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DISCERNIMIENTO Lenguas
. Sacerdote de la diócesis de Reggio Calabria-Bova
Palabras clave
· Conciencia moral
· Corazón
· Voluntad
valor moral de cierta acción. Así la defi- Escrituras, Juan Pablo II dice que la con-
ne el Catecismo de la Iglesia Católica ciencia moral corresponde, de algún modo,
(CIC 1778): “La conciencia moral es un al “corazón de la persona”. En efecto, justa-
juicio de la razón por el que la persona mente el término bíblico “corazón” (“leb”,
humana reconoce la cualidad moral de en hebreo), lejos de indicar un mero órga-
un acto concreto que piensa hacer, está no físico del cuerpo humano, se refiere, por
haciendo o ha hecho”. [2] Obviamente, la el contrario, al núcleo central de la perso-
conciencia psicológica, a diferencia de la na, a su identidad profunda, al lado íntimo
moral, no posee una relevancia ética de cada uno de los seres humanos: es decir
directa, sino que su presencia constituye que se está frente a aquella dimensión
el presupuesto mínimo para que la con- estructural de la persona que preside la
ciencia moral pueda elaborar sus juicios. edificación de su misma historia individual,
De ahora en adelante, en la presente mediante la elaboración de sus elecciones y
reflexión, a menos que haya explícita- de sus juicios morales. En otras palabras, el
mente una indicación diversa, cuando se “corazón” del hombre, en las Sagradas
mencione la conciencia se hará referen- Escrituras, revela realmente que está ante
cia siempre a la conciencia moral. Dios y la comunidad, en la determinación
concreta de su libertad de criatura.
A la luz de esta distinción previa, para
subrayar mejor la importancia del tema Si bien es cierto que en el Antiguo
de la conciencia y del discernimiento Testamento el término técnico “concien-
moral de las acciones, se hace referencia cia” (en griego “suneidhsiv”) se
a las palabras que usó Juan Pablo II en encuentra sólo dos veces, [5] es asimismo
Veritatis Splendor (VS), [3] su encíclica cierto que la esencia del concepto que
dedicada a algunas cuestiones funda- éste transmite está, por el contrario, bien
mentales de teología moral, al introducir presente, justamente mediante la refe-
esta temática: “La relación que hay entre rencia a la idea del “corazón” del hombre,
libertad del hombre y ley de Dios tiene su es decir, a la interioridad constitutiva de
base en el corazón de la persona, o sea, la persona, donde la palabra de Dios se
en su conciencia moral” [4] (VS 54). eleva como un juicio: corazón contrito,
corazón “nuevo”, corazón convertido. Se
Con un lenguaje muy sugerente y direc- acoge esa palabra convirtiéndose en la
tamente derivado de las Sagradas fuente íntima de toda resolución religio-
[7] Sobre la contribución de las Escrituras, de la Patrística y de la Escolástica véase: AUBERT Jean. “Conscience e Loi,” en
LAURET B., REFOULÉ E. F. (al cuidado de), Initiation à la pratique de la théologie (tome IV, Paris, Éditions du Cerf, 1984),
pp. 204-208; EVANS G. R. Augustine on Evil (CUP, 1982); KREIS Douglas, “Origin, Plato and Conscience in Jerome’s
Commentary on Ezekiel”, Traditio 57, (2002), pp. 67-83; KENNEDY, Tracing Humanity’s, ch 5; PINCKAERS, Sources, cap.
8. S. D’AQUINO Tommaso, Summa theologiæ Ia, 79, 13 pone en evidencia el uso del término syndéresis en S. JERÓNIMO
(Gloss. Ezech. 1:6), S. BASILIO EL GRANDE (Hom. in princ. Proverb.) y S. JUAN DAMASCENO (De Fide Orth. iv. 22)
[8] MICHAEL BAYLOR. Action and Person: Conscience in Late Scholasticism and the Young Luther, Leiden, Brill, 1977;
D’ARCY Eric. Conscience and Its Right to Freedom, London, Sheed & Ward, 1961; FINNIS John. “Natural Law: the Classical
Tradition”, en Jules Coleman & Scott Shapiro, The Oxford Handbook of Jurisprudence and Philosophy of Law, Oxford,
Oxford University Press, 2002, pp. 1-60; POTTS Timothy C. Conscience in Mediæval Philosophy, Cambridge, CUP, 1980;
POTTS. “Conscience”, en N Kretzmann, A Kenny & J Pinborg (al cuidado de), The Cambridge History of Later Medieval
Philosophy, CUP, 1982; PINCKAERS, Sources, cap. 9 y 10.
[9] BUENAVENTURA S. In II Librum Sentent 39, a 1, q 3, citado en VS n. 58. Véase también: LANGSTON Douglas,
Conscience and Other Virtues from Bonaventure to MacIntyre, University Park PA: Pennsylvania State UP, 2001.
[10] Cfr. DE AQUINO S. Tomás. Summa theologiæ I, 79; Ia-IIæ 19, 5; II Sent 24, q 2, a 4; e De Veritate 17, a 4. Sobre la
teoría moral de S. Tomás en general y sobre la conciencia en particular cfr.: BRADLEY Denis. Aquinas on the Twofold
Human Good, Washington DC, CUAP, 1997, cap. 5-7; FINNIS John. Aquinas: Moral, Political, and Legal Theory, OUP,
1998, 123ff; WESTBERG Daniel. “Good and evil in human acts: Ia IIæ 18-21”, en POPE Stephen (al cuidado de), The Ethics
of Aquinas, Washington DC, Georgetown UP, 2002, 90-102 spec. 97-98; Mc INERNEY Ralph. Aquinas on Human Action:
A Theory of Practice, Washington DC, CUAP, 1992, pp. 92-95.
[11] PINCKAERS. Sources, 272. Cfr. VALLANCE Edward & BRAUN Harald (al cuidado de), Conscience and the Early Modern
World, 1500-1800, New York, Palgrave Macmillan, 2003.
de la persona humana que pertenece a su refiere al hecho de que hasta aquí este
intimidad, es decir, a la estructura profun- texto ofrece una lectura del fenómeno de
da y esencial. En otras palabras, la con- la conciencia sin usar términos o referen-
ciencia no se presenta como una dimen- cias explícitas a la verdad de la fe cristiana.
sión “accesoria” u opcional del hombre, ni
aquélla puede elaborar sus juicios prácti- En la segunda parte de GS n.16 se
cos o saber de ellos en un contexto de afirma: “La conciencia es el núcleo más
superficialidad o de banal formalidad secreto y el sagrario del hombre, donde
exterior. La actuación de la propia con- él se encuentra a solas con Dios, cuya
ciencia moral requiere, por el contrario, voz resuena en la propia intimidad. A
que la persona se ponga en una actitud de través de la conciencia se da a conocer
conocimiento y de profundidad existen- aquella ley, que encuentra su cumpli-
cial, un movimiento interior que reclama miento en el amor a Dios y al prójimo”.
la actitud evangélica de “volver en sí” [25]
para buscar honestamente y con el máxi- No se simplifican demasiado los con-
mo empeño la verdad moral. ceptos si se afirma que estas palabras son
una “transposición” de la primera parte
Un segundo elemento fundamental del texto, traducida, por así decir, al len-
que emerge del texto en examen es el guaje cristiano. Se ilumina así en su plena
hecho de que la conciencia en alerta está verdad aquello que todo hombre por
estructuralmente en condiciones de per- naturaleza, independientemente del pro-
cibir y reconocer una ley, que no fue cre- pio credo religioso, experimenta en su
ada por el hombre mismo y que induce vida moral. Se descubre, en efecto, que
inequívocamente a la persona a cumplir aquella ley no creada por el hombre que la
el bien y a evitar el mal; esto no sucede conciencia percibe es, en realidad, la voz
solamente de manera genérica, sino que de Dios dirigida al corazón de cada perso-
se concretiza de manera categórica y na; se descubre también que el llamado
específica en el momento en que la con- fundamental a hacer el bien y a evitar el
ciencia es llamada a juzgar hic et nunc mal, que constituye el núcleo central del
una acción determinada, alcanzando así contenido de tal ley, encuentra su realiza-
a comprender qué bien concreto es reali- ción plena en el amor a Dios y al prójimo
zado o qué mal concreto es evitado en según el precepto evangélico.
una situación dada.
Otro párrafo en el número 16 de la GS
Una tercera consideración breve se agrega: “En la fidelidad a la conciencia
los cristianos se unen a los otros hom- el juicio referido a los actos concretos
bres para buscar la verdad y para resol- que deben cumplirse o que ya han sido
ver según la verdad tantos problemas cumplidos. [26]
morales, que surgen tanto en la vida de
las personas individuales como en la Antes de considerar la última parte
vida de la sociedad”. del texto de GS n. 16, es necesario,
empero, detenerse a presentar una breve
Esta tercera parte del texto es muy clasificación básica de la conciencia
importante, puesto que subraya la unidad moral, con el fin de poder comprender a
del género humano al recurrir a los juicios fondo aquello que se presentará a conti-
de la conciencia, pero también al esfor- nuación en el texto conciliar.
zarse por buscar el auténtico bien en cada
situación concreta, sobre todo frente a Una primera distinción concierne los
tantos problemas nuevos que emergen día momentos de actividad o de quietud de
tras día. Esto significa también que no la conciencia. Cuando a aquélla no se le
siempre la conciencia puede tener a dis- requiere actuar y emitir sus juicios, se
posición una solución ya “lista” para cada puede hablar de “conciencia potencial” o
cuestión moral: a veces es necesario que “en estado potencial”, es decir, siempre
se ponga en acción, a la luz de la recta pronta a entrar en acción, pero en ese
razón, para elaborar la respuesta más momento inactiva. En esa situación, la
acorde a la verdad moral objetiva de una propia conciencia moral tiene siempre a
determinada situación concreta. su disposición los principios éticos fun-
damentales (syndéresis) y los conoci-
Para tal propósito, reasumiendo la mientos morales adquiridos progresiva-
enseñanza del Concilio Vaticano II sobre mente con la formación y la educación.
la conciencia, el Catecismo de la Iglesia En el momento en que ésta es requerida
Católica (CIC) distingue, en efecto, tres por las circunstancias, la conciencia se
actos o dimensiones de la conciencia: 1) actualiza, entra en acción emitiendo un
la percepción de los bienes humanos pri- juicio en orden a la acción concreta.
marios y de los principios fundamentales Obviamente, se hace referencia siempre a
de la moralidad; 2) su aplicación en las la misma y única dimensión humana
circunstancias del hecho mediante un considerada en situaciones diferentes y
discernimiento práctico de las razones y no ciertamente a dos conciencias mora-
de los bienes en juego ; y finalmente, 3) les en un único sujeto.
hombres tiene el deber de garantizarse bien, sería adoptar una actitud de super-
una conciencia recta, vale decir, sincera- ficialidad que no pone en juego la posi-
mente orientada a alcanzar el verdadero bilidad real de la conciencia misma o
bien con todo el esfuerzo posible. Esta es bien por un hábito más grave de pecado,
la “conditio sine qua non” para actuar de que oscurece progresivamente la con-
manera éticamente justa, es la mínima ciencia hasta volverla sorda y muda,
garantía que no debe faltar en el dina- insensible al mal e incapaz de reaccionar.
mismo de las propias acciones. Pero el En este caso, la dignidad de la conciencia
texto de la GS dice algo más, subrayando y, en definitiva, de la persona, se ve gra-
que el esfuerzo interior de asegurar una vemente ofendida y herida, pero sin
conciencia recta en realidad aproxima a poder jamás ser destruida del todo. Toda
todos los hombres a la verdad moral conciencia moral, así como puede ser
objetiva, haciendo crecer en consecuen- arruinada culpablemente, podrá ser
cia también la comunión entre todos los siempre guiada a recomenzar su camino
seres humanos. cognoscitivo hacia la rectitud y la ver-
dad: el hombre no está jamás perdido
Pero sucede a veces que, a pesar de la para siempre, sino que permanece abier-
rectitud de conciencia, el juicio moral to a la posibilidad de la conversión hasta
sobre la acción es errado; este error el último instante de su vida terrena.
puede tener dos causas: a) la conciencia
puede equivocarse por “ignorancia En definitiva, cada uno de los seres
invencible”, esto significa que en el humanos deben hacer todo el esfuerzo
momento de la formulación del juicio no para obrar con una conciencia que sea
posee los instrumentos cognoscitivos ante todo cierta, luego recta, y finalmen-
necesarios para obrar de modo correcto, te verdadera (dentro de los límites de lo
ni está en condiciones de procurarse posible).
tales instrumentos. Tal conciencia, recta
pero no verdadera, no pierde su dignidad Todo esto requiere un serio y conti-
de modo alguno: la persona que se nuo camino de formación y educación de
encuentra obrando así actúa de manera las conciencias, inclusive hasta en la
moralmente meritoria, aunque no esté edad de la infancia de cada individuo, ya
realizando objetivamente el bien. b) La que la conciencia moral, en cuanto
conciencia, sin embargo, puede también dimensión fundamental de la persona
errar por “ignorancia culpable”, o por humana, crece y se desarrolla con la per-
empeño escaso en buscar el verdadero sona a lo largo de la historia personal.