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Diciembre 2018 Mannel Perry ©

¿Wall Street o Las Vegas?

Nassim Taleb, en su polémica obra “Antifrágil” decía que


"Algunas cosas se benefician de los sobresaltos, prosperan
y crecen cuando se exponen a la volatilidad, la
aleatoriedad, el desorden…”

Sin duda, en los últimos meses estamos viviendo


determinados acontecimientos que están alterando la
volatilidad en los mercados financieros. Estamos rodeados
de esos sobresaltos que Taleb decía se alimentaban de las
noticias y corrientes de opinión que no hacían sino que
fomentar ese fenómeno tan irracional como la profecía que
se cumple así misma.

El mercado de valores está controlado hoy día por


algoritmos que estudian y analizan todos los índices
mundiales y toman decisiones matemáticas para tratar de
obtener el mayor rendimiento posible en el menor espacio
temporal. Un estudio de Valuentum afirmaba en 2017 que el
tiempo medio por transacción de una acción (desde que
alguien la compraba hasta que la vendía) era de 22,5
segundos. Ni medio minuto. Si imaginamos la velocidad a la
que funcionan estos algoritmos es fácil comprender que
nuestras decisiones a largo plazo no pueden ni deben verse
influenciadas por las complejas operaciones alfanuméricas
que estos realicen. De hecho, no es la primera vez que se
han producido los denominados “Flash Crash” en los que
estos programas matemáticos han regado de pánico los
mercados. El 6 de mayo de 2010
se perdieron en apenas 35
minutos más de un trillón de
dólares americanos por una
serie de ventas enlazadas que
provocaron una caída inmediata
superior al 9%. Y en Octubre
de 2014 el mercado de renta
fija americana vio como la
negociación de sus bonos del
tesoro sufría una fluctuación
de un 24% durante 85 segundos
hasta que los sistemas de
protección de algoritmos
(imaginen la paradoja:
algoritmos que vigilan
algoritmos)detuvieron la venta en cadena para normalizar
todo.

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Supongo que habrá inversores muy inteligentes y aplicados


que sabrán detectar esos momentos y podrán aprovecharse de
esas fluctuaciones pero nosotros, la familia de “Buy and
Holders”, “Dividend Growers” o “Never Sellers” jugamos en
otra liga que, indistintamente del nivel, si que va marcada
por otro tempo. Lo nuestro es más el tango agarrado que el
rap improvisado. O debería. De hecho ya decía Graham,
precursor de la inversión Value y maestro de Buffet, que no
necesitamos ser los inversores más inteligentes si no los
que menos errores cometan.

Desde que frecuento foros de inversión, indistintamente del


país de origen, todos tienen una cosa en común, y no es ni
más ni menos que las ganas que tenemos los inversores de
poder comprar a precios de escándalo. Todos hemos tenido
nuestros sueños húmedos particulares imaginando que
podíamos comprar acciones excelentes a precios increíbles y
nos parecía que, al igual que el jardín del vecino siempre
es más verde, los que empezaron antes a invertir tuvieron
más suerte porque pudieron comprar a mejores precios.

Pero he aquí que este último trimestre estamos viviendo lo


que parecía que no iba a llegar nunca. Todo el 2018 ha sido
un buen año para poder ir comprando acciones de empresas a
ratios muy razonables, pero en los meses finales de este
año el SP500 se ha dejado un 20,2% desde máximos en menos
de dos meses lo cual cualifica de manera oficial como “Bear
Market”.

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Es ahora cuando los gráficos empiezan a inundar las páginas


webs, los noticiarios, la gente dice que la bolsa es un
casino... Ahora es cuando empieza a estar todo tan rojo que
la selección natural hará su trabajo y muchos inversores
saldrán del mercado para salvaguardar lo que les quede y
otros harán de este momento su oportunidad. Hay un tercer
grupo de inversores que, aunque siempre dice estar
guardando liquidez para estos momentos, ahora prefiere
continuar esperando para otros momentos aún peores.
Curiosamente siempre tienen liquidez, pues el mercado nunca
está preparado para su dinero.

Como podemos ver en este gráfico, algunos pensarán que


todavía no ha caído lo suficiente para invertir y que no es
buen momento.

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Cierto es que si miramos las gráficas y vemos cómo ha ido


evolucionando el principal índice, el SP500, observamos
como en todas las recesiones anteriores el precio del
índice siempre revertió a la media de 200 semanas (4 años-
la linea verde en el gráfico inferior) corrigiendo incluso
por debajo de esta y tardando periodos variables hasta
recuperar lo perdido.

La mala noticia aquí es que aquellos que entienden de


análisis técnico nos dicen que esta reversión a la media o
MM200 podría tener una horquilla de entre un 36 y un 54%
adicional a lo vivido hasta ahora (un 20,2%) por lo que
podríamos ver nuestras carteras, fácilmente, con ese 50% en
negativo que han vivido los más veteranos del lugar.

Pero no nos alarmemos. Charlie Munger, cuya habilidad


inversora considero más que probada, decía en una
entrevista a la CNBC en 2008 (recuerden aquella crisis) que
si tuviera que dar un consejo a alguien que estuviera
viendo con miedo la caída de los mercados aquel año sería
que vendiera todo lo que no necesitara y comprara acciones
de empresas de calidad. La presentadora le interpelaba que
si no sería mejor esperar a que la situación se aclarara, a
lo que Munger contestó: “señorita, cuando se aclare la
situación, el que haya comprado ahora estará disfrutando de
su tiempo libre mientras usted sigue aquí haciendo
entrevistas a cambio de un sueldo”. (Respuesta nivel Dios)

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La inversión en empresas de calidad siempre ha funcionado y


lo seguirá haciendo. A pesar de las guerras mundiales, las
guerras comerciales, las recesiones económicas, los
mercados bajistas, los crash bursátiles, la inflación, la
deflación,… Hemos de entender que el mercado es alcista y
que, lógicamente, si pretendemos estar invertidos toda
nuestra vida tendremos que pasar por varias recesiones
durante nuestra carrera inversora.

Estoy convencido de esta manera de invertir, de apostar mi


capital de hoy para tener un mañana más cómodo. Conforme a
mis creencias, basadas en la historia que he podido
aprender de los libros de inversión, de que las empresas
fuertes siempre buscan la fórmula para seguir en el mercado
y que buscar calidad siempre termina recompensando.

Ahora mismo hay claramente empresas muy devaluadas en los


mercados, con precios que nos provocan para seguir
comprando imaginando dar ese pelotazo cuando todo vuelva a
la calma. Sin embargo, esa estadística de la que hablaba
antes es tajante al afirmar que las empresas con barreras
de entrada muy reconocibles, balances financieros sólidos y
flujos de caja muy saneados, a pesar de no mostrar precios
a priori con tanto descuento, proporcionan mejores retornos
a largo plazo.

Observen ahora la gráfica inferior. Como ven, el descuento


en algunas de las mejores empresas americanas ha sido
notable en el último mes:

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Pero si ampliamos el zoom y vemos lo que han hecho esas


mismas empresas desde el año 2000, con tres recesiones de
por medio, la imagen cambia un poquito:

Como podemos comprobar, si hubiéramos invertido en lo peor


de la crisis del año 2000, habríamos obtenido
revalorizaciones muy importantes, superiores al 150% en la
mayoría de los casos sin reinversión de dividendos, pero,
aún más importante, habríamos duplicado, triplicado y hasta
cuadriplicado algunos de los dividendos cobrados. Y esto,
repito, invirtiendo cuando nadie quería invertir.

Analizando todos estos datos, una cosa parece clara y es


que no debemos dejarnos cegar por altísimos dividendos
actuales, y sí centrarnos en estas empresas Top cuyas RPD
están por encima de su media histórica y ofrecen una
oportunidad única a largo plazo. Posiblemente no ofrezcan
de partida los mayores retornos, pero esta calidad será a
la que nos podremos aferrar si los pronósticos de esa
reversión drástica cayendo hasta un 50% adicional a lo
vivido hoy se dieran. Esa calidad nos permitirá dormir
tranquilos sabiendo que de ahí, también se sale.

Lógicamente, incluso en estos momentos podremos encontrar


inversores en los grupos y foros de Internet que nos sigan
recomendando aguardar en liquidez porque esto “tiene pinta
de irse a los infiernos”. Yo, que cada vez leo menos
artículos de opinión y más libros de inversión por la
sencilla razón de que su time-frame de estudio o análisis
de los mercados es más a largo plazo (a menudo un artículo
surge de la necesidad de contestar a un hecho puntual en un
momento determinado y casi siempre con un fin) he estado
revisando mis apuntes y es ahora cuando podríamos aplicar
lo que Geraldine Weiss (adoro a esta mujer) escribía en
1988 en su obra “Dividends Don’t Lie”.

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Geraldine hacía un repaso a los periodos alcistas y


bajistas del Dow Jones y analizaba cómo se habían
comportado las grandes corporaciones pagadoras de
dividendos con las que no pagaban dividendos. Claramente,
el compromiso que estas blue-chips adquirían con sus
inversores particulares potenciaba su resiliencia a la
volatilidad de los mercados e influenciaba claramente su
beta, provocando unas mejoras en el retorno total de la
acción de más de un 23% en comparación a las que no pagaban
dividendo. Es decir, el margen de seguridad entre una blue-
chip y una empresa de crecimiento puro sin dividendo, en
periodos bajistas o recesivos era de un +23% a favor de la
primera (Teoría del Yield).

Si a esto, aplicásemos la teoría del Hurdle Return


explicada por Josh Peters en “The Ultimate Dividend
Playbook”, veríamos cómo invirtiendo ahora, aunque
estuviéramos a las puertas de una caída aún más importante,
no estaríamos cometiendo ningún error y el movimiento a
largo plazo estaría garantizado.

Si observamos la gráfica de Johnson & Johnson que pongo a


continuación veremos como comprar una empresa de máxima
calidad, incluso en lo más alto de un periodo alcista, ha
resultado ser un éxito a largo plazo. Las zonas sombreadas
del gráfico han sido periodos bajistas y aún así, disfruten
señores de una obra de arte DGI. Dividendo Creciente en
estado puro:

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Peters analizaba pormenorizadamente los márgenes de sobre-


valoración e infra-valoración de las blue-chips y
determinaba que, cuando la rentabilidad por dividendo de
estas corporaciones estaba entre un 35% y un 55% por encima
o por debajo de su dividendo medio, el valor entraba en
zona clara de compra o venta, según fuera el caso. Ahora
mismo, empresas como Johnson&Johnson, 3M, Pepsi, Altria,
Phillip Morris, British American Tobacco, Illinois Tool
Works, Texas Instruments y muchas otras han entrado en esa
zona de dividendos altamente rentables para su rango
histórico y, aunque pudieran comprarse más baratas, su
incorporación en estos momentos a nuestras carteras ya
garantiza unos retornos muy por encima de la media
histórica, debido precisamente a ese margen de seguridad o
Hurdle Return que aplicaba Peters. De hecho, según Value
Line, la rentabilidad media de los aristócratas del
dividendo americanos está un 64% por encima de la media
histórica de 20 años, por tanto, el margen de seguridad es
grande pero mayor es aún el potencial de las inversiones
que realicemos hoy día en estas compañías.

Si hiciéramos caso a Thomas Stanley, autor de “El


millonario de la puerta de al lado” ahora mismo estaríamos
buscando dinero de donde fuera para poder comprar los
activos que el mercado nos está ofreciendo, sin necesidad
de ponernos exquisitos y desear mayores descuentos.

En el el último año, los fondos de Private Equity


Blackstone, Blackrock y Brookfield Asset Management han
incrementado sus AUM (Assets Under Management)de manera
significativa y todos sabemos porqué: las grandes
corporaciones, las grandes fortunas ponen su dinero a
trabajar en manos de quien garantiza los mejores retornos
posibles y estos fondos sin duda han sabido aprovecharse de
ello e invertir en negocios con márgenes de crecimiento muy
significativos. Y todo ello, durante una época en la que
todo el mundo decía que estábamos en plena burbuja y que
mejor no tocar la bolsa para nada…

Aquí podemos
ver como
Blackstone ha
incrementado
sus activos
en un 500% en
apenas 10
años.

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Warren Buffet decía que la diferencia entre Wall Street y


las Vegas era que en Las Vegas la gente perdía dinero pero
se lo pasaba bien y en Wall Street la gente perdía dinero y
se lamentaba. La solución, según él, era no invertir para
ganar dinero, si no “asociarte con empresas que ganan
dinero” para beneficiarte de ellas. Esto, tan sencillo de
decir, implica toda una filosofía de inversión. Y es ahora
cuando conviene recordarla: nuestras acciones no están
bajando de precio porque los balances empresariales estén
mostrando signos de agotamiento o debilidad. En su mayoría,
estas bajadas conjuntas, que afectan a índices completos,
son signo claro de correcciones, que pueden significar
simplemente eso, correcciones de un 20% para sanear
mercados y proseguir con la senda alcista (el mercado
siempre es alcista a largo plazo) o provocar una recesión
más pronunciada (hasta un 50% de caída)y comenzar un nuevo
ciclo económico.

Aquí arriba tienen un gráfico del Dow Jones desde 1900


hasta 2015. Señores amigos del análisis técnico, dibujen
las lineas que quieran, las velas que quieran, las cabezas
hombro que quieran… Si piensan estar invertidos más de 20
años, su problema no serán los mercados bajistas. Limítense
a elegir bien las empresas y a diversificar los riesgos.

En cualquier caso, y para cerrar ya este pequeño ensayo


escrito como simple ejercicio de autoconcienciación para no
salirme del camino pautado, este es un momento en el que
las grandes empresas que siempre hemos querido tener en
cartera presentan valoraciones bursátiles más que adecuadas
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con ratios con los que ni soñábamos hace unos meses o años.
Apple, la primera empresa por capitalización bursátil está
ahora mismo a un ratio Enterprise Value /Free Cash Flow
(EV/FCF) de 9,08. Eso, señores, es como dice mi amigo
@DividendoRentable en su blog
(www.dividendorentable.blogspot.com) un “me la quitan de
las manos” en toda regla.

Que una empresa con deuda cero, una capitalización el doble


de grande que todo el IBEX 35 y una caja neta que le
permitiría comprar al Banco Santander, Inditex y Enagás y
aún le sobrarían un par de millones de dólares, esté a
estos ratios y con una RPD cercana al 2%, con aumentos
anuales de dividendo superiores al 20% y con recompras de
acciones de miles de millones de dólares cada año, es para
hacérselo mirar. La buena noticia, de nuevo, es que hay
muchísimos ejemplos como este para poder incorporar a
nuestras carteras. El margen de seguridad a estos precios
ya es grande y, aunque pueda ser mayor, considero acertado
estar ya dentro a estos niveles de cotización.

Dentro de unos años, cuando el SP500 esté tocando máximos


históricos podremos leer comentarios de inversores que
compraron acciones de 3M a menos de 170 o de Apple a menos
de 150 en navidades de 2018, y a otros inversores contestar
que si volvieran esos precios venderían todo para entrar
fuertemente. ¿Seguro? Piénsenlo bien. Igual estamos ante
ese momento que nos puede cambiar la vida y no lo vemos, o
por avaricia lo dejamos pasar….Hagan sus cálculos, revisen
su particular Hurdle Return o margen de seguridad y abran
apuestas. A mi, comprar empresas pata negra mundiales con
descuentos superiores al 30% ya me parece algo a lo que no
estoy dispuesto a renunciar.

¿Mi estrategia? La más fácil. Invertido al 100%. ¿Cuándo?


Cuando recibo el dinero. ¿En qué? En la selección de
mejores empresas con mejores ratios en un momento dado.
¿Batiré al mercado? No lo sé, no me interesa. Mi objetivo
es otro: generar unas rentas crecientes que me permitan ir
despegándome de mi trabajo progresivamente y que provoquen
un aumento de mi patrimonio. Y para esto es fundamental la
diversificación en empresas con dividendo creciente y el
tiempo invertido en el mercado.

Hay muchas estrategias y formas de trabajar con el


patrimonio que logramos pero al final depende todo de uno
mismo. Unos compramos pequeñas partes de empresas. Otros,
como decía Buffet, van a Las Vegas o a Wall Street.

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