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LIPOVETSKY: La era del vacío

Capítulo 1: Seducción continua

● Se describe a la sociedad post industrial como una sociedad de auto-servicio.


● Las relaciones ya no son de producción como antes, si no que se dan por seducción.
→ Abusar por el juego de las apariencias
→ Sociedad de consumo: Sobre Multiplicación de elecciones debido a la abundancia
de opciones.
→ La seducción se da por una multiplicación y diversificación de la oferta. Se
propone más para decidir más.
● Sociedad posmoderna basada en un proceso de personalización: Sociedad más
flexible, se privilegia la comunicación.

● Seducción dentro de muchos ámbitos de la sociedad: Psicoterapia (aumenta la


personalización psicoanalítica, liberación de las emociones y energías); Medicina
(tratamientos naturales, asunción holística de la salud); Lenguaje (todo lo que tenga
connotación de inferioridad debe desaparecer, ahora hay un lenguaje neutro *decir
no videntes en vez de ciegos); Música (ahora la música está en todo momento, antes
era para momentos precisos). → Culto a la cultura PSI.
● Política: Presidente a escala humana, no sacrifica la vida privada, si no que la
muestra, se quiere que reconozcan sus límites públicamente. Los nuevos valores de
los políticos son la proximidad, la cordialidad y las confidencias íntimas.
● Sexducción: Hay una diversificación libidinal. Ahora el cuerpo y el sexo son
instrumentos de subjetivización-responsabilización. Se usan para acumular
experiencias.
→ Desaparece la estabilidad para dar inicio a la experimentación.

Capítulo 2: La indiferencia pura

● Saber-Poder-Trabajo-Iglesia-Familia → Han dejado de funcionar como principios


absolutos e intangibles.
● Los valores del modernismo (progreso, futuro) están agotados, en beneficio de una
personalización y liberación del espacio privado.
● Se abandona lo social, el actuar en grupo para dar paso al deseo, placer,
comunicación como los valores centrales.
● Hombre indiferente: Aquel que no tiene certezas, no se aferra a nada, sus opiniones
son susceptibles a modificaciones. **El capitalismo encuentra en la indiferencia una
condición ideal para su experimentación.
● La indiferencia posmoderna se da por exceso (no por defecto) y por hipersolicitación
(no por privación).

Capítulo 3: Narciso o la estrategia del vacío

● Narciso como símbolo de nuestro tiempo. → Tiene un perfil inédito del individuo:
relaciones con sí mismo y con el cuerpo.
● Paso de:
-Capitalismo autoritario a capitalismo hedonista y permisivo.
-Individualismo competitivo, revolucionario a individualismo puro, desprovisto de los
valores de familia, revolución.
-Espíritu de empresa, esperanza futurista a indiferencia histórica.
-Antes había gran agitación política y cultural, ahora hay despolitización y
desindicalización.
● Nacimiento de Homo Psicologicus. Hay una revolución interior, un movimiento de
conciencia que se refleja por la proliferación de los organismos psi. Se quiere vivir el
presente (pérdida del sentimiento de pertenencia a una sucesión de generaciones)
● Aparece una apatía frívola frente a la gran cantidad de información que nos abruma y
la rapidez con que suceden los acontecimientos, impidiendo así cualquier emoción
duradera.
→ Hay una revolución informática + una revolución interior (entusiasmo por el conocimiento
y realización personal, proliferación de organismos psi)
● Ahora hay autoconciencia (antes conciencia de clase)
● Ahora hay conciencia narcisista (antes conciencia política)

CUERPO: La relación con uno mismo suplanta la relación con el otro, hay una inversión
narcisista hacia el cuerpo, toma un rol diferente ahora es muy importante, hay que
respetarlo, vigilar su buen funcionamiento.
- Miedo a envejecer y a morir. *Desinterés por las generaciones futuras intensifica la
angustia de la muerte. Al evacuar cualquier posición trascendente se engendra una
existencia puramente actual.
- Interés por el cuerpo obedece a imperativos sociales.
- Valores cardinales: Autenticidad y sinceridad.

● Perfil del narciso: Desapego emocional (por los riesgos de la inestabilidad de las
relaciones), desarrollar la independencia afectiva, huida del sentimiento, desapego
para protegerse de las relaciones y de los propios impulsos.

BAUMAN: La modernidad líquida

INDIVIDUALIDAD
Hay algo en común entre las novelas de Huxley y Orwell, los dos tienen una visión del futuro
en donde el mundo sería estrechamente dominado. La tragedia del mundo sería que
hubiera una división del mundo entre controladores y controlados.

El capitalismo pesado y liviano


Discurso de Josué: el orden es la regla y el desorden la excepción.
Discurso del Génesis: el desorden es la regla y el orden la excepción.

El mundo de Josué, está controlado, tiene una especie de ser supremos que dicta un
propósito, y cada actividad que acontece en él va dirigida a ese propósito (Marx y la idea de
las clases dominantes). Pero ahora, el discurso que prevalece en nuestra era es el del
Génesis.

En el capitalismo pesado, había alguien que dirigía el barco, todos los tripulantes confiaban
en él y acataban su propósito. En cambio en el capitalismo liviano, los pasajeros del avión,
se dan cuenta que no hay un piloto en la cabina, y no saben hacia qué destino van.

En el capitalismo liviano, no hay nadie que trace los objetivos, lo que produce incertidumbre
y malestar entre las personas, ya que deben buscar por sí mismas el objetivo. Y esto es
aún peor, porque hay cada vez más opciones y oportunidades de cosas que puedo hacer,
pero nadie sabe bien qué es eso que deben hacer. El individuo se hace responsable de sí
mismo, porque se pierde el sentido dirigido.

En este mundo lleno de oportunidades, cada una mejor que la anterior, se da que nada es
irrevocable, ya que todas las opciones tienen fecha de vencimiento. Vivir entre tantas
opciones nos da la sensación de que nos sentimos libres de convertirnos en alguien. Pero
cerrar nuestra identidad, no es algo que sea placentero, ya que la contraparte, es decir
seguir eligiendo y sentir que la vida nos puede seguir ofreciendo maravillas es lo que nos
produce placer.

Tenemos tantas oportunidades que no podemos disfrutarlas todas. Somos consumidores de


estas. Y nos damos cuenta que las perdidas equilibran las ganancias, porque nada dura. No
hay nadie que nos asegure que un acto es acertado o equivocado, ni antes ni después de
haberlo actuado. Por lo que ni una ganancia produce un profundo placer ni una perdida una
profunda insatisfacción.

En el capitalismo pesado, las personas que dirigían eran autoridades: líderes que sabían
que era mejor y maestros que enseñaban a seguir adelante.
El capitalismo liviano, en cambio creó un mundo de consumidores donde podían coexistir
numerosas autoridades, lo que es una contradicción al significado de esta. Por eso es que
estas “autoridades”, ya no mandan sino que intentan tener la mejor oferta para poder tentar
a los consumidores de la mejor manera. Ahora no hay una reflexión como lo había con el
pesado, en donde se buscaba una sociedad justa. La responsabilidad no es de la sociedad,
tanto la salvación como la condenación son responsabilidad de cada uno.

Los líderes (cap. Pesado) buscaban el bien de todos y también el individual, en cambio los
asesores (falsos líderes del cap. Liviano) indican qué es lo que podría hacer cada individuo
por y para sí mismo, no que podría pasar si todos ellos unieran fuerzas.

Ahora el nosotros es un conglomerado de yos, no es en ningún caso mayor que la suma de


las partes. El asesor más exitoso es el que es consciente del hecho de que sus potenciales
aconsejados quieren recibir una enseñanza objetiva. Las personas que buscan consejos,
quieren saber qué es lo que hicieron los demás ante un problema similar, buscan ejemplos.
Cualquier resultado que obtengamos es responsabilidad nuestra.
Estamos en un mundo lleno de caminos, pero sin ningún sentido claro. Solo de mí depende
encontrar el mío, por lo que quiero saber cómo lo ha hecho el resto.
La autoridad sirve para agrandar la fila de seguidores, pero en un mundo con objetivos
inciertos e indeterminados, es el número de seguidores los que determinan quién es la
autoridad. Se les pide como demanda que muestren su vida privada. Lo privado pasa a ser
público.

Ahora lo que se percibe como temas públicos son los problemas privados de las figuras
públicas. Se ha caído por la borda la justicia pública o la responsabilidad colectiva por el
bienestar individual. Se pasa de una Política a una política con minúscula. En donde la
política se ha reducido a una columna de chismes. Esto hace que la gente busque
ejemplos, y no líderes.

La compulsión convertida en adicción


Buscar ejemplos y guías se ha convertido en una adicción. Las adicciones destruyen la
posibilidad de estar satisfecho alguna vez. Los ejemplos y recetas para la vida se ven
atractivos pero a la hora en que uno los prueba, no provocan la satisfacción que prometían.
Esto porque las posibilidades son infinitas y es imposible agotar la cantidad de objetivos
seductores. Siempre habrá nuevas y mejores recetas, que despojaran de atractivo a las
“antiguas” que ni siquiera alcanzan a llegar a su fecha de vencimiento porque ya fueron
reemplazadas.

“En la carrera del consumo, la línea de llegada siempre se desplaza más rápido que el
consumidor más veloz, pero la mayoría de los corredores tienen músculos demasiado
flácidos y pulmones demasiado pequeños para correr rápido. Así seguir corriendo, se
convierte en la verdadera adicción, la gratificante conciencia de seguir en carrera, y no en el
premio que a aquellos que crucen la línea delgada”.

Esta carrera es la actividad de comprar, somos “templos del consumo”. El código que
determina nuestra “política de vida” viene de la práctica de ir de compras. Ir de compras no
solo significa la obtención de bienes materiales, sino que también involucra la interminable
búsqueda de nuevos ejemplos y recetas de vida. Aquí la enseñanza dice que nuestra
felicidad depende de la competencia personal, pero que somos personalmente
incompetentes o no tanto como podríamos serlo si nos esforzáramos más (una mejor
versión de nosotros mismos).

El consumismo de hoy no tiene como objetivo satisfacer las necesidades, sino que es el
deseo (mucho más vaga y caprichosa que las necesidades) es un motivo autogenerado y
autoimpulsado que no necesita justificación ni causa. Pero los consumidores guiados por el
deseo deben ser “producidos” constantemente. Y esto es insoportable para os productores
de bienes de consumo. Afortunadamente para los productores el consumismo actual no se
basa en el deseo, sino que en la liberación de las fantasías y anhelos. El individuo se
expresa a sí mismo a través de sus posesiones. El anhelo es ese reemplazo indispensable:
completa la liberación del “principio del placer”, eliminando y desechando los últimos
residuos de los impedimentos del “principio de realidad”.

El cuerpo del consumidor


La vida organizada en torno del consumo debe arreglárselas sin normas: está guiada por la
seducción, por la aparición de deseos cada vez mayores y por los volátiles anhelos, y no por
reglas normativas. Se presta para la comparación universal sin límites. No hay referencias
en ningún sentido, ni siquiera en la de conformidad.

Si la sociedad de productores establecía que la salud era la norma estándar, se trazaba una
línea definitoria donde esta era la condición psíquica y física que permite satisfacer las
exigencias que la sociedad dispone y asigna (había na definición “solida”). Ahora lo que la
sociedad busca es “estar en forma” que no puede ser definido ni circunscripto con precisión.
Implica una tendencia hacia algo más. Si la salud significaba alcanzar las normas, estar en
forma significa romper todas las normas y dejar atrás cualquier estándar previamente
alcanzado. Nunca se encontrara el triunfo final en esta carrera por estar en forma, solo
algunas batallas exitosas. Lo cual es sumamente momentáneo, el éxito es un instante antes
de partir otra etapa de esfuerzo. Es una inacabable autoexigencia que produce una
ansiedad constante.

El concepto de la salud, cambia tanto como los bienes de consumo, lo que ayer podía ser
saludable hoy es patológico. Lo que era saludable en un sentido puede llegar a ser
patógeno en otro que no se sabía. En general, el cuidado de la salud se asemeja cada vez
más al esfuerzo por estar en forma.

Exorcizar los demonios interiores exige una actitud positiva y mucha acción, no restricción ni
tranquilidad. Esta acción se encuentra en el mercado de consumo, donde se nos ofrecen
cada vez más alimentos saludables, que supuestamente cuidan nuestra salud y cuerpo. La
incitación artificial a perseguir el placer como principal objetivo de la vida es solo una verdad.
La otra parte es que la compulsión a comprar convertida en adicción es una lucha contra la
aguda y angustiosa incertidumbre y el sentimiento de inseguridad. ¿Qué otra cosa aparte
de salir de compras, satisface tan bien el requisito de hacerlo por uno mismo?

La gente sufre por no poseer el mundo completamente. Toda realidad es incompleta.


Nuestra escasez de conocimiento hace confusos los detalles y borra todo lo que no encaja
bien (Gestalt). Tendemos a ver la vida de los demás como obras de arte. Y al ser así,
queremos lograr lo mismo. Eso es lo que llamamos identidad. La identidad no es íntegra, va
cambiando constantemente, solo se mantiene a través de la fantasía. Es por esto que la
moda funciona tan bien, ya que proporciona maneras de explorar los límites sin
comprometerse con la acción… y sin sufrir las consecuencias.

La dependencia universal de comprar es la condición de toda libertad individual. “el sentido


más antiguo de identidad se refiere tanto a las personas como a las cosas. Ambas han
perdido su solidez en la sociedad moderna, así como su continuidad y su definición
(disolución universal de los sólidos). Las cosas son lo que construyen nuestra identidad, por
lo tanto al ser las cosas inestables, la construcción de identidades también lo será. Esto nos
lleva a estar en una constante alerta sobre lo que ocurre afuera, para seguir las pautas de
los demás. Hemos pasado de una sociedad con estilo panóptico a uno sinóptico, en donde
muchos miran a unos pocos. Los obstáculos ocupan un lugar de vigilancia. La obediencia al
estándar tiende a lograrse a través de la seducción, se copia lo que resulta más atractivo.
Se está buscando un “status” con la identidad que constantemente estamos construyendo.
Sentimos mucha libertad en lo que queremos elegir para definir nuestra identidad, por lo que
compramos y desechamos todo lo que nos parece adecuado, tanto bienes como amistades,
eso es lo que ha llegado a ser la libertad para una sociedad de consumo. En una sociedad
sinóptica de adictos compradores/espectadores, los pobres no pueden desviar los ojos: no
tienen hacia donde desviarlos. Ellos no tienen la capacidad de elegir, es decir no tienen
libertad, lo que produce angustia.

Son tantas las opciones que tenemos para construir nuestra identidad, que nos estamos
volviendo una sociedad cuasi neurótica, por la movilidad y flexibilidad que tiene nuestra
identidad.

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