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DOCENTE – ASESOR
FACULTAD DE DERECHO
MEDELLÍN
2015
CONTENIDO
1. INTRODUCCIÓN..................................................................................................................... 3
2. REFLEXIONES METODOLÓGICAS................................................................................... 8
3. RESPONSABILIDAD ESTATAL POR PRIVACIÓN INJUSTA DE LA LIBERTAD. ..... 10
3.1. Antecedentes. ............................................................................................................. 10
3.2. Fundamentos Constitucionales y Legales. ................................................................. 15
3.21. Libertad. ........................................................................................................................... 15
3.2.2. Excepcionalidad al principio de libertad. ....................................................................... 16
3.2.3. Deber jurídico de soportar la privación. ........................................................................ 19
3.2.4. Cláusula general de responsabilidad, Artículo 90 Constitucional. ................................ 20
3.3. Desarrollo jurisprudencial: Título de imputación de responsabilidad en la privación
injusta de la libertad. ......................................................................................................... 22
3.3.1. Primera Etapa: La privación está fundada en el Error Judicial. ................................... 22
3.3.2. Segunda Etapa: aproximación a un carácter objetivo orientado al Artículo 414 del
Decreto-Ley 1991. ..................................................................................................................... 27
3.3.3. Tercera Etapa: consolidación del Título de imputación jurídica Objetivo y acercamiento
al régimen de Responsabilidad Patrimonial del Estado por Daño Antijurídico, Artículo 90
Constitucional. .......................................................................................................................... 32
3.3.4. Cuarta Etapa: Responsabilidad fundada en el Daño Antijurídico, Artículo 90 de la
Constitución Nacional; puede llegar a ser mixta. ..................................................................... 40
3.4 Cuadro Esquemático de la Línea Jurisprudencial. ................................................. 66
4. CONCLUSIONES. ...................................................................................................................... 70
5. REFERENCIAS. ......................................................................................................................... 73
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1. INTRODUCCIÓN.
Al ser estudiantes inclinados por los gustos del Derecho Administrativo, nos nace la
satisfacción de trabajar en este tema. Inicialmente, en un primer encuentro, indagamos
sobre qué investigar, buscamos temas especiales de responsabilidad patrimonial del Estado,
ubicándonos allí, concluimos investigar en una zona donde pudiéramos encontrar
decisiones que como estudiantes de derecho nos parecieran interesantes. El mejor tema para
discutir entre nosotros mismos fue el de la Privación Injusta de la Libertad en los Procesos
Penales, pues allí se configuraba un tema de nuestro mayor agrado, la Responsabilidad
Estado-Juez, donde el Estado debe responder patrimonialmente por los hechos causados en
un proceso judicial, en nuestro caso, en el proceso penal; decidimos entonces realizar
nuestra línea jurisprudencial enfocados de manera general en el tema de la privación injusta
de la libertad; al iniciar nuestra labor investigativa, de los temas que pudimos seguir
esgrimiendo en ese gran tópico de la Privación Injusta de la libertad, encontramos uno que
nos interesaba aún más, el Titulo de Imputación de Responsabilidad el cual es generado por
la aplicación de una medida preventiva en la cual se priva a una persona de la libertad
dentro del desarrollo de un proceso penal, que luego el investigado es exonerado de dicha
privación, causando la privación injusta. Estando aquí nos dimos cuenta que desde los
inicios de nuestra constitución hasta hoy día, han habido cuatro grandes vertientes para
aclarar cuál es el régimen de imputabilidad aplicable para este caso en concreto, las cuales
serán desarrolladas en nuestra línea jurisprudencial.
En aquel sentido, la elección del tema también surge como una de las tantas
problemáticas que nos planteamos como estudiantes de una facultad de Derecho, con una
mirada crítica enfocada en el Estado como soberano, garante del cumplimiento en su
totalidad de los derechos humanos y fundamentales de la sociedad en general, nos inquieta
saber el cómo se llega a cometer la privación injusta de la libertad, teniendo presente que el
juez en Colombia, al parecer, solo se encarga de darle aplicación a la norma y a los
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procedimientos establecidos por el ente legislador, indagar cual es el motivo por el cual se
cae en la imputación de tal responsabilidad.
bien jurídico más preciado por el hombre, debido a que de este depende el ejercicio de otros
derechos, esto reiterado en varias ocasiones por el Consejo de Estado “después del derecho
fundamental a la vida, el derecho a la libertad constituye fundamento y presupuesto
indispensable para que sea posible el ejercicio de los demás derechos y garantías de los
que es titular el individuo” (Consejo de Estado, 2015)
El Estado será responsable patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean
imputables, causados por acción o por omisión de sus agentes judiciales, será entonces
nuestro garante responsable por el defectuoso funcionamiento de la administración de
justicia, para lo cual bastará con que se acredite que un individuo estuvo detenido dentro de
una actuación judicial, que posteriormente al detenido por ausencia de mérito procesal se le
desvinculó de la actuación, esto es, porque se logró probar allí que la conducta que daba
lugar a la aplicación de la pena no fue cometida por el procesado, no existió o que la misma
no constituye conducta punible.
El Estado Colombiano actúa jurisdiccionalmente por medio de los jueces, quienes son
los encargados de dictar las sentencias y en principio sus decisiones son en derecho con
base en las normas establecidas por el ente legislador, en dicha actuación es donde puede
emerger la declaratoria de responsabilidad del Estado, como lo trae el artículo 414 del
Decreto Ley 2700 de 1991: “Quien haya sido exonerado por sentencia absolutoria
definitiva o su equivalente porque el hecho no existió, el sindicado no lo cometió, o la
conducta no constituía hecho punible, tendrá derecho a ser indemnizado por la detención
preventiva que le hubiere sido impuesta”, lo cual evidencia el daño al que puede someter a
los particulares el Estado jurisdicción y como consecuencia de este es el Estado mismo
quien deberá asumir su responsabilidad por el daño ocasionado.
Ahora bien, el párrafo anterior nos trae otra gran pregunta problematizadora, de igual
manera eje central de nuestra investigación, ¿aun tiene vigencia el artículo 414 del Decreto
Ley 2700 de 1991, Antiguo Código de Procedimiento Penal?, pues si bien esta ley está
derogada por la Ley 600 de 2000 –Código de Procedimiento Penal siguiente- es para la
jurisprudencia una raíz para imputar la responsabilidad por la privación injusta de la
libertad, sin que esto implique una aplicación ultractiva de la norma en mención, además
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hay que tener en cuenta que el Artículo 414 del Decreto Ley 2700 también fue directamente
derogado por el Artículo 68 de la Ley 270 de 1996, este artículo con diferencia del anterior
no trae las condiciones especificas para solicitar la indemnización; además se debe tener en
cuenta que aun los jueces administrativos se valen del mencionado Artículo 414 para
imputar responsabilidad del Estado por privación injusta de la libertad de acuerdo a los tres
casos específicamente allí citados.
Nuestro misión y horizonte es, sin duda, realizar una representación esquemática del
desarrollo jurisprudencial de nuestro tema investigado, mostrando los diferentes cambios
que ha tenido a lo largo del transcurrir de la jurisprudencia del Consejo de Estado, así
mismo creemos que será benéfico para aquellos profesionales del derecho que se dedican a
litigar en este campo, pues bien tendrán esta investigación en cuenta para orientar su medio
de control de reparación directa, que probar y que no probar para que configure la privación
injusta, o simplemente también, este trabajo podrá ser tomado como fuente doctrinaria para
estudiantes.
el Estado como ente administrador de justicia? y luego la obligación que tiene el ciudadano
de soportar dicha privación a la libertad; posteriormente se le dará desarrollo al eje central
de nuestro trabajo, que, como se ha mencionado, consiste en el avance jurisprudencial en el
Concejo de Estado sobre el título de imputación de responsabilidad del Estado en la
privación injusta de la libertad, se hará un esquema gráfico, para que sean más distinguibles
las diferentes posiciones del Consejo de Estado y, por último, se expondrá la conclusión
final a la que se ha llegado con esta investigación.
Para terminar e informar a los lectores, es debido recordar que el método investigativo
usado fue Teórico e Inductivo. Teórico porque el estudio realizado emanó de la lectura de
las sentencias del Consejo de Estado, ya que como se ha mencionado, este es el órgano de
cierre para los asuntos Administrativos. Como método de razonamiento, usamos el
inductivo, porque analizaremos cada sentencia, ¿cuál es el título de imputación jurídica
usada en el caso particular? Para así llegar a determinar ¿cuál es el título para atribuir
responsabilidad predominante en la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de
Estado para endilgar responsabilidad al Estado?
2. REFLEXIONES METODOLÓGICAS.
Cuando nos encaminamos por este tema de investigación, iniciamos de una forma muy
general e inconcreta, motivo por el cual nuestro anteproyecto se plasmó de tal forma, la
pregunta originaria fue básicamente ¿cuál había sido el desarrollo jurisprudencial de la
responsabilidad Estado-Juez? la cual en su momento no reflejó con exactitud
específicamente cual era el tema a desarrollar frente a este panorama tan amplio como lo es
la responsabilidad del Estado Juez, tal y como lo desarrolla el profesor Rodolfo Correa, si
hubiésemos querido realizar nuestra línea jurisprudencial partiendo de tal pregunta,
tendríamos que haberlo hecho en temas como el error jurisdiccional, el defectuoso
funcionamiento de la administración de justicia y entre ellos, el de privación injusta de la
libertad (Correa, 2012), este último siendo nuestro tema inquietante, el cual nos motivó a
direccionarnos por el camino de la Responsabilidad Estatal.
Iniciamos con las lecturas teóricas y, principalmente, de las sentencias, fue entonces
donde encontramos una gran limitación a nuestra investigación, debido a que no existe
mayor relatoría en la cual la Corte Constitucional se pronuncie sobre nuestro tema
investigativo y en sentencias donde lo ha hecho ha sido de forma general y de acuerdo a lo
expuesto por el profesor Rodolfo Correa (Correa, 2012), la Corte Constitucional frente al
tema confunde una vía de hecho con una situación jurídica totalmente diferente como lo es
la privación injusta de la libertad; en consecuencia de eso, vimos la necesidad de hacer
mucho más concreto nuestro trabajo investigativo, por tanto decidimos que seguiríamos
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Finalmente, nos encontramos con el tema mucho más enfocado, pero que está
estrechamente relacionado con el párrafo anterior, tema que desarrollaremos a lo largo de
este trabajo de investigación y esto es, como se da el título jurídico de imputación aplicable
en los casos en los cuales se solicita por medio de la reparación directa la indemnización de
los daños ocasionados a raíz de la privación injusta de la libertad de una persona contra la
cual se profirió medida de aseguramiento en el curso de un proceso penal, pero a esta se le
exonera de responsabilidad, ya sea por sentencia absolutoria o algún equivalente. (Consejo
de Estado, 2013).
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3.1. Antecedentes.
En Colombia solo hasta el año 1968 se hace mención sobre el tema que nos ocupa, esto
es, la responsabilidad del Estado Juez, con la expedición de la Ley 74, en el numeral 6 del
artículo 14, (Correa, 2012, pág. 178) se citó lo siguiente:
Es en este momento donde por primera vez podemos evidenciar la responsabilidad del
Estado por la actuación judicial, que tendría como consecuencia la atribución a el pago de
una indemnización por un daño causado, producto de una sentencia que fue revocada o que
en el curso del proceso judicial se pudiera materializar y verificar la ocurrencia de una error
judicial; después de tal antecedente podemos encontrar a continuación en Colombia la
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aparición de una norma jurídica, la cual de una forma más amplia iba a establecer la
responsabilidad del Estado Juez pero esta atribuida de manera personal a los jueces y
magistrados, esto se dio con la expedición del Decreto 1400 del año 1970 (Correa, 2012,
pág. 179) en su artículo 40 que dispuso lo siguiente:
Ahora bien, con este importante antecedente, lo que se evidencia es que antes de
atribuirse la responsabilidad al Estado, lo que se verifica es la imposición de tal carga en
cabeza de sus funcionarios, además que el proceso mencionado se llevaría a cabo por el
procedimiento civil, como consecuencia de una responsabilidad extracontractual de los
daños causados, con independencia de las sanciones penales y disciplinarias del respectivo
funcionario; para este momento histórico no se hablaba aun de un proceso especial, el cual,
por su especificidad, debía tramitarse por el derecho administrativo.
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Consecutivamente vendría la expedición del Decreto 522 de 1971 que en su artículo 103
señalo (Correa, 2012, pág. 180)
La siguiente normativa que mencionaría el tema sería el Decreto 2700 de 1991 (Correa,
2012, pág. 180), el cual de una manera más especial, citaría en su artículo 414 la
responsabilidad del Estado por los daños ocasionados como consecuencia de una privación
injusta de la libertad dentro de un proceso penal, el cual finalmente culmina por sentencia
absolutoria o su equivalente, el artículo en mención rezaba:
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Quiere decir que con lo citado en esta norma, para que exista la responsabilidad del
Estado por privación injusta de la libertad, bastará con que se acredite que se estuvo
detenido dentro de una actuación judicial y que posteriormente, y por ausencia del mérito
procesal, se le desvinculó de la actuación al detenido. (Correa, 2012, pág. 194)
Es entonces de esta forma como exponemos las diferentes normas que se han adoptado a
lo largo de nuestra historia colombiana, que en temas de responsabilidad extracontractual
del Estado es relativamente nueva, toda vez que aparece solo hasta el siglo XX por primera
vez una ley que reconoce positivamente tal institución.
3.21. Libertad.
La libertad es sin duda uno de los pilares de nuestra Constitución Política, tanto así
que se le ha catalogado en un trípode de valor-principio-derecho por el Consejo de Estado
(Consejo de Estado, 2013). Tratado solo después del derecho a la vida, situado en el
Artículo 13 Constitucional, se debe estudiar desde dos puntos de vista, uno objetivo, que es
la misma garantía que da el Estado, al crear y dar aplicación de este derecho y tener
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presente como ente jurídico la existencia de este; y uno subjetivo, referido al préstamo que
exige o que da el Estado al particular para el efectivo reconocimiento del mismo. Es
entonces aquí, desde el carácter objetivo, que vemos en principio el deber y obligación del
Estado de reconocer el derecho a la libertad. También es necesaria la libertad para ejecutar
el resto de derechos otorgados por el constituyente, tanto es, desde el mismo Preámbulo de
la Constitución se consagra tal principio y es obviedad, pues sin la libertad no tendríamos
oportunidad alguna de disfrutar del decálogo de derechos, pues bien, es tan grande el papel
que cumple este derecho en una sociedad democrática y de derecho como la nuestra que se
convierte en un pilar y fundamento para la misma organización política, empero, no
siempre este derecho podrá ser absoluto.
(…)
3. Toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal será llevada sin
demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser
puesta en libertad. La prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas
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no debe ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a garantías
que aseguren la comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en cualquier
momento de las diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo.”
(…)
Desde los tratados internacionales vemos pues que existen condiciones que pueden
limitar el derecho a la libertad en detenciones preventivas, unas de estas condiciones para la
legislación internacional lo son, para garantizar la permanencia del investigado y para el
cumplimiento de una posible pena privativa de la libertad.
En todo caso, el daño antijurídico no se circunscribe solo aquel que es producto de una
actividad ilícita del Estado si no como el perjuicio provocado a una persona que no tiene el
deber jurídico de soportarlo, de acuerdo a la posición adoptada por la doctrina, esto es, la
noción de daño, parte de la base de que el Estado es el guardián de los derechos y garantías
sociales y que debe, por lo tanto, reparar la lesión que sufre la víctima de un daño causado
por su gestión, porque ella no se encuentra en el deber jurídico de soportarlo, por otro lado,
una concepción similar, pero esta acogida por nuestra jurisprudencia, la cual nos indica que,
la responsabilidad se deriva del efecto de la acción administrativa y no de la actuación del
agente de la Administración causante material del daño, es decir, se basa en la posición
jurídica de la víctima y no sobre la conducta del actor del daño, que es el presupuesto de la
responsabilidad entre particulares (Corte Constitucional, 1996).
pág. 473) Para el problema planteado existe un contenido y alcance regulado en una norma
específica en la Ley 270 de 1996 en la cual se da el desarrollo del artículo 90, pero con un
enfoque en la responsabilidad patrimonial por actuación de los agentes judiciales,
responsabilidad del Estado Juez.
“Concluye la Sala que el Juez Segundo de Orden Público del Tolima al negar ilegal
y erradamente la suspensión de la detención del recluso enfermo Escobar Sánchez,
incurrió en una falla del servicio de la administración judicial, que coadyuvó o por
lo menos aceleró el deceso del detenido y causó ostensibles perjuicios de orden
moral a las hijas de la víctima, promotores de este proceso. Los antecedentes
personales y procesales de Escobar Sánchez, los exámenes anteriores. a su
detención, las constancias de internamiento hospitalario, los exámenes practicados
en Medicina Legal Seccional Tolima, indican a la Sala que el estado de salud del
recluso en verdad era grave, que como prisionero no podía ser eficientemente
atendido, por él o por sus familiares, y que a falta de demostración del cuidado y
diligencia estatal, se impone concluir que la tozudez del juzgado para impedirle su
atención por fuera de la cárcel, influyó trascendentalmente en la salud del paciente
quien debió ser hospitalizado” (Consejo de Estado, 1992)
cabo, a la privación injusta se le aplica inadecuadamente los requisitos subjetivos del error
judicial (Escobar, 2005).
Otra restricción de esta primera etapa, y que a juicio objetivo llegaría a constituir una
afectación a los derechos del ciudadano, es la posición que se sostiene en el expediente
8.666 con Sentencia del 25 de Julio de 1994, donde se expresó que “la investigación de un
delito cuando medien indicios serios contra una persona sindicada, es una carga que todas
las personas deben soportar por igual " además que “la absolución final...no prueba per se
que hubo algo indebido en la detención" (Consejo de Estado, 1994); para la privación
injusta, como atribución de responsabilidad, no puede existir obligación de soportar la
detención, recordemos como se mencionó anteriormente que el único momento en que el
administrado tiene dicha carga es cuando esta se realizó con fin condenatorio; peor aún es
la afirmación de la sentencia, cuando se concluye que así como se debe soportar la
detención, de la misma no puede referirse ilicitud o injusto.
“un daño será antijurídico cuando la víctima del mismo no esté obligada por
imperativo explícito del ordenamiento a soportar la lesión” por lo que según él “no
se trata de ningún perjuicio CAUSADO antijurídicamente, sino de un PERJUICIO
ANTIJURÍDICO EN SI MISMO” y termina afirmando que “con lo que se hace
capaz de abarcar la totalidad de supuestos de responsabilidad posibles” (Consejo
de Estado, 1991).
Otro gran punto hito es la Sentencia del 15 de Septiembre de 1994, del Consejero
Ponente Julio César Uribe Acosta, donde se advierte:
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(…)
En esta gran sentencia vemos entonces varios puntos, en primer lugar es una de las
sentencias que hace referencia a la cláusula de responsabilidad del Estado; dentro de la
investigación, vimos que en esta primera etapa no se hace mucha referencia al Artículo 90
Constitucional, las sentencias que basan su ratio decidendi en este artículo es porque la
parte actora solicita tener en cuenta tal disposición.
En segundo lugar, vemos también en esta sentencia cómo la jurisprudencia repite una y
otra vez, acorde con lo que ha venido sosteniendo, que se está frente a un error
jurisdiccional y no una privación propiamente dicha.
Una de las más tardías sentencias hito con las que se puede cerrar esta etapa es la del 2
de Octubre de 1996 del Consejero, expediente No. 10923 que dice que para que haya
responsabilidad estatal se tiene que demostrar que la privación de la libertad sufrida por el
ciudadano no tenga sustento legal:
3.3.2. Segunda Etapa: aproximación a un carácter objetivo orientado al Artículo 414 del
Decreto-Ley 1991.
Se destaca dentro de esta etapa la aplicación del artículo 414 del Decreto Ley de 1991, lo
que conllevaría en principio a una imputación más objetiva, empero se seguía fallando
basados en la responsabilidad con falla, como veremos:
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“El Estado es responsable de los perjuicios sufridos por el actor al ser capturado
ilegalmente por agentes de la Policía Nacional. Esa responsabilidad se deriva del
hecho de que a través de esa institución se hizo una detención ilegal, porque los
detenidos no estaban en situación de flagrancia cuando fueron capturados, ni
existía una orden de autoridad competente. Ese procedimiento ilegal de la Policía
hizo incurrir en error a la Fiscalía Regional de Valledupar y a la Fiscalía
Delegada de Barranquilla, entidades éstas que procedieron a adelantar la
investigación correspondiente, con base en los informes rendidos por los agentes de
policía que llevaron a cabo la captura y originaron la investigación que culminó
con la orden de libertad de los detenidos, ante la comprobación de la inexistencia
de hecho punible. El artículo 414 del C. de P. P. consagra una acción
indemnizatoria en contra del Estado y en favor de quien ha sido privado
injustamente de la libertad, cuando sea exonerado por sentencia absolutoria
definitiva o su equivalente porque el hecho no existió, el sindicado no lo cometió, o
la conducta no constituía hecho punible. Como en el sub-júdice se determinó la
inexistencia de hecho punible, el actor tiene derecho a reclamar del Estado
Colombiano, una indemnización por los perjuicios sufridos. Este artículo 414 es fiel
desarrollo de artículo 90 de la Carta Política, solo que circunscrito al daño
antijurídico proveniente de las precisas circunstancias allí previstas.” (Consejo de
Estado, 1994).
Aunque es una sentencia muy temprana, se puede traer a esta etapa porque hace una
referencia directa al artículo 414 del Decreto Ley 2700 de 1991, característica que no existe
en el primer período. En esta sentencia de Consulta del 30 de Junio de 1994 del Consejero
Ponente Daniel Suarez Hernández, aunque se hace referencia a un error por parte del
órgano judicial e investigativo, se empieza a usar el término de privación injusta de la
libertad, si bien se usa como una condición fáctica y no como especie de título de
imputación, se va aproximando al concepto que interesa en el escrito, no se podría inferir
de que en esta sentencia se habla de la privación injusta como atribución de
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Para esta etapa es de gran importante la Sentencia del 17 de Noviembre de 1995 del
Consejero ponente Carlos Betancur Jaramillo, la primera consideración que hace el Consejo
de Estado es sobre el mencionado artículo 414, lo extrañamente explicable es que se
fundamenta parte de la ratio decidendi en la Sentencia del 15 de Septiembre de 1994,
referida en el subtítulo anterior, recordemos que en aquella etapa existían criterios que hoy
consideramos errados, pero que sus fundamentos para la época eran acertados, máxime sin
ignorar se venía de un antecedente donde el Estado pocas veces respondía por este tipo de
responsabilidad, como bien lo era la Constitución de 1886 donde no existía ninguna
disposición sobre el asunto.
“la deficiente apreciación critica de la prueba que debió hacer el juez que ordenó
la detención y profirió las providencias judiciales posteriores que determinaron su
prolongación. Dichas reflexiones no caben ante el mandato del artículo 414 que
sujeta la obligación de reparación a los elementos objetivos allí enunciados, sin que
le sea permitido al juzgador agregar requisitos adicionales para que ella proceda.
Se da más fundamento para concretar el criterio objetivo de esta etapa con la Sentencia
del 18 de Noviembre de 1997, en esta el Consejero Daniel Suarez Hernández, dice que:
“De lo anterior se sigue que a la luz de la normativa que guía la solución del
presente asunto, esto es, los preceptos contenidos en el art. 90 de la Constitución
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Otra gran expresión de esta etapa, con la que se puede clausurar la misma por su gran
contundencia en la Ratio Decidendi, es la sentencia del 27 de Septiembre de 2001
(expediente 11601) citada en el libro Responsabilidad del estado por privación injusta de
la libertad (Escobar, 2005):
“No puede considerarse en principio que el Estado deba responder siempre que
cause inconveniente a los particulares, en desarrollo de su función de administrar
justicia; en efecto, la Ley permite a los fiscales y a los jueces adoptar determinadas
decisiones, en el curso de los respectivos procesos en aras de avanzar en el
esclareciendo de la verdad, y los ciudadanos deben soportar algunas de las
incomodidades que tales decisiones les causen. Sin embargo, tampoco pueden
hacerse afirmaciones categóricas, para suponer que en determinados casos, será
siempre inexistente el daño antijurídico, mucho menos cuando ha habido lugar a la
privación de la libertad de una persona, así sea por corto tiempo, dado que se trata
de la vulneración de un derecho fundamental, cuya injusticia, al margen de la
licitud o ilicitud de la decisión que le sirvió de fundamento, puede hacerse evidente
como consecuencia de una decisión definitiva de carácter absolutorio. He aquí la
demostración de que la injusticia del perjuicio no se deriva de la ilicitud de
conducta del agente del Estado” (Escobar, 2005).
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Vemos entonces que esta etapa es un momento transitorio, donde en miras a conseguir
un modelo objetivo, el cual idealmente se podría tener, aún tiene rasgos restrictivos de
derechos como la obligación de soportar la privación, además para que la privación sea
injusta solo se requiere que sus características fácticas se ajusten a una orden emanada del
legislador, como lo son el artículo 414 del Decreto Ley 2700 de 1991 y la Ley 270 de 1996.
Ahora bien, como se dedujo de la investigación de esta etapa, aunque se estudiaba la
actuación –u omisión- del agente jurisdiccional, al final se enmarcaba en un criterio
objetivo, estudian como se dijo, la noción de la falla en el servicio, que muchas veces es
ésta misma la que, según esta etapa, se enmarca en el Artículo 90 Constitucional, y las
disposiciones legales de la época, tomándolo entonces como un criterio subjetivo.
En esta tercera etapa la jurisprudencia del Consejo de Estado reitera su posición frente a
la privación injusta de la libertad según el régimen objetivo, enmarcada en los tres casos
mencionados expresamente en el artículo 414 del Decreto Ley 2700, actualmente derogado,
esto es, por que el hecho no existió, el sindicado no lo cometió o la conducta no constituía
conducta punible, pero por otra parte, se imparte una variación, toda vez que la novedad
está en que el fundamento de la responsabilidad del Estado en dichos eventos no deriva de
la antijuridicidad de la conducta del agente del Estado, sino de la antijuridicidad del daño
sufrido por la víctima, en tanto que ésta no tiene la obligación jurídica de soportarlo.
(Consejo de Estado, 2013)
En el caso particular referido en el expediente 13606 del 2002, el actor Jorge Elkin
Mejía Figueroa fue capturado junto con aproximadamente otras 30 personas, afirmando
pertenecer a la banda “el cerro” de una barrio del Municipio de Medellín, pero
posteriormente la investigación culmina con preclusión, toda vez que el hecho no existió,
pero además en el caso particular se pudo evidenciar que el proceso estuvo viciado de
muchos otros aspectos, tales como que fue retenido si orden de autoridad competente, no
fue capturado en situación de flagrancia, posteriormente sin motivación alguna la autoridad
judicial decide imponer medida preventiva, dicha autoridad funda su decisión en una
ausencia total de material probatorio que como requería tener indicio grave de la presunta
comisión del delito por el sindicado, además de esto desconoce el material probatorio
aportado por la defensa del señor Mejía Figueroa en la cual se presentaron testimonios de
vecinos que “daban fe que el sujeto era una buena persona”, (asi está en la sentencia)
posteriormente se presentan dilaciones injustificadas dentro del proceso, toda vez que en
cantidad de oportunidades se solicitó que el implicado fuera puesto en libertad, pero las
autoridades desconocieron el derecho a fundamental que no podía continuar siendo
arbitrariamente afectado, todo esto afirmo aun con más criterio la efectiva materialización
de la responsabilidad objetiva del Estado, de acuerdo a la aplicación del artículo 90 de la
Carta Política.
“No puede considerarse, en principio, que el Estado deba responder siempre que
cause inconvenientes a los particulares, en desarrollo de su función de
administrar justicia; en efecto, la ley le permite a los fiscales y jueces adoptar
determinadas decisiones, en el curso de los respectivos procesos, en aras de
avanzar en el esclarecimiento de la verdad, y los ciudadanos deben soportar
algunas de las incomodidades que tales decisiones les causen. Sin embargo,
tampoco pueden hacerse afirmaciones categóricas, para suponer que, en
determinados casos, será siempre inexistente el daño antijurídico, mucho menos
cuando ha habido lugar a la privación de la libertad de una persona, así sea por
corto tiempo, dado que se trata de la vulneración de un derecho fundamental,
cuya injusticia, al margen de la licitud o ilicitud de la decisión que le sirvió de
fundamento, puede hacerse evidente como consecuencia de una decisión
definitiva de carácter absolutorio. He aquí la demostración de que la injusticia
del perjuicio no se deriva de la ilicitud de la conducta del agente del Estado”.
(Subraya la Sala).” (Consejo de Estado, 2001)
“En cuanto a la responsabilidad del Estado, cabe anotar cómo no siempre está en
el deber jurídico de indemnizar todo daño que sufran los particulares, sino,
únicamente aquellos que comporten la característica de ser antijurídicos, es decir,
aquellos en los que el Estado no se encuentra habilitado por un título jurídico
válido para imponer la carga que el particular padece, esto es, que el ciudadano no
tiene la obligación jurídica de soportar el menoscabo de sus derechos y patrimonio.
Ha señalado igualmente, cómo la responsabilidad estatal puede resultar
comprometida aún en los casos en los que la actuación judicial inicial no ofreció
reproche de legalidad, pero que, posteriormente, en sentencia definitiva o
providencia judicial equivalente, se establece la inocencia del procesado.
“El Estado no se encuentra habilitado por un título jurídico válido para establecer
o imponer la carga o sacrificio que el particular padece, o sea, cuando éste no tiene
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Finalmente, manifestó que “si bien no se discute que el doctor Germán Barberi
Perdomo sufrió un perjuicio, como también su familia al menos moralmente por
tener que soportar una situación excepcional, esto no necesariamente está ligado a
una conducta ilegal del funcionario que ordenó la privación de su libertad, toda vez
que siempre que se revocara la medida de aseguramiento a una persona o se
profiriera sentencia absolutoria habría necesidad a (sic) la indemnización, lo que
sería ilegal, porque ese daño no le es imputable al Estado por actuar dentro de una
función amparada por la ley”. (Consejo de Estado, 2005)
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Por lo que el Consejo de Estado, reitera su criterio y falla revocando tal argumento
expuesto por el Tribunal mencionado en la sentencia de primera instancia.
“El espectro de responsabilidad por privación injusta de la libertad más allá de los
tres supuestos normativos e, incluso, en eventos en los que el sindicado fue absuelto
al aplicar el principio del in dubio pro reo, pues si bien es cierto el Estado tiene el
deber jurídico de investigar, el ciudadano no tiene la obligación jurídica de
soportar la privación de la libertad que es uno de los derechos de mayor protección
en el Estado Social de Derecho”(Subrayado fuera de texto) (Consejo de Estado,
2005)
Esta etapa es caracterizada por ser aún más fiel a la Constitución Política y los principios
filosóficos de ésta, está fuertemente arraigada en la cláusula de responsabilidad patrimonial
del Estado, contenida en el artículo 90 Constitucional; en Sentencia del 4 de Diciembre de
2006 se reconoce la existencia de una cuarta etapa, allí mismo se habla de juicio de
proporcionalidad, se debe realizar entre los fines de la medida preventiva y la libertad
personal:
“Se estaría, en estos casos, ante la necesidad de diferenciar entre una decisión
legal -la que ordena la detención preventiva- pero que a la postre se revela
equivocada, pues si bien se trata de una situación en que la ley autoriza, con el
propósito de proteger a la colectividad y garantizar el cumplimiento de una
sentencia eventualmente condenatoria, la vulneración del derecho fundamental a la
libertad aunque no se encuentre demostrada la responsabilidad del sindicado,
cuando esta demostración termina por no producirse y la decisión, por el contrario,
es absolutoria, el yerro en que se incurre salta a la vista y debe, entonces, pasar a
analizarse si se ha producido un daño antijurídico. (…) carece de asidero jurídico
42
sostener que los individuos deban soportar toda suerte de sacrificios, sin
compensación alguna, por la única razón de que resultan necesarios para
posibilitar el adecuado ejercicio de sus funciones por las autoridades públicas.”
(Consejo de Estado, 2006)
sido legalmente proferida como quiera que reunía el pleno de los requisitos legales
para ser emitida, a la postre el imputado es puesto en libertad porque durante el
curso del proceso penal se demuestra que el hecho por el cual se le acusaba no era
constitutivo de delito.
Nada obstaría para entender que, frente a supuestos como el descrito, que no
encuadran en la hipótesis fáctica del artículo 68 de la Ley 270 de 1996, el
fundamento de la responsabilidad del Estado puede encontrarse en otros preceptos
de la misma Ley -como el inciso primero del artículo 65 o el artículo 69 ejusdem-
pero, en todo caso y sin lugar a la menor hesitación, en el artículo 90 de la
Constitución Política, en la cual tienen arraigo, aún después de la entrada en vigor
de la Ley 270 de 1996 -como suficientemente se explicó al hacer referencia a la
jurisprudencia de la Corte Constitucional en este sentido- todos aquellos supuestos
en los cuales se produce un daño antijurídico imputable a la Administración de
Justicia, que no están contemplados -más no por ello excluidos, se insiste- en el
premencionado artículo 68 de la Ley Estatutaria de la Administración de
Justicia.”(Subrayado fuera de texto) (Consejo de Estado, 2007)
Ahora, una de las características de esta etapa es que se encuentra configurada por
ostentar un sentido amplio, no restrictivo –a diferencia de la primera etapa- aquí
perfectamente, aunque mayoritariamente se habla de un título de imputación objetivo,
también, y sin lugar a duda, en algunos casos debe reconocerse una falla en el servicio, lo
dijo el Consejero Ramiro Saavedra Becerra en sentencia del 13 de Mayo de 2009:
La Consejera Rut Stella Correa Palacio realiza una contundente aclaración de voto,
donde suministra más fundamento a lo expuesto por el Consejero Ponente:
“el artículo 414 del decreto 2700 de 1991 establecía dos supuestos en relación con
el derecho de las personas a obtener la indemnización de los perjuicios (…) un
primer supuesto, que establecía una responsabilidad objetiva, en los eventos
expresamente señalados en la norma, esto es, cuando la decisión absolutoria se
adoptara porque en el proceso quedara acreditado que el hecho no existió, el
45
Esa ilegitimidad podía derivarse, entre muchos otros eventos: (i) del hecho de que
la detención se produjera por delitos cuya acción se encontrara prescrita; (ii) por
un delito que la legislación hubiera sustraído de tal medida; (iii) la detención se
produjera en un proceso promovido de oficio, cuando el respectivo delito exigiera
querella de parte para el ejercicio de la acción penal; (iv) la medida cautelar se
profiriera sin un fundamento legal o razonable, en consideración a las exigencias
legales y a la prueba que obraba en el proceso; (v) el juicio sobre su procedencia
según los parámetros de la ley no correspondiera con la prueba que obraba en el
proceso penal; (vi) se hubiera excedido el plazo razonable; (vii) fuera
desproporcionada su duración en consideración al delito de que se trataba, o (viii)
la misma no fuera necesaria para el cumplimiento de los requisitos que
fundamentaban la medida.” (Consejo de Estado, 2009)
Según la tesis de la Consejera Rut Stella Correa Palacio que sostiene en la aclaración de
voto lo dicho en la sentencia, debemos preguntarnos respecto a la imputación Subjetiva de
esta etapa: ¿si en la Cuarta Etapa se habla de responsabilidad subjetiva, por qué no se está
en la Etapa Inicial que era puramente subjetiva? A tener en cuenta, hablamos en la Cuarte
Etapa de una Falla en el servicio originada en el defectuoso funcionamiento, pues si bien la
medida de aseguramiento se originó de manera legítima, es por una deficiente investigación
que no se puede endilgar una verdadera carga penal, lo que conlleva a la absolución del
sujeto investigado y es por esto que el sujeto sufre un claro daño antijurídico –indemnizable
a la luz del artículo 90 superior-; mientras que en la Etapa inicial se habla de un error
jurisdiccional fundamentado en decisiones judiciales arbitrarias, contrarias a derecho y/o
abiertamente ilegales, es decir, donde la imputación se realizaba por la ilegalidad o
46
inconstitucionalidad propiamente del acto de privar a la persona, sin importar si esta fuera
verdaderamente culpable o inocente.
“en el caso sub examine, concurren dos circunstancias que conllevaron a que se
declarara la preclusión de la investigación a favor de Rogelio Aguirre, consistente
la primera en que el sindicado no cometió el delito de homicidio agravado que se le
endilgaba y, la segunda, que a la hora de portar un arma particular sin el
correspondiente salvoconducto y ocasionar las lesiones a algunos de los
funcionarios públicos que practicaron el allanamiento, actuó en estado de
necesidad, lo que excluía la antijuricidad en esos dos comportamientos y, por lo
tanto, no se configuraba uno de los elementos para que la conducta fuera
catalogada como delito
Para el profesor Gil Botero, al revisar los presupuestos fácticos del caso en cuestión, se
acepta libremente imponer la responsabilidad basado en un título de imputación con falla;
ahora bien, en esta sentencia el Consejero Mauricio Fajardo Gómez, realiza salvamento de
voto apartándose totalmente de la decisión tomada por la sala, puesto que para él no puede
existir un régimen subjetivo frente al caso concreto:
Se recalca del salvamento de voto un criterio que en un estudio imparcial puede ser
aceptado a su cabalidad, bien dice el Consejero Fajardo Gómez en la cita anterior donde no
se debe tener al régimen objetivo como elemento residual, que si no encaja el subjetivo en
determinados casos fácticos, se aplicará entonces el criterio de imputación objetivo, ahora
bien, lo que según el Consejero si se acepta, y se puede compartir ideológicamente es:
49
Vemos lo anterior a uno de los Consejeros –Mauricio Fajardo Gómez- que con más
ahínco defiende el título de imputación objetivo cediendo su criterio al subjetivo, pero, y lo
deja claro, siempre y cuando quede en evidencia una afectación grave por parte del
funcionario que actuó con culpa grave o dolo; habría de aplicarse la responsabilidad con
falla para realizar un reproche al funcionamiento de la administración de justicia, de lo
contrario se entendería ilógico que la Rama Judicial afecte en vano y de manera grotesca
derechos esenciales del ser humano a cambio de un defectuoso funcionamiento, además
que luego, existiría una obligación de demostrar la falla por parte de actor para acceder a su
indemnización, lo que según él se estaría irrogando aún más el daño causado.
Otra de las sentencias donde se observa que el título de imputación bien podría ser por
responsabilidad objetiva o bien podría ser una responsabilidad con falla en el servicio es la
sentencia del 13 de Abril de 2011, donde en el estudio que hace el magistrado pasa por
estudiar que la parte actora no encaja en ninguno de los supuestos del Artículo 414, y
mucho menos existe aplicación del principio in dubio pro reo, por lo que, lo que debió
50
hacer la parte actora seria haber demostrado una falla en el servicio, cosa que no alegó, así
que no quedaría más opción que negar las pretensiones, veamos parte de su ratio decidendi:
principio, además, recodemos de nuevo que en ese artículo la absolución debe ser por
sentencia o equivalente, donde tendríamos que el auto –puede o no ser sentencia- que
integre este principio se puede asemejar al escrito de que habla el artículo en cuestión.
En esta cuarta etapa se fija un referente importante a partir de una sentencia considerada
hito, toda vez que a partir de esta providencia proferida el 17 de octubre de 2013, en la cual
el Consejo de Estado hace un gran razonamiento para tratar de unificar la jurisprudencia de
la corporación, toda vez que no se ha logrado adoptar un criterio uniforme, como ya antes
lo hemos mencionado, por eso consideramos que es trascendental y la proponemos como
sentencia hito de todo el desarrollo de nuestra investigación, se evidencia tanto la posición
adversa de los consejeros que en dicha providencia el Consejero Enrique Gil Botero hace
aclaración a su voto y además el Consejero Carlos Alberto Zambrano hace salvamento de
voto respecto de la decisión proferida, por tanto a continuación se desarrolla el análisis de
tan importante pronunciamiento.
casos en los cuales por el medio de control de reparación directa el accionante reclama la
reparación del daño generado con ocasión a la privación injusta de la libertad, pero que
finalmente en el curso del proceso penal se exonera de la responsabilidad penal en
aplicación al principio in dubio pro reo, tema específico de esta cuarta etapa de la
jurisprudencia del consejo de Estado.
Considera entonces el Consejo de Estado que no es posible que un Decreto con fuerza de
Ley como el 2700 de 1991, limite a solo tres eventos citados en el artículo 414 para el título
de imputación objetivo en la responsabilidad patrimonial del Estado, toda vez que su
consagración se encuentra de forma general en una norma constitucional y no puede ser
viable de ninguna manera la limitación fijada por el decreto mencionado.
54
Para el caso que ocupa la sentencia citada, en el cual el sindicado termina siendo
exonerado de la responsabilidad penal en aplicación al principio in dubio pro reo, el
Consejo de Estado direccionó el análisis específicamente a determinar que para este tipo de
casos la responsabilidad patrimonial del Estado debe analizarse bajo el título de imputación
objetivo basado en el daño especial que sufre la víctima de la privación de libertad, esto es,
cuando la autoridad actuó legítimamente pero, sin tener en cuenta esto, la víctima sufrió un
daño, el cual no tenía la carga de sufrirlo.
2700 de 1991 y además amplió su aplicación cuando la absolución en el proceso penal del
sindicado se da por aplicación al in dubio pro reo.
La posición del Consejo de Estado se fundamenta para este caso en particular, que la
víctima no tiene el deber jurídico de soportar la carga impuesta por el Estado al momento
de dictar una medida preventiva privativa de la libertad dentro del curso de un proceso
penal, toda vez que aunque la autoridad judicial haya actuado rigurosamente dentro de lo
ordenado por la ley, en el desarrollo de tal procedimiento fue el mismo Estado quien no
pudo desvirtuar la presunción de inocencia, la cual es constitucional.
Para este análisis, el Consejo de Estado echa mano de dos principios Constitucionales, el
primero consagrado en el artículo 4 superior teniendo la Constitución como norma de
normas, el segundo contenido en el artículo 29 ibíd. Que trae la presunción de inocencia
como una garantía de la condición Humana; ambos elementos le permiten al alto tribunal
concluir que aquella persona que dentro del proceso penal no se le desvirtúa el segundo
principio, tuvo evidentemente que soportar el daño antijurídico de estar privado
injustamente de la libertad, lo que constituye una afectación y restricción a ese derecho
Constitucional.
Aunque para el derecho fundamental de libertad existan varias restricciones fijadas por
el legislador, no podrá entenderse entonces que por el hecho de así estar establecido en la
normativa se convierta en una carga pública para las personas del Estado por el solo hecho
de vivir en sociedad.
Frente al daño especial sufrido por la victima privada injustamente de la libertad, dentro
del desarrollo del proceso penal, el Consejo de Estado refirió además que.
busca de cumplir una serie de fines específicos para facilitar la existencia en sociedad y la
convivencia en comunidad.
“Pero dicha posibilidad resulta completamente diferente a sostener que, por solo el
hecho de que la privación de la libertad de un individuo se hubiere dispuesto con
sujeción a los mandatos legales vigentes y, por tanto, mediante un proceder lícito, el
Estado estaría eximido de responder por los perjuicios que le hubiere ocasionado a
la víctima por razón de dicha detención, a pesar de que el correspondiente juicio
penal hubiere concluido con la expedición de fallo de inocencia a favor del
sindicado, incluso en aplicación del principio in dubio pro reo. ¿Podrá sostenerse
entonces que ese individuo está en el deber jurídico de sacrificar su libertad o, lo que
es lo mismo, de soportar la privación de su libertad, única y exclusivamente para que
la sociedad pueda beneficiarse de la observancia y de la aplicación de las normas
penales que regulan esa clase de procesos? ¿A qué quedaría entonces reducido el
valor de la libertad, aquél que justifica y explica la existencia misma de la
Constitución Política y que a la vez constituye uno de sus principales cometidos y
fines esenciales –como que la limitación al ejercicio del poder público sólo cobra
sentido en función de asegurar la efectividad real de la libertad de los asociados–?
¿Acaso pasaría de constituir un propósito esencial –fin esencial– para convertirse en
un simple medio que facilite la existencia de la sociedad y la convivencia en
comunidad, de tal manera que los individuos tuvieren el deber de soportar su
privación y su sacrificio en aras de facilitar la consecución de ese nuevo fin?”
(Consejo de Estado, 2013)
Finalmente el Consejo de Estado, concluye reafirmando que para casos en los cuales
durante el curso del proceso penal se dicta medida preventiva privativa de la libertad en
contra del procesado y finalmente el mismo termine absuelto en aplicación al principio del
in dubio pro reo, la aplicación para el régimen de imputación de la responsabilidad
patrimonial del Estado será de carácter objetivo.
59
“En el caso concreto se debió declarar probada la falla del servicio en la medida
que se estaba frente a un escenario de falso in dubio pro reo o in dubio pro reo lato
60
sensu que inclusive fue declarado por el Fiscal de segunda instancia, cuando al
resolver el recurso interpuesto contra la medida de aseguramiento determinó sin
ambages que, en el proceso penal, no se hallaron los presupuestos necesarios para
decretar la medida cautelar limitativa de la libertad persona (…)
Argumenta entonces el maestro Gil Botero que hubiera sido de mucha importancia haber
decretado la responsabilidad del Estado bajo la imputación subjetiva, toda vez que esto
parte la posibilidad de iniciar acción de repetición en contra de los funcionarios que de
forma dolosa actuaron negligentemente y como se expuso en las consideraciones del mismo
juez, de forma pasiva lo que genero posteriormente la aplicación de la duda resuelta a favor
del procesado.
Por último, como se había mencionado, el doctor Carlos Alberto Zambrano, decidió
apartarse de tal decisión, puesto que a su consideración el criterio fijado en la sentencia
amplía la responsabilidad objetiva del Estado, a su criterio para darse aplicación este
régimen objetivo solo debe darse en los tres casos expresamente previstos en el artículo 414
del Decreto Ley 2700 de 1991, esto es, porque el hecho no existió, el sindicado no lo
cometió o la conducta no constituye hecho punible, supuesto que infieren objetivamente
que una persona fue privada injustamente de la libertad y que en consecuencia para los
demás casos deberá acreditarse la existencia de una falla del servicio.
“En mi sentir, los únicos supuestos que permiten inferir objetivamente que una
persona fue privada injustamente de la libertad, aún con la entrada en vigencia de
la Ley 270 de 1996, son los señalados por el derogado artículo 414 del C. de P.P.,
pues, en los eventos no contemplados en la citada norma, quien haya sido privado
de la libertad está en la obligación de demostrar la injusticia de la medida, esto es,
debe acreditar la existencia de una falla en la prestación del servicio.
El legislador fue claro y enfático en establecer únicamente esos tres eventos como
aquellos en los cuales la persona que sufre una detención preventiva y luego es
exonerada de responsabilidad penal tiene derecho a ser indemnizada, sin entrar a
62
“De hecho, pueden darse múltiples ejemplos de casos en los que la exoneración de
responsabilidad penal se dé por razones distintas a las tres que la norma en cita
consagra como generadoras de responsabilidad de la administración, como cuando
opera una causal eximente de antijuricidad o de culpabilidad, o cuando la
detención se produce por delitos cuya acción se encuentra prescrita, o por una
conducta que la legislación haya dejado de considerar delictiva, o cuando la
detención se produce en un proceso promovido de oficio frente a un delito que exija
querella de parte, o cuando la medida restrictiva de la libertad se produce sin
fundamento legal o razonable o ésta resulta desproporcionada en consideración al
delito de que se trate, casos en que la responsabilidad que obliga a indemnizar se
resuelve bajo el título de falla en la prestación del servicio y ante los cuales no se
ve razón válida alguna para dar un tratamiento diferente al del in dubio pro reo.”
(Consejo de Estado, 2013).
Sostiene que aunque sea de aplicación al principio in dubio pro reo dentro del proceso
penal esto no implica que se haya desvirtuado los fundamentos bajo los cuales se determinó
imponer la medida preventiva privativa de la libertad y que por tanto no tendría razón
alguna que a la administración de justicia, por mandato Constitucional, se le imponga la
carga de realizar todas las actuaciones tendiente para que el procesado concurra al proceso
penal, le de aplicación a tal mandato constitucional y que posteriormente la misma sea
63
Así mismo, considera que en los casos en donde se de aplicación al in dubio pro reo el
accionantes deberá acreditar que dentro del proceso penal la autoridad judicial actuó
indebidamente por consiguiente deberá acreditar falla en el servicio.
procesado en casos diferentes a los establecidos en el artículo 414 del Decreto Ley 2700 de
1991, al incluirse el in dubio pro reo dentro del régimen objetivo será innecesario tomar en
cuenta los tres casos específicos y en lo contrario deberá aplicarse para todos los casos sin
distinción alguna sin que sea necesario verificar si la actuación fue legal o ilegal para que se
determine la responsabilidad del Estado bajo el título de imputación objetivo.
“En esa perspectiva, estoy convencido que los fundamentos de hecho analizados en
el caso sub examine, no era adecuado para unificar la jurisprudencia de la Sala en
relación con el título jurídico de imputación idóneo para decidir los eventos en que
la libertad se produce como consecuencia de la aplicación del principio de la duda
razonable en materia penal.” (Consejo de Estado, 2013)
65
Amen la Sentencia del 16 de Julio de 2015, del Consejero Carlos Alberto Zambrano
Barrera, una de las sentencias más actuales a la realización de esta investigación, se
sostiene la línea jurisprudencial íntegramente, aun así se trae a recuento ya que aclara un
precepto que aun todavía puede ser borroso a la vista de muchos, y es sobre la vigencia o
no de la base de la imputación objetiva, el multicitado artículo 414 del Decreto Ley 2700 de
1991; además sin duda, el apartado a citar definiría esta en síntesis esta etapa:
17 de Noviembre
Consejero Carlos
Betancur Jaramillo
1996 ● 1996
Exp. 10923
2 de Octubre
Consejero Daniel
Suárez Hernández
1996 ● 1996
Exp. 10299
12 de Diciembre
Consejero Carlos
Betancur Jaramillo
1997 ● 1997
Exp. 11754
18 de Noviembre
Daniel Suarez
Hernández
2001 ● 2001
Exp. 11601
27 de Septiembre
Consejero Alier
Eduardo Hernández
Enríquez
2002 ● 2002
Exp. 13606
4 de Abril
Consejero María
Elena Giraldo
Gómez
2002 ● 2002
Exp. 13038
4 de Diciembre
Consejero
Germán
Rodríguez
Villamizar
2004 ● 2004
Exp. 14358
4 de Agosto
Consejero
68
Germán
Rodríguez
Villamizar
2005 ● 2005
Exp. 13558
12 De Diciembre
Consejero Alier
Eduardo
Hernández
Enríquez
2006 ● 2006
Exp. 13168
4 de Diciembre
Consejero
Mauricio Fajardo
Gómez
2007 ● 2007
Exp. 15463
2 de Mayo
Consejero
Mauricio Fajardo
Gómez
2008 ● 2008
Exp. 15980
20 de Febrero
Consejero
Ramiro Saavedra
Becerra
2009 ● 2009
Exp. 17061
13 de Mayo
Consejero
Ramiro Saavedra
Becerra
2010 ● 2010
Exp. 18960
14 de Abril
Consejero
Enrique Gil
Botero
2010 ● 2010
Exp. 18960
69
14 de Abril
Salvamento de
voto
Consejero
Mauricio Fajardo
Gómez
2011 ● 2011
Exp. 22679
13 de Abril
Consejero Jaime
Orlando
Santofimio
Gamboa
2011 ● 2011
Exp. 22679
13 de Abril
Salvamento de
voto
Consejero
Enrique Gil
Botero
2013 ● 2013
Exp. 23354
17 de Octubre
Consejero
Mauricio Fajardo
Gómez
2015 ● 2015
Exp. 37878
16 de Julio
Consejero Carlos
Alberto
Zambrano
Barrera
70
4. CONCLUSIONES.
Tras la premisa mayor del artículo 414 del Decreto Ley 2700 de 1991, primero en
darnos el referente de responsabilidad estatal por privación injusta libertad, después de la
constitución de 1991; inicia el proceso jurisdiccional encaminado a dar desarrollo a este
aspecto de la responsabilidad del soberano; a principios de la vigencia de la Ley, esta no era
aplicada, esto es, porque los hechos que se veían envuelto en la jurisdicción contenciosa no
debían de resolverse con esta Ley si no con la Ley en vigencia de los hechos; cuando el
Articulo 414 empezó a ser usado se interpretó en un primer momento, íntegramente, como
si se tratare de un título de imputabilidad eminentemente objetivo, más tarde, con el
desarrollo de la jurisprudencia y con hechos que no contemplaba dicho artículo se debió
tratar a éste como si también trajera consigo algo de responsabilidad con falla, como
verdaderamente lo trae en su primer párrafo. La Ley 270 de 1996 deroga el artículo 414, la
Corte Constitucional al hacerle el estudio de constitucionalidad encuentra la Ley ajustada a
la Carta fundante de Estado, aun esto la jurisprudencia del Consejo de Estado considera
seguir en aplicación del artículo 414.
En nuestro estudio vimos que entre los mismos Consejeros de Estado, existen
diferencias y contradicciones, lo que en principio pudiese ser normal, ya que los
presupuestos fácticos en cada litigio llegan a ser diferentes; la sala debe tener un criterio
fijo para establecer la atribución de responsabilidad, ya que de no ser así se violaría el
principio del derecho procesal de la seguridad jurídica.
La doctrina sostiene que la responsabilidad por privación injusta debe ser atribuida en la
responsabilidad subjetiva, ya que –según la doctrina- esta deriva de un error judicial o de un
defectuoso funcionamiento; no siendo así en el plano fenomenológico del Estado, en
nuestro caso, el constituyente y el legislador de 1991 determinó en qué casos concurría la
responsabilidad por privación injusta, lo que a criterio del ente jurisdiccional contencioso se
convierte en responsabilidad objetiva –por el hecho de estar los presupuestos fácticos
prefijados en la Ley y la Constitución-; la responsabilidad fue atribuida por muchos como
71
objetiva, aun sabiendo que desde el estudio deontológico del derecho era subjetiva; más
tardío en el tiempo se llegó a la conclusión forzada por parte de los Consejeros que también
debía ser una responsabilidad subjetiva: por falla; por lo que determinaron que, si bien los
preceptos contentivos en la ley determinaban en algunos casos que era objetivo, los
presupuestos fácticos no contentivos en dicho mandato deberían de atribuirse como una
responsabilidad con falla.
Ahora bien, llegamos a pensar que una manera de solucionar aquel problema
mencionado, es –sostenido por varios Consejeros-, valorar en cada caso los presupuestos
facticos que permiten la atribución de responsabilidad, de este estudio determinar en un
primer lugar si es responsabilidad objetiva, es decir si encaja en los presupuestos del
Artículo 414, de no ser así debe ser tratada como subjetiva; otro aspecto que debe tener en
cuenta el operador jurídico para determinar el título de imputación, es revisar la actuación
judicial que se reprocha así sea evidentemente objetivo y determinar si verdaderamente
existió un error, o una falla por parte del funcionario, porque consideramos que de ser así se
hace obligatorio presentar o realizar un reproche a este funcionario, ya que los daños
inmateriales no solo se reparan con indemnizaciones materiales.
Esto demuestra entonces, que el tema tratado no ha sido nada pacífico y de uniformidad
a lo largo de su historia, consideramos que debe realizarse un análisis más profundo y el
Consejo de Estado como juez natural por medio de una sentencia debe unificar la
jurisprudencia que fije un criterio determinante que lleve a darle solución a la problemática
actual sobre este tema, pero que dicho propósito cumpla con la finalidad de unificar los
criterios, porque a nuestro juicio el que haya tanta diversidad de posiciones puede conllevar
a la violación de un derecho fundamental como el de igualdad.
73
5. REFERENCIAS.
Botero, E. G. (2013). Responsabilidad Extracontractual del Estado (Sexta ed.). Bogotá: Temis.
Decreto 50 de 1987.
Escobar, L. G. (2005). Responsabilidad del Estado por Privación Injusta de la Libertad. Bogotá:
Ediciones Doctrina y Ley LTDA.
75
Ley 74 de 1986.