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El Imperio Bizantino se desarrolla en la parte oriental del Imperio Romano con capital en
Constantinopla (antigua Bizancio) desde el siglo V al siglo XV.
La civilización bizantina surge de la fusión de la tradición imperial de Roma con el
pensamiento cristiano a la que se añaden ciertos elementos culturales griegos y
orientales.
Se trata de una cultura teocrática fundamentada en el cesaropapismo, término que
designa la estrecha relación entre el emperador y la jerarquía eclesiástica.
Su arte es esencialmente religioso y sus construcciones fundamentales
serán los templos donde se desarrollan ceremonias que prestan especial atención a la
escenografía y la aparatosidad.
El arte bizantino ejercerá una gran influencia en el arte de occidente y la iconografía
medieval.
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Características
Las plantas más utilizadas seguirán siendo la tradicional de la basílica paleocristiana y
también la octogonal y la de cruz griega inscrita en un cuadrado o rectángulo.
Los espacios se cubrían con cúpulas, uno de los elementos más típicos del arte bizantino.
(simbolismo cosmológico)
La transición del cuadrado de la planta a la circunferencia de la cúpula se realizaba
mediante pechinas (triángulos esféricos o curvilíneos).
Como soporte, además del muro, era frecuente el uso de columnas con capiteles trabajados
a trépano y rematados por un cimacio.
El espacio interior era amplio, ligero y ricamente decorado con mármoles y mosaicos.
El aspecto exterior de los edificios no les preocupaba y solía ser de ladrillo, macizo y
sin adornos.

La arquitectura bizantina.
La arquitectura bizantina es variada y monumental. Usa el plano de la basílica heredado de
los romanos, el plano circular de los martiria y la cruz griega.
Para lograr tamaños mayores, multiplica los arcos, las bóvedas y las cúpulas, así como
también las columnas. Además, los bizantinos han aprendido a construir cúpulas ligeras con
ladrillo y cerámica.
En la elaboración de las paredes mezclan fácilmente ladrillo, piedra y mortero. Los
muros externos son sobrios, con acabado natural. Las decoraciones de mosaico
interiores son fastuosas.
La Basílica de Santa Sofía, en Estambul, es una de las más importantes construcciones
bizantinas. Se pueden observar sus numerosas cúpulas alrededor de la principal. Las 4
torres altas de cada lado del edificio son minaretes erigidos por los musulmanes, quienes
conquistaron los restos del imperio romano.

Espacio y figura humana


La figura humana en el imperio bizantino fue fuertemente vedada
debido a que parte de la iglesia de oriente se opuso a cualquier
representación de escenas o personajes sagrados. Esta postura
llevó al comienzo de la iconoclasia en el año 726, cuando el
emperador León III ordenó la destrucción por todo el imperio no sólo
de los íconos, sino de todas las representaciones religiosas donde
apareciera la figura humana. Únicamente el territorio bizantino de
Italia se resistió a esta norma.
Los artistas bizantinos aprendieron otra vez, estudiando los
antecedentes clásicos, la representación de figuras vestidas en el
estilo de paños o pliegues mojados. También intentaron sugerir la
valoración de luces y sombras que crea la ilusión de espacio
tridimensional y da vida a la superficie pintada.
Sin embargo, las imágenes religiosas sólo se aceptaban si la figura
humana no se representaba como una presencia física tangible. Los
artistas bizantinos resolvieron este problema por medio de la
abstracción, es decir, por medio de diseños planos que
conservaran el interés visual de la composición mientras evitaban
cualquier modelo concreto y con ello cualquier apariencia corporal.
De este modo establecieron convencionalismos para la
representación de la figura humana que perduraron en el arte
bizantino.
Es característico del arte bizantino el espacio sumamente reducido,
se anula el espacio, resaltando las figuras sobre fondos lisos, se
unen entre sí sin perspectiva, quietas en sus gestos mecánicos.

Los mosaicos bizantinos


Los mosaicos bizantinos, abundantes y exuberantes de luz y color,
ejercen funciones didácticas y sobre todo simbólicas.
Al igual que en el arte tardío romano, la técnica
adoptada es el opus tesselatum, que mezcla piedras
y vidrios de color.
Se da ahora una marcada preferencia al dorado y se
instituye un simbolismo rígido para los demás
colores (púrpura de los emperadores y del Cristo
resucitado, por ejemplo).
Los mosaicos cubren los muros interiores y las
cúpulas. En los muros el espacio es simbólicamente
dividido en tres partes: inferior para las
Mosaico
bizantino
representaciones terrestres, media para las representaciones de
transición y superior para el cielo.
Los elementos incluidos siguen cánones estrictos que dignifican la
vida de los emperadores y de las figuras religiosas.

La Catedral de Monreale, Sicilia


El ábside lo preside un Pantocrator que corona la jerarquía de
Virgen, ángeles y santos.

Los mosaicos repartidos por los muros de la catedral son todo un


espectáculo. Narran distintas escenas de las Escrituras y lo hacen
usando un arte tan exquisito como efectivo. Si lee estas historias en
el sentido de las agujas del reloj, comenzando desde el ábside, verá
que están ordenadas cronológicamente, tal como aparecen en la
Biblia. En el lado izquierdo –según se mira desde el Altar Mayor- está
plasmado el Antiguo Testamento, con especial dedicación al
Génesis; a la diestra, en el lado del Evangelio, el Nuevo Testamento
con escenas de la vida de Cristo.
La temática abarca la Creación hasta la Pasión de Cristo, siguiendo una cronología lineal en el sentido de las agujas del reloj. El ábside lo preside un Pantocrator que
corona la jerarquía de Virgen, ángeles y santos.

Los transeptos contienen los cuerpos de los Reyes Guillermo I y II al sur (derecho), y
de Margarita, Roger y Enrique, la mujer e hijos de Guillermo I al norte (Transepto
izquierdo).

La catedral de Monreale, construida por iniciativa del rey


Guillermo II de Hauteville, es la última fundación real
normanda de Sicilia. Rivaliza con la Capilla Palatina de
Palermo y la catedral de Cefalù, tanto por sus dimensiones
como por la riqueza de su ornamentación. La grandiosa
catedral de Monreale constituye el mayor edificio
decorado con mosaicos del Occidente medieval. La
decoración combina tradición oriental y occidental: estilo
bizantino en el santuario –que no obstante debe adaptarse
a una arquitectura de tipo basilical– y escenas del Antiguo
Testamento en las naves, según la tradición romana. Así,
en ausencia de cúpula, , la jerarquía celeste[1] se
representa en el arco que lo precede y la Teotokos
aparece bajo el Todopoderoso, rodeada de la guardia
solemne de los arcángeles[2]. La ornamentación de las
naves escenifica el Antiguo Testamento, según una
tradición instaurada en las primeras basílicas cristianas
de Roma, como San Pablo extramuros o la antigua basílica
de San Pedro. En Monreale, se desarrollan los episodios
del Génesis, desde la creación del mundo hasta la lucha
de Jacob con el ángel[3] siguiendo dos registros. un Pantocrator que
corona la jerarquía de Virgen, ángeles y santos.

La catedral es famosa y muy visitada por los impresionantes


mosaicos dorados que decoran todo su interior, en los que se
pueden contemplar escenas del Antiguo Testamento y
del Nuevo Testamento.
El Cristo Pantocrátor se sitúa en la bóveda de la nave
principal de la catedral, sobre un fondo dorado, con ropa
azul y las manos en alto y en la izquierda tiene una hoja
escrita.

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