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Las grandes lecciones de la naturaleza

Roberto Quass Weppen, director del Cenapred, asegura que los embates de los huracanes ´Emily´,
´Stan´ y ´Wilma´, y del tsunami de Indonesia, sensibilizaron a los mexicanos sobre la exposición a los
riesgos y la responsabilidad de la sociedad ante esos fenómenos
El repliegue de millones de personas en sólo cuestión de horas, para ponerlas a salvo de la furia
de la naturaleza, figura en las grandes lecciones que dejó a México y a muchas naciones pobres y
ricas el 2005, que fue uno de los años de mayor actividad ciclónica en el océano Atlántico.

Para los servicios meteorológicos, la actividad que registró el golfo de México y el sudeste de Asia,
fue de las más intensas de las últimas décadas, y dejó una secuela de duelo en ciudades, varias de
las cuales prácticamente quedaron arrasadas por el viento y la lluvia.

El director del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), Roberto Quass Weppen,
previene sobre otras lecciones que dejó la estela de huracanes de categorías 4 y 5 de la escala de
Saffir Simpson: "La exposición (a la fuerza de la naturaleza) es cada vez mayor, porque (como
nación) estamos en proceso de crecimiento y expansión física".

Cabe señalar que los embates de los huracanes se resintieron en zonas de alto crecimiento
poblacional y económico, como la región de la Riviera Maya, así como Cancún, cuya importancia
económica nacional quedó demostrada al paso de los meteoros Emily y Wilma.

Quass Weppen, en entrevista con EL UNIVERSAL, evalúa los retos que presentaron los huracanes
Emily, Stan y Wilma, así como las lecciones que dejó para los mexicanos la devastación del tsunami
de Indonesia, de diciembre del 2004, y el golpe de los meteoros Katrina y Rita, en las costas
estadounidenses del golfo de México.

El responsable de aportar a México diagnósticos, información y prevenciones de catástrofes naturales


asegura que el tsunami "nos sensibilizó a los mexicanos sobre la exposición a los riesgos y la
responsabilidad de los sectores de la sociedad ante los fenómenos naturales".

Científico dedicado al estudio de los desastres naturales, Quass Weppen viajó a Banda Aceh,
Indonesia, donde la catástrofe cobró tintes dantescos, y de la observación en el teatro de la
devastación, trajo para México una serie de notas técnicas que serán útiles en el diseño de normas
de prevención de daños.

El mérito de salvar personas

A manera de crónica de la catástrofe que significó el 2005, Roberto Quass Weppen reporta que el año
que terminó, por sus huracanes y lluvias, afectó como pocas veces el Caribe y el sur y sureste de
Estados Unidos.

Emily, dice el experto, mostró la bondad del Sistema de Alerta Temprana de Huracanes Tropicales,
que permitió el poner a salvo a cientos de miles de personas en México y lograr un registro de "saldo
blanco".

La oficina para Desastres Naturales de la ONU emitió un reconocimiento a México, por la forma en
que se organizó a la población civil para ponerse a salvo y sortear las horas del embate de Emily en
las zonas pobladas.

Al paso de ese meteoro, la prevención del desastre, la puesta a salvo de la gente, "nos dejó a todos
satisfechos", asevera el especialista, ya que además de la protección de vidas humanas, posibilitó
una recuperación rápida de actividades en Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco, norte de
Veracruz, Tamaulipas, Nuevo León. Incluso hubo impactos en Coahuila y Durango.
Stan, que ha sido llamado huracán, realmente fue una tormenta tropical, pero quedará en los anales
de los desastres naturales, porque causó una de las devastaciones más extensas y dolorosas de las
que tenga memoria el sur del país.

Pasó Stan por Veracruz y dejó daños, no por sus vientos, sino por su cantidad de lluvia, lo que
desencadenó una secuela de destrucción a causa de escurrimientos e inundaciones, que se
sucedieron en Puebla y Oaxaca.

Fue el diluvio sobre Chiapas. Y ello explica los briosos ríos que salieron de sus cauces, y arrasaron
con puentes, tramos carreteros, diques, edificaciones y colonias habitacionales, las cuales quedaron
sepultadas en toneladas de lodo que bajó de las montañas. El golpe amplió sus daños en Hidalgo y
Tabasco, aunque en menor cuantía, y con ello la sociedad de las distintas regiones del país,
comprendió a cabalidad la importancia de sus sistemas preventivos locales.

La aproximación de Wilma, "encontró a una sociedad muy bien preparada", que enfrentó uno de los
embates más largos en su duración y fuertes en vientos y peligrosos por su lluvia.

Las imágenes de la destrucción tienen una lectura para el experto que ha recorrido decenas de
escenarios de catástrofes: En la Riviera Maya las construcciones no tienen una estructura adecuada
ante los vientos. Después de Wilma, no se debe volver a construir en esa zona con amplias
libertades, como fue hasta la fecha.

Evacuación desesperada

Por lo que respecta a los meteoros que marcaron la vida en el sur de EU -Katrina y Rita-, causaron
después del desastre natural, como consecuencia una segunda ola de daños por la ruptura de diques
y por el flujo de evacuados con problemas de seguridad en el transporte.

De Katrina, el experto resaltó: "el estado de desesperación y de emergencia" que hubo al tiempo que
se realizaban las operaciones de evacuación de cientos de miles de personas. En ello hubo un pago
de daños. El paso de Rita fue esperado con medidas de prevención y pegó por un punto inesperado
-Galveston, Texas- cuando se le esperaba en Houston.

La tragedia de Nueva Orleáns, y lo que se vio después del golpe de Rita, mostraron que "los
huracanes pueden tener efectos en infraestructuras débiles urbanas (como en Chiapas y Yucatán),
pero también en las de mejor calidad, en un país con toda la tecnología y recursos posibles".

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