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SÍNTESIS TERCER BLOQUE (UNIDADES 5 Y 6)

“EDAD ADULTA Y VEJEZ; Y CRISIS DEL DESARROLLO HUMANO.”

Introducción:
El presente trabajo ofrece una visión actualizada sobre los aspectos centrales de la
psicología del desarrollo de la edad adulta.
Antes el interés se centraba en la niñez y en la adolescencia, sin que se prestara mucha
atención al estudio de la tercera edad de la vida humana. Hoy, en cambio, un número cada
día mayor de psicólogos estudian la psicología del adulto; ya que los humanos cambian y
crecen en muy diversos aspectos durante el periodo de la edad adulta y la vejez.
Se cree que la mayoría de las personas le temen llegar a la vejez ya que puede ser una
época en que se reducen las posibilidades y lo que antes eran potencialidades son ahora
limitaciones.
Es cierto que los cambios físicos son más que obvios, unas personas envejecen más rápido
que otras; pero todo va depender de la composición genética y el estilo de vida de cada
individuo. Con esto se afirma que muchos pensamientos son erróneos sobre las
incapacidades que se puedan adquirir con el paso de los años, además esto deriva tanto del
estado de ánimo y físico y la salud de cada persona.

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UNIDAD V
EDAD ADULTA Y VEJEZ
La edad madura asusta a muchas personas, pero la senectud es una etapa de la vida que
causa mayor temor y sobre la cual existen muchas ideas falsas.

En gran parte, el miedo al envejecimiento proviene de estereotipos de lo que significa la


senectud. La edad madura, se piensa en general, es un periodo de deterioro tanto en lo
físico como en lo mental. Muchos creen que la vida sexual disminuye de manera drástica.

Edad Adulta o Adultez

¿Qué es la edad madura? Ante todo, es un periodo de paradojas. En ella hay cambios de
identidad, éxitos y fracasos, crisis y estabilidad, alegría y tristeza. Es un periodo en que el
individuo alcanza todo su potencial. También puede ser una época en que se reducen las
posibilidades y lo que antes eran potencialidades son ahora limitaciones. La forma de
reaccionar dependerá de las circunstancias de cada cual y de su visión general de la vida.

Antaño el interés se centraba en la niñez y en la adolescencia, sin que se prestara mucha


atención al estudio de esta etapa de la vida humana. Hoy, en cambio, un número cada día
mayor de psicólogos estudian la psicología del adulto. Muchos lo hacen desde
la perspectiva de los hechos de la vida (Evans, 1985). En este enfoque, el desarrollo de los
adultos está más estrechamente ligado a los eventos significativos que al paso del tiempo.

Cambios físicos

Una persona de 24 años puede cargar cuatro pesadas bolsas con comestibles; a un individuo
de 44 años le resulta más fácil hacer dos viajes. El aspecto físico cambia en la edad
madura. Empiezan a aparecer las canas y el cabello empieza a escasearse. La piel empieza a
presentar un aspecto de resequedad y pierde elasticidad; se observan las primeras arrugas.
En la senectud, los músculos y la grasa que se fue acumulando a lo largo de los años
empiezan a diluirse, de manera que las personas mayores adelgazan, disminuye su estatura,
se observan más arrugas y pliegues, la piel se torna menos tersa.

Con el paso del tiempo los sentidos van requiriendo una estimulación cada vez más intensa.
Entre los 40 y 50 años de edad, empieza a ser difícil distinguir objetos lejanos, ajustar la
vista a la oscuridad y enfocar las páginas impresas, a pesar de que la vista siempre haya
sido buena. Muchos experimentan una pérdida gradual o repentina de la audición en la ve-
jez. Además, aumenta el tiempo de reacción.

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Se dan diferencias en el envejecimiento físico de uno y otro sexo. En un estudio reciente de
69 hombres y mujeres, Rubén Gur y sus colegas descubrieron una impresionante diferencia
en el deterioro del cerebro atribuible al sexo de los sujetos (New York Times, 1991).

Aplicando una tecnología de punta para explorar el cerebro, comprobaron que el cerebro de
los varones se deterioraba tres veces más rápidamente que el de las mujeres. Más aún, su
degeneración ocurría casi siempre en el lado izquierdo: el centro del habla, las habilidades
del lenguaje y el pensamiento lógico. En cambio, los dos lados del cerebro de las mujeres
parecían envejecer de un modo uniforme. ¿Significa esta diferencia que los varones y las
mujeres se comportan en forma diferente conforme envejecen? Se trata de una pregunta que
los psicólogos tratarán de contestar en el futuro.

Problemas de salud. Algunos de los cambios que asociamos al envejecimiento son


resultado de los procesos naturales que lo acompañan. Otros se deben a enfermedades y al
simple desuso o abuso.

Dos de los problemas médicos más comunes de esta etapa son las enfermedades cardiacas
y el cáncer se relacionados con la obesidad y el tabaquismo. La obesidad puede ocasionar
ataques cardiacos, hipertensión y diabetes.

Comportamiento sexual. ¿Se mantienen sexualmente activas las personas después de los
40 años de edad?

El interés y la actividad sexual no cesan repentinamente a cierta edad: como demuestran un


número cada vez mayor de estudios, los que tienen compañeros siguen siendo activos y
productivos, continúan también disfrutando una vida sexual normal.

Más que la edad, al parecer la salud física y mental es el principal factor que afecta a la
actividad sexual. Los adultos pueden seguir disfrutando una vida sexual sana. El sexo
después de los 40 años de edad no sólo es posible, sino que es una realidad.

Cambios intelectuales

Más que en la adolescencia, entre los 23 y 28 años de edad aproximadamente, las personas
aprenden más fácilmente nuevas habilidades e información, resuelven problemas que
requieren rapidez y coordinación y cambia de estrategias en la solución de problemas
(Baltes y Schaie, 1974). Estas habilidades se consideran signo de inteligencia; son las que
se miden en las pruebas de inteligencia.

Un test de inteligencia, el de Wechsler, tiene en cuenta esto al probar dos tipos de


habilidades. En la parte verbal, que mide la facilidad en el manejo de palabras e
información almacenada, las personas mayores muestran poco deterioro. Sin embargo, en
las partes del desempeño, que cuantifican la rapidez de reacción en la realización de tareas,
sus puntuaciones son más bajas. Basándose en tales pruebas, los investigadores

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concluyeron que el deterioro global de las habilidades no es importante y apenas si se
percibe hacia los 50 años de edad o después (Botwinick, 1978).

Desarrollo social y de la personalidad

Como ya mencionamos, los estudios de investigación apenas han comenzado a centrarse en


la edad madura. La evidencia disponible indica que el carácter básico del individuo es
relativamente estable a lo largo de los años. Pero los investigadores también están con-
vencidos de que la personalidad es flexible y capaz de cambiar a medida que el individuo
afronta nuevos retos.

Levinson, investigador que estudió el desarrollo de la personalidad en los varones, formuló


una teoría acerca del ciclo de cambios por los que pasan.

Teoría del desarrollo de los varones propuesta por Levinson. Los trabajos de Daniel
Levinson y de sus colegas en Yale no se conocieron bien sino hasta 1976. A lo largo de su
investigación Levinson entrevistó a cuatro grupos de hombres cuya edad fluctuaba entre 35
y 45: diez eran ejecutivos, diez eran trabajadores por hora de la industria, diez eran
novelistas y diez eran biólogos de universidades.

A partir de las entrevistas se diseñó una estructura de vida para cada uno de ellos. La
estructura era una relación de los principales periodos de la vida del sujeto, determinado
por sus actividades, amistades y relaciones. Un riguroso estudio de estas estructuras reveló
la existencia de un patrón que parecía aplicarse prácticamente a todos los integrantes de la
muestra.

Los tres estadios fundamentales son adultez temprana (desde los 17 años aproximadamente
hasta los 40), la adultez media (de los 40 a los 60) y la adultez tardía (más o menos a partir
de los 60). Entre esas etapas hay importantes periodos de transición a los 30, 40, 50 y 60
años de edad, que duran unos cinco años. La investigación de Levinson se centró en la
adultez temprana y en la transición de la edad madura. En seguida expondremos
brevemente lo que averiguó acerca de ellas.

Ingreso en el mundo de los adultos. Entre los 22 y los 28 años de edad, la sociedad —y el
propio individuo— consideran que es un principiante en el mundo de los adultos: todavía
no alcanza la madurez del adulto, pero ya dejó de ser adolescente. Empero en estos años
debe tratar de resolver el conflicto entre la necesidad de explorar las opciones del mundo de
los adultos y la de establecer una estructura estable en su vida

La crisis de los 30 años de edad. Los 30 años pueden marcar un verdadero hito; para casi
todos los varones de la muestra de Levinson, podríamos designarla con el nombre de la
“crisis de los 30 años”. En este periodo de transición, fueron reexaminados los

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compromisos provisionales hechos en la primera estructura de la vida; se replantearon
muchas de las preguntas sobre la elección de cónyuge, carrera y metas, a menudo de modo
doloroso. Se siente que deben atenderse ahora las partes insatisfactorias o incompletas de la
vida porque pronto será demasiado tarde para hacer algo al respecto.

Obtención de un equilibrio personal. Las preguntas y la búsqueda que forman parte de la


crisis de los 30 años empiezan a resolverse, al aparecer la segunda estructura de la adultez.
Una vez que se han tomado probablemente algunas decisiones firmes acerca de su carrera,
familia y relaciones, el adulto empieza a buscar un nicho en la sociedad y se concentra en lo
que Levinson llama “alcanzar el éxito” en el mundo de los adultos. Trata de ascender por la
escala de prestigio y de logros en la profesión escogida y de ser un miembro activo de ese
mundo.

La transición de la edad madura. Hacia los 40 años de edad, el periodo de la adultez


temprana llega a su término y comienza la transición a la vida madura. De los 40 años a los
45, otra vez la gente vuelve a plantearse preguntas; sólo que ahora se refieren no sólo al
pasado, sino también al futuro. Se preguntará: “¿Qué he hecho de mi vida? ¿Qué he
logrado? ¿Qué deseo lograr?” A los 30 años, tenía su vista en las metas futuras y ahora, en
cambio, se encuentra en condiciones de valorar sus logros y decidir si han sido
satisfactorios o no. Durante esta transición empieza a adquirir otra estructura de la vida que
predominará en el periodo de la adultez media.

VEJEZ

El miedo a envejecer es quizás el más común en el hombre moderno. Lo rodean multitud de


indicaciones de que el envejecimiento y la senectud son negativos o, por lo menos, que son
objeto de escarnio.

Muchas de nuestras actitudes ante la senectud provienen de un modelo decremental del


envejecimiento: con el paso de los años es inevitable el deterioro gradual en el aspecto
físico y mental. En otras palabras, la edad cronológica es lo que hace “vieja” a las personas.
De hecho, existen notables diferencia en la constitución física de los ancianos, según su es-
tructura genética y su ambiente. Así conocemos a personas de 80 años de edad que parecen
tener 50 y a la inversa. El predominio de este modelo se explica en parte por ignorancia y
por el poco contacto con los ancianos. El resultado de ello es una serie de prejuicios en
contra de ellos. Un investigador, Butler, acuñó el término ancianismo para designarlos.
Igual que en el caso del racismo y del sexismo, el ancianismo se nutre de mitos y prejuicios
pero no de hechos.

Cambios en la salud

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Muchas personas de más de 65 años gozan de salud relativamente buena. Claro que la
fuerza física y los cinco sentidos tienden a deteriorarse, pero, por ejemplo, en Estados
Unidos el 80% de los ancianos están en condiciones de realizar sus actividades normales.
(El 15% no puede hacerlo y el 5% se encuentra en instituciones de asistencia.) En términos
generales, la salud de un anciano se relaciona con la que tenían de jóvenes. Una buena
salud en la adolescencia y en la vida adulta se conserva también durante la senectud.

Desarrollo emocional. Predomina la idea de que las personas al envejecer cambian en el


aspecto emocional. Así pues, algunas se volverían “excéntricas” o “tercas” y otras “tiernas”
con los años. ¿Es cierto esto? Los psicólogos (Malatesta y Kalnok, 1984) han comprobado
que un aspecto de la emoción, la experiencia emocional permanece estable a lo largo de la
adultez. Sin embargo, puede cambiar la expresión de las emociones.

Cambios en el funcionamiento mental

A medida que se envejece, se observan también cambios en las actividades mentales,


aunque el deterioro de la inteligencia y la memoria es menor del que la gente supone. Si
comparamos algunas medidas de la capacidad intelectual de un grupo de ancianos con los
resultados obtenidos por personas más jóvenes, notaremos una diferencia, a saber: los
primeros no consiguen resultados tan buenos en los tests de inteligencia. Sin embargo, el
grupo de mayor edad tenderá a tener un nivel más bajo de escolaridad y estar menos
familiarizado con la realización de pruebas. Más aún, existen muchos tipos de habilidades y
aptitudes mentales que se combinan para producir la actividad intelectual, las cuales no se
desarrollan al mismo ritmo ni al mismo tiempo a lo largo de la vida.

John Horn (1979) propuso dos tipos de inteligencia: inteligencia cristalizada e


inteligencia fluida. La primera se refiere a la capacidad de utilizar en las situaciones
apropiadas el conocimiento y el aprendizaje acumulados. Es una habilidad que mejora con
los años y la experiencia, sin que se aprecie deterioro alguno conforme pasa el tiempo.

La inteligencia fluida es la capacidad de resolver problemas relacionales de carácter


abstracto y de generar nuevas hipótesis. Es una habilidad que no está vinculada a la
instrucción formal y poco a poco mejora, a medida que madura el sistema nervioso. Al ir
envejeciendo y al deteriorarse el sistema nervioso, lo mismo sucede con este tipo de
inteligencia. Cuando disminuye la capacidad del sistema nervioso, aumenta el tiempo de
reacción, se deteriora la flexibilidad motor visual y también la memoria. Así, los ancianos
no son muy hábiles para resolver problemas que requieren combinar y producir nueva
información o ideas, pero, con la práctica, mejoran su capacidad de dominar tareas
relacionadas con la inteligencia fluida (Baltes, Sowarka y Kliegl, 1989).

AGONÍA Y MUERTE

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¿Debe decirse a los pacientes terminales que van a morir? Si se le informa la inminencia de
su muerte, ¿qué consecuencias tiene esto para su familia, el personal del hospital y el
paciente? ¿Y qué sucede si no se le notifica?. Muchas veces los médicos deciden no
comunicarle que va a morir. A esto Glaser y Strauss lo llaman conciencia cerrada, el
personal y la familia conocen la situación del enfermo. A menudo los médicos optan por
esta alternativa, pues exige menos de ellos. La familia y amigos del enfermo apoyan esta
decisión, ya que son incapaces de afrontar la inminencia de la muerte. Pero aun cuando no
se les informe, algunos pacientes empiezan a sospechar que su enfermedad es terminal. En
este momento, el de la conciencia sospechada, acuden al personal o a su familia para
averiguar si sus sospechas son ciertas.

Una vez que se le comunica al paciente la inminencia de su muerte, éste deberá afrontar
una verdad que pocos nos atrevemos a encarar. Elisabeth Kübler-Ross (1969) realizó
trabajos pioneros sobre cómo el enfermo terminal reacciona ante la cercanía de la muerte.
Su investigación representa una importante aportación a la nueva disciplina de la
tanatología, o sea el estudio de la agonía y la muerte. Con base en entrevistas a 200
pacientes a punto de morir, identificó cinco etapas de ajuste psicológico. La primera es
la negación.

En la segunda etapa, la de ira, la reacción del paciente es “¿Por qué a mí?” Siente ira contra
el destino, contra Dios, contra el mundo, contra todas las personas con quienes tienen
contacto

Durante la etapa de la negociación, se observa un cambio de actitud y el enfermo trata de


resignarse a su destino.

Durante la depresión, los enfermos se percatan de las pérdidas que sufrirán, por ejemplo, la
del tejido corporal, la del empleo, la de sus ahorros

Por último, los pacientes aceptan la muerte. Ha terminado la lucha y se sienten serenos. En
este momento, están cansados y débiles y duermen mucho. En algunos casos, ven la
cercanía de la muerte can tranquilidad y resignación.

No todos los pacientes pasan por las etapas que describe Kübler-Ross. Por ejemplo, habrá
quienes al morir se encuentren todavía en la etapa de negación porque psicológicamente
están imposibilitadas de avanzar a la siguiente o porque ante la rápida evolución de la
enfermedad no hubo tiempo de pasar a otra etapa.

UNIDAD VI
LAS CRISIS DEL DESARROLLO HUMANO

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Todo comienza desde nuestro nacimiento, expresamos lo que sentimos a través del llanto, y
nuestro primer conflicto se manifiesta por la necesidad de comunicación que demandamos
y las pocas posibilidades que tenemos. Luego a partir del primer año de edad hasta los tres
años (edad temprana) el conflicto está basado en la necesidad de independencia que
tenemos y las pocas posibilidades que nos proporcionan los adultos.

En el periodo transcurrido de tres a seis años de edad (edad preescolar) la crisis del
desarrollo se manifiesta cuando comenzamos a prepararnos para entrar en el colegio, un
cambio que exige elevar la capacidad intelectual y física

Cuando alcanzamos los seis años comienza otra crisis del desarrollo hasta que
tenemos doce años (etapa escolar), y se manifiesta a medida que van ocurriendo cambios
biológicos, endocrinos, fisiológico y antropométricos, además de la maduración sexual.

La adolescencia es una etapa difícil del desarrollo, dado los conflictos internos que ocurren,
ya sea por los cambios biológicos como psicológicos

Luego a partir de los diecinueve hasta los treinta suele darse el conflicto por la necesidad de
autodeterminación, ya que comienza el proceso de elegir el futuro profesional y la pareja.
Se le denomina crisis de la juventud.

Seguidamente a partir de los treinta años de edad hasta los cuarenta aparece lo que se
denomina adultez temprana, y de los cuarenta a los sesenta (adultez madura) en esta etapa
aparece la crisis de la finitud, cambio de imagen corporal, percibimos que estamos
envejeciendo, aparece el climaterio en la mujer, la autoconciencia crítica y reflexiva es un
componente importante por el que aparece el conflicto.

La última y no por ello menos importante es la crisis del adulto mayor, que tiene inicio a
partir de los sesenta años, donde nos enfrentamos a la soledad (labilidad afectiva del
anciano) aparece el miedo a la muerte y la necesidad de trascender.

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Conclusión:

A lo largo del ciclo vital, cada conjunto de años obliga a distintas tareas y no es extraño que
los autores hablen de diversos estados, periodos o fases. Estas fases no pueden ser
prefijadas para cada persona y cada entorno. Por otro lado, tampoco pueden ser de iguales
dimensiones, porque los cambios se suceden unas veces de manera regular y otras
intempestivamente.

La edad, por tanto, no solo es cuestión de cronología, sino que está llena de significados,
estructuras, obligaciones, relaciones, etc., que marcan el ritmo de vida de cada uno.

El interés de esta exposición ha sido la persona adulta que llegará a envejecer, sus recursos,
metas, contextos de su desarrollo y procesos que le acompañan. Como ya quedó advertido,
es imposible tratar todos estos aspectos con el suficiente detenimiento. Quedan todavía
temas tan intensos en la edad adulta como las teorías sobre las emociones, las relaciones
sociales, la personalidad, la salud mental o los propios campos de aplicación de la misma
psicología del desarrollo de la edad adulta.

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