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DERECHO PROCESAL I - 2016

DERECHO PROCESAL I -
DERECHO PROCESAL I - 2016

Derecho Procesal I

EL PROCESO JUDICIAL
El proceso judicial es un conjunto complejo de actos jurídicos del estado como
soberano, de las partes interesadas (actor y demandado) y de los terceros ajenos a la
relación sustancial, actos todos que tienden a la aplicación de una ley general, impersonal
y abstracta, a un caso concreto controvertido para solucionarlo o dirimirlo. El proceso
sirve a la satisfacción de los intereses jurídicos socialmente relevantes, siendo el medio
constitucionalmente instituido para ello.

Caracteres y elementos: el proceso es público, autónomo, complejo y teleológico.


Público, ya que sus fines responden a un interés que excede del privado y su trámite
debe llevarse a cabo conforme a los mandatos de la ley adjetiva de naturaleza pública y
ante órganos jurisdiccionales del Estado. Complejo, porque en su desarrollo actúan
diferentes sujetos procesales con diversas atribuciones y por ello, susceptibles de generar
múltiples relaciones jurídico-procesales. Autónomo, en relación con el derecho sustantivo.
Teleológico, por cuanto se dirige al cumplimiento de fines individuales o sociales. En
cuanto a los elementos del proceso, la doctrina distingue tres esenciales: el objetivo, el
subjetivo y el teleológico. El elemento objetivo hace a la “...serie gradual, progresiva y
concatenada de actos...”. Gradual porque los actos se realizan conforme a un orden
determinado previamente por la ley. Progresiva ya que se van cumpliendo en forma
paulatina y tienden a un fin. La culminación de un acto supone el inicio de otro y además
estos están estructurados en etapas cuyo comienzo y fin están eslabonados, es decir,
concatenados. El proceso avanza y se desarrolla sobre la base de impulsos que
provienen del actor, del demandado y del propio tribunal, tendiendo a un fin, la resolución
definitiva del juicio a través de la sentencia.

El elemento subjetivo está representado por las personas que intervienen en el trámite
procesal. Pueden ser sujetos necesarios o eventuales. Los primeros indefectiblemente
deben estar presentes en la relación jurídico-procesal. En el proceso civil son
protagonistas el actor, el demandado y el juez. En el proceso penal debe existir un órgano
requirente (Ministerio Público Fiscal), un órgano judicial y el imputado. Cada uno de los
sujetos ejerce poderes de raigambre constitucional. El actor tiene a su cargo el poder de
poner en movimiento el proceso como expresión del derecho constitucional de peticionar
ante las autoridades. El juez ejerce el poder de jurisdicción y el demandado ejerce el
legítimo derecho de defensa. Asimismo, todos ellos precisan condiciones subjetivas de
actuación. El juez y el ministerio público deben ser designados conforme preceptos
constitucionales y estructurados de acuerdo a leyes orgánicas. Los particulares deben
contar con capacidad y legitimación reconocida y pueden intervenir a través de sus
apoderados o representantes. Por último, los sujetos eventuales comprenden los
auxiliares del tribunal y el personal subalterno que colabora con el oficio judicial en
calidad de secretarios letrados, prosecretarios, jefes de despacho y demás auxiliares.
También comprende a patrocinantes, testigos, peritos, etc. El elemento teleológico
atiende a las expectativas colectivas de la sociedad y a los intereses individuales de las
partes. En el primer sentido, el fin principal de cualquier proceso, sea de naturaleza civil,
penal o familiar, se identifica con la obtención de una sentencia justa, ya que al dictarla se
restablece el orden jurídico alterado y la realización del valor justicia. Desde el punto de
vista individual el fin consiste en la obtención de una sentencia favorable o
desestimatoria. De todas formas, el propósito fundamental de cualquier proceso está
dado por la tutela general en la realización del derecho objetivo sustancial en casos
concretos con el fin de obtener la armonía y la paz social.
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Objeto y contenido: objeto del proceso es la actividad de juez por la cual ante la
pretensión del actor y la contrapretensión del demandado, aplicando las reglas de la sana
crítica racional y de la lógica formal, se analizan los hechos afirmados por el actor y
contradichos por el demandado a la luz de las pruebas rendidas, llegando a una
sentencia definitiva. El contenido del proceso está dado por las pretensiones o
declaraciones de voluntad cuyo acogimiento se intenta obtener. El actor al ejercer la
acción y el demandado al contestar o interponer excepciones formulan una declaración
de voluntad de tipo imperativo amparada por la ley y exigiendo al juez que se pronuncie
sobre la existencia o inexistencia de una obligación determinada. Luego el juez aplica el
derecho acogiendo una y reestableciendo el orden jurídico alterado. En el desarrollo del
contenido procesal CLARIA OLMEDO distingue diferentes categorías y situaciones
jurídicas: a) Atribución facultativa: facultad que compete al actor para accionar en el
campo del proceso civil y obtener una satisfacción. b) Atribución impuesta: exigencia legal
que tiene el juez frente al proceso, ya que dicho funcionario tiene la obligación de
pronunciarse ante el simple requerimiento de la parte. c) Sujeción impuesta: situación que
requiere la actuación del sujeto por razones que atienden al interés público (v.gr. posición
de testigo que tiene la carga pública de comparecer, declarar y decir la verdad). d)
Sujeción facultativa: tiene como significación satisfacerse a sí mismo para prevenir un
perjuicio futuro. En ella se encuentra la carga procesal, que es un imperativo del propio
interés. Es una situación jurídica instituida en la ley, consistente en el requerimiento de
una conducta de realización facultativa normalmente establecida en interés del propio
sujeto y cuya omisión trae aparejada una consecuencia desfavorable para él. Ante el
incumplimiento de la carga no existe sanción, sino tan solo importará para el remiso
posicionarse en un plano desfavorable (ej. la falta de contestación de la demanda o falta
de ofrecimiento de prueba no tienen una sanción jurídica, pero traen aparejado perjuicio
para la parte que deje de hacerlo). Se diferencia de la carga pública porque en esta
puede haber coacción sobre el sujeto, mientras que en la carga procesal sólo se realiza
una conminación o advertencia de que se puede perjudicar.

1. Presupuestos Procesales y Sentenciales: concepto y aplicación

En doctrina se distingue entre presupuestos procesales y los denominados presupuestos


senténciales.

Los presupuestos procesales configuran supuestos previos al proceso, sin los cuales no
puede pensarse en su existencia, su no concurrencia obsta al nacimiento del proceso y
se definen como:

 Aquellos requisitos necesarios o indispensables para la


constitución de una relación jurídica procesal valida.

Los presupuestos procesales se refieren a:

1. La competencia del juez., (órgano jurisdiccional)


2. A la capacidad de las partes (legitimatio ad procesum) y
3. La acreditación de los requisitos formales para entablar la
demanda o formular la acusación (cuestión propuesta).

A los fines de verificar la regularidad de la relación procesal y en su caso la admisión de


las pretensiones formuladas por las partes, las leyes formales por regla general contienen
disposiciones autorizando al juez a revelarlos de oficio. Tal sucede con lo dispuesto por el
art. 337 CPCCN, que otorga facultades expresas al órgano jurisdiccional a efecto de
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inadmitir la demanda u ordenar que se subsanen los defectos que contenga. Ello
configura el otorgamiento de una potestad judicial de saneamiento (despacho saneador)
que se concede a veces en forma especifica y en otras en forma genérica para depurar el
tramite en cualquier oportunidad y a lo largo de todo el proceso. En ambos casos, se
posterga la admisibilidad formal de la pretensión; sin perjuicio de ello se reconoce también
a las partes la posibilidad de denunciar la ausencia de un presupuesto procesal en caso
de que el tribunal no lo haya advertido a través del planteo de excepciones dilatorias:
incompetencia, falta de personalidad o defecto legal en el modo de proponer la demanda
(art. 347 CPCCN1).

El juez debe ser competente. La competencia se da en dos niveles:

 subjetivamente, es la aptitud o capacidad que la ley reconoce a los órganos


judiciales para administrar justicia en un caso dado y
 objetivamente, es la orbita jurídica dentro de la cual el tribunal ejerce su
jurisdicción.
La falta de competencia también puede ser relevada de oficio por el juez cuando es
absoluta; caso contrario, si se trata de incompetencia relativa deberá ser alegada por el
demandado a través de excepción

La capacidad procesal (legitimatio ad procesum) constituye una capacidad de hecho o de


obrar. Por tal motivo, si el sujeto carece de capacidad debe concurrir a juicio con sus
representantes.

 La capacidad procesal es la aptitud para poder realizar


eficazmente por si los actos procesales de parte.
Así si se trata de un menor o incapaz, su personería se integra con la comparecencia a
juicio del representante necesario y, en su caso, el promiscuo. Son aplicables en relación
a la capacidad procesal las disposiciones del Código Civil y rige, en consecuencia, el
axioma que expresa que “la capacidad es regla y la incapacidad la excepción”.

Ante la ausencia de capacidad procesal, no obstante ser los sujetos titulares de la


relación sustancial, no gozan de aptitud para defenderlos por si en el proceso; v.gr.
dementes, sordomudos, pródigos, interdictos, ausentes, etc. .

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EXCEPCIONES ADMISIBLES - Art. 347. CPCCN - Sólo se admitirán como previas las siguientes excepciones:

1) Incompetencia.
2) Falta de personería en el demandante, en el demandado o sus representantes, por carecer de capacidad civil para estar en juicio o
de representación suficiente.
3) Falta de legitimación para obrar en el actor o en el demandado, cuando fuere manifiesta, sin perjuicio, en caso de no concurrir esta
última circunstancia, de que el juez la considere en la sentencia definitiva.
4) Litispendencia.
5) Defecto legal en el modo de proponer la demanda.
6) Cosa juzgada. Para que sea procedente esta excepción, el examen integral de las DOS (2) contiendas debe demostrar que se trata
del mismo asunto sometido a decisión judicial, o que por existir continencia, conexidad, accesoriedad o subsidiariedad, la sentencia
firme ya ha resuelto lo que constituye la materia o la pretensión deducida en el nuevo juicio que se promueve.
7) Transacción, conciliación y desistimiento del derecho.
8) Las defensas temporarias que se consagran en las leyes generales, tales como el beneficio de inventario o el de excusión, o las
previstas en los artículos 2486 y 3357 del Código Civil.
La existencia de cosa juzgada o de litispendencia podrá ser declarada de oficio, en cualquier estado de la causa.
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El último presupuesto procesal esta dado por el planteo en forma de una cuestión
concreta planteada con las formalidades establecidas por la ley a tal efecto (art. 303
CPCC2).

Y los presupuestos senténciales son:

 aquellos requisitos cuya concurrencia es necesaria para que pueda


ser pronunciada una sentencia valida sobre el fondo del asunto. Se
trata, entonces, de presupuestos de la decisión sobre el mérito del
juicio.

Los presupuestos senténciales son aquellas condiciones indispensables para que el juez
pueda dictar válidamente la sentencia. En tal sentido, se requiere la realización de un
procedimiento previo y completo, por su forma y grado, para permitir el pronunciamiento
de la resolución final (procedimiento regular y legal). Esto es, que el procedimiento
además de haberse cumplido regularmente y en forma completa no debe encontrarse
impedido por obstáculos a su promoción: así, por ejemplo, la existencia de privilegios
constitucionales, la omisión de acusación o de denuncia en delitos de instancia privada, la
ausencia de dictamen del asesor de menores e incapaces cuando éste ha sido impuesto
por la ley, etc. Además, el tramite debe haberse desarrollado con sujeción a las formas
esenciales establecidas en la ley (idioma, documentación) y hallarse en un estado tal que
permita el pronunciamiento de una sentencia valida por haberse cumplido las etapas que
son inevitablemente previas y necesarias (introducción de las cuestiones, prueba y
discusión en el proceso escrito; debate en el proceso oral).

Desde un enfoque diferente se identifica a los presupuestos senténciales vinculándolos a


las pretensiones del actor, demandado o imputado de contenido sustancial. Los
presupuestos senténciales así estarían configurados por:

 aquellos requisitos necesarios para que el juez pueda, en la


sentencia, proveer al fondo o merito de la cuestión; es decir,
resolver si el demandante tiene o no el derecho pretendido y el
demandado la obligación correlativa o si el imputado tiene o no la
responsabilidad que se le imputa.

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FORMA DE LA DEMANDA - Art. 330. - La demanda será deducida por escrito y contendrá:

1) El nombre y domicilio del demandante.


2) El nombre y domicilio del demandado.
3) La cosa demandada, designándola con toda exactitud.
4) Los hechos en que se funde, explicados claramente.
5) El derecho expuesto sucintamente, evitando repeticiones innecesarias.
6) La petición en términos claros y positivos.
La demanda deberá precisar el monto reclamado, salvo cuando al actor no le fuere posible determinarlo al promoverla, por las
circunstancias del caso, o porque la estimación dependiera de elementos aún no definitivamente fijados y la promoción de la demanda
fuese imprescindible para evitar la prescripción de la acción. En estos supuestos, no procederá la excepción de defecto legal.
La sentencia fijará el monto que resulte de las pruebas producidas.
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Estas condiciones, entonces, se refieren no al procedimiento sino a la pretensión. La falta


de estos presupuestos hace que la sentencia sea inhibitoria.

Cabe señalar, que desde este punto de vista se distingue entre los presupuestos
senténciales referidos a la pretensión del actor y los presupuestos senténciales de la
oposición del demandado.

Los presupuestos materiales de una sentencia favorable al actor son:

1) La existencia real de la relación jurídica sustancial pretendida;

2) La prueba en legal forma de la situación del hecho jurídicamente


relevante invocado, es decir, de los hechos o actos jurídicos que le
sirven de causa;

3) La exigibilidad del derecho, por no estar sometido a plazo o condición


suspensiva;

4) La petición adecuada al derecho que se tenga, porque puede tenerse


el derecho y haberse probado, pero si se ha pedido cosa distinta se
obtendrá sentencia desfavorable;

5) Haber enunciado en la demanda los hechos esenciales que sirven de


hecho jurídico a las pretensiones, ya que su falta ocasiona el fracaso en
la sentencia, aunque se tenga el derecho ya que el juez debe basar su
decisión en tales hechos.

Constituyen presupuestos de la sentencia favorable al demandado:

1) alegar las excepciones, cuando así lo exija la ley (prescripción,


compensación, etc.) y acreditarlas;
2) también podría esgrimirse la simple ausencia de alguno de los
presupuestos del éxito de la demanda.

Queda claro, entonces, que esta postura vincula a los presupuestos materiales o
sentenciales con la cuestión de fondo y atacan a las pretensiones sustanciales esgrimidas
por el actor o demandado. Por ello, su existencia o inexistencia determinarían la admisión
o rechazo de la pretensión en la decisión final.

En este orden de ideas se los vincula con: la legitimación en la causa, es decir, con la
calidad o idoneidad para actuar como actor o demandado en un determinado proceso. En
tal sentido, el actor debe ser la persona habilitada por ley para formular la pretensión y el
demandado el autorizado a contradecirla pero esta legitimación debe además ser
calificada por otros elementos. Así debe exhibirse, además un interés sustancial en la
obtención de la sentencia y una petición presentada en forma clara y concreta y que no
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haya sido impugnada por objeciones como, por ejemplo, aducida la cosa juzgada o la litis
pendencia.

También se requiere la necesidad de existencia de un planteo correcto de la relación


sustancial pretendida; prueba de los hechos y exigibilidad del derecho.

Sintetizando los argumentos de Devis Echandia acerca de los presupuestos sentenciales


debe señalarse que la inexistencia de un presupuestos sentencial puede determinar el
dictado de una sentencia inhibitoria o, en su caso, el rechazo de las pretensiones. El
primer caso -sentencia inhibitoria- significa que el juzgador advertido sobre la ausencia de
un presupuesto sentencial se abstiene de dictar la decisión de fondo y resuelve
solamente sobre esta ausencia. En tanto que la segunda posición importa la admisión
sobre la procedencia de una excepción, que releva al juez de la cuestión.

Por ello, se señala, que mientras la ausencia de presupuestos


procesales impide que el juicio pueda tramitarse válidamente, los
requisitos senténciales atacan a la pretensión e impiden que las partes
obtengan una resolución favorable a sus pretensiones.

Temas referidos a los Presupuestos Procesales y Senténciales

LEGITIMACION SUSTANCIAL Y PROCESAL

La legitimación sustancial activa supone identidad entre la persona a quien la ley le


concede el derecho de acción y quien asume en el proceso el carácter de actor.

Hay legitimación pasiva cuando existe identidad entre la persona habilitada para
contradecir y quien ha sido demandado.

Para denunciar la falta de idoneidad entre el efectivo titular del derecho sustancial y quien
asume el carácter de actor debe utilizarse la defensa de falta de acción (sine actione agit);
mientras que la falta de legitimación procesal debe sustanciarse por medio de la
excepción procesal dilatoria de falta de personalidad (art. 347 inc. 2 CPCC 3).

PREJUDICIALIDAD PENAL

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EXCEPCIONES ADMISIBLES - Art. 347. - Sólo se admitirán como previas las siguientes excepciones:

1) Incompetencia.
2) Falta de personería en el demandante, en el demandado o sus representantes, por carecer discapacidad civil para estar en juicio o
de representación suficiente.
3) Falta de legitimación para obrar en el actor o en el demandado, cuando fuere manifiesta, sin perjuicio, en caso de no concurrir esta
última circunstancia, de que el juez la considere en la sentencia definitiva.
4) Litispendencia.
5) Defecto legal en el modo de proponer la demanda.
6) Cosa juzgada. Para que sea procedente esta excepción, el examen integral de las DOS (2) contiendas debe demostrar que se trata
del mismo asunto sometido a decisión judicial, o que por existir continencia, conexidad, accesoriedad o subsidiariedad, la sentencia
firme ya ha resuelto lo que constituye la materia o la pretensión deducida en el nuevo juicio que se promueve.
7) Transacción, conciliación y desistimiento del derecho.
8) Las defensas temporarias que se consagran en las leyes generales, tales como el beneficio de inventario o el de excusión, o las
previstas en los artículos 2486 y 3357 del Código Civil.
La existencia de cosa juzgada o de litispendencia podrá ser declarada de oficio, en cualquier estado de la causa.
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Esta institución denominada también prejudicialidad pretende evitar el dictado de


sentencias contradictorias y consiste en la prohibición que tiene el juez civil de dictar el
fallo cuando existiere una causa en sede penal anterior a la civil en la que se debatiere
los mismos hechos. Es decir, que la existencia de prejudicialidad no impide la promoción
de la acción o el planteo de la pretensión sino que solamente difieren o posterga el
dictado de la sentencia.

Como se advierte, opera como obstáculo para el dictado de la sentencia, puesto que el
proceso puede desarrollarse y alcanzar ese estado, sin que pueda en definitiva dictarse el
pronunciamiento jurisdiccional final. Se trata de un instituto de orden publico, ya que
persigue evitar el escandalo jurídico que significaría el dictado de sentencias
contradictorias.

El efecto que suscita la prejudicialidad, en el proceso en que se plantea, es el desplazar


el dictado de la sentencia, por la intima conexión existente entre el pronunciamiento a
dictarse en sede penal, con el que se habrá de obtener en sede civil.

IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA DE LA DEMANDA

Se analiza si es posible el rechazo in limine de una pretensión, por su evidente carencia


de fundamentos jurídicos.

Pese a su relevancia no existe regulación legal expresa al respecto.

Se parte de la afirmación de que el rechazo de la pretensión es inadmisible cuando se


trata de una acto “objetivamente proponible”; caso contrario, la demanda resultaría
improcedente o inadmisible según sea el vicio intrínseco que la afecte.

La meditación que impone el tema de la “improponibilidad objetiva” de una pretensión se


refiere a la ausencia absoluta de basamento o a una petición basada en un interés que
jurídicamente no es digno de protección y que le impone al juez un examen anticipado
acerca de la atendibilidad sustancial, puesto que si lo deriva a la sentencia de merito,
corre riesgo de provocar un dispendio jurisdiccional por haber tramitado un pleito carente
de la mínima fundamentación sustantiva.

El punto se plantea cuando los particulares en una demanda someten a la decisión del
órgano jurisdiccional una cuestión que de su simple lectura resulta claramente infundada.,
se cuestiona si puede el juez rechazarla in limine, es decir, al momento de su
presentación o si por el contrario debe tramitarse íntegramente el juicio para recién
resolver su rechazo al momento del dictado de la sentencia de merito.

Por ejemplo puede tratarse de una demanda cuya pretensión expresa:

 Un objeto contrario a la moral: por ejemplo, contrato sobre casas de tolerancia.


 Un objeto contrario a las buenas costumbres: por ejemplo, actos usurarios.
 Un objeto prohibido por las leyes: por ejemplo, un contrato sobre esclavitud,
prostitución o trata de blancas.
 El reclamo de una situación no protegida jurídicamente: por ejemplo, demanda
fundamentada en la falta de saludo de una persona a otra.
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El interrogante se formula acerca de si es necesario ante la presencia de estas


situaciones tramitar íntegramente el proceso para resolver en la sentencia o puede
inadmitirla inicialmente evitando así un desgaste jurisdiccional estéril.

Una primera posición dice que no, niega de plano la facultad de juez de verificar de antes
a la etapa decisoria, la procedencia sustancial. Esto parte de una mirada clásica y
privatista.

Con una visión más actual y publicista del proceso se ha expresado que si de la
exposición de hechos no surge una concordancia entre el derecho pretendido y el
régimen normativo o es violatorio de los principios en que se sustenta, la demanda carece
de objeto jurídicamente proponible y el juez debe inadmitirla también inicialmente. En esta
posición se reconoce al juzgador que, dentro de los poderes propios de la jurisdicción se
comprende la facultad de rechazar in limine la pretensión por evidente falta de
fundamentabilidad aun en el caso de que el actor haya introducido una demanda
formalmente completa y admisible.

Adherimos a la última posición ya que no puede permitirse, en el estado actual del


derecho procesal que por pasividad del juez, se propongan, sustancien o reclamen
derechos sobre situaciones jurídicas que la ley categóricamente prohíbe.

Ello encuentra fundamento en principios de economía procesal, e implica reconocer


expresamente ciertos poderes a la jurisdicción y readvierte que la posición contraria
importaría a nuestro entender un exceso de rigor formal. En consecuencia, concluye, que
es deber del juez repeler demandas que son inicialmente infundadas; sin embargo, debe
tratarse de situaciones clara y categóricamente rechazadas por la ley. Se impone para su
aplicación una interpretación restrictiva ya que no puede dejar de tenerse en cuenta que
puede estar afectando al derecho de defensa.

Etapas en el procedimiento civil, penal, de familia y laboral


Si bien el proceso judicial es un fenómeno único, en la vida jurisdiccional se
manifiesta a través de diversos procedimientos que se estructuran de manera diferente
teniendo en cuenta: el derecho de fondo que se pretende realizar, el sistema procesal
elegido y la necesidad de imponer determinada forma organizativa a los tribunales. En
tal sentido, en el proceso civil, que se rige por el sistema dispositivo, las etapas están
estructuradas en forma precisa y determinada, mientras que aquellos procesos que
optan por la oralidad en instancia única (penal, laboral y familiar), las etapas no se
distinguen con tanta nitidez.

Etapas en el procedimiento civil


En el fuero civil, el proceso tipo por excelencia es el juicio declarativo ordinario, este
tiene por objeto que una pretensión inicialmente incierta sea conocida a fondo por el
tribunal que entiende en la causa mediante la recepción de la prueba pertinente y luego
dicte sentencia de mérito, decidiendo en forma definitiva la cuestión. Es la vía de mayor
amplitud para resolver contiendas o conflictos y se caracteriza por el efecto de cosa
juzgada material que suscita la resolución final.
Palacio define al proceso civil de conocimiento u ordinario como aquel que tiene por
objeto una pretensión tendiente a que el órgano judicial dilucide y declare, mediante la
aplicación de las
normas pertinentes a los hechos planteados y (eventualmente) discutidos, el contenido y
alcance de la situación jurídica existente entre las partes.
El juicio ordinario por lo general y sin perjuicio de ciertas excepciones, consta de
cuatro etapas esenciales: la introductoria, la probatoria, la discusoria y la decisoria.
También hay etapas eventuales que pueden plantearse o no: medidas preparatorias,
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cautelares, impugnativas y de ejecución de sentencia. Cada acto procesal se debe llevar


a cabo de una manera lógica, no se cumple en cualquier momento, sino que lleva una
ilación, agrupándose en etapas o fases de desarrollo que tienen, cada una, una finalidad
propia que contribuye al fin último.

a) Etapa Introductoria
En esta etapa las partes hacen conocer al órgano jurisdiccional la existencia del
conflicto a través de sus respectivas versiones acerca de la cuestión, quedando
delimitada la plataforma fáctica del juicio.
El actor deduce demanda en la cual efectúa las afirmaciones de hechos jurídicamente
relevantes y sobre la base de las cuales solicitará la tutela del derecho que invoca.
Luego, el demandado debe contestar la demanda ejerciendo de esta forma su derecho
de defensa, en el plazo de diez días (art. 493 C.P.C.). Ésta debe versar sobre cada uno
de los puntos de la demanda, negando o reconociéndolos, debe realizarse con claridad
porque en caso de ambigüedad puede constituirse en una presunción de reconocimiento
de los hechos afirmados en la demanda (art. 192 C.P.C.). También es la única
oportunidad en que el demandado puede oponer excepciones dilatorias en forma de
previo y especial pronunciamiento y reconvenir.
Concluida esta etapa, si se ha producido controversia respecto de los hechos
afirmados por cada una de las partes, se abrirá una segunda etapa.

b) Etapa probatoria
Es el momento en el cual cada una de las partes deberá demostrar la veracidad de
sus afirmaciones, introduciendo en la causa elementos de convicción tendientes a
probar hechos invocados en la demanda y su contestación. Puede presentarse como no
esencial si los hechos no fueran controvertidos.
Se inicia con el decreto de apertura a prueba y comprende recepción de audiencias,
peritajes, inspecciones oculares, diligenciamiento de oficios, etc. En ella participan todos
los sujetos procesales y en especial los órganos de prueba (testigos, peritos, intérpretes,
etc.).
Esta fase se encuentra dominada por plazos perentorios fatales (art. 49, inc. 4
C.P.C.).
Por último, según dispone el art. 498, el plazo ordinario de prueba asciende a
cuarenta días pero el juez podrá designar uno menor que se podrá prorrogar hasta
completar aquel, sin necesidad de causa justificada. Existe un plazo extraordinario
mayor a cuarenta días reservado para casos especiales cuando la prueba deba rendirse
fuera de la provincia, ya sea dentro de la Republica o en el extranjero (art. 499 C.P.C.).
La etapa probatoria concluye con el decreto que ordena correr traslados para alegar.

c) Etapa discusoria
Es una etapa de plena discusión entre las partes representada por los alegatos. Cada
parte aportará los elementos que estime necesarios para convencer al juez de que le
asiste la razón. También se interpretara la ley y se acompañarán los argumentos
jurídicos, doctrinarios y jurisprudenciales que avalen su posición y en su caso,
destacarán también la ausencia de elementos probatorios corroborantes de los hechos
afirmados por la contraria. Se debate sobre la totalidad de lo sustanciado durante el
procedimiento.
En el proceso ordinario los alegatos se realizan en forma de traslados de ley por su
orden (art. 497 y 505 C.P.C.) por seis días sucesivamente a cada litigante, reservándose
los escritos en secretaría hasta el decreto de autos. Esto significa que los alegatos de
cada parte no son públicos y no se agregan al expediente hasta que se ordene el
llamamiento de autos para definitiva. Solo se deja una constancia de su presentación
mediante una certificación puesta por el secretario.
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d) Etapa decisoria
Comienza con el decreto de autos y concluye con la sentencia (art. 506 y 121, inc. 3
C.P.C.). A partir de este momento concluye la actividad de las partes y es el juez quien
asume el expediente para pronunciarse sobre la controversia, declarando los hechos y
aplicando el derecho.
Desde que el decreto de autos queda firme hasta el momento que se dicta sentencia,
el juez puede ordenar las llamadas medidas para mejor proveer que tienen como
finalidad aclarar o completar algún aspecto de los hechos que no surja con nitidez de la
prueba incorporada (art. 325 C.P.C.).
La sentencia es el modo normal de conclusión del proceso, es un acto formal, de
características documentales y que es propio de la jurisdicción. Esta decisión final debe
responder al principio de congruencia, plenitud y vastedad. El juez debe resolver sobre
la base de los hechos fijados en los escritos de la etapa introductiva, teniendo en cuenta
los que efectivamente han sido acreditados por las partes y deberá contener decisión
expresa sobre cada uno de los puntos sometidos a su decisión (arts. 326 a 331 C.P.C.).
De la misma manera, la Constitución de la Provincia de Córdoba en su artículo 155
exige que toda resolución contenga fundamentación lógica y legal.
De las cuatro etapas referidas, son esenciales la introductoria de las cuestiones y la
resolutoria, las otras dos son importantes pero no esenciales. Si la cuestión debatida es
de puro derecho, no habrá hechos controvertidos y por ende no habrá etapa probatoria,
en tanto no hay hechos que probar. Del mismo modo, en ciertos tipos de procedimientos
como el abreviado, la etapa discusoria está ausente (art. 514 C.P.C.).
Al margen de las cuatro etapas mencionadas que en el juicio ordinario son esenciales,
existen otras tantas que tienen carácter de eventuales, tales como: 1) etapa de medidas
preparatorias; 2) etapa de cautelares anteriores a la demanda; 3) etapa de ejecución de
sentencia y 4) etapa impugnativa.
Dentro de la primera etapa encontramos las medidas preparatorias propiamente
dichas, que están previstas con el fin de obtener datos que resultan de conocimiento
indispensable para que el actor en el futuro pueda plantear correctamente su demanda.
Configuran casos de excepción, son de interpretación restrictiva e implican para quien
las propone la carga de demandar o de concretar la pretensión dentro de los treinta días
de su realización bajo apercibimiento de caducidad. Se encuentran previstas en el
artículo 485 de nuestro código de rito y entre ellas puede mencionarse a la declaración
jurada del futuro demandado sobre hechos relativos a su personalidad y sin cuyo
conocimiento no sea posible promover el juicio (inc. 1); la exhibición de la cosa mueble
que fuere objeto del pleito (inc. 2), o de algún testamento cuando el solicitante se crea
heredero, coheredero, legatario o albacea (inc. 3); se nombre tutor o curador para el
juicio de que se trate (inc. 7); se practique mensura del inmueble objeto de la demanda
(inc. 8); entre otros. Un artículo después se encuentran reguladas las medidas de prueba
anticipada que también integran esta primera etapa eventual, ya que pueden
recepcionarse previo a la interposición de la demanda. Su finalidad es la de preservar
elementos de prueba cuando quien pretenda demandar o quien con fundamento prevea
ser demandado, tuviere motivos para temer que la producción de las pruebas que se
indican pudiere resultar imposible o muy dificultosa en el período respectivo. Las
pruebas a las que hace mención son: la declaración de testigos de muy avanzada edad,
gravemente enfermos o próximos a ausentarse del país; el reconocimiento judicial y
dictamen pericial para hacer constatar la existencia de documentos o el estado, calidad
o condición de personas, cosas o lugares y el pedido de informes o copias a entes
privados, a reparticiones
públicas o registros notariales.
Una segunda etapa eventual se integra por la posibilidad de ordenar medidas
cautelares antes de la promoción de la demanda (arts. 466 C.P.C. y 231 C.C.).
La etapa ejecutoria también tiene el carácter de eventual y tiene lugar a solicitud de
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parte interesada cuando el demandado no se hubiere avenido a cumplir voluntariamente


la sentencia condenatoria. La resolución debe encontrarse firme y haber pasado en
autoridad de cosa.
Por último, cuando alguna de las partes o ambas se sientan perjudicadas por lo
resuelto en sentencia, dará comienzo la etapa impugnativa que les permite interponer
recursos ordinarios o extraordinarios para lograr la revocación o anulación de la
sentencia.

Etapas en proceso penal

En este proceso se distinguen dos etapas bien diferenciadas: la investigación penal


preparatoria y el juicio plenario.
La investigación penal preparatoria se encuentra prevista en el Libro Segundo, Título I
(Procedimiento), Capítulo I (Disposiciones generales) del C.P.P. El artículo 301
establece que la investigación penal preparatoria procede cuando se trate de delitos de
acción pública, en cuyo caso la titularidad de la misma recae en cabeza del Fiscal de
Instrucción, salvo que el imputado goce de algún privilegio de índole constitucional, en
cuyo caso estará a cargo del Juez de Instrucción (art. 340 C.P.P.). En el caso de delitos
de instancia privada, la investigación también corresponde al Fiscal de Instrucción, pero
la investigación no procede de oficio sino a instancia de la víctima, de su tutor,
guardador o representantes legales, salvo cuando el delito fuere cometido contra un
menor que no tenga padres, tutor ni guardador, o que lo fuere por uno de sus
ascendientes, tutor o guardador. (arts. 72 C.P. y 6 C.P.P.).
La finalidad de la investigación penal preparatoria (art. 302 C.P.P.) es impedir que el
delito cometido produzca consecuencias ulteriores y reunir las pruebas útiles para dar
base a la acusación (art. 355 C.P.P.) o determinar el sobreseimiento (art. 350 C.P.P.).
Tiene por objeto comprobar si ha existido un hecho delictuoso, establecer las
circunstancias que califiquen el hecho, lo agraven, atenúen o justifiquen, o influyen en la
punibilidad, individualizar a sus autores, cómplices e instigadores, verificar la edad,
educación, costumbres, condiciones de vida, medios de subsistencia y antecedentes del
imputado y comprobar la extensión del daño causado (art. 303 C.P.P.).
El Fiscal de Instrucción carece de potestades jurisdiccionales, por ello, ante la
necesidad de ejercicio de alguna de ellas como el allanamiento de morada, la
intervención de comunicaciones o la disposición de embargos, debe requerir
necesariamente la orden del juez de instrucción.
La segunda etapa es la fase del juicio oral y público. Se desarrolla en base a una
acusación que delimita los extremos fácticos de la imputación delictiva y tiene por objeto
la plena discusión entre las partes y la decisión definitiva acerca del fundamento de las
pretensiones que se han hecho valer (la penal y eventualmente, la civil).
Esta fase es esencial, plenamente contradictoria, pública y puede subdividirse en tres
momentos:
a) el preparatorio del debate: es escrito y en él se ofrecen las pruebas, se interponen
las excepciones a que hubiera lugar y se establece la fecha de la primera audiencia de
debate.
b) el debate propiamente dicho: se desarrolla oralmente, se produce la prueba
(recepción de testimonios, prueba pericial, etc.) y las partes intervinientes alegan,
también en forma verbal.
c) la sentencia: fase culminante en la cual el tribunal de juicio aplicando los principios
de la sana crítica racional resuelve las cuestiones planteadas y aplica la ley penal
sustantiva.
El juicio común se desarrolla ante tribunales colegiados o en salas unipersonales si se
tratare de cuestiones que no resulten complejas y siempre que el imputado no requiera
la constitución íntegra del tribunal.
El proceso penal prevé algunas etapas eventuales como son la fase impugnativa
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(oposiciones, recursos ordinarios y extraordinarios) y la fase ejecutiva, llevada adelante


por el juez de ejecución penal, quien brega por el respeto de las garantías
constitucionales en el trato otorgado a los condenados y a las personas sometidas a
medidas de seguridad, controla el cumplimiento por parte del imputado de las
instrucciones e imposiciones establecidas en los casos de suspensión del juicio a
prueba, libertad condicional y condena de ejecución condicional, conoce de los
incidentes que se susciten durante la ejecución de la pena y de las peticiones que
presentaran los condenados a penas privativas de la libertad (art. 35 bis C.P.P.).

Etapas en el proceso laboral


El proceso laboral presenta dos fases esenciales y bien definidas: la de instrucción-
conciliación y la de juicio.
La primera de ellas se lleva a cabo por ante el juez de conciliación que cumple las
funciones de un juez instructor. Ante él se traba la litis en la audiencia de conciliación y
recibe y despacha la prueba con excepción de la confesional, testimonial e inspección
ocular, que deben ser diligenciadas por ante el tribunal de juicio.
El trámite del proceso se lleva adelante con impulso procesal de oficio, esto es,
promovida la demanda por el actor, el trámite continúa sin requerimiento de parte.
El juez tiene competencia para resolver cuestiones incidentales que se planteen
durante el desarrollo de la etapa de instrucción en las que opera como tribunal de alzada
la Cámara del Trabajo.
El juez de conciliación también tiene competencia para ordenar medidas cautelares.
La segunda y principal etapa es la del juicio oral, público y continuo que se desarrolla
ante la Cámara del Trabajo, esta presenta una estructura colegiada aunque también
puede entender en salas unipersonales.
Esta fase comprende lo que se denomina “audiencia de vista de causa” en la que se
recepcionan las pruebas oralizadas y los alegatos. El tribunal resuelve en forma
definitiva sobre las pretensiones vertidas por las partes.
Las etapas eventuales que pueden señalarse son las de ejecución de sentencia y la
impugnativa.
También existe en ciertos casos una etapa prejurisdiccional administrativa que se
desarrolla por ante el Ministerio de Trabajo.
La etapa impugnativa se abre con la admisión del recurso de casación que debe ser
interpuesto ante el tribunal que dictó sentencia.
La etapa ejecutiva representa una excepción al principio de oficialidad ya que debe
desarrollarse a instancia de parte, ante el juez de conciliación y se rige por las normas
del C.P.C. que actúa como ley supletoria.

Etapas en el proceso familiar


En la ciudad de Córdoba, el proceso de familia se encuentra instrumentado por ley nº
7676 que prevé una etapa prejurisdiccional previa y de tránsito obligatorio para cierto
tipo de asuntos. Ella tiene lugar ante un funcionario especial, el asesor de familia, cuya
función primordial es la de avenir a las partes para lograr un acuerdo. Esta fase previa
puede también ser cumplida en los centros de mediación públicos o privados, por tal
motivo, los sujetos involucrados en el conflicto familiar podrán acudir a la utilización de
esta técnica y en ese caso, la ley tiene por cumplida la etapa prejurisdiccional.
El juicio común presenta dos grandes momentos que se cumplen ante órganos
diferentes: el juez y la Cámara de Familia.
Fracasada la etapa prejurisdiccional se abre una etapa intrajurisdiccional conciliatoria,
que se desarrolla ante el juez de familia. Ella abarca los actos de demanda,
reconvención y sus respectivas contestaciones, todo lo que se cumple en un solo acto
conocido como la audiencia establecida por el art. 60 de la ley del fuero. También
comprende el ofrecimiento y diligenciamiento de la prueba, salvo la prueba oralizada
que es recibida por la Cámara de Familia. La segunda etapa o audiencia de vista de
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causa se desarrolla ante la cámara de familia. Se trata de un acto oralizado donde se


reciben las pruebas de testigos, se interrogan a las partes y es posible requerir a los
peritos aclaraciones o ampliaciones de sus informes. Luego se pasa al momento crítico
de la prueba que se cumple en los alegatos de las partes y por último, el tribunal
pasa a deliberar y dicta sentencia.

Tipos o sistemas procesales


Los sistemas procesales son los distintos modos de desenvolverse en el proceso,
examinado desde el punto de vista externo, y que tienen estrecha vinculación con los
principios formativos del proceso y la teoría de los actos jurídicos procesales.
Sistema es una estructura orgánica diseñada por la ley teniendo en cuenta ciertos
principios o ideas rectoras que le imprimen caracteres que lo definen.
Tratándose el proceso de una institución jurídica única, los sistemas o tipos
procesales son los modos de regular ese fenómeno y adecuarlo al criterio jurídico-
político imperante y a la naturaleza de las distintas cuestiones. De esto resulta que el
proceso es único pero los procedimientos son múltiples, adoptando diferentes
fisonomías o tipos.
La clasificación de los procedimientos depende de criterios políticos relativos a la
relación de los particulares entre sí y de éstos con el Estado, la forma de satisfacer el
interés público, etc. También depende de criterios jurídicos relativos a la manera de
garantizar el ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, como el derecho
de defensa o el ejercicio de los poderes de los órganos judiciales. Por último, entran
en consideración criterios económicos, relativos a la posibilidad de abaratar costos y
reducir el tiempo necesario para la obtención de una decisión final firme.

Caracteres: a) Relatividad: significa que no hay tipos absolutos, sino prevalentes;


b) Neutralidad a los juicios de valor: los tipos procesales no son buenos
ni malos, ni justos, ni injustos en tanto se trata de formas metódicas con cierto grado
de abstracción. Entre dos sistemas no podemos decir que uno sea mejor que otro, sino
que uno sirve mejor que el otro para determinados actos procesales.
c) Intercambiabilidad: en un ordenamiento pueden existir dos tipos
antagónicos, dependiendo del legislador, quien puede cambiarlos, transferirlos o
hacerlos coexistir.

Tipo Dispositivo
Se substancian pretensiones que no comprometen el orden público, sino sólo
el interés particular.
Las partes son protagonistas.
El juez es mero espectador hasta el momento de la decisión.
El impulso del proceso queda en manos de las partes, que tienen la facultad de
fijar la cuestión fáctica y el poder de renunciar a ciertos actos del proceso.
Las partes fijan los términos exactos del litigio a resolver (la petición deducida
por el actor marca el límite de lo que el juez puede otorgar en la sentencia).
Las partes son las que aportan el material probatorio necesario para corroborar
sus afirmaciones.

Tipo inquisitivo

Está involucrado el orden público.


El juez es protagonista desde el principio.
El juez tiene los poderes de actuar por si e investigar. Una vez que nació el
proceso, el tribunal debe seguirlo de oficio.
Los hechos son todos aquellos que el juez considere útiles.
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El juez puede ordenar de oficio la producción e investigación de las pruebas.


Ningún sistema se manifiesta de manera pura, sino que se presentan
combinaciones con una mayor o menor tendencia hacia lo dispositivo o inquisitivo,
dependiendo de las formas de organización y la evolución sociocultural.

Sistema acusatorio

Separa las funciones del Estado en materia penal e instituye junto al juez al
ministerio público.
El juez deja de ser el protagonista de la búsqueda de la verdad y deriva esa
responsabilidad al ministerio público (órgano requirente).

Las partes se posicionan en un plano de igualdad y se


diferencian del juez, quien debe ser imparcial e independiente.
El debate se realiza en forma pública y oral, regido por
pautas éticas y comprende las etapas de afirmación, reacción,
confirmación y alegación.
El órgano jurisdiccional no puede impulsar la acción, sólo
la proyecta y le está vedado suplir la inactividad de los
contendientes, ni siquiera en el aspecto probatorio.
La separación entre el juez (imparcial) y el acusador
(investigador) es el elemento más importante.

Sistema oral o escrito


El proceso oral es aquel en que los actos procesales se cumplen prevalentemente
mediante el uso de la palabra por sobre la escritura, en estos casos, el tribunal
solamente puede tener en cuenta el material procesal enunciado oralmente en la
audiencia.
En cambio, el trámite será escrito cuando el tribunal solamente pueda tener en
cuenta el material procesal suministrado bajo la formalidad o recogido en actas. El tipo
escrito supone que toda la actividad procesal sea trasladada, sin excepción, a la
expresión gráfica de la escritura que sirve además de vehículo de expresión, de medio
de conservación y comunicación de la materia procesal.
No existen tipos orales o escritos puros ya que en una u otra secuencia aparece el
dominio de la palabra o de la escritura, por lo que puede hablarse de prevalencia oral o
escrita, lo cual no excluye la existencia de actos escritos u orales en uno u otro
sistema.
En la provincia de Córdoba, el proceso civil es escrito y se rige por reglas
absolutamente formales, mientras que la oralidad es propia de otras ramas como la
penal, laboral o de familia.

Ventajas del sistema oral:


Inmediación: comunicación directa entre el juez, las partes
y los órganos de prueba.
Favorece la recepción de la concentración procesal en la
unidad del debate oral. La concentración supone la reunión de
la mayor cantidad de actividad procesal en el menor número de
actos posibles.
Acelera los trámites judiciales al dotarlos de sencillez en
las formas procesales y favorece el acortamiento de los tiempos
del proceso.

Ventajas del sistema escrito:


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Facilita el estudio y la reflexión de los jueces.


Aleja peligros de la improvisación y la ligereza.
Favorece la publicidad y la permanencia porque las
actuaciones quedan fijas y permanentes, por ello en cualquier
momento pueden ser reconstruidas y examinadas.
Dado que los sistemas no pueden encontrarse en estado puro y atento que el
interés social reclama soluciones rápidas y económicas, es que en la actualidad se
requiere de un sistema que conjugue la oralidad y la escritura y así extraiga de uno y
otro aquellos elementos valiosos para que sean aprovechados en la actividad
procesal.

Principios o reglas que gobiernan el Proceso

Los principios del proceso son:

 “los presupuestos políticos que determinan la existencia funcional


de un ordenamiento procesal cualquiera”

 Son directivas o ideas básicas sobre las que se asienta o


estructura un ordenamiento jurídico procesal (Torres Neuquen)

Los principios procesales son las líneas directrices y orientadoras que rigen el proceso
plasmándose de este modo una determinada política procesal en un ordenamiento
jurídico determinado y en un momento histórico dado. Cabe expresar, por ultimo, que
modernamente van formulándose nuevos principios o reglas que quizás no son tan
nuevos sino que tan solo son reformulaciones o adaptaciones a las necesidades actuales
de los clásicamente reconocidos. Tal sucede, por ejemplo, con las modernas
formulaciones de las reglas de solidaridad, de la personalidad, de las nuevas formas de
buena fe y lealtad procesal, etc.

Es así, que ellos concretan o mediatizan algunas de las garantías constitucionales y en


cada uno puede encontrarse una relación directa con las normas fundamentales
contempladas en la Constitución Nacional.

Y son:

 Principio de Publicidad
 Principio de Inmediación
 Principio de Bilateralidad.
 Principio de Autoridad
 Principio de Formalismo o Legalidad
 Principio de Economía Procesal
 Principio de moralidad

PUBLICIDAD
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El principio de publicidad, implica que los actos que se cumplen en el proceso deben ser
conocidos en forma irrestricta tanto por parte de la sociedad, como por los intervinientes,
a fin de permitir un control adecuado de la actividad procesal y, en definitiva, de los actos
de los jueces.

“este principio significa que no debe haber justicia secreta, ni


procedimientos ocultos, ni fallos sin antecedentes ni motivaciones”.

Además, favorece a obtener una mayor transparencia en la administración de justicia al


fiscalizarse la actividad de los jueces y de los abogados. Los cuerpos formales, cuando
adscriben a este principio lo consagran en términos generales, así por ejemplo, se prevé
que “las actuaciones del proceso y sus resoluciones serán publicas”. A su vez, a modo de
excepción, es posible limitar la publicidad; ello sucede cuando existe un interés justificado
de las partes o cuando concurren razones que hacen al orden publico o moralidad. Es
que “pueden los magistrados restringir la publicidad de las audiencias y aun de los fallos,
si pudiera afectarse con ello la moral o el orden publico u ocasionarse perjuicios
materiales o morales a los interesados”. En definitiva, lo que fundamentalmente se
procura es la protección del derecho de intimidad de las personas.

El principio de publicidad se manifiesta en los distintos actos del proceso; así en las
audiencias4 y, por regla, durante toda la actividad de prueba y también se verifica en la
decisoria a través de la motivación de los fallos.

La vigencia de este principio presenta connotaciones particulares que se definen a partir


del derecho de fondo que se realiza a través del proceso. Así, por ejemplo, en el proceso
penal, la publicidad podrá verse restringida en ciertas secuencias de la investigación
penal preparatoria, llevada a cabo por el Fiscal cuando establece el secreto de sumario
por un plazo restringido . Es que “en materia penal se justifica el secreto en los primeros
momentos de la instrucción, porque el delincuente tiene especial cuidado en no dejar
huellas de delito”. También rige para los delitos de acción privada en los cuales impera la
confidencialidad del trámite.

INMEDIACION

El principio de inmediación, tal como surge de su sentido literal, significa que el juez
debe encontrarse en un estado de relación directa con las partes y
recibir personalmente las pruebas. Devis Echandia, puntualiza que la
comunicación inmediata alude “a la del juez y las personas que actúan en el proceso, con
los hechos que en él deban hacerse constar y con los medios de prueba que se utilicen”.

Este principio se manifiesta con mayor vigor, en los procesos orales que en los escritos.
Sin embargo, en las formas modernas de procedimiento oral o escrito, existen instancias
oralizadas, que presuponen la vigencia de este principio parcialmente. Tal sucede, por
ejemplo, en el proceso civil nacional o de algunas provincias que han adoptado el trámite

4
REGLAS GENERALES - Art. 125. CPCCN - Las audiencias, salvo disposición en contrario, se ajustarán a las siguientes reglas:

1) Serán públicas, bajo pena de nulidad, pero el tribunal resolver, aun de oficio, que total o parcialmente, se realicen a puertas cerradas
cuando la publicidad, afecte la moral, el orden público, la seguridad o el derecho a la intimidad. La resolución, que será fundada, se
hará constar en el acta. Desaparecida la causa de la clausura, se deberá permitir el acceso al público……
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del proceso por audiencia: en estos casos, luego de la etapa escrita de las postulaciones,
se realizan dos audiencias (audiencia preliminar5 y de vista de causa) con vigencia solo
en su trámite de la regla de inmediación. Por su parte, en el proceso penal, la vigencia
plena de la inmediación se presenta en la oportunidad de la audiencia de debate en la
que los integrantes del tribunal, del ministerio público, imputados y sus defensores y
órganos de prueba están en contacto directo.

Los rasgos fundamentales de la inmediación, están dados por:

 la presencia de los sujetos procesales ante el órgano jurisdiccional,


 por la falta de un intermediario judicial entre las cosas y las personas del proceso y
el juez y,
 por la necesidad de la identidad física del juez que tuvo contacto con las partes y
del que dictara sentencia.

En el ordenamiento procesal penal, la regla de inmediación adquiere jerarquía sustancial


al incorporarse al Código Penal, de este modo se prevé que “el juez deberá tomar
conocimiento directo y de visu con el sujeto, de la victima y de las circunstancias del
hecho en la medida requerida para cada caso” (art. 41 in fine CP). Es que en materia
penal y también en el procedimiento laboral, el interés publico en la realización del
derecho, impone la inmediación como una directriz insoslayable. Esto significa, la
ausencia de intermediarios entre la prueba recibida y el órgano jurisdiccional de la
recepción y se lo extiende también, como se apuntó, a la idea de la identidad física del
juzgador. Así se ha sostenido que “el juez que ha de dictar sentencia debe ser el mismo
que en el debate oral, publico y continuo, reciba inmediatamente, la prueba producida con
el control público y de los otros sujetos del proceso”.

BILATERALIDAD (Principio de Contradicción)

La regla de la bilateralidad es denominada también, como principio de contradicción. Este


principio, posee raíz netamente constitucional6 y su efectiva vigencia es lo que otorga
legitimidad a los procesos; de allí que domina todos los estadios secuenciales.

Toda decisión judicial debe ser tomada previo a que se haya dado igual
oportunidad, a todas las partes de ser oídas. Implica, necesariamente, la
posibilidad de alegar y probar; es decir, otorgar a las partes la
oportunidad de ejerces las defensas que tuviere y de arrimar al proceso
los elementos de juicio conducentes a la demostración de sus
alegaciones.

5
AUDIENCIA PRELIMINAR - Art. 360. CPCCN- A los fines del artículo precedente el juez citará a las partes a una audiencia, que
presidirá, con carácter indelegable. Si el juez no se hallare presente no se realizará la audiencia, debiéndose dejar constancia en el
libro de asistencia.

6
Art. 18. CN- Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni
juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser
obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en
juicio de la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y
una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan abolidos para
siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y
limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a
mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice.
DERECHO PROCESAL I - 2016

Este principio, se resume en el aforismo latino audiatur et altera pars. No interesa al


derecho que la parte, efectivamente, se pronuncie, sino que se haya otorgado una
razonable oportunidad de defenderse o de cumplir con la carga procesal de expresarse,
de ofrecer, producir y controlar la prueba.

Palacio, advierte que la realización de ciertas medidas, como las cautelares pueden
ordenarse inaudita parte, pero ello no implica derogación del principio de bilateralidad sino
tan solo significa que se difiere el contradictorio por especial naturaleza del acto. Esto
quiere decir, que si bien no se notifica previamente el despacho de la medida, sin
embargo, si debe ser comunicada al afectado inmediatamente después de haber sido
trabada.

Por ultimo, el sistema se garantiza por las normas que establecen sanciones para la
violación de este principio, a cuyo fin se imponen nulidades especificas para el caso de
las notificaciones o se utiliza las reglas atinentes a la teoría general de las nulidades,
hechas valer a través de los poderes genéricos de impugnación.

AUTORIDAD

El principio de autoridad se define a partir del aspecto jerárquico


autoritario que asume el derecho procesal por la incidencia del órgano
jurisdiccional, considerado como poder del Estado político, en el
conflicto de los justiciables.

Así se ha dicho que tanto el poder de conducción o de dirección del proceso, como el
poder de esclarecer la verdad de los hechos constituyen manifestaciones del principio de
autoridad. Luego, será el sistema adjetivo, el que impondrá los límites para su ejercicio,
en la categorización de los poderes-deberes del órgano jurisdiccional.

Es posible señalar dos vertientes opuestas y bien definidas, inspiradas en una ideología
sociopolítica determinada: la liberal-individualista y la jerárquico-autoritaria. Claro esta
que, entre ambas posturas, existen diferentes matices que importan formulas intermedias
o con una mayor o menor identificación con algunas de ellas.

En el marco de la concepción liberal-individualista, impera la formula de la neutralidad del


juez, lo que supone que “el juzgador no ha de intervenir en la marcha del proceso en
forma activa, cuya iniciativa, impulso, conducción y disposición es un atributo del
justiciable”. Como se advierte, se trata de un juez espectador de la contienda judicial.
Rige en esta concepción, el principio de rogación que preconiza que el juez no actuara de
oficio sino a petición de parte (ne iudex ex officio).

La figura neutral, es propia del sistema procesal dispositivo, adoptado por la mayoría de
los códigos procesales civiles de nuestro país, actualmente en proceso de revisión.

En una posición intermedia, se encuentra la que postula la figura del juez como un
verdadero director del proceso. Esta formula, es una creación ideal de la doctrina para
superar la posición individualista del juez espectador. Sin embargo, se ha entendido que
se trata de “una formula incompleta: excepto que se interprete el verbo dirigir en una
forma amplísima; ello es así, ya que, el poder de dirección o conducción solamente afecta
el desarrollo del proceso y hace a su marcha formal, pero no agota los predicados
propuestos por los fines del derecho procesal”.
DERECHO PROCESAL I - 2016

Es una postura critica contra la formula de la neutralidad del juez, se postula la que le
otorga una intervención activa y preponderante en orden a la marcha del proceso y al
esclarecimiento de la verdad de los hechos controvertidos. Configura la formula de la
autoridad del juez, la que se obtiene a partir de especiales poderes otorgados al órgano
jurisdiccional durante el proceso y diferentes cargas y obligaciones para las partes,
durante su trámite.

Es que frente al juez pasivo se postula el aumento de poderes en lo atinente a la


dirección y conducción del proceso, a la formación del material de cognición y en la
vigilancia de la conducta de los justiciables.

Es así, que se concibe al juez dotado de un complejo de poderes-deberes limitados por la


ley. Su ejercicio reconoce como sustractum un deber imperativo de corte funcional.

FORMALISMO

Las formas procesales son establecidas como garantía del justiciable y se basan en el
principio de seguridad jurídica.

Entendemos por la forma la exteriorización corporizada en un documento del acto


procesal. Podemos afirmar que, en la legislación positiva, se advierte la adopción del
sistema de la legalidad. Es así que se regula el modo de cumplimiento de la actividad
procesal ya sea, con previsiones especificas para cada acto o por disposiciones
generales de remisión, en las que se refleja el sistema adoptado.

Modernamente, existe una tendencia a flexibilizar las formas sobre todo en lo relativo a
cierta actividad procesal. Así, por ejemplo, se apunta a la eliminación de los
interrogatorios escritos para testigos y de los pliegos de absolución de posiciones,
proponiéndose en su reemplazo interrogatorios libres, informales y coloquiales.

ECONOMIA PROCESAL

El principio de economía procesal importa la aplicación de un criterio utilitario en la


realización del proceso.

Se resume en dos ideas fundamentales:

 economía de gastos y
 economía de esfuerzos o de actividad.

La incorporación de este principio supone procedimientos que no resulten onerosos, por


lo cual, es necesario, además, que no se extiendan excesivamente en el tiempo. Es decir,
la implantación del principio exige adoptar criterios razonables en relación no solo a
costos económicos sino al tiempo de duración ya que, como dijo Couture, “en materia de
procedimiento el tiempo es algo más que oro, es justicia”.
DERECHO PROCESAL I - 2016

Ahora bien, La economía de gastos pone su acento en el aspecto financiero del proceso.
Ello implica que el costo del juicio no sea un obstáculo que impida a las partes su inicio.
Los procedimientos generan gastos, y ellos no pueden evitarse. Pero si pueden ser
postergados atendiendo a ciertas circunstancias o aun, por razones de política procesal,
resolverse su eximición por el contenido social de la cuestión que se presenta. Lo que el
legislador debe procurar es que los gastos que demande el juicio no se transformen en un
obstáculo para el acceso a la justicia de las personas menos pudientes.

Contribuye a la economía en el tiempo y a la celeridad en el trámite, la regla de la


concentración de los actos y la de la eventualidad en las afirmaciones. Inciden también en
ese aspecto, los plazos procesales fijados por la ley adjetiva como tiempos ideales.

La regulación de los tiempos procesales en la ley debe ser meditada con un criterio de
razonabilidad, que se concreta en el establecimiento de plazos, que sean susceptibles de
poder cumplirse, para que el patrón ideal no sea superado por la realidad.

MORALIDAD

El principio de moralidad esta integrado por un conjunto de normas que


imponen conductas, imbuidas de un contenido ético que deben ser
observadas por el juez, las partes y demás participantes. Este principio
madre es comprensivo de otros subprincipios que lo enriquecen, a saber: la lealtad y la
buena fe procesal. Su vigencia, a la luz de los hechos concretos nos hace reflexionar
sobre las cargas y deberes procesales asignados a las partes y al juez; así, por ejemplo,
el deber de mantener en la instancia conductas que no resulten contrarias a las reglas de
contenido ético objetivizados en normas. Ello implica la proscripción de ciertas actitudes
tales como la reticencia, la intemperancia, la familiaridad y la agresividad, la obstrucción,
o la ambigüedad, (sin agotar el repertorio) que puedan ser calificadas para tipificar
temeridad, malicia o el abuso del proceso. Sin embargo, queremos destacar que el
juzgador deberá precisar de los límites de estas conductas defectuosas teniendo a la vista
la cláusula constitucional de la inviolabilidad de la defensa en juicio.

La inconducta, en muchos casos, se manifiesta en actitudes dilatorias que son


consecuencia de un sistema adversarial rígido, impuesto por normas legales inidóneas o
por la idiosincrasia de los litigantes, que en muchos casos resultan toleradas por los
tribunales.

2. Reglas del Proceso. Impulsión, Preclusión y Adquisición

El derecho procesal reconoce fundamentos constitucionales, principios jurídicos políticos


y sus instituciones fundamentales obedecen a ciertas reglas lógicas que le son propias y
exclusivas. Estas reglas se manifiestan como máximas que limitan o condicionan el actuar
de los sujetos procesales; por ello, se ha dicho

“Que las reglas del proceso son las condiciones que conforman técnica y
estructuralmente la actividad de aquellas personas y sujetos
procesales”.
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Siendo el proceso una estructura técnica que debe avanzar necesariamente hacia un fin,
debe vincularse necesariamente a este concepto esencial, la idea de actividad. Esa
actividad en el proceso se realiza por el impulso que imparten los sujetos procesales. En
tal sentido, cabe señalar que rigen todo el ámbito procesal del ne procedat iudex ex
officio, esto implica que el inicio del tramite nunca puede ser realizado por iniciativa del
juez sino que este debe ser requerido por algún otro sujeto. De tal modo, en el proceso
civil el impulso inicial lo realizan las partes a través de la demanda; igual sucede en el
proceso laboral y familiar. En tanto, que en el proceso penal el requeriente es el ministerio
público fiscal sin cuya iniciativa e impulso no puede iniciarse el trámite.

 La regla del impulso

Como se dijo, el impulso inicial debe ser realizado por un sujeto


diferente del juez, estos son las partes, el impulso posterior puede estar
a cargo de las partes, del ministerio publico, del imputado o por el
mismo órgano jurisdiccional.

La regla del impulso procesal generalmente esta delimitada por plazos procesales. Así,
generalmente, de ordinario en el trámite se diferencian etapas y dentro de ellas, a su vez,
se presentan diferentes actividades que deban ser promovidas según sus características
por algún sujeto procesal, bajo la pena de caer en la caducidad de instancia.

Por ultimo, debe distinguirse el impulso privado propio del trámite civil del impulso oficial
característico de los procedimientos que involucran alguna razón de orden público. Este
último, el impulso oficial, se manifiesta como el poder-deber del juez para realizar, con
independencia de la actuación de las partes todos los actos procesales que integran la
trama hasta la finalización del trámite que culmina con el dictado de la sentencia.

 La regla o principio de la preclusión

Impide que el proceso se retrotraiga a estadios o etapas que se


encuentran superadas o que se reproduzcan actos procesales ya
cumplidos o que no tuvieran cumplimiento en el orden establecido por la
ley.

Se trata de un regulador del trámite procesal y tiene operatividad tanto para las partes
como para el tribunal. Ello significa que ninguno de los sujetos procesales pueden actuar
en contradicción con esta regla, funciona como un obstáculo o impedimento a la marcha
discrecional del proceso.

Por ello, se ha dicho que la actividad procesal debe realizarse dentro de los límites fijados
por la ley, pues de lo contrario, un postulado de consunción procesal despojaría de
efectos útiles a la actividad realizada fuera del orden establecido.

Cada actividad procesal destinada a una finalidad específica debe ser cumplida en un
momento determinado; de otro modo, la actividad no seria susceptible de producir efectos
útiles.

Esta regla “propende a obtener una definitiva estabilidad jurídica con respecto a las
situaciones procesales ya alcanzadas, impidiendo el retroceso arbitrario o carente de
fundamento serio, y la actuación contradictoria con la ya cumplida (incompatibilidad)
expresa o tacita”.
DERECHO PROCESAL I - 2016

La efectiva vigencia de la preclusión se garantiza a través de las sanciones procesales de


nulidad o de inadmisibilidad. Sucede lo primero, cunado el acto procesal se cumple en
inobservancia a la preclusión, por ejemplo cuando se formula una liquidación final del
pleito, apartándose de lo establecido en la sentencia y de este modo se vulnera la cosa
juzgada.

En cambio, se aplicara la sanción de inadmisibilidad, cuando se intente producir un acto


procesal, una vez vencido el plazo fijado por la ley para ello –caso perentorio fatal- o
cuando se hubiere declarado la pérdida del derecho a petición de parte.

La preclusión consiste también en una limitación del poder de las partes para la
realización de la actividad, ya que el sujeto pierde su facultad por extinción o por
consumación de ella. Es que la preclusión consiste en la pérdida o extinción
de una actividad procesal por haberse alcanzado los límites impuestos
por el legislador para el ejercicio de las facultades procesales de las
partes.

 La regla de la adquisición procesal

Establece que el resultado de la actividad realizada durante el tramite


se adquiere para el proceso y no puede ser invocada para el beneficio
particular de alguna de las partes no teniendo relevancia al respecto
quien la ha producido, quien la ha ofrecido, quien la ha aportado o quien
la ha alegado. Es que la actividad procesal y el material de conocimiento responde a
un fin común y puede ser aprovechado por cualquier sujeto con independencia de quien
la origina.

Jurisdicción y competencia
Jurisdicción. Definición. Caracteres. Límites. Elementos. Momentos de su
ejercicio Definición: jurisdicción es la función pública de administrar justicia
emanada de la soberanía del Estado y ejercida por un órgano especial. Tiene por fin
la declaración o realización del derecho y la tutela de la libertad individual y del
orden jurídico, mediante la aplicación de la ley en los casos concretos, para obtener
la armonía y paz social.
Es el poder-deber que tiene el Estado de aplicar justicia al caso concreto y nace
desde el momento en que la sociedad decide realizar indirectamente el derecho en su
actuación coactiva, eliminando la actuación directa de sus componentes. El Estado,
como representante del grupo asume esa función, la que es puesta en actividad por
medio de los órganos predispuestos, en nuestro caso, conforme al sistema
representativo de gobierno y a la base del juez natural. Se desarrolla mediante un
trámite regular y legal.
Si bien nadie más puede ejercer la potestad del Estado de administrar justicia, este
tiene la obligación de intervenir cada vez que le es solicitado en la forma prevista por la
ley, mediante el ejercicio de la acción procesal.
En sentido amplio, la función jurisdiccional comprende la creación y constitución de
los órganos encargados de administrar justicia, la determinación de sus facultades y la
fijación de las reglas para la tramitación de los juicios.
DERECHO PROCESAL I - 2016

En un sentido restringido, se refiere al poder o facultad conferido a ciertos


órganos para administrar justicia en los casos que les son presentados.
La jurisdicción es un poder que puede asimilarse a los poderes de acción y de
excepción. Estos últimos implican poner en actividad poderes que exhiben
pretensiones subjetivas de las partes y se manifiestan como simples o meras
facultades o eventualmente, como cargas procesales. La jurisdicción, en cambio, se
presenta como el poder de actuación de un órgano público con un criterio objetivo de
justicia.
La jurisdicción es ejercida por el estado de manera monopólica y en consecuencia,
se prohíbe la justicia por mano propia. La autodefensa es permitida en contadas
excepciones que la misma ley señala y precisa.
El derecho procesal, el proceso y la función jurisdiccional son instrumentos para la
realización indirecta y coactiva del derecho sustancial. El ejercicio de la función
jurisdiccional requiere la existencia de un caso concreto que se presenta a la manera
de un conflicto de intereses. La sentencia es el acto jurisdiccional por excelencia, ya
que pone fin al pleito. La jurisdicción se manifiesta a lo largo de todo el proceso
mediante el dictado de decretos, autos o providencias en general. Comprende desde
el acto inicial de simple admisión de la demanda hasta la sentencia definitiva.
Por último, cabe destacar que el fin de la función jurisdiccional es el de proteger el
orden jurídico preestablecido, por ello, al existir algún quiebre de ese orden sustantivo-
formal, es misión del órgano judicial la de reestablecerlo por medio del proceso
judicial.

Caracteres: La jurisdicción es pública, única, exclusiva y excluyente,


e indelegable
inderogable.
Pública, por su naturaleza. Es una potestad del Estado cumplida por
órganos
públicos y en consecuencia también es pública la naturaleza del acto
jurisdiccional. Tanto el
órgano como la actividad tienen carácter público, aunque fueren privados los
conflictos o situaciones sometidas a juzgamiento.
Única, porque la jurisdicción es una sola. La Constitución de la Provincia de
Córdoba en su artículo 153 dispone que el ejercicio de la función judicial
corresponde exclusivamente al Poder Judicial de la Provincia. Como poder o
función del poder no puede ser dividida, sin embargo, atendiendo a razones de
división del trabajo, extensión del territorio, naturaleza de las cuestiones y
necesidad de especialización, existe lo que se denominan reglas de competencia,
que imponen a determinados tribunales la obligación de entender en ciertas
cuestiones por razones prácticas vinculadas al territorio, el grado y la materia a
elucidar.
Exclusiva y excluyente, exclusiva porque solamente el Estado está habilitado
para ejercerla legítimamente a través de sus tribunales como representantes del
órgano jurisdiccional. Es excluyente ya que rechaza cualquier interferencia de
particulares y de los demás poderes respecto del ejercicio de la función
jurisdiccional.
Indelegable, toda vez que el juez en el que el Estado ha delegado la facultad de
administrar justicia no puede despojarse de su ejercicio, para dejar que otras
personas lo asuman en el caso concreto y ejerzan las funciones de juez. No
obstante ello, no se impide la delegación en ciertos casos para la comisión de
medidas específicas por diferentes razones (art. 291 C.P.C.).
Inderogable, porque no puede ser atribuida a otros órganos. Se trata de un
poder-deber que proviene de la soberanía del Estado y por ende no puede ser
modificado por voluntad de los justiciables. En casos especiales la ley otorga a los
particulares un reducido
ámbito para elegir otros métodos para la resolución de su conflicto (ejs. arbitraje,
conciliación, mediación, etc.).

Límites: para el ejercicio de la jurisdicción, o sea para la actuación del órgano


jurisdiccional, deben darse los siguientes requisitos: Límite territorial, caso
concreto, ley anterior y excitación extraña.
Límite territorial: la primera delimitación de la jurisdicción está dada por una
cuestión geográfica ya que la soberanía del Estado se ejerce dentro de su límite
territorial, por ende, la jurisdicción es ejercida solamente dentro de los límites de su
territorio. Comprende a todas las personas físicas o jurídicas que habiten o se
hallen instaladas en nuestro territorio. También comprende todas las cosas
muebles o inmuebles que se encuentren situadas dentro del país.
Caso concreto: el juez no resuelve en abstracto, no aplica la ley a un caso
hipotético elaborado por la imaginación. Esa es tarea de la ciencia del derecho y
del legislador. El órgano jurisdiccional requiere de la existencia de un caso de la
vida real donde se encuentren relacionadas personas físicas o jurídicas, con un
verdadero conflicto de intereses. Ese conflicto de intereses implica un hecho
histórico, circunstancias de modo, tiempo, lugar y personas y un derecho
sustantivo que luego se aplica al primero, dando lugar a una sentencia definitiva.
Por ese motivo la sentencia es una norma individual, porque sus efectos sólo
alcanzan a las personas que intervinieron en el proceso como interesados.
Ley anterior: el juez no crea derecho, lo interpreta y aplica. Por ese motivo el
conflicto se tiene que haber generado en situaciones de hecho contempladas por
una norma vigente al tiempo de su producción, es decir, conductas reguladas
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previamente por el derecho.


En materia penal y en virtud del principio de legalidad, el juez jamás podrá
juzgar como delictiva a una conducta no tipificada en la ley previamente, ya que no
se admite la analogía. En materia civil, la analogía si está permitida y autoriza
asimilar una conducta no regulada específicamente con una norma jurídica que
contemple una conducta cuyos elementos relevantes sean similares la juzgada.
Excitación extraña: en materia civil, el juez no actúa de oficio, se hace
indispensable que el titular del interés solicite su actuación de acuerdo con las
previsiones del orden jurídico. La demanda del actor producirá esa excitación y
fijará además los límites fácticos que serán impuestos al juzgador de modo tal que
toda extensión efectuada por este será invalida.
En materia penal, corresponde al Ministerio Público ya no la facultad, sino la
potestad de excitar la jurisdicción, de promover la acción penal ante la hipótesis de
comisión de un delito de acción pública. Su actuación se funda en los principios de
oficialidad y de legalidad. Una vez excitada la jurisdicción, su ejercicio es ineludible
para el órgano jurisdiccional o el Ministerio Público en el caso del C.P.P. de la
Provincia de Córdoba. Tiene carácter imperativo y debe continuar hasta la decisión
que pone fin al conflicto, que resuelve acerca de las pretensiones esgrimidas por
las partes o acerca de la existencia o no del delito y de la participación o no del
imputado en él.

Elementos: tradicionalmente, la jurisdicción se descomponía en los siguientes

I. Notio: facultad conferida al órgano jurisdiccional para conocer


unadeterminada cuestión litigiosa. Se trata de un poder que habitualmente
ejercita el juez en materia civil, familiar o laboral cuando le es presentado el caso.
Ello no sucede en el procedimiento penal, ya que esta facultad de conocimiento
puede ocurrir antes del juicio propiamente dicho, durante la investigación penal
preparatoria.
II. Vocatio: facultad o poder de llamar a las partes para que
comparezcan o prosigan el juicio. En materia civil y familiar, el juez convocará al
demandado para que dentro del plazo fijado por el tribunal asuma su calidad. Ello
importa una carga procesal, por lo que en caso de no hacerlo, la ley le atribuye al
juez la facultad de ordenar la prosecución del juicio en rebeldía. En el proceso
penal, la rebeldía es un estado de hecho en que se coloca el imputado en relación
con la causa que se le sigue en su contra. El prevenido debe intervenir ya que su
participación importa una carga pública. La declaración de rebeldía trae aparejada
la orden de detención del imputado y el consiguiente pedido de captura. Sobre el
proceso, la declaración de rebeldía no suspende el curso de la investigación, pero
si fuere declarada durante el juicio, este se suspende en relación al rebelde y
continua para los demás imputados presentes. Cuando el rebelde comparezca, la
causa continuará según su estado (arts. 86 a 90 C.P.P).
III. Coertio: facultad para utilizar la fuerza pública a fin de hacer
cumplir las resoluciones que se dicten con motivo del proceso y durante este. En
todas las leyes de forma se prevén medidas para asegurar los fines del proceso
tales como el traslado por la fuerza pública para los testigos que no comparecieren
voluntariamente, la posibilidad de ordenar el allanamiento de un domicilio en
búsqueda de medidas probatorias en el fuero penal o para el secuestro de bienes

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o ejecución de alguna cautelar en materia civil.


IV. Iudicium: es el poder-deber de resolver el litigio. Se exterioriza
en la sentencia que pone fin al pleito y su efecto especial y trascendente es que
adquiere autoridad de cosa juzgada.
V. Executio: facultad para hacer cumplir la sentencia. La
sentencia puede cumplirse de manera espontánea, pero si no es así, y dicha
resolución se encontrara firme y ejecutoriada, puede concederse su ejecución
previo requerimiento de parte, de acuerdo a los trámites establecidos y aún con el
empleo de la fuerza pública. En el proceso penal, la ejecución es dispuesta de
oficio por el tribunal.
En la actualidad están cinco categorías se limitan a cuatro pero en esencia
siguen cumpliendo la misma función.
I. Poder de decisión: se puede dividir en dos aspectos, uno formal
o extrínseco y otro material o intrínseco.
Desde el primer punto de vista, se tienen en cuenta la forma en
que se expresa el órgano jurisdiccional en su facultad de juzgar. Ella se manifiesta
a través de diferentes pronunciamientos como sentencias, autos interlocutorios,
decretos, etc.

El aspecto material o intrínseco se refiere al contenido del poder de decisión y


se resume en el acto de autoridad dado por el juez y que comprende un juicio y un
mandato. El juez tiene el deber de emitir el juicio conforme a derecho, para lo cual
debe explicitar los fundamentos que le han llevado a resolver en un sentido
determinado con fundamentación lógica y legal. La motivación es un deber de la
jurisdicción impuesto por la ley como garantía para los justiciables (art. 155 Const.
Cba.).
II. Poder de ejecución: facultad del órgano jurisdiccional para
producir actos coactivos tendientes a la realización práctica del interés tutelado
sobre el cual ha recaído una afirmación jurisdiccional de existencia. En materia civil
solamente puede ser ejercido a instancia de parte porque satisface su interés (ej.
inscripción del pronunciamiento final en un registro). En materia penal, los actos de
ejecución se realizan de manera compulsiva (ej. secuestro, requisa personal, etc.).
III. Poder de coerción: facultad conferida al juez para imponer
sanciones a los sujetos que con su conducta obstaculicen la tarea de administrar
justicia. También comprende la facultad de emplear la fuerza para el cumplimiento
de las resoluciones judiciales. Alcanza facultades propias de la coertio y executio.
IV. Poder de instrumentación: posibilidad de dar el carácter de
instrumento público a las actuaciones que se realizan con la intervención del
Tribunal. Comprende la facultad que tiene el mismo tribunal de conservar
documentos y el deber de custodia.

Momentos de su ejercicio: pueden distinguirse tres momentos


distintos:

a) Momento cognoscitivo: se inicia con la demanda, continúa con la


contestación y producción de las pruebas y finaliza con los alegatos de las partes.
b) Momento resolutivo: luego de fijado el hecho y de la subsunción
del mismo en el derecho, el juez resuelve acerca de las pretensiones esgrimidas.
c) Momento ejecutivo: tiene carácter eventual cuando el
condenado no acata lo resuelto de manera voluntaria. En ese caso el juez ejercita

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su imperium (poder de coerción) para hacer cumplir lo resuelto.

Competencia
Definición y caracteres: la competencia es la medida de la jurisdicción, toda
vez que si esta es el género, la competencia es una especie dentro de aquella. La
jurisdicción por ser única no puede medirse, cada juez la tiene íntegramente, pues
la jurisdicción es una potestad relacionada con la soberanía del Estado. La
competencia responde a exigencias técnico-jurídicas de política procesal, a
cuestiones de orden práctico tendientes a delimitar la actuación de un determinado
tribunal, que no es más que el resultante de un fraccionamiento del órgano
jurisdiccional. Es la facultad que cada juez tiene para ejercer la jurisdicción en
determinados asuntos y dentro de cierto territorio.
Sus caracteres son: debe estar prevista legalmente, es de orden público, es
indelegable y es improrrogable.
Debe estar fijada previamente por ley: el justiciable debe saber de
antemano que existe un órgano jurisdiccional con competencia atribuida en la ley
para conocer del asunto que le aqueja.
Orden público: los particulares no pueden disponer de la regla de la competencia
ni modificarla en cuanto a su distribución.
Indelegable: los actos atribuidos al juez deben ser cumplidos indefectiblemente
por él, salvo excepciones en que puede encomendarse a otros órganos (art. 291
C.P.C.).
Improrrogable: la competencia no es prorrogable, la distribución
pertenece a la ley y las partes no podrán conferir otras competencias ya sea por
razón de la materia, grado o valor a otro órgano jurisdiccional. La competencia es
prorrogable solamente cuando en el caso concreto no prima el interés público y las
partes, mediante un convenio escrito, hayan elegido otro juez para que conozca el
conflicto (expresa), o cuando una de las partes realice actos que impliquen
renunciar a la competencia del juez determinado por ley y la otra no se oponga, ej.
interponer demanda ante un juez incompetente y que el demandado no se oponga
(tácita).

Fundamentos: el legislador ha considerado diferentes factores para


fundamentar el reparto de la competencia, entre ellos podemos mencionar a los
siguientes:
a) Criterio institucional: existe un doble orden judicial fijado por la
Constitución. Ello da lugar a la justicia ordinaria de cada provincia y a la justicia
nacional, federal de excepción distribuida en todo el país. La primera existe en
virtud de la reserva efectuada por las provincias de organizar su Poder Judicial
(art. 1 y 5 C.N.). La federal de excepción se fundamenta en los artículos 116, 117 y
75, inciso 12 de la C.N.
b) Especialización y naturaleza de las causas: las diversas
ramas del derecho se hacen cada día más complejas por la mayor cantidad de
situaciones que el ordenamiento jurídico tiende a resolver y por las modificaciones
sociales, económicas o laborales, ello permite concluir que sería inconcebible que
un magistrado tuviera que conocer todas las ramas del derecho y resolver con
serenidad y justicia en cada una de ellas. A través de la competencia, a cada
magistrado se facilita la tarea de comprender cuál es la naturaleza de la cuestión a
resolver, el objeto del litigio, el estado civil de las personas, el valor económico de

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la pretensión. Esto es lo que se denomina competencia material y permite dividir la


jurisdicción en civil, comercial, familia, penal, laboral, etc.
c) Territorio: tampoco es posible que un mismo tribunal atienda
los conflictos suscitados en un extenso ámbito territorial o densamente poblado.
Surge la competencia territorial por la que se distribuyen zonalmente las causas de
una misma materia entre diversos tribunales. Esta distribución persigue la
aproximación del tribunal a la persona, cosa o hecho que debe considerarse como
el centro del despliegue jurisdiccional en la correspondiente causa. En razón del
territorio, la competencia puede distribuirse por el lugar de la cosa, el domicilio del
demandado, el lugar de cumplimiento del contrato o el lugar del contrato.
d) Funcional: este criterio se funda en la conveniencia de
establecer la diversificación del órgano jurisdiccional para el ejercicio de la función
cognoscitiva y la ejecutiva. En los sistemas que admiten más de una instancia, el
criterio funcional se manifiesta en la existencia de tribunales de mérito y tribunales
de alzada. Se trata de la competencia por razón del grado y en el fuero de familia
permite distinguir entre los jueces de familia y la Cámara de juicio; en el fuero
laboral entre el juez de conciliación y la Cámara de juicio; en el fuero civil entre el
juez de primera instancia y la Cámara en lo Civil.
e) Turno: entre jueces de una misma circunscripción judicial que
atienden la misma materia y dentro del mismo grado, existe además otra división
del trabajo en virtud de la cual se distribuyen las causas que ingresan. Existen dos
métodos: la recepción de causas dentro de un período limitado de tiempo (utilizado
en materia penal, cada fiscalía de instrucción se encuentra de turno una semana);
y la recepción de un número determinado de causas (se utiliza en materia civil).

Competencia provincial: criterios para su determinación.


De acuerdo al régimen de Estado Federal instituido en los artículos 5 y 75,
inciso 12 de la C.N., nuestro Estado se caracteriza por la coexistencia de dos
órbitas judiciales: la de las provincias y la de la Nación.
El Poder Judicial provincial se encarga de todas las cuestiones relacionadas con
el derecho común ocurridas dentro de sus respectivos territorios, a excepción de
las materias expresamente delegas a la Nación, cuyo conocimiento compete a la
Justicia Nacional.
La competencia material es el límite que la ley impone al juez para que pueda
resolver sólo ciertos asuntos relacionados con la rama del derecho aplicable.
Divide en razón de la diversas naturaleza de las causas y por el criterio de
especialización.

En la Provincia de Córdoba en razón de la materia, la competencia se divide en


los siguientes fueros: Civil y Comercial, Concursos y Sociedades, Penal, Laboral,
Familia y Contencioso Administrativo.
Fuero Civil y Comercial: en materia civil en la Provincia de Córdoba, establece
el artículo 5 del Código ritual que la competencia se determinará por la naturaleza
de las pretensiones deducidas en la demanda y no por las defensas opuestas por
el demandado.
Se organiza en doble instancia, la primera corresponde a juzgados
unipersonales que resuelven en primer grado. Sus resoluciones son recurribles
ante la Cámara de Apelaciones del mismo fuero, que son órganos colegiados
integrados por tres vocales. La resolución dictada en segunda instancia solamente
admite recurso extraordinario (casación, revisión o inconstitucionalidad ante el

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Tribunal Superior de Justicia).


Fuero de concursos y sociedades: entiende exclusivamente en causas
vinculadas al concurso de acreedores, la quiebra y la constitución de sociedades
comerciales. Está organizado como el fuero civil y comercial.
Fuero penal: entiende en materia de delitos y es de instancia única. Se
estructura en dos etapas: la primera es la investigación penal preparatoria a cargo
de Fiscales de Instrucción o jueces de instrucción, cuando el imputado tuviere
algún privilegio constitucional. Esta etapa concluye con el archivo de las
actuaciones cuando el Fiscal no pudiere proceder o cuando el hecho investigado
no encuadre en figura penal alguna (art. 334 C.P.P.); con el sobreseimiento del
imputado (art. 350 C.P.P.), cuando:
1. El hecho investigado no se hubiere cometido o no lo hubiere
sido por el imputado;

2. Cuando el hecho no encuadre en figura penal;


3. Cuando medie una causa de justificación, inimputabilidad, inculpabilidad o una
excusa absolutoria;
4. Cuando la pretensión penal se haya extinguido;
5. Cuando habiendo vencido todos los términos de la investigación
penal preparatoria y sus prórrogas, no hubiere suficiente fundamento para elevar la
causa a juicio y no fuese razonable objetivamente prever la incorporación de
nuevas pruebas.
Por último, la investigación penal preparatoria también puede concluir con el
requerimiento fiscal de elevación a juicio siempre que existieren elementos de
convicción suficiente para sostener como probable la participación punible del
imputado en el hecho intimado (art. 355 C.P.P.).
La segunda etapa es la del juicio propiamente dicho y se lleva a cabo en una
audiencia oral y pública ante la Cámara del Crimen, colegiada con tres vocales,
quienes tiene a su cargo el juzgamiento en definitiva y el dictado de la sentencia
absolutoria o condenatoria. Contra dicha sentencia solamente caben los recursos
extraordinarios ante el Tribunal Superior de Justicia.
Dentro del fuero penal también se encuentran: los Juzgados Correccionales que
juzgan en única instancia en los delitos de acción pública dolosos que estuvieren
reprimidos con prisión no mayor de tres años o pena no privativa de la libertad;
delitos culposos cualquiera sea la pena y delitos de acción privada (art. 37); los
Juzgados de Menores Corrección que entienden en causas en las que haya
menores que cometen delitos; los Juzgados de Ejecución Penal que tienen la
competencia que establece el artículo 35 bis del C.P.P. y que fuera detallada ut-
supra en el módulo I, punto 2.3. Por último, el fuero penal económico que está
destinado a investigar delitos de los denominados “de cuello blanco” que tienen
trascendencia económica y son de gran complejidad.
Fuero laboral: entiende en materia de contrato de trabajo y está organizado en
instancia única. También se estructura en dos etapas, la primera ante el juez de
conciliación que no dicta sentencia y la segunda, ante la Cámara del Trabajo que
lleva adelante el juicio y dicta sentencia solo recurrible ante el Tribunal Superior de
Justicia mediante recursos extraordinarios.

Fuero de familia: de instancia única que entiende en los conflictos de familia y


se integra con asesorías que intervienen en una etapa prejurisdiccional con el fin

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de alcanzar el avenimiento de las partes, ejercen representación promiscua de los


menores y patrocinan a las partes carentes de recursos, le siguen los jueces de
familia que tienen función conciliadora y homologan los acuerdos celebrados sin
dictar sentencia. Finalmente, si se hace necesario el juicio, este se sustancia ante
las Cámaras de Familia constituidas por tres vocales, quienes resuelven en
definitiva.
Fuero contencioso administrativo: de instancia única en todas las causas
salvo en aquellas en que la provincia sea parte. En caso de instancia única se
sustancia ante la Cámara mediante un procedimiento escrito que concluye en una
sentencia recurrible mediante recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior de
Justicia. En caso de doble instancia, la primera se sustancia ante la Cámara y la
segunda ante el Tribunal Superior mediante recurso ordinario.
En la provincia de Córdoba, el máximo órgano del Poder Judicial es el Tribunal
Superior de Justicia cuya competencia y funciones se encuentran reguladas en la
Constitución. Puede entender por razón del fuero en todas las causas que lleguen
ante él sin perjuicio de que la labor se reparta en diversas salas establecidas con
un criterio de especialización. A este máximo tribunal integrado por siete miembros
se llega por vía de recurso o por vía originaria. Su competencia está establecida
expresamente en el artículo 165 de la Constitución Provincial que reza:
1) Conoce y resuelve originaria y exclusivamente, en pleno:
a. De las acciones declarativas de inconstitucionalidad de las
leyes, decretos, reglamentos, resoluciones, Cartas Orgánicas y ordenanzas, que
estatuyan sobre materia regida por la Constitución, y se controviertan en caso
concreto por parte interesada.
b. De las cuestiones de competencia entre poderes públicos de la
Provincia y en las que se susciten entre los tribunales inferiores, salvo que estos
tengan otro superior común.
c. De los conflictos internos de las Municipalidades, de una
Municipalidad con otra, o de estas con autoridades de la Provincia.
d. De las acciones por responsabilidad civil promovidas contra
magistrados y funcionarios del Poder Judicial, con motivo del ejercicio de sus
funciones, sin necesidad de remoción previa.
2) Conoce y resuelve, en pleno, de los recursos extraordinarios
de inconstitucionalidad.
3) Conoce y resuelve, por intermedio de sus salas, de los
recursos extraordinarios que las leyes de procedimiento acuerden.
4) Conoce y resuelve de la recusación de sus Vocales y en las
quejas por denegación o retardo de justicia de acuerdo con las normas procesales.

Desplazamiento de la competencia: por regla general, la competencia es de


orden público e improrrogable, sin embargo, existen supuestos excepcionales que
permiten que le pleito se radique ante un tribunal distinto al que tenía que
intervenir. Los desplazamientos encuentran motivo algunas veces en la voluntad
de las partes intervinientes, en una disposición de la ley, por circunstancias de
conexidad o por efecto del fuero de atracción.

Prórroga: esta forma de desplazamiento transmite la competencia a un juez


que en principio resultaba incompetente.
Son prorrogables las cuestiones claramente patrimoniales y en relación al
territorio, sin embargo, no son prorrogables la competencia en razón del grado y la

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materia.
La prórroga de competencia se encuentra expresamente regulada en los
artículos 2, 3 y 4 del C.P.C.

Conexidad: por razones de economía procesal, cuando entre dos o más


asuntos haya alguna conexión, la ley determina que sea un mismo juez el que
intervenga.
Existen causas de interés público y privado en la acumulación. Las primeras
porque tienden a evitar el dictado de sentencia contradictorias entre asuntos
relacionados. Las razones de interés privado se vinculan con la economía procesal
y el ahorro de costos y esfuerzos.
La conexión puede existir por razones subjetivas, objetivas o causales y será
competente para entender el juez que entienda sobre la materia principal o el que
intervino primero en el tiempo.
En materia civil se encuentra una amplia casuística en el artículo 7 del C.P.C,
mientras que en el fuero penal, la conexidad está regulada en los artículos 47, 48 y
49 del C.P.P.

Fuero de atracción: tiene aplicación en los procesos universales como los


juicios de sucesión y concursos o quiebras. El desplazamiento se justifica en la
necesidad de tratar en forma conjunta y simultánea todas las pretensiones
deducidas contra el caudal común. De esta forma se otorga certeza al derecho que
se declara en acciones independientes pero que se encuentran vinculadas.
En materia de sucesiones, el fuero de atracción está contemplado en el artículo
3284 del Código Civil, siendo por ello, una norma procesal en un código de fondo y
por tanto, con alcance nacional, aunque solamente alcanza a las pretensiones con
contenido patrimonial, toda vez que las acciones personales deberán tramitarse
por ante el juez de familia.
Al imponerse por razones de orden público por el hecho de que pueden verse
afectadas muchas personas, por lo general indeterminadas, el fuero de atracción
es improrrogable e irrenunciable y en consecuencia debe ser aplicado de oficio por
el tribunal.
Una vez concluido el juicio sucesorio o finiquitada la quiebra o el concurso, el
fuero de atracción también finaliza.

1.2.2 Competencia federal


Definición: facultad reconocida a los órganos que integran el Poder Judicial de
la Nación para ejercer sus funciones en los casos, respecto de las personas y en
los lugares especialmente determinados por la Constitución Nacional. Se establece
especialmente en las provincias respecto de las materias que estas delegaron a la
Nación.
Los artículos 116 y 117 de la Constitución Nacional establecen los asuntos que
incumben a la competencia federal.

Caracteres:
a) limitada: la C.N. establece taxativamente sus límites, no hay ley,
interpretación ni voluntad de parte que pueda extenderlos a otros casos.
b) privativa: a contrario sensu, en las causas asignadas a la
justicia federal resulta excluida la justicia provincial que no puede entender en

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dichas cuestiones y debe declarar su incompetencia de oficio en cualquier estado


del proceso. En casos de competencia concurrente entre Nación y provincias, la
ley nº 927 sustrajo del fuero federal este tipo de causas (en casos en que el fuero
federal proceda por distinta vecindad o nacionalidad de las partes, cuando la
cuantía del asunto no exceda de un determinado monto, así como los juicios
universales).
También se admite la prórroga de competencia cuando el demandado
extranjero o vecino de otra provincia no opone la excepción pertinente,
entendiéndose por ello que renuncia al fuero federal.

c) improrrogable: la competencia material es improrrogable, no así en razón de las


personas

d) contenciosa: nunca procede de oficio y solamente se ejerce la judicatura


cuando es solicitado a instancia de parte.

Criterios para su determinación


A fin de elucidar si una causa corresponde ser resuelta por los tribunales locales
de cada provincia o si corresponde al Poder Judicial de la Nación se establecen
tres criterios diferenciadores: el territorio, la materia y las personas.
En razón del territorio, la competencia nacional corresponde
cuando se hayan afectado derechos federales o intereses nacionales en aquellos
lugares que sean de propiedad del Estado Nacional, adquiridos a las provincias o
cesión de estas, con el objeto de instalar allí establecimientos de utilidad nacional
(ej. Universidad Nacional de Córdoba). El solo hecho que se trate de un lugar
propiedad del Estado Nacional no le atribuye toda la potestad legislativa,
administrativa y judicial en forma exclusiva y excluyente, esta solo corresponde a la
Justicia Nacional cuando se haya interferido directa o indirectamente en la
satisfacción del servicio de interés público que requiere el establecimiento nacional
(ej. Municipios y provincias conservan la facultad de controlar las normas de
tránsito dentro de la órbita territorial de su competencia sobre rutas nacionales).
En razón de la materia, está relacionada al conocimiento de los litigios que
impliquen aplicación de la legislación federal. Dentro del país existen leyes
federales, leyes comunes y leyes provinciales.
La legislación federal se integra por la Constitución Nacional, los tratados con las
naciones extrajeras o con los organismos internaciones de carácter público y las
leyes dictadas por el Congreso que regulan la actividad propia de la Nación y sus
organismos descentralizados (ej. Convención Americana sobre Derechos
Humanos, decretos del Ministerio de Economía de la Nación, resoluciones del
Banco Central de la República).
La legislación común es aquella dictada por el Congreso de la Nación, haciendo
uso de las facultades que las provincias le delegaron en virtud del artículo 75,
inciso 12 de la C.N. y comprende materias sustantivas de nuestro ordenamiento
jurídico. Pueden ser aplicadas por los tribunales federales y por los tribunales de
provincia.
La legislación provincial es dictada por cada provincia, con validez espacial
circunscripta al ámbito territorial de la provincia que la dictó. Comprende todas las
facultades no delegadas (ejs. Códigos de procedimiento civil, penal, laboral, etc.).

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Por último, en razón de las personas, la competencia federal se arroga teniendo


en cuenta la cualidad especial de las personas que son parte en la controversia (ej.
Si en el pleito intervienen ministros o embajadores extranjeros) o por la presencia
del Estado Nacional en el juicio, si existiese un interés federal en disputa.

Competencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación


1. Competencia originaria y exclusiva:
1.1 Asuntos que se susciten entre dos o más provincias; entre una
provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes provincias; y entre
una provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero.
1.2 Causas concernientes a embajadores y otros ministros
diplomáticos extranjeros, personas que compongan la delegación e individuos de
sus familias.
1.3 Causas que versen sobre privilegios y exenciones de los
cónsules extranjeros en su carácter público, es decir, por hechos o actos
cumplidos en el ejercicio de sus funciones propias, siempre que en ellas cuestione
su responsabilidad civil o penal.
2. Competencia derivada:
2.1 Competencia por apelación extraordinaria: prevista por ley 48,
artículo 14, ley 4.055, artículo 6 y recursos directos deducidos con motivo de la
denegatoria del recurso extraordinario. Esta vía permite elevar a la Corte Suprema
un litigio sobre el cual haya recaído sentencia definitiva emanada de un tribunal
superior de justicia de la provincia donde se tramitó el pleito. Esta competencia
atiende al control judicial de la constitucionalidad de las normas para el cual la
Corte Suprema es el máximo y último tribunal que puede decidir acerca de ella en
el caso concreto. No obstante ello, todos los tribunales pueden ejercer el control de
constitucionalidad en el caso concreto. Esta vía del recurso extraordinario tiene
como finalidad mantener la supremacía de los preceptos constitucionales
asegurando una uniforme interpretación de ellos.
2.2 Competencia por apelación ordinaria: Se trata de un recurso
contra las sentencias definitivas de las Cámaras Nacionales de Apelaciones,
pronunciadas en los siguientes casos:

- Causas en que la Nación es parte, en la medida que superen un monto


determinado

- Causas por extradición de criminales reclamados por países extranjeros.


- Causas suscitadas por apresamiento o embargos marítimos en tiempos de
guerra, sobre salvamento militar y sobre nacionalidad del buque, legitimidad de su
patente o regularidad de sus papeles.
- Recurso de apelación que prevé el artículo 4 de la ley 4055
contra las sentencias dictadas en material federal por la Cámara de Casación
penal en los recursos de revisión deducidos con arreglo a lo dispuesto por el
artículo 479 del C.P.P. de la Nación.
- Recursos contra sentencias definitivas de la Cámara Federal de
la Seguridad
Social.
- Recursos directos que sean consecuencia de la denegatoria de
los recursos
mencionados precedentemente.

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Organización judicial
En nuestro país, las provincias conservan todo el poder no delegado al gobierno
federal y, por consiguiente, administran justicia conformando la denominada
jurisdicción ordinaria, por oposición a la federal, conocida como de excepción.
Toda organización judicial responde a las siguientes reglas:
a) Normatividad: Solo es posible concebir una organización judicial
desde el punto de vista normativo. La organización del Poder Judicial se halla
instrumentada por reglas de naturaleza procesal que integran el orden público.
b) Jerarquía: Existe una relación de subordinación manifestada en
un grado de dependencia del juez inferior al juez superior, en lo atinente al aspecto
funcional (control de legalidad y de legitimidad), que resulta delimitado por las
normas adjetivas.
c) Sedentariedad: El tribunal tiene su asiento en un determinado
lugar geográfico. Existen sedes en que funciona el poder judicial y cada una tiene
su ámbito espacial en que habrá de administrar justicia.
d) Permanente: Se estructura sobre la base del criterio funcional,
independientemente del sujeto que tiene a su cargo prestarla, lo cual resulta
contingente.
En la provincia de Córdoba, la organización judicial se estructura basándose en
el siguiente esquema: Tribunal Superior, Cámaras de Apelación, Cámaras de
juicio, Jueces de primera instancia, Jueces penales, de familia y conciliación,
Jueces de paz y otros funcionarios judiciales y auxiliares de la justicia.

Tribunal Superior de Justicia: es la cabeza del Poder Judicial, está


estructurado en forma colegiada con siete miembros y tiene una competencia
limitada y acotada material y funcionalmente. Su competencia ya fue explicitada en
el punto 1.2.1 al cual me remito.
Además de ello, tiene funciones de control y vigilancia de los demás miembros
del Poder judicial conocidas como funciones de superintendencia y, por último, su
presidente ejerce la representación del Poder Judicial.

Cámaras de apelación: órganos colegiados que tienen


competencia para conocer de los recursos que se interpongan contra las
resoluciones de los jueces letrados de primera instancia por lo que constituye un
tribunal de segunda instancia. Además conoce de las recusaciones de sus propios
miembros, con exclusión del recusado, y entiende en la recusación con causa de
los jueces de primera instancia y de los funcionarios del Ministerio Público. Por
último, conoce de los recursos de retardada justicia contra los jueces. Funcionan
principalmente en casos de procedimientos escritos.

Cámaras de juicio: Son las Cámaras del crimen, de familia y del trabajo. Son
órganos colegiados que tienen por fin decidir sobre la pretensión esgrimida y dictar
sentencia.
Las Cámaras del crimen son aquellas ante las que se lleva a cabo el juicio
plenario que habrá de resolver sobre si existe certeza de que el acusado es
penalmente responsable del delito que se le atribuye y eventualmente imponerle
una pena. Pueden funcionar a través de salas unipersonales (art. 34 C.P.P.).
Las Cámaras de familia intervienen en el juicio oral de instancia única para el

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denominado juicio común y actúa únicamente a través de un tribunal colegiado.


La Cámara del trabajo constituye el órgano de sentencia que actúa luego que el
juez de conciliación concluye con la instrucción de la causa. Se encuentra
autorizada para actuar de manera unipersonal y también conoce y resuelve las
apelaciones deducidas en contra de las resoluciones dictadas por los jueces de
conciliación.

Jueces de primera instancia: son el primer escalón en la justicia, conocen el


objeto litigioso en toda su extensión, convocan a las partes, dirigen el proceso,
reciben las pruebas y deciden sobre las pretensiones hechas vales en juicio por
ellas.

Jueces penales, de familia y de conciliación: el juez de instrucción lleva


adelante la investigación penal preparatoria cuando el imputado goce de privilegios
constitucionales, juzga como tribunal de única instancia en los casos del juicio
abreviado previsto en el artículo 356 del C.P.P., ejerce control jurisdiccional y
resuelve las oposiciones planteadas por el imputado o su defensa en contra de las
resoluciones del Fiscal de Instrucción como juez de garantías.
El juez de familia puede intervenir como juez instructor o como tribunal de
sentencia. En el primer caso lo hace en cuestiones que deben tramitarse como
juicio común, tales como divorcio, adopción o filiación. Como tribunal de sentencia
actúa en juicios especiales como medidas cautelares, guarda, tenencia o cuota
alimentaria.
Los jueces de conciliación actúan como jueces instructores en el caso de los
procesos de conocimientos y son jueces de sentencia para las cuestiones
incidentales. En el primer caso, conocen de las actuaciones que se practiquen
para entablar y contestar la demanda y operan la conciliación previa propia del
proceso laboral. Además, cuentan con atribuciones para resolver las cuestiones
incidentales, el despacho de las medidas precautorias y en la ejecución de
sentencia.

Jueces de paz: los jueces de paz son nombrados por el Poder Ejecutivo con
acuerdo del Poder Legislativo y durante el período de su ejercicio sólo pueden ser
removidos por el Tribunal Superior de Justicia si concurren las causales del artículo
154 de la Constitución Provincial. El procedimiento ante ellos es verbal,
sumarísimo, gratuito y de características arbitrales. Ostentan una escasa
competencia y actúan como delegados del Estado como amigable componedor.

Otros funcionarios judiciales y auxiliares de la justicia: Dentro de las


personas que colaboran de manera directa con el juez se encuentra el secretario
que es el jefe de oficina, prepara el despacho, vigila a los empleados, lleva los
libros reglamentarios, entrega bienes, expedientes y documentos a las personas
que la ley autorice, entre otras funciones.
El prosecretario, que colabora de manera directa con el secretario, cumple las
tareas que éste le indique y lo reemplaza en sus funciones. Firma cédulas de
notificación, citaciones, oficios, cargos de escritos y mantiene actualizados los
ficheros de jurisprudencia.

También integran la organización judicial los oficiales de justicia que ejecutan

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mandamientos de embargo, secuestro o desalojo. Los notificadotes y ujieres, que


practican las notificaciones dentro y fuera del radio respectivo y demás oficinas
administrativas que colaboran con la justicia, como la Dirección de
Superintendencia, la Dirección de Administración o la Dirección de Servicios
Judiciales.

El juez o tribunal
Definición: el juez o tribunal es uno de los sujetos esenciales en el proceso, sin
el juez no puede haber un proceso propiamente dicho. Cumple la función
jurisdiccional del Estado y se encuentra compuesto por un juez o un conjunto impar
de jueces.
El tribunal tiene a su cargo la administración de justicia y concurre con los otros
órganos del Estado al cumplimiento integral de la función judicial. Es un
presupuesto procesal esencial, que tiene la potestad de juzgar y cumple la función
realizadora del derecho.
Los poderes otorgados al juez son los de dirección formal y material del
proceso, disciplinarios y ordenatorios, de iniciativa probatoria y de decisión. Su
deber fundamental consiste en administrar justicia legalmente, no pudiendo dejar
de juzgar bajo pretexto de silencio, oscuridad o insuficiencia de las leyes.

Caracteres:
a) Público: el tribunal es un órgano público creado para la
administración de justicia. Su representación física es un magistrado o funcionario
del Estado.
b) Permanente: en virtud del artículo 18 de la C.N. el tribunal
reviste el carácter de permanente, prohibiéndose la constitución de comisiones
especiales designadas para resolver jurisdiccionalmente un caso determinado. Los
jueces no son permanentes sino inamovibles en el cargo salvo renuncia,
fallecimiento, jubilación o remoción.
c) Sedentario: no existen los tribunales ambulantes. Cada uno
desempeña sus funciones en un ámbito territorial determinado establecido como
sede.
d) Letrado: el juez debe tener título de abogado, además de otros
requisitos que la Constitución establece. Los jueces de paz no necesitan ser
abogados.
e) Normativo: Solamente la ley puede crear, modificar o extinguir
un ordenamiento jurisdiccional. Fuera de la ley no puede haber organización
judicial.

Poderes y atribuciones: los poderes y facultades que se otorgan a los jueces


tienen íntima vinculación con las facultades, deberes y cargas que se conceden a
las partes en el proceso civil o al imputado en el proceso penal.
El poder característico de la función judicial es el estrictamente jurisdiccional. La
exteriorización de ésta, por excelencia, es la decisoria que se realiza por medio del
dictado de decretos, autos interlocutorios y sentencias. La sentencia es el acto
jurisdiccional de mayor trascendencia y condensa la potestad del juez de resolver
en forma definitiva sobre las pretensiones esgrimidas por las partes.
Además pueden corregir errores materiales, aclarar conceptos oscuros o suplir
cualquier omisión en que hubieren incurrido en su sentencia. Tienen facultades
ordenatorias que se ejercen a lo largo del juicio y que se manifiestan por el

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proveimiento que efectúan los tribunales a las peticiones de las partes o a las
necesidades en el trámite o en casos excepcionales, oficiosamente.
También tienen facultades instructorias con el fin de facilitar su
tarea tendiente a
esclarecer la verdad y ella solo puede ejercerse en la medida que no se quiebre la
igualdad de las partes.
Por último, tienen facultades disciplinarias que pueden ejercer a lo largo del
trámite y que, generalmente, se manifiestan con la imposición de multas u otras
sanciones a los litigantes que violenten las reglas de la lealtad y buena fe procesal.

Deberes y garantías: es deber fundamental y primario de los jueces, el de


administrar justicia cada vez que tal actividad les sea requerida en un caso
concreto. Se trata de un poder-deber propio de la jurisdicción que impone al juez
pronunciarse sobre las pretensiones hechas valer en juicio.
Por otra parte, entre los deberes formales, cabe destacar que los magistrados y
funcionarios judiciales tienen el deber de prestar juramento antes de asumir sus
funciones, están obligados a concurrir a sus despachos en los horarios de atención
al público y deben resolver las causas dentro de los plazos fatales que las leyes
procesales establezcan con fundamentación lógica y legal.
En cuanto a las garantías funcionales, vale destacar la inamovilidad de sus
cargos mientras dure su buena conducta y la intangibilidad de sus remuneraciones.

Sistemas de designación: estos sistemas son variados y responden a


motivaciones políticas y jurídicas, aunque todos en mayor o menor medida,
pretenden hacer del sistema elegido el más seguro para proveer al imperativo de
imparcialidad de la administración de justicia. Entre ellos su puede distinguir a los
siguientes:
a) Por elección popular: sólo podría funcionar en sociedades de
gran cultura cívica para evitar riesgos que afecten la garantía de imparcialidad
necesaria.
b) Por designación del máximo tribunal: conforme a un sistema de
promoción y concursos o designación efectuada por el tribunal jerárquicamente
superior.
c) Por designación efectuada por los poderes públicos: utilizando
métodos que tengan en cuenta la capacidad, idoneidad, condiciones morales y
antigüedad en la función judicial o en el ejercicio profesional.

Modos de designación en la justicia nacional:


1. Miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación:
designados por el Presidente de la Nación con acuerdo del Senado por dos tercios
de sus miembros presentes, en sesión pública convocada al efecto (art. 99, inc. 4,
párr. 1, C.N.). Para ser miembro de este máximo tribunal se requiere cumplimentar
con los requisitos establecidos en el artículo 111 de la Carta Magna.
2. Jueces de tribunales inferiores: son designados por el
Presidente de la Nación sobre la base de una propuesta en terna vinculante
emitida (previo concurso público) por el Consejo de la Magistratura, mediante
acuerdo del Senado. El Consejo de la Magistratura es un órgano consagrado en la
reforma constitucional como una entidad integrada de modo de procurar equilibrio
entre la representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular,

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de los jueces de todas las instancias y de los abogados de matrícula nacional,


como así también de personas del ámbito académico y científico (art. 114, C.N.).

Modos de designación en la justicia provincial: por ley nº 8802 del año 1999
se crea el Consejo de la Magistratura que asiste al Poder Ejecutivo en la tarea de
selección de los jueces y magistrados. La designación comienza con una
convocatoria pública y abierta para que los aspirantes se inscriban y así accedan a
la evaluación prevista consistente en oposición escrita, oral y de antecedentes.
Sobre la base del resultado, el Consejo confecciona un orden de mérito que es
remitido al Poder Ejecutivo y que este no puede alterar.

Remoción: la remoción implica la separación del cargo. En el ámbito nacional


los jueces sólo pueden ser separados de sus cargos mediante el procedimiento del
juicio político (arts. 53, 110 y 115 C.N.) que puede iniciarse por mal desempeño o
delito en el ejercicio de la función o por crímenes comunes.

El juicio político contra un miembro de la Corte requiere de acusación de la


Cámara de diputados que debe declarar por mayoría de dos terceras partes de sus
miembros que hay lugar a la formación de causa. Efectuada la acusación, el juicio
es realizado por el Senado y se requiere para la declaración de culpabilidad el voto
de dos tercios de los miembros presentes. Su fallo tiene el efecto de destituir al
acusado, quien quedará sujeto a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes y
ante los tribunales ordinarios si fuere el caso.
Respecto de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación, la facultad de
decidir la apertura del procedimiento y de ordenar, en su caso, la suspensión,
corresponde al Consejo de la Magistratura y el juicio se realiza por un jurado
integrado por legisladores, magistrados y abogados. Su fallo es irrecurrible.
En el ámbito de la provincia de Córdoba, los miembros del Tribunal Superior de
Justicia sólo pueden ser separados de sus cargos mediante juicio político, en tanto
para los magistrados y funcionarios del Poder Judicial y el Ministerio Público no
removibles por juicio político, la ley 7956 ha regulado un procedimiento
denominado “juri de enjuiciamiento” que tiene como único efecto la destitución del
acusado. Esta ley determina como causales de destitución las siguientes:
a) Mal desempeño;
b) Negligencia grave;
c) Desconocimiento inexcusable del derecho;
d) Supuesta comisión de delito. En el caso de delitos culposos,
cuando tenga incidencia funcional;
e) Inhabilitación física o psíquica;
f) Morosidad. Salvo prueba en contrario, se presumirá configurada
esta causal en caso de omisión reiterada de pronunciamiento, requerimiento,
dictamen u opinión, según correspondiere, dentro de los plazos fatales
establecidos por las leyes. El Fiscal General llevará un registro y promoverá
automáticamente el procedimiento cuando se verifique la tercera omisión o en caso
de inobservancia inexcusable del término establecido en el artículo 47 de la
Constitución de la Provincia con arreglo a lo dispuesto por la ley respectiva.
El jurado está compuesto por un vocal del Tribunal Superior de Justicia y cuatro
senadores, letrados si los hubiere, dos por la mayoría y dos por la minoría. Contra
la resolución no procederá recurso alguno, salvo el de aclaratoria que podrá

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interponerse dentro de las cuarenta y ocho horas.

Inhibición y recusación: la recusación del juez es el medio por el que se


exterioriza la voluntad de parte legítima del proceso para que un juez determinado
se separe de su conocimiento por sospecharse, por algún motivo, de su
imparcialidad. Es una garantía de imparcialidad y un respaldo a la debida
consideración de la magistratura.
La inhibición es el medio que permite que el juez, al concurrir alguna de las
circunstancias anteriores, se aparte espontáneamente del conocimiento de la
causa.
La recusación puede realizarse con o sin causa, en este último caso, se admite
como garantía para el litigante, pues le permite ejercer ese derecho cuando
existiendo una causal legal, le resulta dificultosa o imposible la prueba de los
hechos, o se pueda afectar la dignidad de la magistratura. Atento que este recurso
ha sido utilizado de manera abusiva para entorpecer los trámites, la jurisprudencia
ha limitado el recurso de la recusación sin causa a casos excepcionales y de
interpretación restrictiva.
Recusación sin causa: en el proceso civil, las partes podrán recusar sin
expresión de causa al juez, al entablar o contestar la demanda u oponer
excepciones dentro de los tres días de notificado el llamamiento de autos para
definitiva o el decreto de avocamiento. A uno de los miembros de la Cámara y del
Tribunal Superior de Justicia, dentro de los tres días de llegados los autos ante el
superior, de notificado el decreto a estudio o el de integración del tribunal.

Las partes podrán ejercer una sola vez este derecho y cuando sean varios los
actores o los demandados, únicamente uno de ellos podrá hacer uso de este
derecho. No procede en las cuestiones incidentales ni en la ejecución de sentencia
(art. 19 C.P.C.). Tampoco procede en los procesos concursales (art. 18, inc. 1º), en
las diligencias preparatorias de los juicios, en las que tienen por objeto asegurar el
resultado del juicio, en la ejecución de diligencias comisionadas, a menos que
fuesen probatorias y en las diligencias para la ejecución de la sentencia, a no ser
por causas nacidas con posterioridad a ella (art. 24 C.P.C.).
Recusación con causa: el fundamento de este instituto se encuentra en la
extensión de la independencia del poder judicial a la persona del juez. Por razones
de economía y de seguridad jurídica, se establecen límites temporales para
deducir incidente de recusación con causa. Cuando la causa de recusación fuese
anterior a la iniciación del pleito, deberá ser propuesta en el primer escrito que se
presente. Cuando fuese posterior o anterior no conocida, se propondrá dentro de
los tres días de haber llegado a conocimiento de la parte (art. 22 C.P.C.).
El tribunal competente para entender en la recusación es el superior inmediato
al recusado: del juez de primera instancia y funcionarios del Ministerio Público, la
Cámara; de los vocales del Tribunal Superior y de la Cámara, los restantes
miembros.
Causales de recusación: si bien la jurisprudencia analiza las causales de
recusación en sentido restrictivo para evitar el uso inadecuado del instituto, el
análisis debería realizarse en el sentido inverso y otorgar a las causas de
recusación un criterio amplio que atienda en principio al interés particular de contar
con un juez imparcial y que con posterioridad atienda al abuso en su utilización.
Por ello, los listados contenidos en los códigos adjetivos deberían interpretarse con
carácter enunciativo y no taxativo.

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En general, las causales son similares en todas las ramas del ordenamiento por
lo que sólo consideraremos algunas de ellas y nos remitiremos al estudio de las
restantes. En el
C.P.C. se encuentran previstas en el artículo 17; en el C.P.P. están reguladas en el
artículo 60; en la ley procesal del trabajo en el artículo 12
Son causales de recusación:
1. El parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad en
línea recta y colateral hasta el segundo grado.
2. Interés del juez en el pleito.
3. Sociedad, salvo el caso de sociedad por acciones o
cooperativas.
4. Pleito pendiente.
5. Crédito o deuda.
6. Denuncia o querella. Haber sido el juez denunciante o
acusador o haber sido acusado o denunciado por la parte.
7. Prejuzgamiento. Haber anticipado el juez opinión sobre el
litigio en cualquier carácter.
8. Beneficio de importancia que haya recibido el juez o sus
parientes de alguno de los litigantes.
9. Amistad o enemistad manifiesta.
10. Haber producido en el procedimiento nulidad que haya sido
declarada judicialmente.
11. Haber dado lugar a la queja por retardada justicia.

PODER DE ACCIÓN – EXCEPCIÓN PROCESAL


La Acción procesal: definición y caracteres

Ferreyra de De la Rua sostiene que el concepto más abarcativo de acción que es que
la presenta como “el poder de presentar y mantener ante el órgano jurisdiccional una
pretensión fundada en hechos jurídicamente relevantes con el fin de obtener una
decisión concreta y en su caso conseguir la ejecución de la misma hasta su
agotamiento”. De tal modo, se manifiesta con la solicitud de actuación dirigida a los
órganos jurisdiccionales, a través del empleo de instrumentos técnicos adecuados
(demanda, requisitoria fiscal); pero no se agota en un mero peticionar sino que
además requiere su mantenimiento hasta la finalización del trámite por el dictado de la
sentencia y su ejecución. Ello se ve claramente en el proceso civil, que por su
carácter dispositivo requiere el impulso inicial y también el posterior o de
mantenimiento por parte del interesado; distinto es en el proceso de familia o laboral,
por ej., donde el impulso inicial es formulado por el actor (demanda laboral o de
familia) pero posteriormente, es el juez quien mantiene vivo y da impulso al
procedimiento hasta su efectiva finalización. En efecto, en estos fueros el impulso
procesal es de oficio (art. 41 Ley 7676 y 17 Ley 7987). En materia penal, en razón del
interés público involucrado, la acción es ejercida por órganos del estado, esto es el
Ministerio Público Fiscal, quien promueve las actuaciones y ordena las medidas
necesarias de investigación y de prueba. Ello, más allá de la figura del Querellante
Particular (art. 91 y 7 del CPP Cba.), que acuerda la posibilidad al ofendido de

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constituirse al lado del órgano estatal, en una suerte de litisconsorte, pero que no
excluye ni limita en lo más mínimo los poderes y dirección del proceso que efectúa el
Fiscal. Ahora bien, este poder con fundamento constitucional que significa la acción
procesal, se hace necesario atribuirle un contenido (pretensión) y a la vez efectuar un
deslinde en relación a otros institutos procesales que resultan correlativos y
complementarios: la pretensión y la demanda, que representan respectivamente su
contenido y su vía de realización. Así, acción-pretensión-demanda, son instituciones
correlativa y que se vinculan en forma recíproca para explicar el fenómeno judicial,
que no puede ser entendido de modo integral sino con la conjunción de tales
conceptos: adviértase que la demanda consiste materialmente en un acto procesal
formal y documental cuya presentación al juez implica el ejercicio de la acción y que
resulta ser el continente de un contenido necesario: la pretensión. En el ámbito penal,
en cambio, el acto de promoción efectiva se configura en principio con el
requerimiento que formula el Ministerio Público Fiscal, quien ejercita en nombre del
Estado una pretensión penal (art. 341 y 355 CPPCba). En cuanto a caracteres de la
acción procesal, señalamos: Autónoma: existe con independencia del derecho
material invocado que sirve de fundamento a la pretensión planteada. Prueba de ello
es que puede promoverse efectivamente el poder de acción, tramitarse íntegramente
un juicio y la sentencia resultar en definitiva desestimatoria de la pretensión deducida
en juicio. Pública: se dirige a un órgano público y persigue fines de idéntica naturaleza
con independencia del fundamento sustancial, que sirve de base a la pretensión
esgrimida. Es así que puede tener basamento en pretensiones públicas de derecho
penal o privadas que hacen al derecho privado común. Realizadora: del derecho
sustantivo del fondo.

La pretensión: Definición. Elementos

Como lo adelantáramos, es el contenido de la acción procesal. Expresa Clariá que se


trata de un contenido inomitible e irreemplazable, sin el cual la acción sería vacua y
por ende ineficaz, esta pretensión jurídica debe mostrar su fundamento en la
posibilidad de estar efectivamente fundada en derecho. Si esa posibilidad faltara, no
habría sobre qué decidir. Por ello, debe admitirse la existencia de un vínculo entre la
acción y el ordenamiento jurídico.

Devis Echandia define a la pretensión como “el efecto jurídico concreto que el
demandante persigue con el proceso, efecto al cual se quiere vincular al demandado”.
Pero la pretensión no sólo tiene como efecto someter a su voluntad al demandado: la
sujeción de éste y la obligación emanan de la sentencia. El objeto de la pretensión es
lo que se pide en la demanda.

El objeto litigioso no se confunde con la pretensión, sino que es el objeto de ésta,


pues sobre un mismo objeto litigioso pueden existir pretensiones diversas o análogas,
pero con distinto fundamento o causa. De allí que el objeto de la pretensión no se
identifica co el objeto del derecho material que el actor declara tener.

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Elementos: Elemento subjetivo: La pretensión consta de tres sujetos: -El actor que la
formula -El demandado frente a quien se formula y -La persona ante quien se formula
Los dos primeros son los sujetos activos y pasivos de la pretensión y el tercer sujeto
es el órgano destinatario de esa pretensión que tiene el deber de satisfacerla.

Elemento objetivo: -Objeto de la pretensión: está constituido por el determinado efecto


jurídico que con ella se persigue y que puede ser visto desde dos aspectos:
inmediato, esto es la clase de pronunciamiento que se reclama (condena, declaración,
ejecución, etc.); o mediato, es decir el bien sobre el cual debe recaer el
pronunciamiento (cosa mueble o inmueble cuya restitución se solicita, suma de
dinero, relación jurídica cuya existencia o inexistencia debe declararse, etc.)

-La causa, fundamento, título o razón: es la concreta situación de hecho a la cual el


actor asigna una determinada consecuencia jurídica. La pretensión está
individualizada por los hechos afirmados, no por el derecho que se invoca en la
demanda. Se trata del conjunto de hechos que constituyen el relato histórico de las
circunstancias de donde se cree deducir lo que se pretende y a la afirmación de su
conformidad con el derecho en virtud de determinadas normas subjetivas. Se trata de
la causa pretendi de la demanda, es la razón aparente que sirve de fundamento a la
pretensión.

-La actividad que la pretensión involucra: y que se desenvuelve en las dimensiones de


lugar, tiempo y forma que coincidirán, necesariamente con las del proceso en que la
pretensión se haga valer.

El concepto de la pretensión interviene en el estudio de los siguientes institutos


procesales: la demanda, la cosa juzgada y la litis pendencia, la excepción,
congruencia de procesos y peticiones en una misma demanda. Para la determinación
de la cosa juzgada y de la litis pendencia se hace preciso cuando dos pretensiones
son idénticas, es decir son una misma.

La teoría encarna el análisis de tres elementos: sujetos, objeto s y causas y entiende


que si confrontadas dos pretensiones, éstas tienen iguales sujetos, objetos y causas
(triple identidad) serán idénticas.

Identidad de sujetos

Para que dos pretensiones sean idénticas es menester que involucren los mismos
sujetos activo y pasivo (se excluye el órgano jurisdiccional). Este análisis mira la
cualidad jurídica en que dichos sujetos han intervenido en cada caso, no siendo
suficiente que se trate físicamente de las mismas personas: Pedro puede demandar a
Juan a nombre propio a raíz de un contrato y a la vez demandarlo como
representante legal de su hijo menor en razón del mismo contrato en tanto los
involucra a ambos.

Identidad de objeto

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Debe tratarse del mismo objeto (inmediato y mediato) de la pretensión. Si el objeto


inmediato es la condena, el mediato resulta de la naturaleza de la prestación que se
demande y será necesario distinguir según se trate de obligaciones de dar, hacer o no
hacer. No habrá identidad si el objeto de una pretensión puede concebirse
inmediatamente del objeto de la otra. En materia penal la identidad debe darse
respecto del hecho, del acontecimiento histórico fijado en el primer proceso y que dio
lugar a la persecución.

Identidad de causa

Como el objeto de la pretensión puede ser debido por diversas razones, se hace
necesario que haya identidad de causa: deberá identificarse la fuente del objeto de la
pretensión. En muchos casos la misma coincide con la fuente de la obligación
material: tal es el caso de la locación, la compraventa, etc. pero en el ámbito de las
pretensiones reales se advierte una distinción importante: en la reivindicación la causa
inmediata es el dominio, pero el hecho constitutivo de éste puede variar según que
derive de una compraventa, una donación o que haya sido adquirido por prescripción.
En este sentido advierte Alsina que respecto a la pretensión procesal, lo que está en
juego es el dominio mismo y no el modo de adquisición y por eso no varía la acción
por el hecho de que se invoque una causa mediata distinta, y así, rechazada la
reivindicación por no haberse acreditado el dominio que se dijo adquirido por
donación, no podría intentarse nuevamente alegando que el dominio se adquirió por
prescripción, pues ya en el primer caso se declaró que el reivindicante no era
propietario.

El ejercicio de la acción en el procedimiento civil, penal, laboral y de familia.


Requisitos, contenido, efectos.

Alsina define a la demanda, en su acepción estricta, como “el acto procesal por el cual
el actor ejercita la acción solicitando al tribuna la protección, la declaración o la
constitución de una situación jurídica”. Palacio, define a la demanda como un acto que
se funde con la pretensión del actor, de modo simultáneo, “es la petición encaminada
a lograr la iniciación de un proceso, a cuyo efecto quien la formula ejerce y agota el
derecho de acción que le compete”. En definitiva, es un acto procesal, un acto jurídico
voluntario. A la vez es un acto formal que debe cumplir una serie de requisitos
mínimos establecidos por las leyes procesales: ser escrito y firmado. De esta manera
constituye un documento que tiene la siguiente importancia:

-Es el acto inicial que da origen a la relación procesal e influye en su desarrollo. -Abre
la instancia y a partir de su admisión se cuenta el plazo para la perención de la
instancia. -Pone en ejercicio a la jurisdicción y, con ella, a los poderes del juez, pero al
mismo tiempo los limita en tanto aquél no puede pronunciarse sobre peticiones que
no estén deducidas en al demanda. -Establece lo relativo a la prueba.

Contenido y requisitos

EFIP 1
DERECHO PROCESAL I - 2016

Contiene las afirmaciones de hechos jurídicamente relevantes que justifiquen la


pretensión del actor. En su esencia la demanda constituye un silogismo: la premisa
mayor es la norma jurídica invocada, la menor, la relación de los hechos y la
conclusión, es el resultado al que arriba el actor entre ambas premisas y se exterioriza
en la petición. Posee un sujetos (actor y demandado), objeto (que conste en la
petición), causa (fundamento de la pretensión expuesta) y finalidad (fin perseguido por
el actor). El contenido de la demanda es la petición, de allí que cuando la pretensión
no existe, es imposible, ilícita o inmoral, la demanda debe ser rechazada in limine, de
oficio por el tribunal.

Nuestro CPCCba establece en su artículo 175 que la demanda se deducirá por escrito
y expresará: El nombre, domicilio real, edad, estado civil del demandante; tipo número
de documento de identidad. El nombre y domicilio del demandado La cosa que se
demande designada con exactitud. Si se reclamase el pago de una suma de dinero,
deberá establecerse el importe pretendido, cuando lo fuese posible, inclusive respecto
de aquellas obligaciones cuyo monto depende del prudente arbitrio judicial. Los
hechos y el derecho en que se funde la acción. La petición en términos claros y
precisos. Para una mejor comprensión, exponemos a continuación el siguiente
modelo de demanda ordinaria por daños y perjuicios:

Efectos de la demanda Sustanciales: aquellos que se relacionan con la validez y


vigencia de las normas positivas de fondo: Interrupción de la prescripción: surge del
art. 3986 del CC que la presentación de la demanda tiene por efecto la interrupción
del curso de la prescripción adquisitiva contra el poseedor y de la prescripción
liberatoria contra el deudor. Caducidad de ciertos derechos: son casos especiales
regulados por el derecho de fondo, y que implican caducidad de derechos, casos
relacionados con el derecho de familia (acción de nulidad de matrimonio). Extinción
de las opciones del actor: la presentación de la demanda produce efectos respecto de
diversas opciones que puede realizar el actor desde que, elegida una, ya no le es
posible solicitar la otra prevista en la misma norma. Se trata de obligaciones
alternativas, en las cuales se obliga a optar 8arts. 635, 641, 646 y 648 CC).
Incapacidad de derecho para la compra de cosas litigiosas: la interposición de la
demanda produce el efecto previsto en el art. 1361 del CC que establece la
prohibición queresa para los abogados, jueces, fiscales, defensor de menores,
procurador, escribanos y tasadores de adquirir, aun en remate, los bienes
mencionados en la demanda, los que adquieren la calidad de litigiosos.

Procesales: se relacionan con normas establecidas en la ley procesal específica que


regula el proceso: Apertura de instancia: la demanda es el acto mediante el cual se
pone en ejercicio el poder de acción, medio por el cual queda abierto el juicio pues
provoca la excitación de la jurisdicción, referida al acceso al primer grado de
instrucción del proceso y de conocimiento de sus actos por el juez. Para el actor
aparece la carga procesal del impulso procesal para evitar la perención de la
instancia.

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Estado de litispendencia: con la interposición de la demanda, aun antes de su


notificación, se produce el estado de litispendencia, el que será perfeccionado con la
respectiva notificación. Competencia del juez respecto del actor: el actor al interponer
la demanda, hace una elección que puede implicar una prórroga de competencia en
razón del territorio.

Objeto litigioso: salvo excepciones, el actor no podrá modificar el objeto de la


demanda. El demandado, mientras no reconvenga, deberá limitarse a contestar sobre
el objeto litigioso, sin poder variarlo. Además establece un límite a los poderes del
juez en la sentencia, quien deberá pronunciarse sobre éste, manteniendo el principio
de congruencia.

Confesión: interpuesta la demanda, los hechos expuestos por el actor pueden implicar
confesión de su parte, respecto de aquellos acontecimientos lícitos no contrapuestos
a la prueba rendida.

Excepción procesal

Definición. Contenido. Caracteres. Ejercicio

Se identifica con el derecho de defensa atribuido a toda persona que es demandada o


sindicada como autor de un delito y se ejerce en las oportunidades fijadas por la ley
ritual. Se presenta, precisamente, como una facultad o atribución de concurrir ante el
juez para contradecir la acción, en sentido amplio. El poder de excepción como tal
corresponde exclusivamente al demandado o al perseguido penalmente y se ejerce
en el ámbito de l proceso. Por ello, cierta parte de la doctrina entiende ver en el poder
de excepción “un diverso aspecto del derecho de acción”. Según Clariá Olmedo, en
una acepción genérica, la excepción “es un poder, es toda defensa que el demandado
opone a la pretensión del actor esgrimiendo hechos modificativos, impeditivos o
extintivos”. Por su parte, Couture atribuye a la excepción un significado más amplio,
expresando que “es el poder jurídico de que se halla investido el demandado para
oponerse a la acción promovida en su contra”. Este poder genérico de defensa
también se manifiesta en el proceso penal y le asiste muy especialmente al imputado.
En efecto, el sujeto perseguido penalmente como consecuencia del ejercicio de la
acción y aún antes, esto es durante la investigación fiscal preparatoria, se encuentra
mundo del poder de plantear pretensiones con fundamento opuesto o diverso al de la
imputación, postulando se lo absuelva o se dé una declaración de menor
responsabilidad. También puede pretenderse la eliminación, la paralización o el cierre
de proceso, por no ser viable el ejercicio de la acción o mediar algún impedimento
para resolver sobre el fondo. Por ello se nos presenta la acción con el poder de atacar
y la excepción como la expresión del derecho a oponerse. La excepción encuentra
fundamento específico en el art. 18 CN que expresa “es inviolable la defensa en juicio
de la persona y de los derechos”, abarcando dicho derecho la garantía del debido
proceso, que no se agota con el mero ejercicio de la jurisdicción sino que, además,

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requiere de otros aditamentos que se actúan durante el trámite, comprensivo del


derecho de audiencia y de prueba. En este sentido, la doctrina ha señalado que “la
garantía de defensa en juicio consiste, en último término, en no ser privado de la vida,
libertad o propiedad sin la garantía que supone la tramitación de un proceso
desenvuelto en la forma que establece la ley”. El poder de excepción, al igual que la
acción, constituye un poder de carácter abstracto pero con contenido determinado
que denominamos “pretensión”. Es así que el contenido del poder de excepción está
constituido por la afirmación de hechos con relevancia jurídica opuestos a la
pretensión del actor, que respecto de aquel presentan similitudes y diferencias. De tal
modo, la acción o la postulación del actor debe ser ineludiblemente formulada: en
cambio, la pretensión del demandado, puede consistir en afirmaciones de hechos
opuestos con relevancia jurídica o estos hechos pueden esta representados por
simples actitudes omisivas. Estas situaciones también configuran la pretensión del
demandado y establecen el vínculo entre el poder de excepción y las normas del
derecho sustancial. Es así que quien se defiende y ejerce el derecho de excepción en
sentido amplio, lo hace conforme al plexo jurídico sustancial, que regulan los códigos
de fondo, v.gr. el Civil, Penal, de Comercial, etcétera: No es posible realizar oposición
para satisfacer aspiraciones ajenas al orden jurídico. Determinado el origen
constitucional del poder de excepción, como su necesaria vinculación con el derecho
sustancial, cabe señalar, las vías procesales para su ejercicio que se especifican en
los códigos formales. Técnicamente y utilizando un acepción restringida, el vocablo
“excepción” se refiere a ciertos tipos de defensas regladas por la ley procesal y en
otros casos, por la sustancial. Nos estamos refiriendo al concepto de excepción en
sentido estricto que reconocen identidad conceptual y nominación expresa en el
sistema jurídico. La oposición de excepciones, en sentido estricto, importa para el
demandado una posibilidad de introducir objeciones fundadas en la falta de algún
presupuesto procesal o dirigidas a poner de manifiesto alguna obstancia sustancial.
Tal sucede con las posibilidades previstas en los códigos de fondo, para resistir la
pretensión jurídica contra él ejercida que se viabiliza a través de modos reglados por
la ley sustancial (v.gr. los medios extintivos de las obligaciones consagrados en el art.
724 C.C., la prescripción liberatoria, etc.). Así podrá el demandado alegar ante un
reclamo de carácter patrimonial, el haber pagado o que la obligación se encuentra
prescripta. Por otro lado, se señala que el ejercicio del poder de excepción en sentido
estricto se manifiesta en diferentes oportunidades, ya sea que se ejercite en el
proceso civil o en el proceso penal. Sin embargo, en forma coincidente, sea cual fuere
el tipo de proceso, la ley señala la secuencia o tiempo en que debe ser puesto en
acto.

En cuanto al órgano a quien corresponde este poder, se identifica con el sujeto


posicionado en la faz pasiva de la relación jurídica procesal. La realización o
desenvolvimiento del poder de excepción, exige de su titular que ostente capacidad
procesal. En el proceso penal, en cambio, el titular del poder de excepción es
cualquier persona que debe soportar la persecución penal.

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Oposición a la pretensión. Formas en el procedimiento civil

Contestación de la demanda.

Notificada la demanda, nace para el demandado la “carga” de contestarla.

El demandado debe realizar este acto procesal dentro del plazo legal según el tipo de
procedimiento de que se trate si no desea ser declarado rebelde; se trata de un plazo
improrrogable pero no perentorio, de allí que una vez finalizado no precluye la
oportunidad, salvo que el actor acuse rebeldía y el juez la declare, a partir de esa
declaración firme de rebeldía, precluye para el demandado la facultad de contestar.

La doctrina mayoritariamente entiende que la contestación de la demanda constituye


un acto jurídico procesal que importa el ejercicio del derecho de defensa. Palacio
define a la contestación de la demanda como “el acto mediante el cual el demandado
alega, en el proceso ordinario, aquellas defensas que no deban ser opuestas como de
previo y especial pronunciamiento, y en los procesos sumario y sumarísimo (se refiere
al CPC de la nación), toda clase de defensas que intente hacer valer contra la
pretensión procesal”.

La contestación de la demanda, consiste en un acto que exterioriza el ejercicio del


derecho de excepción procesal y, como tal, se dirige al juzgador, al estado, de allí que
se entienda al traslado de la demanda como una interrogación que el juez hace al
demandado acerca de su deseo de ejercer su respectivo poder de excepción, y con
él, su derecho de defensa. Se la ha definido como un “acto procesal mediante el cual
quien ha sido demandado (convenido) opone a la pretensión del actor la propia
pretensión de sentencia declarativa de certeza negativa: desestimación de la
demanda”. Ante la notificación de la demanda, el demandado puede: No comparecer,
por lo que a pedido del actor puede incurrir en rebeldía. Comparecer, pudiendo luego
de ello:

a-Oponer excepciones previas.

b-No contestar el traslado de la demanda o hacerlo de modo no correcto.

c-Allanarse, lo que implica aceptar la demanda en todos sus términos; el allanamiento


también puede ser parcial, es decir, acepta alguno de los hechos.

d-Niega cada uno de los hechos.

e-Reconoce algunos hechos y niega otros.

f-Reconoce hechos pero les niega trascendencia en el derecho pretendido.

g-Reconoce hechos pero alega otros impeditivos o extintivos de la relación jurídica


como la prescripción o el pago.

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h-Responde con afirmaciones que se oponen o resultan negativas a las efectuadas


por el actor.

i-Reconviene, es decir, contrademanda.

En nuestro CPCCba se encuentra contemplada en el art. 192, el que expresamente


señala que “en la contestación, el demandado deberá confesar o negar
categóricamente los hechos afirmados en la demanda, bajo pena de que su silencio o
respuestas evasivas puedan ser tomadas como confesión”. La negativa general no
satisface tal exigencia.

Deberá también reconocer o negar categóricamente la autenticidad de los


documentos acompañados que se le atribuyan y la recepción de las cartas y
telegramas a él dirigidos que se acompañen, bajo pena de tenerlos por reconocidos o
recibidos, según el caso”. Manifestación sobre los hechos: confesión o negación
categórica: El demandado debe efectuar sus manifestaciones sobre cada uno de los
hechos expresados en la demanda, de una manera rotunda y terminante, sin
vacilaciones ni reservas. Esas manifestaciones pueden consistir en afirmaciones,
aserciones o confesión. Reconocido un hecho por el demandado se excluye respecto
de él la prueba, puesto que desaparece respecto de ese hecho el carácter
controvertido.

Si la manifestación consiste en una negación u oposición estamos ante la expresión


amplia de la defensa, que se exterioriza como la oposición al progreso de la
pretensión del actor. La negación debe serlo de cada uno de los hechos en particular,
o de un conjunto de hechos que constituyan una unidad. La negativa general, lo dice
el art. 192, no satisface la exigencia y produce al demandado el perjuicio señalado
para el caso de silencio o respuestas evasivas. El perjuicio consiste en crear una
presunción en contra del demandado, en tanto supone confesión de los hechos sobre
los que guardó silencio, vaciló o incluyó en una negación genérica.

Estas situaciones pueden ser tomadas por el juez como confesión, lo que dependerá
de los demás elementos de valoración en el momento de dictar sentencia. Ahora bien,
es distinta esta situación de la que se presenta en el caso de reconocimiento de firma
o absolución de posiciones, para los cuales la ley establece, de manera definitiva, que
si el demandado no comparece o contesta evasivamente, se lo tendrá por confeso.
Manifestación sobre los documentos: el demandado tiene la carga de manifestar
acerca de ellos, debiendo distinguirse entre documentos privados y públicos.

Respecto a los primeros, si se le atribuyen deberá expresar si son auténticos; en


cuanto a la firma y al contenido. El código prevé la pericial caligráfica e subsidio en
caso de no reconocimiento del documento. Respecto a los públicos; habrá que
distinguir si se trata de falsedad material, en cuyo caso habrá que plantear el incidente
de redargución de falsedad, lo que implica un ataque directo al oficial público
interviniente; si se trata de falsedad ideológica (respecto de los dichos de los

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intervinientes acerca de los hechos no presenciados por el oficial público) bastará el


procedimiento seguido para los instrumentos privados.

Defensas y excepciones no previas

El demandado puede reconocer el hecho y el derecho invocados, pero alegar un


hecho impeditivo o extintivo de la relación sustancial. Es con la contestación de la
demanda cuando el demandado puede oponer todas aquellas excepciones que no
han sido calificadas por la ley procesal como de previo y especial pronunciamiento,
debido que para su constatación se requiere la apertura a prueba de la causa. Dentro
de estas llamadas defensas están la de espera, compensación, falsedad o inhabilidad
de título, nulidad, inconstitucionalidad, pago, novación, remisión de deuda, etc. De tal
modo, queda trabada la litis, es decir, se integra y perfecciona la relación jurídica
procesal. Se pierde el derecho a oponer la prescripción y se establece de modo
definitivo el aspecto fáctico del debate, respecto del cual recaerá la prueba y la
sentencia; es decir, fija las pautas del objeto litigioso.

Reconvención

Alsina dice que se trata de “una demanda que introduce el demandado en su


contestación, y constituye un caso de pluralidad de litis en un proceso entre las
mismas partes”. Pluralidad de litis en tanto se trata de pretensiones distintas, la
reconvenida puede o no tener relación con la planteada por el actor. Es una
contestación, que además de negar los hechos, el demandado asume una posición
de ataque hacia el actor. Es una acción que puede ejercerse de modo independiente,
pero que se admite en el presente proceso por cuestiones de economía procesal, y
por la cual el demandado asume el carácter de sujeto activo. Produce los mismos
efectos procesales y sustanciales que la demanda. Se traba una nueva litis a
resolverse en la sentencia definitiva, conjuntamente con la demanda, pero en forma
independiente al resultado de ésta.

SUJETOS DEL PROCESO - ACTOS PROCESALES:


Sujetos Procesales: esenciales y eventuales. Atribuciones y sujeciones

El título de sujetos necesarios o esenciales y eventuales, se trata en forma directa


con el concepto lógico de proceso, es decir, son necesarios para la existencia de un
proceso dos partes que debaten en perfecto pie de igualdad ante un tercero que
reviste el carácter de autoridad y que es como ya se ha dicho imparcial e
independiente. Son necesarios y esenciales la parte actora, o quien acusa, el
demandado o ante quien se acusa o imputado en el proceso penal; y ante quien ese
acusa o ante quien se dirime la cuestión, el tribunal. Son esenciales estos tres
sujetos. Son sujetos principales o esenciales los sujetos que no pueden dejar de
intervenir en determinado proceso para que éste sea válido, aunque esta intervención
tenga cumplimiento por representación oficial, como ocurre en los casos de rebeldía.

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Lo característico de estos sujetos esenciales es que la ausencia o falta de


intervención de uno de ellos, a lo menos potencial, implica carencia o defecto de un
presupuesto procesal. De aquí que la primera parte del procedimiento judicial deba
dirigirse a la integración de todos ellos para no incurrir en invalidez de toda la
actividad posterior, y se den las condiciones para dictar la sentencia sobre el fondo.
Deben intervenir necesariamente en el proceso otras personas, aunque no sean
sujetos procesales. Se trata de colaboradores esenciales del juez y de las partes,
como lo son el secretario, el defensor penal y los asistentes letrados de las partes
privadas. Junto con estos colaboradores, lo esencial de los sujetos integrados que
podría significarse como el trípode subjetivo integrado por el Tribunal y las dos partes
iniciales: demandante o acusador, y demandado o imputado. No obstante lo expuesto,
también nos encontramos en el escenario procesal otros sujetos intervinientes, que
serían los eventuales, como los testigos o el querellante particular o actor civil en sede
penal. Los sujetos eventuales o secundarios son aquellos que pueden ingresar en el
proceso, pero que éste se puede desplegar sin su presencia. Su presencia no resulta
indispensable para el válido cumplimiento del trámite procesal y del pronunciamiento
sobre el fondo. De tal modo, si bien sigue siendo cierto que el proceso, continuará
siendo válido aun sin la presencia de estos sujetos eventuales, cuando su
intervención está autorizada por la ley en los casos específicos y se han cumplido las
condiciones establecidas, no puede ser evitada ni restringida por el tribunal porque se
así ocurriera se caerá en nulidad. En efecto, si una parte pide la citación de un tercero
conforme a lo previsto por la ley civil, el tribunal debe proveer a la citación observando
todos los recaudos legales para asegurar su regular intervención a los fines de que
pueda ser alcanzado por los efectos de la cosa juzgada. Lo mismo puede ocurrir con
la llamada intervención espontánea. En ambos casos la nulidad no ha de tener más
extensión que la referida a esa intervención. Estos sujetos eventuales aparecen mejor
definidos en el proceso penal. Atento el carácter accesorio de la acción civil cuando
es ejercida en el proceso penal, los sujetos que se introducen exclusivamente con
motivo de la cuestión emergente del supuesto hecho delictuoso son considerados
eventuales. Tal es el caso del actor civil y el tercero civilmente demandado. También
resulta ser eventual o secundario el querellante particular cuando se autoriza su
intervención en los procesos penales por delitos perseguibles por acción pública.

Los sujetos en el proceso civil, familiar y laboral: las partes: definición,


legitimación procesal y sustancial, diferencias. Legitimación individual y
colectiva (intereses difusos). Sustitución y sucesión procesal. Cargas
procesales

El concepto de parte viene determinado por la titularidad de las pretensiones y


prestaciones conflictivas que, faltando la realidad del conflicto, se reducen a la
pretensión estrictamente procesal. Puede tratarse de un individuo físico o una
persona jurídica. El carácter de parte debe ser esencialmente de carácter formal, con

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total independencia de la relación material debatida. Según Chiovenda, parte es la


que demanda en nombre propio (o en cuyo nombre se demanda) una actuación de la
ley y aquél frente al cual ésta es demandada. En el marco de los sujetos procesales
sólo es parte el titular de la pretensión (quien demanda y aquél contra quien se
demanda) y no quien lo hace por otro, de allí que no es parte procesal el abogado
patrocinante ni el apoderado o representante de la parte propiamente dicha. El
concepto formal de parte es evidente en el plano procesal. En lo que hace a
caracteres, le son propios los siguientes: -Son duales: siempre son dos: actor y
demandado, siempre hay alguien que pretende (actor) y otro contra quien se pretende
(demandado). Las partes siempre son dos por más que en cada polo existe más de
una persona. -Son antagónicas: siempre se encuentran enfrentadas, una pretende y
la otra se resiste a esa pretensión, de lo contrario “no hay proceso si las partes
inicialmente están de acuerdo entre ellas”. -Son iguales: la igualdad deriva de la
manda constitucional de declaración de igualdad ante la ley. Legitimación procesal y
sustancial. Definición. Diferencias Generalmente existe una confusión entre los
conceptos de legitimación y capacidad, denominándose generalmente a la capacidad
procesal como legitimatio ad procesum. En cuanto a la legitimatio ad causam, surge el
derecho sustantivo, planteando el interrogante de si su estudio es propio de la materia
procesal. La legitimatio ad causam es presupuesto del acto a sentenciar, pues el
ejercicio de la acción es independiente de la titularidad del derecho. Devis Echandia
afirma que puede ser parte en el proceso quien no lo sea en la relación
sustancial…porque puede demandarse sin derecho o sin legitimación en la causa e
interés sustancial y que influyen en la suerte de las pretensiones y en el contenido de
la sentencia, pero no presupuestos de la acción ni de la calidad de parte. Se deduce
la conveniencia de definir a la legitimación como :”la titularidad de la pretensión sin
titularidad del derecho” La legitimación es en realidad un presupuesto de la sentencia
que acogerá o no la pretensión, en cuanto se haya confirmado dicha titularidad, lo
cual no significa que si quien pretendió no tuvo derecho y, por ende, se le rechazó en
sentencia su pretensión, no haya sido “parte”, calidad que revistió durante todo el
proceso. La legitimación ad causam es la condición especial que exige la ley para ser
parte. Esta legitimación resulta de la imputación normativa sustancial mediante la cual
se establece si cualquiera de las partes, o ambas, son quines hubieron de demandar
o ser demandadas útilmente, por ello: “como se puede apreciar, no se trata aquí de
investigar si el actor o el demandado tienen capacidad jurídica para ser parte
procesal, sino si uno o los dos son las personas ante las cuales cabe emitir útilmente
la sentencia”

Sucesión procesal

Existe sucesión procesal cuando “el sujeto que ocupa efectivamente una de las
posiciones procesales originarias es reemplazado por otro u otros, a consecuencia de
un acto entre vivos o por causa de muerte que transmite los derechos litigiosos –con
consiguiente pérdida de legitimación- y convierte al reemplazante en el nuevo

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legitimado para obtener una sentencia de mérito. En efecto, se enumeran los


siguientes casos de sucesión procesal:

-La sucesión de una parte por sus herederos mortis causae. Es a título universal.

-La sucesión de una parte que muere por el legatario del derecho litigioso o del bien
objeto del proceso. Es una sucesión mortis causae a título particular.

-La sucesión de una parte por el cesionario mediante actos entre vivos.

La secesión procesal se produce por convención entre quien es parte y un tercero, a


quien se le ceden y transfieren los derechos litigiosos o el objeto mismo del litigio
mediante venta, donación, permuta, dación en pago, etc. Ahora bien, si la parte
contraria no acepta la sustitución, tradente y cesionario continúan como partes
litisconsorciales. -La sucesión de una persona jurídica extinguida por quienes reciben
los derechos o asumen sus obligaciones discutidas en el proceso.

La sustitución procesal

Es el fenómeno que se produce cuando la parte procesal es reemplazada por un


tercero al cual la ley legitima a intervenir en el proceso a los fines de ejercitar un
derecho o asumir una obligación de garantía o contractual. Estos terceros no son los
“representantes” que actúan en nombre de la parte, ni tampoco son los sucesores ni a
título universal ni particular, los cuales se manifiestan en el fenómeno de la sucesión
procesal. Es un reemplazo mediante sustitución (no continúa a la parte, sino que la
sustituye), como ocurre en el caso de la acción subrogatoria o en la citación en
garantía, en los cuales el tercero se trata en rigor de un nuevo legitimado, con
poderes propios en el proceso.

Cargas procesales

Goldschmidt afirma que “sólo existe en el proceso “cargas”, es decir situaciones de


necesidad de realizar determinado acto para evitar que sobrevenga un perjuicio
procesal. Se trata de imperativos de propio interés. Las cargas procesales se hallan
en una estrecha relación con las posibilidades procesales, puesto que toda posibilidad
impone a las partes la carga de ser diligente para evitar su pérdida. El que puede,
debe: la ocasión obliga (es decir grava) y la más grave culpa frente a sí mismo, es la
de haber perdido la ocasión” Las partes ingresan al proceso a los fines de debatir
conforme a determinadas reglas conocidas de antemano y a las cuales se someten.
Alvarado Velloso señala que la carga “es un imperativo que la parte tiene respecto de
sí misma” Y nadie puede compelirla a que la cumpla, no se trata de una obligación,
pues la obligación supone que otro sujeto tiene un derecho correlativo con esa
obligación y que por ende puede exigir su cumplimiento. El incumplimiento de la carga
no genera una sanción, sino la consecuencia de preclusión y un efecto contrario a su
situación procesal.

Sujetos en el proceso penal El Tribunal

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Es uno de los sujetos esenciales del proceso penal. En esta materia se debate entre
un órgano técnico (jueces de derecho), o el cumplimiento de un mandato
constitucional que es el de la institución del jurado. El juez técnico evalúa los hechos y
resuelve conforme a las reglas de la sana crítica racional. Funda su decisión
legalmente. En el juicio por jurados, el tribunal está compuesto por ciudadanos no
letrados en derecho que resuelven la existencia del hecho conforme a su íntima
convicción, solamente expresan la inocencia o culpabilidad del imputado. Ahora bien,
nuestro CPPCba., en su art. 369 establece que si el máximo de la escala penal
prevista para el o los delitos contenidos en la acusación fuere de quince años de pena
privativa de la libertad o superior, el tribunal –a pedido del ministerio público, del
querellante o del imputado-, dispondrá su integración con dos jurados” Así, junto al
jurado existe el juez técnico en derecho, cuya función consiste en dirigir el proceso,
proceso que es observado por el jurado previa decisión. Luego de la decisión y tras la
deliberación (secreta y reservada) el jurado emite su decisión acerca de la inocencia o
culpabilidad del acusado, y será recién el juez técnico quien aplicará la ley penal
mediante el pronunciamiento de la condena fundada en derecho. Acusador fiscal
Comprende la función procesal del ministerio público en el proceso penal, en el cual la
acción penal es asumida por el Estado en forma exclusiva. El ministerio público tiene
a su cargo el ejercicio de la acción penal, y para ello, la fiscalía ejerce dos grandes
actividades: -Por un lado, practica la investigación penal preparatoria -Por otro, el
ejercicio de la acción penal mediante la acusación En síntesis, es el órgano estatal
competente para la persecución penal. Así, la investigación penal preparatoria debe
impedir que el delito cometido produzca consecuencias ulteriores y reunir las pruebas
útiles para dar base a la acusación o determinar el sobreseimiento (art. 302 CPPCba)
De tal suerte, tiene por objeto comprobar si existe un hecho delictuoso, establecer las
circunstancias que lo califiquen, agraven o atenúen, individualizar sus responsables,
verificar las condiciones personales de los mismos, comprobar la extensión del daño
causado por el delito (art. 303 CPPCba) Así, tras la investigación penal preparatoria,
el fiscal puede solicitar el sobreseimiento del imputado (art. 348 y 350) o determinar la
elevación de la causa a juicio (en este último caso, siempre que hubiere elementos de
convicción suficientes para sostener com probable la participación punible del
imputado en el hecho intimado (art. 354) Promovida la acción penal, ya en el juicio la
Fiscalía queda en posición de “parte actora”, es decir acusador en contra del
imputado “parte acusada”, en un perfecto pie de igualdad entre ambas, en
contradicción y duales. Entre ellas se desarrollará el debate, ante el tribunal, quien
dirige el proceso, estándole prohibido al tribunal el despliegue de actividad probatoria
de oficio, y teniendo participación activa recién el tribunal en el acto de sentenciar. El
imputado Es el polo pasivo de la pretensión penal, quien es acusado por un delito. Se
mantiene en estado de inocencia hasta el momento en que se dicte sentencia
declarándolo culpable del delito del cual se le imputa, y del cual ha otorgado el
derecho de defensa. Es sobre quien recaerá la pretensión punitiva, siendo necesario
obviamente un proceso con garantías y eficacia. Su declaración es un elemento de
descargo, siendo el principal momento de su defensa. En el ejercicio de su defensa, el

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imputado tiene derechos activos de intervención, pudiendo hacer valer sus derechos
desde el primer momento de la persecución penal dirigida en su contra, pudiendo
incluso formular sus instancias defensivas ante el funcionario encargado de la
custodia.

Sujetos eventuales

El querellante particular: es el ofendido penalmente por un delito de acción pública,


sus representantes legales o mandatarios, quienes tienen la facultad de actuar en el
proceso para acreditar el hecho delictuoso y la responsabilidad penal del imputado.
Se trata de una función coadyuvante y que no es parte, la intervención de una
persona como querellante particular no la exime del deber de declarar como testigo,
aunque en caso de sobreseimiento o absolución podrá ser condenado por las costas
que su intervención causare. El actor civil: Puede acontecer que, con motivo de la
afirmación de la existencia de un hecho delictivo, pueda generar la afirmación de una
persona de ser titular de un derecho resarcitorio derivado de la responsabilidad del
hecho delictivo investigado. Surge así que se puedan acumular dos procesos
mediante la acumulación pretensional de una pretensión civil de resarcimiento en el
marco de un proceso donde se debate la pretensión punitiva del Estado. Se está
frente a una demanda que contiene una acción o pretensión civil. El actor civil es
quien despliega esta pretensión indemnizatoria en el proceso penal. En el sistema de
la provincia de Córdoba, la víctima o sus herederos pueden constituirse en actor civil
aún cuando no estuviere individualizado el imputado; y si son varios los imputados, la
pretensión resarcitoria puede dirigirse contra alguno de ellos o contra todos. El actor
civil puede actuar en el proceso para acreditar el hecho delictuoso, la existencia y
extensión del daño pretendido y la responsabilidad civil del demandado (art. 107
CPPCba)

Partes con pluralidad de sujetos

Las partes son dos (actor y demandado). Una de las partes pretende y la otra
reacciona contra esa pretensión. Por eso el carácter dual de las partes, sólo dos.
Pero, en cada una de las partes (polo activo y pasivo) pueden existir más de una
persona pretendiendo o reaccionando, e incluso en ambas partes puede existir
también más de un sujeto. Cuando en una, otra o ambas partes existe más de un
sujeto, el derecho procesal lo denomina partes con pluralidad de sujetos. La parte con
pluralidad de sujetos es el género, el litisconsorcio o relación litisconsorcial es la
especie. Digamos que siempre que existe litisconsorcio (especie) nos encontramos
ante una parte con pluralidad de sujetos, pero o siempre que exista una situación de
partes con pluralidad de sujetos estaremos frente a un litisconsorcio. El Litisconsorcio:
existe litisconsorcio cuando entre varios sujetos que ocupan una misma posición
procesal se presenta un vínculo de conexidad causal o de afinidad. Está contemplado
en el art. 181 del CPCCba, el cual trata la posibilidad de acumulación de acciones
(pretensiones) en la demanda, estableciendo que “podrá, igualmente acumularse y
ejercitarse simultáneamente las acciones que uno tenga contra varias personas o

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varis contra una sola, siempre que emanen de un mismo título o se funden en una
misma causa de pedir” Es necesaria la conexidad causal a los fines de que esa pare
con pluralidad de sujetos se constituya en un litisconsorcio. El mismo puede ser:
Activo: cuando se manifiesta en el polo actor Pasivo. En el polo demandado Mixto: en
ambos

Facultativo: cuando su formación obedece a la libre voluntad de las partes. Los actos
de cada litisconsorte son independientes en sus efectos de los demás sin beneficiar ni
perjudicar al litisconsorte, la rebeldía de uno no perjudica a los otros, los costos de
pruebas como los peritos, oficios, son a cargo del oferente. Estos efectos se dan por
tratarse de relaciones jurídicas escindibles (divisibles) y en realidad nos encontramos
ante procesos acumulados. Necesario: cuando lo impone la ley o la característica de
inescindibilidad de la relación o situación jurídica que constituye la causa de la
pretensión, lo que produce que al litigio resulte imposible decidirlo válidamente sin la
concurrencia de la integración de la relación litisconsorcial. Entre varios sujetos existe
una relación sustancial única e inescindible, y la sentencia sólo puede dictarse
útilmente frente a todos los integrantes de la relación jurídica sustancial controvertida
en el proceso. Los actos procesales de uno de los litisconsortes beneficial o
perjudican a los otros, la prueba, acreditación o confirmación de un hecho, se analiza
y valora para todos.

ACTOS PROCESALES:

Los actos procesales son los actos jurídicos del proceso. Este se compone de una
serie de actos tendientes a un fin, que no es otro que de lograr la culminación del
proceso a los efectos de augurar la justicia, en el caso concreto y la paz social.

Estos actos que se cumplen en el trámite judicial están de tal modo concatenados
entre si, que cada uno de ellos es una consecuencia del anterior y antecedente del
posterior. Son cumplidos por los sujetos procesales y demás intervinientes en virtud
del ejercicio de poderes y cumplimiento de deberes legalmente regulados.

Se ha afirmado que los actos procesales son los actos jurídicos del proceso. Por ello,
para desentrañar su naturaleza se debe partir de la Teoría general de los actos
jurídicos, sus conceptos fundamentales y adaptarlos al derecho procesal.

El Código Civil, respecto de los actos jurídicos, que son aquellos “El acto jurídico es el
acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de
relaciones o situaciones jurídicas” (art. 259CC).

El acto procesal es una categoría especial de acto jurídico al que se podría


caracterizar como el acto jurídico emanado de las partes, de los órganos
jurisdiccionales y de los terceros intervinientes en el proceso judicial, destinado a
adquirir, modificar o extinguir efectos procesales.

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Al ser una especie de acto jurídico, para su validez debe ser realizado con
discernimiento, intención y libertad. Quien realice un acto procesal, (sea un órgano
jurisdiccional, sea una de las partes o un tercero), debe tener “capacidad” para
efectuar dicha actividad, siendo su ausencia causal de nulidad del acto. Los actos
procesales deben ser realizados con intención. Serán reputados sin intención, cuando
fueran hechos por ignorancia, error o dolo. Por ultimo, para la eficacia del acto
procesal se requiere que el agente que lo ejecute no este privado de su libertad por
un acto de fuerza o intimidación.

Palacio define a los actos procesales como “los hechos voluntarios que tiene por
efecto directo e inmediato la constitución, el desenvolvimiento o la extinción del
proceso, sea que procedan de las partes (o peticionarios) o de sus auxiliares, del
órgano jurisdiccional (o arbitral) o de sus auxiliares, o de terceros vinculados a aquel
con motivo de una designación, citación o requerimiento destinados al cumplimiento
de una función determinada”.

Por su parte, Clariá Olmedo lo caracteriza como “toda declaración de voluntad o de


ciencia emanada de cualquiera de los sujetos procesales o de otros intervinientes y
directamente dirigida a producir el inicio, el desenvolvimiento, la paralización o la
terminación del proceso conforme los preceptos de la ley ritual”.

Expresa el autor que el elemento volitivo y el elemento intelectivo abarcan


prácticamente la totalidad de las expresiones psíquicas que pueden ser contenidos de
un acto del hombre. Se puede deducir del concepto elaborado por el autor que los
actos procesales constituyen manifestaciones, o mejor dicho, “declaraciones”
voluntarias de quienes los cumplen, ya sea de los sujetos procesales o de terceros
intervinientes.

No constituyen actos procesales, aquellas actividades cumplidas fuera del ámbito del
proceso, aunque eventualmente puedan producir efectos en él. Pero no median
razones atendibles para excluir del concepto de acto procesal a todas aquellas
actividades que despliegan en el proceso quienes no revisten en él el carácter de
sujetos directos o auxiliares permanentes de éstos, como son los testigos, peritos,
interpretes, martilleros, depositarios, etc.

Son actos voluntarios lícitos que tienen por efecto directo e inmediato el inicio,
desenvolvimiento, paralización o terminación del proceso, conforme a los preceptos
de la ley ritual, sea que procedan de las partes, del órgano judicial o de sus auxiliares,
o de terceros vinculados a aquel, destinados al cumplimiento de una función
determinada.

Hay que distinguir entre actos procesales de los meros hechos que producen también
efectos en el proceso, así por ejemplo, el transcurso del tiempo hace vencer los
plazos, la muerte de una de las partes, la destrucción de un documento, etc..

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Elementos de los actos procesales:

Sujetos, objeto (materialidad del acto), forma (en sentido amplio y en sentido estricto).

Clasificación de los actos procesales:

Los actos procesales se clasifican en.

Actos de iniciación.

Actos de desarrollo

Y actos de conclusión.

Dentro de los ACTOS DE INICIACIÓN tenemos:

La demanda.

El embargo preventivo.

Las medidas preparatorias del juicio ordinario.

Y las medidas de prueba anticipada.

Dentro de los ACTOS DE DESARROLLO tenemos: actos de instrucción y de


dirección.

Los actos DE INSTRUCCIÓN: aportan el material fáctico; actos de alegación y actos


de prueba.

Los actos DE DIRECCIÓN a su vez se dividen en:

Actos de ordenación: que impulsan el proceso por medio de la aceptación o rechazo


de peticiones.

Actos de comunicación: por medio de los cuales se les comunica a las partes,
terceros o funcionarios judiciales o administrativos; una petición formulada en el
proceso o el contenido de una resolución judicial.

Actos de documentación: por medio de los cuales se forma el expediente a través


de la incorporación ordenada de escritos y documentos.

Y los Actos cautelares: por medio de los cuales se asegura preventivamente el


efectivo cumplimiento de la sentencia.

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Por último tenemos los ACTOS DE CONCLUSIÓN: que se dividen en tres: sentencia
(que es la forma normal de conclusión del proceso).

Ejecución de sentencia.

Y finalmente los MODOS ANORMALES DE CONCLUSIÓN: desistimiento,


allanamiento, conciliación y transacción.

COMUNICACIÓN PROCESAL: son actos destinados a hacer conocer a las partes,


terceros, funcionarios judiciales o administrativos, algo relacionado al proceso
conteniendo una resolución judicial.

Se puede caracterizar la comunicación que se lleva a cabo en el proceso judicial


como el acto procesal mediante el cual se hace conocer de una manera autentica una
resolución jurisdiccional.

La regla general es que todos los actos procesales deben ser comunicados a las
partes

La comunicación procesal es necesaria por múltiples motivos, en primer lugar, es


esencial para las partes en razón del principio del contradictorio. En defecto, del art.
18 CN, deriva el principio de bilateralidad de la audiencia. Dicha cláusula prescribe
que es “inviolable la defensa en juicio de las personas y de los derechos”, y es a
través de la comunicación, esto es, del conocimiento que las partes tengan del
desarrollo del proceso, que les permitirá ejercer funciones de control o fiscalización de
éste. En segundo lugar, es necesaria esta función para los terceros que son llamados
a intervenir en el proceso, como los testigos, peritos, intérpretes. También es esencial
esta actividad procesal para la cooperación de personas particulares o publicas a
quienes se requiere su intervención en el proceso, sea como simples informantes (a
través de oficios), o bien cuando se requiere la colaboración de otros tribunales (ya
sea provinciales, nacionales o extranjeros), por vía de exhortos o cartas rogatorias.

Esta actividad “comunicante”, que ha sido clasificada por parte de la doctrina como
secundaria, por entenderse que no es de las principales que cumple el Poder Judicial,
no la realizan las partes en forma directa sino por intermedio del tribunal, a través de
distintos medios; oficios, exhortos, notificaciones, etc.

Clases de comunicaciones:

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*Audiencia: comunicación inmediata y directa del juez con las partes. Son los medios
de comunicación no solo entre las partes sino entre estas y el tribunal, designándose
a tal fin un determinado día y hora para su recepción.

En cualquier estado de la causa los tribunales podrán decretar audiencias para


aclarar puntos dudosos o procurar avenimientos o transacciones entre las partes.
También se designan audiencias en el proceso a los fines de diligenciar prueba
oralizada (testimonial, confesional), para designar peritos, etc.

En general las audiencias son públicas, salvo que el tribunal disponga lo contrario por
resolución motivada, lo que no dará lugar a recurso alguno (art. 54 CPC).

Las audiencias ordenadas por la ley serán decretadas con designación precisa de día
y hora e intervalo no menor de tres días, salvo que motivos especiales exijan mayor
brevedad. Se realizaran con las partes que asistieran a ellas, sin esperarse a los
demás interesados más de quince minutos (art. 59 CPC).

De lo ocurrido en la audiencia se labra un acta que debe contener el nombre y la firma


de los que hubieran intervenido (art. 60 CPC).

*Traslados y vistas: comunicación de las partes entre si. Son los modos por los
cuales se comunica a una de las partes las pretensiones o alegatos de la contraria, a
fin de que aquella emita una opinión al respecto. Define como “aquellas providencias
mediante las cuales los jueces o tribunales deciden poner en conocimiento de las
partes o de los terceros las peticiones encaminadas a obtener una resolución capaz
de afectarlas, concediéndoles de tal manera la oportunidad de formular alegaciones o
producir pruebas en apoyo de los derechos que estiman asistirles”.

En general, las vistas tienen la misma finalidad que los traslados y la mayoría de los
códigos vigentes la sujetan a los mismos requisitos que éstos. En términos generales
y frente a la ausencia de previsiones legales específicas, puede decirse que la
concesión de un traslado o de una vista depende de la mayor o menor complejidad de
las cuestiones acerca de las cuales debe expedirse el destinatario del
correspondiente acto de transmisión.

Nuestro ordenamiento procesal civil y comercial local establece, sin hacer distinción
entre unos u otros, que los traslados y vistas se correrán, entregando al interesado,
juntamente con las cedulas de notificación, las copias a que se refiere el art. 85,
siempre que aquellas no hubiesen sido entregadas con anterioridad. Con relación al
plazo, todo traslado y vista que no tenga fijado uno especial por ley o por el tribunal,
se considerará otorgado por tres días y la diligencia se practicara en la forma prevista
para las notificaciones en general

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*Notificaciones: Comunicación a las partes y a terceros de las resoluciones dictadas


por el tribunal.

*Oficios: comunicación del tribunal con órganos de otros poderes del estado. Los
oficios son los medios de comunicación, que en general, los jueces pueden cursar a
otro órgano jurisdiccional u otra autoridad a fin de encomendarles el cumplimiento de
alguna diligencia (recepción de pruebas, embargo de bienes, etc). La Ley expresa que
“la comunicación entre los tribunales de distinta jurisdicción territorial se realizara
directamente por oficios, sin distinción de grado o clase, siempre que ejerzan la
misma competencia en razón de la materia”.

Y entre las comunicaciones de diversos tribunales entre si tenemos:

*Exhorto: entre órganos de igual jerarquía. Con el objeto de requerirles el


cumplimiento de determinadas diligencias (notificaciones, recepción de pruebas,
medidas cautelares, etc), o para hacerles conocer resoluciones adoptadas con
motivos de una cuestión de competencia planteada por vía de inhibitoria.

Sin embargo, en virtud de lo dispuesto por la mencionada ley 22.172, el exhorto solo
es utilizable, en nuestro ordenamiento jurídico, para las comunicaciones entre los
distintos tribunales de la provincia de Córdoba.

Ello así, pues toda comunicación dirigida a otra autoridad judicial fuera de la provincia
pero dentro de la República, se hará por oficio en la forma que establece la ley
convenio sobre comunicaciones entre tribunales de distinta competencia territorial
(Ley 22.172).

*Suplicatoria: de uno inferior a uno superior. Tradicionalmente se conoce como


suplicatoria al medio de comunicación de un órgano jurisdiccional a otro de mayor
jerarquía de la misma jurisdicción o de otra distinta (v.gr. de un juez de primera
instancia a un juez de cámara).

*Mandamiento: de uno superior a uno inferior. con el objeto de requerirle el


cumplimiento de determinada diligencia (v.gr. de un juez de cámara a un juez de
primera instancia).

*Oficio ley 22.172: entre tribunales de distintas jurisdicciones.

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NOTIFICACIONES PROCESALES:

Son los actos mediante los cuales se pone en conocimiento de las partes, o de
terceros, el contenido de una resolución judicial. Tienen por objeto asegurar la
vigencia del principio de contradicción y establecer un punto de partida para el
cómputo de los plazos. Conforme lo dispone el artículo 142 del Código de
Procedimiento de Córdoba, las providencias y resoluciones judiciales no obligan si no
son notificadas con arreglo a la ley. Ellas se efectuarán: 1) a domicilio por cédula o
cualquier otro medio fehaciente, 2) en la oficina mediante diligencia suscripta
por el interesado o su abogado, 3) por retiro del expediente, 4) por edictos y, 5)
por ministerio de la ley.

En orden inverso al propuesto se habrá de decir que la notificación ministerio legis


es una presunción legal que considera que todas aquellas resoluciones que no deban
por ley ser notificadas a domicilio, se consideran notificadas el primer martes o
viernes posterior al día en que hubieren sido dictadas, o el subsiguiente hábil, si
alguno de aquellos fuere inhábil. De modo tal que no aparece ningún escrito o
manifestación expresa en el expediente al tratarse de una ficción creada por la ley.

La notificación mediante edictos judiciales: se trata de publicaciones obligatorias


que se efectúan en el Boletín Oficial de la Provincia, cuando el demandado es una
persona desconocida o resulta desconocido su domicilio.

La notificación por retiro del expediente: se efectúa mediante el efectivo retiro del
expediente por parte del letrado apoderado o patrocinante en las condiciones que
autoriza el código en sus artículos 69 y 70.

La notificación por diligencia: efectuada por cualquiera de las partes, suple a


cualquiera de las otras especies. Esta aparece cumplida mediante diligencia que
efectúe la parte interesada, su apoderado o patrocinante en el expediente.

Aquí cabe aclarar que si dicha diligencia pretendiera hacerse por la parte en el pleito
quien comparece sola a la barandilla del Juzgado, para que tenga validez procesal
debe ser controlada su identidad.

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La notificación por cédula o cualquier otro medio fehaciente: Estos últimos hacen
referencia a telegramas copiados o colacionados, cartas documentos o aviso de
recepción. A este tipo de notificación puede acudir la parte cuando deban practicarse
a personas que se domicilian en otras localidades dentro de la provincia.

La cédula contendrá: La designación del Tribunal, su ubicación física (si trata de la


notificación del primer decreto), la Secretaría, la persona a la que va dirigida, su
domicilio, nombre de los autos, y la copia textual de la totalidad o parte pertinente de
la resolución (decreto, auto o sentencia) que se desea notificar, con indicación de
quien firma la misma. Debe indicar asimismo si se acompañan copias y en qué
cantidad. La expresión "Queda Usted debidamente notificado", lugar y fecha de
confección y firma de quien la envía.

El control de las cédulas debe recaer sobre éstos requisitos mencionados a lo que
deberá sumársele la certificación colocada generalmente en el reverso de la cédula y
donde el oficial notificador ha dejado constancia de la realización de la medida, no
resultando válido el acto procesal de la notificación si hubiera manifestado algún
impedimento en su cumplimiento.

PLAZOS PROCESALES: es el espacio de tiempo dentro o fuera del cual debe


cumplirse un acto procesal. Es legal si lo concede la ley, judicial, el señalado por el
Tribunal, y convencional el establecido libremente por las partes.

Artículo 45. - Cómputo inicial. Los plazos judiciales correrán para cada interesado
desde su notificación respectiva o desde la última que se practicare si aquéllos fueren
comunes, no contándose en ningún caso el día en que la diligencia tuviere lugar.

Artículo 46. - Transcurso de los plazos. Suspensión. En los plazos señalados en


días se computarán solamente los días hábiles, y los fijados por meses o años se
contarán sin excepción de día alguno.

Se suspenderán para la parte a quien, por fuerza mayor o caso fortuito, se le


produzca un impedimento que la coloque en la imposibilidad de actuar por sí o por
apoderado, desde la configuración del impedimento y hasta su cese. El pedido de
suspensión, que tramitará como incidente, deberá ser formulado dentro de los cinco
días del cese del impedimento.

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El Tribunal podrá declarar la suspensión de oficio, cuando el impedimento fuere


notorio.

En todos los casos el tribunal indicará el momento en que el plazo se reanudará, lo


que se producirá automáticamente.

Artículo 51. - Suspensión y abreviación convencional. Las partes podrán, de


común acuerdo formulado por escrito, suspender los plazos por un lapso no mayor de
seis meses. El acuerdo puede ser reiterado con la conformidad del mandante, en su
caso.

Asimismo pueden acordar la abreviación de los plazos.

Artículo 53. - Prórroga legal. Si el plazo vence después de las horas de oficina, se
considerará prorrogado hasta el fenecimiento de las dos primeras horas de oficina del
día hábil siguiente.

Entonces: Los plazos, lapsos dentro de los cuales es preciso cumplir cada acto
procesal en particular, pueden ser:

1º) Legales, judiciales y convencionales.

2º) Perentorios y no perentorios.

3º) Prorrogables e improrrogables.

4º) Individuales y comunes.

5º) Ordinarios y extraordinarios.

1º) Los plazos legales son aquellos cuya duración se halla expresamente
establecida por la ley. Son judiciales los fijados por el juez o tribunal. Son
convencionales los que las partes pueden fijar de común acuerdo.

Las partes pueden acordar la abreviación de un plazo mediante una manifestación


expresa por escrito.

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2º) Un plazo es perentorio (preclusivo o fatal) cuando, una vez vencido se opera
automáticamente la caducidad de la facultad procesal para cuyo ejercicio se concedió.
Son los más importantes.

Artículo 49. - Plazos fatales. Son plazos fatales los señalados por la ley:

1. Para oponer excepciones dilatorias en forma de Artículo previo.

2. Para interponer recursos.

3. Para pedir aclaración o que se suplan las deficiencias en las resoluciones


judiciales.

4. Para ofrecer y diligenciar la prueba.

5. Cualquier otro respecto de los cuales haya prevención expresa y terminante de que
una vez pasados no se admitirá en juicio la acción, excepción, recurso o derecho para
que estuvieren concedidos.

Artículo 50. - Efectos. Los plazos de que habla el artículo 49 fenecen por el mero
transcurso del tiempo, sin necesidad de declaración judicial ni de petición de parte, y
con ellos los derechos que se hubieren podido utilizar.

3º) Un plazo es prorrogable cuando cabe prolongarlo a raíz de una petición unilateral
en ese sentido formulada con anterioridad a su vencimiento, y es improrrogable
cuando no puede ser objeto de tal prolongación.

No debe confundirse plazo improrrogable con plazo perentorio. Todo plazo perentorio
es improrrogable, ya que, por esencia, descarta la posibilidad de que pueda ser
prorrogado a pedido de una de las partes. Pero no todo plazo improrrogable es
perentorio, pues mientras que el primero admite su prolongación tácita en el sentido
de que el acto correspondiente puede cumplirse después de su vencimiento, pero

EFIP 1
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antes de la otra parte pida el decaimiento del derecho o se produzca la pertinente


declaración judicial, el segundo produce a su vencimiento, la caducidad automática
del derecho, sin necesidad de que el otro litigante lo pida ni de que medie declaración
judicial alguna.

4º) Son plazos individuales aquellos que corren independientemente para cada
parte. Son comunes los plazos cuyo cómputo se efectúa conjuntamente para todos
los litigantes, sean partes contrarias o litisconsortes.

5º) Los plazos son ordinarios o extraordinarios según que, respectivamente, se


hallen previstos para los casos comunes o atendiendo a la distancia existente entre el
domicilio de las partes y la circunscripción territorial donde funciona el juzgado o
tribunal.

Algunos entienden que el decaimiento solo se produce a instancia de parte en los


procesos civiles.

PROCEDIMIENTO: conjunto de formalidades a que deben sujetarse las partes y el


tribunal en la tramitación del proceso.

Es la manifestación legal y positiva del proceso en cuanto concepto unitario.

Clasificación de los procedimientos:

1. por la naturaleza del órgano: judiciales o arbitrales.

2. por la naturaleza de la pretensión: universales o singulares.

3. por la existencia de conflicto: contenciosos o actos de jurisdicción voluntaria.

4. por el tipo de sentencia que persiguen: declarativos, ejecutivos o cautelares;


en realidad estos últimos no son procedimientos sino un incidente dentro de un
procedimiento principal. Y por ultimo; procedimientos puramente declarativos.
Acción declarativa de certeza (artículo 413).

5. por su estructura: generales o especiales.

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INCIDENTES: son cuestiones que se suscitan durante la tramitación de un pleito y


que tienen alguna conexión con él.

Sanciones Procesales. Concepto

Se ha caracterizado el acto procesal como “toda declaración de voluntad o de ciencia


emanada de cualquiera de los sujetos procesales o de otros intervinientes y
directamente dirigida a producir el inicio, el desenvolvimiento, la paralización o la
terminación del proceso conforme los preceptos de la ley ritual.

Además, se ha expresado que el proceso judicial es una serie gradual, progresiva y


concatenada de estos actos jurídicos procesales. Es por ello que los actos que
componen esta serie deben ser realizados en forma regular y legal.

Regular, significa sin vicios que puedan invalidarlos y legal, implica que estos actos
sean realizados conforme a las previsiones establecidas en la ley procesal.

La actividad procesal cumplida sin observar las normas que la regulan puede
perjudicar la función de tutela de los intereses comprometidos, ello conduce a prevenir
la inobservancia, y en su caso, evitar los vicios o defectos irregulares o a eliminarlos si
ya se hubieren producido.

Cuando un acto procesal no se adecua a las prescripciones legales se esta frente a


un acto irregular o viciado.

El vicio que recae sobre un acto procesal puede ser objetivo o subjetivo:

 Es objetivo, cuando la irregularidad se encuentra en el acto mismo, ya sea en


su estructura o en el modo de cumplirlo.
 Es subjetivo, cuando quien cumple el acto carece de facultades para hacerlo.

Frente a un acto procesal cumplido irregularmente surgen las “sanciones procesales”


que están destinadas, justamente, a evitar que la actividad procesal se realice en
forma irregular o viciada.

Sin embargo, no todo defecto produce la ineficacia del acto procesal, pues para que
ella opere, esa irregularidad debe manifestarse como “perjudicial en la vida del
proceso, afectando el ejercicio de la defensa, un presupuesto procesal o el equilibrio
entre las partes resultante del principio de igualdad y contradictorio”.

La ineficacia del acto se alcanza mediante una declaración jurisdiccional que entraña
la aplicación de la sanción procesal que corresponda.

Las sanciones procesales han sido caracterizadas por Clariá Olmedo como:

“ Las conminaciones de invalidez o ineficacia de una determinada


actividad irregular”.

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En su enfoque preventivo, propenden al orden del proceso; en el represivo, impiden o


eliminan los efectos de la actividad irregular, encaminando al proceso por la vía
valida, conforme a la ley.

La sanción aplicada impedirá que el acto viciado produzca efectos, y si ya los ha


producido, su fin será eliminarlos en su totalidad, sin perjuicio de que, como
consecuencia de ello, también se invaliden algunos actos anteriores o concomitantes
con el acto irregular.

CLASIFICACION DE LAS SANCIONES PROCESALES

La doctrina distingue como sanciones procesales a la inadmisibilidad y a la nulidad.


Ambos tipos de sanciones tienen como objetivo reaccionar ante el vicio invalidatorio
de un acto procesal.

Sin embargo, funcionan de manera diversa, pues mientras:

 la inadmisibilidad impide que un acto procesal produzca efectos en el proceso


o, dicho en otras palabras, que un acto procesal viciado ingrese al proceso y
produzca efectos,
 la nulidad es el remedio judicial tediente a extirpar los efectos producidos por
un acto procesal viciado. Para ello, es necesario que los efectos del acto
irregular ya se hubiesen producido dentro del proceso judicial.

Son sanciones de carácter enteramente objetivas, por cuanto atacan al acto, y sus
efectos, con independencia y exclusión del sujeto que los haya producido, sin
perjuicio de la posibilidad de que sean sancionados disciplinariamente.

Si bien algunos autores incluyen como sanciones procesales a la caducidad y la


preclusión, Claria Olmedo, en criterio que se comparte, las excluye, por que no se
refieren a los actos procesales (en su significación objetiva) sino a los poderes de los
sujetos. En efecto, la preclusión lejos de ser una sanción procesal, es una regla
ordenadora del proceso que impide legalmente cumplir un acto por ser incompatible
con una situación anterior generada por el mismo sujeto que pretende realizarlo.

Por u parte, la caducidad tampoco puede ser caracterizada como una sanción
procesal sino que se traduce en la perdida de un poder, por no haberlo ejercido
oportunamente, vinculado con un termino perentorio.

TEORIA GENERAL DE LA PRUEBA JUDICIAL


ACTIVIDAD PROBATORIA:

EFIP 1
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Es el esfuerzo que realizan todos los sujetos procesales para comprobar la veracidad
de los hechos invocados por las partes en los escritos introductorios del pleito:
demanda y contestación.

Concepto de prueba: es la comprobación judicial por los medios que la ley


establece, de la verdad de un hecho controvertido.

MEDIOS DE PRUEBA:
Hay que distinguir entre Fuentes de Prueba y Medios de Prueba:
Los medios de prueba son la actividad del juez, de las partes y de los terceros,
desarrollada dentro del proceso para traer fuentes de prueba de la manera indicada
por el ordenamiento procesal (prueba confesional, testimonial, documental, etc.). En
los medios de prueba intervienen todos los que actúan en el proceso. Los medios de
prueba son ilimitados, porque se puede probar de otras maneras a las establecidas
por el código, de acuerdo a lo determine el juez o en base a la analogía con otros
medios de prueba ya determinados por el Código.
Las fuentes de prueba son las personas (los testigos, los absolventes, etc.) o cosas
(documentos, etc.) cuyas existencias son anteriores al proceso e independientemente
de él, que tienen conocimientos o representan hechos que interesan en el proceso. La
relación entre los medios de prueba y las fuentes de prueba es que los medios salen
siempre de las fuentes de prueba.

Objeto de prueba
Expresa Alsina que “objeto de prueba son los hechos que se alegan como fundamento del derecho
que se pretende”, ampliando Palacio tal concepto al expresar que “son los hechos controvertidos y
conducentes a la decisión de la causa, afirmados por los litigantes”. De tal modo, el último autor citado
sostiene que es posible inferir que el objeto de prueba: está constituido por hechos externos o
internos que pueden ser objeto de conocimiento; que deben ser susceptibles de percepción por los
sentidos o deducción por la razón; cualquiera sea su naturaleza (física, psíquica, o mixta); hallarse
controvertidos por las partes y afirmados por ellas; ser hechos que conduzcan (pertinencia y utilidad)
al esclarecimiento de la cuestión controvertida.

Los medios de Prueba se pueden clasificar en:

Directos (cuando son percibidos directamente por el juez. Ej.: reconocimiento


judicial de lugares o cosas) o Indirectos (Son los que el juez recibe a través de
terceros. Ej.: Prueba de peritos, de testigos, etc.).

Por la forma pueden ser escritos (Ej.: documentos) u orales actuados (ej.:
audiencia testimonial).

Por la estructura pueden ser personales (Ej.: testigos, confesiones) o


materiales (Ej.: documentos).

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Por la función que cumple la prueba pueden ser representativos o históricos


(ej.: testigo, porque rememora hechos pasados y percibidos por sus sentidos) o no
representativos o críticos (ej.: reconocimiento judicial de lugares donde el juez
se presenta en el lugar visualiza y luego vuelca lo que vio en un acta).

Principios de la prueba

Admisibilidad: es el acto por el cual se permite el ingreso o práctica de la prueba,


con independencia de su eficacia, se le puede conceder el crédito inicial o hasta
que sea desvirtuado. Es el principio de dar entrada a una prueba.

Libertad: implica que las partes y el juez deben gozar de libertad para obtener
todas las pruebas que sean útiles pertinentes a la averiguación de la verdad, salvo
que por razones de moral y de orden público no puedan ser realizadas. Este
principio se resuelve en otros dos: libertad de medios de prueba y libertad de
objeto de prueba. Este concepto significa que todo puede probarse por cualquier
medio, cualquier hecho puede ser objeto de prueba y esa prueba puede
alcanzarse por cualquier medio. Ahora bien, es importante destacar que ante el
riesgo de que amparándose en este principio, se produzcan pruebas innecesarias,
es que los ordenamientos procesales más modernos ponen ciertos límites al
mismo, prohibiendo la producción de pruebas manifiestamente improcedentes,
inconducentes o inidóneas.

Pertinencia: la prueba que puede producir la convicción del juzgador es la que


resulta útil, idónea y pertinente para demostrar las afirmaciones controvertidas.
Este principio se relaciona con el de economía procesal y tiende a evitar que uno
de los litigantes dilate innecesariamente el proceso con pruebas impertinentes.

Negligencia procesal: es el abandono o falta de diligencia en la tramitación de los


juicios. En ella pueden incurrir tanto los funcionarios judiciales y sus auxiliares o
subordinados, cuanto las partes y sus representantes o patrocinantes. La
negligencia procesal tiene dos formas de sanción: una es la pérdida del trámite o
actuación no cumplidos o no reclamados a tiempo, y otra es la pecuniaria, que
puede imponerse para el pago de las costas o de parte de ellas, al mandatario
negligente o a éste conjuntamente con la parte y su patrocinante. (caducidad y
prescripción).

Publicidad: se relaciona con el principio de contradicción, en tanto implica que las


partes deben tener igual oportunidad para conocer la prueba, participar en su
producción, impugnarlas, discutirlas y valorarlas, además de conocer la valoración
efectuada por el juez al dictar sentencia.

Carga de la prueba en el proceso civil, laboral y familiar

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Responde a la pregunta de quién debe probar? se trata de determinar, cuál de los


sujetos que actúan en el proceso debe producir la prueba materia del debate, o
sea, la distribución del onus probando. En el proceso civil, eminentemente
dispositivo, son reglas para que las partes produzcan la prueba de los hechos, con
la finalidad de demostrar la verdad de sus respectivas proposiciones. Carga de la
prueba significa entonces, una conducta impuesta a uno o a ambos litigantes para
que acrediten la verdad de los hechos por ellos alegados. La carga de la prueba
(onus probando) constituye pues como toda carga procesal, un imperativo del
propio interés, una circunstancia de riesgo; quien omite probar, no obstante la
regla que pone tal actividad a su cargo, no es pasible de sanción alguna,
quedando expuesto a la perspectiva de una sentencia desfavorable. En otro
aspecto, también es una regla para el juzgador o regla de juicio, en cuanto implica
cómo debe resolver cuando no existe la prueba de los hechos sobre los cuales
debe basar su decisión. La ley procesal debe distinguir anticipadamente entre las
partes la fatiga probatoria, determinando las circunstancias que el actor y el
demandado deben acreditar, según las proposiciones formuladas por ellos en el
juicio.

Concepción clásica

Las reglas sobre la carga de la prueba son aquellas que tienen por objeto
determinar cómo debe distribuirse, entre las partes, la actividad consistente en
probar los hechos controvertidos que son materia de litigio.

Mantiene aún su vigencia, con algunas modificaciones, aunque existen situaciones


complejas, donde el problema de determinar quién debe probar se hace de muy
difícil solución. Trataremos de establecer, en síntesis, las cargas o
responsabilidades de cada uno para lograr zanjar dicha dificultad. Generalmente,
se puede analizar la existencia de tres clases de hechos; los constitutivos, los
impeditivos y los extintivos, que funcionan de la siguiente manera en el tema que
nos ocupa: Al actor le incumbe la prueba de los hechos constitutivos de su
pretensión, atribuyéndosele el carácter constitutivo al hecho específico del que
surge, en forma inmediata, el efecto jurídico pretendido.

Así por ej., en un contrato de compra venta, el actor deberá probar la existencia de
dicho contrato, como asimismo, las demás circunstancias que lo tipifican, por ej.:
cosa vendida, precio, etc. En cuanto a los hechos impeditivos, como regla le
corresponde su prueba al demandado. Siguiendo el ejemplo anterior, podemos
decir que son hechos impeditivos la existencia de un vicio en el consentimiento o
la incapacidad de los contratantes, correspondiendo la prueba de su existencia a
quien los invoca como fundamento de su defensa.

De la misma manera, corresponderá al demandado probar la existencia de los


hechos extintivos, que en relación al supuesto citado, será, por ej: el pago del
precio o cualquier otro medio extintivo de las obligaciones (art. 724 del C. Civil). Si

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bien generalmente estos hechos deben ser probados por el demandado, existen
supuestos en que los hechos impeditivos y extintivos deberán ser probados por el
actor, cuando constituyeren el fundamento de su pretensión, pues existen
situaciones en las que un hecho impeditivo o extintivo funda una demanda; en tal
caso, el actor deberá probar el hecho que impidió la constitución de una relación
jurídica o que la extinguió, como sucede cuando se solicita la nulidad de un acto
jurídico, correspondiéndole al actor la prueba del error, dolo, violencia o cualquier
vicio de la voluntad en que funda la demanda.

Como consecuencia de lo expresado, podemos concluir que, tal como lo sostiene


la doctrina, cada parte soportará la carga de la prueba respecto de los hechos a
los que atribuye la producción del efecto jurídico que pretende (Palacio). La
legislación procesal civil de la provincia de Córdoba (ley 8465) no incluye normas
generales que fijen pautas de distribución de la responsabilidad probatoria, con
excepción del art. 548 C.P.C.Cba., referido al juicio ejecutivo: corresponderá al
demandado la prueba de los hechos en que funde las excepciones. En cambio, el
art. 377 del C.P.C.N. expresa que “cada una de las partes deberá probar el
presupuesto de hecho de la norma o normas que invocare como fundamento de
su pretensión, defensa o excepción”.

Reformulación

Modernamente, se ha ido desarrollando en la doctrina y jurisprudencia, un


movimiento de cambio que tiende a atenuar en el proceso civil su marcado perfil
dispositivo, por otro de tipo publicístico o inquisitivo que otorga al juez un rol más
activo o protagónico en el proceso.

Se hace necesario, como consecuencia de ello, adaptar las tradicionales reglas de


distribución de la carga probatoria que expresáramos precedentemente, a las
necesidades que impone esta nueva tendencia. De esta manera surge lo que se
ha dado en llamar “teoría de la carga probatoria dinámica”, cuya regla de
distribución, básicamente, puede ser expresada de la siguiente manera: “la carga
de acreditar determinado hecho, debe recaer sobre el litigante que se encuentre
en mejores condiciones de producirla”.

Es decir, se atenúa el rigorismo de los principios llamados clásicos y encuentra su


máxima expresión en aquellos supuestos donde la prueba, o parte de ella, resulta
inaccesible a una de las partes –supongamos al actor- (por ej., los casos de mala
praxis médica, simulación, etc.) En estos casos, se impone la carga probatoria, a
quien se encuentre en mejores condiciones de probar; todo ello en virtud de los
principios de la lógica, justicia, igualdad de partes antes la ley y solidaridad.
Además, es necesario que concurra otra circunstancia determinante: que la parte
se encuentre en reales posibilidades de probar, ya que de lo contrario, atribuir

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responsabilidad de prueba a quien no tiene esa posibilidad, carecería de todo


sentido.

Adviértase también, que no debe confundirse este sistema con el de la inversión


de la carga de la prueba, aunque presenta ciertas similitudes. En el último de los
nombrados, esa inversión proviene de la ley (art. 39 del C.P. Laboral de Cba. –Ley
Prov. Nº 7987-, art. 509 inc. 2 C.P.C.Cba.), pero en el sistema de la reformulación,
se trata de un sistema que, circunstancialmente, permite que esa responsabilidad
probatoria sea atribuida a una u otra parte; tal como ya lo hemos señalado. Sin
discutir la justicia del sistema, el problema se presenta porque en la actualidad no
existe en nuestra legislación procesal, normas precisas que den seguridad jurídica
al justiciable en este sentido, y que determinen cómo y cuándo el juzgador ha de
atribuir esa responsabilidad probatoria a una de las partes en un caso concreto.

Responsabilidad probatoria en el proceso penal

En nuestro sistema penal, las doctrinas precedentemente enunciadas resultan


inaplicables por cuanto: El estado de inocencia impide que se obligue al imputado
a aportar prueba acerca de aquella y mucho menos sobre su culpabilidad. No tiene
el deber de probar nada.

Nuestro sistema reposa en el carácter público del interés represivo, por lo que la
obligación de investigar la verdad y de aportar en consecuencia las pruebas
necesarias, incumbe al estado a través de sus órganos predispuestos, sin que la
actividad probatoria y el objeto de la prueba puedan encontrar límites derivados de
la conducta de las partes. La responsabilidad que nace para el Ministerio Público
por imperio de la ley 8123 durante la etapa del juicio, por la cual el ofrecimiento de
prueba es de su exclusiva competencia, no pudiéndola suplir el tribunal de oficio,
no responde a la teoría de la carga probatoria pues el fiscal, objetivamente, está
obligado a efectuar dicho ofrecimiento, de la misma forma que el juez está
obligado a juzgar. La actividad probatoria en el proceso penal no es una simple
verificación, desde que ésta presupone una afirmación previa, y lo que se pretende
es reconstruir objetiva, imparcial, histórica y libremente el hecho hipotético que
supone delito.

ACTOS RESOLUTORIOS – LA IMPUGNACIÓN PROCESAL – MEDIDAS


CAUTELARES

Sentencia. Definición, clasificación, formalidades, principio de congruencia.

La sentencia es la resolución jurisdiccional que pone fin al proceso en el cual se dicta y resuelve en
definitiva la cuestión litigiosa. Se trata de una norma particular, aplicable exclusivamente al caso
concreto sometido a juzgamiento. Puede ser vista desde dos aspectos, uno legal y otro sustancial.
Desde el punto de vista legal, la sentencia es aquella resolución jurisdiccional que, como tal, ha sido

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definida o caracterizada en la ley. Es aquél pronunciamiento que pone fin al proceso, cualquiera sea la
cuestión que en ella se resuelva.

Desde el punto de vista sustancial, sentencia es aquella resolución jurisdiccional que decide en
definitiva sobre el fondo de la cuestión traída al proceso, por lo que para su existencia requerirá que
aquél se haya tramitado integralmente.

Desde este punto de vista, no será sentencia el sobreseimiento, pues no resuelve la cuestión de fondo
–no absuelve ni condena, sólo dice que la pretensión ha prescripto, o que el hecho no es delito, o que
el imputado no participó en él.

O sea, para sintetizar y a efectos de una mejor comprensión: Punto de vista legal: resolución que
decide en definitiva cualquier tipo de cuestiones que pone fin al proceso (como un sobreseimiento,
por ejemplo). Punto de vista sustancia: resolución que decide en definitiva sobre la cuestión de fondo,
pendiendo fin al proceso.

Decimos que sentencia es una resolución jurisdiccional definitiva. Esto quiere decir que con ella se
agota la jurisdicción de conocimiento del juez en ese proceso –no su actividad en el mismo-. Es decir,
ya sea desde el punto de vista legal o sustancia, sentencia es decisión que pone fin al proceso en su
momento cognoscitivo, después de su integral tramitación.

En primer lugar, el juez debe empezar por obtener las cuestiones de hecho contenidas en la causa para
delimitar el campo dentro del cual han de proyectarse las pruebas efectiva y legítimamente
introducidas al proceso –para el juez, lo que no está en el expediente o en el acta, no existe en el
mundo. Al mismo tiempo deberá ir comparando esas cuestiones con el hecho específico descripto en
las normas jurídicas aplicables.

Delimitados los hechos deberá fijarlos en el siguiente orden: 1. los que las partes aceptaron como
ciertos –no controvertidos-; 2- los que no requieren demostración –hechos evidentes y presunciones
iure et de iure-; 3- presunciones iuris tantum no destruidas por prueba en contrario y hechos
controvertidos. Fijados los hechos deberá iniciar la valoración de la prueba en busca de la obtención
de certeza respecto de la verdad el acontecimiento sometido a su decisión.

Para esta valoración deberá aplicar las reglas de la lógica, la psicología y la experiencia, cuya omisión,
en nuestro sistema, está conminada con la nulidad y constituye un vicio in iudicando. La regla que
prohíbe el non liquen obliga al juez a dictar sentencia cualquier que sea el estado intelectual al que
arribe –duda, probabilidad o certeza-.

Frente a estos grados de conocimiento se alcanzan los siguientes resultados: En caso de certeza
negativa, el juez decidirá a favor de las pretensiones del actor o de quien opuso la excepción, en su
caso. En caso de certeza negativa, el juez decidirá la no aceptación lisa y llana del hecho afirmado, lo
que conduce al rechazado de la pretensión del actor o de quien opuso la excepción.

En caso de duda, el juez hallará un equilibrio entro los elementos negativos y los positivos, lo que
significará ausencia de toda prueba e incertidumbre respecto del hecho afirmado. Si esto ocurre se
tendrá como no probado aquél. En caso de probabilidad, esto es, mayor cantidad de elementos
positivos pero que no excluyen por completo a los negativos, habrá insuficiencia de prueba para
cualquier tipo de proceso, lo que impide acoger de plano la afirmación, no pudiendo darse por

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existente el hecho y aunque esta misma probabilidad permitió ordenar durante la sustanciación del
proceso previo a al sentencia, una medida cautelar.

En caso de improbabilidad, se estará en la situación inversa a la anterior, por lo que los hechos cuya
existencia se afirma deben ser considerados inexistentes. Por su parte, en el ámbito penal estos
estados intelectuales responden a las siguientes soluciones: Certeza negativa durante la instrucción:
sobreseimiento.

Probabilidad durante la instrucción: procesamiento, vista fiscal, prisión preventiva, según los distintos
sistemas.

Duda durante la instrucción: continuación de la investigación hasta el plazo legal y si persiste,


sobreseimiento.

Certeza positiva durante el juicio: condena.

Duda o probabilidad en juicio: absolución.

La cosa juzgada. Clases

Palacio la define como la inmutabilidad o irrevocabilidad que adquieren los efectos de la sentencia
definitiva cuando contra ella no procede ningún recurso ordinario o extraordinario susceptible de
modificarla, o ha sido consentida por las partes. No es un efecto de la sentencia sino la irrevocabilidad
de los efectos de aquélla o de cualquier resolución jurisdiccional que ha quedado firme.

Clases

Cosa juzgada en sentido formal: se configura cuando a pesar de ser firme e irrevocable la sentencia
dentro del proceso en el cual se dictó, sin embargo la causa allí resuelta puede ser nuevamente
discutida en un proceso ulterior. Es decir, carece del atributo de indiscutibilidad. Tal es el caso de la
sentencia dictada en un juicio ejecutivo que, sin embargo, y a pesar de que se proceda a la ejecución
ordenada en ella, permite que la causa sea discutida por vía ordinaria. Esto ocurre porque en el juicio
ejecutivo no se permite discutir la causa de la obligación y por ende, se trata de cuestiones no
resueltas que ameritan la sustanciación de otro proceso. La doctrina entiende que no estamos ante
una autoridad de cosa juzgada.

Cosa juzgada material o sustancial: se trata de aquella sentencia que ha quedado firme, es irrevocable
y no admite discusión posterior por la misma causa; no se puede ir más allá, no admite supuesto
contrario alguno; en consecuencia, es un presupuesto de la conclusión que torna vano todo logicismo
que intente desconocerla.

La impugnación procesal. Definiciones, fundamentos, efectos


El instiuto denominado “impugnación”, es definido por Couture como el poder y actividad de atacar,
tachar o refutar un acto del proceso judicial (por ejemplo: un documento, una declaración testimonial,
un dictamen de peritos, un proceso, etc.) con el fin de obtener su revocación o invalidación. Dentro del
concepto de impugnación, que constituye el género están comprendidos como especies: los recursos
(como el de apelación, casación, directo), los incidentes de reposición y aclaratoria, el incidente de

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nulidad (art. 76 y ss. del C.P.C.Cba.); la acción de revisión, denominada incorrectamente por l art. 395
del CPC como ”recurso” y las excepciones o defensas que puede ejercer el demandado. Desde un
punto de vista didáctico, el análisis de la impugnación procesal debe dar respuesta a estas preguntas:
Quién impugna? Qué se impugna? Cómo se impugna? Cómo se tramita la impugnación? Desde un
punto de vista subjetivo y a los fines de responder a la primer pregunta, se puede conceptualizar a la
impugnación procesal como la facultad que la ley confiere a las partes, y excepcionalmente a los
terceros interesados, para obtener por el mismo juez u otro superior, la invalidación del acto procesal
irregularmente cumplido, o la revocación, modificación o sustitución de la resolución jurisdiccional
injusta. El requisito indispensable para la procedencia de la impugnación es la existencia del “agravio”
o “gravámen”. Entendiéndose por agravio la injusticia, la ofensa, el perjuicio material o moral que
ocasiona al impugnante el acto atacado. Así como el interés es la medida de la acción, el agravio es la
medida de la impugnación. En materia de recursos, el agravio está representado por el rechazo total o
parcial de las pretensiones hechas valer en el proceso por el recurrente. Al respecto, el primer párrafo
del art. 354 C.P.C.Cba., dispone que sólo podrá recurrir la parte que tuviere un interés directo. Este
interés directo es el “agravio” o “gravamen” antes referenciado, es decir, aquél que se tiene con
respecto a la resolución que se considera injusta o ilegal. Así por ejemplo, una de las partes no podrá
agraviarse de la sentencia que acogió su pretensión porque ésta se fundó en una doctrina distinta a la
que ella sustentó en el proceso, o porque, por ejemplo la sentencia acogió una sola de las tres causales
de divorcio en que se fundó la pretensión contenida en la demanda.

Fundamentos

Motivos o causales de impugnabilidad: alude a la pregunta ¿qué se impugna? . La impugnación en


general y el recurso en particular, procuran eliminar errores o vicios inherentes a ciertos actos
procesales. El error en materia procesal, visto desde el punto de vista de la función del juez, puede
afectar un doble orden de intereses: o es un error en la apreciación de la norma jurídica aplicable al
caso, o es un error en la tramitación del proceso. En el primer caso, el error consiste en la aplicación de
la norma jurídica y entonces afecta la justicia de la sentencia, “error in indicando”.

En el segundo, el error consiste en el apartamiento o quebrantamiento de las formas procesales


establecidas, y entonces afecta la validez de la sentencia, la validez formal de la misma: “error in
procedendo” En el primer caso, los errores de la justicia de la sentencia se remedian mediante los
medios impugnativos cuyo arquetipo es el recurso de apelación, por ej: sentencia injusta porque no
aplicó bien la ley que resuelve la cuestión (art. 1109 por ej); en el segundo, no se trata de reparar una
injusticia, sino de mantener las formalidades legales, establecidas como garantía del justiciable (por
ejemplo, la defensa en juicio), y la impugnación típica es la nulidad (mediante incidente, recurso o
acción impugnativa), la cual privando la eficacia del acto, restablece la imperatividad formal del
proceso.

En síntesis, mediante el poder de impugnación se procura que los actos procesales (resoluciones
judiciales, actos de partes y de terceros intervinientes en el proceso) sean justos, como condición
indispensable para obtener la paz social, pero además de justos, que los mismos respeten las
disposiciones establecidas por las leyes de procedimiento, como medio de salvaguardar en última
instancia, los derechos y garantías constitucionales (derecho al debido proceso adjetivo, derecho de
defensa en juicio, derecho al juez natural, derecho a la “nulla poena sine previa lege”) Es decir, que los
actos procesales vistos en su faz dinámica deben respetar os principios técnicos jurídicos por los cuales

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se orientan en el proceso moderno, pero además de ello, se requiere que el acto procesal sea “justo”
en cuanto a su conformidad con las reglas éticojurídicas por las cuales se determina la licitud o ilicitud
de la conducta humana, con el fin último de proveer a una mayor tranquilidad del orden establecido.

El acto impugnativo: La tercera de las preguntas planteadas: Cómo se impugna?, requiere analizar la
facultad de impugnar que se traduce en una actividad que ha de desarrollar el impugnante, dentro del
tiempo hábil establecido en la ley procesal para evitar que se produzca el efecto preclusivo, y con ello,
la caducidad de esa facultad. El acto impugnativo, siguiendo a Zinny, consta de dos partes, que pueden
o no cumplirse simultáneamente, según sea la previsión legal.

La primera es la manifestación de voluntad de impugnar, que se exterioriza en la concreta


interposición de la impugnación (por ej: la interposición del recurse de apelación); la segunda, es la
expresión de los agravios, es decir, la indicación de las razones por las cuales el agraviado considera
afectado o perjudicado su derecho con el acto procesal impugnado. La expresión de agravios consiste
en el desarrollo de una línea argumental con la que el impugnante intenta demostrar mediante una
crítica concreta, precisa y circunstanciada, la existencia del error o vicio que imputa al acto procesal
atacado, en virtud del cual sufre el agravio que expresa, proponiendo además, el impugnante,
fundadamente la solución que estima correcta.

Admisibilidad: La impugnación, como toda actividad de las partes, para ser eficaz requiere de una
actuación del tribunal, que se conoce con el nombre de juicio de admisibilidad. Una vez interpuesta la
impugnación, el tribunal que dictó el pronunciamiento cuestionado deberá resolver sobre su admisión,
para conceder o denegar dicha impugnación.

Las condiciones que debe cumplir el acto impugnativo par que no sea declarado inadmisible son las
expresamente previstas por la ley, a más de las que surjan de los principios generales: resolución
recurrible (impugnación objetiva), tener el recurrente legitimación (impugnación subjetiva, por
ejemplo: ser parte o tercer afectado), regularidad y completividad del acto (formalidad, como en el
recurso de reposición que debe fundarse en el mismo acto que se interpone), cumplimiento en el
plazo fijado (oportunidad). Esas condiciones de admisibilidad varían de un medio impugnativo a otro.

El juicio de admisibilidad no es definitivo cuando se trata de un recurso en el sentido estricto (que


tiene efecto devolutivo), pues aunque el tribunal “a quo” o inferior haya concedido el recurso, el
tribunal “ad quem” o superior podrá denegarlo con el argumento de que el recurso no debió ser
admitido. En este sentido el segundo párrafo del art. 355 del C.P.C.Cba. establece que “si el recurso
hubiera sido erróneamente concedido, el superior así lo declarará sin pronunciarse sobre el fondo”

Efectos

El estudio de los efectos de las impugnaciones en general y de los recursos en particular, significa
analizar las consecuencias inmediatas de la instancia impugnativa o recursiva. Debemos tener en
cuenta que los efectos que desarrollaremos tienen cada uno de ellos su efecto opuesto, pudiendo en
muchos casos aplicarse uno de los efectos a la regla y el otro a las excepciones cuando ambos
funcionan para el mismo medio o vía impugnativa, como ej: el recurso de apelación tiene por regla
efecto suspensivo o excepcionalmente no suspensivo (art. 558 del CPCCba), o ese recuso tiene por
regla tramitación inmediata (art 368 y ss del mismo cuerpo adjetivo) y como excepción el carácter
diferido.

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Efecto devolutivo o no devolutivo

Se entiende por efecto devolutivo la remisión del fallo apelado al superior que está llamado, en el
orden de la ley, a conocer de él. No hay propiamente devolución, sino envío para el reexamen. La
jurisdicción se desplaza del juez recurrido al juez que debe intervenir en la instancia superior. Digamos
que sobre el fundamento del recurso debe escrutar y expedirse, por regla general, un órgano
jurisdiccional distinto y de mayor jerarquía (tribunal de alzada o ad quem) que el que dictó la
resolución impugnada (a quo). Es el denominado efecto devolutivo. Este efecto es típico de los
recursos propiamente dichos y conlleva el efecto suspensivo. Cuando adolece de este efecto
devolutivo, más que recurso es un incidente.

Efecto suspensivo o no suspensivo

Consiste en la paralización provisional de las consecuencias del acto atacado una vez interpuesta la
impugnación de que se trata y hasta tanto la misma sea resuelta. Para evitar que la posible injusticia
de la resolución recurrida se comience a consolidar durante el trámite del recurso, se dispone, de
ordinario, que se suspenda la ejecución de lo resuelto por el pronunciamiento recurrido, durante el
plazo acordado para impugnar, y si esto ocurre, también durante el tiempo de sustanciación del
recurso. Lo que se suspende con la interposición de la impugnación no es el desarrollo del proceso,
sino lo que ha dispuesto la resolución impugnada. Como lo adelantamos más arriba, un mismo recurso
puede tener por regla el efecto suspensivo, pero también a veces y a modo de excepción ser no
suspensivo. Por ej., una excepción al efecto suspensivo del recurso reapelación, se encuentra en el
proceso por alimentos y litis expensas, donde se procura proteger al beneficiado de esas prestaciones.

Medios Impugnativos: Incidente, recurso y acción. Clasificación. Vías recursivas


ordinarias y extraordinarias. Acción impugnativa.
El poder de impugnación puede ponerse en práctica a través de diversas vías o medios procesales, que
se denominan “vías impugnativas”. Ellas son:

El incidente impugnativo: el de reposición, aclaratoria, incidente de nulidad, implican por regla, la no


devolución a otro tribunal de superior jerarquía, procurándose por vía del incidente, que el mismo
tribunal de la resolución impugnada o del acto defectuoso, la revoque o anule por “contrario imperio”,
o corrija algún error material, aclare un concepto oscuro o supla una omisión (en el caso de la
aclaratoria: art. 336 del CPCCba.), o declare la nulidad de un acto procesal defectuoso (en el caso del
incidente de nulidad art. 76 y ss del CPCCba) El incidente impugnativo y el recurso tienen en común
que se interponen contra resoluciones no firmes, impidiendo que adquieran fuerza de cosa juzgada,
pero se diferencian por su objeto, ya que mientras el incidente puede deducirse contra un acto
procesal (por ej., contra una notificación defectuosa) o contra un procedimiento; el recurso, en
cambio, sólo puede tener por objeto decisiones judiciales y mediante él se procura que un tribunal de
superior jerarquía al que dictó la resolución cuestionada controle la legalidad y justicia del mismo.

El recurso: En sentido estricto, implica devolución, y por regla tiene efecto suspensivo. Con la
admisibilidad del recurso se abre la competencia funcional por grado del tribunal superior. Procede
contra las resoluciones judiciales (sentencias, autos o decretos) y persigue la revocación, modificación,

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sustitución o invalidación de la resolución impugnada. Los medios recursivos son la apelación,


casación, la inconstitucionalidad y el directo.

Demanda o acción impugnativa: Importa el ejercicio del poder de acción procesal cuyo contenido es
una pretensión invalidatoria contra la cosa juzgada írrita fundada en los motivos previstos por la ley
(art. 395 del CPCCba) que se interpone y tramita ante el Tribunal Superior (art. 397 CPCCba). Clariá
Olmedo opina que la acción impugnativa, además de atacar una sentencia que ha pasado en autoridad
de cosa juzgada (revisión), también puede dirigirse contra la ilegitimidad de una decisión dictada por la
Administración Pública, que ha quedado firme luego de haberse agotado la vía administrativa, que es
lo que se conoce como demanda contencioso administrativa.

Vías recursivas extraordinarias

Casación

El recurso de casación es el medio de impugnación por el cual, por motivos de derecho


específicamente previstos por la ley, una parte postula la revisión de los errores jurídicos atribuidos a
la sentencia de mérito que la perjudica, reclamando la correcta aplicación de la ley sustantiva, o la
anulación de la sentencia, y una nueva decisión, con o sin reenvío a nuevo juicio. Es un recurso
extraordinario en cuanto no implica, la posibilidad del examen y resolución ex novo de todos los
aspectos, sino que dicho examen se limita a las cuestiones nacidas de la aplicación de la ley sustantiva
o procesal y procede para corregir errores de derecho que vicien la resolución impugnada. De dicho
carácter extraordinario se desprende también la imposibilidad de introducir en el procedimiento actos
de prueba. El art. 383 del CPCCba establece que el recurso de casación procederá por los siguientes
motivos:

-Que la decisión se hubiere dictado violando los principios de congruencia o de fundamentación lógica
y legal, o que se hubiere dictado con violación a las formas y solemnidades y prescriptas para el
procedimiento o la sentencia. No procederá si el recurrente hubiere concurrido a producirla,
aceptando los actos nulos, o que éstos, no obstante la irregularidad hubieren logrado la finalidad a que
estaban destinados; o no resultare afecta la defensa en juicio.

Violación al principio de congruencia: el principio indica que debe existir una correlación entre la
pretensión y la decisión.

Falta de fundamentación lógica y legal: la sentencia debe ser necesariamente fundada, pero esa
fundamentación debe enmarcarse, además, dentro de las reglas de la sana crítica racional. Este motivo
conduce a considerar arbitraria a la sentencia y, con ello, a abrir otra vía recursiva distinta de la
casación –inconstitucionalidad por arbitrariedad de la sentencia.

Violación de las formas y solemnidades prescriptas para el procedimiento o la sentencia: se trata de


todos aquellos actos cuya inobservancia está sancionada con inadmisibilidad, caducidad, preclusión o
nulidad.

-Que se hubiere violado la cosa juzgada.

-Que el fallo se funde en una interpretación de la ley que sea contraria a la hecha, dentro de los cinco
años anteriores a la resolución recurrida, por el propio tribunal de la causa, por el Tribunal Superior de

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Justicia, un tribunal de apelación en lo civil y comercial, u otro tribunal de apelación o de instancia


única de esta provincia. Si el fallo contradictorio proviniere de otra sala del Tribunal Superior de
Justicia, o de un tribunal de otro fuero, el tribunal de casación se integrará con la Sala Civil y con la sala
que corresponda, del Tribunal Superior de Justicia.

-Que el fallo contraríe la última interpretación de la ley hecha por el Tribunal Superior de Justicia en
ocasión de un recurso fundado en el inciso precedente.

Ahora bien, ¿qué resoluciones son recurribles por éste medio??? Las sentencias definitivas Los autos
que pongan fin al proceso, hagan imposible su continuación o causen un gravamen irreparable,
dictados por la cámara. Resoluciones no definitivas, sólo por los motivos de los incisos 3 y 4 del art.
383 del CPCCba.

Incidentes: procedencia y clases


Las cuestiones incidentales son aquellas oposiciones de razones o argumentos sobre un tema, es una
propuesta para averiguar la verdad de algo controvertido. Es toda cuestión o controversia conexa con
la principal que va a ser resuelta en forma autónoma.

Se diferencia de las cuestiones prejudiciales, en que estas últimas tienen que ser incidentalmente
resueltas por el mismo o por otro tribunal, a efectos de poder tramitar o resolver en el orden civil o en
el derecho penal la cuestión principal sometida a juicio. Las cuestiones prejudiciales dan lugar a los
incidentes de previo y especial pronunciamiento y a las excepciones dilatorias y perentorias.

Según el art. 426 del CPCCba, “los incidentes son cuestiones que se suscitan durante la tramitación de
un pleito y que tienen alguna conexión con él. Se sustancia por el trámite del juicio abreviado, si no
tienen una tramitación especial. Pueden plantearse antes, durante la tramitación del juicio a que se
refieren, o también en la etapa de ejecución de sentencia.

Desde el punto de vista de su regulación formal y de su tramitación, a los incidentes se los distingue
entre: Nominados e innominados: dependiendo si están regulados en la ley procesal, con nombre
determinado o si no tienen cabida legalmente.

Autónomos o genéricos: según la ley procesal los considere o no en forma específica: autónomos, es
decir que son objeto de una regulación legal como por ejemplo la recusación con causa. Genéricos, son
las cuestiones que tiene relación con el objeto principal del juicio pero que no se encuentran
sometidos a un procedimiento especial. Incidentes suspensivos: Son los que impidieren la prosecución
de la causa principal, se sustanciarán en la misma pieza de autos, quedando entre tanto en suspenso el
curso de aquella. El incidente impedirá la prosecución de la causa, cuando es imposible de hecho o de
derecho continuar sustanciándola sin que aquél sea previamente resuelto. (art. 428 C.P.C.Cba)

Queja

Recurso instrumental que se interpone ante el órgano judicial competente superior al


que dictó la resolución que se impugna (recurso devolutivo). Normalmente utilizado
cuando se inadmite

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algún recurso (apelación, casación,infracción procesal), testimonio pedido para


interponer el de casación o cuando la resolución dictada es inapelable.

Puede interponerse contra todos los autos no apelables del juez y contra
las resoluciones en que se denegare la admisión de un recurso de apelación.
El recurso de queja se producirá ante el tribunal superior competente respecto al que
dictó la resolución recurrida; dicho tribunal superior será el competente para conocer y
decidir del recurso de queja. Este se formalizará siempre en escrito, autorizado
con firma de letrado. Interpuesto el recurso, el tribunal ordenará al juez que informe en
el corto término que al efecto se señale. Recibido este informe, se pasará al fiscal, si
la causa fuese por delito en que tenga que intervenir, para que emita dictamen por
escrito en el término de tres días. A la vista del dictamen y del informe del juez,
el tribunal resolverá. Contra el auto resolutorio, y al igual que contra los autos de
los tribunales de lo criminal, podrá interponerse el recurso de súplica ante el mismo
que los hubiere dictado.

Medidas Cautelares

Definición, naturaleza, caracteres requisitos y efectos

En el ámbito civil han sido definidas como aquellas que tienden a impedir que el derecho cuya
actuación se pretende, pierda virtualidad o eficacia durante el tiempo que transcurre entre demanda y
sentencia. Con mayor amplitud de concepto se ha señalado que son resoluciones jurisdiccionales
provisionales, que se dictan in audita parte (sin previo oir al afectado) o con trámite sumario o de
conocimiento limitado, con el fin de evitar el menoscabo inminente de derechos personales o
patrimoniales.

Expresa Palacio que proceso cautelar es aquel que tiende a impedir que el derecho cuyo
reconocimiento o actuación se pretende obtener a través de otro proceso, pierda su virtualidad o
eficacia durante el tiempo que transcurre entre la iniciación de ese proceso y el pronunciamiento de la
sentencia definitiva.

Presupuestos de procedencia

La doctrina y la legislación reconocen tres supuestos o requisitos fundamentales para la procedencia


de estas medidas:

La verosimilitud del derecho invocado: no es preciso la demostración fehaciente y contundente de la


existencia real del derecho invocado, basta la posibilidad de que este exista, dado que recién tras la
sustanciación del proceso se lo podrá establecer como una incontestable realidad.

En consecuencia no se requiere una prueba terminante y plena de aquél, por lo que el procedimiento
probatorio impuesto es meramente informativo y sin intervención de la persona contra la cual se pide
la medida. Señala Ferreira de la Rua que en algunas oportunidades basta la enunciación clara, lógica y

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coherente de la pretensión; en otras, es necesario además que se aporten ciertos elementos


probatorios indispensables para la admisión de la cautelar por el Tribunal.

El carácter de información que se requiere se pone de manifiesto en el art. 457 del C.P.C.Cba, el cual
expresa que “cuando fueren necesarias las declaraciones de testigos para obtener medidas cautelares,
aquéllos podrán firmar el escrito en que se solicitan, debiendo ratificarse por ante el tribunal, salvo
que exista certificación judicial o notarial de sus firmas”.

Temor fundado y peligro en la demora: la existencia de peligro fundamenta el temor. Este peligro
implica la posibilidad de que, en caso de no adoptarse la medida, sobrevenga un perjuicio o daño
irreparable pues se transformará en tardío e ilusorio el eventual reconocimiento del derecho invocado.
Destaca Palacio que el riesgo reside en el interés procesal que respalda a toda pretensión cautelar y
existen circunstancias que permiten presumir su existencia, sin necesidad de que la parte lo invoque.
La doctrina considera que existe una necesaria vinculación entre el peligro en la demora, como
fundamento de las medidas precautorias, y la solvencia de la parte contra quien se dirigen, de manera
que, mientras menos sea ésta, mayor será el peligro.

Contracautela: salvo en el caso de que se otorgue el beneficio de litigar sin gastos, la contracautela
constituye un presupuesto para la procedencia de la medida cautelar, con el fin de asegurar o
garantizar a la otra parte el resarcimiento de los daños que aquella puede ocasionarle en la hipótesis
de haber sido pedida indebidamente. Advierte Palacio que en cierto modo se concreta la igualdad de
partes en el proceso, pues viene a contrarrestar la falta de contradicción inicial qu la caracteriza.
Expresa Martínez Crespo que los jueces deben buscar un verdadero equilibrio entre dos derechos
legítimos: el del demandante de que se le asegure el resultado de la acción que ha interpuesto y el no
menos legítimo derecho de defensa del demandado. Es dable señalar que quedan exentos de este
requisito, conforme al art. 460: la nación, la provincia, las municipalidades, los entes oficiales
autárquicos, y a quien litigue asistido por asesor legrado o con beneficio de litigar sin gastos.

Efectos

Medidas para asegurar bienes:

a Tienden a asegurar la ejecución forzada: embargo preventivo, intervención sustitutiva del embargo,
secuestro e inhibición general. b- Tienden a mantener un statu quo: prohibición de innovar y de
contratar, anotación de litis e intervención de mera vigilancia

Medidas para asegurar personas:

Para la guarda provisional de ellas b- Para la satisfacción de sus necesidades urgentes. Las medidas
cautelares tienen los efectos de la demanda, pero se operará la caducidad si transcurren diez días sin
tramitarse el procedimiento, o si no se entabla aquélla en el mismo plazo luego de culminado. (art. 465
CPCCba)

Medidas cautelares en particular:

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Embargo: afectación de un bien al resultado de un pleito, individualiza un bien y limita


las facultades de disposición y goce, para asegurar la eventual sentencia de condena.

3 Clases de embargo: Preventivo, ejecutivo y ejecutorio.

Embargo Preventivo: el que se ordena en los procesos declarativos, mientras no se


ha dictado sentencia de condena. Requiere contracautela, cuando es solicitado antes
de la demanda, puede caducar. Es el que se traba antes de la iniciación del juicio o
durante el trámite del juicio ordinario o abreviado. Se halla autorizado para asegurar el
cumplimiento tanto de obligaciones de dar cantidades de cosas o cosas ciertas y
determinadas, así como también de hacer o de no hacer. Para su despacho, en
nuestro sistema legal se requiere solamente el otorgamiento de contracautela.

Cuando es trabado antes de la demanda rige un plazo de caducidad y pesa sobre el


embargante la carga de entablar demanda en el término de 10 días; si así no lo hace
deberá responder por las costas y daños y perjuicios que hubiere ocasionado.

En cuanto a los presupuesto de admisibilidad , no es necesario acreditar prima facie,


el derecho para trabar embargo preventivo, porque como dice la norma del 466
C.P.C.C solo basta que el interesado otorgue contracautela o caución adecuada. Si
bien la norma no exige acreditar verosimilitud del derecho, es indispensable indicar al
tribunal que es lo que debe el demandado en virtud de lo cual se entabló o se
entablara la correspondiente demanda.

Embargo Ejecutivo: se ordena de oficio, no requiere contracautela, no esta afectado


a la caducidad, porque siempre supone la promoción de una demanda ejecutiva. Es el
que se ordena juntamente con la demanda ejecutiva y que, como se funda en un título
que goza de presunción de autenticidad, no requiere demostración de la verosimilitud
del derecho y tampoco deberá prestarse fianza.

Embargo Ejecutorio: supone el dictado de una sentencia de condena. Es el


resultado de la conversión de alguno de los otros dos o el decretado directamente de
la sentencia, en cuyo caso no hace falta contracautela. Es el que se traba después de
la sentencia con miras a su ejecución.

Es minuciosa la regulación que contiene el CPCCba respecto a los dos primeros,


estableciendo modalidades del trámite y formas especiales de efectivización.

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Si el objeto de la medida son bienes muebles, se oficiará al oficial de justicia para que
lleven adelante la medida, quien podrá usar la fuerza pública o allanar el domicilio a
los fines del cumplimiento de su cometido.

Inhibición general:

Artículo 481. - Inhibición general de bienes. En todos los casos en que habiendo lugar
a embargo, éste no pudiere hacerse efectivo por no conocerse bienes del deudor o
por no cubrir éstos el importe del crédito reclamado, podrá solicitarse contra aquél la
inhibición general de disponer de sus bienes, la que se deberá dejar sin efecto
siempre que presentase a embargo bienes suficientes o diere caución bastante.

El que solicitare la inhibición deberá expresar el nombre, apellido y domicilio del


deudor, así como todo otro dato que pueda individualizarlo, sin perjuicio de los demás
requisitos que impongan las leyes.

Anotación de la litis:

Artículo 482. - Anotación de litis. Procederá la anotación de litis cuando se dedujere


una pretensión que pudiere tener como consecuencia la modificación de una
inscripción en el registro correspondiente y el derecho fuere verosímil. Cuando la
demanda hubiere sido desestimada, esta medida se cancelará con la terminación del
juicio.

Intervención judicial:

artículo 475 y siguientes.

Específicamente dice el Artículo 476. - Interventor Recaudador. A pedido del acreedor


y a falta de otra medida cautelar eficaz o de bienes susceptibles de embargo o como
complemento de la dispuesta, podrá designarse a un interventor recaudador y o
decretarse embargo de sumas de dinero en efectivo o depositadas en cualquiera de
sus formas, si aquélla debiera recaer sobre bienes productores de rentas o frutos. Su
función se limitará exclusivamente a la recaudación de la parte embargada o sumas
depositadas, sin injerencia alguna en la administración.

Prohibición de no innovar o medida de no innovar:

Artículo 483. - Prohibición de innovar. Podrá decretarse la prohibición de innovar en


toda clase de juicio, siempre que:

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1. El derecho fuere verosímil.

2. Existiere el peligro de que si mantuviera o alterará en su caso, la situación de


hecho o de derecho, la modificación pudiera influir en la sentencia o convirtiera su
ejecución en ineficaz o imposible.

3. La cautela no pudiere obtenerse por medio de otra medida cautelar .

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