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Para investigar el lenguaje en toda la variedad de sus funciones (y, en especial, para
ahondar en la función poética del lenguaje), el lingüista ruso Roman Jakobson (1896- 1982)
parte de los factores que constituyen todo hecho discursivo, a saber: el destinador manda
un mensaje al destinatario; para que sea operante, se requiere un contexto de referencia -
que el destinatario pueda captar-, un código común y un canal físico que haga posible la
transmisión.
En todo acto comunicativo, el emisor produce su mensaje con una determinada
intención y, al hacerlo, enfatiza alguno de estos seis factores. Cada factor determina una
función diferente del lenguaje:
Kerbrat Orecchioni señala los límites del modelo lingüístico de Jakobson y plantea la
necesidad de formular una teoría que contemple un mayor refinamiento teórico aplicado a
las relaciones entre código y mensaje, lo lingüístico y lo extralingüístico, la noción
problemática y cargada de matices de sujeto y ciertos aspectos del lenguaje relativos a lo
performático. Critica el esquema de la comunicación esbozado por Jakobson dado que en
este el “habla” (el código en funcionamiento) aparece como una conversación ideal entre
dos individuos libres y conscientes, que poseen el mismo código. Contempla el error de
pensar la comunicación como transparente y lograda, y propone un esquema de la
comunicación más complejo.
El código no puede pensarse como homogéneo ya que es inexacto que los dos
participantes de la comunicación hablen exactamente la misma “lengua”: no se pueden
dejar de lado las ambigüedades, las dudas, los fracasos de la comunicación. Sigue a
Bourdieu (1975) en la idea de que la noción de “lengua común” desempeña un papel
ideológico: sirve para enmascarar bajo la apariencia de una armonía imaginaria la
existencia de tensiones, enfrentamientos y opresiones muy reales. En el intercambio verbal
se juegan relaciones de poder y muy a menudo es el más fuerte quien impone al más débil
su propio idiolecto. La comunicación se funda sobre la existencia, no de un código, sino de
dos ideolectos; por consiguiente, el mensaje mismo se desdobla, al menos en lo que
concierne a su significado. En consecuencia, el mensaje sufre avatares en el intervalo entre
su emisión y su recepción y, por ende, propone multiplicar por dos el código: uno en la
esfera del emisor y otro en la del receptor. Incluye también la noción de “competencia de un
sujeto” para referirse a la suma de todas sus posibilidades lingüísticas, al espectro completo
de lo que emisor y receptor son susceptibles de producir y de interpretar.
En su teoría, parte de que hablar no es intercambiar libremente informaciones que
“fluyen” armoniosamente, indiferentes a las condiciones concretas de la situación de habla y
a las propiedades específicas de los miembros del intercambio verbal. Las nuevas
orientaciones lingüísticas deberían más bien enfatizar el hecho de que “decir” es al mismo
tiempo “hacer” (ver apartado 2) y, por ende, es necesario asimilar el lenguaje a una práctica,
una praxis.
Ejercitación:
1. Reconozca qué función del lenguaje prevalece en los siguientes enunciados
presentes en El padre de August Strindberg:
a) Ordenanza: ¡Ordene, mi capitán!
b) Capitán: ¡Fuera! [...] ¡No quiero volver a verte en la cocina, canalla!
c) Pastor: [...] ¿De qué estábamos hablando cuando esta bendita historia se nos metió
en el medio?
d) Pastor: Tienes demasiadas mujeres mandando en tu casa.
e) Capitán: Yo no quiero ser alcahuete de mi hija y educarla solo para el matrimonio
porque si se queda soltera va a vivir días amargos.
f) Laura: ¿Usted no cree lo que le estoy diciendo?
g) Laura: Usted no me tiene ninguna confianza, doctor, y yo estoy aquí confesándole
las intimidades de la familia.
h) Laura: ¡Sí, entiendo! ¡Sí, sí!
i) Nodriza: (lee a media voz).
Triste y miserable cosa
es la vida y se termina pronto.
El ángel de la muerte se cierne alrededor
y grita sobre el mundo:
¡vanidad, vanidad! [...]
Función Ejemplo
Fática
Metalingüística
Emotiva
Poética
Ejercitación:
1. Caracterice los AH (en sus tres dimensiones) que se generarían en la pronunciación
efectiva de las siguientes oraciones. Describa, según el modelo de Austin, las
condiciones que deben cumplirse para que el acto sea “feliz”.
a) Te juro que yo no lo robé.
b) ¡Fuego!
c) Estás despedido.
d) Habíamos quedado en encontrarnos a las cinco.
e) Todos los hombres son mortales.
f) Me divorcio.
J. Searle es un discípulo de Austin que, si bien continúa con las líneas principales de
su maestro, introduce modificaciones significativas en su teoría. En principio, la
caracterización que propone de los AH descarta los Actos perlocutivos: en la medida en que
estos no pueden ser previstos (por su carácter no convencional) no deben, según Searle,
formar parte de la descripción del sentido. Además, intenta reincorporar en la definición de
AH las condiciones de verdad. Para Searle, los AH están compuestos por 3 actos: un acto
de emisión (la acción de producir lenguaje), un acto proposicional (la acción de referirse al
mundo y predicar algo sobre él) y un acto ilocucionario (modo en que debe comprenderse lo
dicho). Así, todo enunciado tiene para el autor un contenido objetivo plausible de ser
evaluado en términos de verdad o falsedad (el contenido proposicional) y un aspecto
subjetivo (que llama fuerza ilocucionaria) que establece una serie de instrucciones a
propósito de cómo debe interpretarse ese enunciado. Searle entiende que el lenguaje es un
sistema sometido a un conjunto de reglas que denomina “constitutivas” y que siguen la
siguiente lógica: “X cuenta como Y en el contexto Z”, donde X es el contenido proposicional
(la representación del mundo que crea el enunciado que puede ser evaluada como
verdadera o falsa), Y es el acto ilocucionario (la acción vehiculizada convencionalmente por
el enunciado) y Z es el contexto en el que se desarrolla el intercambio. Por ejemplo:
“¡Fuego!” cuenta como advertencia en el contexto de un incendio.
Dejando de lado estas modificaciones que Searle realiza sobre la teoría de Austin,
uno de los aspectos más importantes de su pensamiento para el análisis del texto dramático
se encuentra en el hallazgo de lo que él denominó “Actos de habla indirectos” (AHI). El
filósofo norteamericano descubrió que, en algunos contextos, un enunciado no vehiculiza
solo un AH, sino dos que, según el autor, se dan en simultáneo. Así, expresiones como
“¿Podrías pasarme la sal?” constituyen, desde esta perspectiva, AHI, ya que el acto de
pregunta (acto primario) involucrado en la producción del enunciado genera un acto de
pedido (acto secundario). Los llama “indirectos”, justamente, porque el acto principal (el
pedido en el ejemplo) no se produce explícitamente, sino que se apela a otro tipo de
estructura para generarlo. El motivo de esta indirección es, para el autor, esencialmente,
una cuestión de cortesía: en nuestro ejemplo, el pedido se presenta como una pregunta
para mitigar la fuerza de imposición del AH. Sin embargo, debemos aclarar que estos actos
están fuertemente convencionalizados en la lengua. En ese sentido, su producción e
interpretación no dependen del contexto. En cuanto a sus mecanismos de formación, Searle
propone una compleja lista de reglas involucradas en la producción de este tipo de
fenómenos. Para simplificar la exposición, diremos simplemente que, en general, se
construyen de la siguiente forma:
● Preguntando por el deseo del oyente: “¿Querés ir al cine mañana?” Pregunta >
Invitación.
● Afirmando el deseo del hablante: “Me gustaría que vayamos al cine mañana”.
Afirmación > Invitación.
● Preguntando por las posibilidades del hablante/oyente: “¿Podrías ir al cine
mañana?” Pregunta > Invitación // “Podría ir al cine mañana” Afirmación de
posibilidad > Aceptación de invitación.
● Preguntando por las razones para realizar el acto: “¿Por qué no vamos al cine
mañana?” Pregunta > Invitación.
A los efectos de evitar dañar la imagen social de los demás (y de recibir daños en la
propia), constantemente utilizamos estrategias de cortesía. Entre ellas, los AHI son uno de
los procedimientos más frecuentes y su reconocimiento es fundamental para el análisis del
texto dramático, sobre todo, para evitar caer en el equívoco de interpretar solamente el acto
primario involucrado en estos enunciados.
Ejercitación:
1. Analice los siguientes AHI y determine cuáles son los dos actos ilocucionarios
presentes:
a) ¿Por qué no te callás?
b) Te dije que no quería volver a verte.
c) ¿Tenés hora?
d) ¿Podrías cerrar la ventana?
e) Podés retirarte.
f) Podrías retirarte.
g) Quisiera que mañana llegues temprano.
h) ¿Vas a terminar el desayuno?
2. Analice la Escena II del Acto III de El padre de A. Strindberg, identifique los AHI
producidos por los personajes y describa su funcionamiento.
Ejercitación:
1. Describa los contenidos expuestos, presupuestos y sobreentendidos de los
siguientes enunciados. Detalle el contexto de enunciación cuando lo considere
necesario:
5. Inferencias
Hacia un estudio de los contenidos implícitos
Bibliografía: Ducrot, O. y Todorov, T. (2011). Diccionario enciclopédico de las
ciencias del lenguaje. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
Ejercitación:
1. Identifique las implicaturas conversacionales que podrían actualizarse en los
siguientes fragmentos de El padre. Indique qué máximas se estarían respetando o
violando y determine la productividad que tiene para los personajes usar este tipo de
recursos.
b) Nodriza: ¡Ay, señor Adolf!, usted piensa mal de todo el mundo, y eso es porque no
tiene la fe verdadera. Sí, es por eso.
Capitán: Pero tú y los baptistas sí encontraron la fe verdadera. ¡Tú encontraste la
felicidad!
Nodriza: ¡Por lo menos no soy tan infeliz como usted, señor Adolf! Humille su
corazón y verá que Dios le dará la felicidad en el amor al prójimo.