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para contestar las eternas preguntas del hombre acerca de la naturaleza del Mundo,
del universo, de lo que conocemos como Dios, y del destino de la humanidad. Si bien
la Cábala se conoce más como el estudio de la religión judía, la Cábala es mucho
más que todo eso cuando se trasciende el dogma. Se trata de un saber místico y
meditativo, un camino de elevación espiritual. Una enseñanza que ha pasado de
maestro a discípulo, desde Moisés a Abraham, pasando por Isaac, Jacob, José y
Jesús. En su origen fue transmitida oralmente, de maestro a discípulo; los discípulos
se convirtieron en maestros y éstos, al final, acabaron por cifrar el conocimiento
redactando manuales considerados como libros Sagrados, la Torah, el Zohar o el
Sepher Yetzirah, entre otros muchos.
Su origen
La concepción del Mundo, según la Cábala o Qâbalah
se generó a partir de una ecuación primordial que puso
en movimiento estados de conciencia que evolucionaron
en aspectos más y más perfectos, de la entropía a la
sintropía, tratando de establecer un código que
integrase la existencia del universo, del macro y
microcosmos.
Su origen se remonta a Adám, a la palabra de Yehova y
sus instrucciones acerca del mítico Edén y el Árbol del
Bien y del Mal. Estos hechos míticos podrían constituir
los primeros indicios de esta enseñanza. Más tarde la
transmisión que recibe Moisés en el Monte Sinaí, las
Tablas de la Ley, (Moisés es Moshé, el salvado de las
aguas),[1] es el legado más antiguo que da forma a la
estructura de la tradición oral de la Mishna, el Talmud y la Torah. La interpretación de
estos preceptos fue y sigue siendo el núcleo de la hermenéutica Cabalística.
Los años de tradición oral fueron muchos, hasta convertir un saber ancestral en una
visión más dogmática que espiritual. Se trataba de aplicar las leyes, de legislar, de
utilizar el poder que daba la información de lo que se consideraba era la base
interpretativa de la concepción del mundo.
Pero los auténticos estudiosos y emisores de la esencia de la Cábala eran en
realidad más filósofos que teólogos. Los más destacados, los Esenios, una
comunidad de terapeutas, de donde descendía la familia de Jesús, fue la que se
encargó de preservar el legado cabalístico que se estudiaba en hebreo, lengua que
ya empezó a extinguirse 500 años antes de Cristo y que gracias a los Esenios
perduraba. Su propósito era salvaguardar el auténtico significado del lenguaje
espiritual para conservar así el verdadero sentido de las palabras. El hebreo fue
sustituido por el arameo, lengua más vulgar y carente de simbolismo.
Fue en el 300 antes de J.C., que Ptolomeo II ordenó a un grupo de Esenios que
tradujese el Antiguo testamento al griego, sabía que este texto encerraba grandes
verdades acerca de las cosas del mundo de Dios y de los seres del planeta, dando
respuesta a grandes preguntas. Pero los Esenios no estaban dispuestos a revelar la
doctrina secreta a los no iniciados y disimularon las claves de acceso a este
conocimiento velando la información y utilizando imágenes simbólicas.
Así, muchos de los pasajes del Génesis, traducidos
después del griego al latín y dados como versión
fidedigna por el alto clero, los sanedrines, -que tampoco
conocían el antiguo hebreo-, dieron por buenos estos
escritos que no contienen toda la verdad, sólo el
auténtico cabalista, el que la busca desde el corazón y
desarrolla la intuición, captando la revelación, podrá
encontrarla. La Cábala, como se la conoce ahora, es un
legado que se cifra a finales del siglo XII, como herencia
de la diáspora helenística del siglo I a. C. La cultura
judía, los hebreos convirtieron esta herencia en el
fundamento de su religión, era la manera de no perder
los orígenes aún en el exilio. Uno de los más notables
cabalistas de Galilea, Shimon Bar Yojai, (siglo I), fue,
según algunos historiadores, el que redactó el primer
manual de una de las obras fundamentales de la
Cábala, el Zohar, o Libro del Esplendor. Once siglos separan la vida de otro ilustre
filósofo cabalista sefardí, Moisés de León, (siglo XII), también se le atribuye la
redacción del Zohar basándose en los manuscritos de Bar Yojai. Más tarde los
templarios se asignaron la misión de conservar ciertos fundamentos cabalísticos,
instituyendo un código de honor que algunos identificaron como servidores de la
Cábala Cristiana.
Muchos siglos pasaron desde el primer legado, hasta llegar al movimiento más
cultural de esta enseñanza, a cargo de otros notables cabalistas, como Abraham
Abulafia (siglo XII). Sus enseñanzas revolucionaron el estudio de la Cábala. Abulafia
defendía la idea de que el hombre, alcanzando el estado de éxtasis, podía acceder a
su ser profundo. El camino místico que proponía Abulafia que se conoce como el
"Camino de las ideas", expresa la idea del Camino de los Sephirot, 32 vías de
Iniciación.
Durante la Edad Media, en Cataluña, en Castilla, (Sefarad, nombre que se da a los
judíos españoles) y en la Provenza, la Cábala vive un momento de gran auge. No
obstante, la expulsión de los judíos de España, (1492), trata de relegar al olvido la
enseñanza cabalística. Se descubre la edificación de iglesias sobre antiguas
sinagogas, el propósito era borrar todo vestigio de esta cultura. Los judíos que no
querían abandonar sus tierras fueron obligados a convertirse al catolicismo,
(marranos, Girona), otros emigraron a Alemania, Francia y Polonia, entre otros
países. (La diáspora sefardí).
Las enseñanzas Cabalísticas en el exilio desarrollaron su parte más metafísica y
espiritual. En la clandestinidad se estudian con gran devoción las claves ocultas
del Sepher Yetzirah, o Libro de la Formación del Mundo.
El esplendor de la Cábala parece haberse apagado, los judíos no disponen de patria
propia, pero allí donde se instalan su movimiento religioso y hermenéutico sigue muy
vivo, no olvidemos que es un pueblo amante de la cultura y de la tradición. Pero si
bien la cábala es parte de la educación mística, religiosa u ordodoxia de los judíos, es
patrimonio de la humanidad por el conocimiento que encierra.
Es en 1810, un lingüista francés, Antoine Fabre d’Olivet, un políglota muy erudito en
diversas lenguas orientales, entre ellas el hebreo antiguo, estudia una copia antigua
del Génesis en hebreo. Tarda varios años, comparando la lengua hebrea al sumerio,
al árabe y otras lenguas más, para dar con una ajustada exposición del Génesis. En
su libro, “La Langue Hebraïque restituée” (en español "La lengua hebraica
restituída"), explica paso a paso, letra a letra los 10 primeros capítulos del Génesis.
Este arduo trabajo permite restablecer un puente de comunicación entre la tradición
secreta y la comprensión del concepto cosmológico de la Creación. Nos facilita la
interpretación del sentido cabalístico de las Escrituras. Se trata de la verdadera Torah,
nombre que recibe el compendio de escritos que provienen de las palabras de
Moisés.
Actualmente, en el siglo XXI, es creciente el interés por comprender los misterios de
la Cábala, recuperando los manuales como fuente de conocimiento de un auténtico
tratado del comportamiento de la naturaleza humana. Ha llegado el momento de
desvelar sus principios herméticos prescindiendo de todo condicionamiento
dogmático.
Kabaleb, (Girona, 1927-1991), fue un cabalista que recuperó estas enseñanzas como
medio de acercarnos a la visión divina del mundo: “se trata de vivir el cielo en la tierra
y aprender a descubrir al maestro interior”. Aseguraba que es en el acontecer de cada
día donde podemos aplicar estos preceptos que nos acercan a la comprensión de las
leyes que rigen en el universo: Orden y Amor. Entenderlas e incorporarlas a nuestra
existencia nos permite alcanzar una mayor plenitud, para uno mismo, y para toda la
humanidad.
[1] los historiadores sitúan estos hechos aproximadamente en el siglo XVI antes de J.C
La Meditación
La meditación es una disciplina de más de 5000 años que
recomiendan todas las grandes tradiciones místicas.
También desde hace años se ha convertido en un método
de relajación y crecimiento interior. La meditación tiene el
poder de sumirnos en un estado de plenitud porque acalla
la vorágine de los pensamientos tumultuosos que asaltan
nuestra mente y nos propone conectar con nuestro mundo
interior, dejando la actividad de las ondas cerebrales, pasando de las ondas beta, las
de la actividad de alerta y plena consciencia, que van de 15-30 Hz, a las ondas alfa
que se reducen de 9 a 14 Hz, que son las de la relajación y estado creativo potencial.
No obstante el estado de profunda meditación se alcanza en las ondas theta, las que
van de 4 a 8 Hz. Los que llevan años en esta disciplina pueden llegar a las ondas
delta, de 1 a 3 Hz, es la etapa del sueño pero aún manteniendo el estado meditativo.
En un principio la meditación se practicaba como ejercicio intelectual, con la
pretensión de aclarar conceptos, de profundizar en un tema a resolver, como
percepción de esa otra realidad que parece desdibujarse de la realidad y vive a
expensas de nuestra consciencia. En la actualidad se considera un método para
aumentar la atención, mejorar la memoria, para optimizar el rendimiento cerebral.
Beneficia la salud mental, física y emocional, así como ayuda a aumentar la vitalidad
del sistema inmunológico, reduciendo el estrés y mejorando cualquier tratamiento
médico, porque libera en el torrente sanguíneo una serie de sustancias benéficas,
como las endorfinas, las hormonas de la felicidad. Son cada vez más numerosos los
estudios científicos que demuestran estas afirmaciones.
La Meditación en la Cábala
Origen de la meditación hebraica
El descubrimiento de la práctica de la meditación hebraica
es relativamente reciente. Se pensó hasta hace poco que
se trataba de una técnica importada de otras culturas.
Fueron los estudios de Gershom Sholen, (1897-1982) y
Moshe Idel, historiadores y teólogos, los que, buceando
en los escritos de un erudito cabalista, Abraham
Aboulafia, (1240), donde encontraron referencias de
la hitbodèbout, que es como se llama la meditación en hebreo. Aryen Kaplan, (1934-
1983), escritor judío, descifra posteriormente las claves de esta práctica en la Biblia, a
través de los trabajos de un maestro de la mística judía, Rabí Nahman, (siglo 18).
Nahman habla de la transmisión de la técnica secreta de la hitbodèbout, que los
Grandes Patriarcas, (XIII a.C.) se encargaban de transmitir a los discípulos. Este
rabino explica que la meditación de practicaba tres horas al día para conseguir la
ascensión del Alma a los 3 estados fundamentales: Nefech, (sangre) – Rouah,
(espíritu), – Nechamah, (Acto de Respiración). Esos tres estados son los que
permiten al hombre alcanzar la atención del momento presente, objetivo común a
todas las meditaciones. Con la comprensión del estado meditativo que nos expresa la
cábala, podemos entender realmente la dimensión de esa quietud y beatitud interior.
La revelación de la sabiduría
La habilidad del cabalista es aprender a manejar esa fuente de luz, estas chispas que
anidan en toda experiencia. Pero manejarlas es orientarlas positivamente para que no
se pierda ni un gramo de su sabiduría. (No pronunciarás el Nombre de Dios en vano =
no infrautilizarás tu potencial espiritual y creativo). Podemos manejar este material
lumínico mediante el enfoque del pensamiento armonioso. Las enseñanzas
cabalísticas nos dirigen sin obligarnos, nos permiten conectar con la Fuerza de la Luz,
sin renegar de las sombras. Podemos ordenar los pensamientos, (Kavanot) para que
la pureza de nuestro corazón transmute nuestros estados más nocivos. Y modificando
nuestro estado de conciencia seremos capaces de cambiar nuestras circunstancias y
conseguir que nuestra visión y percepción del mundo se eleve, crezca, se libere de
dependencias que condicionan nuestra auténtica libertad. Es entonces cuando el
optimismo y la alegría de vivir conseguirán de verdad mejorar nuestra salud física,
emocional y mental y la salud física, emotiva y mental del planeta.
El Zohar 1 nos desvela los secretos de la Torah 2. Pero el estudio e la Cábala no se
refiere a una doctrina sino al desarrollo de un camino iniciático que nos revela
el tikun 3 y el potencial de todo ser humano que en su trayectoria tiene
irremediablemente que descubrir y traspasar.
Cuando la doctrina esotérica u oculta se expone es cuando la sabiduría se difunde,
los cabalistas emigran. Esa diáspora lleva al encuentro con otros cabalistas: hablan
de Kabbalah, de las enseñanzas que mueven los mecanismos de comprensión de
los secretos del Génesis y es entonces cuando bajan los Justos de las Dimensiones
Superiores e inspiran esas pláticas. La inspiración y el conocimiento se expanden y
contribuyen a la anulación o la limpieza de los qlifos, (abismo) para liberar el mundo
de sus energías más densas y caóticas.
Las enseñanzas cabalísticas nos describen el proceso del macro y micro cosmos. Los
códigos cabalísticos se encuentran en cada una de las formaciones del Árbol de la
Vida, Etz Hayim donde transitan las 22 Letras de Alefbet, (22 letras hebreas), a lo
largo de los 32 Senderos de la Sabiduría y estas forman los nombres de los 72
Genios de la Kabbalah o 72 Nombres de Dios, (Ha shem).
Desde la primera palabra hasta la última, el significado de las escrituras nos adentra
en el Mundo de la Emanación, Creación, Formación y Acción 4 de todo lo creado. Así
en distintas expresiones, con multitud de códigos y claves vivimos en un mundo de
hondo significado y solo atisbamos a vislumbrar muy poco de todas sus fuerzas, de
toda su magia. Por ejemplo tenemos que el Génesis empieza con la letra “beith” y
termina con la “lamed” que son las letras que componen la palabra “leb” corazón, lo
que nos viene a indicar que las enseñanzas de la Kabbalah se integran con el
corazón y no con la mente, porque si bien la letra Beith nos marca una estructura, las
leyes, la condensación, la gravedad a la que estamos adheridos, la letra Lamed es la
letra que nos permite expandir el corazón y hacer posible que los conocimientos
integrados lleguen muy lejos ya que recordemos que Kabbalah es recibir y
transmitir.
El propósito de estas enseñanzas que me ocupan desde hace tantos años, (30 años
en esta existencia por no contar con las anteriores encarnaciones), es en definitiva
entender para qué es mi vida, para qué he bajado desde la Matriz Divina, en la
plenitud de Shalom (paz espiritual, shamayim, cielo), para llegar a transitar por sheol,
(infierno), entendiendo el hades, infierno como la ausencia de luz, de saber que
tenemos que volver a reconocer. Fijémonos que la palabra sheol se compone de Yod
y Shin. Esas dos letras juntas forman el vocablo Yesh que significa “hay” o bien. Así
podemos constatar que nuestro peregrinaje terrenal es conseguir alcanzar el “bien”
desde las tinieblas.
Nos explica el Zohar que las claves de los códigos cabalísticos se esconden en los
pliegues del alma y hay un axioma que dice que el que busca encuentra. Solo
podemos escrutar lo que se esconde y, para llevar a cabo esta tarea, en Kabbalah se
utiliza el idioma sagrado, las 22 Letras y los números y sus esencias; de ahí que
la Numerología, la Gematria, el estudio de las Letras Hebreas y el análisis de los 72
Genios nos aporten tanta información acerca de quiénes somos desde el Génesis de
la Creación, (los secretos de la Torá). Hay un orden en todas las cosas y un sentido
detrás de cada vivencia. Hay un significado adscrito a cada fecha, a cada nombre que
designa las personas, las cosas, las situaciones.
Así tenemos que los números representan estados de conciencia relacionados con
las Letras Sagradas; Las Letras Sagradas componen los nombres de los 72 Genios
de la Cábala, y cada ser humano posee en sí las 72 asignaturas, dones o atributos
que se destilan de estos números, nombres, letras. Hay un párrafo que cuenta el
Zohar que se refiere a la muerte del hijo de la Sunamita 5 a causa de ser privado de
los 72 Nombres Sagrados; Eliseo volvió a grabar las 216 letras que componen los 72
Genios de la Cábala y resucitó.
Leer este pasaje de forma literal es absurdo. Sin embargo, si analizamos su
significado simbólico vemos que los 72 programas de los Genios son los que dan vida
a nuestras experiencias; que cuando se retiran acontece la muerte, maveth, (mem-
vav-tav, 446), porque hay una ausencia total de luz, el alma se retira. Pero 446
reducido a una sola cifra en Numerología suma 5 que es el número de la vida misma,
de la letra He, del Sephirah Gueburah, quinto del Árbol de la Vida o sea que da
aliento a todas las cosas, pero también un signo de luchas. De maveth, sacamos
emet, (Aleph, mem, tav, 441), Verdad, que sumando nos da 9, el número de la
plenitud.
Por otra parte, vemos que 72 suma 9 y 216 letras también suma 9, número de la
síntesis final. Deducimos entonces que, mediante las letras, los números, los códigos
comprendemos el sentido de la vida porque son el baile cósmico sobre el que
componemos la sinfonía de la existencia.
Esto y mucho más podemos descubrir desde el estudio de la Letras Hebreas y el
desarrollo de la Numerología Cabalística.
1. Zohar, El libro del esplendor, Siglo II, se atribuye a Shimon bar Yojai aunque también se adjudica a
Moisés de León
2. Torah es un guía, una enseñanza que instruye. ( textos de los 5 primeros de la Biblia que para los
cristianos se llama Peutateuco.
3. Tikun Olam, reparación, destino de cada ser humano para la completar su expediente existencial
4. Los 4 Mundos: Atzilluh, Briah, Yetzirah y Assiah)
5. 2 Reyes 4:8-37
Netzah y Hod son la síntesis de todos los procesos anteriores pero dispuestos a
liberar el espíritu del modelo preestablecido. En Hod se desencadena el libre albedrío
y puede generar el caos porque para modificar una estructura hay que estar
dispuestos al cambio y readaptarse.
La naturaleza de Netzah optaba por su libertad para seguir el canto de sirenas; los
sentidos son los que desean llevar las riendas. Pero el espíritu o Yo Superior trata de
volver a manejar el timón, y Hod juega en dos campos, Arriba y Abajo; en lo inferior, lo
particular, lo individual, pero sabe que tarde o temprano deberá descubrir la verdad de
quién es realmente y recobra la razón, el discernimiento, la conciencia de lo que ES;
reemprende el camino de vuelta hacia lo superior.
En Hod reina la ley de la analogía, “Lo de Arriba es igual que lo de Abajo”. Por ello se
atribuye el dominio alquímico de la Verdad, de la grandeza del espíritu que ya conoce,
ya sabe, ya integra.
También se conoce a Hod como la esfera donde la magia del poder del intelecto que
resuelve todos los problemas a imagen y semejanza de cómo se haría en el mundo
de los Arquetipos de Pensamiento. Todas nuestras experiencias terrenales son
operaciones mágicas para poner a prueba nuestro ingenio y capacidad de gestión.
Hod es la esfera de la Forma de todo lo que se anima, pero no se refiere solo a la
forma tal y como la entendemos en el mundo real que conocemos, (si es que es real),
sino de cualquier aspecto de la experiencia en cualquier dimensión, física, astral, etc..
De ahí que se nos proporcione todo el material necesario para proyectar y que esas
proyecciones acaben convirtiéndose en realidad. Eso es lo que define la alquimia del
pensamiento: cuando el poder de la Voluntad es enfocado hacia la Verdad caen los
muros de la incomprensión y todo es factible; lo que proyectamos es lo que nos
conviene y por lo tanto lo que materializamos. El representante plantario de Hod es
Mercurio y administra los contenidos de Géminis y Virgo.
La atribución del Arcángel Miguel al Sephirah Hod está relacionada con el
significado de su esencia. Miguel es “semejante a Dios”, porque es el que permite la
curación. Nada es más beneficioso que la Verdad. La figura del Arcángel Miguel
aparece vestido de azul, brazo en alto con una espada en la mano y en la otra unas
balanzas; le pisa la cabeza a una serpiente como símbolo de la victoria de la gloria
sobre las tendencias contrarias a la luz. Así el equilibrio de la razón y la fuerza del
poder de los Sephiroth quedan revelados. De su espada de doble filo, rojo y azul
emana un rayo violeta transmutador. Los dos filos de la espada indican su doble
poder: crear el bien y eliminar el miedo, iluminar la oscuridad. Con la Espada de Luz
de Miguel cortamos por lo sano cualquier experiencia o energía mal canalizada que
no deseamos manifestar o perpetuar en nuestra existencia.
Las fuerzas Miguélicas y su ejército de Luz nos aportan claridad para que todo en
nuestra vida sea conforme a la Ley de Arriba. Esa es la Visión del esplendor que nos
propone el Sendero que nos lleva a Hod. El Iniciado en la Verdad y Autenticidad
vislumbra el esplendor de la Creación en todas las manifestaciones para depositar en
el siguiente Sephirah sus valores más sublimes.
Yesod: el Fundamento
Yesod: Yod-Samekh-Vav-Daleth. Arquetipo de la fecundidad. Noveno Sephirah y
base de la Columna del Equilibrio. Nos habla de la “Inteligencia Pura”, porque es el
encargado de purificar todas las emanaciones restantes del Árbol de la Vida o Árbol
Cabalístico. La imaginación al poder.
Yesod es el fundamento del Universo tal y como nos revela su imagen planetaria,
la Luna, cuna de las emociones, útero, cobijo y esencia adscrita a Cáncer. Último
Centro del Mundo de Formación o Yetzirah cerrando el triángulo inferior que va
de Netzah a Hod. Refleja la forma que se ideó en Binah, la imagen que se ve, y su
espíritu conecta con Tiphereth y con la materia en Malkuth.
Yesod recibe las emanaciones de todos los Centros del Árbol de la Vida y los
computa para que se infiltren armoniosamente en el mundo físico. Los 4 Elementos,
Fuego, Agua, Aire y Tierra están representados en Yesod en esa quinta esencia
de todo lo aprendido que va a expresarse definitivamente en Malkuth para finalizar el
ciclo.
La función de Yesod es la de purificar porque filtra los contenidos no aptos para la
expresión de la imagen. Es la magia de la que hablamos en Hod, permitiendo que la
verdad que al fin ha de palparse, se manifieste en todo su esplendor. Pero es
necesario entender que en Yesod no se crea la magia, sino que se materializa lo que
ha sido creado a partir de la chispa en Kether y bajando peldaño a peldaño por la
Organización de Etz Hayim o Árbol de la Vida. La madre cobija en el útero el fruto de
la unión del espermatozoo y el óvulo, por lo tanto, en Yesod no se podrá escenificar
aquello que no se diseñó previamente. Ya existe, ya ES.
Cada acto de nuestra vida tiene un origen espiritual, mental, emocional para acabar
densificándose y ser forma, se trate de pensamiento, sentimiento, o materia. Yesod
es el puente que nos lleva definitivamente a abajo. La conciencia que actúa en
Malkuth succiona la esencia de Yesod porque está directamente unida a Tiphereth,
(nuestro Kether), para que ese material-experiencia terrenal posea los polos positivo, -
Sol-, y negativo, -Luna-.
Yesod es considerado la morada de la Ilusión, Maya, porque allí reinan todas las
imágenes. La imaginación se alimenta de las creaciones de Yesod, después de haber
acumulado deseos y sensaciones, (Netzah), junto con el poder de la razón, (Hod),
para que la intuición funcione al máximo en nuestros mecanismos internos, pero para
ello es necesario conectar con las profundidades de nuestro inconsciente.
Si decíamos que en Hod están todos los arquetipos del mundo de pensamiento, en
Yesod abunda el Éter Reflector de la Tierra, el que contiene la memoria de todas
las vidas del planeta, del universo. En este Centro se manifiesta el inconsciente
colectivo de la humanidad, vidas, encarnaciones pasadas y actuales. La rueda del
nacimiento no es otra cosa que la del aprendizaje de los Senderos del Árbol de la
Vida, de lo macrocósmico a lo microcósmico.
Yesod-Luna es el satélite de la Tierra y guarda la memoria de todos los planos de
manifestación por las que el ser humano va pasando. Durante las 4 fases de la Luna
el ser humano tiene la posibilidad de conectar con la sabiduría ancestral que
almacena desde el alba de su nacimiento hasta el ocaso de su existencia. Yesod-
Luna está en perpetuo movimiento de flujo y reflujo para darnos la posibilidad de
percibir los misterios desde dentro y desde fuera. La iniciación a los misterios de la
Cábala refleja este principio positivo-negativo. Las Fuerzas de Yesod-Luna son
tremendamente poderosas, de ahí que las antiguas culturas siempre respetaron los
ciclos lunares. Yesod gesta por su polo negativo y da a luz por su polo positivo. La
mujer es la digna representante de Yesod por poseer ese doble etérico en su misma
función de mujer fecundadora y fecundada. El hombre de hoy será la mujer del
mañana.
El Arcángel Gabriel es el guardián de Yesod.
La esencia de Malkuth: la última frontera hacia la eternidad
Desvelando a Daath
Malkuth, décimo Sephirah del Árbol de la Vida o Árbol Cabalístico, Mem, Lamed,
Vav, Tav. Sus títulos son: Inteligencia resplandeciente exaltada por encima de todas
las cabezas; el Umbral de la Muerte, de la Sombra; la Madre, la Shekinah de abajo.
Malkuth es el reino de Kether en la Tierra. En Malkuth existen los principios de los 4
elementos, Fuego, Agua, Aire Tierra. Todas las partículas de nuestro universo
personal, -el microcosmo-, se congregan en Malkuth porque es el Sephirah que nos
permite la cristalización de todo lo que hemos adquirido en los distintos Mundos,
como resultado “estable” de la coherencia de la conciencia que se ha puesto en
marcha para permitirnos Ser.
Los Sephiroth del Árbol Cabalístico encuentran en Malkuth el punto culminante en
la experiencia material. Es el anclaje hacia nuevas realidades una vez hemos vivido
los capítulos correspondientes al desarrollo de nuestro destino.
En su recorrido por el Árbol de la Vida, el alma sueña ser “algo” único, una unidad en
una multiplicidad; un cuerpo en el cuerpo de Dios, Adán Kadmón prototipo del ser
celestial que debe unirse a la Shekinah, la Gran Matrona del Mundo. Malkuth es el
sueño hecho realidad, hecho carne. De Tiphereth a Yesod el ser recibe la vida para
cristalizarla en Malkuth que lleva en si todos los elementos condensados de la
creación, la de Arriba y la de Abajo.
Hay en Malkuth una espiritualidad sistémica, es decir que afecta el Mundo de Assiah
o Acción, y es que en Malkuth arde el Fuego de la espiritualidad, bulle el Agua de la
emanación emocional, circula el Aire del fermento del Verbo Creador y se consolida la
Tierra de la realización.
Malkuth es el Reino de la Muerte, nos dice la Tradición de la Cábala, porque es el
Reino que nos permite la constante renovación. Vida-Muerte-Vida. Debemos volver a
la naturaleza para que esta nos acoja y nos devuelva a la existencia. Cuando no
respetamos las leyes del Cielo, o las de la Tierra, volvemos una y otra vez para
aprender y reconsiderar nuestros actos. La Naturaleza, regida por Binah, nos somete
a su “ley”.
Así debemos entender la Ley que nos “somete” a la reencarnación, esa sucesión de
vidas que tenemos ineludiblemente que pasar con un cuerpo único, una serie de
distintivos que nos hacen ser irrepetibles en Malkuth, pero con un bagaje hecho de
secuencias que nos acercan paso a paso a la Sabiduría. Es lo que buscamos cuando
después de haber bajado por los Senderos del Etz Hayim tenemos que empezar el
camino de retorno; es la Ascensión.
Manifestamos nuestras vidas en 4 campos, en 4 Mundos, en 4 Cuerpos, en 4
elementos, desde Atzilluth o Emanación a Assiah o Acción, donde la forma tiene su
máximo esplendor y desarrollo. Cuando nos referimos al axioma hermético: “Lo de
Arriba es igual que lo de Abajo y lo de Abajo es idéntico a lo de Arriba”, estamos
hablando de ser a imagen y semejanza de la naturaleza física, emocional, mental y
espiritual, por lo tanto, en Malkuth vamos a experimentar progresivamente todo este
desarrollo con todas sus consecuencias y magnificencia.
La Kabbalah (Cábala) nos permite reconocer con su sistema o tratado de
comportamiento, la suprema sabiduría de la construcción de este Árbol de frutos que
nos desvela el misterio de la Vida.
Malkuth nos destierra, pero a la vez nos eleva porque encarnación tras encarnación
nos aproximamos a la esfera del máximo conocimiento. De Malkuth a Kether en la
Ascensión nos encontraremos con Daath, Sephirah velado a la conciencia que aún
no se ha expresado, no se nos ha revelado.
Daath es Conocimiento. Es el llamado falso Sephirah por tratarse de una esfera de
conocimiento abstracto que solo se descubrirá a quien se haya abierto a la luz, de lo
contrario seguirá siendo un misterio, un abismo, una puerta oculta. Daath está en el
corazón de cada Sephiroth, de cada ser humano y por ello es un Sephirah totalmente
subjetivo: hay quien no lo verá jamás y hay quien sabrá sintonizarse con su esencia.
Se sitúa debajo de Kether, a medio camino de Hochmah y Binah en el centro del Etz
Hayim o Árbol de la Vida.
Daath es el punto de percepción más elevado del alma humana. Cuando el Yo
Superior ha alcanzado la estatura completa de su desarrollo evolutivo, puede elegir
entre volver a encarnarse para ayudar al desarrollo de la vida en Malkuth o elevarse y
dispersarse en el Gran Logos.
En Daath se asumen los plenos poderes y se alcanza una percepción completa
de Ain Sof Aur, esa Gran Luz. Daath representa la Iluminación y Malkuth nos permite
la experimentación de esa iluminación, pero desde el desapego total porque la
personalidad mortal ya no se identifica con su densidad y se separa fácilmente de su
ropaje transitorio.
Daath es también llamado la Habitación Vacía. La ausencia de símbolo nos ayuda
a comprender el Desnudamiento completo de Dios. Ni fuerza ni forma, pero ambos
contenidos en un estadio de suprema meditación. Este es el "secreto" del Sendero de
Etz Hayim, de Hesed hacia Daath en un proceso que adentra al iniciado en la Noche
Oscura del Alma.
Cuando al fin sabemos que somos mortales inmortales, nuestra concepción del
mundo cambia y podemos vivir el momento presente conociendo nuestra
atemporalidad.
Vav, (6), ו, es la segunda Letra-Fuerza de la palabra Guf, cuerpo. Es sonido y vacío,
pero expresa la conjunción; es un gancho y representa la sustancia fecundadora
masculina. Vav tiene la facultad de invertir del tiempo, del presente al futuro y
viceversa, nos da la idea de un continuo en el tiempo. Así nos reencarnamos una vez
y otra adquiriendo un nuevo cuerpo, pero nuestra conciencia, aunque asume nuevas
experiencias, acumula su bagaje existencial vida tras vida. Siempre sumamos, nunca
restamos.
La tercera Letra-Fuerza de la palabra Guf, (cuerpo), es la פּ, Phé, que es la boca que
expresa poder, servidumbre y liberación, tal y como el verbo, la palabra es evocadora,
liberadora. La tradición, la kabbalah, se transmite de Phé a Vav, (oído). Phé se
encarga de crear la comunicación para que el ser comprenda la importancia de la
transmisión de su saber, de su simiente, de su luz.
Phé participa de una manera activa en la revisión del universo, ayuda a tomar
consciencia del enlace del Vav entre el principio y el fin de todas las cosas, entre el
cielo y la tierra, entre lo superior y lo inferior. Son la fuerza de la razón y la dialéctica
los que apaciguan las emociones y dan lugar a que la naturaleza humana comprenda
su misión. Esta es la finalidad del cuerpo, ser receptor de toda esta energía divina y
transmisor de esa luz que posee.
En el Tarot la lámina representativa es la de la Estrella. La fuerza de la razón es un
don que permite no atarse a las circunstancias, en este caso al cuerpo, referencia de
la naturaleza humana, pero a la vez residuo que debe liberarse para alcanzar una
Verdad más elevada.
Así Guf, guimel vav phe describen a la perfección qué es nuestro cuerpo:
Un receptor de energía que debe tomar conciencia de sí mismo y transferir su
luz y su energía para crear. Asumir su función masculina y femenina, receptora
y transmisora de continuos procesos de vida, desde lo físico a lo metafísico,
cuerpo y espíritu. Pero el cuerpo cambia, se transforma, crece llega a plenitud y
se desintegra. La chispa de luz o simiente se convierte en materia para volver a
los orígenes, en ser polvo de estrellas.
El Génesis empieza en el Principio y describe el recorrido de la Luz-Energía. Penetrar
en el pensamiento cabalístico es adentrarse en esta ecuación divina que nos traslada
a un campo de fuerzas enorme. Einstein llegó para formular este principio cabalístico
con su Teoría de la Relatividad Especial: “la masa de un cuerpo es una medida de
su contenido de energía”, ya que masa y energía son proporcionales: E=mc2: m
representa a la masa, E es la energía y c es la velocidad de la luz (300.000 km/s).
Así diríamos que la luz es equivalente en todos los procesos de vida, desde lo más
denso a lo más sutil y que solo se trata de integrar esta ecuación que demuestra que
si somos luz y no hay resistencia, nuestras células vienen y van, se sienten ligeras, no
se oponen a la energía y su vibración, y por lo tanto responden en nuestro organismo
con un alegre baile que nos aporta salud, beriyout, (de bara, crear).
El Zohar dice que la Fuente de la luz está situada en el séptimo cielo pero que el ser
humano sólo puede acceder a las claves que le permitan llegar al sexto cielo,
comprendiendo que el séptimo es la fusión. Vav, es la 6ª Letra y Tiphereth, sexto
Sephirah del Árbol de la Vida, donde se alojan el Sol y el corazón.
El puente que nos lleva a Tiphereth es Vav, el puente que nos lleva a la Luz es la
energía del Amor. Todas las cosas están encadenadas armoniosamente, de igual
forma que la naturaleza del cuerpo es tan increíblemente sabía que cuando algo no
funciona adecuadamente es porque, de alguna manera, hemos alterado el proceso de
nuestra Luz. (Aur: Aleph,Vav, Reish)
Para la Cábala, la realidad verdadera es esa luminosidad, el Sol que se encuentra en
cada ser. Nuestras partículas de energía, nuestras células cargadas de santidad son
fuerzas de indescriptible poder, de majestuosidad y de luz que anima todas las cosas
de lo más pequeño a lo más grande. La realidad de este mundo no es la materia, sino
la vibración de estas chispas radiantes de espiritualidad que hoy día llamamos
energía y que vibran a distintas densidades, dinamizando y manteniendo candente
todo lo que existe.
Así la habilidad del ser humano es saber manejar y mantener su fuente de luz para
que nuestras células no se detengan o vibren a una frecuencia inferior a la que le
corresponde, (el ser humano funciona en un rango de frecuencia que va de 16 a 32
Hertzios).
La mejor manera de manejar este material lumínico es mediante el pensamiento
amoroso que se emite también en frecuencia. Es lo que en Cábala se denomina
orientar los Kavanot, los pensamientos dirigidos hacia la mejor opción de uno mismo,
haciendo que las vibraciones interiores transmuten nuestros estados más
destructivos.
Modificando nuestro estado de conciencia podemos cambiar nuestras circunstancias.
El pensamiento repercute en nuestra visión y percepción del mundo y la energía de
luz se acelera y consigue mejorar cualquier estado alterado, emocional, mental y
físico.
El Árbol de la Vida representa el esquema de nuestro cuerpo, nuestra energía, el
modelo sobre el cual establecemos nuestras circunstancias.
La Cábala nos presenta el cuerpo humano como un sabio receptáculo de energías y
todos los órganos del cuerpo están vivos gracias a la energía celular. La relación de
nuestro espíritu con el esquema o anatomía biológica ilustra la idea cabalística
de hitlabshut ("investidura”), donde una realidad más elevada se inviste dentro de una
inferior. Los Sephiroth del Árbol guardan relación con la fisiología del cuerpo humano.
El Árbol de la Vida o Árbol Cabalístico es el esquema de nuestro cuerpo, el templo
donde experimentamos cada una de las circunstancias de nuestra vida.
Si tomamos como referencia el esquema del Árbol Cabalístico, desde Kether a
Malkuth, podemos seguir Sephirah tras Sephirah, órgano a órgano todo el circuito de
nuestro organismo, desde lo físico y denso hasta lo más sutil. Somos cuerpos de luz
en plena manifestación experimentando la vida en el mundo de la materia, -Malkuth-,
para ir asumiendo todas nuestras funciones, físicas, emocionales, mentales y
espirituales.
La Cábala nos habla del macro y micro cosmos, particular y colectivo y de todo su
despliegue energético. Como vimos en un anterior artículo, las Letras Hebraicas
también están adscritas a los diferentes procesos biológicos del cuerpo. Pero no se
trata de estudiar solo la parte consistente o física, sino también la energía que circula
y da vida a la materia y para ello la Cábala posee uno de los mejores manuales de
instrucción.
El Ser humano en la tierra es el representante del Ser Primordial o Adam Kadmon.
Nos basamos en la ley de las analogías y el hombre tiene bien definido el esquema
del Árbol Cabalístico en su cuerpo. Así tendremos que Kether, Hochmah y Binah
constituyen la cabeza, con los dos hemisferios y el ojo derecho y el ojo izquierdo;
Hesed es el brazo derecho, y el izquierdo en Gueburah; Tiphereth es el corazón;
Netzah y Hod las caderas y piernas derecha e izquierda; Yesod es toda la parte
central del bajo vientre con los órganos que allí se ubican y en Malkuth están los pies.
Pero este esquema solo se refiere a una representación general del cuerpo.
Puntualicemos que la perspectiva del Árbol se verá desde dentro y fuera, es decir que
lo que vemos de frente en la derecha se convierte en izquierda desde dentro y
viceversa. De esta forma experimentaremos Etz Hayim o Árbol Cabalístico desde
diferentes matices.
En Kether, particularmente, localizamos todo el sistema central y lo asociamos al
cerebro como el órgano desde dónde se gobiernan las funciones eléctricas del
organismo, tal y como en el Árbol representa la fuerza Ain Sof, desde donde se
origina la vida, pero ya sabemos que no es el único motor.
En Malkuth, los pies, están representados energéticamente todos los órganos del
cuerpo, y no cabe duda que los pies son el sostén visible de toda la estructura
corporal, (los pies también representan a Piscis y las emociones). La relación entre la
cabeza y los pies, entre Kether y Malkuth nos dará la medida de todas las cosas
desde lo físico a lo metafísico, densidad y sutilidad.
El sistema del Árbol de la Vida se distribuye en 4 campos o Mundos:
Emanación o Atziluh.
Creación o Briah.
Formación o Yetzirah.
Acción o Assiah.
Toda nuestra biología depende de la buena sintonía y equilibrio entre estos 4 planos.
Funcionamos mediante claves o registros que ponen en marcha todos los sistemas
del Árbol Cabalístico en cada uno de los Mundos y en cada uno de los Centros o
Sephiroth. Así tendremos que todos los impulsos orgánicos dependen del buen
funcionamiento de estos campos de conciencia que detallamos a continuación.
Organización de todo el sistema del cuerpo humano relacionado con los 4 Mundos :
En el Mundo de Atzilut o Emanación tendremos la organización espiritual que
diseña el sistema mental.
En el Mundo de Briah o Creación tendremos la organización mental que diseña el
sistema emocional, es lo objetivo y lo subjetivo.
En el Mundo de Yetzirah o Formación tenderemos la organización emocional que
diseña el sistema físico o material.
En el Mundo de Assiah o Acción tenderemos la organización del mundo físico y
material y el diseño de la próxima estructura de los mundos sutiles porque nuestra
experiencia material sirve de guía a los mundos superiores que siguen
perfeccionándose.
Estos 4 Mundos se inter-penetran e interrelacionan para dar impulso a toda la
estructura de lo que somos en toda expresión de nuestro Ser.
Así cuando se declara una enfermedad, para la Cábala significa una alteración del
proceso de luz de la energía celular. La enfermedad, del latín infirmitas, expresa la
ausencia de firmeza. La disfunción es una reacción biológica de supervivencia frente
a una experiencia vital caótica, y esta produce la desaceleración o modificación del
sistema biológico, que no solo afectará la parte física del individuo, sino que
desestabilizará la parte sutil de este mismo órgano o miembro en los 4 Mundos donde
se origina la vida. Así que la sanación debe tener lugar de forma global.
Es fácil de entender, la cabeza no puede desligarse de los intestinos, no podemos
prescindir de las partes de un todo sin alterar el conjunto. Por lo tanto, cuando algo
falla, cuando hay una “ausencia de firmeza”, busquemos sanar, reordenar no solo el
apéndice dañado, sino que debemos restablecer el fluido entre los distintos niveles
del Árbol de la Vida a través de los Senderos o caminos que los relacionan.
Por ejemplo, cuando un hígado enferma, órgano relacionado con Hesed y el Mundo
de Creación, no sólo hay que gestionarlo desde Malkuth en el Mundo de la Acción
tomando fármacos para tratarlo, sino que hay que buscar la causa que originó esa
disfunción y volver a programar, a nivelar la energía de este órgano en los otros
Mundos. Es cierto que el cuerpo es una valiosa herramienta de curación porque nos
da la voz de alarma, y porque además solemos pasar por alto los distintos avisos de
nuestros cuerpos más elevados, -emocional y mental, o la causa de la falta de
conexión con nuestro ser espiritual-. El no percibir esas alarmas debido a esa falta de
información y conciencia, puede generar un proceso de enfermedad en los Mundos
Superiores, esa patología tomará tierra en el Mundo de Acción, en el cuerpo.
Insistimos, cada parte del cuerpo humano está adscrita a un sistema emocional,
mental y espiritual y partimos de un método de agrupación celular que es pura y
fantástica ingeniería. Cuando el espermatozoo entra en contacto con el óvulo, la
maravillosa maquinaria se pone en marcha y produce el milagro de la conjunción.
Toda la información celular empieza por la Emanación; pasa al proceso de Creación,
cuando todas las células sin carnet de identidad sabiamente se agrupan, se
distribuyen, se numeran. El proceso de Formación se inicia cuando se forman cada
una de las partes del organismo. Se gestan durante unos 9 meses y nace el conjunto
celular organizado con el proceso de Acción.
Desarrollar esa conciencia y responsabilidad en todos los procesos es nuestra tarea
humana. El Árbol Cabalístico nos ayuda a entrever nuestras funciones,
comprenderlas y asimilarlas. Llevamos en sí el germen de la perfección, pero la falta
de dominio de los diferentes cuerpos en los 4 Mundos altera nuestra realidad. De
nosotros depende volver a recuperar el mando.
Cada segmento del Árbol Cabalístico representa también un segmento de las
distintas partes y funciones de los 4 cuerpos que posee el ser humano. La ciencia
médica nos presenta la biología como el estudio científico de los seres vivos, y
específicamente de su origen, el origen de la vida, su evolución biológica y sus
propiedades, así como de su interacción con el entorno. Así, estudiando su dinámica
y sus funciones comunes, se establecen las coordenadas generales que rigen la vida
y los principios sobre los cuales se organizan.
El estudio de la biología admite diversas especificaciones que describen el proceso
orgánico del ser donde se integran tratados de biología química, biología
molecular, genética, etc. Todas estas especialidades aportan numerosa información
acerca del comportamiento celular y ontogenético del individuo. La biomedicina es
una fuente de conocimiento inagotable porque el ser humano posee en sí mismo
todas las funciones propias de su propio desarrollo, desde la anatomía, pasando por
la bioquímica, la citología y la citogenética, o el estudio de las células y la genética
celular; hasta la embriología, la ecología o la filogenia que disecciona el
comportamiento de los seres vivos; todas estas especialidades están destinadas a
tener una mejor taxonomía del ser humano. El proceso de la naturaleza humana está
totalmente integrado y representado en el Árbol de la Vida porque representa el
origen y el destino de esa naturaleza del ser.
El Génesis ya nos describe el Árbol del Conocimiento como esa fuente de alimento
del alma y el cuerpo. La medicina tradicional no tiene en cuenta la metafísica, aunque
hay un predominante y notable avance de la nueva medicina en este sentido para que
una relación psique y soma saludable sea una ayuda eficaz en la prevención de
patologías. Cuanto más relacionamos los 4 cuerpos, físico, emotivo, mental y
espiritual, más nos acercamos a la auténtica dimensión del ser humano.
Anteriormente hemos dado algunas pinceladas de la relación de los Cuatro Mundos
del Árbol de la Vida. Ahora se trata de acercarnos a la función de cada Sephiroth o
Centros del Árbol para comprender el sentido de la estrecha relación de esos cuatro
cuerpos y cada uno de los 10 Sephirah en los aspectos físico, emocional, mental y
espiritual.
Kether
Kether, como Fuente desde donde surge la chispa desde el Gran Principio y que
asociamos a todo el sistema central que dirige las funciones cerebrales, igual que el
sistema operativo de una computadora dirige los distintos programas que se le
insertan. Kether es la fuerza Ain Sof de esa “Nada Ilimitada” que es en realidad un
gran depósito de toda la memoria del universo donde se almacena una energía
poderosa, viva, que despliega una extraordinaria potencia que se transforma en
paquetes de Luz o Aur.
El cerebro humano suele describirse como un procesador paralelo masivo, es decir,
un sistema de cómputo en la que muchas operaciones se ejecutan de forma
simultánea. Posee unos 100.000 millones de neuronas y cada una de estas neuronas
establece aproximadamente 10.000 sinapsis y todo almacenado en una estructura del
tamaño de una hogaza de pan y que opera a una potencia máxima de apenas 20
vatios, pero que sin embargo cuenta con un sofisticado sistema de rendimiento que
los investigadores informáticos podrían envidiar. Por otra parte, tal y como una
computadora necesita un dispositivo de refrigeración para que la maquinaria no
resople, el cerebro también necesita oxigenarse, ya que sin ello se colapsa, se
bloquea. Las variaciones en los niveles de oxígeno en la sangre que circula por el
cerebro son proporcionales a la actividad de las gestiones que monitoriza. Se cree
que las áreas más activas utilizan más oxígeno, y una disminución drástica puede
originar problemas. De la misma forma funciona Kether en el Árbol Cabalístico que
gestiona el “Soplo Primordial”, el primero de la creación genésica y el primero que
recibe el ser que nace a la vida para encender el motor de su existencia. Una buena
asimilación del “soplo” genera una experiencia saludable de la conciencia.
Pero ¿qué es la conciencia o consciencia?
Según su significado etimológico, la conciencia es un conocimiento compartido; pero
la consciencia es un auto conocimiento, porque incluye lo que el sujeto conoce, se
hace cargo de sus propios actos, sentimientos y pensamientos. Lo cierto es que está
demostrado que el ser humano está capacitado para diseñar escenarios mentales
que le ayuden a planificar sus experiencias futuras en función de sus experiencias
pasadas y de la perspectiva que posee respecto a estas. Esto es el sabio
conocimiento aplicado. Estamos explicando en términos más pragmáticos lo que
es Kether.
La esencia de Kether es la Voluntad Suprema por encima de todos los misterios, y
que procesa en el Mundo de Assiah o Acción.
Los 100.000 millones de neuronas que nos permiten
hacer otras tantas conexiones con todo lo que almacena
Kether reflejan desde la memoria antigua del universo, lo
existido y por ende, las posibilidades infinitas de
existencia. Las letras hebraicas que componen la
palabra Kether o Corona son Khâf-Tâv-Reish, y expresan
la existencia de un receptáculo cósmico capaz de
concebir, recibir y mantener la vida en su más alta
vibración transmitiendo el ciclo completo de la vida.
Así entendemos que nuestro procesador
central, cerebro-Kether, toma miles de millones de
decisiones libres en la construcción de una conducta
adaptada a la información sensorial, emocional y
psíquica. La libertad de acción o libre albedrío que se inicia en Kether está, no
obstante, sujeta a las decisiones orquestadas por la mente inconsciente, que solo la
consciencia podrá gestionar adecuadamente. Si no podemos llevar el mando de
nuestro Kether, nos será difícil administrar su contenido.
En este sentido, es cierto que funcionamos, según los neurocientíficos, en un modo
95% inconsciente y yo diría que esta es la causa principal del porqué no somos
capaces de dirigir nuestra vida ordenadamente, además de otras patologías. No
controlamos los procesos cerebrales y en Kether se moviliza entonces el piloto
automático y es algo que va contra natura. Sin embargo, durante el periodo de sueño
se generan procesos de supra-conciencia que nos permiten desinhibirnos de la
sumisión de la inconsciencia. La libertad requiere trascender el modelo mecanicista
de la conciencia. Kether necesita ser quien lleva el mando libremente para succionar
las distintas funciones y referencias del Árbol según el modelo cósmico.
Kether busca la complicidad del individuo porque no puede operar armoniosamente
sin su consentimiento. Las diferentes patologías que aquejan el motor central del ser
humano, -y algunas de ellas más presentes que nunca en nuestra sociedad-,
empiezan, a mi entender, por una falta de enfoque y de libertad en el nivel psíquico
espiritual, y todo lo que se deriva de este proceso alterado distorsiona nuestros
cuerpos. No nos reconocemos como seres extraordinarios capaces de diseñar un
mundo idílico, un paraíso, (En Hesed, producto de Kether, Hochmah y Binah).
Hemos perdido el norte y a consecuencia de ello el ser humano sufre toda clase de
disfunciones que afectan su autoestima, su cuerpo, sus emociones, su mente; cae en
dependencias, en insatisfacciones, en depresiones, etc. Para solucionar el problema
de base, desde el origen, es preciso recordar porque hemos olvidado quiénes somos
y urge volver a conectarnos.
Kether, motor central, posee el diseño virtual de todo el conjunto del Árbol de la
Vida, lo mismo que lo descrito en los fundamentos del principio holográfico de la
naturaleza que expresa que “cada parte contiene el todo”. En biología celular, los
científicos demuestran que cada célula contiene una réplica del código maestro
del ADN, (Aleph, Daleth, Noun), y que una de esas células bastaría para reconstruir
el modelo global.
Para la Cábala, es el Árbol Cabalístico dentro de cada Árbol Cabalístico y así hasta
la más pequeña partícula de nuestro universo en lo macro y microcósmico. Por lo
tanto, si en Kether está todo el diseño original, reconectarnos y recomponer
virtualmente las células embrionarias nos daría la posibilidad de sanar patologías que
se estructuraron en el mundo de la forma, en Malkuth.
Esto puede parecer pura ingeniería cabalística, pero ciertamente la Cábala posee
códigos que una vez descifrados nos desvelan esos misterios velados, aún, a nuestra
conciencia. La clave, como siempre, es recordar.
Los 32 Senderos iniciáticos del Árbol Cabalístico
El Árbol Cabalístico es un esquema de la organización cósmica, pero también es un
esquema del cuerpo humano y de la formación mental y emotiva y espiritual de
nuestra naturaleza. Cada Sephiroth o Centro de Poder del Árbol está relacionado
mediante lo que llamamos Senderos o Cineroth. Son caminos que establecen una
relación entre distintos planos de manifestación, -donde además ubicamos planetas y
signos zodiacales, base del proceso de la Astrología Cabalística que Kabaleb
estudió y desarrolló para orientarnos en el camino de la trascendencia revolucionando
esta ciencia del comportamiento humano-.
Los Senderos son puentes tendidos entre los distintos niveles de conciencia y las
corrientes deben circular libremente como las corrientes vitales deben fluir por nuestro
interior y nuestro cuerpo humano. Para que cada Sendero funcione a pleno
rendimiento es preciso que se realice el trabajo adecuado, de lo contrario pueden
surgir bloqueos que afectan nuestras circunstancias en el terreno social, laboral,
psíquico, emotivo y físico.
El manual de instrucción de cómo administrar con sabiduría las corrientes de cada
Sendero está divulgado de manera velada en el Sepher Yetzirah, el libro de la
Formación, con textos enigmáticos debido en primer lugar a densas traducciones; y
en segundo lugar la traducción convencional oculta lo fundamental que solo puede
entenderse viviendo y sintiendo este compendio de sabiduría. Podemos estudiar la
naturaleza de estos textos, pero no pueden ser comprendidos intelectualmente,
porque se trata de pasar al siguiente nivel, y dejar que se revelen a nuestra
conciencia, sentirlos en el corazón, y es por ello que muchos de los libros que tratan
de explicarlos resultan confusos.
La concepción del Mundo, según la Cábala pone en movimiento estados de
conocimiento que evolucionan en aspectos más y más perfectos, tratando de
establecer un código que nos lleve a integrar la existencia del universo, del
macrocosmos y el microcosmos. La unidad de trabajo de este Gran Estado de
conciencia es un conjunto semántico que nos descubre el Lenguaje Sagrado,
los Authiot, unos ideogramas que componen el Alfabeto Hebraico de 22
Letras alineadas a lo largo de los 10 Centros de Vida o Sephiroth del Árbol
Cabalístico.
Estos estados de conciencia nos permiten comprender el mundo en el que estamos
inmersos, su densidad, su propósito, su vibración y su estructura. Son 32 vías de
experiencia, 10 números primordiales, (los 10 Sephiroth) y las 22 Letras Hebraicas.
32 funciones que nos abren a la vía de una percepción trascendente de la experiencia
de vida que nos permite conectarnos a esa divinidad que hay dentro y fuera de
nosotros. Se trata de una empresa compleja y que remueve nuestros cimientos pero
que nos lleva a la luz. La Cábala nos orienta hacia un porvenir acorde con la
autenticidad de nuestro trabajo humano y es cuando de verdad llega la Revelación.
Los Senderos o Cineroth se encuentran bajo la custodia de legiones de jerarquías
espirituales llamados Genios o Ángeles. Cuando se consigue luz en un determinado
Sendero, esas jerarquías ayudan a quien se aventura a descubrir todos los secretos
que el camino contiene.
Con los Senderos llegamos al corazón de la Cábala, que recordémoslo no es un
sistema de conocimiento teórico, sino un método de vida que permite al ser humano
colaborar conscientemente con su divinidad. Kabaleb en sus escritos nos insta a
meditar mucho sobre el Misterio de la Vida desde la enseñanza cabalística
para que la luz vaya afluyendo a vuestros corazones, y después, cuando vengan las
explicaciones intelectuales, os encontraréis con que vuestro corazón ya sabe lo que acaba
de comprender la razón.
REFLEXIONES
La Cábala, este magnífico tratado del comportamiento humano y divino, contiene un
decálogo de buenas nuevas, de buenas maneras, una enseñanza que nos “cae del
cielo” para ser aplicada a la tierra de nuestras realizaciones. Uno de los tratados
estudiados en Cábala es el Apocalipsis. Fechado aproximadamente a finales del
siglo I o principios del siglo II, fue redactado, o más bien transmitido a Juan en la isla
de Patmos, y es considerado como el libro más profético y simbólico de todos los
libros del Nuevo Testamento.
Tal vez no sea el tratado que más alegría contenga, por la cantidad de parábolas
catastróficas que contiene, pero su riqueza, su lucidez, la esperanza que subyace en
sus escritos, al analizarla bajo la exégesis cabalística, es realmente sorprendente.
Siendo objeto de muchas interpretaciones, resulta arduo y complicado leerlo, ¡y sacar
provecho sin alarmarse!, pero Kabaleb supo hacerlo de forma magistral.
Al ocuparme de su estudio en clases de Cábala, me asombra comprobar su
veracidad respecto a los tiempos convulsos que estamos viviendo y que van dando
forma a esa “Revelación” que nos transmite, porque apocalipsis significa,
precisamente, revelación.
Nos dice Kabaleb, respecto a las primeras palabras de Juan, transmitiendo esa
revelación, -o como diríamos ahora, esa canalización-, que son las palabras de
Jesucristo al Juan que los comentaristas del libro discuten sobre si es el Evangelista o
si se trata de otro Juan. Pero Juan Evangelista es el único de los discípulos de Cristo
que sigue al Maestro hasta el pie de la Cruz. Y como dice Kabaleb, al final de cada
ciclo de experiencias se encuentra un Juan que revela el porvenir y que activa ese
Fuego Interno que ha de permitirnos asimilar las enseñanzas reveladas después de la
llegada y partida del maestro Joshua. Juan Evangelista anuncia los cambios que han
de producirse en nuestra Tierra Humana, cuando el Reino de Cristo, de Hochmah,
del Amor, se haya instalado plenamente en nuestra naturaleza, sustituyendo al
mundo antiguo reducido a ruinas. Mientras este Juan no nos sea revelado y a cada
uno de nosotros, el Apocalipsis seguirá siendo solo una colección de imágenes que
inspirarán a los pintores, a los cineastas, a los novelistas, a los profetas o agoreros
del desastre, pero el mundo interno no se moverá y nada será revelado, y lo que
escribiera Juan no se comprenderá, ni se desarraigarán los fundamentos del viejo
mundo y sus imperfecciones.
Quién duda de que estamos viviendo día a día este Apocalipsis, porque cuanto más
ahondo en el misterio, a través de la revelación de mi padre y de su análisis detallado
de cada uno de los párrafos que explican las visiones de Juan, más me doy cuenta de
que se ajustan a la perfección a esos momentos agitados que estamos viviendo día a
día, bien nos señala Kabaleb:
Lo primero para convertirnos en el Juan de la Revelación, será cruzar el Mar de las Aguas
Vivas sin naufragar, ese Mar en el que cada gota de agua es una Emoción, y en el que
cantan las Sirenas de las aguas profundas, con sus voces mágicas que nos recuerdan
felicidades pasadas, momentos entrañables de nuestra vida, de los que nos alejamos
irremisiblemente. Muchos son los que, en ese crucero, se sumergen en esas Aguas, llevados
por las maravillosas voces del abismo. Otros, como Juan, siguen el viaje y llegan a la isla. Él
no iba a rescatar princesas ni a buscar tesoros. Fue allí por la palabra de Ha-shem, la
palabra crísica, ese estado en el que la convivencia entre lo más elevado de la naturaleza
humana se une a la naturaleza espiritual.
Cuando ya no quede nada escrito en el libro del Destino, cuando los trazos erróneos hayan
sido rectificados y hayamos dado la espalda a los valores exclusivamente materiales, nos
encaramos con la visión de otro mundo, y entonces es muy importante que no nos limitemos
a ver y gozar del conocimiento que nuestra visión nos aporta, sino que lo escribamos en un
libro, es decir, que lo consignemos, que lo instituyamos en los hechos de nuestra vida,
puesto que cada uno de nosotros es la pluma con la que se escribe esa historia sagrada.
Palabras sabias y de difícil aplicación en una existencia repleta de obligaciones
mundanas que, sin embargo, debemos transmutar y convertir en sagradas. Porque la
vida lo es, y en ese escenario, en el que protagonizamos uno y mil roles, debemos
experimentar la mejor opción de nosotros mismos.
Para comprender realmente la dinámica de la Creación, dice Kabaleb, es preciso que
la historia nos sea contada, que sea descrita y rubricada, se supone que aprendemos
de los hechos vividos.
El Apocalipsis nos habla mediante símbolos; nos inspira, nos sugiere, nos asusta en
algunos momentos, creyendo que vamos a ser aniquilados. Pero en realidad lo que
va a ser destruido es todo aquello que no puede coexistir por más tiempo con nuestra
naturaleza sagrada. Es por ello que una y otra vez volveremos a esta tierra de
realidades para comprender y escribir nuestras experiencias y que se registren en los
anales de los Archivos Akásicos, esa gran biblioteca del conocimiento de todas las
vidas, donde redactamos páginas y páginas de sucesos, de vivencias, de triunfos que
nos acercan cada día más a la excelencia, y así será hasta que comprendamos y que
la oscuridad sea sublimada.
En ese sentido, cuando contemplemos la obra humana, cuando critiquemos a
nuestros semejantes, cuando nuestras quejas vayan dirigidas a la sociedad; cuando
las culpas de lo que nos ocurre la sigan teniendo los demás, seguiremos necesitando
un Apocalipsis para que la revelación se haga, de una manera o de otra en nuestros
abismos internos.
Para finalizar esta reflexión, otro de los pensamientos inspirados de Kabaleb respecto
a los comentarios del capítulo VIII del Apocalipsis, (1):
Quienes permanecen en el viejo mundo después de haber capeado el temporal, saliendo de
sus refugios y dispuestos a reanudar su vida como si nada hubiese ocurrido, son esas gentes
que nada aprenden, por más que la naturaleza gesticule.
Y quien siga en esa dinámica, se encontrará, tarde o temprano teniendo que hacer
frente a su propio Apocalipsis interno.
Que la Revelación de nuestra divinidad aflore y el Amor sea lo que nos permita, al fin,
comprender.
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