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La obra de Flavin surgió en el contexto del minimalismo, aunque el propio artista prefiriese hablar
de “arte situacional”. Sus piezas en ningún caso tienen un carácter meramente objetual, sino que
constituye una auténtica síntesis de escultura y modificación plástica de los espacios
arquitectónicos, todo ello con un intenso aliento pictórico, además de tener como objetivo
conseguir la implicación física y mental del público, que dejan así de ser considerados meros
espectadores pasivos. El montaje y presentación de las piezas de Flavin permite en todo momento
que el espectador se pueda ir impregnando de forma gradual de los cambios perceptivos
propiciados por la disposición de los tubos de luz fluorescente de distintos colores. En este caso
concreto percibimos tres, los mismos que luce la bandera francesa: rojo, blanco y azul, siendo muy
probable que esta obra estuviese hecha para conmemar el aniversario de su revolución.
En la imagen podemos ver el edificio más emblemático de la corriente metabolista sea el Nakagin
Capsule Tower, diseñado por Kisho Kurokawa en 1970. Fue el primer edificio de su clase en el
mundo e influenció notablemente la arquitectura de los Capsule-hotels, muy frecuentes en todo
Japón. Sin embargo, su falta de mantenimiento y su obsolescencia ha causado un ardiente debate
entre quieren preservar este icono del paisaje urbano tokioita y entre los que no.
En 1970 se llevó a cabo la Exposición Universal en Osaka, un hito dentro de las cuestiones
arquitectónicas de segunda mitad del siglo XX donde las ideas metabolistas fueron ampliamente
plasmadas en diversos ámbitos atendiendo a las nuevas necesidades de una sociedad posmoderna.
Kurokawa diseña nuevo tipo de edificio con cápsulas permanentes, bautizada por el mismo
arquitecto como una “vivienda para el homo movens: la gente en movimiento”.
En síntesis, la obra arquitectónica comentada no es más que otro ejemplo de las nuevas corrientes
de los años 70 que, como el grupo inglés Anrchigram, se imbuyen en una influencia futurista y de
cultura pop adaptando sus proyectos bajo el credo del gusto por la tecnología y el consumo de
masas.
Los burgueses de Calais, Auguste Rodin, escultor impresionista, datada a finales del XIX (1884).
Forman un grupo escultórico exento realizado en bronce de un gran dramatismo, acentuado por las
desproporciones formales de los personajes. Hace referencia a un episodio histórico , en concreto a
la guerra entre Francia e Inglaterra en la llamada “Guerra de los Cien años” (1347), en el cual los
burgueses de la ciudad francesa de Calais se sacrificaban por el pueblo entregando las llaves de la
ciudad y evitar así que fuesen sitiados. El conjunto no representa un momento concreto de la
historia sino un conjunto de sentimientos y dilemas morales: angustia, desesperación, dignidad y
orgullo. Rodin huye de los contornos realistas a favor de un expresionismo palpitante entre una
amalgama de personajes que unen lazos psicológicos individualizados a través del juego de la luz, el
espacio y la dimensión escultórica.
La escultura Impresionista del XIX vive tiempos de independencia frente a la fuerte tradición
académica que había llevado a la crisis del lenguaje clásico, a sus formas, composiciones, funciones y
significados. Rodin cultivó el juego del modelado sobre las superficies bañadas por la luz y
acentuadas por el juego de volúmenes. Sus personajes muestran individualidad propia bajo un
simbolismo pleno, ejerciendo como un precedente clave dentro del siglo XX. Medardo Rosso deberá
mucho a la inspiración de Rodin, al igual que los movimientos de vanguardias (cubismo,
expresionismo, futurismo e incluso en la escultura surrealista de Giacometti, sin olvidarnos de dos
grandes de finales del XX: la fundadora del Arte Confesional, Louis Bourgeois o el artista alemán
conceptual Joseph Beuys.