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Danza Primal

Daniel Taroppio no es un coreógrafo, pero lo suyo tiene un guión


y partitura: siete movimientos que transitan del frenesí al lirismo,
de la ensoñación al pulso cardíaco de la batería de los setenta.
“Soy hijo del rock”, confiesa este psicólogo trasandino que quiere
hacer bailar a los siete chakras para despertar y armonizar las
energías sanadoras del ser humano.

Con el alma del vibrato

No es bailarín, pero es un brujo de la danza. No es chamán, pero invita a un viaje


donde uno salta de liana en liana, se interna por cavernas caribeñas, grutas húmedas
de sudor y aliento. Libre y cautiva de pliegues y despliegues, contradicciones y
expansiones corporales, alborotada por los tambores, enternecida con la marejada,
aplacada por el cansancio, extinta en el silencio. Algo tan mágico como una meditación
dinámica de Osho, y tan dirigido como el itinerario de Gabrielle Roth.

Daniel Taroppio, psicólogo y catedrático argentino que transitó por dos “mecas” de la
terapia actual, Findhorn y Esalen, y que hoy desarrolla su trabajo en Chile, Argentina,
Uruguay y otros países hispanoamericanos, propone siete estados vinculados a los
centros energéticos o chakras del ser humano y quiere, con las cadencias y
movimientos de la danza, develar la capacidad y potencialidad de cada uno de ellos.

La práctica de la danza primal se basa en la reivindicación de


movimientos arquetípicos o “primales” que activan cada segmento
del cuerpo con respiraciones y movimientos precisos. “Occidente ha
comprobado con asombro que cada chackra coincide con la
presencia de un plexo nervioso que enerva una porción del cuerpo,
una glándula de secreción interna y un conjunto de órganos y
músculos, articulaciones y huesos” manifiesta este psicólogo.

Por extensión, cada centro de energía comprendería un conjunto de


funciones y potencialidades biológicas, psicológicas, sociales y
trascendentes. La esencia de la danza primal consistiría precisamente en activar y
armonizar las energías, trabajando sobre estos centros y sus funciones mediante la
integración de la música, el movimiento y la sonorización. Y Taroppio manifiesta que
recoge el modelo de las medicinas tradicionales orientales por considerarlo “más rico,
por su poder evocativo y descriptivo”.

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Cuando la música nos danza

La propuesta es posibilitar el despliegue de cualidades naturales que, por diversos


motivos, se han ido atrofiando en nuestra evolución. Este despliegue tiene varios
niveles. En el plano psicofísico, posibilitaría el enraizamiento, el corazón con la realidad,
el descubrimiento de nuestra identidad básica, genética, biológica, y la capacidad de
discriminar y poner límites, externos e internos. En el plano emotivo, ayudaría a resolver
bloqueos de la expresividad y trastornos de la sexualidad, la alimentación o el estrés.
En el orden afectivo, permitiría la reconexión con las necesidades naturales de
encuentro, intimidad, comunicación e intercambio de cuidados. En el plano mental,
estimularía la creatividad y la inteligencia para vivir en plenitud.

“Y todo esto se alcanza no en un mero plano conceptual, sino en uno molecular; la


transformación en lo que realmente somos ocurre desde adentro hacia afuera ... En las
etapas avanzadas de la danza primal se da una verdadera meditación, en la que
vivenciamos la disolución de la dualidad música versus bailarín”, afirma Taroppio.

Participamos en un taller realizado en Santiago. Como hojarasca otoñal que, en su


vaivén, cae junto a sus hermanas al suelo, comenzamos a hacer camino “primal”,
acompañados por la música y luego de una breve hiperventilación. Somos unos
junquillos, quilas ... hasta robles marchantes de pies en la tierra, de cabeza a las
estrellas. Luego, musa en huesos que evapora piernas y cabellera, rama de álamo,
rayo tímido de sol que se ondula en el cristal y descompone en color sin forma ..., puro
color.

La sangre granate se mece, anida, se elonga, tiembla, brinca y percute el corazón.


Poseída del rumor del arroyo, deshojo, sacudo y descanso en la flexible enredadera de
mi columna ...

Relata Daniel: “Llega un momento en que dejamos de oír la música como algo ajeno y
comprendemos que ella y nosotros somos en esencia lo mismo, somos vibración
universal manifestada. En ese momento, la música comienza a sonar en nuestro interior
y nosotros en ella como un diapasón, la música nos danza; somos su instrumento y
entonces el éxtasis es la consecuencia natural. Comenzamos a comprender el principio
fundamental de la danza primal, al igual que el de la vida: no se trata de aprender sino
de recordar”.

Mientras más partes de nuestro cuerpo se integren a la danza, más espacios interiores
se abrirán a la exploración y la transformación. Es el principio de integración.

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En equilibrio de serpiente

Entonces, “es la música lo que se danza a sí misma a través de nuestros cuerpos”, más
allá de los condicionamientos o mecanismos, en un espacio donde ya no hay
estereotipos que repetir ni pasos que seguir. La motivación es buscar movimientos
auténticos más allá de lo estético o lo caótico: “Es la vibración universal la que se
escucha a sí misma a través de la música, es el cosmos entero que se completa en
nosotros. Al abrirnos a esta dimensión no llegamos al éxtasis, somos éxtasis”, sostiene
Taroppio con entusiasmo. Y sus alumnos lo encarnan y celebran en dulzura y dolor:
estiramientos, sonrisas, abrazos, júbilo, mucho júbilo y amorosidad contagiosa.

La danza primal emerge de la perspectiva transpersonal que otorgaría la distancia y el


desapego necesarios para desidentificarse del ruido mental. Y aunque tiene una praxis
terapéutica, más que centrarse en las patologías, enfatiza en la transformación personal
y el despertar espiritual, más allá de una visión teísta o atea.

“Sin duda – dice Daniel -, quien baile movimientos primales bajará de peso, tendrá
menos posibilidades de infartarse, mejorará su sexualidad, entre otros beneficios; sin
embargo, lo importante es reconocer que algo nos trasciende”, que formamos parte del
infinito. El trabajo de este psicólogo se centra en acceder a la energía genuina, velada y
oscurecida por esa multitud de tensiones y reacciones complejas y automatizadas que
han producido posturas, gestos y actitudes que definen lo que somos, pues son
interminablemente las mismas ...

En el trapecio de la vida seguimos ahora danzando nuestras emociones con


movimientos suaves que nacen desde el abdomen, abriendo y cerrando, doblados en
equilibrio de serpiente, elongados como galaxias. Reptamos, nos recostamos, nos
“desenredamos” como espiral de boa danzante. Muchos bostezos para desperezarnos
en esa cavidad de horizonte que se tiende en la sensual trompeta de jazz. La dicha, la
bendición, no tienen por qué contenerse en el interior, como una semilla. Se abren
como una flor y expanden su fragancia a todos ..., también a los extraños. Las
esparcimos a todos lados en celebración profunda de existencia.

Vivenciamos que lo primal no es lo biológico, sino nuestra esencia cósmica: somos


polvo de estrellas antes de ser seres vivos, y somos vibración cósmica antes aún de ser
estrellas, somos un vacío rezumante de ser aún antes de ser vibración.

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Tantra y kamasutra

Daniel afirma que el método permitiría acceder “en forma sistemática, natural y sin
riesgos, a estados de expansión de la conciencia, para permanecer allí en la vida
cotidiana”. Y confiesa que su modelo se ha nutrido de maestros “que he tenido el
privilegio de conocer en mi vida”, entre ellos Viktor Frankl, Stanislav Grof, Stanley
Kripner, Karl Pribram, Eileen Cady, David Spangler, William Bloom, Steve Andreas y
Norberto Levy. Este último, director honorario de su Escuela Sudamericana de
Psicología Transpersonal, que promueve y enseña la danza primal.

Reconoce que tuvo conciencia de estar elaborando algo nuevo en los ochenta, “pero
este modelo empezó a gestarse en mi infancia, cuando tuve acceso al yoga por primera
vez, y se plasmó cuando conocí el tantra. De hecho, en un comienzo la llamé danza
tántrica. Pero, lamentablemente, los occidentales en general no distinguen el tantra del
kamasutra. Se cree que el tantra es un sistema para desarrollar proezas y acrobacias
sexuales. Nada más lejos de la verdad. La palabra “tantra” proviene de la palabra
sánscrita que designa el acto de tejer”.

El tantra, entonces, alude a la urdimbre básica del universo, al entramado esencial, al


descubrimiento de la energía única de la que todo está constituído. “Las similitudes
entre el tantra y la física moderna son asombrosas, con la única diferencia de que el
objetivo del tantra no termina en el mundo físico y de que su antiguedades de más de
3000 años. Su finalidad es, entonces, lejos de la habilidad sexual, el alcanzar la plena
comunión con la trama total del cosmos de una forma experiencial, vital. La sexualidad
es sólo un medio más para este cometido, no un fin, por lo tanto pueden usarse otros.
Tal es el caso de nuestra danza”.

La práctica de la danza primal se basa en seis principios: conciencia, respiración,


expresión, sonorización, focalización e integración. Durante toda su realización –
recomienda el psicólogo – “es esencial desarrollar una actitud meditativa, de
autoobservación silenciosa, sin crítica ni juicio alguno sobre todo aquello que emerja a
la conciencia”. Cualquier práctica meditativa anterior podría ser utilizable: desde el
“darse cuenta” de la gestalt, el zazen o el vipassana. Puede realizarse con los ojos
abiertos o cerrados, según lo que vaya surgiendo. Se trata del principio de conciencia y
sensibilización.

Liberar sin reparos

En lo posible, aún en los momentos más intensos de la danza, la


respiración ha de ser profunda, abdominal y completa. Antes de
comenzar, muchas personas encuentran muy provechoso
hiperventilar un minuto a fin de activar aún más la energía. Es el
fundamento que hace hincapié en la respiración.
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La consigna básica en danza primal es permitir la libre expresión de todo lo que surge
espontáneamente. La conciencia, la sensibilización y la respiración van abriendo el
espacio interior a una percepción cada vez más profunda y sutil de los propios
procesos, que se convierte en un factor de autoconocimiento, que brinda canales de
salida a emociones y sentimientos y refuerza esta dinámica. Lo fundamental es no
apegarse a la valoración intelectual o estética, y simplemente permitir al cuerpo toda la
libertad de movimientos posible. Dado que la danza puede también realizarse sin
interactuar con otros, es mucho más útil exagerar la expresión de las emociones y
hacer catarsis que reprimirlas. Este aspecto se vincula con el principio de fomentar el
movimiento expresivo.

Dentro de las infinitas posibilidades expresivas, el sonido y el


canto tienen un especial significado. Es sumamente útil
permitir la libre expresión de sonidos con significado
emocional, que nos ayuden a aliviar emociones y
sentimientos que muchas veces hemos reprimido durante años.
Suspiros, exclamaciones, gemidos, gritos, llanto, risas; todo
es saludable cuando se lo libera sin reparos. Otro tanto ocurre con el canto. Durante
toda la sesión, pero especialmente en el quinto centro, propiciamos la total liberación de
la voz, sin ninguna pretensión musical; simplemente se trata de liberar y reciclar energía
y no de “cantar bien”. Es el principio de sonorización y canto.

A cada centro de energía le corresponde una parte del cuerpo, y una capacidad básica
o potencial que es preciso activar. Es importante, entonces, centrar la conciencia en
cada porción del cuerpo correspondiente y en sus funciones y emociones específicas,
así como en toda información que aparezca en la conciencia: imágenes, recuerdos,
sonidos, sensaciones con relación a esta zona y sus significados. Alude al principio de
focalización.

A partir de la focalización cada tipo de energía se va expandiendo por todo el cuerpo,


brindándole al que baila una expresión integral que incluye los cuatro miembros, el
tronco y muy especialmente el rostro.

Mientras más partes de nuestro cuerpo se integren a la danza, más espacios interiores
se abrirán a la exploración y la transformación. Todo esto habla del principio de
integración.

Es la fuerza primal que despierta el lado desconocido de nuestra propia naturaleza,


indaga capacidades latentes, alquimiza emociones. Recostados en el piso nuevamente,
es otro el pulso, otro el ritmo con que se inhala y exhala ... Tanteando en la penumbra,
renacidos en la caldera de la música estelar, escuchamos cómo se evaporan los

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sonidos, los últimos sonidos del último carnavalismo. Del movimiento a la quietud, del
silencio al silencio.

La danza
paso a paso

Para comenzar es recomendable adoptar una postura cómoda; puede ser en posición
de meditación en el suelo, en una silla o acostado. Sólo es preciso procurar que la
columna esté alineada y que la respiración sea profunda y abdominal. Se trata
simplemente de percibir el estado presente de cuerpo – mente – espíritu y “ sobrevolar”
las condiciones actuales de nuestra vida desde nuestro testigo interior, sin apego ni
aversión, sólo percibiendo “lo que es tal como es”.

Primer chakra
Caminata del guerrero

Este centro irriga el perineo, las piernas y los pies. Nos conecta con la tierra, brinda
enraizamiento, sentido de realidad y de pertenencia. Permite discriminar, poner límites y
autoprotegerse. Activa el sistema inmunológico. Y otorga confianza básica.
Partimos de una postura similar a la de un guerrero agazapado; pies separados bien
conectados al suelo, piernas flexionadas, brazos ligeramente elevados (paralelos al
piso), palmas de las manos apuntando a la tierra o puños cerrados. La danza consiste
en golpes firmes de los pies contra el suelo, que van contagiando a todo el cuerpo; los
brazos se mueven enérgicos, el rostro se muestra amenazante y liberamos sonidos
potentes y desafiantes como en una danza guerrera.

Segundo chakra
El encanto de la Polinesia

Es el centro que nutre la pelvis. Nos conecta con la alegría y la capacidad de disfrutar la
vida, el gozo. Está vinculado a las danzas caribeñas, polinésicas u orientales que
despiertan la gracia, la frescura y la percepción del lado lúdico de la vida y al elemento
agua.
Partimos de una postura relajada, cuello y hombros sueltos, ojos cerrados y boca
entreabierta; los brazos y las manos están blandos, pero nunca caen fláccidos, sino que
se integran permanentemente al movimiento. La respiración es proofunda, pero sin
ningún esfuerzo, en movimientos ondulantes, sinuosos a través de la pelvis. Es muy
saludable liberar sonidos suaves y profundos que inspiren aún más los movimientos.

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Tercer chakra
El fuego de las emociones

Este centro se encuentra en la zona del plexo solar, en la boca del estómago. Se
vincula íntimamente con el reino de las emociones. Cuando está desarmonizado, puede
generar una vida confusa, donde las emociones sobrepasan o, al contrario, revelan una
existencia fría y desapasionada donde éstas han sido eliminadas. Cuando se armoniza,
se produce una integración de lo emotivo que enriquece la vida, le brinda calidez.
Se recomienda realizar la danza recostados en el piso, con movimientos suaves qe
nacen desde el abdomen. Es favorable liberar gemidos, murmullos y todo sonido o
canto que nos relaje y nos permita disolver “rollos” de la vida. El elemento fuego nos
conecta con nuestro poder personal.

Cuarto chakra
La apertura del corazón

Este centro se abre en la zona del pecho e irriga el corazón. Está asociado a los
afectos, a los vínculos profundos, a lo que más apreciamos en la vida. Frases como “me
rompió el corazón” hablan de ello. Cuando este centro se armoniza, se despiertan en
nosotros el amor desinteresado, la vocación de servicio y la entrega.
Si estamos de espaldas en el piso, podemos comenzar la danza sin incorporarnos
todavía. Con sólo levantar los brazos y cerrar los ojos, como un niño que pide ser
alzado, nuestro corazón comenzará a abrirse nuevamente. Luego, nos incorporamos en
forma lenta, y la danza va naciendo desde el pecho, expresándose a través de
hombros, brazos y manos que se cierran sobre el propio corazón en actitud de intimidad
y autoaprecio, abriéndose con toda amplitud hacia adelante (el prójimo) o hacia arriba
(lo trascendente) y volviendo a cerrarse suavemente en movimientos cíclicos.

Quinto chakra
Fuerza creativa

El centro laríngeo se abre en la zona de la garganta. Por encontrarse entre la cabeza y


el resto inferior del cuerpo, por estar a cargo de la fonación (comunicación) y por dirigir
los movimientos finos de las manos (escritura y arte), es considerado el organizador e
integrados de lo pasional, lo emotivo, lo afectivo y lo racional. Cuando la vida emotiva
está armonizada, la inteligencia y la creatividad florecen naturalmente (como vemos en
los niños) y con ella se desarrolla la creatividad y se integra la personalidad. Surge el
canto como eje de la expresividady la creatividad de los movimientos. Procuramos
realizar movimientos nuevos, desconocidos, integradores y plenos con todo el cuerpo y

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liberando la voz en toda su potencia. No tiene aquí la menor importancia la calidad de
nuestro canto ni la entonación de nuestra voz.

Sexto chakra
Desplazandose por la cueva interior

Este centro se abre entre los ojos, simbolizado tradicionalemte por el llamado “tercer
ojo” u “ojo de la mente”. Está vinculado al despertar de la intuición, a la visión in
profundis, a la captación de lo sagrado y trascendente en la simpleza de lo cotidiano. La
armonización de este centro ayuda a disminuir el miedo a lo desconocido y estimula el
respeto y el deseo de explorar los misterios de la vida.
La danza intuitiva de este centro se realiza con ojos cerrados y movimientos muy lentos
y fluidos, similares a los del tai chi. Puede ir acompañada de visualizaciones de estar
caminando en una cueva, en un bosque o selva muy tupidos, en las nubes, en el fondo
del mar o en un desierto misterioso.
Durante estos movimientos sutiles, pausados y sinuosos, la mente se abre a la
percepción de nuevos espacios interiores, viendo en lo profundo el mensaje oculto en
nuestras situaciones cotidianas.

Séptimo chakra
Soy la gracia de Dios

Este centro se abre por encima de la coronilla y apunta hacia arriba. Por aquí nos llega
la energía trascendente, la inspiración divina, la gracia. Más allá de que uno posea una
visión teísta o no, todas las culturas han aceptado siempre la presencia de “lo superior”
, aquello que puede ser invocado para inspirar la vida de todos los días. Podemos
llamarlo Dios, Gran Espíritu, Conciencia Cósmica, Gran Madre, Tao o Vacío. Lo
importante es reconocer que algo nos trasciende y que, al mismo tiempo, formamos
parte de esa totalidad mayor.
Aquí, la danza se convierte en quietud. Serenamente enfocamos la sensibilidad a este
nuevo estado que la danza nos ha brindado; recorremos nuestro cuerpo, nuestra mente
y nuestra vida cotidiana desde una visión trascendente. Nos abrimos a los mensajes
que este nuevo estado pueda inspirarnos.

Recordamos a los lectores la necesidad de consultar al médico antes de realizar


cualquier trabajo físico desacostumbrado. Las pautas para danzar que aquí se
proponen son sólo guías generales. Los distintos ritmos permiten ir desde danzas
caóticas y catárticas hasta otros profundamente sutiles y armonizadoras. Lo
fundamental es la propia creatividad y el autodescubrimiento.

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Pamela Torres Chomón
Artículo publicado en UNO MISMO
Nro. 162. Junio de 2003

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