Professional Documents
Culture Documents
Una vida en presente puede leerse como una novela sobre los vínculos
cotidianos y las relaciones que sostenemos con aquellos a quienes vemos a
menudo: los roles, las expectativas, lo explícito, lo implícito, lo secreto, los
reproches, la manipulación… Y es una lectura que se sostiene varios días
después de finalizado el libro, hasta que uno de sus clientes empieza a tomar
más relevancia: el Dr. Seligman, un psiquiatra obsesionado con la posibilidad
de alterar químicamente la memoria y que, además de pagarle a María por sus
servicios, también la trata y la medica (he aquí una digresión que contiene
spoilers: si el lector quiere leerla, puede clickear acá; de lo contrario, pase al
siguiente párrafo).
Pero tal vez lo más atinado sea decir que la novela propone conocer a un
personaje a través de su propio proceso de autoconocimiento y recuperar la
potencia del testimonio de alguien en una época que colectiviza la experiencia
a un precio que resultará, sin dudas, demasiado caro.
Si nos dejáramos llevar por algunas lecturas de la novela en las que se acentúa
el carácter heroico de María Guevara o en las que, incluso, se agradece que no
sea una víctima o mártir, podríamos decir de ella lo mismo que Martín
Rodríguez dijo sobre la novela en Tiempo Argentino: que es un libro que no
registra la lucha por el poder sino que lo ejerce. Pero ¿tendríamos razón?
¿Hasta qué punto esa lectura, al tiempo que celebra, no reduce el lugar que un
libro puede ocupar en los discursos públicos de una sociedad?
María no es, o no debería ser, para nadie, ni heroína ni mártir, a la vez que Una
vida en presente, como cualquier otra novela escrita por cualquier persona de
cualquier género, es un registro de la lucha por el poder a la vez que es un
ejercicio del mismo.