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● Narciso como símbolo de nuestro tiempo. → Tiene un perfil inédito del individuo:
relaciones con sí mismo y con el cuerpo.
● Paso de:
-Capitalismo autoritario a capitalismo hedonista y permisivo.
-Individualismo competitivo, revolucionario a individualismo puro, desprovisto de los
valores de familia, revolución.
-Espíritu de empresa, esperanza futurista a indiferencia histórica.
-Antes había gran agitación política y cultural, ahora hay despolitización y
desindicalización.
● Nacimiento de Homo Psicologicus. Hay una revolución interior, un movimiento de
conciencia que se refleja por la proliferación de los organismos psi. Se quiere vivir el
presente (pérdida del sentimiento de pertenencia a una sucesión de generaciones)
● Aparece una apatía frívola frente a la gran cantidad de información que nos abruma y
la rapidez con que suceden los acontecimientos, impidiendo así cualquier emoción
duradera.
→ Hay una revolución informática + una revolución interior (entusiasmo por el conocimiento
y realización personal, proliferación de organismos psi)
● Ahora hay autoconciencia (antes conciencia de clase)
● Ahora hay conciencia narcisista (antes conciencia política)
CUERPO: La relación con uno mismo suplanta la relación con el otro, hay una inversión
narcisista hacia el cuerpo, toma un rol diferente ahora es muy importante, hay que
respetarlo, vigilar su buen funcionamiento.
- Miedo a envejecer y a morir. *Desinterés por las generaciones futuras intensifica la
angustia de la muerte. Al evacuar cualquier posición trascendente se engendra una
existencia puramente actual.
- Interés por el cuerpo obedece a imperativos sociales.
- Valores cardinales: Autenticidad y sinceridad.
● Perfil del narciso: Desapego emocional (por los riesgos de la inestabilidad de las
relaciones), desarrollar la independencia afectiva, huida del sentimiento, desapego
para protegerse de las relaciones y de los propios impulsos.
INDIVIDUALIDAD
Hay algo en común entre las novelas de Huxley y Orwell, los dos tienen una visión del futuro
en donde el mundo sería estrechamente dominado. La tragedia del mundo sería que
hubiera una división del mundo entre controladores y controlados.
El mundo de Josué, está controlado, tiene una especie de ser supremos que dicta un
propósito, y cada actividad que acontece en él va dirigida a ese propósito (Marx y la idea de
las clases dominantes). Pero ahora, el discurso que prevalece en nuestra era es el del
Génesis.
En el capitalismo pesado, había alguien que dirigía el barco, todos los tripulantes confiaban
en él y acataban su propósito. En cambio en el capitalismo liviano, los pasajeros del avión,
se dan cuenta que no hay un piloto en la cabina, y no saben hacia qué destino van.
En el capitalismo liviano, no hay nadie que trace los objetivos, lo que produce incertidumbre
y malestar entre las personas, ya que deben buscar por sí mismas el objetivo. Y esto es
aún peor, porque hay cada vez más opciones y oportunidades de cosas que puedo hacer,
pero nadie sabe bien qué es eso que deben hacer. El individuo se hace responsable de sí
mismo, porque se pierde el sentido dirigido.
En este mundo lleno de oportunidades, cada una mejor que la anterior, se da que nada es
irrevocable, ya que todas las opciones tienen fecha de vencimiento. Vivir entre tantas
opciones nos da la sensación de que nos sentimos libres de convertirnos en alguien. Pero
cerrar nuestra identidad, no es algo que sea placentero, ya que la contraparte, es decir
seguir eligiendo y sentir que la vida nos puede seguir ofreciendo maravillas es lo que nos
produce placer.
En el capitalismo pesado, las personas que dirigían eran autoridades: líderes que sabían
que era mejor y maestros que enseñaban a seguir adelante.
El capitalismo liviano, en cambio creó un mundo de consumidores donde podían coexistir
numerosas autoridades, lo que es una contradicción al significado de esta. Por eso es que
estas “autoridades”, ya no mandan sino que intentan tener la mejor oferta para poder tentar
a los consumidores de la mejor manera. Ahora no hay una reflexión como lo había con el
pesado, en donde se buscaba una sociedad justa. La responsabilidad no es de la sociedad,
tanto la salvación como la condenación son responsabilidad de cada uno.
Los líderes (cap. Pesado) buscaban el bien de todos y también el individual, en cambio los
asesores (falsos líderes del cap. Liviano) indican qué es lo que podría hacer cada individuo
por y para sí mismo, no que podría pasar si todos ellos unieran fuerzas.
Ahora lo que se percibe como temas públicos son los problemas privados de las figuras
públicas. Se ha caído por la borda la justicia pública o la responsabilidad colectiva por el
bienestar individual. Se pasa de una Política a una política con minúscula. En donde la
política se ha reducido a una columna de chismes. Esto hace que la gente busque
ejemplos, y no líderes.
“En la carrera del consumo, la línea de llegada siempre se desplaza más rápido que el
consumidor más veloz, pero la mayoría de los corredores tienen músculos demasiado
flácidos y pulmones demasiado pequeños para correr rápido. Así seguir corriendo, se
convierte en la verdadera adicción, la gratificante conciencia de seguir en carrera, y no en el
premio que a aquellos que crucen la línea delgada”.
Esta carrera es la actividad de comprar, somos “templos del consumo”. El código que
determina nuestra “política de vida” viene de la práctica de ir de compras. Ir de compras no
solo significa la obtención de bienes materiales, sino que también involucra la interminable
búsqueda de nuevos ejemplos y recetas de vida. Aquí la enseñanza dice que nuestra
felicidad depende de la competencia personal, pero que somos personalmente
incompetentes o no tanto como podríamos serlo si nos esforzáramos más (una mejor
versión de nosotros mismos).
El consumismo de hoy no tiene como objetivo satisfacer las necesidades, sino que es el
deseo (mucho más vaga y caprichosa que las necesidades) es un motivo autogenerado y
autoimpulsado que no necesita justificación ni causa. Pero los consumidores guiados por el
deseo deben ser “producidos” constantemente. Y esto es insoportable para os productores
de bienes de consumo. Afortunadamente para los productores el consumismo actual no se
basa en el deseo, sino que en la liberación de las fantasías y anhelos. El individuo se
expresa a sí mismo a través de sus posesiones. El anhelo es ese reemplazo indispensable:
completa la liberación del “principio del placer”, eliminando y desechando los últimos
residuos de los impedimentos del “principio de realidad”.
Si la sociedad de productores establecía que la salud era la norma estándar, se trazaba una
línea definitoria donde esta era la condición psíquica y física que permite satisfacer las
exigencias que la sociedad dispone y asigna (había na definición “solida”). Ahora lo que la
sociedad busca es “estar en forma” que no puede ser definido ni circunscripto con precisión.
Implica una tendencia hacia algo más. Si la salud significaba alcanzar las normas, estar en
forma significa romper todas las normas y dejar atrás cualquier estándar previamente
alcanzado. Nunca se encontrara el triunfo final en esta carrera por estar en forma, solo
algunas batallas exitosas. Lo cual es sumamente momentáneo, el éxito es un instante antes
de partir otra etapa de esfuerzo. Es una inacabable autoexigencia que produce una
ansiedad constante.
El concepto de la salud, cambia tanto como los bienes de consumo, lo que ayer podía ser
saludable hoy es patológico. Lo que era saludable en un sentido puede llegar a ser
patógeno en otro que no se sabía. En general, el cuidado de la salud se asemeja cada vez
más al esfuerzo por estar en forma.
Exorcizar los demonios interiores exige una actitud positiva y mucha acción, no restricción ni
tranquilidad. Esta acción se encuentra en el mercado de consumo, donde se nos ofrecen
cada vez más alimentos saludables, que supuestamente cuidan nuestra salud y cuerpo. La
incitación artificial a perseguir el placer como principal objetivo de la vida es solo una verdad.
La otra parte es que la compulsión a comprar convertida en adicción es una lucha contra la
aguda y angustiosa incertidumbre y el sentimiento de inseguridad. ¿Qué otra cosa aparte
de salir de compras, satisface tan bien el requisito de hacerlo por uno mismo?
Son tantas las opciones que tenemos para construir nuestra identidad, que nos estamos
volviendo una sociedad cuasi neurótica, por la movilidad y flexibilidad que tiene nuestra
identidad.