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Daniel Taroppio, psicólogo y catedrático argentino que transitó por dos “mecas” de la
terapia actual, Findhorn y Esalen, y que hoy desarrolla su trabajo en Chile, Argentina,
Uruguay y otros países hispanoamericanos, propone siete estados vinculados a los
centros energéticos o chakras del ser humano y quiere, con las cadencias y
movimientos de la danza, develar la capacidad y potencialidad de cada uno de ellos.
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Cuando la música nos danza
Relata Daniel: “Llega un momento en que dejamos de oír la música como algo ajeno y
comprendemos que ella y nosotros somos en esencia lo mismo, somos vibración
universal manifestada. En ese momento, la música comienza a sonar en nuestro interior
y nosotros en ella como un diapasón, la música nos danza; somos su instrumento y
entonces el éxtasis es la consecuencia natural. Comenzamos a comprender el principio
fundamental de la danza primal, al igual que el de la vida: no se trata de aprender sino
de recordar”.
Mientras más partes de nuestro cuerpo se integren a la danza, más espacios interiores
se abrirán a la exploración y la transformación. Es el principio de integración.
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En equilibrio de serpiente
Entonces, “es la música lo que se danza a sí misma a través de nuestros cuerpos”, más
allá de los condicionamientos o mecanismos, en un espacio donde ya no hay
estereotipos que repetir ni pasos que seguir. La motivación es buscar movimientos
auténticos más allá de lo estético o lo caótico: “Es la vibración universal la que se
escucha a sí misma a través de la música, es el cosmos entero que se completa en
nosotros. Al abrirnos a esta dimensión no llegamos al éxtasis, somos éxtasis”, sostiene
Taroppio con entusiasmo. Y sus alumnos lo encarnan y celebran en dulzura y dolor:
estiramientos, sonrisas, abrazos, júbilo, mucho júbilo y amorosidad contagiosa.
“Sin duda – dice Daniel -, quien baile movimientos primales bajará de peso, tendrá
menos posibilidades de infartarse, mejorará su sexualidad, entre otros beneficios; sin
embargo, lo importante es reconocer que algo nos trasciende”, que formamos parte del
infinito. El trabajo de este psicólogo se centra en acceder a la energía genuina, velada y
oscurecida por esa multitud de tensiones y reacciones complejas y automatizadas que
han producido posturas, gestos y actitudes que definen lo que somos, pues son
interminablemente las mismas ...
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Tantra y kamasutra
Daniel afirma que el método permitiría acceder “en forma sistemática, natural y sin
riesgos, a estados de expansión de la conciencia, para permanecer allí en la vida
cotidiana”. Y confiesa que su modelo se ha nutrido de maestros “que he tenido el
privilegio de conocer en mi vida”, entre ellos Viktor Frankl, Stanislav Grof, Stanley
Kripner, Karl Pribram, Eileen Cady, David Spangler, William Bloom, Steve Andreas y
Norberto Levy. Este último, director honorario de su Escuela Sudamericana de
Psicología Transpersonal, que promueve y enseña la danza primal.
Reconoce que tuvo conciencia de estar elaborando algo nuevo en los ochenta, “pero
este modelo empezó a gestarse en mi infancia, cuando tuve acceso al yoga por primera
vez, y se plasmó cuando conocí el tantra. De hecho, en un comienzo la llamé danza
tántrica. Pero, lamentablemente, los occidentales en general no distinguen el tantra del
kamasutra. Se cree que el tantra es un sistema para desarrollar proezas y acrobacias
sexuales. Nada más lejos de la verdad. La palabra “tantra” proviene de la palabra
sánscrita que designa el acto de tejer”.
A cada centro de energía le corresponde una parte del cuerpo, y una capacidad básica
o potencial que es preciso activar. Es importante, entonces, centrar la conciencia en
cada porción del cuerpo correspondiente y en sus funciones y emociones específicas,
así como en toda información que aparezca en la conciencia: imágenes, recuerdos,
sonidos, sensaciones con relación a esta zona y sus significados. Alude al principio de
focalización.
Mientras más partes de nuestro cuerpo se integren a la danza, más espacios interiores
se abrirán a la exploración y la transformación. Todo esto habla del principio de
integración.
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sonidos, los últimos sonidos del último carnavalismo. Del movimiento a la quietud, del
silencio al silencio.
La danza
paso a paso
Para comenzar es recomendable adoptar una postura cómoda; puede ser en posición
de meditación en el suelo, en una silla o acostado. Sólo es preciso procurar que la
columna esté alineada y que la respiración sea profunda y abdominal. Se trata
simplemente de percibir el estado presente de cuerpo – mente – espíritu y “ sobrevolar”
las condiciones actuales de nuestra vida desde nuestro testigo interior, sin apego ni
aversión, sólo percibiendo “lo que es tal como es”.
Primer chakra
Caminata del guerrero
Este centro irriga el perineo, las piernas y los pies. Nos conecta con la tierra, brinda
enraizamiento, sentido de realidad y de pertenencia. Permite discriminar, poner límites y
autoprotegerse. Activa el sistema inmunológico. Y otorga confianza básica.
Partimos de una postura similar a la de un guerrero agazapado; pies separados bien
conectados al suelo, piernas flexionadas, brazos ligeramente elevados (paralelos al
piso), palmas de las manos apuntando a la tierra o puños cerrados. La danza consiste
en golpes firmes de los pies contra el suelo, que van contagiando a todo el cuerpo; los
brazos se mueven enérgicos, el rostro se muestra amenazante y liberamos sonidos
potentes y desafiantes como en una danza guerrera.
Segundo chakra
El encanto de la Polinesia
Es el centro que nutre la pelvis. Nos conecta con la alegría y la capacidad de disfrutar la
vida, el gozo. Está vinculado a las danzas caribeñas, polinésicas u orientales que
despiertan la gracia, la frescura y la percepción del lado lúdico de la vida y al elemento
agua.
Partimos de una postura relajada, cuello y hombros sueltos, ojos cerrados y boca
entreabierta; los brazos y las manos están blandos, pero nunca caen fláccidos, sino que
se integran permanentemente al movimiento. La respiración es proofunda, pero sin
ningún esfuerzo, en movimientos ondulantes, sinuosos a través de la pelvis. Es muy
saludable liberar sonidos suaves y profundos que inspiren aún más los movimientos.
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Tercer chakra
El fuego de las emociones
Este centro se encuentra en la zona del plexo solar, en la boca del estómago. Se
vincula íntimamente con el reino de las emociones. Cuando está desarmonizado, puede
generar una vida confusa, donde las emociones sobrepasan o, al contrario, revelan una
existencia fría y desapasionada donde éstas han sido eliminadas. Cuando se armoniza,
se produce una integración de lo emotivo que enriquece la vida, le brinda calidez.
Se recomienda realizar la danza recostados en el piso, con movimientos suaves qe
nacen desde el abdomen. Es favorable liberar gemidos, murmullos y todo sonido o
canto que nos relaje y nos permita disolver “rollos” de la vida. El elemento fuego nos
conecta con nuestro poder personal.
Cuarto chakra
La apertura del corazón
Este centro se abre en la zona del pecho e irriga el corazón. Está asociado a los
afectos, a los vínculos profundos, a lo que más apreciamos en la vida. Frases como “me
rompió el corazón” hablan de ello. Cuando este centro se armoniza, se despiertan en
nosotros el amor desinteresado, la vocación de servicio y la entrega.
Si estamos de espaldas en el piso, podemos comenzar la danza sin incorporarnos
todavía. Con sólo levantar los brazos y cerrar los ojos, como un niño que pide ser
alzado, nuestro corazón comenzará a abrirse nuevamente. Luego, nos incorporamos en
forma lenta, y la danza va naciendo desde el pecho, expresándose a través de
hombros, brazos y manos que se cierran sobre el propio corazón en actitud de intimidad
y autoaprecio, abriéndose con toda amplitud hacia adelante (el prójimo) o hacia arriba
(lo trascendente) y volviendo a cerrarse suavemente en movimientos cíclicos.
Quinto chakra
Fuerza creativa
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liberando la voz en toda su potencia. No tiene aquí la menor importancia la calidad de
nuestro canto ni la entonación de nuestra voz.
Sexto chakra
Desplazandose por la cueva interior
Este centro se abre entre los ojos, simbolizado tradicionalemte por el llamado “tercer
ojo” u “ojo de la mente”. Está vinculado al despertar de la intuición, a la visión in
profundis, a la captación de lo sagrado y trascendente en la simpleza de lo cotidiano. La
armonización de este centro ayuda a disminuir el miedo a lo desconocido y estimula el
respeto y el deseo de explorar los misterios de la vida.
La danza intuitiva de este centro se realiza con ojos cerrados y movimientos muy lentos
y fluidos, similares a los del tai chi. Puede ir acompañada de visualizaciones de estar
caminando en una cueva, en un bosque o selva muy tupidos, en las nubes, en el fondo
del mar o en un desierto misterioso.
Durante estos movimientos sutiles, pausados y sinuosos, la mente se abre a la
percepción de nuevos espacios interiores, viendo en lo profundo el mensaje oculto en
nuestras situaciones cotidianas.
Séptimo chakra
Soy la gracia de Dios
Este centro se abre por encima de la coronilla y apunta hacia arriba. Por aquí nos llega
la energía trascendente, la inspiración divina, la gracia. Más allá de que uno posea una
visión teísta o no, todas las culturas han aceptado siempre la presencia de “lo superior”
, aquello que puede ser invocado para inspirar la vida de todos los días. Podemos
llamarlo Dios, Gran Espíritu, Conciencia Cósmica, Gran Madre, Tao o Vacío. Lo
importante es reconocer que algo nos trasciende y que, al mismo tiempo, formamos
parte de esa totalidad mayor.
Aquí, la danza se convierte en quietud. Serenamente enfocamos la sensibilidad a este
nuevo estado que la danza nos ha brindado; recorremos nuestro cuerpo, nuestra mente
y nuestra vida cotidiana desde una visión trascendente. Nos abrimos a los mensajes
que este nuevo estado pueda inspirarnos.
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Pamela Torres Chomón
Artículo publicado en UNO MISMO
Nro. 162. Junio de 2003