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EL TEMOR Y LA ANSIEDAD

En la actualidad la ansiedad es la más conocida y practicada en todo el mundo, pero


debemos saber que no es pecado experimentarla, aunque el Señor no desea que
vivamos siempre a merced de la incertidumbre debido a situaciones inevitables. No
obstante, es importante entender cómo debemos confrontar las dificultades y
tropiezos que nos acosen y no dejarnos controlar por ellos. La Muerte estaba
caminando hacia una ciudad. Un hombre la detuvo y le preguntó, “¿Qué vas a hacer?”
La Muerte contestó, “Voy a matar a 10,000 personas.” El hombre reaccionó, “¡Eso es
horrible!” La Muerte le dijo, “Bueno, así es; eso es lo que hago.” Durante el día, el
hombre le advirtió a todo el mundo del plan de la Muerte. En la noche volvió y se
encontró con ella. “Dijiste que ibas a matar a 10,000 personas, pero 70,000
murieron.” “Es cierto,” dijo la Muerte. “Yo maté solo 10,000. Pero la ansiedad y el
temor mataron a los demás”.

A. ¿QUÉ ES LA ANSIEDAD?

La palabra ansiedad, proviene de una raíz etimológica que significa estrechez,


algo que ahoga u oprime. La Ansiedad es “un estado de inquietud, temor e
inseguridad causado por circunstancias pasadas, presentes o futuras.” Como
humanos necesitamos cierto grado de preocupación que actúa como estímulo en
la vida, que nos motiva a ocuparnos adecuadamente de personas o situaciones
que lo requieren 2 Corintios 11:28. Pero, tener una preocupación excesiva por el
futuro, puede afectarnos de una manera negativa. Se probó en un estudio, que
hasta un 70% de las enfermedades menores, son reacciones psicosomáticas a la
tensión diaria, y pueden causar problemas muy serios.

B. RAZONES PARA EVITAR LA ANSIEDAD.

1. No es bíblico. En el Sermón del Monte el Señor Jesús tres veces dijo


claramente: “No os afanéis…” (Mateo 6:25-34), y explicó que debemos confiar
sin dudar, puesto que nuestro Padre celestial nos suplirá de todo lo que
necesitemos para comer, beber y vestirnos. Por nuestra parte, no podemos
aceptar la ansiedad como estilo de vida, ya que el Señor Jesús es nuestro
Príncipe de Paz.

2. La ansiedad tiene efectos negativos en cada aspecto de nuestras


vidas:
a. Divide nuestra mente. Es una distracción que nos arrastra en dos
sentidos opuestos y nos impide enfocarnos, concentrarnos adecuadamente
ante los asuntos importantes.
b. Disminuye nuestra productividad. Se convierte en un impedimento
porque no podremos darle toda nuestra atención ni la energía necesaria.
c. Afecta nuestras relaciones interpersonales. Es difícil ocultar nuestras
ansiedades. Si estamos llenos de temor contagiaremos a todos los que nos
rodean.
d. Nos lleva a tomar decisiones insensatas. Los que están demasiado
preocupados por el futuro, tienden a tomar decisiones precipitadamente,
sin detenerse a considerar las consecuencias que puedan surgir.
e. Nos roba el gozo y la paz de Dios. Es imposible ser impacientes o
ansiosos y al mismo tiempo estar serenos y satisfechos.
f. Es una gran pérdida de tiempo y energía. Toda incertidumbre,
frustración y preocupación afecta nuestro desempeño ya que por una parte
son agotadores y al mismo tiempo nos impiden alcanzar las metas que Dios
nos ha trazado.

3. Puede tener efectos devastadores en nuestra salud. Así lo afirman los


profesionales de la salud.

C. ¿CÓMO PODEMOS HACER FRENTE A LA ANSIEDAD?

Puesto que hay tantas cosas de por medio, es absurdo ceder ante la ansiedad o
buscar un remedio temporal. Si no vamos a la raíz del problema, las
preocupaciones pasarán de ser emociones negativas y tarde o temprano se
convertirán en problemas físicos. La solución se encuentra en Filipenses 4.4-7
que indica que en lugar de estar ansiosos debemos:

1. Llevar nuestros problemas a Dios. Todo lo que nos perturbe es motivo de


oración. El primer paso para liberarnos de la ansiedad consiste en reconocer
delante del Señor nuestros temores y no permitir que ellos nos controlen.
Hechos 18.9-10.

2. Llevarlos con actitud de agradecimiento. Si nos acercamos a Él con


dudas, no estaremos agradecidos; pero al reconocer que Dios participa
activamente en nuestras vidas, las razones por las que siempre debemos
alabarlo serán más evidentes. Filipenses 4.6-7.
3. Acercarnos a su presencia con una convicción triple: Primero, que el
Señor nos ama incondicionalmente y desea los mejor para nosotros. No basta
con ser agradecidos, sino que debemos estar plenamente convencidos de su
amor y misericordia para con nosotros. Segundo, que Él tiene tanto el deseo
como el poder para ayudarnos en cualquier circunstancia, por difícil que
parezca. Tercero, que ha prometido liberarnos de nuestras preocupaciones,
por lo que podemos confiar en que Él cumplirá su promesa.

4. Reconocer que la ansiedad implica librar constantemente una batalla


de fe. Debemos creer que Dios remplazará nuestras ansiedades con su paz
inefable si las llevamos a Él. Si entregamos nuestras inquietudes en sus manos
y confiamos en que Él nos acompañará en nuestros temores e incertidumbres,
podremos disfrutar de esa “paz que sobrepasa todo entendimiento” y que
también guardará nuestros corazones y nuestros entendimientos “en Cristo
Jesús” (Fil 4.9).

CONCLUSIÓN:

Por más significativas que sean todas estas promesas, no se convertirán en realidad
si entregamos a Cristo nuestras preocupaciones con una mano y con la otra volvemos
a tomarlas. La verdadera libertad solo es posible cuando por fin reconozcamos que
cualquier carga es demasiado pesada para llevarla con nuestras propias fuerzas. Así
que debemos traerle todas nuestras preocupaciones y aprensiones, ya que mientras
nos aferremos a ellas y nos enfoquemos en lo que pueda suceder, jamás podremos
ser verdaderamente libres.

Solo en la presencia de Dios puedes encontrar consuelo, fortaleza y paz, pero


necesitas darle el primer lugar en tu vida. ¿Cómo lo hacemos?....Realmente, ¿lo has
hecho? ¿Le has dado al Señor el primer lugar en tu vida? Sino, hoy es buen día para
tomar esta decisión.

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