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Universidad Católica de Costa Rica

Anselmo Llorente y Lafuente


Curso: El Dios vivo y verdadero
Prof. Pbro. Leonel Miranda
Estudiante: Luis Esteban Fernández Vargas

DEUS TRINITAS
Las Personas del Drama: El Hombre en Cristo
1

Contenido
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................................2
1. UNA REPRESENTACIÓN NO VERDADERA DE DIOS. Ejemplificación con la obra El Gran
Teatro del Mundo, de Pedro Calderón de la Barca ....................................................................3
2. LA VERDADERA REPRESENTACIÓN DE UN DIOS EN TRES PERSONAS: Exposición de
frases sobre la representación de las Personas de la Trinidad .................................................5
3. CARACTERIZACIÓN DE LOS “PERSONAJES” DE LA TEODRAMÁTICA: Papeles de las Tres
Personas Divinas ...........................................................................................................................9
4. LA PRESENCIA TRINITARIA EN EL DRAMA DEL MUNDO: Una entrevista imaginada a Urs
Von Balthasar sobre su Teodramática .......................................................................................11
CONCLUSIONES ...............................................................................................................................16
COMENTARIO PERSONAL ...............................................................................................................18
BIBILIOGRAFÍA .................................................................................................................................19
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INTRODUCCIÓN

El siguiente trabajo consistirá en el estudio del capítulo V: Deus Trinitas, ubicado


en el tercer volumen de la Teodramática, Las Personas del Drama: El Hombre en Cristo,
del autor Urs Von Balthasar.
Quisiera obtener de este estudio en general, cuál es la visión que, desde la
Teodramática, el autor nos brinda sobre el Dios vivo y verdadero y cuál sería una
verdadera manera de representarlo.
Para ello, realizaré una síntesis del capítulo, por medio de cuatro apartados:
1- UNA REPRESENTACIÓN NO VERDADERA DE DIOS. Ejemplificación con la obra
El Gran Teatro del Mundo, de Pedro Calderón de la Barca.
2- LA VERDADERA REPRESENTACIÓN DE UN DIOS EN TRES PERSONAS:
Exposición de frases sobre la representación de las Personas de la Trinidad.
3- CARACTERIZACIÓN DE LOS “PERSONAJES” DE LA TEODRAMÁTICA: Papeles
de las Tres Personas Divinas.
4- LA PRESENCIA TRINITARIA EN EL DRAMA DEL MUNDO: Una entrevista
imaginada a Urs Von Balthasar sobre su Teodramática
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1. UNA REPRESENTACIÓN NO VERDADERA DE DIOS. Ejemplificación con la obra El


Gran Teatro del Mundo, de Pedro Calderón de la Barca

En su auto Sacramental alegórico, El Gran Teatro del Mundo, Pedro Calderón de la


Barca, realizó una propuesta de representación de un Dios con la que Von Balthasar
en su Teodramática no está de acuerdo por varios motivos importantes.
A pesar de que de la Barca nos presenta a Dios en su obra, como el Autor Soberano
de la Creación:
AUTOR
Pues soy tu Autor, y tú mi hechura eres,
hoy, de un concepto mío

nos transmite también la idea de Dios como apenas un espectador,

y es representación la humana vida,


una comedia sea
la que hoy el cielo en tu teatro vea.

Por otra parte, lo caracteriza con rasgos marcados de rey, y a la vez de juez. Esto
podría darnos la idea de que existe una necesidad por parte de Dios.

Pues para grandeza mía


aquesta fiesta he trazado,
en este trono sentado,
adonde es eterno el día,
he de ver mi compañía.
Hombres que salís al suelo
por una cuna de yelo
y por un sepulcro entráis,
ved cómo representáis,
que os ve el Autor desde el cielo.

En esta representación parece imposible que Dios descendiera y asumiera un


papel, pues tampoco Cristo entra en escena sino sólo al final, velado en las especies
eucarísticas. Hay que agregar, además, que no aparece en la tierra sino en el cielo:
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(Con música se descubre otra vez el globo celeste, y en él una mesa con cáliz
y ostia, y el Autor sentado a ella, y sale el Mundo)
AUTOR
Esta mesa, donde tengo
pan que los cielos adoran
y los infiernos veneran,
os espera; más importa
saber los que han de llegar
a cenar conmigo ahora,

Podríamos observar que esta forma de representación medieval, muestra una


visión de un Dios incapaz de aparecer en escena y “ensuciarse las manos con él
hombre”. Propone más bien una representación organizada por Dios para ser
interpretada ante él y para él.

La propuesta cristiana que nos hace Von Balthasar en su Teodramática dice que
Dios ha entrado en escena- en Jesucristo- y que Dios puede muy bien entrar en escena.

Con esto lanza una pregunta:

¿Quiere decir esto que ha renunciado por ello a ser el director y juez de la
representación y que dando “un giro completo” (Hegel) ¿Desde su ser
espíritu abstracto a la naturaleza-mundo o encarnándose en la humanidad,
ha renunciado a su divinidad-humana? (E. Bloch).

Su respuesta es no, explicando que Cristo se presenta constantemente como la


representación (Jn 1,18), de Dios Padre, que no ha desaparecido en Él, sino que sigue
existiendo como el punto de referencia de donde Él viene, desde donde habla y obra,
y al que se orienta y vuelve. Solamente en esta relación puede comprenderse a
Jesucristo como la verdad: como el desvelamiento del Padre, realizado perfectamente
en el Hijo, que además no consiente ser contemplado desde fuera, de manera neutral,
sino que, para ser aprehendido exige tener acceso a la santa esfera del Espíritu, a la
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intimidad santa entre el Padre y el Hijo, a la participación en el Espíritu de Dios, pues


“nadie conoce al Padre sino el Hijo”. (Mt 11,27).

2. LA VERDADERA REPRESENTACIÓN DE UN DIOS EN TRES PERSONAS: Exposición


de frases sobre la representación de las Personas de la Trinidad
“Las Personas de Dios jamás aparecerán individualmente en escena como tales, es decir
como divinas”

Von Balthasar quiere dejar claro en su tratado que las Personas de Dios jamás
aparecerán como dioses individuales, pues si esto fuera así, caeríamos en el error de
representar tres dioses y no al único Dios en tres Personas (Triteísmo).

“El Misterio de Dios puede llegar a ser inmanente a la representación del mundo
sin tener que abandonar su trascendencia”

Esto se alcanza en la persona de Jesucristo, cuando se manifiesta como el Hijo


del Padre (diferenciándose de los demás hombres) y desvelando a su vez al Dios
escondido. No abandona su trascendencia porque esta es superior a toda
representación. Puede Jesucristo según Balthasar; someterse al juicio de Dios sin dejar
de ser juez. Por esto el misterio santo se hace público y manifiesto sin dejar de ser
misterio.

“Para percibir el misterio se requiere la iniciación, el don del Espíritu y los ojos
de la fe”

Con esto el autor no quiere decir que el cristianismo sea una religión mistérica
con necesidad de iniciación externa, sino que la interpretación de Dios otorgada en
Cristo es accesible a cualquiera, porque se ha producido en la naturaleza humana
común a todos. Pero advierte que se puede caer en tres tentaciones: 1- No acoger el
misterio brindado, coloca a modo de ejemplo: aquellos graneros en los cuales se
amontona el grano pues nadie lo toma. 2- Que no se capte el misterio santo, sino sólo
esa probabilidad de tenerlo a mano, y 3- Tomar el grano para sí, sin legitimación y sin
iniciación, de forma que el misterio quede encubierto por el idealismo racionalista y el
ateísmo. De esta manera Cristo ya no es comprendido como camino (al Padre) y por
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tanto tampoco como verdad (desvelamiento del ser divino), ni como vida (comunicación
con la vida eterna).

“Sólo en Él se nos ha abierto y hecho accesible la Trinidad”

Explica Balthasar que la distinción de varios sujetos en Dios no es posible desde


el punto de vista cristiano más que a partir del comportamiento de Jesucristo. El Padre
que muestra Jesús es su origen, pero distinto de Él, al igual como es distinto del Espíritu
que al volver al Padre Jesucristo envía.

“No podemos llegar a conocer la Trinidad inmanente y arriesgar afirmaciones al


respecto más que por la Trinidad económica”

Con esta frase su autor afirma que los personajes teológicos no pueden ser
definidos independientemente de su acción dramática. Y de aquí desprende dos
conclusiones importantes:1- Cualquier analogía extra cristiana a la Trinidad requiere
mucha prudencia, pues sin la base económica se puede caer en triteísmo o modalismo.
2-En oposición al axioma de Rahner, Von Baltasar dice que la Trinidad Inmanente es
principio fundante de la Económica pero no puede ser identificada sencillamente con
esta pues se corre el riesgo de un reduccionismo de Dios en el que quedaría absorbido
en el proceso del mundo. En síntesis, podríamos decir que lo que podemos conocer de
la Trinidad Inmanente sólo lo encontramos en la Trinidad económica, pero esta última
jamás agota la primera.

“La Trinidad se ocupa del mundo en cuanto Dios, pero no se convierte en amor
por el hecho de tener el mundo como su tú y su partenaire”

Dios no tiene necesidad del mundo, su amor es gratuito. Se convierte en amor, por
sí mismo y por encima del mundo. De ahí que pueda revelarse en libertad, entregarse
a amar y ser un teodrama personal y no un acontecimiento natural. No rebaja los
encuentros interhumanos, sino que los integra y les confiere significación personal.

Si la revelación de la Trinidad divina está vinculada a Jesucristo ¿Cómo puede


aparecer en su persona (y sólo en ella) una naturaleza tripersonal de Dios?
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El autor de la Teodramática responde a esta interrogante afirmando que la misión


de Cristo es tan divina como eterna y por tanto, la persona de Cristo es tan eterna
como el designio del Padre. El hecho de que el Padre designe en el Hijo la salvación
del mundo, no quiere decir que impone a un sujeto espiritual finito una misión que
corresponda al Dios infinito, sino que la persona que asume dicha responsabilidad es
persona divina.

Sólo una Persona Divina está a la altura de la causa de Dios y puede ser el
“procurador” de Dios en la tierra.

Los Padres de la Iglesia concluyeron: Ningún hombre, aunque estuviera investido


de una misión importantísima- puede quitar el pecado del mundo, es necesaria una
Persona Divina inmersa en un sujeto espiritual, que como tal puede y debe ser solidaria
con todos los demás sujetos espirituales (pecadores) para poder llevar su carga.

Cristo pide al Espíritu Santo que le muestre la voluntad del Padre. Un espacio para
su acción mediadora.

A pesar de que Jesucristo posee desde siempre la disposición de la obediencia al


Padre, el Espíritu Santo es quien le presenta constantemente y cada vez con mayor
claridad la voluntad del Aquél. Es por ello que lo encontramos en oración en los
episodios en dónde podemos apreciar la acción mediadora del Espíritu. Si el único
Hombre-Dios requirió orar para conocer los designios del Padre, cuánto el ser humano
debe aprender de Jesucristo para estar en comunicación con Dios.

El “acuerdo” económico entre Jesús y el Padre es el “acuerdo” eterno entre Padre e


Hijo.

Jesús en su obediencia al Padre corresponde al acuerdo eterno que ya el Padre y


el Hijo habían realizado desde antes de la creación. El sí del Padre y el Hijo llegan a su
pleno cumplimiento en un nosotros que es más que la suma de su “yo” y “tú”.

“La Trinidad no ha aparecido más que en el tiempo final”

Esta expresión no significa que con el avance de la representación teológica cada


una de las personas apareció con más claridad asumiendo los rasgos de la anterior,
sino que cada uno de los actos de la representación ha hecho conocer más claramente
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el misterio de la Trinidad y por lo tanto le ha precedido antes del tiempo final, una era
de prefiguraciones cada vez más impresionantes, por ejemplo, La “Palabra” y la
“Sabiduría” en la Antigua alianza.

“La Trinidad no es una síntesis entre monoteísmo y politeísmo”

Con esta afirmación Von Baltasar se opone a Hegel, pues la Trinidad no es síntesis
entre judaísmo y helenismo, sino que surge con la figura de Jesucristo, en quien las
figuras preparativas del Antiguo Testamento pueden considerarse preparaciones de lo
que surge con Él.

“Toda la verdad que enseñará el Espíritu no es otra que la de Jesús”

Con esta afirmación la Teodramática se opone a la propuesta de Joaquín de Fiore


en la que, según este, a la era del Padre, (la Antigua alianza), la sucede la era del Hijo
(en la que el Padre profundiza su revelación) y después de ésta habría que esperar una
era del Espíritu en la que definitivamente tendría que aparecer la verdadera naturaleza
espiritual de Dios en su totalidad. Pero Jesucristo ha donado de una vez por todas a
los creyentes el Espíritu que “escruta las profundidades de la divinidad” (1 Cor 2, 10),
alcanzándose así la relación más íntima que se pueda concebir entre Dios y el mundo,
por lo que queda descartada toda superación cualitativa en el futuro.

“La idea de una revelación sucesiva de las tres personas divinas es absurda”

Las tres personas divinas son esencialmente inmanentes las unas a las otras; en la
relación precristiana con Dios, sólo el Dios vivo (trinitario) puede haber sido revelado,
aunque no formalmente en su Trinidad.

El hecho de que, en la encarnación del Hijo en el NT, sea en primer lugar el Padre
quien envía desde el cielo, y por tanto el primero en ser invocado como Dios, no quiere
decir nada en contra de la acción trinitaria. Von Balthasar amplía este principio
mencionando que el Hijo y el Espíritu remiten siempre al Padre, al Dios de la Antigua
Alianza interpretándolo de una manera totalmente nueva, aunque siempre idéntica. El
Verbo no había dado el paso definitivo hasta los hombres con lo que no era posible
conocerlo como Persona Divina, al igual que el Espíritu, que, aunque reposando en los
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hombres no había penetrado definitivamente en su corazón. Así termina diciendo que


lo que se ha realizado en el acontecimiento de Cristo es escatológicamente insuperable.

“La misión de Jesús se ha cumplido en cuanto finita en el tiempo (Jn 19,30), pero
en su contenido y efectos sigue siendo infinita”

Cristo entrega al Padre en la cruz el espíritu terrestre de la misión juntamente con


su alma, pero su misión subsiste desde la resurrección. Sigue siendo el mediador ante
el Padre. De ahora en adelante la misión es asumida atemporalmente en la procesión
del Hijo y, en la línea del Hijo, vale lo mismo análogamente para el Espíritu Santo.

“Dios es actor en el teatro del mundo”

Está encima de la representación, porque no está implicado en el enredo de la


misma, pero está en ella, porque se ha comprometido plenamente en la misma. Al
Padre, quien envía al Hijo y al Espíritu, no le sería posible comprometerse con mayor
facilidad que por medio de estas misiones: “Tanto amó Dios que no perdonó a su
propio Hijo, sino que lo entregó (Jn 3,16 y Rm 8,32). El Hijo, se ha comprometido con
el mundo tan eternamente como el Padre porque desde siempre se ha responsabilizado
de garantizar la realización del plan del mundo por su cruz para salvaguardar lo “muy
bueno del mundo”. El Espíritu en cambio como testigo insobornable va registrando
todo objetivamente, es a la vez amor de Dios derramado (Rm 5,5) a través de toda la
representación, amor que, comprometido hasta el final, va impulsando desde dentro
con gemidos inenarrables el enredo del drama hacia su solución, hacia la libertad
gloriosa de los hijos de Dios” (Rm 8, 22s).

3. CARACTERIZACIÓN DE LOS “PERSONAJES” DE LA TEODRAMÁTICA: Papeles de


las Tres Personas Divinas

Jesús debe transmitir algo de la dignidad y autoridad del que le envía, y


presentarse al mismo tiempo por su modestia como simple enviado.
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Así como Quien envía, tiene un celo por el mundo y no puede ser sino bueno; el
Enviado que recibe esta carga debe ser Dios y por ello haber cooperado en la creación.
Por lo anterior no se podría pensar en que, si Dios estaba decidido a reconciliarse
con el mundo, hubiera bastado para este simbolismo cualquier actuación, grata como
por ejemplo la muerte del Bautista. Así que, el papel de Jesús, debido su identidad
divina y por la libertad filial en la aceptación de la misión reconciliadora, que aparecía
desde el inicio como una misión hasta la sangre (de la cruz: Ef 1,7); no puede ser
asumido posteriormente por un siervo que no hubiera estado siempre allí, ni siga
estando después (Cfr Jn 68,35).

Sobre la espontaneidad en el papel de Jesús, dice Von Balthasar que asume la difícil
forma del sufrimiento.

El Hijo tiene el papel de revelar el amor del Padre, que va hasta el fin, como en la
parábola del Padre amoroso, esta paternidad no puede ser sino la entrega de todo lo
que es el Padre, pues Dios no tiene nada más que lo que es.

El Hijo debe ser igual al Padre, a pesar de que proviene de Él, y ya que el Padre ha
expresado en el Hijo todo su amor sin reservas, es el Hijo la perfecta imagen del Padre,
único capaz de llevar a cabo el papel de representar el don del Padre, que no puede
representarse a sí mismo porque se lo ha dado todo al Hijo y no puede hacer más que
entregar al mundo todo esto que ha dado sin reservas.

La identidad del Hijo es tan importante para su papel, que, si no fuera Dios, el Padre
no hubiera podido expresarse y entregarse a sí mismo en Cristo en toda su verdad,
sino sólo en enigmas.

Jesús posee el Espíritu en él, desde la encarnación, pues es fruto del Espíritu que
ha cubierto a la Virgen con su sombra, pero desde el momento en que el Espíritu ha
descendido “corporal y expresamente” sobre Él, lo tiene explícitamente “sobre Él”

El reconocerle sobre Él, es signo de su abajamiento (kenosis). Y a este Espíritu


obedece, pues en su inspiración encuentra la voluntad del Padre, y esta es la fuerza
que le impulsa. El Espíritu puede ser presentado según lo exija la misión: como el
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Espíritu subjetivamente común del Padre y del Hijo, o como el Tercer objetivante, el
testigo, el fruto, el garante de su relación recíproca.

En la resurrección del Hijo, la forma económica de la Trinidad ha sido absorbida en


la inmanente, por tanto, la forma temporal-vertical ha sido retomada y elevada a la
forma eterna y horizontal.

Esto impide que la encarnación del Hijo signifique una alteración mítica en Dios. No
es Dios en sí mismo el que cambia. Sino que es el Dios inmutable el que entra en
relación con la las creaturalidad y esta relación da a sus relaciones internas un nuevo
rostro, no puramente externo.

4. LA PRESENCIA TRINITARIA EN EL DRAMA DEL MUNDO: Una entrevista


imaginada a Urs Von Balthasar sobre su Teodramática

En el Teodrama que usted propone: ¿Dios permanece como espectador y juez por
encima de la representación, o se halla comprometido en la escena misma?

Si fuera sólo lo primero, entonces Dios sería soberano, pero, de algún modo
inaccesible, (como en el AT), y más aún en el islam y sobre todo en el deísmo, el cual
se encuentra ciertamente en alianza con el mundo, pero no puede entrar en un
intercambio vivo. Si fuera sólo lo segundo sería el mito de los dioses que históricamente
se reciclan, mueren y resucitan. Para que haya una vía tercera que dé unidad a la verdad
de los dos aspectos es necesario el misterio de la Trinidad.

¿Por qué son necesarias tres Personas en un único Dios?

Para que Dios sea en sí mismo vida, amor e intercambio eterno en plenitud, que no
precisa del mundo para tener un partenaire a quien amar. Así, el crear el mundo es un
acto completamente libre, por el que se vincula voluntariamente y no a la fuerza a la
obra comenzada que reclama acompañamiento. Se puede comprometer por su mundo,
pero sin quedar enredado en su caos. El drama que se desarrolla ente Él y que es libre
de dirigir y en el que es libre de intervenir, no es su propio proceso. De lo contrario
tendría que redimirse a sí mismo y ser a la vez el redentor y el redimido, lo que es
contrario, pues una parte sería salvación y otra perdición.
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Entonces ¿podríamos decir que la única persona que vive realmente el Teodrama es
el Hijo, pues ha sido quien ha venido al mundo a hacerse hombre y morir para
redimirnos?

No. El Dios Trinitario es capaz de comprometerse con toda la verdad en la


representación del mundo, desde el momento en que el Hijo del Padre se ha hecho
semejante a nosotros en todo menos en el pecado. Obra con nosotros ante el Padre y
por el Padre, entre el cielo y la tierra. Pero es preciso descartar lo que podría poner en
peligro la unidad de la Trinidad: la distancia entre cielo y tierra no puede ser integrada
más que secundariamente (económicamente) en la distancia primaria (inmanente) entre
el Padre y el Hijo en el Espíritu, y ser interpretada como forma de expresión de esta
distancia englobante, entonces el Padre aparentemente espectador entra en la
representación al igual que el Hijo actuante y que el Espíritu mediador, y hasta se
podría decir que el Padre es el actor central, puesto que él “ha amado tanto al mundo
que le ha entregado a su único Hijo” (Jn 3,16). El abandono de Dios que experimenta
el Hijo en la cruz no puede interpretarse como un movimiento unilateral y exclusivo del
que muere; si Dios aquí está subjetivamente abandonado, entonces es abandonado
por Dios, y en tal caso, esta situación vuelve a ser una forma económica de las
relaciones personales en el seno de la Trinidad inmanente.

Entonces ¿cómo se distinguen “los papeles” del Padre y del Hijo en la Teodramática?

En el Teodrama, Dios Padre es el autor del que todo parte y el que se


responsabiliza de todo, el que sigue estando ante la obra y por encima de ella, pero
que ya por la creación poética de la misma, está integrado de la manera más potente
e irrevocable. Pero no es Él el que representa la obra, sino que es el Actor el que, al
representarla, da vida real a la Palabra del Autor. A esto se plantean sutiles problemas,
Él no es siervo del texto, aunque está unido a Él en lo más profundo (decía Dingler), si
bien se mantiene frente a él con libertad moral (Simmel), en la tensión entre la simpatía
y el dominio (Diderot), con lo que la oposición llegaba a trascenderse en una perfecta
disponibilidad a lograr mediante ejercicio (Stanislavsky), como una fe en la verdad (del
papel), un moverse libremente en sus cadenas, en dónde pueden llegar a coincidir la
más alta técnica y la pura inspiración. Esto era, para una persona, una existencia en el
filo de la navaja; entre la humildad y la autopérdida exhibicionista, tras el problema del
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actor resurgía por eso el del hombre mismo, el del sujeto espiritual en busca de un
papel que a la postre no podía ser un papel accidental, intercambiable, sino su papel
propio, irrepetible, personal y solamente llegamos a reconocer un único caso en el que
papel y personaje coincidieran absolutamente el de Dios-Hombre. El punto de
identidad es la misión que viene de Dios (missio), que es idéntica con la persona en y
como Dios (processio).

¿Qué función cumple el Espíritu Santo?

El Espíritu es indispensable: el Padre le confía su obra a fin de que él la traduzca


a la vida (ya hemos visto que llevaba la iniciativa en la encarnación), el Hijo se deja
guiar de él. Es el director de la obra.

¿Es necesario un director siendo el actor Dios-Hombre?

Pues, en la triada de la producción Teodramática se da también esta tercera


persona indispensable. Es quien traduce el texto del Autor a la actualidad de la
representación conforme a las necesidades múltiples y accidentales del momento y a
las potencialidades cambiantes de la compañía teatral. El Director debe escuchar la
letra del texto en función de su espíritu e inspirar, de una manera unitaria, este espíritu
al organismo múltiple de la compañía, siempre consciente por otra parte de que es una
potencia intermediaria, que con su activa fantasía debe ejercer un puro servicio tanto
frente al Autor como frente a los Actores. Aquí un espíritu impuro, que se erige en
protagonista, (como muchos directores modernos, de frente al personaje principal), por
ejemplo, a la hora de poner al día una pieza clásica- puede echarlo todo a perder, pero
aquí se llega a descubrir en qué medida el director debe ser una imagen (modesta) de
la acción del Espíritu Santo, y la Iglesia debe hacer exactamente lo mismo si quiere
tener éxito en su misión a la hora de la predicación de la Palabra, de la celebración de
los sacramentos y la dirección de las almas. El individuo no llegaría a encontrar nunca
su personaje o volvería a perderlo posteriormente con su libertas, si no tuviera la
humildad de dejarse guiar por el Espíritu.

¿Ocupa el hombre (ser humano) la función del público en el Teodrama que tiene como
escenario el mundo?
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Sí, pero en este el público no es puramente pasivo, se haya en tensión respecto a


la representación y participa interiormente en su proceso y hasta en su éxito; se da una
fluida interacción entre el patio de butacas y el escenario.
Cómo hemos dicho antes, el Padre ya no aparece como sentado en el trono como
juez impasible por encima de la representación; su texto es su propio gesto de
inclinarse sobre la creatura sufriente en la forma del Hijo y del Espíritu, y lo que puede
aún traer el recuerdo de la inexorabilidad del destino antiguo se ha convertido
teodramáticamente en el acontecimiento de la cruz, donde la suprema dureza llega a
ser dolorosamente consumada entre Dios y Dios para ahorrársela al hombre o para
transformar la compasión del hombre en la gracia de la co-expiación (Col 1,24). Es
fuerte el amor como la muerte.

Este resultado confiere a la representación del mundo no sólo un papel


ontológicamente realizado al máximo, sino que brinda a los co-actores del
protagonista, del hijo de Dios la posibilidad de asumir un rol ya no psicológico
sociológico si no la misión sin par, preparada para ellos en el seno de Dios y radicada
en Cristo. Lo que a la postre no puede encontrar un actor sobre el teatro, ni tampoco
el hombre creado sin Dios, es decir, el papel con el que puede y debe coincidir, se hace
realidad en el teodrama cristiano. Pero el hombre no halla ni asume este su papel,
preparado para él en Dios, más que en la “fe en la verdad”.

Stanislawsky propone que el actor debe tener fe en la verdad, creer en los hechos y
palabras que suceden dentro de la obra propuesta por el autor. ¿En qué verdad debe
creer el ser humano para actuar con sinceridad según su papel en el Teodrama?

Debe creer en que el mismo Logos del Padre no aparece más que en la naturaleza
humana de Jesucristo. El Yo que se refiere a su procedencia del Padre lo pronuncian
sus labios humanos. Por ello no siguen siendo en modo alguno superfluas la
disponibilidad stanislawskiana y la iniciación a la misma, tanto menos cuanto que el
Hijo, para cumplir su misión, no se mira a sí mismo (su ideal divino, su conciencia), sino
a la voluntad del Padre, que se le hace presente a cada instante por el Espíritu Santo
o -remedando el teatro- le es inspirada, insuflada.
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Y el Espíritu Santo que se manifiesta en Jesucristo, en la Iglesia en todos los que


creen y aman, no aparece sino habitando en los templos que éstos son.

¿Quiere decir entonces, al hablar de los que creen, que existe la posibilidad de que
lo creado se transfigure en lo divino?

Es posible claro, porque lo creado como tal, en su puro no-ser-Dios, es una imagen
de Dios, que ni aun en el pecado llega jamás a ser destruida totalmente. El ser en sus
grados jerárquicos e interiorizaciones como existencia, vida, pensamiento, sensibilidad
y amor, sólo es por ser una imagen del Ser eterno y trinitario, y cuánto más viva,
comunicativa y fecunda llega a ser esta imagen, tanto más clara. Incluso las faltas más
groseras contra la bondad del ser no pueden producirse sino sobre la base de la
persecución (perversa) de un bien.

¿Si es así, por qué no pudo otro hombre aparte de Jesucristo ser Imagen del Dios
Trinitario?

Porque aún a la creatura más elevada le falta el atributo más divino de Dios: ser
por sí mismo. Por ello todo signo de semejanza está marcado por uno contario de
desemejanza.

¿Entonces cuál sería la Imago Trinitatis que se podría desarrollar en la esfera espiritual
de la creatura?
Puede desarrollarse no más que en dos series antinómicas, que se exigen
mutuamente, del ser y del pensar. La una es la estructura interna del espíritu creado,
explorada por Agustín en numerosas direcciones: el espíritu creado debe salir de una
auto posesión, la más íntima, irreflexiva, (memoria), y contraponerse a sí misma a fin de
aprehenderse (intellectus) y por ello, finalmente, afirmarse por el amor (voluntas).

Debe encontrarse también en el movimiento opuesto del espíritu que le fuerza a


salir de sí mismo: del yo al tú y al fruto del encuentro, que puede ser el encuentro
sexual del hombre y de la mujer, pues en el encuentro de dos personas que se aman
se da un lejano reflejo (en este caso el fruto puede ser el hijo, pero también por encima
de esto, un fruto que concierne a todo lo humano y que supera la pura sexualidad), o
cualquier otro encuentro en el que el yo, donándose al tú, llega por primera vez a ser
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realmente él mismo, y los dos, superando la búsqueda del propio yo, se realizan en un
nosotros.

CONCLUSIONES

• El Gran teatro del Mundo de Pedro Calderón de la Barca presenta a un Dios


autor Soberano de la Creación, pero que luego queda como espectador en el
drama del mundo.
• Para el Dios de Calderón de la Barca parece imposible descender y asumir un
papel junto al hombre.
• Para la Teodramática el Dios Trino ha entrado en escena en Jesucristo.
• Dios Padre no desaparece en la representación del Hijo, que sigue existiendo
como el punto de referencia de donde Él viene, desde donde habla y obra, y al
que se orienta y vuelve.
• Las Personas de Dios jamás aparecerán como dioses individuales.
• En su representación, Jesucristo puede ser inmanente a la misma, sin abandonar
su trascendencia.
• La interpretación de Dios otorgada en Cristo es accesible a cualquiera, porque
se ha producido en la naturaleza humana común a todos.
• Existen el peligro de no acoger este misterio anterior, no captarlo o querer
apropiare del mismo sin legitimación.
• La distinción de los sujetos en Dios sólo es posible de observar en el
comportamiento de Jesucristo.
• Lo que podemos conocer de la Trinidad Inmanente sólo lo encontramos en la
Trinidad económica, pero esta última jamás agota la primera.
• Dios no tiene necesidad del mundo, su amor es gratuito.
• El Padre designa en el Hijo la salvación del mundo, no porque impone a un
sujeto espiritual finito una misión que corresponda al Dios infinito, sino porque
es persona Divina
• Jesucristo es el único capaz de ser solidario con todos los demás sujetos y llevar
su carga.
• La obediencia que el comportamiento de Jesús al Padre nos demuestra,
corresponde al eterno acuerdo que ya antes de la creación había el Hijo y el
Padre realizado.
• Cada uno de los actos de la representación: AT, Encarnación, Pentecostés…
hace conocer con mayor claridad la Trinidad, no es que van asumiendo las
Personas Divinas los rasgos de la anterior y con ello perfeccionándose.
• La Trinidad surge, o se revela con la persona de Jesucristo.
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• La verdad de Jesús es la misma que la que enseñará el Espíritu Santo, ya en la


segunda persona es plena e insuperable.
• Es absurda la idea de la revelación sucesiva de las tres Personas Divinas.
• La misión de Jesús es plena en el tiempo, pero en sus efectos es infinita.
• Dios está comprometido en la representación, pero está por encima de ella. No
depende de esta.
• Jesús transmite algo de la autoridad de quien le envía, pero se presenta como
simple enviado por su humildad.
• El papel de Jesús por su identidad divina no podía ser asumido por alguien más.
• En Jesús la espontaneidad se aprecia en la difícil forma del sufrimiento.
• Jesús posee el Espíritu desde la encarnación, pero sobre él está, desde el
momento del Bautismo.
• El reconocer al Espíritu situado sobre sí mismo, es signo de la kenosis de Jesús.
• En la encarnación no es Dios en sí mismo el que cambia. Sino que es el Dios
inmutable el que entra en relación con la creaturalidad.
• Para que Dios pueda ser creador, y comprometerse con el drama del mundo
debe existir la Trinidad.
• Se puede pensar que incluso Dios Padre es actor principal por su entrega del
Hijo.
• El abandono de Dios por Dios, es forma económica de las relaciones personales
en el seno de la Trinidad inmanente.
• En la Teodramática: Dios Padre es el Autor, El Hijo el Actor, y el Espíritu Santo
el Director. Sin embargo, todas sus acciones son Trinitarias.
• El Padre confía la obra al Espíritu para que la traduzca.
• El individuo no encuentra su personaje o lo perdería si no se deja guiar por el
Espíritu.
• El público (ser humano) no es pasivo, es co-actor junto a Dios en el drama del
mundo.
• El ser humano para cumplir con su papel requiere la disponibilidad
Stanislavskiana para creer en la Palabra del Padre, dirigida a través del Espíritu
Santo y manifestada por el Hijo.
• Lo creado se puede transfigurar en lo divino, porque es una imagen del Ser
eterno y trinitario.
• A la creatura más elevada le falta el atributo más divino de Dios: ser por sí
mismo, para poder ser imagen perfecta de Dios.
• A nivel espiritual la creatura puede hacerse una imagen de la Trinidad por medio
de la memoria, el intelecto y la voluntad.
• Otra imagen de la Trinidad (reflejo lejano) la propone Von Balthasar en el
encuentro de dos personas que se aman, y como fruto de este amor se da el
hijo.
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COMENTARIO PERSONAL

He encontrado que es la Teodramática una bella y verdadera metáfora en dónde


se propone el teatro como medio para acercarnos al misterio de la Trinidad.
La tríada: autor, actor y director, pertenecientes a una puesta en escena, es
utilizada en el Teodrama análogamente, para llevarnos a ver que, en el teatro del drama
humano, el Autor (Dios Padre) es el conocedor de todo, de quién procede la obra y por
ende a quién debemos respetar en sus acotaciones sobre cómo vivirla. Muestra de ello
nos la da el Actor (Jesucristo), Quién, a pesar de compartir la dignidad e identidad del
Autor por ser su Hijo, asume la humanidad que hace visible el poder de Dios y su
autoridad en el escenario del mundo, pero actuando con humildad como un simple
siervo, que se deja sorprender en su papel, al ir creciendo en el conocimiento del
mismo, por medio de la inspiración del Director (Espíritu Santo), conocedor profundo
del texto, de la obra y Quién tiene por función ser fiel a ella, guiando al Actor y a los
coactores(el ser humano),hacia la voluntad del Autor, alcanzar el super objetivo
(Stanislavsky): la salvación de la obra.
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BIBILIOGRAFÍA

VON, H., Teodramática. Las Personas del Drama: El Hombre en Cristo, Madrid 1993.
DE LA BARCA, C., El Gran Teatro del Mundo, Barcelona 1983.
STANISLAVSKY, K., Manual del Actor, México 2014.

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