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MUJER Y SEXUALIDAD EN LA CUENTÍSTICA DE ARGUEDAS

Isabel Cobo, 1325524

La cultura andina, como casi todas las culturas del mundo, guarda gran respeto
y veneración al símbolo femenino, que comúnmente representa la vida y la
fertilidad en diversas maneras, no sólo en la fecundidad de la madre tierra, sino
también en la procreación y cuidados femeninos. Las culturas precolombinas
concebían la sexualidad de forma libre y natural, muy diferente a la concepción
infundada por los españoles con su conquista, conceptos arraigados en la fe
católica tan diferente a las creencias tradicionales del mundo precolombino. “El
eje de sus culturas estaba unido al cosmos, la espiritualidad y los
acontecimientos naturales, la sexualidad, por tanto, no queda al margen de esta
óptica”1.

En las sociedades de la América precolombina, los símbolos estaban


relacionados con la fertilidad. Existe una leyenda aymara sobre la Chasca
Kuillur, la estrella de los cabellos ondulados, deidad guardiana de la doncellas y
de la primavera que al sacudir su rizada cabellera derrama el rocío que fecunda
la tierra. Chasca Kuillur fue para los aymara el planeta Venus, también asociado
con la fecundidad de las mujeres. De este modo, cada región contaba con su
mitología en la que el rol femenino era tan fundamental como el masculino, se
concebía en mundo entre el equilibrio y la igualdad. En la práctica social, si bien
la mujer desarrollaba labores diferentes a las de su compañero, ninguno de estos
era despreciado ni sobrevalorado, se conservaba el respeto y la convivencia
comprensiva.

1 Veronique Miguel
http://suite101.net/article/sexualidad-en-la-cultura-precolombina-
a2579#.U4aT2HJ5PPw
La brusca entrada colonial, no sólo trajo cambios en las costumbres y modos de
vida, consecuentemente logró llegar a la mentalidad tradicional andina, y a pesar
de los esfuerzos de quienes buscaron seguir firmes en sus tradiciones,
generación tras generación estas visiones de mundo se transformaron para dar
cabida a un hibrido entre la visión de la mujer pura de los andinos y la mujer
sucia de los colonos. Este hecho se ve claramente reflejado en la literatura de
Arguedas, donde ella es burlada, abusada, irrespetada, torturada, sin embargo
se intenta rescatar ese pequeño respeto y admiración que en el fondo se le
guarda, tan pequeño como lo es el personaje que más lo representa, Santiago,
en Amor Mundo; posible alter ego del Arguedas adolescente.

De alguna manera, logramos dilucidar la dicotomía que Arguedas padeció


durante su vida, Santiago representa su propia visión del mundo, del amor y la
sexualidad; mientras los factores ajenos, como don Antonio y demás “caballeros”
recurrentes encarnan la cosmovisión de agentes externos; incluyendo sus
traumas infantiles.

“Yo no me acuerdo de mi mamá. Es una de las causas de algunas de mis


perturbaciones emocionales y psíquicas.”2. Arguedas en sus declaraciones
públicas, expone algunos de los recuerdos dolorosos de su niñez, en la cual no
sólo tuvo que afrontar la muerte de su madre y la distanciamiento de su padre y
hermanos; también quedó en manos de su madrastra, quien como en los cuentos
de hadas, aparentaba quererlo pero realmente lo abandonaba en la cocina junto
a los sirvientes, haciéndolo sentir peor que a estos. Mejor suerte no corrió con
su hermanastro, Pablo, icono de temor y perversión para el joven Arguedas, este
personaje lo obligó varias veces a presenciar la violación sexual que le infligía a
mujeres impotentes ante este, como la ocasión donde la víctima fue una tía suya,
que era además una de sus múltiples amantes. La figura de este personaje
influirá en su obra literaria, personificando al gamonal abusivo y cruel.

2Arguedas JM. Testimonio. En: Oquendo A (ed). José María Arguedas: Un mundo de
monstruos y de fuego. México: Fondo de Cultura Económica, 1993.
“Voy a hacerles una confesión un poco curiosa: yo soy hechura de mi madrastra.
Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio. Mi padre se casó en
segundas nupcias con una mujer que tenía tres hijos; yo era el menor y como
era muy pequeño me dejó en la casa de mi madrastra, que era dueña de la mitad
de un pueblo; tenía mucha servidumbre indígena y el tradicional menosprecio e
ignorancia de lo que era un indio, y como a mí me tenía tanto rencor como a los
indios, decidió que yo debía vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí.” 3

La representación de la sexualidad en la obra de José María, es


fundamentalmente desgarrada, inhumana, atroz, no conlleva gozo mayor que el
del poder de parte del hombre, el placer femenino queda relegado, se disfruta
con el dolor de ella “Mejor si se queja, Faustino, más gusto al gusto” (el horno
viejo). “La mujer en donde quiera, está hecha para que el hombre goce… la mujer
es para el goce del mundo… y ella, pobrecita, llora, rabia”, Dice don Antonio
acerca de la sexualidad, en el cuento homónimo.

Encontramos una sexualidad cargada de culpa, de tormento, de pesares y


suciedad, el único encuentro sexual medianamente gozoso o al menos
autónomo que hallamos en Amor mundo, aparte de El Ayla, es el de Santiago
con Marcelina, mujer libre, desviada de los buenos caminos, desproporcional y
enferma. Aún con esta oportunidad de autonomía, a la que recurre por años
Santiago, no encuentra placer en el acto sexual, encuentra en Marcelina todo lo
contrario de lo que espera de una mujer “Más que la estrella y como la flor
amarilla, suave, del sunchu que se desmaya si el dedo pellejudo del hombre
sucio la toca”. Estas declaraciones de Santiago, no son más que las nociones de
Arguedas extrapoladas en su alter ego adolescente: “Para mí la mujer constituyó
siempre, y sigue siendo, un ser angelical, la forma más perfecta de la belleza
terrena. Hacerla motivo del ‘apetito material’ constituía un crimen nefando y aún

3 Escuela Nacional Superior de Folklore “José María Arguedas”. Arguedas canta y habla
(disco compacto). Lima, 2001.
sigo participando no sólo de la creencia sino de la práctica. Sólo el verdadero
amor puede dar derecho y purificar suficientemente el acto material.” 4

Para Mario Vargas Llosa: “En estos relatos hacer el amor no es jamás una fiesta
en la que una pareja encuentra una forma de plenitud, una acción que enriquece
y completa a la mujer y al hombre, sino un impulso gobernado por oscuras
fuerzas a las que es difícil desobedecer y que precipitan al que cede a ellas en
un pozo de inmundicia física y moral. (...) No resulta difícil averiguar el origen de
esta visión torcida del sexo (que, en última instancia, es de raíz cristiana), pues
el propio Arguedas lo señaló, al revelar que las escenas exhibicionistas que
observa Santiago en ‘El horno viejo’ fueron fantaseadas a partir de las
experiencias que le infligió su hermanastro Pablo Pacheco.”5

Esto en cuanto su infancia. No podemos olvidar las experiencias adultas de


Arguedas, donde sin dejar de esperar esa mujer majestuosa “angelical”, contrae
matrimonio con una mujer enferma de celos, su paranoia hacia llegar a Arguedas
al punto de la desesperación, finalmente le es infiel un par de ocasiones, sin
mejores resultados pues su nueva compañera era una mujer moderna, joven y
bella, despreocupada, sin prejuicios, y algo indiferente con respecto a las cosas
de José María.

La vida amorosa de Arguedas no es menos traumática que su niñez. Para


Roland Forgues, su primera esposa representaba, de alguna manera, la imagen
de la madre que no había tenido en su infancia; una madre terriblemente
pegajosa, posesiva, y celosa de preservar su bien; en una palabra, una madre
que le prodigará un amor excesivo que le impedirá acceder normalmente a la
vida adulta.

4 Arguedas JM. Amor mundo y otros cuentos. En: Obras completas, Tomo I. Lima:
Editorial Horizonte, 1983.
5 Vargas Llosa M. La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del
indigenismo. México: Fondo de Cultura Económica, 1996.
Todas sus vivencias, componen el entramado de escenas violentas y
repugnantes que encontramos en esta serie de cuentos. Arguedas logra
transmitir tanto la fuerza del acto violento como la fuerza de los ideales del
adolescente dulce. El joven que a pesar de lo que ha debido ver y vivir, no
abandona la esperanza de encontrar su mujer angelical, y sobre todo no deja
atrás el respeto que este ser le infunde. Santiago se encuentra constantemente
acosado por una sociedad abusiva y violenta, todos los hombres a su alrededor
persiguen a la mujer como un trozo de carne sin más valor ni voz, pienso que las
conversaciones y experiencias que el protagonista sostiene a lo largo de los
cuatro cuentos, crean una batalla entre sus ideales pero finalmente siempre se
decide por los propios. Esto me representa el encuentro cultural entre lo
ancestral (Santiago) y la contaminación colonial (demás caballeros), de este
modo, el mensaje que Arguedas deja entre sus letras es la prevalencia de lo
natural, sagrado y tradicional.

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