You are on page 1of 1

04/09/2018 QUERIDO WILLIAM SHAKESPEARE, por Peter Brook – OVEJAS MUERTAS

OVEJAS MUERTAS

septiembre 4, 2018septiembre 4, 2018

QUERIDO WILLIAM SHAKESPEARE, por Peter Brook

Querido William Shakespeare:

¿Qué ha pasado contigo? Creíamos que siempre podíamos confiar en ti. Sabíamos que al trabajar con tus textos nuestra puesta en escena a veces sería aceptada y que otras sería rechazada. Es ley de vida. Estábamos preparados
para ello. Pero ahora resulta que el que recibe criticas negativas eres tú. Cuando aparecieron las reseñas de Titus Andronicus, felicitándonos a todos nosotros por haber salvado tu espantosa obra, no pude evitar sentir cierta
culpa. Porque, realmente, ninguno de nosotros habíamos pensado, mientras trabajábamos en tu texto, que éste fuera tan malo.

Así fue que tuvimos que reconocer lo equivocados que estábamos. Y yo, el primero de todos, ya que tendría que haber reconocido en su momento que ésta era tu peor obra, pero estaba con la cabeza en otras cosas. En otra
oportunidad, cuando montamos Trabajos de amor perdidos, ¿no nos sorprendió un crítico cuando escribió que ésa era tu obra “más débil y tontorrona”? Y con Cuento de invierno, no me acuerdo qué critico dijo que “ésta es la
peor pieza de Shakespeare; un caos enorme, pedante y pesado”. En ese momento yo había trabajado la obra con la creencia de que, con su total inverosimilitud, el texto no dejaba de ser una invención hermosa, emotiva, una
maravilla; una fábula coronada por un final feliz inesperado, en el que una estatua toma vida produciendo como un milagro el que Leontes se convierta iluminado por la comprensión y la piedad. Me temo que me había
cegado con la realidad de que los milagros ya a nadie le importan, por maravillosos que parezcan.

Supongo que, con el tiempo, tendría que haberme preparado para aceptar que La Tempestad era tu más rotunda equivocación. Por supuesto, mi gran ignorancia siempre me hizo defender que era tu obra maestra: la veía como la
otra cara del Fausto. La pieza que cerraba el ciclo final de tus obras en las que tratas sobre la piedad y el perdón. Una obra que es, en el curso todo su desarrollo, una tempestad desatada, en la cual hasta el último momento no
llega la calma. Me engañé pensando que tu talento estaba en su punto más alto cuando la hiciste tan implacable, tan seca, tan dramática.

Que no por casualidad en las tres tramas remarcabas el contraste de un Próspero solitario y respetuoso con la verdad con el carácter de unos amos asesinos y brutales y el de unos bufones retorcidamente codiciosos y perversos.
Que no te habías olvidado de las leyes de la dramaturgia, como por ejemplo de ésa que dicta el “hacer que cada personaje sea semejante a cualquiera de los espectadores”, cuando con toda intención colocaste la más grande de
tus obras maestras tan lejos de nosotros, en un grado tan elevado.

Ahora, tras haberme empapado de todas las criticas, he aprendido que La Tempestad es tu peor obra –claramente la peor de todas- y debo disculparme ante ti por no ser capaz de haber disimulado mejor sus muchos errores.
Menos mal que cuando me di cuenta de mi error estaba en Stratford, y como tenía un par de días libres antes de irme, pensé que sería bueno ir a ver alguna de tus obras maestras más celebradas. Consulté la programación.
Estaban en cartel Rey Juan, y cuando estaba a punto de adquirir mi entrada recordé haber leído que esa obra era “un desaguisado sin pies ni cabeza”; así que mejor no perder el tiempo con ella.

Al día siguiente programaban Julio Cesar, pero de ésta se había dicho que era una de tus piezas “más espantosas”, de manera que me esperé a que repusieran Cimbelino (confieso que siempre me he enamorado por la deliciosa
fantasía que anima este cuento). Pero para antes de entrar me puse a leer las criticas que había en la puerta del teatro y descubrí que casi todas ellas coincidían en que, pese a que la dirección la salvaba, era “una acumulación
tan enorme de locuras y sinsentido como los de Titus Andronicus”, y aunque sin duda me gusta admirar una puesta brillante y unas buenas interpretaciones, te darás cuenta de que en ese momento yo lo que necesitaba era ver
alguna obra tuya buena.

Entonces vi el anuncio de Como gustéis, en letras grandes: “Matinée, 2:30 pm”. Era la única de tus obras de la que nunca había leído o escuchado decir nada malo; una obra libre de toda sospecha. De manera que pagué mi
entrada y me metí en el teatro. Y ahora debo confesarte que no me gusta Como gustéis. Lo lamento, pero me parece demasiado populachera, tanto como un anuncio de cerveza; ni la encuentro poética ni ocurrente. El que haya
un villano que se arrepienta porque se ha salvado por los pelos de ser comido por un león; y otro más que, al frente de su ejército, “se convierte ante Dios y el mundo” al ser aleccionado por las “buenas palabras” de un
“anciano piadoso”, es algo que no puedo soportar.

Así que ahora, mi querido autor, no sé qué decirte. Creo firmemente que la gran mayoría de todas tus obras son milagrosas, salvo Como gustéis. Los críticos piensan que todas tus obras son malas o aburridas, salvo Como gustéis.
El público ama todas ellas, incluyendo Como gustéis. ¿Qué extraña contradicción es ésta? ¿Por qué se da? ¿Cuál es el punto en común de opiniones tan encontradas? ¿Habrá influido en mí el hecho que me obligaron a dirigir
Como gustéis en mi examen de fin de carrera? ¿O puede que al forzarnos por profesión a ver todas y cada una de las versiones de Shakespeare que, nos guste o no, no paran de subir y bajar de la cartelera, hace que nos
obliguemos a darle nota a tus textos como si fueran trabajos escolares?

PETER BROOK

Publicado en PETER BROOK, VELLOCINOS DE ORODeja un comentario

WordPress.com.

https://ovejasmuertas.wordpress.com/2018/09/04/querido-william-shakespeare-por-peter-brook/?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook 1/1

You might also like