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El Éxodo en la Exégesis Bíblica Latinoamericana

El Éxodo en la Biblia

La opresión egipcia es paradigmática tanto en el texto bíblico como en la hermenéutica


latinoamericana. Dentro de la Biblia tenemos apariciones constantes de este pueblo, relacionadas con la
opresión, el dolor y la dominación. Egipto hace sufrir al pueblo de Israel al punto de que su
humillación, llanto y griterío llegan a la presencia de Yahvé, quien se propone como proyecto
liberarles (Ex 1-3). Amos retoma la memoria
del Éxodo en 9.7, le recuerda a los israelitas no
sólo la intervención de Yahvé en su favor para
liberarlos de la dominación, sino que asi
mismo reafirma su interés en ver esa condición
liberada para todos los pueblos. Mateo 2,
también, retoma la memoria del Éxodo,
haciendo de Jesús un nuevo Moisés, otro
enviado divino que debe sortear las amenazas
de muerte del opresor para poder hacer la
voluntad divina de salvar al pueblo.

Particularmente, el Éxodo se retoma en la Hermenéutica Latinoamericana por su vinculación concreta


a la explotación económica y las acciones comunitarias e individuales tomadas para erradicarla.
Especialmente en Éxodo 3.7, queda claro que la teología del texto busca insistir en que Dios escucha el
clamor del pueblo esclavo y baja a liberar. Este aspecto teológico fue fundamental en la América
Latina de segunda mitad del siglo xx, azotada bajo gobiernos dictatoriales, y se convirtió en
paradigma hermenéutico para leer el resto de tradiciones biblicas. Egipto se convirtió en modelo de
todo sistema opresor, ya fuese Asiria, Babilonia, Grecia o Roma en la tradicion Bíblica, o Estados
Unidos, el gobierno de Somoza, entre otros, en la historia contemporánea de nuestro continente. El
Éxodo, entonces, es germen de esperanza en medio de la opresión, de revolución, de desafío teológico
y práctico a cualquier regímen que esclavice a las personas.
El Salomón de la arqueología del siglo XX y la Hermenéutica Latinoamericana.

Explotación Egipcia (Ex 1.11) Explotación Salomónica


Les impusieron capataces Jefe de trabajos forzados y gobernadores (1 Re
4.6-19)
Trabajos Forzosos Trabajos forzosos (1 Re 5.27-32)
Para oprimirlos Yugo pesado (1 Re 12.4)
Hacerles construir ciudades Construcciones (1 Re 5.19, cap 6 y cap 7)
De índole cananeo (?)

A inicios del siglo XX la figura de Salomón fue investigada


arqueológicamente de manera más constante. Apoyándose en los
relatos bíblicos del 1er libro de los Reyes, se logró relacionar la
construcción de edificios en ciudades como Megguidó y Hazor,
como puertas y caballerizas, a algo que se llamó el imperio
salomónico en el siglo X a.e.c, como señala Trebolle Barrera.
Este vínculo fue fundamental en la teología bíblica que
desarrolló la hermenéutica latinoamericana años después.
Salomón había sido, bajo ese abordaje, un gran constructor, y sus
obras pudieron realizarse únicamente a través de la
explotación del pueblo. Textos como 1 Re 4.7 , 5.1-7, y 5.27-30, nos hablan de la organización
administrativa de Salomón para extraer recursos de las tribus (excepto Judá) y alimentar a su corte, así
como la organización de la leva o trabajo forzado. Esta última, utilizada para la construcción de
grandes edificios como el Templo y el palacio, permitió la vinculación especialmente con Éxodo 1 y
la explotación israelita por los egipcios.

El texto de 1 Re 12 sería el último gran ejemplo de la explotación de este rey legendario: el yugo
pesado, que no era otra cosa que la explotación económica y el trabajo forzado. Ambas realidades son
inaguantables y por ende criticadas por el pueblo, que al final decide dar la espalda a los reyes de la
casa de David, hacer una revolución, y organizarse políticamente hacia el Norte, con Jeroboam a la
cabeza. El grito de “aquí están tus dioses que te sacaron de Egipto”, reactivando los santuarios de
Dan y Betel y reivindicando teológicamente la resistencia a la explotación, sirve de fundamento
ideológico y teológico para el nuevo grupo.
Esta reconstrucción histórica de la crítica bíblica ya de mediados del siglo XX fue teológicamente
muy útil en la hermenéutica latinoamericana. Ofrecía un modelo similar al
vivido por muchos pueblos en centro y sur américa en esa época: un pueblo
explotado económicamente, militarmente avasallado, y líderes políticos sin
escrúpulos que se enriquecieron a costa de las personas. Salomón fue retratado
como Somoza en Nicaragua por el biblista y teólogo Jorge Pixley, por ejemplo, y el
pueblo que se rebelaba en el libro de los Reyes no era otro que el latinoamericano,
cansado de la explotación. Correlacionar la realidad de los israelitas bajo
Salomón con la del pueblo latinoamericano bajo las dictaduras fue no sólo un
paso hermenéutico y teológico, sino político y social, ya que la Biblia modelaba e
inspiraba la revolución contra todo sistema opresor.

?Salomón opresor, Salomón cananeo?

A Salomón se le culpaba de la “cananeización” del estado israelita, ya que se argumentaba que el


modelo explotador no era parte tradicional del Israel liberado, sino de estructuras como el Egipto
imperial y las ciudades-estado cananeas que abundaron a finales del segundo milenio a.e.c. Ésta forma
de pensamiento, mantenida en el artículo pro el profesor Trebolle-Barrera, debe ser puesta bajo
sospecha. Podriamos pensar, en cambio, que hablar de un Israel cananeizado es más una postura
ideológica que una lectura crítica, sería tal vez una idealización adjudicada al pueblo de Israel, al cual
se quería “limpiar” de cualquier traza de organización cultural, polítical, social o teológica relacionada
a los otros pueblos de Canaán. Desde los estudios históricos,
sociológicos y culturales, sabemos hoy que hablar de Canaán e
Israel como entidades aparte en términos religiosos, políticos,
culturales y sociales, especialmente antes del exilio, es inapropiado.
Salomón es rey en Israel, y es rey como se vive la monarquía en el
entorno, por lo que estaríamos hablando de una práctica común en
dicha cultura en vez de demonizar a los pueblos vecinos por practicas
que estaban arraigadas en ese mundo. Salomón es tan Yahvista
como opresor, y el texto lo deja claro, aunque su Yahvismo no sea
similar al que sostienen grupos que vinculan su gobierno con la
opresión egipcia.
La investigación actual sobre el Éxodo y Salomón

La investigación actual ya no habla más de un imperio salomónico, lo que hace repensar los
fundamentos históricos y sociales, no así teológicos, del discurso inicial en la hermenéutica
latinoamericana. Salomón ya no existe históricamente como
el gran rey explotador, por el hecho de que la arqueología
bíblica, en trabajos especialmente de autores como Israel
Finkelstein, han argumentado sólidamente que un imperio
con las características adjudicadas por la biblia y la crítica
no era posible en el siglo X a.e.c. Sin embargo, teológica y
literariamente, Salomón mantiene su vigencia y fuerza
como modelo de opresión, tanto dentro de la narrativa bíblica como de la historiografía, así como de la
realidad concreta. Talvez arqueológicamente no podemos encontrar un Salomón historico, pero líderes
políticos explotadores, económicamente abusadores, militarmente implacables, y teológicamente
abusadores, han habido constantemente a lo largo de la historia, tanto del Israel antiguo como de
América Latina.

El Éxodo como libro es difícil de discutir por su complejidad. Textualmente, se habla de memorias
antiguas, basadas tal vez en experiencias de grupos de
semitas vinculados de una u otra forma con el Egipto de la
segunda mitad del segundo milenio a.e.c (1500-1250 a.e.c).
La idea de la revuelta campesina, tan profunda y fértil,
esbozadas por autores como Mendenhall y Gottwald, y
abrazadas de manera esperanzadora en la hermenéutica
latinoamericana, se disipó rápidamente. Hoy se mantiene
la discusión en torno a las raíces históricas del evento,
mientras que como metáfora teológica la idea de la resistencia de la divinidad a los imperios
opresivos tiene una presencia indudable tanto en el texto como en la experiencia de Israel como pueblo
dominado. El Egipto del Éxodo es el sitio de esclavitud por excelencia, sin duda modelo teológico y
tipo literario, pero sin dejar de haber sido una realidad en la historia de un pueblo que vivió casi 900
años bajo regímenes imperiales. Babilonia y Roma, después, tomarán su lugar como símbolos de
opresión y muerte.
El éxodo y el reinado de Salomón, más allá de hechos
históricos por si mismos – como ya dijimos, opresores
hubo muchos, e imperios esclavizadores también - son
fecundas metáforas teológicas. El autor de los Reyes
conoce el poder de la metáfora al punto de que vincula su
relato sobre Salomón al evento fundante del pueblo: la
liberación de la opresión ejercida por faraón. Pixley ve de
igual forma en el Éxodo un espejo de la situación del pueblo Nicaraguense en los 70s y 80s,
recordándonos el poder de una metáfora para comprender y responder a la historia con un paradigma
teológico y político de liberación.

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