes".
"En especial, tendrá derecho a:
a) Que se le informe de manera específica y clara acerca de
los hechos que se le imputaren y los derechos que le otorgan la
Constitución y las leyes; b) Ser asistido por u n abogado desde
los actos iniciales de la investigación; c) Solicitar de los fiscales
diligencias de investigación destinadas a desvirtuar las imputa-
ciones que se le formularen; d) Solicitar directamente al juez
que cite a u n a audiencia, a la cual podrá concurrir con su abo-
gado o sin él, con el fin de prestar declaración sobre los hechos
materia de la investigación; e) Solicitar que se active la investi-
gación y conocer su contenido, salvo en los casos en que algu-
na parte de ella hubiere sido declarada secreta y sólo por el
tiempo que esa declaración se prolongare; f) Solicitar el sobre-
seimiento definitivo de la causa y recurrir contra la resolución
que lo rechazare; g) Guardar silencio o, en caso de consentir
Fontecilla, Derecho Procesal Penal, cit., t. 1, pág. 147.
173

INTRODUCCIÓN A t ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
en prestar declaración, a n o hacerlo bajo juramento; h) No ser
sometido a tortura ni a otros tratos crueles, inhumanos o degra-
dantes, e i) No ser juzgado en ausencia, sin perjuicio de las res-
ponsabilidades que para él deriven de la situación de rebeldía".
Al respecto, se hizo presente por la Comisión de Constitución,
Legislación yjusticia de la Cámara de Diputados, en su Sesión 23^,
de 3 de enero de 1998, que "la enumeración precedente, que con-
tiene un mandato imperativo, no es taxativa, pues el imputado
tiene otros derechos además de los antes mencionados, los cua-
les, además de los que el legislador indica en otras disposiciones,
son los que en teoría le puede otorgar el juez".
En io relativo al derecho del imputado a no ser juzgado en
ausencia, materia que dice relación al tema del imputado rebel-
de, se declaró que la disposición prevista en la letra j) actual letra
i) del artículo 93 del C.P.P., antes transcripto, se complementa con
el artículo 11 (actualmente derogado), que define la rebeldía,
cuyas causales y efectos se regulan en los artículos 111 y 113 (ac-
tuales 99, 100 y 101), respectivamente, del precitado Código.
"Esta idea -agregó la Comisión- refuerza el principio del de-
recho a la defensa en el sentido de que si la persona no es habi-
da, el proceso se sobresee temporalmente y se espera que apa-
rezca, sin perjuicio de mantener vigente la orden de detención.
El juicio público, en el cual se resolverá acerca de su responsa-
bilidad, sólo tendrá lugar con su presencia. La rebeldía se pro-
duce como consecuencia de no tener al imputado presente para
formularle los cargos. Si no existe esa posibilidad concreta y fí-
sica de tenerlo presente, no hayjuicio".^^
96. Otros derechos especiales del imputado privado de libertad.
El artículo 94 del C.P.P. establece al respecto que: "El imputado
privado de libertad tendrá, además, las siguientes garantías y de-
rechos:
a) A que se le exprese específica y claramente el motivo de
su privación de libertad, y, salvo el caso de delito flagrante, a que
se le exhiba la orden que la dispusiere; b) A que el funcionario
Cámara de Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, págs. 143 y
144.
174
l,AS NORMAS l'ROCI.-SALl'.SPENALES
a cargo del procedimiento de detención o aprehensión le infor-
me de los derechos a que se refiere el inciso 2° del artículo 135;
c) A ser conducido sin demora ante el tribunal que hubiere or-
denado su detención; d) A solicitar del tribunal que le conceda
la libertad; e) A que el encargado de la guardia del recinto po-
licial al cual fuere conducido informe, en su presencia, al fami-
liar o a la persona que le indicare, que ha sido detenido o preso,
el motivo de la detención o prisión y el lugar donde se encon-
trare; f) A entrevistarse privadamente con su abogado de acuer-
do al régimen del establecimiento de detención, el que sólo
contemplará las restricciones necesarias para el mantenimiento
del orden y la seguridad del recinto; g) A tener, a sus expensas,
las comodidades y ocupaciones compatibles con la seguridad del
recinto en que se encontrare; y, h) A recibir visitas y comunicar-
se por escrito o por cualquier otro medio, salvo lo dispuesto en
el artículo 151".
En el informe respectivo de la Comisión de Constitución, Le-
gislación y Justicia de la Cámara de Diputados se dejó expresa
constancia que los preceptos de este artículo son generales, es de-
cir, "se aplican a todas las detenciones, no sólo a las policiales, y
que, existiendo la posibilidad de que el detenido esté incomuni-
cado, no tendría derecho a comunicarse con sus familiares, sino
que sólo a que se les informe de su detención o prisión" .^^
97. Resguardo de los derechos del imputado. El artículo 97 del
C.P.P. ordena que "El tribunal, los fiscales y los funcionarios po-
liciales dejarán constancia en los respectivos registros, confor-
me al avance del procedimiento, de haber cumplido las normas
legales que establecen los derechos y garantías del imputado".
98. Caso del imputado que se sospecha inimputable por enaje-
nación mental. Cuando, en el curso del procedimiento, es de-
cir, sea durante la investigación ante el fiscal del ministerio
público, de la instrucción ante el juez de garantía o ante el tri-
bunal oral en lo penal, se sospechare fundadamente de la inim-
Cámara de Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 143.
175

INTRODUCCIÓN AI. ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
putabilidad del imputado por enajenación mental, el Código
Procesal Penal establece las siguientes normas:
El artículo 458 del C.P.P. prescribe: "Cuando en el curso del
procedimiento aparecieren antecedentes que permitieren pre-
sumir la inimputabilidad por enajenación mental del imputado,
el ministerio público o juez de garantía, de oficio o a petición
de parte, solicitará el informe psiquiátrico correspondiente, ex-
plicitando la conducta punible que se investiga con relación a
éste. El juez ordenará la suspensión del procedimiento hasta tan-
to no se remitiere el informe requerido, sin perjuicio de conti-
nuarse respecto de los demás coimputados, si los hubiere".
99. Designación de curador. De acuerdo con el artículo 459 del
precitado Código, "Existiendo antecedentes acerca de la enaje-
nación mental del imputado, sus derechos serán ejercidos por
un curador ad lítem designado al efecto".
Tal designación de curador ad lítem del imputado deberá
ser efectuada por el juez de garantía o el tribunal colegiado, en
su caso.
100. Actuación del ministerio público. Evacuado el informe psi-
quiátrico acerca de la enajenación mental del imputado y cerra-
da la investigación, el artículo 460 establece que "Si el fiscal
hallare mérito para sobreseer temporal o definitivamente la cau-
sa, efectuará la solicitud respectiva en la oportunidad señalada
en el artículo 248 (es decir, dentro del plazo de diez días a con-
tar del cierre de la investigación), caso en el cual procederá de
acuerdo con las reglas generales".
"Con todo -agrega el inciso 2° del precepto-, si al concluir
su investigación, el fiscal estimare concurrente la' causal de ex-
tinción de responsabilidad criminal prevista en el artículo 10,
N° V, del Código Penal y, además, considerare aplicable una
medida de seguridad, deberá solicitar que se proceda conforme
a las reglas previstas en este Título (Párrafo V del Título "Pro-
cedimiento para la aplicación exclusiva de medidas de seguri-
dad") (infra N"^574 y sigts.).
Hay que tener presente que en el Informe de la Comisión
de Constitución, Legislación y Justicia de que se dio cuenta en
la Sesión N" 23% de 13 de enero de 1998, a la Cámara de Dipu-
176
L'\S NORMAS PROCESALES PENALES
tados, se hizo hincapié en que, de acuerdo con el mandato con-
tenido en el artículo antes transcripto, "el ministerio público,
necesariamente, debe terminar su investigación para declarar si
hay un hecho típico y antijurídico. Esto tiene una doble necesi-
dad. Desde el punto de vista psiquiátrico es relevante para la bio-
grafía de la persona que se esclarezcan los hechos que suscitaron
el proceso. Además, está el tema de las garantías. Toda persona
tiene legítimo derecho de aspirar a que en un proceso se la dote
de garantías para que se establezcan los hechos. No es lo mis-
mo terminar un proceso penal diciendo que es un inimputable,
que el proceso termine y se demuestre que ese inimputable fue
objeto de violencia por parte de la persona que asesinó. Enton-
ces, se estaría en presencia de una legítima defensa".
"El problema se produce después. ¿Qué se hace con esa per-
sona? Si reviste peligrosidad, de acuerdo a los criterios estable-
cidos, es el propio fiscal quien puede solicitar una medida de
seguridad".^**
101. Requerimiento de medidas de seguridad. El artículo 461
del C.P.P. establece que "En el caso previsto en el inciso segun-
do del artículo anterior -es decir, al terminar la investigación-,
el fiscal requerirá la medida de seguridad, mediante solicitud
escrita, que deberá contener, en lo pertinente, las menciones exi-
gidas en el escrito de acusación".
"El fiscal no podrá, en caso alguno, solicitar la aplicación del
procedimiento abreviado o la suspensión condicional del pro-
cedimiento".
"En los casos previstos en este artículo -termina la disposi-
ción-, el querellante podrá acompañar al escrito a que se refie-
i^e el artículo 261 (el de adhesión a la acusación del fiscal) los
antecedentes que considerare demostrativos de la imputabilidad
de la persona requerida".
En cuanto a la resolución del requerimiento, el artículo 462
estatuye: "Formulado el requerimiento, corresponderá al juez de
garantía declarar que el sujeto requerido se encuentra en la si-
tuación prevista en el artículo 10, número V, del Código Penal.
"" Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 225.
177
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL !MÍÜC:ESO PENAL
Si el juez apreciare que los antecedentes no permiten estable-
cer con certeza la inimputabilidad, rechazará el requerimiento".
"Al mismo tiempo, dispondrá que la acusación se formulare
por el querellante, siempre que éste se hubiere opuesto al re-
querimiento del fiscal, para que la sostuviere en lo sucesivo en
los mismos términos que este Código establece para el ministe-
rio público. En caso contrario, ordenará al ministerio público
la formulación de la acusación conforme al trámite ordinario".
"Los escritos de acusación podrán contener peticiones sub-
sidiarias relativas a la imposición de medidas de seguridad".
102. Reglas aplicables a las medidas de seguridad. "Cuando se
proceda en conformidad a las normas de este Párrafo -expresa
el artículo 463-, se aplicarán las siguientes reglas especiales:
a) El procedimiento no se podrá seguir conjuntamente con-
tra sujetos enajenados mentales y otros que no lo fueren;
b) El juicio se realizará a puerta cerrada, sin la presencia del
enajenado mental, cuando su estado imposibilite la audiencia, y
c) La sentencia absolverá si no se constatare la existencia de
un hecho típico y antijurídico o la participación del imputado
en él, o, en caso contrario, podrá imponer al inimputable una
medida de seguridad".
103. Internación provisional. Al respecto el artículo 464 seña-
la: "Durante el procedimiento el tribunal podrá ordenar, a peti-
ción de alguno de los intervinientes, la internación provisional
del imputado en un establecimiento asistencia!, cuando concu-
rrieren los requisitos señalados en los artículos 140 y 141 (para
decretar en su contra la prisión preventiva), y el informe psiquiá-
trico practicado al imputado señalare que éste sufre una grave
alteración o insuficiencia en sus facultades mentales que hicie-
ren temer que atentará contra sí o contra otras personas".
"Se aplicarán, en lo que fueren pertinentes, las normas con-
templadas en los párrafos 4*", 5° y 6° del Título V del Libro 1
(relativas a la prisión preventiva y a las medidas cautelares per-
sonales).
•II .i
104. Caso en que el imputado cae en enajenación mental du-
rante el procedimiento. Esta eventualidad es diferente de la con-
178
.dk.
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
templada en los apartados precedentes. En efecto, mientras
aquellos se refieren al caso de que presuma o sospeche la inim-
putabilidad del imputado por enajenación mental, sea durante
la investigación ante el ministerio público, sea en el curso de la
instrucción ante el juez de garantía o ante el tribunal colegiado
en lo penal; éste atañe al acaso en que exista la certeza de que,
después de iniciado el procedimiento perquisivo o instructivo,
el imputado cae realmente en enajenación mental.
Así, bajo el epígrafe de IMPUTADO QUE CAE EN ENAJENACIÓN
MENTAL, el artículo 465 del C.RP. establece: "Si, después de ini-
ciado el procedimiento, el imputado cayere en enajenación men-
tal, el juez de garantía decretará, a petición del fiscal o de
cualquiera de los intervinientes, previo informe psiquiátrico, el
sobreseimiento temporal del procedimiento hasta que desapa-
reciere la incapacidad del imputado o el sobreseimiento defini-
tivo si se tratare de una enajenación mental incurable".
"La regla anterior - a g r e g a - sólo se aplicará cuando no pro-
cediere la terminación del procedimiento por cualquier otra
causa".
"Si en el momento de caer en enajenación el imputado se
hubiere formalizado la investigación o se hubiere deducido acu-
sación en su contra, y se estimare que corresponde adoptar una
medida de seguridad, se aplicará lo dispuesto en e! párrafo 2°
de este Título" (es decir, lo indicado en el apartado anterior).
Si la demencia ocurriere antes de la dictación de la senten-
cia de término, se suspenderán los efectos de ésta sin aplicarse
al procesado pena corporal alguna hasta que recobre la razón,
observándose lo que para tales casos se determine en el Código
de Procedimiento, es decir, se internará al encausado en un es-
tablecimiento para los enfermos de su clase (art. 81 N° 1° del
Código Penal).
Si el estado de enajenación mental ocurriere después de ser
dictada la sentencia de término, si en ella se le impone al en-
causado la pena de crimen, el tribunal dispondrá su traslación
a uno de los hospitales destinados a los enfermos de aquella cla-
se, y si la pena fuere menor, podrá acordar, según las circuns-
tancias, o bien que sea entregado a su familia bajo fianza de
custodia y de tenerle a disposición del tribunal o que se le re-
cluya en un hospital de insanos.
179
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
TP^
En cualquier tiempo que el loco o demente recobre el juicio,
se hará efectiva la sentencia; pero si ella le impusiere privación o
restricción temporal de libertad, se imputará a su duración el
tiempo de la locura o demencia (art. 81 N° 2"* del Código Pe-
nal) (infraN°'580y sigts.).
105. La identífícación del imputado. El imputado, ya determi-
nado y establecida su existencia como persona física, debe ser
identificado, es decir, comprobada, por una parte, su correspon-
dencia con el sujeto de la especie humana a quien se sindica
como autor, cómplice, encubridor del delito de que se trata; y,
por la otra, si es quien sostiene ser como individuo de la espe-
cie humana.
La identificación, por lo tanto, supone la dilucidación de un
doble dilema, a saber: a) establecer la certeza de que la perso-
na del imputado es aquella contra la cual se ha promovido la
acción penal; y b) establecer la certeza de que la persona del
imputado es la misma que se supone que es.
La primera de dichas certezas se obtiene mediante el reco-
nocimiento de la persona del imputado, tanto por el que lo haya
incriminado por medio de denuncia o querella, como por otros
individuos que sepan del hecho y puedan distinguir al inculpa-
do entre otros sujetos, mediante la diligencia denominada "re-
conocimiento en rueda de presos".
Para esta identificación personal, en cambio, como es obvio,
no basta con la comprobación de los nombres y apellidos del
imputado, por el problema de la homonimia, sino que se requie-
ren otros datos complementarios, tales como los apelativos de
los padres, la profesión, los estudios o títulos u otros anteceden-
tes particulares del indiciado.
Por eso, la certeza acerca de la identidad personal del impu-
tado no sólo deberá adquirirse mediante su cédula de identifica-
ción, sino que, además, con la comprobación de sus huellas
dactilares estampadas en su extracto de filiación y antecedentes.
Ahora bien, si no resulta comprobada la certeza de que el
imputado es la persona a quien se le ha atribuido la comisión
del delito, agotada que sea la investigación para acreditar este
hecho punible, no cabe otra decisión que el fiscal solicite del
1
juez el sobreseimiento temporal de la causa. Por el contrario, si
180
LAS NORMAS PROC;KSALES PENALES
no es posible establecer la certeza acerca de la idenddad perso-
nal del imputado en cuanto a su verdadero nombre, apelhdo y
demás datos individuales, tal circunstancia, por no ser esencial,
no habrá de suspender o retardar el curso de la investigación
ni del juicio hasta su ejecución, siendo cierta la identidad física
del indiciado.
Y ello porque -como lo señala Massari- "la declaración de cer-
teza de la identidad del imputado desde el punto de vista físico,
vale sin más para conferirle el carácter de parte, aunque él asu-
ma, o le sean atribuidas, generalidades engañosas o inexactas".
Tal incógnita, sin embargo, tiene el inconveniente de que
impedirá comprobar la conducta anterior del imputado para los
efectos de considerar si es reincidente, dehncuente habitual o
evadido y si tiene condena pendiente, etcétera.
Párrafo T
El imputado rebelde
106. Concepto. Bajo el epígrafe antes señalado, en el apartado II
del párrafo 4° del Título IV del Libro I del C.P.P. el legislador se
refiere a la rebeldía.
En general, de acuerdo con el léxico, en sentido forense, la
rebeldía consiste en un estado jurídico procesal del que, siendo
parte en un juicio, no acude al llamamiento que formalmente
le hace el juez o deja incumplidas las intimaciones de éste.
En el ámbito procesal penal, tal fenómeno está determina-
do por una situación de hecho voluntaria o involuntariamente
provocada por el imputado de un delito, que consiste en su au-
sencia o incomparecencia al proceso cuando es requerido por
el magistrado, la cual deviene en la declaración judicial de la
rebeldía constitutiva de un estado jurídico procesal denomina-
do también contumacia.
De ahí que no es posible confundir la ausencia del imputa-
do, que es una situación de hecho causada por la voluntad de
éste, sea conociendo o ignorando la existencia del proceso; con
la rebeldía, que es un estado jurídico o de derecho que requie-
re de declaración judicial, previa la realización de las indagacio-
181
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKI. PROCESO PENAL
nes acerca del paradero del indiciado por medio de las diligen-
cias y requisitorias que la ley señala.
Como lo observó la Comisión de Constitución, Legislación
y Justicia de la Cámara de Diputados en su Informe dado en la
Sesión 23^, de 13 de enero de 1998, "la aprobación del artículo
antes transcripto fue objeto de algunos reparos en base a que
el imputado queda demasiado beneficiado por el solo hecho de
su ausencia, especialmente cuando ésta es deliberada".
"Ante tal dilema, en síntesis, se prefirió el derecho a la de-
fensa de la persona frente al reguardo del derecho social, ya que
en la evolución actual sucumbe este último ante el primero, lo
que se expresa en el 'derecho a no ser juzgado en ausencia'".
"En apoyo de la decisión se explicó que en la legislación chi-
lena no existe el principio de la posibilidad de juzgamiento en
ausencia, salvo en casos menores o situaciones excepcionales".
"A mayor abundamiento, se recordó que el artículo 8° de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos señala que
toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garan-
tías y dentro de un plazo razonable".
"El artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos consagra, entre las garantías mínimas a que toda per-
sona acusada de un delito tiene derecho durante el proceso, la
de hallarse presente en él".
"Ambas disposiciones tienen plena vigencia en Chile, en con-
formidad al artículo 5° de la Constitución Política de la Repú-
blica".
"Se defendió la norma propuesta, señalándose que en el jui-
cio penal, con un proceso que tiene un elemento de su esencia,
cual es la posibilidad del inculpado de dar a conocer su posición
frente a los hechos, juzgar a una persona en ausencia es dictar
una sentencia que puede ser abiertamente injustificada".
"La no presencia en el proceso elimina un factor decisivo,
la llamada 'declaración indagatoria', que incluso se establece en
la legislación actual, salvo situaciones muy especiales, como un
requisito esencial para someter a proceso a una persona. La ley
le da tanta importancia al derecho de la declaración indagato-
ria que lo concede sin exigir juramento, porque estima que es
mucha la necesidad de que la persona se defienda, aun mintien-
do. No hay ninguna agravante de responsabilidad penal que es-
182
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
tablezca que al inculpado que faltó a la verdad se le aplicará el
máximo de la pena".
"La razón para ello es que en el proceso penal se está juzgan-
do a una persona y se entiende que su presencia es un elemento
clave para respetar el principio del debido proceso, que exige,
como requisitos mínimos, el conocimiento oportuno de la acción,
adecuada defensa y producción de la prueba que correspondiere".
"Se subrayó que, en el momento de adoptarse una decisión
en esta materia, habría que tener presente que lo que interesa,
finalmente, es que lo que resuelva el juez tenga algún efecto, y
no lo tendrá si hay condenado en ausencia, porque, en virtud
de los tratados internacionales, la mayoría de los países a los que
se les solicite la extradición de esa persona condenada en au-
sencia, no darán lugar a ella por no haber sido oída en el jui-
cio. Lo único que se ha logrado, en el fondo, es malgastar los
fondos públicos".
"El asunto, por lo demás, no tiene mucha implicancia prác-
tica, pues si el sujeto se va a un país con el que no hay tratado
de extradición, se cerrará el proceso, se expedirán órdenes de
detención, las que irán a Interpol, y el sujeto quedará en situa-
ción de persecución".
107. Causales que determinan la declaración de rebeldía. El ar-
tículo 99 del Código del ramo señala las causales que dan lugar
a la declaración de rebeldía, disponiendo: "El imputado será de-
clarado rebelde:
a) Cuando, decretada judicialmente su detención o prisión
preventiva, no fuere habido, o b) Cuando, habiéndose formali-
zado la investigación en contra del que estuviere en país extran-
jero, no fuere posible obtener su extradición".
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Regla-
mento del Senado, en su Sesión 5^, resolvió, en definitiva, "sin-
tetizar en las dos causales antes indicadas todos los casos de
rebeldía. En la primera, se contempla la situación de quien te-
niendo una orden de detención o prisión preventiva decretada
en su contra, no es habido, esto es, incluye tanto a quien se or-
dena detener por primera vez, como a quien es puesto en liber-
tad y luego no comparece, o se fuga, pues en todos estos casos
se despachará orden de detención o prisión".
183
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL l'ROCESO PENAL
"En la segunda causal se consulta la hipótesis de que se for-
malice la invesügación en contra de una persona que se encuen-
tre en el extranjero y no fuere posible obtener su extradición".-"
108. La declaración de rebeldía. Como es obvio, la declaración
de rebeldía deberá ser pronunciada por el juez de garantía o
por el tribunal colegiado ante el que el imputado debiere com-
parecer.
Con anterioridad a la declaración de rebeldía, el Juez o tri-
bunal deberá expedir las órdenes correspondientes para citar o
aprehender al imputado y dirigirá requisitorias a los tribunales
de los lugares en que se sospeche que aquél pudiere encontrar-
se. Las órdenes o requisitorias deberán indicar la identificación
del sujeto, el delito por el cual se le persigue, el motivo que las
fundamentare y la fecha en la cual debe comparecer el imputa-
do, bajo apercibimiento de ser declarado rebelde.
109. Efectos de la declaración de rebeldía. "Declarada la rebel-
día -dispone el artículo 101 del C.P.P.-, las resoluciones que se
dictaren en el procedimiento se tendrán por notificadas perso-
nalmente al rebelde en la misma fecha en que se pronunciaren".
"La investigación n o se suspenderá por la declaración de re-
beldía y el procedimiento continuará hasta la realización de la
audiencia de preparación del juicio oral, en la cual se podrá so-
breseer definitiva o temporalmente la causa de acuerdo al mé-
rito de lo obrado. Si la declaración de rebeldía se produjere
durante la etapa de juicio oral, el procedimiento se sobreseerá
temporalmente, hasta que el imputado compareciere o fuere
habido".
"El sobreseimiento afectará sólo al rebelde y el procedimien-
to continuará con respecto a los imputados presentes".
"El imputado que fuere habido pagará las costas causadas con
su rebeldía, a menos que justificare debidamente su ausencia".
Como se podrá apreciar, el efecto general de la declaración
de rebeldía atañe a las notificaciones, en el sentido de que to-
das las resoluciones que se dicten en el juicio se tendrán por
'^' S e n a d o , Diaño de Sesiones delSenado, afio 2000, pág. 51i
184
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
notificadas personalmente al rebelde desde la fecha en que se
pronunciaren.
En cuanto a los efectos especiales de la rebeldía, hay que dis-
tinguir si la rebeldía suspende el procedimiento, o si le pone
término a éste, de acuerdo con las siguientes reglas:
Si la rebeldía es declarada durante la etapa de la investiga-
ción, no se suspenderán las actuaciones perquisivas, y aquélla
habrá de continuar hasta la audiencia de preparación del juicio
oral, en la cual se sobreseerá definitivamente, si el imputado se
encuentra en alguno de los casos contemplados en el artícu-
lo 250 del C.P.R, o se le sobreseerá temporalmente en caso con-
trario, de acuerdo con la norma de la letra b) del artículo 252
del mismo Código.
Ahora bien, si la rebeldía es declarada en la etapa de juicio,
sea que éste se substancie de acuerdo con el procedimiento abre-
viado ante el juez de garantía, o se trate del proceso oral ante
el tribunal colegiado, se suspenderá la tramitación de uno u otro,
hasta que el imputado rebelde compareciere o fuere habido, es
decir, se sobreseerá temporalmente la causa en conformidad a
lo dispuesto en la precitada regla de la letra b) del artículo 252
del C.P.P.
Tal suspensión procesal, sin embargo, sólo afectará al impu-
tado rebelde, debiendo reservarse las actuaciones, objetos y do-
cumentos que fuere indispensable mantener, pues la causa
deberá proseguir respecto de los imputados presentes.
El último efecto especial de la declaración de rebeldía con-
siste en que si el imputado fuere habido, será condenado al pago
de las costas causadas durante su rebeldía.
Empero - c o m o lo establece el artículo 101, inciso final-, si
el imputado justificare debidamente su ausencia por u n grave y
legítimo impedimento, el tribunal podrá revocarla y no dar lu-
gar al efecto antes señalado.
En otras palabras, en tal evento no se condenará al rebelde
al pago de las costas y continuará el procedimiento desde el es-
tado en que se encuentre, como si no hubiere existido la decla-
ración de rebeldía.
110. Fuga u ocultación del imputado después de dictada sen-
tencia condenatoria. Este caso no está contemplado por la ley
185
 INTRODUCCIÓN Al. ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
procesal penal, pero aplicando la lógica, estimamos que hay que
distinguir si la ausencia tiene lugar antes o después de notifica-
do el fallo.
Si la fuga u ocultación acontece antes de notificarse la sen-
tencia condenatoria, es decir, aun encontrándose pendiente el
juicio y en estado de ingresar a la etapa de la impugnación, el
tribunal que corresponda deberá, de acuerdo con las reglas ge-
nerales, comprobar la ausencia del imputado, expidiendo las
órdenes correspondientes para citarlo o aprehenderlo, y dirigien-
do requisitorias a los tribunales de los lugares en que se sospe-
che que pudiere encontrarse,
Entretanto, será notificado su defensor, quien podrá ejer-
cer en nombre y representación de su defendido los recursos
legales. Si no lo hace, la sentencia quedará ejecutoriada y se
ordenará su cumplimiento para hacerlo efectivo en cuanto el
condenado sea habido.
A su vez, si el desaparecimiento o ausencia del imputado se
produce después de notificado el fallo condenatorio, no suspen-
derá el procedimiento ya terminado, y por ende, sólo procede-
rá, u n a vez vencidos los plazos otorgados por la ley para la
impugnación, la ejecución de la sentencia.
111. Situación de la acción civil, ¿Qué ocurre con la acción ci-
vil entablada en tiempo y forma una vez declarada la rebeldía
del imputado, considerando que sus efectos son suspender o po-
ner fin al procedimiento?
Al respecto, es aplicable la norma del artículo 68, inciso pri-
mero, del Código del ramo, el cual establece: "Si antes de co-
menzar el juicio oral, el procedimiento penal continuare en
conformidad a las normas que regulan el procedimiento abre-
viado, o por cualquier causa terminare o se suspendiere, sin de-
cisión acerca de la acción civil que se h u b i e r e d e d u c i d o
oportunamente, la prescripción continuará interrumpida siem-
pre que la víctima presentare su demanda ante el tribunal civil
competente en el término de sesenta días siguientes a aquel en
que, por resolución ejecutoriada, se dispusiere la suspensión o
terminación del procedimiento penal".
En otros términos, si de la declaración de rebeldía deriva un
sobreseimiento temporal o definitivo que suspenda o ponga fin
186
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
al procedimiento, o se ordena que el juicio prosiga rigiéndose
por el procedimiento abreviado, dado que, en ambos casos, el
juez de garantía no puede pronunciarse sobre la acción civil, el
actor civil deberá deducir demanda en el plazo de sesenta días
ante el juzgado civil competente, para los efectos de interrum-
pir la prescripción de la acción (arts. 68 y 412 del C.P.P.).
Tales reglas no se aplican -al tenor del inciso final del ar-
tículo 68 del C.P.P.-, "Si, comenzado el juicio oral, se dictare so-
breseimiento de acuerdo a las prescripciones de este Código, el
tribunal deberá continuar con el juicio para el solo conocimiento
y fallo de la cuestión civil".
Igualmente, dichas reglas no tienen aplicación cuando la re-
beldía es declarada después de dictada sentencia en el juicio pe-
nal que se haya pronunciado sobre la acción civil, sea que ésta
haya sido notificada o no, por deducirse así del precepto antes
transcripto.
Párrafo 3°
Las declaraciones del imputado
112. Derechos del imputado relacionados con la declaración
indagatoria. Dado que de acuerdo con la historia de la ley la de-
claración indagatoria constituye un medio de defensa en cuanto
pueda conllevar la posibilidad de una confesión (infra N° 252),
el imputado tiene los siguientes derechos en relación con su pres-
tación: 1) a no ser obligado a declarar, ni a prestar declaración
bajo juramento; 2) a ser informado previamente acerca del obje-
to y alcance de la declaración; 3) a no ser sometido a coacción
que menoscabe su libertad de decisión; 4) a descansar durante
la declaración; y 5) a prestar declaración voluntaria cuando y en
cuanto lo estime conveniente para sus intereses.
En lo que a los puntos indicados en el número 1) atañe, el
artículo 93 letra g) del C.P.P. establece que el imputado tendrá
derecho a "guardar silencio o, en caso de consentir en prestar
declaración, a no hacerlo bajo juramento".
En igual sentido se pronuncia el inciso tercero del artículo 98
del C.P.P. al prescribir: "La declaración del imputado no podrá re-
187

INTRODUCCIÓN AI. ESTUDIO DKI. PROCESO PENAl.
cibirse bajo juramento. El juez o, en su caso, el presidente del tri-
bunal, se limitará a exhortarlo a que diga la verdad y a que res-
ponda con claridad y precisión las preguntas que se le formularen.
Regirá, correspondientemente, lo dispuesto en el artículo 326".
A su vez, el artículo 91 del C.RR establece: "La policía sólo po-
drá interrogar autónomamente al imputado en presencia de su
defensor. Si éste no estuviere presente durante el interrogatorio,
las preguntas se limitarán a constatar la identidad del sujeto".
En lo que se refiere al punto señalado con el N*^ 2), el ar-
tículo 194 del precitado Código estatuye: "Si el imputado se alla-
nare a prestar declaración ante el fiscal y se tratare de su primera
declaración, antes de comenzar el fiscal le comunicará detalla-
damente cuál es el hecho que se le atribuyere, con todas las cir-
cunstancias de tiempo, lugar y modo de comisión, en la medida
conocida, incluyendo aquellas que fueren de importancia para
su calificación jurídica, las disposiciones legales que resultaren
aplicables y los antecedentes que la investigación arrojare en su
contra. A continuación, el imputado podrá declarar cuanto tu-
viere por conveniente sobre el hecho que se le atribuyere".
"En todo caso -agrega el precepto-, el imputado no podrá
negarse a proporcionar al ministerio público su completa iden-
tidad, debiendo responder las preguntas que se le dirigieren con
respecto a su identificación".
En lo que dice relación con el punto indicado en el núme-
ro 3) que precede, el artículo 93 letra i) dispone que el imputa-
do tendrá especial derecho a "No ser sometido a tortura ni a
otros tratos crueles, inhumanos o degradantes".
Corrobora lo anterior el artículo 195 del mismo texto al es-
tatuir: "Queda absolutamente prohibido todo método de inves-
tigación o de interrogación que menoscabe o coarte la libertad
del imputado para declarar. En consecuencia, no podrá ser so-
metido a ninguna clase de coacción, amenaza o promesa. Sólo
se admitirá la promesa de una ventaja que estuviere expresamen-
te prevista en la ley penal o procesal penal".
"Se prohibe, en consecuencia -agrega la disposición-, todo
método que afectare la memoria o la capacidad de comprensión
y dirección de los actos del imputado, en especial cualquier for-
ma de maltrato, amenaza, violencia corporal o psíquica, tortura,
engaño, o la administración de psicofármacos y la hipnosis".
188
r
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
"Las prohibiciones previstas en este artículo -termina el pre-
cepto- rigen aun para el evento de que el imputado consintie-
re en la utilización de alguno de los métodos vedados".
En cuanto al punto N° 4) precedente, el artículo 196 del
C.RR establece: "Si el examen del imputado se prolongare por
mucho tiempo, o si se le hubiere dirigido un número de pre-
guntas tan considerable que provocare su agotamiento, se con-
cederá el descanso prudente y necesario para su recuperación".
"Se hará constar en el registro el tiempo invertido en el in-
terrogatorio".
Finalmente, en lo que atañe al punto N" 5), el artículo 93
letra d) dispone que el imputado tendrá derecho a "Solicitar di-
rectamente al juez que cite a una audiencia, a la cual podrá con-
currir con su abogado o sin él, con el fin de prestar declaración
sobre los hechos materia de la investigación".
El artículo 8**, inciso segundo, establece al respecto: "El impu-
tado tendrá derecho a formular los planteamientos y alegaciones
que considerare oportunos, así como a intervenir en todas las ac-
tuaciones judiciales y en las demás actuaciones del procedimiento,
salvas las excepciones expresamente previstas en este Código".
113. Registro de la declaración. De la declaración del imputa-
do, al igual que de todas las actuaciones realizadas ante el fiscal
del ministerio público, ante el juez de garantía o ante el tribu-
nal colegiado del juicio oral, se levantará un registro por cual-
quier medio apto para producir fe, que permita garantizar la
conservación y la reproducción de su contenido, según lo esta-
blecen los artículos 39, 40, 41 y 227 del C.RR
Mientras que en lo que respecta al registro de las declara-
ciones ante el juez de garantía basta con que contenga una re-
lación resumida de la actuación; el de las deposiciones del
imputado en el juicio oral debe ser íntegro, por cualquier me-
dio que asegure fidelidad.
En lo relativo al registro de las declaraciones, la Comisión
de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputa-
3^ dos, en su informe dado en la Sesión de 13 de enero de 1998,
hizo presente que éste "tenía importancia para los recursos que
i
puedan presentarse, en cuanto permite acreditar el hecho de
la declaración, pero no para valorar de nuevo su contenido. Se
189
 T
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PKNAI.
agregó a lo anterior que también podría servir para sostener la
acción, que es la expresión de voluntad de uno de los partíci-
pes que se llama fiscal".
"Sobre el sentido del registro se aclaró que la práctica actual
no proviene del hecho de que se escrituren o no escrituren las
declaraciones, sino que del modo como se toman las pruebas.
En el sistema inquisitivo, más allá de cómo se tome la prueba,
se actúa sobre la base de un expediente, porque el fallo y, lue-
go, su revisión, se basan en él, lo cual determina la escrituración.
El hecho es que lo escrito es lo que vale".
"En este sistema, hay normas precisas que prohiben el uso
del expediente o sólo lo admiten de manera excepcional, por
ejemplo, al fallecer el testigo, o para confrontarlo, pero no se
admite leer las declaraciones de testigos en su ausencia. Aquí
está prohibida la apreciación de la prueba por medio de la lec-
tura. Por consiguiente, todos los registros que se hacen en las
etapas anteriores al juicio sirven para que haya constancia de
cómo operó la justicia, en la eventualidad que sea posible incor-
porar esa prueba por medio de la lectura, de darse alguna de
las excepciones mencionadas. Asimismo, sirve para reclamar con-
tra esa actuación ante los tribunales superiores, pero no en cuan-
to a que éstos puedan valorar lo que allí se hizo, sino que vean
el modo como se hizo y si se respetó la ritualidad. Los registros
en ese sentido son indispensables. De no hacerlos, se pierde toda
forma de control".^^
114. Caso de pluralidad de imputados. Si fueren varios los im-
putados, sus declaraciones serán tomadas una en pos de la otra,
sin permitirles que se comuniquen entre sí hasta la terminación
de esta diligencia.
115. Ignorancia del idioma o sordomudez del imputado. "Si el
imputado -expresa el artículo 98, inciso final, del C.P.R- no su-
piere la lengua castellana o si fuere sordo o mudo, se procede-
rá a tomarle declaración de conformidad al artículo 291, incisos
tercero y cuarto".
^^ Cámara de DipuLados, Publicación Oficial. Jiedacción de Sesiones, págs. 147 y 148.
190
I AS NORMAS PROCESALES PENALES
Tales preceptos establecen: "Quienes no pudieren hablar o
no lo supieren hacer en el idioma castellano, intervendrán por
escrito o por medio de intérprete".
"El acusado sordo o que no pudiere entender el idioma cas-
tellano, será asistido de un intérprete que le comunicará el con-
tenido de los actos del juicio".
Capítulo III
LA VICTIMA DEL DELITO
116. Concepto. La víctima es la persona natural o jurídica a
quien la ley considera como ofendida por el delito y a la cual le
otorga la cualidad de sujeto de la relación procesal, aunque no
ejerza la acción penal o civil mediante la correspondiente que-
rella o demanda. Adquiere, además, la condición de parte si in-
terviene en el proceso criminal como querellante o actor civil
ejerciendo los derechos que al respecto le confiere la ley.
Tal criterio -lo confirma el Mensaje del Código- señala, en
síntesis, que entre las normas más importantes del sistema del
nuevo proceso penal "se encuentran aquellas que otorgan a la
víctima el carácter de sujeto procesal, aun en el caso en que no
intervenga como querellante, y les imponen a los fiscales la obli-
gación de velar por sus intereses, y a los jueces, la de garantizar
sus derechos durante el procedimiento".
A su vez, la Comisión del Senado, en su Sesión 5^, "hizo suya
la filosofía que inspira el proyecto en cuanto a reconocer a la
víctima un estatuto propio por el solo hecho de serlo, sin nece-
sidad de que ejerza querella, lo que es plenamente congruente
con el hecho de que es la persona directamente afectada por el
delito o sus familiares cercanos, ficción esta última destinada a
que puedan ejercer sus derechos y a hacerles extensiva la pro-
tección que la Constitución y el Código obligan al ministerio
público a brindar a la víctima".^^
S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 527.
191
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROC:KSO PENAL
El artículo 108 del C.P.P. establece que "Para los efectos de
este Código, se considera víctima al ofendido por el delito".
"En los delitos cuya consecuencia fuere la muerte del ofen-
dido y en los casos en que éste no pudiere ejercer los derechos
que en este Código se le otorgan, se considerará víctima: a) al
cónyuge y a los hijos; b) a los ascendientes; c) al conviviente;
d) a los hermanos, y e) al adoptado o adoptante".
"Para los efectos de su intervención en el procedimiento, la
enumeración precedente -agrega el precepto- constituye un
orden de prelación, de manera que la intervención de una o
más personas pertenecientes a una categoría excluye a las com-
prendidas en las categorías siguientes".
Cabe observar que víctima del delito puede ser tanto una
persona natural como una persona jurídica. Así lo dejó en cla-
ro la Comisión del Senado, en su Sesión 5^, al rechazar una in-
dicación en el sentido de que se intercalara un inciso al precepto
antes transcrito, dejándose constancia de que "en los casos en
que la víctima sea una persona jurídica, los derechos que en este
Código se le otorgan se ejercerán por medio de sus represen-
tantes", en razón de ser obvio que las personas jurídicas quedan
consideradas en el inciso primero del artículo 135, si son direc-
tamente ofendidas por el delito.^"^
Igualmente, refiriéndose a esta materia, la Comisión de Cons-
titución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, en
su Informe dado a dicha corporación en la Sesión 23^, de 13 de
enero de 1998, hizo presente, en síntesis: "mientras en el Códi-
go actual no se habla de víctima, en el nuevo Código Procesal
Penal se trata de ampliar la cobertura de protección que se da
a las personas y no dejarla sólo en el mero ofendido por el deli-
to. Corresponde un poco a lo que es la terminología moderna.
Víctima es más que ofendido".
"En esta nueva cultura que se quiere implantar, de mayor ri-
gor en contra de los delincuentes, una de las cosas que se pue-
de esgrimir en favor de este Código liberal es su estatuto
protector de la víctima, que la propia Constitución se encarga
de asegurar, al establecer en el artículo 80 letra A que al minis-
Senado, Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 529.
192
\JS NORMAS PROCESALES PENALES
terio público le corresponderá la adopción de medidas para pro-
teger a las víctimas y a los testigos".
"La disposición tiene varios significados concretos. La vícti-
ma que no se querelle, por ejemplo, tiene derecho a ser notifi-
cada de la actuación del procedimiento, derecho que no tiene
actualmente, y a ser oída por el fiscal antes que se solicite la sus-
pensión del procedimiento. Son efectos jurídicos que protegen
a l a víctima" .^'^
117. La determinación de la víctima. La determinación de las
personas ofendidas por el hecho punible depende de la natura-
leza del delito, o más bien dicho, de la mayor o menor manifes-
tación externa que haya tenido el daño producido por éste.
Así, mientras en figuras punibles como el robo, el homici-
dio o las lesiones, la persona ofendida es ostensible, evidente o
notoria; en delitos como la falsificación de moneda, la asocia-
ción ilícita u otros, la determinación del sujeto lesionado es di-
fícil, no porque no exista, sino que simplemente porque no es
perceptible a primera vista.
No obstante lo anterior, la persona ofendida, por ser la víc-
tima del deUto, siempre estará implicada manifiesta o implícita-
mente en el proceso penal, en razón de que siendo el objeto
de éste establecer la certeza del hecho punible, su verificación
conlleva también normalmente la determinación de quien haya
resultado lesionado por el comportamiento ilícito.
Ello adquiere mayor relevancia si se considera que el ofen-
dido puede hacerse parte en el proceso penal como querellan-
te particular, para obtener el castigo del delito, y como actor civil
para que los partícipes le indemnicen los perjuicios causados por
el hecho punible.
Con todo, el legislador no exige para el cumplimiento de los
objetivos del proceso penal que se compruebe la existencia, ni
la identificación, ni la capacidad de la parte lesionada por el de-
lito, ni que ésta se haga parte en el juicio, pudiendo el juez, ante
este silencio legislativo, dictar sentencia condenatoria, aunque
Cámara de Diputados, Publicación Oficial Redacción de Sesiones, págs. 149 y
150.
193
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCESO l'ENAI.
se ignore la identidad de la víctima lesionada por el hecho pu-
nible.
Lo anterior, sin embargo, no obsta a que la ley les otorgue a
las personas que se hagan presente en el proceso como víctimas
del delito, la facultad de ejercer o de gozar de ciertos derechos
como sujetos y aun como partes de la relación procesal.
118. Derechos de la víctima. Al efecto, el artículo 109 del C.RR
prescribe: "La víctima podrá intervenir en el procedimiento pe-
nal conforme a lo establecido en este Código, y tendrá, entre
otros, los siguientes derechos: a) Sohcitar medidas de protec-
ción frente a probables hosdgamientos, amenazas o atentados
en contra suya o de su familia; b) Presentar querella; c) Ejercer
contra el imputado acciones tendientes a perseguir las respon-
sabilidades civiles provenientes del hecho punible; d) Ser oída,
si lo solicitare, por el fiscal antes de que éste pidiere o se re-
solviere la suspensión del procedimiento o su terminación an-
dcipada; e) Ser oída, si lo solicitare, por el tribunal antes de
pronunciarse acerca del sobreseimiento temporal o definitivo
u otra resolución que pusiere término a la causa, y f) Impug-
nar el sobreseimiento temporal o definitivo o la sentencia ab-
solutoria, aun cuando no hubiere intervenido en el procedi-
miento".
"Los derechos precedentemente señalados no podrán ser
ejercidos por quien fuere imputado del delito respectivo, sin
perjuicio de los derechos que le correspondieren en esa calidad".
Correlativamente con los derechos antes señalados, el minis-
terio público está obligado a dispensar protección a las víctimas
en la forma que indica el artículo 78 del C.RR (infra N^ 120).
En conclusión, como consecuencia de la normativa antes
transcripta, a la persona lesionada o víctima del delito la ley le
asigna la cualidad de sujeto procesal y la faculta para adquirir
la condición de parte para los fines del proceso penal.
194
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
Capítulo IV
EL MINISTERIO PUBLICO
119. Concepto y funciones del ministerio público. De acuerdo
con lo dispuesto en el artículo 80 A de la Constitución Política:
"Un organismo autónomo, jerarquizado, con el nombre de mi-
nisterio público, dirigirá en forma exclusiva la investigación de
los hechos constitutivos de delito, los que determinen la parti-
cipación punible y los que acrediten la inocencia del imputado
y, en su caso, ejercerá la acción penal púbhca en la forma pre-
vista por la ley. De igual manera, le corresponderá la adopción
de medidas para proteger a las víctimas y a los testigos. En caso
alguno podrá ejercer funciones jurisdiccionales".
Se trata, en consecuencia, de una entidad independiente o
autárquica, cuyas funciones primordiales son, en síntesis: dirigir
en forma exclusiva la investigación de los hechos constitutivos de
delitos comunes de acción pública de competencia de los tribu-
nales penales ordinarios, como asimismo determinar a las perso-
nas de los delincuentes, promover y ejercer la acción penal pública
y proteger a las víctimas de los delitos y a los testigos.
El ministerio público no podrá ejercer tales funciones con
respecto a hechos punibles o de causas que sean de conocimien-
to de los tribunales militares, las cuales -como lo señala el inci-
so final de la disposición constitucional precitada- se regirán por
las normas y corresponderán a los órganos y personas que seña-
la el Código de Justicia MiUtar y las demás leyes especiales.
De acuerdo con la doctrina, el ministerio público es la par-
te instrumental del proceso penal, cualidad que ostenta porque
no interviene en el proceso penal pretendiendo el reconoci-
miento de derechos y de obligaciones correlativas, sino que en
el cumplimiento de un deber funcionario. Actúa, en síntesis,
como medio o instrumento: ora para dirigir la investigación de
los delitos y lograr su castigo en defensa de la sociedad; ora para
ejercer la acción pública penal en la forma prevista por la ley;
ora para proteger a las víctimas de los hechos punibles y a los
testigos. Así lo da a entender, además, el artículo 1° de la Ley
N° 19.640, Orgánica Constitucional del Ministerio Púbhco, de
15 de octubre de 1999.
195

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL FROÍT-SO PENAL
Su actividad primordial, por lo tanto, es intervenir en cali-
dad de parte acusadora en la promoción de la acción penal, ante
cualquiera notitia aiminis acerca de la comisión de un delito de
acción pública; dirigir la investigación de los hechos punibles
con independencia, autonomía y responsabilidad; y proteger a
las víctimas del hecho punible y a los testigos.
Al efecto, el artículo 77 del C.P.P. establece: "Los fiscales ejer-
cerán y sustentarán la acción penal pública en la forma prevista
por la ley. Con ese propósito practicarán todas las diligencias que
fueren conducentes al éxito de la investigación y dirigirán la ac-
tuación de la policía, con estricta sujeción al principio de obje-
tividad consagrado en la Ley Orgánica Constitucional del
Ministerio Público".
Participa, p o r lo tanto, en la preparación del proceso, di-
rigiendo en forma exclusiva la investigación del hecho pu-
nible.
A ello se refieren el inciso segundo del artículo 80 A de la
Constitución Política, y 4° de la Ley N" 19.640, al disponer que,
en el ejercicio de sus funciones, el ministerio público llevará a
cabo todas las actuaciones conducentes al éxito de la investi-
gación, y puede, durante ésta, impartir órdenes directas a las
Fuerzas de Orden y Seguridad, las cuales deberán cumplir sin
más trámite tales órdenes y n o podrán calificar su fundamen-
to, oportunidad, justicia o legalidad, salvo requerir la exhibi-
ción de la autorización judicial previa, en su caso. Al efecto,
sin embargo, el ministerio público tiene la limitación de que
las actuaciones que priven al imputado o a terceros de los dere-
chos que la Constitución asegura, o los restrinjan o perturben,
requerirán siempre de aprobación judicial previa, pudiendo
proceder autónomamente sólo en los casos que la ley lo auto-
rice en forma expresa
Sintetizando sus funciones, la Fiscalía Nacional ha declara-
do que, si bien al ministerio público n o le corresponde fijar la
política criminal del Estado, "sus fines como integrante del nuevo
sistema penal acusatorio son los de introducirse en la investiga-
ción de los hechos punibles y en la persecución criminal, diri-
giendo la primera y ejerciendo la acción pública en la segunda
-además de la protección de las víctimas-, bajo los principios
rectores de objetividad, oportunidad, legalidad y responsabili-
196
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
dad, para contribuir a la reducción de los índices de impuni-
dad y a la eficacia del sistema penal global".'^''
En cuanto a la protección de las víctimas, "Será deber de los
fiscales durante todo el procedimiento -establece el artículo 78
del precitado Código- adoptar medidas, o solicitarlas, en su caso,
para proteger a las víctimas de los delitos; facilitar su interven-
ción en el mismo y evitar o disminuir al mínimo cualquier per-
turbación que hubieren de soportar con ocasión de los trámites
en que debieren intervenir".
"Los fiscales estarán obligados a realizar, entre otras, las si-
guientes actividades a favor de la víctima:
a) Entregarle información acerca del curso y resultado del
procedimiento, de sus derechos y de las actividades que debie-
re realizar para ejercerlos;
b) Ordenar por sí mismos o solicitar al tribunal, en su caso,
las medidas destinadas a la protección de la víctima y su familia
frente a probables hostigamientos, amenazas o atentados;
c) Informarle sobre su eventual derecho a indemnización y
la forma de impetrarlo, y remitir los antecedentes, cuando co-
rrespondiere, al organismo del Estado que tuviere a su cargo la
representación de la víctima en el ejercicio de las respectivas ac-
ciones civiles.
d) Escuchar a la víctima antes de solicitar o resolver la suspen-
sión del procedimiento o su terminación por cualquier causa".
"Si la víctima hubiere designado abogado, el ministerio pú-
blico estará obligado a realizar también a su respecto las activi-
dades señaladas en las letras a) y d) precedentes".
120. Orígenes del instituto y su vigencia en otros pmses. Los pri-
meros vestigios del ministerio público aparecen en el Imperio
Romano con motivo de la instauración del sistema de persecu-
ción pública, dando origen a los funcionarios denominados los
staüonañ en la ciudad y los curiosi en las provincias, como encar-
gados de investigar los delitos para ponerlos en conocimiento
de los magistrados o delegados imperiales.
Mas bien, empero, fue en la Francia medioeval cuando se
instituye el ministerio fiscal en el sentido que es entendido ac-
67.
^"' Fiscalía Nacional M. P.. Reforma Proceml..., cit., t. II, págs. 66 y
197
m lAS NORRIAS PROCESALES PKNALES
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
tualmente, seguida por España mediante el Patronus Fisci esta-
blecido en las Partidas, cuya función era defender enjuicio los
bienes y los derechos de la Cámara del Rey.
En América - c o m o lo señala Abalos citando a Palacio-, en
la Recopilación de Leyes de Indias se da cuenta del Fiscal de
Leyes de Indias, cuyas funciones consistían en la defensa de la
jurisdicción, el patrimonio y amparo de los indios y de perso-
ñas pobres y miserables.'^''
En la actualidad en España, de acuerdo con la Ley de Enjui-
ciamiento Criminal, el ministerio fiscal -según Fenech- es una
parte acusadora de carácter público, encargado por el Estado, a
quien representa, de pedir la actuación de la pretensión punitiva
y el resarcimiento del daño en su caso, en el proceso penal. Tie-
ne también la cualidad de parte, como representante del Estado,
en ciertas materias, el denominado "abogado del Estado".^^
i'ii
En Alemania, de acuerdo con el Código Procesal Penal ale-
mán, en vigor desde 1889, existe el Ministerio Fiscal (die Staat-
sanwaltshaft), el cual no goza de la independencia de los jueces,
ni del estatuto de sus funcionarios, pues es dependiente del Eje-
cutivo.
En la República Argentina está establecido en el Código Fe-
deral el ministerio público fiscal, como encargado de la pro-
moción y ejercicio de la acción penal en los delitos de acción
pública, y en los dependientes de instancia privada, después de
removido el obstáculo mediante la denuncia condicional. No es
el abogado de alguna parte, ni el representante del Estado, sino
que un funcionario judicial que obra en interés de la ley cuan-
do su violación afecta el interés público. El delito altera el or-
d e n público y por ello la reacción inmediata estatal en la
averiguación del hecho es obligatoria para el ministerio fiscal,
mediante la promoción y ejercicio de la acción penal. El minis-
terio fiscal, por lo tanto, es un sujeto esencial en la relación pro-
cesal penal.^^
"^Abalos, Raúl W., Derecho Procesal Pernal, Ediciones Jurídicas Cuyo, 2000, t. I,
pág. 55.
'"* Fenech, Proceso Penal, cit., págs. 72 y 74.
"•' Abalos, Raúl W., Derecho Procesal Penal, cit., págs. 54 y 56.
198
En Francia, los miembros del ministerio público son designa-
dos, en forma inamovible, por el Poder Ejecutivo, previa propuesta
del Ministerio de Justicia, sus agentes gozan de independencia,
pero forman parte del Poder Judicial.
En Italia, de acuerdo con el Real Decreto Legislativo de 31
de mayo de 1946, "el ministerio público ejerce, bajo la vigilan-
cia del Ministro de gracia yjusticia, las funciones que la ley le atri-
buye, es decir, las indicadas en el Código de Procedimiento Penal
italiano, las cuales, en esencia, son: la dirección de la policía judi-
cial, el inicio y ejercicio de la acción penal, el cumplimiento de
la información sumaria, la presentación de conclusiones al juez,
la impugnación de las providencias del juez y la ejecución de
las providencias del juez. Se trata, por lo tanto, que goza de in-
dependencia y de todas las garantías de los funcionarios judi-
ciales". No obstante lo anterior, la doctrina italiana lo califica
como un organismo de carácter administrativo, tanto por ser un
órgano del Ejecutivo, como en atención a que no tiene facuha-
des jurisdiccionales, pues las funciones que desempeña en for-
ma autónoma son diversas a las que corresponden al juez.
121. Naturaleza jiirídica del ministerio público. En la legislación
chilena, por mandato constitucional, las funciones del ministe-
rio público no se confunden con el cometido jurisdiccional del
juez, sino que, de acuerdo con la historia de la ley y la doctrina
de mayoría, la labor del organismo, como parte instrumental del
proceso penal, no es judicial, sino que meramente administrati-
va, en cuanto ejerce, como integrante del Estado, el derecho a
perseguir el delito y procurar su castigo.
Tal postura - c o m o lo ha señalado la propia Fiscalía Nacio-
nal del Ministerio Público- fue compartida por la Cámara de
Diputados, "al dejar constancia de que dicha entidad no es una
persona jurídica de derecho público, porque ésta no resulta ser
diferente de la que posee el propio Estado", lo cual fue corro-
borado por el Senado al sostener que "si bien tiene rango cons-
titucional, participa de la personalidad jurídica del Estado, no
tiene patrimonio propio y sus recursos provienen de la Ley Ge-
neral de Presupuesto, sujetándose su administración a las nor-
mas de la Ley de Administración Financiera del Estado". "El
criterio anterior -continúa dicha Fiscalía- coincide con las cons-
199
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
tancias que se dejaron en la historia fidedigna de la reforma
constitucional de la Ley N° 19.519, en cuanto tal organismo es-
taba integrado al Estado, aunque estuviere dotado de autono-
mía constitucional".^""
En efecto, dado que el ministerio público actúa como sus-
tentador, ante los órganos jurisdiccionales, del interés de justi-
cia del Estado y de la administración pública, es catalogado por
la doctrina como un ente administrativo que, por ser autóno-
mo e independiente, al no depender ni del Poder Ejecutivo ni
del Poder Judicial, representa uno de aquellos poderes neutros,
tales como el Banco Central, la Contraloría General de la Re-
pública y otros que establece nuestro sistema jurídico.
Confirma tal afirmación el hecho de que, además, la actua-
ción del ministerio público no está sujeta a un estricto sistema pro-
cedimental, sino que la investigación la dirige el respectivo fiscal
de una manera desformalizada, lo cual -como lo ha señalado la
Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de
Diputados en su Informe de Sesión 23^, de 13 enero de 1998- le
otorga un cariz administrativo, no jurisdiccional. ^^'^
Por otra parte, la intervención del ministerio público en el
enjuiciamiento criminal en nada afecta o altera la compe-
tencia jurisdiccional del tribunal, máxime si se considera que
- c o m o también lo observó dicha Comisión- la instrucción in-
formal no tiene por objeto allegar convicciones que, por sí mis-
mas, tengan valor ante el tribunal oral, sino que simplemente
dicho órgano administrativo se limita a reunir evidencias que
tiendan a confirmar su propia convicción en orden a que es
necesaria la persecución criminal en el caso específico de que
se trata.
De igual modo, el carácter administrativo del ministerio pú-
blico lo corrobora el artículo 11 de la Ley N° 19.640, al prescri-
bir que "El personal del ministerio público estará sujeto a
responsabilidad administrativa, sin perjuicio de la responsabili-
dad civil y penal que pudiere afectarle".
'"" Fiscalía Nacional M. R, Reforma ProcesaL., c i t , L III, 2001, pág. 228.
"" C á m a r a d e D i p u t a d o s . Publicación Oficial. Redacción de Sesiones 1998
pág. 131.
200
lAS NORMAS PROC.KSALES PENALES
122. Modo de obrar del ministerio público. La cuaUdad de par-
te instrumental acusadora en el proceso penal asumida por el
ministerio público no obsta a que, como agente tutelar del im-
perio de la ley penal, en la comprobación de la existencia del
delito y el establecimiento de la participación y de la culpabili-
dad del imputado, esté obligado a obrar "objetivamente" y, en
su caso, impetrar la absolución de la acusación.
Así lo establecen los artículos 94 del C.P.P. y 3° de la Ley
W 19.640, al disponer que "En el ejercicio de su función, los fis-
cales del ministerio público adecuarán sus actos a un criterio
objetivo, velando únicamente por la correcta aplicación de la ley.
De acuerdo con ese criterio, deberán investigar con igual celo
no sólo los hechos y circunstancias que funden o agraven la res-
ponsabilidad del imputado, sino también los que le eximan de
ella, la extingan o la atenúen".
Empero, a la luz del texto legal antes transcripto, no puede
sostenerse que el ministerio público en su labor investigativa ac-
túe sin un designio anticipado en cuanto a la exiscia del delito in-
vestigado y a la participación que en éste ha cabido al indiciado,
ya que tal falta de pensamiento persecutorio sólo puede concu-
rrir en los órganos jurisdiccionales y no en el agente investigador,
"pues dicho ánimo -como lo ha señalado la Corte Suprema en su
Informe al Senado de 8 de junio de 1998- es incompatible con la
actividad investigativa del fiscal de dicho ministerio, la cual se sus-
tenta en una doble sospecha: la de una posible ilicitud de un he-
cho y de la probable responsabilidad de una persona. El ministerio
público debe ser 'objetivo', objetividad que no es lo mismo que
'imparcialidad': esta última sólo afecta al tribunal".
Profundizando aun más tal criterio, la Comisión de Consti-
tución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, en su
Informe a la Corporación en Sesión 23^, de 13 de enero de 1988,
"reparó en que el papel del fiscal era actuar con igual celo, pero
no con criterio objetivo, porque cuando llega a la convicción de
que el inculpado es culpable, trata de probarlo".
"Por lo tanto, no se puede suponer que sea neutro en la in-
vestigación. Sí se le puede exigir que tenga igual rigurosidad para
investigar las circunstancias que atenúen o extingan la respon-
sabilidad que aquellas que la agraven, pero no es justo pedirle
objetividad en la investigación".
201
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL I'ROCKSO l'EN'AL
"Se aclaró al respecto - e n dicho Informe- que 'objetividad'
es la expresión tradicional que se usa en derecho comparado para
distinguirla de 'imparcialidad'. La imparcialidad se le exige al juez.
Antes había confusión sobre esto. Se pedía que el fiscal fuere im-
parcial, no teniendo que serlo. Pero tampoco puede ser arbitra-
rio. Por eso se planteó el principio 'objetividad'. Mas es cierto que
confunde, en cuanto no es la expresión adecuada". ^'^^'
Por nuestra parte, sin embargo, estimamos que el ministerio
público, en su labor perquisiva, debe actuar con "ecuanimidad",
esto es, con un justo equilibrio entre su designio persecutorio y
su criterio absolutorio, lo que equivale a decir "desapasionada-
mente", que es el verdadero alcance que el léxico le da a la ex-
presión "objetividad".
123. Oi^anización y atribuciones del ministerio público. El artícu-
lo 12 de la Ley N° 19.640 prescribe que "El ministerio público se
organizará en una Fiscalía Nacional y en Fiscalías Regionales".
"Las Fiscalías Regionales organizarán su trabajo a través de
las fiscalías locales".
"Existirá, además, un Consejo General, que actuará como
órgano asesor y de colaboración del Fiscal Nacional".
A continuación el artículo 13 de la citada ley estatuye: "El
Fiscal Nacional es el jefe superior del ministerio público y res-
ponsable de su funcionamiento".
En cuanto a sus atribuciones, están señaladas en el artícu-
lo 17 de la precitada ley. Tales facultades del Fiscal Nacional con-
sisten en que, al corresponderle la superintendencia directiva,
correccional y económica del Servicio de acuerdo con el artícu-
lo 80 I de la Constitución Política, en el ejercicio de este minis-
terio deberá dictar los reglamentos que corresponda y emitir las
instrucciones generales que estime necesarias para el mejor cum-
plimiento de las tareas que le son propias. Igualmente, le corres-
ponde nombrar y solicitar la remoción de los fiscales regionales,
resolver las dificultades que se susciten entre éstos acerca de la
dirección de la investigación, ejercer la acción penal pública, dar
protección a las víctimas y testigos; y, oyendo previamente al Con-
'"'' C á m a r a de D i p u t a d o s , Publicación Oficial. Redacción
pág-, 132.
202
1J\S NORMAS PROCESALES l'KNALl'.S
sejo General, fijar los criterios de actuación del organismo, tan-
to para el cumplimiento de sus objetivos como en materia de
recursos humanos, de remuneraciones, de inversiones, de gas-
tos de los fondos respectivos, de planificación, desarrollo, admi-
nistración y finanzas.
El Fiscal Nacional no podrá, sin embargo, de acuerdo con
lo establecido en el artículo 17 letra a), inciso 2", y 18 de la Ley
N" 19.640, dar instrucciones u ordenar realizar u omitir la reali-
zación de actuaciones en casos particulares, a menos que asu-
ma de oficio y de m a n e r a excepcional la dirección de la
investigación, el ejercicio de la acción pública y la protección
de las víctimas o testigos respecto de determinados hechos que
estime constitutivos de delito, cuando la investidura de las per-
sonas involucradas como imputados o víctimas lo hiciere nece-
sario para garantizar que dichas tareas se cumplirán con absoluta
independencia y autonomía.
De los anteriores preceptos dimana, por tanto, que al Fiscal
Nacional no le corresponde, como norma, hacerse cargo de la
investigación de delitos ni promover la acción penal pública, sal-
vo en los casos excepcionales antes señalados. A su vez, le está
impedido intervenir en los casos de particular conocimiento de
los Fiscales Regionales o Adjuntos
Con todo -como lo prescribe el artículo 19 de la precitada
ley-, "El Fiscal Nacional podrá disponer, de oficio y de manera
excepcional, que un Fiscal Regional determinado asuma la di-
rección de la investigación, el ejercicio de la acción penal pú-
blica y la protección de las víctimas o testigos en relación con
hechos delictivos que lo hicieren necesario por su gravedad o
por la complejidad de su investigación".
"En los mismos términos -agrega la disposición-, podrá dis-
poner que un Fiscal Regional distinto de aquél en cuyo territo-
rio se hubieren perpetrado los hechos tome a su cargo las tareas
aludidas en el inciso anterior cuando la necesidad de operar en
varias regiones así lo exigiere".
Fuera de la Fiscalía Nacional, la Ley N° 19.640, en su artícu-
lo 24, ha creado el Consejo General, integrado por el Fiscal Na-
cional, quien lo presidirá, y por los Fiscales Regionales.
de Sesiones, ,1998, Este es un órgano meramente consultivo al que - d e acuer-
do con el artículo 25 de la ley- le "Corresponderá...:
203
 INTRODUC;CION AL ESTUDIO DI-L PROCESO PENAL
a) Dar a conocer su opinión respecto de los criterios de ac-
tuación del ministerio público, cuando el Fiscal Nacional la re-
quiera... Para este efecto, el Fiscal Nacional podrá invitar a las
sesiones en que el Consejo General analice esta materia a las per-
sonas e instituciones que estime conveniente por su experien-
cia profesional o capacidad técnica;
b) Oír las opiniones relativas al funcionamiento del minis-
terio público que formulen sus integrantes;
c) Asesorar al Fiscal Nacional en las otras materias que éste
le solicite; y
d) Cumplir las demás funciones que ésta u otra ley orgánica
constitucional le asignen".
Del mismo modo, la Ley N° 19.640, en su artículo 27, esta-
blece que "A los fiscales regionales corresponde el ejercicio de
las funciones y atribuciones del Ministerio Público en la región
o en la extensión geográfica de la región que corresponda a la
fiscalía regional a su cargo, por sí o por medio de los fiscales
adjuntos que se encuentren bajo su dependencia".
De acuerdo con el artículo 28 de la ley, "Existirá un fiscal
regional en cada una de las regiones del país, con excepción de
la Región Metropolitana de Santiago, en la que existirán cuatro
fiscales regionales".
"Las fiscalías regionales tendrán su sede en la capital regio-
nal respectiva. En la Región Metropolitana, la sede y la distribu-
ción territorial serán determinadas por el Fiscal Nacional".
Finalmente, la Ley N° 19.640, en su párrafo 5*^, se refiere a
las fiscalías locales y los fiscales adjuntos.
Al efecto, el artículo 38, modificado por el articulo 57 de la
Ley 19.806, de 31 de mayo de 2002, establece: "Las fiscalías lo-
cales serán las unidades operativas de las Fiscalías Regionales
para el cumplimiento de las tareas de investigación, ejercicio de
la acción penal pública y protección de las victimas y testigos".
"Las fiscalías locales contarán con los fiscales adjuntos, pro-
fesionales y personal de apoyo, así como con los medios mate-
riales que respectivamente determine el Fiscal Nacional, a
propuesta del Fiscal Regional dentro de cuyo territorio se en-
cuentre la fiscalía local".
"Cada fiscalía local estará integrada por uno o más fiscales
adjuntos, que serán designados por el Fiscal Nacional, a propues-
204
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
ta del Fiscal Regional. Si la fiscalía local cuenta con dos o más
fiscales adjuntos, el Fiscal Regional asignará a uno de ellos el des-
empeño de labores de jefatura, las que realizará, con la deno-
minación de fiscal adjuntojefe, mientras cuente con la confianza
de dicho fiscal regional".
"Dentro de cada fiscalía local -establece el artículo 44 de la
precitada ley- los fiscales adjuntos ejercerán directamente las fun-
ciones del Ministerio Público en los casos que se les asignen. Con
dicho fin dirigirán la investigación de los hechos constitutivos de
delitos y, cuando proceda, ejercerán las demás atribuciones que
la ley les entregue, de conformidad a esta última y a las instruc-
ciones generales que, dentro del ámbito de sus facultades, respec-
tivamente impartan el Fiscal Nacional y el Fiscal Regional".
"Los fiscales adjuntos estarán igualmente obligados a obedecer
las instrucciones particulares que el Fiscal Regional les dirija con
respecto a un caso que les hubiere sido asignado, a menos que es-
timen que tales instrucciones son manifiestamente arbitrarias o que
atentan contra la ley o la ética profesional. De concurrir alguna
de estas circunstancias, podrán representar las instrucciones".
"La objeción deberá ser presentada por escrito al Fiscal Re-
gional dentro de las 24 horas siguientes a la recepción de la ins-
trucción particular de que se trate. El Fiscal Regional la resolverá
también por escrito. Si acoge la objeción, el fiscal adjunto con-
tinuará desempeñando sus tareas según corresponda, de confor-
midad a las normas generales. En caso contrario, el fiscal adjunto
deberá cumplir la instrucción. Cuando el Fiscal Regional rechace
una objeción formulada por un fiscal adjunto y le ordene dar
cumplimiento a la instrucción original, se entenderá que asu-
me plena responsabilidad por la misma".
"Tratándose de instrucciones relativas a actuaciones proce-
sales impostergables, el fiscal adjunto deberá darles cumplimien-
to sin perjuicio de la objeción que pudiera formular de acuerdo
a lo previsto en los incisos precedentes".
124. Responsabilidad de los fiscales del ministerio público. "Los
fiscales del Ministerio Público -establece el artículo 45 del pre-
citado texto legal- tendrán responsabilidad civil, disciplinaria y
penal por los actos realizados en el ejercicio de sus funciones,
de conformidad a la ley".
205
 INTIíOnUCCION AL ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
En cuanto a los delitos comunes, el artículo 46 de la Ley
N° 19.640, prescribe:
"Presentada una denuncia en contra de un fiscal del Ministe-
rio Público por su presunta responsabilidad en un hecho puni-
ble, o tan pronto aparezcan antecedentes que lo señalen como
partícipe en un delito, corresponderá dirigir las actuaciones del
procedimiento destinado a perseguir la responsabilidad penal:
a) Del Fiscal Nacional, al Fiscal Regional que se designe median-
te sorteo, en sesión del Consejo General, la que será especialmente
convocada y presidida por el Fiscal Regional más antiguo; b) De
un Fiscal Regional, al Fiscal Regional que designe el Fiscal Nacio-
nal, oyendo previamente al Consejo General, y c) de un fiscal ad-
junto, al Fiscal Regional que designe el Fiscal Nacional".
En lo relativo a delitos fiíncionarios, el inciso 2° del precep-
to establece: "Tratándose de delitos cometidos por un fiscal en
el ejercicio de sus funciones, el fiscal a cargo de la investigación
deducirá, si procediere, la respectiva querella de capítulos, con-
forme a las disposiciones de la ley procesal penal".
El artículo 48 de la precitada ley prescribe: "La responsabili-
dad disciplinaria de los fiscales por actos realizados en el ejerci-
cio de sus funciones podrá hacerse efectiva por la autoridad
superior respectiva, de acuerdo con el procedimiento regulado
en los artículos siguientes, según corresponda", preceptos que
señalan las sanciones y la manera de aplicarlas.
Por úlümo, en lo pertinente a la responsabilidad civil, el ar-
tículo 5° de la precitada ley estatuye: "El Estado será responsa-
ble por las conductas injustificadamente erróneas o arbitrarias
del Ministerio Público".
125. Implicancias y recusaciones. En nuestro concepto, por te-
ner el ministerio público la cualidad de parte del proceso pe-
nal, en realidad, en estricto derecho ello impide que pueda ser
inhabilitado por recusación o implicancia.
Sin embargo, de acuerdo con la ley, los fiscales del ministe-
rio público podrán ser inhabilitados por las causales de impli-
cancia y de recusación a que refieren los artículos 195 y 196 del
Código Orgánico de Tribunales, pero con las modificaciones
establecidas al respecto por los artículos 54 y 55 de la Ley
N° 19.640, Orgánica Constitucional del Ministerio Público, me-
206
lAS NORMAS PROCP:SALES PENALES
nos por la de "haber sido abogado o apoderado de alguna de
las partes en la causa sometida actualmente a su conocimiento",
ni por "haber manifestado de cualquier modo un dictamen so-
bre la cuestión pendiente, siempre que lo hubiere hecho con
conocimiento de ella".
Al efecto, precisando las causales de inhabilitación de los fis-
cales, el artículo 54 de la Ley N^ 19.640 estatuye que "No podrá
dirigir la investigación ni ejercer la acción penal pública respecto
de determinados hechos punibles el fiscal del Ministerio Públi-
co respecto del cual se configure alguna de las causales de in-
habilitación que establece el artículo siguiente".
Con relación a esta materia, el artículo 55 de la precitada ley
establece que "Son causales de inhabilitación: T ) Tener el fiscal
parte o interés en el caso de cuya investigación se trate; 2*") Ser el
fiscal cónyuge o pariente por consanguinidad o afinidad en cual-
quiera de los grados de la línea recta y en la colateral por con-
sanguinidad o afinidad hasta el segundo grado inclusive, de alguna
de las partes, de sus representantes legales o de sus abogados;
3°) Ser el fiscal cónyuge o pariente por consanguinidad o afini-
dad en cualquiera de los grados de la línea recta y en la colateral
por consanguinidad o afinidad hasta el segundo grado inclusive,
del juez de garantía o de alguno de los miembros del tribunal del
juicio oral ante quienes deba desempeñar sus funciones; 4"*) Ser
el fiscal tutor o curador de alguna de las partes, albacea de algu-
na sucesión, o administrador o representante de alguna persona
jurídica que sea parte en el caso de cuya investigación se trate;
5") Tener el fiscal, personalmente, su cónyuge, o alguno de sus
ascendientes, descendientes o parientes colaterales dentro del se-
gundo grado, causa pendiente que deba fallar como juez o inves-
tigación que deba dirigir como fiscal, alguna de las partes; 6*") Ser
o haber sido el fiscal, su cónyuge o alguno de sus ascendientes o
descendientes, heredero o legatario instituido en testamento por
alguna de las partes; T) Ser alguna de las partes heredero o lega-
tario instituido en testamento por el fiscal; 8°) Tener pendiente
alguna de las partes pleito civil o criminal con el fiscal, con su cón-
yuge, o con alguno de sus ascendientes, descendientes o parien-
tes colaterales dentro del segundo grado. El pleito deberá haber
sido promovido antes de haberse denunciado el hecho de cuya
investigación se trate; 9°) Ser el fiscal socio colectivo, comandita-
207

INTRÍ)l>Ut;CION AL KSTUDIO DEL PROCESO PENAL
rio, de responsabilidad limitada o de hecho de alguna de las par-
tes, serlo su cónyuge o alguno de los ascendientes o descendien-
tes del mismo fiscal, o alguno de sus parientes colaterales dentro
del segundo grado; 10) Tener el fiscal la calidad de accionista de
una sociedad anónima que sea parte en el caso de cuya investiga-
ción se trate; 11) Tener el fiscal con alguna de las partes amistad
que se manifieste por actos de estrecha familiaridad, o tenerla su
cónyuge, alguno de sus ascendientes o descendientes, o alguno
de sus parientes colaterales dentro del segundo grado; 12) Tener
el fiscal con alguna de las partes enemistad, odio o resentimien-
to que haga presumir que no se halla revestido de la debida ob-
jetividad; 13) Haber el fiscal, su cónyuge, alguno de sus
ascendientes o descendientes, o alguno de sus parientes colatera-
les dentro del segundo grado, recibido de alguna de las partes
un beneficio de importancia, que haga presumir empeñada la gra-
titud del fiscal; 14) Haber el fiscal, su cónyuge, alguno de sus as-
cendientes o descendientes, o alguno de sus parientes colaterales
dentro del segundo grado, aceptado, después de iniciada la in-
vestigación, dádivas o servicios de alguna de las partes, cualquie-
ra que sea su valor o importancia; 15) Tener alguna de las partes
relación laboral con el fiscal o viceversa, y 16) Ser el fiscal deu-
dor o acreedor de alguna de las partes o de su abogado, o serlo
su cónyuge o alguno de sus ascendientes, descendientes o parien-
tes colaterales dentro del segundo grado. Sin embargo, no ten-
drá aplicación la causal del presente número si fuere parte alguna
de las entidades fiscalizadas por la Superintendencia de Seguri-
dad Social, la Superintendencia de Administradoras de Fondos
de Pensiones, la Superintendencia de Instituciones de Salud Pre-
visional, la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financie-
ras, la Superintendencia de Valores y Seguros o u n o de los
Servicios de Vivienda y Urbanización, a menos que estas institu-
ciones u organismos ejerciten actualmente cualquier acción judi-
cial contra el fiscal o contra alguna otra de las personas señaladas
o viceversa".
En cuanto a la competencia para conocer de las inhabilita-
ciones, el artículo 59 de la precitada ley estatuye que "Las inha-
bilitaciones que afecten a un fiscal adjunto serán resueltas por
el Fiscal Regional respectivo. Las que afecten a un Fiscal Regio-
nal serán resueltas por el Fiscal Nacional, y las que afecten a este
208
LAS NORMAS PROCESALES l'ENALES
Último por tres Fiscales Regionales, designados por sorteo de
conformidad al reglamento".
Las inhabilitaciones deben ser informadas de oficio por el
propio fiscal implicado, o pueden ser solicitadas que se decla-
ren por alguna de las partes.
Al efecto, el artículo 56 de la Ley N*^ 19.640 prescribe que
"Los fiscales deberán informar por escrito, al superior jerárqui-
co que corresponda de acuerdo al artículo 59, la causa de inha-
bilitación que los afectare, dentro de las cuarenta y ocho horas
siguientes de tomar conocimiento de ella. De esta actuación que-
dará constancia en el registro.
Sin perjuicio de lo anterior, continuará practicando las dili-
gencias urgentes que sean necesarias para evitar perjuicio a la
investigación".
"Si la declaración de inhabilitación -continúa el artículo bl—
ñiere solicitada por una parte en el procedimiento, el fiscal segui-
rá actuando en el caso respectivo, hasta que se resuelva la petición".
"Cuando la solicitud afectare al Fiscal Nacional, se presentará
ante el Fiscal a quien corresponda subrogarlo, para los efectos de
proceder al sorteo a que alude el inciso primero del artículo 59".
En cuanto a la resolución de las inhabilitaciones de los fiscales
del ministerio público, el artículo 58 de la precitada ley establece:
"La información de oficio sobre la concurrencia de una causal de
inhabilitación, o la solicitud de que se declare, deberá ser resuelta
dentro de tercero día de recibida la presentación respectiva".
"Si se rechaza la concurrencia de la causal, el fiscal seguirá
con la investigación del caso".
"Si se acoge la causal de inhabilitación invocada, se deberá
asignar el caso a otro fiscal para que inicie o continúe la trami-
tación del asunto en que recae".
"La resolución que acoja o rechace la causal de inhabilita-
ción invocada, no será susceptible de reclamación alguna".
126. Incapacidades, incompatibilidades y prohibiciones. En lo
pertinente a las incapacidades, los artículos 60, 61 y 62 de la Ley
N^ 19.640 establecen las siguientes normas:
"No podrán ser fiscales quienes tengan alguna incapacidad
o incompatibilidad que los inhabiUte para desempeñarse como
jueces".
209
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL I'ROC;KSO PENAL
"El Fiscal Nacional y los Fiscales Regionales no podrán ser
i LAS NORMAS PROCESALES PENALES
cónyuge del Presidente de la República, ni estar vinculados con
él por parentesco de consanguinidad o afinidad en línea recta
ni colateral hasta el cuarto grado de consanguinidad o afinidad,
o por adopción".
"Tampoco podrán desempeñarse como fiscales en la Fisca-
lía Nacional, o dentro de una misma Fiscalía Regional, o en cual-
quier cargo dentro de una misma fiscalía, los cónyuges y las
personas que tengan entre sí los vínculos mencionados en el in-
ciso anterior".
En cuanto a las incompatibilidades, el artículo 62 de la Ley
N° 19.640 estatuye: "Las ñmciones de los fiscales del Ministerio
Público son de dedicación exclusiva, e incompatibles con otra fun-
ción o empleo remunerado con fondos públicos o privados, Ex-
cepcionalmente, podrán desempeñar cargos docentes de hasta un
máximo de seis horas semanales, en cuyo caso deberán prolon-
gar su jornada para compensar las horas que no hayan podido
trabajar por causa del desempeño de empleos compatibles".
En lo que atañe a las prohibiciones a que están sujetos los
fiscales del ministerio público, el artículo 63 de la precitada Ley
estatuye:
"Los fiscales que se desempeñen en el Ministerio Público es-
tarán afectos a las siguientes prohibiciones: a) Ejercer la profe-
sión de abogado, salvo que se trate de actuaciones en que estén
involucrados directamente sus intereses, los de su cónyuge, sus
parientes por consanguinidad en línea recta o quienes se en-
cuentren vinculados a él por adopción; b) Intervenir, en razón
de sus funciones, en asuntos en que tengan interés personal o
en que lo tengan el cónyuge, hijos, adoptados o parientes hasta
el tercer grado de consanguinidad y segundo de afinidad inclu-
sive; c) Comparecer, sin previa comunicación a su superior je-
rárquico, ante los tribunales de justicia como parte personalmen-
te interesada, testigo o perito, respecto de hechos de que hubiere
tomado conocimiento en el ejercicio de sus funciones, o decla-
rar en procedimiento en que tengan interés el Estado o sus or-
ganismos; d) Efectuar actuaciones que priven al imputado o a
terceros del ejercicio de los derechos que la Constitución ase-
gura, o lo restrinjan o perturben, sin autorización judicial pre-
via; someter a tramitación innecesaria o dilación los asuntos con-
210
fiados a su conocimiento o resolución, o exigir documentos o
requisitos n o establecidos en las disposiciones vigentes; e) Soli-
citar, hacerse prometer, aceptar o recibir cualquier tipo de pago,
prestación, regalía, beneficio, donativo, ventaja o privilegio, de
cualquier naturaleza, para sí o para terceros, de parte de cual-
quier persona, natural o jurídica, con la cual deban relacionar-
se de cualquier modo, en razón del desempeño de sus funcio-
nes; f) O c u p a r tiempo de la j o r n a d a de trabajo o utilizar
personal, medios materiales o información del Ministerio Públi-
co para fines ajenos a los institucionales; g) Usar su autoridad o
cargo con fines ajenos a sus funciones; h) Tomar, en las eleccio-
nes populares o en los actos que las preceden, más parte que la
de emitir su voto personal; participar en reuniones, manifesta-
ciones u otros actos de carácter político, o efectuar cualquiera
actividad de la misma índole dentro del Ministerio Público, e
i) Incurrir, a sabiendas, en alguna causal de inhabilitación, o per-
mitir que incurran en ella su cónyuge o alguno de los parientes
que pueden generarla".
El artículo 64 ordena, además, que "Los fiscales deberán abs-
tenerse de emitir opiniones acerca de los casos que tuvieren a
su cargo".
Capítulo V
EL TRIBUNAL
127. El órgano jtirisdiccional y sus nominaciones. El juez o el tri-
bunal constituye, fuera del fiscal del ministerio público, el otro
sujeto instrumental, constitutivo de presupuesto de la relación ju-
rídica procesal penal, el cual no es parte, sino que es el órgano
jurisdiccional independiente que actúa "super partes", es decir,
que desarrolla sus funciones instructorias y decisorias en forma
independiente, neutral y autónoma, ostentando potestad superior
por sobre los derechos de los otros sujetos del juicio criminal.
Los órganos jurisdiccionales se clasifican en jueces ordina-
rios y especiales; y, además, en monocráticos o unipersonales y
en colegiados.
211
.^1
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Son órganos jurisdiccionales ordinarios los que ejercen la
jurisdicción general reglamentada en el Código de Procedimien-
to Civil y en el Código Procesal Penal. Al efecto, el artículo 5°,
inciso segundo, del Código Orgánico de Tribunales establece:
"Integran el Poder Judicial, como tribunales ordinarios de justi-
cia, la Corte Suprema, las Cortes de Apelaciones, los Presiden-
tes y Ministros de Corte, los tribunales orales en lo penal, los
juzgados de letras y los juzgados de garantía".
Son jueces especiales los que ejercen jurisdicción en relación
con determinadas y específicas materias señaladas por la ley, como
son los Tribunales Militares, Navales y Aeronáuticos, la Contralo-
ría General de la República en materia de causas sobre cuentas,
los Juzgados de Menores, los Juzgados de Policía Local y otros.
De acuerdo con el léxico que nos ha legado la lengua castella-
na, se denomina juzgados a los órganos jurisdiccionales compues-
tos de un solo juez jurisdicente; y, en cambio, por antonomasia
-como lo señala Fenech-, los colegiados reciben el nombre de tri-
bunales y de magistrados los miembros del colegio.^''^
El artículo 69 del C.RP, ciñéndose a dicha nomenclatura,
se refíere a los juzgados unipersonales y a los tribunales colegia-
dos ordinarios, de la siguiente manera: "Salvo que se disponga
expresamente lo contrario, cada vez que en este Código se hi-
ciere referencia al juez, se entenderá que se alude al juez de ga-
rantía; si la referencia fuere al tribunal de juicio oral en lo penal,
deberá entenderse hecha al tribunal colegiado encargado de
conocer el juicio mencionado".
"Por su parte, la mención de los jueces se entenderá hecha a
los jtieces de garantía, a los jueces del tribunal de juicio oral en lo
penal o a todos ellos, según resulte del contexto de la disposición
en que se utilice. De igual manera se entenderá la alusión al tribu-
nal, que puede corresponder al juez de garantía, al tribunal de jui-
cio oral en lo penal, a la Corte de Apelaciones o a la Corte Suprema".
128. Los jueces y tribunales en lo penal y su competencia. Son
de tal especie los juzgados de garantía y los tribunales orales en
lo penal.
F e n e c h , Miguel, El Proceso Penal, cit., pííg. 35.
212
I AS NORMAS PROCESALES PENALES
En lo relativo a los primeros, el artículo 14 del Código Or-
gánico de Tribunales dispone que "Los juzgados de garantía es-
tarán conformados por uno o más jueces con competencia en
un mismo territorio jurisdiccional que actúan y resuelven uni-
personalmente los asuntos sometidos a su conocimiento".
"Corresponderá a los jueces de garantía:
a) Asegurar los derechos del imputado y demás intervinien-
tes en el proceso penal, de acuerdo a la ley procesal penal;
^
b) Dirigir personalmente las audiencias que procedan, de
conformidad a la ley procesal penal;
c) Dictar sentencia, cuando corresponda, en el procedimien-
to abreviado que contemple la ley procesal penal;
d) Conocer y fallar las faltas penales de conformidad con el
procedimiento contenido en la ley procesal penal;
e) Conocer y fallar, conforme a los procedimientos regula-
dos en el Título I del Libro IV del Código Procesal Penal, las
faltas e infracciones contempladas en la Ley de Alcoholes, cual-
quiera sea la pena que ella les asigne;
f) Hacer ejecutar las condenas criminales y las medidas de
seguridad, y resolver las solicitudes y reclamos relativos a dicha
ejecución, de conformidad a la ley procesal penal, y
g) Conocer y resolver todas las cuestiones y asuntos que este
Código y la ley procesal penal les encomienden".
Además, el artículo 70 C.RP. establece: "El juez de garantía
llamado por la ley a conocer las gestiones a que dé lugar el res-
pectivo procedimiento se pronunciará sobre las autorizaciones
judiciales previas que solicitare el ministerio púWico para reali-
zar actuaciones que privaren, restringieren o perturbaren el ejer-
cicio de derechos asegurados por la Constitución".
"Sin embargo -agrega-, cuando estas actuaciones debieren
efectuarse fuera del territorio jurisdiccional del juzgado de ga-
rantía y se tratare de diligencias urgentes, el ministerio público
también podrá pedir la autorización directamente al juez del juz-
gado de garantía del lugar. En este caso, una vez realizada la di-
ligencia, el ministerio público dará cuenta a la brevedad al juez
de garantía del procedimiento".
En lo que atañe a los segundos órganos jurisdiccionales, el ar-
tículo 1*7 del precitado Código Orgánico estatuye: "Los tribunales
de juicio oral en lo penal funcionarán en una o más salas integra-
213
 INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DEL l'ROCKSO PENAL
das por tres de sus mienbros. Sin perjuicio de lo anterior, podrán
integrar también cada sala otros jueces en calidad de altemos, con
el solo propósito de subrogar, si fiíere necesario, a los miembros
que se vieren impedidos de continuar participando en el desarro-
llo del juicio oral, en los términos que contemplan los artículos 76,
inciso final, y 281, inciso quinto, del Código Procesal Penal".
"Cada sala será dirigida por un juez presidente de sala, quien
tendrá las atribuciones a que alude el artículo 92 y las demás de
orden que la ley procesal penal indique".
De acuerdo con el artículo 18 del Código Orgánico de Tribu-
nales, "Corresponderá a los tribunales de juicio oral en lo penal:
a) Conocer y juzgar las causas por crimen o simple delito,
salvo aquellas relativas a simples delitos cuyo conocimiento y fa-
llo corresponda a un juez de garantía;
b) Resolver, en su caso, sobre la libertad o prisión preventi-
va de los acusados puestos a su disposición;
c) Resolver todos los incidentes que se promuevan durante
el juicio oral, y
d) Conocer y resolver los demás asuntos que la ley procesal
penal les encomiende.
La decisiones de los tribunales de juicio oral en lo penal se
regirán, en lo que no resulte contrario a las normas de este pá-
rrafo, por las reglas sobre acuerdos en las Cortes de Apelaciones
contenidas en los artículos 72, 81, 83, 84 y 89 de este Código".
129. Facultades durante los conflictos de competencia. La ley
se refiere a estas materias distinguiendo entre contiendas y cues-
tiones de competencia.
Las contiendas de competencia son aquellos conflictos de
jurisdicción que se suscitan de oficio entre los tribunales entre
sí; y las cuestiones de competencia son las disputas que se susci-
tan acerca de la jurisdicción de los tribunales promovidas por
las partes en vía incidental, y que a la postre también generan
conflictos o contiendas de competencia.
En lo que atañe a los jueces unipersonales, el artículo 72 del
C.P.P. establece: "Si se suscitare un conflicto de competencia en-
tre jueces de varios juzgados de garantía en relación con el cono-
cimiento de una misma causa criminal, mientras no se dirimiere
dicha competencia cada uno de ellos estará facultado para reali-
214
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
zar las actuaciones urgentes y otorgar las autorizaciones que, con
el mismo carácter, les solicitare el ministerio público".
"De los jueces entre quienes se hubiere suscitado la contien-
da, aquel en cuyo territorio jurisdiccional se encontraren quie-
nes estuvieren privados de libertad en la causa resolverá sobre
su libertad".
130, Efectos de la resolución que dirime la competencia. El ar-
tículo 73 del C.P.P. dispone: "Dirimida la competencia, serán
puestas inmediatamente a disposición del juez competente las
personas que se encontraren privadas de libertad, así como los
antecedentes que obraren en poder de los demás jueces que
hubieren intervenido".
"Todas las actuaciones practicadas ante los jueces que resul-
taren incompetentes serán válidas, sin necesidad de ratificación
por el juez que fuere declarado competente".
El inciso primero del precepto antes transcripto, al emplear
la expresión genérica "dirimida la competencia", da a entender
que se refiere tanto al caso en que se resuelva una cuestión de
competencia promovida a petición de parte, como a una con-
tienda de jurisdicción originada de oficio por alguno de los tri-
bunales en conflicto, pues donde existe la misma razón, es
aplicable idéntica disposición.
Con relación al inciso segundo del artículo preinserto, cabe ha-
cer presente que en la Comisión de la Cámara de Diputados en su
Sesión 23^, de 13 de julio de 1998, antes de ser aprobado el inciso
segundo del artículo 88 del proyecto, hoy artículo 73 del C.P.P., "se
planteó la duda acerca de la validez de las pruebas producidas ante
un tribunal que, al dirimirse el conflicto, resultare incompetente,
en virtud de la sanción de nulidad establecida en el artículo T de
la Constitución respecto de las actuaciones realizadas por órganos
del Estado fuera de la esfera de sus atribuciones".
"Igualmente, se advirtió que una postura que aceptara la ple-
na eficacia de dichos actos judiciales violaría el derecho del im-
putado a ser juzgado por el juez natural que le garantiza el inciso
cuarto del N° 3° del artículo 19 de la Carta Fundamental, vician-
do al precepto de inconstitucionalidad".
"Empero, teniendo en cuent¿i que en Chile nunca ha existido
la tradición de pérdida ni de renuncia por parte del Estado del
215
 INTRODi;(X:iON AL ESTUDIO DEL I'líOÍ^F.SO PENAL
material probatorio, lo que confirma el artículo 6° del antiguo Có-
digo de Procedimiento Penal al obligar a todos los jueces con com-
petencia penal a practicar las primeras diligencias de instrucción
del sumario y a remitirlas al tribunal competente, se estimó que,
con el mérito de este precepto, tales actuaciones eran válidas".^"^
131. Preclusión de los conflictos de competencia. La preclusión
es el fenómeno jurídico que consiste en que la omisión o reali-
zación de un acto anterior obsta o impide que se lleve a efecto *
una actuación procesal posterior, por existir incompatibilidad
entre ambas (infra N°' 274 y sigts.).
En lo que atañe a los conflictos de competencia el artículo 74
del C.P.P. establece una especie de preclusión parcial al estatuir:
"Transcurridos tres días desde la notificación de la resolución que
fijare fecha para la realización de la audiencia del juicio oral, la
incompetencia territorial del tribunal del juicio oral en lo penal
no podrá ser declarada de oficio ni promovida por las partes".
Esta preclusión opera en virtud de un acto anterior, el cual,
en la especie, consiste en "la notificación de la resolución que
fijare fecha para la realización del juicio oral", unida a un plazo
perentorio o de "decadencia", es decir, de pérdida de la facul-
tad del juez de declarar de oficio la incompetencia territorial o
del derecho de las partes de promover la respectiva incidencia,
si no se ejerce tal facultad o derecho dentro del plazo fatal de
tres días (infra N"' 269 y sigts.).
Tal preclusión, sin embargo, es parcial, ya que sólo procede
respecto de la incompetencia territorial, mas no de la que po-
dría derivarse de la materia o del fuero.
En el caso de que se trate de cuestiones de competencia que
afectaren a los jueces de garantía, éstas podrán promoverse des-
de que intervenga alguno de estos letrados en la causa a través
de algún acto de procedimiento que dé inicio a la instrucción,
con el solo alcance de que -como lo señala el inciso 2° del ar-
tículo 74 del C.P.P.-: "Si durante la audiencia de preparación del
juicio oral se planteare un conflicto de competencia, no se sus-
'"•^ C á m a r a d e DipuLaclos, Publicación OficiaL Redacción
págs. 128 y 129.
216
LAS NORMAS PROCESALES 1>KNALKS
penderá la tramitación, pero no se pronunciará la resolución a
que alude el artículo 277 (es decir, el auto de apertura del juicio
oral) mientras no se resolviere el conflicto".
Ello, a contrario sensu, significa que si la cuestión de com-
petencia se plantea antes de la audiencia de preparación del jui-
cio oral, su promoción suspende el procedimiento.
132. Inhabilitación del juez de garantía. El artículo 75 del C.P.P. es-
tablece: "Planteada la inhabilitación del juez de garantía, quien de-
biere subrogarlo conforme a la ley continuará conociendo de todos
los trámites anteriores a la audiencia de preparación del juicio oral,
la que no se realizará hasta que se resolviere la inhabilitación".
133. Inhabilitación de los jueces del tribunal del juicio oral. El ar-
tículo 76 del C.P.P. establece al respecto: "Las solicitudes de inha-
bilitación de los jueces del tribunal de juicio oral d e b e r á n
plantearse, a más tardar, dentro de los tres días siguientes a la no-
tificación de la resolución que fijare fecha para el juicio oral, y se
resolverán con anterioridad al inicio de la respectiva audiencia".
"Cuando los hechos que constituyeren la causal de implican-
cia o recusación -agrega el precepto- llegaren a conocimiento
de la parte con posterioridad al vencimiento del plazo previsto
en el inciso anterior y antes del inicio del juicio oral, el inciden-
te respectivo deberá ser promovido al iniciarse la audiencia del
juicio oral".
"Con posterioridad al inicio de la audiencia del juicio oral,
no podrán deducirse incidentes relativos a la inhabilitación de
los jueces que integraren el tribunal. Con todo, si cualquiera de
los jueces advirtiere un hecho nuevo constitutivo de causal de
inhabilidad, el tribunal podrá declararla de oficio".
"El tribunal continuará funcionando con exclusión del o de
los miembros inhabilitados, si éstos pudieren ser reemplazados de
inmediato en virtud de lo dispuesto en el inciso quinto del artículo
281, o si continuare integrado por, a lo menos, dos jueces que
hubieren concurrido a toda la audiencia. En este último caso, de-
berán alcanzar unanimidad para pronunciar la sentencia defini-
tiva. Si no se cumpliere alguna de estas condiciones, se anulará
todo lo obrado en el juicio oral".
de Sesiones, 1998, Cabe observar que en el caso señalado en el inciso tercero del
i
artículo antes transcripto, si el incidente de inhabilidad no se pro-
217
 INTRODUCCIÓN Al. ESIUDIQ DKL PROCESO I'ENAL
mueve al iniciarse la audiencia del juicio oral, se extingue por "de-
cadencia" o caducidad de la facultad de impetrar del tribunal co-
legiado que se declare incompetente (infra N"' 269 y sigts.).
Con relación al inciso cuarto, antes transcripto, su texto pre-
viene la nulidad de lo obrado en el juicio oral cuando, por la in-
habilitación de alguno de los jueces por causal de implicancia o
recusación, el tribunal quede integrado por u n menor número
de miembros que el necesario para dictar sentencia válidamente.
Así lo previno la Comisión de Constitución, Legislación, Justi*
cia y Reglamento del Senado, en su Sesión 5^ "al convenir que el
problema debía resolverse, en primer término, por aplicación del
mecanismo previsto en el actual inciso quinto del artículo 281 del
C.P.R, conforme al cual el presidente del tribunal puede convocar
a un mayor número de jueces para que integren el tribunal, cuan-
do pueda presumirse que no se podrá cumplir el requisito de la
presencia ininterrumpida de los jueces miembros del tribunal".
"Ahora bien -agregó dicha Comisión-, si no hubiere opera-
do esta fórmula, en términos de que no integrara la sala, desde
el inicio de la audiencia, un juez alterno, deberán seguir cono-
ciendo del juicio los dos jueces restantes, quienes tendrán que
alcanzar unanimidad para pronunciar sentencia definitiva". Con
tal votación unánime, razonó la Comisión que el voto del juez
ausente n o afecta el resultado".^"''
Capítulo VI
EL DEFENSOR
134. Derecho a la defensa. Si bien el inciso 2'' del N° S'' del ar-
tículo 19 de la Constitución Política asegura a todas las perso-
nas el derecho a la defensa jurídica, en el proceso penal tal
asistencia es imperativamente obHgatoria sólo para el imputado
y para el acusado frente a la incriminación de u n hecho puni-
ble; en tanto que para el ofendido o víctima del delito es única-
mente una mera facultad.
'"•'' S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 494.
218
LAS NORMAS PROCESALES VENALES
De ahí que el Código Procesal Penal y los artículos 2** y 35
de la Ley N°19.718, sobre Defensoría Penal Púbhca, establezcan
el derecho de defensa gratuita sólo con respecto al imputado y
al acusado ante los juzgados de garantía, los tribunales orales
en lo penal y las respectivas Cortes, en su caso, sin perjuicio de
los derechos que consagra en favor de la víctima, por estimarse
que aquéllos son quienes requieren protección legal ante el ata-
que que significa la promoción de la acción penal o civil en su
contra, lo que no ocurre en lo que atañe al querellante y al ac-
tor civil en sus calidades de atacantes.
Este derecho, por ser u n presupuesto de la existencia del
defensor, debe ser analizado brevemente, con prelación al esta-
blecimiento de las facultades y de la naturaleza jurídica de este
instrumento subjetivo de la defensa, el cual ha sido establecido
por la ley como medio para realizar el auxilio jurídico del im-
putado y acusado.
Dada la cualidad de inviolable e irrenunciable del derecho a
la defensa que favorece al imputado, constituye u n deber tanto
para éste como para la justicia, ya que si bien la ley le otorga al
indiciado la opción de designar voluntariamente u n defensor de
su confianza, si omite hacerlo por cualquier causa, la designación
del letrado debe efectuarla obligatoriamente el juez o el ministe-
rio público, en su caso (arts. 93 letra b) y 102 del C.P.R).
Lo anterior, sin embargo, n o significa que el imputado ca-
,rezca de atribuciones para hacer valer medios de defensa en for-
jma personal y sin asistencia del defensor, como son, por ejemplo,
la de exigir que se le informe en forma específica y clara de los
lechos que se le imputan, la de presentarse directamente ante
;1 juez con el fin de prestar declaración, o la de solicitar que se
Lctive la investigación, etc. (art. 93 letras a), d) y e) del C.P.R).
Con todo, siempre la actuación personal del imputado deberá
xaer en la denominada por Manzini "defensa material", es decir,
aquella que versa sobre puntos que no requieren conocimientos
jurídicos que hagan necesaria la intervención de un letrado, ya que
silla defensa es de orden "formal o técnico", necesariamente debe-
rajser realizada a través de un abogado como defensor.
Otra de las características del derecho de defensa, fuera de
laá de su condición de inviolable e irrenunciable, es la de per-
manencia, ya que tiene su principio con los actos iniciales de la
inMestigación y continúa ininterrumpidamente en todas las eta-
219
 INTRODUCCIÓN AI.. KSTUDIO DKL I»ROC:KSO I'KNAL
pas del proceso y termina sólo con la ejecución de la sentencia
(arts. 8^ 93 letra b) y 106 del C.P.P.).
Además, la defensa jurídica en el proceso penal es un dere-
cho subjetivo público, tanto por estar establecido como una ga-
rantía individual en la Constitución Política del Estado, cuanto
porque la ausencia del defensor en cualquiera actuación en que
la ley exija expresamente su participación, acarreará la nulidad
de la misma (art. 103 C.P.P.).
135. El defensor y la normativa legal que lo rige. En general,
de acuerdo con el léxico, el defensor es aquel que defiende o
protege; y, desde el punto de vista forense, es la persona que en
el juicio está encargada de la defensa.
El defensor debe ser necesariamente u n letrado idóneo para
actuar y representar enjuicio, cualidad que en la legislación chi-
lena sólo poseen los abogados habilitados para el ejercicio de la
profesión.
De acuerdo con los artículos 8°, 93 letra b) y 102 del Códi-
go Procesal Penal y 52 de la Ley N° 19.718, sobre Defensoría Pe-
nal Pública, el imputado tiene derecho a designar u n defensor
letrado de su confianza o elegir u n defensor público gratuito,
desde los actos iniciales de la investigación, durante todo el pro-
cedimiento y en cualquiera de sus etapas hasta el término de la
ejecución de la sentencia.
Si tal designación no la hace el imputado, el juez, de oficio o a
petición del ministerio público, deberá designarle un defensor gra-
tuito, antes que se produzca la primera audiencia a que ñiere cita-
do el imputado, bajo sanción de nulidad de esta diligencia y de lo
obrado con posterioridad a ella (arts. 8°, 93 letra b) y 102 del C.P.P).
En relación a este punto, la Comisión de Constitución, Le-
gislación, Justicia y Reglamento del Senado, en su Sesión 5^,
"compartió la idea de que, en ningún caso, el defensor deberá
ser nombrado por el ministerio público, que precisamente diri-
ge la investigación y es el titular de la acción penal en contra
del imputado. De esta forma, si éste no designa defensor, el mi-
nisterio público solicitará que se le nombre o el propio juez pro-
cederá a hacerlo, de acuerdo con la ley respectiva. Precisó que
el nombramiento del defensor en aquellos casos en que el pro-
pio imputado no lo hubiere designado, deberá efectuarse antes
220
LAS NORMAS PRC)C;.KSA!.ES PENALES
de la primera audiencia y no desde la primera declaración, ha-
bida consideración a que el imputado no está obligado a decla-
rar, pero, en cambio, el defensor sí debe estar presente en las
audiencias, como requisito de validez de las mismas".^'"'
"Si el imputado se encontrare privado de libertad -estable-
ce el artículo 102 del Código del ramo-, cualqiner persona po-
drá p r o p o n e r para aquél u n defensor determinado, o bien
solicitar se le nombre uno. Conocerá de dicha petición el juez
de garantía competente o aquél correspondiente al lugar en que
el imputado se encontrare".
"El juez dispondrá la comparecencia del imputado a su pre-
sencia, con el objeto de que acepte la designación del defensor".
"La designación de un defensor penal público -agrega el ar-
tículo 107 del precitado Código- no afectará el derecho del im-
putado a elegir posteriormente otro de su confianza; pero la
sustitución n o producirá efectos hasta que el defensor designa-
do aceptare el mandato y fijare domicilio".
A su vez - c o m o lo establece el artículo 106-, "La renuncia
formal del defensor n o lo liberará de su deber de reaUzar todos
los actos inmediatos y urgentes que fueren necesarios para im-
pedir la indefensión del imputado".
"En el caso de renuncia del defensor o en cualquier situación
de abandono de hecho de la defensa, el tribunal deberá desig-
nar de oficio un defensor penal público que la asuma, a menos
que el imputado se procurare antes u n defensor de su confianza.
Con todo, tan pronto este defensor hubiere aceptado el cargo,
cesará en sus funciones el designado por el tribunal".
"La defensa de varios imputados -determina el artículo 105-
podrá ser asumida por u n defensor común, a condición de que
las diversas posiciones que cada u n o de ellos sustentare no fue-
ren incompatibles entre sí".
"Si el tribunal advirtiere u n a situación de incompatibilidad,
la hará presente a los afectados y les otorgará u n plazo para que
la resuelvan o para que designen los defensores que se requi-
rieren a fin de evitar la incompatibilidad de que se. tratare. Si,
vencido el plazo, la situación de incompatibilidad no hubiere
sido resuelta o no hubieren sido designados el o los defensores
""^ S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág, 525.
221
 INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DEI. PROCESO l'KNAL
1 LAS NORMAS PROCESALES PENALES
necesarios, el mismo tribunal determinará los imputados que
debieren considerarse sin defensor y procederá a efectuar los
nombramientos que correspondieren".
Los derechos de los beneficiarios y las obligaciones de la de-
fensa penal pública están reglamentados en la Ley N" 19.718,
publicada en el Diario Oficial de 10 de marzo de 2001.
136. Defensor de confianza y defensor de oficio. En atención
al origen de su nombramiento, los defensores se clasifican en
defensores de confianza y en defensores de oficio.
El defensor de confianza es el designado por el propio impu-
tado, sin perjuicio de que también lo pueda nombrar el indicia-
do por medio de mandatario especialmente autorizado para ello.
Tal designación debe hacerse ante el juez o tribunal, según
la etapa en que se encuentre ia causa, sea por escrito o verbal-
mente, pero siempre en forma expresa, y por ende, no puede
presumirse, toda vez que siendo una investidura de confianza,
^
está determinada por la fe y seguridad que le da al imputado la
persona del letrado, es decir, es un acto intuito personae.
El legislador, sin embargo, no resuelve el caso del imputado
declarado rebelde en orden a señalar si el contumaz está habili-
tado para designar defensor, o si el juez puede, de oficio, nom-
brárselo al latitante en su ausencia.
No obstante, del espíritu de la legislación emana que el im-
putado rebelde puede, mediante poder especial, designar defen-
sor, pues la ley no establece expresamente que la contumacia
extinga tal derecho del que se encuentre ausente; sin perjiúcio
que, además, el juez tenga el deber de proceder de oficio a tal
investidura, para la validez de las actuaciones en que la ley exi-
ge la presencia del defensor, bajo sanción de nulidad.
Si bien el nombramiento del defensor debe ser siempre ex-
preso, la aceptación del encargo por el designado, en cambio,
puede ser también tácita, es decir, es posible que ella se supon-
ga explícita o implícitamente de alguna actuación de defensa
que la evidencie, pero - d e acuerdo con la doctrina- el mero si-
lencio no podría constituirla.
En caso de no existir aceptación expresa o tácita de parte
del defensor de confianza, éste no asume ninguna responsabili-
dad en el proceso, y por ende, no es admisible imputarle el
abandono de la defensa para imponerle medidas disciplinarias.
222
A falta del defensor de confianza nombrado por el imputa-
do, en cualquiera de las diversas etapas del proceso, sean de in-
vestigación, de instrucción, de decisión o de impugnación, obliga
al juez de garantía durante la fase perquisiva y de instrucción, y
al tribunal colegiado en el curso del juicio, a designarle, de ofi-
cio, un defensor gratuito, antes de la realización de la primera
audiencia a que fuere citado el imputado (arts. 8° y 102 C.P.R).
Por lo tanto, a diferencia del nombramiento del defensor de
confianza que puede ser designado facultativamente por el im-
putado; el defensor de oficio debe ser designado obligatoriamen-
te por el juez, a falta de la investidura de un encargado de la
defensa del indiciado.
Además, si el imputado se encontrare privado de libertad --es-
tablece el artículo 102, inciso segundo, del C.P.R-, cualquiera per-
sona podrá concurrir ante el juez de garantía competente para co-
nocer de la causa o ante aquel que correspondiere al lugar en que
el imputado se encontrare, con el objeto de proponerle un defen-
sor determinado o solicitar que el juez le designe un defensor pú-
blico. Eljuez deberá disponer la comparecencia del imputado a su
presencia, a objeto de que acepte la designación del defensor.
137. Facultades del defensor. Están determinadas por la natu-
raleza de los cometidos de defensa que le corresponde asumir
al defensor en su gestión, y se dividen en: funciones de asisten-
cia técnica o formal y en funciones de representación.
La función de asistencia es la labor propia del defensor, y
-como lo establece el artículo 104 del C.P.R- en su desempeño
"...podrá ejercer todos los derechos y facultades que la ley re-
conoce al imputado, a menos que expresamente se reservare su
ejercicio a este último en forma personal".
En consecuencia, al igual que el imputado, podrá ejercer to-
das las atribuciones otorgadas a éste por el artículo 93 del C.P.R,
excepto aquellas que, por su naturaleza o porque la ley lo dis-
ponga, exijan la comparecencia personal del imputado, como
serían, verbigracia, la prestación de declaración indagatoria, la
asistencia a careo, y todas aquellas de índole material relativas a
la investigación del delito y a la determinación del delincuente.
Las funciones de representación del imputado las puede asu-
mir el defensor en todos los casos en que no sea exigible la pre-
223
 INTR0DUC;C10N AL ESTUniC) DEL PROC:KSO PKNAL
sencia personal del imputado, sea en virtud de poder especial,
o en mérito del mandato judicial otorgado a un abogado para
la defensa penal en los términos indicados en ambos incisos del
artículo 7** del Código de Procedimiento Civil.
En todo caso, la ley también le otorga expresa o implícita-
mente esta facultad al defensor al reconocerle el carácter de
mandatario en el artículo 2° de la Ley N"" 18.120 sobre Compa-
recencia enjuicio.
138. Efectos de la ausencia del defensor. El artículo 103 del C.P.P.
establece: "La ausencia del defensor en cualquier actuación en
que la ley exigiere expresamente su parücipación acarreará la nu-
lidad de la misma, sin perjuicio de lo señalado en el artículo 286".
Este último precepto agrega: "La no comparecencia del de-
fensor a la audiencia (del juicio oral en lo penal) constituirá
abandono de la defensa y obligará al tribunal a la designación
de un defensor penal público, de acuerdo con lo dispuesto en
el inciso segundo del artículo 106".
"No se podrá suspender la audiencia por la falta de compa-
recencia del defensor elegido por el acusado. En tal caso, se de-
signará de inmediato u n defensor penal público al que se
concederá un período prudente para interiorizarse del caso".
Con relación a esta materia la Comisión del Senado, en su
Sesión 5^, al referirse a la posibilidad de que el precepto que
castiga con la nulidad la ausencia del defensor en cualquier ac-
tuación en que la ley exigiere expresamente su participación,
pueda ser utilizado como una maniobra dilatoria por parte de
la defensa, expresó que ello se salva con lo dispuesto en el ar-
tículo 286, antes transcrito.^''^
139, Naturaleza jurídica del defensor. La doctrina se encuen-
tra dividida en cuanto al señalamiento o determinación de la
índole jurídica de la función del defensor.
Así, mientras algunos autores la califican como una repre-
sentación, otros le otorgan el carácter de una nunciatura, el de
una substitución procesal, o de la titularidad de un oficio, y aun
el de una relación de intereses subordinados, o una intercesión
S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 525.
224
lAS NORMAS PROCESALES PKNAl.ES
o interpretación, y, por úkimo, algunos le atribuyen la cualidad
de parte instrumental del proceso penal, al igual que el fiscal
del ministerio público.
En realidad, para establecer la cualidad específica de la fun-
ción del defensor, es preciso atender a lo que la legislación de
cada país establece al respecto; pero, en todo caso, es de inte-
rés doctrinario y práctico analizar cada una de las opiniones dog-
máticas antes reseñadas.
La calificación de tal función como una "representación" no
es aceptable -como lo señala Leone, siguiendo a Redenti y Man-
dioli-, "ya por la consideración de que mientras ésta postula una
investidura en el representante de poderes secundarios vinculados
a poderes primarios del representado, el defensor, en cambio, está
investido de un conjunto de poderes (baste recordar el poder de
discusión) que no están atribuidos a la parte; ya por la considera-
ción de que cuando se encuentran juntas las dos personas que de-
berían encarnar los términos subjetivos de la representación (parte
y defensa) queda por ello mismo excluida la representación".*"^
De ahí que Mandioli sostenga que "el poder de la parte y el
del defensor no son, por tanto, ñingibles entre sí, o mejor, idó-
neos para producir los mismos efectos, sino que, por el contra-
rio, se presuponen y se integran recíprocamente". ^"^^
Tampoco puede calificarse al defensor como un "nuncio",
es decir, como el portador de un encargo de defensa, ya que ello
significaría ampliar demasiado las facultades que otorga la nun-
ciatura hasta el extremo de reconocerle una autonomía que su
naturaleza conceptual no permite. Por el contrario, la cualidad
de defensor conlleva ínsita dicha autonomía para el desempe-
ño de su actividad procesal, especialmente en lo relativo al plan-
teamiento técnico o formal de la defensa.
Igualmente, no es posible atribuirle al defensor la cualidad
de "sustituto procesal", es decir, de aquel que tiene el poder de
hacer valer procesalmente enjuicio un derecho ajeno en nom-
bre propio. En efecto, mientras el sustituto se genera siempre
sin la voluntad de la parte; el imputado, en cambio, es el pri-
mer facultado para proceder a la designación del defensor. Asi-
L e o n e , Tralado..., ch., t. I, págs. 574 y 575.
Mandioli, La Reppresentanza nelProcesso Civile, Torino, 1959, t. I, pág. 385.
225
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
mismo, mientras el sustituto actúa en lugar del sustituido en in-
terés propio, el defensor lo hace en nombre y en el interés del
imputado. Por último, el sustituto es absolutamente indepen-
diente del sustituido, lo que no ocurre con el defensor respecto
del imputado.
En lo que atañe a la calificación de la figura del defensor
como la "titularidad de un oficio" -como lo señala Leone, si-
guiendo a Pavanini y Mandrioli-, "si ésta puede servir para en-
c u a d r a r la figura del defensor en u n a categoría unitaria
entendida como el complejo de funciones atribuidas por ley a
un sujeto, se detiene en el aspecto estático y no lleva contribu-
ción alguna a resolver el problema de fondo, que está en la de-
terminación de la naturaleza jurídica del defensor en lo que
concierne a su actividad".^^°
Del mimo modo, otorgarle al defensor el calificativo de mero
gestor de una "relación de intereses subordinados", hipótesis que
se verifica - c o m o lo señala L e o n e - "cuando la actuación de la
relación jurídica es operada en nombre propio por quien actúa
independientemente de la voluntad del titular de la relación,
pero en interés final de él, no es aceptable, porque la defensa
del imputado no es posible que siempre se realice sin su inter-
vención".^^^
A su vez, la concepción de Carnelutti, en el sentido que el
defensor sería u n "intérprete", o en forma más expresiva, un "in-
tercesor" que se interpondría entre quien juzga y el que es juz-
gado, para que éste pueda evitar o mitigar el castigo, no es
tampoco plenamente aceptable. Ello porque, sin duda, el papel
de la defensa no se limita a interpretar, es decir, a hacer com-
prender y explicar bien o mal el asunto sobre el que versa el
proceso, ni interceder como mediador en éste, sino que su fun-
ción fundamental es defender, esto es, alegar y acreditar las ra-
zones o motivos fácticos yjurídicos en virtud de las cuales deben
rechazarse las acciones penales y civiles intentadas en contra del
imputado.
Acertada, en cambio, es la postura del mismo Carnelutti al
sostener que, "sobre la base de la necesidad de que el defensor,
' " L e o n e , Tratado..., cit., L I, págs. 575 y 576.
" Canelutti, Lecciones..., cit., t. I, pág. 238.
226
I AS NORMAS PROCESALES PENALES
lo mismo que el acusador, deben escindirse, el uno del otro,
completamente del juez y del imputado, y así oponerse el uno y
el otro sobre un pie de perfecta paridad. El defensor será, en-
tonces, una parte en sentido instrumental, lo mismo que el mi-
nisterio público, absolutamente desvinculada de la parte en
sentido material".^^^
De acuerdo con este planteamiento del problema, el cual
coincide con lo dispuesto en el artículo 104 del C.P.P. y con el
común de la doctrina, en el sentido que el denominado "poder
procesal" corresponde, dentro del proceso penal, generalmen-
te por igual al imputado y al defensor, a menos que la ley de
manera expresa reserve ai primero la realización de ciertos ac-
tos personalmente, como serían, por ejemplo, prestar declara-
ción indagatoria, asistir a careos y otros.
Lo anterior, sin embargo, no significa que no existan actua-
ciones reservadas en forma exclusiva al defensor, especialmente
aquellas funciones formales que, por tener un carácter técnico-
jurídico, el imputado estaría incapacitado de realizar y, por ende,
corresponde que las lleve a cabo el letrado designado para la
defensa.
En todo caso, lo que realice el defensor en la causa lo debe-
rá hacer en nombre y en el interés exclusivo del imputado, y
por lo tanto afectará sólo a éste, sin más responsabilidad para
el primero que la que pueda emanar de la normativa discipli-
naria que rija al proceso.
De ahí que Vargha haya considerado al defensor como un
alter ego procesal, como el oído y la boca jurídica del imputado,
afirmando que toda separación de los dos representantes de la
parte-defensa es irracional. El defensor es el yo formal del im-
putado. ^^^
A lo anterior agrega Storch: "La relación bilateral es deter-
minable así: ambos, imputado y defensor, constituyen una sola
personalidad de derecho procesal, en la cual el acusado repre-
senta el sujeto principal y el defensor el accesorio. Las declara-
ciones y los actos procesales son de esa única personalidad
"^ Carnelutti, Lecciones..., cit., t. I, pág. 238.
"••'Vargha, Die VeUheidigug in Simfsachen, Viena, 1879, págs. 286 y 345.
227
 INTRODU{"X;i()N AL ESTUDKJ DKI. PROCKSO l'KNAL
procesal: en caso de divergencias o contraste de opiniones, es
decisiva la voluntad del imputado.^^"^
De Marsico, por su parte, insiste en caracterizar al defensor
como un órgano del proceso (al igual que el juez y el acusador),
provisto de derechos propios, aunque en la dirección fínal de
ellos, encaminado a la tutela de intereses ajenos; y a la defensa,
como oficio público del Estado.^'^
Mandrioli, finalmente, afirma que "Los actos llevados a cabo
por ministerio del defensor son actos que constituyen la resultante
de la cooperación de dos actividades que se integran recíproca-
mente. La realidad es que los poderes del defensor son poderes
autónomos respecto de los de la parte, toda vez que constituyen
una fracción de ellos, según una distribución de las competen-
cias respectivas; tal distribución está, por así decirlo, incluida en
el ámbito de la competencia externa, o sea, del poder procesal
que culmina en la parte, por cuanto a ésta y sólo a ésta corres-
ponde la legitimación procesal. Aparece entonces evidente que
el llamado ius postulandi, o titularidad global de los poderes, que
normalmente competen al defensor, lejos de contraponerse a la
legitimación procesal de la parte, constituyen una integración de
ella, o sea, uno de los elementos necesarios para su ejercicio".^^"^
Capítulo VII
EL QUERELLANTE
140. Concepto. Después de habernos referido a la "querella"
como medio de promoción de la acción penal (supra N°' 34 y
sigts.), nos abocaremos ahora al análisis de la situación legal del
"querellante", como sujeto y parte de la relación jurídica proce-
sal penal y acusador en el juicio criminal.
"•' Storch, Beürage sur Lehre van der Partdenvertretung un Strafversahren en. Keits-
chriflfur das-privat-und ojfentiiches Recht, Viena, 1889, t. i, pág. 386.
"^ De Marsico, Reppreseníanza nelDiñtlo Prosc¿'.ssuales Pénale, Milano, 1915, t- I>
pág. 357.
'"' Mandrioli, Reppreseníanza..., cit., t. I, pág. 396.
228
LiVS NORMAS I'ROClíSALKS PENALES
En general se denomina "querellante" al particular que, sien-
do la víctima del delito, por sí o por medio de su representante
legal o heredero testamentario, en caso de incapacidad, promue-
ve la acción penal con el objeto de constituirse en parte acusa-
dora en el proceso criminal.
"También se podrá querellar cualquier persona capaz de pa-
recer enjuicio domiciliada en la provincia, respecto de hechos
punibles cometidos en la misma que constituyeren delitos terro-
ristas, o delitos cometidos por u n funcionario público que afec-
taren derechos de las personas garantizados por la Constitución
o contra la probidad pública".
"Asimismo, podrá deducir querella cualquier persona capaz
de parecer enjuicio domicihada en la región, respecto de deli-
tos cometidos en la misma que afectaren intereses sociales rele-
vantes o de la colectividad en su conjunto" (art. 111 C.P.P.).
141. Capacidad para ser querellante. Para ser querellante se re-
quiere ostentar capacidad procesal, la cual supone la concurren-
cia de las aptitudes legales que la doctrina denomina legitimatio
ad processum y legitimatio ad causam.
La legitimatio ad processum es un atributo de la personalidad
que, al igual que la capacidad de goce del derecho substantivo,
es inherente al ser humano, y aun a las personas jurídicas o idea-
les, la cual se manifiesta en forma genérica, inmutable, poten-
cial, pero estática, como la aptitud jurídica para ser parte en un
proceso, cualquiera, sea éste civil, criminal o contencioso admi-
nistrativo.
La legitimatio ad causam, en cambio, no sólo supone el atri-
buto de la personalidad, sino que, además, ostenta un derecho
o interés que le otorgue a la persona la titularidad para promo-
ver determinada acción, es decir, capacidad de ejercicio, la cual
encierra una idea dinámica, contingente y mutable que otorga
legitimación activa para obrar y ser parte en un proceso deter-
minado.
Esta facultad, o más bien el derecho de acción, en el caso
del proceso penal se lo otorga la ley sólo a la víctima del delito,
tanto por haber sido ofendida en sus derechos como persona,
como por haber sido dañada por el hecho ilícito, sufriendo un
perjuicio patrimonial.
229
 INTRODlJCC:iON AI. liSTUDlO DKL PROCESO PENAL
Si la víctima del delito es incapaz, puede ejercer la acción
penal por intermedio de su representante legal o su heredero
testamentario.
Además la ley confiere "acción popular" para que cualquie-
ra persona capaz se querelle, si se trata de los graves delitos a
que se refiere el precitado artículo 111 del C.P.P.
142. Prohibición de la querella. Excepcionalmente, están inha-
bilitados para deducir querella, por delitos de acción pública o
privada, en determinados casos, entre sí, los cónyuges, a no ser
por delito que uno haya cometido contra el otro o contra sus
hijos, o por el delito de bigamia.
Al efecto, el artículo 116 estatuye: "No podrán querellarse
entre sí, sea por delitos de acción pública o privada: a) Los cón-
yuges, a no ser por delito que uno hubiere cometido contra el
otro o contra sus hijos, o por el delito de bigamia, y b) Los con-
sanguíneos en toda la línea recta, los colaterales y afines hasta
el segundo grado, a no ser por delitos cometidos por unos con-
tra los otros, o contra su cónyuge o hijos".
143. Derechos que otorga la asunción de la cualidad de
querellante. Promovida la acción penal y aceptada ésta a tramita-
ción, el querellante asume tal cualidad, la cual conlleva ínsita la de
parte acusadora del proceso penal, adquiriendo el derecho de in-
tervenir prácticamente en todas las actuaciones del proceso que no
estén reservadas al juez, al ministerio público o a los demás intervi-
nientes, es decir, al imputado, al defensor y a la víctima del delito.
Empero - d e acuerdo con lo dispuesto en el artículo 466 del
C.P.P.- el querellante no podrá intervenir durante la etapa de
la ejecución de la pena, ya que en ésta sólo pueden actuar ante
el juez competente, el ministerio público, el imputado y el de-
fensor.
En cambio, el querellante podrá obrar durante la penden-
cia del procedimiento, y, por ejemplo, proponer diligencias
probatorias para la investigación del delito y la determinación
del delincuente, como igualmente intervenir en la recepción
de las pruebas, solicitar medidas cautelares, reales y persona-
les; pedir la nulidad de las actuaciones procesales irregulares
que le irrogaren perjuicio; oponerse a la decisión del fiscal del
230
LAS NORMAS PROCl-SALF.S PENAI .KS
ministerio público de no iniciar la persecución penal o aban-
donar la iniciada; interponer reclamaciones o tercerías; ape-
lar de la suspensión condicional del procedimiento; solicitar
la reapertura del procedimiento en caso de cesación de la cau-
sal de sobreseimiento temporal; pedir al juez que ordene al fis-
cal del ministerio público que formule acusación; adherir a la
acusación del fiscal del ministerio público o acusar particular-
mente, señalar los vicios formales de que adoleciere el escrito
de acusación, requiriendo su corrección, ofrecer la prueba que
estime necesaria para sustentar la acusación y deducir deman-
da civil; comparecer a la audiencia del juicio oral, hacer alega-
ciones, formular argumentaciones y participar en ia prueba;
promover incidentes e intervenir en el alegato final e interpo-
ner los recursos legales.
144. Cesación de la cualidad de querellante. La cualidad de que-
rellante cesa por el desistimiento y por el abandono de la ac-
ción penal.
"El querellante -establece el artículo 118 del C.P.P.- podrá
desistirse de su querella en cualquier momento del procedimien-
to. En ese caso, tomará a su cargo las costas propias y quedará
sujeto a la decisión general sobre costas que dictare el tribunal
al finalizar el procedimiento".
En cuanto a los efectos del desistimiento, éstos atañen al
pago, por parte del querellante, de las costas a que se refiere el
precepto antes transcrito; y al derecho del querellado a perse-
guir a aquél por las responsabilidades penales y civiles dimanan-
tes de la posible querella o acusación calumniosa, siempre que
ésta haya sido calificada como tal por declaración contenida en
sentencia firme (art. 211 del Código Penal).
Así lo establece, en cuanto a esto último, el artículo 119 del
C.P.P. al prescribir que "El desistimiento de la querella dejará a
salvo el derecho del querellado para ejercer, a su vez, la acción
penal o civil a que dieren lugar la querella o acusación calum-
niosa, y a demandar los perjuicios que le hubiere causado en su
persona o bienes y las costas".
"Se exceptúa el caso -agrega el precepto- en que el quere-
llado hubiere aceptado expresamente el desistimiento del que-
rellante".
231
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCKSO PENAL
En lo relativo al abandono de la querella, el artículo 120 del
precitado Código dispone: "El tribunal de oficio o a petición de
cualquiera de los intervinientes, declarará abandonada la que-
rella por quien la hubiere interpuesto: a) Cuando no adhiriere
a la acusación fiscal o no acusare particularmente en la oportuni-
dad que correspondiere; b) Cuando no asistiere a la audiencia
de preparación del juicio oral sin causa debidamente justifica-
da, y c) Cuando no concurriere a la audiencia del juicio oral o
se ausentare de ella sin autorización del tribunal".
"La resolución que declarare el abandono de la querella será
apelable, sin que en la tramitación del recurso pueda disponer-
se la suspensión del procedimiento. La resolución que negare
lugar al abandono será inapelable".
En cuanto a sus efectos, el artículo 121 del C.RR estatuye: "La
declaración del abandono de la querella impedirá al querellante
ejercer los derechos que en esa calidad le confiere este Código".
Capítulo VIII
LA P O L I C Í A
145. Noción previa. En general, se denomina como policía a
los organismos o cuerpos de funcionarios encargados de resguar-
dar el orden público y la seguridad de los ciudadanos; y, como
policía judicial, a la que tiene por objeto la averiguación de los
delitos y la persecución de los delincuentes.
La creación del ministerio público y el hecho de que a este
nuevo órgano administrativo en el primitivo proyecto del nue-
vo Código Procesal Penal se le otorgara la "superintendencia"
sobre la investigación criminal, subordinando absolutamente a
ella la labor policial, motivó una reacción doctrinaria de las Fuer-
zas de Orden y Seguridad Pública, las cuales - d e acuerdo con
el inciso T del artículo 90 de la Constitución Política- están re-
presentadas por la Policía de Investigaciones y el Cuerpo de Ca-
rabineros de Chile.
Ello determinó que la Comisión de Constitución, Legislación
y Justicia de la Cámara de Diputados, al igual que la Comisión
232
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado
estimaran pertinente conocer las opiniones institucionales de
ambos cuerpos policiales.
Así, al expresar sus respectivos criterios, los representantes
de Investigaciones y Carabineros, no obstante estar plenamen-
te de acuerdo con la dictación del nuevo Código Procesal Pe-
nal, manifestaron, en síntesis, su disconformidad con el hecho
de que, en el proyecto de dicho texto legal, se dispusiera que
los funcionarios policiales debían realizar las labores que di-
cho estatuto les encomendaba, bajo la superintendencia directa
del ministerio público, sin perjuicio de las respectivas depen-
dencias de las autoridades de las instituciones a que pertene-
cieren.
Tal superintendencia -se adujo- significaba la imposición de
una nueva dependencia de los órganos policiales, que, sin duda,
limitaba los procedimientos policiales ordinarios y afectaba el
contenido de las leyes orgánicas y los reglamentos de los respec-
tivos servicios públicos.
Se insinuó, por tanto, que se armonizaran las nuevas dispo-
siciones con la normativa que rige a las instituciones policiales,
y que se coordinaran las labores de los mandatos respectivos, por
cuanto - d e acuerdo con el mismo proyecto- la policía debe ac-
tuar como "auxiliar del ministerio público", manifestando la in-
tención del legislador de que ésta sea una colaboradora directa
e inmediata de la fiscalía, dado que tiene los conocimientos cri-
minalísticos y los medios científico-técnicos para la investigación
de los delitos.
La Cámara de Diputados, atendiendo a dichas observacio-
nes, modificó en varias partes pertinentes y aun eliminó del pri-
mitivo artículo 108 del proyecto las disposiciones que otorgaban
poder disciplinario al Fiscal Nacional del Ministerio Público para
hacer efectiva la responsabilidad administrativa y penal de los
funcionarios policiales.
Posteriormente, al pasar el proyecto del nuevo Código Pro-
cesal Penal a la consideración del Senado, en la Sesión 7^, de 2
de julio del año 2000, se suscitó un prolongado debate por quie-
nes consideraron que la actual redacción del artículo 79 del
C.P.P. colocaba a Carabineros de Chile en una posición desmen-
drada frente la Policía de Investigaciones, no obstante la mayor
233
 INTRODUCCIÓN- AL KSTUDIO DIÍL PROCKSO PENAL
presencia de los primeros en todo el territorio nacional, lo cual
se subsanó otorgando a dicho precepto su actual redacción.'^^
146. Funciones de la policía en el procedimiento penal. El Pá-
rrafo S'' del Título rV del Libro I del Código Procesal Penal, ati-
nente a los SUJETOS PROCESALES, se refiere a la POLICÍA, a pesar
de que ésta no ostenta tal cualidad subjetiva, sino que simple-
mente es una mera auxiliar del ministerio público en su fianción
de dirigir la investigación de los delitos y la determinación de
los delincuentes para los fines del proceso criminal.
En nuestro país la policía es denominada como las Fuerzas
de Orden y Seguridad Pública, la cuales -como lo señala el cita-
do inciso 3° del artículo 90 de la Constitución Política- "...están
integradas sólo por Carabineros e Investigaciones, constituyen la
fiaerza pública y existen para dar eficacia al derecho, garantizar
el orden público y la seguridad pública interior, en la forma que
lo determinen sus respectivas leyes orgánicas...".
La policía preventiva relativa al resguardo del orden públi-
co y la seguridad ciudadana corresponde como norma a Cara-
bineros de Chile; y la policía judicial o represiva de los delitos y
de la delincuencia corresponde tanto a Carabineros como a la
Policía de Investigaciones de Chile.
La función de la policía de investigar los delitos se lleva cabo
auxiliando al ministerio público, quien dirige la investigación,
debiendo los funcionarios policiales acatar sin más trámites las
órdenes que les impartieren los fiscales y los jueces, cuya proce-
dencia, conveniencia u oportunidad no podrán calificar. Ade-
más, los fiscales podrán requerir en cualquier momento los
registros de las actuaciones (art. 88 C.P.P.).
Al efecto el artículo 79 del C.P.P. estatuye: "La Policía de In-
vestigaciones de Chile será auxiliar del ministerio público en las
tareas de investigación y deberá llevar a cabo las diligencias ne-
cesarias para cumplir los fines previstos en este Código, en es-
pecial en los artículos 180, 181 y 187, de conformidad a las
instrucciones que le dirigieren los fiscales. Tratándose de deli-
tos que dependieren de instancia privada se estará a lo dispues-
"•^ Senado, Diario de Sesiones del Senado, a n o 2000, págs. 1125 y sigts.
234
IJ\S NORMAS PROCESALES PENALES
to en los artículos 54 y 400 de este Código. Asimismo, le corres-
ponderá ejecutar las medidas de coerción que se decretaren".
"Carabineros de Chile, en el mismo carácter de auxiliar del
ministerio público, deberá desempeñar las funciones previstas
en el inciso precedente cuando el fiscal a cargo del caso así lo
dispusiere".
"Sin perjuicio de lo previsto en los incisos anteriores -agre-
ga el precepto-, tratándose de la investigación de hechos co-
metidos en el interior de establecimientos penales, el ministerio
público también podrá impartir instrucciones a Gendarmería
de Chile, que actuará de conformidad a lo dispuesto en este
Código".
Del texto legal antes transcripto se desprende que en nues-
tro territorio nacional, las funciones de policía judicial las de-
sempeñan tanto los agentes de la Policía de Investigaciones de
Chile, como los funcionarios del Cuerpo de Carabineros de Chi-
le, pero en este último caso cuando el fiscal competente lo or-
denare.
Además, tales agentes policiales sólo podrán investigar por
iniciativa propia los delitos de acción pública, y, respecto de los
de acción pública previa instancia particular y de los de acción
privada, cuando el afectado, respectivamente, por lo menos hu-
biere denunciado el hecho o hubiere interpuesto querella.
El artículo 82 del C.P.P. contempla el caso de imposibilidad
de inctimplimiento de las órdenes dadas por los fiscales y jue-
ces a los agentes policiales, al disponer: "El funcionario de la
policía que, por cualquier causa, se encontrare impedido de
cumplir una orden que hubiere recibido del ministerio público
o de la autoridad judicial, pondrá inmediatamente esta circuns-
tancia en conocimiento de quien la hubiere emitido y de su su-
perior jerárquico en la institución a que perteneciere".
"El fiscal o el juez que hubiere emitido la orden podrá suge-
rir o disponer las modificaciones que estimare convenientes para
su debido cumplimiento, o reiterar la orden, si en su concepto
no existiere imposibilidad".
Con relación a los preceptos antes transcriptos, la Comisión
de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputa-
dos hizo presente en su Informe rendido en la Sesión 23^, de
13 de enero de 1998, que "una vez aprobada la nueva legisla-
235
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
ción, no sería raro que se produjera en Chile, como ha sucedi-
do en otros países, un problema de poder complicado, que es
el poder real, en que los fiscales tratarán que la policía les obe-
dezca y la policía tratará, de algún modo, de anular tal poder".
"Si en el texto legal las normas son ambiguas en esta mate-
ria, la policía seguirá haciendo lo que quiera y los fiscales ten-
drán muchas dificultades para hacer cumphr sus decisiones".
En lo que respecta a la distinta fianción que se le encomien-
da a la PoHcía de Investigaciones y a Carabineros de Chile, se
explicó que ello obedece a que la primera es la policía que está
al servicio de la investigación criminal. En consecuencia, cual-
quier delito que se conozca, el fiancionario de investigaciones
está obligado a investigarlo, dando parte al ministerio público y
obedeciendo sus órdenes. Carabineros, en cambio, sólo podrá
hacer investigaciones criminales completas cuando el ministe-
rio público se lo ordene".^^^
147. Actuaciones de la policía sin previa orden. Estas son las que
atañen, en síntesis: 1) al auxiUo de la víctima, al aseguramiento
del delincuente, al resguardo del sitio del suceso, a la identi-
ficación y recepción de declaración de testigos, a recibir de-
nuncias y otras; 2) a solicitar y obtener la identificación de
sospechosos; 3) al examen de vestimentas, equipajes y vehícu-
los, y 4) al levantamiento de cadáveres en caso de muerte en la
vía pública.
1) El artículo 83 del C.P.P. establece que "Corresponderá a
los fiíncionarios de Carabineros de Chile y de la Policía de In-
vestigaciones de Chile realizar las siguientes actuaciones, sin ne-
cesidad de recibir previamente instrucciones particulares de los
fiscales: a) Prestar auxilio a las víctimas; b) Practicar la deten-
ción en caso de flagrancia, conforme a la ley; c) Resguardar el
sitio del suceso. Para este efecto impedirán el acceso a toda per-
sona ajena a la investigación y procederá a su clausura, si se tra-
tare de local cerrado, o a su aislamiento, si se tratare de lugar
abierto, y evitarán que se alteren o borren de cualquier forma
los rastros o vestigios del hecho o se remuevan los instrumentos
Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 137.
236
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
usados para llevarlo a cabo, mientras no interviniere personal
experto de la poHcía que el ministerio público designare.
El personal policial experto deberá recoger, idenüficar y
conservar bajo sello los objetos, documentos o instrumentos de
cualquier clase que parecieren haber servido a la comisión del
hecho invesügado, sus efectos o los que pudieren ser udliza-
dos como medios de prueba, para ser remitidos a quien corres-
pondiere, dejando constancia, en el registro que se levantare,
de la individuahzación completa del o los funcionarios policia-
les que llevaren a cabo esta diligencia; d) Identificar los testi-
gos y consignar las declaraciones que éstos prestaren volunta-
riamente, tratándose de los casos a que se alude en las letras
b) y c) precedentes; e) Recibir las denuncias del público, y f)
efectuar las demás actuaciones que dispusieren otros cuerpos
legales".
Además -al tenor del artículo 84 del precitado Código- "Re-
cibida una denuncia, la policía informará inmediatamente y por
el medio más expedito al ministerio público. Sin perjuicio de
ello, procederá, cuando correspondiere, a reahzar las actuacio-
nes previstas en el artículo precedente, respecto de las cuales se
aphcará, asimismo, la obligación de información inmediata.
La razón de los preceptos de este artículo obedece a que
-como lo observó la antes referida Comisión en el informe pre-
citado- "los mayores excesos y abusos se producen en este tran-
ce. Es una cuestión de principios. Los maltratos se producen
en esta clase de interrogatorios. En la práctica, la policía inte-
rroga, lo cual es objeto de numerosas críticas. Hay dos alter-
nativas: o la policía no interroga, salvo que se lo delegue el
fiscal, como se propone; o que la poUcía interrogue en presen-
cia del abogado. Constitucionalmente, el letrado debería inter-
venir en el interrogatorio de la persona que está en presencia
de la policía".
Otro deber de la policía consiste en que - d e acuerdo con el
artículo 104 (actual art. 8 2 ) - "El funcionario de la policía que,
por cualquier causa, se encontrare impedido de cumplir una or-
den que hubiere recibido del ministerio público o de la autori-
dad judicial, p o n d r á inmediatamente esta circunstancia en
conocimiento de quien la hubiere emitido y de su superior je-
rárquico en la institución a que perteneciere".
237
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO WÍL PROCíESO PENAL
Por último -como lo establece el artículo 107 (actual art. 228)
del Código del ramo-, "La policía levantará un registro, en el
que dejará constancia inmediata de las diligencias practicadas,
con expresión del día, hora y lugar en que se hubieren realiza-
do y de cualquier circunstancia que pudiere resultar de utilidad
para la investigación. Se dejará constancia en el registro de las
instrucciones recibidas del fiscal y del juez".
"El registro será firmado por el fiancionario a cargo de la in-
vestigación, y, en lo posible, por las personas que hubieren in-
tervenido en los actos o proporcionado alguna información".
"En todo caso, estos registros no podrán reemplazar las de-
claraciones de la policía en el juicio oral".
Sobre la razón de la última afirmación del precepto antes
transcripto, la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia
de la Cámara de Diputados, en su Informe dado en Sesión de
23 de enero de 1998, sostuvo: "es que se está hablando de una
instrucción. Las instrucciones, en el marco de la reforma, son
desformalizadas. Lo que el ministerio público, con el auxilio de
la policía, recabe como medios probatorios, no tiene pleno va-
lor probatorio en la fase de instrucción o investigación, sólo co-
bra ese valor en el juicio oral".
"El sentido de esta disposición es que no tiene valor proba-
torio en el juicio oral".
"La palabra 'registro' está puesta en el sentido de que se trata
de un acto. Se quiere que cuando la policía haga una diligencia
no la detalle, sino que levante un 'acta' y no que haga un 'par-
te' completo, con interrogaciones. Es un antecedente que de-
p e n d e de la naturaleza de la diligencia. No se p u e d e ser
categórico en que si tiene o no tiene valor probatorio, porque
dependerá de la apreciación del juez".
"A raíz de la afirmación anterior, se sugirió que se dijera que
estos registros no podrán reemplazar las declaraciones de la po-
licía en el juicio oral, ya que en definitiva lo que se quiere es
evitar que se reemplace la declaración personal de los policías y
su confrontación con la lectura del registro".^^^
Cámara de Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, págs. 142 y
143.
238
LAS NORMAS PROC:ESALKS PENALES
2) Otras facultades de actuación de la policía sin previa or-
den atañen al control de la identidad de las personas.
Al respecto, el artículo 85 del C.P.P., modificado por la Ley
N'^ 19.789, prescribe: "Los funcionarios policiales señalados en
el artículo 83 podrán, además, sin orden previa de los fiscales,
solicitar la identificación de cualquier persona en casos funda-
dos, tales como la existencia de un indicio de que ella hubiere
cometido o intentado cometer un crimen, simple delito o falta,
de que se dispusiere a cometerlo, o de que pudiere suministrar
informaciones útiles para la indagación de un crimen, simple
delito o falta. La identificación se realizará en el lugar en que la
persona se encontrare, por medio de documentos de identifi-
cación expedidos por la autoridad pública, como cédula de iden-
tidad, licencia de conducir o pasaporte. El funcionario policial
deberá otorgar a la persona facilidades para encontrar y exhi-
bir estos instrumentos".
"Durante este procedimiento, la policía podrá proceder al
registro de las vestimentas, equipaje o vehículo de la persona
cuya identidad se controla".
"En caso de negativa de una persona a acreditar su identi-
dad, o si habiendo recibido las facilidades del caso no le fuere
posible hacerlo, la policía la conducirá a la unidad policial más
cercana para fines de identificación. En dicha unidad se le da-
rán facilidades para procurar una identificación satisfactoria por
otros medios distintos a los ya mencionados, dejándola en liber-
tad en caso de obtenerse dicho resultado. Si no resultare posi-
ble acreditar su identidad, se le tomarán huellas digitales, las que
sólo podrán ser usadas para fines de identificación y, cumplido
dicho propósito, serán destruidas".
"Los procedimientos dirigidos a obtener la identificación de
una persona en los casos a que se refiere el presente artículo, de-
berán realizarse de la forma más expedita posible, y el abuso en
su ejercicio podrá ser constitutivo del delito previsto y sanciona-
do en el artículo 255 del Código Penal. En caso alguno estos pro-
cedimientos p o d r á n extenderse en su conjunto a u n plazo
superior a las seis horas, transcurridas las cuales la persona que
ha estado sujeta a ellos deberá ser puesta en libertad".
En cuanto a los derechos de la persona sujeta a control de
identidad, el artículo 86 del C.P.P. dispone: "En cualquier caso
239
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
que hubiere sido necesario conducir a la unidad policial a la per-
sona cuya identidad se tratare de averiguar en virtud del artícu-
lo precedente, el funcionario que pracücare el traslado deberá
informarle verbalmente de su derecho a que se comunique a
su familia o a la persona que indicare, de su permanencia en el
cuartel policial. El afectado no podrá ser ingresado a celdas o
calabozos, ni mantenido en contacto con personas detenidas".
3) En cuanto al examen de vestimentas, equipajes o vehícu-
los, el artículo 89 del Código del ramo establece: "Se podrá prac-
ticar el examen de las vestimentas que llevare el detenido, del
equipaje que portare o del vehículo que condujere, cuando exis-
tieren indicios que permitieren estimar que oculta en ellos ob-
jetos importantes para la investigación".
"Para practicar el examen de vestimentas, se comisionará a
personas del mismo sexo del imputado y se guardarán todas las
consideraciones compatibles con la correcta ejecución de la di-
ligencia".
4) En lo pertinente al levantamiento de cadáveres, el artículo
90 del precitado Código dispone: "En los casos de muerte en la
vía pública, y sin perjuicio de las facultades que corresponden a
los órganos encargados de la persecución penal, la descripción a
que se refiere el artículo 181 y la orden de levantamiento del ca-
dáver podrán ser realizadas por el jefe de la unidad policial co-
rrespondiente, en forma personal o por intermedio de u n
funcionario de su dependencia, quien dejará registro de lo obra-
do, en conformidad a las normas generales de este Código".
148. Prohibiciones impuestas a la policía. Son esencialmente
dos: no interrogar autónomamente al imputado, a menos que
éste lo haga voluntariamente o en presencia de su defensor; y
no informar acerca de las diligencias que practique, las cuales
serán secretas para los terceros ajenos al procedimiento.
En lo que atañe a la primera, el artículo 91 del C.P.P, estatu-
ye: "La policía sólo podrá interrogar autónomamente al impu-
tado en presencia de su defensor. Si éste no estuviere presente
durante el interrogatorio, las preguntas se limitarán a constatar
la identidad del sujeto".
"Si, en ausencia del defensor, el imputado manifestare su de-
seo de declarar, la policía tomará las medidas necesarias para
240
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
que declare inmediatamente ante el fiscal. Si esto no fuere po-
sible, la poUcía podrá consignar las declaraciones que se allana-
re a prestar, bajo la responsabilidad y con la autorización del
fiscal". El defensor podrá incorporarse siempre y en cualquier
momento a esta diligencia".
Del contexto del precepto antes transcrito emana que el
imputado no puede ser obligado a declarar, a menos que ac-
ceda libre y espontáneamente a ello, en razón de que la de-
claración indagatoria n o constituye en el nuevo sistema el
medio de prueba que la antigua legislación denominaba "con-
fesión", sino que representa u n medio de defensa del indi-
ciado.
Así lo dejó en claro la Comisión de Constitución, Legislación
y Justicia de la Cámara de Diputados en su Informe dado en Se-
sión 23', de 13 de enero de 1998, al afirmar que "Es una defor-
mación del sistema actual entender la confesión como un medio
de prueba en contra del inculpado. No se puede desvirtuar la
confesión, que es un derecho del imputado de declarar o no
declarar y cuya garantía más elemental es el derecho a guardar
silencio. Ahí subyace este derecho reconocido en todos los ór-
denes procesales de que se tiene conocimiento. Luego no se en-
tiende que la confesión pueda ser legislada o tratada como un
medio probatorio para inculpar a la persona respecto de la cual
se realiza una investigación. Lo lógico es que la confesión pue-
•
da ser un medio de defensa de la persona y no se tome como
un medio para culparla".
"Toda persona tiene derecho a preparar su confesión, con
abogado al lado, para que le señale sus derechos y posibilida-
des en el juicio. Si se la priva de este derecho se la expone a
que esa confesión sea mal utiHzada en su contra".
"Se explicó que este debate era muy propio y comprensible,
por nuestra propia cultura jurídica inquisitiva en materia penal.
De tal manera que el tema de la posibilidad de la confesión re-
sulta mtiy relevante. En el actual derecho comparado la palabra
confesión está eliminada de los códigos. Ya no existe el medio
probatorio llamado confesión. Por eso se usa la expresión "de-
claración" que Manuel Egidio Ballesteros tomó en el Código chi-
leno, declarando en el proyecto que entendía por "declaración"
el modo de donde podían extraerse medios de defensa a favor
241
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKl. FROC;ÜSO P K N A L
del inculpado. Tanto es así, que el Código dice que, cuando la
persona se finja loca o demente o se crea muda, el juez se limi-
tará a advertirle que no entorpecerá la investigación y que se le
puede privar de medios de defensa. Posteriormente, el Código
de don Manuel Egidio fue modificado y se terminó en este sis-
tema. Pero la estructura que le dio ponía el énfasis en la decla-
ración como un medio de procurar defensa al inculpado".^^"^
En lo que respecta a la segunda de las prohibiciones antes
señaladas, el artículo 92 del Código prescribe: "Los funcionarios
policiales no podrán informar a los medios de comunicación so-
cial acerca de la identidad de detenidos, imputados, víctimas,
testigos, ni de otras personas que se encontraren o pudieren re-
sultar vinculadas a la investigación de un hecho punible".
Con relación a este precepto, antes de ser aprobado en los
términos antes transcriptos, en el Informe de la Comisión de
Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados,
dado en Sesión 23^, de 13 de enero de 1998, hizo presente que
"esta disposición resultaba bastante contradictoria con el proyec-
to sobre libertad de prensa, siendo necesario precisar qué es lo
que se quiere evitar que se conozca".
"Se aclaró que el objeto de la disposición era impedir que
los funcionarios policiales proporcionen información a la pren-
sa antes que la conozca el fiscal o el tribunal".
"Sobre lo antes expresado, se observó que la originalidad del
proyecto es que no existe ya el secreto del sumario; todo es pú-
blico en estos procesos, por lo que, en principio, no habría ra-
zón para que la policía esté impedida de p r o p o r c i o n a r la
información a que tienen acceso las partes. No tendría sentido
tener un proceso oral abierto si se prohibe informar".
"Se agregó, además, que el material del proceso penal, es-
trictamente, desde el punto de vista del público, sigue siendo
de acceso restringido, mientras no sea transformado en actua-
ciones judiciales formales y bilaterales, que son públicas. Su ac-
ceso está limitado a los intervinientes en atención a la protección
del honor y de los intereses de aquellos que están amparados
en el principio de la inocencia".
'-" Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, págs. 138 y
139.
242
I AS NORMAS PROCESALES PENALES
"La policía es el órgano más poderoso, en términos de la po-
sibilidad que tiene de destruir los valores individuales, o sea, los
derechos de las personas, porque tiene una capacidad operati-
va muy fuerte, con lo que puede utilizar la violencia. La idea es
que si, además, se le suma la posibilidad de operar a través de
la prensa, la policía se convertiría en un órgano incontrarresta-
ble desde el punto de vista ciudadano. No es lo mismo en el caso
del fiscal o del juez, porque el poder que tienen es básicamente
declarativo".
"A mayor abundamiento, se puso de relieve que efectivamen-
te uno de los ejes del nuevo Código era, obviamente, la publici-
dad que consagra, pero ésta es creciente a medida que avanza
el proceso".
"Se puede definir gráficamente en tres etapas: 1) La etapa de
máxima restricción en cuanto a la publicidad es la de investiga-
ción, en que hay dos entes trabajando. Claramente, la publicidad
tiene que ser diferente. Cuando el fiscal tome conocimiento, con-
juntamente con las partes, de ciertos hechos que le traiga la poli-
cía, si las partes p u e d e n darlos a conocer, o el fiscal cree
procedente que se les dé publicidad, podrán hacerlo. Lo que no
es posible es que la policía en su investigación esté dando a co-
nocer aquellos hechos que está investigando y en los que hay in-
cipientes sospechas respecto de la culpabilidad de la persona.
2) La publicidad será creciente en la medida que avance el pro-
cedimiento y exista convicción sobre la comisión del delito y las
» personas involucradas. 3) La etapa de mayor publicidad es el jui-
cio, que es oral, público y con la mayor transparencia. Los testi-
gos, los inculpados y la defensa están frente al público y podrán
entrar los periodistas".^'"^^
El artículo 92 del C.P.P. establece expresamente la prohibi-
ción impuesta a todos los funcionarios de la policía de infor-
mar a los medios de comunicación social acerca de la identidad
de quienes se encontraren o pudieren resultar vinculados a la
investigación de u n hecho punible. Tal restringida redacción
del artículo 92, que reemplazó la del texto del antiguo artícu-
Cámara d e Diputados, Publicación Oficial Redacción de Sesiones, págs. 140 y
41,
243
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL LAS NORMAS PROCESALES PENALES

lo 105 del Proyecto, que prohibía absolutamente a dichos fun- público en su función de "dirigir" la investigación, fue reempla-
cionarios policiales dar informaciones acerca de las diligencias zada por la palabra "dirección".
que practicaren, sus resultados y de las órdenes que debieren Así lo hizo presente la Comisión de Constitución, Legislación
cumplir, corresponde a la opinión de la Comisión de Consti- yjusücia de la Cámara de Diputados en el Informe dado en Se-
tución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado. Sin em- P' sión 23', antes citada, al exponer que "El artículo 100 (hoy art.
bargo, esta Comisión, en su Sesión 5^, aclarando su postura, 80), relativo a la superintendencia del ministerio público sobre
"estuvo de acuerdo en dar mayor transparencia a la gestión los funcionarios policiales que cumplan funciones previstas en
policial en el sentido que sus actividades sean conocidas, siem- este Código, fue objeto de controversia, particularmente en
pre que exista la debida coordinación con el fiscal del caso o cuanto el concepto de "superintendencia" parece ir más allá de
esté prevista dentro de las instrucciones generales que sean lo funcional, siendo como una especie de "tuición" sobre todo.
aplicables. Es oportuno recordar - a g r e g ó - que cuando esta Por esto, sería mejor decir "dirección".
Comisión aprobó el actual artículo 64 de la Ley Orgánica Cons- "Se advirtió que era importante que quedara claro que hay
titucional del Ministerio Público, que impide a los fiscales emi- una subordinación. No es tarea entre iguales. Uno da la orden
tir opiniones acerca de los casos que tuvieren a su cargo, dejó y el otro la cumple. Es una situación de dependencia".
constancia que ello no les vedaba la posibilidad de informar "Con el fin de subsanar los reparos formulados por Carabi-
sobre ellos".^^^ neros, se sugirió que la dirección del ministerio público fuera
para los efectos de la instrucción". 123
149, Dirección y no superintendencia del ministerio público. El
artículo 80 del C.P.P, modificado por la Ley N° 19.789, establece:
"Los funcionarios señalados en el artículo anterior que, en cada
caso, cumplieren fixnciones previstas en este Código, ejecutarán
sus tareas bajo la dirección y responsabilidad de los fiscales y de
acuerdo a las instrucciones que éstos les impartieren para los efec-
i
tos de la investigación, sin perjuicio de su dependencia de las au-
toridades de la institución a la que pertenecieren".
"También deberán cumplir las órdenes que les dirigieren los
jueces para la tramitación del procedimiento".
"Los funcionarios antes mencionados deberán cumplir de in-
mediato y sin más trámite las órdenes que les impartieren los fis-
cales y los jueces, cuya procedencia, conveniencia y oportunidad
no podrán calificar, sin perjuicio de requerir la exhibición de la
autorización judicial previa, cuando correspondiere, salvo los ca-
sos urgentes a que refiere el inciso final del artículo 9°, en ios cua-
les la autorización judicial se exhibirá posteriormente".
Como se hizo presente anteriormente, la primitiva "super-
intendencia" que el proyecto del Código otorgaba al ministerio

^' ••^ S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 506. '•^^ Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 138.

244 245
 TÍTULO VIII
LOS ACTOS J U R Í D I C O S PROCESALES PENALES

Capítulo I
GENERALIDADES

150. Los hechos y los actos jurídicos. El proceso penal es una

manifestación procesal evolutiva que, como tal, se expresa y de-
sarrolla en el tiempo por medio de hechos y actos que producen
efectos de crear, modificar o extinguir derechos u obligaciones
sea entre las partes, sea entre éstas y el juez.
Hecho es, en términos generales, todo suceso que acontece
en el mundo, ya emane de la naturaleza o del hombre.
Si tal acontecimiento produce el efecto de dar nacimiento,
modificar o extinguir derechos u obligaciones, toma el nombre
de hecho jurídico; y si no los produce, constituye un simple he-
cho material o inmaterial irrelevante para el Derecho.
El hecho jurídico natural puede provenir de la naturaleza, y
aun del hombre cuando éste lo ejecuta u omite en forma incons-
ciente, instintiva, casual o involuntaria, sin la intención de pro-
ducir consecuencias jurídicas, y éstas, sin embargo, se originan
o producen.
El acto jurídico, por su parte, es el hecho ejecutado por el
hombre con la voluntad o intención de producir efectos de de-
recho, y lo es - c o m o lo señala Carnelutti- "en cuanto derive de
él un cambio en las relaciones jurídicas preexistentes.
Si tal hecho voluntario se realiza sin la intención de darle
un fin determinado, sino que el efecto jurídico que conlleva pro-
viene sólo de su propia naturaleza fenoménica, tal suceso cons-
tituye un "acto jurídico puro y simple".

247
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL P R ( X ; K S 0 PENAL
Si, por el contrario, dicho hecho humano voluntario se eje-
I LAS NOIÜVIAS PRCX^ESALES PENALES
cuta con la intención de que cause determinadas consecuencias
jurídicas dirigidas al cumplimiento de un fin, el cual, al estar fiae-
ra de su naturaleza fenoménica, aparece definido solamente por
el propósito del sujeto, toma el nombre de "negocio jurídico".
151. Los hechos y los actos jurídicos procesales penales. Silos
antes referidos hechos y actos producen efectos de derecho in-
mediatos y directos en el proceso penal, sea que tengan su ori-
gen fuera o dentro de él, toman el nombre de hechos y actos
jurídicos procesales penales. Entre tales hechos y actos, se com-
prenden tanto a las acciones como a las omisiones que produz-
can consecuencias jurídicas en el juicio criminal.
Los hechos jurídicos procesales penales son, por lo tanto,
los que tienen influencia en el juicio criminal y pueden prove-
nir: ora de la naturaleza, ora de la conducta del hombre, si éste
los realiza u omite sin la intención de producir efectos de de-
recho en el proceso y ellos ocurren solamente como consecuen-
cia de la propia idiosincrasia de la acción ejecutada u omisión
cometida.
Ejemplos de hechos jurídicos naturales propiamente tales
son: la muerte del imputado, el transcurso del tiempo; y de he-
chos jurídicos naturales del hombre, la ausencia de las partes
del proceso por enfermedad, el comportamiento irregular del
imputado por sobreveniencia de enajenación mental.
Si tales actos jurídicos procesales penales son ejecutados u
omitidos por el hombre, fuera o dentro del proceso criminal,
con la intención de que produzcan efectos en cuanto a la cons-
titución, evolución, modificación o extinción de la relación pro-
cesal, toman el n o m b r e de "negocios jurídicos procesales
penales".
De lo anterior se desprende, por lo tanto, que mientras el
"acto jurídico procesal penal" es el género, el "negocio jurídico
procesal penal" es la especie, de manera que al usar en térmi-
nos generales en adelante el vocablo "actos", se debe entender
que aludimos a uno u otro de ellos indistintamente, según los
casos de que se trate.
Se ha suscitado, empero, discusión doctrinaria acerca del al-
cance del hecho jurídico voluntario que da origen al acto o ne-
248
gocio jurídico procesal, es decir, si éste debe quedar reducido
al ámbito estrictamente procesal y a los sujetos procesales, o si,
por el contrario, puede provenir exteriormente de cualquier su-
jeto ajeno al proceso penal.
Al respecto, sin embargo, se ha impuesto el criterio finalísti-
co o sustancial que sostiene que tienen la cualidad de actos o
negocios jurídicos procesales penales todos aquellos hechos vo-
luntarios, anteriores o coetáneos al inicio o transcurso de la re-
lación procesal, que tengan influencia inmediata y directa en el
cumplimiento de los fines del proceso penal.
De acuerdo con ello, si bien la denuncia y la querella son
actos jurídicos procesales penales, porque promueven el ini-
cio de la acción penal; no lo son, en cambio, la declaración
de inadmisibilidad de la querella y la condena en costas del
querellante, por tratarse -como lo observa L e o n e - de actos pri-
vadísticos que no atañen al desenvolvimiento de la relación pro-
cesal.
Por eso, tampoco son actos jurídicos procesales penales la
anulación del matrimonio, como supuesto de la acción por los
delitos de bigamia, adulterio o concubinato; ni la renuncia ex-
presa a la querella por delito de acción privada; ni los documen-
tos acompañados como prueba al proceso, por no constituir
antecedentes o actuaciones que operen como elementos dirigi-
dos a la constitución, desarrollo, modificación o extinción de la
relación procesal.
152. Requisitos délos actos jurídicos procesales penales. Se re-
fieren a los supuestos relativos al lugar, tiempo y modo que de-
ben concurrir para la eficacia de los actos jurídicos procesales
penales.
El lugar en que deben realizarse los actos procesales es, como
norma, el correspondiente al territorio jurisdiccional del juez o
tribunal que deba conocer del proceso.
El tiempo se refiere a la oportunidad en que deben expe-
dirse o ejecutarse los actos procesales de acuerdo con la ley o la
resolución del juez.
Y el modo atañe a las formalidades o maneras de expresión
que deben cumplirse en la realización de tales actos jurídicos,
de acuerdo con la normativa procesal.
249
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
153. Lugar en que deben realizarse ios actos procesales
penales. De acuerdo con lo dispuesto en el artículo T del Códi-
go Orgánico de Tribunales: "Los tribunales sólo podrán ejercer
su potestad en los negocios y dentro del territorio que la ley les
hubiere respectivamente asignado".
"Lo cual no impide que en los negocios de que conocen pue-
dan dictar providencias que hayan de llevarse a efecto en otro
territorio".
"Será competente para conocer de un delito -agrega el ar-
tículo 157 del mismo texto- el tribunal en cuyo territorio se hu-
biere cometido el hecho que da motivo al juicio".
Ambas disposiciones antes transcriptas indican como lugar
genérico en que deben llevarse a cabo los actos jurídicos proce-
sales penales, el del territorio en que ejerza jurisdicción el tri-
bunal competente para conocer del proceso.
A su vez, el lugar específico en que deben realizarse tales ac-
tos es, como norma, el del recinto o sede del tribunal respecti-
vo, según se desprende del contexto de los artículo 311 y 312
del C.O.T, los cuales disponen, por una parte, que "Los jueces
están obligados a residir constantemente en la ciudad o pobla-
ción donde tenga asiento el tribunal en que deban prestar sus
servicio" y, por la otra, que "Están igualmente obligados a asis-
tir todos los días a la sala de su despacho, y a permanecer en
ella desempeñando sus funciones durante cuatro horas como
mínimo cuando el despacho de causas estuviere al corriente, y
de cinco horas, a lo menos, cuando se hallare atrasado...".
Tal precepto está modificado en lo que respecta a los jueces
de los tribunales orales en lo penal y los jueces de garantía por
el artículo 312 bis del Código Orgánico de Tribunales, el cual
establece lo siguiente: "Los jueces de tribunales de juicio oral
en lo penal tendrán obligación de asistir a su despacho por 44
horas semanales".
"Los jueces de juzgados de garantía -agrega el inciso segundo-
deberán asistir a su despacho por 44 horas semanales, debiendo
establecerse un sistema o turno que permita la disponibilidad
de un juez de garantía en lajurisdicción fuera del horario nor-
mal de atención de los tribunales".
Además, cabe hacer presente que lo anterior tiene una apli-
cación aun más estricta si se considera que tanto la audiencia
de preparación del juicio oral, como el juicio oral mismo, se ri-
250
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
gen por el principio de la "inmediación", el cual exige la pre-
sencia ininterrumpida en la sala de despacho del tribunal del
juez, el ministerio público, el imputado y su defensor, además
de los peritos y testigos (arts. 284 y sigts. del C.P.P.).
154. Tiempo u oportunidad en que deben ejecutarse los actos
procesales. En forma previa, antes de entrar en el tema, es pre-
ciso distinguir la diferencia que existe entre las voces "plazos" y
"términos", que son las expresiones que, de manera a menudo
confusa, emplea el legislador al referirse al tiempo u oportuni-
dad de la realización de los actos procesales penales, sin adver-
tir que se tratan de conceptos diferentes.
En efecto, mientras la voz "plazo" se refiere al período de
tiempo durante el cual puede realizarse un acto procesal, sin la
determinación del momento en que éste puede llevarse a cabo,
el cual queda entregado al arbitrio del ejecutor de la actuación,
la expresión "término", en cambio, señala el momento preciso
y determinado en que el acto debe ser ejecutado.
Así, verbigracia, son "plazos": el de dos años, a contar de la
fecha de la formalización de la instrucción, que el artículo 247
del C.P.R le otorga al ministerio público para declarar el cierre
de la investigación; y el de cinco días siguientes a la notificación
de la resolución impugnada, que el artículo 366 del mismo tex-
to confiere para interponer en su contra recurso de apelación.
Por el contrario, es "término" el establecido en los artículos
339 y 343 del Código del ramo, al prescribir que "la sentencia
definitiva que recayere en el juicio oral deberá ser pronunciada
en la audiencia respectiva, comunicándose la decisión relativa a
la absolución o condena".
En lo relativo al tiempo de la realización de los actos jurídi-
cos procesales penales, ya se trate de plazos o términos, el ar-
tículo 14 del C.P.P. establece que "Todos los días y horas serán
hábiles para las actuaciones del procedimiento penal y no se sus-
penderán los plazos por la interposición de días feriados".
Inclusive - d e acuerdo con lo dispuesto en el artículo 313 del
Código Orgánico de Tribunales-, los días y horas del feriado ju-
dicial, que corre desde el F de febrero al 1** de marzo de cada
año, son hábiles para las actuaciones en el proceso penal.
"No obstante -agrega el inciso V del precitado artículo 14
del C.P.P.-, cuando un plazo de días concedido a los intervinien-
251
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCESO FKNAL
tes venciere en día feriado, se considerará ampliado hasta las
I LAS NORMAS PROCESALES PENALES
veinticuatro horas del día siguiente que no fuere feriado".
155. Clasificación de los plazos procesales penales. Estos pla-
zos pueden ser legales o judiciales, prorrogables o improrroga-
bles, comunes o individuales, de horas, días, meses o años.
Los plazos son, como su denominación lo indica, los señala-
dos por la ley, como son, verbigracia: el de 5 días otorgado por
el artículo 161 del C.P.P. para promover la nulidad de los actos
procesales; el de 10 días fijado por el artículo 170 para que el
juez, de oficio o a petición de parte, deje sin efecto la decisión
del fiscal del ministerio público de no iniciar la persecución pe-
nal o abandonar la ya iniciada; y los plazos de 3 días para inter-
poner el recurso de reposición; el de 5 días para apelar y de 10
días para recurrir de nulidad, establecidos en los artículos 362,
366 y 372 del precitado Código.
Los plazos judiciales son los que fija el juez, como es, por
ejemplo, el que señala el juez de garantía para el cierre de la
investigación, de acuerdo con el artículo 234 del Código del
ramo.
Los plazos fatales son aquellos que, en forma perentoria, se-
ñalan un lapso dentro del cual debe realizarse el acto procesal
para que sea eficaz, entendiéndose irrevocablemente extingui-
do, por el ministerio de la ley, el derecho a hacerlo valer des-
pués de vencido el espacio de tiempo señalado por el legislador.
Los plazos no fatales son, a contrario sensu, aquellos con cuya
expiración no se extingue el derecho para cuya ejecución se ha
señalado un período de tiempo determinado (art. 64 del Códi-
go Civil).
El artículo 16 del C.P.P. establece la regla general, en el sen-
tido de que "Los plazos establecidos en este Código son fatales
e improrrogables, a menos que se indicare expresamente lo con-
trario".
Los plazos prorrogables son aquellos que el juez puede pro-
longar o diferir para la realización de un acto o diligencia des-
pués de vencido el señalado por la ley para su ejecución.
El artículo 16 del C.P.P. dispone que "Los plazos estableci-
dos en este Código son fatales e improrrogables, a menos que
se indicare expresamente lo contrario".
252
El mismo legislador, sin embargo, establece una excepción
genérica que autoriza la prórroga de los plazos en caso de un
entorpecimiento imprevisto e imposible de resistir, al prescribir,
en el artículo 17 del Código del ramo: "El que, por un hecho
que no le fuere imputable, por defecto en la notificación, por
fuerza mayor o por caso fortuito, se hubiere visto impedido de
ejercer un derecho o desarrollar una actividad dentro del plazo
establecido por la ley, podrá solicitar al tribunal un nuevo pla-
zo, que le podrá ser otorgado por el mismo período. Dicha soli-
citud deberá formularse dentro de los cinco días siguientes a
aquel en que hubiere cesado el impedimento".
Este artículo consagra en nuestro Derecho lo que la doctri-
na denomina "restitución en términos", instituto que tiene ínti-
ma relación con la "decadencia o caducidad", por estar ésta
determinada por aquél. Ambas instituciones las analizaremos
más adelante al tratar en particular de dichos fenómenos jurí-
dicos (infra N°^ 269, 270 y sigts.).
Los plazos pueden ser comunes o individuales. Los prime-
ros corren conjuntamente para todas las partes intervinientes.
Los segundos se conceden separadamente para cada una de ellas
en forma individual.
Ejemplos de plazos individuales son: los establecidos para in-
terponer los recursos de apelación y casación que corren separa-
damente para las partes desde su respectiva notificación. Es plazo
común, verbigracia, el de diez días otorgado a las partes intervi-
nientes para reclamar de la decisión del fiscal de no iniciar la per-
secución penal en el caso previsto en el artículo 170 del C.P.P.
Los plazos pueden ser, del mimo modo, dilatorios, que son
aquellos que impiden la realización de una actividad procesal,
en tanto el lapso que la ley señala no haya vencido.
156. Cómputo de los plazos procesales penales. El cómputo, es
decir, la determinación concreta del transcurso del plazo, debe
realizarse tomando en cuenta la unidad de tiempo de horas, días,
meses o años que, para tales efectos, en cada caso señala la ley
En lo que a la primera especie de plazos atañe, el artículo
15 del C.P.P. prescribe que "Los plazos de horas establecidos en
este Código comenzarán a correr inmediatamente después de
ocurrido el hecho que fijare su iniciación, sin interrupción".
253
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
En otras palabras, los plazos de horas corren en esta sede
desde el instante mismo en que ha ocurrido el hecho y sin de-
tenerse hasta su expiración.
En cuanto a los demás plazos, éstos se rigen por el precepto
del artículo 48 del Código Civil, el cual establece:
"Todos los plazos de días, meses o años de que se haga men-
ción en las leyes o en los decretos del Presidente de la Repúbli-
ca, de los tribunales o juzgados, se entenderá que han de ser
completos; y correrán además hasta la medianoche del último
día del plazo".
"El primero y el último día de un plazo de meses o años de-
berán tener un mismo número en los respectivos meses. El pla-
zo de u n mes podrá ser, por consiguiente, de 28, 29, 30 ó 31
días, y el plazo de un año, de 365 ó 366 días, según los casos".
"Si el mes en que ha de principiar un plazo de meses o años
contare de más días que el mes en que ha de terminar el plazo,
y si el plazo corriere desde alguno de los días en que el prime-
ro de dichos meses excede al segundo, el último día del plazo
será el último día de este segundo mes".
"Se aplicarán estas reglas a las prescripciones, a las califica-
ciones de edad, y en general a cualesquiera plazos o términos
prescritos en las leyes o en los actos de las autoridades chilenas;
salvo que en las mismas leyes o actos se disponga expresamente
otra cosa".
157. Renuncia de los plazos. Aplicando el principio estableci-
do por el artículo 12 del Código Civil, en orden a que "Podrán
renunciarse los derechos conferidos por la leyes, con tal que sólo
miren al interés individual del renunciante, y que no esté pro-
hibida su renuncia"; el artículo 18 del Código de Procedimien-
to Penal autoriza a las partes del juicio criminal para abstenerse
de gozar o aprovecharse total o parcialmente de los términos
procesales.
Al efecto, tal precepto dispone: "Los intervinientes en el pro-
cedimiento podrán renunciar, total o parcialmente, a los plazos
establecidos en su favor, por manifestación expresa".
"Si el plazo fuere común, la abreviación o la renuncia reque-
rirán el consentimiento de todos los intervinientes y la aproba-
ción del tribunal".
254
LAS NORMAS PROC:ESALES PENALES
En Otras palabras, si el plazo es individual, las antes nombra-
das partes están facultadas para renunciar a él libremente, siem-
pre que sea en forma expresa.
En cambio, si el plazo es común, sólo podrán renunciar a él
todas las partes expresamente de consuno, y con la autorización
del tribunal.
158. Modo o forma de los actos procesales penales. Si bien las
formas procesales comprenden, en general, también a los requi-
sitos de lugar y tiempo, antes analizados, en este apartado nos
referiremos, en particular, a las formalidades propiamente tales,
esto es, a los modos de expresión que deben cumplir para su
eficacia los actos del procedimiento penal.
La observancia de las formas procesales tiene la importan-
cia de que cubre la imperiosa necesidad de orden que debe in-
formar al proceso penal. Por eso es que, de manera principal y
eminente, su establecimiento está normado por la ley, hasta tal
punto que su incumplimiento puede originar: ora la nulidad del
acto irregular; ora la necesidad de su corrección para que pro-
duzca efectos de derecho; ora la ineptitud para producir las con-
secuencias jurídicas previstas como su fin; ora su conversión en
cuanto a los efectos perseguidos por su ejecutor.
En cuanto a la nulidad de los actos procesales en esta sede,
el artículo 159 del C.P.P. establece que "Sólo podrán anularse
las actuaciones o diligencias judiciales defectuosas del procedi-
miento que ocasionaren a los intervinientes un perjuicio repa-
rable únicamente con la declaración de nulidad. Existe perjuicio
-agrega el precepto- cuando la inobservancia de las formas pro-
cesales atenta contra las posibilidades de actuación de cualquiera
de los intervinientes en el procedimiento".
De acuerdo con lo anterior, por lo tanto, cada vez que el in-
cumplimiento de las formalidades legales obstruya o impida la
posibilidad de actuar en el proceso a las partes o a terceros in-
tervinientes, se considerará que se les ha irrogado un "perjuicio
de índole procesal" que los legitima para impetrar la nulidad
de la respectiva actuación.
Tal "perjuicio procesal", además -al tenor del artículo 160
del precitado texto-, se presumirá de derecho, "...si la infrac-
ción hubiere impedido el pleno ejercicio de las garantías y de
255
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
los derechos reconocidos en la Constitución, o en las demás
leyes de la República". Así, por ejemplo, ocurre, entre otros ca-
sos, cuando el juicio se realiza sin la presencia del acusado, o
cuando falta la asistencia del defensor en las actuaciones que
la ley la exige.
Ahora bien, si la irregularidad en la expresión del acto pro-
cesal imperfecto no causa tal perjuicio sui géneris, como ocurri-
ría, por ejemplo, si la demanda civil entablada en el proceso penal
omite el cumplimiento de los requisitos indicados en los N°' 4° y
5° del artículo 254 del Código Civil, relativos a la exposición cla-
ra de los hechos y de los fundamentos de derecho en que se apo-
ya, o la enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión,
de las peticiones que se someten al fallo del tribunal, en estos ca-
sos, tal omisión no causará su nulidad, sin perjuicio que el juzga-
dor rechace la acción por carencia de fundamentación y de parte
petitoria.
Diversa es la situación que se presenta cuando los vicios for-
males, aun cuando no irroguen perjuicio, resultaren insubsana-
bles, pues, en esta eventualidad, la actuación procesal quedará
sin efecto, o producirá consecuencias jurídicas diversas a las pre-
vistas, convirtiéndose aquélla en otra diferente. Así ocurrirá, ver-
bigracia, si carece de los requisitos exigidos por la ley, evento
en que el juez la declarará "inadmisible", sin perjuicio de po-
nerla en conocimiento de los fiscales del ministerio público para
que sea tenida como denuncia.
La nulidad procesal y la inadmisibilidad son tratadas latamen-
te más adelante (infra N°' 258 y sigts. y 277).
159. Formalidades procesales generales y especiales. Son de la
primera clase las de común y obligatorio cumplimiento para to-
dos lo actos y diligencias procesales; y de la segunda, las estable-
cidas para cada acto o actuación procesal en particular.
Las formalidades generales atañen, principalmente, a la exi-
gencia implícita de que los actos y actuaciones procesales deben
expresarse en el idioma oficial o lengua castellana que impera
en Chile.
Por otra parte, los actos procesales, además de manifestarse
en nuestro idioma, deben, según los casos, expresarse por es-
crito u oralmente.
256
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
En lo que a los actos escritos respecta, el artículo 61 del Có-
digo de Procedimiento Civil, aplicable en general al caso, en vir-
tud de lo dispuesto en el artículo 52 del Código Procesal Penal,
ordena que: "De toda actuación deberá dejarse testimonio es-
crito en el proceso, con expresión del lugar, día, mes y año en
que se verifique, de las formalidades con que se haya produci-
do y de las indicaciones que la ley o el tribunal dispongan". "A
continuación y previa lectura -agrega-, firmarán todas las per-
sonas que hayan intervenido; y si alguna no sabe o se niega a
firmar, se expresará esta circunstancia". "La autorización del fun-
cionario a quien corresponda dar fe o certificado del acto -ter-
mina-, es esencial para la validez de la actuación".
Sin embargo, en una modalidad especial aplicable al proce-
so penal, las actuaciones realizadas por o ante el juez de garan-
tía durante la instrucción y en la audiencia de preparación del
juicio oral, deben reducirse por escrito en registros que conten-
gan una relación resumida de aquéllas, de manera que reflejen
fielmente la parte esencial de lo actuado, con la descripción de
sus circunstancias y del lugar, día y hora en que se hubieren lle-
vado a cabo (arts. 39 y sigts. del C.P.P.).
"Las resoluciones judiciales -establece, por su parte, el artícu-
lo 37 del C.P.P.- serán suscritas por el juez o por todos los miem-
bros del tribunal que las dictare. Si alguno de los jueces no
pudiere firmar se dejará constancia del impedimento".
"No obstante lo anterior, bastará el registro de la audiencia
respecto de las resoluciones que se dictaren en ella".
Sin perjuicio de lo anterior - c o m o lo establece el inciso
final del artículo 61 del Código de Procedimiento Civil-, las
resoluciones para su validez deberán, además, ser autorizadas
por el secretario del órgano jurisdiccional que las hubiere dic-
tado.
Igualmente -como lo establece el artículo 36 del C.P.P.- "Será
obligación del tribunal fundamentar las resoluciones que dictare,
con excepción de aquellas que se pronunciaren sobre cuestiones
Qe mero trámite. La fundamentación expresará sucintamente,
pero con precisión, los motivos de hecho y de derecho en que
^e basaren las decisiones tomadas".
"La simple relación de los documentos del procedimiento o
'^ mención de los medios de prueba o solicitudes de los intervi-
257
 ^w
INTRODUCCIÓN AL. ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
nientes -agrega el precepto- no sustituirá en caso alguno la fun-
damentación".
De igual modo, deben formularse por escrito: la querella,
la demanda civil, el anuncio de formalización de la acusación,
la acusación, el acto de apertura del juicio oral, las actas de
lo actuado en éste, la sentencia y otras diligencias que la ley
señala.
Por el contrario, debe manifestarse oralmente: el desarrollo
de la audiencia de preparación del juicio oral y la audiencia del
juicio oral, tanto en lo relativo a las alegaciones y argumenta-
ciones de las partes, como en lo pertinente a las declaraciones
del acusado, a la recepción de las pruebas y, en general, a toda
intervención de quienes participen en ella. Igualmente, las re-
soluciones en esta etapa del proceso deben ser dictadas y fun-
damentadas verbalmente.
Las formalidades especiales, en cambio, son innumerables,
y en cada caso particular están indicadas por la ley para cada
acto o actuación procesal específica de que se trate.
Capítulo II
ACTIVIDAD PROCESAL
Párrafo r
Comunicaciones entre autoridades
160. Enumeración. Bajo este epígrafe, el Título II del Libro I
del Código de Procedimiento Penal, se refiere a las formalida-
des que rigen, especialmente en el proceso penal, con relación
a ciertos sucesos y actos de importancia que producen efectos
jurídicos en el juicio criminal.
Al respecto, dicho Título trata de los plazos -antes analiza-
dos-, de las comunicaciones entre las autoridades, de las notifi-
caciones, de las citaciones judiciales, de las resoluciones y de
otros actos judiciales, como igualmente del registro de las actua-
ciones y de las costas, materias todas que son objeto del presen-
te capítulo.
258
IJ\S NORMAS PROCESALES PENALES
16 L Comunicaciones entre autoridades, requerimiento de dili-
gencias e información. Se refieren a las peticiones de informa-
ción y a la realización de diligencias impetradas por los diversos
órganos jurisdiccionales entre sí, y por los fiscales del ministe-
rio público y los tribunales con competencia en lo criminal con
respecto a otras autoridades u organismos públicos.
Al efecto, el artículo 19 del C.P.P. establece: "Todas las auto-
ridades y órganos del Estado deberán realizar las diligencias y
proporcionar, sin demora, la información que les requirieren el
ministerio público y los tribunales con competencia en lo pe-
nal. El requerimiento contendrá la fecha y lugar de expedición,
los antecedentes necesarios para su cumplimiento, el plazo que
se le otorgare para que se llevare a efecto y la determinación
del fiscal o tribunal requirente".
"Con todo, tratándose de informaciones o documentos que
en virtud de la ley tuvieren carácter secreto, el requerimiento
se atenderá observando las prescripciones de la ley respectiva,
si las hubiere, y, en caso contrario, adoptándose las precaucio-
nes que aseguraren que la información no será divulgada".
"Si la autoridad requerida retardare el envío de los antece-
dentes solicitados o se negare a enviarlos, a pretexto de su ca-
rácter secreto o reservado y el fiscal estimare indispensable la
realización de la actuación, remitirá los antecedentes al fiscal
regional quien, si compartiere esa apreciación, solicitará a la
Corte de Apelaciones respectiva que, previo informe de la au-
toridad de que se tratare, recabado por la vía que considerare
más rápida, resuelva la controversia. La Corte adoptará esta de-
cisión en cuenta. Si fuere el tribunal el que requiriere la in-
formación, formulará dicha solicitud directamente a la Corte
de Apelaciones".
"Si la razón invocada por la autoridad requerida para no en-
viar los antecedentes solicitados fuere que su publicidad pudie-
re afectar la seguridad nacional, la cuestión deberá ser resuelta
por la Corte Suprema".
"Aun cuando la Corte llamada a resolver la controversia re-
chazare el requerimiento del fiscal, por compartir el juicio de
la autoridad a la que se hubieren requerido los antecedentes,
podrá ordenar que se suministren al ministerio público o al tri-
bunal los datos que le parecieren necesarios para la adopción
259
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
de decisiones relativas a la investigación o para el pronuncia-
miento de resoluciones judiciales".
"Las resoluciones que los ministros de Corte pronunciaren
para resolver estas materias no los inhabilitarán para conocer,
en su caso, los recursos que se dedujeren en la causa de que se
tratare".
En lo que atañe a las solicitudes entre tribunales, el artículo
20 del Código del ramo establece que "Cuando un tribunal de-
biere requerir de otro la realización de una diligencia dentro
del territorio jurisdiccional de éste, le dirigirá directamente la
solicitud, sin más menciones que la indicación de los anteceden-
tes necesarios para la cabal comprensión de la solicitud y las de-
más indicadas en el inciso primero del artículo anterior".
"Si el tribunal requerido rechazare el cumplimiento del trá-
mite o diligencia indicado en la solicitud, o si transcurriere el
plazo fijado para su cumplimiento sin que éste se produjere, el
tribunal requirente podrá dirigirse directamente al superior je-
rárquico del primero, para que ordene, agilice o gestione direc-
tamente la petición".
De acuerdo con el artículo 21, "Las comunicaciones señala-
das en los artículos precedentes podrán realizarse por cualquier
medio idóneo, sin perjuicio del posterior envío de la documen-
tación que fuere pertinente".
Párrafo T
Las notificaciones en el proceso penal
162. Generalidades. De acuerdo con lo dispuesto en el artícu-
lo 32 del Código del ramo, las notificaciones que hubieren de
efectuarse a los intervinientes en el procedimiento penal, se ri-
gen, en general, por las normas contempladas en el Título VI
del Libro I, del Código de Procedimiento Civil, en lo no previs-
to especialmente al respecto en el Código Procesal Penal.
Las notificaciones pueden ser personales, por cédula, por el
estado diario y de otras formas especiales propuestas por los in-
tervinientes y aceptadas por el tribunal como eficaces.
Es aplicable en la sede procesal penal la norma general con-
tenida en el artículo 40 del Código de Procedimiento Civil, la
260
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
cual establece que "En toda gestión judicial, la primera notifi-
cación a las partes o personas a quienes hayan de afectar sus re-
sultados, deberá hacérseles personalmente, entregándoseles
copia íntegra de la resolución y de la solicitud en que haya re-
caído, cuando sea escrita".
Al igual que todas las actuaciones judiciales, estas diligencias
deben cumplir con requisitos de lugar, tiempo y modo en su eje-
cución.
El lugar se refiere al sitio o paraje en que deben efectuarse.
El tiempo a los días y horas en que pueden ser llevadas a cabo.
Y el modo, a los funcionarios competentes para efectuarlas, a
su contenido y a la manera o forma de su realización.
163. Lugares en que deben efectuarse las notifícaciones en el
proceso penal. La ley distingue con respecto a los lugares en que
deben ser practicadas estas diligencias entre notificaciones per-
sonales, por cédula u otras formas y notificaciones por el esta-
do diario.
En lo que atañe a las primeras, el artículo 41 del Código de
Procedimiento Civil establece: "En los lugares y recintos de li-
bre acceso público, la notificación personal se podrá efectuar
en cualquier día y a cualquier hora, procurando causar la me-
nor molestia posible al notificado".
Igualmente, son lugares hábiles para practicar la notificación,
sea esta personal o por cédula, el oficio del secretario, la casa
que sirva de despacho del tribunal, y la oficina o despacho del
ministro de fe que practique la notificación. Los jueces, sin em-
bargo, no podrán ser notificados en el local en que desempe-
ñen sus funciones.
El Código Procesal Penal agrega otros tres lugares donde debe
efectuarse la notificación, sea esta personal o por cédula, en lo
que respecta: al ministerio público, al interviniente que ha desig-
nado defensor o mandatario y al imputado privado de libertad.
El artículo 27 dispone: "El ministerio púbHco será notifica-
do en sus oficinas, para lo cual deberá indicar su domicilio den-
tro de los límites urbanos de la ciudad en que funcione el
tribunal e informar a éste de cualquier cambio del mismo".
El artículo 28 establece: "Cuando un interviniente en el pro-
cedimiento contare con defensor o mandatario constituido en
261
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DIÍL i'ROCKSO PF.NAL
él, las notificaciones deberán ser hechas solamente a éste, salvo
que la ley o el tribunal dispusiere que también se notifique di-
rectamente a aquél".
Por último, el artículo 29 estatuye: "Las notificaciones que
debieren realizarse al imputado privado de libertad se le harán
en persona en el establecimiento o recinto en que permanecie-
re, aunque éste se hallare fuera del territorio jurisdiccional del
tribunal, mediante la entrega, por un funcionario del estableci-
miento y bajo la responsabilidad del jefe del mismo» del texto
de la resolución respectiva. Al efecto, el tribunal podrá remitir
dichas resoluciones, así como cualquier otro antecedente que
considerare relevante, por cualquier medio de comunicación
idóneo, tales como fax, correo electrónico u otro".
"Si la persona a quien se debiere notificar no supiere o no
pudiere leer, la resolución le será leída por el funcionario en-
cargado de notificarla".
"No obstante lo dispuesto en el inciso primero, el tribunal po-
drá disponer, por resolución fundada y de manera excepcional,
que la notificación de determinadas resoluciones al imputado pri-
vado de libertad sea practicada en el recinto en que funcione".
En cuanto a la notificación por cédula, la cual -al tenor del
artículo 48 del Código de Procedimiento Civil- consiste en la
entrega de una cédula u hoja de papel escrito y firmado que con-
tenga copia íntegra de la resolución y de los datos necesarios
para su acertada inteligencia, es de menor aplicación en el pro-
ceso penal por su carácter oral.
En efecto, en la sede procesal penal no existen resoluciones
que reciban la causa a prueba que deban notificarse por cédu-
la, y las que ordenan la comparecencia personal de las partes se
cumplen por medio de citaciones judiciales, de tal suerte que
de acuerdo con las reglas generales, procedería sólo para noti-
ficar las sentencias definitivas dictadas por escrito en el proce-
dimiento oral y en el procedimiento abreviado, a menos que el
fallo afecte al imputado privado de libertad, el cual debe ser no-
tificado personalmente del fallo absolutorio o condenatorio.
Igualmente, procederá la notificación por cédula cuando la
ley o el juez lo ordenen expresamente, y respecto de las resolu-
ciones que sean dirigidas a los fiscales del ministerio público, a
los defensores y aun a los intervinientes, después de su primera
262
LAS NORMAS PROCKSALES PENALES
intervención en el procedimiento, las cuales deberán ser efec-
tuadas en el domicilio que los afectados hayan señalado de acuer-
do con el mandato de la ley.
Al efecto, el artículo 26 del C.P.P. establece que "En su pri-
mera intervención en el procedimiento los intervinientes debe-
rán ser conminados por el juez, por el ministerio público, o por
el funcionario público que practicare la primera notificación, a
indicar un domicilio dentro de los límites urbanos de la ciudad
en que funcionare el tribunal respectivo, y en el cual puedan
practicárseles las notificaciones posteriores. Asimismo, deberán
comunicar cualquier cambio de su domicilio".
"En caso de omisión del señalamiento del domicilio o de la
comunicación de sus cambios, o de cualquier inexactitud del
mismo o de la inexistencia del domicilio indicado, las resolucio-
nes que se dictaren se notificarán por el estado diario. Para tal
efecto, los intervinientes en el procedimiento deberán ser ad-
vertidos de esta circunstancia, lo que se hará constar en el acta
que se levantare".
"El mismo apercibimiento se formulará al imputado que fue-
re puesto en libertad, a menos que ello fuere consecuencia de
un sobreseimiento definitivo o de una sentencia absolutoria eje-
cutoriados".
Se exceptúan, sin embargo, del requisito de ser notificadas
las resoluciones en el "domicilio" señalado por el notificado, las
siguientes:
a) Las que afecten al imputado privado de libertad, las cua-
les se harán en persona, por un funcionario del establecimien-
to penal en que aquél se encuentre recluido, aunque se hallare
fuera del territorio jurisdiccional del tribunal que haya dictado
la resolución;
b) Las resoluciones pronunciadas durante las audiencias ju-
diciales, las cuales - d e conformidad con lo prescrito por el ar-
tículo 30 del Código del r a m o - "...se entenderán notificadas a
los intervinientes en el procedimiento que hubieren asisüdo o
debido asistir a las mismas. De estas notificaciones se dejará cons-
tancia en el estado diario, pero su omisión no invalidará la no-
tificación".
"Los interesados podrán pedir copias de los registros en que
constaren estas resoluciones, las que se expedirán sin demora".
263
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Con relación a este punto, la Comisión de Constitución, Le-
gislación, Justicia y Reglamento del Senado, en su Sesión 5^,
"consideró más apropiado aludir a las 'resoluciones judiciales'
que se pronuncien durante las audiencias, para evitar conñisio-
nes en aquellos casos en que el tribunal dispone de un plazo
para escriturarlas, los que no quedan comprendidos en esta dis-
posición. Suprimió también la referencia a las resoluciones dic-
tadas inmediatamente después de los debates, ya que éstas
integran la audiencia, por lo que quedan comprendidas en la
norma precedente. Finalmente, aclaró que la falta de constan-
cia en el estado diario no produce la nulidad de la notificación,
en virtud del conocimiento personal que ya tomaron de ella los
intervinientes."^^^
c) Las notificaciones por el estado diario, las cuales rigen res-
pecto de las resoluciones para las cuales la ley no establezca una
forma especial de notificación. Esta especie de notificaciones - d e
acuerdo con el artículo 32 del C.P.R- se practicarán "incluyéndose
en un estado diario de la manera que señala el artículo 50 del Có-
digo de Procedimiento Civil" (infra N° 169).
d) Las notificaciones personales, las que - d e acuerdo con el
inciso primero del artículo 41 del Código de Procedimiento Ci-
vil- podrán realizarse tanto en el "domicilio" de la persona por
notificar como en la casa que sirve de despacho al tribunal, en
el oficio del secretario de éste, en la oficina del ministro de fe
que practique la notificación, o en lugares y recintos de libre
acceso público.
164. Tiempo en el cual pueden practicarse las notifícaciones,
En el proceso penal -según lo establece el artículo 14 del Códi-
go del r a m o - no existen días ni horas inhábiles para las actua-
ciones de procedimiento, y no se suspenden los plazos por la
interposición de días feriados.
De acuerdo con lo anterior, por lo tanto, siguiendo la regla
general, las notificaciones en el juicio criminal podrán efectuarse
en días hábiles o festivos, inclusive durante las noches de unos
u otros, y aun durante el período del feriado judicial.
S e n a d o (Anexo Documentos) Diario de Sesiones del Senado, pág. 455.
264
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
En la Sesión 23^, de 13 de enero de 1998, la Comisión de
Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados,
en su Informe rendido al respecto, hizo presente que, durante
la discusión del proyecto, "se argumentó que habría una con-
tradicción conceptual entre declarar que todos los días y horas
son hábiles para practicar diligencias procesales y al mismo tiem-
po, respecto de ciertos intervinientes, como son los fiscales del
ministerio público y los defensores, constreñir, en el artículo 27
del Código, el lugar a un punto, sus oficinas, en que, obviamen-
te, no se atiende todos los días ni a todas horas".
"En forma complementaria, se calificó como espantoso ha-
ber aprobado que todas las horas son hábiles, lo que significa
que a las cuatro horas de la madrugada se puede notificar un
embargo en un proceso penal, lo que puede ser de lo más agra-
viante".
"En sentido inverso, se señaló que la interpretación de este
artículo debe hacerse dentro del contexto de la nulidad proce-
sal. No hay nulidad sin perjuicio, de tal manera que aunque se
diga que al fiscal hay que notificarlo en su oficina y se le notifi-
ca en la plaza pública, la notificación cumplió con su cometido
- q u e es dar conocimiento de la resolución- y no se podría pe-
dir su nulidad, porque no tiene perjuicio. Sería un acto irregu-
lar, pero no es anulable. Por lo tanto, es una declaración bastante
programática".
165. Quiénes deben efectuar las notificaciones en el procedi-
miento penal. Al respecto, el artículo 24 del C.P.P. establece: "Las
notificaciones de las resoluciones judiciales se realizarán por los
funcionarios del tribunal que hubiere expedido la resolución,
que hubieren sido designados para cumplir esta función por el
juez presidente del comité de jueces, a propuesta del adminis-
trador del tribunal".
"El tribunal podrá ordenar que una o más noüficaciones de-
terminadas se practiquen por otro ministro de fe o, en casos ca-
lificados, y por resolución fundada, por un agente de la policía".
La Cámara de Diputados había eliminado del primitivo pro-
yecto la disposición que disponía que "también podría ordenar-
se por los tribunales la prácdca de notificaciones por parte de
los funcionarios de policía", lo que fue rectificado por el Sena-
265
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEI, PROCESO PENAL
do, razón por la cual, en la actualidad, los jueces tienen la fa-
cultad discrecional para designar a los agentes policiales que rea-
licen tales actuaciones.*^^
166. Contenido de la notificación. El artículo 25 del C.RP. es-
tablece: "La notificación deberá incluir una copia íntegra de la
resolución de que se tratare, con la identificación del proceso
en el que recayere, a menos que la ley expresamente ordenare
agregar otros antecedentes, o que el juez lo estimare necesario
para la debida información del notificado o para el adecuado
ejercicio de sus derechos".
Cabe observar que, en todo caso, esta especie de notificación
debe efectuarse incluyendo copia íntegra de la resolución de que
se tratare, pues la Comisión de Constitución, Legislación, Justi-
cia y Reglamento del Senado, en la Sesión 5^ (Anexo de Docu-
mentos), eliminó el inciso que autorizaba la notificación en
extracto, tanto por ser más demoroso y difícil para los tribuna-
les su confección cuanto porque con ello se arriesgaría incluso
el derecho de defensa del notificado.^^^
167. Procedencia y modo de efectuar las notificaciones perso-
nales. Al respecto el artículo 40 del Código de Procedimiento
Civil, que regla el caso en virtud del artículo 32 del C.RR, esta-
blece: "En toda gestión judicial, la primera notificación a las par-
tes o personas a quienes hayan de afectar sus resultados, deberá
hacérseles personalmente, entregándoseles copia íntegra de la
resolución y de la solicitud en que haya recaído, cuando sea es-
crita".
Esta disposición es plenamente aplicable respecto de las per-
sonas que no hubieren comparecido a ninguna actuación ante-
rior del procedimiento penal, las cuales necesariamente deben
ser notificadas personalmente de la primera gestión o resolución
del proceso que la afecte.
Ahora bien, si la persona por notificar no es ubicada para
notificarla en los lugares antes señalados, es aplicable al caso el
'^^ Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 120.
'^•^ Senado, Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 458.
266
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
artículo 44 del Código de Procedimiento Civil, el cual estable-
ce: "Si buscada en dos días distintos en su habitación, o en el
lugar en que habitualmente ejerce su industria, profesión o em-
pleo, no es habida la persona a quien debe notificarse, se acre-
ditará que ella se encuentra en el lugar del juicio y cuál es su
morada o lugar donde ejerce su industria, profesión o empleo,
bastando para comprobar estas circunstancias la debida certifi-
cación del ministro de fe".
"Establecidos ambos hechos, el tribunal ordenará que la no-
tificación se haga entregando las copias a que se refiere el ar-
tículo 40 a cualquiera persona adulta que se encuentre en la
morada o en el lugar donde la persona que se va a notificar ejer-
ce su industria, profesión o empleo. Si nadie hay allí, o si por
cualquiera otra causa no es posible entregar dichas copias a las
personas que se encuentren en esos lugares, se fijará en la puerta
un aviso que dé noticia de la demanda, con especificación exacta
de las partes, materia de la causa, juez que conoce de ella y de
las resoluciones que se notifican".
"En caso que la morada o el lugar donde pernocta o el lu-
gar donde habitualmente ejerce su industria, profesión o em-
pleo, se encuentre en un edificio o recinto al que no se permite
libre acceso, el aviso y las copias se entregarán al portero o en-
cargado del edificio o recinto, dejándose testimonio expreso de
esta circunstancia".
El caso antes contemplado por el legislador se refiere al evento
de que, habiendo el receptor efectuado las dos búsquedas lega-
les, en días distintos, en la morada, residencia, domicilio o en el
lugar en que ejerza habitualmente sus labores la persona a quien
deba notificarse personalmente, no fuere habida, circunstancia
que autoriza para practicar la notificación mediante la entrega de
las copias respectivas a cualquiera persona adulta que se encuen-
tre en el lugar, siempre que esté comprobado que, en realidad,
en dicho sitio vive o trabaja en forma habitual el notificado.
Nótese, sin embargo, que en esta sede, al igual de lo que ocu-
rre en el procedimiento civil, se exige que el ministro de fe debe
comprobar debidamente que la persona por notificar se encuen-
tre en el lugar del juicio, a fin de prevenir su indefensión.
La segunda situación es la que se presenta cuando efectua-
das las dos búsquedas que prescribe la ley, no es habido quien
267
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCF.SO PENAL
deba ser notificado ni existe persona adulta que reciba las co-
pias correspondientes, en tal caso se fijará un aviso en la puerta
del domicilio o morada del notificado.
168. Procedencia y modo de practicar las notificaciones por
cédula. Esta especie de notificación es sólo procedente con res-
pecto a las resoluciones expresamente señaladas por la ley, o
cuando lo ordenare el tribunal respectivo.
Deberá, cuando proceda, efectuarse en el domicilio señala-
do por el notificado de acuerdo con el mandato del artículo 26
del C.P.R, antes transcrito, haciendo entrega del contenido de
la notificación a la persona que allí se encontrare o fijando su
contenido en la puerta, si no se encontrare a persona mayor de
edad.
En otros términos, esta clase de notificación por cédula sólo
puede realizarse en el "domicilio" que el notificado haya fijado
en su primera comparecencia al juicio, y no en su mera mora-
da, residencia, lugar en que ejerce habitualmente sus labores o
donde se encontrare, pues estos lugares sólo son hábiles para
practicar las notificaciones personales, o la especial indicada en
el artículo 44 del Código de Procedimiento Civil, cuando bus-
cada la persona por notificar dos veces, en días distintos, por el
ministro de fe en dichos lugares para notificarla personalmen-
te, no fuere habida.
Además, cabe observar que, por expreso mandato de la ley,
esta clase de notificación, si se refiere a los fiscales del ministe-
rio público, debe efectuarse necesariamente para su validez en
las oficinas que éstos hayan indicado como "domicilio" dentro
de los limites urbanos de la ciudad en que funcione el tribunal.
Para los efectos anteriores debe entenderse por domicilio
-al tenor del artículo 59 del Código Civil- "la residencia acom-
pañada, real o presuntivamente, del ánimo de permanecer en
ella", pues el intérprete debe dar a este concepto el significado
que la ley señala.
En cuanto a la forma de practicar la notificación, ésta debe
llevarse a cabo -como lo indica el precepto antes transcripto-
entregando las copias respectivas a una persona que se encuen-
tre en el "domicilio" del notificado o fijándolas en la puerta de
éste.
268
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
169. Procedencia y modo de practicar las notificaciones por el
estado diario. De acuerdo con el contexto del artículo 50 del
Código de Procedimiento Civil y artículos 24 y siguientes del
C.PR, deben notificarse por el estado diario las resoluciones que
no tengan fijada otra forma de notificación por la ley, y, en es-
pecial, las que afecten a los intervinientes en el proceso penal
que no hayan señalado en su primera comparecencia al juicio
penal domicilio dentro de los límites urbanos de la ciudad que
sirve de asiento al tribunal respectivo.
De lo anterior se desprende que la notificación por el esta-
do diario es la de general aplicación en el proceso penal, es de-
cir, procede siempre a falta de precepto legal que establezca de
modo expreso otra forma especial de realizarla.
En cuanto a la manera como se practica tal clase de notifi-
cación, ésta - d e acuerdo con lo dispuesto en el artículo 50 del
Código de Procedimiento Civil- se lleva a cabo mediante la in-
clusión de los datos de la respectiva resolución en una lista o
estado que deberá formarse y fijarse diariamente en la secreta-
ría de cada tribunal, con las siguientes indicaciones: la fecha del
día en que se forme, el número de orden que le corresponda
en el rol general, expresado en cifras y en letras, el nombre del
imputado y de las partes intervinientes o de los primeros que
figuren en dicho carácter, el número de resoluciones dictadas,
y la firma y sello del secretario del tribunal.
"Estos estados -agrega el inciso 3° del precepto antes cita-
d o - se mantendrán durante tres días en un lugar accesible al
público, cubiertos con vidrios o en otra forma que impida ha-
cer alteraciones en ellos; y, encuadernados por orden rigoroso
de fechas, se archivarán mensualmente".
"De las notificaciones hechas en conformidad a este artícu-
lo, se pondrá testimonio en los autos".
170. Procedencia y manera de practicar otras formas de notifi-
cación. El legislador en el artículo 31 del C.P.P. establece que
"Cualquier interviniente en el procedimiento podrá proponer
para sí otras formas de notificación, que el tribunal podrá acep-
tar si, en su opinión, resultaren suficientemente eficaces y no
causaren indefensión".
269
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL. PROCF.SO PENAL
Estas formas especiales de notificación deberán ser propues-
tas al juez exclusivamente por los íntervinientes en el juicio cri-
minal, y sólo se podrán emplear si el juez las acepta como
eficaces y no causaren indefensión.
Tales especies de notificación pueden ser, verbigracia: por
carta certificada, por correo con aviso de recepción, por fax o
por avisos en los periódicos, etc.
Párrafo S'^
Comunicaciones y citaciones del ministeño público y del juez
171. Las comunicaciones del ministerio público. El artículo 22
del C.P.P. prescribe: "Cuando el ministerio público estuviere
obligado a comunicar formalmente alguna actuación a los demás
Íntervinientes en el procedimiento, deberá hacerlo, bajo su res-
ponsabilidad, por cualquier medio razonable que resultare eficaz.
Será de cargo del ministerio público acreditar la circunstancia
de haber efectuado la comunicación".
"Si un interviniente probare que por la deficiencia de la co-
municación se hubiere encontrado impedido de ejercer opor-
tunamente un derecho o desarrollar alguna actividad dentro del
plazo establecido por la ley, podrá solicitar un nuevo plazo, el
que le será concedido bajo las condiciones y circunstancias pre-
vistas en el artículo 17" (infra N° 270).
La disposición legal antes transcripta, en consecuencia, dis-
tingue entre la "notificación" que consiste en el hecho de po-
ner en conocimiento formalmente una resolución o actuación
a las partes o Íntervinientes en el proceso penal, la simple "co-
municación", que es el medio de poner en relación o contacto
al ministerio público con los Íntervinientes y partes del juicio
para alguna actuación perquisiva.
Las notificaciones - c o m o lo exige el precepto- son siempre
formales, y, por ende, deben efectuarse por intermedio del tri-
bunal. Las comunicaciones, en cambio, pueden realizarse a tra-
vés de cualquier medio que resulte eficaz, a menos que la ley
establezca requisitos o formalidades especiales para llevarlas a
cabo.
270
LAS NOl^MAS PROCESALES PENALES
Cabe observar que la última parte del precepto contempla
un caso de restitutio in integrurriy con el cual se reparan los efec-
tos de la "decadencia", es decir, la imposibilidad de ejercer un
derecho o desarrollar una actividad procesal después de vencí-
do un plazo perentorio, materias a las que ya nos referimos an-
teriormente y analizaremos más adelante (infra N'" 269 y sigts.).
172. Las citaciones del ministerio público y del juez. Consisten
en las convocatorias o llamamientos de las personas, efectuados
mediante citación, para que comparezcan ante el tribunal o ante
el ministerio público para llevar a cabo alguna actuación relativa
al cumplimiento de los fines perseguidos por el proceso penal.
En lo que atañe a las citaciones del ministerio público, el ar-
tículo 23 del C.P.P. establece: "Cuando en el desarrollo de su ac-
tividad de investigación el fiscal requiriere la comparecencia
de una persona, podrá citarla por cualquier medio idóneo. Si
la persona citada no compareciere, el fiscal podrá ocurrir ante
el juez de garantía para que lo autorice a conducirla compulsi-
vamente a su presencia".
"Con todo, el fiscal no podrá recabar directamente la com-
parecencia personal de las personas o autoridades a que se re-
fiere el artículo 300. Si la declaración de dichas personas o
autoridades fuere necesaria, procederá siempre previa autoriza-
ción del juez de garantía y conforme a lo establecido en el ar-
tículo 301".
En lo que respecta a las citaciones del juez, el artículo 33 del
C.P.P. establece: "Cuando fuere necesario citar a alguna perso-
na para llevar a cabo una actuación ante el tribunal, se le notifi-
cará la resolución que ordenare su comparecencia".
La regla general al respecto es que la citación, por orden
del juez, sea practicada mediante notificación por cédula en
la forma antes ya señalada; a menos que sea la primera vez que
la persona sea citada, evento en que deberá serle notificado
personalmente el llamamiento, del modo también indicado
precedentemente.
En cuanto al contenido de la citación, el inciso T" del precita-
do precepto dispone: "Se hará saber a los citados el tribunal ante
el cual debieren comparecer, su domicilio, la fecha y hora de la
audiencia, la identificación del proceso de que se tratare y el mo-
271
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DV.l. PROCESO PENAL
tivo de su comparecencia. Al mismo tiempo se les advertirá que
la no comparecencia injustificada dará lugar a que sean condu-
cidos por medio de la fuerza pública, que quedarán obligados al
pago de las costas que causaren y que pueden imponérseles san-
ciones, También se les deberá indicar que, en caso de impedimen-
to, deberán comunicarlo y justificarlo ante el tribunal, con
anterioridad a la fecha de la audiencia, si fuere posible".
En cuanto a las sanciones por la no presentación a la respecti-
va audiencia, el inciso 3"" del artículo 33 del Código del ramo pres-
cribe: "El tribunal podrá ordenar que el imputado que no
compareciere injustificadamente sea detenido o sometido a pri-
sión preventiva hasta la realización de la actuación respectiva. Tra-
tándose de los testigos, peritos u otras personas cuya presencia se
requiriere, podrán ser arrestados hasta la realización de la actua-
ción por un máximo de veinticuatro horas e imponérseles, ade-
más, una multa de hasta 15 unidades tributarias mensuales".
"Si quien no concurriere injustificadamente fuere el defen-
sor o el fiscal, se le aplicará lo dispuesto en el artículo 287", es
decir, la suspensión del ejercicio de la profesión hasta por dos
meses.
Párrafo 4^*
Resoluciones y otras actuaciones judiciales
173. Noción. Bajo este epígrafe, el Párrafo 5° del Título II del
Libro I del Código Procesal Penal se refiere a materias hetero-
géneas, varias de ellas ajenas al anuncio antes indicado, que, en
parte, ya han sido tratadas precedentemente, pero que, en todo
caso, requieren de un enunciado y análisis particular.
174. Poder coercitivo. El articulo 34 del C.P.P. establece al respec-
to: "En el ejercicio de sus ñmciones, el tribunal podrá ordenar di-
rectamente la intervención de la fuerza pública y disponer todas
las medidas necesarias para el cumplimiento de las actuaciones que
ordenare y la ejecución de las resoluciones que dictare".
Esta disposición no es otra cosa que el trasunto de la norma
sobre las facultades de "imperio" que ostentan los órganos ju-
272
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
risdiccionales ordinarios y especiales pertenecientes al Poder Ju-
dicial, establecida en el inciso 3° del artículo 73 de la Constitu-
ción Política de la República, y repetida en el inciso 1° del
artículo 11 del Código Orgánico de Tribunales.
AI efecto, el antes referido precepto constitucional prescribe:
"Para hacer ejecutar sus resoluciones, y practicar o hacer practi-
car los actos de instrucción que determine la ley, los tribunales
ordinarios de justicia y los especiales que integran el Poder Judi-
cial, podrán impartir órdenes directas a la fuerza pública o ejer-
cer los medios de acción conducentes de que dispusieren. Los
demás tribunales lo harán en la forma que la ley determine".
Cabe observar que el constituyente de 1980 precisó que ta-
les facultades de "imperio" únicamente corresponden a los tri-
bunales ordinarios y especiales que integran el Poder Judicial, y
que sólo las podrán ejercer para hacer ejecutar las resoluciones
que dicten y practicar o hacer practicar los actos de instrucción
que decreten, siempre que unas y otros estén determinados o
autorizados por la ley, ya que, en caso contrario, fuera de la ULI-
lidad que afectará a tales actuaciones, los jueces que las decre-
ten incurrirán en responsabilidad disciplinaria y aun criminal,
según lo establecen los artículos 7^* de la Constitución Política y
324 y 535 y siguientes del Código Orgánico de Tribunales.
Con todo, lo anterior no autoriza al órgano policial requeri-
do a negarse a proporcionar el auxilio impetrado aduciendo su
improcedencia, ya que el inciso final del precitado artículo 73
de la Constitución Política de la República, en relación con el
artículo 11, inciso 2°, del Código Orgánico de Tribunales, orde-
na expresamente que: "La autoridad requerida deberá cumplir
sin más trámite el mandato judicial y no podrá calificar su fun-
damento u oportunidad, ni la justicia o legalidad de la resolu-
ción que se trata de ejecutar".
Igualmente, lo antes expuesto no obsta a que las partes in-
tervinientes del juicio penal puedan impetrar la nulidad de di-
chas actuaciones ilícitas por la vía incidental (infra N°' 258 y
sigts.).
175. Nulidad de las actuaciones delegadas. El artículo 35 del
C.P.P. establece al respecto que "La delegación de funciones en
empleados subalternos para realizar actuaciones en que las le-
273
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
yes requirieren la intervención del juez producirá la nulidad de
las mismas".
Este precepto constituye una aplicación de la regla estableci-
da en el artículo 159 del precitado Código en el sentido de que
"Sólo podrán anularse las actuaciones o diligencias judiciales de-
fectuosas del procedimiento que ocasionaren a los intervinientes
un perjuicio reparable únicamente con la declaración de nulidad".
El perjuicio - d e conformidad con el artículo 160 del mismo tex-
t o - se presume de derecho "si la infracción hubiere impedido el
pleno ejercicio de las garantías y de los derechos reconocidos en
la Constitución, o en las demás leyes de la República".
En este caso, como se podrá apreciar, el hecho de que se de-
leguen funciones que corresponden sólo al juez, fuera de vul-
nerar la prohibición establecida en el precepto antes transcripto,
infringe el artículo 7° y la garantía constitucional del "debido
proceso" establecida en N° 3° del artículo 19 de la Carta Funda-
mental, circunstancia que anula lo obrado irregularmente.
176. Fundamentación y firma de las resoluciones. Los artículos 36
y 37 del C.P.P. establecen la norma de que las resoluciones, con
excepción de las de mero trámite, deben fundamentarse; y que
todas las resoluciones judiciales deben firmarse por el juez o jue-
ces que las hubieren dictado.
Al efecto, el artículo 36 del Código del ramo prescribe: "Será
obligación del tribunal fundamentar las resoluciones que dicta-
re, con excepción de aquellas que se pronunciaren sobre cues-
tiones de mero trámite. La fundamentación expresará sucintamen-
te, pero con precisión, los motivos de hecho y de derecho en que
se basaren las decisiones tomadas".
"La simple relación de los documentos del procedimiento o
la mención de los medios de prueba o solicitudes de los intervi-
nientes no sustituirá en caso alguno la fundamentación".
"Las resoluciones judiciales -agrega el artículo 37 del mis-
mo texto- serán suscritas por el juez o por todos los miembros
del tribunal que las dictare. Si alguno de los jueces no pudiere
firmar se dejará constancia del impedimento".
Además, tales resoluciones deben ser autorizadas por el se-
cretario del tribunal, a quien corresponde dar fe o certificado
del acto como requisito esencial para la validez de la actuación,
274
1 275
LAS NORMAS PROCESALES PENAI ,ES
según lo dispone el artículo 61, inciso final, del Código de Pro-
cedimiento Civil, aplicable al caso en virtud del artículo 52 del
Código Procesal Penal, y el artículo 379 del Código Orgánico
de Tribunales.
177. Plazos generales para dictar resoluciones. En cuanto a este
punto, el artículo 38 del C.P.P., dando aplicación al principio de
la "inmediación" (supra N° 13), no establece un plazo, sino que
un "término", al prescribir que "Las cuestiones debatidas en una
audiencia deberán ser resueltas en ella".
"Las presentaciones escritas -agrega- serán resueltas por el tri-
bunal antes de las veinticuatro horas siguientes a su recepción".
Aplicando esta norma, el artículo 343 del precitado Código
obliga a los juzgadores en el juicio oral a emitir pública y oral-
mente el pronunciamiento acerca de absolución o condena in-
mediatamente después de concluida la deliberación privada y
en la audiencia respectiva, a menos que ésta se hubiere prolon-
gado por más de dos días y la complejidad del caso no permi-
tiere pronunciar la decisión.
Con todo - c o m o lo establece el artículo 344-, "Al pronun-
ciarse sobre la absolución o condena el tribunal podrá diferir
la redacción del fallo, y en su caso, la determinación de la pena
hasta por un plazo de cinco días, fijando la fecha de la audien-
cia en que tendrá lugar su lectura".
Párrafo 5*^
stros de las actuaciones judiciales
178. Reglas generales y registros. Se entienden por "registros"
las anotaciones o asientos estampados por escrito en un proto-
colo de archivo, conteniendo la relación resumida de las actua-
ciones realizadas por o ante el tribunal
En lo relativo a esta materia, el artículo 39 del C.P.P. prescri-
be que "De las actuaciones realizadas por o ante el juez de ga-
rantía y el tribunal de juicio oral en lo penal se levantará un
registro en la forma señalada en este Párrafo".
"En todo caso, las sentencias y demás resoluciones que pro-
nunciare el tribunal serán registradas en su integridad".
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
"El registro se efectuará por cualquier medio apto para pro-
ducir fe, que permita garantizar la conservación y la reproduc-
ción de su contenido".
En cuanto a la forma y contenido, el artículo 40 del precita-
do Código dispone: "El registro de las actuaciones realizadas por
o ante el juez de garantía contendrá una relación resumida de
la actuación, de modo tal que refleje fielmente la parte esencial
de lo actuado y describa las circunstancias en las cuales la ac-
tuación se hubiere llevado a cabo".
"Los intervinientes podrán pedir al juez que se deje constan-
cia en el registro de observaciones especiales que formularen".
"Lo previsto en este artículo no se aplicará al registro de la
audiencia de preparación del juicio oral, respecto de la cual re-
girá el artículo siguiente", es decir, dicho registro no puede ser
resumido, sino que debe ser completo.
En lo que atañe al registro del juicio oral, el artículo 41 del
Código del ramo establece: "El juicio oral deberá ser registrado
en forma íntegra, por cualquier medio que asegure fidelidad".
Como lo señaló la Comisión de Constitución, Legislación, Jus-
ticia y Reglamento del Senado, en su Sesión 5^ (Anexo de Docu-
mentos), dicho registro, de acuerdo con la Ley N*" 19.665, será de
responsabilidad de una unidad administrativa especial del tribu-
nal respectivo, dependiente del administrador del tribunal, quien
a su vez seguirá las instrucciones generales que se impartan sobre
la materia, que, ajuicio de la Comisión, podrían ser aprobadas
por la Excma. Corte Suprema mediante auto acordado, a propo-
sición de la Corporación Administrativa del Poder Judicial.^^'
179. Valor del registro del juicio oral. El artículo 42 del C.P.P.
establece que "El registro del juicio oral demostrará el modo en
que se hubiere desarrollado la audiencia, la observancia de las
formalidades previstas para ella, las personas que hubieren in-
tervenido y los actos que se hubieren llevado a cabo. Lo ante-
rior es sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 359, en lo que
corresponda". Es decir, del valor que pueda tener como prueba
en el recurso de nulidad.
'•^' Senado, Diaño de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 469.
276
LAS NORMAS PROCESALES PKNALES
"La omisión de formalidades del registro sólo lo privará de
valor cuando ellas no pudieren ser suplidas con certeza sobre
la base de otros elementos contenidos en el mismo o de otros
antecedentes confiables que dieren testimonio de lo ocurrido
en la audiencia".
Con respecto a los preceptos antes transcriptos, la Comisión
de Constitución, Legislación yjusticia de la Cámara de Diputa-
dos, en la Sesión 23^, de 13 de enero de 1998, al dar cuenta de
su Informe, hizo presente que: "La nueva disposición se limita
a señalar que de las actuaciones realizadas por o ante el tribu-
nal se levantará un registro, que contendrá una relación resu-
mida de la actuación, que es oral, sin especificar que lo deban
hacer funcionarios judiciales habilitados al efecto, ya que nadie
ha estado escribiendo mientras se realiza".
"Como las actuaciones de la instrucción no tienen ningún
valor probatorio, no pueden ser invocadas en el juicio. Lo que
interesa es que quede la resolución y un resumen, hecho por el
juez ahí mismo, de cuáles son los elementos que se tuvieron en
consideración para dictar esa resolución".^^^
180. Conservación, examen de los registros y certificaciones.
"Mientras dure la investigación o el respectivo proceso -estable-
ce el artículo 43 del C.P.P.-, la conservación de los registros es-
tará a cargo del juzgado de garantía y del tribunal de juicio oral
en lo penal respectivo, de conformidad a lo previsto en el Códi-
go Orgánico de Tribunales".
"Cuando, por cualquier causa, se viere dañado el soporte
material del registro afectando su contenido, el tribunal orde-
nará reemplazarlo en todo o parte por una copia fiel, que ob-
tendrá de quien la tuviere, si no dispusiere de ella directamente".
"Si no existiere copia fiel, las resoluciones se dictarán nue-
vamente, para lo cual el tribunal reunirá los antecedentes que
permitan fundamentar su preexistencia y contenido, y las actua-
ciones se repetirán con las formalidades previstas para cada caso.
En todo caso, no será necesario volver a dictar las resoluciones
o repetir las actuaciones que sean el antecedente de resolucio-
nes conocidas o en etapa de cumplimiento o ejecución".
'^'^ Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 123.
277
 INTRODUCCIÓN AL ESTUOIO DEf, 1'R0C:KS0 PENAL
En cuanto a los exámenes de registros, el artículo 44 del Có-
digo del ramo dispone: "Salvas las excepciones expresamente
I LAS NORMAS PROCESALES PENALES
previstas en la ley, los intervinientes siempre tendrán acceso al
contenido de los registros".
"Los registros podrán también ser consultados por terceros
cuando dieren cuenta de actuaciones que fueren públicas de acuer-
do con la ley, a menos que, durante la investigación o la tramita-
ción de la causa, el tribunal restringiere el acceso para evitar que
se afecte su normal substanciación o el principio de la inocencia".
"En todo caso, los registros serán públicos transcurridos cinco
años desde la realización de las actuaciones consignadas en ellos".
"A petición de un interviniente o de cualquier persona, el
funcionario competente del tribunal expedirá copias fieles de
los registros o de la parte de ellos que fuere pertinente, con su-
jeción a lo dispuesto en los incisos anteriores".
"Además, dicho funcionario certificará si se hubieren dedu-
cido recursos en contra de la sentencia definitiva".
Párrafo 6°
Las costas
181. La condena en costas en el proceso penal. Las costas son
las cargas pecuniarias a que están sometidas las partes del juicio
penal, sea por disposición de la ley, sea por mandato del juez,
en orden a la obligación de reembolsar los dispendios que de-
manden los actos de procedimiento.
Si bien la facultad del juez para condenar en costas no está
reglamentada por la ley, tal atribución, sin embargo, se la otor-
ga -como lo ha señalado la Fiscalía Nacional del Ministerio Pú-
blico en su Instructivo N° 65, de 17 de junio del 2001-, "el
artículo 25 del Código de Procedimiento Civil, sobre Cargas Pe-
cuniarias de las Partes, al señalar que la obligación a que alude,
respecto al pago de derechos, es 'sin perjuicio del reembolso a
que haya lugar cuando por la ley o resolución de los tribunales
corresponda a otras personas hacer el pago'".^^^
'^'' Fiscalía Nacional del M. R, Reforma Procesal Penal, ciL, t. III, 2001, pág. 213.
278
JÉ..
Como lo establece el inciso primero del artículo 139 del Có-
digo de Procedimiento Civil, "Las costas se dividen en procesa-
les y personales".
"Son (costas) procesales -según lo prescribe el inciso segun-
do del mismo precepto- las causadas en la formación del pro-
ceso y que correspondan a servicios estimados en los aranceles
judiciales".
A esta especie de costas se refiere el inciso primero del ar-
tículo 25 del mismo texto legal, aplicable al caso en virtud del
artículo 52 del C.P.P., al disponer: "Todo litigante está obligado
a pagar a ios oficiales de la administración de justicia los dere-
chos que los aranceles judiciales señalen para los servicios pres-
tados en el proceso".
"Son (costas) personales -prosigue el precitado artículo 139-
las provenientes de los honorarios de los abogados y demás per-
sonas que hayan intervenido en el negocio, y de los defensores
públicos en el caso del artículo 367 del Código Orgánico de Tri-
bunales, es decir, cuando asumen la representación de incapa-
ces, de ausentes o de fundaciones de beneficencia u obras pías,
que no tengan guardador, procurador o representante legal.
Los sujetos pasivos obligados a pagar costas son, en general,
los que resulten vencidos en el proceso penal, a saber: el conde-
nado; el querellante y el ministerio público cuando el imputado
sea sobreseído definitivamente o el acusado absuelto; el quere-
llante y la víctima cuando, respectivamente, hayan abandonado
la querella o la demanda civil; y el interviniente a quien se le hu-
biere rechazado un incidente o un recurso. Si son varios los in-
tervinientes perdidosos en un mismo juicio, incidente o recurso,
deberán pagar proporcionalmente las costas, según lo fije el juez.
Así lo establecen los artículos 47, 48 y 49 del Código Proce-
sal Penal, al prescribir: Art. 47: "Las costas serán de cargo del
condenado".
"La víctima que abandonare la acción civil soportará las cos-
tas que su intervención como parte civil hubiere causado. Tam-
bién las soportará el querellante que abandone la querella".
"No obstante lo dispuesto en los incisos anteriores, el tribu-
nal, por razones fundadas que expresará determinadamente,
podrá eximir total o parcialmente del pago de las costas a quien
debiere soportarlas".
279
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Art. 48: "Cuando el imputado fuere absuelto o sobreseído
definitivamente, el ministerio público será condenado en cos-
tas, salvo que hubiere formulado la acusación en cumplimiento
de la orden judicial a que se refiere el inciso segundo del ar-
tículo 462".
"En dicho evento será también condenado el querellante,
salvo que el tribunal lo eximiere del pago, total o parcialmente,
por razones fundadas que expresará determinadamente".
Art. 49: "Cuando fueren varios los intervinientes condena-
dos al pago de costas, el tribunal fijará la parte o proporción que
corresponderá soportar a cada uno de ellos".
Excepcionalmente, no obstante - d e conformidad con lo dis-
puesto en los artículos 597 y 600 del Código Orgánico de Tri-
bunales-, están exentos del pago de costas por gozar de pleno
derecho de los beneficios del privilegio de pobreza, las perso-
nas patrocinadas por las Corporaciones de Asistencia Judicial o
algunas de las entidades públicas o privadas destinadas a pres-
tar asistencia jurídica y judicial gratuita. Esta exención alcanza,
asimismo, a los abogados y procuradores de dichas entidades, y
a los abogados y procuradores del número de turno, cuando ac-
túen en tal calidad, los cuales no serán responsables de las cos-
tas y demás cargos pecuniarios a que sean condenados sus
representados. Tal beneficio, empero, no opera si el tribunal res-
pectivo, en resolución fundada, declara que han obrado como
litigantes temerarios o maliciosos, eventualidad en que serán
condenados al pago de las costas.
También el juez -como lo señalan los artículos 47 y 48, an-
tes transcriptos- puede eximir del pago de las costas o reducir
su monto, al querellante y a la víctima, por razones fundadas que
deberá expresar determinadamente, pero no podrá favorecer
por tales causales al ministerio público, a menos que, tratándo-
se de sentencia absolutoria, el fiscal haya sido forzado a formu-
lar la acusación en cumplimiento de la orden judicial a que se
refiere el artículo 462. Este precepto alude a la eventualidad de
que el juez rechace el requerimiento del ministerio público para
que aplique una medida de seguridad al imputado por encon-
trarse éste en la situación prevista en el artículo 10 N° 1° del Có-
digo Penal, y, acogiendo la oposición del querellante, estime que
el imputado no es inimputable por enajenación mental, y, como
280
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
consecuencia de ello, le ordene al fiscal formular acusación. En
tal exención del pago de costas no está comprendido, sin em-
bargo, el forzamiento de la acusación establecido en el artículo
258 del C.P.P., ya que en este caso el obligado por el juez a for-
mular la acusación es el querellante y no el fiscal (infra N™ 367,
576 y 577).
Igualmente -como lo prescribe el artículo 50 del C.P.P.-, "Los
fiscales, los abogados y los mandatarios de los intervinientes en
el procedimiento no podrán ser condenados personalmente al
pago de las costas, salvo los casos de notorio desconocimiento
del derecho o de grave negligencia en el desempeño de sus fun-
ciones, en los cuales se les podrá imponer, por resolución fun-
dada, el pago total o parcial de las costas".
Esta exención -como se ha señalado anteriormente- no al-
canza al ministerio público como organismo administrativo au-
tónomo, sino que sólo a los fiscales personalmente, ni favorece
tampoco a los intervinientes, sino que sólo a los abogados y man-
datarios de éstos, es decir, a sus defensores.
El artículo 51 establece que "Cuando fuere necesario efec-
tuar un gasto cuyo pago correspondiere a los intervinientes, el
tribunal estimará su monto y dispondrá su consignación antici-
pada".
"En todo caso, el Estado soportará los gastos de los intervi-
nientes que gozaren de privilegio de pobreza".
Situaciones que merecen dudas acerca de la imposición del
pago de las costas al fiscal suscitan los sobreseimientos definiti-
vos provocados, sea por las causales generales establecidas en el
artículo 250 del C.P.P, relativas, en síntesis, a la evidencia de la
inocencia del imputado o a la concurrencia de circunstancias
eximentes o extintivas de la responsabilidad penal; sea por mo-
tivos legales especiales, como son, por ejemplo, los que originan
la suspensión condicional del procedimiento, los acuerdos re-
paratorios o el no cierre de la investigación dentro del plazo de
dos años que señala la ley, establecido en los artículos 237, 240,
241, 242 y 247 (infra N°» 342, 350 y sigts.).
Con relación al sobreseimiento por alguna de las causales
generales del artículo 250, la Fiscalía Nacional del Ministerio
PúbHco ha sostenido, en síntesis, que en estos casos no procede
que se condene en costas a dicho ministerio, "ya que si el fiscal
281
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
lo solicita y el juez lo aprueba, no se advierte de qué manera ha
sido vencido en el proceso. Es más, en virtud del principio de
la legalidad el fiscal está obligado a proponer este sobreseimien-
to, si del mérito de los antecedentes aparece que concurre una
causal que justifica poner término al proceso de manera antici-
pada". Distinta es la situación que se presenta -agrega- si el fis-
cal solicita un sobreseimiento temporal que se transforma en
sobreseimiento definitivo por decisión del órgano jurisdiccional,
pues en tal caso éste es impuesto en contra de la pretensión pro-
cesal del ministerio público y, por ende, procede que sea con-
denado en costas.^-"^^
En lo que respecta a los sobreseimientos definitivos decre-
tados con motivo de un pacto reparatorio o de la suspensión
condicional del procedimiento, después de cumpHdas las con-
diciones impuestas por el juez, tampoco procede que se conde-
ne en costas al ministerio público, ya que en ambas eventuali-
dades tampoco existe parte vencida, en razón que dichas salidas
alternativas al proceso penal están propiciadas por la ley y su-
ponen el acuerdo de las partes y la aprobación del juez.
En cambio, el hecho de que el sobreseimiento definitivo haya
sido motivado por la negativa del fiscal a cerrar la investigación
después de vencido el plazo de dos años que el legislador le otor-
ga y ser apercibido por el imputado o el querellante, determina
que se condene en costas al ministerio púbHco, de conformidad
con lo dispuesto en el precitado artículo 48, porque en este caso
-como también lo ha señalado dicha Fiscalía Nacional- "el fis-
cal ha sido vencido en su pretensión procesal de continuar ejer-
ciendo la acción pública más allá de un plazo que le fija la ley o
el tribunal para dar garantía al imputado".'^'
Y ¿qué ocurre si al imputado se le condena incriminado por
unos delitos y por otros no, o si el sobreseimiento es definitivo,
pero parcial? En estas eventualidades la Fiscalía Nacional del Mi-
nisterio Público es de opinión que "no parece justo atribuirle al
condenado enteramente el pago de las costas y podría aplicarse
por analogía el artículo 49, distribuyéndose proporcionalmence
^'^ Fiscalía Nacional del M. R, Reforma Procesal Penal, c i t , t. III, 2001, pág. 218.
" I b í d e m , págs. 2 1 9 y 2 2 0 .
282
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
las costas entre el acusado y el ministerio público". Por nuestra
parte, estimamos que lo mismo debería ocurrir en los casos de
sobreseimiento definitivo parcial. Seguidamente, ¿qué costas
deben reembolsarse, quién impone la condenación en costas y
fija su monto y en qué oportunidad, y cómo es exigible su pago?
Lo indicamos a continuación:
Deben ser reembolsadas íntegra o parcialmente, según en
los respectivos casos lo determine el juez, tanto las costas proce-
sales como las personales, en conformidad a lo ordenado en el
inciso segundo del artículo 45 del C.P.P.
La condena en costas la debe imponer el juez o el tribunal
en la sentencia interlocutoria que resuelva un incidente, en la
i: sentencia definitiva de juicio o en el pronunciamiento sobre un
recurso. Así lo establece el artículo 45 del C.P.P. al prescribir:
I "Toda resolución que pusiere término a la causa o decidiere un
incidente deberá pronunciarse sobre el pago de las costas del
procedimiento".
El monto de dichas costas, en cuanto a los honorarios de los
abogados, de los defensores públicos en los casos previstos en
el artículo 357 del Código Orgánico de Tribunales y demás per-
sonas que hayan intervenido en el negocio, lo regula el juez de
acuerdo con los respectivos aranceles. Las procesales las tasa el
secretario del respectivo tribunal, considerando sólo las diligen-
cias útiles, mas no las innecesarias. La regulación y tasación de
costas se pondrá en conocimiento de los interesados, y se ten-
drán por aprobadas si no fueren objetadas dentro de tercero día.
Si hay objeción, el juez o tribunal podrá resolverla de plano o
darle la tramitación de un incidente (arts. 139, 140, 141 del Có-
digo de Procedimiento Civil). La resolución que se dicte al res-
pecto será susceptible de reposición, sólo si recae en u n
incidente, pero no será impugnable por la vía del recurso de
apelación, a menos que esté contenida en la sentencia definiti-
va dictada por el juez de garantía en el procedimiento abrevia-
do, o fuere aplicada con motivo de un sobreseimiento definitivo
o temporal dictado por éste (arts. 253, 362, 364 y 414).
En cuanto a la exigibilidad del pago, si el condenado al re-
embolso de las costas es un particular, el cumplimiento de la sen-
ñ tencia respectiva se hace efectivo de acuerdo con las reglas de
ejecución de las resoluciones judiciales establecidas en el Títu-
283
 T
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
TÍTULO IX
LAS MEDIDAS CAUTELARES
lo XIX del Libro I del Código de Procedimiento Civil (artícu-
los 231 y sigts.).
Si el condenado al pago de las costas es el ministerio públi-
co, como este organismo carece de personalidad jurídica y de
patrimonio propio, pero es un ente administrativo que forma
parte del Estado, su solución sólo puede obtenerse a través del
procedimiento especial judicial y administrativo señalado en los
artículos 752 del Código de Procedimiento Civil y 59 de la Ley
Orgánica del Consejo de Defensa del Estado, contenida en el
D.RL. N" 1, de 1993, del Ministerio de Hacienda.
Finalmente, en lo relativo al destino de las costas obtenidas
por los medios antes señalados, hay que distinguir: si el favore-
cido con las costas es un particular a éste le corresponde perci- Capítulo I
birlas. En cambio, si el ganancioso es el ministerio público, las
costas le pertenecen al Estado. GENERALIDADES

182. Clasificación. Las medidas cautelares pueden ser persona-

les o reales. Son personales las destinadas a asegurar la persona
del imputado con respecto al estado de sujeción a que lo some-
te la imputación, para los efectos de la investigación del delito,
la determinación del delincuente y la imposición de la pena. Son
reales aquellas destinadas a asegurar los bienes del imputado y
de los demás comprometidos de las consecuencias dañinas del
delito, a fin de hacer efectivas sus respectivas responsabilidades
civiles indemnizatorias.

183. Medidas cautelares personales. El Código Procesal Penal

contempla como medidas cautelares personales las siguientes:
la citación, el arresto, la detención, la prisión preventiva y otras
prevenciones especiales, como son: el arresto domiciliario, la
sujeción a vigilancia, la obligación de presentarse periódicamen-
te ante el juez u otra autoridad, la prohibición de salir del país
o de determinada localidad o territorio (arraigo), y la prohibi-
ción de aproximarse a personas determinadas, al ofendido o a
su familia.
Tales medidas se distinguen unas de otras, por una parte, por
su mayor o menor estabilidad o duración; y por la otra, por su
origen, que pueden ser practicadas por vía de acción o decreta-
das por vía de jurisdicción.

284 285
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Así, por ejemplo, el arresto es menos estable o duradero que
la detención, y ésta, a su vez, es menos permanente que la pri-
sión preventiva.
Igualmente, mientras la citación y el arresto son ordenados
o practicados en sede de promoción de la acción penal, la pri-
sión preventiva, las demás medidas cautelares personales espe-
ciales y la medidas cautelares reales, sólo pueden ser decretadas
por el juez en sede del ejercicio de su jurisdicción.
En cuanto a la procedencia de tales medidas cautelares per-
sonales, el artículo 19 N"" T letra b) de la Carta Política estable-
ce: "Nadie puede ser privado de su libertad personal ni ésta
restringida sino en los casos y en la forma determinados por la
Constitución y las leyes". Lo anterior significa que todas las me-
didas cautelares personales son excepcionales y, por lo tanto, re-
quieren autorización legal expresa y que sean decretadas, como
norma, fundadamente cumpliendo con las formalidades legales,
por el juez competente en lo penal.
En otros términos -como lo señaló la Comisión del Senado,
en su Sesión 5^-, este precepto acoge el principio de la legali-
dad, en orden a que n o se puede privar de libertad a ningún
habitante de la República, sino en los casos y en la forma seña-
lados por la Constitución y las leyes.^^^
184. Finalidad y autoridad competente. El artículo 122 del C.RP.
prescribe al respecto: "Las medidas cautelares personales sólo
serán impuestas cuando fueren absolutamente indispensables
para asegurar la realización de los fines del procedimiento y sólo
durarán mientras subsistiere la necesidad de su aplicación".
"Estas medidas -agrega- serán siempre decretadas por me-
dio de resolución judicial fundada".
Del texto antes transcripto emana, por tanto, que tales medi-
das sólo proceden cuando son imprescindibles para cumplir con
los fines del procedimiento penal, en orden a la investigación del
delito, la determinación del delincuente y la imposición de la pena.
Igualmente, como norma, sólo pueden ser decretadas por
el juez, y por excepción es posible que sean ordenadas por el
•'^ S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a n o 2000, pág. 536.
286
1 AS NORMAS PROCESALES PENALES
ministerio público en su actividad perquisiva o por otras autori-
dades expresamente facultadas por la ley. Excepcionalmente,
también, es posible que se practique el arresto, sin previa orden,
en caso de flagrancia delictual (infra N"' 188 y 189).
185. Medidas cautelares reales. En lo pertinente a las medi-
das cautelares reales, el legislador contempla como tales a las
medidas precautorias: de secuestro de las cosas que son objeto
de la demanda, de nombramiento de u n o o más intervento-
res, de retención de bienes determinados y de prohibición de
celebrar actos y contratos respecto de bienes determinados, re-
glamentadas en el Título V del Libro II del Código de Proce-
dimiento Civil.
Capítulo II
MEDIDAS CAUTELARES PERSONALES
Párrafo 1"
La citación
186. Concepto y casos en que procede. La citación es la orden
o mandato de comparecencia expedida por el ministerio públi-
co o por el juez cuando es necesaria la presentación de una per-
sona para la práctica de alguna diligencia procesal ante el fiscal
o el órgano jurisdiccional.
De acuerdo con la doctrina, tal conminación toma el nom-
bre de "orden" cuando emana del ministerio público y de "man-
dato" cuando es dispuesta por el juez.
La citación, si es judicial, es decir, si emana de una orden
del juez, debe ser notificada por cédula, o personalmente, si es
la primera notificación; y, si es decretada por mandato del mi-
nisterio público, puede ser practicada por cualquier medio idó-
neo (arts. 2 3 y S 3 d e l C . P . R ) .
En ambos casos, la incomparecencia injustificada del citado
autoriza su arresto hasta la práctica de la respectiva diligencia
procesal.
287
 ÍNTRODUCCION AL ESTUDIO DEL PROC;ESO PENAL
Con respecto al indiciado del delito, el artículo 123 del Có-
digo del ramo establece que: "Cuando fuere necesaria la pre-
sencia del imputado ante el tribunal, éste dispondrá su citación,
de acuerdo con lo previsto en el artículo 33".
A su vez, el artículo 124 del mismo Código, substituido por
la Ley N'* 19.789, bajo el título de "Exclusión de otras Medidas",
dispone que "Cuando la imputación se refiere a faltas, o delitos
que la ley no sancionare con penas privativas ni restrictivas de
libertad, no se podrán ordenar medidas cautelares que recaigan
sobre la libertad del imputado, con excepción de la citación".
"Lo dispuesto en el inciso anterior -agrega- no tendrá lu-
gar en los casos a que se refiere el inciso cuarto del artículo 134
o cuando procediere el arresto por falta de comparecencia, la
detención o la prisión preventiva de acuerdo a lo dispuesto en
el artículo 33".
Al efecto, el artículo 134 del C.P.P. modificado por la Ley
N° 19.789, bajo la denominación de "Citación, Registro y Deten-
ción en caso de Flagrancia", estatuye: "Quien fuere sorprendi-
do por la policía in fraganti cometiendo u n h e c h o de los
señalados en el artículo 124 (antes transcripto), será citado a la
presencia del fiscal, previa comprobación de su domicilio".
"La policía podrá registrar las vestimentas, el equipaje o el
vehículo de la persona que será citada".
"Asimismo, podrá conducir al imputado al recinto policial,
para efectuar allí la citación".
"No obstante lo anterior, el imputado podrá ser detenido si
hubiere cometido alguna de las faltas contempladas en el Códi-
go Penal, en los artículos 494 N°' 4 y 5, y 19, exceptuando en
este último caso los hechos descritos en los artículos 189 y 233;
495 N° 21, y 496, N"^ 5 y 26".
"En todos los casos señalados en el inciso anterior, el agente
policial deberá informar al fiscal, de inmediato, de la detención,
para los efectos de lo dispuesto en el inciso final del artículo 131
(supra N"* 195). El fiscal comunicará su decisión al defensor en
el momento que la adopte".
"El procedimiento indicado en el inciso primero -termina
la disposición- podrá ser utilizado asimismo cuando, tratándo-
se de un simple delito y no siendo posible conducir al imputa-
do inmediatamente ante el juez, el funcionario a cargo del
288
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
recinto policial considerare que existen suficientes garantías de
su oportuna comparecencia".
Con relación a la "citación", la Comisión de Constitución
Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, en su segun-
do Informe rendido en la Sesión 29^, de 21 de enero de 1998,
la definió como "el llamado especial y formal que efectúa el tri-
bunal, en ciertos casos, respecto del presunto culpable de algu-
nos delitos, para que concurra a declarar y para que, sometido
a proceso, comparezca a las demás actuaciones de la causa".
Hizo presente, además, que "se le otorga a la 'citación' un
ámbito de aplicación más amplio que el que le asigna la legisla-
ción vigente, ya que será la única medida coercitiva que recaiga
sobre la libertad del imputado, que podrá decretarse si la im-
putación se refiere a faltas, a delitos que la ley no sancione con
penas privativas o restrictivas de la libertad, o bien cuando éstas
no excedan las de presidio o reclusión menores en sus grados
mínimos, esto es, de 540 días. Lo que se quiere con la disposi-
ción -agrega el Informe- es suprimir la detención automática.
La idea es que el juez tiene que citar y no está obligado a dete-
ner. Se le da la facultad de detener cuando se cumplen ciertos
requisitos".
"Este es un proyecto que, en el fondo, termina con las con-
secuencias automáticas del auto de procesamiento. En el siste-
ma actual, la persona sometida a proceso necesariamente va a
prisión preventiva. Esto está eliminado en el proyecto. La idea
es que vaya a prisión sólo si se dan las circunstancias".'^^
Párrafo T
El arresto
187, Concepto y distinción. Existen dos clases de arresto: el
arresto en flagrancia, y el arresto por incomparecencia injustifi-
cada ante una citación del fiscal o del juez.
Cámara de Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, págs. 65, 66
y 69.
289
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL l'ROCKSO PliNAL
El arresto en flagrancia es la privación transitoria de la liber-
tad practicada facultativamente por un tribunal incompetente,
aunque no ejerza jurisdicción criminal, o por un particular, u
obligatoriamente por la policía, sin previa orden judicial, respec-
to de u n a persona sorprendida en delito flagrante con el obje-
to de ponerla en forma inmediata a disposición del fiscal del
ministerio público o del juez competente.
188. Arresto en flagrancia facultativo. Al efecto, el artículo 128
del C.P.P., en primer término, prescribe: "Todo tribunal, aunque
no ejerza jurisdicción en lo criminal, podrá dictar órdenes de
detención (arresto) contra las personas que, dentro de la sala
de su despacho, cometieren algún crimen o simple delito, con-
formándose a las disposiciones de este Título".
En segundo término, el artículo 129 del precitado Código
dispone: "Cualquier persona podrá detener (arrestar) a quien
sorprendiere en delito flagrante, debiendo entregar inmediata-
mente al aprehendido a la policía, al ministerio público o a la
autoridad judicial más próxima".
La Comisión del Senado en su Sesión 5^ rechazó, con rela-
ción a este último artículo, la indicación que proponía substi-
tuirlo para establecer que quien practique la detención debe
entregar de inmediato al aprehendido a la policía o a los fisca-
les del ministerio público, y la policía deberá poner al detenido
a disposición del fiscal. La Comisión no creyó conveniente eli-
minar la posibilidad de que el detenido in fraganti sea puesto a
disposición del juez, tanto porque deben dársele al particular
aprehensor todas las posibilidades de acción, sin perjuicio de que
lo más probable es que lo entregue a la unidad policial más cer-
cana, como porque la Constitución Política consigna la obliga-
ción de poner al detenido a disposición del juez competente.
Tampoco le pareció oportuno dar reglas sobre los plazos de de-
tención, materia de que se trata más adelante".
Igualmente, la Comisión, en dicha Sesión, no acogió la in-
dicación que proponía "agregar un nuevo inciso a dicho artícu-
lo, con el objeto de establecer que, en los casos señalados en
los incisos anteriores, la detención podrá hacerse en los lugares
o establecimientos a que tenga acceso el público, como locales
de espectáculos, cafés, restaurantes, hoteles, prostíbulos y otros
290
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
semejantes, sin la necesidad de la orden correspondiente para
la entrada a dichos sitios. Tuvo en cuenta para el rechazo que,
sin perjuicio de que los sitios señalados, cuando están funcio-
nando, son lugares públicos, a los cuales la policía y cualquier
persona tiene libre acceso, la entrada y registro son diligencias
sobre las cuales se dan normas específicas a propósito de las ac-
tuaciones de la investigación.^^*
189. Arresto en flagrancia obligatorio. El artículo 129 inciso se-
gundo y siguientes del mismo Código disponen: "Los agentes
policiales estarán obligados a detener a quienes sorprendieren
in fraganti en la comisión de un delito".
"No obstará a la detención la circunstancia de que la per-
secución penal requiriere instancia particular previa, si el de-
lito flagrante fuere de aquellos previstos y sancionados en los
artículos 361 a 366 quater del Código Penal", vale decir, ios de
violación, estupro, incesto, sodomía y abusos deshonestos.
"La policía deberá, asimismo, detener al sentenciado a pe-
nas privativas de libertad que hubiere quebrantado su condena
y al que se fugare estando detenido o en prisión preventiva".
Establece el artículo 130 que "Se entenderá que se encuen-
tra en situación de flagrancia: a) El que actualmente se encon-
trare cometiendo el delito; b) El que acabare de cometerlo; c) El
que huyere del lugar de comisión de un delito y fuere designa-
do por el ofendido u otra persona como autor o cómplice; d) el
que, en un tiempo inmediato a la perpetración de un delito, fue-
re encontrado con objetos procedentes de aquél o con señales,
en sí mismo o en sus vestidos, que permitieren sospechar su par-
ticipación en él, o con las armas o instrumentos que hubieren
sido empleados para cometerlo, y e) El que las personas asalta-
das, heridas o víctimas de un robo o hurto que reclamaren auxi-
lio, señalaren como autor o cómplice de un delito que acabare
de cometerse".
Como se podrá apreciar, las letras a), b) y e) del precepto
antes transcripto presentan casos de flagrancia propiamente tal,
por ser sorprendido el dehncuente durante la perpetración mis-
^^^ S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a n o 2000, págs. 540 y 5 4 1 .
291
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
r LAS NORMAS PROCESALES PENALES
ma del delito (deprehensio in ipsa perpetrañones facinoñs); y \cis, even-
tualidades de las letras c) y d) contemplan casos que la doctri-
na denomina de cuasiflagrancia.
En el primer caso, el delito es flagrante sólo para quien pre-
sencia su ejecución; en las demás eventualidades señaladas por
la ley es sólo cuasiflagrante.
Hay que tener presente, además, que si se trata de un delito
permanente, éste se encontrará siempre en estado de flagran-
cia mientras perdure la permanencia, es decir, en cuanto no cese
el hecho que lo configura.
Por último, a diferencia de la citación, detención y prisión
preventiva, el arresto en flagrancia puede existir aun antes de
la imputación.
190. Arresto por incomparecencia injustificada. Procede que lo
decreten solamente el juez o el ministerio público, cuando cita-
da legalmente una persona a comparecer ante el órgano juris-
diccional o el fiscal, injustificadamente no compareciere ante la
autoridad respectiva en la oportunidad debida.
Este arresto supone, por tanto, citación previa efectuada en
forma legal; e incomparecencia injustificada por parte del cita-
do a la audiencia respectiva.
La citación, como se expresó anteriormente, si proviene del
juez debe, como norma, ser practicada mediante notificación por
cédula; y, si se trata de la primera notificación, ésta debe ser per-
sonal.
En cambio, si la citación proviene del ministerio público, ésta
puede ser efectuada -al tenor de lo dispuesto en el artículo 2 3 -
"por cualquier medio idóneo", lo cual, sin embargo, exige que
ésta debe otorgar la certeza de que la persona afectada haya sido
efectiva y eficazmente citada.
Si la persona legalmente citada ante el juez no comparece
injustificadamente a la respectiva audiencia, ello provocará su
arresto y su conducción con la fuerza pública a la presencia del
tribunal, quedando además obligada al pago de las costas. Si se
trata de un imputado que se encontrare en libertad, será man-
tenido en detención hasta que la respectiva actuación se reali-
ce; y, si se tratare de testigos, peritos u otras personas cuya
presencia se requiera, igualmente podrán ser detenidos por un
292
máximo de veinticuatro horas y se les impondrá una multa de
hasta quince unidades tributarias mensuales (art. 33 inc. 3°
C.PP).
Si la citación emanare del ministerio público, en caso de in-
comparecencia del citado, el fiscal podrá ordenar su arresto para
asegurar su comparecencia, para lo cual deberá recurrir al juez
de garantía para que lo autorice para conducir compulsivamen-
te a la persona a su presencia (art. 23 C.P.P.).
En caso de impedimento para comparecer, el citado - c o m o
lo ordena el inciso segundo del artículo 33 del precitado Códi-
go-, "deberán comunicarlo yjusüficarlo ante el tribunal, con an-
terioridad a la fecha de la audiencia, si fuere posible".
Párrafo 3°
La detención
191. Concepto y procedencia. El nuevo Código Procesal Penal
no define la detención, pero del contexto de los preceptos le-
gales que a continuación se transcriben emana que consiste en
la privación transitoria de la libertad, la cual sólo puede ser de-
cretada por el juez o por cualquier funcionario expresamente
autorizado por la ley, cuando tome conocimiento de la perpe-
tración de un hecho que presente caracteres de delito, no con
el objeto de investigarlo o de fundamentar un procesamiento,
el cual no existe en el nuevo sistema, sino que solamente para
asegurar la comparecencia de quien aparezca fundadamente sos-
pechoso de haber participado en un hecho punible.
Acorde con lo anterior, el artículo 127 del Código del ramo
establece: "Salvo en los casos contemplados en el artículo 124
-es decir, cuando la ley autoriza sólo la citación-, el tribunal, a
solicitud del ministerio público, podrá ordenar la detención del
imputado para ser conducido a su presencia, sin previa citación,
cuando de otra manera la comparecencia pudiera verse demo-
rada o dificultada".
"También se decretará la detención -agrega- del imputado
cuya presencia en una audiencia judicial fuere condición de ésta
y que, legalmente citado, no compareciere sin causa justificada".
293
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Dado el tenor de la ley, las especies de detención antes se-
ñaladas sólo pueden ser solicitadas por el fiscal, y no por el que-
rellante, ni la víctima, ni la policía.
Desde el punto de vista formal -como lo establecen las le-
tras b) y c) del N*^ 7** del artículo 19 de la Carta Fundamental y
el artículo 125 del C.P.P.-, "Ninguna persona podrá ser deteni-
da sino por orden de funcionario público expresamente facul-
tado por la ley y después que dicha orden le fuere intimada en
forma legal, a menos que fuere sorprendida en delito flagrante
y, en este caso, para el único objeto de ser conducida ante la
autoridad que correspondiere".
La detención, por tanto, debe ser ordenada siempre por un
funcionario expresamente facultado por la ley, el cual, generalmen-
te, es el juez competente, sin perjuicio que también, en forma ex-
cepcional, pueda ser decretada por otras autoridades debidamente
autorizadas para ciertos casos singulares especialmente señalados,
y aun puede ser practicada, sin previa orden, en caso de delito fla-
grante, facultativamente por cualquier juez incompetente o por
un particular, y obligatoriamente por la policía, para el solo efec-
to de poner al detenido a disposición del órgano jurisdiccional o
fiscal que corresponda, lo cual le da a estas últimas actuaciones el
carácter de simples arrestos (supra N"*' 188 y 189).
La Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cá-
mara de Diputados, en su segundo Informe, rendido en Sesión
20^, de 21 de enero de 1998, al referirse a la "detención" la de-
finió como "una medida de seguridad en contra de la persona
del presunto culpable o de aquel que induzca a creer que no
ha de prestar a la justicia la debida cooperación, decretada en
los casos considerados en la ley, y que consiste en la privación
de la libertad personal por un espacio breve de tiempo, al obje-
to de asegurar la acción de la justicia".
A continuación, dicho Informe observa que "el proyecto re-
gula la detención decretada por el tribunal, por el fiscal que rea-
liza la investigación, por funcionarios policiales y por particulares
o civiles. No contiene normas sobre la detención decretada por
ciertas autoridades administrativas, como los intendentes y los
gobernadores".
"La idea que se trata de promover -agrega dicho Informe-
es que el detenido esté el menor tiempo posible privado de li-
294
IJ\S NORMAS PROCESALES PENALES
bertad sin que el ministerio público o el juez de garantía ten-
gan conocimiento de este hecho, estableciendo plazos reduci-
dos para que sea puesto a disposición de estas autoridades o
disponiendo, cada vez que se pueda, asegurar la comparecen-
cia de la persona ante el tribunal, el reemplazo de la detención
por la citación".
"Cabe destacar -termina el Informe- la mantención de la dis-
posición actual, que establece que la detención en el caso del
que actuare en legítima defensa se hará efectiva en su residen-
cia. Si el detenido tuviere su residencia fuera de la ciudad don-
de funciona el tribunal competente, la detención se hará efectiva
en la residencia que aquél señale dentro de la ciudad en que se
encontrare el tribunal" (LeyN'' 19.164).^^^
192. Formalidades en el cumplimiento de la detención. "Toda
orden de prisión preventiva o de detención -establece el artículo
154 del C.P.P.- será expedida por escrito por el tribunal y con-
tendrá: a) El nombre y apellidos de la persona que debiere ser
detenida o aprehendida o, en su defecto, las circunstancias que
la individualizaren o determinaren; b) El motivo de la prisión o
detención; y c) La indicación de ser conducido de inmediato
ante el tribunal, al establecimiento penitenciario o lugar públi-
co de prisión o detención que determinará, o de permanecer
en su residencia, según correspondiere".
En su ejecución la detención debe ser intimada en forma le-
gal, y el detenido puesto directa e inmediatamente a disposición
del ministerio púbHco o del juez, cuando éste hubiere emitido
la orden, o remitido al lugar de detención, según lo indicare la
orden.
La intimación consiste en que la orden de detención debe
ser puesta en conocimiento del afectado, con la información de
su motivo, de la autoridad que la hubiere emitido y de los dere-
chos que el detenido ostenta, exhortándose al afectado a que
se allane a su cumplimiento, sin violencia ni amenazas, a me-
nos que el uso de la fuerza sea estrictamente necesario.
Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, págs. 65, 66
y 67.
295

INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DEL PROCESO PENAL
Al efecto los artículos 135 y 136 del C.P.P. prescriben que "El
funcionario público a cargo del procedimiento de detención de-
berá informar al afectado acerca del motivo de la detención, al
momento de practicarla".
"Asimismo, le informará acerca de los derechos estableci-
dos en los artículos 93, letras a), b) y g) y 94, letras f) y g) de
este Código. Con todo, si por las circunstancias que rodearen
la detención, no fuere posible proporcionar inmediatamente
al detenido la información prevista en este inciso, ella le será
entregada por el encargado de la unidad policial a la cual fue-
re conducido. Se dejará constancia en el libro de guardia del
recinto policial del hecho de haberse proporcionado la infor-
mación, de la forma en que ello fuere realizado, del funciona-
rio que la hubiere entregado y de las personas que lo hubieren
presenciado".
"La información de derechos prevista en el inciso anterior
podrá efectuarse verbalmente, o bien por escrito, si el detenido
manifestare saber leer y encontrarse en condiciones de hacer-
lo. En este último caso, se le entregará al detenido un documen-
to que contenga una descripción clara de esos derechos, cuyo
texto y formato determinará el ministerio público".
"En los casos comprendidos en el artículo 138 (detención
en la residencia del imputado), la información prevista en los
incisos precedentes será entregada al afectado en el lugar en que
la detención se hiciere efectiva, sin perjuicio de la constancia
respectiva en el libro de guardia".
Y el artículo 136 señala que "El fiscal, y, en su caso, el juez de-
berán cerciorarse del cumplimiento de lo previsto en el artículo
precedente. Si comprobaren que ello no hubiere ocurrido, infor-
marán de sus derechos al detenido y remitirán oficio, con los an-
tecedentes respectivos, a la autoridad competente, con el objeto
de que aplique las sanciones disciplinarias correspondientes o ini-
cie las investigaciones penales que procedieren".
Los derechos del detenido son, en esencia, los mismos que
ostenta el imputado, cuales son: no ser obligado a declarar, y
aun, en caso de consentirlo, no hacerlo bajo juramento, a que
se informe inmediatamente a su familia, a su defensor o a la per-
sona a quien el aprehendido indique, y a conferenciar privada-
mente y en cualquier momento con su defensor hasta por el
296
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
período total de una hora por cada veinticuatro que se prolon-
gue la detención.
193. Presentación voluntaria. "El imputado contra quien se hu-
biere emitido orden de detención por cualquier autoridad com-
petente -establece el artículo 126 del C.P.P.- podrá ocurrir siempre
ante el juez que correspondiere a solicitar un pronunciamiento
sobre su procedencia o la de cualquier medida cautelar".
Con relación a este precepto, la Comisión del Senado, en
su Sesión 5^, "coincidió en que, si no hay orden de detención
pendiente, no tiene sentido que el imputado se presente ante
el juez, porque deberá hacerlo ante el fiscal, salvo que desee de-
clarar por vía de defensa. La norma encuentra su justificación
en el caso del imputado contra quien se hubiere emitido orden
de detención por cualquier autoridad y quiere presentarse di-
rectamente ante el juez, sin pasar por instancias policiales, para
solicitarle un pronunciamiento sobre la procedencia de dicha
orden o cualquier otra medida cautelar".^^^
194. Ingreso de personas detenidas. "Los encargados de los es-
tablecimientos penitenciarios -prescribe el artículo 133 del Có-
digo citado- no podrán aceptar el ingreso de personas sino en
virtud de órdenes judiciales".
"Con relación a este artículo, la Comisión del Senado, en su
Sesión 5^ (Anexo de Documentos) rechazó una indicación en
el sentido de permitir que, excepcionalmente, cuando la poli-
cía, dentro del plazo legal, no pueda poner al detenido a dispo-
sición del ministerio público por no ser hora de despacho, lo
ingrese en la unidad penitenciaria que corresponda".
"La Comisión, a la luz de lo dispuesto en el artículo 19 N** 7,
letra d) inciso segundo, de la Constitución Política, compartió
la idea de que sólo el juez puede disponer el ingreso de una per-
sona detenida a estos recintos, y así decidió consagrarlo en el
inciso primero. Al mismo tiempo, rechazó la indicación, como
consecuencia de la prohibición precedente".^^^
^^'^ S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 539.
I" I b í d e m , pág. 543.
297

WrRODUC.ClíiN AL V.STUDIO UKL PROCESO í'ENAL
195. Plazos de la detención y comparecencia ante el juez. Para
determinar los plazos de la detención, hay que distinguir entre
el tiempo que puede permanecer el detenido en el recinto po-
licial de detención, y el período que puede durar ésta después
de la comparecencia ante el tribunal.
En lo que atañe al primer punto, el artículo 131 del C.P.P. es-
tablece: "Cuando la detención se practicare en cumplimiento de
una orden judicial, los agentes policiales que la hubieren realiza-
do o el encargado del recinto de detención conducirán inmedia-
tamente al detenido a presencia del juez que hubiere expedido
la orden. Si ello no fuere posible por no ser hora de despacho, el
detenido podrá permanecer en el recinto policial o de detención
hasta el momento de la primera audiencia judicial, por un perío-
do que en caso alguno excederá las veinticuatro horas".
"Cuando la detención se practicare en virtud de los artículos
129 y 130 (arrestos en flagrancia), el agente policial que la hu-
biere realizado o el encargado del recinto de detención deberán
informar de ella al ministerio público dentro de un plazo máxi-
mo de doce horas. El fiscal podrá dejar sin efecto la detención u
ordenar que el detenido sea conducido ante el juez dentro de un
plazo máximo de veinticuatro horas, contado desde que la deten-
ción se hubiere practicado. Si el fiscal nada manifestare, la poli-
cía deberá presentar el detenido ante la autoridad judicial en el
plazo indicado".
En cuanto a la comparecencia del ministerio público, el ar-
tículo 132 del precitado Código prescribe que "A la primera au-
diencia judicial del detenido deberá concurrir el fiscal. La
ausencia de éste dará lugar a la liberación del detenido".
"En la audiencia, el fiscal procederá directamente a formali-
zar la investigación y a solicitar las medidas cautelares que pro-
cedieren, siempre que contare con los antecedentes necesarios
y que se encontrare presente el defensor del imputado. En el
caso de que no pudiere procederse de la manera indicada, el
fiscal podrá solicitar una ampliación del plazo de detención hasta
por tres días, con el fin de preparar su presentación. El juez ac-
cederá a la ampliación del plazo de detención cuando estimare
que los antecedentes justifican esa medida".
En síntesis, por tanto, la detención sólo durará las 24 horas
que el detenido ha permanecido en el recinto policial, si el fis-
298
LAS NORMAS P R O C E S A L K S PENALES
cal no comparece a la primera audiencia ante el tribunal; y has-
ta tres días, si éste solicita del juez dicho plazo para preparar su
'% formulación de cargos. Vencido este término, el detenido de-
berá ser puesto en libertad o la detención deberá transformar-
se en prisión preventiva o en alguna de las otras medidas
cautelares personales que señala la ley.
Con motivo de Etna indicación formulada ante la Comisión
del Senado en el sentido de que se ampliaran los plazos esta-
blecidos en el artículo 131, antes transcripto, a veinticuatro ho-
ras en caso de delito flagrante y de cuarenta y ocho horas en
los demás, se hizo presente que dicha observación repetía los
plazos máximos de detención establecidos en la Constitución,
pero que la ley puede establecer plazos menores, lo que se ex-
plica en el nuevo procedimiento por las restricciones a las dili-
gencias policiales autónomas y el derecho a guardar silencio que
se reconoce al detenido. "En ese sentido -se agregó-, lo que se
justifica es diferenciar el caso de que la detención se haya prac-
ticado en cumplimiento de una orden judicial, o por flagran-
cia, y, en este último caso, consagrar el deber de informar al
ministerio público dentro de un plazo determinado y prever la
posibilidad de que el fiscal deje sin efecto la detención u orde-
ne conducir al detenido ante el juez".
Por el contrario, la Comisión "aceptó la idea del artículo 162
(actual artículo 132, antes transcripto) en orden a que el juez
amplía el plazo de detención cuando el fiscal considere perti-
nente la prisión preventiva, pero en el sentido de que el fiscal
debe concurrir a la primera audiencia judicial del detenido, y
en ella proceder a formalizar la investigación y pedir las medi-
das cautelares que procedieren. Sólo en el caso de que cuente
con los antecedentes o no se encontrase presente el defensor,
el fiscal puede pedir una ampliación del plazo para preparar su
presentación,"^^"
196. Detención en la residencia del detenido en caso de legíti-
ma defensa. Al efecto, el artículo 138 del C.P.P. estatuye: "La de-
tención del que se encontrare en los casos previstos en el párrafo
S e n a d o , Diaño de Sesiones dd Smado, a ñ o 2000, págs. 542 y 543.
299
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
segundo del N"" 6" del artículo 10 del Código Penal se hará efec-
tiva en SU residencia. Si el detenido tuviere su residencia fuera
de la ciudad donde funcionare el tribunal competente, la de-
tención se hará efectiva en la residencia que aquél señalare den-
tro de la ciudad en que se encontrare el tribunal".
El precepto antes transcrito se refiere al que perpetra un de-
lito en legitima defensa de su persona o derechos, de la perso-
na o derechos de su cónyuge, y de los parientes o de un extraño.
Párrafo 4°
La prisión preventiva
197. Concepto, excepcionalidad y fundamentos de la prisión
preventiva. La prisión preventiva es una medida cautelar per-
sonal jurisdiccional excepcional, que consiste en la privación pro-
visional de la libertad del imputado para asegurar los resultados
del proceso penal relativos a la investigación del delito, la de-
terminación del delincuente y la aplicación de la pena.
Su naturaleza extraordinaria y estricta la consagra el artícu-
lo 139 del C.P.P. al prescribir: "Toda persona tiene derecho a la
libertad personal y a la seguridad individual".
"La prisión preventiva sólo procederá cuando las demás me-
didas cautelares personales fueren insuficientes para asegurar las
finalidades del procedimiento".
Por lo tanto, tal medida solamente la puede decretar el juez
en sede jurisdiccional, y no de oficio, sino que exclusivamente
a petición del ministerio público o del querellante, y es provi-
sional, porque sólo puede durar mientras subsistan los motivos
que la hubieran justificado.
La excepcionalidad de la procedencia de la prisión preven-
tiva se inspira, esencialmente, en el imperativo de que esta me-
dida no debe transformarse en una pena y encuentra su origen
- c o m o lo ha señalado la Fiscalía Nacional del Ministerio Públi-
co en su Instructivo N° 29, de 7 de diciembre de 2000-, "en los
principios de presunción de inocencia, de prohibición de exce-
sos y de proporcionahdad, señalados y difundidos ampHamente
por la moderna doctrina extranjera y reconocida también por
300
lAS NORMAS PROCESALES i'ENALES
la nacional en la última década, por el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, adoptado por la Asamblea General
de la ONU en 1996 y por la Convención Americana sobre De-
rechos Humanos denominada Pacto de San José de Costa Rica
de 1969, ambos suscritos por Chile y vigentes en el país".^^^
En cuanto a los fundamentos de esta medida cautelar per-
sonal, lo que el legislador sintetiza en el apotegma de "asegurar
las finalidades del procedimiento", han sido expuestos por los
autores afirmando que la prisión preventiva se justifica: ora por
la necesidad de asegurar la persona del imputado para el pro-
ceso (Manzini);'^^ ora por el imperativo de afianzar la disponi-
bilidad del imputado como fuente de prueba (Hippel);^^^ ora
para impedir que el imputado pueda influir sobre la genuina
recepción de las pruebas (Foschini);^^^ ora porque sin el impu-
tado el proceso pierde gran parte de su utilidad: no puede te-
ner lugar la fase de cognición y es imposible la ejecución penal
(Carnelutti);^*^ ora porque significa garantía del resultado del
proceso (De Luca);^^* ora por ser un medio de instrucción y te-
ner el deber el imputado de ponerse a disposición de la colecti-
vidad para contribuir eficientemente a la actuación de la
potestad de la justicia (Sabatini);^^''' ora por ser sanción proce-
sal por la intolerancia del imputado al peso del proceso (Birk-
meyer);''''' ora por necesidad de defensa social proporcionada a
la gravedad del delito (Novelli);^*^ ora por necesidad de defen-
sa social y prevención general en el sentido de impedir que la
víctima (o las personas allegadas a la víctima) de u n grave deli-
to pasen a actos de venganza (Vassalli);^^^ ora como fin de coer-
'^^ Fiscalía Nacional del M. Reforma Procesal Penal, c i t , t. II, a ñ o 2000,
págs. 69 y 70.
'"'" Manzini, Trattato di Diritto Processuale Pénale Italiano, Torino, 1956, t. III,
pág. 447.
''*' Hippel, Der Deutsche strafprozee, 1941, págs. 440 y sigts.
'"•^Foschini, "La Custodia Preventiva", Revista de Polizía, septiembre d e 1954.
^^^Carnelutti, Lecciones..., d t . , t. II, pág. 7 1 .
^^^ De Luca, Lineamenti delta tutela cautelare, Padova, 1953, pág. 1953.
''•^ Sabadni, Gius Procedimenti incidentali. Torino, 1953, pág. 429.
'•*' Birkmeyer, Deutsches Slrafprozeerecht, Berlín, 1998, págs. 483 y sigts.
i-*' Novelli, "Custodia Preventiva", en Nuevo Digesto, cit., t. IV, pág. 513.
'"** Vassalli, Obsservazioni sulla custodia preventiva, Padova, 1954, pág. 493.
301
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO I'KNAL
ción O sxijeción procesal y garantía en orden a la ejecución de
la pena y prevención especial (Leone) .^''''
198. Procedencia de la prisión preventiva. El artículo 140 del
Código del ramo dispone: "Una vez formalizada la investigación,
el tribunal, a petición del ministerio público o del querellante,
podrá decretar la prisión preventiva del imputado siempre que
el solicitante acreditare que se cumplen los siguientes requisi-
tos: a) Que existen antecedentes que justificaren la existencia
del delito que se investigare; b) Que existen antecedentes que
permitieren presumir fundadamente que el imputado ha teni-
do participación en el delito como autor, cómplice o encubri-
dor, y c) Que existen antecedentes calificados que permitieren
al tribunal considerar que la prisión preventiva es indispensa-
ble para el éxito de diligencias precisas y determinadas de la in-
vestigación, o que la libertad del imputado es peligrosa para la
seguridad de la sociedad o del ofendido".
"Se entenderá que la prisión preventiva es indispensable para
el éxito de la investigación cuando existiere sospecha grave y fun-
dada de que el imputado pudiere obstaculizar las investigacio-
nes mediante la destrucción, modificación, ocultación o falsifi-
cación de elementos de prueba; o cuando pudiere inducir a
coimputados, testigos, peritos o terceros para que informen fal-
samente o se comporten de manera desleal o reticente".
"Para estimar si la libertad del imputado resulta o no peli-
grosa para la seguridad de la sociedad, el tribunal deberá consi-
derar especialmente alguna de las siguientes circunstancias: la
gravedad de la pena asignada al delito; el número de delitos que
se le imputare y el carácter de los mismos; la existencia de pro-
cesos pendientes; el hecho de encontrarse sujeto a alguna me-
dida cautelar personal, en libertad condicional o gozando de
algunos de los beneficios alternativos a la ejecución de las penas
privativas o restrictivas de libertad contemplados en la ley; la exis-
tencia de condenas anteriores cuyo cumplimiento se encontra-
re pendiente, atendiendo a la gravedad de los delitos de que
trataren, y el hecho de haber actuado en grupo o en pandilla".
'^" L e o n e , Tratado..., cit., t. II, pág. 260.
302
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
"Se entenderá que la seguridad del ofendido se encuentra
en peligro por la libertad del imputado cuando existieren ante-
cedentes calificados que permitieren presumir que éste realiza-
rá atentados graves en contra de aquél, o en contra de su familia
o de sus bienes".
De la lectura del texto legal antes transcripto, se infiere que los
requisitos que copulativamente deben concurrir para la proceden-
cia de la prisión preventiva son de índole procesal y de fondo.
Son de naturaleza procesal: la jurisdicción y la competencia
para decretarla; la legitimación activa para impetrarla; y la legi-
timación pasiva para ser sujeto de la prisión preventiva; y la opor-
tunidad para expedirla.
Son requisitos de fondo: los antecedentes justificantes de la
existencia del delito; la concurrencia de antecedentes que per-
mitan presumir fundadamente la participación imputada; la in-
dispensabilidad de la medida para asegurar el éxito de la
investigación; y la necesidad de cautelar preventivamente la pe-
ligrosidad del imputado.
Los requisitos procesales requieren las siguientes aclaraciones:
La jurisdicción y competencia para decretar la prisión pre-
ventiva sólo las ostenta el juez ante quien el ministerio público
haya formalizado la investigación en contra del imputado.
La legitimación para impetrar la medida solamente la poseen
el ministerio público o el querellante, y por ende, no pueden soli-
citarla ni la víctima que no se ha querellado, ni las partes civiles
del proceso penal, como tampoco puede declararla de oñcio el juez.
En lo referente a la legitimación pasiva, la prisión preventi-
va sólo procede en contra del imputado, es decir, de la persona
a quien se le atribuye un hecho punible a través de u n a actua-
ción de procedimiento por parte de la competente autoridad
de persecución penal.
En lo pertinente a la oportunidad para impetrar la prisión
preventiva, solamente procede la medida después de formaliza-
da la investigación, no siendo necesario que el imputado haya
prestado declaración judicial indagatoria, pues esta institución
ya no existe como supuesto de la prisión preventiva.
Los requisitos de fondo para la procedencia de la prisión pre-
ventiva son los indicados en las letras a), b) y c) del precitado
artículo 140 del C.P.P.
303
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Consisten, primeramente, en que "existan antecedentes que
justifiquen la existencia del delito que se investiga", es decir,
pruebas aptas para acreditar la evidencia del hecho material pu-
nible o cuerpo del delito, esto es, del elemento objetivo de la
tipicidad de la conducta sancionada por la ley, sin que sea ne-
cesario establecer su antijuridicidad ni la culpabilidad del im-
putado, pues éstas son materias que deben ser resueltas en la
sentencia definitiva. ^^"^
En segundo lugar, la ley exige que las diligencias de investi-
gación realizadas permitan presumir fundadamente que el im-
putado ha tenido participación en el delito como autor, cómplice
o encubridor.
Que tal presunción sea fundada significa que se basa en he-
chos reales y probados de los cuales el juzgador puede deducir,
de acuerdo con las reglas de la libertad de prueba, que rige en
esta sede, la existencia de la participación delictual imputada.
En tercer lugar, la letra c) del artículo 140 del precitado Có-
digo establece que, para que proceda la prisión preventiva, es
preciso que existan antecedentes calificados que permitan al tri-
bunal considerar que la prisión preventiva es indispensable para
el éxito de diligencias precisas y determinadas de la investiga-
ción, o cuando la libertad del imputado sea peligrosa para la se-
guridad de la sociedad o del ofendido.
A continuación el legislador agrega: "Se entenderá que la pri-
sión preventiva es indispensable para el éxito de la investigación, cuan-
do existiere sospecha grave y fundada de que el imputado pudiere
obstaculizar la investigación mediante la destrucción, modificación,
ocultación o falsificación de elementos de prueba, o cuando pudie-
re inducir a coimputados, testigos, peritos o terceros para que infor-
men falsamente o se comporten de manera desleal o reticente".
Luego, la ley establece que para determinar que la libertad
del imputado resulta peligrosa para el éxito de las investigacio-
nes, se considerarán algunas de las circunstancias antes enume-
radas al transcribir anteriormente el precepto.
Seguidamente el legislador señala que se entenderá que la
seguridad del ofendido se encuentra en peligro por la libertad
'^" Corte S u p r e m a , Revista deDerecho, 1960, 2 ' p a r t e , sec. 4", pág. 239.
304
í 305
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
del imputado cuando existieren antecedentes calificados que
permitan presumir que éste realizará atentados graves en con-
tra de aquél o en contra de su familia o de sus bienes.
Como se podrá apreciar, ante la interpretación dada por la
ley a las antedichas circunstancias no caben disquisiciones doc-
trinarias.
La Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cá-
mara de Diputados, en su segundo Informe, dado en la Sesión
29^ de 21 de enero de 1998, sostuvo que "El juez podrá orde-
nar la prisión preventiva del imputado, a solicitud del fiscal o
del querellante, con posterioridad a la formalización de la in-
vestigación, siempre que existan antecedentes que justifiquen la
existencia del delito que se investiga; que de las diligencias de
investigación realizadas aparezcan presunciones fundadas para
estimar que el imputado ha tenido participación en el delito
como autor, cómplice o encubridor y que, basándose en ante-
cedentes calificados, el juez considere la prisión preventiva como
estrictamente indispensable para el éxito de diligencias precisas
y determinadas de la investigación, o cuando la libertad del im-
putado sea peligrosa para la seguridad de la sociedad o del ofen-
dido".
"Se pone límite a la utilización de la prisión preventiva, des-
tinado a mantener u n criterio de proporcionalidad en relación
con la pena posible. Por ello, j u n t o con indicar cuándo proce-
de la prisión preventiva y a objeto de reiterar el carácter restric-
tivo que tiene la aplicación de esta medida cautelar, se señala
cuándo ella resulta improcedente".
"Así, no se podrá ordenar la prisión preventiva cuando ésta
aparezca desproporcionada en relación con la gravedad del de-
lito, las circunstancias de su comisión o la sanción probable".
"Se dice expresamente que en caso alguno procederá la pri-
sión preventiva cuando la pena asignada al delito n o excediere
de presidio o reclusión menores en su grado mínimo, o cuan-
do el juez considere que, en caso que fuere condenado el im-
putado, pudiere ser objeto de alguna de las medidas alternativas
a la privación o restricción de la libertad contempladas en la Ley
N** 18.216 (remisión condicional de la pena, reclusión noctur-
na y libertad vigilada), o cuando se tratare de un delito de ac-
ción privada".
 INTRODUCCIONALESTUDIODI-LPROCKSOI'ENAI.
"Lo que cabe tener en consideración es que cualquiera me-
dida cautelar respecto de un procesado implica un conflicto en
un Estado de Derecho, y debe ser resuelto por el juez, sobre la
base de que éste se convenza personalmente - n o formalmente-
de la necesidad de adoptar o de no adoptar una medida en su
contra. Si el fiscal quiere adoptar una medida respecto de una
persona, amparado en el principio de la inocencia, tiene que
convencer de ello al juez".
La propia Constitución señala en el artículo 80 A que "las
actuaciones que priven al imputado o a terceros del ejercicio de
los derechos que esta Constitución asegura, o lo restrinjan o per-
turben, requerirán de aprobación judicial previa".
"Es útil tener presente, en el momento de legislar en rela-
ción con las medidas cautelares, la necesidad de que éstas guar-
den relación de finalidad con lo que el proceso persigue, lo que
se denomina la homogeneidad de las medidas cautelares".
"La actividad que a través de ellas se verifica tiene que ser
semejante a la que se aguarda de la sentencia. En otras palabras,
no se puede imponer una medida cautelar que no tenga rela-
ción con el tema; tiene que haber un rango de semejanza".
"Las medidas cautelares, además, para poder decretarse, re-
quieren lo que el Código de Procedimiento Civil llama 'com-
probante que constituya presunción grave del derecho que se
reclama', denominado, técnicamente, 'el humo del buen dere-
cho'. Para decretar una medida cautelar^ es indispensable" qué
el juez tenga no certeza, pero sí un grado de verosimilitud del
derecho que se está invocando".^^^
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Regla-
mento del Senado, por su parte, en su Segundo Informe, del
año 2000, Sesión 5"*, en relación con el primer inciso del artícu-
lo 140, antes transcripto, primitivo artículo 170 del Proyecto, "es-
tuvo de acuerdo en consignar expresamente que, como el juez
no tendrá antecedentes para resolver, es el fiscal o el querellan-
te, según quien lo solicite, el que deberá acompañar los antece-
dentes que justifiquen la medida. De lo contrario, el juez deberá
rechazar la petición. Aunque en todo el proyecto subyace la
67,68
C á m a r a de Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pags
y 69.
306
I AS NORMAS PROCESALES PENALES
obligación de fundar las peticiones que se hagan al tribunal, en
este punto, de suyo delicado, la Comisión prefirió explicitarlo,
para evitar que frente a la opinión pública aparezca el juez como
responsable de la libertad del imputado, en circunstancias que
la responsabilidad deberá recaer sobre quien no aportó los ele-
mentos de convicción suficientes".
"Además, aceptó la indicación N"* 150 de los H.H. senado-
res señores Cordero y Stange, que propone suprimir, en el en-
cabezamiento, la frase 'a la declaración indagatoria', y 'por ser
consecuencia de la desaparición del tal instituto procesal'.
"Resolvió también modificar la letra b) para limitarse a exi-
gir la existencia de antecedentes que permitan presumir funda-
damente que el imputado ha tenido participación en el delito
como autor, cómplice o encubridor, en vez de aludir a presun-
ciones, medios de prueba que este Código no contempla, y aña-
dir que ellas deben emanar de las diligencias de la investigación,
en la cual el juez no tiene participación. Con ello se refuerza la
idea de que quien solicita la medida cautelar debe aportar al
juez los antecedentes que la justifiquen".
"La letra c) se acogió con cambios de redacción".
"El inciso segundo, que indica los casos en que se entiende
que la prisión preventiva es indispensable para el éxito de las
investigaciones, se aprobó con la enmienda sugerida por la in-
dicación N"^ 151 del H. senador señor Parra, de reemplazar la
expresión 'las investigaciones' por 'la investigación'".
"En relación con el inciso tercero, referido a la seguridad
de la sociedad, algunos H.H. señores senadores hicieron pre-
sente que las decisiones que el Congreso Nacional haya adop-
tado recientemente al conocer los proyectos modificatorios del
Código de Procedimiento Penal, no deben necesariamente re-
producirse en esta otra iniciativa legal, porque se aplican en sis-
temas diferentes, que coexistirán por un período determinado
con un problema propio de la transición de un procedimiento
penal a otro. Sostuvieron que, en el sistema actual, la compli-
cación que tiene la prisión preventiva es la extensión de los jui-
cios, lo que la transforma en una condena anticipada, a dife-
rencia de lo que se espera respecto del nuevo Código, en el
sentido de que reduzca considerablemente el lapso entre el de-
lito que se comete y el momento en que su autor es castigado.
307
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
De esta forma, la privación de la libertad será motivada por la
condena y no por la sospecha, produciendo un efecto ejempla-
rizador sobre los delincuentes, que apreciarán u n a relación di-
recta entre crimen y pena".^^^
199, Improcedencia de la prisión preventiva. El artículo 141
del C.P.P. estatuye: "No se podrá ordenar la prisión preventiva
cuando ésta aparezca desproporcionada en relación con la gra-
vedad del delito, las circunstancias de su comisión y la sanción
probable".
"No procederá la prisión preventiva:
a) Cuando el delito imputado estuviere sancionado única-
mente con penas pecuniarias o privativas de derechos, o con una
pena privativa o restrictiva de la libertad de duración no supe-
rior a la de presidio o reclusión menores en su grado mínimo;
b) Cuando se tratare de un delito de acción privada, y c) Cuan-
do el tribunal considerare que, en caso de ser condenado, el im-
putado pudiere ser objeto de alguna de las medidas alternativas
a la privación o restricción de libertad contempladas en la ley y
éste acreditare tener vínculos permanentes con la comunidad,
que den cuenta de su arraigo familiar o social".
"Sin perjuicio de lo anterior, el imputado deberá perma-
necer en el lugar del juicio hasta su término, presentarse a los
actos del procedimiento y a la ejecución de la sentencia, in-
mediatamente que fuere requerido o citado en conformidad
a los artículos 33 y 123".
"Podrá en todo caso decretarse la prisión preventiva en los
eventos previstos en el inciso segundo cuando el imputado hu-
biere incumplido alguna de las medidas cautelares previstas en
el párrafo 6*" de este Título o cuando el tribunal considere que
el imputado pudiere incumplir lo establecido en el inciso pre-
cedente. Se decretará también la prisión preventiva del imputa-
d o q u e n o h u b i e r e asistido a la audiencia del juicio oral,
resolución que se dictará en la misma audiencia a petición del
fiscal o del querellante".
^'•^ S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, págs. 547 y 548.
308
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
"La prisión preventiva no procederá respecto del imputado
que se encontrare cumpliendo efectivamente una pena privati-
va de libertad. Si por cualquier motivo fuere a cesar su cumpli-
miento efectivo y el fiscal o el querellante estimaren procedente
esta medida cautelar, o alguna de las medidas previstas en el pá-
rrafo siguiente, podrán recabarla anticipadamente de conformi-
dad a las disposiciones de este párrafo, a fin de que, si el tribunal
acogiere la solicitud, la medida se aplique al imputado en cuan-
to cese el cumplimiento efectivo de la pena, sin solución de con-
I tinuidad".
La improcedencia de la prisión preventiva respecto de los
delitos sancionados únicamente con penas pecuniarias o priva-
tivas de derechos, es obvia. Igualmente lo es el evento de que la
medida aparezca como desproporcionada con relación a la gra-
vedad del delito, las circunstancias de su comisión y la sanción
probable. A su vez, la disposición que hace improcedente la me-
dida respecto de delitos de pena abstracta no superior a presi-
dio o reclusión menores en su grado mínimo, es decir, sin con-
siderar circunstancias modificatorias de responsabilidad, pero sí
el grado de desarrollo del delito, es justa, pues aplica la regla
antes señalada en cuanto a la improcedencia de la prisión pre-
ventiva.
Del mismo modo, la improcedencia de la prisión preventiva
cuando el asunto verse sobre un delito de acción privada, se jus-
tifica porque en este caso se trata de tutelar un bien jurídico de
interés particular, más que social o colectivo.
Finalmente, también es lógico que la prisión preventiva no
proceda respecto del imputado que se encontrare cumpliendo
ñ' efectivamente u n a pena privativa de libertad, por el problema
que se suscita si, durante la vigencia de aquélla, el imputado pre-
so es absuelto o sobreseído en otro proceso por delito merece-
dor de pena privativa de la libertad, caso en el cual la ley no
contempla la posibihdad de que se le impute a la pena impues-
ta por el primer dehto el período que el indiciado ha permane-
cido sometido a prisión preventiva por el segundo.
Esta última causal de improcedencia de la prisión preventi-
va la introdujo la Comisión del Senado, en la Sesión 5% hacién-
I
dose cargo de la inquietud planteada por Gendarmería de Chile
acerca de la ausencia de norma que regule la situación, lo que
309
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
se traduce en ocasiones en un perjuicio para los interesados al
momento de computarles el tiempo de privación de libertad.
Al efecto, Gendarmería hizo presente a la Comisión que el
indicado "es el caso de las personas que encontrándose reclui-
das y cumpliendo una pena privativa de la libertad son procesa-
das en una nueva causa criminal y son sometidas al régimen de
prisión preventiva, o mientras se encuentran sometidas a tal es-
pecie de privación de libertad, son notificadas del cúmplase de
una sentencia condenatoria que les impone una pena de cár-
cel. En ambas situaciones, el interno se encuentra privado de
libertad, pero al ordenarse que se le considere como sometido
a prisión preventiva, Gendarmería de Chile deja en suspenso el
cumplimiento de la pena privativa de la libertad que se haya im-
puesto por sentencia ejecutoriada, en razón de que invariable-
mente el tribunal que dictó el decreto de prisión preventiva
computa el tiempo transcurrido desde la fecha de ese decreto
como abono de la pena que impone con posterioridad. Al pro-
ducirse este evento, es decir, al terminar el nuevo proceso por
sentencia condenatoria, es común que no se produzca perjui-
cio para el interno, puesto que el tiempo que permaneció en
prisión preventiva les es computado como parte de su tiempo
total de condena. Sin embargo, si el nuevo proceso termina con
sentencia absolutoria o con sobreseimiento temporal o definiti-
vo, Gendarmería de Chile carece de facultades para computar
el tiempo que permaneció privado de libertad, bajo el régimen
de prisión preventiva, como parte de la pena que deberá cum-
plir en virtud de la condena impuesta en otro proceso, con lo
que se prolonga su tiempo de privación de libertad más allá de
lo legal".
"Añadió que la situación en comento fue resuelta por el le-
gislador sólo respecto de las personas sometidas a la justicia mi-
litar al dictarse la Ley N** 19.368, que agregó el artículo 137 bis al
Código de Justicia MiUtar, disponiendo, en términos generales,
que la dictación de un decreto de detención o prisión preventi-
va, con anterioridad o con posterioridad a encontrarse ejecuto-
riada la sentencia que imponga una pena privativa de libertad,
no obstará al cumplimiento de la pena".
"La Comisión, al respecto, creyó que la solución más direc-
ta es la que proponemos, vale decir, hacer improcedente la pri-
310
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
sión preventiva respecto de quien esté cumpliendo una pena
privativa de libertad".^^^
200. Tramitación de la petición de prisión preventiva. "La soli-
citud de prisión preventiva -establece el artículo 142- podrá
plantearse verbalmente en la audiencia de formalización de la
investigación, en la audiencia de preparación del juicio oral o
en la audiencia del juicio oral".
"También - c o n t i n ú a el p r e c e p t o - p o d r á solicitarse en
cualquier etapa de la investigación, respecto del imputado
contra quien se hubiere formalizado ésta, caso en el cual el
juez fijará u n a audiencia para la resolución de la solicitud,
citando a ella al imputado, a su defensor y a los demás inter-
vinientes".
"La presencia del imputado y de su defensor constituye un
requisito de validez de la audiencia en que se resolviere la soli-
citud de prisión preventiva".
"Una vez expuestos los fundamentos de la solicitud por quien
la hubiere formulado, el tribunal oirá en todo caso al defensor,
a los demás intervinientes si estuvieren presentes y quisieren ha-
cer uso de la palabra y al imputado".
"Al concluir la audiencia -agrega el artículo 143- el tribu-
nal se pronunciará sobre la prisión preventiva por medio de una
resolución fundada, en la cual expresará claramente los antece-
dentes calificados que justificaren la decisión". ^
Es preciso advertir que la prisión preventiva sólo puede
ser solicitada verbalmente en las audiencias que señala el in-
ciso primero del artículo antes inserto, pero si es impetrada
en la etapa de la investigación respecto del imputado que se
hubiere cerrado la pesquisa, deberá formularse p o r escrito
fundado.
Además, la decisión del juez deberá ser fundada y enunciar
las pruebas para dar por justificada la existencia del hecho ma-
terial punible investigado, las presunciones fundadas en que
hubiere basado su convicción de que al imputado le ha cabido
participación en el delito como autor, cómphce o encubridor,
S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, págs. 549 y 550.
311
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
las sospechas graves y razonadas de la manera como el indicia-
do pudiera obstaculizar la investigación, y los severos indicios que
le hayan permitido colegir que éste realizará atentados graves
en contra de la persona del ofendido.
Con relación al precepto antes transcripto, la Comisión del
Senado, en su Segundo Informe, Sesión 5^, prefirió "suprimir
la obligación de presentar por escrito la solicitud de prisión pre-
ventiva cuando ya se ha formalizado la investigación, aun cuan-
do se haga para dejar constancia, a fin de evitar que se tienda a
volver al procedimiento actual".
En lo que atañe a la resolución que se pronuncia sobre la
prisión preventiva, la Comisión del Senado, en la misma Sesión,
fue de parecer de que, tanto si se acoge la solicitud de prisión
preventiva como si la deniega, el juez debe fundar su resolución,
de modo que sea suficientemente explícita como para bastarse
a SI misma,
154
201, Límites temporales de la prisión preventiva. Esta medida
cautelar es esencialmente temporal, y por ende, modificable, re-
vocable, substituible, reemplazable y terminable en cualquier
momento indicado por la ley.
En cuanto a la modificación y revocabilidad, el artículo 144
del C.P.P. estatuye: "La resolución que ordenare o rechazare la
prisión preventiva será modificable de oficio o a petición de cual-
quiera de los intervinientes, en cualquier estado del procedi-
miento".
"Cuando el imputado solicitare la revocación de la prisión
preventiva el tribunal podrá rechazarla de plano; asimismo, po-
drá citar a todos los intervinientes a una audiencia, con el fin
de abrir debate sobre la subsistencia de los requisitos que auto-
rizan la medida. En todo caso, estará obligado a este último pro-
cedimiento cuando hubieren transcurrido dos meses desde el
último debate oral en que se hubiere ordenado o mantenido la
prisión preventiva".
"Si la prisión preventiva hubiere sido rechazada -termina el
precepto-, ella podrá ser decretada con posterioridad en una
S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, págs. 550 y 551,
312
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
audiencia, cuando existieren otros antecedentes que, ajuicio del
tribunal, justificaren discutir nuevamente su procedencia".
En lo relativo a la substitución, el artículo 145 del Código
del ramo estatuye: "En cualquier momento del procedimiento
el tribunal, de oficio o a petición de parte, podrá substituir la
prisión preventiva por alguna de las medidas que se contemplan
en las disposiciones del Párrafo 6° de este Título".
"Transcurridos seis meses desde que se hubiere ordenado la
prisión preventiva o desde el último debate oral e n que ella se
hubiere decidido, el tribunal citará de oficio a u n a audiencia,
con el fin de considerar su cesación o prolongación".
202. Cauciones constituidas en reemplazo de la prisión preven-
tiva. En lo pertinente a este punto, el artículo 146 del precita-
do Código prescribe: "Cuando la prisión preventiva hubiere sido
o debiere ser impuesta para garantizar la comparecencia del im-
putado al juicio y a la eventual ejecución de la pena, el tribunal
podrá autorizar su reemplazo por u n a caución económica sufi-
ciente, cuyo monto fijará".
"La caución podrá consistir en el depósito por el imputado
u otra persona de dinero o valores, la constitución de prendas
o hipotecas, o la fianza de una o más personas idóneas califica-
das por el tribunal".
Este beneficio establecido por la nueva ley procesal penal en
favor del imputado, en realidad constituye un reemplazo de la
antigua libertad provisional o excarcelación.
"En la Comisión del Senado durante la discusión del segun-
do informe, por algunos senadores se manifestó la inquietud de
que se entienda que se puede 'comprar' la libertad cuando haya
peligro para la seguridad de la víctima o para la seguridad de la
sociedad o se tema que vaya a entorpecer el procedimiento. Úni-
camente se justifica establecer una norma de esta naturaleza para
asegurar la comparecencia del imputado al juicio y eventualmen-
te al cumplimiento de la sentencia. O sea, si se parte de la base
de que en este caso la libertad del sujeto no es peligrosa para
alguna de esas finalidades, porque de lo contrario no se podría
dejar sin efecto la prisión preventiva".
"Los demás H.H. senadores integrantes de la Comisión com-
partieron ese punto de vista, agregando que si se trata de evitar
313
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
la fuga y asegurar la comparecencia, debe fijarse una suma alta,
que guarde proporción con el riesgo que se trata de evitar".^"'''
En cuanto a la terminación de prisión preventiva, ésta expira
cuando no subsistieren los motivos que la hubieren justificado,
cuando el imputado hubiere cumplido la mitad de la eventual pena
privativa dé la libertad aplicable, y cuando se dictare en su favor
sentencia absolutoria o de sobreseimiento definitivo o temporal.
I En cuanto a la cancelación de la caución, esta sólo procede
Al efecto, el artículo 152 del C.P.R dispone: "El tribunal, de
oficio o a petición de cualquiera de los intervinientes, decreta-
rá la terminación de la prisión preventiva cuando no subsistie-
ren los motivos que la hubieren justificado".
"En todo caso, cuando la duración de la prisión preventiva
hubiere alcanzado la mitad de la pena privativa de libertad que
se pudiere esperar en el evento de dictarse sentencia condena-
toria, o de la que se hubiere impuesto existiendo recursos pen-
dientes, el tribunal citará de oficio a una audiencia, con el fin
de considerar su cesación o prolongación".
"El tribunal deberá poner término a la prisión preventiva
-señala el artículo 153-, cuando dictare sentencia absolutoria y
cuando decretare sobreseimiento definitivo o temporal, aunque
dichas resoluciones no se encontraren ejecutoriadas".
"En los casos indicados en el inciso precedente -concluye la
disposición-, se podrá imponer alguna de las medidas señala-
das en el Párrafo 6° de este Título, cuando se consideraren ne-
cesarias para asegurar la presencia del imputado".
203. Ejecución y cancelación de las cauciones constituidas en
reemplazo de la prisión preventiva. La ejecución de la caución
de reemplazo de la prisión preventiva procede cuando el impu-
tado fuere declarado en rebeldía o se substrajere al cumplimien-
to de la pena.
Al efecto el artículo 147 del C.P.P. establece que "En los ca-
sos de rebeldía o cuando el imputado se sustrajere a la ejecu-
ción de la pena, se procederá a ejecutar la garantía de acuerdo
con las reglas generales y se entregará el monto que se obtuvie-
re a la Corporación Administrativa del Poder Judicial".
S e n a d o , Dimio de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 552.
314
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
"En ambos casos, si la caución no consistiere en dinero o va-
lores, actuará como ejecutante el Consejo de Defensa del Esta-
do, para lo cual el tribunal procederá a poner los antecedentes
en su conocimiento, oficiándole al efecto".
cuando el imputado fuere puesto en prisión preventiva, cuando
por resolución firme se le absolviere, se sobreseyere la causa o se
suspendiere condicionalmente el procedimiento, y cuando empe-
zare a cumplir la pena privativa de libertad o se resolviere que ella
no debiere ejecutarse en forma efectiva, siempre que previamen-
te se pagaren la multa y las costas que impusiere la sentencia.
En este sentido legisla el artículo 148 del C.P.P. al disponer
que "La caución será cancelada y devueltos los bienes afectados,
siempre que no hubieren sido ejecutados con anterioridad:
a) Cuando el imputado fuere puesto en prisión preventiva;
b) Cuando, por resolución firme, se absolviere al imputado, se
sobreseyere la causa o se suspendiere condicionalmente el pro-
cedimiento, y c) Cuando se comenzare a ejecutar la pena priva-
tiva de libertad o se resolviere que ella no debiere ejecutarse en
forma efectiva, siempre que previamente se pagaren la multa y
las costas que impusiere la sentencia".
Con relación al caso contemplado en la letra c) del precita-
do artículo, la Comisión del Senado, en su Sesión 5 \ "estimó
que no se justifica cancelar la caución por haberse comenzado
a ejecutar la pena privativa de libertad o se resolviere que ella
no debe ejecutarse en forma efectiva, si no se han pagado las
multas y costas, por lo que se acordó que este último hecho con-
dicione a los previstos en la causal precedente".^^^
204. Impugnación de la prisión preventiva. El artículo 149 del
C.P.P. dispone al respecto: "La resolución que ordenare, man-
tuviere, negare lugar o revocare la prisión preventiva será ape-
lable cuando hubiere sido dictada en una audiencia. En los
demás casos no será susceptible de recurso alguno".
Del texto anterior se colige, a contrario sensu, que la reso-
lución que ordenare, mantuviere, negare lugar o revocare la pri-
•''^ S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 553.
315
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
sión preventiva no será susceptible de recurso alguno cuando
el juez la decrete de oficio, pero será apelable cuando fuere dic-
tada por el juez previo debate en audiencia oral.
El recurso de apelación deberá concederse en el solo efecto
devolutivo, en virtud de lo dispuesto en el artículo 368 del pre-
citado Código.
Empero si la prisión preventiva es ordenada, mantenida, ne-
gada, revocada, terminada, cesada, substituida o reemplazada
por el tribunal colegiado oral en lo penal - d e acuerdo con el
artículo 364 del C.P.P.- en todo caso será inapelable, sin perjui-
cio que en su contra proceda el recurso de reposición en los
eventos y en la forma señalados por la ley.
205. Formalidades del tnandamiento de prisión preventiva. El
artículo 154 del Código prescribe que "Toda orden de prisión
preventiva o de detención será expedida por escrito por el tri-
bunal y contendrá: a) El nombre y apellidos de la persona que
debiere ser detenida o aprehendida, o, en su defecto, las circuns-
tancias que la individualizaren o determinaren; b) El motivo de
la prisión o detención, y c) La indicación de ser conducido de
inmediato ante el tribunal, al establecimiento penitenciario o lu-
gar público de prisión o detención que determinará, o de per-
manecer en su residencia, según correspondiere".
En cuanto al control del cumplimiento de la medida, el ar-
tículo 150 del Código del ramo establece; "El tribunal será com-
petente para supervisar la ejecución de la prisión preventiva que
ordenare en las causas de que conociere. A él corresponderá co-
nocer de las solicitudes y presentaciones realizadas con ocasión
de la ejecución de la medida".
"La prisión preventiva se ejecutará en establecimientos espe-
ciales, diferentes de los que se utilizaren para los condenados
o, al menos, en lugares absolutamente separados de los destina-
dos para estos últimos".
"El imputado será tratado en todo momento como inocente.
La prisión preventiva se cumplirá de manera tal que no adquiera
las características de una pena, ni provoque otras limitaciones que
las necesarias para evitar la fuga y garantizar la seguridad de los
demás internos y de las personas que cumplieren funciones o por
cualquier motivo se encontraren en el recinto".
316
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
"El tribunal deberá adoptar y disponer las medidas necesa-
rias para la protección de la integridad física del imputado, en
especial aquéllas destinadas a la separación de los jóvenes y no
reincidentes respecto de la población penitenciaria de mayor
peligrosidad".
"Excepcionalmente, el tribunal podrá conceder al imputado
permiso de salida durante el día, por un período determinado o
con carácter indefinido, siempre que se asegurare convenientemen-
te que no se vulnerarán los objetivos de la prisión preventiva".
"Cualquier restricción que la autoridad penitenciaria impu-
siere al imputado deberá ser inmediatamente comunicada al tri-
bunal, con sus fundamentos. Este podrá dejarla sin efecto si la
considerare ilegal o abusiva, convocando, si lo estimare necesa-
rio, a una audiencia para su examen".
Con todo, el tribunal podrá establecer respecto del imputa-
do sometido a prisión preventiva, prohibición de comunicaciones.
206. Prohibición de comunicaciones. Al efecto, el artículo 151
del C.RP. establece: "El tribunal podrá, a petición del fiscal, res-
tringir o prohibir las comunicaciones del detenido o preso has-
ta por un máximo de diez días, cuando considerare que ello
resulta necesario para el exitoso desarrollo de la investigación.
En todo caso esta facultad no podrá restringir el acceso del im-
putado a su abogado en los términos del artículo 94, letra f), ni
al propio tribunal. Tampoco se podrá restringir su acceso a una
apropiada atención médica".
"El tribunal deberá instruir a la autoridad encargada del re-
cinto en que el imputado se encontrare acerca del modo de lle-
var a efecto la medida, el que en ningún caso podrá consistir
en el encierro en celdas de castigo".
La Comisión del Senado, en su Sesión 5^, al referirse sobre
esta materia, "tuvo en cuenta que la incomunicación en el siste-
ma inquisitivo vigente está concebida más bien como medida de
apremio para obtener una confesión, pero en el nuevo sistema
acusatorio su únicajustificación sería evitar que el imputado aler-
te a sus copartícipes".
"En ese contexto, estimó conveniente reformular este institu-
to, simplificándolo y dándole la connotación precisa que tiene,
cual es de u n a prohibición o restricción de las comunicaciones
317
 INTRODUCCIÓN AK ESTUDIO DEL PROCESO l'ENAL
del detenido o preso, decretada por el juez a petición del fiscal,
cuando la considere necesaria para el éxito de la investigación,
por un máximo de diez días".'^^
Párrafo 5°
Medidas cautelares personales especiales
207. Finalidad y enumeración de estas medidas. El artículo 155
del C.P.P. dispone: "Para garantizar el éxito de las diligencias de
investigación, proteger al ofendido o asegurar la comparecen-
cia del imputado a las actuaciones del procedimiento o ejecu-
ción de la sentencia, después de formalizada la investigación el
tribunal, a petición del fiscal, del querellante o la víctima, po-
drá imponer al imputado una o más de las siguientes medidas:
a) La privación de libertad, total o parcial, en su casa o en la
que el propio imputado señalare, si aquélla se encontrare fuera
de la ciudad asiento del tribunal; b) La sujeción a la vigilancia
de una persona o institución determinada, las que informarán
periódicamente al juez; c) La obligación de presentarse perió-
dicamente ante el juez o ante la autoridad que él designare;
d) La prohibición de salir del país, de la localidad en la cual re-
sidiere o del ámbito territorial que fijare el tribunal; e) La pro-
hibición de asistir a d e t e r m i n a d a s r e u n i o n e s , recintos o
espectáculos públicos, o de visitar determinados lugares; f) La
prohibición de comunicarse con personas determinadas, siem-
pre que no se afectare el derecho a defensa, y g) La prohibi-
ción de aproximarse al ofendido o su familia y, en su caso, la
obligación de abandonar el hogar que compartiere con aquél".
"El tribunal podrá imponer una o más de estas medidas se-
gún resultare adecuado al caso y ordenará las actuaciones y co-
municaciones necesarias para garantizar su cumplimiento".
Estas medidas especiales persiguen en el fondo, con menos
rigurosidad, los mismos fines que la detención y la prisión pre-
ventiva, y tanto es así que, como se verá más adelante, se rigen
por las mismas normas de ésta en cuanto a su procedencia, re-
''•' S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, pág. 545.
318
I..AS NORMAS PROCESALES PENALES
quisitos, impugnación y límites temporales, en cuanto no se opu-
sieren a las normas particulares establecidas para cada caso.
Al respecto, la Comisión de Constitución, Legislación y Justi-
cia de la Cámara de Diputados, en su segundo Informe dado en
Sesión 29^, de 21 de enero de 1998, señaló que el precepto ante-
rior "Establece un conjunto de medidas cautelares personales
menos intensas que la prisión preventiva y que el juez debe utili-
zar con preferencia a ésta cuando resulten adecuadas para ase-
gurar los objetivos del procedimiento. Entre las que debieran
tener mayor efecto práctico está el arresto domiciliario, que fue
introducido con buenos resultados por la Ley N° 19.164, en fa-
vor del que obra en legítima defensa de su persona o derechos o
en defensa de la persona o derechos de su cónyuge, parientes o
de un extraño; la sujeción a la vigilancia de una persona o auto-
ridad; la prohibición de salir del país o del ámbito territorial que
fije el juez, y otras restricciones al libre desplazamiento, destina-
das a proteger a las víctimas o los resultados de la investigación".
"En cualquier momento del procedimiento, el tribunal, de
oficio o a petición de parte, podrá substituir la prisión preventi-
va por alguna de las medidas cautelares personales de menor
intensidad' 158
208. Procedencia, requisitos, impugnación y límites temporales
de las medidas cautelares personales especiales. Estas medidas
- d e acuerdo con lo prescrito en el inciso tercero del artículo
155 del C.P.P.- se regirán en cuanto a "La procedencia, dura-
ción, impugnación y ejecución... por las disposiciones aplicables
a la prisión preventiva, en cuanto no se opusieren a lo previsto
en este Párrafo".
209. Suspensión temporal de las medidas cautelares personales
especiales. El artículo 156 del C.P.P. dispone que "El tribunal
podrá dejar temporalmente sin efecto las medidas contempla-
das en este Párrafo, a petición del afectado por ellas, oyendo al
fiscal y previa citación de los demás intervinientes que hubieren
participado en la audiencia en que se decretaron, cuando esti-
mare que ello no pone en peligro los objetivos que se tuvieron
Cámara de Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 68.
319
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PK NAL
en vista al imponerlas. Para estos efectos, el juez podrá admitir
las cauciones previstas en el artículo 146", es decir, a través de
I re solicitada por el Ministerio Público, ya que éste no está obli-
la prestación de una caución económica adecuada, que efectúe
el propio imputado u otra persona a su favor, mediante depósi-
to de dinero o valores, la constitución de prenda o hipoteca, o
la fianza de una o más personas idóneas.
La Comisión del Senado, en su Segundo Informe, Sesión 5^
(Anexo de Documentos), dejó constancia que la ley al aludir "al
afectado" se refiere al perjudicado por la medida y no a la vícti-
ma del delito. ^^^
Capítulo III
MEDIDAS CAUTELARES REALES
210. Concepto. Las medidas cautelares reales son aquellas que
tienen por finalidad asegurar las obligaciones civiles del imputa-
do y de sus herederos, en cuanto a la restitución de la cosa obje-
to del delito o su valor, o a la indemnización del daño proveniente
del hecho punible y al pago de costas (supra N°^ 44 y sigts.).
Tales medidas son: el secuestro de la cosa que es objeto de
la demanda, el nombramiento de uno o más interventores, la
retención de bienes determinados y la prohibición de celebrar
actos y contratos sobre bienes determinados, es decir, las mis-
mas que enumera el artículo 290 del Código de Procedimiento
Civil para asegurar el resultado de la acción del demandante ci-
vil. Además, es posible en el proceso penal impetrar medidas no
autorizadas por la ley o extraordinarias, siendo facultativo para
el juez otorgarlas, previa caución, ya que éstas las contempla el
artículo 298 del Título V del Libro Segundo del Código de Pro-
cedimiento Civil, aplicable al caso por disposición expresa del
artículo 157 del Código Procesal Penal.
Hay que tener presente que no procede la caución que la
ley exige en caso que la medida precautoria extraordinaria fue-
Senado, Diario de Sesiones del Senado, año 2000, pág. 558.
320
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
gado a rendirla, según lo dispone el artículo 63 del D.F.L. N^ 1
de Hacienda, que contiene el texto refundido de la Ley Orgá-
nica del Consejo de Defensa del Estado.
211. Legitimación, oportunidad y forma de solicitar estas
medidas. Estas medidas cautelares reales pueden ser solicitadas
por escrito sólo respecto del imputado, por el ministerio públi-
co durante la etapa de la investigación y por la víctima durante
ésta o al deducir demanda civil, siempre que en los dos prime-
ros casos se haya formalizado la investigación, ya que tales pro-
videncias cautelares suponen la existencia del imputado, única
persona que puede ser sujeto pasivo de ellas.
Al respecto, el artículo 157 del C.PP dispone: "Durante la eta-
pa de investigación, el ministerio público o la víctima podrán soli-
citar por escrito al juez de garantía que decrete respecto del
imputado, una o más de las medidas precautorias autorizadas en
el Título V del Libro Segundo del Código de Procedimiento Civil.
En estos casos, las solicitudes respectivas se substanciarán y regirán
de acuerdo a lo previsto en el Título IV del mismo Libro. Con todo,
concedida la medida, el plazo para presentar la demanda se exten-
derá hasta la oportunidad prevista en el artículo 60", es decir, du-
rante la audiencia de preparación del juicio oral y hasta quince días
antes de la fecha fijada para la realización de dicha audiencia.
"Del mismo modo -agrega-, al deducir la demanda civil, la víc-
tima podrá solicitar que se decrete una o más de dichas medidas".
El escrito en que se solicitan las medidas debe ser fundado,
en consonancia con los peligros de pérdida o deterioro que con-
templan los artículos 291, 293, 295 y 296 en relación con las pre-
tensiones de la acción civil; debe limitarse a los bienes necesarios
para responder a los resultados del juicio en cuanto a la restitu-
ción de la cosa que se impetra; a las indemnizaciones que se per-
siguen y a las costas del juicio; y, además, p a r a q u e sean
decretadas el solicitante debe acompañar comprobantes que, a
lo menos, constituyan presunción grave del derecho que se re-
clama (art. 298delC.P.C.).
No es necesario que el solicitante de la medida precautoria
señale la naturaleza de la acción que se propone deducir, por-
que ésta es una exigencia que sólo procede cuando se solicitan
321
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DHL l'ROCESO PENAL
cautelas prejudiciales, y no medidas precautorias, lo cual, ade-
más, sería improcedente con respecto al fiscal, quien no está le-
gitimado deducir demanda civil en favor de la víctima.
Refiriéndose a esta materia, la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, en su Infor-
me dado a la Corporación en Sesión 23^, de 13 de enero de 1998,
hizo presente que "Con el sistema propuesto, al suprimirse el
auto de procesamiento, se entra en un régimen equivalente al
vigente en materia civil, en el cual el que requiere una medida
cautelar real tiene que probar sus fundamentos".^^**
En otras palabras -al tenor del artículo 298 del Código de
Procedimiento Civil- fuera de que las medidas deben limitarse
a los bienes necesarios para responder a los resultados civiles del
juicio, para decretarlas el demandante debe acompañar compro-
bantes que constituyan a lo menos presunción grave del dere-
cho que se reclama.
En lo demás, la petición de tales medidas se tramita en for-
ma incidental y se someten en todo a las reglas del procedimien-
to civil, sin afectar el curso del proceso penal.
212. Intervención del afectado por la medida precautoria. Por
tener interés actual, el imputado afectado por ima medida pre-
cautoria de carácter civil tendrá derecho a intervenir en el inci-
dente respectivo con el fin de sostener su falta de responsabilidad
y oponerse a su materialización o solicitar la modificación o ce-
sación de aquélla.
Esta intervención no suspenderá en ningún caso la investi-
gación ni el curso del proceso penal.
213. Recursos contra las medidas cautelares reales. Al respec-
to, el artículo 158 del Código del ramo estatuye: "Serán apela-
bles las resoluciones que negaren o dieren lugar a las medidas
previstas en este Título".
El recurso de apelación en este caso deberá otorgarse, de
acuerdo con la norma general establecida en el artículo 368 del
Código del ramo, sólo en el efecto devolutivo.
Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 163.
322
TÍTULO X
LA PRUEBA EN EL PROCESO PENAL
Capítulo I
GENERALIDADES
214. Concepto. De acuerdo con el léxico, la voz "prueba" signifi-
ca, en general, la razón, argumento, instrumento, u otro medio con
que se pretende mostrar y hacer patente la verdad o falsedad de
una cosa; y, desde el punto de vista forense, importa la justificación
de la verdad de los hechos controvertidos en un juicio, hecha por
los medios que autoriza y reconoce como eficaces la ley.
Ambas concepciones, sin embargo, resultan inexactas si se re-
fieren al proceso penal. La primera, porque confunde la evaluación
de la prueba con los elementos que sirven para acreditar la verdad
o falsedad del hecho de que se trata; y la segunda, porque en el
procedimiento penal no existen, como en el procedimiento civil,
hechos controvertidos fijos y determinados, ni tampoco limitación
legal en cuanto a los medios de prueba, ya que por aplicación del
principio de la libertad de pruebas, los sucesos o circunstancias re-
lacionados con la conducta humana que deben acreditarse en el
juicio criminal son variables y los señala de manera prudencial el
juez. Asimismo, los modos como éstos pueden ser acreditados no
están taxativamente limitados por la ley sino que es posible que se
establezcan por cualquier medio pertinente, relevante, necesario y
lícito que pueda otorgar certeza suficiente al tribunal.
En consecuencia, en esta sede debe entenderse como "prue-
ba" lisa y llanamente la comprobación en el juicio penal de la ver-
dad o falsedad de un hecho o circunstancia relacionado con la
323
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
conducta humana que sea pertinente y relevante para acreditar
la existencia del delito y establecer la identidad del delincuente,
a través de cualquier medio lícitamente apto para producir fe.
215. Clasificación de los medios de prueba. Los medios de
prueba procesales penales son los arbitrios, instrumentos o ele-
mentos de que se vale el legislador para acreditar los hechos y
circunstancias necesarios para el establecimiento de los delitos
y de sus autores, cómplices o encubridores.
Atendiendo al modo como el objeto, hecho o circunstancia
por probar llega al conocimiento del juez, los medios de prue-
ba se clasifícan en genéricos y específicos.
Si e\ objeto por probar, es decir, el contenido o propósito
de la prueba llega al conocimiento del juez mediante la percep-
ción directa, como ocurre, por ejemplo, con la inspección per-
sonal del tribunal, el medio de prueba es genérico.
Si, por el contrario, tal conocimiento llega al juez a través
de informaciones ajenas, como acontece, verbigracia, con las de-
claraciones de testigos o el informe pericial, el medio de prue-
ba es específico.
Antaño, sin embargo, desde otro punto de vista, se afirma-
ba que medio de prueba genérico era el atinente a la compro-
bación del cuerpo del delito; y medio de prueba específico era
aquel que se refería a la individualización del delincuente y a la
manera como éste hubiere perpetrado el delito.
Al respecto, por ejemplo -como dice Pagano-, "La prueba
del hecho criminoso se dice genérica, ya qLie con ella se demues-
tra haberse cometido un delito del cual está fijado sólo el géne-
ro; mientras que con la prueba del autor de él se establece la
calidad y la especie. Como, por ejemplo, habiéndose compro-
bado que Ticio ha sido matado violentamente, si se prueba que
el matador ha sido Antonio, su hijo, queda fijada la especie del
homicidio, a saber, el parricidio".^^^
Seguidamente, atendiendo a la manera como la prueba se
refiere, alude o apunta al objeto por probar, los medios de prue-
ba pueden ser directos o indirectos.
""'' Pagano, Lógica dei Probahilüi, Saierno, 1924, t. II, págs. 46 y sigts.
324
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Así, si el medio de prueba se dirige precisa e inmediatamente
al objeto por probar, será directo, y si, a la inversa, se dirige a
un objeto diverso al hecho o circunstancia por probar, pero vin-
culado a éste, el medio de prueba será indirecto.
Con relación a esta última clase de medios probatorios, con
exclusión de los razonamientos o deducciones, que siempre
constituyen prueba indirecta, los demás medios probatorios pue-
den, indistintamente, constituir prueba directa o indirecta, se-
gún se dirijan al objeto por probar en forma precisa, o apunten
a otro hecho diverso, pero ligado a él.
Sabatini distingue ambas clases de medios de prueba, con
los siguientes ejemplos: "El testigo que refiere haber visto herir
da una atestación directa, ya que declara una circunstancia del
delito; el testigo que refiere haber visto huir a uno en las proxi-
midades del lugar donde se encuentra el herido, atesta directa-
mente la fuga; pero, puesto que no es la prueba de la fuga lo
que se indaga, sino la de la herida, respecto a la herida la ates-
tación de la fuga es indirecta. Y como ocurre con la prueba tes-
tifical, ocurre también con las demás especies de prueba, según
atesten o indiquen el delito o alguna de sus circunstancias: un
dato que se comprueba por medio de peritación es directo
(ejemplo, la comprobación de que una caja de caudales estaba
anteriormente en buenas condiciones y que es forzada por el
ladrón), ya que atesta la consumación del hurto calificado; es
indirecto (las huellas digitales sobre las ropas ensangrentadas de
la víctima, correspondientes a la mano del imputado). Finalmen-
te, en la prueba documental, es directa la escritura que contie-
ne la convención que el imputado de perjuicio ha negado con
juramento ante el magistrado civil, ya que ella demuestra direc-
tamente la falsedad del juramento. Es prueba indirecta la carta
con que el imputado manifiesta desagrado por las repulsas reci-
bidas y expresa el deseo de tener cerca de sí a la joven, en el
delito ejecutado, luego, de violencia carnal. Dicha carta no atesta
la violencia, pero sí las disposiciones de ánimo del culpable, dis-
posiciones que se vinculan al hecho y concurren a probarlo en
todos sus extremos como un elemento indiciarlo".^"^^
'''^ Sabatini, Teoría delleProve nelDiñtto Giudiziarío Pénale, Catanzaro, 1911, t. 11,
pág. 161.
325
 INTRODUCCIÓN Al. ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
216. El principio de la libertad de pruebas. Alguna doctrina sos-
tiene, y con razón, que este principio no tiene realidad absolu-
ta en el proceso penal, ya que esta afirmación emana de la
confusión que existe entre el sistema de libertad que limitadamen-
te rige en esta sede para la valoración de la prueba, y el régimen
de libertad de pruebas atinente a los hechos o circunstancias por
probar y a los medios para lograr este objetivo, los cuales abar-
can temas totalmente diversos, ya que mientras el primero incide
en la valoración de las probanzas, el segundo se refiere a mate-
rias relativas al ordenamiento procesal.
Tal criterio se justifica porque no es dado suponer que, en
el ámbito del procedimiento penal, impere un libertinaje que,
por u n a parte, permita al juez u n a total arbitrariedad en la
apreciación de la prueba y, por la otra, lo autorice para seña-
lar en forma caprichosa como objetos o sucesos sobre los cua-
les aquella deba recaer, hechos o circunstancias irrelevantes o
impertinentes para el establecimiento de la notitia cñminis y la
determinación del delincuente, o, asimismo, ante la falta de taxa-
tividad de la ley, elegir medios probatorios no producidos e in-
corporados en forma legal, u obtenidos con inobservancia de
las garantías fundamentales, y por ende, constitutivos de prue-
ba ilícita.
La libertad de apreciación, por lo tanto, no debe entender-
se como el poder-deber del juez de determinar a su amaño los
hechos por probar, o conseguir arbitrariamente los medios de
prueba y valorar las probanzas -como lo señalaba el proyecto
del precepto "con entera libertad", ya que la palabra "entera"
fue eliminada de la disposición por la Comisión del Senado (in-
fraN°251).
Tal criterio, sin embargo, no rige en otras legislaciones, como
ocurre, por ejemplo, en el Derecho Procesal Penal alemán, en
que impera el principio de la "verdad material", que permite al
juez forjar su convicción sin estar ligado a las declaraciones re-
cogidas en la vista del juicio, sin perjuicio de que, en caso de
duda, deba aplicar al acusado el beneficio de in dubiapro reo}^^
'"•^ Mereille D., Marty, Procesos Penales da Europa, Etlit. Edijus, Zaragoza, Espa-
ña, 2000.
326
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
217, La apreciación de las pruebas. De acuerdo con la ley chi-
lena, el juez no tiene la libertad absoluta para juzgar, pues ello
significaría aceptar la arbitrariedad judicial, sino que, por el con-
trario, debe basar su convicción en la comprobación de los he-
chos exclusivamente a través de la integridad de la prueba
producida en tiempo, lugar y forma en el proceso; y, además,
precisa motivar esta certeza mediante una adecuada fundamen-
tación que concuerde -como lo señala el artículo 297 del C.P.P.-
con la lógica común y la lógica jurídica y no contradiga los co-
nocimientos científicamente afianzados ni las máximas de la ex-
periencia.
El juez, por lo tanto, en su juzgamiento no puede imponer
su convicción por sobre el mérito de la prueba pertinente y re-
levante producida en el proceso, que haya sido producida e in-
corporada en el lugar, el tiempo y en la forma establecidos por
las normas legales.
Y ello porque - c o m o lo afirma Frangois G o r p h e - "Si bien la
convicción íntima debe servir de criterio para la verdad judicial
en la libre apreciación de las pruebas por el juez, no por eso
excluye un método para el descubrimiento de la verdad; de igual
manera que el criterio de evidencia no dispensa al hombre de
ciencia de una técnica lógica. En una concepción racional de la
justicia, y especialmente de las pruebas -agrega este autor-, el
convencimiento que implica la decisión debe ser la resultante
lógica de un examen analítico de los hechos y una apreciación
crítica de los medios de prueba. Pasa así del estado de simple
creencia subjetiva al de un verdadero conocimiento objetivo,
comunicable y fiscalizable".'^'^
El legislador nacional, haciendo suyos estos postulados, en
el artículo 297 del C.P.P. establece: "Los tribunales apreciarán
la prueba con libertad, pero no podrán contradecir los princi-
pios de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimien-
tos científicamente afianzados".
"El tribunal deberá hacerse cargo en su fundamentación de
toda la prueba producida, incluso de aquella que hubiere de-
"^^ G o r p h e , Frangois, De la Apreciación de las Pruebas, Ediciones Jurídicas Eu-
ropa-Amcrica, Buenos Aires, 1950, págs. 11 y 12.
327
 INTRODUCCIÓN AI, ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
sestimado, indicando en tal caso las razones que hubiere teni-
do en cuenta para hacerlo".
"La valoración de la prueba en la sentencia requerirá el se-
ñalamiento del o de los medios de prueba mediante los cuales
se dieren por acreditados cada u n o de los hechos y circunstan-
cias que se dieren por probados. Esta fundamentación deberá
permitir la reproducción del razonamiento utilizado para alcan-
zar las conclusiones a que llegare la sentencia".
Analizadas u n a a u n a las disposiciones del artículo antes
transcripto, se podrá comprobar que no es absolutamente exacta
la afirmación de que "los tribunales apreciarán la prueba con
libertad", ya que - c o m o la misma disposición en síntesis lo se-
ñala- su valoración en la sentencia requerirá copulativamente
para su eficacia, ser: íntegra, circunstanciada, razonada y fiín-
damentada.
La apreciación deberá ser íntegra, en cuanto el tribunal de-
berá hacerse cargo en su fiíndamentación de toda la prueba pro-
ducida en tiempo y forma en el proceso, incluso aquella que
hubiere desestimado, indicando en tal caso las razones que hu-
biere tenido para hacerlo.
La apreciación deberá ser circunstanciada, en cuanto reque-
rirá el señalamiento en la sentencia del o de los medios proba-
torios mediante los cuales se dieren por acreditados cada u n o
de los hechos y circunstancias que se afirmaren probadas.
La apreciación deberá ser razonada, en cuanto no puede
contradecir los principios de la lógica, las máximas de la expe-
riencia, ni los conocimientos científicamente afianzados.
La apreciación deberá ser fimdamentada, en cuanto el ar-
gumento probatorio aducido deberá permitir reproducir el ra-
zonamiento utilizado para alcanzar las conclusiones a que llegue
la sentencia. Si este último raciocinio no fiíere correcto, el fallo
será anulable por la vía del recurso de nulidad (infra N° 459).
En otras palabras, la ley somete la apreciación de la prueba
tanto a la necesidad imprescindible de fundamentar adecuada-
mente el razonamiento lógico que ha servido de base a la com-
probación de los hechos o circunstancias q u e se d a n p o r
probados, como al imperativo de señalar los medios de prueba
producidos e incorporados al proceso en conformidad a la ley,
a través de los cuales se ha adquirido la convicción para darlos
328
^ LAS NORMAS PROCESALES PENALES
por acreditados. Esto significa, por tanto, que el juez está impe-
dido de subrogar su convicción a la prueba, substituyendo así
la prueba en sentido jurídico a la prueba en senddo moral".^'''^
Igualmente, el legislador exige al fallador hacerse cargo en
tal razonamiento de comprobación de toda la prueba rendida,
siempre que ésta haya sido producida e incorporada al proceso
en conformidad a la ley, inclusive aquella que se hubiere deses-
timado, indicando en tal caso las razones que hubiere tenido
para hacerlo. Con esta medida, la ley le impone implícitamente
al juez la obligación de realizar un examen lógico y crítico de la
integridad de la prueba, mediante el análisis comparativo de to-
das las probanzas del juicio en base a un criterio racional.
Por último, la ley exige que la valoración de la prueba no
contradiga las reglas de la lógica, los conocimientos científica-
mente afianzados, ni las máximas de la experiencia.
Las reglas de la lógica son aquellas atinentes a la ciencia que
expone las leyes, los modos y las formas del conocimiento cien-
tífico, y comprende tanto a la lógica común o natural como a la
lógica jurídica. Los conocimientos científicamente afianzados
son aquellos que han permitido, a través de los experimentos
de la ciencia, averiguar y establecer con seguridad la naturale-
za, cualidades y relaciones de las cosas. Y las máximas de la ex-
periencia son las enseñanzas generales sobre hechos de la vida
adquiridas por el uso práctico y la experimentación cotidiana.
El régimen probatorio contemplado en el nuevo Código Pro-
cesal Penal no es, en consecuencia, ni de entera libertad proba-
toria, ni de sana crítica absoluta, como tampoco de "apreciación
de la prueba en conciencia", sino que lisa y llanamente de "li-
bertad de los jueces para apreciar la prueba, sin contradecir los
principios de la sana crítica, esto es, las reglas de la lógica, las
máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente
afianzados", todo ello dentro de la ritualidad legal en su pro-
ducción y la fundamentación precisa y adecuada.
En cuanto a la observancia de la ritualidad, el artículo 295
establece que "Todos los hechos y circunstancias pertinentes para
la adecuada solución del caso sometido a enjuiciamiento podrán
"'•M-cone, Tratado..., cit., t. II, pág. 157.
329
 INTRODUCCIÓN AL KS'I'UDIO DEL PROC'KSO PLNAL
ser probados por cualquier medio (probatorio) producido e in-
corporado en conformidad a la ley", es decir, en tiempo y for-
ma durante el juicio oral.
Lo anterior, sin embargo, no obsta a que, por excepción,
pueda rendirse prueba de testigos y pericial anticipadamente
durante la etapa de la investigación, conforme a lo dispuesto en
los artículos 191, 192, 280 y 331 del Código Procesal Penal, la
cual, en todo caso, debe ser reproducida en la respectiva audien-
cia oral.
En lo relativo al razonamiento, el artículo 297 del C.P.P., des-
pués de estatuir que "Los tribunales apreciarán la prueba con
libertad, pero no podrán contradecir los principios de la lógi-
ca, las máximas de la experiencia y los conocimientos científi-
camente afianzados; continúa disponiendo que "La valoración
de la prueba en la sentencia requerirá el señalamiento del o de
los medios de prueba mediante los cuales se dieren por acredi-
tados cada uno de los hechos y circunstancias que se dieren por
probados. "Esta fundamentación - t e r m i n a - deberá permitir la
reproducción del razonamiento utilizado para alcanzar las con-
clusiones a que llegare la sentencia".
De ahí que la Comisión de Constímción, Legislación y Justicia
de la Cámara de Diputados en su Informe rendido a la Corpora-
ción en Sesión 23^ de 13 de enero de 1998, haya sostenido que
"El sistema de fundamentación es tan extraordinariamente exigente
que, de no cumplirse, existe una causal de casación absoluía (ac-
tualmente de nulidad). Aunque se les está reconociendo a los jue-
ces más libertad, en la práctica, se los está restringiendo".^*^^
Ampliando tales conceptos, la Comisión de Constitución,
Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, en su Segundo
Informe, Sesión 5^, refiriéndose al precepto legal antes transcrip-
to, sostuvo: "Este artículo instaura el sistema de libertad de apre-
ciación de la prueba, en reemplazo del sistema del Código de
Procedimiento Penal denominado de prueba 'tasada' o 'legal',
en que es la propia ley la que determina el valor que debe asig-
nársele a cada medio de prueba. No consagra, empero, un sis-
tema de 'libre convicción', que es propio de los jurados, en que
Cániant d e Diputados, Publicación Oficial Redacción de Sesiones, pág. 169.
330
I AS NORMAS PROCESALES PENALES
el juzgador puede darle a cada medio probatorio el valor que
estime conveniente, sino que ordena apreciarlos respetando las
reglas de la lógica, la ciencia y la experiencia".
"Un aspecto distinto de este estatuto para apreciar la prueba
es la fundamentación que debe hacerse en la sentencia, que es
en definitiva el mecanismo de control, porque el tribunal debe
expresar claramente en el fallo los elementos que consideró para
formar la convicción, los cuales, con la excepción de la prueba
anticipada, solamente podrán basarse en pruebas rendidas duran-
te la audiencia del juicio oral. Es decir, se consagra la libertad para
que aprecie de acuerdo con su percepción, pero deberá justifi-
car su razonamiento, y allí aparece la posibilidad del control".^^'^
218. Limitaciones al señalamiento del objeto de la prueba. No
obstante la imperancia en esta sede de la libertad de prueba, el
objeto de ésta no puede ser fijado a su arbitrio por el juez, se-
ñalando cualesquiera hechos o circunstancias sobre las cuales
aquella debe recaer, sino que su contenido deber versar estric-
tamente sobre las materias pertinentes que se discrue, es decir,
debe referirse a hechos o circunstancias atinentes al estableci-
miento del delito y a la determinación del delincuente, los cua-
les, además, deben ser relevantes.
La cualidad de pertinente consiste en que el hecho o circuns-
tancia sea concerniente o atinente a la materia de que se trata,
y, por ende, conducente, por su aptitud y oportunidad, al esta-
blecimiento de la notitia aiminis; y la condición de relevante es-
triba en que sea prevaleciente o descollante, como para excluir
a otros hechos o circunstancias, insubstanciales, superfluas o in-
adecuadas para la comprobación del hecho punible y para
determinar a los partícipes en el delito.
Acorde con lo anterior, el artículo 295 del C.P.P. establece: "To-
dos los hechos y circunstancias pertinentes para la adecuada solu-
ción del caso sometido a enjuiciamiento podrán ser probados por
cualquier medio producido e incorporado en conformidad a la ley".
Como se podrá apreciar, el legislador exige que los hechos
y circunstancias objeto de la prueba cumplan con el requisito
' " Senado, Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 565.
.^^1
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
de la "perdnencia", omitiendo la necesidad de su "relevancia";
lo cual, empero, no obsta a que, sin establecerlo expresamente,
en forma implícita contemple también la necesidad de que no
se trate de sucesos o acontecimientos que resulten irrelevantes
para el establecimiento del delito y la determinación del delin-
cuente, ora por ser innecesarios para acreditarlos, ora por ser
públicos y notorios.
Confirma el anterior aserto el evento de que en la propia
discusión de la Cámara de Diputados durante la Sesión 23^ de
13 de enero de 1998, en que se cambió en el artículo antes trans-
cripto la expresión "relevante" por la de "pertinente", se dejó
constancia de que "La calificación de 'relevancia' la hace el juez
de control de la instrucción (hoyjuez de garantía) en la audien-
cia de preparación del juicio oral Excepcionalmente, durante
I
el juicio oral podrá revisarse esta decisión por parte del tribu-
nal. Pero el juicio de relevancia hecho por el juez de control de
la instrucción (actual juez de garantía) o por el tribunal del jui-
cio oral es fundamental' 1(58
219. Limitaciones a la libertad de elección de los medios de
prueba. Si se parte de la base que - c o m o lo señala Carnelutti,
t. I, pág. 290- "las pruebas son los objetos mediante los cuales
el juez obtiene las experiencias que le sirven para juzgar", de
ello se podría inferir que el juzgador debería tener libertad ab-
soluta para escoger los medios probatorios necesarios para diri-
mir el asunto sometido a su decisión.
Abona tal criterio el precitado artículo 295 del C.P.P. en cuan-
to establece que "Todos los hechos y circunstancias pertinentes
para la adecuada solución del caso sometido a enjuiciamiento
podrán ser probados por cualquier medio producido e incorpo-
rado en conformidad a la ley".
De la lectura de la disposición antes transcripta se despren-
de que en nuestro sistema de enjuiciamiento criminal no opera
el principio de la taxatividad legal de los instrumentos probato-
rios, sino que existen los siguientes medios de prueba: a) los ex-
presamente regulados por la ley, que son: las declaraciones de
"'^ Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 167.
332
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
testigos y los informes de peritos; b) los no regulados, pero men-
cionados o enumerados por la ley, que son: la inspección perso-
nal del tribunal colegiado, los d o c u m e n t o s , las películas
cinematográficas, las fotografías, las videograbaciones y otros sis-
temas de reproducción de la imagen y el sonido, y las versiones
taquigráficas; y c) en general, cualquier medio no regulado m
enumerado por la ley, que sea apto para producir fe (art. 323
C.P.P.).
El juez puede servirse de cualquiera de tales medios de prue-
ba, siempre que no sean inadmisibles: ora por ser manifiestamente
impertinentes, ora por ser innecesarios por estar destinados a acre-
ditar hechos públicos y notorios; ora por ser excesivos y producir
efectos puramente dilatorios; ora por ser ilícitos, ya sea por no
haber sido producidos e incorporados en el lugar, en el tiempo y
en la forma señalados por la ley, ya sea por provenir de diligen-
cias o actuaciones declaradas nulas, ya sea por haber sido obteni-
dos con inobservancia de las garantías fundamentales.
Refiriéndose a esta materia, el artículo 276 del C.P.P. esta-
blece: "El juez de garantía, luego de examinar las pruebas ofre-
cidas y escuchar a los intervinientes que hubieren comparecido
a la audiencia (de preparación del juicio oral), ordenará funda-
damente que se excluyan de ser rendidas en el juicio oral aque-
llas que fueren manifiestamente impertinentes y las que tuvieren
por objeto acreditar hechos públicos y notorios".
"Si estimare que la aprobación en los mismos términos en
que hubieren sido ofrecidas las pruebas testimonial y documen-
tal produciría efectos puramente dilatorios en el juicio oral, dis-
p o n d r á también que el respectivo interviniente reduzca el
número de testigos o de documentos, cuando rñediante ellos
deseare acreditar unos mismos hechos o circunstancias que no
guardaren pertinencia substancial con la materia que se some-
terá al conocimiento del juicio oral en lo penal".
"Del mismo modo, el juez excluirá las pruebas que provinie-
ren de actuaciones o diligencias que hubieren sido declaradas
nulas y aquellas que hubieren sido obtenidas con inobservancia
de garantías fundamentales".
"Las demás pruebas que se hubieren ofrecido serán admiti-
das por el juez de garantía al dictar el auto de apertura del jui-
cio oral".
333
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
En cuanto a la pertinencia del medio de prueba, éste debe
ser concerniente y conducente a probar, precisamente, el hecho
substancial y relativo a la materia que habrá de someterse a la
consideración del tribunal del juicio oral en lo penal
En lo atinente a la necesidad de medio probatorio, éste debe
ser útil para acreditar sucesos desconocidos para el tribunal, y
no hechos públicos y notorios.
En lo que dice relación con la excesividad del medio de prue-
ba, éste debe ser suficiente para acreditar los hechos pertinen-
tes no probados y no ser exagerado ni meramente dilatorio.
Por último, en cuanto a la licitud, el medio de prueba para
que sea admitido como tal es preciso que sea legítimo: tanto
por haber sido producido e incorporado al proceso, en el lu-
gar, tiempo y forma señalados por la ley, cuanto por provenir
de actuaciones o diligencias anteriores válidas y no írritas así
como también por haber sido obtenido con observancia estricta
de las garantías fundamentales que la Constitución y el legis-
lador establecen.
En lo que atañe a este último punto, el legislador repudia la
prueba obtenida con inobservancia de las garantías fundamen-
tales, esto es, la prueba ilícitamente producida en términos de
lesionar los principios jurídicos, morales y sociales de la comu-
nidad, quebrantar la inviolabilidad de la conciencia o herir la
dignidad humana, tales como los narcoanálisis o suero de la ver-
dad, el detector de mentiras, la hipnosis, la radiostesia, la tele-
patía, el tormento, las amenazas, etc.
La prueba ilícita por violación de las garantías fundamenta-
les puede ser obtenida directamente, como si, por ejemplo, se lo-
grara mediante menoscabo de la libertad del testigo, a quien se
le exige prestar declaración bajo coacción, amenaza o tortura.
Pero también la prueba ilícita, de la especie antes señalada,
puede ser obtenida de manera indirecta a través de una actua-
ción ilegal anterior, como si, verbigracia, al imputado acusado
de falsificar un documento se le obUga a entregarlo bajo captu-
ra y tormento, y, sometido a informe pericial, queda acreditada
su falsedad. ¿Valdrá esta prueba derivada de una detención ar-
bitraria y de la tortura del imputado?
Al respecto -como lo señala Tavolari-, "Hoy en día se den-
de a rechazar la prueba ilícita derivada, siempre y cuando no
334
i 335
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
haya algunos argumentos a favor. Por ejemplo, un elemento que
en el derecho comparado se recoge es el que podríamos llamar
la inminencia en la obtención. En otras palabras, si aun cuando
no se hubiera cometido el ilícito previo, la prueba iba a llegar
de todas maneras a la instrucción y el juez que llega a esa con-
clusión va a aceptar la prueba derivada".'*''-^
Sin perjuicio de lo antes expuesto, existen otros hechos con-
cretos y determinados que sólo pueden ser probados a través de
medios de prueba especiales, tales como la edad del imputado
y testigos, que, como norma, sólo es posible acreditarlos con los
respectivos certificados del Servicio del Registro Civil; los ante-
cedentes penales del imputado, que únicamente pueden ser
acreditados con el respectivo certificado de antecedentes o ex-
tracto de filiación, etc.
Con relación a la materia en comento, se dejó constancia por
la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cáma-
ra de Diputados, tanto en su Informe dado en Sesión 23^, de 13
de enero de 1998, como en su segundo Informe, producido en
Sesión 29^, de 21 de enero de 1998, de lo siguiente: "El sistema
de pruebas propuesto es el de completa libertad probatoria, lo
que significa que, en principio, todo hecho puede ser probado,
por cualquier medio. No existen medios restringidos ni exclui-
dos, como tampoco existe la vinculación de la necesidad de pro-
bar ciertos hechos con ciertos medios".
"El criterio de juzgamiento del juez es de libertad. Ningún
medio de prueba tiene más valor que otro ni tampoco hay me-
dios de pruebas objetados. No hay inhabilidades de peritos ni
de testigos. Cualquier medio de prueba puede ser llevado ante
el tribunal. El tribunal es libre para apreciar la credibilidad del
medio y para juzgar su condición. El medio de control princi-
pal es la fundamentación. O sea, el tribunal está obligado a de-
cir por qué llegó a esas conclusiones, lo que puede ser revisado
por algún tribunal superior".
"En el proyecto, el legislador deja en plena libertad al juez y
el control se realiza por el tribunal superior sobre la base de la
"'-' Tavolari O., Raúl, "De la Prueba", en Nuevo Proceso Penal Chileno, Marfa So-
ledad Alvear y otros, Impresiones Andalién, Concepción, a ñ o 2000, pág. 149.

INTRO0Ut:CION AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
fundamentación, que es muy estricta y se lleva a cabo en la sen-
tencia".
"En la audiencia de preparación del juicio oral, eljuez de con-
trol de la instrucción (actual juez de garantía) que lo prepara tie-
ne que organizado a través de los medios de prueba presentados
por las partes. Una vez que llega la causa al tribunal del juicio oral,
éste procede al examen de los medios de prueba fijados por el
juez, y, eventualmente, podría ampliarlos excepcionalmente".^'^^
220. La oportunidad para la rendición de la prueba. El artícu-
lo 296 prescribe que "La prueba que hubiere de servir de base
a la sentencia deberá rendirse durante la audiencia del juicio
oral, salvas las excepciones expresamente previstas en la ley.
En estos últimos casos, la prueba deberá ser incorporada en
la forma establecida en el Párrafo 9** del Título III del Libro
11" (arts. 325ysigts.).
De acuerdo con la ley, la regla general es que la prueba deba
producirse en forma verbal y pública en el juicio oral, y, por ex-
cepción, puede rendirse prueba de testigos anticipada durante
la investigación, en conformidad a los artículos 191 y 192; y prue-
ba testimonial y de inspección personal del tribunal, durante la
audiencia de preparación del juicio oral, de acuerdo con el ar-
tículo 280 del C.P.P.
En relación a la prueba testimonial anticipada durante la eta-
pa de investigación, el artículo 191 del Código del ramo esta-
blece: "Al concluir la declaración del testigo, el fiscal le hará
saber la obligación que tiene de comparecer y declarar durante
la audiencia del juicio oral, así como de comunicar cualquier
cambio de domicilio o de morada hasta esa oportunidad".
"Si, al hacérsele la prevención prevista en el inciso anterior,
el testigo manifestare la imposibilidad de concurrir a la audien-
cia del juicio oral, por tener que ausentarse a larga distancia o
por existir motivo que hiciere temer la sobreviniencia de su
muerte, su incapacidad física o mental, o algún otro obstáculo
semejante, el fiscal podrá solicitar del juez de garantía que se
reciba su declaración anticipadamente".
'™ Cámara de Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, págs. 70 y 167.
336
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
En los casos previstos en el inciso precedente, eljuez debe-
rá citar a todos los que tuvieren derecho a asistir al juicio oral,
quienes tendrán todas las facultades previstas para su participa-
ción en la audiencia del juicio oral.
En lo que atañe a la testimonial y a la inspección personal del
tribunal, el artículo 280 del C.P.P. dispone: "Durante la audiencia
de preparación del juicio oral también se podrá solicitar la prue-
ba testimonial anticipada conforme a lo previsto en el artícu-
lo 191" (antes transcripto).
"Asimismo, se podrá solicitar la declaración de peritos en
conformidad con las normas del Párrafo 3" del Título VIII del
Libro Primero, cuando fuere previsible que la persona de cuya
declaración se tratare se encontrara en la imposibilidad de con-
currir al juicio oral, por alguna de las razones contempladas en
el inciso segundo del artículo 191" (antes transcripto).
Se hace presente que el Título VIII no existe en el Libro Pri-
mero del Código Procesal Penal.
Capítulo II
LA PRUEBA DE TESTIGOS
221. La obligación del testimonio. La palabra testigo indica, en
una primera acepción, a la persona que ha presenciado o ha ad-
quirido directa o indirectamente conocimiento verdadero de un
hecho; y en una segunda significación alude al sujeto que da tes-
timonio de una cosa o la atestigua.
El testigo como simple relator de un suceso o hecho que ha
percibido por sus sentidos no es parte del juicio penal, no es
imputado, no es víctima, ni es juez, sino que sólo es un tercero
que sabe de un acontecimiento que interesa para los fines del
juicio criminal, y que, por tal motivo, está compelido a presen-
tarse a prestar declaración y decir la verdad, en virtud de una
verdadera obligación pública que le impone la ley.
Al efecto, el artículo 298 del C.P.P. establece que "Toda per-
sona que no se encontrare legalmente exceptuada, tendrá la
obligación de concurrir al llamamiento judicial practicado con
337
 INTRODUCCIÓN AI. KSTUDIO DK!. PROCESO I'ENAL
el fin de prestar declaración testimonial; de declarar la verdad
sobre lo que se le preguntare y de no ocultar hechos, circuns-
tancias o elementos acerca del contenido de su declaración".
"Para la citación de los testigos regirán las normas previstas
en el Párrafo 4° del Título II del Libro Primero".
"En casos urgentes los testigos podrán ser citados por cual-
quier medio, haciéndose constar el motivo de la urgencia. Con
todo, en estos casos no procederá la aplicación de los apercibi-
mientos previstos en el artículo 33 (conducción por medio de
la fuerza pública, pago de las costas que causaren y otras san-
ciones), sino una vez practicada la citación con las formalida-
des legales".
Ahora bien, tal obligación comprende tres deberes para el
testigo: el primero, comparecer ante la autoridad judicial; el se-
gundo, prestar testimonio, y el tercero, declarar bajo Juramen-
to o promesa de decir la verdad sobre lo que se le preguntare,
sin ocultar hechos, circunstancias o elementos acerca del con-
tenido de la declaración. Si el testigo no compareciere o se ne-
gare a declarar, se le impondrá arresto, multa y pago de las
costas; y si mintiere al prestar declaración, quedará sometido a
responsabilidad penal como autor del delito de falso testimonio
que sanciona el artículo 206 del Código Penal.
222. Renuencia a comparecer a declarar. Refiriéndose al incum-
plimiento de estos deberes, el artículo 299 del Código del ramo
establece: "Si el testigo legalmente citado no compareciere sin
justa causa, se procederá conforme a lo dispuesto en el inciso
tercero del artículo 33 (es decir, podrá ser detenido hasta la rea-
lización de la actuación por un máximo de doce horas, y, fuera
de ello, se le podrá imponer una multa de hasta quince unida-
des tributarias mensuales). Además, podrá imponérsele el pago
de las costas provocadas por su inasistencia".
"El testigo que se negare sin justa causa a declarar, será san-
cionado con las penas que establece el inciso segundo del ar-
tículo 240 del Código de Procedimiento Civil", es decir, reclusión
menor en su grado medio a máximo.
Justa causa para no comparecer sería, por ejemplo, no resi-
dir o no hallarse en el lugar donde debiere prestar declaración,
encontrarse en el extranjero, o estar absolutamente imposibili-
338
LAS NORMAS PROCESALES PENAI.ES
tado por enfermedad, no haber recibido sin culpa la citación, o
estar exceptuado de la obligación de comparecencia.
Justa causa para negarse a prestar declaración sería, verbigra-
cia, ser cónyuge o pariente cercano del imputado, ser menor de
14 años, tener las facultades mentales perturbadas, u obligación
del resguardo del secreto profesional por parte del testigo.
223. Excepciones a la obligación de comparecencia. El artícu-
lo 300 del precitado Código establece: "No estarán obligados a
concurrir al llamamiento judicial de que tratan los artículos pre-
cedentes, y podrán declarar en la forma señalada en el artículo
301: a) El Presidente de la República y los ex Presidentes; los
Ministros de Estado; los Senadores y Diputados; los miembros
de la Corte Suprema; los integrantes del Tribunal Constitucio-
nal; el Contralor General de la República y el Fiscal Nacional;
b) Los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, el Gene-
ral Director de Carabineros de Chile y el Director General de
la Policía de Investigaciones de Chile; c) Los chilenos o extran-
jeros que gozaren en el país de inmunidad diplomática, en con-
formidad a los tratados vigentes sobre la materia, y d) Los que
por enfermedad grave u otro impedimento calificado por el tri-
bunal, se hallaren en imposibilidad de hacerlo".
"Con todo, si las personas enumeradas en las letras a), b) y d)
renunciaren a su derecho a no comparecer, deberán prestar de-
claración conforme a las reglas generales. También deberán hacerlo
si, habiendo efectuado el llamamiento un tribunal de juicio oral
en lo penal, la unanimidad de los miembros de la sala, por razo-
nes fundadas, estimare necesaria su concurrencia ante el tribunal".
Al respecto el artículo 301 del C.P.P. prescribe: "Las perso-
nas comprendidas en las letras a), b) y d) del artículo anterior,
serán interrogadas en el lugar en que ejercieren sus funciones
o en su domicilio. A tal efecto, propondrán oportunamente la
fecha y el lugar correspondientes. Si así n o lo hicieren, los fija-
rá el tribunal. En caso de inasistencia del testigo, se aplicarán
las normas generales. A la audiencia ante el tribunal tendrán
siempre derecho a asistir los intervinientes. El tribunal podrá ca-
lificar las preguntas que se dirigieren al testigo, teniendo en
cuenta su pertinencia con los hechos y la investidura o estado
del deponente".
339
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
"Las personas comprendidas en la letra c) del artículo pre-
cedente declararán por informe, si consintieren en ello volun-
tariamente. Al efecto se les dirigirá un oficio respetuoso, por
medio del ministerio respectivo",
Como se podrá apreciar, todos los funcionarios y personas
antes indicados, con excepción de los chilenos y extranjeros que
gozaren en el país de inmunidad diplomática, están obligados
a prestar declaración en el lugar en que ejercen sus funciones
o en sus domicilios y en las horas y fechas que éstos indicaren;
pero, si no señalaren el lugar y oportunidad para prestar decla-
ración, lo hará el juez respectivo, y, en caso de insistencia del
testigo a esta negación a declarar, se les podrá apercibir de acuer-
do con las reglas generales antes indicadas.
Los chilenos y los extranjeros que gozaren de inmunidad di-
plomática, en cambio, podrán declarar por informe sólo si se
prestaren a ello voluntariamente, pues están exentos de la apli-
cación de las leyes penales y procesales de Chile, y, en conse-
cuencia, gozan de inviolabilidad jurisdiccional (supra N° 11).
Es preciso tener presente, además, que no están exceptua-
dos de concurrir a prestar declaración los altos dignatarios de
la Iglesia Católica, porque la Comisión de Constitución, Legis-
lación, Justicia y Reglamento del Senado, en su Sesión 5^, Anexo
Documentos, estimó que, por una parte, no se avendría con la
base de igualdad de trato para los diversos cultos religiosos pre-
vista en la Ley N° 19.368; y, por la otra parte, porque es poco
probable que se cite a dignatarios de una iglesia con el afán de
desprestigiar su imagen o de la institución a que pertenecen, a
lo que sí están más expuestas otras autoridades.^"^^
Por último, es preciso advertir que no están exceptuadas del
deber de comparecencia las personas que no residieren o no se
hallaren en el lugar donde debe prestar declaración, ya que la
Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del
Senado, en la misma Sesión antes mencionada, derogó el pre-
cepto que autorizaba el mecanismo del exhorto para que el tes-
tigo declarara ante el juez correspondiente a su domicilio.'^^
''• S e n a d o , Diaño de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 569.
1
''^ Ibi'dem, pág. 570.
340
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
224. Facultad de no declarar por motivos personales. Sin que
puedan excusarse de comparecer para justificar la facultad de
no prestar declaración, pueden abstenerse de dar testimonio por
motivos de vínculo conyugal o de convivencia, de parentesco,
de estado, de profesión o de función legal, las personas que se
indican en los preceptos que a continuación se transcriben:
El artículo 302 del C.P.R establece que "No estarán obliga-
dos a declarar el cónyuge o el conviviente del imputado, sus as-
cendientes o descendientes, sus parientes colaterales hasta el
segundo grado de consanguinidad o afinidad, su pupilo o su
guardador, su adoptante o adoptado".
"Si se tratare de personas que, por su inmadurez o por insu-
ficiencia o alteración de sus facultades mentales, no compren-
dieren el significado de la facultad de abstenerse, se requerirá
la decisión de representante legal o, en su caso, de u n curador
designado al efecto. Si el representante interviniere en el pro-
cedimiento, se designará un curador quien deberá resguardar
los intereses del testigo. La sola circunstancia de que el testigo
fuere menor de edad no configurará necesariamente alguna de
las situaciones previstas en la primera parte de este inciso".
"Las personas comprendidas en este artículo deberán ser in-
formadas acerca de su facultad de abstenerse, antes de comen-
zar cada declaración. El testigo podrá retractar en cualquier
momento el consentimiento que hubiere dado para prestar de-
claración. Tratándose de las personas mencionadas en el inciso
segundo de este artículo, la declaración se llevará siempre a cabo
en presencia del representante legal o curador".
225. Facultad de abstenerse de declarar por razones de secreto,
"Tampoco estarán obligadas a declarar -prescribe el artículo
3 0 3 - aquellas personas que, por su estado, profesión o función
legal, como el abogado, médico o confesor, tuvieren el deber
de guardar el secreto que se les hubiere confiado, pero única-
mente en lo que se refiere a dicho secreto".
"Las personas comprendidas en el inciso anterior no podrán
invocar la facultad allí reconocida cuando se las relevare del de-
ber de guardar secreto por aquel que lo hubiere confiado".
En el Informe de la Comisión de Constitución, Legislación
y Justicia de la Cámara de Diputados, dado en la Sesión 23^, de
341
 n
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DHL PROCESO PENAL
13 de enero de 1998, se hizo presente que "La inclusión por vía
referencial de ciertas personas exceptuadas presenta la ventaja
de que no es posible negarles su derecho a abstenerse. Todos
ellos tienen un secreto profesional que respetar, por lo cual se
está respetando un valor superior a aquel de obtener la verdad.
Cede el ordenamiento frente al derecho individual, no del abo-
gado ni del médico, sino que del cliente de uno y otro, a la con-
fidencialidad en estos personajes, lo propio es dable decir del
sacerdote".^'^
En todo caso, "los testigos comprendidos en los dos artícu-
los precedentes -establece el artículo 304 del Código del r a m o -
deberán comparecer a la presenciajudicial y explicar los moti-
vos de los cuales surgiere la facultad de abstenerse que invoca-
ren. El tribunal podrá considerar como suficiente el juramento
o promesa que los mencionados testigos prestaren acerca de la
veracidad del hecho fundante de la facultad invocada".
"Los testigos comprendidos en los dos artículos preceden-
tes estarán obligados a declarar respecto de los demás imputa-
dos con quienes no estuvieren vinculados de alguna de las
maneras allí descritas, a menos que su declaración pudiere com-
prometer a aquéllos con quienes existiere dicha relación".
La Comisión del Senado aceptó el artículo antes transcripto
"que procura regular el correcto ejercicio de la facultad de guar-
dar silencio que se otorga sobre hechos de que se tuvo conoci-
miento, por razones familiares o en virtud del llamado secreto
profesional. Para tratar de evitar que algunos testigos se acojan
a él sin fundamento, se exige su comparecencia y la explicación
de los motivos que tienen para abstenerse". "Juzgó convenien-
te, no obstante, radicar en el tribunal, esto es, en los tres miem-
bros del tribunal de juicio oral en lo penal y no sólo en su
Presidente, la calificación de la suficiencia del juramento o pro-
mesa para acreditar la veracidad del hecho en que el testigo fun-
da la causal de abstención".^"^^
226. Principio de no autoincriminación. El artículo 305 del
C.P.R prescribe: "Todo testigo tendrá el derecho de negarse a
'^^ Cámara de Diputados, Publicación OJicial. Redacción de Sesiones, pág. 170.
"•' S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 574.
342
LAS NORJMAS P R O C E S A L E S PENALES
responder aquellas preguntas cuya respuesta pudiere acarrear-
le peligro de persecución penal por un delito".
"El testigo tendrá el mismo derecho cuando, por su decla-
ración, pudiere incriminar a alguno de los parientes menciona-
dos en el artículo 302, inciso primero"; es decir, su cónyuge, su
conviviente, sus ascendientes y descendientes, sus parientes co-
laterales hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad,
su pupilo o su guardador, su adoptante o adoptado.
Con relación a este punto, la Comisión del Senado tuvo pre-
sente que, a diferencia de otros casos contemplados por la ley,
en esta eventualidad se consagra un derecho absoluto del testi-
go, ya que no puede exigírsele que demuestre los hechos en que
se basaría su derecho a negarse a responder determinadas pre-
guntas. ^"^^
227. Actuaciones previas a las declaraciones de testigos. Toda
prueba testimonial debe iniciarse con la toma de juramento o
promesa de decir la verdad a quien concurre a testificar, segui-
da de su individualización, y, en ciertos casos, con la adopción
de medidas de protección.
En lo que a la primera actuación atañe, el artículo 306 del
C.P.R estatuye: "Todo testigo, antes de comenzar su declaración,
prestará juramento o promesa de decir verdad sobre lo que se
le preguntare, sin ocultar ni añadir nada de lo que pudiere con-
ducir al esclarecimiento de los hechos".
"No se tomará juramento o promesa a los testigos menores
de dieciocho años, ni a aquellos de quienes el tribunal sospe-
chare que pudieren haber tomado parte en los hechos investi-
gados. Se hará constar en el registro la omisión del juramento
o promesa y las causas de ello".
"El tribunal, si lo estimare necesario, instruirá al testigo acer-
ca del sentido del juramento o promesa y de su obligación de
ser veraz, así como de las penas con las cuales la ley castiga el
delito de falso testimonio en causa criminal".
Es preciso tener presente que a propuesta de la Comisión
del Senado (Segundo Informe, Sesión 5^ Anexo de Documen-
'•'"' S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 574.
343
 INTRODUCCIÓN AI. ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
tos), se eliminó del Proyecto primitivo "la liberación de la obli-
gación de prestar juramento o promesa a los familiares que, ha-
biendo podido abstenerse de declarar, hayan resuelto hacerlo,
tanto por carecer de justificación, cuanto por importar admitir
que podrían faltar a la verdad sin someterse las responsabilidades
penales consiguientes. Ello, por sí solo, les restaría credibilidad
a tales declaraciones. Se mantuvo, sin embargo, tal liberación
respecto de los menores de 18 años".^"^^
En lo que dice relación con la segunda actuación previa ati-
nente a la individualización del deponente, el artículo 307 del
precitado Código prescribe: "La declaración del testigo comen-
zará por el señalamiento de los antecedentes relativos a su per-
sona, en especial sus n o m b r e s y apellidos, edad, lugar de
nacimiento, estado, profesión, industria o empleo y residencia
o domicilio, todo ello sin perjuicio de las excepciones conteni-
das en leyes especiales".
"Si existiere motivo para temer que la indicación pública de su
domicilio pudiere implicar peligro para el testigo u otra persona,
el presidente de la sala o el juez, en su caso, podrá autorizar al tes-
tigo a no responder a dicha pregunta durante la audiencia".
"Si el testigo hiciere uso del derecho previsto en el inciso pre-
cedente, quedará prohibida la divulgación, en cualquier forma,
de su identidad o de antecedentes que condujeren a ella. El tri-
bunal deberá decretar esta prohibición. La infracción a esta nor-
ma será sancionada con la pena que establece el inciso segundo
del artículo 240 del Código de Procedimiento Civil, tratándose
de quien proporcionare ¡a información. En caso que la infor-
mación fuere difundida por algún medio de comunicación so-
cial, además se impondrá a su director u n a multa de diez a
cincuenta ingresos mínimos mensuales".
Por último, en cuanto a la protección de los testigos, el ar-
tículo 308 del C.P.P. establece: "El tribunal, en casos graves y ca-
lificados, p o d r á disponer medidas especiales destinadas a
proteger la seguridad del testigo que lo solicitare. Dichas medi-
das durarán el tiempo razonable que el tribunal dispusiere y po-
drán ser renovadas cuantas veces fuere necesario".
''•' S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, pág. 575.
344
I AS NORMAS PROCESALES PENALES
"De igual forma, el ministerio público, de oficio o a petición
del interesado, adoptará las medidas que fueren procedentes
para conferir al testigo, antes o después de prestadas sus decla-
raciones, la debida protección".
"Con respecto a este precepto, la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, en Sesiones
23', de 13 de enero, y 29% de 21 de enero de 1998, en sus Infor-
mes presentados en esas oportunidades, hizo presente que el ar-
tículo 213 (hoy 307), relativo a la individualización del testigo,
en cuanto establece el secreto de la identidad de un testigo,
cuando pudiere significar peligro para éste u otra persona, fue
cuestionado, porque la experiencia ha demostrado que los tes-
tigos secretos se prestan para venganzas personales. Si se está ac-
tuando en procedimiento oral y abierto, donde el juez puede
optar por otras medidas, por ejemplo, impedir el ingreso al pú-
blico, no parece razonable mantener el secreto de la identidad
del testigo, porque afecta la transparencia e induce al abuso de
la norma". '
"Hoy en día, el secreto de la identidad del testigo dura ex-
clusivamente hasta el término del sumario. Suponer que se
mantendrá la validez del testimonio de una persona que se nie-
ga a identificarse y a dar a conocer su identidad en el juicio
oral final, puede significar una indefensión absoluta hacia el
afectado".
"En la legislación procesal penal, lo que el juez toma en cuen-
ta es la calidad del testigo. Los testigos se pesan, no se suman;
por lo tanto, lo que vale es la calidad del testimonio. Si se le han
restado su identidad y sus antecedentes como elementos de la
calidad del testigo, se presta para que dos personas, bajo el pre-
texto de la identidad falsa, se pongan de acuerdo para acusar a
una persona de u n hecho y ésta nunca podrá desvirtuarlo, lo
cual excede con creces los objetivos del secreto del testigo. El
inculpado tiene pleno derecho a saber quién lo está acusando,
con todos los antecedentes. El derecho a defenderse es un prin-
cipio consagrado en la Constitución".^"^"^
Cámara de Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, págs. 70 y
170.
345
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
228. Declaraciones de los testigos. Hay que distinguir para tales
efectos entre los testigos presenciales y los de referencia, esto es,
los que saben de los hechos por la narración de otras personas.
Al efecto, el artículo 309 del Código del ramo dispone: "En
el procedimiento penal no existirán testigos inhábiles. Sin per-
juicio de ello, ios intervinientes podrán dirigir al testigo, pregun-
tas tendientes a demostrar su credibilidad o falta de ella, la
existencia de vínculos con alguno de los intervinientes que afec-
taren o pudieren afectar su imparcialidad o algún otro defecto
de idoneidad".
"Todo testigo dará razón circunstanciada de los hechos so-
bre los cuales declarare, expresando si los hubiere presenciado,
si los dedtijere de antecedentes que le fueren conocidos o si los
hubiere oído referir a otras personas".
Con todo, el artículo 305 del Código del ramo consagra el
principio de la no autoincriminación, al disponer que "Todo tes-
tigo tendrá el derecho de negarse a responder aquellas pregun-
tas cuya respuesta pudiere acarrearle peligro de persecución
penal por un delito".
"El testigo -agrega el precepto- tendrá el mismo derecho cuan-
do, por su declaración, pudiere incriminar a alguno de los parien-
tes mencionados en el artículo 302, inciso primero"; es decir, el
cónyuge, su conviviente, sus ascendientes o descendientes, sus pa-
rientes colaterales hasta el segundo grado de consaguinidad o afi-
nidad, su pupilo o su guardador, su adoptante o adoptado.
229. Reglas especiales para las declaraciones de menores de
edad y de sordos o mudos. En cuanto a los testigos menores de
edad, el artículo 310 del Código estatuye: "El testigo menor de
edad sólo será interrogado por el presidente de la sala, debien-
do los intervinientes dirigir las preguntas por su intermedio".
Esta norma, como es lógico, sólo es aplicable en el juicio oral
ante el tribunal colegiado, pero no en los casos en que deba in-
tervenir el juez de garantía ni en las causas juzgadas en el pro-
cedimiento abreviado, en las cuales, sin duda, el interrogatorio
deberá ser efectuado por el juez unipersonal respectivo.
En todo caso -como lo dejó en claro la Comisión de Consti-
tución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, en su Se-
sión 5^ (Anexo Documentos)-, de acuerdo con el precepto antes
346
LAS NORMAS PROCESALES PENAUÍS
transcripto, los testigos menores de edad no pueden ser interro-
gados directamente por los intervinientes, sino que por inter-
medio del juez, excepción que tiene un carácter protector de
tales deponentes".^'^^
En lo referente a los sordos o mudos, el artículo 311 esta-
blece: "Si el testigo fuere sordo, las preguntas le serán dirigidas
por escrito; y si fuere mudo, dará por escrito sus contestaciones".
"Si no fuere posible proceder de esa manera, la declaración
del testigo será recibida por intermedio de una o más personas
que pudieren entenderse con él por signos o que comprendie-
ren a los sordomudos. Estas personas prestarán previamente el
juramento o promesa prescrito en el artículo 306" (antes trans-
cripto) .
230. La declaración del testigo que se encuentra en el extranjero.
Sólo puede realizarse como prueba anticipada, de acuerdo con
lo prescrito en los artículos 190, inciso final, y 192 del C.P.P., que
analizaremos al referirnos a las actuaciones de la investigación.
En todo caso, tales preceptos -como lo propuso la Comisión
del Senado en su Segundo Informe, Sesión 5^^ establecen, en
síntesis, que si el testigo se encontrare en el extranjero y no fuere
empleado público o de una empresa del Estado -caso en el cual
se hacen recaer sobre el organismo público o la empresa res-
pectiva las obligaciones de facilitar su comparecencia y asumir
sus gastos-, el fiscal puede solicitar al juez de garantía su de-
claración anticipada ante un cónsul chileno o ante el tribunal
del lugar en que se hallare. La petición se hará llegar al Minis-
terio de Relaciones Exteriores para su diligenciamiento, y en
ella se individualizarán los intervinientes a quienes deberá ci-
tar a la audiencia respectiva, en la cual podrán ejercer todas
las facultades que les corresponderían si se tratara de una de-
claración prestada en el juicio oral. Si no se realiza la audien-
cia, el ministerio público deberá pagar a los demás intervinien-
tes que hubieren comparecido los gastos en que h u b i e r e n
incurrido.^"^^
'™ G o r p h e , Franq:ois, De la Apreáacum de las Pruebas, Ediciones Jurídicas Eu-
ropa-América. Buenos Aires, 1950, págs. 358 y ss.
''•* S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, pág. 572.
347
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
231. Indemnización del testigo. Con relación a este punto, el
artículo 312 del Código del ramo establece: "El testigo que ca-
reciere de medios suficientes o viviere solamente de su remu-
neración, tendrá derecho a que la persona que lo presentare le
indemnice la pérdida que le ocasionare su comparecencia para
prestar declaración, y le pague, anticipadamente, los gastos de
traslado y habitación, si procediere".
"Se entenderá renunciado este derecho si no se ejerciere en
el plazo de veinte días, contado desde la fecha en que se presta-
re la declaración".
"En caso de desacuerdo, estos gastos serán regulados por el
tribunal a simple requerimiento del interesado, sin forma de jui-
cio y sin ulterior recurso".
"Tratándose de testigos presentados por el ministerio público,
o por intervinientes que gozaren de privilegio de pobreza, la in-
demnización será pagada anticipadamente por el Fisco y con este
fin, tales intervinientes deberán expresar en sus escritos de acusa-
ción o contestación el nombre de los testigos a quien debiere efec-
tuarse el pago y el monto aproximado a que el mismo alcanzará".
"Lo prescrito en este artículo se entenderá sin perjuicio de
la resolución que recayere acerca de las costas de la causa".
232. Efectos de la comparecencia respecto de otras obligacio-
nes similares. "La comparecencia del testigo a la audiencia a la
que debiere concurrir -señala el artículo 313 del C.P.P.-, cons-
tituirá siempre suficiente justificación cuando su presencia fue-
re requerida simultáneamente para dar cumplimiento a obliga-
ciones laborales, educativas o de otra naturaleza y n o le
ocasionará consecuencias jurídicas adversas bajo circunstancia
alguna".
233. Apreciación de la prueba testimonial. De acuerdo con
la ley, la valoración de las declaraciones de testigos, los cua-
les -como lo señala Bentham, citado por Gorphe-, "son los ojos
y los oídos de la justicia", está sometida a las reglas establecidas
para la generalidad de las pruebas en el proceso penal.
"Esta prueba -como continúa Gorphe- se completa admira-
blemente con la indiciaría o circunstancial, ya que 'los indicios
resultan difíciles de interpretar sin la ayuda de los testigos; y los
348
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
testimonios son casi imposibles de apreciar sin utilizar algunos
indicios de credibilidad'".^^^
Aplicando la normativa general, los jueces deberán valorar
el mérito de las declaraciones de testigos en la forma prevista
en el artículo 297 (antes transcripto), lo cual significa que esta
especie de prueba se rige por el sistema de la sana crítica, sin
contradecir los principios de la lógica, las máximas de la expe-
riencia y los conocimientos científicamente afianzados.
Lo anterior significa -como se hizo presente con anteriori-
dad (supra N'*217)-, que los jueces no están facultados para
apreciar las declaraciones de testigos -al igual de lo que ocurre
con las demás pruebas- arbitrariamente y con entera libertad,
como lo establecía el primitivo Proyecto, sino que deben fun-
damentar la valoración de la testimonial mediante el análisis
comparativo de cada una de las declaraciones y cimentar sus ra-
zonamientos y decisiones inductivas en hipótesis que no contra-
digan los principios de la lógica, ni los conocimientos científi-
camente afianzados, ni las máximas de la experiencia.
Además, si bien - d e acuerdo con lo dispuesto en el artículo
309 del C.P.P.- "en el procedimiento penal no existirán testigos
inhábiles", por razones obvias al juzgador no le es permitido va-
lorar, por constituir prueba ilícita, las declaraciones prestadas
bajo el sometimiento a métodos prohibidos, es decir, aquellos
que menoscaben la libertad de decisión, la memoria, la capaci-
dad de comprensión y de dirección o los actos del deponente,
en base, por ejemplo, a preguntas capciosas o sugestivas, mal-
tratos, amenazas, violencia corporal o psíquica, tortura, engaño,
administración de psicofármacos o hipnosis.
No obstante lo anterior -como lo establece el precitado ar-
tículo 309 del Código-, "...los intervinientes podrán dirigir al
testigo preguntas tendientes a demostrar su credibilidad o falta
de ella, la existencia de vínculos con alguno de los intervinien-
tes que afectaren o pudieren afectar su imparcialidad o algún
otro defecto de idoneidad".
Con tales medidas, la aserción del testigo aceptada provisio-
nalmente como verdadera experimentará un reexamen que per-
G o r p h e , De la Apreciación..., cit., pág. 358.
349
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
mitirá comprobar la auténtica realidad del hecho o circunstan-
cia relatado, a la luz de la parcialidad o imparcialidad y de la
capacidad o incapacidad de percepción del deponente, con lo
cual, sin duda, se logrará apreciar el testimonio en su genuino
valor, especialmente si es comparado con las demás probanzas
del juicio.
Capítulo III
EL INFORME DE PERITOS
Párrafo 1°
Generalidades
234. Procedencia y naturaleza jurídica. De acuerdo con el léxi-
co, la palabra perito, en una primera acepción, significa "sabio,
experimentado, hábil, práctico en una ciencia o arte"; y, desde
el punto de vista forense, se entiende como "aquel que, pose-
yendo conocimientos técnicos o prácticos, informa bajo juramen-
to al juzgador sobre puntos litigiosos en cuanto se relacionan
con su especial saber o experiencia".
La peritación procede en el juicio criminal sólo por excep-
ción, toda vez que el inciso segundo del artículo 314 del C.P.P.
establece restrictivamente que "Procederá el informe de peritos
en los casos determinados por la ley y siemipre que para apre-
ciar algún hecho o circunstancia relevante para la causa fueren
necesarios o convenientes conocimientos especiales de una cien-
cia, arte u oficio".
Del texto anterior emana, por lo tanto, primeramente, que
si la ley no autoriza expresamente el peritaje, o si éste no es im-
perioso o servible para los fines del proceso, el dictamen peri-
cial será improcedente; y, por el contrario, si se reúnen los
requisitos antes señalados, el nombramiento de perito y el cum-
plimiento de la peritación constituye un deber para el juez.
En la doctrina se discute si el informe pericial es o no es un
auténtico medio de prueba, en razón de que, en reaUdad, la pe-
ritación no está llamada a establecer la existencia de hechos o
350
LAS NORMAS PROCI':SALES PENALKS
circunstancias pertinentes y relevantes en el proceso, sino que
sólo está destinada a dictaminar sobre antecedentes o elemen-
tos fácticos ya comprobados en el juicio criminal por otros me-
dios probatorios.
Esta postura, por lo demás, la confirma implícitamente el ar-
tículo 314 del Código del ramo, antes transcripto, en cuanto dis-
pone la procedencia del informe pericial únicamente para
apreciar o valorar, y no para probar, algún hecho o circunstan-
cia relevante para el procedimiento, lo que, como es obvio, su-
pone que sólo lo es para dar una opinión o juicio sobre una cosa
o suceso ya preestablecido en el proceso.
Acorde con este planteamiento, Borettini sostiene que "En
el ordenamiento del proceso penal, la peritación no es substan-
cialmente una prueba, sino que una apreciación para aclarar una
fuente de prueba, al exclusivo fin de hacer, por dicho medio
(subsidiario), más fácil la valoración. No vincula al juez, pero
su libre convicción no lo dispensa, sin embargo, de la obliga-
ción de dar una razón motivada de su juicio discrepante opo-
niendo ios motivos que, a su libre elección, aunque inmunes del
vicio lógico, de contradicciones y de errores jurídicos, no técni-
cos, conceptúe él suficientes para rehusar el subsidio de las con-
clusiones periciales".^'^^
En igual sentido se pronuncia Massari al sostener que "El
perito lleva al proceso la contribución de un examen técnico
motivado, y por tanto, expresado en forma dialéctica, acerca del
alcance de los datos y elementos ya adquiridos en el proceso.
Ello sirve para diferenciarlo del testigo, el cual depone acerca
de datos, hechos y circunstancias percibidos fuera del proceso,
excluida toda especie de facultad de apreciación o juicio".^^^
Igualmente, Leone, citando a Rosenberg, a Chiovenda y a
De Marsico, afirma que "La definición de la función del perito
oscila entre una tesis que lo delimita al solo cometido de apor-
tar reglas de experiencia al proceso, y una tesis que la extiende
al doble cometido de exponer al juez la observación de sus sen-
tidos y sus impresiones personales acerca de los hechos obser-
'^' Borettini, La Perizia nelProcesso Pénale, Padova, 1949, pág. 10.
'"^ Massari, Processo Penales nella Nuova Legislazione, Nápolí, J o v e n e , 1934, t. I,
pág. 365.
351
 INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DEL PROCESO PENAL
vados e indicar las inducciones que objetivamente deban extraer-
se de los hechos observados, que se desdoblan en dos aspectos:
prueba en lo referente al objeto, y juicio en lo concerniente al
dictamen. Más radicalmente -agrega-, Borettini y Manzini nie-
gan a la peritación la naturaleza de medio de prueba, hacién-
dola consistir en un elemento subsidiario para la valoración de
una prueba o la resolución de una duda".'^^
De idéntica manera se pronuncia en Chile Anabalón Sander-
son, Carlos, al sostener que "El informe pericial no está destina-
do a establecer el acaecimiento de tales y cuales hechos, sino
que, atendida su naturaleza, se dirige a ilustrar al tribunal so-
bre hechos ya probados por otros medios y para cuya aprecia-
ción se necesitan conocimientos especiales sobre alguna ciencia
o arte. En estos sentidos -agrega-, la prueba pericial se impo-
ne, precisamente, cada vez que los jueces consideren oportuno
aclarar su propio juicio con opiniones de carácter técnico, en
cuyo empeño no bastan los demás medios probatorios, como la
prueba testimonial, cuyo campo de acción se halla limitado a la
simple verificación de la materialidad de los hechos, sin entrar
a interpretarlos científicamente, lo que es materia típica del in-
forme de peritos".^^'^
Finalmente, la Corte Suprema ha declarado que "la genui-
na misión del perito es apreciar los hechos que requieren de
conocimientos especiales de alguna ciencia, arte u oficio: por
consiguiente, es inaceptable la pretensión del querellante en
orden a que los peritos hagan una investigación a fin de esta-
blecer un hecho". ^^•^'
Como se podrá apreciar, el informe pericial, además de no
constituir propiamente un medio probatorio, por servir al juez
sólo para ilustrarlo acerca del alcance y contenido científico o
técnico de un hecho o circunstancia probado en el proceso, se
diferencia de la prueba testimonial en que mientras el perito dic-
tamina y valora datos o elementos acreditados en el juicio, el tes-
tigo se limita a relatar sucesos que ha percibido fuera de la causa
^^^ L e o n e , Tratado..., ciL, t. II, pág. 197.
'"' Anabalón, Eljuicio..., cit., pág. 472.
'«-^ C. S u p r e m a , Revista deDerecho, 1951, t. 48, sec. 4". pág. 144.
352
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
criminal, sin que esté autorizado para opinar o emitir conclu-
siones sobre ellos.
235, Clasifícación de los peritos. Los peritos, fuera de la dife-
renciación que presentan en atención a la diversidad de la cien-
cia, arte u oficio que individualmente profesan, se clasifican en
peritos judiciales -los cuales actualmente no existen en el pro-
ceso penal-, en peritos de confianza y en peritos auxiliares del
ministerio público.
Los artículos del primitivo proyecto del Código que se refe-
rían a los peritos judiciales que, a petición de los intervinientes
en el proceso penal, podía designar el juez de entre los que fi-
gurarían en las listas que cada año debía elaborar la Corte Su-
prema, sobre la base de las propuestas formuladas por cada
Corte de Apelaciones para su territorio jurisdiccional, fueron re-
chazados durante su discusión en la Cámara de Diputados.
Tal rechazo se fundamentó -como se señala en el Informe
de la Comisión de Constitución, Legislación yjusticia de la Cá-
mara, dado en la Sesión 23^, de 13 de enero de 1998- "en la
idea de contar con peritos imparciales, ordenados por el juez y
financiados por el Estado, cuando no puedan ser financiados por
las partes, a los cuales se recurre, en casos excepcionales, para
mantener la equidad del proceso".
"En general -agregó el Informe-, se va hacia un sistema in-
formal de peritos, más bien de testigos peritos o testigos exper-
tos. La parte que quiere probar un punto presenta un testigo a
su costa, experto en un tema y que ha desarrollado su informe
pericial del modo que estima conveniente, sin un método de
designación previa y que tiene que comparecer al juicio. En éste,
es interrogado sobre su credibilidad, sobre su trayectoria profe-
sional y se le otorga la credibilidad que se estime".
"Sólo se designan peritos judiciales por el tribunal en aque-
llos casos en que el imputado no tenga ningún medio y se le
quiera proteger, porque, de otra manera, quedaría en la inde-
fensión".
"El sistema pericial actual, en que se supone que todos los
peritos son expertos e imparciales, no es real".
"La idea que fundamenta la existencia de peritos judiciales
tiene que ver con la incapacidad de una de las partes, en el pro-
353
 INTRODUCCIÓN AI, ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
ceso, de pagar peritos expertos particulares. Sin embargo, su exis-
tencia ha estado llena de vicios y ha correspondido, más bien, a
figuras de tráfico de influencias, en que se utilizan personas que
no son, necesariamente, expertos".
"Su eliminación abre la interrogante de qué pasa con aque-
lla parte que no puede financiar un perito".
"Uno de los mecanismos de solución es que el imputado que
no puede financiar un perito lo pueda contratar por vía del sis-
tema de defensoría jurídica, la que contaría con un fondo de
recursos destinado a la realización de peritajes o investigaciones".
"En definitiva, hubo criterio unánime en la Comisión en cuan-
to a la supresión de los peritos judiciales, por no tener ninguna
justificación. Si es el juez quien evaluará la prueba, lo correcto es
que las partes presenten al perito, el que será interrogado; así se
evaluará por el tribunal o por las partes, su grado de conocimien-
to. El sistema de peritos presentados por las partes es más cohe-
rente con el sistema acusatorio y más eficiente".
"La ventaja de la normativa que se propone es que da 'sta-
tus' de perito a las personas traídas por las partes: Actualmente,
si se lleva un experto a declarar a petición de parte, lo inhabili-
tarán y desmejorarán su condición".
"Como corolario de lo anterior, se suprimieron los diferentes
subpárrafos en que se dividía el párrafo relativo a los peritos".^*^''
Párrafo T
Los peritos de confianza
236. Concepto. Los peritos de confianza, denominados por la
doctrina "consultores técnicos", en razón de ser nominados por
las partes para que asuman su defensa técnica, son aquellos a
que se refiere el inciso primero del artículo 314 del precitado
código al señalar: "El ministerio púbHco y los demás intervinien-
tes podrán presentar informes elaborados por peritos de su con-
fianza y solicitar que éstos fueren citados a declarar al juicio oral,
Cámara d e Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, pág. 171.
354
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
acompañando los comprobantes que acreditaren la idoneidad
profesional del perito".
"El tribunal -agrega el artículo 316- admitirá los informes
y citará a los peritos cuando, además de los requisitos genera-
les para la admisibilidad de las solicitudes de prueba, conside-
rare que los peritos y sus informes otorgan suficientes garantías
de seriedad y profesionalismo. Con todo, el tribunal podrá li-
mitar el número de informes o de peritos, cuando unos u otros
resultaren excesivos o pudieren entorpecer la realización del
juicio".
"Los honorarios y demás gastos derivados de la intervención
de los peritos mencionados en este artículo corresponderán a
la parte que los presentare".
"Excepcionalmente, el tribunal podrá relevar a la parte, to-
tal o parcialmente, del pago de la remuneración del perito, cuan-
do considerare que ella no cuenta con medios suficientes para
solventarlo o cuando, tratándose del imputado, la no realización
de la diUgencia pudiere importar un notorio desequilibrio en
sus posibiHdades de defensa. En este último caso, el tribunal re-
gulará prudencialmente la remuneración del perito, tenien-
do presente los honorarios habituales en la plaza y el total o la
parte de la remuneración que no fuere asumida por el solici-
tante será de cargo fiscal".
Como se podrá apreciar, los peritos de confianza no los de-
signa el juez, sino que, a solicitud del ministerio público o de-
más intervinientes, presentan sus informes sobre los hechos
pertinentes y relevantes de que se trate. Deben ser citados al jui-
cio oral para ser interrogados, al igual que los testigos, en la res-
pectiva audiencia pública.
237. Naturaleza jurídica. La doctrina denomina a los peritos de
confianza presentados por las partes, según se expresó anterior-
mente, como "consultores técnicos", al considerar que, sin duda,
no se trata de verdaderos peritos, sino que más bien constitu-
yen "defensores técnicos", en oposición al perito judicial, que,
en cierto sentido, es un juez técnico.
De ahí que algunos autores sean de opinión de que debería
liberarse a los consultores técnicos de la obligación del juramen-
to o promesa de decir la verdad, ya que ello no influiría en la
355
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
tendencia de favorecer en sus informes a la parte que los pre-
senta, atendida su condición de "consultor técnico", dado que,
a semejanza de lo que acontece con el abogado que asume una
defensa criminal, no está obligado a manifestar verdades desfa-
vorables a quien requiere de sus servicios profesionales.
En nuestro sistema jurídico, no obstante, el perito de con-
fianza debe cumplir con dicha obligación, ya que el artículo 319
del C.P.P., al establecer que "La declaración de los peritos en la
audiencia del juicio oral se regirá por las normas previstas en el
artículo 329 y, supletoriamente, por las establecidas para los tes-
tigos", exige que tales defensores técnicos presten juramento o
prometan decir la verdad antes de prestar declaración acerca de
sus informes.
238. Capacidad e inhabilidad de los peritos de confianza. Se
debe distinguir al respecto entre la necesidad de que el perito
tenga aptitud general para poder obligarse por sí mismo y sin el
ministerio o autorización de otro; la inexistencia^de la inhabili-
dad especial establecida por la ley; y la capacidad técnica o pose-
sión de los títulos o conocimientos necesarios para ser perito.
Por la falta de capacidad general no pueden ser peritos los
dementes, los impúberes, los sordomudos que no pueden dar-
se a entender por escrito, los menores adultos y los disipadores
que se hallen en interdicción, por adolecer de incapacidad ab-
soluta o relativa y, por ende, por carecer de aptitud legal para
ser sujetos de derechos y obligaciones o realizar actos jurídicos
válidos y eficaces.
Por adolecer de inhabiüdad especial, no obstante ser plena-
mente capaces, de acuerdo con el artículo 317 del C.P.P., "No
podrán desempeñar las funciones de peritos las personas a quie-
nes la ley reconociere la facultad de abstenerse de prestar de-
claración testimonial".
En otros términos, no pueden actuar como peritos el cón-
yuge o el conviviente del imputado, sus ascendientes o descen-
dientes, sus parientes colaterales hasta el segundo grado de
consanguinidad o afinidad, su pupilo o su guardador, su adop-
tante o adoptado. Igualmente, como la disposición antes trans-
cripta no distingue al respecto, estimamos que tampoco podrán
ser peritos aquellas personas que por su estado, profesión o fun-
356
LAS NORMAS P R 0 C : E S A L E S PENALES
ción legal, como el abogado, médico o confesor, tienen el de-
ber de guardar el secreto que se les hubiere confiado.
En cuanto a la capacidad técnica, la ley solamente establece
en el artículo 316 del C.P.P.: "El tribunal admitirá los informes y
citará a los peritos cuando, además de los requisitos generales
para la admisibilidad de las solicitudes de prueba, considere que
los peritos y sus informes otorgan suficientes garantías de serie-
dad y profesionalismo".
La ley, sin embargo, a pesar de las incapacidades e inhabili-
dades antes señaladas, en el artículo 318 establece que "Los pe-
ritos n o p o d r á n ser inhabilitados. No obstante, d u r a n t e la
audiencia del juicio oral podrán dirigírseles preguntas orienta-
das a determinar su imparcialidad e idoneidad, así como el ri-
gor técnico o científico de sus conclusiones. Las partes o el
tribunal podrán requerir al perito información acerca de su re-
muneración y la adecuación de ésta a los montos usuales para
el tipo de trabajo realizado".
¿Cómo se concillan, en consecuencia, los preceptos antes
transcriptos?
Al respecto, sin duda, es la persona designada perito la que
debe abstenerse de aceptar el cargo si adolece de una incapaci-
dad o inhabilidad, sin perjuicio del derecho de los intervinien-
tes de hacerlo presente para que se revoque el nombramiento
o se niegue valor a sus informes.
239. Instrucciones necesarias para el trabajo de los peritos. Al
respecto, el artículo 320 del C.P.P. prescribe: "Durante la etapa
de investigación o en la audiencia de preparación del juicio oral,
los intervinientes podrán solicitar del juez de garantía que dic-
te las instrucciones necesarias para que sus peritos puedan ac-
ceder a examinar los objetos, documentos o lugares a que se
refiere su pericia o para cualquier otro fin pertinente. El juez
de garantía accederá a la solicitud, a menos que, presentada du-
rante la etapa de investigación, considerare necesario postergarla
para proteger el éxito de ésta".
Tales instrucciones, como se podrá apreciar, dicen relación
con el denominado "reconocimiento" que deben realizar los
peritos de los objetos, documentos o lugares relacionados con
el peritaje, como trámite indispensable para emitir el informe.
357
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
240. Contenido del informe de los peritos y el deber de su
declaración. El artículo 315 del C.RP. dispone: "Sin perjuicio
del deber de los peritos de concurrir a declarar ante el tribu-
nal acerca de su informe, éste deberá entregarse por escrito y
contener: a) La descripción de la persona o cosa que fuere ob-
jeto de él, del estado y modo en que se hallare; b) La relación
circunstanciada de todas las operaciones practicadas y su re-
sultado, y c) Las conclusiones que, en vista de tales datos, for-
mularen los peritos conforme a los principios de su ciencia o
reglas de su arte u oficio".
El artículo 319 del precitado Código agrega: "La declaración
de los peritos en la audiencia del juicio oral se regirá por las nor-
mas previstas en el artículo 329 y, supletoriamente, por las esta-
blecidas para los testigos".
"Si el perito se negare a prestar declaración, se le aplicará
lo dispuesto para los testigos en el artículo 299 inciso segundo".
Es decir, si la negación fuere sin justa causa, será sancionado
con las penas que establece el inciso 2° del artículo 240 del Có-
digo de Procedimiento Civil, esto es, con reclusión menor en
su grado medio a máximo.
En cuanto a la forma de prestar declaración en el juicio oral
de los peritos, el artículo 329 del C.P.P. prescribe: "Durante la
audiencia, los peritos y testigos deberán ser interrogados perso-
nalmente. Su declaración personal no podrá ser sustituida por
la lectura de los registros en que constaren anteriores declara-
ciones o de otros documentos que las contuvieren, sin perjui-
cio de lo dispuesto en los artículos 331 y 332".
"El juez presidente de la sala indentificará al perito o testigo
y ordenará que preste juramento o promesa de decir la verdad".
"Los peritos deberán exponer brevemente el contenido y las
conclusiones de su informe, y a continuación se autorizará que
sean interrogados por las partes. Los interrogatorios serán rea-
lizados en primer lugar por la parte que hubiere ofrecido la
respectiva prueba y luego por las restantes. Si en el juicio inter-
vinieren como acusadores el ministerio público y el querellante
particular, o el mismo se realizare contra dos o más acusados,
se concederá sucesivamente la palabra a todos los acusadores o
a todos los acusados, según corresponda".
358
lAS NORMAS P R 0 C ; E S A L E S PENALES
"Finalmente, los miembros del tribunal podrán formular pre-
guntas al testigo o perito con el fin de aclarar sus dichos".
"A solicitud de alguna de las partes, el tribunal podrá auto-
rizar un nuevo interrogatorio de los testigos o peritos que ya hu-
bieren declarado en la audiencia".
"Antes de declarar, los peritos y los testigos no podrán co-
municarse entre sí, ni ver, oír ni ser informados de lo que ocu-
rriere en la audiencia".
Párrafo 3''
Peritos auxiliares del ministerio público
Generalidades
241. Concepto y naturaleza jurídica. Los auxiliares de la función
investigativa del ministerio público no son verdaderos peritos,
sino que son miembros de los organismos técnicos que coope-
ran o ayudan a los fiscales en la averiguación de los delitos y la
individualización de los delincuentes. Tales funcionarios, en sus
calidades de especialistas en estas materias, por pertenecer a la
Policía de Investigaciones, a Carabineros de Chile, a las adua-
nas o a otros organismos que dicen relación con la represión
de los hechos punibles, son los auxiliares de la función perqui-
siva del ministerio púbHco, y por ende éste los puede designar
como consultores técnicos en su labor judicial-administrativa.
A ellos se refiere el artículo 321 del C.P.P. al establecer que
"El ministerio público podrá presentar como peritos a los miem-
bros de los organismos técnicos que le prestaren auxilio en su
función investigadora, ya sea que pertenecieren a la policía, al
propio ministerio público o a otros organismos estatales espe-
cializados en tales funciones".
242. Normas que rigen a los peritos auxiliares del ministerio
público. Se les aplican las mismas reglas que a los peritos de con-
fianza o consultores técnicos presentados por las partes, de tal
suerte que, en lo pertinente, nos remitimos a lo antes expuesto
en particular sobre la materia.
359
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO l'ENAI,
Capítulo rV
PRUEBAS NO REGLAMENTADAS EN EL PROCESO PENAL
Párrafo 1°
La inspección personal del tñbunal
243. Concepto y procedencia. La inspección personal del tribu-
nal no está reglamentada en el proceso penal en párrafos apar-
te, como ocurre con la testimonial y el informe de peritos, sino
que el Código del ramo se refiere a ella solamente en el artícu-
lo 337, bajo el epígrafe de: "Constitución del tribunal en lugar
distinto de la sala de audiencias". Esta norma supone, por tan-
to, que compete únicamente al pleno del tribunal colegiado del
juicio oral en lo penal decretar la inspección personal, cuando
lo considere necesario para la adecuada apreciación de deter-
minadas circunstancias relevantes del caso, manteniendo todas
las formalidades propias del juicio.
La inspección personal del tribunal o "inspección" (del la-
tín inspicere = mirar), se define -como lo señala Leone citando
a Manzini- "como la observación judicial inmediata", y es el me-
dio de prueba a través del cual el juez percibe directamente ele-
mentos útiles para la reconstrucción del hecho.^^^
Acorde con lo anterior, Fenech sostiene que "Los medios de
prueba constituidos por objetos materiales que n o tengan u n
contenido intelectual expresado en signos convencionales, cons-
tituyen la materia sobre la que recae la llamada 'percepción ju-
dicial inmediata', actividad conocida en la ley a veces como
inspección ocular". ^^^
Cierta doctrina estima que la inspección personal del tribu-
nal no constituye propiamente un medio probatorio, tanto por-
que no corresponde al juez producir prueba, sino que sólo recibir
la que le ofrezcan las partes; cuanto porque su objeto se limita
sólo a comprobar las circunstancias que han rodeado a u n hecho
ocurrido con anterioridad y probado por otros medios.
'^'^ L e o n e , Tratado..., cit., t. 11, pág. 189.
'**^ F e n e c h , ElProceso..., cit., pág. 138.
360
lAS NOIRMAS PROCESALES PENALES
Debe calificarse como una prueba genérica por ser un me-
dio de percepción inmediata y personal del tribunal del lugar u
objeto materia de la observación; y puede ser directa o indirec-
ta, según que el o los magistrados inspectores comprueben lisa
y llanamente la circunstancia relevante para el procedimiento
de que se trate; o si sólo la verifican a través de u n medio dife-
rente al que es objeto de la indagación, pero relacionado con
éste, en términos de generar una conclusión respecto a la exis-
tencia de dicha circunstancia.
Refiriéndose a esta especie de prueba, el artículo 337 del
C.P.P. establece que "Cuando lo considerare necesario para la
adecuada apreciación de determinadas circunstancias relevan-
tes del caso, el tribunal podrá constituirse en u n lugar distinto
de la sala de audiencias, manteniendo todas las formalidades pro-
pias del juicio".
De la lectura del texto antes transcripto se desprende que la
inspección personal del tribunal procede sólo por excepción en
el proceso penal durante el juicio oral cuando el tribunal cole-
giado la considere necesaria para la adecuada apreciación de
determinadas circunstancias relevantes del caso, con el alcance
que puede ser decretada de oficio o a petición de parte y prac-
ticada únicamente respecto de lugares u objetos y no -como ocu-
rre en otras legislaciones- en lo tocante a personas.
Afirmamos que la inspección ocular sólo puede recaer en lu-
gares u objetos, y no en personas, porque así se desprende del
texto del precepto antes transcripto, al referirse a la apreciación
de "circunstancias", palabra que de acuerdo con el léxico signifi-
ca "accidente de tiempo,, lugar o modo, unido a la substancia de
u n hecho o dicho". De 'cllo se infiere que la disposición se re-
fiere a situaciones facticias ajenas al examen de seres humanos.
De lo anterior se desprende, por tanto, que si la investigación
hace necesaria las comprobaciones en las personas, como serían,
por ejemplo, la de la muerte de un sujeto, la causa por qué falle-
ció, la naturaleza de sus lesiones, el abuso sexual de que haya sido
víctima, o su identidad, lel juez debe acudir a los informes peri-
ciales médico-legales, de identificación o de otra naturaleza, para
lograr tales objetivos, pero no podrá practicar una inspección ocu-
lar para tales efectos, p o r no estar autorizado expresamente para
ello por la ley, como ocuirre en otras legislaciones.
361
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO l'ENAl,
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Regla-
mento del Senado, en su Segundo Informe, Sesión 5" (Anexos
de Documentos), después de evaluar la perúnencia de mante-
ner este instituto procesal en el nuevo procedimiento, "coinci-
dió, primeramente, en que esta diligencia no es propiamente
un medio de prueba de los hechos que ocurrieron, porque el
tribunal no produce prueba, sino que intenta contribuir a ilus-
trar a éste al reproducir el ambiente y las circunstancias en que
se produjeron. Por otra parte, estuvo de acuerdo en que no es
labor del juez de garantía y del tribunal del juicio oral en lo pe-
nal la de reunir prueba, sino que autorizar a que el fiscal practi-
que las diligencias que lo requieran, en el primer caso, y recibir
la prueba que le presenten, en el otro caso".^^^
244. Oportunidad y forma de la inspección ocular. La medida
probatoria de inspección personal del tribunal solamente podrá
ser decretada y pracdcada durante la etapa de prueba del juicio
oral.
Esta inspección podrá llevarse a efecto fuera de la sala de la
audiencia cuando ello le pareciere adecuado al tribunal para el
esclarecimiento de los hechos, pero en todo caso, siguiendo la
regla general contemplada en el artículo 296 del C.P.P., deberá
reaHzarse durante la audiencia del juicio oral, y, como lo señala
el artículo 337 del mismo texto, manteniendo todas las formali-
dades, en lo relativo a su continuidad, oralidad, publicidad, in-
mediación, esto es, con la presencia ininterrumpida de todos los
jueces integrantes del tribunal, del fiscal del ministerio púbhco,
el acusado y el defensor, además del querellante.
A la diligencia de inspección personal deberá concurrir asi-
mismo el funcionario encargado de levantar el registro corres-
pondiente. Con relación a la necesidad de que la inspección
personal sea realizada por todos los jueces componentes del tri-
bunal del juicio oral en lo penal, la Comisión del Senado en el
Informe antes referido hizo presente que "encomendarle la di-
ligencia a uno solo de los jueces que conforman dicho tribunal
afectaría seriamente el principio de la inmediación".
"^'' S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, págs. 583 )' 584.
362
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
"Distinguió, por tanto, las etapas de la investigación y del jui-
cio oral. En la primera, no le cupo duda que el fiscal podrá cons-
tituirse en los lugares o examinar los objetos las veces que
considere útil para la investigación, con la sola exigencia de la
autorización judicial previa cuando corresponda. Durante tales
diligencias podrá incluso filmar o grabar o, mediante cualquier
otro medio de reproducción de la realidad, capturar imágenes
o sonidos que estime de interés presentar como prueba al jui-
cio oral, respaldado, si fuere del caso, con declaraciones testi-
moniales o periciales".
"En el juicio oral, en cambio, pudiera ser de utilidad que,
sin perjuicio de la prueba que se rinda sobre dichos lugares u
objetos, el tribunal tome conocimiento directo de ciertos aspec-
tos difíciles o imposibles de recrear y que pudieran tener im-
portancia para su adecuada ilustración, como la luminosidad,
los olores, la temperatura, la humedad. En ese supuesto, acep-
tando la procedencia de ehminar la inspección personal como
medio de prueba, la Comisión resolvió incorporar una norma
en el juicio oral que permita que el tribunal, a petición de par-
te o de oficio, pueda, para formar su convicción, constituirse,
en pleno, en un lugar diferente de su asiento habitual. De esta
forma se mantiene el principio de la inmediación y el tribunal
puede aclarar dudas acerca de las pruebas que le rindan y ter-
minar de formar su convicción".^''^
Párrafo 2^
Los documentos
245. Concepto y clasificación. Aun cuando la prueba de docu-
mentos no está expresamente reglamentada en forma separada
en el nuevo Código Procesal Penal, éste, sin embargo, se refie-
re aisladamente a ella en el Párrafo 3° del Título I del Libro Se-
gundo, relativo a la etapa de investigación, al ordenar, por
ejemplo, en los artículos 187, 217, 218 y siguientes, el recogi-
S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 584.
363
 INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DEL PROCKSO I'KNAI.
miento, identificación, conservación bajo sello de los instrumen-
tos, y aun su incautación, cuando pareciere haber servido o es-
tar destinados a la comisión del hecho investigado, o fueren
encontrados en el sitio del suceso y puedan constituir elemen-
tos probatorios.
Luego, en la fase de desarrollo del juicio oral a que se refie-
re el Párrafo 9° del Título III del Libro Segundo de dicho Códi-
go, en el artículo 333, alude a "la exhibición y lectura de los
documentos como medio de prueba durante el debate, ante el
acusado, los peritos y los testigos durante sus declaraciones, para
los efectos de su reconocimiento o para que se refieran al co-
nocimiento de ellos".
La palabra "documento", que en sentido figurado ampho se
refiere a "cualquier cosa que sirva para ilustrar o comprobar
algo", desde el punto de vista de la prueba - c o m o lo señala Fe-
nech-, consiste "en el objeto material en el cual se ha insertado
una expresión de contenido intelectual por medio de signos con-
vencionales que integran el lenguaje".'^^
Más concretamente, sin embargo, estimamos que "documen-
to" es la hoja de papel, la lámina, o cualquiera otra superficie
impresa con lenguaje escrito, que contenga u n a expresión inte-
ligible consistente en una declaración de conocimiento sobre
determinados sucesos o de voluntad sobre ciertas conductas o
hechos.
"La prueba escrita o documental -como lo señala G o r p h e -
es una de las más seguras y su superioridad resulta incontesta-
ble sobre la prueba oral. Cuando es completa, constituye una
prueba perfecta. Pero, con frecuencia, n o pasa de ser prueba
fragmentaria la que se exhibe en los documentos presentados
en el juicio, lo cual permite la discusión y e^^ige verificaciones o
una interpretación". ^^^
Los documentos, desde el punto de vista de su contenido,
se clasifican en "instrumentos de finahdad", si han sido exten-
didos con la voluntad de dejar constancia probatoria de ciertos
hechos, como los contratos o convenciones; e "instrumentos de
"*' F e n e c h , El Proceso..., cit., p á g . 1 4 1 .
'•'^ G o r p h e , De la Apreciación.,., cit., pág. 174.
364
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
eventualidad", si contienen narraciones sobre ciertos aconteci-
mientos que, circunstancialmente, pueden servir como prueba
en el proceso penal, tales como las cartas, los telegramas y los
mensajes escritos.
Desde el punto de vista civilístico y atendiendo a su valor pro-
batorio, los documentos se clasifican en instrumentos públicos
o auténticos, y en instrumentos privados. Los instrumentos pú-
blicos o auténticos son -al tenor del artículo 1699 del Código
Civil- "los autorizados con las solemnidades legales p o r el com-
petente funcionario". Los privados son los otorgados por las par-
tes sin estar autorizados con las solemnidades legales p o r
funcionario competente.
246. Oportunidad para la incorporación de los documentos al
proceso penal. El artículo 333 del C.P.P. establece al respecto:
"Los documentos serán leídos y exhibidos en el debate, con in-
dicación de su origen".
De acuerdo con el precepto antes transcripto, por tanto, los
documentos deben ser acompañados por las partes en el juicio
oral, a más tardar durante el debate, a fin de que puedan ser
leídos y exhibidos a ciertos comparecientes en su transcurso,
como lo ordena la precitada disposición legal, es decir, al acu-
sado, a los peritos o testigos durante sus declaraciones, para que
los reconocieren o se refirieren a su conocimiento sobre ellos.
247. Valor probatorio de los documentos. El valor probatorio
de los documentos en el proceso penal dice relación con su au-
tenticidad, es decir - c o m o lo establece el inciso 2" del artícu-
lo 17 del Código Civil- con el hecho de haber sido realmente
otorgado por las personas y de la manera que en tales instru-
mentos se expresa; y a la veracidad de su contenido, esto es, a
su conformidad con la realidad o certidumbre de los hechos y
circunstancias que aquellos afirman o niegan.
La manera cómo se valoran estos documentos en el proceso
penal es totalmente diversa al modo cómo se evalúan en el pro-
ceso civil, ya que en el primero no se trata de establecer, como
en este último, la existencia de derechos u obligaciones entre las
partes, sino que solamente determinar si se ha cometido o no un
delito y la identidad de sus autores, cómplices y encubridores.
365
 INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DEL PROCESO PENAL
De ahí que no sea posible aplicar al proceso penal, en lo re-
lativo a los documentos, las reglas establecidas para la prueba
de las obligaciones en el Titulo XXI del Libro IV del Código Ci-
vil, pues éstas no se concillan con el sistema de libertad de la
apreciación de las probanzas que impera en el procedimiento
criminal.
Al igual que en el campo procesal civil, el valor probatorio
de los documentos en el proceso penal atañe a su autenticidad
y a la veracidad de su contenido.
Constituye un principio general que la autenticidad del do-
cumento es un presupuesto principal e ineludible para deter-
m i n a r su valor p r o b a t o r i o , ya q u e , c o m o es obvio, si el
documento es falso o apócrifo, carece en absoluto de valoración
como prueba, y, por ende, debe desestimarse de plano su efica-
cia para establecer la existencia del delito y la determinación del
delincuente.
Ahora bien, si el documento es constitutivo de instrumento
público, es decir, si ha sido autorizado con las formalidades le-
gales por el competente funcionario (artículo 1699 del Código
Civil), sin duda que hará fe, tanto en cuanto a su autenticidad
como a la veracidad de los hechos que han caído dentro de la
percepción de los sentidos del respectivo ministro de fe, es de-
cir, en lo relativo a su fecha, a ia circunstancia de haber sido real-
mente otorgado por los firmantes, y a la certeza de haberse
realizado las declaraciones que contiene por parte de los otor-
gantes. No obstante, su valor probatorio para los fines crimina-
les queda entregado a la fibre apreciación del juzgador penal
aplicando las reglas especiales contenidas en el artículo 297 del
Código Procesal Penal.
Lo mismo ocurre en lo relativo a la apreciación de la ver-
dad de las declaraciones de los interesados formuladas en el ins-
trumento público.
En otras palabras, en la sede procesal penal no es aplicable
la norma imperativa enunciada en el artículo 1700 del Código
Civil, con respecto al valor probatorio de los instrumentos pú-
blicos, pues en este caso la regla especial del artículo 297 del
Código Procesal Penal, antes señalada, prevalece sobre la nor-
ma general.
366
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
En lo que se refiere a los instrumentos privados, éstos care-
cen absolutamente de valor probatorio si no han sido reconoci-
dos por la persona que los ha escrito o firmado o se ha acredi-
tado su origen por medio de comprobación judicial. Pero,
efectuado tal reconocimiento o verificación del documento, la
certeza acerca de su autenticidad, y el hecho de que haga fe acer-
ca de la veracidad de su contenido - d e acuerdo con lo ordena-
do por el artículo 297 del C.P.P.-, quedan entregados libremen-
te al criterio del juzgador penal a la luz de la apreciación de la
totalidad de la prueba rendida en la causa, mediante la aplica-
ción de las reglas de la lógica, las máximas de la experiencia y
los conocimientos científicamente afianzados, pues - c o m o lo
señala Gorphe, págs. 181 y 182- las manifestaciones que aquél
recoge emanan de las mismas partes y no están respaldadas sino
por sus afirmaciones y sus firmas.
En efecto, en el evento que el documento público y el do-
cumento privado, reconocido por la parte que lo ha escrito o
firmado, contengan una declaración de conocimiento, ello sólo
demostrará su autenticidad en cuanto a su autoría y al hecho
de haberse formulado la aseveración, pero no la verdad del co-
nocimiento o voluntad relatado.
Así, si Pedro declara por escrito haber sorprendido a Juan
apropiándose de un caballo, tal aserto sólo acredita el hecho de
haberse formulado tal afirmación, pero no la certeza de que en
realidad Juan se haya hurtado el animal.
En definitiva, en consecuencia, hay que tener presente que
la prueba documental debe - d e acuerdo con lo dispuesto en el
artículo 297 del C.P.P.- ser apreciada por el juez con libertad,
con las únicas limitaciones de que deberá: a) considerar sólo los
documentos que hayan sido incorporados al proceso en el lu-
gar, tiempo y forma, es decir, en conformidad a la ley; b) funda-
mentar cada uno de los hechos o circunstancias que se den por
probados por ellos; c) basar su decisión en un análisis crítico
de toda la prueba rendida en el proceso, aun de aquella que
haya desestimado, y d) no contradecir las reglas de la lógica, los
conocimientos científicamente afianzados, ni las máximas de la
experiencia.
367
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
Párrafo 3°
Las presunciones
248. Concepto y características. Las presunciones judiciales no
están mencionadas expresamente como medios de prueba en
el proceso penal, pues se entiende que ellas se encuentran ínsi-
tamente comprendidas en el nuevo sistema, en atención a la
naturaleza del régimen de libertad de prueba que impera en el
Código Procesal Penal, el cual se fundamenta precisamente en
la deducción libre y razonada de hechos pertinentes y relevantes
para el establecimiento del delito y la determinación del delin-
cuente, en base a ya preestablecidos antecedentes o circunstan-
cias fácticas, también pertinentes y relevantes.
La norma anterior, empero, no rige para las presunciones
legales de ciertos hechos, las cuales en ningún caso pueden de-
jar de ser aphcadas por el juzgador penal, en las eventuahdades
particulares que en el curso del procedimiento se le presenten,
como ocurre, verbigracia, con la presunción de derecho de la
existencia del "perjuicio" como fundamento de la nulidad de los
actos procesales a que se refiere el artículo 160 del C.P.P.
Las presunciones, en general, son de dos clases: legales yju-
diciales. Legales son las que establece la ley; yjudiciales son las
que deduce el juez.
El artículo 47 del Código Civil, ubicado en el Párrafo 5° de
su Título Preliminar, relativo a la "Definición de varías palabras
de uso frecuente en las leyes", al referirse a las presunciones ju-
diciales, no las define, sino que se alude a sus efectos al esta-
tuir: "Se dice presumirse el hecho que se deduce de ciertos
antecedentes o circunstancias conocidas".
La ley en general al tratar la materia habla de "indicios" y
de "presunciones", conceptos que, aun cuando ambos concier-
nen a un mismo objeto, no son sinónimos, ya que mientras el
primero atañe a los antecedentes o circunstancias que sirven
como la señal en que se basa la inferencia; el segundo, indica la
relación lógica existente entre la señal o signo y la conclusión.
Refiriéndose a las presunciones judiciales, Gorphe señala que
la prueba de indicios o presunciones consiste en "recoger e in-
i
terpretar todos los hechos y circunstancias que puedan condu-
368
LAS NORMAS PROCESAI.ES PENALES
cir al descubrimiento de la verdad, y por ende, comprende a
todo suceso de la naturaleza o del hombre que tenga relación
con el hecho investigado y permita inferir su existencia y moda-
lidades".i^3
Se trata, por tanto, de una prueba indirecta, pues se basa en
u n hecho conocido del cual el juez infiere el hecho p o r probar
mediante un razonamiento lógico.
Es, además, una prueba de segundo grado, porque se apoya
en datos acreditados por otras pruebas, a diferencia de las prue-
bas directas, que se dirigen precisamente al hecho que se trata
de probar.
Es, por último, según algunos autores, una prueba objetiva,
porque se basa en hechos. Otros, en cambio, estiman que es una
probanza subjetiva, porque tales hechos deben ser interpretados
por el hombre en base a la lógica y a la intuición.
249. Las presunciones legales. Las presunciones legales se di-
viden en presunciones legales propiamente tales y en presun-
ciones de derecho, y, a diferencia de las judiciales, dan p o r
establecida la certeza de un hecho por mandato de ley, ante la
dificultad de poder acreditarlo por la vía probatoria ordinaria,
en base a otro hecho indubitado.
Así, por ejemplo, el inciso 2° del artículo 5" de la Ley N"* 19.366
prescribe que "Se entenderá que trafican los que, sin contar con
la autorización competente, importen, exporten, transporten, ad-
quieran, transfieran, sustraigan, posean, suministren, guarden o
porten consigo tales substancias..."; y el artículo 160 del C.P.P. es-
tablece: "Se presumirá de derecho la existencia del perjuicio si la
infracción hubiere impedido el pleno ejercicio de las garantías y
de los derechos reconocidos en la Constitución, o en las demás
leyes de la República".
En el primero de estos casos opera la presunción legal pro-
piamente tal o juris tantum, en oposición a la presunción de de-
recho o juñs et de jure, señalada en el segundo, que no admite
prueba en contrario, y que, además - d e acuerdo con el N° 3°
inciso &" del artículo 19 de la Constitución Política-, no es apli-
'^•' Gorphe, De la Apreciación..., cit., págs. 248 y 249.
369
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DI-L PROCHSO PENAL
cable en el juicio criminal, en cuanto se refiere al establecimien-
to de la participación culpable y antijurídica en un hecho delic-
tuoso, ya que tal precepto constitucional establece que "La ley
no podrá presumir de derecho la responsabilidad penal".
La presunción legal propiamente tal no contiene, en reali-
dad, una exención condicional de prueba respecto a los hechos
que presume, toda vez que puede ser desvirtuada con prueba
en contrario, a menos que se trate de una presunción de dere-
cho o jure et de jure, y, por ende, no puede propiamente consi-
derarse que cuando esjuris tantum imponga un desplazamiento
del peso o carga de la prueba.
La presunción legal se diferencia esencialmente de la pre-
sunción judicial, pues, para que opere la primera basta con
que el tribunal penal dé por acreditada, en conformidad a las
normas de libertad de prueba que imperan en esta sede, la
situación fáctica o señal en que se basa la inferencia legislati-
va, para que sin más, por mandato legal, se tenga por acredi-
tado el hecho que la ley presume. La presunción judicial, en
cambio, requiere de u n a doble valoración, es decir, que, en
forma previa, el tribunal dé por probado, a través de los di-
versos medios probatorios, apreciados de acuerdo con las nor-
mas de libertad que rigen al proceso penal, las situaciones fác-
ticas que le p e r m i t a n al j u e z , enseguida, inferir, también
libremente, la existencia del hecho de que se trata a través de
un segundo razonamiento basado en las reglas de la lógica,
en las máximas de la experiencia y en los conocimientos cien-
tíficamente afianzados.
250. Las presunciones judiciales en el nuevo Código Procesal
Penal. Como lo hemos sostenido, en el nuevo sistema probato-
rio se encuentra incluida, en general, implícitamente la prueba
mediante presunciones judiciales, pues, como lo observó el se-
nador señor Diez, "la Comisión estimó que el deducir de hechos
conocidos otros hechos se halla incluido dentro de la libertad
para apreciar la prueba, que no es tasada, y también debe res-
ponder a los requisitos de la libertad para apreciarla. Es decir,
se trata de estar de acuerdo con los principios de la lógica, las
máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente
afianzados. Por eso, el Código no emplea la expresión "presun-
370
1 371
LAS NORMAS PROCESALES I'ENALKS
clones", ya que, dentro de la libertad para apreciar la prueba,
ellas se encuentran lógicamente entendidas.^^'^
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamen-
to del Senado, en su Segundo Informe en Sesión 5^, a su vez, sos-
tuvo que había estimado necesario suprimir el inciso final del
actual artículo 295 del C.P.P. que se refería a las presunciones,
"porque no se compadece con el sistema de libre apreciación,
sino que más bien corresponde a la prueba tasada, en la medi-
da que le indica al tribunal la forma en que debe efectuar las
deducciones. Esta norma es un resabio de la prueba de presun-
ciones que elimina este Código, por cuanto no constituyen pro-
piamente un medio de prueba, sino que un razonamiento, y el
solo hecho de consagrar la libre valoración de la prueba impor-
ta que el tribunal deberá hacer un análisis de los hechos y las
pruebas para llegar a las conclusiones. En esa medida, entrar a
regular el razonamiento que debe efectuar el tribunal haría ilu-
soria la libertad de apreciación de la prueba".^^^
Hay que tener presente que los razonamientos y las conclu-
siones de los cuales se infieran ciertas circunstancias fácticas tie-
nen, empero, la limitación de que, aplicando las reglas de la
lógica, los hechos en que se funden deben estar acreditados por
medios probatorios distintos a las presunciones, ya que si los in-
dicios se presumen, constituirán sólo una probabilidad. Ello por-
que - c o m o dice Mario Pagano-, "puesto que la probabilidad es
parte de la certeza, la probabilidad de la probabilidad es parte
de la parte, es decir, equivale a una pequeñísima cantidad".^^^
Acorde con lo anterior, Vito Gianturco, citando a Bentham
(Traitedepreuvesjudiciaires, Bergamo, 1824, págs. 314y sigts.), ex-
cluye de ordinario la posibilidad de que el hecho indiciado pue-
da resultar de otro indicio, en base al principio "praesumptio de
praesumptione non admittitur"P^
Leone, en cambio, acepta que u n indicio pueda descender
de otro indicio mediato, pero afirma: "en estos casos de indicio
mediato, es necesario observar la máxima cautela a fin de evitar
'^^ Senado, Sesión 8% de 5 de julio de 2000.
'^^ Senado, Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 566.
""' Pagano, Lógica..., cit., L I, pág. 16,
"*'Vito Gianturco, Prava Indiziaria, Milano, 1958, t. I, pág. 148.
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
que la reconstrucción de un hecho pase a través de una cadena
tal de indicios que haga perder al proceso de inferencia su máxi-
ma capacidad de aproximación a la verdad".
251. Fimdamentación de los razonamientos y conclusiones. El
juez debe fundamentar adecuadamente cada uno de los hechos
o circunstancias que ha dado por establecido por medio del ra-
zonamiento lógico que exige la ley.
Lo anterior significa, por tanto, que aun cuando el juez pue-
de apreciar con libertad los antecedentes en que haya basado
sus conclusiones, debe, sin embargo, fundamentar cada uno de
los hechos que se den por probados, reproduciendo el razona-
miento utilizado para alcanzar tal conclusión y las circunstan-
cias fácticas en las cuales ha cimentado aquella, haciéndose cargo
de toda la prueba producida en el proceso, inclusive la que hu-
biese desestimado, indicando las razones que hubiera tenido
para hacerlo, todo ello sin contradecir las reglas de la lógica, los
conocimientos científicamente afianzados, ni las máximas de la
experiencia.
En consecuencia, en la actualidad el tribunal de lo penal no
puede apreciar "con entera libertad la prueba", como lo estable-
cía el proyecto primitivo del Código. La palabra "entera" fue su-
primida por la Comisión por indicación de los senadores señores
Rombal, Larraín, Stange y Urenda, porque la libertad de los jue-
ces para apreciar la prueba está enmarcada en los límites antes
expresados, lo cual, por lo demás, constituye el único control que
existe para fiscalizar el correcto ejercicio por parte de los jueces
de su libertad para apreciar las pruebas en el proceso criminal.
Párrafo 4"*
Las declaraciones del imputado
Generalidades
252. La declaración indagatoria como medio de defensa. Ya tra-
tamos anteriormente la forma de cómo debe reahzarse la decla-
ración del imputado al referirnos a los sujetos de la relación
372
LJ\S NORMAS PROCESALES PENALES
procesal (supra N"*' 112 y sigts.), de tal modo que en esta oca-
sión nos abocaremos al análisis de ella, no como el ente que an-
taño era denominado "confesión", sino que como un medio de
defensa personal.
En efecto, ya no vale en nuestro Derecho Procesal Penal el pos-
tulado enunciado por Carnelutti, en el sentido de que la declara-
ción que es prestada libre y espontáneamente constímye la prueba
más preciosa, pues el imputado es el príncipe de las pruebas. ^^^
Y ello, porque no es posible transformar el derecho del im-
putado a prestar declaración indagatoria, o a negarse a hacerlo,
en un medio probatorio en su contra, sino que, por el contrario,
debe ser considerada sólo como un acto a guisa de defensa.
Por eso, en el nuevo Código Procesal Penal chileno, la
confesión ya no figura como medio de prueba, y en las legis-
laciones procesales penales más modernas del m u n d o se ha
eliminado la palabra siendo reemplazada por el término "de-
claración", el cual sólo puede importar un "reconocimiento de
hechos", pero no el de imputabilidad delictual, y por ende, la
"declaración indagatoria" únicamente tiene el valor de u n an-
tecedente para llegar a una convicción, o a lo más una fuente
de prueba futura, pero no un medio de prueba completo para
establecer la participación en el delito, como ocurre en el sis-
tema inquisitivo.
Refiriéndose a esta materia, el Informe de la Comisión de
Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados,
dado en Sesión 23^, de 13 de enero de 1998, "hizo presente que
en el Código también se adopta una definición en torno a cuál
es la concepción de los medios probatorios, entre los cuales se
refiere especialmente a la confesión".
"Es una deformación del sistema actual entender la confe-
sión como un medio de prueba en contra del inculpado. No se
puede desvirtuar la confesión, que un derecho del imputado
para declarar o no declarar y cuya garantía más elemental es el
derecho a guardar silencio. Ahí subyace este derecho reconoci-
do en todos los órdenes procesales de que se tiene conocimien-
to. Luego, no se entiende que la confesión pueda ser legislada
Carnelutti, Lecciones..., cit., t. I, pág. 329.
373
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
o tratada como medio probatorio para inculpar a la persona res-
pecto de la cual se realiza una investigación. Lo lógico es que la
confesión pueda ser un medio de defensa de la persona y no sé
tome como un medio para culparla".
"Toda persona tiene derecho a preparar su confesión, con
un abogado al lado, para que le señale sus derechos y posibili-
dades en el juicio. Si se la priva de ese derecho, se expone a que
esa confesión sea mal utilizada en su contra".
"Se indicó que este debate era muy propio y comprensible,
por nuestra propia cultura jurídica inquisitiva en materia penal.
De tal manera que el tema de la posibilidad de la confesión re-
sulta muy relevante. En el actual derecho comparado la palabra
'confesión' está eliminada de los Códigos. Ya no existe el me-
dio probatorio llamado confesión. Por eso se usa la expresión
'declaración', que Manuel Egidio Ballesteros tomó en el Códi-
go chileno, declarando en el proyecto que entendía por 'decla-
ración' el modo de donde podían extraerse medios de defensa
a favor del inculpado. Tanto es así, que el Código dice que cuan-
do la persona se finja loca o demente o se crea muda, el juez se
limitará a advertirle que no entorpecerá la investigación y que
se le puede privar de medios de defensa. Posteriormente, el Có-
digo de don Manuel Egidio fue modificado y terminó en este
sistema. Pero la estructura que le dio ponía énfasis en la decla-
ración como un medio de procurar defensa al inculpado".
"El Derecho Penal y el Derecho Procesal Penal actual tienen
a la confesión perfectamente relegada. La confesión fue la que
dio origen a los excesos de los enjuiciamientos, porque, cuan-
do se magnificó su importancia como medio de establecer el
hecho, todos los procedimientos para obtenerla fueron válidos".
''Hoy en día hay que tener en cuenta que la confesión ya no
vale. Existen ordenamientos procesales yjurisprudencia europea
continental actual que dicen que la verdad material, la verdad
absoluta, no es un fin del proceso. No se puede llegar a la ver-
dad por cualquier medio".
"La ciencia procesal tiene eliminada la confesión como me-
dio de prueba en todas partes del mundo".
"Al efecto, se dijo que lo anterior era una verdad parcial, por-
que el mismo proyecto establece una serie de salidas alternati-
vas basadas en la confesión y en el principio de la economía
374
lAS NORMAS PROCESALES PENALES
procesal. Si una persona se declara culpable, puede pactar una
pena menor y no llegar ajuicio. Todo eso está construido en la
confesión y en el reconocimiento voluntario de ciertos hechos".
"Se retrucó la afirmación anterior indicando que, si bien es
efectivo lo expresado, la confesión está establecida respecto del
reconocimiento de hechos, pero de tal manera que si el tribu-
nal rechaza la posibilidad del acuerdo y hay que ir al juicio, que-
da vigente la posibilidad de que la persona sea absuelta, lo que
revela que es un reconocimiento de hechos y no una confesión.
Sin duda, el procedimiento abreviado se hizo sobre la base de
reconocimiento de hechos, pero no sobre la confesión".
"Se reconoció que había que resguardar los derechos de las
personas y erradicar los problemas que hoy generan las confe-
siones extrajudiciales, sin que ello obste para establecer una vía
para que, si una persona quiere reconocer voluntariamente los
hechos, lo haga y reciba las sanciones correspondientes. Para
ello, lo importante es regular muy bien en qué consiste la de-
claración y su valor enjuicio".
"Se acotó, a mayor abundamiento, que este Código razona
sobre la base de que no hay un sistema de prueba legal tasada.
como ocurre hoy en día. En el Código actual, el legislador dice
cómo se debe valorar la prueba. En el proyecto no es la fórmu-
la que se ha empleado. Sin embargo, hay determinados medios
probatorios que el Ministerio de Justicia ha decidido regular ex-
presamente, porque son complejos, no obstante existir un siste-
ma de sana crítica. Se pueden admitir otros, en la medida que
al juez le produzcan fe".
"En este contexto, la declaración tiene el valor de un antece-
dente para llegar a una convicción, pero no es posible conside-
rarla como un medio probatorio y regularla. Cabría indicar, más
bien, que la declaración es un derecho -derecho a no autoincul-
parse, a la no autoincríminación, a guardar silencio-, y que el resto
de las normas sobre declaraciones razonan sobre una base distin-
ta de lo que es la confesión actualmente regulada".
Es un tema que tiene tres alternativas: 1) Que las declaracio-
nes se presten única y exclusivamente delante del juez. Es el es-
quema más garantista de todos. 2) Que el fiscal siempre delegará
en la policía la facultad de interrogar. Es un esquema menos ga-
rantista, por el cual ha optado el Código; 3) Que se permita a la
375
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
policía interrogar autónomamente, pero en presencia de un de-
fensor de oficio, y que esté regulado el procedimiento".
"Lo ideal es que el inculpado preste declaración únicamen-
te ante el juez. La tesis que ofrece el Código es intermedia y su-
jeta a crítica, porque, en rigor, el ministerio público - q u e es el
órgano de persecución penal- siempre delegará esta función en
la policía".
"Algunos señores diputados se manifestaron abiertamente
contrarios a que el ministerio público pudiera delegar, por ser
de parecer que bajo ninguna circunstancia una persona deba
estar obligada a declarar ante la policía. Lo aceptan si lo hace
voluntariamente".
"Al final hubo acuerdo en que la policía no podrá interro-
gar autónomamente al imputado, salvo el caso que se allanare
voluntariamente el inculpado a prestar declaración".^-'^
Corroborando las afirmaciones anteriores, la Comisión de
Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, en
su Sesión 5^ (Anexo de Documentos), al referirse al precepto
del antiguo artículo 199 del Proyecto que consagraba el princi-
pio de la libertad de la prueba y que señalaba que "todos los
hechos y circunstancias pertinentes para la adecuada solución
del caso someddo a enjuiciamiento podrán ser probados por
cualquier medio producido e incorporado en conformidad a la
ley", suprimió el inciso segundo de la disposición, que estable-
cía: "La consideración de la declaración judicial del imputado
como medio de prueba debía entenderse sin perjuicio de su de-
recho a guardar silencio".
Con respecto a este inciso, "se sostuvo, por una parte, que de-
bía suprimirse, porque implícitamente mantenía 'la confesión'
como medio de prueba, en circunstancia que debe reafirmarse
su naturaleza de 'medio de defensa', de modo que el imputado
tenga absoluta libertad para declarar o no. Como el tribunal del
juicio oral en lo penal debe obtener su convicción con la prueba
que se rinda en la audiencia, no podrían considerarse los elemen-
tos de convicción producidos con anterioridad".
Cámara d e Diputados, Publicación Oficial Redacción de Sesiones, págs. 138 y
139.
376
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Señaló, por otro lado que, "discrepando de este planteamien-
to, indudablemente en el juicio oral el peso de la prueba recae
sobre el fiscal, y el imputado, tanto en esa etapa como en la eta-
pa previa a la investigación, puede declarar o n o hacerlo. Pero
esta opción no puede ser irrelevante desde el punto de vista de
sus consecuencias, porque de su declaración pueden surgir ele-
mentos que sean negativos".^°^
253. Diferencias entre el método actual y el antiguo sistema. De
acuerdo con el antiguo sistema, la declaración indagatoria del
imputado se obtenía mediante su interrogatorio, y lo que exponía
en éste tenía plena relevancia probatoria, aunque el indiciado ne-
gara su participación en el hecho punible o, reconociéndola, se
disculpara alegando causales de justificación o de impunidad.
Sin embargo -como lo sostiene Carnelutü-, el mayor valor del
testimonio del imputado estaba ciertamente en la hipótesis de la
confesión, es decir, cuando éste reconocía haber cometido el de-
lito incriminado, este reconocimiento consistía no sólo en el co-
ronamiento de la prueba, sino que el principio de la expiación.
En el método actual, en cambio, la confesión, siempre que
sea prestada ante el juez en conformidad a la ley, sólo tiene el
valor de una declaración de reconocimiento de hechos que úni-
camente es útil como un antecedente para que el juzgador, en
uso de su facultad de apreciarlo con entera libertad, pueda lle-
gar a una convicción que, cimentada en una adecuada funda-
mentación de cada u n o de los hechos o circunstancias que
estime probados, y basada en un análisis crítico de toda la prue-
ba, aun aquella que haya desestimado, no contradiga las reglas
de la lógica, ni los conocimientos científicamente afianzados, ni
las máximas de la experiencia.
La confesión en el antiguo sistema, en cambio, podía ser ex-
trajudicial, si se producía fuera del proceso, y judicial, si prove-
nía del interrogatorio efectuado ante el juez, sea en la etapa
secreta del sumario o durante el plenario.
El valor como antecedente sobre reconocimiento de hechos
de la confesión extrajudicial sólo se podía lograr a través de su
S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 564.
377
 INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DEL PROCESO PENAL
ratificación en el interrogatorio judicial, y también, en forma in-
directa, mediante pruebas de documentos, testimoniales y aun
de presunciones.
La verdad de la confesión judicial también podía ser logra-
da mediante el interrogatorio y de otras probanzas, pero no
bastaba, como en el ámbito procesal civil, que el hecho no fue-
ra negado mediante el silencio o las respuestas evasivas para
que se tuviera por confesado, sino que se requería de declara-
ciones expresas, precisas, completas y detalladas para que la
confesión operara como antecedente de cargo o descargo de
la imputación.
La confesión en el juicio penal podía ser, además, simple o
compuesta, y esta última, calificada o no calificada.
La confesión simple era aquella por la cual el confesante
reconocía de plano el hecho de que se tratara, sin agregarle
ninguna circunstancia que alterara o desnaturalizara su con-
tenido.
Esta confesión simple, siendo pura y unitaria, era siempre
indivisible, pues, como es obvio, lo único e individual no es sus-
ceptible de escisión.
La confesión compuesta era aquella en que el imputado, re-
conociendo su participación en un mismo hecho y respondien-
do a idéntica pregunta, le agregaba sucesos o circunstancias que
alteraban su contenido o consecuencias.
Si la confesión era presentada en forma múltiple con respec-
to a diversos hechos y preguntas relativos a diferentes objetos,
épocas y personas, no constituía una confesión compuesta, sino
que un conjunto de confesiones simples que, como tales, debían
ser apreciadas separadamente.
La confesión compuesta era calificada cuando el imputado,
reconociendo su participación en el hecho punible que se le
imputaba, le agregaba sucesos o circunstancias que teniendo co-
nexión material o jurídica con la conducta confesada, la altera-
ban o desnaturalizaban en su sentido y consecuencias. Estos
nuevos sucesos o circunstancias agregados al confesado, nece-
sariamente debían suponer la existencia del hecho principal.
Era no calificada cuando los hechos que se agregaban al con-
fesado n o tenían conexión o relación con éste, sino que eran
extraños a él.
378
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Un ejemplo de confesión compuesta calificada era, por
ejemplo, la del homicida que, en respuesta al interrogatorio,
decía: "Sí, maté a Juan, pero fue en defensa propia, ya que, sin
haberlo provocado, me atacó con un puñal y, al derribarme al
suelo, y tratar de apuñalarme, logré casualmente coger una pie-
dra con la cual lo golpeé en el cráneo, causándole, sin querer-
lo, la muerte".
La confesión, no obstante ser calificada, podía facultativa-
mente ser o n o dividida por el juez en perjuicio del confesante,
en los casos que la antigua ley señalaba.
Todas estas normas ya no existen en el nuevo Código Proce-
sal Penal, toda vez que la declaración del imputado no es u n
medio de prueba, sino que un antecedente de defensa que pue-
de ser valorado libremente por el juez, siempre que ésta se haya
producido en la forma exigida por la ley, que tal apreciación sea
debidamente fundamentada y que cumpla los demás requisitos
indicados en el artículo 201 del referido Código.
Tanto es así, que al proponerse en la Sesión 29^, de 21 de
enero de 1998 de la Cámara de Diputados una indicación para
agregar a continuación del Párrafo 5° del Título IX del Libro I
del Código, uno nuevo denominado "De la Confesión", la Cor-
poración la rechazó por mayoría de votos, por considerar que
la confesión como medio incriminador ya no existe, pues ella
es propia de un sistema de prueba legal tasada, que no es preci-
samente la que establece el nuevo Código.
Párrafo 5**
Otros medios de prueba no regulados expresamente
254. Normativa legal. El artículo 323 del C.PP establece: "Po-
drán admitirse como pruebas películas cinematográficas, foto-
grafías, fonografías, videograbaciones y otros sistemas de
reproducción de la imagen o el sonido, versiones taquigráficas
y, en general, cualquier medio apto para producir fe".
"El tribunal determinará la forma de su incorporación al pro-
cedimiento, adecuándola, en lo posible, al medio de prueba más
análogo".
379
 INTRODüCC:iON AL ESTUDIO DKI. PROCESO FKNAL
Capítulo V
LA PRUEBA DE LAS ACCIONES CIVILES
Generalidades
255. Aplicación parcial de la ley civil. El artículo 324 del C.P.P.
establece: "La prueba de las acciones civiles en el procedimien-
to criminal, se sujetará a las normas civiles en cuanto a la deter-
minación de la parte que debiere probar y a las disposiciones
de este Código en cuanto a su procedencia, oportunidad, for-
ma de rendirla y apreciación de su fuerza probatoria".
"Lo previsto en este artículo se aplicará también a las cues-
tiones civiles a que se refiere el inciso primero del artículo 173
del Código Orgánico de Tribunales".
Del texto antes transcripto se desprende que el legislador,
en cuanto a las normas que regulan la prueba de los hechos en
las acciones civiles en el proceso penal, hace diferencia tanto en
lo relativo a la parte que debe probar como en lo atinente a su
procedencia, a su oportunidad, a la forma de rendirla y al modo
de apreciar su valor probatorio.
256. Determinación de la parte que debe probar. En cuanto a
la parte que debe probar los fundamentos fácticos de las accio-
nes indemnizatorias deducidas en el juicio penal, se aplican, en
general, las normas civiles. Estas reglas, sin embargo, imperan
no sólo para las demandas encaminadas a reparar las consecuen-
cias dañosas del delito, como son, entre otras, las que persigan
la restitución de la cosa o la indemnización de los perjuicios, sino
que también rigen para las cuestiones prejudiciales civiles que
se susciten ante el juez de lo criminal sobre algún hecho de ca-
rácter civil que sea u n o de los elementos que la ley penal esti-
me para definir el delito, para agravar o disminuir la pena, o
para que no se estime culpable al autor (artículo 59 del C.P.P. y
N° 1° del artículo 173 del Código Orgánico de Tribunales).
Ahora bien, la norma civil que regla el onus probandi o carga
de la prueba está contenida en el inciso \° del artículo 1698 del
Código Civil, el cual dispone: "Incumbe probar las obligaciones
o su extinción al que alega aquéllas o ésta".
380
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Este precepto da a entender claramente -como lo señala Ana-
balón Sanderson-, que "quienquiera de las partes que adelante
una afirmación o formule una alegación dentro del juicio debe-
rá probarla si mediante ella se contradice o altera el estado nor-
mal de las cosas, al igual que cuando se trata de desconocer o
negar valor a una situación ya adquirida o preexistente".-"^
De lo anterior se infiere que, sin perjuicio que el peso de la
prueba en cuanto al establecimiento del delito y a la determi-
nación de sus autores, cómpHces y encubridores recae en el mi-
nisterio público y en el querellante, el actor civil debe cooperar
a la comprobación de tales hechos, ya que como lo prescribe el
artículo 2314 del Código Civil, de tales antecedentes emana la
responsabilidad civil de los partícipes en el ilícito punible.
En cambio, es el demandante civil quien, exclusivamente,
debe probar no sólo la existencia de los perjuicios cuya indem-
nización reclama, sino que también su naturaleza, su cuantía o
monto, y, en especial, la relación de causalidad entre el hecho
punible y el daño causado por el autor o partícipe en el delito.
A su vez, en el demandado civil recae el onus probandi en lo
pertinente a todos los hechos o circunstancias que alegue como
eximentes de su responsabilidad civil, como serían, por ejem-
plo, la inexistencia del delito o cuasidelito, o su no participación
en el ilícito imputado.
257. Procedencia, oportunidad y forma de rendir la prueba de
las acciones civiles y la apreciación de su fuerza probatoria. Las
reglas que son aplicables son las que imperan en el proceso pe-
nal indicadas precedentemente al referirnos a la prueba, en lo
relativo a su procedencia, a su oportunidad y a la forma de ren-
dir cada u n a de ellas, como asimismo, a la manera de apreciar
su valor probatorio (supra N"' 214 y sigts.).
Por lo tanto, en cuanto a la prueba de las cuestiones civiles,
en el proceso penal sólo rigen las normas civilísticas en lo ati-
nente a la determinación de la parte que debe probar, según lo
dispone el artículo 324 del C.P.P., antes transcripto.
^^' A n a b a l ó n , Eljuicio..., cit., pág. 206.
381
 TÍTULO XI
LA NULIDAD DE LOS ACTOS PROCESALES
PENALES Y OTRAS INEFICACIAS

Capitulo I
LA NULIDAD PROCESAL

258, Extensión de la materia. Bajo este título emprendemos el

análisis no solamente de las nulidades de los actos procesales
penales propiamente tales, sino que también de la inexistencia
jurídica y de otras instituciones que, de alguna manera, consti-
tuyen otras formas de ineficacia de tales actuaciones, como ocu-
rre con la decadencia o caducidad y la inadmisibilidad, o que,
por el contrario, representan un impedimento para que aqué-
llas se realicen, como es el caso de la preclusión,

259. La nulidad procesal penal y el ámbito de su aplicación. En

términos generales, podemos definir la nulidad procesal como
el remedio jurídico que la ley establece para sanear los defectos
o vicios de que adolecen las actuaciones judiciales, cuando irro-
guen u n perjuicio por no cumplir con las formalidades o requi-
sitos exigidos por la ley, en reguardo de los intereses relativos al
debido proceso y al derecho de defensa de los intervinientes en
el juicio penal.
Atendida la naturaleza jurisdiccional de la nulidad proce-
sal, ésta sólo puede operar en el proceso con respecto a las ac-
tuaciones y diligencias judiciales, representadas por las resolu-
ciones del juez y demás actos que, por mandato de éste o de la
ley, deban realizar durante el juicio funcionarios pertenecien-
tes al Poder Judicial u otras personas expresamente determina-

383
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
das, como serían, por ejemplo, los peritos, los testigos y aun las
propias partes.
De ahí que la Comisión del Senado, en su Segundo Infor-
me, Sesión 5% al analizar el artículo 192 del Proyecto, actual ar-
tículo 159, hizo presente que "como fluye del propio concepto
de nulidad, recogido en la segunda parte del artículo, al aludir
a la inobservancia de las formas procesales, ella sólo se aplica a
las actuaciones judiciales, y no a las diligencias de investigación
realizadas por el ministerio público, para las cuales la ley no con-
templa mayores formalidades".^"^^ Ello, porque tales diligencias
tienen u n carácter meramente administrativo.
Desde el momento que la nuUdad persigue "sanear" los vi-
cios que afecten a los actos procesales, sea permitiendo su con-
validación, sea extinguiéndolos para siempre y hacer posible su
renovación, de ello se infiere que la ineficacia que la ley dispo-
ne para ciertas actuaciones irregulares n o constituye una san-
ción, como sostienen algunos autores, sino que más bien es un
I
remedio para el saneamiento o corrección de la desviación jurí-
dica que conlleva el no respeto de las formas legales del proce-
dimiento judicial.
Como norma, el incumplimiento de las formaHdades proce-
sales, es decir, de las que regulan el procedimiento penal, pue-
de indistintamente, atendida la gravedad de la infracción,
provocar: ora la corrección del acto imperfecto, ora su conver-
sión en otro que produzca consecuencias jurídicas diversas a las
previstas, ora su carencia absoluta de efectos de Derecho.
Entre las formalidades generalmente se han comprendido por
la doctrina sólo las reglas de lugar, tiempo y modo en que deben
realizarse los actos procesales; sin perjuicio que, además, una parte
de la dogmáticajurídica, otorgando a las "formas" un sentido más
amplio, comprenda entre ellas a ciertas expresiones substantivas,
tales como el cumplimiento de los preceptos del Derecho Penal
y los vicios de la voluntad (error, fuerza o dolo).
Nuestro nuevo Código Procesal Penal, con u n criterio ecléc-
tico, tanto en este punto como asimismo en lo pertinente al sis-
tema legalista de estricta taxatividad de las causales de nulidad
Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, pág. 561.
384
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
procesal que impera en algunas legislaciones, en su artículo 159
establece de manera genérica que "Sólo podrán anularse las ac-
tuaciones o diligencias judiciales defectuosas del procedimien-
to que ocasionaren a los intervinientes un perjuicio reparable
únicamente con la declaración de nulidad. Existe perjuicio -agre-
g a - cuando la inobservancia de las formas procesales atenta con-
tra las posibilidades de actuación de cualquiera de los intervi-
nientes en el procedimiento".
"Se presumirá de derecho la existencia del perjuicio -prosi-
gue el artículo 160-, si la infracción hubiere impedido el pleno
ejercicio de las garantías y de los derechos reconocidos en la
Constitución, o en las demás leyes de la República".
Así ocurre, por ejemplo, entre otros casos, cuando el juicio
se realiza sin la presencia del acusado o cuando falta la asisten-
cia del defensor en las actuaciones en que la ley lo exige.
Como se podrá apreciar, el legislador al emplear en el pri-
mero de los preceptos antes transcriptos la expresión "sólo po-
drán anularse las actuaciones defectuosas del procedimiento que
ocasionaren perjuicio a los intervinientes del mismo", y limitar
la concepción del "perjuicio" al evento de que "la inobservan-
cia de las normas procesales atente contra las posibilidades de
actuación de cualquiera de los intervinientes en el procedimien-
to", ha incurrido en una impropiedad, ya que n o solamente ta-
les vicios genéricos producen nulidad procesal, sino que también
existen otros casos especiales en que, por disposición particular
de la ley, son inválidas otras actuaciones que nada tienen que
ver con la modalidad de "perjuicio" antes definida. Así ocurre,
verbigracia, con las eventualidades contempladas en los artícu-
los 35 y 343, inciso 3°, y 344 del C.P.P., en virtud de las cuales
procede la nulidad de los actos provenientes de la delegación
de sus funciones por los jueces en empleados subalternos; y en
el juicio oral por la no adopción de la resolución de absolución
o condena o la no dictación del fallo dentro de los plazos que
dichos preceptos señalan. En estos casos, n o existe "atentado
contra las posibilidades de actuación de los intervinientes", y sin
embargo, por disposición especial de la ley, tales actuaciones y
omisiones son causales de nulidad procesal.
Seguidamente, el legislador, al presumir de derecho como
"perjuicio" para el interviniente en el juicio criminal y estable-
385
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
cer como causal de nulidad el hecho de que la infracción a las
normas procesales "hubiere impedido el pleno ejercicio de ga-
rantías y derechos reconocidos en la Constitución y las demás
leyes de la República", en el fondo, como base de tal transgre-
sión, comprende no sólo los vicios "formales", sino que también
los "substanciales".
Como consecuencia de lo anterior, tendrían, por lo tanto,
esta última cualidad, entre otros, la violación, a través de la in-
fracción de las normas procesales, de los derechos y garantías
que asegura a todas las personas la Carta Fundamental, como
también los que contemplan los tratados internacionales y las
demás leyes de la nación. Debería, asimismo, considerarse como
fundamentos de rescisión procesal, tanto el quebrantamiento de
las garantías establecidas en el Código Penal como la transgre-
sión de los demás derechos que contempla la legislación vigen-
te, siempre que tal vulneración se p r o d u z c a m e d i a n t e el
atropello de las reglas esenciales que norman al procedimiento
penal.
La Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cá-
mara de Diputados, al referirse a esta materia en su informe ren-
dido en la Sesión 23^, de 13 de enero de 1998, hizo presente
que el nuevo Código Procesal Penal "mantiene el régimen or-
dinario de nulidad basada en la infracción y con la exigencia
del perjuicio, pero se introduce un sistema de nulidades abso-
lutas, en las cuales no se requiere de la prueba del perjuicio".
"La teoría moderna de la nulidad implica que los actos de-
fectuosos para ser anulables tienen que causar perjuicio, ya que
de otra manera se haría tan purista el proceso que se entraba-
ría". Además, observó que "la nulidad, históricamente, no se
vincula al concepto de debido proceso, sino que al concepto
de ritualidad. El concepto de legalidad del proceso es formal.
El concepto de debido proceso es substancial".
"La regla general -agregó dicho Informe- es que el perjui-
cio entrabe de tal manera la prosecución de los actos de proce-
dimiento que, al no declararse la nulidad, se afecten realmente
los derechos de las partes. Pero si no los afecta, el acto puede,
no obstante, caer en causal de nulidad y permitir la prosecución
del proceso en la medida que el vicio pueda ser saneado, salvo
que ese acto nulo cayere en la presunción del artículo 193 (ac-
386
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
tual art. 160), porque en ese caso sí se estarían afectando ga-
rantías de tal magnitud que la persona quedaría en la indefen-
sión si no contare con un abogado defensor".^^^
La Comisión del Senado, a su vez, en su Segundo Informe,
Sesión 5^ (Anexo de Documentos) "aceptó la idea de instaurar
una presunción de derecho del perjuicio, en forma análoga a
los motivos absolutos de nulidad que se contemplan en el re-
curso respectivo, lo que permite superar las dificultades que han
producido en el ritualismo del recurso de casación. De esta for-
ma, si hay violación de garantías debe anularse la actuación, por-
que se presumirá la existencia del perjuicio. Desde otro punto
de vista, consideró que los ejemplos (que aparecía en el Proyec-
to primitivo) podrían inducir a una interpretación restrictiva, por
lo que prefirió suprimirlos".
"En cuanto a la propuesta de la indicación de los senadores
Bombal, Larraín, Stange y Urenda que sugirió eliminar del pro-
yecto la alusión 'a los tratados internacionales ratificados por Chile
y vigentes', la Comisión estuvo conteste en que las garantías re-
conocidas en los tratados internacionales corresponden a aque-
llas como las denominadas garantías judiciales, que contempla el
artículo 8" de la Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos, denominada Pacto de San José de Costa Rica. No obstante,
considerando que la aplicación de los tratados obedece a un man-
dato constitucional directo, que no requiere reiteración legal, no
es jurídicamente necesario hacer expresa alusión a ellos".^'^^
260. Clasificación de las nulidades procesales penales. Las nu-
lidades procesales en esta sede pueden clasificarse, en atención
al ámbito de su aplicación, en generales y especiales; y en consi-
deración a sus alcances, a sus posibilidades de convalidación y
al origen de su declaración, en nulidades absolutas, nulidades
relativas y anulabilidades.
Son nulidades generales las que están establecidas por la ley
de manera universal o pluralizada en su concepción, causales y
campo de aplicación, como son, por ejemplo, las establecidas
'^"^ Cámara de Diputados, Publicación Oficial. Redacción de Sesiones, págs. 163 y 164.
-"' S e n a d o , Diario de Sesiones del Senado, a ñ o 2000, págs. 561 y 562.
387
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKl, PROCESO PENAL
en el artículo 159 del C.P.P., en cuanto las hace procedentes en
todos los casos en que "...las actuaciones o diligencias judicia-
les defectuosas del procedimiento que ocasionaren a los inter-
vinientes un perjuicio reparable únicamente con la declaración
de nulidad. Existe perjuicio cuando la inobservancia de las for-
mas procesales atenta contra las posibilidades de actuación de
cualquiera de los intervinientes en el procedimiento".
Son nulidades especiales las que están prescritas por la ley
para casos o irregularidades pardculares, como es, verbigracia,
la indicada en el artículo 35 del precitado Código, que declara
nulas las actuaciones que requieran la intervención del juez que
sean delegadas por éste en empleados subalternos.
Son nulidades absolutas aquellas que, por emanar de vicios
que afecten a los presupuestos procesales o atañer a requisitos
esenciales de los actos, son de orden público, y, por ende, de-
ben ser declaradas de oficio por el tribunal en todo estado y gra-
do del procedimiento, y no son susceptibles de convalidación
por la aquiescencia o renuncia de las partes, sin perjuicio de que
excepcionalmente puedan sanearse en virtud de la autoridad de
cosa juzgada emanada de la sentencia firme.
Pertenecen a este tipo de nulidades las que - c o m o lo esta-
blece el precitado artículo 160 del Código del r a m o - "emanan
de infracciones que hubieren impedido el libre ejercicio de ga-
rantías y derechos reconocidos en la Constitución o en las de-
más leyes de la República", porque en estos casos se presume
de derecho la existencia del perjuicio que informa la proceden-
cia de las nulidades absolutas en el proceso penal.
Son nulidades relativas y / o anulabilidades aquellas que pro-
vienen de vicios meramente formales y que sólo pueden ser de-
claradas a petición de la parte perjudicada que no haya sido la cau-
sante de la irregularidad que la provoque, y que, además, pueden
sanearse. A ellas se refiere el artículo 164 del C.P.P. al prescribir:
"Las nulidades quedarán subsanadas si el interviniente en el pro-
cedimiento perjudicado no impetrare su declaración oportuna-
mente, si aceptare expresa o tácitamente los efectos del acto y cuan-
do, a pesar del vicio, el acto cumpliere su finalidad respecto de
todos los interesados, salvo en los casos previstos en el artículo 160".
En el primer caso del saneamiento, la nulidad toma el nom-
bre de anulabilidad, y opera porque vencido el plazo de cinco
388
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
días que la ley señala para reclamar la nuUdad, caduca el dere-
cho del perjudicado para impetrarla. En el segundo evento, la
convalidación se produce por renuncia expresa o tácita del per-
judicado. Y, en el último, porque si el acto cumple su finalidad
respecto de todos los interesados, en realidad no existe actua-
ción viciada, ni parte perjudicada.
261. La nulidad absoluta. Como lo señala Carnelutti, "la nuli-
dad se distingue según que el vicio del acto, del que deriva, ad-
mita o no un equivalente del requisito que falta. En el primer
caso, se habla de nulidad absoluta; en el segundo, de nulidad
relativa".^°^
"La nulidad absoluta consiste, por lo tanto - c o m o lo indica
Fenech-, en la falta de una circunstancia que, sin tener influen-
cia decisiva en la producción del efecto del acto, se requiere para
que esa eficacia se produzca, y cuya subsanación es imposible,
de modo que jamás podrá alcanzarse el efecto deseado si el acto
no se reproduce".^^^
Así ocurrirá, por ejemplo, si en la audiencia del juicio oral
falta la presencia del fiscal o la asistencia del defensor (arts. 103,
284 y 286 del C.P.P.).
En consecuencia, como en la nulidad absoluta no es posi-
ble reemplazar la formalidad que falta por otra similar, por con-
sistir en un vicio que afecta a los presupuestos procesales o a los
requisitos esenciales de los actos, que, como tales, no admiten
equivalentes, se produce la invalidez de todo o parte de la rela-
ción procesal, sin que exista posibilidad de validación o convali-
dación, tanto en atención a la entidad del vicio, como por la
imposibilidad jurídica de que las actuaciones viciadas puedan
producir efectos de derecho.
Son nulidades absolutas en nuestro derecho, en general, las
señaladas en el artículo 159, en relación con el artículo 160 del
C.P.P., es decir, aquellas en que se presume de derecho el "per-
juicio", en razón de que la infracción de las normas procesales
atenta contra las posibilidades de actuación de cualquiera de los
^"^ Carnelutti, Lecciones..., cit., t. III, pág. 195.
•20(i Fenech, El Proceso..., cit., págs. 166 y 167.
389
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
intervinientes en el juicio criminal, impidiéndoles el pleno ejer-
cicio de garantías y derechos reconocidos en la Constitución o
en las demás leyes de la República.
En consecuencia, cualquiera inobservancia de la normativa
procesal que rija a u n acto que pueda impedir que algún inter-
viniente actúe en el juicio en su defensa, y tal obstáculo vede a
éste el completo uso y goce de los derechos y garantías que le
reconozcan la Carta Fundamental o la ley, hace presumir iure ei
de iure ia existencia del perjuicio, produciendo la nulidad abso-
luta de la actuación viciada y de toda la relación procesal por
ella iniciada.
Esta nulidad procesal, si bien puede ser declarada a petición
de parte y debe pronunciarse de oficio - d e acuerdo con la par-
te final del artículo 163 del C.P.R-, no es, como se indicó ante-
riormente, susceptible de convaHdación, porque siendo inváli-
dos todos los actos que integran la relación procesal, ésta sólo
puede sanearse a través de la autoridad de cosa juzgada que
emana de la sentencia firme, toda vez que la nulidad absoluta
- c o m o dice L e o n e - sólo en la res iudiucata encuentra su límite
preclusivo.
Seguidamente, si bien, de acuerdo con la doctrina, la nulidad
absoluta puede ser reclamada por las partes, aun cuando no ten-
gan interés comprometido, en todo estado o grado del juicio, de-
jando a salvo el deber de que en cualquier tiempo el tribunal la
deba declarar de oficio; el artículo 161 del C.RR sólo autoriza a
la parte agraviada para "...impetrar, en forma fundada y por es-
crito, incidentalmente, dentro de los cinco días siguientes a aquel
en que el perjudicado hubiere tomado conocimiento fehaciente
del acto cuya invalidación persiguiere, a menos que el vicio se hu-
biere producido en una actuación verificada en una audiencia,
pues en tal caso deberá impetrarse verbalmente antes del térmi-
no de la misma. Con todo - d e acuerdo con el precepto-, n o po-
drá reclamarse la nulidad de actuaciones verificadas durante la
etapa de investigación después de la audiencia de preparación del
juicio oral. La solicitud de nulidad presentada extemporáneamen-
te será declarada inadmisible" (infra N"' 277 y sigts.).
En todo caso - c o m o se hizo presente con anterioridad-, el
juez debe declarar de oficio la nulidad absoluta en cualquier gra-
do y tiempo del proceso, antes de que se sanee por la sentencia
390
P F e n e c h , El Proceso..., cit., pág. 167.
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
firme, según dimana de la última parte del precepto del artícu-
lo 163 del C.RR
262. La nulidad relativa. Las nulidades relativas consisten en la
invalidez de los actos procesales, la que, si bien puede extenderse
a otros actos que dependan de las actuaciones nulas, no afec-
tan la eficacia de la relación procesal, ya que el vicio que las anu-
la es meramente formal y admite su saneamiento mediante el
reemplazo del requisito que falta por otro equivalente.
De ahí que Fenech sostenga que "la falta de u n a circunstan-
cia formal en el acto, a consecuencia del cual éste no produce
su efecto propio hasta tanto el defecto se haya subsanado, en
cierto modo, en este caso, la eficacia viene sujeta a u n a condi-
ción suspensiva, cual es la subsanación".^^''
En nuestro derecho son, en general, nulidades relativas aque-
llas que invalidan las actuaciones o diligencias defectuosas del
procedimiento atentando contra las posibilidades de actuación
de cualquiera de sus intervinientes, siempre que las infraccio-
nes sean meramente formales y no impidan el libre ejercicio de
garantías o derechos reconocidos en la Constitución, o en las
demás leyes de la República.
Con el propósito de salvar los actos nulos relativamente de
la pérdida procesal que conlleva su invalidez - d e acuerdo con
el artículo 164 del C.RR-, estas nulidades quedarán subsanadas
si ei interviniente en el procedimiento no impetrare su declara-
ción oportunamente, si aceptare expresa o tácitamente los efec-
tos del acto, y cuando a pesar del vicio, el acto cumpliere su
finalidad respecto de todos los interesados.
En el primer caso, se trata propiamente de u n a "anulabili-
dad", ya que ésta es una especie de nulidad relativa, en que la
convalidación del acto se produce por u n a actitud omisiva del
interesado o "aquiescencia" de la persona a quien los efectos del
acto nulo relativamente podrían perjudicar. En el segundo even-
to, la validación del acto tiene su origen en acto positivo que
implícita o explícitamente manifiesta que la nulidad no le es per-
judicial a la persona que la afecta. Ror último, si el acto nulo
391
 INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DKL PROCESO PENAL
cumpliere su finalidad, siempre que lo sea respecto de todos los
interesados, en realidad no existiría actuación viciada.
263. La anulabilidad. Es, como dice Carnelutti, aquella especie
de nulidad relativa en que la convalidación se obtiene con la sim-
ple aquiescencia de la parte que tiene interés en la invalidación.^^^
Acorde con lo anterior, para Fenech "la anulabilidad consis-
te en un vicio de forma, contenido o procedimiento, que si bien
no afecta a la eficacia normal del acto, mientras no haya sido
denunciado por el perjudicado, produce la declaración de nu-
lidad posterior, tan pronto como éste ponga de manifiesto el vi-
cio por vía de recurso u otro análogo".^^^
Con todo -agrega Carnelutti-, "a fin de obtener la certeza
en torno a la eficacia del acto anulable, su convalidación se hace
depender no tanto de la aquiescencia en general como del de-
fecto de invalidación en un cierto término, al vencimiento del
cual, si no se ha realizado, el acto imperfecto es convalidado".^^^
Consecuente con lo anterior, el artículo 164 del C.P.P. esta-
blece que "las nulidades quedarán subsanadas si el intervinien-
te en el procedimiento perjudicado no impetrare su declaración
oportunamente", a lo cual la parte final del artículo 161 del mis-
mo texto agrega: "... La solicitud de nulidad presentada extem-
poráneamente será declarada inadmisible".
264. Legitimación, tiempo y modo para impetrar las nulidades.
En lo relativo a la legitimación para impetrar la nulidad, el artículo
162 del código del ramo dispone que "Sólo podrá solicitar la de-
claración de nulidad el interviniente en el procedimiento per-
judicado por el vicio y que no hubiere concurrido a causarlo".
Tal precepto, sin embargo, es aplicable plenamente a la nu-
lidad relativa y a la anulabilidad, pero no a la nulidad absoluta,
ya que como en ésta - c o m o lo señala el artículo 163 del C.P.P.-
se presume de derecho el perjuicio, puede ser declarada a peti-
ción de cualquiera de las partes o de oficio por el tribunal, an-
^™ Carnelutti, Lecciones..., cit., t. III, pág. 198.
209 f e n e c h , ElProceso..., cit., pág. 167.
-"* Carnelutti, Lecciones..., cic, t. ÍII, pág. 198.
392
LAS NORiMAS PROCESALES PENALES
tes de su saneamiento por la sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada.
En cuanto a la oportunidad para reclamarla, el artículo 161
establece que "La declaración de nulidad procesal se deberá im-
petrar en forma fundada y por escrito, incidentalmente, dentro
de los cinco días siguientes a aquel en que el perjudicado hu-
biere tomado conocimiento fehaciente del acto cuya invalida-
ción persiguiere, a menos que el vicio se hubiere producido en
una actuación verificada en una audiencia, pues en tal caso de-
berá impetrarse verbalmente antes del término de la misma au-
diencia. Con todo -agrega-, no podrá reclamarse la nulidad de
actuaciones verificadas durante la etapa de investigación después
de la audiencia de preparación del juicio oral. La soHcitud de
nulidad presentada extemporáneamente será declarada inadmi-
sible".
No obstante lo anterior, el artículo 163 del precitado Códi-
go permite, en ciertos casos, impetrar la nulidad relativa en otras
oportunidades, al prescribir: "Si el tribunal estimare haberse pro-
ducido un acto viciado y la nulidad no se hubiere saneado aún,
lo pondrá en conocimiento del interviniente en el procedimien-
to a quien estimare que la nulidad le ocasiona un perjuicio, a
fin de que proceda como creyere conveniente a sus derechos, a
menos de que se tratare de una nulidad de las previstas en el
artículo 160, caso en el cual podrá declararla de oficio".
En cuanto al modo, el artículo 161 del C.P.P establece que "La
declaración de nulidad procesal se deberá impetrar, en forma fun-
dada y por escrito, incidentalmente...", lo que significa que deberá
contener la expresión concreta y clara del perjuicio que se hubie-
re experimentado. De acuerdo con los términos de la ley, esta nor-
ma es aplicable tanto a la nulidad relativa como a la absoluta, y
significa que la respectiva petición debe basarse en supuestos facti-
cios y jurídicos que la hagan procedente, y, en especial, deberá in-
dicar concretamente la naturaleza del perjuicio que le irroga al
reclamante, aunque éste se presuma de derecho.
265. Efectos de la declaración de nulidad. Para que la nulidad
produzca los efectos que le son propios, relativos a la invalidez
de las actuaciones procesales imperfectas o viciadas, se requie-
re de un pronunciamiento judicial que la declare o constituya.
393
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEI. PROCESO PENAL
Este pronunciamiento será sólo "declarativo", es decir, me-
ramente comprobatorio o revelatorio de la invalidez, si se trata
de nulidad absoluta, ya que ésta es insanable e irrenunciable y
está fundada en el interés público. Basta en este caso, por tan-
to, que ésta sea declarada o reconocida por el tribunal a peti-
ción de parte o de oficio.
La sentencia en este caso es "declarativa", porque -como lo
observa Chiovenda- se limita a "afirmar una voluntad de ley",
en orden a la invalidez indiscutible del acto viciado de nulidad
absoluta.'^'\
Por el contrario, tal pronunciamiento será "constitutivo", esto
es, creador o institutivo de la invalidez del acto, si se trata de
nulidad relativa, ya que ésta es de interés privado renunciable y
convalidable, pudiendo sólo ser instituida por sentencia judicial
a petición de la parte perjudicada.
En este evento la sentencia es "constitutiva", pues - c o m o lo
afirma el mismo Chiovenda- "ésta pasa a ser como título o cau-
sa" de la nulidad y de los efectos jurídicos que ella produce.^^"
En lo relativo a la extensión de los efectos de la nulidad, de
acuerdo con lo dispuesto en el artículo 165 del C.P.P., "La de-
claración de nulidad del acto conlleva la de los actos consecuti-
vos que de él emanaren o dependieren".
Este precepto contempla la regla general, en el sentido de
que las actuaciones procesales posteriores al acto nulo pasan por
el ministerio de la ley al estado de ineficaces, siempre que deri-
ven o estén subordinadas a aquél.
Lo anterior significa, por lo tanto, que la derivación del acto
posterior debe encontrarse en relación causal lógico^jurídica,
inmediata, directa y permanente con el acto nulo, no siendo su-
ficiente una mera dependencia remota, indirecta o accidental.
Comprobada tal cualificada proveniencia causal - c o m o lo
ordena el inciso segundo del precitado precepto-, "El tribunal,
al declarar la nulidad, determinará concretamente cuáles son los
actos a los que ella se extendiere, y, siendo posible, ordenará que
se renueven, rectifiquen o ratifiquen".
'^" Chiovenda, Pñncipios..., cit., t I, pág. 212.
'^'^ Ibídem, pág. 228.
394
lAS NORMAS PR()C;ESALES PENALES
El tribunal, por lo tanto, deberá disponer, dentro de lo via-
ble, la renovación de los actos absolutamente nulos que no ad-
mitan saneamiento; y la rectificación o ratificación de los actos
nulos relativamente que, como tales, hacen admisible la conva-
lidación.
No será posible, por ejemplo, entre otros casos, renovar un
acto para el cual la ley ha fijado un plazo fatal para su realiza-
ción; ni rectificar la actuación respecto de la cual hayan desapa-
recido las condiciones o elementos para realizarla; ni ratificar
el acto si se ha hecho imposible por haber fallecido el perjudi-
cado por el vicio.
Por excepción, no obstante, la nulidad de un acto procesal
acarrea también la invalidez de los actos coetáneos y anteriores,
lo cual sólo puede ocurrir con respecto a las actuaciones nulas
que se encuentren - c o m o lo prescribe la legislación italiana- "en
relación de conexión necesaria" con las simultáneas o con las
que la precedan. Se presenta esta conexión -señala L e o n e -
"siempre que el acto anterior o simultáneo una vez caído en la
nada, el acto subsiguiente venga a ser incapaz de lograr la fina-
lidad que la ley le asigna".^^^
Empero, para que opere esta nulidad retroactiva, se requie-
re de un pronunciamiento judicial que la declare. Esto no ocu-
rre, sin embargo, con respecto a la invalidez de los actos
consecutivos que siguen al acto nulo, en razón de que ésta la
ordena y dispone la ley expresamente, de tal suerte que si el juez
en su oportunidad no la declara, el interesado en ella puede in-
vocarla con posterioridad, haciendo valer la correspondiente
excepción de nulidad.
En nuestra legislación, sin embargo, tal nulidad con efecto
retroactivo se encuentra limitada por el precepto del inciso ?>"
del precitado artículo 165 del C.P.P., el cual dispone: "Con todo,
la declaración de nulidad no podrá retrotraer el procedimien-
to a etapas anteriores, a pretexto de repetición del acto, rectifi-
cación del error o cumplimiento del acto omitido, salvo en los
casos en que ello correspondiere de acuerdo con las normas
del recurso de nulidad. De este raodo -agrega-, si durante la
'^ L e o n e , Tratado..., cit., t. III, pág. 724.
395
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DKL PROCESO PENAL
audiencia de preparación del juicio oral se declarare la nulidad
de actuaciones Judiciales realizadas durante la etapa de investi-
gación, el tribunal no podrá ordenar la reapertura de ésta. Asi-
mismo, las nulidades declaradas durante el desarrollo de la
audiencia del juicio oral no retrotraerán el procedimiento a la
etapa de investigación o a la audiencia de preparación del jui-
cio oral".
Ahora bien, aplicando las "reglas del recurso de nulidad"
contenidas en los artículos 385 y 386, de ello resulta que sólo es
posible retrotraer el procedimiento y repetir el acto nulo, recti-
ficarlo o cumplir con el omitido, con las limitaciones en cuanto
a las etapas señaladas en el precepto antes transcripto, cuando
la rescisión procesal se fundamente en el incumplimiento de for-
malidades del juicio o en vicios cometidos al establecer los he-
chos o las circunstancias que se hubieren dado por probadas.
En efecto, el artículo 385 del C.P.P. establece: "La Corte (Su-
prema) podrá invalidar sólo la sentencia y dictar, sin nueva au-
diencia pero separadamente, la sentencia de reemplazo que se
conformare a la ley, si la causal de nulidad no se refiriere a for-
malidades del juicio ni a los hechos y circunstancias que se hu-
bieren dado por probados, sino se debiere a que el fallo hubiere
calificado de delito un hecho que la ley no considerare tal, apli-
cado una pena cuando no procediere aplicar pena alguna, o im-
puesto una superior a la que legalmente correspondiere".
El artículo 386 prescribe: "Salvo los casos mencionados en
el artículo 385, si la Corte acogiere el recurso anulará la senten-
cia y el juicio oral, determinará el estado en que hubiere de que-
dar el procedimiento y ordenará la remisión de los autos al
tribunal no inhabilitado que correspondiere, para que éste dis-
ponga la realización de un nuevo juicio oral".
"No será obstáculo para que se ordene efectuar u n nuevo
juicio oral -agrega™ la circunstancia de haberse dado lugar al
recurso por un vicio o defecto cometido en el pronunciamien-
to mismo de la sentencia".
396
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Capítulo II
LA INEXISTENCIA
266. Concepto. Inexistencia significa, de acuerdo con el léxico, no
tener una cosa ser real y verdadero, lo que en el ámbito procesal
penal debe entenderse como la falta de existencia jurídica, ya que
el acto de procedimiento puede existir materialmente, pero carente
en absoluto de realidad y verdad para los fines del Derecho.
Por eso la ley en parte alguna se refiere a la inexistencia,
puesto que tratándose ésta de un ente que no existe para el De-
recho, su concepción teórica es sólo el resultado de la dialécti-
ca doctrinaria, la cual ha llegado a su descubrimiento sólo en
base de la aplicación de la lógica al ámbito jurídico, toda vez
que ante la carencia absoluta de presupuestos procesales o de
la totalidad de los requisitos del acto, ha debido concluirse ne-
gativamente que consiste en una actuación meramente imagi-
naria, cuya falta, en el evento de atribuirle algún efecto jurídico,
puede ser reclamada en todo tiempo y de cualquier manera idó-
nea, sin que haya posibilidad alguna de que el "no acto" pueda
tener jamás vida para el Derecho.
De lo anterior resulta, por lo tanto, que a diferencia de la
nulidad, que requiere un pronunciamiento judicial que la de-
clare, la inexistencia no necesita de resolución alguna de la au-
toridad para que carezca de efectos jurídicos, pues el acto
inexistente, por representar la negación jurídica, es inapto para
producir consecuencias en orden a crear, modificar o extinguir
obligaciones o derechos, y, por ende, no es posible que se con-
validen por el transcurso del tiempo ni por la autoridad de cosa
juzgada, las falsas secuelas que llegara a producir, pues lo que
jamás jurídicamente ha existido nada puede engendrar.
No obstante, si bien el acto inexistente carece de verdad ju-
rídica, al tener realidad material se presenta en la práctica pro-
d u c i e n d o aparentes consecuencias de Derecho, las cuales
solamente a través de la ideal noción conceptual del fenómeno
que las produce, es posible eliminarlas mediante el ejercicio de
los arbitrios necesarios para volverla a la nada.
De ahí que como la inexistencia es insanable, los actos jurí-
dicamente inexistentes pueden ser denunciados por las partes
397
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
en cualquier tiempo y estado del proceso; y el juez, a su vez, debe
derogarlos de oficio, desde que se imponga del hecho, sin que
obste a ello ni aun la dictación de sentencia ejecutoriada en la
causa.
Cabe observar, empero, que la verificación de la inexisten-
cia no supone, como en el caso de la nulidad absoluta, la decla-
ración de la invalidez de la actuación procesal, lo cual importa
un reconocimiento implícito de que ésta existe; sino que sólo
la confirmación de la certeza de que el acto inexistente es la nada
jurídica, y que, por ende, carece totalmente de efectos de Dere-
cho, sin que sea necesario que el tribunal así lo declare, pues
tal consecuencia se produce ipso iure.
En cuanto al modo cómo pueden las partes denunciar la
inexistencia de u n acto procesal, por regla general ello será po-
sible por la vía incidental, y, dentro de los plazos legales, me-
diante la interposición de los recursos que procedan, aun
cuando, dada la gravedad que presenta este fenómeno en el
ámbito procesal penal, en realidad cabe revelar su presencia a
través de cualquier medio idóneo que permita al tribunal de-
rogar de inmediato la actuación procesal jurídicamente inexis-
tente.
Lo anterior, sin duda, no presentará mayores dificultades ju-
rídicas si el juicio se encuentra pendiente. Pero ¿qué ocurrirá
una vez dictada una sentencia definitiva inexistente, y aun más,
cuando ésta quede ejecutoriada?
267. Las sentencias inexistentes. La doctrina al respecto con-
templa varios casos de sentencias inexistentes, tales como: la dic-
tada por quien no sea juez o emitida a non iudice, la pronunciada
contra persona inexistente o carente de capacidad para ser im-
putado criminalmente; la de sobreseimiento definitivo emitida
erróneamente por estimarse muerto al imputado que está vivo
y la carente de parte resolutiva o decisoria del conflicto suscita-
do en la litis.
En cuanto a la sentencia dictada por quien no es juez, no
hay duda que ésta es inexistente.
Además, la doctrina agrega a la sentencia dictada a non índi-
ce, la emitida por el juez in causa propria, ya que - c o m o lo obser-
va L e o n e - "dada la ausencia de una diversificación entre las
398
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
partes y el juez, es evidente que falta en el caso el órgano juris-
diccional".^^'^
El problema se suscita, sin embargo, si la sentencia es emiti-
da por un funcionario investido de la calidad de juez, pero sin
competencia, sea por pertenecer a una jurisdicción diversa a la
penal; sea por tratarse de un magistrado de competencia espe-
cial ajena a la criminal común.
En lo relativo a estos casos, algunos autores sostienen que la
sentencia dictada en materia diversa a la que le ha asignado la
ley es inexistente.^^-'^
Otros, en cambio, como Chiovenda y Rosenberg, afirman
que el fallo sería solamente nulo, pues -como sostiene Altavi-
Ua- "toda violación de los límites de la jurisdicción significa ac-
tuar sin poder".^^^
Esta última postura, en cuanto a la nulidad, es la que debe
imperar en Chile a la luz del precepto del artículo 7** de la Cons-
titución Política, en cuanto establece: "Los órganos del Estado
actúan válidamente, previa investidura regular de sus integran-
tes, dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley".
"Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de perso-
nas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias extraor-
dinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se
les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes".
"Todo acto en contravención a este artículo es nulo y origi-
nará las responsabilidades y sanciones que la ley señale".
Estimamos, además, que este mismo criterio debe adoptar-
se en lo relativo a la sentencia dictada por un tribunal manifies-
tamente incompetente, o no integrado por los funcionarios
designados por la ley; o por un raiagistrado o con la concurren-
cia de un juez legalmente implicado, o cuya recusación se en-
cuentre pendiente; o acordada por un tribunal colegiado con
un menor número de votos o por menor número de jueces que
el requerido por la ley; o con la concurrencia de jueces que no
^''' Leone, Tratado..., cit., t. I, pág. 730.
•^'Mbídem, pág. 731.
'-"' Chiovenda, Principios..., cit., t. I, págs. 462 y sigts.; Rosenberg, Lerhbuch des
deutschen Zivilprozessrecheis, Berlín, 1917, pág. 199; Altavilla, Manuals de Procedura
Pénale, Nápoli, 1935, pág. 202.
399
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROC;KSO PENAL
hubieren asistido al juicio o a la vista del recurso, o faltando al-
guno que hubiere asistido a ella.
Afirmamos lo anterior fundados en que todas estas especies
de vicios formales están contempladas en la letra a) del artícu-
lo 374 del C.P.P., como causales de recurso de nulidad, lo cual
conlleva la invalidación de tales actos irregularmente dictados
con infracción a las leyes de procedimiento.
En lo que atañe a la sentencia dictada contra una persona
que no existe o carente de capacidad para ser procesada crimi-
nalmente, puede ser inexistente o nula. En el primer caso, por
falta de un presupuesto procesal, cualidad que ostenta el "im-
putado", opera la inexistencia. En el segundo evento, hay que
distinguir entre los exentos de jurisdicción y los inimputables
penalmente. Si la sentencia penal es dictada contra una perso-
na exenta de jurisdicción, tal como los jefes de Estados extran-
jeros, o los representantes diplomáticos o consulares (supra
N^ 11), tal fallo será inexistente. Y lo mismo ocurrirá si la sen-
tencia es emitida contra un incapaz que carezca de imputabili-
dad o de aptitud legal para ser responsable de delito, por estar
exento de responsabilidad criminal en virtud de lo dispuesto en
los N'*^'' y 3^ del artículo 10 del Código Penal.
Del mismo modo, es inexistente la sentencia de sobresei-
miento definitivo dictada por la supuesta muerte del imputado,
no obstante encontrarse vivo.
Cabe observar, empero, que el estado de vivencia del impu-
tado descubierto después de dictado el sobreseimiento definiti-
vo, hace inexistente sólo la sentencia basada en tal falso
acontecimiento y los antecedentes del proceso de los cuales haya
emanado el error.
No ocurre los mismo, sin embargo, con los actos de investiga-
ción y de instrucción dirigidos al establecimiento del delito y a la
individualización del delincuente, los cuales, al reabrirse el pro-
ceso para sancionar el hecho punible, formarán parte eficaz del
procedimiento y serán útiles para determinar el pronunciamien-
to de absolución o condena del imputado en la nueva sentencia.
Por último, la falta de decisión del asunto controvertido es
causal de inexistencia de acuerdo con la doctrina, sea que la ca-
rencia de parte dispositiva sea total o parcial, siempre que no
sea posible rectificarla o complementarla con los mismos ante-
400
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
cedentes que el acto decisorio contenga, pues - c o m o dice Pes-
catore- "la parte dispositiva puede encontrarse en otro lugar,
pues la ley n o fija su sede".^^''
En nuestro derecho, en cambio, la falta de decisión del asun-
to controvertido es causal del recurso de nulidad, y por ende,
de nulidad de la sentencia, como lo es igualmente la carencia
de parte expositiva y de fundamentos legales o doctrinales
(arts. 374 letras c), d) y e) del C.P.P).
Con todo, carece de real relevancia el lugar en que estén cum-
plidos los requisitos a que se refieren los preceptos antes citados,
toda vez que -como lo señala Mortara- "no es causa de nulidad
la inserción de la parte dispositiva, en lugar y modo no rigurosa-
mente conformes a la práctica general y al orden indicado por la
ley, y podría ella estar, como si dijéramos, compenetrada total o
parcialmente en la motivación, sin efectivo inconveniente".'^^^
Ahora bien, cuando la sentencia es inexistente, es procedente
la declaración de su certeza de tres maneras: a) proponiendo
un nuevo juicio penal sobre la misma materia ya decidida en el
fallo inexistente, a fin que el nuevo juez declare dicha inexis-
tencia como supuesto previo de la nueva sentencia; b) impetran-
do por la vía incidental la inaplicabilidad del fallo inexistente
en el trámite en que se pretenda la ejecución de éste, y c) me-
diante la interposición de los recursos legales que procedan.
268, Sentencias de ejecución imposible, inciertas y ambiguas.
Consideración aparte merece el análisis de las sentencias de eje-
cución imposible, de las inciertas o ambiguas y de las absurdas.
La ejecución de una sentencia penal puede resultar imposi-
ble jurídica o fácticamente.
Será de ejecución jurídicamente imposible si, por ejemplo, im-
pone una pena no contemplada en la legislación punitiva chilena,
como serían la de azotes, la de flagelación o la de tormento.
Será de ejecución fácticamente imposible la sentencia que
no pueda llevarse a efecto fí^sicamente, como sería, verbigracia,
la que imponga la pena de multa inconmutable o la de indem-
^" Pescatore, La lógica delDiñtto, T o r i n o , 1983, pág. 234.
2'^ Mortara, Commentario del códice e delU feggz di procedura civile. Milano, 1980,
t. I, N" 4, pág. 101.
401
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
nización de los perjuicios irrogados por un delito a un imputa-
do insolvente.
En estos casos, por ser inseparables las declaraciones de cer-
teza acerca del delito, de la persona del delincuente y de la pena,
al faltar una decisión factible en lo que atañe a la sanción pe-
nal, se produciría - c o m o lo señala en síntesis Carneluttí- "que
el efecto de la sentencia sería jurídicamente imposible, lo que
quiere decir que el Derecho no lo admite, y por lo tanto, la sen-
tencia que lo admite es contra ius, es decir, injusta, no inválida.^'^
De este modo, de acuerdo con la doctrina, tales sentencias
no serían ni inexistentes ni nulas, sino que simplemente - c o m o
lo señala Leone-, adolecerían de un vicio in indicando sólo de-
ducible como motivo de impugnación.^^*'
En lo relativo a la sentencia incierta o ambigua, si ésta es
susceptible de una lógica yjusta interpretación, el problema des-
aparece. En cambio, si el alcance y sentido de una decisión pe-
nal es inintelegible, la sentencia se transforma en de ejecución
imposible, lo que permite solamente su reforma mediante la in-
terposición de los recursos legales.
Por último, en lo que atañe a la sentencia absurda, es decir,
la extravagante, incoherente, descabellada o irracional, en ra-
zón de haber sido dictada al margen de todas las reglas de la
lógica, del buen sentido y de la ley, sólo es reparable también a
través de los medios de impugnación.
Capítulo III
LA DECADENCIA O CADUCIDAD Y LA RESTITUCIÓN
EN TÉRMINOS
269. La decadencia o caducidad. De acuerdo con la doctrina
-según Leone-, "la decadencia consiste en la prohibición de rea-
lizar determinado acto (o un conjunto de actos) por inobser-
vancia de un plazo perentorio".^^^
•-'•' Carnelutti, Lezioni di dirittoprocessuale civile, Padova, 1920, t. V, pág. 519,
'^2" L e o n e , Tratado..., cit., t. I, págs. 748 y 749.
2'^' I b í d e m , pág. 754.
402
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
Llamamos caducidad -afirma Carnelutti- a la consecuencia
o decurso del día o del término perentorio sin que el acto se
haya válidamente realizado: lo que decae es la facultad de cum-
plir el acto eficaz, es decir, de producir los efectos jurídicos.^^^
Más de acuerdo con nuestro derecho positivo, sin embargo,
entendemos como decadencia o caducidad la pérdida del ejer-
cicio de un derecho o de la ejecución de una actividad proce-
sal, causada por n o haberse h e c h o valer el p r i m e r o o n o
realizarse la segunda, dentro de un plazo o término perentorio,
lo que conlleva la consecuencia de que si, después de transcu-
rrida la oportunidad legal se ejercitan o llevan a cabo, devienen
- c o m o lo dispone el artículo 64 del Código de Procedimiento
Civil, aplicable al caso en virtud de lo dispuesto en el artículo
52 del Código Procesal Penal- en irrevocablemente extinguidos
por el solo ministerio de la ley.
Se diferencia de la nulidad, en que mientras en ésta el vicio
invalidante es actual, pues lo conlleva ínsito el acto irregular des-
de su origen, la decadencia, en cambio, sólo advierte de un vi-
cio futuro que podría extinguir el ejercicio del derecho o de la
actuación, si éstos no se reclaman o realizan dentro del plazo o
término perentorio señalado por la ley.
En otras palabras, mientras la nulidad es primaria o oriun-
da, en la decadencia, en cambio -como lo señala Carnelutti-,
"la imposibilidad de efectos jurídicos expresada en la decaden-
cia no es originaria, sino que es sucesiva o derivada: un acto que
antes podía producir sus efectos; después no es idóneo para pro-
ducirlos".^^^
Si la ejecución del acto es ordenada - c o m o lo señala la doc-
trina- bajo pena de decadencia, tal sanción excluye la posibili-
dad de que la actuación pueda convalidarse, lo cual hace a la
decadencia o caducidad aun más grave que la nulidad.
En efecto, mientras la nulidad a veces puede convalidarse por
renuncia, aceptación o cosa juzgada; la decadencia o caducidad
no es susceptible de tal saneamiento, a menos que, excepcional-
mente, opere la "restitución en términos", circunstancia que la
Carnelutti, Sistema..., cit., L II, pág. 491.
••¿TI
^^'í Carnelutti, L, íes..., cit., t. III, pág. 192.
403
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAI.
hace insanable y excluye casi absolutamente la posibilidad de que
el acto afectado por ella pueda renovarse, pues sus efectos se
producen ipso iure, al paso que la nulidad debe ser declarada ju-
dicialmente para que aquellos se produzcan.
Casos de decadencia o caducidad son los contemplados, por
ejemplo, en los artículos 362, 366 y 372 del C.P.R, que estable-
cen plazos perentorios para la interposición de los recursos de
reposición, de apelación y de nulidad, de tal suerte que si éstos
no son deducidos antes del vencimiento de aquellos, la deduc-
ción extemporánea de dichos arbitrios es inoperante.
270. La restitución en términos. Por excepción, los efectos de
la decadencia o caducidad pueden ser reparados, es decir, sal-
varse de la ineficacia el derecho ejercitado o el acto realizado
después de vencido el plazo o término perentorio señalado por
la ley, mediante la denominada "restitución en términos" o res-
titutio in integrum.
Este instituto está contemplado expresamente en el artícu-
lo 17 del C.P.P. al establecer: "El que, por un hecho que no le
fuere imputable, por defecto en la notificación, por fuerza ma-
yor o por caso fortuito, se hubiere visto impedido de ejercer un
derecho o desarrollar una actividad dentro del plazo estableci-
do por la ley, podrá solicitar al tribunal un nuevo plazo, que le
podrá ser otorgado por el mismo período. Dicha solicitud de-
berá formularse dentro de los cinco días siguientes a aquel en
que hubiere cesado el impedimento".
Los fundamentos de la restitutio in integrum, denominada en el
Código Procesal Penal alemán "reposición al estado anterior", se
encuentran en los principios de equidad y justicia que inspiran al
nuevo proceso penal chileno, ya que a lo imposible nadie está obli-
gado, de tal suerte que quienquiera que sea de los participantes
en el juicio criminal, ya se trate de partes o terceros interesados,
que se viere impedido absolutamente por fuerza mayor o caso for-
tuito, es decir -al tenor del artículo 45 del Código Civil- "por un
imprevisto a que no es posible resistir", de ejercer un derecho o
desarrollar una actividad procesal en la litis penal dentro del pla-
zo establecido por la ley, podrá solicitar un nuevo término que no
puede ser superior al primitivo, para hacer valer su derecho o para
realizar el acto o actos procesales de que se trate.
404
LAS NORMAS PR0C;ESALKS PENALES
27 L Legitimados para impetrar la restitución en términos. El
legislador al iniciar el precepto del artículo antes transcripto con
el pronombre relativo indeterminado "El que" -agregando "por
un hecho que no le fuere imputable, por defecto en la notifica-
ción, por fuerza mayor o por caso fortuito, se hubiere visto im-
pedido de ejercer un derecho o desarrollar una actividad dentro
del plazo establecido por la ley, podrá solicitar al tribunal un
nuevo plazo..."-, ha otorgado, en principio, legitimación para
impetrar el beneficio de ser restituido en el plazo o término, a
todos los intervinientes en el proceso penal que sean partes pe-
nales, civiles o terceros interesados, incluso al ministerio públi-
co y al defensor del imputado, ya que sólo éstos pueden ostentar
derechos que hacer valer o tener la facultad de realizar trámi-
tes en el juicio penal y, por ende, son los únicos a quienes pue-
den afectar los requerimientos impuestos por los plazos o
términos perentorios procesales.
En efecto, el ministerio público, en su calidad de parte ins-
trumental del proceso penal, sin duda está legitimado para im-
petrar la restitución en términos en lo que al ejercicio de sus
funciones corresponde. Igualmente lo está el defensor, no sólo
al representar los derechos personales de su defendido, sino que
también en lo atinente al desempeño de las facultades propias
de que está dotado para defender al imputado. Así se despren-
de del alcance amplio que, como lo expresamos anteriormen-
te, le da la ley a la legitimación al reconocérsela en forma
genérica en el artículo 17 del C.P.R, a "el que", por un hecho
que no le fuere imputable, se hubiere visto impedido de ejerci-
tar un derecho o desarrollar una actividad dentro del plazo es-
tablecido por la ley.
Empero, como emana de lo antes expuesto y del texto le-
gal, para lograr la legitimación para ser restituido en un plazo,
los intervinientes en el proceso penal, antes señalados, además
de ostentar aptitud procesal para ejercer el derecho o desarro-
llar la facultad de que se trate, el atraso en invocarla dentro de
término no debe serles "imputable", por haber obrado con ne-
gligencia o imprevisión o haber provocado el obstáculo irresis-
tible que le haya impedido hacer valer el derecho o realizar la
actuación procesal de que se trata, dentro del lapso perentorio
señalado por la ley.
405
 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL
El peso de la prueba sobre la imposibilidad absoluta y de la
fuerza mayor o caso fortuito que la haya provocado, como asi-
mismo sobre la inculpabilidad en tal provocación, recae exclu-
sivamente en el que solicita el beneficio de ser restituido en
términos, quedando vedado al juez - c o m o ha establecido la ju-
risprudencia italiana- realizar indagaciones ex officio acerca de
la naturaleza y causas de tales sucesos.
Debe acreditarse, también, que la imposibilidad para ejercer
el derecho o desarrollar la actividad procesal ha sido total, com-
pleta y determinante, no bastando que sólo haya producido una
dificultad, por muy grande que ésta haya sido, pues la ley habla
de "fuerza mayor o caso fortuito", el cual, según la definición
legal, es el "imprevisto al cual es imposible resistir".
Además, dicha imposibilidad absoluta debe producirse duran-
te la pendencia del plazo o, en todo caso, antes del vencimiento
del término, entendiéndose como fase final de éste -como lo se-
ñala Leone- la porción de tiempo que, sin que surgiera el caso
fortuito o la fuerza mayor, hubiera sido suficiente para el cumpli-
miento del acto procesal de quo agitur.^^'^
No obstante lo anterior, para poder impetrar el beneficio de
la restitución en términos, el plazo para ejercer el derecho o de-
sarrollar la actividad de que se trate, debe encontrarse vencido
a la fecha en que se presente la solicitud, sin perjuicio que, a su
vez, no haya expirado el término de cinco días contados desde
la cesación del impedimento a que se refiere la ley.
La ley alude también como suficiente causa jusüficante para
acoger el beneficio de la restitución en términos: "el defecto de
la notificación", el cual, por constituir -al tenor del ejemplo con-
templado en el artículo 45 del Código Civil- "un acto de autori-
dad ejercido por un funcionario público", de aquellos que señala
el artículo 24 del C.P.P., es decir, los funcionarios judiciales del
tribunal especialmente habilitados al efecto, de ello se infiere
que tal irregularidad procesal debe ser considerada como una
especie de fuerza mayor o caso fortuito que otorga legitimación
para solicitar la restitutio in integrum.
- ' L e o n e , Tratado..., cit., t. I, pág. 760.
406
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
272. Forina y plazo para iinpetrar la restitudón en términos. Por
tratarse la "restitución en términos" de una cuestión accesoria
del juicio principal que requiere un pronunciamiento especial
del tribunal con audiencia de las partes, de acuerdo con lo dis-
puesto en el artículo 52 del C.P.P., en relación con el artículo 82
del Código de Procedimiento Civil, debe promoverse por el afec-
tado, en vía incidental, mediante soHcitud escrita y fundamen-
tada que señale circunstanciadamente la especie de fuerza mayor
o caso fortuito ajeno a la culpabilidad del solicitante que le ha
producido y la imposibilidad absoluta que ésta haya causado para
ejercer el derecho o desarrollar la actividad procesal dentro del
plazo perentorio que la ley señala.
El tribunal necesariamente deberá conferir traslado a los de-
más intervinientes a quienes pudiere afectar la restitución en tér-
minos, y, previa la recepción de la incidencia a prueba por el
lapso de ocho días, emitirá su resolución, que tendrá el carác-
ter de sentencia interlocutoria.
Dicha solicitud, de acuerdo con la parte final del artículo 17
del CP.P., deberá formularse dentro de los cinco días siguien-
tes a aquel en que hubiere cesado el impedimento, con el al-
cance de que - c o m o lo señala Stoppatto- no basta comprobar
la cesación objetiva del evento fortuito o de fuerza mayor, sino
que es necesario comprobar también la cesación de los efectos
impeditivos que tal evento pudo haber producido en las condi-
ciones personales del interesado.^^^
Este es un plazo fatal, de días, improrrogable, que no se sus-
pende los días feriados, respecto del cual -como lo señala la doc-
trina- no hay posibilidad de restitución en términos.
273. Efectos de la restitución en términos. La decisión recaída
en la solicitud de restitutio in integrum, otorgada mediante una
sentencia interlocutoria, produce el efecto de retrotraer el pro-
ceso al estado de empezar nuevamente a correr el término o pla-
zo perentorio reclamado, período de tiempo en el cual el
interviniente legitimado podrá válidamente ejercer el derecho
o desarrollar la actividad procesal invalidada por la decadencia,
^^^ Stoppatto, Commento al códice di procedura pénale, Torino, 1918, t. IV, pág. 807.
407
 INTRODUCCIÓN AL KSTUDIO DEL PROCESO PENAL
lo cual, como es obvio, conlleva la renovación de las anteriores
actuaciones extinguidas por el ministerio de la ley.
Tal nuevo plazo - c o m o lo señala el artículo 17 del C.P.P.-
sólo puede ser otorgado por el tribunal por un período igual al
plazo que tuvo anteriormente la parte para realizar la actuación
de que se trata.
Con todo, la doctrina ha establecido que si el favorecido con
la restitución en términos no ejerce su derecho o no desarrolla
la actividad procesal afectada por la decadencia o caducidad den-
tro del nuevo plazo otorgado, no es admisible conceder otra vez
el beneficio de la restitutio in integrum, para renovar nuevamen-
te el término.
Capítulo TV
LA PRECLUSION
274. Concepto. La palabra "preclusión" - c o m o lo señala Perei-
ra Anabalón, citando a Jofré y a Lorenzo Carnelli- deriva de las
voces latinas pre, que significa antes, y claudo, que quiere decir
cerrar. Con ella -agrega- se ha creado la forma verbal "preclu-
der", sinónima de "prohibir, impedir, o no permitir que una cosa
ocurra o se haga".^^^
En forma amplia significa -según L e o n e - "el obstáculo que
se opone a la actividad procesal", el cual se presenta en relación
a dos hipótesis: a) Cuando un acto procesal ya cumplido o un
comportamiento ya desplegado se presenta incompatible con un
subsiguiente acto o comportamiento (electa una vía no datur re-
cursus ad alteram). Lo anterior significa que, elegido un camino,
no es posible recurrir a otro, como ocurre, por ejemplo, si el
perjudicado por una nulidad relativa, en lugar de alegarla, for-
mula una petición que tácitamente signifique su aceptación im-
plícita, lo que precluye el derecho de hacerla valer después; o
si entabla la acción civil por la vía de procedimiento penal, even-
Pereira Anabalón, La Cosa Juzgada..., cit., pág. 121,
408
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
to en que también precluye el derecho para ser deducida nue-
vamente ante el tribunal civil (arts. 164 y 59 del C.P.P.), y
b) Cuando el no cumplimiento de un acto se presenta como in-
compatible con el derecho a cumplir otro acto procesal subsi-
guiente, como si, verbigracia, el querellante no presenta su
demanda civil durante el procedimiento de preparación del jui-
cio oral y hasta quince días antes de la fecha fijada para la reali-
zación de la audiencia intermedia, caso en que, al omitir hacerlo,
precluye su derecho para deducirla después (art. 261, letra d)
delC.RR).227
Más precisamente, sin embargo, para Chiovenda "la preclu-
sión consiste en que después de la realización de determinados
actos o del transcurso de ciertos términos queda precluso a la
parte el derecho de realizar otros actos procesales determina-
dos, o, en general, actos procesales".^^^
Como se podrá apreciar, la preclusión, en el fondo, importa
una especie de absorción jurídica, en que un acto u omisión ante-
rior elimina a uno posterior, impidiendo que este último pueda rea-
lizarse, lo que le otorga al instituto u n carácter eminentemente
negativo.
De acuerdo con lo anterior, podemos definir la preclusión
como el fenómeno jurídico que consiste en que la ejecución de
un acto procesal obsta o impide que se lleve a efecto u n o poste-
rior, por existir incompatibilidad entre ambas actuaciones; como
igualmente en la omisión de una actividad anterior de procedi-
miento que, al no haber sido cumplida dentro de término, hace
a una posterior inadmisible.
La preclusión se diferencia de la nulidad en que la primera
no produce la ineficacia del acto posterior, sino que impide que
pueda llevarse a efecto.
Se diferencia de la decadencia en que mientras ésta produ-
ce la extinción del acto al no haber sido realizado dentro de un
término o plazo perentorio; la preclusión impide la ejecución
del nuevo acto, por la realización u omisión de uno anterior que
resulta incompatible.
^^'Leone, Tratado..., c\t., t. 1, pág. 767.
^^^ Chiovenda, Principios..., cit., t. II, pág. 396.
409
 INTRODUCCIÓN AI, KSTUDIO DEL PROCESO PENAL
La operancia de la preclusión se encuentra estrechamente
vinculada con el principio de la disponibilidad e indisponibili-
dad que rija al proceso penal, de modo que si este último nor-
ma al sistema de enjuiciamiento, el fenómeno tendrá escasa
aplicación, ya que si las partes intervinientes carecen de faculta-
des para influir en el desarrollo de la tramitación del juicio cri-
minal, mal podrían dar origen a actos u omisiones procesales
causantes de preclusión.
Por el contrario, si en el sistema procesal penal impera el
principio de la "disponibilidad", aunque esta sea atenuada, ma-
yor campo de acción tendrá la vigencia de la preclusión.
275. Clasificación. La doctrina clasifica la preclusión en abso-
luta, si opera de pleno derecho; y en relativa, si - c o m o dice Leo-
n e - interviene ope exceptionisP'^
Además, la preclusión puede ser temporal o perpetua. Es de
la primera clase aquella en que la prohibición que conlleva tie-
ne una duración limitada en el tiempo, como, por ejemplo, la
que paraliza el desarrollo de la acción civil por suspensión del
procedimiento penal, por sobreseimiento temporal o por su ter-
minación, la cual sólo puede ser entablada dentro del plazo de
sesenta días ante el juez civil (art. 68 del C.P.P.).
La preclusión es perpetua si perdura para siempre en el tiem-
po, como ocurre con la producida por la cosa juzgada o res iudi-
cata, la cual -como lo señala Chiovenda- es la somma preclusioneP^
276. Efectos de la preclusión. Los efectos de la preclusión se
radican exclusivamente en el acto precluso, el cual deja de pro-
ducir consecuencias de derecho, por ser incompatible con el
acto u omisión que lo precede.
Lo anterior es muy importante, ya que la preclusión, median-
te la exclusión de actos posteriores, paso a paso en el juicio va
dando estabilidad al desarrollo de la relación procesal impidien-
do que se repitan actuaciones ya realizadas o incompatibles con
los actos u omisiones anteriores, hasta llegar primero a la cosa
' Leone, Tratado..., cit., t. I, pág. 768.
Chiovenda, Principios..,, cit., t. II, pág. 396.
410
LAS NORMAS PROCESALES PENALES
juzgada formal, y, por último, a la cosa juzgada substancial, cu-
yos efectos son perpetuos y hacen inalterable para siempre lo
resuelto en el proceso penal.
Capitulo V
LA INADMISIBILIDAD
277. Concepto, La inadmisibilidad es una especie de ineficacia
que, por razones de orden procesal, hace improcedente una pe-
tición o instancia en el ámbito procesal penal por haber sido
formulada por quien no corresponde o en forma defectuosa o
irregularmente, como ocurre, por ejemplo, con la improcedibi-
lidad de la querella que no es entablada en la forma ordenada
por el artículo 114 del C.P.P.; o lo que acontece con la deman-
da civil que no cumple con los requisitos establecidos en el ar-
tículo 60 del mismo Código, relativos a los supuestos señalados
en los tres primeros números del artículo 254 del Código de Pro-
cedimiento Civil.
El instituto se expresa principalmente en la improcedencia
de la querella o la demanda civil o en el rechazamiento de las
impugnaciones, por defectos en las condiciones que la ley esta-
blece para su admisibilidad, los cuales atañen a la falta de los
requisitos de existencia y validez de la relación procesal y de los
supuestos para el estudio y la decisión de mérito de la cuestión
penal.
Acorde con lo anterior, el artículo 114 letra b) del C.P.P. es-
tablece que la querella no será admitida a tramitación por el juez
de garantía, cuando falte alguno de los requisitos señalados en
el artículo 113, es decir: si no contiene la designación del tribu-
nal ante quien se entablare; si no señala la individualización de
las partes; si no relata circunstanciadamente los hechos; si no
expresa las diligencias cuya práctica se solicita al ministerio pú-
blico; o si no aparece firmada por el querellante, o por la per-
sona que lo haya hecho a su ruego. En todos estos casos, si no
se realizaren las agregaciones pertinentes dentro del plazo de
tres días que el juez señale, la querella se declarará inadmisible.
411
 LAS NORMAS PROCESALES PENALES
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL

Y ello porque sin tales elementos, el juez está impedido for-
malmente de darle curso a la petición y de entrar al estudio de
fondo de la acción penal, por falta de los requisitos de existen-
cia y validez de la posible relación procesal y de antecedentes
para entrar la decisión de mérito.
La inadmisibilidad se produce, en consecuencia - c o m o lo
observa Carnelutti-, "porque la instancia no es eficaz para pro-
mover el poder del juez de examinar si es o no fundada, y por
eso, de aceptarla o rechazarla; la cuestión en torno a la admisi-
bilidad es, por tanto, u n a cuestión de orden; mientras la cues-
tión en cuanto al fundamento es una cuestión de mérito.^^'
Así, si se declara inadmisible la querella o la demanda civil,
ello afecta a todo el contenido de la relación procesal, en cuyo
íntegro desarrollo se denotaría la falta de querellante o la de
actor civil. . . . .
Aun más grave es la situación que se presenta si la madmisi-
bilidad es declarada respecto de la interposición de un recurso,
pues su consecuencia es la eliminación lisa y llana de la etapa
de impugnación.

278. Declaración de la inadmisibilidad. Se discute en la doctri-

na si la inadmisibilidad puede ser declarada de oficio, o requie-
re petición de parte.
La mayoría de los autores, sin embargo - c o m o lo señala Leo-
ne, siguiendo a la jurisprudencia italiana-, son de opinión de
que la inadmisibilidad, por atañer ya a la falta de los requisitos
de existencia y de validez de la relación procesal, ya a los requi-
sitos de estudio de la decisión, puede ser alegada por las partes
y ser declarada de oficio por el juez en cualquier estado de la
causa, con la sola excepción de que no podría ser declarada en
vía de casación, si se basa en la indagación de una causal de he-
cho, como sería, por ejemplo, la declaración de certeza acerca
del interés del recurrente para impugnar^^^
Esta discordia carece de sentido en nuestro derecho si se con-
sidera que cada vez que concurre u n a causal de inadmisibilidad
el legislador ordena expresamente que ésta sea declarada por
el juez, como ocurre, verbigracia, con los casos contemplados
en los artículos 60, 114 y 380 del C.RR

279. Efectos de la inadmisibilidad. En cuanto a sus efectos, la

inadmisibilidad nunca se limita a un acto aislado solamente, sino
que siempre afecta a toda la relación procesal o a u n a fase de
ella.

2^' Carnelutti, Lecciones.. , cit., t. III, pág. 194.

^^^ L e o n e , Tratado..., cit. 1.1, pág. 772.

412 413
 ÍNDICE

PRIMERA PARTE
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL PROCESO PENAL

TÍTULO I
EL DERECHO PROCESAL PENAL

Capítulo único
GENERALIDADES

L Procedimiento penal y procedimiento civil 9

2. El objeto del Derecho Procesal Penal 12
3. Proceso y juicio penal 14
4. Características del procedimiento penal 16
5. Los sistemas procesales penales 18
6. El nuevo sistema procesal penal y sus supuestos y principios . . . 21

TÍTULO 11
LAS NORMAS PROCESALES PENALES

Capítulo I
GENERALIDADES

7. Conceptos y clasificaciones 37
8. Características 38

Capítulo II
APLICACIÓN D E I A S N O R M A S PROCESALES PENALES
9. Aplicación de las normas procesales penales en el tiempo . . . . 39

415
 TRATADO DEL PROCESO PENAL Y DEL JUICIO ORAL ÍNDICE

10. Aplicación d e las n o r m a s procesales penales en el espacio . . . . 42 Capítulo IV

11. Aplicación d e las n o r m a s procesales penales en c u a n t o a las L A QUERELLA
personas 43
34. Concepto 73
Capítulo III 35. Diferencias de la querella con la d e n u n c i a 74
36. Legitimados para d e d u c i r la querella 75
INTERPRETACIÓN DE LAS LEYES PROCESALES PENALES
37. Personas que n o se p u e d e n querellar e n t r e sí 76
12. Sistemas semánticos 47 38. Ante quién y en q u é forma d e b e presentarse la querella 77
13. La interpretación literal de la ley procesal penal 48 39. O p o r t u n i d a d en q u e d e b e presentarse la querella 77
14. La interpretación lógica d e la ley procesal penal 49 40. Inadmisibilidad de la querella y recurso 79
15. La interpretación auténtica de la ley procesal penal 50 41. Efectos d e la inadmisibilidad d e la querella 80
16. La interpretación judicial de la ley procesal penal 51 42. Desistimiento de la querella y sus efectos 80
17. La interpretación analógica de la ley procesal penal 52 43. A b a n d o n o d e la querella, recursos y efectos 81

TÍTULO III TÍTULO IV

LA ACCIÓN EN EL PROCESO PENAL LA ACCIÓN CIVIL EN EL PROCESO PENAL

Capítulo I Capítulo I
GENERALIDADES
GENERALIDADES
44. El resarcimiento del d a ñ o en el proceso penal 83
18. Noción previa 57
45. Principio general 86
19. Naturaleza j u r í d i c a d e la acción penal 60
46. La sentencia penal y sus efectos civiles 88
20. Características d e la acción penal 62
21. P r o m o c i ó n y ejercicio d e la acción p e n a l 64
Capítulo II
Capítulo II LA RELACIÓN JURÍDICA PROCESAL CIVIL
EN EL PROCESO PENAL
CLASIFICACIÓN DE LA ACCI ÓN PENAL
47. C o n c e p t o 92
22. Enumeración 65 48. Nacimiento d e la relación j u r í d i c a procesal civil en el proceso
23. La acción penal pública 65 penal 94
24. La acción penal privada 66 49. Suspensión y t é r m i n o d e la relación j u r í d i c a procesal civil . . . . 95
25. La acción penal pública, previa instancia particular 67
Capítulo III
Capítulo III
L A DEMANDA DE INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS
L A DENUNCIA EN EL P R O C E S O PENAL
26. Noción previa 68 50. Legitimación para ejercer la acción civil indemnizatoria 96
27. La d e n u n c i a 69 51. Preparación d e la d e m a n d a civil y sus efectos 97
28. Legitimación y ante q u i é n se i n t e r p o n e la d e n u n c i a 69 52. Capacidad para ejercer la acción civil indemnizatoria en el pro-
29. Forma y c o n t e n i d o de la d e n u n c i a 70 ceso penal 99
30. Responsabilidad y derechos del d e n u n c i a n t e 71 53. Formalidades d e la d e m a n d a civil indemnizatoria en el proce-
31. Personas obligadas a d e n u n c i a r y plazo para hacerlo 71 so penal 101
32. Sanción p o r incumplimiento de la obligación de denunciar . . . 72 54. O p o r t u n i d a d para entablar la d e m a n d a civil indemnizatoria de
33. Autodenuncia 73 perjuicios 104

416 417
 TRATADO DEL PROCESO PENAL Y DELJUICIO ORy\L ÍNDICE

Capítulo TV TÍTULO VI
EL DEMANDADO CIVIL EN EL PROCESO PENAL LAS RELACIONES JURÍDICAS EN EL PROCESO
55. Legitimación pasiva 105 PENAL
56. Situación procesal del demandado civil 106
57. La capacidad del demandado civil 107 Capítulo I
GENERALIDADES
Capitulo V 76. El jus puniendi del Estado 149
TRAMITACIÓN DE LA DEMANDA CIVIL DE INDEMNIZACIÓN 77. Concepto de relación jurídica 150
DE PERJUICIOS 78. Inicio y fin de las relaciones jurídicas procesales penales 153
58. Proveído de la demanda, notificación y contestación 108 79. Doctrinas que objetan la existencia de las relaciones jurídicas , 154
59. Desistimiento y abandono de la acción civil 110
60. Deducción de la acción civil y extinción de la acción penal pri- Capítulo II
vada 111 PRESUPUESTOS DE LA RELACIÓN JURÍDICA
PROCESAL PENAL

80. Concepto 156

TÍTULO V 81. Enumeración 156
LA JURISDICCIÓN Y LA COMPETENCIA PENAL
Capítulo III
Capítulo I
LOS REQUISITOS DE VALIDEZ DE LA RELACIÓN JURÍDICA
LA JURISDICCIÓN PENAL PROCESAL PENAL
61. Generalidades 113 82. Concepto 158
62. Ó r g a n o s jurisdiccionales 115 83. La inexistencia 158
63. La jurisdicción y la ejecución de las sentencias criminales . . . . 116 84. La nulidad 158
64. Efectos en Chile de las sentencias penales de tribunales extran-
jeros 118 Capítulo IV
65. Características de la jurisdicción penal 120
66. C o n t e n i d o y alcance de la jurisdicción penal 124 LAS CONDICIONES DE PROCEDIBILIDAD
85. C o n c e p t o 159
Capítulo 11 86. Clasificación 160
LA COMPETENCIA 87. Efectos de las condiciones de procedibilidad 161
67. C o n c e p t o y criterios q u e d e t e r m i n a n la competencia 126
68. La c o m p e t e n c i a en razón de la materia 127
69. La c o m p e t e n c i a en razón del territorio 128 TÍTULO VII
70. La competencia en razón de la función 130 LOS SUJETOS DE LA RELACIÓN JURÍDICA
71. Conflictos de c o m p e t e n c i a y de jurisdicción 132 PROCESAL PENAL
72. Improrrogabilidad de la competencia criminal 133
Capítulo I
Capítulo III GENERALIDADES
L A PREJUDICIALIDAD
88. Noción 163
73. Noción previa 133 89. Las partes en general 164
74. Clasificación 134 90. Los sujetos del delito 165
75. La situación en la legislación procesal penal de Chile 135 91. Las partes formales del proceso penal 166

418 419
 TRATADO DEL PROCESO PENAL Y DEL JUICIO ORAL ÍNDICE

Capítulo II 117. La determinación d e la víctima 193

E L IMPUTADO 118. Derechos de la víctima 194

Párrafo T Capítulo IV
Generalidades E L MINISTERIO PÚBLICO
92. Concepto 168 119. C o n c e p t o y funciones del ministerio público 195
93. Asunción y duración d e la cualidad d e i m p u t a d o 169 120. Orígenes del instituto y su vigencia en otros países 197
94. La aptitud legal para ser i m p u t a d o y capacidad procesal . . . . 171 121. Naturaleza j u r í d i c a del ministerio público 199
95. Derechos del i m p u t a d o 173 122. M o d o d e o b r a r del ministerio público 201
96. Otros d e r e c h o s especiales del i m p u t a d o privado d e libertad . 174
123. Organización y atribuciones del ministerio público 202
97. Resguardo de los derechos del i m p u t a d o 175
124. Responsabilidad de los fiscales del ministerio público 205
98. Caso del i m p u t a d o q u e se sospecha inimputable p o r enajena-
125. Implicancias y recusaciones 206
ción m e n t a l 175
126. Incapacidades, incompatibilidades y prohibiciones 209
99. Designación d e c u r a d o r 176
100. Actuación del ministerio público 176
101. R e q u e r i m i e n t o de medidas d e seguridad 177 Capítulo V
102. Reglas aplicables a las medidas de seguridad 178 E L TRIBUNAL
103. I n t e r n a c i ó n provisional 178
127. El ó r g a n o jurisdiccional y sus nominaciones 211
104. Caso en q u e el i m p u t a d o cae en enajenación mental d u r a n t e
128. Losjueces y tribunales en lo penal y su competencia 212
el p r o c e d i m i e n t o 178
105. La identificación del i m p u t a d o 180 129. Facultades d u r a n t e los conflictos de c o m p e t e n c i a 214
130. Efectos de la resolución que dirime la competencia 215
Párrafo 2" 131. Preclusión de los conflictos de competencia 216
132. Inhabilitación del j u e z d e garantía 217
El imputado rebelde
133. Inhabilitación de losjueces del tribunal del juicio oral 217
106. Concepto 181
107. Causales q u e d e t e r m i n a n la declaración de rebeldía 183 Capítulo W
108. La declaración d e rebeldía 184
E L DEFENSOR
109. Efectos de la declaración d e rebeldía 184
110. Fuga u ocultación del i m p u t a d o después de dictada senten- 134. D e r e c h o a la defensa 218
cia c o n d e n a t o r i a 185 135. El defensor y la normativa legal q u e lo rige 220
111. Situación d e la acción civil 186 136. Defensor de confianza y defensor de oficio 222
137. Facultades del defensor 223
Párrafo 3° 138. Efectos de la ausencia del defensor 224
Las declaraciones del imputado 139. Naturaleza j u r í d i c a del defensor 224
112. Derechos del i m p u t a d o relacionados con la declaración inda-
gatoria 187 Capítulo Vil
113. Registro d e la declaración 189 E L QUERELLANTE
114. Caso de pluralidad de imputados 190
140. Concepto 228
115. Ignorancia del idioma o s o r d o m u d e z del i m p u t a d o 190
141. Capacidad para ser querellante 229
Capítulo III 142. Prohibición de la querella 230
143. D e r e c h o s q u e otorga la asunción d e la cualidad d e q u e r e -
L A VÍCTIMA DEL DELITO
llante 230
116. C o n c e p t o 191 144. Cesación de la cualidad de querellante 231

420 421
 TRATADO DEL PROCESO PENAL Y DELJUICIO ORAL ÍNDICE

Capítulo VIH 166. C o n t e n i d o d e la notificación 266

L A POLICÍA
167. Procedencia y m o d o de efectuar las notificaciones personales . 266
168. Procedencia y m o d o de practicar las notificaciones por cédula . 268
145. Noción previa 232 169. P r o c e d e n c i a y m o d o d e practicar las notificaciones p o r el
146. Funciones d e la policía en el p r o c e d i m i e n t o penal 234 estado diario 269
147. Actuaciones de la policía sin previa o r d e n 236 170. P r o c e d e n c i a y m a n e r a d e practicar otras formas de notifi-
148. Prohibiciones impuestas a la policía 240 cación 269
149. Dirección y n o superintendencia del ministerio público . . . . 244
Párrafo 3^
TÍTULO VIII Comunicaciones y citaciones del ministerio público y del juez
LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES PENALES 171. Las comunicaciones del ministerio público 270
172. Las citaciones del ministerio público y del j u e z 271
Capítulo I
GENERALIDADES Párrafo 4''
150. Los hechos y los actos jurídicos 247 Resoluciones y otras actuaciones judiciales
151. Los hechos y los actos jurídicos procesales penales 248
152. Requisitos de los actos jurídicos procesales penales 249 173. Noción 272
153. Lugar en q u e d e b e n realizarse los actos procesales penales . . 250 174. P o d e r coercitivo 272
154. T i e m p o u o p o r t u n i d a d en q u e d e b e n ejecutarse los actos pro- 175. Nulidad d e las actuaciones delegadas 273
cesales 251 176. F ú n d a m e n t a c i ó n y firma d e las resoluciones 274
155. Clasificación de los plazos procesales penales 252 177. Plazos generales p a r a dictar resoluciones 275
156. C ó m p u t o de los plazos procesales penales 253
157. Renuncia d e los plazos 254 Párrafo 5°
158. M o d o o forma d e los actos procesales penales 255 Registros de las actuaciones judiciales
159. Formalidades procesales generales y especiales 256
178. Reglas generales y registros 275
179. Valor del registro del juicio oral 276
Capítulo II
180. Conservación, e x a m e n d e los registros y certificaciones 277
ACTIVIDAD PROCESAL

Párrafo 6°
Párrafo 1"
Las costas
Comunicaciones entre autoridades
181. La c o n d e n a en costas en el proceso penal 278
160. E n u m e r a c i ó n 258
161. Comunicaciones entre autoridades, requerimiento de diligen-
cias e información 259 TÍTULO IX
Párrafo 2" LAS MEDIDAS CAUTELARES
Las notificaciones en el proceso penal
Capítulo I
162. Generalidades 260 GENERALIDADES
163. Lugares en q u e d e b e n efectuarse las notificaciones en el pro-
182. Clasificación 285
ceso penal ^^1
183. Medidas cautelares personales 285
164. T i e m p o en el cual p u e d e n practicarse las notificaciones . . . . 264
184. Finalidad y autoridad c o m p e t e n t e 286
165. Quiénes d e b e n efectuar las notificaciones en el procedimien-
185. Medidas cautelares reales 287
to penal 265

422 423
 TRATADO DEL PROCESO PENALYDELJUICIO ORAL ÍNDICE

Capitulo II 208. Procedencia, requisitos, impugnación y límites temporales de

MEDIDAS CAUTELARES PERSONALES las medidas cautelares personales especiales 319
209. Suspensión temporal de las medidas cautelares personales es-
Párrafo T peciales 319
La citación
Capítulo III
186. Concepto y casos en que p r o c e d e . . 287 M E D I D A S CAUTELARES REALES

Párrafo S*" 210. Concepto 320

211. Legitimación, oportunidad y forma de solicitar estas medidas . 321
El arresto
212. Intervención del afectado p o r la m e d i d a precautoria 322
187. C o n c e p t o y distinción 289 213. Recursos contra las medidas cautelares reales 322
188. Arresto en flagrancia facultativo 290
189. Arresto en flagrancia obligatorio 291
190. Arresto p o r incomparecencia injustificada 292 TÍTULO X
LA PRUEBA EN EL PROCESO PENAL
Párrafo 3°
La detención Capítulo I
191. C o n c e p t o y procedencia 293 GENERALIDADES
192. Formalidades en el cumplimiento de la detención 295
193. Presentación voluntaria 297 214. Concepto 323
194. Ingreso de personas detenidas 297 215. Clasificación d e los medios d e p r u e b a 324
216. El principio d e la libertad d e pruebas 326
195. Plazos de la d e t e n c i ó n y comparecencia ante el j u e z 298
217. La apreciación d e las pruebas 327
196. Detención en la residencia del d e t e n i d o en caso d e legítima
defensa 299 218. Limitaciones al señalamiento del objeto de la p r u e b a 331
219. Limitaciones a la libertad de elección de los medios de prueba . 332
Párrafo 4** 220. La o p o r t u n i d a d para la rendición de la p r u e b a 336

La prisión preventiva
Capítulo II
197. C o n c e p t o , excepcionalidad y fundamentos de la prisión pre- L A PRUEBA DE TESTIGOS
ventiva 300
198. Procedencia de la prisión preventiva 302 221. La obligación del testimonio 337
199. I m p r o c e d e n c i a de la prisión preventiva 308 222. R e n u e n c i a a c o m p a r e c e r a declarar 338
200. Tramitación de la petición de prisión preventiva 311 223. Excepciones a la obligación de comparecencia 339
201. Lí^mites temporales de la prisión preventiva 312 224. Facultad d e n o declarar p o r motivos personales 341
202. Cauciones constituidas en reemplazo de la prisión preventiva . 313 225. Facultad d e abstenerse de declarar p o r razones de secreto . . 341
203. Ejecución y cancelación de las cauciones constituidas en reem- 226. Principio de n o autoincriminación 342
plazo d e la prisión preventiva 314 227. Actuaciones previas a las declaraciones de testigos 343
204. I m p u g n a c i ó n d e la prisión preventiva 315 228. Declaraciones d e los testigos 346
205. Formalidades del m a n d a m i e n t o d e prisión preventiva 316 229. Reglas especiales para las declaraciones d e m e n o r e s d e e d a d
206. Prohibición d e comunicaciones 317 y d e sordos o m u d o s 346
230. La declaración del testigo que se encuentra en el extranjero . . 347
Párrafo 5° 231. Indemnización del testigo 348
232. Efectos d e la comparecencia respecto de otras obligaciones
Medidas cautelares personales especiales similares 348
207. Finalidad y e n u m e r a c i ó n d e estas medidas 318 233. Apreciación de la p r u e b a testimonial 348

424 425
 TRATADO DEL PROCESO PENALYDELJUICIO ORAL ÍNDICE

Capítulo III 249. Las presunciones legales 369

250. Las presunciones judiciales en el nuevo Código Procesal Pe-
E L INFORME DE PERITOS
nal 370
2 5 L F u n d a m e n t a c i ó n de los razonamientos y conclusiones 372
Párrafo V
Generalidades Párrafo 4"
234. Procedencia y naturaleza jurídica 350 Las declaraciones del imputado
235. Clasificación d e los peritos 353
252. La declaración indagatoria c o m o medio de defensa 372
253. Diferencias e n t r e el m é t o d o actual y el antiguo sistema 377
Párrafo 2"
Los peritos de confianza Párrafo 5°
236. Concepto 354 Otros medios de prueba no regulados expresamente
237. Naturaleza j u r í d i c a 355
254. Normativa legal 379
238. Capacidad e inhabilidad de los peritos de confianza 356
239. Instrucciones necesarias para el trabajo de los peritos 357
Capítulo V
240. C o n t e n i d o del informe de los peritos y el d e b e r de su decla-
ración 358 L A PRUEBA DE LAS ACCIONES CIVILES

255. Aplicación parcial de la ley civil 380

Párrafo ?>° 256. Determinación de la parte q u e d e b e p r o b a r 380
Peritos auxiliares del ministerio público 257. Procedencia, o p o r t u n i d a d y forma de rendir la p r u e b a d e las
acciones civiles y la apreciación d e su fuerza probatoria 381
241. Concepto y naturaleza jurídica 359
242. Normas q u e rigen a los peritos auxiliares del ministerio pú-
blico 359
TÍTULO XI
Capítulo rV LA NULIDAD DE LOS ACTOS PROCESALES PENALES
Y OTRAS INEFICACLVS
PRUEBAS N O REGLAMENTADAS EN EL PROCESO PENAL

Capítulo I
Párrafo V
L A NULIDAD PROCESAL
La inspección personal del tribunal
258. Extensión d e la materia 383
243. C o n c e p t o y procedencia 360
259. La nulidad procesal p e n a l y el ámbito de su aplicación 383
244. O p o r t u n i d a d y forma d e la inspección ocular 362
260. Clasificación de las nulidades procesales penales 387
261. La nulidad absoluta 389
Párrafo 2''
262. La nulidad relativa 391
Los documentos 263. La anulabilidad 392
245. C o n c e p t o y clasificación 363 264. Legitimación, tiempo y m o d o para impetrar las nulidades . . . 392
246. O p o r t u n i d a d para la incorporación de los documentos al pro- 265. Efectos d e la declaración de nulidad 393
ceso penal 365
247. Valor probatorio d e los d o c u m e n t o s 365 Capítulo II
L A INEXISTENCIA
Párrafo S°
266. C o n c e p t o 397
Las presunciones 267. Las sentencias inexistentes 398
248. C o n c e p t o y características 368 268. Sentencias d e ejecución imposible, inciertas y ambiguas . . . . 401

426 427
 TRATADO DEL PROCESO PENAL YDEl.JUICIO ORAL

Capítulo III
1A DECADENCIA O CADUCIDAD Y LA RESTITUCIÓN EN TÉRMINOS
269. La decadencia o caducidad 402
270. La restitución en términos 404
27L Legitimados para impetrar la restitución en términos 405
272. Forma y plazo para impetrar la restitución en términos 407
273. Efectos de la restitución en términos 407

Capítulo TV
LA PRECLUSIÓN

274. Concepto 408

275. Clasificación 410
276. Efectos de la preclusión 410

Capítulo V
LA INADMISIBILIDAD

277. Concepto 411

278. Declaración de la inadmisibilidad 412
279. Efectos de la inadmisibilidad 412

H. —
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oí
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428
 BPV'

i. I

-"- ,0011^00-10-1492-0

El nuevo sistema procesal penal de corte acusatorio recientemente

establecido en Chile constituye una reforma de enorme
trascendencia, significación y relevancia en nuestro
ordenamiento jurídico.
Este libro analiza detenidamente cada una de las nuevas
instituciones del nuevo sistema procesal penal considerando
la historia fidedigna de la ley y de la doctrina.
Consta de cuatro partes que reflejan el estudio fiel y acucioso
del contenido del Código Procesal Penal y su relación con otros
códigos y el resto del ordenamiento jurídico chileno. La primera
parte es una introducción al estudio del nuevo proceso penal y
los principios en que se inspira. En ella, se examina detenidamente
las normas y la acción en el proceso penal, la jurisdicción
y la competencia penal, los sujetos procesales, los actos jurídicos
procesales penales, las medidas cautelares, la prueba
en el proceso penal y las nulidades procesales.
Siguiendo la secuencia del Código Procesal Penal, la segunda
parte se destina al estudio del procedimiento ordinario en sus
diversas etapas de investigación, preparación del juicio oral
y el juicio oral mismo. La tercera comprende el examen de
los recursos procesales, y la cuarta estudia los procedimientos
especiales y la ejecución de la sentencia. Concluye con los
comentarios al Título Final del Código sobre su entrada en
vigencia y las reglas para la aplicación de las penas.
El autor aporta en esta obra no sólo su completo estudio
del nuevo sistema procesal penal sino también su larga
y enriquecedora experiencia como Abogado que ha desarrollado
una activa vida profesional en los tribunales. Es autor también
de Recursos Jurisdiccionales y Administrativos Especiales
(1966) y Tratado de Los Recursos Jurisdiccionales
y Administrativos (1994 y 1997).

UNIVERSIDAD DE CHILE

3 5601 15610 9443

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