1. Dt. 7: 6-11. Desde mis antepasados parte de mi familia sirvió a Dios y
fue separada para el trabajo ministerial. He podido experimentar lo que Jehová le dice al pueblo de Israel en el texto citado somos un: “pueblo santo… especial”; pero esa elección para ministerio no se debe a que seamos más que otros, al contrario, al igual que el pueblo escogido somos los más insignificantes, mi familia desde sus orígenes estuvo fragmentada y necesitada de una restauración integral. A pesar de esto, fuimos escogidos por amor, conforme a su fidelidad y por el pacto hecho desde la antigüedad a sus siervos.
2. Dt. 7: 3-4. “y no emparentaras con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni
tomaras a su hija para tu hijo. Porque desviara a tu hijo, de en pos de mi, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto”. Varios miembros de mi familia ‘emparentaron’ con hombres y mujeres que no eran parte del pueblo escogido lo que hizo desviar su corazón y el juicio de Dios cayo sobre esas indebidas relaciones. En la actualidad varios están divorciados y sus hijos desubicados y el servicio a Dios que en mi es un imperativo para ellos es un apéndice que no se toma en consideración.
3. Dt. 8: 11-20. A pesar de ser nacido y criado en la vida cristiana, en mi
adolescencia y juventud “me olvide” de Dios y me dedique a buscar un mejor y futuro para mi y mi familia. Era un deseo desmedido de buscar un mejor nivel económico; las riquezas eran un ídolo que construí para mi como Israel que en el desierto construyo un becerro para adorarlo, Dt. 9: 6-29.esta situación, unida a las actitudes propias de la juventud me condujeron a una vida de continuo pecado delante de la presencia de Dios. Con el correr del tiempo y las experiencias me di cuenta que es Dios quien nos ha sostenido, y que el bienestar económico viene de parte de El en el momento que lo dispone. Hoy reconozco que Dios estuvo conmigo en ese periodo y su mano me guardo de caer mas profundo, su cuidado para mi se debe también a las oraciones de mis padres, que como moisés (vers. 18-19, 25-29). Se humillaron, ayunaron y oraron ante Jehová para impedir la destrucción de mi vida.
4. Dt. 31:7-13. Este pasaje habla de la “ordenación” de Josué como
sucesor de Moisés, lo relaciono con mi ordenación al ministerio por parte de mis autoridades eclesiales, varios de ellos ya partieron para estar con el Señor y nos corresponde ahora tomar su lugar y guiar al pueblo en la enseñanza la ley divina: vr.12 ‘‘para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir las palabras de esta ley”. en su peregrinar en el mundo para poseer la “tierra prometida”. Vr: 7.
5. Dt. 32: 48-52. Moisés fe un siervo de Dios que marco un hito en su
fidelidad a su llamamiento y ministerio. Sin embargo en estos versículos nos advierte como a pesar de esto: “porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel veras, por tanto, delante de ti la tierra; mas no entraras allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel”. Vr: 51-52. Es un desafío ser fiel a Dios hasta el fin de nuestros días y poder guiar a todo el pueblo a donde El quiere llevarles. Estoy en el ministerio y estos episodios me hacen rogar al Señor que me ayude a permanecer fiel a pesar de las circunstancias.