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Es una figura que por la determinación social permitiría cambios estructurales en la vida de
la Universidad Pública que se requiere en los actuales momentos de fragilidad
institucional.” (Peralta , 2018)
¿Cómo pensar en un país que rompa las herencias en desigualdad e inequidad, que se ven
reflejadas en injusticias sociales, si no se prioriza la manutención de las Universidades
Públicas? Es difícil pensar que Colombia logre superar la pobreza y todas sus dificultades,
si no se invierte en la Educación como derecho fundamental de todos y todas los habitantes
de este país. Asumir la educación como un negocio, como un servicio y no como un
derecho, es una puerta que se abre y da paso a aumentar los problemas sociales del país.
¿Qué pasara con los y las jóvenes de estratos socioeconómicos 1,2 y 3, que logran terminar
su estudios secundarios, si no existe una Universidad Pública, que les permita seguir
construyendo su proyecto de vida? Desfinanciar a las Universidades Públicas, es impedir
que los y la jóvenes de estratos socioeconómicos bajos y medios del país, logren acceder a
una educación superior, y por ende es fomentar de sobremanera, que las opciones de
sumarse a diferentes acciones que sólo empeoran el panorama general de bienestar y
equidad social, como es el caso de pertenecer a grupos armados ilegales al igual que optar
por prácticas comerciales ilegales.
“El problema financiero de las universidades públicas es estructural y creciente porque sus
ingresos crecen a un ritmo menor que sus gastos. Esto es así porque la Ley 30 de 1992
estableció transferencias anuales incrementadas con bases en el IPC, en tanto sus gastos lo
hacen a un ritmo superior: los estudiantes se multiplican, los docentes tienen cada vez más
títulos e investigaciones y la población en posgrados viene en aumento. La Nacional, por
ejemplo, tiene un 18 % de estudiantes en maestría, lo que cuesta, en promedio, tres veces
más que un joven matriculado en pregrado. También tiene el 91 % de sus profesores con
maestría y doctorado, lo que le genera pagos mayores por su salario.” (Zubiría Samper,
2017)
“El programa nació con un problema que hacía prever su enorme riesgo de fracasar: no fue
discutido con el Congreso, ni con la academia, ni con la comunidad. Simplemente, una
universidad privada convenció a la ministra Gina Parody de su “brillante” idea. Ella, muy
interesada en impulsar su carrera política, inició, con poco tiempo de reflexión, discusión,
investigación y planeación, un programa que le costaría al país cerca de cuatro billones de
pesos y con resultados, por lo menos, muy discutibles.” (Zubiría Samper, 2018)
“La educación pública es la única opción que tienen los jóvenes pobres de Colombia y
América Latina. Sin educación están condenados eternamente a los bajos salarios. Sin
educación, su destino queda marcado trágicamente por haber nacido en uno de los dos
países más desiguales de América Latina. Sin educación, se limitan sus derechos y su libre
y amplio ejercicio de la ciudadanía.” (Zubiría Samper, 2018)
“Los impuestos a la renta y la parte del aumento del IVA acabaron tapando el hueco que
creaba este programa desde 2014(…) Para 2018, y violando la ley, el 66 por ciento de estos
recursos fueron trasladados al programa Ser Pilo Paga y al fondo del ICETEX.” (Zubiría
Samper, 2018)
“En la práctica, cerca del 50 por ciento de los recursos públicos para la educación superior
terminaron transferidos a las pocas y más importantes universidades privadas, mediante el
mecanismo del subsidio a la demanda y los créditos del ICETEX. La diferencia consiste en
que las universidades públicas brindan educación a 650.000 estudiantes, pero Ser Pilo tan
solo atiende a 40.000.” (Zubiría Samper, 2018)
“El programa tampoco consolidó el derecho a la educación ya que solo benefició a 10.000
estudiantes por año. Menos del 2 por ciento de los egresados anualmente de la educación
media, que en la actualidad son más de 540.000. Si siguiéramos una política de este tipo,
nos demoraríamos más de cinco décadas para garantizar el derecho de todos los estudiantes
a la educación superior. Es un tiempo excesivo en una democracia que ya ha tardado mucho
tiempo en extender este derecho, en especial, para los sectores más pobres de la población.”
(Zubiría Samper, 2018)
“Es muy importante advertir que los recursos de Ser Pilo le pertenecen a la educación y si
entendemos el papel de ésta en el desarrollo, lo que toda la sociedad debe hacer es
defenderlos. Sería muy grave que nos quedáramos “sin el pan y sin el queso” y que los
ochocientos mil millones de pesos que anualmente cuesta el programa, ahora fueran
invertidos en otro sector.” (Zubiría Samper, 2018)