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TRABAJO FINAL
I. INTRODUCCIÓN
Por esta razón, con este análisis desde Platón, Aristóteles y Santo Tomás, terminando en
San Juan Pablo II deseo lograr una mejor comprensión del hombre. Además podremos
darnos cuenta de las similitudes que tenemos entre lo que pensaba Platón o Aristóteles
con la doctrina católica, lo cual impresiona debido que a pesar de que no contaban con la
revelación pudieron llegar a verdades (aletheia) mediante la razón utilizada rectamente y
no como se da en este tiempo huyendo de la verdad, a situaciones marcadas en la
Sagrada Escritura que por fe y por intuición sabemos que es el camino de la verdad.
También abordaremos lo que nos dice el Magisterio de la Iglesia sobre el cuerpo humano
y el alma humana, con lo cual descubrimos que la Iglesia es verdaderamente madre y
maestra. Lograremos obtener algunas conclusiones de acuerdo a las concepciones
antropológicas vistas.
II. CONTENIDO
Todo parte del dilema que se da para la filosofía: considerar una metafísica del ser como
substancia o como relación. Resumiendo vemos que Heráclito consideraba como criterio
de verdad los sentidos cuya esencia es el ser en relación, que está en constante devenir
y su sostenimiento se da por la guerra de contrarios; en otras palabras el odio. De forma
antagónica tenemos a Parménides que consideraba el criterio de verdad en la razón y
que la esencia del ser es substancia además de ser inmutable.
i. Antropologías substancialistas:
Partiendo de la disyuntiva que se dio entre los planteamientos de Heráclito y Parménides,
llegamos a las dos tendencias iniciales que se dieron: Buscamos la esencia del ser ya
sea en la substancia considerada como única e indivisible o la buscamos en las
relaciones que establezca y mantenga el ser. La filosofía se decantó por el camino de la
filosofía substancialista.
Antropología de Platón
Idea de Bien (Uno, el ser), la cual es la condición de todas las ideas, el incondicionado
absoluto; ideas de objetos éticos/estéticos, la estética expresa el ser del hombre, el cómo
piensa; ideas de objetos matemáticos, entes intermedios (entre ideas y cosas), y la ideas
de las cosas.
De esta parte podemos realizar una comparación interesante respecto al demiurgo que
podría decirse que fue en parte la misión del Mesías enviado por Dios Padre, para que
sea el mediador además de reconciliador o redentor de la situación de pecado (mundo
sensible) y deificarnos con Él (mundo inteligible).
Como hemos visto en diversas partes del Fedón y en otros escritos, Platón considera al
hombre como alma (espíritu) y que tiene un cuerpo (materia), lo cual nos lleva a un
dualismo substancial antropológico. Platón considera al hombre un compuesto de alma y
cuerpo, como una unión accidental entre el alma inmortal y el cuerpo material corruptible
por lo que lo más propiamente humano sería el alma. Considerando otros escritos: en el
Menón afirma la inmortalidad del alma, en el Fedón afirma que estamos colocados en
esta vida por voluntad de los dioses y que los filósofos deben aspirar a abandonar esta
vida, ya que la muerte libera del cuerpo que muchas veces es considerado un obstáculo
para el alma.
Pero en el Fedro, considera la inmortalidad del alma de modo distinto. El alma es origen
de todo movimiento, capaz de moverse a sí misma sin la necesidad de una fuerza
exterior y además de considerarla como naturaleza tripartida. Para esto último usa el mito
del caballo alado. Este mito considera un carro tirado por dos caballos y controlado por
un auriga. El caballo bueno, considerando las tendencias nobles; el caballo malo,
considerando las tendencias materiales y el auriga, el que direcciona el conjunto a un fin.
El hombre por el momento vive en el mundo sensible pero no pertenece a él, ya que
pertenece realmente al mundo de las ideas que es espiritual.
Hay que admitir según Platón que somos almas inmortales y tenemos un cuerpo. La
cuestión que surge es:
¿Por qué el alma está en el mundo sensible dentro de un cuerpo material? Ante esto,
Platón responde solamente con verosimilitudes debido a que opina que la causa de esto
fue la envidia, ya que el alma, al ver a los dioses en el mundo de las ideas o a otras
almas más perfectas sintió envidia; ese fue su pecado por lo que fue desterrada al mundo
sensible.
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Impresiona la similitud que tiene Platón en este punto con la doctrina cristiana respecto al
pecado original, ya que por una herencia universal recibida por nuestros padres por
naturaleza cuyo origen es también pecado (relativo al pecado de la envidia que menciona
Platón) fuimos desterrados por así decirlo fuera de la presencia de Dios en un cuerpo
corruptible (relativo al mundo sensible).
Se explica muy bien lo que quiso decir Platón con el mito de la caverna. La caverna es
análoga al mundo sensible, los hombres están ahí desde niños y al ser almas están
atadas por el cuerpo. Lo grave de estar en la caverna no es el de estar engañados
creyendo que las sombras son lo real sino que al estar en este error nos impide ser
felices, ser hombres (distinción que más adelante haremos con persona).
Aquí también se puede tener cierta similitud con ese apetito natural del hombre de la
felicidad eterna, que es tapada por el pecado, que evita que podamos fijar nuestra mirada
en el rostro de Jesús que es nuestro salvador o auriga de nuestra existencia.
Platón plantea soluciones ante este inconveniente. Se da en tres pasos: conocer, luego
obrar y por inercia se da la felicidad.
1) La verdad permite conocer las esencias, saber quién es uno: soy alma y tengo un
cuerpo.
2) Luego, uno no se limita a la teoría sino que debe llevarlo a la práctica, como lo
inferimos del Fedón (dos tipos de sabiduría, práctica y teórica). Este obrar
conforme a la naturaleza del ser se llama virtud (areté). Solo se puede ser bueno
(ágathos) si se es sabio.
3) Finalmente, si se dieron los dos pasos anteriores llegamos a la felicidad que no es
otra cosa que llegar a la perfección que cada ser es; a lo que aspira todo hombre.
El que obra mal lo hace a consecuencia de su ignorancia; y estos pasos aplican también
a una polis.
Antropología de Aristóteles
El hombre es un ser concreto; vivo, debido a que nace, crece se reproduce y muere;
animal, debido a que posee conocimiento sensible, memoria y puede trasladarse
autónomamente; racional porque tiene inteligencia, capta las esencias de los seres y que
tiene conceptos que le permiten pensar, recrear en la mente. Además, que es un ser
moral (guiado por principios morales) y un ser político (vive en una polis).
Para poder entender la antropología de Aristóteles hay que partir de lo que considera ser
vivo (alma) para poder llegar a la concepción del hombre.
Ser vivo
Los que cumplen un ciclo vital como el nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte.
Las plantas son seres vivos ya que cumplen este ciclo vital
Alma vegetativa
Ejerce las funciones de asimilación y reproducción y por eso es el alma propia de las
plantas. Aparecen como principio más elemental de la vida que regula y gobierna las
actividades biológicas.
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Alma sensitiva
Alma racional
Los hombres son animales pero racionales ya que poseemos la facultad de conocer las
esencias de los seres, poder conocer las formas substanciales. Aristóteles considera que
lo que nos hace ser hombres es el conocimiento racional. Considera que el hombre es un
ser de naturaleza física, conformado por materia que es el cuerpo y por una forma
substancial que es el alma.
HOMBRE: SER VIVO ANIMAL RACIONAL
Por lo que el hombre es una unidad total y para estudiarlo no podemos disgregarlo.
No admite un dualismo entre cuerpo y alma sino que es una unidad substancial de
materia y forma, o sea de cuerpo y alma.
Algo a tener en cuenta es que Santo Tomas considera que el alma es inmortal basado en
la capacidad intelectual del hombre. Al tener la capacidad de conocer lo universal no
puede ser material, además tiene la capacidad de poder reflexionar sobre sí misma. No
se corrompe por lo que es espiritual.
Como se vio en Aristóteles, Santo Tomás considera los tres tipos de almas que se
unifican en el hombre:
La diferencia con Platón se da porque no considera que el alma sea una substancia
distinta al cuerpo, sino que tanto Aristóteles como Santo Tomás consideran que el alma
es la forma del cuerpo y ambos unidos constituyen la naturaleza humana, lo cual es la
base para poder defender la resurrección de los cuerpos para la vida eterna de los
hombres.
Debido a todo esto, Santo Tomás no acepta que en el cuerpo humano resida la imagen
específica de Dios, ya que solo seríamos semejantes en la inteligencia. Como dice en la
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Suma Teológica: “el cuerpo humano solo puede verse como vestigio indirecto de Dios,
semejante a la imagen de una moneda; usado como huella que representa a Dios en el
alma”.
En el caso de San Juan Pablo II (desde ahora Karol Wojtyla) se aborda la cuestión del
hombre desde un punto de vista completamente diferente siguiendo un método
fenomenológico en contraposición de la filosofía substancialista vista anteriormente.
Punto de partida
3) Metafísica del cuerpo: Considera que todos los actos humanos se realizan en y
con el cuerpo, y es en este cuerpo donde se va a manifestar el ser persona sin
perder el punto de vista de la razón debido a que considera también las
categorías metafísicas para llegar al estatuto primigenio de la persona.
En la vida diaria podemos darnos cuenta que las cosas o situaciones no son inmutables
sino más bien dinámicas, que cambian constantemente por lo que se ve a la persona
humana más como esencia relación que como substancia.
Para entenderlo, hay que hacer la diferencia entre un homo sapiens y una persona
humana; el primero se caracteriza por su capacidad cognitiva, por su inteligencia
mientras que la persona humana manifiesta su diferencia en su capacidad de estar en
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comunión en relación en el amor de donación (agapé). Solo cuando se da esta relación
de amor y no de odio como decía Heráclito, seremos personas. Por lo que es evidente
que el cuerpo es fundamental en la esencia de ser personas, no es simplemente un
instrumento o algo en el cual está encerrada el alma.
El hombre ha sido dotado de una unidad mediante el cuerpo, masculino o femenino, por
lo que el cuerpo es determinante de la persona.
Hay que tener en cuenta lo que nos dice Joseph Ratzinger: “La relación no es algo que
se añade a la persona, sino que la persona consiste en la referibilidad. La persona se
identifica con el acto del don; es persona en cuanto ese acto. No es el que da sino el acto
de dar”.
Para complementar citamos a Karol Wojtyla: ”... hombre, él “es cuerpo” y, a través del
cuerpo, es también varón y mujer. Cuando ambos se unen tan íntimamente entre sí que
se convierten en “una sola carne”, su unión conyugal presupone una conciencia madura
del cuerpo. Más aún, comporta una conciencia especial del significado de ese cuerpo en
el donarse recíproco de las personas”.
Todo lo mencionado tanto por Joseph Ratzinger como Karol Wojtyla nos permite quedar
convencidos de que el cuerpo humano es verdaderamente importante en nuestro ser
personas, por lo que ser “Templo del Espíritu Santo” es evidente.
19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros
y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? 20 ¡Habéis sido bien comprados!
Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo.
Además, en Gaudium et Spes (GS 14,1) nos menciona que el hombre es uno en cuerpo y
alma, y por su misma condición corporal reúne en sí los elementos del mundo material,
de tal modo que, por medio del cuerpo, estos alcanzan su cima y elevan la voz por la libre
alabanza del creador. Dicho en otras palabras es parte de la creación y todo lo creado
por Dios es digno de importancia. Seguido menciona que no es lícito al hombre
despreciar la vida corporal.
Tenemos que considerar nuestro cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado
por Dios y que ha de resucitar en el último día.
En el numero 365 se hace mención sobre la importancia del alma ya que la unidad del
alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la “forma” del
cuerpo, es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo
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humano y viviente. Esto no hace pensar que el cuerpo no es lo principal, sino hay que
entender que ambos son importantes y complementarios.
En el hombre, el espíritu (alma) y la materia (cuerpo) no son dos naturalezas unidas, sino
que su unión constituye una única naturaleza.
Finalmente hay que considerar lo que dice el Catecismo en el número 366: Cada alma
espiritual es directamente creada por Dios (cf Pio XII, enc. “Humani Generis”), no es
producida por los padres y es inmortal (cf cc. De Letrán V, año 1513: DS 1440); no
perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la
resurrección final.
III. CONCLUSIONES
Según todo lo visto podemos sacar algunas conclusiones. Es evidente que de la forma
que consideremos el alma y el cuerpo va a depender como entendamos a la persona
humana y por consiguiente nuestro actuar o modo de llevar la vida, tanto para nosotros
de forma individual como en el gobierno de una nación; esto influirá directamente tanto en
la ética como en la moral de la sociedad.
Si por el contrario tenemos una antropología según Santo Tomás de Aquino basada en
Aristóteles considerando al cuerpo y alma como una unidad substancial de materia y
forma podemos entender la gran importancia que se da tanto al cuerpo como al alma. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que también se considera al ser humano como tal por
su capacidad intelectual lo cual limita en parte la participación del cuerpo, y esto por tanto
su interacción en la sociedad; más que todo debido a que al ser substancialista no encaja
en la diversidad de situaciones cambiantes que son evidentes en la vida humana.
Precisamente por estas cuestiones es que da luces la antropología de Karol Wojtyla
debido a que la persona humana no lo es solamente porque tiene inteligencia intelectual
distinta de los animales como inteligencia sensible sino más que todo por su capacidad
de amar (amor de donación).
Esto último es prácticamente el mensaje que nuestro Señor Jesucristo nos transmitió:
“Ámense unos a otros como yo los he amado”.