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Martín Russo*
En este caso el contrato deviene en formal relativo, ello porque no existe sanción de nulidad
para el supuesto de haber omitido el instrumento público de enajenación, generándose la
obligación (para ambas partes) de otorgarlo, receptada en el artículo 1018 del nuevo
ordenamiento legal.
Pero no en todas las hipótesis las condiciones para acceder a la escritura están dadas
(generalmente porque la mayoría de los trámites previos no se encuentran cumplidos) y, por
ello, las partes frecuentemente recurren a la confección de un instrumento privado
perfectamente válido, que le confiere a la operación firmeza y seguridad, se trata del
denominado boleto de compraventa.
Este instrumento privado constituye una creación cultural de larga data, empleado diariamente
en el ámbito de los negocios (no solamente inmobiliarios) por el que las partes de un contrato
de compraventa regulan y dotan de mayor seguridad a las obligaciones que recíprocamente
asumen, dotándolas de certidumbre y seguridad, permitiéndoles avanzar en el marco de una
negociación, que por su complejidad y circunstancias particulares puedan dar lugar a una
dilación en el tiempo, erigiéndose en una herramienta legal de equilibrio entre los intereses de
ambas partes contratantes de innegable trascendencia social.
Por medio del boleto de compraventa se concreta el contrato, fuente creadora de derechos y
obligaciones en reciprocidad, habida cuenta su carácter bilateral. Así, la parte vendedora tendrá
el derecho a percibir el precio y su obligación será la de entregar la cosa objeto del contrato,
mientras que la parte compradora tendrá derecho a recibirla, quedando a su cargo la obligación
de pagar el precio.
Cabe advertir que el boleto de compraventa inmobiliaria no transmite ningún derecho real sobre
de la cosa, sólo es fuente creadora de derechos y obligaciones recíprocas entre las partes, y aún
estamos en el ámbito de los derechos personales. El derecho real con todo el reconocimiento
legal que conlleva y sus notas distintivas principales y que hacen a su exclusividad, perpetuidad
y carácter absoluto tratése de dominio, condominio, o cuando se transfiere un inmueble bajo el
régimen de propiedad horizontal o conjunto inmobiliario, nacerá con el otorgamiento de la
escritura (título suficiente) y con la entrega de la posesión (modo suficiente).
El Código Civil derogado no contenía una normativa expresa acerca del boleto de compraventa,
siendo el mismo un fenómeno emergente de la práctica negocial, que tuvo tratamiento
doctrinario y jurisprudencial.
Recién en el año 1968 con la sanción de la ley 17.711, se incorporan al código una serie de
modificaciones que dieron cierto grado de reconocimiento al boleto de compraventa, aunque
alguna de ellas no se referían precisamente a este instrumento pero no podían dejar de tenerse
en consideración dada su aplicabilidad. Así, se modifica el artículo 1184, eliminando la sanción
de nulidad para los contratos que debiendo celebrarse bajo escritura pública no lo fueran,
pasando de una forma solemne absoluta a una relativa. La escritura queda entonces como una
obligación de hacer que las partes asumen dando lugar a la conversión del negocio, es decir,
nace la obligación de otorgar la escritura pública como título suficiente para la adquisición de
dominio (doctrina de los artículos 1185 y 1187 del Código Civil). Se introdujo el artículo 1185 bis
al cuerpo legal, que establecía la oponibilidad del boleto de compraventa inmobiliaria, otorgado
a favor de un adquirente de buena fe, al concurso o quiebra del vendedor si se hubiera abonado
el 25% del precio (hoy receptado por el artículo 1171 del Código Civil y Comercial de la Nación).
Por último, se agrega al artículo 2355 un último párrafo, que reputaba legítima la adquisición de
la posesión de inmuebles de buena fe, mediando boleto de compraventa, dando lugar a criterios
disímiles de interpretación en cuanto a la legitimidad o ilegitimidad de la posesión del
adquirente por boleto.
Ubicamos el boleto de compraventa en el Código Civil y Comercial de la Nación en el Libro III, (de
los derechos personales) Título IV, (de los contratos en particular) Capítulo I, (compraventa,
sección octava). El artículo 1170 fija los requisitos que otorgan prioridad al adquirente y el
artículo 117 regula la oponibilidad del boleto al concurso o quiebra del vendedor.-
El Código Civil y Comercial no soluciona el debate histórico que tuvo lugar en el derecho
argentino sobre la controvertida naturaleza jurídica del boleto de compraventa, manteniéndose
las mismas discusiones sostenidas desde hace más de 50 años, con el agregado que ahora
quienes ven en el boleto un contrato preliminar discuten además si le es aplicable el plazo de
caducidad de los artículos 994 y 995 del Código Civil y Comercial. Este debate lejos de resolverse,
se ha revitalizado y previo a revisar brevemente las distintas teorías sobre la naturaleza del
boleto, dejaremos sentadas algunas consideraciones:
- Se mantiene la obligación de escriturar como obligación de hacer (artículo 1018 del Código Civil
y Comercial de la Nación).-
- El boleto de compraventa no constituye título suficiente para transmitir derechos reales sobre
inmuebles (artículo 1892 del Código Civil y Comercial de la Nación).-
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efectos y oponibilidad, dado que la que fuere de buena fe prevalece sobre la que fuere de mala
fe.
c) Naturaleza jurídica.-
i-Teoría del contrato definitivo: Un sector de la doctrina afirma que se trata de un contrato de
compraventa perfecto en sí mismo, en el que concurren todos los elementos propios del
contrato de compraventa y como tal es definitivo, pero no constituye un título al dominio, sino
la obligación de hacer o compromiso de otorgar la escritura traslativa de dominio, cuando como
en la especie, se trata de inmuebles.
Dentro de los principales autores que sostienen esta tesis encontramos a Morello, Borda, Salvat,
Etchegaray. El punto de divergencia entre ellos está dado en cuanto a la naturaleza de la
escritura, dado que Borda y Etchegaray (2) consideran que la escritura no es un requisito formal
del contrato de compraventa, sino que constituye título suficiente para la transmisión de un
derecho real; mientras que para Morello (3) en cambio, en el boleto se agota el íter de la
declaración de voluntad y el otorgamiento de la escritura no hace sino más que ejecutar el
contrato de compraventa.
ii-Teoría del contrato preliminar: Una segunda corriente de pensamiento, sostiene que el boleto
de compraventa es sólo un contrato preliminar por el cual las partes se han obligado a celebrar el
contrato de compraventa definitivo. Configura jurídicamente, no un contrato de compraventa,
sino una simple promesa o precontrato, que sólo da nacimiento o genera una obligación de
hacer, esto es, de otorgar la escritura pública traslativa de dominio. En consecuencia, la verda-
dera voluntad de las partes se expresa en la escritura pública. Esta posición considera que el
contrato de compraventa inmobiliaria encuadra en la categoría de los "solemnes" ya que la forma
exigida constituye un requisito de validez del acto, no pudiendo ser la escritura pública
sustituida por otra forma. Esta formalidad debe cumplirse aún cuando el juez sustituye la
voluntad de una de las partes ya que en este caso es él quien suscribe la escritura. Dentro de los
principales autores sostenedores de esta postura encontramos a López de Zavalía, Leiva
Fernández (4).-
Al igual que la doctrina, la jurisprudencia ha discrepado al respecto. Los fallos que consideran el
boleto como un verdadero contrato de compraventa hicieron hincapié en el carácter consensual
de este sinalagma y en la circunstancia de que para su perfeccionamiento como tal, no se exige
ni la entrega de la cosa ni el pago del precio, dejando en claro que su celebración bajo forma
privada no basta para la transferencia del dominio, dado que para ello es menester la tradición
del bien, la escrituración y la inscripción como requisito de oponibilidad. Empero, el boleto
reviste el carácter de instrumento suficiente para que quede consolidado como contrato, con
todas las implicancias que se derivan de esta categoría de actos, entre las cuales figura la
exigibilidad del cumplimiento de los recaudos para la transferencia del dominio(5). Por otro lado,
los fallos que niegan al boleto de compraventa la naturaleza de contrato concluido, entienden
que la escritura pública no es una mera cuestión de formalismo, sino que constituye una
condición de validez del acto (6).
e) Conclusión.
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En efecto, se entiende por contrato preliminar aquel por el cual las partes avanzan en algunas
cuestiones relativas a la negociación, pero no están celebrando el contrato definitivo.
Otro aspecto no menor y que permite descartar la tesis del contrato preliminar, lo encontramos
en materia concursal, particularmente en la etapa del período de sospecha. En este sentido, si
el codificador hubiera entendido que el boleto de compraventa es un contrato preliminar mal
hubiere pensado que venciendo al año, todavía aún así tuviera dos años más para que no entre
en período de sospecha, es decir, o entra en período de sospecha o no lo puedo ejercer por
vencimiento al año.
No cabe duda que el boleto de compraventa, encuadra en la definición de contrato del artículo
1123 del Código Civil y Comercial de la Nación y las obligaciones en él contenidas tienen plena
validez y vigencia, aunque las clausulas respectivas no se incorporen luego a la escritura, pues
algunas no son estipulaciones que hacen al título de propiedad y por tal motivo no se consignan
en el instrumento traslativo de dominio, pero interesan sí al contrato, ya que éste debe
cumplirse con arreglo a lo pactado.
El artículo 1170 del Código Civil y Comercial nos coloca en posición de ratificar al boleto como el
verdadero contrato, toda vez que hace referencia al inmueble vendido, y por ende una
interpretación distinta resultaría contradictoria.
En el boleto hay consentimiento, objeto y causa, precio y cosa, es decir, reúne tanto los
elementos esenciales para los contratos en general como aquellos presupuestos específicos para
que la compraventa como contrato quede concluida. Es el contrato definitivo que otorga el
derecho a ambas partes de exigir el cumplimiento de las obligaciones que surgen del mismo
desde el momento en que éste se formaliza.
Por último es dable destacar que tanto en las XXV Jornadas Nacionales de Derecho Civil (7),
como en las 39º Jornadas Notariales Bonaerenses (8) se concluyó que el boleto de compraventa
no es un contrato preliminar y, ello así, no le es aplicable el plazo de un año de los contratos
preliminares (doctrina del artículo 994 de la nueva regulación).
Así las cosas, cabe concluir que el boleto es el contrato de compraventa, que obliga al vendedor
a transmitir la propiedad de la cosa vendida, y para el caso de los inmuebles estos deben
transferirse mediante la forma legal impuesta para transmitir el dominio, es decir, el instrumento
publico de enajenación, que es la escritura pública y la entrega de la posesión, ya fuera por
tradición o por traditio brevi manu o constituto possessorio
III. Oponibilidad del boleto de compraventa frente a terceros que hayan trabado medidas
cautelares. El art. 1170 del Código Civil y Comercial de la Nación. Colisión de
derechos [arriba] -
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1) Oponibilidad del boleto de compraventa frente a terceros que hayan trabado medidas
cautelares.- El artículo 1170 del Código Civil y Comercial de la Nación.
Hasta la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación no teníamos en nuestra legislación una
norma similar. El artículo citado amplía el sistema de oponibilidad del boleto, y no sólo la otorga
frente al concurso o quiebra del vendedor (doctrina del artículo 1171 de la nueva regulación)
sino que la extiende frente a acreedores individuales.
Los requisitos que el art. 1170 prescribe para otorgar prioridad al adquirente del inmueble por
boleto de compraventa frente a terceros que hayan trabado medidas cautelares sobre el bien
raíz enajenado son los siguientes:
a) Buena Fe: El comprador de un inmueble debe tomar los recaudos que crea convenientes para
cerciorarse de que la persona que le vende es la propietaria del inmueble objeto del boleto. En
primer lugar debe asegurarse la legitimación del vendedor para disponer, estudiando los títulos y
verificando la situación registral del inmueble. Por otro lado, el adquirente debe ignorar la
existencia de acreedores con derecho a ejecutar la propiedad.
b) Que el comprador haya contratado con el titular registral, o pueda subrogarse en la posición
jurídica de quien lo hizo mediante un perfecto eslabonamiento con los adquirentes sucesivos:
Permite proteger al cesionario sucesivo de un mismo boleto de compraventa, siempre que haya
una concatenación perfecta que vincule al adquirente con el titular registral originario del
inmueble.
c) Pago como mínimo del veinticinco por ciento del precio con anterioridad a la traba de la
cautelar: Se reitera el porcentaje que establecía el artículo 1185 bis del Código derogado. Se
aclara que la totalidad de dicho porcentaje debe encontrarse abonado antes de decretarse la
traba de la medida cautelar, es decir, al momento que el Registro inmobiliario tome razón de la
orden del juez que la haya decretado.
d) Fecha cierta: Este es un aspecto que venía discutiéndose en la doctrina, solucionando una
notoria laguna legal, para que la oponibilidad sea procedente. Al respecto dispone el artículo 317
del Código Civil y Comercial de la Nació: “La eficacia probatoria de los instrumentos privados
reconocidos se extiende a los terceros desde su fecha cierta. Adquieren fecha cierta el día en
que acontece un hecho del que resulta como consecuencia ineludible que el documento ya
estaba firmado o no pudo ser firmado”.
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En primer lugar, esta anotación resulta intrascendente en el campo de los derechos reales, dado
que no tiene mas efectos que el de publicidad noticia de la existencia de tal instrumento (9). En
segundo lugar, no nos asegura que ese documento sea autoría de las partes. Para asegurarnos
ello deberíamos recurrir a otro medio que es la certificación notarial de firmas, ya que
existiendo la misma, el firmante no podrá desconocer su autoría en el instrumento (advertimos
que el boleto de compraventa anotado en el registro inmobiliario, con las firmas autenticadas,
no constituye un instrumento público hábil para la transferencia de dominio). En cuarto lugar,
tengamos en cuenta que la registración no prueba la posesión, como así tampoco lo hace la
escritura pública, en razón de que lo que se registra es sólo el título formal.
Se ha señalado que en los casos en que las leyes locales disponen la anotación de documentos
en los registros inmobiliarios (tal el caso de los boletos de compraventa), dichas inscripciones no
producen efectos de oponibilidad a terceros, considerándolas inconstitucionales.
En conclusión, teniendo en cuenta que la registración de boletos genera una mera publicidad-
noticia, no constituye un privilegio y es pasible de generar situaciones de fraude o simulación
hacia acreedores; entendemos que de mantenerse, las situaciones de inseguridad jurídica se
multiplicarían generando incertidumbre en el mercado inmobiliario.
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Ello no significa que el adquirente no tenga derechos o que quede absolutamente desprotegido.
El boleto de compraventa crea un derecho personal o creditorio, inhábil para transmitir el
dominio, el cual continúa en cabeza del vendedor, constituyendo la escritura pública sólo un
requisito para la transmisión del dominio y por tanto su otorgamiento, se encuentra dentro de la
etapa de ejecución del contrato.
El modo suficiente está dado por la tradición, prevista en el artículo 750 del Código Civil y
Comercial de la Nación con las excepciones de la traditio brevi manu y el constituto posesorio
(13).-
La escritura no tiene por finalidad comprar y vender, sino que, junto con la tradición
constituyen los requisitos formales y son los medios aptos para transmitir el dominio. La
escritura comparte esa finalidad con la tradición; ni la sola tradición hace adquirir el dominio, ni
la sola escritura lo transmite.
Por ende, para que el dominio anterior se pierda es menester la firma del instrumento público
de enajenación seguido de la tradición.
Con anterioridad a la reforma del año 1968, se debatió mucho acerca de si el adquirente por
boleto, a quien mediante la tradición se le hubiera entregado la posesión del inmueble, revestía
el carácter de tenedor o de poseedor, y en este último caso, que clase de posesión ejercía.
La reforma del año 1968 resuelve parcialmente la cuestión, dado que da luz a la distinción de si
es tenedor o poseedor, pero deja abierta la polémica sobre el carácter de esa posesión. Al ser el
boleto de compraventa, un instrumento privado, no reviste los requisitos de forma para que el
título sea suficiente, uno de los dos elementos (el otro es la tradición) para poder adquirir
derechos reales sobre inmuebles. En su primera parte el artículo 2355 establecía que para que la
posesión fuera legítima debía importar el ejercicio de un derecho real, entonces, como el
poseedor por boleto no ostentaba derecho real, su posesión era reputada ilegítima. No
obstante, en virtud de los alcances del derogado artículo 4006, se estimaba que esta posesión
era de buena fe. No debemos dejar de lado que para el Código derogado la posesión legítima
constituía la exteriorización de un derecho real, por ello el párrafo introducido por la ley 17.711,
se aparta de este sistema cuando extiende la posesión como posible contenido de un derecho
personal que tiene el futuro comprador a que se formalice el contrato de compraventa. Este
agregado al Código Civil no hizo más que generar extensos debates acerca de la situación del
comprador con boleto y posesión, dando lugar a distintas teorías: Una primer corriente
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doctrinaria sostiene que la posesión con boleto de compraventa y buena fe, es legítima dado
que el vendedor se ha desprendido voluntariamente de la cosa y el adquirente la ha recibido de
conformidad. Este último no tiene dominio, pero el boleto de compraventa a modo de causa o
título es suficiente para legitimar la posesión del adquirente, teniendo este a su favor la
posibilidad de la accesión de posesiones para la protección posesoria, la legitimación activa para
valerse de las acciones posesorias y para la acción de desalojo, legitimación para ser
indemnizado en caso de expropiación y en la parte proporcional del precio pagado y valor de las
mejoras por él realizadas, hacer construcciones y mejoras en el predio, reputándoselo poseedor
de buena fe. Se enrolan en esta corriente Laquis, Morello, Spota, Andorno, Peña Guzmán (14).
Para una segunda tendencia se trata de un dominio imperfecto, afirmando que el poseedor por
boleto tiene un derecho real que no requiere publicidad, es decir, que el artículo 2505 no rige
en los supuestos del artículo 2355, 2° párrafo, o bien que, dada la presencia de un nuevo
derecho real, el boleto de compraventa debe ser inscripto para su oponibilidad a terceros.
Según este criterio la posesión legítima constituye un derecho y no un hecho con efectos
jurídicos. Adhieren a esta postura Bustamante Alsina, Borda, Mariani de Vidal (15).
Como hemos señalado precedentemente, el artículo 1892 del Código Civil y Comercial, no se
aparta del sistema dual de título y modo suficientes y el artículo 1916 del mismo cuerpo legal
define la relación real ilegítima, es decir, aquella que no importe el ejercicio de un derecho real.
Por ende, es dable inferir que la posesión legítima será la que exteriorice mediante su ejercicio
la existencia de un derecho real subyacente. No se aclara la situación del adquirente con boleto
de compraventa, siendo la tradición un acto de ejecución de ese contrato.
Expresamos anteriormente que el derecho real de dominio se adquiere con título y modo
suficientes, por ende sostener que el boleto seguido de tradición produce la incorporación del
inmueble al patrimonio del comprador significa confundir el negocio obligacional con la
transmisión de dominio. Cuando el artículo 1916 del nuevo régimen se refiere a que las
relaciones de poder son ilegitimas “…cuando no importan el ejercicio de un derecho personal”
queda claro que hace mención a la tenencia, reputándose tenedores legítimos el locatario, el
comodatario o el depositario, dado que estos ejercen la tenencia a título de un derecho
personal (17).- Ello así, resultan ser poseedores legítimos, a modo de ejemplo, el titular de
dominio, el usufructuario, el usuario, dado que se trata de derechos reales que se ejercen por la
posesión. Esto nos permite concluir que el comprador de buena fe por boleto no puede ser
calificado de poseedor legítimo.
2. Colisión de derechos
Resulta de utilidad marcar distintas situaciones conflictivas que generarían algunos supuestos de
colisión de derechos, entre ellas tenemos la ya mencionada entre un acreedor embargante y el
adquirente por boleto, la concurrencia de sucesivos adquirentes por boleto sobre el mismo
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inmueble, el conflicto entre el acreedor hipotecario con el adquirente por boleto y el caso de
quien ha adquirido por boleto y quien adquirió por escritura, casos que analizamos a
continuación:
2.1.- Sucesivos adquirentes por boleto con relación al mismo inmueble: Esta situación se
encuentra contemplada en el artículo 756 del Código Civil y Comercial de la Nación. La buena fe
se presume y debe existir al tiempo de la celebración del contrato. Sobre este tema nos
remitimos a lo sostenido sobre el rol publicitario de la posesión y su oponibilidad.
2.3.- Conflicto entre adquirente por boleto y comprador por escritura: Si el adquirente por
boleto reúne los requisitos del artículo 1170 del Código Civil y Comercial prevalecerá sobre el
comprador por escritura de fecha anterior, siempre que el primero sea de buena fe, dado que el
adquirente por escritura no recibió la posesión de la cosa (al no haber recibido la tradición de la
cosa, no se cumplió el modo suficiente), por ende no podrá alegar buena fe y la solución aparece
a la vista.
2.4.- Colisión entre adquirente por boleto y acreedor hipotecario: El acreedor hipotecario es un
tercero. Deben dilucidarse dos cuestiones: a) Boleto de compraventa de fecha anterior a la
constitución de la hipoteca: resulta oponible al acreedor hipotecario cuando el adquirente
ostenta la posesión del inmueble, ya que con una mínima diligencia el acreedor podría haber
advertido que el inmueble estaba ocupado (20).- b) Hipoteca constituida con posterioridad al
boleto, sin posesión por parte del adquirente: En este sentido ha dicho la jurisprudencia que
prevalece el derecho del acreedor hipotecario que ignoraba la situación extrarregistral del
inmueble y el adquirente no ha podido demostrar posesión pública e ininterrumpida (21).
El adquirente por boleto frente a la quiebra del vendedor queda encuadrado normativamente
dentro de un marco diferenciado de cualquier otro acreedor. Esta situación está hoy prevista en
el artículo 1171 del Código Civil y Comercial de la Nación que determina que los boletos de
compraventa de inmuebles de fecha cierta otorgados a favor de adquirentes de buena fe son
oponibles al concurso o quiebra del vendedor si se hubiera abonado el veinticinco por ciento (o
más) del precio. El juez debe disponer que se otorgue la escritura pública. El comprador puede
cumplir sus obligaciones en el plazo convenido. En caso de que la prestación a cargo del
comprador sea a plazo, debe constituirse hipoteca en primer grado sobre el bien, en garantía
del saldo de precio.
El artículo comentado es producto de la conjunción del artículo 1185 bis del Código derogado y
el artículo 146 de la ley de concursos y quiebras (24.522).
Debemos recordar que, con anterioridad a la reforma del año 1968, se había resuelto que el
comprador de un inmueble que tenía pago el precio y la posesión otorgada, pero al que le
faltaba la escritura pública, solo presentaba el carácter de un simple acreedor quirografario por
el reintegro del precio abonado.
El artículo 1185 bis del código derogado expresaba que los boletos de compraventa, cuando se
hubiera abonado el 25% o más del precio eran oponibles al concurso o quiebra del vendedor y el
juez, si la parte compradora lo solicitaba, podía disponer que se le otorgue la escritura traslativa
de dominio. Esta norma establecía un régimen de oponibilidad del boleto y mencionaba los
requisitos para su aplicación. La doctrina lo extendía a las situaciones no concursales, es decir, a
las ejecuciones individuales
Un punto a favor del artículo 1171 es que su redacción fue recepticia de las críticas que se
habían formulado al derogado artículo 1185 bis, agregándose como requisito la exigencia de que
el boleto debe tener fecha cierta.
El adquirente podrá invocar esta norma siempre que reúna los siguientes requisitos de
aplicación:
b) Que el adquirente hubiera abonado el 25% del precio o más: La norma no aclara cuándo debió
verificarse ese pago, pero la doctrina judicial aclara que el precio debió ser abonado antes de la
falencia del vendedor.
Una omisión importante en la redacción del artículo 1171 del Código Civil y Comercial de la
Nación es que no se requiere que se haya transmitido la posesión al comprador (22). Reunidos
los requisitos que establece este precepto, el juez debe disponer el otorgamiento de la
escritura pública a favor del comprador. De esta manera se conjuga la disposición del Código
Civil y Comercial con lo normado en el artículo 146 de la ley 24.522, al establecer que el juez
“debe” disponer que se otorgue la respectiva escritura pública, mejorando la expresión " podrá"
que contenía el desaparecido art. 1185 bis, resolviendo la cuestión de si el otorgamiento de la
escritura era facultativo para el juez. El artículo 146 de la ley de concursos y quiebras agrega que
la decisión del juez se adoptará cualquiera fuera el destino del inmueble, a diferencia del
régimen anterior (artículo 150 de la derogada ley 19.551, que limitaba la aplicación a inmuebles
destinados a vivienda). Por último el artículo 1171 señala que el comprador puede cumplir sus
obligaciones en el plazo convenido y en caso de que la prestación a cargo del comprador sea a
plazo, debe constituirse hipoteca en primer grado sobre el bien, en garantía del saldo de precio.
El código Civil y Comercial en el artículo 1018 define la situación de la parte que demanda
judicialmente la escritura, condenando a la contraria a otorgarla, siendo ésta remisa. En este
caso el juez lo hará en su representación. La parte que demanda la escrituración debe haber
cumplido las prestaciones a su cargo o asegurar su cumplimiento (es decir, que si la obligación es
a plazos puede continuar pagando en los vencimientos estipulados en el boleto otorgando las
garantías necesarias que garanticen su cumplimiento). Es el juez que interviene en el juicio de
escrituración quien dirime sobre la aptitud de las garantías presentadas.
El fallo plenario “Cazes de Francino, Amalia c/ Rodríguez Conde, Manuel s/ escrituración” (23), y
la reforma introducida en el año 1968 al artículo 512 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación que otorgar al juez la facultad de suscribir la escritura de enajenación, sentaron los
principios que hoy se regulan por el artículo 1018 del Código Civil y Comercial de la Nación.
El artículo 1018 del Código Civil y Comercial de la Nación, trae un supuesto de conversión del
acto jurídico. Es así que el contrato concluido sin verificar la forma establecida vale como
obligación de hacer, elevando el contrato a la forma requerida.
La conversión es posible en los casos en los que la ley no imponga para el contrato una forma
determinada bajo sanción de nulidad. En efecto, esta conversión permitirá al adquirente
obtener la forma impuesta por la ley, ya sea porque los sujetos del acto jurídico la cumplan
voluntariamente o porque el juez otorgue la escritura en nombre de la parte que se resista a
ello, lo que permite calificar a este contrato como solemne relativo, por oposición a los
solemnes absolutos, en los que la conversión no opera.
La cesión del boleto de compraventa puede definirse como el negocio jurídico por el cual una de
las partes –comprador o vendedor- se obliga a transmitir a un tercero el conjunto de derechos y
obligaciones que surgen del boleto de compraventa. La autonomía de la voluntad, principio que
rige los contratos, permite que las partes puedan transmitir su posición jurídica bajo cualquier
titulo. Ello se encuentra reflejado en los artículos 1636 a 1640 del Código Civil y Comercial que
regulan la cesión de la posición contractual.
Para que proceda la cesión de la posición contractual deben darse tres requisitos: a) que exista
un contrato con prestaciones pendientes, dado que en caso contrario la figura calificaría como
cesión de un crédito; b) que al menos una de las partes en ese contrato quiera transmitir su
calidad de tal a un tercero; y c) que las restantes partes consientan esa transmisión, antes,
simultáneamente o después de celebrado el acto que da cuenta de ella.
La forma en debe celebrarse el contrato depende de la naturaleza del objeto del contrato que
se cede. Es decir, si lo que se cede es un boleto de compraventa, nada impide que la cesión de
efectúe por instrumento privado, el que quedará sujeto a lo regulado por el artículo 1018 del
Código Civil y Comercial.
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Es necesario que las demás partes consientan la cesión, la que puede conferirse antes, de forma
simultánea o con posterioridad al acto. Si la conformidad fue dada antes por el contratante
cedido, la cesión tendrá efectos una vez que éste último fue notificado por instrumento público
o privado. Para el supuesto del contrato de compraventa, si bien el comprador tiene derecho a
transferir el boleto, el interés del vendedor se centra en que aquél no se desobligue del
cumplimiento sin su conformidad, la que una vez otorgada importa la exoneración del cedente,
salvo que el contratante cedido pacte la reserva de sus derechos contra el cedente para el caso
de incumplimiento del cesionario. Desde que el vendedor es notificado de la cesión, está
obligado a escriturar a favor del cesionario, pero conserva su derecho creditorio por el precio
tanto contra el cedente (porque éste no ha sido desobligado) como contra el cesionario (asume
la deuda de otro).-
No basta sólo con el consentimiento del cedido para que el deudor pueda desobligarse, sino que
además es necesaria la manifestación expresa de la voluntad del acreedor de exonerar el deudor
originario, si ésta no se produce y aunque medie notificación al acreedor, el deudor primitivo
continúa obligado.
Para el caso del boleto de compraventa con pago total del precio y entrega de posesión al
adquirente, consideramos que la negativa del contratante cedido a otorgar el consentimiento lo
haría incurrir en una verdadera situación abusiva dado que no se encontraría verdadero interés
jurídico en la oposición.
Es aplicable al cesionario de un boleto de compraventa la protección dada por los artículos 1170
y 1171 del Código Civil y Comercial en cuanto a oponibilidad.
Ha sido objeto de debate doctrinario la necesidad de contar con el asentimiento del cónyuge no
titular al momento de formalizar la venta de un inmueble mediante boleto o para ceder los
derechos que emergen del mismo.
No debe tenerse por obligatorio, ni por nulo el acto que adoleciera de tal asentimiento, por ser
un contrato referido a la obligación de enajenar un bien registrable. Idéntico criterio deberá
aplicarse a la cesión de un boleto de compraventa.
Ahora bien, cabe preguntarse ¿cuáles son los principales aspectos a regular en un boleto de
compraventa inmobiliaria? El boleto debe redactarse con el leguaje apropiado, vale decir
cuidando de no emplear expresiones ambiguas o carentes de fundamento legal, que llevan a las
partes a situaciones de conflicto a la hora de determinar las obligaciones asumidas y cuáles son
los derechos que poseen. El documento en análisis deberá al menos contener: a) Precio:
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En cuanto a los gastos de escritura nos encontramos frente a una norma innovadora que trae la
nueva regulación, toda vez que el artículo 1138 en su última parte señala que están a cargo del
vendedor los gastos que se originen en virtud del estudio del título y sus antecedentes, y en su
caso, los de mensura y los tributos que graven la venta. Con relación a la última frase del artículo
(tributos que graven la venta) se han formado dos corrientes de opinión, a saber: la primera
sostiene que la expresión empleada en la norma se refiere a los impuestos que gravan la
transmisión inmobiliaria ya sean de índole nacional (Impuesto a las ganancias o Impuesto a la
Transferencia de Inmuebles) o provincial (Impuesto de sellos). Otra postura, en cambio,
considera que se refiere a los impuestos que gravan la cosa (impuestos provinciales, tasas y
contribuciones.
Palabras finales [arriba] -
Sin dudas, la regulación del instituto del boleto de compraventa, ha sido el resultado de una
elaboración doctrinaria desarrollada a lo largo del tiempo sobre la base de las experiencias
jurisprudenciales enmarcadas en el ámbito de una economía de mercado que, merced al tráfico
inmobiliario y la necesidad de dotar de certeza y seguridad jurídica a las transacciones de esta
naturaleza, ha deparado en la imperiosa creación de normas que abarquen todos los supuestos
que puedan acarrear alguna dificultad a la hora de resolver acerca de la validez de los elementos
del acto jurídico en análisis.
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