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INTRODUCCION:
El hombre evalua el éxito por las cosas externas. Los hombres miraron al Mesías y dijeron, Este hombre no
puede ser el Hijo de Dios. Después de todo, Él vino de un pesebre en Belen, de una adolescente judía que incluso
ni estaba casada. Él realizó Su ministerio y terminó sobre una cruz. Incluso los discípulos pensaron que habian
creído en una broma, MAR 16:11.
A. La palabra meta (skopos) significa "una marca sobre la que fijar la mirada (relacionada con skopeo, mirar
a), se usa metafóricamente en Fil. 3:14, de un objetivo o una meta, 'blanco' (RV, V.M., BAS). (Diccionario
Expositivc' de Palabras del Nuevo Testamento, por W. E. Vine). Dice Larousse: "En el circo romano, cada uno de
los pilares colocados a ambos extremos de la espina. Final de una carrera. Sinónimo, término. Fin a que tiende
una persona, llegar a la meta de sus deseos. "
B. ¿Cuál es el objetivo del cristiano? ¿Cuál es el fin a que tiende? ¿Cuál es el propósito principal de nuestra
vida aquí en la Tierra?
C. Jesús expresa su meta, el propósito principal de su vida, en Juan 4:34 de esta manera: "Mi comida es que
haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra". También en Juan 9:4, "Me es necesario hacer las obras
del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar". Por lo tanto, como
dice Luc. 9:51, "Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a
Jerusalén".
El no vino al mundo para ser servido (Mat. 20:28) ni para agradarse a sí mismo (Rom. 15:3), sino para servir a
otros y para dar su vida para la salvación del mundo, y para agradar al Padre.
ILUSTRACION:
El apóstol Pablo detalla en los versos anteriores a los que hemos leído sus luchas por el evangelio.
Habla de lo que había dejado atrás - su herencia judía, de la que se había anteriormente jactado - a
fin de conocer la justicia de Cristo.
Aun después de todo esto, sin embargo, Pablo no sentía haber alcanzado su meta final.
Pensemos en esto por un momento. El apóstol Pablo es una de las personas que más sufrió por
extender el evangelio. Fue náufrago, sufrió azotes, fue rechazado por sus compatriotas y
correligionarios, tuvo hambre, padeció necesidad y muchas otras cosas por la causa de Cristo.
El, sin embargo, no sentía aún haber alcanzado la meta de su llamamiento cristiano. Sabía que había
más que hacer, más crecimiento, más logros. Si Pablo, después de todo lo que vivió, sintió eso, con
más razón podemos decir nosotros que aún no hemos logrado la meta.
¿Cuál es nuestra meta como cristianos? La meta es la madurez. En el verso 12, cuando Pablo nos
dice que aún no es perfecto, no se refiere a la perfección de no tener pecado, sino más bien al estado
de no faltar nada.
En otras palabras, Pablo nos dice que aún le queda crecimiento en su vida cristiana y en su relación
con Cristo.
Al entrar a un año nuevo tenemos una buena oportunidad para considerar nuestro propio crecimiento
cristiano. ¿Estamos avanzando hacia la meta? Vamos a encontrar en este pasaje tres principios que
nos ayudarán en nuestro progreso.
-- "pero una cosa hago", una expresión que pone énfasis en el pensamiento presentado. Compárense Jn. 9:25
("una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo"); Luc. 10:42 ("una sola cosa es necesaria"); Sal. 37:4
("una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré"). Pablo estaba resuelto -- tenía singularidad de propósito -- a
terminar la carrera para alcanzar la meta y recibir el premio. Véanse también Mat. 6:22, "si tu ojo es sencillo
(singular)"; 2 Cor. 11:3 "la sincera fidelidad (singularidad) a Cristo"; Efes. 6:5 "con sencillez (singularidad) de
corazón".
Lucas 9:62. “Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino
de Dios”.
-- "olvidando ciertamente lo que queda atrás", "olvidando", tiempo presente y continuo. Es probable que en este
contexto se refiere a las ventajas que tenía en el judaísmo (vers. 4-6), pero bien puede abarcar cualquier cosa en
la vida pasada que pudiera impedirle en la carrera, sean desalientos, persecuciones, o triunfos. Pablo olvidó todo
aquello en que él pudiera haber reposado y todo aquello que le pudiera haber desanimado o distraído. No le
convenía permitir que lo enorme de su crimen de haber perseguido a Cristo le oprimiera demasiado (1 Tim.
1:13), ni tampoco que la grandeza de su servicio pasado, los grandes éxitos, los severos sacrificios, las
revelaciones que recibía (2 Cor. 11:24-28; 12:7) lo enaltecieran.
Estaba resuelto a no dejar que nada le distrajera. No es posible correr hacia adelante si miramos hacia
atrás. "El mirar atrás resultará por cierto en ir atrás (Luc. 9:62). Así la mujer de Lot (Lucas 17:32). Si al remar
contra la corriente dejamos de manejar los remos, somos llevados para atrás ... "Di a los hijos de Israel que
marchen adelante" (Exodo 14:15)" (Jamieson, Fausset, Brown).
No podemos vivir en el pasado. La meta es futura. El premio es futuro y todavía no está en nuestro poder.
Tenemos que dejar que el pasado sea pasado. El momento de abandonar la cruz y llevar la corona todavía no ha
llegado. Los trabajos del tiempo pasado no cumplen con las obligaciones presentes y futuras. Este texto combate
la indiferencia que se engendra cuando uno cree que ya hizo "su parte". Cada día, cada momento, debemos
aprovechar el tiempo presente (Efes. 5:16). Es indispensable que se olviden cosas que nos puedan desanimar,
como también las cosas que nos puedan hacer demasiado "satisfechos" con nuestra vida y servicio a Dios.
A. Los que miran hacia atrás vuelven atrás.
1. Luc. 17:32, "Acordaos de la mujer de Lot". ¿Qué hizo la mujer de Lot? Miró hacia atrás y se convirtió en
una estatua de sal. Dice Pablo que debemos olvidar lo que queda atrás.
2. Núm. 11:1, 5. Aunque Dios había sacado al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, se quejaron contra
El. ¿Por qué? Porque "nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los
melones, los puerros, las cebollas y los ajos". Habían dejado su corazón en Egipto como muchos hermanos dejan
su corazón en el mundo.
B. Es necesario olvidar los pecados propios que ya fueron perdonados por Dios. Heb. 8:12; 2 Cor. 7:1O,11.
1. Debe haber remordimiento y tristeza por los pecados hasta que sean perdonados, pero ya perdonados
deben olvidarse.
2. Parece que algunos hermanos viven con un complejo de culpa. Aunque Dios les perdonó, no quieren
perdonarse a sí mismos. Desde luego, es necesario hacer la corrección y la restitución hasta donde sea posible,
pero entonces hecho esto es necesario olvidar los pecados perdonados.
D. Debemos perdonar a otros. Efes. 4:31, 32. Nos destruirán los resentimientos y la amargura. Si no
perdonamos a otros, Dios no nos perdonará (Mat. 6:12, 14, 15; 18:23-35).
-- "extendiéndome a lo que está delante". El que corre en el estadio se ve inclinándose hacia la meta,
literalmente inclinando su cuerpo "a lo que está delante". Significa gran empeño.
3:14 -- "prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús", "sigo corriendo
presuroso" (VM). La "meta" se refiere al "blanco", el objetivo que alcanza el que corre; el "premio" es la
recompensa dada por el Autor y Consumador de la carrera al victorioso es "la corona de justicia" (1 Cor. 9:24; 2
Tim. 4:8), "la corona de la vida" (Apoc. 2:10), "la corona incorruptible de gloria" (1 Ped. 5:4).
El avance está indicado más bien en un verbo militar, "dioko" que significa avanzar al objetivo, perseguir, o
seguir adelante. Significa cercarse al objetivo. También tiene la connotación de ser perseguido mientras que usted
está siguiendo adelante. En el tenso presente, significa siempre siguiendo adelante. Hay una diferencia entre
solamente siguiendo adelante, o existiendo, y siguiendo adelante hacia el objetivo con el propósito de obtener el
premio de supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. El Apóstol Pablo aprendió la lección que incluso lo que
parese haber sido derribado, al fin, será levantado.
¿Se refería Pablo a la salvación? ¿Nos quiere decir que él aún no estaba seguro de ser salvo? No podemos sacar
esta conclusión. Pablo mismo expresa su certeza de haber sido liberado de la muerte en Romanos 8:2: "Porque la
ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte", y varios otros pasajes.
La salvación no es un premio, sino es algo que recibimos gratuitamente por fe. El premio al que se refiere Pablo
es la aprobación de nuestro Señor y el honor que El nos dará en base a nuestra fidelidad en el servicio. Son
aquellas palabras: "Bien hecho, buen siervo y fiel. Entra al gozo de tu Señor" (Mateo 25:21).
Un corredor en una carrera está perdido si se detiene en medio de la carrera para decir: ¡Qué bien estoy
corriendo! Está perdido si se detiene a considerar lo que estarán pensando de él los espectadores. Sólo podrá
ganar si mantiene la mirada fijada en la meta.
Nosotros sólo podremos vencer y tener ese gran privilegio de recibir la aprobación de nuestro Señor si
mantenemos la mirada fijada en El. Si empezamos a considerar a los demás, si nos comparamos con otros o
creemos que ya hemos llegado, no podremos realizar lo que Dios tiene para nosotros.
Estamos corriendo la carrera de la vida. En la línea final está parado aquel Señor, aquel Jesús que nos ama más
que cualquier otra persona pudiera amarnos. El ya triunfó en la carrera. Ahora nos anima a nosotros a correr con
fuerza y valor. Tiene su mirada de amor puesta sobre nosotros, alentándonos a triunfar.
¿Le estamos mirando a El? ¿Tenemos como meta suprema agradarle a El? ¿Está puesta nuestra atención en El?
Sólo así podremos avanzar hacia la madurez, sólo así podremos correr la carrera con éxito, sólo así podremos
triunfar en la vida.
Continuando con nuestro estudio leemos: “…prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús…” ¿Cuál es el premio supremo? El premio supremo es la salvación de nuestra alma. Y es por eso
que digo que no podemos permitir que nuestra ambición o apetito por las cosas temporales que ofrece este
mundo nos alejen de Dios. Recordando siempre lo que encontramos en Romanos 8:12-13 cuando leemos: “…
Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13porque si vivís
conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis….” No podemos
dejar de avanzar hacia nuestra meta porque de hacer esto, entonces nos quedaremos estancados en lugares donde
no pertenecemos. Nos estancaremos en lugares donde quizás sintamos que la presencia de Dios está cerca, pero
nunca lograremos experimentar Su verdadera grandeza, majestad, y poder.
Siempre tengamos en mente que mientras más nos enfoquemos en la meta, más fortalecidos seremos para poder
pelear en contra de todo obstáculo. Mientras más nos enfoquemos en la salvación de nuestra alma, más fácil se
nos hará victoriosamente pasar las pruebas de nuestra fe. Recordemos siempre que a nuestro enemigo nada le
daría mejor placer que hacernos sentir que Dios nos ha abandonado, o que es indiferente a las dificultades que
podamos estar atravesando. Pero por mucho que nuestro enemigo trate, nunca lograra su propósito porque todo
creyente fiel sabe muy bien, que nosotros somos muy especiales para Dios. ¿Qué tan especiales somos nosotros?
La respuesta a esta pregunta queda bien clara en 1 Pedro 2:9 cuando leemos: “…Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que
os llamó de las tinieblas a su luz admirable…” Dile a la persona que tienes a tu lado: tú eres muy especial para
Dios.
CONCLUSIÓN
El filósofo danés Kierkegaard comentó en cierta ocasión que los cristianos de su día se parecían a los estudiantes
de matemáticas. En lugar de resolver los problemas, preferían buscar las respuestas en la clave al final del libro.
De esta forma, terminaban muy rápidamente su tarea, pero nunca se aprendían los principios de la matemática.
De igual forma, los creyentes muchas veces buscamos atajos para llegar a la madurez. Esos supuestos atajos, sin
embargo, generalmente nos alejan de la madurez en lugar de acercarnos.
Para avanzar a la madurez, es necesario seguir luchando, olvidar el pasado y tener en vista la meta. Hoy, al
principio de un año nuevo, Dios nos está llamando a fijar nuestra mirada en su Hijo y proseguir a la meta.
¿Qué te está estorbando en tu progreso a la madurez? ¿Qué cambios debes de hacer en tu vida para poder realizar
el propósito que Dios tiene para ti? Confía en que El te ayudará, y camina adelante para alcanzar la meta.
No podemos descuidar nuestra condición espiritual. No podemos extraviar nuestro boleto; es decir, no podemos
olvidarnos de lo que la Palabra de Dios nos advierte y enseña. Pero más importante de todo, no podemos
olvidarnos de cuál es nuestro destino final. ¿Cuál es nuestro destino final? El punto final para nosotros es llegar
al cielo, pero mientras estemos aquí en la tierra nuestra meta es perseverar en siempre agradar a Dios. Y es por
eso que en 1 Pedro 4:2 encontramos que se nos dice: “…para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a
las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios…”
Recordemos siempre que mientras más nos enfoquemos en nuestra meta, más fortalecidos seremos para poder
pelear en contra de todo obstáculo. Mientras más nos enfoquemos en nuestra meta, más fácil se nos hará
victoriosamente pasar las pruebas de nuestra fe. Andemos pues: “…como es digno del Señor, agradándole en
todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios…” Colosenses 1:10.
A. Pablo dice, "Una cosa hago". En esto vemos la concentración de sus esfuerzos en el propósito de hacer la
obra que el Señor le encomendó.
B. Recuérdese que actuamos, hablamos y en todo sentido vivimos de acuerdo a lo que creemos.
C. Jóvenes, ¿cuál es el propósito de su vida? ¿qué tan fuertes son su fe y su esperanza? Muchos jóvenes no
tienen un plan fijo para su vida. Les conviene contestar la pregunta, "y entonces ¿qué?" "Quiero educarme"; "Es
buen plan, y entonces ¿qué?" "Quiero ser exitoso en mi negocio o profesión"; "Es una meta lógica, y entonces
¿qué?" "Quiero tener una familia"; "Muy bien, y entonces ¿qué?" "Supongo que algún día puedo jubilarme y, tal
vez, viajar, etcétera". "Es bueno, y entonces ¿qué?" "Bueno, yo sé que algún día tendré que morir"; "Sí. es muy
cierto, y entonces ¿qué?