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REALISMO INMANENTISMO
Hay que aprender a distinguir entre los grandes principios metafísicos que van en la
intención, de ciertos principios técnicos. ¿Qué hay que hacer, entonces, para ver de un autor
su intención más profunda? ¿Cómo se puede juzgar a un autor, qué hay que ver de un autor
para juzgarlo en su intención profunda? Es importante hacer este ejercicio porque, si no,
¿cómo hace uno para hacer justicia con un autor que hable otro lenguaje que el escolástico,
por ejemplo? Si uno por ejemplo aprendió técnicamente la filosofía de Tomás y va a leer a
un autor contemporáneo o moderno que no hable ni de acto ni de potencia, ni de esencia,
etc. ¿Cómo lo juzgamos para ver si es realista o inmanentista?
El tema es que clásicamente, a partir del iluminismo y del hegelianismo, para
distinguir entre realismo e inmanentismo se puso hincapié en el tema gnoseológico. Se
parte del sujeto o se parte del objeto. En general se decía que hasta la edad media se partía
del objeto, y a partir de Descartes con el cogito, “pienso luego existo”, se piensa a partir del
sujeto. El tema es que esa divisoria van a ver que es más bien de nivel técnico que trajo
muchas complicaciones, porque ¿dónde pongo a la línea agustinista que parte del sujeto
sobre todo? ¿ya es es inmanentista? ¿y dónde pongo a todos los autores materialistas o
empiristas que hablan de que hay una realidad distinta de mi, etc., pero que esa realidad no
tiene esencias ni tiene orden, etc.? ¿serían realistas? Y eso, adoptar los criterios del
iluminismo y del hegelianismo, fue lo que produjo muchas desinteligencias inclusive
dentro de la filosofía cristiana misma. Vieron que hubo una pelea hace siglos entre
agustinistas y tomistas. Sin embargo, no eran opuestas. Entonces, el criterio, más que
gnoseológico, es metafísico. Hay ciertas constantes metafísicas claves (ésta es la hipótesis)
intimísimamente unidas, o sea que se las puede enunciar , no “enumerando una yuxtapuesta
a la otra” (fijate en esto, después en aquello, etc), sino que una inmediatamente va a la otra,
y nombrando una enseguida se nombra a las otras. Es una unidad tan férrea entre esas
constantes metafísicas que yo puedo estar seguro de que si encuentro una, encuentro las
otras. Entonces, buscando esas constantes metafísicas en un autor, yo puedo sin temor a
hacerle injusticia, ver cuál es su intención profunda. O sea, no es que se equivocó
técnicamente en un problema y sacó tales conclusiones erróneas. Sino que si tiene esas
constantes metafísicas yo estoy seguro que se definió por tal cosa y tal otra. Vamos a ver
ahora cuáles son esas constantes metafísicas.
Recordemos que estamos analizando a grandes filósofos, y distingo a los grandes
filósofos de los mediocres por la unidad que deviene de su intención fundamental que
anima a toda su filosofía. El que escribe hoy una cosa y mañana otra contradiciéndose, no
es un gran filósofo. Los grandes filósofos, ya lo decía Nietzsche, son grandes porque están
animados por un fuego, por una unidad, que le viene de esa visión primordial de la cual
todo su sistema, toda su filosofía trata de ser expresión. Acordémonos también de que mal
puro, así como la nada, o el error puro, obviamente no existe. Chesterton decía que un error
es una verdad que se volvió loca. Es una parte de la verdad que se exacerbó en contra de
otra. Entonces, en los grandes filósofos, que son espíritus superiores, poderosos, hay
grandes visiones profundísimas, y se las puede buscar en Hegel o en Nietzsche, y grandes
cosas, porque más allá de que radicalizaron un aspecto y eso los llevó a una cierta ceguera
en muchos otros aspectos, siempre se les cuela filosofía inclusive positiva, aún en contra de
su intención fundamental. Entonces, su intención fundamental es como una visión
parcializada de la realidad. Así como un pecado no es la búsqueda del mal en sí mismo sino
que es la búsqueda de un bien absolutizado o parcializado, lo mismo pasa con las filosofías
inmanentistas que pueden llegar a ser geniales. Por eso yo a veces, para evitar este tipo de
equívocos prefiero decir “intención fundamental” en lugar de “visión fundamental”, pero
inclusive se podría decir intuición fundamental.
Los grandes inmanentistas dicen: yo rechazo la realidad, no la quiero obervar o
porque no hay nada para observar, o porque yo quiero imponer mi voluntad sobre ella, o
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Veamos las constantes metafísicas y van a ver que no es un simplismo reducir a los
autores por ellas, porque no se pueden aceptar esas constantes sin una opción fundamental.
Otra cosa es, si pienso que es un simplismo y es injusto reducir el tema a cuestiones
técnicas, o al tema gnoseológico. Pero cuando se va a las constantes metafísicas que hay
por detrás, tienen tal unidad, a uno se le imponen tan claramente y tan contundentemente,
que no se pueden adoptar unas por inadvertencia.
Por otro lado, a no ser que alguno haya sido preservado de las consecuencias del
pecado original o cosas por el estilo, será experiencia diaria suya, como mía, que mil veces
no hacemos lo que pensamos que deberíamos hacer, no pesamos como deberíamos,
falseamos la realidad, por un fin práctico llegamos a conclusiones que no son tales, usamos
la razón para violentar a otros queriendo imponernos a ellos, yo creo que eso es experiencia
diaria de cualquiera. Entonces, si uno experimenta en sí mismo eso, no es tan raro ver estas
cuestiones trasladadas a grandes sistemas filosóficos. Yo en el origen de todas estas
concepciones veo la respuesta que da cada hombre y cada filósofo a un tema filosófico que
es clave, que es como la encrucijada filosófica existencial por la que atraviesan todos los
hombres y todos los filósofos en particular, que es la encrucijada del dualismo, y después la
veremos. Para mí, dentro de las muchas posibilidades por las que alguien se hace
inmanentista, para mí quizá la clave que aglutina a todas las otras es ese tema de la
tentación o el problema o la encrucijada dualista (junto con los temas, íntimamente unidos a
éste, del mal y de la libertad), y la respuesta o la salida de él. Enseguida lo veremos.
Les propongo, insisto, a modo de hipótesis, ver cuáles son esas claves metafísicas.
Entonces, propongo por un motivo didáctico dibujar dos triángulos, que corresponden a la
postura realista y la inmanentista. En cada uno de sus vértices de esos triángulos, está una
gran constante metafísica que lleva indisolublemente a las otras constantes.
Por ejemplo, es típico partir en el realismo de una visión de la realidad creada,
ordenada. Aquí hay un orden que obviamente es natural, y que haya orden natural implica,
porque que las cosas ordenadas quiere decir que cada una está en su lugar, que esta no es
aquella, cada una es cada una, implica necesariamente que hay finitud. Decir que hay
finitud significa que cada una tiene su plenitud dentro de sus límites, es decir, que hay
consistencia. Ven que sólo si hay finitud hay orden, y sólo si hay orden hay finitud, porque
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hay límite y cada cosa es plena dentro de sus límites. O sea que aquí los límites son algo
bueno. No algo que reprime, sino algo que permite la plenitud. Entonces, si hay limites,
Dios es trascendente. Porque si las cosas terminan acá, porque tienen límite, porque hay
finitud, Dios no es las cosas, está más allá, es trascendente. Pero, es un Dios creador. Por
eso es que, en términos de la filosofía contemporánea y menos técnicos, se puede decir que
en el realismo siempre la clave es que en todos los temas hay una relación de presencia y
distancia: a nivel vertical, porque, en la relación de Dios con las creaturas, Dios está
presente en las cosas porque son ordenadas, verdaderas, etc., pero Dios no es las cosas. Van
a ver que eso es clave y en el tomismo se llama técnicamente la doctrina de la participación.
Las cosas participan de Dios y Dios no es las cosas. Ahora, esa presencia y distancia de tipo
vertical de Dios a las creaturas implica, y eso es importante en antropología, una presencia
y distancia de nivel horizontal, entre las cosas. Para un realista, las cosas pueden entablar
entre sí cierta comunicación: una cosa puede conocer a otra, una cosa puede querer a otra,
etc. Recuerdan que el conocimiento es hacerse lo otro en tanto que otro. Ven que hay una
relación de presencia y distancia. Hacerse lo otro, presencia de lo otro en mí; en tanto que
otro, distancia. Entonces, las cosas pueden tener esa relación de presencia y distancia que
implique una comunicación profunda, precisamente, porque esa relación a nivel horizontal
se basa en la vertical: yo puedo entablar relaciones con las cosas precisamente porque las
cosas tienen un origen común, tienen una cierta hermandad, que a mi me permite tomar
contacto, tener cierto conocimiento, de aquello que es “hermano” mío. Lo mismo ocurre en
el amor. ¿Por qué yo puedo querer a otra persona? En el amor siempre hay una relación de
presencia y distancia. El amor es unitivo, dos que se aman son uno mismo, pero siempre
hay distancia, porque si no no sería amor. Si es confusión, un amor panteísta o de dominio,
no hay verdadero amor. Van a ver que todo inmanentismo, como es una negación de cierto
aspecto del realismo, como es una exacerbación de un aspecto, siempre va a ser o presencia
sin distancia, o distancia sin presencia. Éstas son posturas inmanentistas extremas. Como
postura neta extrema acerca de la relación entre Dios y las cosas una filosofía de presencia
de Dios sin distancia sería un monismo o panteísmo; y distancia sin presencia sería un
nihilismo, un nominalismo extremo. Que haya cosas sin ningún sentido y sin ninguna
relación. Después van a ver que nihilismo - monismo, que son las dos grandes posturas
inmanentistas extremas, son dos caras de la misma moneda: todo gran monista fue nihilista
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y todo gran nihilista fue monista. Hegel, siendo monista era muy nihilista. Nietzsche,
siendo nihilista, era claramente monista. Uno lleva al otro. Y van a ver que eso que se da a
nivel vertical se va a dar a nivel horizontal, por ejemplo en la teoría del conocimiento. A
nivel inmanentista está la teoría del conocimiento donde el sujeto se impone sobre el
objeto, imponiéndose totalmente, una doctrina del conocimiento del dominio y de no
respeto a las cosas, y de proyectar mis categorías sobre las cosas, presencia sin distancia; o
una doctrina en la cual las cosas están allá y yo no puedo conocer nada, escepticismo. Así
ocurre con todos los temas. Inmanentismo siempre es una radicalización de un aspecto.
En el otro vértice que falta, es el tema que es aparentemente el talón de Aquiles del
realismo, y la clave del origen de ciertos inmanentistas. Porque los inmanentistas le dicen a
los realistas: son pobres infelices ustedes, la idea de una realidad ordenada, de un Dios
bueno, de un mundo donde todo está hecho para bien, donde todo está pensado de
antemano, donde todo es bueno y verdadero, etc. ¿dónde está eso, qué contemplaste, dónde
lo viste? Todo esto (todo el triángulo) es una gran fantasmagoría que no tiene sentido
precisamente por este tema del mal. No se dejen llevar por sus impulsos infantiles, acá hay
mal, cosas terribles, hay aberraciones, hay cosas imposibles de aceptar. Todo esto que dicen
ustedes los realistas es una especie de insulto, de bofetada al sufrimiento humano. ¿Cómo
es eso de qué hay un mundo tan bueno?. Sobre todo a la filosofía contemporánea este tema
la ha marcado mucho después de cierta crisis, particularmente el siglo XVIII, que es la
caída de todos los optimismos. En el siglo XVIII sucede el terremoto de Lisboa (1755), que
es lo que hizo a Voltaire cambiar de opinión, que al principio le gustaba un poco el
optimismo leibniziano, y a partir de ahí se radicalizó cada vez más el planteo sobre el mal
en el mundo. Con ciertas idas y vueltas, con Hegel medio se minimizó la cuestión, después
volvió a salir en relieve. Una obra clave, que es punto de referencia para toda la filosofía y
literatura contemporánea, que quedó como una especie de arquetipo del planteo de este
tema, es la obra del ruso Dostoyevski: Los hermanos Karamazov. Habría que leer sobre
todo el capítulo en que hay un diálogo entre Ivan K., que es el ateo, racionalista, etc., y
Alioscha K, que es un monje, un místico, etc. El tema es la confrontación entre la visión de
Alioscha, realista ingenuo, que ve sólo un mundo bueno, e Iván que dice algo así como:
supongamos que yo acepte que existe un Dios. Pero si yo acepto que existe tu Dios no
acepto este mundo que creó, yo me bajo, devuelvo la entrada. El tema que a Iván le parece
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más sensible y más a responder por un realista es el del sufrimiento de los niños, de los
inocentes. Entonces dice, tu Dios permite esto. Es más, vos me decís que es para una
armonía mayor, entonces la armonía mayor de tu Dios se basa en las aberraciones. Nadie,
evidentemente, puede aceptar eso, ese medio no puede ser justificado por los fines. Si hay
un Dios que puede permitir una cosa así, no lo impide, no es bueno, algo así como el
argumento de Pierre Bayle que dice que aquel que pudiendo impedir un mal no lo impide
no es bueno. Algo así como si una madre, pudiendo impedir que su hijo muera de hambre,
lo deja morir de hambre, ella no se puede excusar y decir “pero yo no lo maté, yo lo
permití”, cualquiera diría que esa madre es culpable,. Lo mismo para Dios, si pudiendo
impedirlo no lo impide, entonces obviamente no es bueno. Entonces, este es un tema muy
difícil, y en la historia de la filosofía moderna van a ver que muchos autores lo han pensado
y lo tratan muy explícitamente. Es uno de los temas clave de la filosofía. Entonces, qué
responde un autor a este tema es decisivo.
Sin entrar en detalles porque éste es un tema muy profundo, la doctrina realista dice
que el mal es ausencia de bien debido. No basta decir ausencia o negación de bien porque
sería la teoría opuesta. Sería decir que toda finitud es mala, porque en toda finitud hay
ausencia de bien, porque no es todo. Entonces todo lo finito sería malo como ser finito. Y
ésa es la teoría exactamente opuesta a la que estamos explicando, que lo finito es bueno en
la medida en que es finito, y es malo si se sale de los límites. Entonces, el mal es una
privación. Ahora, ¿qué relación, para que vean que no es una mera yuxtaposición de temas,
inmmediata, directísima, hay entre el mal como privación y la finitud y el orden? ¿por qué
no puedo concebir el mal como privación si no hay finitud? Porque yo para decir que a algo
le falta algo mi punto de referencia es lo debido. Si le falta algo de lo que tiene que tener
adentro sé que hay mal. Si no, no hay mal. Si a un hombre le faltan alas, es una falta pero
no es mal. Por eso ven que no se puede aceptar una cosa sin la otra. Ven que un tema va al
otro. Tanto es así que vieron que para el inmanentismo el mal es una especie de escándalo,
sería un argumento contra el realismo, porque si hay mal cómo puede existir Dios. Aquella
pregunta clásica que ya dice Santo Tomás: si Deus est, unde malum? (si existe Dios, ¿de
dónde viene el mal, cómo puede haber mal?. Si uno lo ve en su profundidad el tema, si hay
mal, Dios existe, es más, el mal sería el punto de partida de una prueba de la existencia de
Dios. Porque si hay mal como privación quiere decir que hay finitud, y si hay finitud hay
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como una especie de frío que lo agarraba por la nuca y lo iba llevando hacia donde no se
puede resistir.
Entonces, si en un autor descubrimos una de estas constantes van a ver que
descubrimos todas las otras. Porque tienen una unidad intimísima. No se puede aceptar las
unas sin aceptar las otras. Entonces, si un autor es muy profundo en el tema de la libertad,
implícita o explícitamente están los otros temas. Y eso no es una cuestión técnica, es una
posición muy clara.
jueves 6-4
Estábamos terminando de ver, para poder juzgar a los autores en profundidad, más
allá de juicios ideológicos, etc., lo que serían estos aspectos más profundos que hay que ver
de cada autor, que serían las constantes metafísicas.
Dentro de esas constantes metafísicas están las del realismo y las del inmanentismo.
Recuerden que esto era para ver la intención profunda de un autor.
Para el inmanentismo no hay orden natural, y obviamente no hay finitud. Porque si
no hay limites en las cosas que las distinga, no puede haber cosas finitas. Ahora, si esto es
así, obviamente Dios no es trascendente sino inmanente. Dios penetra en las mismas cosas
y se confunde con ellas. Por eso decíamos, hay una finitización de lo infinito o una
infinitización de lo finito. O, lo que es lo mismo, hay una presencia sin distancia o una
distancia sin presencia. Entonces, el próximo tema sería el del mal. En este contexto ¿qué
es el mal? Gran parte de los inmanentistas comienzan por rechazar una metafísica realista
precisamente por el tema del mal. Porque esa noción de orden de la que hablan los realistas,
y de un creador bueno e inteligente aparentemente sería incompatible con esta existencia
del mal en el mundo. Por eso es que muchos dicen que por eso no hay orden, no hay Dios,
etc. Ahora, en este contexto, negando el orden y negando a Dios, ¿en qué se transforma el
mal? ¿qué es el mal? Porque fíjense que el mal ya no puede ser una cierta privación como
lo era para el realismo. ¿por qué?2 No puede ser porque no habiendo limites yo no tengo
2 Coment. entre paréntesis de Roldán: ¿el mal es “pasarse de la raya”, “pasarse del límite” o “quedarse más
acá de la raya”? No debe entenderse como que ese pasarse de la raya es, suponiendo que el límite está
(dibujo un cuadrado) en el contorno del cuadrado, como si hubiera una fuerza muy grande afuera y te pasás
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punto de referencia para decir si algo es propio de su esencia o no. Entonces, van a ver que
en todos los autores inmanentistas aparecen estas constantes muy claramente. Y respecto
del mal en todos los inmanentistas, por lo pronto, no hay nada claramente malo, lo cual ya
de entrada, y antes de profundizar en acerca de lo que es, es una cierta paradoja y es un
problema muy serio para ellos. Porque supónganse, por ejemplo, ese pasaje tan famoso que
todos los filósofos tienen en cuenta, de los hermanos Karamasov de Dostoievsky. Allí Ivan,
el hermano ateo, racionalista, le decía al hermano creyente que este Dios que permite el
asesinato de niños, la tortura de inocentes y cosas por el estilo, que son cosas aberrantes que
el espíritu se resiste a aceptar, este Dios no puede existir, no es un Dios bueno, no existe
Dios. Y después tenía que terminar diciendo que esas muertes de niños, esas torturas a
niños por el estilo, etc., no son malas. Fíjense que esa paradoja, esa parábola tan extraña,
siempre la describen todos los inmanentistas que lo sienten como un gran desgarro.
Rechazar a Dios, rechazar el orden por el tema del mal, para después decir que no hay mal.
Eso pasa en todos. Se pueden dar muchísimos ejemplos al respecto. Pero entonces ¿qué es
el mal para una postura inmanentista? Fíjense que el mal, precisamente, empieza a ser
necesario, ya no libre, viene a ser ontológico, tiende a ser consistente, porque el mal
comienza a ser la finitud. Esta finitud que positivamente no está, es precisamente algo
negativo. Pues dentro de la postura inmanentista el mal es no tener todo. De tal manera que
todo lo finito por ser finito es malo. O lo que es lo mismo, si lo único que existe es un único
ser, una única substancia, si eso es lo único que existe todas las cosas finitas en sí mismas
no tienen consistencia, son apariencia, están destinadas no a ser plenas sino a disolverse en
el todo. Supónganse ustedes un totalitarismo que puede ser marxista, o nazi, o fascista.
Cada uno de los individuos está destinado a disolverse en el todo. Justamente lo
supremamente malo es que alguien se quiera sustraer a eso, que alguien quiera ser en eso
individual. Por eso el individuo está hecho para alimentar al todo, es una parte del todo.
Fíjense que en la postura realista cada uno de los seres tiene su lugar propio, tiene su
consistencia propia y está hecha para su plenitud. Acá, en cambio, lo finito está hecho para
su destrucción. No puede tener consistencia propia, se tiene que necesariamente disolver en
el todo. Es por ejemplo, como decía Hegel, es como si el infinito le dijera a lo finito: mors
de ese limite. Ahora, ese pasarse del área del cuadrado ¿es más que el área del cuadrado? No, en realidad
pasarse de los limites del cuadrado metafísicamente es quedarse más acá, reducir el área del cuadrado. Si
fuera aumentarla, entonces sería que en el mal, en el vicio, o lo que sea, hay más que en el orden. Entonces
fíjense que no sería “pasarse”, porque al decir pasarse parece que hay más, y en realidad hay menos.
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tua vita mea (tu muerte es mi vida). Porque se va alimentando de la destrucción de todos
los seres finitos. Entonces, lo finito en tanto que tal, siempre está destinado a destruirse. Y
lo malo son precisamente los límites, porque los límites siempre son artificiales. Eso es lo
que sucede en ética, y en tantos autores que tratan este tema de la filosofía moderna, de que
todo límite es malo y es represivo, no puede haber límites naturales. Fíjense que en el
realismo los limites precisamente porque son naturales, plenifican a cada sustancia. Acá en
cambio, los limites siempre la empobrecen, me reprimen, etc. Por eso tienen este origen por
ejemplo doctrinas morales como las iluministas, o doctrinas antropológicas y morales como
la freudiana. Donde hay por ejemplo, un “Ello” que es un deseo oceánico de todo placer, y
siempre un superyó que siempre reprime, que siempre limita. Siempre el límite es malo.
Por ejemplo, esa obra tan famosa e importante de Freud que se llama El malestar en la
cultura. Allí Freud dice, fíjense el nombre, que todo hombre tiene ese impulso de placer
como infinito. Entonces lo que sucede es que si tratara de satisfacerlo, obviamente chocaría
con lo demás y sería su destrucción. Entonces tiene que limitarse, pero ese límite siempre
es represivo, siempre implica menos placer. Por eso la cultura, que es toda la limitación de
esos impulsos, va reprimiendo cada vez más. Por eso tiene que avanzar la cultura, porque si
no perecemos, y con la técnica y todo esto vamos viviendo más, pero a medida que avanza
la cultura avanza el malestar. Porque cada vez somos más reprimidos y cada vez nuestros
deseos más íntimos se cumplen menos. Por esto es un tema fundamental de todas las
filosofías y de todas las éticas. Por ejemplo a Freud en esto le responde un autor de la
escuela de Frankfurt que se llama Marcuse. Él era tenido por ideólogo de la revolución de
la Sorbona y después las universidades americanas, en el 68 en Francia. Un autor
aparentemente de la liberación sexual y cosas por el estilo. Sin embargo Marcusse escribe
una obra que se llama Eros y civilización. Esa obra quiere ser la respuesta a El malestar en
la cultura. Porque lo que propone en esa obra es que puede haber eros, o sea impulso,
instinto o lo que sea, no contrapuesto a civilización, y civilización no contrapuesta o
limitadora de eros. Eso quiere decir que puede haber límites que plenifiquen y que no sean
represivos. Decir que hay límites que plenifican y que no sean represivos es decir que hay
límites naturales. O sea, es decir que hay finitud. Porque decir que hay finitud significa
decir que hay consistencia en lo finito y que hay plenitud dentro de los límites. Este tema de
que haya o no haya límites es un tema central de la filosofía de todas las épocas y sirve para
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mundo a sus pies, que no envejece, que tiene la belleza perfecta, atrae a todo el mundo,
puede hacer lo que quiere, todos se rinden a sus pies, absolutamente todo está a su
disposición. Entonces, todas las bajezas, inmoralidades que va cometiendo se van marcando
en el retrato que cada vez es más repugnante. Y él siempre con la misma cara de inocente,
de sincero, de profundo, etc. Entonces ocurre que va avanzando la vida de este Dorian Gray
y de a poco se le va haciendo cada vez más insoportable. Lo va consumiendo primero un
tedio cada vez más grande, porque todo es hacer lo mismo, todo lo tiene al alcance y todo le
da lo mismo. Fíjense que el aburrimiento es un tema que vamos a ver en la materia porque
muchos autores lo tratan, por ejemplo Pascal. Es un tema antropológicamente de mucha
raíz metafísica y muy importante. Aburrimiento3, es como actitud psicológica el panteísmo.
Quien se aburre, está diciendo que todo es lo mismo. ¿Vieron que cuando uno está aburrido
todo día es gris, es igual al día siguiente, y uno ya no distingue, no hay cosas que se
destaquen, no hay cosas que atraigan?. El aburrimiento es eso, el tedio vital, y es una
especie de panteísmo. Y ese aburrimiento nos lleva a escapar de la realidad 4. Entonces pasa
que siempre, por otro lado, el que se aburre va adquiriendo esa noción de que todo es lo
mismo, entonces de que yo mismo no valgo nada, y entonces va adquiriendo de a poco
pánico. La palabra pánico viene de pan, todo. El todo éste indiferenciable produce pánico
porque precisamente es un todo impersonal que me va envolviendo y que me va a destruir,
y yo no valgo nada así como no vale nada todo lo que me rodea. Por eso el pánico es una
experiencia interior o intrínseca a este monismo. Hay muchos ejemplos sobre esto. Y este
Dorian Gray, a la par que siente tedio va sintiendo pánico, que su vida ya no tiene sentido,
que se va a acabar y que no hizo absolutamente nada, y que ya es incapaz de querer a nadie.
Entonces el libro termina con que una vez decide que con la enésima mujer que iba a
engañar y traicionar y abandonar, en este caso una campesina, dará un paso adelante y por
una vez en su vida hará un acto de renuncia y de amor a alguien. Decide dejarla ir, no
humillarla, no mancillarla, etc. Entonces cuando le va a contar a un amigo (Lord Henry),
feliz de que por primera vez pudo querer algo después de tantos años de una vida que era
un infierno, absolutamente aislado sin querer nada, el amigo le dice que en realidad es un
hipócrita, porque eso que aparentemente es querer a alguien es una nueva experiencia como
las anteriores, solo que ahora tiene esa experiencia nueva de que abandonó a esa chica y se
cree muy grande, pero es una nueva manifestación de su hipocresía y de su cinismo.
Entonces Dorian Gray se desespera más y entra de nuevo el pánico de que la vida no tiene
salida y de que no se puede comunicar con nadie, y de que nunca puede querer a nadie, y
sube corriendo a la habitación en la que tenía escondido su retrato para ver si ahora el rostro
estaba un poquito más dulcificado o era todavía más repugnantemente y vil que antes. Y
sube y la ve precisamente peor, se confirma entonces que no pudo querer a nadie y que lo
hecho era un acto más de egoísmo. Entonces, desesperado, apuñala el retrato para destruirlo
y terminar con eso, y después lo encuentran muerto, apuñalado él mismo, y el retrato
perfecto como al comienzo y él convertido en una máscara horripilante. En esta obra
clásica está descrito con gran profundidad psicológica ese tema de que el que tiene todo, en
un sentido de tenerlo sin límites, el mundo a los pies, en realidad no tiene nada. Y con un
gran sufrimiento psicológico. Que es lo que sucede en todo inmoralismo. Queriendo todo,
si a ese todo yo le destruyo los límites propios, no tengo nada. Es el tema del amor de
dominio. Cuando yo quiero algo, pero lo quiero no en el sentido de comunicar, de presencia
y distancia, de unirme con la otra persona, pero precisamente respetándola porque es
distinta, y entonces comunicándome, y entonces, en cambio, la quiero totalmente,
sacándole los limites y dominándola y haciendo lo que quiero con la otra persona, en el
fondo la otra persona se me esfuma, y lo que aparentemente era cercanía es lejanía, y existe
en realidad una gran frialdad. Es el gran tema postmoderno, y que después de la ruptura de
los límites propia del dualismo viene que ya no se quiere nada, que ya nada es atractivo,
que ya todo es lo mismo. Es el tema que los postmodernos comparan con la inflación. La
inflación por así decirlo, es que la moneda perdió sus límites y hay tanta moneda que ya no
vale nada. Hay mucha pero no hay nada. Hay, por ejemplo, inflación de sexualidad, la
sexualidad está en todos lados, pero, a fuerza de estar en todos lados no está en ningún lado
(Baudrillard). Hay libertad total, porque tengo carencia de toda limitación, y en el fondo no
tengo libertad porque no puedo querer ni una sola cosa. Por eso yo les decía que el proceso
que siempre se da en un monista, es por ejemplo, “Si Deus est, unde malum?”, si hay Dios,
¿de dónde viene el mal, como puede ser haya mal?. Pero siempre termina en que si yo
como respuesta a esto niego a Dios, siempre termino: “Si Deus non est, unde bonum”?. Si
Dios no es, cómo hay bien? No hay nada bueno, no puedo querer nada, nada me puede
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satisfacer, obviamente.
Entonces, para ser libre yo tengo primero que ser algo consistente. Si yo me
disuelvo en el todo yo no puedo ser principio de nada. Y a su vez, segundo, para querer
algo, ese algo tiene que ser eso y no aquello. No que todo sea intercambiable, que todo dé
lo mismo. Por eso yo les decía que el inmoralismo es una especie de panteísmo. Porque el
monismo, el panteísmo, es ausencia de límites y entonces todo es lo mismo. Por eso es que
en la pornografía en cualquier manifestación no hay personajes con nombres propios,
psicología profunda, etc., sino que todo es intercambiable. Eso es lo mismo que decir que
no hay finitud. Ese tema de la finitud, insisto, es un tema fundamental de la cultura de todas
las épocas. Es un tema muy actual y que está muy puesto de relieve en toda discusión a
cualquier nivel. Otro ejemplo es el de una revista que por casualidad había recibido de la
librería Gandhi, más bien izquierdista o “progresista”. Saca periódicamente una revista de
un tema central, y se supone que es la avanzada intelectual. Y en este tema era relacionada
con el cuerpo humano, pero desde una perspectiva filosófica, citando a todos los autores de
moda norteamericanos, europeos, etc. Fíjense el nivel de los artículos., y siempre estaba el
tema del límite atrás. Uno de los artículos era un análisis de una mujer acerca de las revistas
pornográficas vigentes desde un punto de vista filosófico. En este artículo decía: las revistas
pornográficas más clásicas, en realidad, no son nada transgresoras. En realidad son una
especie de penetraciones culturales de la Iglesia Católica y del Papa, son aliadas del Papa.
Esto (estas revistas pornográficas de las que habla esta filósofa) no es revolucionario
filosóficamente, porque en una revista donde está claramente diferenciado el rol del hombre
con respecto al rol de la mujer, y donde se muestran mujeres, en la medida de lo posible,
bellas, estéticas, femeninas, etc. Y eso no es más que la tradición occidental cristiana de
que hay límites, de que hay belleza, de que hay una primacía de la contemplación, de que lo
bello está por encima, de que el hombre no es la mujer, etc., decía esta autora. Eso no es
revolucionario, eso es ultraconservador, tradicionalista, de ultraderecha, este tipo de
revistas. En realidad, revistas que respetan la verdadera revolución filosófica actual,
postmoderna, tienen que ser revistas en las que no esté claro, por lo pronto, lo masculino y
lo femenino; que haya una mezcla indefinida, y que tampoco haya belleza sino que hayan
cosas desagradables. Porque ¿por qué son desagradables? Y esta mujer decía, al principio a
mí eso me producía náuseas, pero ¿por qué me producía náuseas? por mis prejuicios
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filosóficos tradicionales de que había límites, de que más allá del límite eso era malo, y
cosas por el estilo. Cuando yo pueda hacer esa revolución mental y ver que esos limites no
están, que el orden de las cosas, la estética, etc., es en realidad una idea reaccionaria, de
derecha, etc., voy a poder apreciar que esto es verdaderamente la verdad de la filosofía de
que no hay limites. Otro artículo era, insisto, citando autores contemporáneos, era sobre el
trasvestismo. Y decía que los travestis que nosotros podemos conocer acá, son ultra
conservadores, son una confirmación de las ideas tradicionales de la Iglesia y cosas por el
estilo, porque en todo caso son hombres que quieren ser mujeres, y que quieren ser lindas
mujeres. ¿Qué es verdaderamente un travesti revolucionario de acuerdo a esta perspectiva
filosófica? alguien que deje de ser hombre para no ser nada. Que no se sepa ya lo que es. Si
es claramente definido, y quiere ser mujer, eso ya es límite, y eso tiene que ser dejado de
lado. Y otro artículo, por ejemplo, era un estudio del por qué del rechazo, no sólo de la
Iglesia sino de tantos gobiernos e instituciones, a la clonación, y a la clonación humana en
particular. El motivo del rechazo, en el fondo es una tradición y un miedo a perder lo
individual. Si cada cosa es única e irrepetible, no se debe repetir precisamente porque sería
perder los límites y hacer que todo sea intercambiable. Ése es el motivo metafísico por el
cual la gente rechaza la clonación. Pero de acuerdo a las ideas actuales, donde ya no hay
límite, donde ya no hay orden, etc., la clonación más bien es una manifestación de eso y
hay que abrirse a eso, porque corresponde a estos principios. Ven que es un tema
fundamental a todo nivel. Es un tema que siempre está en juego más allá de lo técnico, el de
estas grandes constantes metafísicas. Por eso, analizando a un autor, si yo voy a descubrir
esas constantes metafisicas, siempre doy en el clavo de su intención más profunda.
Un par de cosas más para completar este tema de estas grandes constantes
metafísicas. El tema clave por el cual psicológicamente alguien opta por el inmanentismo, y
les había dicho que es el tema del mal y la libertad, se puede explicar de esta manera (me
detengo en esto porque es un tema clave en la filosofía moderna): Como una postura, como
una salida al tema filosófico al que todo autor se enfrentó es el tema del dualismo. Es un
tema que estuvo muy particularmente de relieve en la filosofía moderna. El tema del
dualismo es un tema clave y la respuesta que se le dé es lo que generalmente pone a un
autor dentro del realismo y del inmanentismo. ¿Qué sería el dualismo? Ustedes vieron que
la metafísica que estudiaron no es dualista. Los entes finitos están constituidos por dos
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principios que precisamente no son dos cosas, sino que forman una sola cosa. Porque todo
objeto está compuesto por un acto participado y una potencia participante que lo limita,
siempre hay para el pensamiento realista clásico esta composición y esta armonía. El
dualismo siempre es una cuestión que se presenta cuando yo dos principios que tienen que
estar en armonía los transformo en dos cosas cada una de las cuales tiene sus leyes propias,
que entran en conflicto con la otra, y siempre una domina a la otra. Por ejemplo, alma
contra cuerpo, voluntad contra afectividad, fe contra razón, estado contra individuo,
inteligencia contra sensibilidad. Son todos ejemplos de dualismo donde yo pongo dos
cosas, cada una con una legalidad independiente de la otra y que entra en conflicto con la
otra y trata de dominarla. Ese conflicto, ese intento de relacionar estas fuerzas que
aparentemente están en pugna, es un tema que se ha presentado en la mayoría de los
filósofos y al que se le han dado distintas respuestas. El tema es que el dualismo es siempre
una postura provisoria, porque siempre genera una tensión, y hay que tratar de resolverla de
alguna manera. Entonces, vamos a explicar lo esencial. ¿Cuáles son las salidas posibles del
dualismo? En el dualismo siempre hay un principio que domina al otro, y es todo este tema
de la represión, del límite artificial, de que el límite no es plenitud, eso es el dualismo.
Entonces pasa que como el dualismo es un estado de tensión, de equilibrio inestable,
siempre pide una salida, y en la historia se han visto precisamente, distintas salidas del
dualismo. Siempre en las salidas del dualismo hay dos etapas, y una segunda a su vez que
puede tener dos posibilidades.
Cuando uno tiene límites que son artificiales, represivos, etc., cuando yo me libero
de esos límites siempre hay un primer momento optimista, porque por fin me saqué este
peso de encima. Vieron que es como el primer momento de una revolución. En una
revolución siempre hay un primer momento de euforia, nos liberamos de estos límites que
nos dominan. O una persona en su vida personal, supónganse muy escrupulosa, muy
estructurada, que de repente dice que bueno, yo mando estos limites al diablo, me libero,
empiezo a respirar, basta de represión. Ahora ¿qué pasa? Eso es un primer momento
negativo. Lo único que dice es yo me liberé de esos límites que yo veía como artificiales y
como represivos. Es simplemente un sacar algo, pero no te dice lo positivo que es qué se
pone ahí. Pero ¿qué pasa en la salida del día después, qué pasa al día siguiente? Fíjense que
aquí hay dos posibilidades de respuestas a este dualismo. Una es la que podemos llamar
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inmanentista, y otra que es la realista. Una de las posibilidades es, habiendo sacado,
habiéndome liberado yo de todo límite artificial, me libero de todo límite. O sea, no sólo
me libero de los límites artificiales, si no de la posibilidad de todo limite, aún de los límites
naturales. Esa sería la postura inmanentista, monista metafísicamente. Donde si ya no hay
límites, tampoco naturales, todo es lo mismo. Eso es lo que le pasa a tanta gente que cae en
el inmoralismo. Vivió una moral represiva, donde todo lo veía como pecado, se liberó
pensando “¡qué grandes placeres voy a tener!”, y que cuando cayó en el inmoralismo y ya
empezó a no querer nada porque todo le era lo mismo, descubrió con gran pesimismo que
ahora no puede querer nada. Antes le parecía que no podía querer nada por reprimido, y
ahora le parece que no puede querer nada por liberado. Porque precisamente hay
coincidencia en el fondo metafísico de ambas actitudes. Algo así como si yo, políticamente,
supónganse, me libero de limites represivos, etc., para querer dejar de lado todo limite, en
una sociedad donde no hay ningún tipo de limite natural de ningún tipo es una sociedad
totalitaria. Porque no hay nada que pueda resistir a la ley del más fuerte. Yo me acuerdo de
otra novela de Dostoyevski muy famosa, Los demonios o Los endemoniados, hay un
revolucionario intelectual que les propone a los otros revolucionarios su doctrina y dice
“Tenemos que liberar de esta opresión del zar” y cosas por el estilo, necesitamos liberarnos,
dice, pero la única posibilidad de liberarnos es perder totalmente la libertad, porque apenas
nos hayamos liberado de todos los límites, tenemos que poner un gobierno fuertemente
totalitario, es la única posibilidad, porque sin límites, todo orden que tengamos que poner
va a ser un orden artificial, y como artificial, siempre violento y siempre represivo.
Entonces, es la salida inmoralista. Es lo que sucede con todas las novelas románticas del
siglo XVII y XVIII. Ven que ustedes pueden hacer, paralelamente a una historia más
técnica de los autores, una historia cultural, de la literatura que hay por atrás, etc. En las
novelas del siglo XVII y XVIII siempre hay por detrás, y lo mismo en los filósofos, en
muchos autores hay un acentuar este dualismo represivo. Ahora, ¿cómo se sale de eso? En
general ¿cuál es la trama de las novelas románticas? Como es imposible la realización en
lo finito, la salida es disolvernos en el todo. Como en el joven Werther de Goethe. El amor
por una mujer que a su vez no puede querer porque está casada, y se mata diciendo “nos
encontramos en el infinito y disueltos en el todo”. Entonces, rechazando el límite porque el
límite me reprime y no nos podemos realizar, perdemos todo límite. Entonces, por eso,
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después de una filosofía como la de Kant, represiva, etc., aparece Hegel, el monista. Por
eso este tema del límite es importantísimo de tener en cuenta, y la salida de ese dualismo.
Por otro lado. Para el inmanentista hay que narcotizar la inteligencia, que no se dé
cuenta de la terrible realidad. Eso es lo que dicen gran parte de los inmanentistas. En el
diálogo de los hermanos Karamazov que mencionamos, el hermano ateo dice algo a cuento
de esto. Le dice: ”para explicarte lo que yo quiero decir te voy a contar un cuento”. Es uno
de los pasajes más famosos de la literatura universal. Es la leyenda del Gran Inquisidor. Se
trata de que en el siglo XVI, el siglo del dominio de España, de Carlos V y después de
Felipe II. En plena época de la inquisición, de repente, por las calles de Sevilla aparece
Jesucristo nuevamente caminando. Entonces la gente empieza a acercarse a Él, atraída por
su bondad, por su inteligencia, y se empiezan a dar cuenta que algo dimana de Él, y que
realmente es Cristo que ha bajado de nuevo a la tierra. Entonces en medio de ese
entusiasmo creciente de la gente en torno a Cristo, de repente aparece una figura sombría y
todos se callan como por un miedo ya aprendido en el pasado, que es la figura severa del
gran Inquisidor que interviene, el Inquisidor supremo. Entonces, con un gesto nomás dice
que lo prendan, que encarcelen a Jesucristo. Lo llevan a la cárcel y se entrevistan. Entonces
el gran Inquisidor le dice “¿A qué viniste a molestarnos de nuevo, haciendo que la gente
piense, que se crea libre, que se crea digna, que se piense que tiene un cielo?. Vos estás
arruinando todo, y querés hacer infeliz a la gente. Porque en realidad el gran Inquisidor
tenía esta idea inmanentista, monista, de que la vida es terrible porque el mal es la finitud, y
cada hombre esta hecho para destruirse en el todo, no tiene felicidad. Y cualquiera que lo
despierte lo va a hacer consciente de esa terrible verdad, y además no es ninguna liberación
esto, es la terrible consciencia de la esclavitud. Entonces el gran Inquisidor dice “Nosotros,
los grandes dirigentes del mundo, tenemos que cargar sobre nuestras espaldas este terrible
secreto. Esto es lo que ha hecho la Iglesia después de vos. Vos dejaste este mensaje de gran
infelicidad, de hacer consciente a la gente de esto que es terrible. Nosotros, de a poco, le
sacamos a la gente esta idea tan espantosa y empezamos a dominarla, la empezamos a
infantilizar, le empezamos a decir que nos pida permiso para hacer esto y para hacer lo otro,
que cuando haga tal cosa nosotros le tenemos que perdonar y si no no, le dimos diversión,
le dimos fiestas, y entonces así la gente pasa por la vida sin pensar y pasa por la vida feliz.
¿A costa de qué? Del sacrificio de unos pocos, que somos nosotros, que somos los que
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conocemos esto terrible. Entonces, si vos ahora venís a despertarlos, arruinás todo y vas a
hacer infelices a todos”. Entonces para el inmanentista siempre hubo como un orgullo de
ser lúcido, de ser consciente, pero al mismo tiempo ningún inmanentista dijo que esto es la
felicidad, esto es la liberación o cosas por el estilo. Siempre han dicho esto es espantoso,
esto es terrible. Y esto siempre me hace acordar a una obra notable de la literatura española,
de un literato filósofo que es Miguel de Unamuno, se llama San Manuel Bueno, mártir. Es
una novela corta. Se trata de un pueblito español en el que se destaca como la figura
principal del pueblo un sacerdote, Don Manuel Bueno, que para todos indudablemente es
un santo. Vive ayudando a todos, predicando, con una ortodoxia muy firme y muy
profunda, ayudando a la gente a todo nivel, aún material, trabajando junto con ellos, con un
ejemplo de vida intachable, con una moralidad a toda prueba, sin descansar, siempre
desviviéndose por el bien de todos, un santo seguramente. Y a ese pueblito llega también
un personaje, un muchacho que se había ido a estudiar a la ciudad derecho, y volvió con las
ideas progresistas, racionalistas, ateas, de moda en el momento. Pero también sobrepasaba
la mediocridad intelectual de este pueblo. Entonces en seguida en el pueblo se vio la
oposición de estas dos grandes figuras, este cura de ideas retrógradas para el ateo, y este
ateo intelectual que había estudiado en la ciudad. Entonces el encuentro se produce, y todos
esperan y confían en que el santo de su pueblo lo iría a convertir. Y sucede que
efectivamente lo convierte. Este hombre descubre esa santidad, vuelve a comulgar, y se
convierte en la mano derecha de Manuel Bueno, ayuda a todo el mundo también, con una
especie de heroísmo sin igual, sin descansar. Ahora, ¿qué termina sabiendo sobre todo un
personaje, que es el que relata el cuento, al final de la novela? Que Manuel Bueno, el cura,
en realidad es ateo. Que no cree, que ve lo terrible que es eso, la ausencia de libertad
implica la esclavitud, que el mal es la finitud, etc. Él dice “¿Cuál es el único pecado? El
haber nacido”. Y entonces pasa que como ve que todo eso es terrible, se desvive porque los
demás crean. Porque se da cuenta de que la única manera de hacer soportable la vida es
creer, y entonces precisamente no pensar y no ver con profundidad lo que sucede. Entonces
no quiere descansar un momento, también porque él no quiere pensar, no puede pensar, y
toda su vida fue una huida del suicidio. Entonces, se desvive en un activismo para no
pensar y para hacer que los demás no piensen. Entonces les da preceptos escritos, los hace
trabajar, les da los consuelos de la religión, etc., precisamente para que nadie piense. Y la
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conversión, en realidad, de este hombre que llegó, es una conversión a esa idea, es una
conversión interior precisamente al mismo ateísmo. Porque en un primer momento éste que
viene con todo el optimismo y la petulancia de la ciudad tiene el ateísmo o el monismo
como en este primer momento optimista superficial. Pero después se da cuenta que la
postura mas coherente es la del cura. Que eso es trágico. O se suicida, o cargan los dos,
como nuevos cristos, con la verdad terrible y ayudan a que los demás no acaben con ella.
Entonces en eso para mí es una novela interesantísima y que precisamente descubre eso,
que es una visión superficial pensar esto de la liberación de que todo está permitido y cosas
por el estilo. Es precisamente todo lo contrario. Por eso me parece profundo decir que se
trata entonces de no pensar, de no ver, porque la realidad es insoportable. Hay que huir de
ella. Hay todo una serie de autores contemporáneos que hablan de lo que es la psicología de
la huida. Que quien sabe que la realidad es así de terrible, tiene la psicología del que huye.
La psicología del que huye es la del fugitivo, en cualquier lugar no estoy a gusto, siempre
es provisorio, y tarde o temprano me van a atrapar. Filosóficamente significa que nada me
satisface, en nada estoy a gusto, y tarde o temprano me voy a despertar y voy a ver que la
realidad es insoportable. Entonces lo único que puedo hacer en mi vida es escaparme de
cualquier manera posible. Eso por ejemplo lo van a ver en lo que dice Voltaire. El dice, nos
tenemos que escapar en el activismo, en esto o lo otro, porque no se puede soportar la
realidad tal cual es.
Hay otro ateo que es el ateo cínico, y hay muchos así en la literatura. Que piensa
que todo es una porquería, y precisamente actúa de esa manera. Que todo sea una porquería
y que nadie vale. También está esta posibilidad. El tema es que como siempre el
inmanentismo es una postura secundaria, es siempre un haber negado el realismo, en parte
o totalmente. Recuerdan que decíamos que la postura espontánea es el realismo y el
inmanentismo es una actitud refleja posterior. Como dice Spinoza, el inmanentista de niño
es contemplativo, entonces después tengo que dejar esa postura infantil, tengo que rechazar
ese asombro imbécil que tiene la gente y pasar a esta postura secundaria. Ahora, lo que
ocurre es que en esa secundariedad, en ese rechazo de lo que yo espotáneamente creía,
necesariamente se produce lo que clásicamente en filosofía se llama nostalgia. Siempre hay
algo de nostalgia. Recuerdan que la palabra nostalgia proviene de nosteo, volver, y de algós
dolor (como analgésico). Entonces nostalgia es el dolor de la vuelta, o el dolor de no poder
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volver. Entonces siempre, como lo primero querido y lo único que se puede querer son esas
constantes realistas, eso que hay límites, que yo contemplaba la realidad, y cosas por el
estilo, en el inmanentismo siempre se siente una cierta nostalgia. Una nostalgia por aquello
que yo creía. Vieron que hay grandes autores ateos que dicen “cómo recuerdo cuando yo
era niño y creía en esas cosas, pero ya no las puedo creer, pero qué bien que me sentía en
ese momento”. Por eso queda, aunque yo diga eso no existe, queda como un cierto aprecio
en algunos y en otros no, y eso se explica, creo, de esta manera, por esa nostalgia. Fíjense
que ese tema de la nostalgia es tipico y clásico de la filosofía realista. Es el tema de la
filosofía clásica del viaje. Recuerdan que el modelo clásico del viaje era el de Ulises, que
iba a pelear a Troya y después pasaba mil aventuras, pero ¿por qué eran un paso adelante
cada una de las aventuras por las que atravesaba Ulises? Porque cada una de ellas era un
paso hacia volver a Ítaca que era el punto de partida. Porque van a ver que ese tema del
progreso cuando lo veamos en el s. XVIII en la filosofía iluminista es un tema fundamental.
El tema del progresismo. Clásicamente, en el progreso, y el avance, yo parto de un punto de
partida y doy una vuelta y vuelvo al punto de partida. ¿Qué es avanzar? Volver al punto de
partida. Yo progreso con respecto a mí mismo. Si no hay un punto de referencia que soy yo
mismo, no progreso. Eso es lo que pasa en las críticas al iluminismo. Los iluministas
hablan mucho del progreso, pero si no hay un punto de referencia con respecto a todo eso
¿por qué yo digo que un momento es mejor al anterior? Y por eso es que los postmodernos
actuales hablan del fin de la historia, que todo es la misma porquería y que el progreso es
un mito. Por eso esto de que el viaje clásico es volver al punto de partida. Encontrarme con
mí mismo. ¿Qué es viajar? ¿Cuál es el sentido clásico del viajar? Que en la medida en que
yo me abro a lo otro me encuentro cada vez más conmigo mismo y valoro más lo propio.
Es algo enriquecido, con más poder de querer lo propio y por eso yo progreso. ¿Cuál es el
sentido del viaje inmanentista y que es todo un tema en filosofía? Yo me voy perdiendo en
la multiplicidad y cada vez valoro menos nada porque ya todo da lo mismo en esa
diversidad. Uds vieron que hay un Ulises de este autor contemporáneo irlandés, James
Joyce, es una de las obras más famosas de la literatura del s XX. En el libro el autor sale de
un punto de partida, y cada vez va haciendo más cosas, se va dispersando mentalmente, va
contando más cosas sin ninguna unidad, hasta que queda en la absoluta diversidad. Hay una
Odisea, por ejemplo, de un autor griego muy bueno, de fondo inmanentista que se llama
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Kazantzakis que termina la Odisea después de las mil aventuras y peripecias de Ulises,
Ulises parado en la proa de su barco termina diciendo “en ese momento, después de todas
las aventuras en las que yo pensaba que avanzaba, etc., adquirí una certeza trágica: que
Ítaca no existe, que yo no voy hacia ningún lado”, que no hay ningún fin, que no hay
ningún límite, nada que yo quiera y con lo que me voy a poder reencontrar sino que me
disuelvo en el todo.” Es la postura monista. Entonces, el tema de la nostalgia, de volver a lo
propio, es un tema también clave. Este tema de disfrazarse en lo múltiple que no tiene
sentido y de progresar como vuelta a lo propio es un tema que aparece, van a ver, en gran
parte de los autores que vamos a ver este año, particularmente a partir del siglo XVIII. El s.
XVIII está lleno de libros de viajes, se pone de moda el tema de los libros de viajes y en
general con ese sentido inmanentista de perderse en lo múltiple. Por ejemplo, libro famoso
de viajes en un sentido inmanentista, libro terrible, pesimista en grado máximo es Los
viajes de Guliver, de Johnathan Swift. En general se dice que es un libro para niños porque
se entresacan algunas cosas, es un libro de un pesimismo y una amargura terribles. Por el
sentido de los libros de viajes es que yo empiezo a comparar otras culturas con la mía, y la
mía con otras, y empiezo a ver que todo da lo mismo, que no eran las cosas tan seguras
como yo pensaba. Porque son mis mismas cosas en otro contexto y veo que lo que yo
consideraba que era seguro en realidad era ridículo, entonces los viajes, en este sentido
inmanentista, me llevan a relativizar todo, que todo sea lo mismo y no haya límites. Un
ejemplo de los viajes de Gulliver es el viaje que hace Gulliver a Liliput, esa tierra donde
todos son pequeñitos. Y hay allí una guerra entre Liliput y Blefuscu, que son vecinos, en la
que interviene Gulliver porque éstos se matan, se masacran, y cosas por el estilo. Y el
motivo por el cual se peleaban era por cuál era el lado por el cual había que cascar los
huevos, si el lado más finito o la base. Una cosa absurda, y estos hombrecitos miserables se
asesinan, corre la sangre. “¡Qué absurdo!” decía Gulliver, pero enseguida reflexiona un
poquito y dice “bueno, absurdo, pero yo vengo de Europa donde la gente se mata por si el
pan es pan o no es pan” (Guerras de religión). Entonces ven que en otro contexto de esos
seres ridículos él relativiza todo, lo nuestro es absurdo. Y a su vez se compara, en éste
como en otros tantos libros de viajes, con otras culturas que aparentemente son ridiculas
pero son superiores a las nuestras. Saben que el último viaje de Gulliver es a un reino donde
hay unos seres nobilísimos, perfectos, sin ningún tipo de bajeza moral, que son con forma
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de caballo, son caballos. Y hay unos seres despreciables, innobles, con todo tipo de vicios,
que andan sobre dos patas, que son hombres. Entonces son repugnantes, con todo tipo de
malicia ya esencial. Y Gulliver precisamente empieza a hacer la comparación entre los dos
mundos. Y ve que precisamente todo lo que él consideraba los grandes ideales de su
cultura, en el fondo era una hipocresía que era pura bajeza. Entonces cuando él vuelve del
viaje no puede vivir con la familia, quiere vivir encerrado en un establo con los caballos,
etc. Los viajes lo ayudaron entonces a descubrir ese perderse en el todo y que nada
entonces tenga valor. Voltaire escribe todo tipo de libros de viajes. En Micromegas escribe
sobre un viaje intergaláctico. El gigante Micromegas viene a este planeta y se encuentra en
una gotita de agua con un ser minúsculo, que en el fondo es un navío, que a su vez tiene
seres más minúsculos que son hombres. Y justamente los que viajaban en ese barco eran
filósofos. Y cada uno empieza a decir sus ideas. Y va ridiculizando a todas, hasta que el
más ridículo de todos los filósofos es un hombrecito que tiene un bonete y habla con voz
chillona, y es un filósofo tomista, y le dice el ridículo este con una especie de megáfono, le
dice al gigante Micromegas que la verdad más profunda es que todo el universo está hecho
para los hombres. Y los hombres son esos gusanitos. Y entonces el gigante termina el
cuento con una especie de carcajada de los dioses que se escuchó en todo el universo por
las pretensiones de ese insecto miserable que se atrevía a decir semejantes estupideces.
Entonces, el libro de viajes como pérdida de todo punto de referencia y de todo limite.
Entonces, lo último que vimos es que este tema del dualismo es un tema clave,
porque una posibilidad era rechazar entonces todo límite artificial y junto con eso todo
límite natural. O ¿cuál sería la posibilidad realista ahí? Sacudirme de los límites artificiales
pero para redescubrir los límites naturales. Rechazar los artificiales represivos para
entonces redescubrir los naturales. Entonces esa no sería precisamente una salida monista o
panteísta. Van a ver ustedes que hay autores en la filosofía moderna que trascienden ese
dualismo, esa limitación, y pretenden volver a la idea de limites naturales, de la esencia de
las cosas, etc.
Cualquier relista en el fondo, en su vida ha tenido que distinguir entre lo que es
límite represivo y lo que es límite natural. Entonces, en todo realista una respuesta a ese
tema está.
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martes 11-4
Hasta ahora habíamos visto el tema de las grandes constantes metafísicas como pto
de vista propuesto para la lectura de los autores. Esto puede verse no sólo a través de la
historia de la filosofía sino a través de la historia de la literatura, que corre paralelamente.
Por ejemplo, una obra que es de las primeras novelas psicológicas, o para muchos la
primera, al menos de las modernas, es una obra del siglo XVII de Madame de Lafayette que
se llama La princesa de Clèves. Es la historia de un amor imposible de Madame de Clèves,
casada a su vez con el Señor de Clèves, un señor impecable, muy noble, etc., pero le
empieza a atraer y empieza a ser atraída “inconscientemente”, por un señor que es una
especie de playboy de la época. Ella no quiere saber nada con eso, pero, inconscientemente,
cada vez es más atraída por él, y ella lo niega totalmente. Hasta el marido, que cree ver algo
en un gesto de ella, le reprocha amargamente su traición. Ella le dice que no, que no tiene
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nada que ver, y le dice: “-esto es algo que no tiene nada que ver conmigo”, esa especie de
pasión inconsciente por este hombre; “si de mí hubiera dependido, yo solamente te querría
a vos”. Entonces, fíjense dos elementos por lo pronto: esto de que el amor con su marido
era imposible, el tema de la imposibilidad de lo finito, como en esas novelas que son
trágicas porque lo finito no puede ser pleno. Y el dualismo: si de mí hubiera dependido lo
que yo pienso y lo que yo quiero, y hubiese sido mi voluntad, es una cosa; esta pasión
inconsciente es otra. Entonces ven ese dualismo entre dos cosas, cada una con sus leyes
propias. Entonces el marido de esta mujer termina muriendo de pena, aunque, fíjense,
aparentemente no tiene ninguna culpa, pues si no se hubiera acercado el otro hombre estaría
libre. Pero el otro hombre se acerca y le dice que no, que ella va a seguir la virtud más
rígida, que se va a oponer a la pasión, y él le pide aunque sea una entrevista en la que
aunque sea le declare su amor y ella le dice que sí, que no va a traicionar nada con él, que
va a quedarse encerrada en un convento hasta el fin de la vida, pero que aunque sea por una
vez le va a decir que sí, que lo entiende y que su amor va a ser eterno. Entonces, no sé si
ven que es imposible de realizar algo finito, pero no pasa nada, es decir, no es la salida
inmoralista, pero es otro tipo de salida monista. “Nuestro amor va a ser eterno” significa:
nada, porque no es nada personal sino una especie de salida que preanuncia esas salidas
románticas que son del siglo siguiente, o del otro, donde empiezan a haber suicidios, donde
los dos se funden en el todo, etc. Es muy interesante este tema y habría que estudiarlo
detenidamente viendo los detalles dualistas, los anuncios de salidas monistas, etc. Es una
cosa que avanza un tiempo después y si uno lee las obras románticas o pre-románticas, por
ejemplo el Werther de Goethe, y ve como este hombre con un amor imposible termina
suicidándose, etc.. Ya es otra cosa. Pero en todos los casos es la imposibilidad de lo finito y
la disolución en el todo. Por eso esto (este tema) es un elemento común en toda la filosofía.
Sobre qué relación hay entre la literatura y la filosofía: En historia, obviamente, una
conexión fija o una ley universal y necesaria no se puede hacer porque depende de la visión
de cada autor, de la libertad propia. Ahora, que hay cierto planteo en común, y cierto
ambiente cultural que obviamente refleja temas similares y preocupaciones similares, yo
creo que es indudable. Entonces, ¿en qué favorece el estudio de la literatura o de otro tipo
de manifestaciones culturales artísticas? Primero, que sitúa más a la filo en su ambiente
histórico que como hemos dicho es indispensable. Esa temporalidad necesariamente hay
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que utilizarla, y una mentalidad atemporal en filo sería una visión racionalista. Y segundo,
que a veces ciertos temas permiten verlos más allá de los planteos técnicos que a veces se
dan en filo. Es decir, si bien la técnica me ayuda a manifestar las ideas y las intuiciones
profundas, en algún caso puede la técnica puede limitar. Entonces a veces un contacto con
la literatura permite aclarar ciertos temas de manera no técnica.
¿Por qué motivo una obra literaria no es filosófica? Por lo pronto, la intención de la
obra literaria es otra. Hay obras literarias que tienen propiamente una intuicion filosófica.
Entonces estrictamente se estudian como tales, como obras de Voltarie por ejemplo. Pero
en general, en tanto el objetivo es ése, esas obras no son tan literarias. Otra cosa es el
contenido filosófico implícito a toda manifestación humana, y no solamente en obras
literarias sino en otro tipo de obras de arte, etc. Entonces en ese caso merece ser estudiado.
Ahora, obviamente, toda la tarea histórica de una selección, selecciona primordialmente lo
más propiamente filo. Y lo otro, como aclaraciones, complementos, etc. Pero insito, no hay
que dejarlas de lado.
Síntesis
1. Realismo
Hay Dios y es trascendente. En el mundo hay entes finitos. La finitud está
tensionada por la realización de su propia esencia. Una esencia que está ordenada al ser.
Porque el ser significa plenitud, permanecer en sus propios límites es bueno. Hay entonces
un lugar para lo finito y más allá de él existe el Infinito. Hay participación y creación por
la cual los seres finitos reciben el ser y los hacen distintos. Ahora bien, si cada cosa tiene
una esencia propia, querida por el Creador y por lo tanto intrínsecamente buena, el mal es la
ausencia de un bien debido. Esto es, falta de plenitud en el ser que tiene capacidad para
alcanzar el bien. El origen del mal es moral, el libre albedrío.
2. Inmanentismo
Hay un Dios inmanente, esto es panteísmo. Todo es Dios y nada hay fuera de él. No
hay entes finitos, puesto que todo es infinito. Tampoco hay esencias fuera de Dios ni, por lo
tanto, orden entre ellas. Los principios morales, que no pueden surgir de la esencia de cada
cosa puesto que no la tienen, necesariamente deben venir de fuera, deben ser extrínsecos.
Porque las cosas particulares no tienen valor, no hay bien en ellas. Y si no hay bien en el
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ser, el mal es ontológico, necesario. Es algo que no cambia. Y tiene su raíz en la finitud. Lo
finito y lo finito se invaden mutuamente. "Mors tua, vita mea", diría el todo. No obran los
individuos sino el todo.
3. Nociones características
Por lo tanto podemos señalar las nociones características de ambas posturas:
1. Si me encuentro en una teoría con entes finitos que son determinados, que hay un orden,
hay dignidad en las sustancias particulares, me encuentro ante una postura realista.
2. Si por el contrario, un autor me habla de la totalidad, de que no hay distinción entre los
seres particulares, que el mal es en cierta manera ontológico, por lo tanto no se deja lugar
para la libertad, me encuentro con una posición inmanentista.
Traducido a escuelas
filosóficas concretas
Realismo Inmanentismo
(participación)
Aristotelismo ----- Empirismo. Nominalismo. Escepticismo.
(sust. part.)