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Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales

Facultad de Filosofía y Humanidades

Tecnocracia en el poder: “un caso de apartidismo frustrado”


El ethos tecnocrático del gobierno de Jorge Alessandri y su
influencia en la derecha chilena
(1958-1964)

Tesina para optar al grado de Licenciado/a en Historia

Estudiante: Ignacio Javier Bustos López


Tutor: Manuel Gárate Chateau

Santiago de Chile
Año 2011
Tecnocracia en el poder: “un caso de apartidismo frustrado”
El ethos tecnocrático del gobierno de Jorge Alessandri y su
influencia en la derecha chilena
(1958-1964)

1
TABLA DE CONTENIDOS
Pág.
Agradecimientos………………………………………………………………………....3
Siglas y abreviaturas utilizadas.............................................................................4
Introducción………………………………………………………………………………5
Primera Parte
Tecnocracia: concepto, problemáticas e implicancias en la política
I. El concepto de tecnocracia……………………………………………..13
II. Tecnocracia y política……………………………………………………21
III. La tecnocracia y el régimen político en Chile…………………………26
Segunda Parte
El gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez y la tecnocracia gerencial
I. Caracterización del gobierno de Jorge Alessandri
Rodríguez, 1958 – 1964…………………………………………………34
a) Antecedentes: sistema de partidos y sentimiento
antipartidos…………………………………………………………35
b) “La hora de los gerentes”…………………………………………..42
c) El fracaso: un caso de apartidismo frustrado……………………...51
II. El ethos tecnocrático del gobierno de Jorge Alessandri……………..56
III. La revolución de los gerentes. Cambios en la
tecnocracia chilena………………………………………………………66
Tercera Parte
La tecnocracia alessandrista y la crisis de la derecha chilena en la
década de 1960………………………………………………………………………….73
I. La derecha chilena a mediados del siglo XX………………………….76
II. El ethos tecnocrático alessandrista y la derecha
chilena……………………………………………………………………..84
III. A la derecha de la tecnocracia………………………………………….97

Conclusión……………………………………………………………………………..103
Bibliografía……………………………………………………………………………..108
Anexos………………………………………………………………………………….119

2
AGRADECIMIENTOS

La elaboración del presente trabajo tiene mucho que agradecer, de manera


particular, a mis padres Juan Bustos y Virginia López y a mis hermanos Ariel y
Gabriel, y a mi familia de manera general, principalmente por el apoyo fiel y
constante. A mis amigos y compañeros de carrera Esteban Tapia, Víctor Martínez,
Jorge Águila y a quienes que desde los rincones de la Universidad Alberto
Hurtado, como en los diversos espacios de conversaciones amenas, ayudaron a
que este proyecto se fortaleciera en el camino y no declinara ante las
adversidades. Gracias por su apoyo y paciencia ante mis ausencias: Jocelyne
Urbina, amigos “ruiztaglinos” y amigos de mi barrio. A su vez, agradezco a la
profesora María Soledad Zárate por iniciar este trayecto aportando confianza y
siempre teniendo una palabra de aliento; al profesor Joaquín Fernández por su
constante asistencia y consejos pertinentes en torno a esta investigación, como a
las personas que trabajan junto a él en el CIDOC de la Universidad Finis Terrae
quienes facilitaron un sinfín de herramientas útiles para este trabajo. A Yerko
Donoso y Marianela Takahashi por la traducción, de muy buena calidad, de textos
en idioma extranjero. Por los comentarios y críticas constructivas hacia los
manuscritos que componen este trabajo, agradezco a Diego Cordero y a Ronny
Alzerreca Bustos por su excelente disposición. A los profesores del Departamento
de Historia y Ciencias Sociales del Colegio SSCC de Manquehue, en especial a
Rodrigo Mayorga por sus comentarios y al jefe del Departamento, Cristián Munita,
por su paciencia y comprensión en apoyo a la realización de este trabajo,
permitiéndome lidiar, a su vez, con mi práctica pedagógica.
Finalmente, quiero agradecer al profesor Patricio Silva que, desde sus
conocimientos en torno a la tecnocracia y del sistema político de nuestro país,
siempre facilitó su ayuda para terminar en un buen puerto el presente trabajo. Del
mismo modo, mi mayor gratitud es para con el profesor Manuel Gárate, por sus
consejos, paciencia y dedicación al guiar esta tesina.
¡Muchas gracias!

3
SIGLAS Y ABREVIATURAS UTILIZADAS

CEPAL : Comisión Económica para América Latina y el Caribe


CIEPLAN : Corporación de Investigaciones Económicas para
Latinoamérica
CIDOC : Centro de Investigación y Documentación en Historia de Chile
Contemporánea. Universidad Finis Terrae. Santiago de Chile.
CMPC : Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones
CORFO : Corporación de Fomento
CORVI : Corporación de la Vivienda
Comp. : Compilador
CPC : Confederación de la Producción y del Comercio
CUT : Central Única de Trabajadores
DFL : Decreto con Fuerza de Ley
Et. Al. : Y otros
FD : Frente Democrático
FLACSO : Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
FRAP : Frente de Acción Popular
ISI : Industrialización Sustitutiva de Importaciones
Odeplan : Oficina de Planificación Nacional
p. : página
pp. : páginas
PAL : Partido Agrario Laborista
PC : Partido Comunista
PCons. : Partido Conservador
PDC : Partido Demócrata Cristiano
PL : Partido Liberal
PN : Partido Nacional
PR : Partido Radical
PS : Partido Socialista
PUC : Pontificia Universidad Católica de Chile
SNA : Sociedad Nacional de Agricultura
SOFOFA : Sociedad de Fomento Fabril
RN : Renovación Nacional
s/a : sin año
s/ed. : sin editorial
UDI : Unión Demócrata Independiente
UP : Unidad Popular

4
INTRODUCCIÓN

La candidatura y posterior elección de Sebastián Piñera E1. a la presidencia de la

República de Chile en 2010, motivó la emergencia, tanto en la opinión pública

como en los medios de comunicación, de calificativos que resaltaban el carácter

“técnico” e “independiente” del gabinete presidencial. Es más, concitaba la

atención que 14 de los 22 ministros integrantes del primer gabinete no militaban

en ninguno de los partidos que conformaban la denominada “Coalición por el

Cambio”2. Con esto, la apelación a una “nueva forma de gobernar” se instauraba

en el discurso de Sebastián Piñera, con el fin de resaltar las cualidades tanto de

su primer gabinete como de su estilo político. Ello posibilitó la instalación en la

palestra pública del concepto de “tecnocracia”.

Asimismo, la irrupción de un gobierno de derecha en Chile tras veinte años de

administraciones concertacionistas (coalición de centro-izquierda que gobernó

entre 1990 y 2010), hizo inevitable las comparaciones con el último gobierno de

derecha elegido democráticamente en Chile antes del de Sebastián Piñera. Por

consiguiente, emergió en la opinión pública la comparación entre la administración

de Jorge Alessandri R. de la década de 1960 con el gobierno actual, ya sea por el

bloque político al cual representaba (derecha), como por el estilo “independiente” y

“tecnocrático” que, supuestamente, lo caracterizaba.

Por lo tanto, la principal motivación para investigar históricamente el gobierno de

Jorge Alessandri R., va de la mano con las comparaciones establecidas entre

1
Ingeniero comercial egresado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, es un empresario, inversionista
y político militante del partido de derecha Renovación Nacional (RN).
2
Es una coalición electoral de derecha, compuesta por los partidos que integran la “Alianza por Chile”, entre
los cuales destacan la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN).

5
ambas administraciones, teniendo de común denominador, principalmente, el

concepto de tecnocracia. Es decir, a partir de una situación presente nos

acercamos y recurrimos al pasado para conocerlo y, a fin de cuentas, comprender

lo que sucede hoy en día. Como lo expone Marc Bloch: “la incomprensión del

presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado”3. La mencionada

comparación entre ambos gobiernos nos permite aproximarnos al pasado

enfocándonos en un gobierno y contexto histórico específico, para observar, a

través de un concepto concreto (tecnocracia), la perspectiva histórica del

comportamiento tecnocrático y su relación con la política, motivando así la

reflexión con respecto a la situación actual.

Concentrándonos en la temática que concita nuestra atención, es decir, el

gobierno y estilo político de Jorge Alessandri, emerge una amplia gama de autores

que liga, de manera específica, a dicha administración con la tecnocracia. Por

tanto, trabajos como los de Alan Angell4, Collier y Sater5, Sofía Correa6, Verónica

Valdivia7 y Ángel Soto8, entre otros, mencionan al gobierno de Jorge Alessandri

como “tecnocrático” o, al menos, poseedor de un discurso tecnocrático. Pero, en

concreto ¿qué se entiende por un gobierno tecnocrático? O en específico, ¿qué es

la tecnocracia? Preguntas que ya han sido tratadas por la literatura especializada,

y que de igual manera expondremos en el presente trabajo, nos permiten

adentrarnos en el fenómeno tecnocrático en Chile a través de la vinculación con

3
Marc Bloch, Introducción a la historia, -4ª ed.- México, FCE, 2000, p. 47.
4
Alan Angell, Chile de Alessandri a Pinochet: en busca de la utopía, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1993.
5
Collier Simon y William F. Sater, Historia de Chile, 1808 – 1994, Cambridge University Press, 1999.
6
Sofía Correa, Con las riendas del poder: la derecha chilena en el Siglo XX, Santiago, Editorial
Sudamericana, 2005.
7
Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, Nacionales y gremialistas. El “parto de la nueva derecha política chilena,
1964-1973, Santiago, LOM, 2008.
8
Ángel Soto Gamboa, Historia reciente de la derecha chilena: antipartidistas e independientes (1958 – 1993),
Universidad de Complutense de Madrid, tesis doctoral, 2000.

6
un caso particularmente referenciado (el gobierno de Jorge Alessandri), pero que,

creemos, no ha sido caracterizado in extenso como tal. Solamente se lo ha

mencionando como tecnocrático y no dando las razones del por qué lo sería. Esto

puede suceder por la escasa existencia en Chile de estudios al respecto o porque,

simplemente, no es el foco de atención de los autores anteriormente reseñados.

Por lo tanto, creemos que es interesante y necesario adentrarnos en los aspectos

supuestamente “tecnocráticos” del gobierno de Jorge Alessandri R.,

principalmente para poder señalarlo (y con propiedad) como tal.

Para efectos de la presente investigación, si queremos ligar caracteres

tecnocráticos a un gobierno, es indispensable y obligatorio indagar en la relación,

mucha veces friccionada y pedregosa, entre tecnocracia y política. Es, a partir de

dicha relación donde emergen ciertas problemáticas que parecen ser recurrentes y

de carácter generalizable (principalmente concentrada en la tendencia de la

tecnocracia al autoritarismo), pero que, para el caso chileno, se ve sumergido en

particularidades que la hacen un caso de estudio especial.

Dichas particularidades son tratadas en los diversos estudios del politólogo chileno

Patricio Silva que, sintetizadas en su obra En el nombre de la razón9, analiza el

fenómeno tecnocrático chileno a través de diversas etapas de formación y de

desarrollo a lo largo, principalmente, del siglo XX.

Patricio Silva nos proporciona pistas sobre el foco de análisis del presente trabajo,

las cuales se concentran en las relaciones e implicancias entre la tecnocracia y la

política. Dicho autor nos presenta tres ejes analíticos y temáticos que han sido

9
Patricio Silva, En el nombre de la razón. Tecnócratas y política en Chile, Santiago de Chile, Ediciones
Universidad Diego Portales, 2010.

7
centrales en el debate que se ha dado en los últimos cuarenta años respecto del

tema. Dichos ejes son: tecnocracia y sociedad industrial; tecnocracia y clase

social, y finalmente, tecnocracia y régimen político10.

La presente investigación concentra su foco de atención en el “eje”, presentado

por Patricio Silva, de la “tecnocracia y régimen político”, revisando a grosso modo

las trayectorias que dicha relación ha generado en Chile y, de manera específica,

centrándonos en el estudio del gobierno y estilo político de Jorge Alessandri R.

En la primera parte de este trabajo, denominado: “Tecnocracia: concepto,

problemáticas e implicancias en la política”, nos abocamos a la revisión

bibliográfica del concepto de tecnocracia y su vinculación con la política, con la

finalidad de resaltar sus principales características y establecer una base teórica

que sustente nuestro tema de estudio. A su vez, destacamos la existencia del

fenómeno tecnocrático en Chile relevando su trayectoria histórica, estableciendo

que, como lo expone Patricio Silva, la tecnocracia en nuestro país no empieza ni

termina con los denominados Chicago boys del régimen de Pinochet, sino que

existen antecedentes que permiten identificar dicho fenómeno con anterioridad.

Una vez establecidos los parámetros conceptuales en los cuales se enmarca este

trabajo, emerge el complemento de nuestro foco de estudio, es decir, el gobierno

de Jorge Alessandri R. Tratado en la segunda parte de la investigación titulada: “El

gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez y la tecnocracia gerencial”, revisamos la

pertinencia del uso del concepto en la época, para ver si “tecnocracia” es un

10
Silva, Patricio. “Los tecnócratas y la política en Chile: pasado y presente”. Rev. cienc. polít. (Santiago)
[online]. 2006, vol.26, n.2 [citado 2010-04-24], pp. 175-190. Disponible en:
<http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718090X2006000200010&lng=es&nrm=iso>. ISSN
0718-090X. doi: 10.4067/S0718-090X2006000200010. (La cursiva es nuestra).

8
concepto anacrónico al período de estudio. Asimismo, establecemos las

principales características del estilo político de Jorge Alessandri y el desarrollo de

su administración presidencial, en concordancia con la identificación de caracteres

tecnocráticos.

Una vez establecida la trayectoria histórica del fenómeno tecnocrático en Chile,

trataremos de responder una de las preguntas fundamentales de nuestro trabajo,

a saber: ¿qué implicancias tuvo la experiencia tecnocrática específica del gobierno

de Jorge Alessandri R. en el fenómeno tecnocrático chileno? Lo anterior

presupone establecer, primero, una adecuada caracterización del gobierno de

Jorge Alessandri; segundo, la identificación de parámetros tecnocráticos en su

administración y estilo político; y tercero, la vinculación e implicancias con el

fenómeno tecnocrático chileno en general.

Finalmente, tras el desarrollo de las dos grandes temáticas de este trabajo, es

decir, a) el tratamiento del concepto de tecnocracia y b) la vinculación del gobierno

y estilo político de Jorge Alessandri con el fenómeno tecnocrático, emerge una

tercera temática que sintetiza la relación entre tecnocracia y política de modo más

específico y ejemplificador, es decir, concretamente con el gobierno de Jorge

Alessandri.

Por ende, una vez establecidas las conexiones entre el gobierno y estilo político

de Jorge Alessandri con el fenómeno tecnocrático, resalta la experiencia truncada

de éste en desarrollar un “gobierno de los mejores” a través del establecimiento de

un gabinete compuesto, principalmente, por “independientes” y “técnicos” ajenos a

la política de ese entonces. Nos referimos a “experiencia truncada”,

fundamentalmente, porque tras el cambio de gabinete de 1961, el cual incorpora a

9
integrantes del Partido Radical al gobierno, Jorge Alessandri cierra así su línea

programática para configurar un proyecto de modernización capitalista que

consistía, a grosso modo, en potenciar la participación del sector privado en

economía en desmedro del accionar del Estado.

Tal situación se debe situar bajo el contexto de reformas que emergió en América

Latina hacia mediados del siglo XX, donde la Revolución Cubana y la respuesta

Norteamericana hacia dicho “ethos revolucionario” – sintetizada en la denominada

“Alianza para el Progreso” – propiciaron la implementación de medidas que no

eran propias y representativas del sector político gobernante. En otras palabras, el

gobierno de Jorge Alessandri terminó por establecer una Reforma Agraria que

ejemplifica el fracaso de concretizar su proyecto político inicial que, sumado a los

problemas que surgieron en la derecha chilena tras su crisis manifestada en la

desaparición de sus partidos históricos (Partido Conservador y Partido Liberal),

hicieron que el ambiente de fracaso político fuera latente.

Con esto, tras la crisis en la cual entró dicho bloque político al finalizar la

administración de Jorge Alessandri, emerge la otra pregunta directriz de este

trabajo: ¿qué implicancias tuvo la experiencia tecnocrática del gobierno de Jorge

Alessandri R. en la crisis de la derecha chilena en la década de 1960? Dicha

pregunta es tratada en la tercera y última parte de este trabajo, titulada: “La

tecnocracia alessandrista y la crisis de la derecha chilena en la década de 1960”.

Si bien existen trabajos que tratan las razones por las cuales la derecha chilena, a

mediados de la década de 1960, entró en crisis, nosotros en la presente

investigación enfatizamos el carácter multicausal dentro de los fenómenos

históricos. Por lo tanto, a partir de los argumentos establecidos principalmente por

10
autores como Tomás Moulian, Sofía Correa y Verónica Valdivia, quines

fundamentan desde diversos puntos de vista la crisis de la derecha chilena en

dicho período, nosotros agregamos y ponemos en relieve el factor tecnocrático del

gobierno y estilo político de Jorge Alessandri, no posicionándolo como la razón

única de dicha crisis, sino como una más entre otras.

En suma, nuestra principal hipótesis es que el estilo político de Jorge Alessandri,

caracterizado entre otras cosas por un fuerte discurso “apolítico” y “antipartidos”,

técnico y racional, factores, entre otros, sintetizados en lo que llamamos ethos

tecnocrático, fue traspasado a su gobierno una vez que asumió como Presidente

de la República. Por tanto, el desarrollo de la administración de Jorge Alessandri,

a través de sus diversas dinámicas y de su estilo político propiamente tal,

influyeron en la modificación del fenómeno tecnocrático chileno, el cual se

transforma en este periodo, pasando de ser una tecnocracia estatal con vocación

pública (principalmente instalada en la CORFO) a una tecnocracia de tipo

“gerencial”, con vocación privada. De este mismo modo, dicho gobierno y estilo

político influyeron en la crisis que vivió la derecha chilena a mediados de la

década de 1960. Al respecto, tras los cambios de gabinete efectuados en su

administración, sumado a la inestabilidad política en relación a la aplicación de su

programa de gobierno, la administración de Jorge Alessandri no logró sus

objetivos, permeando, a su vez, al bloque político que lo apoyaba.

En consecuencia, la experiencia tecnocrática de Jorge Alessandri influyó

directamente en la crisis de la derecha chilena, principalmente por el marcado

discurso “apolítico” y su posicionamiento al margen de los partidos, factor que

jugaba en contra del bloque político que lo sustentaba.

11
Este estudio recopila diversas fuentes de información, principalmente de obras

que ya se han encargado tanto de rescatar en detalle el gobierno de Jorge

Alessandri como de su persona en particular. Por lo tanto, en cuanto a novedad de

fuentes históricas, debemos señalar con sinceridad que es escaso, pero respecto

al tratamiento realizado a dichas fuentes, se le ha impuesto un sello propio con la

finalidad de tratar nuestra temática y observar la situación presente en una

perspectiva histórica.

Por último, tras los problemas de dirección política que ha sufrido el actual

gobierno de Sebastián Piñera, después de los dos cambios de gabinete

efectuados, han dejado atrás el sello “técnico” que caracterizó su discurso político,

resultando pertinente preguntarnos: ¿siempre los gobiernos con un fuerte sello

tecnocrático fracasan? A continuación revisaremos un caso de gobierno

tecnocrático en nuestro país, para ver los cambios y continuidades que pueden ser

detectados.

12
PRIMERA PARTE
Tecnocracia: concepto, problemáticas e implicancias en la política

“La tarea fundamental de la hora presente es restablecer el


orden de los valores morales y humanos de la Nación dentro
de un sistema que sólo reconocerá la eficiencia, el mérito, el
trabajo y el esfuerzo por sobre el favor político o las
influencias extrañas”
11
Jorge Alessandri R.
“Requerimos de una nueva forma de gobernar. Para que las
chilenas y chilenos se beneficien de los resultados, y no sólo
se ilusionen con las buenas intenciones. Un gobierno que no
se quede en los discursos y palabras, sino en las metas y
logros […] Un gobierno que actúe con eficacia y sentido de
urgencia”
12
Sebastián Piñera E.
I. El concepto de tecnocracia

Las “ideas previas” que pueden emerger al mencionar los conceptos de

“tecnocracia” o de “tecnócratas”, tienden a hacer referencias a experiencias

políticas o grupos categorizados como tales. Así, para el caso chileno, nos

podemos encontrar con los referenciados y paradigmáticos “Chicago boys13” o los

“CIEPLAN–Monks14”; como también, para los casos extranjeros, con los money

doctors15, los “científicos” del Porfiriato mexicano16 y la “tecnocracia franquista17”,

entre otros.

11
Jorge Alessandri Rodríguez, “Mensaje al país en el día de la transmisión del Mando”, 4 de noviembre de
1958. (La cursiva es nuestra). En Gisela Silva E. (comp.). Jorge Alessandri. Su pensamiento político.
Santiago, Chile: Andrés Bello, 1985, p. 9.
12
Sebastián Piñera Echenique, “Mensaje a la Nación, de S.E. el Presidente de la República, don Sebastian
Piñera Echenique: “Del Chile del bicentenario al país de las oportunidades”, Valparaíso, 21 de mayo de 2010”.
(La cursiva es nuestra). URL: <http://www.gob.cl/especiales/mensaje-presidencial-21-de-mayo/>
13
Juan Gabriel Valdés, La escuela de Chicago: operación Chile, Buenos Aires, Grupo Editorial Zeta S.A.,
1989.
14
El politólogo chileno Patricio Silva en su obra: “En el nombre de la razón. Tecnócratas y políticos en Chile,
Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales, 2010, p. 196”; nos dice que “fue Fernando Henrique
Cardoso quien llamó “monjes” a los miembros de CIEPLAN tras el anuncio del gabinete de Aylwin en marzo
de 1990”. Para esto, ver: “CIEPLAN Monks Take Command in Chile”, Southern Cone Report, 19 de abril de
1990, p. 4.
15
Paul Drake, The Money Doctors in the Andes. The Kemmerer Missions 1922-1933, Durham, Duke
University Press, 1989.

13
Con esto, la definición del concepto de tecnocracia, desde las “ideas previas”, al

parecer, resulta algo evidente y de sentido común. Dicha palabra la podemos

“desmenuzar” y dar cuenta (de manera somera), señalando que tecno alude a

“técnica” y cracia refiere a “gobierno, dominio o poder”18.

Si bien decimos que, al parecer, es un concepto evidente y de sentido común, su

permanente análisis dentro de las políticas públicas nos obliga a intentar dar una

conceptualización más acabada, para así comprender por qué la tecnocracia es

tomada como una problemática o, a fin de cuentas, por qué suscita fuertes

debates dentro de los análisis políticos y sobre las teorías de la modernidad19.

De esta manera, pretendemos inducir diferentes aproximaciones hacia la

definición del concepto de tecnocracia. Por lo cual, trataremos de sintetizar los

aspectos más relevantes y significativos para la presente investigación que, en

concreto, se desarrollará dialogando constantemente con los aportes de diversos

autores. Es por esta razón que el presente apartado evidencia caracteres de

discusión bibliográfica que se realiza (como se dijo anteriormente), para sintetizar

las aproximaciones a un concepto que, en apariencia, resulta claro, pero que (en

realidad) es más complejo de lo que parece.

En el campo de las políticas públicas, se pueden destacar diversas corrientes del

pensamiento moderno. Según Alejandro Estévez, por una parte “están aquellos

16
Roderic Ai Camp, “El tecnócrata en México”, en Revista Mexicana de Sociología, Vol. 45, No. 2, Apr. - Jun.,
1983, pp. 579-599.
17
Antonio Cañellas Mas, “La tecnocracia franquista: el sentido ideológico del desarrollo económico”, en Studia
histórica. Historia contemporánea, Nº 24, Universidad de Salamanca, España, 2006, pp. 257-288.
18
Según definiciones extraídas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Ver los
siguientes links. Para “tecno”:
<http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?TIPO_HTML=2&TIPO_BUS=3&LEMA=tecno >; y para “cracia”:
< http://buscon.rae.es/draeI/SrvltObtenerHtml?IDLEMA=82129&NEDIC=Si >
19
Para este caso, ver: Alberto Mayol Miranda, “La Tecnocracia: el falso profeta de la Modernidad”, en Revista
de Sociología, Universidad de Chile, Nº 17, 2003, pp. 95-123; Jürgen Habermas, El discurso filosófico de la
modernidad. Taurus ediciones, Madrid, 2000.

14
que consideran que la realidad es objetiva y que proponen respuestas técnicas y

científicas a los problemas sociales”. Y, por otro, “están quienes piensan que la

alternativa es la opción subjetiva, interpretativa y pluralista”20 de la realidad.

Por ende, podemos sintetizar lo anterior en dos corrientes principales: a) la que

apela al denominado “conocimiento experto”; b) la que destaca el denominado

“conocimiento participativo”. Ambos tipos de “conocimiento” se vinculan con un

tipo de “racionalidad”. Para el primero, podemos destacar la racionalidad técnica y,

para el segundo, la denominada racionalidad democrática.

Para buscar los orígenes que ligan la “racionalidad técnica” con la “cosa pública”

(como lo presenta Alejandro Estévez21), podríamos situarnos en los postulados

expuestos por Platón en “La República” que, centrándose en el gobierno del

“filósofo–rey”, a éstos los destaca como “los más perfectos guardianes de la

ciudad”22 por su capacidad en el ejercicio de diversas disciplinas, constatando

cierta “autoridad intelectual” -o de competencia- para poder gobernar los asuntos

de la polis.

El gobierno del “filósofo–rey” habría tenido su experiencia real en el año 353 AC.

en Siracusa, Italia, pero terminó en una revuelta y en un total fracaso. Esta

desilusión la tenemos en cuenta con respecto a las diversas experiencias futuras

de “gobierno de los mejores” (que alude la racionalidad técnica), que también

terminaron en fracaso. Además, para el presente trabajo, suscita nuestro foco de

20
Alejandro M. Estévez, “Una genealogía de la Tecnocracia”, en Haydée Ochoa Henríquez y Alejandro M.
Estévez (Coordinadores), El poder de los expertos: para comprender la tecnocracia. Universidad de Zuria,
Venezuela, 2006. Ediciones Astro Data SA, Disponible en Polipub.org (Políticas públicas para el mejoramiento
de la calidad democrática). URL:
<http://www.polipub.org/documentos/El%20poder%20de%20los%20expertos.pdf>
21
Ibid., pp. 9-10.
22
Citado por Alejandro M. Estévez: Platón, La República, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Argentina,
1963, pp. 362-362.

15
atención en torno a la experiencia del llamado “gobierno de los gerentes” durante

el mandato presidencial de Jorge Alessandri R., como también respecto del actual

gobierno chileno presidido por Sebastián Piñera que, siendo catalogado como

“gobierno de excelencia”23, no ha estado exento de críticas y dificultades, sobre

todo, tras el cambio de gabinete de enero de 201124.

A partir de lo anterior, Alejandro Estévez nos explica que no hay que

necesariamente remontarse a la antigüedad para comprender la tecnocracia tal

cual se manifiesta en nuestros días. Más bien, tenemos que tener en cuenta que

“la tecnocracia es un movimiento estrechamente ligado a la idea del conocimiento

científico moderno”25.

Por lo cual, desde el elemento esencial del racionalismo fundado en los

postulados de René Descartes (1596-1650), que exalta las capacidades

racionales del ser humano como “ordenador” de su entorno, a través de las

ciencias; pasando por los principios “de la utilización de la técnica como poder”26

del inglés Francis Bacon (1561-1626) considerado, según Neil Postman, como “el

23
Sebastián Piñera Echenique, Discurso del Presidente de la República de Chile, Palacio de La Moneda,
Santiago, 11 de marzo de 2010. Gobierno de Chile. URL: <http://www.gob.cl/discursos/2010/03/11/palacio-de-
la-moneda-11-de-marzo-de-2010.htm>
24
A partir del cambio de gabinete del gobierno de Sebastián Piñera, cabe destacar las observaciones
realizadas por los medios de comunicación. Por ejemplo, lo expuesto por Horacio Larraín: “sin duda, al
gabinete le hacía falta una mano más política que tecnocrática”. Horacio Larraín, “Las peripecias del año dos”,
en Red Seca-Revista de actualidad política, social y cultural, 13 de febrero de 2011. URL: <
http://www.redseca.cl/?p=1757>. También ver: Nibaldo Mosciatti, "Este cambio de gabinete será simplemente
un cambio de diseño”, en CNN Chile, Santiago, 17 enero, 2011. URL:
<http://www.cnnchile.com/nacional/2011/01/17/este-cambio-de-gabinete-sera-simplemente-un-cambio-de-
diseno/>; Pablo Valenzuela, “Cambio de gabinete, la política regresa……o de por qué los técnicos no
funcionan como ministros…”, Ballotage. Revista de opinión pública, Publicado el 16 Jan, 2011. URL:
<http://ballotage.cl/2011/01/cambio-de-gabinete-la-politica-regresa/>
25
Estévez, Alejandro M., “Apuntes para una genealogía de la Tecnocracia” (versión preliminar), Universidad
de Buenos Aires, Centro de Investigación en Administración Pública, abril 2005. URL:
<http://www.polipub.org/documentos/la%20tecnocracia.pdf>, p. 8.
26
Ibid., p. 12.

16
primer filósofo de la tecnocracia”27; se llega al “industrialismo como origen de la

mentalidad tecnocrática”28, principalmente, bajo los postulados de Henri de Saint–

Simon (1760-1825) y el positivismo de Auguste Comte (1798-1857). Éstos últimos

exponen que, junto con la industrialización, se fundaría un “nuevo orden” que

estaría bajo la dirección de una elite intelectual eficiente y racional (la tecnocracia),

que posibilitaría una mayor productividad industrial y, consecuentemente, lograría

la equidad social29.

Para cerrar con esta pequeña y somera “genealogía” sobre los orígenes de los

postulados tecnocráticos, es pertinente citar al autor que nos ha servido de apoyo.

Alejandro Estévez, al respecto, finaliza sus reflexiones diciéndonos lo siguiente:

“Es evidente que las ideas que incorpora Saint-Simon son las de progreso,
ciencia, industrialización y elite tecnocrática. Su modelo también mostraba una
tendencia hacia la utopía, que como veremos no será un concepto ajeno a la
tecnocracia”30

Para proseguir con nuestra revisión conceptual en torno a la tecnocracia, se hace

imperioso clarificar qué entenderemos por técnica, a efectos de no confundir o

tomar ambos términos (técnica y tecnocracia) como sinónimos.

La técnica es un factor característico del ser humano, dentro del cual es

identificable la aparición del homo faber en concordancia con ella31. Ambos

(hombre y técnica) no los podemos concebir separados. Con esto, entenderemos

por técnica:

27
Idem. El autor hace referencia a los escritos de Neil Postman en su obra: Technopoly: The surrender of
culture to technology, Ed. Knopf, New York, 1992.
28
Ibid., p. 13.
29
Ibid., p. 13-14.
30
Ibid., p. 14.
31
Jürgen Habermas, Ciencia y técnica como ideología, Madrid, Tecnos, 1986; y Martín Heidegger, “La
pregunta por la técnica”, en: Martín Heidegger, Conferencias y artículos, Traducción de Eustaquio Barjau
Ediciones del Serbal, Barcelona, 1994, pp. 9-37.

17
“[al] conjunto de conocimientos prácticos, instrumentales y de habilidades que
capacitan al hombre para mejorar su bienestar: sea utilizando las fuerzas
naturales, sea aprovechando las ventajas que se desprenden de su vida en
sociedad” 32

Damos esta definición ya que, en la literatura considerada “clásica” en torno a los

estudios de la tecnocracia, el autor francés Jean Meynaud la define como la

“situación política en la que el poder efectivo pertenece a técnicos llamados

tecnócratas”33. Definición que es revisada- a partir del mismo autor- por Patricio

Silva, el cual nos dice que: “más que poder político en sí, se trataría de “influencia

política” que ejercen sobre los mandamases, entregando consejos sobre

complejas materias económicas y de políticas públicas”34.

Por ende, ¿cómo podremos diferenciar entre el técnico y el tecnócrata? En

relación a esta interrogante, que no deja de ser esencial, Alejandro Estévez realiza

una diferenciación a partir de lo propuesto por Domenico Fisichella:

“…no debemos confundir la profesión del técnico con la del tecnócrata. Ambos
buscan su idoneidad y la eficiencia, pero un técnico es un profesional
especializado en un tema concreto, mientras que un tecnócrata es un
generalista, es un experto de lo general, animado por una ideología que se
nutre del racionalismo y de los progresos científicos del industrialismo”35

Por lo cual, evidenciamos una racionalidad técnica apoyada bajo criterios de

eficiencia, a partir de alcanzar objetivos diversos con el mínimo esfuerzo realizado.

32
Pablo Lucas Verdú, Principios de Ciencia Política. Tomo III, Madrid, Tecnos, 1979, p, 208. Citado por:
Fernando De Lucas y Murillo de la Cueva, “Ideología, Tecnocracia y Liberalismo”, en Saberes, Vol. 1,
Villanueva de la Cañada, España, 2003, p. 3.
33
Jean Meynaud, La Tecnocracia. ¿Mito o realidad?, Madrid, Tecnos, 1968, p. 33.
34
Patricio Silva, “Los tecnócratas y la política en Chile: pasado y presente”, Rev. cienc. polít. Santiago, 2006b,
vol. 26, n.2 [citado 2010-04-24], pp. 175-190. Disponible en:
<http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-090X2006000200010&lng=es&nrm=iso>. ISSN
0718-090X. doi: 10.4067/S0718-090X2006000200010>
35
Domenico Fisichella, “Tecnocracia, algunas ambigüedades conceptuales”, en Norberto Bobbio y Nicola
Matteucci, Diccionario de Política. Barcelona, Editorial Siglo XXI, 1986 En: Alejandro M. Estévez, 2006, op. cit.
p. 84.

18
Entonces, dicha racionalidad se sustenta en el imperio de la razón, donde el

conocimiento entrega facultades que se superponen a estrategias subjetivas,

concentradas mayoritariamente en la racionalidad democrática.

Lo anterior se ve sustentado con los postulados de Jean Meynaud, al decirnos

que: “la tecnocracia encuentra su fundamento inicial en el culto de la eficacia, que

traduce su preocupación de conseguir el máximo de resultados con el mínimo

esfuerzo”36. Con esto, tanto Jürgen Habermas37 como Martín Heidegger38, nos

advierten contra la conversión de la ciencia y la técnica en fines en sí mismos,

perdiendo los objetivos finales de la acción humana. La técnica, así vista, somete

a la naturaleza y se convierte en un imperativo de poder.

Dadas algunas características conceptuales sobre la tecnocracia, que

manejaremos a lo largo de esta investigación, es necesario realizar una síntesis

esquemática de dicho concepto, para luego finalizar el presente apartado con la

noción de tecnocracia que utilizaremos.

Destacando el carácter ambiguo con la cual los teóricos de las ciencias sociales

utilizan el concepto de tecnocracia, Miguel Ángel Centeno39 problematiza la

conceptualización dada desde las perspectivas clásicas hasta las teorías

contemporáneas de la tecnocracia, condensando una definición que, si bien

representa un caso extremo y puro – un tipo “ideal” de conceptualización –, sirve

36
Meynaud, 1968, op. cit., p. 12.
37
Ver en: Jürgen Habermas, Ciencia y técnica como ideología, Madrid, Tecnos, 1986; y Jürgen Habermas,
“Nuestro breve siglo”, en Revista Nexos Virtual, disponible en www.nexos.com.mx
38
Ver en: Martin Heidegger, “La pregunta por la técnica”, Traducción de Eustaquio Barjau en Martin
Heidegger, Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1994, pp. 9-37. Disponible en:
<http://rae.com.pt/heidegger.pdf>
39
Miguel Ángel Centeno, “Redefiniendo la tecnocracia”, en Desarrollo Económico, Vol. 37, Nº 146, Jul. - Sep.,
1997, pp. 215-240.

19
de base o sustento para investigaciones que se aventuran (como la presente) a

profundizar en el tema.

En concreto, Miguel Ángel Centeno define la tecnocracia para la “creación y

definición de un Estado tecnocrático”, como “la dominación administrativa y

política de una sociedad por:

1. Una elite cohesiva con formación especializada, que afirma ser capaz
de maximizar el bienestar colectivo mediante la aplicación de un
conjunto de técnicas racionales instrumentales y de criterios de éxito.
2. Un grupo de instituciones estatales que adhieren a un cierto modelo
técnico-analítico y que, merced al control de los recursos decisivos
requeridos por el régimen, procuran imponer la primacía de su
perspectiva organizativa a todo el aparato administrativo.
3. La hegemonía de un solo y excluyente paradigma de políticas
públicas, basado en el uso teóricamente óptimo de los recursos y en la
preservación de la estabilidad del sistema”40.
A lo cual, podemos añadir lo expuesto por García Pelayo, en torno a que “la

tecnocracia tiene como supuestos:

1. La imagen del Estado, de la sociedad global y de las sociedades


sectoriales como sistemas.
2. La convicción de que tales sistemas “deben” ser orientados según los
principios de la razón técnica.
3. El argumento de que los conocimientos adecuados a la dirección del
Estado son proporcionados por disciplinas cuyas conclusiones son
válidas y aplicables a distintos sistemas.
4. La imagen de que para cada problema existe una solución óptima, con
lo cual se evitan discrepancias y, por último.
5. La recomendación de que la estructura político-institucional debe
adaptarse a las exigencias de la razón técnica”41.

40
Ibid., p. 222.

20
En suma, adscribimos a la definición presentada por Anthony Giddens, el cual ve a

la tecnocracia como un ethos, es decir, como una “forma de concebir el mundo y

comportarse frente a él por una parte de un grupo social definido”42. Por tanto:

“La tecnocracia no es meramente una aplicación de métodos técnicos a la


solución de problemas definidos, sino un ethos penetrante, una visión del
mundo que subsume la estética, la religión, y el pensamiento tradicional bajo
el modo racionalista”43.

II. Tecnocracia y política

En torno a la crisis económica de 1929 y la Gran Depresión de la década de 1930,

en Estados Unidos se originó un movimiento denominado Tecnocracia Inc.44 Un

“experimento político” que sugería la creación de un “Estado Científico”, “diseñado

por representantes de las ciencias técnicas y humanas”45 asentado en la creación

del denominado “The American Technate”, una forma de organización política

basada en el directorio de una gran empresa46. La particularidad de dicho

movimiento – que a fin de cuentas terminó en fracaso – radica, según Alejandro

Estévez:

“…en ligar la palabra “tecnocracia” al gobierno de los expertos y además


mostrar que en el “gobierno de los técnicos” existía un proyecto que buscaba ir
más allá que ciertas cuestiones técnicas. En el “ethos” tecnocrático había un
proyecto subyacente. Pero el proyecto político de la tecnocracia no tuvo
mucho efecto en la política americana, su mejor momento fue hacia los años

41
Mayol, op. cit., p.106. El autor se basa en los postulados de García Pelayo, en: Manuel García Pelayo,
Burocracia y Tecnocracia y Otros Escritos, Madrid, Alianza Universidad, 1974.
42
Estévez, 2006, op. cit., p. 80.
43
Anthony Giddens, La estructura de clases en las sociedades avanzadas, Madrid, Alianza Editorial, 1979,
305, en Alejandro M. Estévez, 2006, op. cit., p. 80.
44
Ver las obras de Allen Raymond, ¿Qué es la tecnocracia?, Madrid, Revista de Occidente, 1933; y el artículo
de Omar Guerrero, “Tecnocracia Inc.”, en Haydée Ochoa Henríquez y Alejandro M. Estévez (Coordinadores),
op. cit., pp. 1-63.
45
Ibid., p. 16.
46
Estévez, 2005, op. cit., p. 17.

21
30, porque la crisis creó las condiciones para una opinión pública ansiosa por
nuevas propuestas, pero sus errores en cuanto a sus predicciones técnicas y
su sesgo antidemocrático no le permitieron un crecimiento mayor”47

Son las mencionadas racionalidad técnica y racionalidad democrática, las que se

tensionan a partir de sus propuestas dentro del campo de las políticas públicas.

Teniendo presente el “sesgo antidemocrático” mencionado por Alejandro Estévez,

emerge una característica ligada, explícita o implícitamente, a la tecnocracia.

Dicha característica la usan, con frecuencia, los políticos tradicionales para

enrostrarles a los tecnócratas dicho sesgo (de ahí el carácter peyorativo que

posee el término tecnócrata entre políticos y la opinión pública). Por su parte, los

tecnócratas resaltan sus competencias y habilidades “expertas”, para motejar a los

políticos de “ineficientes” y promotores de una “politiquería” sustentada en el

cuoteo y prácticas clientelares de asunción al poder, y no por criterios

meritocráticos.

La racionalidad técnica frecuentemente se relaciona con el denominado “espíritu

schumpeteriano” de la política. Si bien Joseph Schumpeter48 enuncia que el

“gobierno de los expertos” no es incompatible con la democracia, dicho “espíritu”

ve a los partidos políticos como “máquinas electorales” y a la consulta ciudadana

como instancias que traban la eficiente administración del Estado. Por lo cual:

“La democracia tendrá mayor efectividad sobre el diseño de políticas públicas


si los políticos profesionales no tienen que estar consultando
permanentemente a la ciudadanía, porque se supone que al haberlos votado,
el ciudadano ha confiado en el criterio “experto” de su político profesional”49

47
Ibid., pp. 18-19.
48
Alejandro Estévez basa sus análisis (sobre los postulados de Schumpeter) a partir de: Joseph Schumpeter,
Capitalism, Socialism and Democracy, UK, Allen and Unwin, 1976.
49
Estévez, 2005, op. cit., p. 6.

22
Del ya reseñado caso de la experiencia estadounidense de tecnocracia,

retomando el “sesgo antidemocrático”, cabe referir los casos propios del siglo XX,

un siglo en el cual la tecnocracia ve la luz en diversas experiencias. Podemos citar

casos en que la tecnocracia se une de manera estrecha con ideologías

autoritarias, tales como la Alemania nazi50, como también la experiencia de los

socialismos reales en Europa del este y en la URSS. Y, finalmente, un caso

significativo para el contexto latinoamericano lo conforma la experiencia

tecnocrática de la dictadura de Francisco Franco en España51.

Mencionamos que la experiencia franquista es significativa en Latinoamérica,

puesto que se evidencian similitudes con los gobiernos militares argentino, chileno

y uruguayo de la década de 1970, donde “un selecto grupo de economistas y de

expertos financieros adquirieron grados de poderes discrecionales sin precedentes

en la aplicación de radicales [inclusive revolucionarias] reformas económicas y

financieras”52, tal como si fueran “consejeros del príncipe”53.

Por otro lado, así como se evidencian características tecnocráticas en regímenes

e ideologías autoritarias, enunciaremos casos en los cuales la tecnocracia está en

estrecha relación con regímenes democráticos.

De esta manera, la dicotomía presentada originariamente por Raymond Vernon54

entre políticos y técnicos para el caso latinoamericano se hace bastante

50
Patricio Silva 2006b cita la obra de Jeffrey Herf, Reactionary Modernism: Technology, Culture, and Politics
in Weimar and the Third Reich. Cambridge, Cambridge University Press, 1984.
51
Silva, 2006b, op. cit. s/n (versión on line).
52
Idem.
53
Ver desarrollo del concepto en: Antonio Camou, “Los consejeros del príncipe. Saber técnico y política en los
procesos de reforma económica en América Latina”, en Nueva Sociedad, Nº 152, noviembre-diciembre 1997,
pp. 54-67.
54
Citado por Patricio Silva (2010) op. cit., p. 26. Dicha obra es: Raymond Vernon, The dilema of Mexico’s
Development, Cambridge, Hardvard University Press, 1963.

23
dificultosa. Esto, porque hacia el último cuarto del siglo XX (como explica Patricio

Silva), Latinoamérica manifiesta:

a) Un desgaste en el prestigio social que los partidos políticos reportaban

tradicionalmente (al ser principalmente la herramienta de movilización

social por excelencia), básicamente por las heridas dejadas tras las

experiencias autoritarias, como también por la impronta sujeta al

modelo neoliberal, que se “masifica” en el área Latinoamericana a

partir del Consenso de Washington55, reportando una baja politización

de la sociedad en torno a parámetros de “enroque” entre el ciudadano

y el consumidor.

b) Un ascenso de los tecnócratas, ya que éstos fueron conquistando

posiciones gubernamentales que los vuelcan al centro del aparato

estatal, ya no en los alrededores de organismos gubernamentales o

en consejerías.

Por lo tanto, este “ascenso” de tecnócratas56 en el aparato estatal -principalmente

economistas e ingenieros-, demuestra que “el tecnócrata no es el tipo que tiene un

pie en la técnica y otro en la política. El tecnócrata es el técnico que es capaz de

55
Por “Consenso de Washington”, entenderemos, al listado de políticas económicas consideradas durante los
años de 1990 por los organismos financieros internacionales y centros económicos con sede en Washington
DC (EE.UU.), como “el mejor programa económico que los países latinoamericanos debían aplicar” para
impulsar el crecimiento, dentro de los marcos del neoliberalismo, en los cuales se enmarcaban los países que
hasta esa fecha no poseían una reforma económica que, en el caso chileno, si existió (específicamente desde
el Gobierno Militar de Pinochet). Dicho listado se atiene a “la convergencia casi universal del credo neoliberal
[…] en las ideas de disciplina fiscal, liberalización financiera y del comercio, privatización y desregulación…”.
Estévez, 2006, op. cit., p. 88. Ver además: Günter Maihold, “La transnacionalización de las elites en las
Américas”, en Peter Birle, Wilhelm Hofmeister, Günter Maihold, Barbara Potthats (eds.), Elites en América
Latina, Madrid, Iberoamericana, 2007.
56
John Markoff y Verónica Montecinos, “El irresistible ascenso de los economistas”, en Desarrollo Económico,
Vol. 34, No. 133, Apr. - Jun., 1994, pp. 3-29.

24
tener capacidad operativa y de toma de decisiones en razón de sus argumentos

técnicos, siendo capaz de imponerlos ante diversos otros argumentos”57.

Es decir, su ethos tecnocrático posibilita el ascenso incremental en organismos

gubernamentales y alta figuración en la opinión pública, sobre todo porque es

simbólicamente idóneo y competente por su “aura” racional. Al respecto, Verónica

Montecinos nos dice que: “en un mundo dominado por fuerzas económicas

impredecibles, la incertidumbre es lo que les da a los economistas una ventaja

sobre los demás”58, apoyándose siempre desde la ratio técnica.

En este orden de cosas es donde emergen categorías que ligan al tecnócrata con

el político, tales como: técnico-político59, tecnócrata político60, o technopols61.

Por consiguiente, a partir de la relación entre tecnocracia y política -desde lo

revisado hasta el momento-, podemos observar ciertos puntos negativos y

positivos, en el sentido polarizado. Es decir, puntos en donde ambos se repelen

(negativo) y ambos atraen o amalgaman (positivo).

Finalmente, a pesar de las diferencias en sus enfoques y, concretamente, en su

ethos, “la tecnocracia, como otras “cracias”, es gobierno, y todo gobierno es

política”62.

57
Mayol, op. cit., p. 108.
58
Verónica Montecinos, “El valor simbólico de los economistas en la democratización de la política chilena”,
en Nueva Sociedad, Nº 152, noviembre-diciembre 1997, p. 108.
59
Merilee S. Grindle, “Power, Expertise, and the “Técnico”: Suggestions from a Mexican Case Study”, en
Journal of Politics, Nº 2, 1977, 399-426.
60
Camp, op. cit.
61
Jorge I. Dominguez (ed.), Technopols: Freeing Politics and Markets in Latin America in the 1990s, University
Park, PA, Pen State University Press, 1996. Como también, a partir de la ponencia del cientista político
Alfredo Joignant, “Usos políticos del conocimiento y gobierno científicos de los technopols en Chile (1990-
1994)”, presentadas en el Seminario UDP Produciendo lo social. Una mirada reflexiva a las ciencias sociales
en Chile y América Latina, 28 de octubre 2010.
62
Omar Guerrero, Tecnocracia o el fin de la política, México, Universidad Nacional Autónoma de México,
2006, p. 19.

25
III. La tecnocracia y el régimen político en Chile

La tecnocracia en Chile no es sinónimo exclusivo de los llamados “Chicago boys”

del régimen de Pinochet. Tenemos que ser categóricos en señalar que el

fenómeno tecnocrático en la política chilena no empieza ni termina con dicho

grupo, sino que posee tanto experiencias anteriores como posteriores a ella63.

Los postulados racionales dentro de la política chilena, y que se ligan al

pensamiento tecnocrático (revisadas anteriormente), Patricio Silva los vincula a la

corriente positivista representada por José Victorino Lastarria (1817 – 1888) y su

discípulo Valentín Letelier (1852 – 1919)64. Éstos, basándose en los postulados de

Auguste Comte y Herbert Spencer principalmente, desarrollarían un pensamiento

fundado en los conocimientos científicos llevados a la política y a la administración

del Estado.

Postulando una “política científica” para nuestro país, Lastarria y Letelier aportan a

la comprensión sobre el desarrollo de la corriente tecnocrática en Chile65. Primero,

porque participan de la emergente clase media chilena que va tomando cuerpo a

partir de mediados del siglo XIX, enunciando caracteres pro tecnocráticos tales

como: “la valorización del mérito, el esfuerzo personal y los estudios por sobre las

ventajas de alcurnia”66. Segundo, además del origen mesocrático y su

pensamiento democrático, científico y liberal, recalcamos que Lastarria y Letelier

63
Silva, 2010, op cit.
64
Silva, 2010, op cit.; Silva, 2006b, op. cit.; y en su obra: Patricio Silva, “Lastarria, Letelier and “Scientific
Politics” in Chile”, Revista Bicentenario, Vol. 5, 2º semestre, 2006a.
65
Como se ha postulado anteriormente, tras la década de 1920, se comienza a utilizar el concepto de
tecnocracia a partir de la experiencia norteamericana. Por ende, en Chile el concepto como tal no es
contemporáneo ni a Lastarria ni a Letelier.
66
Silva, 2010, op. cit., p. 42.

26
nos reportan insumos sobre la propensión tecnocrática a la valorización de la

educación67, como de la tendencia administrativa centrada en el Estado.

Con lo anterior, los anhelos de la clase media, representados sobre todo por el

Partido Radical, tomarán fuerza a partir del ascenso al gobierno en la década de

1920, abriendo la posibilidad concreta de realizar la tecnificación estatal en

nuestro país.

Por ende, la primera experiencia tecnocrática en Chile, descubierta y estudiada

por Patricio Silva, es la que se evidencia durante la Dictadura del Coronel Carlos

Ibáñez del Campo (1927-1931). Los ideales progresistas y de modernización del

aparato administrativo del Estado, si bien fueron ayudados por lo hecho durante la

administración de Arturo Alessandri -la Constitución de 1925 y lo realizado por el

equipo de “expertos” de la “Misión Kemmerer”-, se vieron concretados por las

medidas tomadas durante el gobierno del Coronel Ibáñez.

Apoyado por un férreo régimen, que utilizaba los denominados “decretos leyes”

para gobernar, emerge la figura clave del Ministro de Hacienda de Ibáñez, Pablo

Ramírez, que interpreta las ansias del Coronel por establecer un “Estado

administrativo” basado en la razón científica y lejano de la razón democrática. Es

decir, Pablo Ramírez concretiza el desencanto con la democracia que se vivía en

ese entonces. Un desencanto evidenciado por las frustraciones que dejó la

experiencia del llamado León de Tarapacá (Arturo Alessandri), quien fracasó en la

67
Para dichos efectos, Camp nos dice que para “diferenciar al tecnócrata de su contraparte política en la
administración pública se cuentan su educación, su currículum profesional, sus medios de reclutamiento y su
fuente de influencia”, mostrándonos herramientas sobre las características de la formación de tecnócratas
chilenos en concordancia con el reforzamiento del papel del Estado y de la mesocracia, a través, por ejemplo,
del denominado “Estado Docente”

27
concretización de sus promesas políticas, principalmente, debido a la obstrucción

hecha por el Congreso Nacional68.

Para Patricio Silva, Pablo Ramírez es el primer tecnopolítico chileno, puesto que

desde su experiencia como político, pasando primero por el desencanto que

posee sobre la política de ese entonces, hasta llegar al Ministerio de Hacienda,

Ramírez motivaría la creación de equipos tecnocráticos que “colonizarían el

Estado”, a través de la modernización institucional que realizó la dictadura de

Ibáñez.

Tanto la figura de Pablo Ramírez, como la de su equipo de trabajo, Patricio Silva

los destaca por su espíritu de grupo, denominándolos como se les conocía en ese

entonces: “los cabros de Ramírez”69. Éste, un grupo de trabajo homogéneo de

ingenieros jóvenes, independientes y formados en la Universidad de Chile,

entregan pautas de análisis sobre futuros casos similares, como lo son los

“Chicago Boys” y la figura de Sergio de Castro, o los “CIEPLAN- Monks” y la

imagen de Alejandro Foxley.

Terminada la experiencia del gobierno de Ibáñez, sobre todo por las

consecuencias que dejaría el crack económico de 1929 en Chile, pasando por los

“cuartelazos” del período 1931-32, llega al gobierno por segunda vez Arturo

Alessandri (1932 – 1938). Este gobierno se relacionaría con la tecnocracia estatal

(cimentada por Ibáñez y la organización administrativa del Estado), de una manera

pragmática, puesto que a la luz del contexto político, económico y social producto

de la Gran Depresión en Chile, si bien fomenta una visión económica

68
Silva, 2010, op. cit., pp. 80-82.
69
Ibid., p. 89.

28
“industrializadora” del Estado, se relaciona con la tecnocracia (sobre todo

asentada en el Ministerio de Fomento, antecedente directo de la Corporación de

Fomento de la Producción, CORFO) no sólo bajo la mirada estatista, sino también

tomando en cuenta la opinión de los sectores privados, focalizados

preferentemente en la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) y de la Sociedad

de Fomento Fabril (SOFOFA).

A partir del proyecto de electrificación del país, expuesto por el grupo de

ingenieros asentados en el Estado desde la etapa ibañista, nacería la base sobre

la industrialización en Chile comandada por tecnócratas. Por consiguiente, el

gobierno de Arturo Alessandri tomaría en cuenta dichas propuestas, no sin antes

consultar a los organismos empresariales privados70. Éstos, viendo la calidad

profesional de dichos técnicos, apoyan las iniciativas de gobierno aunque

“desconfiando” sobre el poder de influencia de los tecnócratas en los organismos

estatales y de toma de decisión, sobre todo por el grado de independencia con los

cuales ejecutaban sus proyectos71.

A pesar de eso, asimilan esta tecnocracia y la aceptan bajo la garantía que les

ofrecen frente a los “políticos sedientos”, que usarían con fines electorales y

clientelistas las diversas instituciones estatales72. En otras palabras, los

empresarios privados estaban dispuestos a aceptar este “amortiguador

tecnocrático”73.

El concepto de “amortiguador tecnocrático”, elaborado por Patricio Silva, es

comprensible si nos posicionamos en la lógica estatal cimentada en Chile desde la


70
Ibid., p. 105.
71
Ibid., p. 107.
72
Idem.
73
Idem.

29
década de 1930. O sea, el Estado en dicho período, conocido como Estado

“Empresario”, “Benefactor” o “Proveedor”, basado en el “desarrollo hacia adentro”

de la economía, conectándolo con el concepto de Silva, es entendible bajo la

denominada lógica del “Estado de Compromiso”74.

Para regular y fomentar un “equilibrio de fuerzas”, entre el sector empresarial

privado y terrateniente con las demandas sociales, es decir -hablando en términos

de bloques políticos-, principalmente entre la derecha y los sectores de centro-

izquierda, es donde se sostiene la lógica del “Estado de Compromiso”. Con esto,

la centro-izquierda en el poder (con sus diferentes variaciones o “giros” políticos),

se comprometía con la derecha a realizar reformas de fomento a la producción sin

“tocar” el campesinado (preferentemente sin promover la sindicalización

campesina); mientras el otro bloque apoyaría la visión del Estado “interventor” en

la economía. Entonces, es aquí donde radica el “compromiso” político y el factor

“amortiguador” de la tecnocracia, sosteniendo las “confianzas” entre los diferentes

bloques políticos.

La tarea del Estado “empresario” se expresó mediante la creación de la

Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) en 1939. Dicha institución,

fue la encargada de generar el desarrollo económico “hacia dentro” basado en el

modelo de industrialización por sustitución de importaciones (modelo ISI), teniendo

a los “tecnócratas públicos” como principales administradores y planificadores

74
Sofía Correa et. al., Historia del siglo XX chileno, Santiago, Sudamericana, 2001, Capítulo VI: “El Estado,
eje del proyecto nacional”, pp. 136 – 152.

30
dentro de los diversos organismos de la CORFO, asentando así la

tecnoestructura75 estatal en Chile.

Los problemas económicos que se comenzaron a evidenciar de manera concreta

desde el Gobierno de Gabriel González Videla (1946-1952), pasando por la

experiencia de la “escoba” de Ibáñez en su segundo Gobierno (1952-1958), fueron

modificando lentamente la tecnoestructura mencionada anteriormente,

posibilitando la entrada de posturas tecnocráticas diferentes a las que se venían

dando hasta ese entonces.

Desde los “experimentos” económicos del segundo Gobierno de Ibáñez,

materializados en la Misión Klein–Saks, hasta la “revolución de los gerentes” del

Gobierno de Jorge Alessandri (1958-1964), la tecnoestructura se comenzó a

modificar. Por tanto, se constata el traspaso de una tecnoestructura con visión y

misión "estatista” hacia una tecnoestructura con visión y “uso” del Estado,

conforme a los lineamientos políticos e ideológicos que posea el gobierno de

turno76.

Por ende, a partir de lo que evidenciaremos en este trabajo, podemos decir que

durante el Gobierno de Jorge Alessandri, pasando por el período de las

“planificaciones” de orden estructural de los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y

Salvador Allende, la tecnocracia presentó una maleabilidad respecto de su

relación con el Estado bajo los principios e ideología del gobierno. Factor que lo

podemos seguir constatando, tanto con los tecnócratas neoliberales del régimen

75
Patricio Silva, usando la denominación dada por Galbraith (John Kenneth Galbraith, The New Industrial
State, Nueva York, A Mentor Books, 1967, p. 71), relaciona a la tecnoestructura “como un grupo de
tecnócratas con considerable influencia de una empresa o un ente administrativo”. Silva, 2010, op. cit., p. 103.
76
Para sintetizar y esquematizar lo anteriormente dicho, se elaboró una tabla (ver Tabla Nº 1), con la cual se
evidencian los rasgos característicos y principales de los cambios que ha mostrado la tecnocracia a lo largo
del siglo XX y el presente.

31
autoritario de Augusto Pinochet (1973 - 1990), como desde los gobiernos de la

Concertación (1990 - 2010) y el de la Alianza por Chile (2010 - ), donde el Estado

es visto como “subsidiario” para llevar a cabo las políticas que cada gobierno

estime conveniente, ya sea desde el gobierno mismo, como a partir de organismos

tales como los denominados Think Tanks77.

Tabla Nº 1: Transformaciones de la “tecnoestructura” en Chile. Siglo XX y actualidad


Tecnocracia Estatal Tecnocracia Estatal “Subsidiara”
Tipo de Tecnocracia Tecnocracia Tecnocracia
tecnocracia tipo Tecnocracia pública “ejecutora” gerencial Estatal Tecnocracia neoliberal
administrativa Estructuralista
Período 1927-1931 1932-1938 1938-1958 1958-1964 1964-1973 1973-1990 1990-

Característi- Estatista Estatista Estatista Privada Estatista Privada Monetarista


cas de la Administrativa Administrativa Administrativa Monetarista Planificadora Monetarista Democrática
orientación Industrializado- Industrializado- Estructuralista Autoritaria
tecnocrática ra ra

Pablo Ministerio de CORFO Jorge CEPAL Sergio de Alejandro


Principal Ramírez Fomento Alessandri Castro Foxley
personajes, “Cuadros “Chicago “CIEPLAN
grupo u Ministerio de Roberto técnicos” de boys” Monks”
organismo Fomento Vergara Frei M.
vinculado ODEPLAN Ministerio de
Ministerio de Ministerio Hacienda
Economía de Ministerio de
Hacienda Economía
Banco ODEPLAN
Central Banco
Think- Central
Tanks Think-Tanks
“Grupo
Tantauco”
Fuente: tabla realizada a partir, principalmente, de la obra de Patricio Silva (2010)

Es decir, el Estado pasa a ser “subsidiario” de la tecnocracia para que ésta

concretice sus proyectos. Esta última ya no es “estatista”, fundamentalmente como

lo fue durante el período de los años 30 hasta el régimen de Augusto Pinochet

(con un breve lapsus en la administración de Jorge Alessandri). Ya no posee una

77
Ver: Marco Moreno, “Think Tanks en Chile: estilos y prácticas tecnocráticas en la formación de políticas”, en
Revista Enfoques, Vol. VIII, Nº 12, 2010, pp. 103 – 125; Manuel Gárate, « Think Tanks y Centros de Estudio.
Los nuevos mecanismos de influencia política en el Chile postautoritario», Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En
línea], Coloquios, 2008, Puesto en línea el 14 janvier 2008. URL:
<http://nuevomundo.revues.org/index11152.html>

32
misión y visión estatal pública de su accionar, sobre todo por haber sido

“trastocada” por la corriente neoliberal.

La tecnocracia y el régimen político en Chile, presenta particularidades como es el

hecho concreto de estar ligada a la clase media pero, por sobre todo, por la

particularidad de haber emergido antes que el proceso industrializador del Estado

y que haya sido facilitadora de un régimen democrático durante un largo período

de tiempo78. Respecto al desarrollo previo de la industrialización en Chile, la

tecnocracia chilena destaca de otras experiencias tecnocráticas en el mundo,

puesto que, si bien industrialización y tecnocracia van de la mano, en Chile partió

esta última primero.

Para finalizar nuestro análisis respecto de la tecnocracia en el régimen político

chileno, e introduciendo los siguientes contenidos de este trabajo, nos

concentraremos en el rol de los tecnócratas dentro de un período y gobierno

específico. Por ende, si Patricio Silva expone que “los tecnócratas no gobiernan

directamente sino que a través de los políticos” 79, emerge la siguiente pregunta:

refiriéndonos a Jorge Alessandri y su gobierno ¿qué sucedió cuando un “político

independiente”, manifestando un ethos tecnocrático específico, alcanza el sillón

presidencial?

78
“La tesis principal de Patricio Silva es que, al contrario de lo que generalmente se piensa sobre su
naturaleza antidemocrática, los tecnócratas han contribuido efectivamente a establecer y mantener la
democracia en Chile”, Peter M. Siavelis, en: Silva, 2010, op. cit., p. 13.
79
Ibid., p. 32. Postulados de Silva a partir de la tesis expuesta por Sartori (Giovanni Sartori, La política: lógica
y método en las ciencias sociales, Ciudad de México, FCE, 1984).

33
SEGUNDA PARTE
El gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez y la tecnocracia gerencial

“Yo no soy político”


80
Jorge Alessandri R.

I. Caracterización del gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez, 1958 – 1964

El gobierno del Ingeniero Civil, empresario, representante gremial y político

independiente Jorge Alessandri Rodríguez (ver tabla Nº 2) se inserta en los inicios

de lo que Tomás Moulian denomina la “década larga de 1960”81, ya que ésta

comienza con las elecciones presidenciales de 1958 y termina con el Golpe de

Estado de 1973. Asimismo, cabe mencionar que en dicha década se observa la

lógica de los denominados “tres tercios”82 de la política chilena, resaltando un

representante en el Poder Ejecutivo por cada bloque político: Jorge Alessandri R.

por la derecha (1958–1964), Eduardo Frei M. por el centro (1964–1970) y

Salvador Allende G. por la izquierda (1970–1973), cada uno de ellos con un

proyecto político determinado y excluyente.

Para realizar una adecuada caracterización que nos permita comprender las

lógicas adscritas al gobierno de Jorge Alessandri, primero es necesario dar a

conocer ciertos aspectos políticos que le antecedieron, para luego enfocarnos en

su desarrollo.

80
“Jorge Alessandri desprecia a los políticos y acusa una aguda alergia contra las fotos”, en Revista Vea, Nº
435, 13 de agosto, 1947, Santiago de Chile, p. 12.
81
Tomás Moulian, Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973), Santiago, LOM
ediciones, 2006, p. 187.
82
“Después de la década de 1950, el sistema de partidos, atrapado en las garras de una hipermovilización, se
redujo a tres tercios irreductibles”. Timothy Scully, Los partidos de centro y la evolución política chilena,
Santiago, CIEPLAN - Notre Dame, 1992, p. 148.

34
Tabla Nº 2: Cronología de la vida pública y de empresa privada de Jorge Alessandri Rodríguez
Período Cargo
1925 – 27 Diputado por Santiago

1932 – 38 Presidente de la Caja de Crédito Hipotecario


1938 – 58 Presidente de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones
1944 – 47 Presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio
1947 – 50 Ministro de Hacienda en el Gobierno del Presidente González Videla
1950 – 57 Presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio
1957 – 58 Senador por Santiago
1958 – 64 Presidente de la República
1976 – 80 Presidente del Consejo de Estado
Fuente: Gisela Silva E., 1985, op. cit., y Patricia Arancibia et al. Jorge Alessandri 1896-1986: una biografía.
Santiago, Chile: Zig-Zag, 1996.

a) Antecedentes: sistema de partidos y sentimiento antipartidos

En relación al desarrollo político de nuestro país, varios autores83 recalcan la

imagen preponderante de los partidos políticos a lo largo del siglo XX chileno,

afirmando, incluso, que son la verdadera “columna vertebral” de la política y

sociedad chilena.

Dicha imagen se relativiza a partir del análisis realizado por Alan Angell84, quien

establece, en primera instancia, que: “aunque no cabe duda de que los partidos

cumplían y aun hoy cumplen un papel fundamental en lo relativo a moldear la

conciencia política, al mismo tiempo es importante anotar que existe una fuerte

corriente de opinión que lo rechaza”85, resaltando así un preponderante

83
Principalmente destacan los estudios de los siguientes autores: Manuel Antonio Garretón, El proceso
político chileno, FLACSO, Santiago, 1983; Norbert Lechner, El sistema de partidos en Chile, Documento de
Trabajo Nº 249, FLACSO, Santiago, 1985; Norbert Lechner, José Joaquín Brunner y Ángel Flisfisch, Partido y
Democracia, FLACSO, Santiago, 1985 y Alejandro Foxley, Para una Democracia Estable, CIEPLAN,
Santiago, 1985.
84
Alan Angell, Chile de Alessandri a Pinochet: En busca de la utopía, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1993.
85
Ibid., p. 29.

35
sentimiento antipartidista86 dentro del electorado chileno. De ahí que nos

encontremos con ejemplos concretos que grafican lo anterior, tal como la

experiencia del segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1952-1958), quien

rechazaba el papel central de los partidos políticos (sobre todo la lógica de

alianzas partidistas dadas con notoriedad desde 1938, ubicando al Partido Radical

como un centro pragmático87), como por la experiencia del gobierno de Jorge

Alessandri Rodríguez, quien se presentaba como un candidato independiente,

apolítico, apartidista y por “encima de los partidos”88.

En segunda instancia, Alan Angell menciona que gran parte del desarrollo político

del siglo XX chileno gira en torno a dos figuras claves: Arturo Alessandri y Carlos

Ibáñez del Campo, personajes que resaltan sus cualidades personalistas y

pragmáticas, no manifiestan una estrecha y permanente relación con partido

político alguno. Es más, adherimos a lo que expone Angell en relación a que:

“después del triunfo de Arturo Alessandri en las elecciones de 1920, no hubo,

hasta 1964, elecciones libres de la influencia de estas dos personalidades

dominantes (o de sus descendientes, como en 1958)”89.

En tercera y última instancia, Angell establece que otro indicador del mencionado

sentimiento antipartidista es la:

86
Para ahondar en torno al antipartidismo en Chile y concretamente en el desarrollo político de la derecha
chilena, ver tesis doctoral de Ángel Soto Gamboa: Historia reciente de la derecha chilena: antipartidistas e
independientes (1958 – 1993). Universidad de Complutense de Madrid, tesis doctoral, 2000.
87
Timothy Scully destaca que una característica principal del “sistema de partidos en las décadas de 1930,
1940 y 1950 era la alta propensión de los partidos a entrar en alianzas y coaliciones políticas. Durante esos
años, el partido eje que hacía posibles las alianzas electorales y de gobierno eran los radicales centristas”
(Scully, op. cit., p. 182), agregando que dicha estrategia “se apoyaba en gran medida en coaliciones y
alianzas electorales “pragmáticas” dirigidas a obtener el mayor números de votos” (ibid., p. 193).
88
Dichos calificativos los aclararemos en las siguientes páginas.
89
Angell, op. cit., p. 29.

36
“fuerte organización de los gremios, que no están –como lo estaban los
sindicatos – vinculados a uno u otro partido, sino que parecen haberse
organizado con el fin de contrapesar el predominio de los partidos y favorecer
un tipo de corporativismo que busca la relación directa entre gremio y Estado,
prescindiendo de la mediación de los partidos políticos”90.

Por lo cual, podemos mencionar como un ejemplo concreto de lo anterior, a la

Central Única de Trabajadores (CUT), creada en 1953 bajo el fundamento de

aglutinar a todo el movimiento obrero. Dicha organización tomó tanta fuerza, en

cuanto a representatividad, que los partidos políticos de ese entonces se

disputaban la mayor cantidad de escaños dentro de su Consejo Directivo

Nacional, para así poder influenciar de manera directa en el mundo obrero.

En suma, Alan Angell nos invita a observar el comportamiento político chileno del

período con relatividad, tomando en cuenta tanto el factor de influencia de los

partidos políticos como del denominado “sentimiento antipartidista”, donde este

último está graficado, principalmente, a partir de la desproporción existente entre

los militantes activos de cada partido con el índice total del electorado chileno.

Corroborando lo anterior y enfatizando el trayecto histórico del mencionado

sentimiento antipartidista, Patricio Silva expone que:

“Tanto el gobierno de Arturo Alessandri (1920-1925), como las dos


administraciones de Carlos Ibáñez (1927-1931 y 1952-1958), y el gobierno de
Jorge Alessandri (1958-1964) se caracterizaron por levantar banderas
antipartidistas. A esta lista se debería agregar el considerable apoyo
ciudadano recibido por el general Pinochet con su “política de la antipolítica” y
el apoyo obtenido en los 90 por el político conservador Joaquín Lavín, quien
también levantó un discurso netamente apoliticista”91.

90
Ibid., pp. 29 – 30.
91
Silva, 2010, op. cit., pp. 19-20.

37
Antes de adentrarnos a lo que nos convoca, es necesario tener presente el

mencionado “sentimiento antipartidista”, puesto que nos permite comprender la

lógica en la cual se inserta el gobierno de Jorge Alessandri. También es necesario

tenerla en cuenta si la ligamos al antecedente directo de dicho gobierno, es decir,

la experiencia política vivida bajo el gobierno del “general de la esperanza”92,

cuando el “terremoto ibañista” produjo modificaciones en la estructura de la

dinámica política y social del país, preludio de lo que ocurriría en la década de

1960.

Si el segundo gobierno de Carlos Ibáñez marca diferencias respecto de la lógica

de alianzas partidistas precedente a 1952, porque principalmente el “populismo

ibañista”93 y el Partido Agrario Laborista unidos a elementos independientes

aglutinaron el desencanto hacia la politiquería94 tradicional (concentrando

principalmente sus críticas hacia el Partido Radical), junto con el gobierno de

Jorge Alessandri se posicionan con distancia frente a los partidos políticos, siendo

pragmáticos cuando lo requieran pero, por sobre todo, resaltando su imagen

personal por sobre los partidos.

Si la dinámica desarrollada dentro del sistema de partidos, desde la década de

1930 hasta el Golpe de Estado de 197395, la observamos en perspectiva histórica,

92
Denominación dada en la época por la campaña presidencial realizada a favor de Carlos Ibáñez del Campo,
tomada con énfasis en el estudio de Simon Collier y William Sater, Historia de Chile, 1808-1994 Cambridge
University Press, 1999, p. 221.
93
Sobre el denominado “populismo ibañista” en su etapa previa a 1952, ver: Joaquín Fernández, El ibañismo
(1937-1952): Un caso de populismo en la política chilena, Instituto de Historia - Pontificia Universidad Católica
de Chile, LOM ediciones, 2007. Y a partir de su gobierno, ver Sofía Correa et. al. 2001, op. cit., pp.197-205.
94
A continuación emplearemos dicho concepto a partir de la utilización dada en la época de estudio,
preferentemente por Jorge Alessandri, que tanto en sus discursos como en sus escritos personales menciona
“politiquería” para referirse, de manera crítica y peyorativa, a la clase política tradicional asentada en los
partidos políticos.
95
Arturo Valenzuela en su obra El quiebre de la democracia en Chile. Santiago, Chile: FLACSO, 1978,
establece que las características preponderantes del sistema de partidos del período es su alta competitividad
y su fuerte polarización, exponiendo la importancia del centro político dentro de las coaliciones gobernantes.

38
podemos identificar un quiebre o “desajuste” que se produce entre el segundo

gobierno de Carlos Ibáñez y el gobierno de Jorge Alessandri, principalmente en la

derecha (tabla Nº 3).

Tabla Nº 3: “Participación relativa de los partidos de derecha, centro e izquierda sobre el total de
96
votos en las elecciones parlamentarias chilenas de 1937 a 1973”

ELECCIONES DE DIPUTADOS
Porcentaje total de votos
Partido 1937 1941 1945 1949 1953 1957 1961 1965 1969 1973 Promedio
Derecha ¹ 42,0 31,2 43,7 42,0 25,3 33,0 30,4 12,5 20,0 21,3 30,1

Centro ² 28,1 32,1 27,9 46,7 43,0 44,3 43,7 55,6 42,8 32,8 39,7

Izquierda ³ 15,4 33,9 23,1 9,4 14,2 10,7 22,1 22,7 28,1 34,9 21,5

Otros 14,5 2,8 5,3 1,9 17,5 12,0 3,8 9,2 9,1 11,0 8,7
Fuente: Dirección del Registro Electoral, Santiago, Chile.
1. Derecha: Conservador, Liberal, Nacional después de 1945.
2. Centro: Radical, Falange Nacional, Demócrata Cristiano, Agrario Laborista.
3. Izquierda: Socialista, Comunista.

Primero, porque el ibañismo reestructura el sistema de partidos. La derecha no

volverá a poseer el predominio electoral en el campo (tras la reforma electoral de

1958 y la derogación de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia que

devolvía a la legalidad al Partido Comunista). Además, el centro político se

modifica, si bien antes lo poblaba el Partido Radical, tras la experiencia ibañista

emerge la Democracia Cristiana con preponderancia, sin ánimos de alianzas

partidistas, más bien, con un proyecto político particular. Es decir, emerge un

centro con programa propio, sin necesidad de alianzas pragmáticas a la usanza

del radicalismo. Segundo, el desarrollo político dentro del gobierno de Ibáñez está

dado a partir de “giros políticos”, tanto hacia la izquierda como hacia la derecha,

Asimismo, hacia la década de 1960, aproximándonos al denominado “quiebre democrático”, Valenzuela


afirma que el sistema de partidos se modificó, haciéndose altamente rígido y con “polarización significativa”,
ejemplificadas en los tres tercios de la década de 1960, en donde los “polos rechazaron los consensos y los
partidos de centro pensaron erróneamente que podrían triunfar por sí solos” (ibid., p. 46).
96
Cuadro citado íntegramente del estudio de Arturo Valenzuela (1978, op. cit., p. 42). La demarcación de los
porcentajes eleccionarios de los años 1953 y 1965 es nuestra, para poner énfasis en los cambios producidos
tras el “terremoto ibañista” y el gobierno de Jorge Alessandri.

39
sin entrar en alianzas comandadas por el centro. Éstas fueron configuradas a

partir de las necesidades estratégicas que requería el caudillo para poder

gobernar.

Por lo tanto, “el ibañismo de 1952 debilitó a los partidos pero no los aniquiló para

reemplazarlos, como en Argentina, por un movimiento caudillista de masas. Todo

lo contrario, ese ibañismo se desintegró, en parte porque el líder no fue capaz de

dotar al conjunto caleidoscópico de sus partidarios de una identidad que produjera

unidad”97. El “terremoto ibañista” se desmoronó sobre sí mismo dejando secuelas

en el sistema de partidos, como ya hemos expuesto, demarcando la dinámica

establecida dentro de los “tres tercios” de la década “larga” de 1960.

“Después del intento nacional-populista de Ibáñez comenzó la serie


ininterrumpida de proyectos diferentes que no logran reproducirse. Uno tras
otro se suceden ensayos políticos trascendentes pero de corta duración: entre
1958 y 1964 el intento tecnocrático-conservador de Alessandri, entre 1964 y
1970 el reformismo avanzado de Frei y entre 1970 y 1973 la “vía chilena al
socialismo” de Allende. Esto es siempre la resultante de alianzas sin la
amplitud suficiente o de alianzas que se desarman. Desde 1958 en adelante el
sistema político exhibe una baja considerable de la propensión coalicional, al
contrario que entre 1932-1952”98.

Por su parte, si bien el gobierno de Jorge Alessandri también es respaldado por

elementos independientes, lo apoyan principalmente los partidos de derecha

(Partido Conservador y Liberal) para poder llegar a la presidencia.

Así, si bien confirmamos la existencia de alianzas partidistas, éstas ya no estarán

marcadas por la trascendencia del centro político, sino, más bien por el bloque

97
Moulian, 2006, op. cit., p. 183.
98
Ibid., p. 184.

40
político representativo que permite llegar al poder (derecha, centro o izquierda) y,

una vez en el gobierno, se observan alianzas estratégicas que posibilitan la

“gobernabilidad”99, ya que emerge con frecuencia las limitaciones emanadas por

un desfavorable Congreso.

Entonces, a partir del denominado “terremoto ibañista” y la experiencia de la

tecnocracia conservadora de Jorge Alessandri, se debilita el consenso y aumenta

la capacidad de rompimiento del sistema, alejando atrás la política coalicional

característica del período 1938-1952.

Por lo tanto, si existe un quiebre respecto de la lógica partidaria entre el segundo

gobierno de Carlos Ibáñez y el gobierno de Jorge Alessandri, tenemos que marcar

una diferencia con los postulados de Mario Góngora100, quien establece que desde

1932 a 1964 se está en presencia de un “régimen presidencial con alianzas de

partidos” y desde 1964 a 1980 bajo la “época de las planificaciones globales”. Por

tanto, si Jorge Alessandri, además de declararse independiente y de estar

apoyado principalmente por la derecha, estableceremos que su gobierno sí posee

un proyecto excluyente, basado, principalmente, en la modificación de la labor

estatal en la economía dejando atrás al denominado Estado Interventor o

Empresario característico desde la década de 1930. Con esto, en primera

instancia, la presencia de dicho proyecto excluyente en la década de 1960 nos

99
Si bien en el caso chileno el concepto de “gobernabilidad” se desarrolla principalmente con los gobiernos
concertacionistas, para nuestro caso, entenderemos y usaremos el concepto como: “la cualidad propia de una
comunidad política según la cual sus instituciones de gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio de un
modo considerado legitimo por la ciudadanía, permitiendo así el libre ejercicio de la voluntad política del poder
ejecutivo mediante la obediencia del pueblo”, en Fundación Ciudad Política, Diccionario de Ciencia Política.
URL: <http://www.ciudadpolitica.com/modules/wordbook/entry.php?entryID=307>.
100
Góngora, Mario. Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX, Santiago:
Editorial Universitaria, 1998- 7ª ed.-, pp. 271-305.

41
confirma la inclusión del gobierno de Jorge Alessandri dentro de los denominados

tres tercios.

Por ende, en segunda instancia, si mencionamos que los tres tercios se

comportan de manera excluyente, con proyectos políticos propios y bien definidos,

¿por qué no agregar al gobierno de Jorge Alessandri dentro de la denominada

“época de las planificaciones globales”? Si bien ya hemos expuesto algunas

razones para su inclusión, a continuación profundizaremos en su respuesta.

b) “La hora de los gerentes”101

El hijo del León de Tarapacá, Jorge Alessandri Rodríguez, Ingeniero Civil

egresado de la Universidad de Chile en 1919, posee una profusa carrera como

empresario y dirigente gremial, destacando su participación en entidades privadas

como: “miembro de la Sociedad de Fomento Fabril, presidente de la

Confederación de la Producción y del Comercio, accionista de la Carbonífera de

Lebu, Ferrocarril del Llano del Maipo (su presidente por algunos años), de la

Compañía Refinería de Azúcar de Viña del Mar S. A., del Banco Sudamericano

(llegando a ser vicepresidente del Directorio) y de otras empresas comerciales y

seguros, además de director y presidente de la Sociedad Industrial Pizarreño S. A.

[…] y de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones […] “su Compañía

Regalona””102. Además de su carrera gerencial, se destaca su alta figuración

pública en gran parte del siglo XX chileno, en la cual se expone al Jorge

Alessandri “político” como un actor a tomar en cuenta dentro del período (tal como

se expone en la tabla Nº 2, p. 35).

101
Sofía Correa et. al. 2001, op. cit., p. 205.
102
Patricia Arancibia et. al., 1996, op. cit., p. 131.

42
Respecto de su figuración pública, a modo de ejemplo, cabe destacar que tras la

salida del gabinete del gobierno de Gabriel González Videla, dentro del cual fue

Ministro de Hacienda en el período 1947-1950, desde la arena empresarial Jorge

Alessandri estuvo constantemente conectado con la realidad política, social y, por

sobre todo, económica del país a través de cartas al director publicadas en los

diarios El Mercurio, El Diario Ilustrado y la revista Ercilla principalmente. Desde

dicha tribuna, Jorge Alessandri emitía comentarios sobre los problemas

económicos de Chile, tales como el proceso de inflación o del cómo los políticos,

que según él: “no siempre tienen a su haber ni una reconocida capacidad técnica

excepcional, ni siquiera un conocimiento práctico de estas actividades”103,

realizaban propuestas en materia de política económica.

Por otra parte, despuntando el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo,

hacia marzo de 1957, se debían efectuar elecciones parlamentarias que

renovasen la Cámara de Diputados y la mitad del Senado, concitando la atención

la elección senatorial por Santiago, puesto que se tomaría como un “barómetro”

político de cara a las presidenciales de 1958.

Bajo dicho contexto, nuevamente emerge Jorge Alessandri Rodríguez en la

palestra pública, ahora como Senador por Santiago apoyado por liberales. Por

consiguiente, y tal como lo exponía la propaganda de la época, el “Senador, lista

Nº 10. Jorge Alessandri Rodríguez. Ingeniero Civil, empresario progresista y

103
Jorge Alessandri Rodríguez, “Carta, 1955 mar. 16, Santiago: a Excmo. Señor Presidente de la República
don Carlos Ibáñez del Campo”, Carta publicada en El Mercurio, el 19/03/55 Colección Biblioteca Nacional
Archivo. Palabras que las debemos situar en el contexto del proceso inflacionario vivenciado a mediados del
segundo gobierno de Carlos Ibáñez, y que culminarían con la contratación de la firma norteamericana Klein-
Saks, que actuaría entre 1956-1958.

43
ecuánime, político de limpia y brillante trayectoria”104, se perfilaba como candidato

presidencial concreto de la derecha, la cual exaltaba sus cualidades personales y,

por sobre todo, su buen manejo empresarial con la finalidad de persuadir al

electorado e invitarlo al convencimiento de que, si Jorge Alessandri sabe manejar

una empresa de manera eficiente, podrá manejar un país del mismo modo.

Apoyado inicialmente por conservadores y sobre todo por sectores

“independientes”, su postulación presidencial tuvo apoyo renuente por una parte

del Partido Liberal, principalmente porque el candidato democratacristiano,

Eduardo Frei Montalva, buscaba soporte en la derecha.

Tal competencia política se desenvolvió en un campo político diversificado tras la

experiencia del denominado “terremoto ibañista”, trastocando las presidenciales

de 1958:

“En la elección de 1958 el campo electoral se sobrepobló, conteniendo cinco


candidatos. Ellos fueron Salvador Allende por el FRAP, Jorge Alessandri por
las derechas, Luis Bossay por el Partido Radical, Eduardo Frei por la
Democracia Cristiana y Antonio Zamorano, ex cura […] Por primera vez se
presentaron dos candidatos de centro y un postulante sin partido. Desde las
elecciones de 1932, cuando se salía de la crisis política provocada por la
intervención militar, no había un campo político tan fragmentado”105.

Tras constantes negociaciones y hechos fortuitos106, su postulación a la

presidencia se oficializó el 25 de agosto de 1957, iniciándose así una campaña a

104
Archivo Jorge Alessandri Rodríguez, Sala Medina, Biblioteca Nacional. Tomo II, carpeta 1 y 2. Citado en:
Patricia Arancibia et. al., 1996, op. cit., p. 177.
105
Moulian, 2006, op. cit., pp. 187-188.
106
Como lo fue la muerte del senador liberal Raúl Marín Balmaceda, que tras pronunciar un discurso llamado
“Por qué no podemos estar con el candidato de la Falange” (El Mercurio, 19 de agosto de 1957), apoyaba la
candidatura de Jorge Alessandri en desmedro de Eduardo Frei M, puesto que había un grupo de liberales
“freístas”: “Frei tenía ganado el Directorio General –rememora el entonces diputado Armando Jaramillo, uno
de los asistentes – a pesar de que unos pocos liberales éramos partidarios de Jorge Alessandri […] La muerte
de Raúl Marín Balmaceda –agrega- cambió la Historia de Chile” (Germán Gamonal, Jorge Alessandri: el
hombre, el político. Santiago, Chile: Holanda Comunicaciones, 1987, p.123).

44
“cargo de un grupo de empresarios, quienes por primera vez utilizaron en Chile

técnicas de marketing en la actividad política”107, exaltando el carácter

independiente y las cualidades personales de Jorge Alessandri, que si bien ya

habían sido utilizadas como recurso para su postulación como Diputado y como

Senador (como anteriormente vimos), ahora se exaltan con mayor énfasis para

demostrar a un candidato “realizador” por sobre “las palabrerías y palmoteos en la

espalda”, un candidato “profesional y al servicio del país” (ver anexos Nº 1 y 2),

con el fin de distanciarse y diferenciarse de la clase política tradicional. Esto se

refuerza cuando observamos que en dicha campaña se apela a que: “Chile quiere

un hombre capaz y ejecutivo, ¡que exhiba hechos, no meras palabras! Ese

estadista, con un pasado de realizaciones, es Alessandri” (ver anexo Nº 3). Dichas

características apelan principalmente a la ya mencionada razón técnica, que en la

presente investigación las hemos ligado con el ethos tecnocrático.

Por último, un ejemplo del claro “marketing político” realizado en dicha campaña,

lo grafican las siguientes imágenes analizadas por Catalina Antúnez en su estudio

sobre la campaña presidencial de Jorge Alessandri en 1958:

107
Sofía Correa et. al. 2001, op. cit., p. 208.

45
Semejanzas entre afiches108

De esta manera Jorge Alessandri llega al poder a través de un triunfo por mayoría

relativa, que tras obtener 31,2% de los votos (gráfico Nº 1) es ratificado por el

Congreso Pleno para el período 1958-1964. Con esto, la derecha chilena retorna

al poder desde 1938, en un intento por establecer un proyecto político que la

represente.

El triunfo de Jorge Alessandri manifestó una sensación renovada del rechazo al

partidismo, puesto que a pesar de haber fracasado la “escoba”109 del gobierno de

Carlos Ibáñez, dicho sentimiento se prolongó y proyectó en la imagen y estilo

político de Jorge Alessandri.

108
Agradezco a Catalina Antúnez por facilitar su estudio sobre la campaña presidencial de Jorge Alessandri
de 1958. Véase en Revista Ercilla, Santiago, N° 1208, 16 de julio 1958, p. 7. En, Cat alina Antúnez Díaz, ¡A
usted lo necesito! La campaña presidencial de Jorge Alessandri Rodríguez en 1958. Santiago, Universidad
Alberto Hurtado, tesina para optar al grado de Licenciado en Historia (inédita), 2009, p. 67.
109
Alude a que el ibañismo “barrería” con la politiquería de ese entonces, utilizando una escoba como símbolo
de campaña.

46
Gráfico Nº 1: Resultados de las elecciones presidenciales de 1958

Fuente: Angell, op. cit., p. 38. “La abstención fue de 16,5%”.

La configuración del primer gabinete de Jorge Alessandri, el denominado

“gabinete independiente” (ver tabla Nº 5), está marcado por la incorporación de

hombres vinculados al mundo empresarial, que contando con una destacada

formación académica (de la cual se les exaltaba), no poseían relación formal con

partido político alguno, produciendo que la oposición de ese entonces tildara a

dicho gabinete como la “revolución de los gerentes”:

“He procurado llevar a mi gobierno a hombres preparados de la empresa


privada para que puedan entregar su experiencia y colaboración a la gestión
pública”110.

Dicha “revolución” gubernativa tenía como objetivo medular posicionar al

empresariado del sector privado al centro del proceso de desarrollo, desplazando

así al Estado como actor preponderante en dichos aspectos. Por lo cual, tanto en

el discurso como en las propuestas del gobierno de Jorge Alessandri, se

responsabilizaba al sistema de desarrollo originado desde la década de 1930 en

110
Ercilla, 5 de noviembre de 1958. “Palabras de Jorge Alessandri R. en manifestación de despedida ofrecida
por los empleados del Banco Sud Americano” (Patricia Arancibia et. al., 1996, op. cit., p. 197).

47
adelante, como el promotor de un crecimiento económico estanco y con índices

permanentes de inflación, exponiendo que: “El Estado no hace lo que le

corresponde”, proponiendo y enfatizando más bien a un Estado de tipo subsidiario

que interventor:

“Mientras muchos servicios públicos se han ampliado en los últimos 20 años


en forma absolutamente inmoderada, el Estado ha desatendido funciones
esenciales que sólo a él corresponden, como la construcción y el
mejoramiento de los caminos, puertos, obras de riego, escuelas, etc.”111

Tabla Nº 5: Miembros del primer gabinete de Jorge Alessandri: título profesional y universidad.
Nombre Ministerio Profesión Universidad
Enrique Ortúzar Escobar -Interior Abogado PUC

Germán Vergara Donoso -Relaciones Exteriores Abogado PUC

-Economía y Comercio

Roberto Vergara Herrera -Hacienda Ingeniero Civil PUC

-Minería

Francisco Cereceda -Educación Pública Ingeniero Civil U. de Chile


Cisternas
-Justicia

Julio Philippi Izquierdo -Tierras y Colonización Abogado PUC

Carlos Vial Infante -Defensa Nacional Ingeniero Civil PUC

Profesor U. de Chile
Pablo Pérez Zañartu -Obras Públicas
Ingeniero Civil PUC
U. de Halle,
Jorge Saelzer Balde -Agricultura Médico Alemania
Veterinario

-Trabajo
Eduardo Gomien Díaz Ingeniero Civil PUC
-Salud Pública y Previsión
Social
Fuente: Luis Valencia Avaria, Anales de la República de Chile, Santiago, Ed. Andrés Bello, 1986 y Armando
de Ramón, Biografías de chilenos: miembros de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial: 1876-1973.
Santiago, Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile, 1999.

111
Jorge Alessandri R., Discurso-programa del candidato independiente don Jorge Alessandri Rodríguez,
Santiago: Lord Cochrane, Biblioteca Nacional de Chile, Sección Chilena, p. 6.

48
La política de otorgar mayor autonomía al sector de la empresa privada,

restringiendo el rol del Estado a funciones específicas (“a lo que le corresponde”),

otorgaron resultados en los primeros años de gobierno. En éstos, se intervino la

CORFO a favor de estimular la empresa privada, configurando así: “[el] proceso

de modernización, y otorgar créditos de largo plazo con fines de fomento,

suspendiendo sus inversiones directas y procediendo a privatizar su participación

en la mayoría de las empresas bajo su control”112. El Estado se sumó a este

proceso de capitalización principalmente fomentando las obras públicas, que

unidos al aumento de las exportaciones, lograron reactivar la economía chilena.

Un ejemplo de lo anterior es lo realizado por el denominado Plan Habitacional del

Gobierno, que delimitado por el Plan Decenal de Desarrollo Económico elaborado

por la CORFO, y aprobado para el período 1961-1971 a través del DFL No.2 (31

de julio de 1959), implicó “transformar a la CORVI en un organismo centralizado y

autónomo, encargado del planeamiento, ejecución y administración del Programa


113
Nacional de Viviendas” , que con el patrocinio del Estado estaba destinado a

erradicar las “poblaciones callampas”.

Por lo tanto: “la política económica de corto plazo de Alessandri fue una mezcla de

liberalización y expansión en la que la inversión pública cumplía un papel

112
Sofía Correa et. al., 2001, op. cit., p. 208.
113
Beatriz Aguirre y Salim Rabi, “Trayectoria institucional de la CORVI”, publicado en DU&P Revista de
Diseño Urbano y Paisaje Vol. VI, Nº 18, Diciembre 2009, Centro de Estudios Arquitectónicos, Urbanísticos y
del Paisaje, CEAUP. URL: < http://www.ucentral.cl/dup/18_trayectoria_espacial.htm>, pp. 24-25. Además, los
autores mencionan que la reestructuración vivida por la CORVI, destaca a partir del realce a las iniciativas
privadas.

49
importante”114, para que así el sector privado tomara confianza y respondiera al

llamado del gobierno a modernizarse y, con esto, vitalizar el sistema económico115.

Sin embargo, esta política, que aumentaba el margen de acción del mercado pero

sin congelar de modo definitivo la acción del Estado, provocó un efecto no

buscado, una crisis en la balanza de pagos producida por un déficit en la balanza

comercial, factor que se explica por el comportamiento de los sectores

empresariales116, razones similares que hicieron fracasar a la misión Klein-Saks.

“Los empresarios y las capas de altos ingresos no fueron capaces de ofrecer


el tipo de comportamiento económico que se esperaba de ellos. En la práctica,
los sectores industriales en vez de volcarse decididamente hacia el
aprovechamiento del cambio fijo, de las franquicias crediticias y de las
facilidades de importación para mejorar tecnologías, se volcaron hacia una
doble activad especulativa: aprovechar la liberalización para poder importar
bienes de consumo y acumular divisas con fines especulativos. Como efecto
de esos comportamientos, que llevaron al agotamiento de las reservas
internacionales, el gobierno debió devaluar en octubre de 1962 en un 33 por
ciento”117.

Por consiguiente, tanto el “corto” como “largo plazo” del programa de Jorge

Alessandri, que esperaba que el sector privado se transformara en una clase

capitalista modernizadora capaz de competir con las empresas extranjeras,

fracasó, expoliando así las bases de su programa.


114
Angell, op. cit., p. 39.
115
Una buena síntesis de lo que hemos expuesto hasta el momento, la realiza Tomás Moulian a partir del
estudio de Ricardo Ffrench-Davis sobre las políticas económicas en el Chile del período 1952-1970: “la
medida central fue el freno de la inflación mediante la liberalización del comercio exterior y la determinación de
un tipo fijo de cambio, colocado después de una devaluación de un 25 por ciento respecto al nivel anterior
(“dólar barato”). Con ambas medidas se buscaba fomentar las exportaciones eliminando trabas burocráticas y
también aumentar las importaciones de bienes de capital y de materias primas por parte de los empresarios
nacionales, lo que permitiría a la industria aumentar su productividad y modernizarse para mejorar su
potencial exportador. También esta medida pretendía eliminar presiones inflacionarias, por la vía de la
competencia de los productos importados en el mercado nacional”, Moulian, 2006, op. cit., p., 190; y Ricardo
Ffrench-Davis Muñoz, Políticas económicas en Chile 1952-1970. Santiago: Centro de Estudios de
Planificación Nacional: Ediciones Nueva Universidad, 1973, pp. 41-46.
116
Moulian, 2006, op. cit., p. 190.
117
Idem.

50
c) El fracaso: un caso de apartidismo frustrado

Sumado a los problemas económicos que causaban estragos en el gobierno,

sintetizados en la devaluación de 1962, debemos agregar situaciones político-

sociales que intensifican las problemáticas del gobierno para llevar a cabo su

programa:

1. El terremoto de mayo de 1960 concentró el foco de atención, en cuanto a la

destinación de recursos para la reconstrucción de las zonas afectadas,

movilizando capitales significativos para dicha labor118.

2. Derivado de los problemas económicos anteriormente mencionados, los

sindicatos se vieron afectados a través de la política de restricciones

salariales, iniciando una ola de protestas sindicales a fines de 1960,

restándole apoyo al gobierno de cara a las cruciales elecciones

parlamentarias del año siguiente.

3. De la mano con lo anterior, las elecciones generales de parlamentarios de

marzo de 1961 implicaron una baja en los partidos de gobierno,

produciendo que Jorge Alessandri perdiera el tercio en el parlamento y, por

ende, el derecho al veto presidencial. He ahí el calificativo de “elecciones

cruciales”. Con estos hechos, los partidos de oposición se volcarían con

más fuerzas en establecer trabas al Ejecutivo.

Tal situación puso en jaque al gobernante, encerrado tanto por las presiones de

los partidos de oposición como de los sectores empresariales que le dieron su

apoyo y de la ciudadanía volcada en las calles. Un ejemplo gráfico del nivel de

118
Según el Informe del Banco Mundial de 1980, “Chile: An Economy in Transition”, expone que un 9% del
PNB fueron absorbidos por los efectos del terremoto de 1960, sobre todo en cuanto a edificaciones. Citado
desde Angell, op. cit., p. 39.

51
decepción de Jorge Alessandri está expresado en una carta privada hacia su

hermano Arturo, revelando, en resumidas palabras, sus serias intenciones de

renunciar. Sí, ¡de renunciar!:

“[…] estoy en un infierno. La pérdida del tercio en el Congreso está


significando el rechazo de todos los vetos a las habituales barbaridades que
aprueban las Cámaras. Para tratar de obtenerlo he procurado constituir una
mayoría sólida con los radicales, pero las excesivas exigencias ministeriales
de estos me han obligado a ponerle término a las gestiones emprendidas. No
lo repitas, pero estoy considerando seriamente la presentación de mi
renuncia. La Presidencia es para mí un sacrificio físico y moral abrumador, si
éste se vuelve estéril, como está ocurriendo, no es humano ni justificado que
continúe haciéndolo”119

Como podemos ver, tras las intenciones de renunciar a su cargo, Jorge Alessandri

desliza la posibilidad concreta de realizar una alianza estratégica con el Partido

Radical, una válvula de escape para poder gobernar el resto del período.

De esta manera, en agosto de 1961 (a cuatro años de que termine su mandato),

Jorge Alessandri deja atrás el ideal de un gabinete integrado por “expertos” ajenos

a la “politiquería”, ingresando al gabinete personajes del radicalismo, tales como:

Carlos Martínez Sotomayor en Relaciones Exteriores, Orlando Sandoval en

Agricultura, Luis Escobar Cerda en Economía, Fomento y Reconstrucción y

Benjamín Cid en Salubridad (anexo Nº 4).

Hasta acá podemos observar un doble fracaso. Por una parte, el fracaso del

programa económico que tuvo su “primavera” sólo en los dos primeros años de

119
Jorge Alessandri R., Carta a Arturo Alessandri R., Santiago, 28 de julio de 1961, en: Archivo Jorge
Alessandri R., CIDOC. También en: Archivo Jorge Alessandri R., Sala Medina, Biblioteca Nacional. (El
subrayado es nuestro).

52
gobierno y, a nivel de estilo y dirección política, un fracaso en el concepto de

gobierno de Jorge Alessandri.

Tomando en cuenta el fracaso en torno al concepto de gobierno de Alessandri,

nos permite afirmar que estamos en presencia de “un caso de apartidismo

frustrado”, otro más si se tiene en mente la experiencia del segundo gobierno de

Carlos Ibáñez del Campo (que le antecedió) y, por lo demás, si se observa la

dinámica del actual gobierno de Sebastián Piñera ya que encontramos ciertas

semejanzas, puesto que, tras reconfigurar el gabinete en dos ocasiones dejó atrás

el ideario del “gobierno de los mejores”120 para decantar en la inclusión de

“políticos” como Andrés Allamand, Andrés Chadwick Piñera y Pablo Longueira.

¿Cómo se siguió desarrollando el gobierno de Jorge Alessandri hasta su fin en

1964? Principalmente olvidándose de su proyecto de liberación económica, que

entrampado en una época en la cual el ethos revolucionario, producto de la

Revolución Cubana (1959), impregnó el ambiente político y social a favor de los

“cambios estructurales”, el gobierno propició proyectos reformistas amparados en

la influencia de la “Alianza para el Progreso” impulsada por el gobierno de Estados

Unidos con el fin de evitar una “Cuba en Sudamérica”.

Las principales medidas tomadas en el último tramo del gobierno de Jorge

Alessandri, con aires reformistas y que no figuraban en su programa político

inicial, son:

1. Aumento, desde un 10 a un 15%, de los impuestos a la industria cuprífera.

2. Aumento de la proporción de cobre que se refinaba en Chile (a un 90%).

120
El gobierno de los mejores que apelaba a la “excelencia 24/7”, conformado por tecnócratas y especialistas
eficientes que, por ejemplo, rescataron a los 33 mineros de la Mina San José en el año 2010.

53
3. Establecimiento, a través de la Ley 15.020, de la Reforma Agraria,

destinada principalmente a maximizar la explotación de la tierra

modernizando el agro. A lo cual, se crearon instituciones como la

Corporación de la Reforma Agraria (CORA) y el Instituto de Desarrollo

Agropecuario (INDAP).

Del punto número 3 cabe destacar que la puesta en marcha de la Reforma

Agraria, a pesar de que estuvo pensada para descomprimir los ánimos de

reformas exigidas por la sociedad, fue tildada como una “reforma de macetero”,

puesto que se expropió poca tierra. Es así como las huelgas no cesaron y los

cambios de gabinete se sucedieron (anexo Nº 5).

Dentro de este ambiente destaca la movilización convocada por la CUT a

mediados de 1962, la huelga de los Ferrocarriles y de otras instituciones como la

vivida por la empresa textil Yarur S.A., que terminó fuertemente reprimida por

parte del gobierno, ya que Jorge Alessandri había nombrado a un interventor

militar, quien terminó sofocándola el 11 de septiembre de 1962121.

A finales del gobierno la inflación volvió a asomarse, y la crisis política se

profundizó, ya que en las elecciones municipales de 1963 la derecha siguió

perdiendo porcentajes importantes, provocando que Jorge Alessandri, en un

intento desesperado por llevar a cabo su trunco programa de gobierno, propusiera

en julio de 1964 un Proyecto de Reforma Constitucional, limitando las atribuciones

del Congreso a favor del Poder Ejecutivo. Dicha reforma también fracasó.

121
Peter Winn, "El taylorismo y la gran huelga Yarur de 1962”. [Artículo]. En Proposiciones Vol.19. Santiago
de Chile: Ediciones SUR, 1990. Obtenido desde: http://www.sitiosur.cl/r.php?id=366. [Consultado en:
20/09/2010], p. 221.

54
“Jorge Alessandri contra la inflación, 1963”, Lugoze (Seudónimo de Luis Goyenechea Zegarra). Fuente:
Topaze. Santiago: El Esfuerzo, año XXXIII, Nº 1.624, viernes 6 de diciembre, 1963.

En conjunción con los calificativos que varios autores exponen para referirse al

gobierno de Jorge Alessandri, y que hasta entonces hemos mencionado y

adherido, es decir, un gobierno conservador-tecnocrático, es necesario

preguntarnos lo siguiente: ¿por qué conservador y, por sobre todo, tecnocrático?

A partir de lo elaborado en la primera parte de la presente investigación y sumado

a la información expuesta en la caracterización que hemos realizado de dicho

gobierno, a continuación nos adentraremos a definir e identificar los parámetros

supuestamente tecnocráticos dentro del gobierno de Jorge Alessandri, para así

calificarlo como tal de manera clara y comprensiva.

55
II. El ethos tecnocrático del gobierno de Jorge Alessandri

“Gobernar a un país significa mandar con autoridad, lo que implica como


deber supremo mantener el orden público y el respeto riguroso de las
jerarquías, sin lo cual se hace imposible la vida civilizada”122

Las anteriores palabras están circunscritas al comienzo de lo que Jorge Alessandri

tituló, en su Discurso-programa del candidato independiente, “Concepto de

Gobierno”. En ellas, se exhibe con notoriedad un llamado a la ciudadanía a

enmarcar su desenvolvimiento público con orden, respetando las jerarquías y, por

sobre todo, a partir de la autoridad de quienes poseen el “deber supremo” de

gobernarlos. Por lo cual, si nos insertamos en el desarrollo de su gobierno,

comprenderemos estas palabras si las conectamos con el rechazo y represión que

obtuvieron las protestas ciudadanas en este período, como también, los

principales postulados de su reforma constitucional, en la cual posiciona al

Presidente como ejecutor central del principio de autoridad por sobre los otros

poderes de la República y, por lo demás, de la propia ciudadanía.

Dichos principios se conectan con lo que Mario Góngora expone como basamento

de un pensamiento conservador, es decir, un ideario que se caracteriza por: “el

sentido político realista y el instituto de estabilidad y de cautela frente a las

innovaciones”123.

La estabilidad, el respeto a la autoridad y a las jerarquías establecidas,

conformarían el establecimiento del orden, ayudando a la “unidad nacional”.

122
Jorge Alessandri R., Discurso-programa del candidato independiente don Jorge Alessandri Rodríguez,
Santiago: Lord Cochrane, Biblioteca Nacional de Chile, Sección Chilena, p. 3 (la cursiva es nuestra).
123
Mario Góngora, Civilización de Masas y Esperanza, y otros Ensayos, Santiago, 1987, p. 186. Citado en:
Ana María Stuven, “Republicanismo y Liberalismo en la primera mitad del siglo XIX: ¿hubo proyecto liberal en
Chile?”, en Manuel Loyola y Sergrio Grez, Los proyectos nacionales en el pensamiento político y social
chileno del siglo XIX, Santiago, Ediciones UCSH, 2003, p. 71.

56
Conceptos frecuentes, sobre todo, en la derecha chilena desde el siglo XIX en

adelante124, inclinándonos a establecer, primero, que Jorge Alessandri y su

gobierno es de derecha (además del apoyo político del PL y PCons.) y, segundo,

conservador en su concepto de gobierno.

“Respetar los valores tradicionales no significa en modo alguno una regresión


al pasado… Los valores morales deben gravitar moralmente sobre las fuerzas
renovadoras, coordinándose en forma recíproca”125

Por su parte, dentro de lo que concebimos como “Concepto de Gobierno” de Jorge

Alessandri, y que el mismo expone en reiteradas ocasiones, marcan su estilo

político otros conceptos, tales como: eficiencia, capacidad, productividad,

racionalidad, lógica y “saber hacer las cosas”, entre otros, que nos acercan al

concepto de tecnocracia que hemos expuesto en la primera parte de este

trabajo126. Pero, antes de vincularlos con dicha definición, ¿el concepto de

tecnocracia es contemporáneo al período estudiado, o es un concepto

anacrónico? ¿Se empleaba en el Chile de la época?

Como expusimos anteriormente, el concepto de tecnocracia, se estableció a partir

de la experiencia vivida en Estados Unidos después de la crisis económica de

1929. Con esto, el término se instaló en la opinión pública, pero se masificó a

partir de trabajos como, por ejemplo, del teórico estadounidense James Burnham:

124
Hasta el día de hoy, cuando la ciudadanía se ha manifestado por los problemas educacionales, tanto el
actual Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, como los integrantes de los partidos de gobierno, basan su
línea argumentativa, principalmente, en los conceptos expuestos.
125
Jorge Alessandri R., “Discurso en un homenaje a don Fernando Aldunate”, 27 de octubre de 1987. En,
Gisela Silva E. (comp.). Jorge Alessandri. Su pensamiento político. Santiago, Chile: Andrés Bello, 1985, p.31.
126
Cabe recordar, que por tecnocracia, entenderemos que “no es meramente una aplicación de métodos
técnicos a la solución de problemas definidos, sino un ethos penetrante, una visión del mundo que subsume la
estética, la religión, y el pensamiento tradicional bajo el modo racionalista” (ver p. 9). Por ende, es a partir de
esta definición lo que nosotros estableceremos como ethos tecnocrático.

57
The Managerial Revolution (1941)127, que analiza el auge de la tecnocracia en el

mundo a través de la llegada de los managers o “gerentes” al poder. Sus ideas

comenzaron a influenciar en Latinoamérica a partir de la traducción del libro en

1943. Cabe mencionar, además, que dicho libro fue utilizado por la clase política y

medios de comunicación del período en estudio, para tildar al gobierno de Jorge

Alessandri como “la revolución de los gerentes”128.

En otro sentido, destaca el tratamiento internacional dado al primer gabinete

nombrado por Alessandri, en donde, por ejemplo, el periódico español La

Vanguardia Española recalca la característica “técnica” del mencionado gabinete:

“Alessandri anuncia su nuevo Gobierno. Estará compuesto por técnicos”129.

Para responder a la pregunta anteriormente planteada, utilizaremos el debate que

establecieron el propio Jorge Alessandri y Ernesto Ayala130 con el escritor de El

Diario Ilustrado Jorge Iván Hübner (ver anexo 6). Este último escribió una columna

titulada “En torno a la tecnocracia”131 (lo que nos confirma que el concepto ya era

utilizado en Chile), en la cual se aludía a la fracasada experiencia tecnocrática

vivenciada en Estados Unidos, pero deslizando implícitamente críticas hacia el

primer gabinete de Jorge Alessandri, el gabinete “técnico”:

“La “tecnocracia”, como sistema de gobierno, no encontró acogida en los


Estados Unidos. El movimiento pasó pronto al olvido, de donde solo sale, de
cuando en cuando, recordado como un mero episodio anecdótico. El pueblo

127
James Burnham, La revolución de los Directores, Buenos Aires, Sudamericana, 1967.
128
Silva, 2010, op. cit., p. 122.
129
“Información del extranjero”, en La Vanguardia Española, martes 28 de octubre de 1958, p. 15. Ver en
“LaVanguardia.com”, Hemeroteca. URL: < http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1958/10/28/pagina-
15/32747285/pdf.html >
130
Ingeniero Civil y empresario, fue amigo de Jorge Alessandri. Fue Presidente del Instituto de Ingenieros de
Chile, presidente de la SOFOFA y presidente de la CMPC, además de amigo de la familia Matte (relacionada
con la familia Alessandri).
131
Jorge Iván Hübner, “En torno a la tecnocracia”, en EL Diario Ilustrado, domingo 29 de marzo de 1959, p. 7.
Hay que mencionar que Hübner firmó el artículo con sus siglas: J.I.H.

58
norteamericano supo comprender […], que los “técnicos” en gobierno de un
país, no son los especialistas en maquinarias, en organización de empresas o
en ciencias económicas, son los políticos, cuya misión es, precisamente, la de
ganar el poder para gobernar de acuerdo a sus respectivos ideales del bien
público”132

Dicho artículo en modo absoluto mencionó al gobierno de Jorge Alessandri, pero

el presidente decidió responderle con palabras que nos llaman la atención, puesto

que se incluye, tanto a su gobierno como a su persona, bajo caracteres

tecnocráticos y apartidistas. Es decir, se asume como tal:

“Ninguna relación guarda el caso a que él se refiere con la actual situación


gubernativa chilena. Como sabe el señor J.I.H. soy Ingeniero, y si contra mi
voluntad se pensó en mi persona para Candidato a la Presidencia de la
República, fue para dar satisfacción a un sentimiento profundamente arraigado
en la consciencia pública de repudio a la politiquería donde quiera que ésta se
encontrase. Fui claro y explícito durante mi campaña presidencial para
expresar que el Gobierno no debía continuar siendo la hijuela pagadora de los
apetitos económicos, de influencias o de figuración de quienes habían
contribuido a exaltar a un Mandatario. Creo que para curar de este gran mal al
país, es indispensable que las altas funciones públicas sean desempeñadas
por hombres que tengan absoluta independencia para resolver sólo de
acuerdo con el interés nacional los problemas en que les corresponde actuar,
sin que esas resoluciones puedan afectar su permanencia en el cargo, como
finalmente ocurre cuando ellos representan un Partido determinado”133

Pero marca una diferencia, también se asume como político:

132
Idem.

133
Jorge Alessandri R., “En torno a la tecnocracia”, en El Diario Ilustrado, Domingo 29 de Marzo de 1959, p. 7

59
“Una prueba elocuente de que pese a ser Ingeniero, el actual Presidente de la
República no deja por ello de tener sentido político, la da, por vía de ejemplo,
el no haber querido designar al autor del artículo que contesto”134

La respuesta emitida por Ernesto Ayala, apoyando lo expuesto por su amigo Jorge

Alessandri, termina por complementar nuestra aseveración de que, tanto el círculo

cercano del mandatario como de quienes integraban el gabinete, avalaban la idea

de que es importante poseer el concurso de ingenieros, capaces y eficientes y con

criterio de realidad inmiscuidos en la cosa pública:

“Desde luego, la presencia de ingenieros en el manejo de la cosa pública en


nuestra patria está exenta, en absoluto, de intereses personales o de círculos.
Actúan sin compromisos, libres de presiones y con la sola mira de servir
dignamente al país. No hay tras ellos exigencias de intereses creados […]
Sólo revela el desconocimiento del articulista sobre el desenvolvimiento de la
vida profesional de ellos. Su trabajo en fábricas, talleres, laboratorios, etc., los
pone en permanente contacto con los elementos humanos que más sufren los
rigores de la vida, como son los empleados y obreros y por tanto, son
conocedores, más que nadie, de lo que el pueblo necesita y ansía para un
mayor bienestar. El técnico actúa dentro de la realidad. No se forja ilusiones y
a nadie engaña con espejismos. Trata de conjugar la satisfacción de las
necesidades con las posibilidades de orden material. En suma, el técnico no
puede ser tachado de falta de sensibilidad; muy por el contrario, la tiene y la
aplica sin demagogia, con sentido realista […]. Estima el señor Hübner que
sólo los políticos están especializados para gobernar de acuerdo con sus
respectivos ideales de bien público. Los ingenieros comprendemos la
necesidad de la presencia de los políticos en la dirección del país, en la parte
que les incumbe: pero no podemos aceptar que se nos niegue identidad
para intervenir también en la dirección estatal, pues tenemos capacidad
y preparación suficientes, las que hemos alcanzado en la formación,
intelectual y moral, recibida en las aulas universitarias y en el fragor de la
dura realidad de la vida. Por lo demás, en el trascurso de nuestra historia

134
Idem.

60
podemos constatar intervenciones, en todas las actividades nacionales, de
nuestros ingenieros, que han dejado su huella de preparación, capacidad y
honesto proceder”135

El ethos tecnocrático presente en Jorge Alessandri, se puede denotar desde sus

años de formación universitaria, pasando por sus diferentes puestos en empresas

privadas e, inclusive, en su discurso y accionar como funcionario público. Pero, a

su vez, destacamos una suerte de ambivalencia al referirse como político, porque,

si bien los critica y se autodefine como “apolítico”, también se identifica como tal.

Eso sí, se identifica como un político que interpreta el: “hondo anhelo de que

imperen en las esferas del Gobierno, de la administración y en la dictación de las

leyes, la eficiencia y la capacidad, y que se proscriban el empeño, el favoritismo

y la conveniencia”136.

Dicha ambivalencia se hace palpable cuando nos enfocamos en el Jorge

Alessandri “político” (no el empresario y representante gremial), principalmente a

partir de su estadía en el Ministerio de Hacienda (1947-1950) bajo el gobierno de

Gabriel González Videla, puesto que, estando dentro del gobierno en un ministerio

de suma importancia, expone lo siguiente: “Yo no soy político”137.

Respecto del dualismo existente entre la política y la técnica, expuestos en el

discurso de Jorge Alessandri, Tomás Moulian lo grafica de la siguiente manera:

“Los presenta como mundos autónomos y divergentes, donde el primer


término [la política] encarna el polo negativo y el segundo [la técnica] el polo
positivo. La política era presentada en ese corpus como el mundo oscuro de

135
Ernesto Ayala O., “En torno a la tecnocracia”, en EL Diario Ilustrado, 31 de marzo de 1959. (El subrayado
es nuestro).
136
Jorge Alessandri R., Discurso Programa de la Campaña Senatorial, 4 de enero de 1957. En, Gisela Silva
E. (comp.). op.cit., pp. 3-4. (El subrayado es nuestro).
137
“Jorge Alessandri desprecia a los políticos y acusa una aguda alergia contra las fotos”, en Revista Vea, Nº
435, 13 de agosto, 1947, Santiago de Chile, p. 12.

61
los intereses corporativos, de la demagogia y la técnica era concebida como el
mundo de la decisión racional, aquella que usa como principal criterio la
relación óptima entre medios y fines”138

Con esto, Jorge Alessandri se desmarca de la denominada clase política

contingente y, además, manifiesta explícitamente un sentimiento apolítico y

apartidista (por su condición de independiente) que se suman a un sentir

“antipartidos”, patente desde la época en que vivió los sinsabores del exilio

producto de las constantes disputas entre su padre y la clase política de la década

de 1920139.

En suma, el ethos tecnocrático de Jorge Alessandri se comprende de mejor

manera si utilizamos el concepto de “tecnopolítico”. Dicho concepto, expuesto por

Jorge Domínguez, alude a que los tecnopolíticos (technopols) poseen, además de

sus capacidades intelectuales, pragmatismo político (o como diría Max Weber,

“sentido de la proporción”), puesto que ellos conciben que “la política nace en el

corazón, pero se hace en la cabeza”140. Por lo tanto, se otorga trascendencia al

nivel de experticia que puede presentar un tecnócrata, sea en asuntos públicos o

privados, pero también su capacidad de maniobrar y relacionarse con la política.

Entonces, Jorge Domínguez nos muestra que los tecnopolíticos son una variante

de los tecnócratas, enfatizando su capacidad operativa para con la política:

“En adición a ser tecnócratas como se ha definido, los tecnopolíticos son


líderes políticos en o cerca de la cabeza del gobierno y vida política

138
Moulian, 2006, op.cit., p. 190.
139
Debemos aclarar que, en función de nuestro enfoque interpretativo, sopesamos principalmente los
aspectos políticos y económicos, pues nos interesa destacar la labor como Ministro de Hacienda por la
síntesis político-económica que en dicho lugar expone Jorge Alessandri, ya sea tanto en su estilo político
como en su discurso propiamente tal, pero siempre teniendo en cuenta su labor como Diputado, Senador y
dirigente empresarial. Para ver los pormenores de su diputación por Santiago, ver: Patricia Arancibia et. al.,
1996, op. cit., pp. 89-96.
140
Jorge I. Dominguez (ed.), op.cit., p. 10.

62
(incluyendo los partidos de oposición política) quiénes van mas allá de la
experticia especializada para concluir en las diferentes ramas del
conocimiento y que participan vigorosamente en la vida política de la nación
por el propósito de afectar a las políticas mas allá del reino económico y que
pueden, a veces, ser asociados con un esfuerzo para “re-hacer” la política,
economía y la sociedad de un país. Los tecnopoliticos, así definidos, pueden
operar en regimenes autoritarios o democráticos. Mientra que los tecnócratas
solo nacen a través de ranking burocráticos (así como también lo hacen
ciertos tecnopoliticos), los tecnopoliticos podrían ser extranjeros a la
burocracia – exitosos consejeros económicos, prominentes académicos, o
figuras lideres de la oposición”141.

Si Jorge Domínguez expone que esta categoría (la del tecnopolítico) es reciente,

sobre todo porque la utiliza para comprender a los economistas e ingenieros que

emergen en Latinoamérica hacia la década de 1980, y que se instalan en el

mundo político (Alejandro Foxley, Fernando Henríque Cardozo, Domingo Cavallo y

Pedro Aspe, entre otros), Patricio Silva (como ya lo hemos dicho), utiliza esta

categoría para nombrar al primer tecnócrata vinculado estrechamente con la

política, nos referimos pues, al Ministro de Hacienda del primer gobierno de Carlos

Ibáñez, Pablo Ramírez.

Como Pablo Ramírez actúa desde el gabinete (como también lo hizo Jorge

Alessandri en el gobierno de Gabriel González Videla), para configurar lo que

hemos denominado como tecnoestructura estatal, éste lo hace en su condición de

141
Ibid., p. 7. La cita original es la siguiente: “In addition to being technocrats as just defined, technopols are
political Readers at or near the top of their country’s government and political life (including opposition political
parties) who go beyond their specialized expertise to draw on various different streams of knowledge and who
vigorously participate in the nation’s political life for the purpose of affecting politics well beyond the economic
realm and who many, at times, be associated with an effort to “remake” their country’s politics, economics, and
society. Technopols so defined may operate in either authoritarian or democratic regimes. Whereas
technocrats often rise thorough bureaucratic ranks (as do some technopols), technopols may have also been
outsiders to the bureaucracy – successful economic consultants, prominent academics, or leading opposition
figures”

63
“consejero del príncipe”142. Es decir, asesorando al presidente dentro del gobierno,

no en la cabecera de éste.

En cambio, podemos establecer que Jorge Alessandri es el primer tecnopolítico en

estar en la máxima magistratura de Chile, sin con ello dejar de reconocer que

también cuenta con un “consejo tecnocrático”143, que lo asesora y que comparte

su proyecto político. Por lo tanto, tal cual lo enuncia el título te esta investigación,

la tecnocracia está en el poder, ya no alrededor de ella.

Del mismo modo, debemos aclarar que el ethos tecnocrático del gobierno de

Jorge Alessandri no se termina con la caída de su primer gabinete, el que instauró

“la revolución de los gerentes”. Ahí termina su proyecto político. Su ethos se

prolonga a través de su estilo político en el resto del período de gobierno, inclusive

se extiende tanto en la campaña presidencial de 1970, como a través de sus

aportes al Consejo de Estado bajo la dictadura de Augusto Pinochet, el cual

presidió.

En suma, podemos observar que el “tecnopolítico” Jorge Alessandri actúo como

tal bajo dos contextos: a) en un régimen democrático y, b) en un régimen

autoritario, confirmando los postulados tanto de Jorge Domínguez como de

Patricio Silva, en relación a que la tecnocracia puede figurar tanto en regímenes

democráticos como autoritarios.

142
Antonio Camou, op. cit.
143
La denominada “orden del baño”, compuesta por asesores y amigos más cercanos que lo ayudaron en su
período como Presidente de la República. Entre ellos destacan nombres como el de Hugo Rosende, Patricio
Silva Clarés (Secretario General de Gobierno), Arturo Matte (su cuñado), Ruperto Murillo y el ingeniero
Eduardo Boetsch, entre los más conocidos. Ver en: Germán Gamonal, Jorge Alessandri: el hombre, el político.
Santiago, Chile: Holanda Comunicaciones, 1987, pp.156-159; y Patricia Arancibia et. al., op.cit., pp.207-208.

64
En relación a esta dualidad, y ligándola al concepto de “tecnopolítico”, Jorge

Domínguez expone la existencia de un “tecnopolítico autoritario” y un

“tecnopolítico democrático”. Del primero nos dice que:

“El Tecnopolítico autoritario actúa a través de la pasión para crear dogmas de


políticas tecnocráticas que pueden ser aplicadas implacablemente a través del
hacer policías económicas independientes de limitaciones populares”144.

Y del segundo:

“El Tecnopolítico democrático está mas sujeto a retener su “sentido de la


proporción” necesario para cambiar las políticas en respuesta a las prácticas
circunstanciales, no necesariamente de virtudes personales, sino porque los
procedimientos de la democracia requieren esa prudencia de los políticos que
buscan ser efectivos”145.

El gobierno de Jorge Alessandri, de cabo a rabo, contiene conexiones con la

tecnocracia. En un principio, porque la configuración de su gabinete estuvo dada a

partir de otorgarle preferencia a “ingenieros apolíticos”, resaltando los criterios de

eficiencia y objetividad que le podría reportar a la política chilena del período un

“nuevo aire” para oxigenarla de la “politiquería” de ese entonces. Inclusive, como

ya hemos visto, su campaña presidencial contó con aportes de la tecnocracia, de

ingenieros y empresarios ajenos a los partidos políticos. Como es el caso de la

figuración de su jefe de campaña, el propietario de una empresa constructora

144
Ibid., p. 11. La cita original es la siguiente: “The authoritarian technopol acts on a passion to create
technocratic policy dogmas to be applied relentlessly through economic policy making independent of popular
constraint”.
145
Idem. La cita original es la siguiente: “The democratic technopol is more likely to retain the “sense of
proportion” necessary to shift policies in response to practical circumstances, not necessarily from personal
virtues, but because the procedures of democracy require such prudence from politicians who seek to be
effective”.

65
Pierre Lehman, que tras instaurar la primera agencia de publicidad del país, le

apodaron “la Máquina de Lehman”, por su eficiencia146.

Y, mencionamos hasta el final de su período porque, sumado a que el ethos

tecnocrático estaba inscrito en el estilo político de Jorge Alessandri, fue un factor

más del fracaso de su proyecto y del gobierno en sí. Un “coletazo” que sintió la

derecha chilena del período, sobre todo si observamos su reestructuración tras el

gobierno de Jorge Alessandri. Dicha temática la veremos en la tercera y última

parte del presente trabajo, puesto que aún nos queda por revisar las implicancias

que tuvo la experiencia tecnocrática del gobierno de Jorge Alessandri en el

fenómeno tecnocrático chileno.

III. La revolución de los gerentes. Cambios en la tecnocracia chilena

La tecnoestructura establecida por los “cabros de Ramírez” en el primer gobierno

de Carlos Ibáñez del Campo, como se expuso en la tabla Nº 1, ha tenido

reformulaciones en cuanto a su lógica central se refiere. Es decir, la estructura

administrativa del Estado que se diseñó a finales de la década de 1920, y que fue

mejorada durante la siguiente, puso al Estado como motor fundamental de dicha

tecnoestrutura, posicionando a los primeros equipos de expertos tecnócratas

alrededor de las instituciones comandadas por la CORFO.

El denominado “Estado de Compromiso”, inserto bajo la lógica de desarrollo

económico “hacia adentro”, puso a los tecnócratas “estatales” en una posición

crucial para mantener el equilibrio de fuerzas entre los diferentes bloques políticos,

permitiendo apoyar la hipótesis entablada por Patricio Silva en relación a que los

146
Gamonal, op.cit., pp. 124-125.

66
tecnócratas (establecidos en la tecnocracia de tipo estatal, o tecnoestructura

estatal) cumplieron un rol “amortiguador” entre las fuerzas políticas, solventando la

confianza entre los partidos y, por sobre todo, cimentando la lógica del “Estado de

Compromiso”.

Por ende, los tecnócratas en dicho período ayudaron a mantener un régimen

democrático de coaliciones con un eje de centro pragmático (Partido Radical), ya

que los políticos, por su parte, se encargaban de las maniobras estrictamente

políticas y, por el otro, los tecnócratas brindaban la confianza suficiente a los

sectores privados y partidos de oposición para que los “aires de reformas”, que

circulaban alrededor de las ideas de los radicales en el gobierno, se moderaran.

Todo esto, producto de su marcada autonomía respecto del gobierno.

Esto se comprende si situamos a éstos tecnócratas en organismos autónomos del

Estado. Por eso se enfatiza en su denominación de tecnocracia Estatal, porque va

de la mano, por ejemplo, de la Corporación de Fomento (CORFO) e instituciones

afines.

El mencionado “terremoto ibañista” no fue sólo político-social, sino también fue

económico. Porque, más allá del denominado proceso de “inflación con

estagnación”147, o como se denominaba en la época: “inflación galopante”, en el

desarrollo de su gobierno ocurrieron sucesos como la visita de la Misión Klein-

Saks (y todo lo que implicaba su programa), y la emergencia de una nueva

orientación económica, de corte monetarista y liberal ortodoxa, en la Facultad de

Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile a través de un convenio

147
Ffrench-Davis, op.cit., pp. 23-26

67
con la Universidad de Chicago. Ambos sucesos acaecidos a mediados de la

década de 1950.

Con ello, va emergiendo lentamente la imagen del economista como un experto

dotado de saberes necesarios, tanto como para comandar la hegemonía del

discurso político, proceso que si bien es de larga data, posee su origen en dicho

período148.

Los problemas económicos vividos bajo el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del

Campo, situaron el concepto de “economía” como uno de los basamentos

fundamentales de los discursos políticos, emergiendo con esto el estilo, discurso

y, en concreto, el ethos tecnocrático del gobierno de Jorge Alessandri que

posiciona el saber económico de corte “especialista” y “racional” como elemento

crucial de su programa.

Asimismo, no es menor el establecimiento de un discurso “economicista” de corte

monetarista en el gobierno y estilo político de Jorge Alessandri, si contamos con la

presencia en el gabinete del Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y

Sociales de la PUC en el período 1954 – 1964, del principal promotor del convenio

con la Universidad de Chicago y, según Juan G. Valdés149, uno de los padres de

los “Chicago boys” junto a Albion Patterson y Theodore W. Schultz, el abogado

Julio Chaná (Ministro de Minería de Jorge Alessandri en el período 1961 - 1962).

148
Para estos efectos, consultar la obra de: John Markoff y Verónica Montecinos, op. cit.
149
Juan Gabriel Valdés, La Escuela de Chicago: Operación Chile. Argentina: Zeta, 1989; Además, respecto
de las implicancias en las ciencias económicas en Chile, ver: Manuel Gárate, « La “Révolution économique”
au Chili. A la recherche de l'utopie néoconservatrice 1973-2003 », Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Aula virtual,
2010, [En línea], Puesto en línea el 18 junio 2010. URL: http://nuevomundo.revues.org/60009. Consultado el
06 diciembre 2010. (Tesis Doctoral).

68
Los denominados “Chicago Boys” emergen en este período postulando ideas en

torno al liberalismo ortodoxo que, a fin de cuentas, se convertirán en una élite

tecnocrática influyente durante el régimen dictatorial de Augusto Pinochet,

diferenciándose así de los denominados “tecnócratas estatales” que propiciaban la

acción predominante del Estado en la economía.

Como ya lo expusimos, el gobierno de Jorge Alessandri promovió la expansión de

la libre empresa, produciendo una reducción de la intervención del Estado en la

economía. Esto trajo consigo la incorporación de funcionarios del mundo privado

hacia las oficinas estatales, invadiendo, a su vez, el principal reducto de la

tecnoestructura estatal: la CORFO.

El nuevo gabinete de Jorge Alessandri y los demás funcionarios afines al

gobierno, resaltaban por su independencia partidista y sus habilidades

administrativas formadas en el mundo industrial y comercial privado. Personas que

le serían útiles a Jorge Alessandri para implementar su programa:

“El gabinete no tiene carácter político ni representa en forma alguna intereses


de grupos. Su fisonomía administrativa y técnica lo habilita especialmente para
prestarme la colaboración que necesito en la organización de un gobierno
nacional. Sus integrantes son hombres independientes. Estos hombres tienen
su puesto por las particulares aptitudes de la persona para el eficiente ejercicio
de las funciones que le he encomendado y que ya ha evidenciado en sus
actuaciones anteriores”150

Pero también resaltan tecnócratas afines al gobierno de Alessandri, que

constituyen parte de los ingenieros formados al alero de la CORFO. Como lo

150
La Nación, 17 de noviembre de 1958, p. 17. Citado en Silva, 2010, op.cit., p. 121 y Alberto Cardemil, El
camino de la utopía. Alessandri, Frei, Allende. Pensamiento y obra. Santiago: Editorial Andrés Bello, 1997, p.
29.

69
expone Verónica Montecinos en su tesis doctoral, Alessandri llamó a ingenieros de

basta experiencia administrativa:

“Para su administración, el llamó a ingenieros con experiencia administrativa


en el sector privado y algunos representantes distinguidos de una generación
madura de técnicos formada bajo el alero de la CORFO desde la década de
1940. Estos tecnócratas, orgullosos de la tradición de servicio público, con
pocas conexiones a partidos políticos, han estado a cargo de las tareas de
reconstrucción después del terremoto de 1939 y la construcción de vastas
organizaciones estatales (combustibles, electricidad, acero), las cuales fueron
el soporte, la espina dorsal, de la industrialización de Chile. Tradicionalmente,
los técnicos trabajaban para estas organizaciones descentralizadas
disfrutando del prestigio de estar en el núcleo del sector modernizado y ellos
mantenían su responsabilidad a pesar de los cambios en el gobierno. Los
altos salarios ofrecidos, comparados con aquellos profesionales trabajando
para la administración pública central, se consideraban como un “refugio” para
especialistas distinguidos. El motivo colectivo de estos tecnócratas era
contribuir a causas nacionales, y las contribuciones particulares que ellos se
veían haciendo eran, en el ejemplo que uno de estos tecnócratas da, eran de
“reconstrucción y modernización”151.

De todas formas, los planes y proyectos establecidos por Jorge Alessandri y sus

colaboradores, chocaron con la denominada tecnoestructura estatal, a la cual se

buscó modificar desde sus cimientos para comenzar con los cambios

programáticos orientados a la libre empresa.

151
Verónica Montecinos, Economics and power: chilean economists in government 1958-1985. Tesis de
Doctorado, University of Pittsburgh, 1988, pp. 140-141. La cita original es la siguiente: “For his administration
he called on engineers with managerial in the private sector and some distinguished representatives of a
mature generation of tecnicos formed around CORFO since 1940s. These technocrats, proud of a tradition of
public service, with few connections to party politics, had been in charge of the reconstruction tasks after the
1939 earthquake and the building of the large state enterprises (oil, electricity, steel), that were been backbone
of Chile’s industrialization. Traditionally, tecnicos working for these decentralized enterprises enjoyed the
prestige of been at the core of the modernizing sector and they often remained in office in spite of changes in
government. The highest salaries offered, compare with those of professional working for the central public
administration, were said to represent a “refuge” for distinguished specialist. The collective motive of these
technocrats was to contribute to national causes, and the particular contributions they saw themselves making
were, as one of them put it, “reconstruction and modernization”.

70
Como no se basó en un cambio que eliminase completamente el rol del Estado, sí

amenazó con modificar la tecnoestructura, invadiendo, principalmente, a la

tecnocracia guarnecida en la CORFO, el Banco Central y otras agencias estatales.

“A pesar de su intento por reducir la intervención estatal, Alessandri no


privatizó las empresas que ya estaban bajo control de la CORFO. Pero a partir
de ese momento, la CORFO se limitó a la concesión de créditos para la
empresa privada, lo que había sido siempre una de las principales demandas
de los empresarios”152.

Por ende, Jorge Alessandri se convirtió, en el poder, en el portavoz de los

requerimientos de la empresa privada. Algo bastante lógico si consideramos que,

antes de acceder a la presidencia, Alessandri era el Presidente Subrogante de la

Confederación de la Producción y el Comercio, catalogado como un empresario

de vasta trayectoria (ver tabla Nº 2).

El proceso de “La tecnoestructura bajo ataque”, como lo denomina Patricio Silva,

comienza con el reemplazo del presidente del Banco Central, ubicando a un

“colega del ministro de Economía, Pablo Vergara”153. Con esta medida, Jorge

Alessandri logró subordinar al Banco Central a su Ministro y, por ende, a su

política económica. Del mismo modo, destaca lo sucedido en la CORFO, donde

Jorge Alessandri nombró al ya reseñado Pierre Lehman como el nuevo

vicepresidente ejecutivo. “También destituyó al gerente general, Luis Adduard, a

los jefes de departamento y al grupo de ingenieros subordinados a Adduard”154

Toda esta “operación limpieza”, como la denomina Patricio Silva, estaba

comandada por Pablo Vergara, el influyente ministro de Jorge Alessandri que, al

152
Silva, 2010, op.cit., pp. 122-123.
153
Ibid., p. 123.
154
Idem.

71
igual que él, justificaba las modificaciones en la tecnoestructura bajo el argumento

de encontrarse constantemente abierta a la “excesiva influencia” de los intereses

político-partidistas, quienes agrandaban la burocracia estatal para pagar favores

políticos (sobre todo bajo el período de los gobiernos radicales) haciendo que el

sistema sea ineficiente.

Por lo tanto, la justificación detrás de todos estos cambios, está dada a partir del

siguiente razonamiento:

a) Lo público era: corrupción, burocracia, lentitud y retroceso.

b) Lo privado es: modernidad, progreso y eficiencia.

En suma, el apoyo irrestricto del sector privado hacia el gobierno de Jorge

Alessandri para modificar la tecnoestructura estatal, sobre todo de las

organizaciones empresariales y de la SOFOFA de manera particular, permiten

establecer que “desde ese momento hasta el golpe militar de 1973, la tecnocracia

estatal nunca volvió a recuperar la posición de privilegio que ocupara dentro del

aparato estatal con anterioridad a la “revolución de los gerentes””155, ya que se

trastocó su fin público y, por sobre todo, su autonomía de los sectores políticos.

La tecnoestructura formada por los “cabros de Ramírez” hacia la década de 1920,

se trastocó de manera significativa en este período por la “tecnocracia gerencial”

de Jorge Alessandri, antecedente de la gran intervención que tendría durante la

ola privatizadora del régimen militar y su prolongación en los gobiernos posteriores

a él.

155
Ibid., p. 125.

72
TERCERA PARTE
La tecnocracia alessandrista y la crisis de la derecha chilena en la década de 1960

“Llegó el momento de los cambios, que también pasan por la


forma de gobernar, porque el famoso 24/7 fracasó. Lo de la
excelencia es lo más exclusivo que hay y este país clasista
necesita un gobierno inclusivo”
156
Manuel José Ossandón

Durante la década de 1960 la derecha chilena vivió un proceso de crisis interna la

cual afectó a sus dos principales partidos (Partido Conservador y Partido Liberal)

que, siendo considerados históricos por su origen decimonónico, dejan de existir.

Ante tal panorama, veremos en qué medida el gobierno tecnocrático de Jorge

Alessandri R. influyó en dicha crisis, para luego presentar, a grandes rasgos, las

principales características de un nuevo bloque de derecha el cual es el que

perdura hasta nuestros días y que, actualmente, gobierna el país (2010 – 2014).

Para realizar los objetivos anteriormente planteados, primero debemos identificar y

caracterizar a la derecha chilena hacia mediados del siglo XX, para luego dar paso

a los factores de incidencia de la tecnocracia alessandrista en la crisis de este

bloque político y, en último lugar, revisar su legado hasta nuestros días.

Para referirnos a la “derecha” como bloque político, primero, debemos dejar en

claro que se trata de una sección o fragmento de un campo político dicotómico al

cual se le debe añadir su opuesto, es decir, la izquierda. Segundo, y ante tal

panorama, Sofía Correa en su obra Con las Riendas del Poder. La derecha

156
Alcalde del partido Renovación Nacional (RN), partido integrante de la “Alianza por Chile” coalición de
gobierno del Presidente de la República de Chile, Sebastián Piñera E. (2010 – ), por la Comuna de Puente
Alto. Citado en: Marcela Jiménez, “Manuel José Ossandón: “No hay piso para defender el lucro a secas””, en
La Segunda, jueves 8 de septiembre de 2011, Santiago de Chile, año LXXXI, Nº 23.344, p. 16. (La cursiva es
nuestra).

73
chilena en el siglo XX157, expone la amplia variedad de definiciones que esgrimen

distintos autores, refiriéndose a que es un concepto que fue construido

inicialmente en base a una “metáfora espacial muy banal”158, pero que ha ido

cambiando de contenidos en el transcurso del tiempo, puesto que la concepción

que se tenga dependerá de las circunstancias históricas de que se trate. Por esto,

se pueden observar en distintos contextos histórico-espaciales a partidos de

derecha que se ligan no sólo y de manera exclusiva a una ideología conservadora,

sino que pueden ser de derecha tanto estatistas como defensores del libre

mercado, conservadores como agentes de cambio159.

El binomio político derecha – izquierda es dicotómico ya que predomina la

diferenciación entre ambos polos, tanto porque sus proyectos políticos y visión de

mundo se presentan de manera antagónica, como por el grupo social que los

compone y buscan representar. Por tanto, si la izquierda emerge, por ejemplo,

hacia el siglo XIX en torno a la “cuestión social” en defensa de los pobres y de los

discriminados, la derecha se caracteriza por ligarse a los grupos que concentran la

riqueza y el poder político.

Pero, como expusimos anteriormente, ambos conceptos no son incuestionables y

no están de manera alguna “acabados”. Esto, para el caso chileno, hace relevante

tomar en cuenta sus particularidades con el fin de poder identificar a dicho bloque

político y así caracterizar su comportamiento en parte del siglo XX.

157
Correa, op. cit., 2005. Principalmente el desarrollo del concepto de “derecha” lo expone en su primer
capítulo titulado: “La derecha chilena, ¿quiénes eran?”, en el apartado “¿Qué significa ser de derecha?”, pp.
19 – 27.
158
Sofía Correa se refiere a la definición dada por Norberto Bobbio en Derecha e izquierda: razones y
significado de una distinción política, quien parte desde la base diferenciadora entre estos bloques políticos
por su ubicación respecto de la derecha e izquierda del Rey, la nobleza y el tercer estado en los Estados
Generales de 1789.
159
Ibid., p. 24.

74
Entonces, enfocándonos en el caso chileno, nos podrían ser útiles las nociones

expuestas por José Luis Romero, autor que se refiere al contexto Latinoamericano

y que utiliza Sofía Correa para ampliar el margen de visión en torno al concepto y

su vinculación con el contexto político chileno en particular. Al respecto, Correa

nos dice que: “José Luis Romero pone el foco en lo que él llama las “élites

señoriales”. Romero argumenta que la derecha en Latinoamérica hunde sus raíces

en las elites rurales de la Colonia”160.

Ante esto, Sofía Correa expone que, si José Luis Romero relaciona a dichas elites

de raíz colonial con las fuerzas de la tradición161, entonces la “reforma” la

impulsarían los grupos de izquierda, su polo opuesto. Pero, si tomamos en

consideración los postulados de Correa en cuanto a situar históricamente lo que

se entiende por derecha, creemos que es pertinente morigerar dichas acepciones,

puesto que, si actualmente en Chile el partido con mayor fuerza electoral es el

partido de derecha Unión Demócrata Independiente, el cual se hace llamar “UDI

popular”, la denominación “popular” la utiliza con razón, ya que posee una fuerte

representatividad en los grupos medios y bajos de la sociedad chilena de los

últimos veinte años. Todo esto, entonces, hace necesario realizar una

caracterización, como propone Sofía Correa, de derecha e izquierda bajo la díada

“tradición y reforma”.

Si el “vocabulario político” derecha e izquierda se instala tras la Revolución

Francesa, la diferenciación entre los dos polos del binomio consistiría en situarse

160
Ibid., p., 23. La obra de Romero que cita Sofía Correa es la siguiente: José Luis Romero, El pensamiento
político de la derecha latinoamericana, Buenos Aires, 1970.
161
Ibid., p., 26.

75
en el contexto de la modernidad162. “En esta perspectiva, la derecha representaría

la defensa del pasado y de la tradición, mientras que la izquierda buscaría dejar

atrás el peso de la tradición para abrazar una creciente modernidad”163. Siguiendo

con la propuesta de Sofía Correa, observamos que la derecha intenta “congeniar”

ambos factores – tradición y modernidad – con la finalidad de desmarcarse de su

composición elitista generando “lealtades en un amplio espectro social”:

“En efecto, en la primera mitad del siglo XX la elite chilena tuvo que, por de
pronto, ingeniárselas para continuar con el control de los medios de
producción y garantizar así su condición de clase económicamente dominante;
debió hacer frente a quienes desafiaban su posición en la cúspide de la
pirámide social; vio seriamente cuestionada su visión de mundo, pero sobre
todo su visión de país (al cual identificaba consigo misma); y no menos
importante que lo anterior, la elite tradicional fue desafiada políticamente por
grupos sociales e ideológicos que se insertaron en un sistema político
crecientemente competitivo, en el cual ella decidió participar para poder
defender sus intereses. Se constituyó entonces en derecha política, es decir,
hizo de sus partidos históricos decimonónicos un instrumento de apelación
multiclasista, capaces de defender su posición en la sociedad chilena; y
también se esforzó por difundir una visión de mundo y de país coincidente
consigo misma y suficientemente convincente”164.

I. La derecha chilena a mediados del siglo XX

Las características anteriormente mencionadas sintetizan a grosso modo al bloque

político que fue el soporte, tanto electoral como integrante, del gobierno de Jorge

Alessandri. Esto nos permitirá relevar ciertas características que identifican el

comportamiento político de la derecha chilena a mediados del siglo XX y, a fin de

162
Ibid., p. 25.
163
Idem.
164
Ibid., pp. 26-27.

76
cuentas, decantar en las razones por las que dicho bloque político entra en crisis a

mediados de la década de 1960.

Apoyando los postulados de Sofía Correa, quien nos dice que: “la elite chilena del

siglo XIX, obligada por las circunstancias históricas, se transforma en el segundo

tercio del siglo XX, en derecha, ya que por primera vez tiene que competir en la

arena política con fuerzas sociales antagónicas, convertidas en izquierda, las que

desde esta posición desafían su control, hasta entonces indisputado, de la riqueza

y de la consideración social”165, nos permiten establecer que la dinámica política

que ejerce la derecha a partir de entonces marca los precedentes hacia su crisis

en los sesentas, puesto que debe compartir el poder con un ascendente bloque

político que crece significativamente en la década de 1930, bajo el contexto de la

Gran Depresión en nuestro país, y que llega al poder gracias al triunfo del Frente

Popular en 1938. De ahí en adelante la derecha política ejerce sus presiones

desde la trinchera del Congreso, puesto que sólo vuelve al poder en 1958 con el

triunfo, con mayoría relativa, de Jorge Alessandri Rodríguez.

A modo de ejemplo, como expusimos en la tabla Nº 3 (pág. 39), se observa una

significativa representación de los partidos de derecha (PL y PCons.) en las

elecciones parlamentarias. Cifras que se ven modificadas significativamente tras

las consecuencias del ya mencionado “terremoto ibañista” de 1952, donde pasa

de tener una representatividad del 42,0% en 1949, a un 25,3% en 1953; y de la

crisis de mediados de la década de 1960 donde, tras el gobierno de Jorge

Alessandri, alcanza sólo el 12,5% hacia 1965.

165
Ibid., p. 9.

77
Por tanto, en un sistema partidista crecientemente competitivo, la derecha política

ejerció su influencia en la toma de decisiones del Ejecutivo principalmente desde

el Congreso Nacional. Influencia que también ejerció desde el mismo gobierno en

la cual el Partido Liberal integró los gabinetes de las administraciones radicales de

Juan A. Ríos (1942 - 1946) y de Gabriel González Videla (1946 - 1952).

Por ende, la derecha compartió el poder con el fuerte centro político pragmático

representado por el Partido Radical, realizando alianzas con la finalidad de

mantener su influencia y no ser pasado a llevar por los aires reformistas del Frente

Popular y del radicalismo primero y, en segunda instancia, de las “amenazas

populistas” representadas tanto por elementos “foráneos” a la derecha

(concentradas principalmente en el ibañismo) como por elementos internos a ella

(como lo fue la imagen del líder carismático Eduardo Cruz-Coke con la

candidatura presidencial de 1946).

Si bien ya hemos caracterizado la política del “Estado de Compromiso” que se

fisura tras la emergencia de los tres tercios políticos de la década de 1960, ésta

consistía, principalmente, en una dinámica política de negociaciones entre los

diferentes bloques políticos integrantes del sistema con la finalidad de alcanzar

sus respectivos intereses. De esta manera, la derecha política, que ya no

controlaba el Poder Ejecutivo, trató de mantener intacta su influencia hegemónica

realizando concesiones en la medida que no le fueran gravemente dificultosas

para la consecución de sus intereses. Dichas negociaciones fueron establecidas,

fundamentalmente, con el centro (Partido Radical).

En concreto, y adhiriendo a los postulados de Sofía Correa, la dinámica política

que caracterizó a la derecha chilena en este período (1938 – 1958) se explica por

78
tres factores que le permitieron mantener el control del Poder Legislativo y así

influir (obstruyendo o apoyando, dependiendo de sus intereses) en el Ejecutivo.

Dichos factores fueron:

a) El establecimiento de redes clientelares.

b) El cohecho o compra de votos.

c) La sumisión campesina.

Tabla Nº 6: Índices electorales de la derecha en la década de 1960. Se resalta la influencia de la


reforma electoral de 1958. “Promedio de las diferencias en provincias agrarias y no agrarias.
166
Elecciones de 1960, 1961 y 1963 respecto a la elección de 1957” .

Tipo provincia 1960 1961 1963


No Agraria -4,4% O,4% -5,4%
Agraria -5,7% -7,6% -10,2%
Fuente: Dirección de Registro Electoral.

Si bien es preponderante la tendencia a establecer que la fuente de apoyo

electoral de la derecha política se caracterizaba por su alto dominio e influencia en

el mundo agrario, esto no debe dejar de lado su influencia no menor en sectores

urbanos, como por ejemplo: “El Partido Conservador obtuvo más del 25% de los

votos en Santiago en todas las elecciones parlamentarias desde 1941 a 1949, y

más del 20% de los votos en la ciudad de Valparaíso en las elecciones

parlamentarias de 1945 y 1949 167”.

En concordancia con lo anterior, el establecimiento de redes clientelares, que era

una característica del sistema político chileno desde el siglo XIX, se caracterizaba

por el “procesamiento de pequeños favores” entre un patrón (el que posee un

status mayor) y un cliente (que posee un status inferior). Este tipo de redes

166
Tomás Moulian e Isabel Torres, “Sistema de partidos en la década del sesenta: la fase 1958-1964”.
Documento de Trabajo, Programa FLACSO-Chile, Nº 417, julio, 1989, p. 6.
167
Correa, op. cit., p. 88.

79
clientelares son frecuentes “en sociedades en proceso de modernización, donde

conviven relaciones sociales tradicionales con una organización política

moderna”168. Al respecto, como la derecha política posee sus raíces en el siglo

XIX, el prestigio y “training” político le permitían establecer redes clientelares en

base a su status y experiencia en torno a la cosa pública, conjugando el elemento

identitario ligado a la hacienda (su influencia en el campo) con el prestigio y

figuración social en las urbes169.

Por lo tanto, la conjugación de los factores anteriormente mencionados, es decir,

entre el clientelismo, la sumisión del campesinado y el cohecho (que era una

práctica generalizable en la política chilena, no de uso exclusivo de la derecha),

permitieron sobrellevar las dificultades hacia mediados del siglo XX, manteniendo

una lógica de compromiso con los partidos gobernantes.

Dicho orden de cosas se modifica tras la segunda administración de Carlos Ibáñez

del Campo (1952 – 1958), ya sea al comienzo de este gobierno (producto de la

aplastante victoria del líder populista), como al final del mismo, porque, tras la

reforma electoral de 1958 que puso fin al cohecho como práctica electoral (por el

establecimiento de la cédula única de votación) y la inclusión del Partido

Comunista a la legalidad tras la derogación de la Ley de Defensa Permanente de

la Democracia, la derecha política ve amenazada su preponderancia en establecer

influencias hacia la toma de decisiones. Frente a esto, la derecha política se

concentra en alcanzar el sillón presidencial durante las elecciones de 1958 que, a

168
Ibid, p. 73.
169
Por tanto: “el carácter clientelístico de la política chilena favorecía a los partidos de derecha, que venían
trayendo desde principios del siglo una fuerte representación parlamentaria y que podían responder con su
red de influencias en los ámbitos público y privado, a las múltiples y diversas necesidades de su electorado”.
Ibid, p. 75.

80
fin de cuentas y en un margen muy estrecho, logra obtener su candidato, el

independiente Jorge Alessandri Rodríguez.

Si las elecciones parlamentarias de 1953 fueron consideradas en la época como

“la revolución de las urnas”170, por el cambio en el mapa político que favoreció a

los partidos adherentes al líder populista Carlos Ibáñez del Campo (en un contexto

que resaltan los movimientos personalistas en América Latina), se exacerbó el

multipartidismo en desmedro de los partidos “tradicionales”. Dicha “revolución de

las urnas” permitirá observar la dinámica del sistema de partidos que emergió tras

el gobierno de Carlos Ibáñez, es decir, durante la mencionada “década larga de

1960”.

En primer lugar, porque hacia finales de la década de 1950 se observa una

drástica disminución de los “partidos ibañistas, de los cuales sobrevivió solamente

el Partido Agrario Laborista”171. Esto, porque Ibáñez no supo o no quiso proyectar

su amplio apoyo popular en torno a un partido concreto, más bien sólo lo

concentró alrededor de su persona y no lo legó en un partido que lo representara

(a diferencia de lo que sucedió en Argentina con Perón, como ya lo mencionamos

en este trabajo) para continuar en un gobierno posterior.

En segundo lugar, posibilitó la aparición de un segundo centro político que será

significativo para la dinámica de partidos en la década de 1960, nos referimos a la

emergente Democracia Cristiana, partido que irá opacando lentamente al Partido

Radical disputando el centro político del sistema de partidos, ya que se diferencia

de éste porque la DC emerge como un centro con programa propio.

170
Moulian y Torres, op. cit., p. 1
171
Ibid., p. 5.

81
Y en tercer lugar, está la disminución de la votación de los partidos derechistas en

relación a las elecciones normales de 1937, 1941, 1945 o 1949. En 1957 liberales

y conservadores consiguieron un 29,6% contra un 36,3% en 1937; un 31,2% en

1941; un 41,5% en 1945 y un 40,5 en 1949172.

Concentrándonos en este último factor, y como ya lo mencionamos anteriormente,

la elección presidencial de 1958 abrió el panorama político tras presentarse cinco

candidatos. Tras esto, “la opción por Alessandri, hombre relativamente alejado de

la política, con una visión tecnocrática y muy crítico frente a los partidos,

representaba un nuevo intento por llevar al gobierno a un representante del mundo

empresarial”, tal como sucedió con la candidatura de su cuñado Arturo Matte en

1952 y de Gustavo Ross en 1938. Todos estos, candidatos representantes de una

opción liberal que se oponía a una visión de cambios y de justicia social.

Si bien en 1958 ganó las elecciones Jorge Alessandri, lo hizo con un 31,3% de las

preferencias, factor que reflejó el porcentaje más bajo obtenido por un candidato

ganador desde 1933, inclusive inferior a lo logrado por Salvador Allende en 1970

(36,2%). Por esta razón, la dinámica política que caracteriza al período de estudio

está marcada por: a) la inesperada votación alcanzada por Salvador Allende en

1958 (lo que convierte a la izquierda en una potencial fuerza electoral); b) el

crecimiento sostenido de la Democracia Cristiana, liderada por Eduardo Frei M. y,

por sobre todo (y es lo que nos interesa en este trabajo); c) la declinación

electoral, también sostenida, de la derecha.

172
Ibid., pp. 5-6.

82
Tabla Nº 7: “Votaciones sumadas de liberales y conservadores en las elecciones de 1949, 1950 y
173
entre 1957 – 1963, excluyendo sólo las presidenciales” .
Año Tipo elección Porcentaje
1949 Parlamentaria 40,7

1950 Municipal 42,7

1957 Parlamentaria 33,0

1960 Municipal 29,4

1961 Parlamentaria 30,4

1963 Municipal 23,8

Fuente: Dirección de Registro Electoral.

Ante tal situación, Tomás Moulian se pregunta lo siguiente: “¿Cómo se explica la

pérdida de vitalidad política-ideológica de la derecha en la década del sesenta,

pese al triunfo conseguido en las elecciones presidenciales de 1958?”174

Como lo hemos venido sosteniendo a lo largo de este trabajo, recalcamos el factor

multicausal dentro de los fenómenos históricos, por lo tanto, para este caso

resaltamos tres factores que ya hemos profundizado más arriba y que nos ayudan

a comprender las razones, entre muchas otras, de la “pérdida de la vitalidad

política” de la derecha en dicho período: 1) las reformas al régimen electoral; 2) la

influencia en el sistema de partidos del auge democratacristiano y 3) el fracaso del

gobierno de Jorge Alessandri.

A lo largo de este estudio se han mencionado las influencias en el sistema de

partidos de la década de 1960 de las reformas al régimen electoral (principalmente

la reforma electoral de 1958) y la emergencia del auge democratacristiano. Por

173
Ibid., p. 12.
174
Idem.

83
tanto, el fracaso del gobierno de Jorge Alessandri será uno de nuestros centros de

atención al momento de analizar las causas de la crisis de la derecha chilena en la

mencionada década.

Por ende, a continuación profundizaremos en las implicancias que tuvo la

experiencia tecnocrática del gobierno de Jorge Alessandri R. en la crisis de este

bloque político, agregando nuestra interpretación a las ya realizadas por autores

como Sofía Correa, Tomás Moulian y Verónica Valdivia, y relacionándolas con el

sistema de partidos existente en el período.

II. El ethos tecnocrático alessandrista y la derecha chilena

Adentrándonos a las razones por las cuales la derecha política entró en crisis en la

“década larga de 1960”, no podemos dejar de mencionar dos factores cruciales

que nos permitirán complementar de mejor manera la dinámica partidista en el

período de estudio. Por consiguiente, a los motivos ya enunciadas respecto de las

modificaciones del sistema de partidos tras la reforma electoral de 1958 y sus

implicancias, el declive constante y observable de la derecha chilena en el período

va de la mano con dos factores que mencionaremos a continuación:

a) El auge democratacristiano

La Falange Nacional, grupo político conformado por jóvenes católicos liderados

principalmente por Eduardo Frei Montalva, pertenece a la facción que se escindió

del Partido Conservador en 1938. Este partido, de origen socialcristiano, entre el

período 1938 – 1957 nunca logró mayor trascendencia electoral salvo en la

imagen de su líder, puesto que Eduardo Frei M. alcanzó –siendo integrante de la

Falange – la senaduría por la Provincia de Atacama y Coquimbo para el período

84
1949 – 1959 y fue reelecto para la Provincia de Santiago para el período 1957 –

1965.

Con la transformación de la Falange Nacional en el Partido Demócrata Cristiano,

la constante disputa entre este partido con los conservadores por conquistar el

control ideológico del campo católico, se hizo más eficiente tras la integración de

la doctrina social de la Iglesia y de la diferenciación con los conservadores

respecto a la aceptación de la diversidad y el pluralismo, eso sí, siempre

sustentándose en la moral católica. Con esto, este emergente grupo político

católico empezó a ganarle terreno a los conservadores, tanto por los cambios

ideológicos que comenzó a vivenciar la Iglesia Católica hacia fines de la década

de 1950, como también por la fuerza de los emergentes grupos

democratacristianos originados en Europa, los cuales nacieron como una opción al

marxismo y al liberalismo, proponiendo una “nueva cristiandad” y planteando una

“verdadera redención del proletariado”175.

La mencionada “ola” de cambios en este período permeó, de alguna forma, a la

Iglesia chilena. Para dar un ejemplo, si hacia 1947 la Iglesia Católica chilena

intentó excomulgar a los integrantes de la Falange Nacional que estaban en contra

de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, hacia 1958 los intentos de

los conservadores por movilizar a la Iglesia en contra de la derogación de dicha

ley fueron infructíferos. Es decir, el cambio es observable. Los conservadores

perdieron su influencia característica en la Iglesia Católica y, tal como lo plantea

Sofía Correa, se vislumbra el inicio del “colapso del Partido Conservador”176.

175
Moulian y Torres, op. cit., p. 32.
176
Sofía Correa, “Iglesia y política: el colapso del Partido Conservador”, en Mapocho Nº 30, 1991.

85
Ante tal panorama, se aprecia un choque entre una imagen progresista versus una

imagen conservadora del mundo católico que, situándonos en la década de 1960,

facilitó que los “aires de reformas” que se vivenciaban en esa época fuesen

proclives hacia la primera imagen mencionada. Por lo tanto, y tal cual lo postula

Tomás Moulian e Isabel Torres:

“… la decadencia ideológica del liberalismo, su transformación ideológica en


una colectividad anti-cambios, sin perfil propio, favoreció el auge
177
democratacristiano”

Ante esto, nosotros debemos hacer una pequeña acotación respecto del concepto

de “cambios”. Si éstos, preferentemente se entienden en concordancia a cambios

acuñando conceptos como “justicia social” o “Estado regulador”, si bien el

gobierno de Jorge Alessandri se distancia de dichas concepciones, sí posee una

imagen de cambio, la cual radica, principalmente, en querer modificar el sistema

existente desde 1938 (Estado Empresario) y refundar un sistema económico

liberal con predominio de la empresa privada. Es decir, el cambio estaba

propugnado en su proyecto de modernización capitalista que, como vimos, fracasó

en su establecimiento.

En suma, desde fines de la década de 1950 se fueron creando las condiciones

para que la Democracia Cristiana acaparara la imagen renovadora y convocara al

electorado chileno, católico en su mayoría por lo demás, hacia su línea de acción.

b) La “amenaza izquierdista”

Durante las elecciones presidenciales de 1958, y tras la legalización del Partido

Comunista en ese mismo año, el candidato Salvador Allende G., representante de

177
Moulian y Torres, op. cit., p. 41.

86
la coalición de partidos políticos de izquierda denominada Frente de Acción

Popular (FRAP), principalmente integrado por socialistas y comunistas, obtuvo una

cifra no despreciable del 28,91% de los votos. Estas cifras, sólo superadas por el

candidato vencedor, Jorge Alessandri Rodríguez (31,52%), motivaron la alarma en

los sectores de derecha, que vieron en la izquierda un potencial enemigo en

futuras elecciones.

Por lo tanto, la “amenaza izquierdista” volvió a la palestra pública de manera clara

y contundente, puesto que, si no fuera por los votos obtenidos por el candidato

independiente, el ex cura de la Comuna de Catapilco, Antonio Zamorano, quien

obtuvo un 3,36% de los votos, las estimaciones de la época aludían a que el factor

del denominado “cura de Catapilco” influyeron en la pérdida de sufragios del

sector izquierdista a favor del candidato de derecha.

Ante tal panorama, la mencionada “amenaza izquierdista” era más que una obra

discursiva, más bien se estaba granjeando de manera tácita.

Si a lo anterior le agregamos el denominado ethos revolucionario que se corporiza

tras la experiencia cubana de 1959, y su influencia en el contexto latinoamericano,

reforzaron el peligro izquierdista en los partidos de derecha. Un peligro que Jorge

Alessandri experimentó durante su propio gobierno, en primer lugar por las

presiones de Estados Unidos para la aceptación de un programa económico

diametralmente diferente al que su programa de gobierno propugnaba, nos

referimos a la Alianza para el Progreso y el establecimiento de la Reforma Agraria

En segundo lugar, debemos mencionar el denominado “naranjazo” que avala, de

manera significativa, las implicancias que tuvo dicha “amenaza izquierdista” en la

87
pérdida de vitalidad política del bloque de derecha en nuestro país a mediados de

la década de 1960.

Tras el fallecimiento en 1963 del diputado socialista por los departamentos de

Curicó y Mataquito, Oscar René Naranjo, se fijó una elección parlamentaria

complementaria para suplir al fallecido diputado. Éstas, efectuadas a menos de

seis meses de la elección presidencial, es decir, en marzo de 1964, enfrentaron a

los candidatos del Frente Democrático (coalición gobernante conformada por

conservadores, liberales y radicales) Rodolfo Ramírez, al representante

democratacristiano Mario Fuenzalida y al hijo del fallecido diputado, el también

socialista Oscar René Naranjo Arias.

El candidato ganador fue Oscar Naranjo Arias, obteniendo un 39,2% de los

sufragios. Ello aumentó la preocupación de la coalición de derecha gobernante,

primero por el carácter del diputado elegido (representante de la izquierda),

segundo, por haber perdido en una zona eminentemente agrícola y, tercero, por la

cercanía a las elecciones presidenciales de 1964, reflejando así una pérdida tácita

en el apoyo del electorado.

Ante tal panorámica, Moulian y Torres establecen que en vista de las

presidenciales de 1964 la derecha realizó un “trasvasije” en apoyo del candidato

democratacristiano, Eduardo Frei M. Si en 1958 el candidato izquierdista Salvador

Allende estuvo cerca de obtener la victoria, sumando la preocupación acumulada

tras el “naranjazo” y el ya mencionado auge democratacristiano, las posibilidades

reales de la derecha de obtener la victoria en 1964 eran escasas, por no decir

nulas.

88
Entonces, la derecha decidió hacia 1964 inclinarse por el denominado “mal

menor”, es decir, apoyar la candidatura del democratacristiano Eduardo Frei M.

para que la amenaza izquierdista alcanzara el sillón presidencial, creando a su vez

una ruptura dentro del Frente Democrático puesto que decidieron no apoyar al

radical Julio Durán por considerar, principalmente, escasas sus posibilidades de

obtener la victoria. Tal motivación si bien surtió efecto, puesto que Frei Montalva

salió electo Presidente de la República, lo hizo dañando colateralmente a la

derecha de ese entonces, ya que este bloque entró en un ciclo de

cuestionamientos evidentes debido a su debilidad política.

Si bien hemos expuesto los argumentos por los cuales la derecha política fue

perdiendo apoyo electoral, a continuación nos adentraremos en las razones

interpretativas que tratan de explicar la crisis que vivió este bloque político tras el

gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez revisando, fundamentalmente, las

interpretaciones realizadas por los autores que se han dedicado al tema como

Tomás Moulian, Sofía Correa y Verónica Valdivia agregando, eso sí, nuestra

propia visión.

Conjugando el desenvolvimiento político del gobierno de Jorge Alessandri con la

crisis que evidenció la derecha chilena hacia mediados de 1960, es crucial relevar

la identificación de componentes que establece Verónica Valdivia en su obra

Nacionales y gremialistas. El “parto” de la nueva derecha política chilena, 1964 –

1973, puesto que a partir de la necesidad de especificar las razones por las cuales

la trayectoria de la derecha chilena en la década de 1960 se vieron modificadas,

esta autora realiza su interpretación incluyendo los puntos de encuentro y

89
desencuentro, principalmente, entre los argumentos definidos por Tomás Moulian

y Sofía Correa.

Para dichos efectos, Verónica Valdivia le asigna una crucial importancia al quiebre

producido al interior de la derecha chilena, puesto que posibilitó la emergencia de

una “nueva derecha” tras su crisis. Es decir, entre las elecciones presidenciales de

1964, donde la derecha entró en una crisis evidente, y la creación del Partido

Nacional en 1966, la derecha política resurgió del ambiente de crisis modificando

su estructura identitaria tanto en su forma como en su fondo. En su forma, porque

el Partido Conservador y Partido Liberal, estandartes insignes de la derecha

política, dejaron de existir. Ante esto, la derecha se reorganiza en torno a la

creación del Partido Nacional, un partido que integra los restos de la derecha

“antigua” con los grupos minoritarios existentes en dicho bloque político,

principalmente, el grupo nacionalista liderado por Sergio Onofre Jarpa.

Siguiendo con los postulados de Verónica Valdivia, es aquí donde radica el “parto”

de la nueva derecha chilena de la década de 1960. Tanto con los “dolores” que un

parto representa (fundamentalmente expresados con la desaparición de PL y

PCons), como por las aspiraciones que este nuevo elemento político encarnó.

Esta nueva derecha política posee características que hacen olvidar a la derecha

tradicional, oligárquica y decimonónica, fundamentalmente porque se inscribe en

un clima político altamente fragmentado, exigiéndole a ésta que posea un

programa propio que funcione, ya no a través de las alianzas partidistas que la

caracterizaron en antaño, sino que, interpretando un contexto político excluyente

donde predominan las denominadas “planificaciones globales”. Por lo tanto, esto

provocó que la derecha generara un proyecto político nuevo, incursionando en

90
propuestas propias y excluyentes para llegar al poder. Dichas propuestas se

sustentaron, principalmente, exacerbando el nacionalismo y apelando al discurso

inclusivo de carácter interclasista, es decir, tratar de ganar también en la “calle”.

Al generar un proyecto político renovado, que buscaba principalmente salir de la

crisis en la cual había caído, se marca una diferenciación con Sofía Correa, ya que

esta autora nos dice que la derecha tradicional, al desmoronarse por falta,

principalmente de discurso propositivo – puesto que se suma en apoyo electoral,

sin negociación de por medio, al candidato democratacristiano Eduardo Frei M. –,

cayó en la radicalización del discurso de los sesentas a través de la creación del

Partido Nacional, el cual se presentaba altamente confrontacional. Es decir, Sofía

Correa asume que la nueva derecha chilena se caracteriza por la inclusión de los

factores externos más que por las dinámicas internas que este bloque político

configuró para competir en el sistema de partidos de la década de 1960.

Al respecto, Tomás Moulian establece que las estrategias realizadas por la

derecha desde la década de 1930, respondieron a movimientos defensivos y

ofensivos en respuesta a las dinámicas políticas que caracterizaron ese período.

En otras palabras, para Moulian, la derecha chilena al perder el control estatal,

estuvo dispuesta a negociar con los partidos gobernantes para mantener sus

intereses, realizando estrategias defensivas (1938 – 1946) y ofensivas (1948 –

1958), demostrando así su dependencia del sistema de partidos y conservando el

denominado “equilibrio de fuerzas”.

Cuando dicho “equilibrio” se fracturó en la década de 1960, tanto por la

emergencia del auge democratacristiano, como por la concretización de la

“amenaza izquierdista”, la derecha tradicional, al no poseer un discurso

91
modernizador que la caracterizara, y acorde a una época altamente demandante

en cuanto a reformas se refiere, cayó por su propio peso.

Ante dicho panorama, tomamos en cuenta las interpretaciones realizadas por

Sofía Correa, primero porque al contribuir con una visión plural del sector político

en cuestión, hacen ampliar el margen de visión respecto de este bloque político.

Es decir, para Sofía Correa es pertinente hablar de “derechas” y no de una sola,

puesto que no se trata de un solo corpus unificado con un proyecto e ideales

concretos, sino que engloba a distintos actores que giran en torno a un proyecto

político–social y económico determinado, que se va concretizando y tomando

forma a medida que la derecha tradicional se decanta y emerge una nueva

derecha.

Entonces, tenemos a la derecha política (la que hemos mencionado a lo largo de

este capítulo), personificada a través de los partidos y movimientos políticos que la

representan: en un principio el Partido Liberal y Conservador, para luego

conformarse en el Partido Nacional, identificando dentro de éste último al

movimiento Gremialista de la Universidad Católica, surgido a fines de la década de

1950 y encarnado en su máxima figura: Jaime Guzmán Errázuriz.

Por otra parte, está la denominada “derecha económica”, representada por los

diversos grupos empresariales y organizaciones del comercio y las finanzas, que

se identifican con el proyecto político de la derecha tradicional, pero que

constituyen actores diferentes.

Cabe mencionar, al respecto, que lo anterior se ve conjugado en la persona de

Jorge Alessandri Rodríguez, ya que fue tanto un empresario y representante

92
gremial prominente, como un político ligado a dicho bloque. Es decir, Jorge

Alessandri mezcla en su figura estos dos tipos o categorías de derechas.

Por último, y no menos importante, Sofía Correa establece la existencia de la

influyente “derecha mediática”, concentrada, principalmente en el periódico El

Mercurio.

En concreto, y al igual como lo hemos expuesto anteriormente, Verónica Valdivia

liga la interpretación de Moulian a la escasa vinculación de la derecha con un

proyecto modernizador, sólo tendiente a conservar el status quo que le permitiera

mantener sus redes de influencia en la toma de decisiones. En sus palabras:

“Para Moulian, por ende, la derecha históricamente adoleció de una debilidad

hegemónica – la ausencia de proyecto modernizador – por lo cual desarrolló

estrategias defensivas u ofensivas, dependiendo de la peligrosidad de la


178
amenaza reformista, para mantener sus privilegios” .

Ante dicho panorama, para Moulian la derecha chilena, sea esta liberal o

conservadora, es conservadora en sí por el hecho concreto de su mantenimiento

del status quo, factor que se tensiona si le sumamos la apelación constante de

este grupo político respecto del derecho de propiedad que, en otras palabras,

permitirían que la derecha se vuelque a la defensa, por cualquier medio posible,

de este derecho estableciendo, por ende, lo que se denomina como “la frontera de

la democracia”.

A diferencia de Moulian, Sofía Correa sí establece la existencia dentro de la

derecha chilena de un proyecto modernizador que emerge, visiblemente, durante

la década de 1950 desde lo que se denomina “derecha económica”, reflejada,


178
Verónica Valdivia, Nacionales y gremialistas. El “parto” de la nueva derecha política chilena, 1964 – 1973,
Santiago, LOM Ediciones, 2008, p. 16.

93
principalmente a través del: “neoliberalismo, tendencia que hizo su aparición

durante la Misión Klein-Saks (1956) y la denominada Revolución de los Gerentes

(1958 – 1960)”179.

Pero, uno de los puntos de inflexión dentro de las interpretaciones anteriormente

enunciadas, lo menciona Verónica Valdivia en su discusión bibliográfica, puesto

que se desmarca de los postulados de Sofía Correa en cuanto a que, la derecha

que desaparece a mediados de los sesentas y que resurge posteriormente, no fue

sólo en concordancia a un sentimiento reaccionario hacia la izquierda

revolucionaria, sino por razones endógenas que hicieron desaparecer a la

“derecha oligárquica residual”, apareciendo con fuerza una derecha con un

proyecto modernizador característico y capacitada para no ya negociar el poder,

sino disputarlo con todas sus letras. Por tanto, según Verónica Valdivia, Sofía

Correa al ubicarse en el eje tradición y modernidad para entender el

comportamiento de la derecha, “enfatiza lo modernizador en desmedro del peso

de la tradición”, dejando de lado así una característica crucial de la derecha

tradicional que se disuelve a mediados de los sesentas.

Por lo tanto, y antes de exponer nuestra mirada al respecto, es necesario exponer

la hipótesis de Verónica Valdivia para así dejar encaminada la incidencia de lo que

hemos denominado ethos tecnocrático del gobierno de Jorge Alessandri en la

crisis de la derecha chilena. Entonces, al respecto, Verónica Valdivia nos dice que:

“[…] la muerte de la derecha histórica no se produjo al momento de la elección


presidencial, sino una vez instalado el gobierno de la Democracia Cristiana y
comenzando el proceso de reformas estructurales […] ello significó la
desaparición de una derecha residual, oligárquica decimonónica, lo cual se

179
Ibid., p. 18.

94
debió a la imposibilidad evidente de mantener las estrategias de cooptación y
de “cambiar para que nadie cambie” que habían venido utilizando desde el
siglo anterior […] esto no era una estrategia modernizadora, sino de
supervivencia, frente a un orden que moría indefectiblemente. En la elección
de 1964 y en el período inmediatamente posterior, la derecha histórica
pretendió continuar con dicha política, intentando, por una parte, evitar la
redefinición de los radicales que se volvían hacia la izquierda y, por otra, un
acercamiento con el gobierno de Frei Montalva que le permitiera negociar el
programa presidencial de reformas estructurales. Fue la negativa persistente
de la Democracia Cristiana, ya en el gobierno, a entablar una alianza de
centro-derecha y su decisión de no negociar una reforma agraria que afectaría
el derecho de propiedad lo que hizo evidente para esta última el fin de su
estrategia cooptativa. No fue un problema de pérdida de confianza, pues
cuando dio su apoyo electoral a Frei no lo hizo desde una posición y
autopercepción de debilidad, sino que aplicó su tradicional pragmatismo, ya
que, después de todo, anticomunismo y cristianismo los unían a ese centro en
rebelión. La resistencia democratacristiana, enfrentada a su propio conflicto
interno, fue lo que indujo a los distintos sectores derechistas –viejos y nuevos
– a dar por terminada la fase decimonónica y buscar nuevos derroteros”180.

La suma de las interpretaciones, principalmente, de Sofía Correa y Verónica

Valdivia, se distancian preferentemente en la ubicación del momento cuando la

derecha tradicional dejó de existir. Para la primera es el hito concreto del

denominado “naranjazo” la que lo provoca (sumado a su falta de confianza en sí

misma traducido en la pérdida del “discurso propositivo”) y, para la segunda

autora, como vimos, es durante la administración Frei Montalva cuando sucede.

Para nosotros, e intentando mediar entre las tesis anteriormente mencionadas,

resulta necesario agregar a tales razones la importancia del fracaso político del

gobierno de Jorge Alessandri, permitiendo establecer que, una vez alcanzado el

180
Ibid., pp. 41-42.

95
poder, no pudo llevar a cabo su proyecto político-económico. Por tanto, el

mencionado ethos tecnocrático del gobierno de Jorge Alessandri, posibilitó el

alejamiento, primero, de un discurso político acorde a un contexto histórico en

donde el “campo político” era altamente disputado. Es decir, el marcado

“antipartidismo” y el discurso “apolítico” que caracterizó el estilo, y gobierno de

Jorge Alessandri, afectó al grupo político que lo apoyaba en una época donde “lo

político” retomó su fuerza en desmedro de lo “técnico”.

En segundo lugar, el fracaso de la administración de Jorge Alessandri producto de

su ethos tecnocrático, provocó que los partidos proclives en establecer reformas

aumentaran su figuración en desmedro de una derecha decimonónica residual,

incapaz de solventarse por sí misma. Esto, produjo el nacimiento de una nueva

derecha que fue capaz de competir en dicho panorama político, conjugando,

ahora, un discurso modernizador con elementos que la han caracterizado

tradicionalmente. Es decir, la protección de valores tradicionales y la defensa de la

propiedad privada emergen con un tinte modernizador.

Lo anterior se refleja claramente si observamos las elecciones presidenciales de

1970, cuando tácitamente se conjugan dichos factores. Por algo, el candidato de

la mencionada “nueva derecha” en 1970 volvió a ser Jorge Alessandri Rodríguez

pero, esta vez, apoyado por los emergentes grupos de derecha que supieron “leer”

el nuevo contexto político en el cual se encontraban. Estos eran, principalmente,

los Gremialistas de Jaime Guzmán E. y los Nacionalistas encabezados por el ya

mencionado Sergio Onofre Jarpa. En palabras de Moulian y Torres:

96
“[…] la declinación política de la derecha tuvo estrecha relación con sus
debilidades ideológicas, amplificadas por su fracaso como fuerza
181
gobernante” .

En síntesis, y como hemos expuesto anteriormente, es el mencionado ethos

tecnocrático del gobierno de Jorge Alessandri (una dentro de muchas razones) el

que indujo la crisis de la derecha chilena, puesto que ese ethos penetrante, una

visión del mundo que subsume la estética, la religión, y el pensamiento tradicional

bajo el modo racionalista identificados en el estilo y gobierno de Jorge Alessandri,

fue el que afectó, de alguna forma, al grupo político que lo apoyó en un contexto

histórico en el cual se le otorgó un papel fundamental a “lo político”.

Es decir, si en el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo lo político y, más

concretamente, los partidos políticos fueron altamente cuestionados, dicha

dinámica se reprodujo bajo el gobierno de Jorge Alessandri pero, al hacer explícito

el mencionado ethos tecnocrático, lo político exigió su renovación y su

participación en lo que le compete, en otras palabras, exigió reclamar lo que es

suyo: la cosa pública.

III. A la derecha de la tecnocracia

Como hemos sostenido a lo largo de este trabajo, la tecnocracia en Chile es

identificable desde fines de la década de 1920, concretamente con la Dictadura de

Carlos Ibáñez del Campo y el grupo político que lo acompañó en su

administración. Nos referimos al equipo tecnocrático que acompañó y asesoró al

Ministro de Hacienda de Ibáñez, Pablo Ramírez, es decir, los conocidos como los

“cabros de Ramírez”.

181
Moulian y Torres, op. cit., p. 42.

97
Desde la década de 1930 hasta 1958, podemos observar que la tecnocracia

estuvo instalada principalmente en la CORFO, poseyendo una autonomía tanto de

los partidos políticos como de los gobiernos de turno.

Tal situación se vio modificada durante la administración de Jorge Alessandri

Rodríguez, puesto que, tras la ya mencionada “operación limpieza”, la

tecnoestructura estatal, establecida desde los años treintas, se modificó hacia una

tecnoestructura de tipo privada. Por lo tanto, los años en los cuales la tecnocracia

en nuestro país actuó de manera autónoma respecto de los partidos políticos, tras

el gobierno de Jorge Alessandri dicha característica fue trastocada de manera

significativa haciendo que el estamento tecnocrático sea permeado por el

Ejecutivo.

Tras lo anterior y sumado a los gobierno de Frei Montalva y Allende, la

tecnoestructura estuvo al servicio de los gobiernos de turno. Lo mismo sucedió, y

de manera más observable, durante la dictadura del General Augusto Pinochet, en

la cual los tecnócratas, principalmente instalados en la Oficina de Planificación

Nacional (ODEPLAN), sirvieron a los intereses del gobierno de ese entonces para

concretizar su programa político-económico de corte neoliberal.

Por lo tanto, se observa una ruptura significativa respecto de la autonomía del

estamento tecnocrático tras el gobierno de Jorge Alessandri, que retoma su alta

figuración con los denominados “ODEPLAN boys182” y, sobre todo, los

paradigmáticos “Chicago boys”.

182
Carlos Huneeus, “Tecnócratas y políticos en un régimen autoritario: los ´ODEPLAN BOYS` y los
´GREMIALISTAS` en el Chile de Pinochet”. Revista Ciencia Política/Volumen XIX/ 1998. URL:
<http://www.cerc.cl/Publicaciones/tecnocratas%20y%20politicos%201998.pdf>

98
Las modificaciones al régimen político y económico efectuadas durante la

dictadura de Augusto Pinochet, marcaron de manera significativa las posteriores

performances de los tecnócratas en la cosa pública. Primero, porque tras la

instalación de un modelo económico neoliberal, que permanece hasta nuestros

días, la tecnocracia que se desarrolló a partir de ese entones no cuestiona su

mirada económica. Es decir, el aspecto neoliberal ha quedado prácticamente

inalterado al interior de los grupos tecnocráticos, incluso hasta el presente.

En segundo lugar, producto de la Constitución de 1980, la cual no se modificó tras

la vuelta a la democracia en 1990, los partidos gobernantes, desde ese entonces,

han administrado un modelo pensado por una tecnocracia específica. Por lo tanto,

su diferenciación se concentra principalmente en aspectos políticos identificables,

porque si nos referimos a los aspectos netamente económicos, tanto la

Concertación de Partidos por la Democracia (coalición gobernante de centro-

izquierda entre 1990 y 2010) y el actual gobierno de derecha, se diferencian muy

poco.

Por consiguiente, establecemos que tras la experiencia de Jorge Alessandri

Rodríguez y su trunco proyecto económico, el ethos tecnocrático que lo

caracterizó no quedó en el olvido, lo retomaron los grupos de expertos

economistas y políticos de la mencionada “nueva derecha” para poder

concretizarlo cuando las condiciones así lo permitieran. Entonces, si no lo

pudieron llevar a cabo hacia 1970, puesto que Jorge Alessandri perdió las

elecciones frente al candidato de la Unidad Popular Salvador Allende. El contexto

dictatorial fue el más propicio para concretizar el proyecto económico que, en

democracia, no pudo llevarse a cabo.

99
Cabe resaltar, entonces, que cuando una experiencia tecnocrática en nuestro país

ha triunfado en la instalación de su proyecto, fue bajo un contexto dictatorial. Por

ejemplo, la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo instaló lo que nosotros

denominamos tecnoestructura estatal, que si bien fue profundizada tras los

gobiernos democráticos posteriores a través de la CORFO, su instauración

propiamente tal se debió a dicho régimen. Por su parte, cuando el modelo

económico neoliberal se instaló en nuestro país, gracias a tecnócratas con “credo

neoliberal”, también lo hizo bajo un contexto dictatorial y, del mismo modo, fue

administrado en gobiernos democráticos posteriores.

Además, bajo los dos ejemplos anteriormente citados, dichos grupos tecnocráticos

no estaban representados por un líder instalado en el poder, más bien actuaron en

los alrededores de los organismos de toma de decisiones. Es decir, los grupos

tecnocráticos que hemos mencionado, cuando llevaron sus proyectos a cabo,

actuaron preferentemente en cercanía de los organismos de poder, ya sea desde

un ministerio o desde organismos asesores tales como los llamados think-tanks.

Entonces, debemos establecer, primero, que las veces que los grupos

tecnocráticos en nuestro país han logrado instalar sus propuestas, lo han hecho

bajo contextos de excepción. Y, segundo lugar, lo han realizado no estando a la

cabeza de un gobierno propiamente tal ni, en modo alguno, desde la Presidencia

de la República, sino actuado de manera eficiente como “consejeros del príncipe”.

Poniendo en perspectiva histórica el fenómeno analizado en el presente estudio, la

experiencia nos muestra que la tecnocracia, en nuestro país, ha instalado su

proyecto bajo contextos dictatoriales, pero también cabe resaltar su mantenimiento

y profundización bajo gobiernos democráticos, haciendo más llamativa la

100
experiencia tecnocrática analizada en este trabajo. En concreto, el ethos

tecnocrático de Jorge Alessandri fracasó en la instalación de un proyecto de

modernización capitalista que se proponía, principalmente, desde sectores

tecnocráticos renovados en cuanto a su proyecto político-económico, pero también

representaba el estilo político de quien estaba a la cabeza del gobierno (como lo

vimos de manera particular en la segunda parte de este trabajo).

Por lo tanto, cuando se ha estado bajo contextos democráticos, los proyectos que

han emergido con caracteres fuertemente tecnocráticos, desde el gobierno de

turno, han fracasado. Primero fue el fracaso durante el gobierno de Jorge

Alessandri y, ahora, el fracaso en la instalación de “una nueva forma de gobernar”

establecida por Sebastián Piñera, quien pretendía alejarse de “lo político” e

instaurar un gobierno con un fuerte sello “técnico” y, por sobre todo, independiente

de los partidos.

Como hemos visto, tras los dos cambios de gabinete que ha realizado Sebastián

Piñera183, al igual que su par de los años sesentas, su proyecto tecnocrático

fracasó tras verse obligado a instalar ministros eminentemente “políticos”.

Con todo, queremos dejar en claro que el fracaso de las experiencias

tecnocráticas anteriormente señaladas, corresponden a una tendencia existente

en la historia de nuestro país, que en ningún caso constituyen una suerte de “ley

general” reproducible en la historia, en la cual los proyectos tecnocráticos

propuestos desde el Ejecutivo en contextos democráticos siempre fracasen.

183
Ambos cambios de gabinete se realizaron en 2011. El primero en Enero incorporando a Andrés Allamand y
Evelyn Matthei, y el segundo realizado en Julio del mismo año destacando la incorporación del primo del
Presidente Piñera, Andrés Chadwick Piñera, y el representante del Partido Unión Demócrata Independiente,
Pablo Longueira.

101
Por lo tanto, como mencionamos en el actual apartado denominado: “a la derecha

de la tecnocracia”, lo hacemos principalmente observando las modificaciones que

tuvo la tecnoestructura desde el gobierno de Jorge Alessandri R., pero más

específicamente, desde la dictadura de Augusto Pinochet, donde la tecnocracia en

nuestro país se ha manifestado a favor de posturas económicas instaladas desde

el bloque político de derecha, reconociendo, con esto, que a pesar de la existencia

de grupos tecnocráticos de centro-izquierda originados desde think-tanks -que

nacieron como oposición al régimen de Pinochet –, una vez estando en el poder

dentro de los gobiernos concertacionistas, siguieron administrando el mismo orden

de cosas existente. Es decir, administraron las mismas propuestas originadas por

un grupo tecnocrático (fundamentalmente los mencionados “Chicago boys”) que

se ligan al bloque político de derecha en nuestro país.

En síntesis, como lo ha establecido la tendencia histórica en nuestro país y tal

como lo hemos visto a lo largo de este trabajo, cuando las propuestas

tecnocráticas se buscan instalar desde el gobierno intentando anular el campo

político o, al menos, estableciéndose como una alternativa innovadora a ella,

presentándose con un marcado sentimiento “antipartidos”, “apolítico” y todas las

características que hemos incluido en la categoría de “ethos tecnocrático”, tienden

a ser “derrotadas” por lo “político”, fracasando a fin de cuentas. Pero, cuando

estas propuestas emergen en contextos en los cuales lo “político” ha sido anulado

(al menos en su forma), es decir, bajo contextos dictatoriales, la tendencia

histórica es al “triunfo” de las propuestas tecnocráticas que trascienden y

permean, como también lo hemos señalado, a los procesos democráticos que le

siguen.

102
CONCLUSIÓN
"Soy independiente como la mayor parte de los chilenos. Es
una candidatura que no pedí que vinieran buscar a mi casa.
No es una candidatura personalista, es una candidatura de
equipo"
184
Andrés Velasco

Cuando en nuestro país “lo político” ha sido el foco de críticas, han emergido

propuestas que se concentran en levantar una alternativa al orden existente,

irrumpiendo, por parte de quienes se disputan el poder, propuestas con un

discurso “apolítico” que encausan el sentimiento “antipartidos”, característico de

cuando los asuntos políticos son cuestionados, enfatizando, además, rasgos de

“independencia” respecto de los partidos políticos.

Como lo hemos visto en el presente estudio, el caso concreto del gobierno de

Jorge Alessandri emergió en respuesta a ese sentimiento antipartidos que, de

manera renovada tras la experiencia del segundo gobierno de Carlos Ibáñez del

Campo, se corporiza en un ethos específico al cual hemos denominado ethos

tecnocrático. Principalmente, dicho ethos se caracteriza por desmarcarse del

discurso político tradicional, destacando una racionalidad técnica que resalta la

eficiencia y la competencia técnica para instalarlas como una alternativa orientada

a corregir la situación política existente.

Por lo tanto, el gobierno de Jorge Alessandri se caracterizó por desligarse de lo

que él llamaba “politiquería”, resaltando un discurso “apartidista”, el cual aflora

184
Economista y político chileno, fue Ministro de Hacienda durante el gobierno de la Presidenta de la
República de Chile Michelle Bachelet en el período 2006 – 2010. Estas palabras corresponden a
declaraciones realizadas por Andrés Velasco en relación a su potencial candidatura para las presidenciales de
2014. Extraído desde: “Andrés Velasco toma distancia de partidos y propone primarias con candidatos
independientes”, en La Tercera (versión on line), martes 3 de octubre de 2011. URL:
<http://www.latercera.com/noticia/politica/2011/10/674-396489-9-andres-velasco-toma-distancia-de-partidos-y-
propone-primarias-con-candidatos.shtml>

103
como una alternativa que, en el caso concreto de dicho gobierno, surgió como un

proyecto modernizador de la mano de un ethos tecnocrático influyente.

Mencionamos que ese ethos tecnocrático fue influyente porque, tras la experiencia

tecnocrática de Jorge Alessandri, se trastocó tanto la tecnoestructura existente en

Chile desde la década de 1930 (que poseía una orientación estatista), como

también trastocó a un bloque político que si bien entra en crisis a mediados de la

década de 1960, sale de ella como una “nueva derecha chilena”.

Uno de los factores (dentro de tantos) respecto a lo “novedoso” dentro de esa

derecha, se encuentra en un grupo tecnocrático ligado a un emergente proyecto

económico neoliberal, que actuaría bajo el régimen autoritario de Pinochet,

instaurando la “revolución económica” impulsada por el grupo tecnocrático,

fuertemente economicista, denominado “Chicago Boys”, permeando, de este

modo, el discurso político posterior.

Por lo tanto, a partir de dicha experiencia, se posiciona un discurso político con un

marcado sello economicista que apela, principalmente, a la experticia del

especialista en ciencias económicas.

Ante dichos efectos, cabe tomar en cuenta la situación actual en nuestro país, en

la cual la emergente candidatura del ex ministro de Hacienda de Michelle

Bachelet, el economista Andrés Velasco, se posiciona como un potencial

candidato a la presidencia con un destacable discurso apolítico y, por sobre todo,

tecnocrático. Dicha candidatura emerge tras los fuertes cuestionamientos que ha

tenido tanto el gobierno de Sebastián Piñera como la clase política chilena en

general, agregando, dentro de estos últimos al grupo político al cual (al menos)

representó Andrés Velasco, la Concertación de Partidos por la Democracia,

104
corroborando nuestra hipótesis de que los proyectos tecnocráticos emergen en la

palestra pública cuando “lo político” se ve cuestionado.

Lo anterior lo podemos reforzar si mencionamos al gobierno de derecha actual, el

del Presidente Sebastián Piñera, quien sustentó, tanto en su campaña como

durante su primer año de mandato presidencial, su discurso en fuertes

componentes tecnocráticos, destacando tanto a su gabinete conformado por

“expertos” titulados en prestigiosas universidades extranjeras, como por su

independencia respecto de los partidos integrantes de la coalición de derecha.

Todo lo anterior se concretizó en lo que Sebastián Piñera denominó, en su

discurso presidencial del 21 de mayo de 2010: “la nueva forma de gobernar”.

Pero la situación de la candidatura actual de Andrés Velasco emerge en un

contexto diametralmente distinto al de los años sesentas, principalmente porque,

como lo enunciamos a lo largo de este trabajo, si bien el gobierno de Jorge

Alessandri se instala como una continuación, renovada eso sí, de un sentimiento

antipartidista existente desde el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo,

tras el fracaso de la administración Alessandri no emergió ninguna candidatura

con un discurso tecnocrático, más bien, se observa que “lo político” retomó su

lugar dentro de la cosa pública.

Por ende, para el caso actual, tras el fracaso de la propuesta tecnocrática del

presente gobierno de Sebastián Piñera, y revisando los índices de

desaprobación185 con el cual se sustenta el descontento hacia la clase política del

185
A partir de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), en el período junio-julio 2011, revela que el
nivel aprobación ciudadana a la administración de Sebastián Piñera se sostiene en un 26%, el nivel más bajo
de aprobación ciudadana desde la existencia de esta entidad. Por su parte, las cifras son llamativas si las
situamos en relación a la clase política, principalmente concentrada en los dos grandes bloques políticos
existentes en Chile. Con esto, el nivel de aprobación de la Concertación es de un 17% mientras que, la

105
país, es llamativo que emerja nuevamente una candidatura que posea un discurso

tecnocrático, ya no una candidatura eminentemente política, como sucedió en el

período de estudio. Es decir, la supuesta candidatura (aún no oficial) de Andrés

Velasco se diferencia del caso estudiado en el presente trabajo, puesto que, hacia

mediados de la década de 1960 la política tomó un nuevo impulso con las

experiencias de los gobiernos de Eduardo Frei M. y Salvador Allende. Por lo tanto,

tras el fracaso tecnocrático alessandrista no emergió, primero, ninguna

candidatura independiente ni, segundo, una candidatura que se ligara -tanto en su

discurso como en su programa de gobierno – con un ethos tecnocrático visible.

Eso sí, para el caso de la actual “posible” candidatura de Andrés Velasco, se hace

pertinente recalcar que lo que hemos mencionado está aún en desarrollo y, como

se ha observado en la historia, todo puede suceder. Nada está escrito de manera

definitiva.

Por lo tanto, concluimos que tal como hemos visto a lo largo de este trabajo,

cuando el sistema político entra en crisis o, al menos, se enfrenta a fuertes

cuestionamientos por parte de la ciudadanía, los partidos políticos y la clase

política en general son los organismos visibles que focalizan el rechazo de la

población. Ante esto, emergen proyectos con una postura discursiva alternativa

que, para el caso revisado, se liga con factores tecnocráticos. Pero, tal como

hemos visto en esta investigación, una vez estando un gobierno con un ethos

tecnocrático potente e identificable, la política exige a “gritos” el papel que le

corresponde, por lo cual, como lo ha demostrado la tendencia hasta el momento

coalición gobernante, es decir, la “Coalición por el Cambio” obtuvo un 24% de aprobación. Cifras extraídas
desde: “Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 64, junio-julio 2011”, Santiago, CEP, 2011. Véase también en,
URL: < http://www.cepchile.cl/dms/lang_1/doc_4844.html >

106
en nuestro país, cuando se está en presencia de un gobierno tecnocrático éstos

tienden al fracaso, principalmente por dejar a un lado el campo de lo político. Es

decir, se dejan de lado a los ciudadanos que también participan o, al menos,

exigen participar dentro de dicho campo, el de la polis.

Por ende, como mencionamos en un principio, si la colonización de Siracusa por

parte de los griegos hacia el siglo IV AC. nace como una resolución a la

denominada stasis186, y en los contextos contemporáneos los gobiernos con un

ethos tecnocrático emergen como una solución alternativa a la stasis política, tanto

el gobierno del “filósofo-rey” (en el caso griego) como el de un presidente con un

fuerte sello tecnocrático, tienden al fracaso.

186
Concepto griego que alude a un conflicto interno que puede decantar en una guerra civil. A lo cual, los
griegos proponían que, para evitar el conflicto interno, es decir, la stasis, se promovió la colonización de otros
territorios con la finalidad de impedir una guerra civil.

107
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optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, 1986.

• Diccionarios biográficos:

Ramón, Armando de. Biografías de chilenos: miembros de los poderes ejecutivo,


legislativo y judicial: 1876-1973. Santiago, Chile: Ediciones Universidad
Católica de Chile, 1999.

• Audiovisuales:

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APLAPLAC Ltda., 2010. URL: < http://aplaplac.cl/video/suenos-de-futuro-la-
historia-de-corfo/>
TVN. “Nuestro Siglo”, 1999.

118
ANEXOS
Anexo Nº 1
Fuente: Antúnez, 2009, op. cit., p. 54.

119
Anexo Nº 2
Fuente: Antúnez, 2009, op. cit., p. 59.

Anexo Nº 3
Fuente: Antúnez, 2009, op. cit., (Anexo Nº 4), p. 82.

120
Anexo Nº 4
Fuente: Extraída a partir de: Luis Valencia Avaria (comp.), op. cit., pp. 648-658; y
por: Oscar Gabriel Soto Vio, El gobierno de don Jorge Alessandri Rodríguez
(1958-1964): notas para su estudio. Concepción, Chile, tesis de licenciatura
para optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, 1986

Gabinete de Jorge Alessandri. Agosto de 1961: incorporación de los


radicales.

Nombre Posición Partido Político


Sótero del Río Gundián Ministro del Interior Independiente

Carlos Martínez Sotomayor Ministro de Relaciones Exteriores Partido Radical

Luis Mackenna Shiel Ministro de Hacienda Independiente

Luis Escobar Cerda Ministro de Economía, Fomento y


Partido Radical
Reconstrucción
Enrique Ortúzar Escobar Ministro de Justicia Independiente

Enrique Serrano Viale Ministro de Minería Independiente


Ministro de Trabajo y Previsión
Hugo Gálvez Gajardo Independiente
Social
Eduardo Moore Montero Ministro de Educación Pública Partido Liberal
Julio Philippi Izquierdo Ministro de Tierras y Colonización Independiente

Julio Pereira Larraín Ministro de Defensa Nacional Partido Conservador

Ernesto Pinto Lagarrigue Ministro de Obras Públicas Independiente

Orlando Sandoval Vargas Ministro de Agricultura Partido Radical


Benjamín Cid Quiroz Ministro de Salud Pública Partido Radical

121
Anexo Nº 5
Fuente: Extraída a partir de: Luis Valencia Avaria (comp.), op. cit., pp. 648-658; y
por: Oscar Gabriel Soto Vio, op. cit., 1986, pp. 100-101.

Cuadro esquemático de los diferentes ministros que conformaron el


Gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez (se incluyen suplencias)

Ministro Nombre Período


Enrique Ortúzar 1958 – 59
Ministro del Interior
Sótero del Río 1959 – 64
Germán Vergara Donoso 1958 – 61
Carlos Martínez Sotomayor 1961 – 63
Ministro de Relaciones Exteriores
Enrique Ortúzar 1963
Julio Philippi Izquierdo 1963 – 64
Roberto Vergara Herrera 1958 – 60
Julio Philippi Izquierdo 1960
Ministro de Economía, Fomento y Julio Philippi Izquierdo 1960 – 61
Reconstrucción
Luis Escobar Cerda 1961 – 63
Julio Philippi Izquierdo 1963
Manuel Pereira Irarrázaval 1963 – 64
Roberto Vergara Herrera 1958 – 60
Ministro de Hacienda
Eduardo Figueroa Geisse 1960 – 61
Luis Mackenna Shiell 1961 – 64
Francisco Cereceda 1958 – 60
Eduardo Moore 1960 – 61
Ministro de Educación Publica
Patricio Barros 1961 – 63
Alejandro Garretón 1963 – 64
Julio Philippi Izquierdo 1958 – 60
Ministro de Justicia
Enrique Ortúzar 1960 – 64
Carlos Vial Infante 1958 – 61
Joaquín Fernández
1961
Ministro de Defensa Nacional Fernández
Enrique Bahamonde 1961
Julio Pereira Larraín 1961 – 63
Carlos Vial Infante 1963 – 64
1958 – 60
Ministro de Obras Públicas y Transportes Pablo Pérez Zañartu
Ernesto Pinto Lagarrigue 1960 – 64

122
Jorge Saelzer 1958 – 60
Manuel Casanueva
1960 – 61
Ministro de Agricultura
Ramírez
Orlando Sandoval 1961 – 63
Pedro Enrique Alfonso 1963
Ruy Barbosa Popolizio 1963 – 64
Julio Philippi Izquierdo 1958 – 60
Enrique Bahamonde 1960 – 61
Julio Philippi Izquierdo 1961 – 63
Ministro de Tierras y Colonización Paulino Varas Alfonso 1963
Julio Philippi Izquierdo 1963
Federico Peña 1963
Ruy Barbosa Popolizio 1963 – 64
Paulino Varas 1964
Eduardo Gomien 1958 – 59
Eduardo Gomien 1959 – 60
Ministro de Trabajo y Previsión Social
Hugo Gálvez 1960 – 63
Miguel Schweitzer 1963 – 64
Eduardo Gomien 1958 – 59
Eduardo Gomien 1959
Ministro de Salud Pública Sótero del Río 1959 – 61
Benjamín Cid 1961 – 63
Francisco Rojas Villegas 1963 – 64
Roberto Vergara Herrera 1958
Enrique Serrano Viale Rigo 1960 – 61
Ministro de Minería Julio Chaná 1961 – 62
Joaquín Prieto Concha 1962 – 63
Luis Palacios Rossini 1963 – 64

123
Anexo Nº 6
Debo agradecer al profesor Patricio Silva quien me facilitó el siguiente material:

El Diario Ilustrado, sábado 28 de Marzo de 1959, pág. 3

En torno a la tecnocracia

La idea de que el gobierno de un país debe que ellos propugnaban, 20 millones de


estar a cargo de ´técnicos´, y no de políticos, cesantes ... era indis-pensable, entonces, abrir
no es nueva en el mundo. Prescindiendo de el camino a la ¨tecnocracia¨ (literalmente, el
otros ejemplos, es interesante recordar, al ¨gobierno de los técnicos¨), reemplazar el
respecto, la trayectoria del movimiento actual sistema de medios de pago por vales
denominado la ´tecnocracia´ que hace algunas representativos de ¨unidades de energía¨,
décadas alcanzó a adquirir bastante auge en limitar el derecho de propiedad y controlar
los Estados Unidos. todos los instrumentos de producción y
Hacia 1930, un grupo de hombres de distribución de la vida económica. Además,
ciencia norteamericanos, fundó un centro de in- prometían que con una mejor ordenación
vestigaciones, que se llamó ´Alianza Técnica´, interna, el pueblo norteamericano podría
con el fin de hacer un recuento de las ´ener- alcanzar un standard de vida 10 veces más
gías´de la nación. Jefe e iniciador de este elevado, trabajando sólo 4 horas diarias, 4 días
intento, fue el ingeniero Howard Scott, de la de la semana.
Cátedra de Tecnología de la Columbia La reorganización de la economía era
University de Nueva York. Bajo los auspicios un proyecto vasto y ambicioso. ¨¿Cuáles serán
de esta prestigiosa casa de estudios, las fuerzas que realizarán el plan?¨, - se
colaboraron, también en esta empresa, pregunta Minard - ¨la tecnocracia: la
numerosos profesores universitarios, in- dominación, el gobierno de los técnicos, de los
vestigadores, ingenieros, arquitectos, fisicos, ingenieros. Los tecnócratas repudian la política
químicos, etc. y la economía. Esta última, se confunde, para
Al principio, la labor consistió en ellos, con la téc-nica. ¿Las leyes económicas?
realizar un verdadero inventario de los recursos El ingeniero las manejaría como maneja los
materiales de la gran República del Norte. Se kilowats, las atmós-feras y los H.P. ¿Las
ela-boraron, entonces, cientos de gráficos con contingencias políticas? La tecnocracia no se
indi-caciones matemáticas de la energía y el preocupa del socialismo, ni del comunismo, ni
trabajo humano que representaban miles de del fascismo. ¿La democracia? El técnico le
productos. opone la tecnocracia, el reino del ingeniero¨.
Con el andar de los años, los trabajos La nueva doctrina, que despertó en
de este centro decayeron, pero, en 1930, el sus comienzos considerable interés, tendió a
movimiento de los técnicos resurgió transformarse en un partido. Pero, la madurez
vigorosamente, siempre encabezado por democrática y el tradicional buen sentido del
Howard Scott y un grupo de destacados pueblo norteamericano, no dió margen para
hombres de ciencia; pero esta vez, no para que el movimiento llegará a ser algo más que
investigar, sino para constituir un sistema un ensayo académico.
filosófico, político y social que estaba destinado Con toda razón, se dijo que la tec-
a tener públicas repercusiones. nocracia pretendía revivir, con ropajes moder-
Los nuevos políticos y sociólogos nos, ciertos aspectos del antiguo socialismo
formularon un sombrío panorama de las conse- utó-pico. Se denunció su carácter materialista,
cuencias que produciría, a juicio de ellos, un prag-mático, centrado exclusivamente en
des-arrollo incontrolado y excesivamente maquinismo y la economía. Se criticó,
rápido del progreso material en los Estados principalmente, la estreches de miras propias
Unidos. En pocos años – afirmaron -, el país de los expertos. El gobernante, el verdadero
llegaría a tener, sino se tomabanb las medidas estadista, se caracterizaba por su gran

124
amplitud de visión, su cono-cimiento de los Unidos. El movimiento pasó pronto al olvido,
fenómenos sociales, su honda comprensión de donde solo sale, de cuando en cuando,
humana; el técnico, por naturaleza, se recordado como un mero episodio anecdótico.
distingue por su competencia en una espe- El pueblo norteamericano supo comprender,
cialidad, su frecuente desconocimiento de los contra la pré-dica de Howard Scott y sus
mecanismos de la convivencia cívica, su falta discípulos, que los ¨técnicos¨ en gobierno de
de contacto con la vida real. El primero un país, no son los especialistas en
necesita indispensablemente la colaboración maquinarias, en organización de empresas o
de los segundos; pero ello no significa que en ciencias económicas, sino los po-líticos,
corresponda a estos últimos, asumir funciones cuya misión es, precisamente, la de ganar el
directivas. poder para gobernar de acuerdo a sus respec-
La ¨tecnocracia¨, como sistema de go- tivos ideales del bien público.
bierno, no encontró acogida en los Estados J.I.H

El Diario Ilustrado, Domingo 29 de Marzo de 1959, pág. 7

En torno a la tecnocracia

Mi estimado amigo J.I.H., en un artículo que acuerdo con el interés nacional los problemas
publica en la edición de ayer de este Diario en que les corresponde actuar, sin que esas
con el mismo título del que encabeza estas resoluciones puedan afectar su permanencia
líneas, alude con indisimulado propósito en el cargo, como finalmente ocurre cuando
político a un suceso ocurrido en los Estados ellos representan un Partido determinado.
Unidos hacia el año 1920. Una prueba elocuente de que pese a ser
Ninguna relación guarda el caso a que él se Ingeniero, el actual Presidente de la República
refiere con la actual situación gubernativa no deja por ello de tener sentido político, la da,
chilena. Como sabe el señor J.I.H. soy por vía de ejemplo, el no haber querido
Ingeniero, y si contra mi voluntad se pensó en designar al autor del artículo que contesto,
mi persona para Candidato a la Presidencia de Director del diario ¨La Nación¨, no obstante el
la República, fue para dar satisfacción a un profundo afecto que tiene por él y las
sentimiento pro-fundamente arraigado en la indiscutibles condiciones de distinto orden que
consciencia públi-ca de repudio a la lo adornan. He aducido para ello la razón de
politiquería donde quiera que ésta se que eso importaría repartir a los lectores de ¨El
encontrase. Diario Ilustrado¨ entre éste y la ¨La Nación¨
Fuí claro y explícito durante mi campaña con grave perjuicio económico para ambas
presidencial para expresar que el Gobierno no empresas e impediría, además, que un gran
debía continuar siendo la hijuela pagadora de sector de la opinión pública que tiene otra
los apetitos económicos, de influencias o de orientación política toma conocimiento de la
figu-ración de quienes habían contribuido a acción gubernamental no disponer de un diario
exhaltar a un Mandatario. Creo que para curar independiente y de centro izquierda, que esta-
de este gran mal al país, es indispensable que blece en condiciones de mantenerla hones-
las altas fun-ciones públicas sean tamente informada acerca de ella.
desempeñadas por hombres que tengan
absoluta independencia para resolver sólo de Jorge Alessandri Rodríguez

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El Diario Ilustrado, 31 de Marzo de 1959, pág. ?

En torno a la tecnocracia cedores, más que nadie, de lo que el pueblo


necesita y ansía para un mayor bienestar. El
técnico actua dentro de la realidad. No se forja
Señor Director de El Diario Ilustrado. Presente. ilusiones y a nadie engaña con espejismos.
Señor Director: Trata de conjugar la satisfacción de las
En la edición del sábado 28 de marzo necesidades con las posibilidades de orden
se publicó en el diario de su digna dirección un material. En suma, el técnico no puede ser
artículo titulado ¨En torno a la tecnocracia¨, del tachado de falta de sensibilidad; muy por el
distinguido periodista D. Jorge Iván Hübner. En contrario, la tiene y la aplica sin demagogia,
la edición siguiente, domingo 29, fue contestado con sentido realista. No sea como cree el
por S.E. el Presidente de la República, nuestro señor Hübner sólo especialistas en
respetado y distinguido colega don Jorge maquinarias, en organización de empresas o
Alessandri Rodríguez. en instancias económicas.
Aun cuando la respuesta de S.E. Estima el señor Hübner que sólo los
bastaría para desvirtuar lo expuesto en el políticos están especializados para gobernar
artículo del señor Hübner, los ingenieros no de acuerdo con sus respectivos ideales de bien
podemos permanecer indiferentes ante la público. Los ingenieros comprendemos la
repetición de conceptos totalmente reñidos con nece-sidad de la presencia de los políticos en
la realidad. la dirección del país, en la parte que les
La ninguna atingencia de lo ocurrido en incumbe: pero no podemos aceptar que se nos
los Estados Unidos, y a que se refiere el señor niegue iden-tidad para intervenir también en la
Hübner, con la situación de los técnicos dirección estatal, pues tenemos capacidad y
chilenos en las labores gubernamentales en preparación suficientes, las que hemos
nuestro país, queda demostrada por sus alcanzado en la forma-ción, intelectual y moral,
mismas palabras, ya que expresa que se recibida en las aulas universitarias y en el
trataba de una doctrina que tendió a fragor de la dura realidad de la vida. Por lo
transformarse en un partido. Nada de esto esta demás, en el trascurso de nuestra historia
ocurriendo en la intervención de ingenieros en podemos constatar intervenciones, en todas
las funciones de gobierno de Chile, y a las que las actividades nacionales, de nuestros in-
han sido llamados por S. E. el presidente de la genieros, que han dejado su huella de prepa-
República. ración, capacidad y honesto proceder.
Desde luego, la presencia de ingenieros Bueno es ya señor Director que nos
en el manejo de la cosa pública en nuestra dejemos de estas críticas sin fundamentos y
patria está exenta, en absoluto, de intereses nos dediquemos todos con sacrificio, como la
personales o de círculos. Actúan sin están haciendo los colegas destacados en
compromisos, libres de presiones y con la sola funciones es-tatales, a buscar la buena senda
mira de servir dignamente al país. No hay tras que nos conduzca a un mañana mejor.
ellos exigencias de intereses creados.
En cuanto al carácter materialista, Saludo atentamente al señor Director.
pragmático, centrado exclusivamente en el ma- Ernesto Ayala Oliva, Presidente Instituto de
quinismo y la economía, la estrechez de miras, Ingenieros de Chile.
la falta de amplitud de vista y desconocimiento
de as funciones sociales, que atribuye el señor
Hübner a los técnicos,
Sólo revela el desconocimiento del
articulista sobre el desenvolvimiento de la vida
profesional de ellos. Su trabajo en fábricas,
talleres, laboratorios, etc., los pone en perma-
nente contacto con los elementos humanos que
más sufren los rigores de la vida, como son los
empleados y obreros y por tanto, son cono-

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