You are on page 1of 25

LA INDEPENDENCIA DE PANAMA DE ESPAÑA

Por ALFREDO CASTILLERO CALVO

Para todos nosotros la independencia de 1821 resulta un he-


cho familiar . Una serie de datos fechas, y nombres se nos vienen a
la mente cada vez que se trata cJe recordar aquel movimiento . To-
dos conocemos con mayor o menor precisión la cronología de los
gritos, los nombres de sus principales promotores, y las peculiares
circunstancias que privaban en el país hacia fines de 1821 . Tam-
poco es totalmente ajeno a la mayoría de los panameños el desper-
tar del pensamiento que precedió a la Revolución entre los miem-
bros del criollismo, el sistema de principios y valores que en ellos
dominaron, y la habilidad desplegada por aquel grupo para difun-
dir en la clandestinidad entre las masas populares el nuevo ideario
y sobornar a las tropas españolas acuarteladas en Panamá, con ob-
jeto de evitar un derramamiento innecesario de sangre . Esto es, la
historia exterior y formal del movimiento independista, su acción
política y diplomática, ha sido conocida y expuesta con profusión
de detalles .
No pretendo en esta ocasión insistir una vez más sobre estos
hechos ya conocidos . Tampoco voy a extenderme sobre otros tan-
tos aspectos que, por falta de documentación, la historiografía tra-
dicional ha ignorado o descuidado, y cuya complejidad e impor-
tancia para la justa comprensión de ese período de nuestra histo-
ria, requeriría diversidad de estudios monográficos . Voy a limitar
mi exposición a intentar esclarecer algunos puntos fundamentales,
cuyo análisis, inexplicablemente, no ha sido abordado todavía por
nuestros historiadores . ¿Cuáles fueron las causas de la prolongada
indiferencia observada por el Istmo ante aquellos estímulos intrá-
neos y foráneos que en otras partes de Hispanoamérica constituye-
ron los resortes básicos del separatismo, y, asimismo, cuáles fueron
las causas del retraso de nuestra incorporación al movimiento gene-
ral del Continente? Por otra parte ; qué explicación dar a la antici-
pación precoz del grito santeño del 10 y la renuncia de los cabil-
dantes santiagueños a adscribir la gesta separatista?
No cabe duda que pueden aducirse razones de índole política
para responder a ambos planteamientos . Pero es en el análisis de
las condiciones materiales de existencia del Panamá pre-novembri-
no, en el análisis de las motivaciones concretas, fundamentales,
que presionaban tras la voluntad y la acción de nuestros antepasa-
dos de ese tiempo, donde se encuentran los más profundos y efica-
ces resortes que Propulsaron aquellos hechos . El primer problema,
en efecto, guara íntima conexión con las modificaciones que se
hacen sentir en la actividad comercial del Istmo a consecuencia de

314
la ocupación napoleónica de España y de los primeros brotes rebel-
des en el Sur del Continente Americano, Lo que el movimiento
novembrino de 1821 sanciona, no constituye sino la resultante de
un proceso sazonado a tener de las cambiantes condiciones comer-
ciales observadas en el Istmo tras los primeros movimientos separa-
tistas del Continente y la subsecuente disolución del poderío espa-
ñol en Indias . Son, precisamente las características de aquella
cambiante coyuntura económica las que condicionan el proceso
que condujo a las clases directivas del país a modificar su inicial ac-
titud de fidelidad a la Corona por el expediente del separatismo .
La independencia de 1821 adviene, pues, sobre una previa situa-
ción de la realidad, Se ofrece como formula suprema para superar
una aguda crisis conyuntural como medio para modificar el statu
quo existente en beneficio de los que preparan el movimiento . De-
be tenerse muy presente este hecho objetivo porque entre ambos
fenómenos existe una estrecha correlación y no pueden ser ignora-
dos o estudiados separadamente sin grave peligro para la correcta
comprensión de ese importante momento de nuestra Historia .
El otro problema que aquí se ha señalado, el del grito santeño,
guarda implicaciones todavía más profundas : apunta nada menos
que a la diferencia estructural básica existente entre las regiones de
Azuero y Veraguas, radicalmente opuestas social y económicamen-
te desde sus mismos orígenes históricos .
Un análisis coyuntura) y otro estructural : significa que cada ca-
so ofrece aspectos totalmente distintos y hace falta tratarlos con
alguna precisión y según procedimientos bien diferentes .
I
COYUNTURA ECONOMICA
DEL PANAMA PRE-NOVEMBRINO
Voy a empezar por referirme a la coyuntura económica del Pa-
namá pre-novembrino . No se ha hecho, que yo sepa, ningún estu-
dio sobre los cambios económicos operados en el Istmo durante la
segunda mitad del siglo XVIII y los primeros veinte (20) años del
XIX. Sin embargo, su estudio es posible : bastaría consultar el im-
portante conjunto de datos que en las secciones de Real Hacienda
correspondientes, conserva celosamente el Archivo de Indias, de
Sevilla, Parece innecesario insistir sobre la importancia de tal estu-
dio,
Una somera ojeada al panorama mercantil colonial podría ayu-
darnos a dar los primeros pasos en esta exposición . El período ga-
leonista, que se inicia hacia 1543, y cuyas ferias, como es sabido,
atraían capitales superiores a los 20 millones de pesos, mantuvo su-
mamente activo al Istmo como vehículo esencialísimo del comer-
cio intermarino entre España sus colonias de Ultramar . Durante
ese período de auge comercia que se extendió casi dos siglos, Pa-

315
ciudades terminales eran el paso obligado parapara
el tráfico entre los
dos océanos, "la llave de las dos Américas como entonces se de-
cía, .y la gran vía de comunicación con la Corona y las costas sura-
mericanas .
Pero esta situación tocó a su fin hacia la tercera década del si-
glo XVIII, aunque su decadencia había sido anunciada desde antes
de que comenzase aquella centuria . A partir de las derrotas mili-
tares dé Rocroi, Gravélinas, Balaguer, Courtrai Mardick y Léns, y
sus consecuencias diplomáticas, las paces de Wéstfalia, en 1648 y
de los Pirineos poco después, España había de renunciar definitiva-
mente á ordenar el mundo a su manera . Sus pretensiones de im-
poner el concepto de Maré Clausum para sus posesiones ultramari-
nas quedan definitivamente destruidas y las aguas americanas se
ven infestadas de filibusteros, bucaneros y piratas contra los qué la
debilitada armada peninsular apenas tiene nada que oponer. La
impotencia naval del mayor imperio geográfico del mundo había
de abocar fatalmente a las trágicas e irreparables pérdidas de Ma-
racaibo, San Cristóbal Tortuga, Belice, Jamaica y la ocupación y
destrucción de Panama por Henry Morgan .
A partir de la segunda mitad del siglo XVII, España deja de ser
una gran potencia. No sólo se ve forzada á renunciar á sus dere-
chos sobre los Países Bajos, y a reconocer la Independencia de Por-
tugal, sino que las demás naciones europeas se resistirán a conside-
rarla como igual ; se la trata como á un trapo viejo cuyos maltre-
chos jirones sino se reparten es para no quebrantar el decantado
"equilibrio europeo" . Resignada á desempeñar un modesto y hu-
millante papel pasivo, apenas cuenta en las negociaciones continen-
tales más que como molesta e incómoda manzana de la discordia
qué todos se disputan .
La muerte del último de los Austria a finos de siglo, despierta
nuevas ambiciones entre potencias europeas para repartirse los des-
pójos del debilitado coloso español . El Rey Sol impone a la Pe-
ninsula una dinastía francesa con su nieto Felipe V y a Inglaterra
se la compensa a partir de 1713 con Gibraltar y el célebre Tratado
de Asiento, según el cual podía conducir un navío dé 500 tonela-
das de mercancías en las ferias que tenían lugar en Portobelo, fue-
ra del permiso para introducir esclavos africanos en distintos puer-
tos de América.
Si hasta el siglo XVII, Inglaterra sólo podía mirar a América
como un campo de rapiña, mediante los sistemáticos asaltos Pi
triác-os,pa deligoXVI,senicaupríodilmátcque
se caracteriza por la intervención oficial del Estado para adquirir Y
asegurar de modo estable ventaja en el tráfico comercial . La Gue-
rra de Secesión, a principios de siglo y sus derivaciones diplomáti -
cas posibilitaron la apertura dé la via que buscaba él gobierno bri-
tánico para participar en aquella magna negociación, a través de

3 16
esos dos eficacísimos instrumentos que fueron el Asiento de Ne-
gros y el Navío de Permiso . Esta instrumentación diplomática da-
rla pie, además, al desarrollo de otro fenómeno, no tan considera-
do que constituiría un sutil secreto factor de empobrecimiento
del Real Patrimonio y de la desgraciada suerte del comercio espa-
ñol en América: el Contrabando .
Las consecuencias no se hicieron esperar demasiado : hacia la
tercera década del siglo XVIII, las ferias tuvieron que espaciarse ca-
da vez más, por encontrarse los mercados sudamericanos abarrota-
dos de mercancías procedentes del comercio ilícito. En la feria de
1736 los comerciantes españoles se encontraron con que aún había
mercancías de la feria anterior, ocurrida 6 años atrás y no pudie-
ron colocar gran parte de su carga . Sería la última feria celebrada
en Portobelo . En 1748, tras algunos viajes experimentales realiza-
dos por mercaderes franceses a través del Cabo de Hornos, la Coro-
na española decreta oficialmente clausurado el sistema de galeones
vía Portobelo y autoriza el empleo de la nueva ruta . En lo sucesi-
vo el Istmo abandonó su papel de vínculo transístmico y se convir-
tió en barrera, Su economía mercantil se derrumba rápidamente .
Se producen algunas deserciones de importancia entre el elenco
mercantil . Y el centro de gravedad económica del país cambia de
asiento violentamente. Aunque son pocos los datos concretos so-
bre la demografía istmeña de la segunda mitad del XVIII, todos
ellos coinciden en señalar una marcada tendencia despobladora
de la capital en favor del interior del país . La Zona de tránsito hu-
bo de abandonar, así, el liderazgo económico y demográfico del
Panamá colonial para cederlo al Interior .
Esta etapa cíe postración económica, que cubriría el resto del
siglo XVIII, se detendrá sin embargo, en los primeros años del de-
cimonono . En efecto, después de 1809, esta situación tuvo un vi-
raje violento . Rápidamente, merced a la circunstancia de haberse
iniciado la expansión del capitalismo en el mundo -especialmente
el británico- a un ritmo no conocido hasta entonces por ningún
sistema social, y producirse los primeros gritos de independencia
de América, se inició en el Istmo a principios del siglo XIX una
etapa de apogeo comercial que se extenderá casi hasta 1821 . El
centro de gravedad geo-economica se desplaza del Interior hacia la
Capital y la Zona de Tránsito vuelve a asumir el rol hegemónico en
el escenario económico del país . Para comprender el inesperado e
irruptivo renacimiento de la actividad transista en el Istmo, es pre-
ciso, sin embargo, observar la serie de circunstancias especiales que
concurrieron a promover tal situación .
Refiere Mariano Arosemena en sus "Apuntamientos", que ha-
cia 1810, un gran cargamento de varios buques procedentes de Es-
paña que iban destinados a Nueva Granada, a consecuencia del es-
tado en que se hallaba la revolución neogranadina, tuvo que trasla-
darse a Panamá . Este incidente, agrega Arosemena, trajo como re-
31 7
sultado "la apertura de las relaciones del Istmo con el Perú" for-
mándose a partir de esa fecha "expediciones a Palta i Lima" . Y
concluye diciendo que, como al poco tiempo la navegación de la
marina española por el Cabo de Hornos se hizo cada vez más difí-
cil por la amenaza de las fuerzas navales de Buenos Aires y Chile,
entonces, ya no sólo del Perú, sino de todo el comercia de Quito,
Cuenca y Guayaquil, del Chocó y las provincias del Sur de México
tuvo que hacerse por el Istmo .
La situación geo-estratégica de Panamá y la imposibilidad de
hacer el giro por el Cabo de Hornos, controlado entonces por las
fuerzas rebeldes de Buenos Aires y Chile, decidió a la Regencia es-
pañola en 1809 a extendernos ciertas concesiones comerciales . Se-
gun estas concesiones, los comerciantes istmeños con sus propios
buques podían realizar --casi con carácter exclusivo- operaciones
con las Colonias inglesas, rompiendo así la vieja legislación que
prohibía tratos mercantiles con naciones extranjeras . Teniendo en
cuenta la situación de la Península, a la sazón ocupada por las tro-
pas napoleónicas y la momentánea alianza contra el Corso, entre
España e Inglaterra, se comprende que a los comerciantes paname-
ños se les concediera tal autorización. Las mercancías eran intro-
ducidas a Panamá, procedentes principalmente de Jamaica, enton-
ces un gran emporio británico, pagando un impuesto de Aduana
para su "nacionalización", y desde nuestros puertos eran conduci-
das a aquellas zonas del Imperio aún no afectadas por la Revolu-
ción . El abrupto desplazamiento y las leyes de excepción conce-
didas al Istmo desde 1809 produjeron importantes consecuencias
en la vida económica del país, durmiente por casi un siglo .
Algunas referencias estadísticas hablan por sí solas de la inten-
sidad de aquel comercio . Los datos que a continuación doy a co-
nocer son absolutamente inéditos . Proceden de las cuentas de las
Cajas Reales de Panamá corresponden por tanto a referencias fis-
cales . Aunque ese período se caracteriza por un intenso contra-
bando, los registros fiscales pueden perfectamente servir de punto
de referencia para apreciar los cambios operados . Como el pro o-
sito es presentar una tendencia general, voy a citar sólo aqueos
datos que reflejan mejor la situación . Tomemos como punto de
partida los datos procedentes de las Cajas Reales de Panamá del
año 1800 . Ese año, el impuesto de Aduana fué de 40,874 pesos .
El Situado, esto es, la partida que era permitida en parte de Carta-
gena y en parte de Lima para sufragar los gastos de la numerosa
guarnición así como los sueldos de las autoridades sumó 186,626
pesos . El Cargo, o sea los ingresos fiscales globales, sumaron
534,374 pesos . En 1801, el Cargo fue de 671,968 esos; el im-
puesto de Aduana, de 52,260 pesos y el Situado e 37 p2,916 pesos .
En 1802, el Cargo fue de 598,806 pesos, el impuesto e Aduana
de 56,473 pesos y el Situado de 262,250 pesos . En 1803, el Cargo
fue de 570,635 pesos ; el impuesto de Aduana de 20,691 pesos y el

318
Situado de 221,441 pesos . En 1804y 1805, cuyos registros fisca-
les son los últimos que se conservan de ese período, las caracterís-
ticas son similares a los años anteriores . En 1805, el Cargo es de
544,296 pesos, el impuesto de Aduana, de 15,204 pesos, mientras
que el Situado asciende a 388,836 pesos . Resumiendo, el Fisco
panameño prácticamente se sostenía del Situado que le era envia-
do de Lima y Cartagena, pues los impuestos locales representan
una cantidad demasiado exigua para sufragar incluso las más ele-
mentales necesidades . Vamos a ver inmediatamente cómo a partir
de 1809, gracias al cambio de situación comercial apuntado atrás,
el panorama varía totalmente . En efecto, en 1809, esto es, cuando
ya el panorama económico había variado por las razones apunta-
das atrás, el Cargo es de 556,191 pesos, siendo el Situado de
221,112 pesos, mientras que el impuesto de Aduana subía a
197,717, cifra que supera notablemente las cotas máximas alcanza-
das anteriormente . En 1811 no llegó el Situado de Lima y sin em-
bargo finalizó el año con un superávit de más de 170,000 pesos,
luego de pagar las guarniciones y los sueldos de los funcionarios.
En 1812, el Cargo ascendió a 115,128 pesos, sin contar con el Si-
tuado, que ya para entonces había dejado de pagarse por el estado
de rebeldía en que se hallaban las zonas que lo proveían . En 1813,
el Cargo llegó a 396,147 pesos, también sin el Situado . En 1814
sólo el impuesto de Aduana llegó a 478,980 pesos . Y en 1816 el
Cargo era ya de 637,665 pesos .
Se advierte, pues, con toda claridad, una persistente y notable
tendencia al aumento en los ingresos fiscales a partir de 1809 . Es-
ta tendencia se hace aún más manifiesta si consideramos que el to-
tal de las mercancías introducidas al Istmo no era registrada, por
colarse a través de los muy variados recursos que entonces se utili-
zaban para evadir el pago de impuestos . Según cierta fuente, la
proporción de mercancías introducidas por la vía del contrabando
en aquellos años superaba en cuatro veces la que se registraba en
las Aduanas . De esta manera, pues, las cifras proporcionadas reco-
gen un valor indicativo cuyo grado de aproximación a la realidad
ignoramos, pero que, sin duda, refleja una tendencia real del co-
mercio istmeño de la segunda década del XIX . Así se explican los
comentarios que al respecto aparecieron en 1832, en el periódico
"El Constitucional del Istmo" :
"Aunque entraba poca parte en las aduanas por la facilidad del
Contrabando que se hacía, era tanto el comercio que bastaba aque-
lla para todos los gastos y dilapidaciones del país . . . Los gastos de
el tránsito se difundían en abundancias sobre el pueblo que gastaba
también sin reparo en cuanto apetecía, haciendo el círculo diario
superior, diez tantos más del necesario . El lujo tomó un incremen-
to inconcebible, y hasta lo más superfluo se creía de buena fe un
simple necesario".
Todos estos factores determinan en el Istmo un vigoroso clima

319
de adhesión y fidelidad a la Corona durante el período revolucio-
nario de aquellos años . Pero si su respuesta a la insurrección ame-
ricana comenzó por un voto de lealtad a la Corona, éste fue válido
sólo mientras la Metrópoli pudo garantizar al Alto Comercio del
Istmo la seguridad de sus posiciones adquiridas, Desaparecidas és-
tas, sólo la excesiva concentración de tropas españolas pudo retar-
dar en el Istmo hasta 1821, el triunfo de la causa independentista .
En efecto, ¡as concesiones hechas en favor del Istmo por la Re-
gencia Española, consistentes en una serie de amplias libertades co-
merciales y la promesa de la restauración de las antiguas ferias, ha-
bía predispuesto los ánimos de los comerciantes panameños en pro
de la Península . Esta predisposición favorable de los comerciantes
panameños hacia España se tradujo en diversos actos de lealtad .
Así, vemos que en 1809 y 1810, los Ayuntamientos istmeños re-
pudian la invitación que les hacen las Juntas Independentistas de
Quito, Santa Fé y Cartagena, para que secundaran sus movimien-
tos. Los Ayuntamientos de Panamá y Santiago de Veraguas recha-
zan la invitación de aquellos gobiernos revolucionarios protestando
de su fidelidad a la Corona española en sendos mensajes enviados
al Consejo de Regencia, corporación que había asumido, por la
cautividad de Fernando VII, el gobierno de España en las provin-
cias no ocupadas por los ejércitos franceses .
Fue ese mismo sentimiento de lealtad a la Corona, alimentado
por las concesiones que aquella hiciera a nuestro Alto Comercio, el
que determinó que en agosto de 1812, se jurase en el Istmo "con
general aplauso y regocijo", la fidelidad al rey y a la Constitución
monárquica, expedida en la Península el 19 de mayo de ese año .
Al Virrey Benito Pérez se le antojó el Istmo entonces, un pueblo
de "fidelísimos vasallos" . Y si el arrabal de extramuros prorrum-
pió en aclamaciones y gritos de `viva la nación : viva el rey", cuan-
do desde el altar de la parroquia de Santa Ana, el cura Manuel Ca*
yetano Bethancourt revestido de capa pluvial lo exhortaba al
cumplimiento de la constitución ; la alta sociedad capitalina concu-
rrió al magno acontecimiento con `varias obras poéticas alusivas al
asunto" Y "dos Piezas Patrióticas", que, dice un testimonio del
época, fueron presentadas por "sujetos y damas principales del
país" .
Probablemente entonces, las ideas de la Revolución Francesa y
de la Constitución norteamericana, a causa de que existía, aunque
embrionariamente, una burguesía comercial en el Istmo, encontra-
ron en éste un clima favorable a su difusión . Pero evidentemente,
la independencia no era para aquel grupo social una tarea filosófi -
ca una aventura romántica . Ni el hecho intelectual ni el
.-tseanlipmrvboelhc nómioPor ello, mientras las auto-
ridades
ión peninsulares siguieron velando por la seguridad y protec-
cn de sus intereses, permitiéndoles negociar sin trabas con todos
las naciones, cualquier tentativa revolucionaria invocando aqueo

3 20
principios, carecía totalmente de sentido . No debe extrañarnos
entonces que hasta tanto al Istmo no le fuesen arrebatados aque-
llos beneficios, se declarase el más humilde y fiel vasallo de la Co-
rona. En otras palabras, el hecho de que para los comerciantes pa-
nameños la unión del Istmo a España resultara una garantía de se-
guridad para sus posiciones económicas adquiridas, fue la causa
principal de su lealtad incondicional a la Corona y de su renuencia
a sumarse a los movimientos separatistas de América . O sea que
fue la convicción de las ventajas materiales que le representaba la
unión a España lo que movió a la naciente burguesía comercial ist-
meña a colaborar directamente con la causa realista y a mostrarse,
francamente, contra los pueblos rebeldes del Continente .
Es en razón de la voluntad y desprendimiento de esa misma
burguesía comercial al fletar a su costa una serie de expediciones
militares destinadas a sofocar la gesta libertaria que se desarrollaba
en las provincias sudamericanas, tales las del Cauca, Chocó, Quito
y otras, que se puede medir el grado de interés del Alto Comercio
panameño en el triunfo de la causa realista, así como los enormes
recursos., para aquella época, que había acumulado en sólo unos
pocos anos de prerrogativas reales, teniendo en cuenta que cada
una de esas expediciones estaba compuesta por 200, 300 o más
soldados a los cuales había que vestir, armar y dotar de embarca-
ciones y artillería pesada .
Pero la colaboración con la Corona no se limitó a esto . Desde
Panamá se envió a la Regencia una solicitud en el sentido de que se
establecieran en el Istmo el Tribunal de la Audiencia y el Virreina-
to de la Nueva Granada que, como se sabe, habían sido arrojados
por los revolucionarios santafereños en 1810 . Si se atendía a su
solicitud, los istmeños se comprometían a contribuir "con dos ter-
ceras partes de los sueldos" que entonces se pagaban, a todos los
empleados que a causa de la revolución habían tenido que emigrar
a sus tierras ; y al mismo tiempo se comprometían a socorrer a la
causa peninsular "con miles de pesos en efectivo y en harinas, me-
nesteres y tabacos y cuanto fuere necesario para resistir a las ten-
tativas de los revoltosos" . Fue por ese tiempo que las esposas e
hijas de nuestros comerciantes costearon con "un vestido comple-
to a cada soldado y 1 000 pesos de obsequio", al Batallón Albu-
hera, recién llegado a lenta Marta, procedente de Cádiz, obsequio
que envió "el vello sexo con mayores demostraciones de afec-
to. . . ", según reza uno de los testimonios de la época .
Mas he aquí que en junio de 1814, merced a las presiones mo-
nopolistas del Alto Comercio de Cádiz, la Regencia española revo-
ca el decreto de Comercio Libre que había concedido hacía sólo
unos meses a los pueblos americanos . La suspensión de ese decre-
to, comenta don Mariano, produjo consecuencias lo bastante im-
portantes para que, al menos la actividad comercial no clandestina
en el Istmo se viese sensiblemente afectada, ya que, según él, este

321
sería "el principal agraviado, por cuanto su posición geográfica lo
hacía depósito de las mercaderías extranjeras . Y la aduana de su
nacionalización" ; pero sobre todo porque probablemente no sólo
quedaba privado el Istmo de un beneficio cuyo goce era de data
muy reciente, sino también de todos aquellos privilegios que ha-
bía venido aprovechando con carácter casi exclusivo desde hacía
un lustro . Los efectos de aquella medida en la conducta socio-
política del Istmo resultaron, según Arosemena, sumamente deci-
sivos . Entonces, comenta don Mariano, sólo entonces "empezó a
conocer Panama la importancia de su independencia" Fue, en
efecto, como si de un sólo golpe se hubiese aclarado a la nueva cla-
se comercial, los últimos puntos oscuros que su conciencia colecti-
va no había alcanzado a precisar .
Con posteridad, sin embargo, al normalizarse la situación en
España con la expulsión definitiva del francés y la restauración de
la Monarquía con el retorno de Fernando VII, el Consejo de Indias
volvió a autorizar al comercio istmeño para que mantuviese sus
transacciones con Jamaica y continuase surtiendo las últimas colo-
nias sujetas al régimen peninsular . Aunque se reconocía la validez
de las protestas económicas que reiteradamente hacía el Comercio
de Cádiz, gravemente perjudicado por el llamado "monopolio" del
Istmo, el Consejo no era ajeno a las ventajas estratégicas y políticas
que se derivaban de favorecer a nuestro país con aquella medida.
Con el paso de los años, sin embargo, los evidentes progresos
q ue ya para entonces había hecho el movimiento revolucionario
5 el Continente disminuían notablemente las ventajas de los privi-
legios concedidos a los istmeños . Como consta en un texto de
aquel tiempo, hacia 1819 y 1820, "la revolución comenzó a mudar
de aspecto, i cada pueblo empezó a calcular sus intereses, i abrir
sus puertos a los extranjeros, hasta hacer necesario disminuir las
erogaciones, economizar los gastos, ,meditar mucho las empresas".
El decantado y tímido "monopolio" del Comercio istmeño tocaba
a su fin . Al finalizar aquella década las autoridades peninsulares no
podían ya seguir favoreciendo los intereses panameños, y no tardó
de verse en ellas más que a un émulo importuno e inútil que urgía
a todo trance suprimir . Entonces fue claro que el desenlace inevi-
table no podía hacerse esperar más . La situación de desgaste eco-
nómico que se suscitó en el Istmo poco antes de 1821 por la irrup-
tiva paralización comercial, sería un factor decisivo en la precipita-
ción de ese desenlace .
El 22 de octubre de 1821, el Mariscal Juan de la Cruz Mourge-
ón, recién llegado al Istmo, a quien la Corona había prometido el
título de Virrey si lograba conquistar las dos terceras partes de
Nueva Granada, zarpa hacia Quito al mando de una expedición mi-
litar . Del destacamento de unos 1400 hombres que guarnecía al
Istmo, Mourgeón llevó en su expedición "pacificadora" dos cuer-
pos de infantería, dos escuadrones desmontados y algunos artille-

322
ros, en total, unos 1,100 hombres, dejando los restantes 300 en Pa-
namá bajo las órdenes de un pundoroso y leal militar istmeño, lla-
mado José de Fábrega . "Los momentos, comenta Mariano Arose-
mena, eran de aprovecharse para ir preparando la ejecución del
plan de nuestra emancipación de España" . Pero, agrega, "era el
cuidado de los corifeos de la independencia prevenir todo acto in-
consulto y precipitado" . De modo que hallándose el Istmo en
condiciones optimas para apresurar la gesta, al mando de las tropas
considerablemente reducidas un militar panameño, y los ánimos
dispuestos, todavía nuestras élites ductoras seguían considerando
toda tentativa "un alzamiento re entino", y aún se pensaba que
"no había sino que adoptar medias que con seguridad nos condu-
jeran al fin apetecido", según palabras del propio Mariano Arose-
mena . La clave de esa extremada cautela tal vez se encuentra en
las frases de su hermano Blas quien afirmaba a propósito de aque-
llos momentos : 9a seguridad de la persona y las propiedades fue
objeto de nuestra santa lucha" . Para el grupo dirigente, resultaba
indispensable evitar a todo trance, cualquier riesgo que pusiera en
peligro sus "sacros intereses", y por lo tanto, la separación "debía
realizarse", según rezan los textos independentistas del 21, con
"suma cautela" y "diplomacia", "por excusar el derramamiento de
sangre", cuyas imprevisibles consecuencias, de quien sabe qué posi-
bles proyecciones, acabarían con toda seguridad por estropear las
altas pretensiones de comando sobre el nuevo Estado en proyecto .
La efectividad con que fueron tomadas tales medidas precauto-
rias dieron finalmente el resultado apetecido, y la independencia
pudo consumarse en forma incruenta . Sobre los recursos que los
criollos emplearon para hacerla posible, decía Gaspar Mollien de-
senfadadamente : "Se pusieron al habla con los oficiales españoles,
persuadiéndoles de que toda la población estaba de acuerdo para
acabar con ellos, le hicieron ver la confianza que tenían en sus pro-
pias fuerzas, comparándolas con el escaso número de hombres que
ellos tenían bajo sus órdenes ; no les costó mucho trabajo inducir-
los a traicionar su bandera pagándoles a toca teja los meses de suel-
do que les debía el Gobierno español; aquel mismo día se les envió
a Chagres, desde donde se embarcaron para La Habana . . ." .
Cuando el General Montilla, encargado por orden de Bolívar
de preparar en el Magdalena una expedición militar para liberar al
Istmo de la Corona, supo que los istmeños se le habían adelantado,
acto seguido exclamó : "no puede negarse que Panamá es un país
de comerciantes : ha sabido evitar los horrores de la guerra, especu-
lando a buena hora su independencia" .
El 28 de noviembre de 1821 fue, pues, hijo del transitismo.
Los hombres que inspiraron el movimiento -al igual que sus here-
deros sociales y políticos de 1903- fueron arrastrados por motiva-
ciones económicas inconfundibles en función de las cuales reac-
cionaron para promover la alteración del sistema de relaciones so-

323
cíales y de las superestructuras de ideas e instituciones prevalecien-
tes . La naciente burguesía comercial istmeña sustituyó en el poder
a la cerrada casta peninsular, y el sistema de ideas e instituciones
coloniales fue declarado insubsistente . El republicanismo demo-
crático vino a ocupar el puesto de la monarquía por derecho divi-
no y el riguroso centralismo jurídico y administrativo español, fue
reemplazado por la nueva y progresista ideología liberal .
II
EL GRITO DEL 10 DE NOVIEMBRE EN LOS SANTOS
Quiero ahora, para terminar, referirme a las opuestas actitudes
asumidas en Azuero y Veraguas respecto a la separación . Es cono-
cido de todos que mientras los primeros gritos tienen en Los San-
tos y Natá -y no cito el caso de Las Tablas, pues todavía no se ha
encontrado ninguna documentación que apoye la pretendida pri-
macía de aquel movimiento- en Veraguas, a través de su máxima
representación oficial, el Cabildo santiagueño se hace claramente
manifiesta una actitud hostil y recelosa hacia aquella temprana
gestión emancipista . Pero para penetrar este interesante problema,
inexplicablemente esquivado hasta ahora por nuestros estudiosos,
no basta recurrir a las fuentes coetáneas . Por vía de ensayo, hasta
tanto no se presente una documentación más completa que la co-
nocida, me atrevo a anticipar aquí que hace falta buscar las causas
de tal antagonismo en raíces mas profundas, remontándonos inclu-
so a los mismos orígenes de las dispares estructuras socio-económi -
cas de Azuero y Veraguas .
En diversas publicaciones y conferencias he tenido ocasión de
ocuparme del tema . Repetidas veces he manifestado que, pese ala
proximidad geográfica de Azuero y Veraguas, ambas regiones orien-
taron desde muy temprano su configuración estructural básica por
cauces radicalmente opuestos . Esta opuesta estructuración se ca-
racteriza fundamentalmente por la dirección impresa a sus respec -
tivos sistemas de relaciones sociales ya en el siglo XVI . Voy a tra -
tar de ilustrar el problema con un rápido esquema .
En primer término, cabe recordar que la Alcaldía Mayor de
Natá, cuya jurisdicción se extendía por todo el territorio de la pe-
nínsula de Azuero, fue incorporada efectivamente a la dominación
española desde 1522 . Veraguas, en cambio, no quedó sujeta al im-
perio castellano hasta 1558, fecha en que e realiza la afortunada
campaña de conquista acaudillada por Francisco Vásquez . La Al-
caldía Mayor del Natá había sido organizada desde sus comienzos
sobre bases "señoriales", repartiendo entre sus fundadores los in-
dios de los alrededores bajo el sistema de Encomiendas . Pero ha-
cia 1668, la Corona resolvió suprimir aquellas Encomiendas, libe-
rando definitivamente a la población indígena del trabajo forzoso,
Esta medida produjo dos resultados importantes : primero, la or-

324
ganización de la conquista de Veraguas por Vásquez, como solu-
ción de emergencia para los natariegos depauperados debido a la
pérdida de su principal fuerza de trabajo, esto es, los indios de en-
comiendas ; en segundo lugar, la dispersión del vecindario natariego
hacia la campiña azuereña, en pequeños núcleos familiares, para
trabajar por sus propias manos la heredad, como fórmula expedi-
tiva para asegurar su supervivencia . De esa expansión rural se deri-
varían a la postre otros resultados que contribuirían a caracterizar
a aquella zona según sus estructuras que aún le son propias . Me re-
fiero a la distribución de la tierra en multitud de titulares . Aún en
nuestros dial, si exceptuamos algunos casos que constituyen la ex-
cepción de la regia, y responden a fenómenos muy posteriores, las
tierras de la península de Azuero se caracterizan por no estar en
manos de grandes terratenientes, sino distribuidas en propietarios
medianos y parvifundistas .
Las proyecciones históricas de esa prematura estructuración
socio-económica son de extraordinaria importancia . Pero antes de
destacar algunos hechos cuya explicación más profunda hay que
buscarla en aquella precoz configuración estructural, conviene re-
ferirnos a Veragua .
Acabo de decir que la conquista de ese territorio en 1558, so-
brevino como una solución de emergencia suscitada por la supre-
sión de la Encomienda en Natá . Pues bien si en 1558 la Enco-
mienda había sido suprimida en la Alcaldía Mayor natariega la Co-
rona concedería a los conquistadores de Veragua por vía che estí-
mulo y compensación, la merced de obtener indios de repartimien-
tos y Encomiendas . En un principio la encomienda veragüense tu-
vo escasa relevancia pero hacia 1589 al realizarse una intenso pro-
ceso de expansión demográfica hacia las sabanas de Montijo, Alan-
je y Remedios, la fuerza laboral representada por, el indio de enco-
mienda se convertiría en el pilar básico de aquel sistema de relacio-
nes, Esta situación se mantuvo inalterable hasta mediados del siglo
XVII, aunque puede decirse que sus huellas perduraron hasta bien
avanzado el período colonial . En Veragua quedaría estructurada
una sociedad cuya cúspide directiva estaba representada por una
minoría blanca detentadora de todas las fuentes de poder y rique-
za y una extensa población aborigen que constituía la plataforma
laboral básica de aquel edificio social . Así pues, mientras la socie-
dad "señorial" perdía vigencia en Azuero hacia 1558, en Veragua
se prolongaba todavía un siglo después, . pero de hecho es posible
que esa situación continuase hasta terminar el período colonial y
acaso perdurase en el siglo XIX, aunque bajo otras formas, Mien-
tras en Azuero la reducida población indígena quedaría equipara-
da en muchos aspectos a la española en el orden del derecho, se
operaría un amplio mestizaje y se distribuiría la tierra en multitud
de titulares, en Veragua, por el contrario, el indio se vería durante
siglos sometido a la condición servil, la tierra quedaría acaparada

825
en pocas manos y los centros urbanos concentrarían un patriciado
blanco dominador .
Esta opuesta estructuración básica tendría su contrapunto en
hechos históricos muy posteriores . Así, la incorporación de Azue-
ro a la corriente comercial del contrabando natariego, que se inicia
a partir de 1716 no sólo respondía a la mayor proximidad de la
Península respecto a aquella Ruta, sino que obedecía en mayor
grado a la flexibilidad de sus estructuras . Es cierto que Santiago
-capital veragüense desde el siglo XVII- quedaba en una zona me-
nos accesible, por carecer de puerto, pero sería sobre todo el esta-
tismo de sus estructuras de base señorial y exclusivamente agrope-
cuaria lo que impediría participar con igual libertad de aquella ac-
tividad` . Menos apegados al agro que los veragüenses, por derivar
parte de sus ingresos de la actividad transitista, santeños y natarie-
gos podían participar de los intereses del grupo comercial capitali-
no que preparaba la Independencia . Pero en Veraguas, donde los
intereses procedían unilateralmente de la explotación de la tierra y
una mentalidad conservadora más acorde con las exigencias de leal-
tad al Imperio Español tenía la perfecta justificación objetiva,
aquel brote de rebeldía no podía ser bien visto . De ahí la fría indi-
ferencia con que José de Fábrega, a la sazón al frente del gobierno
colonial, tomara "muchas providencias" y empleara "todo cuan-
to estuviera a su alcance", a fin de sofocar el grito del 10, como
consta en la . célebre Acta separatista de La Villa . Y de ahí, final-
mente, la renuencia e indecisión del cabildo santiagueño de sumar-
se al movimiento emancipista al que, como es sabido, no adscribió
sino hasta el lo, de diciembre de 1821, después de que el Cabildo
de Natá amenazase, mediante ultimatum, ocupar aquella plaza si
en el término de tres días el grupo dirigente de la capital de Vera-
gua persistía en su actitud vacilante . Parece fuera de duda, que el
elenco directivo de Santiago pensaba que el movimiento sólo po-
día beneficiar al Comercio de Tránsito y no a sus intereses agrope-
cuarios . Resulta así perfectamente natural que el latifundio vera-
güense, creyendo protegerse, hubiese intentado adversar la inde-
pendencia, o cuando menos exhibir sus reservas respecto al movi-
miento gestado en la capital y respaldado por los santeños y nata-
riegos, igualmente afectados por los intereses de la Ruta, Cuando,
por fin, en la tardía Acta independentista del lo, de diciembre, ca-
si a regañadientes, los santiagueños adscriben al movimiento, no
hacen evidentemente, sino plegarse a una situación objetiva que
entonces resultaba necio e inútil combatir .
Son conocidas las frases despectivas con que Mariano Arose-
mena se refiere a diversas ocasiones al prematuro grito santeño, al
que considera "irregular y deficiente" . Pero precisamente por su
carácter de espontaneidad y arrojo cobra hoy ante nuestros ojos
un contenido y vigor de que careció el movimiento capitalino . Co-
mo aquél, surge motivado por profundos resortes materiales deri-

3 26
vados del estancamiento comercial que en la ruta de tránsito se ha-
bía empezado a experimentar en los últimos años . Pero acicateado
por la dureza de unas circunstancias que en modo alguno se deja-
ban sentir con igual rigor en la capital, se precipita al cumplimien-
to de su designio sin reparar, como los cautos capitalinos, en las
posibles consecuencias. La decisión heroica y valerosa de aquel
puñado de interioranos contribuiría a acelerar los planes de la Ca-
pital, prestándose de ejemplo . Tal fue el verdadero mérito históri-
co del grito santeño . Y es algo que nadie puede disputarle .

La independencia de Panamá de Ea-


palta
-Rectores coyunturales yeestrnucl-apiyentro-"
en revista Lotera, No . 192, pp. 4-18,
.dPean19m7á,ovibre

327
LAS FUENTES Y LOS ESTUDIOS
DE LA HISTORIA ECONOMICA DEL ISTMO DE PANAMA
DESDE EL SIGLO XVI HASTA EL SIGLO XX

Por OMAR JAEN SUAREZ


INTRODUCCION.

A fines de la década de 1930 aparece el primer interés en Pana-


má por la historia económica del Istmo . Richard Behrendt, econo-
mista alemán contratado por la Universidad de Panamá y fundador
de su Centro de Investigaciones Sociales y Económicas (CISE),
imagina, con este propósito, un plan de compilación bibliográfica
y documental para la historia de Panamá en cuatro grandes temas :
I Estructura Social,
II Colonización y Administración,
III Actividades Económicas, y
IV Vida Cultural .

De su ambicioso intento sólo resultó una modesta comunica-


ción, "some problems of bibliography and archives relating to the
social and economic history of Panama", en la cual insiste, sobre
todo, en documentos de archivos y fuentes impresas de carácter es-
tadístico y económico, que se refieren a la segunda mitad del siglo
XIX y primeros años del siglo XX . Pero el problema de las fuen-
tes para la historia general de Panamá ha sido abordado por otros
historiadores con un éxito desigual . Entre ellos hay que señalar los
esfuerzos importantes realizados por Juan A . Susto y sobre todo
un trabajo más sistemático y de gran rigor científico de Carlos Ma-
nuel Gasteazoro que desafortunadamente no supera la época
hispana . Finalmente, recordemos una compilación alfabética de
obras sobre la historia de Panamá, con un fichero de más de mil tí-
tulos de Manuel Lucena Salmoral.
Sin embargo, a pesar de la riqueza de datos sugerida por los
trabajos anteriormente citados, la historia económica de Panamá
ha sido poco estudiada .
Por una parte, es inútil tratar de encontrar sobre las economías
del Istmo estudios que se dediquen, en una perspectiva diacrónica,
al análisis propiamente económico, de macro o de microeconomía .
Pero por otra parte sobre el Istmo de Panamá han sido publicados
se están realizando trabajos de interés que se refieren a temas de
historia económica . Poco a poco los historiadores, economistas Y
geógrafos van aprovechando los importantes fondos documentales
que existen sobre las economías del Istmo de Panamá desde prlnci-
pica del Siglo XVI de los cuales trataremos de hacer un inventario

328
sucinto, según el modelo de plan escogido .
1 . Las Fuentes .
Desde principios del siglo XVI hasta principios del siglo XIX,
casi todas las fuentes primarias para la historia económica de Pana-
má se encuentran en archivos extranjeros .
a) Archivos Extranjeros
-Archivos españoles:
Se destaca ampliamente el Archivo General de Indias de
Sevilla que guarda la mejor serie de datos económicos, de las Cajas
Reales de Panamá, Nombre de Dios y Portobelo . En la Sección de
Contaduría se encuentran los legajos 1452 a 1477 que se refieren
a gran parte del período comprendido entre 1569 y 1638 y tam-
bién el legajo 1485 para algunos años de la primera mitad del siglo
XVIII: 1721, 1723, y 1743 .1/
La Sección V, Audiencia de Panamá, conserva datos de las
Cajas Reales de Panamá de 1712 a 1715 y 1737 a 1742 (legajo
2622) y luego los libros completos de contabilidad de las Cajas Rea-
les e Panamá (legajos 324 a 338 inclusive, además de los de Con-
taduría 1487-A y 1487-B) y de Portobelo (legajos 346 a 351 in-
clusive) de abril de 1756 a diciembre de 1803 .2/
Aparte de los 21 legajos de Cajas Reales, la Sección V, Audien-ci
naosdePmá,crvadouments153a82,
los cuales presentan interés para la historia económica Istmo
aunque se encuentren muy dispersos en los otros 361 legajos de la
sección. 1/ Igual cosa sucede con los principales archivos madrile-
11 Utilizados por Pierre Chaunu para establecer sus estadísticas del movi-
miento del puerto de Panamá y de Nombre de Dios-Portobelo, Séville et
l'Atlantique (1504 .1650), tomo II, partie statistique y tome VIII 1,
Structures, capítulo XIX, pp . 898-1012 .
2/ Utilizados por Omar Jaén S ., para analizar el movimiento portuario de
Panamá y Portobelo y el tránsito por el Chagres en el siglo XVIII .
"La villa de Panamá su XVIIIe siécle . en Cahiers des Amériques Latines,
série Sciences de l'Homme, N. 7, París, 1973, pp . 371 .398,
1/ En el Archivo Nacional de Panamá reposan índices y copias de muchos
documentos del Archivo General de Indias que interesan la historia del
Istmo :
Fondo Sosa y Arce :
a) 19 tomos de copias manuscritas y mecanografiadas de 881 documen-
tos del A.G . I., de 1518 a 1818 .
b) Indice de documentos del Archivo General de Indias de Sevilla refe-
rentes a la historia de Panamá . 8 tomos con fichas sobre 4 .000 do-
cumentos de 1613 a 1821, preparado por Juan B . Sosa .
Fondo susto :
a) Cédulas Reales : copias mecanografiadas de 1668 cédulas reales, en 6
tomos.
b) Otros documentos desde el siglo XVII hasta el siglo XIX
c) Indice e inventarlos de expedientes de Escribanía de Cámara y de la
Audiencia de Panamá .

329
ños entre los cuales hay que destacar el Archivo Histórico Nacional
de Madrid, la Biblioteca de la Academia de la Historia (y en parti-
cular la colección Mata Linares) y la Biblioteca del Real Palacio de
Oriente (y en especial la Miscelánea Ayala) .
-Archivos colombianos
El Archivo Nacional de Colombia contiene abundante informa-
ción para la historia económica de Panamá en la época colonial,
principalmente para los siglos XVIII y principios del XIX .
La Sección del Archivo Colonial tiene un buen catálogos/ y
resulta fácil localizar los documentos que se refieren a Panamá . En
este Archivo Nacional de Colombia se conservan importantes fon-
dos del siglo XIX panameño, durante la época en la cual el Istmo
de Panamá estuvo unido a Colombia, de 1822 a 1903, que han si-
do desgraciadamente poco estudiados .
-Archivos norteamericanos
Para la historia económica del Istmo de 1850 a 1914 es indis-
pensable señalar el "National Archives and Record Service", que
conserva los archivos del ferrocarril de Panamá de 1849 a 1938,T01 8
de las Compañías del Canal Francés de 1881 a 1904 y los de la Co-
misión del Canal Istmico para la construcción del Canal de Panamá
por los Estados Unidos, con un excelente inventario .
La historia económica del Istmo en los siglos XIX y XX no
puede ser intentada si se desconoce la riqueza documental de los
Archivos Nacionales de los Estados Unidos en Washington y en
particular del Record Group 59, correspondiente al Departamento
de Estado . Son de singular importancia los despachos de los cón-
sules norteamericanos establecidos desde 1823 en la ciudad de Pa-
namá y desde 1852 también en la de Colón .
El Archivo de microfilm de la "Canal Zone Library", en Bal-
boa : en este archivo muy bien ordenado y de fácil consulta hay
que notar el juego cometo de informes de la Compañía del Fe-
rrocarril de Panamá desde 1849 y el Bulletin du Canal Interocéani-
que de 1879 a 1889 con una tabla analítica .

1/ Carlos Valencia Estrada : Archivo Nacional, Indice del Archivo Colonial,


Ministerio de Gobierno, Sección IV, Bogotá, 1988-86, Tomo 1, Tierras,
Tomo II Capellanías, Ejidos, Fincas, Minas, Población, Real Audiencia,
Resguardos .
Ministerio de Educación Nacional, Bogotá, 1946, Tomo III, Abastos,
Aduanas, Alcabalas, Archivos, Colegios, Competencias, Consulados, Co-
rreos, Cruzadas y Genealogías .
Además Vergara y Velasco, Archivos Nacionales, Indice Analítico, me-
tódico y descriptivo, la . Serie. La Colonia 1544-1819 . Tomo I : Go-
bierno en General, Bogotá, 1918,

33 0
b) Archivos Panameños
El más importante es el Archivo Nacional de Panamá que con-
serva muy pocos papeles del siglo XVIII, destacándose, no obs-
tante, un "libro copiador de los protocolos de las Notarías de las
provincias de Los Santos y Herrera de 1770 a 1782" y algunos
protocolos notariales de la Provincia de Panamá de 1776, 1780,
1787, 1793 a 1799 . Pero a la pobreza documental del siglo XVIII
se opone una enorme riqueza de fuentes primarias para la historia
económica del Istmo en el siglo XIX y principios del siglo XX .
Podemos dividir estos papeles en dos grupos :
-Grupo notarías : comprende 3,500 volúmenes con 110 .783
protocolos de testamentos, codicilos, poderes, compras, ventas,
fianzas, contratos, etc ., realizados en las distintas provincias del
Istmo repartidos en la siguiente forma: 11

Volúmenes Protocolos Período comprendido


Bocas del Toro 174 4 .866 1890-1916
Coclé 65 2 .016 1852-1916
Colón 200 6 .448 1881-1916
Chiriquí 224 7 .951 1854-1915
Herrera 6 140
Los Santos 116 5 .296 1822- 1915
Panamá 1 .923 80 .521 1776-1932
Veraguas 154 3 .395 1814-1915

Existe un índice alfabético por provincias del archivo notarial,


-Grupo de libros de hacienda pública .
Se conservan, para el período colombiano 3 .300 volúmenes
con un inventario bastante detallado en 4 volúmenes . De ellos
interesan particularmente para la historia económica del Istmo,
776 libros propiamente de contabilidad y 43 libros que tratan, pa-
ra ciertos años del período, de catastros de contribuciones comer-
ciales (patentes) y de propiedades rurales y urbanas con listas no-
minativas de propietarios de bienes inmuebles o de comerciantes
de todo el país o de ciertas regiones .
Estos 819 libros aparecen todos agrupados en el primer tomo
del inventario, aunque clasificados en forma arbitraria sin seguir
un orden cronológico ascendente o descendente .
Además sólo se indican características muy generales de cada
1/ Según estudio realizado por Guadalupe Velarde de Expósito y Oscar A .
Velarde B ., El Archivo Nacional de Panamá, trabajo de graduación, Uni-
versidad de Panamá, 1969-1970 .

33 1
libro : el tipo, es decir, el se trata de un libro de Caja, Diario, Ma-
yor, Cuentas Corrientes, Catastro de Contribuciones etc ., señalan-
do a menudo con imprecisión la región (todo el país, provincia o
distrito) a que se refieren lo mismo que la administración que los
elaboró (Hacienda, Gobierno, etc .) El Centro de Investigaciones
Sociales y Económicas preparó recientemente bajo nuestra direc-ción un inventario en orden cronológico .1/

Pero la utilización de este fondo documental para la historia


económica presenta grandes dificultades, especialmente para él es-
tablecimiento de series estadísticas . La desorganización permanen-
te de la administración colombiana durante el siglo XIX ha restado
homogeneidad a los sistemas de contabilidad por lo que es necesa-
rio hacer primero un enorme trabajo de transcripción contable dé
tales libros que inició, antes de su clausura de hecho, el Centro de
Investigaciones Sociales y Económicas de la Universidad de Pana-
má .
Además, en la sección del período colombiano se encuentran
documentos dispersos susceptibles de servir para la historia eco-
nómica del Istmo, sobre todo en los tomos 3 .232 a 3 .280 qué
guardan los fondos' documentales de legaciones y consulados acre-
ditados en el Istmo y los tomos 3 .281 a 3 .289 con documentos re-
lacionados con ventas de terrenos en Panamá .
Para el siglo XX es interesante consultar los expedientes dé ad-
judicación de tierras desde 1919 y el grupo de contratos .
c) Fuentes impresas
Las fuentes impresas contienen sobre todo informaciones esta-
dísticas sobre producción, consumo, ingreso y gasto público, movi-
miento portuario, catastro de la propiedad, existencia de animales,
listas de contribuciones comerciales directorios comerciales é in-
dustriales, etc . Otras contienen legislación sobre asuntos económi -
cos y contratos públicos,
Para la época colonial se destaca sobre todo el Tomo VIII dé la
Colección de Libros y Documentos referentes a la historia de Amé-
o'rica,publdorManeS yanz,Mdri1908yel
mo II de la Colección de documentos inéditos sobre la geografía Y
la hístoría de Colombia, recopilados por Antonio B . Cuervo, Bo -
gotá, 1892,
-Guías y directorios comerciales -
primera
Su publicación se inicia a fines del siglo XIX siendo la
y la mas importante el Directorio General de la Ciudad de Panama
Reseña Histórica, Geográfica y del Departamento, de Francisco
osada, Panamá, 1897, con importantes datos estadísticos sobré
comercio exterior en la década de 1890, moneda y cambio dé

1/ Sobre el tema hay una reseña de Omar Jaén S ., "Economia panameña en


el siglo XIX, la Contabilidad de Hacienda Pública de 1849 a 1903", en
Anales de Ciencias Humanas, No . 2, Panamá,1972, pp . 87.90 .

33 2
1870 a 1896, existencia de ganados y directorio comercial e indus-
trial y profesional,
Almanaque Istmeño Ilustrado, de Guillermo Andreve .
Guía directorio de la ciudad de Panamá, de Pastor Jiménez y Dio-
cleciano Ramos y García, Panamá, 1906 .
The Isthmian Tourists' Guide and Business Directory, 1912-13,
Ancón, C .Z ., 1912 .
El Libro Azul de Panamá, Panamá 1917, series de comercio exte-
rior .
Directorio General de la ciudad de Panamá, de Guillermo Andreve,
Panamá, 1920 .
Directorio General de la ciudad de Panamá, de Guillermo Andreve,
Panamá, 1926 .
Guía General de Colón y la Zona del Canal, por Ascanio Caries y
Eladio Grimaldo G ., Panamá, 1930 .
Almanaque Panameño ; la vida del Istmo y del mundo, Panamá,
1940 .
-Gacetas y periódicos oficiales (siglos XIX y XX)
"Gaceta de Panamá", órgano oficial del Departamento de Pa-
namá, publicada regularmente cada semana de 1871 a 1903 . Con-
tiene a menudo las listas nominativas del catastro de la propiedad
en Panamá, Colón y a veces las de otros centros urbanos deI país .
Asimismo se encuentran en ella frecuentemente listas nominativas
de los ganaderos del interior del país indicando el número de ani-
males y la localización de los hatos . Contiene también datos es-
tadísticos sobre el movimiento portuario y los presupuestos de
rentas y gastos del Departamento, además de los informes de las
receptorías de hacienda y las licencias para el establecimiento de
alambiques para la fabricación de alcoholes . Desde el 14 de no-
viembre de 11903 le sucede la "Gaceta Oficial de Panamá", órgano
oficial de la República de Panamá .
El "Diario Oficial de Colombia", publicado desde el 30 de abril
de 1864 contiene mucho menos información para la historia eco-
nómica del Istmo que la "Gaceta de Panamá" .
La colección bastante completa de estas Gacetas y del Diario
Oficial de Colombia se encuentra en el Archivo Nacional de Pana-
má y algunos ejemplares en la Biblioteca Nacional de Panamá .
-Memorias Oficiales (siglo XX)
En el Archivo Nacional de Panamá se conservan las siguientes
memorias :
Grupo Memorias de las Secretarías y Ministerios de Estado des-
de 1908 (219 volúmenes) y en particular :
Secretaría de Hacienda y Tesoro 1908-1940 (16 vol .), Ministe-
rio de Hacienda y Tesoro 1943 .1964 (28 vol.)
Secretaría de Fomento 1909-1920 (9 vol .)
Secretaría de Fomento y Obras Públicas 1922-1924 (2 vol .),
Secretaría de Agricultura y Obras Públicas 1926-1936 (4 vol .),

338
Ministerio de Instrucción y Agricultura 1938-1940 (4 vol .),
Ministerio de Trabajo, Comercio e Industrias 1938 (1 vol .),
Ministerio de Agricultura y Comercio 1943-44 (92 vol .)
A esto hay que añadir el informe del Contralor General de la
República, desde 1932, publicación anual .
A las memorias oficiales de las Instituciones de la República de
Panamá que se ocupan de asuntos económicos hay que añadirlos
informes anuales de los Administradores del Canal y de la zona del
Canal de Panamá :
Annual Report of the Isthmian Canal Commission (1904 a
1914 y Annual Report of the Governor of the Panama Canal, d es .
de 1 15, publicados anualmente en Washington, contienen entre
otras cosas estadísticas muy completas y detalladas sobre la eco-
nomía del banal de Panamá y de la Zona del Canal .
-Boletines Estadísticos oficiales (Siglo XX)
Boletín Estadístico: publicación trimestral de la Secretaría de
Fomento y Obras Públicas, se inicia en 1905 .
Boletín de Estadística : publicación mensual o bimensual de la
Dirección General de Estadística, desde junio de 1907 hasta 1933 .
Desde 1908, es completado por Anuarios y cada cierto número de
años por Compendios estadísticos, el primero de los cuáles es pu-
blicado en 1917 : Compendio estadístico descriptivo de la Repúbli-
ca de Panamá, con los datos sinópticos del comercio internacional
de 1909 á 1916, Panamá, 1917 . Entre 1933 y 1941 aparecen edi-
ciones tituladas Anuario de Estadística, Estadística Mensual y Bo-
letín de Estadística . A partir de 1941 se inicia la serie de Estadas«
tica Panameña Para llegar actualmente á once apartados que se re-
fieren a asuntos económicos : Ingreso Nacional, Balanza de pagos,
Hacienda Pública y Finanzas, Industria y Comercio Interno (en'
cuestas), Industria (registros), Indice de Precios al por mayor Y al
consumidor, Información Agropecuaria (encuestas), Precios recibi-
dos por el Agricultor, Transporte y Comunicaciones, Anuario de
Comercio Exterior (desde 1953), Comercio Exterior, Indicadores
Económicos .
Además, desde 1941 hasta 1952 se publica, en edición anual ,
un Extracto Estadístico de la República de Panamá en dos series,
la una de estadística general y la otra con datos detallados del co-
mercio exterior de la República la cual es sustituida, desde 1953,
por el Anuario de Comercio Exterior .
A estos documentos estadísticos se añaden Informes Especiales
publicados desde 1948 .
En 1953 se inicia la serie Nuestro progreso en Cifras (que con-
tinúa desde 1961 bajo el nombre de Panamá en Cifras), compen-
dio estadístico anual cuyo primer número contiene series estadísti -
cas de hechos y fenómenos económicos demográficos y sociales
de los cincuenta primeros años de la República . Estos mismos da-
tos aparecen en el apéndice de la edición conmemorativa del Gin-

4
3
cuentenario de la Independencia de la República de Panamá: Pa-
namá, 50 años de República, Panamá 1953 .
Todos los documentos estadísticos que hemos mencionado se
encuentran en la biblioteca de la Contraloría General de la Repú-
blica de Panamá .
-Otras Fuentes impresas
Los Presupuestos de Rentas y Gastos de Panamá de 1870 a
1903, por Omar Jaén S ., y Luis Ng, Panamá 1973 . Compilación
y desglose de los presupuestos de ingresos por ramo y por provin-
cia y de egresos por departamento o secretaría .
2. Los estudios sobre la historia económica de Panamá .
Es conveniente advertir, desde el principio, que no existe, so-
bre el Istmo de Panamá, ninguna obra dedicada total o parcialmen-
te al análisis diacrónico de hechos o fenómenos económicos, salvo
algunas alusiones que aparecen en las encuestas oficiosas u oficiales
como la Investigación Económica de la República de Panamá, de
George E . Roberts, publicada en 1929, el "Economic Survey of
Panama" realizado por el Fondo Monetario Internacional y publi-
cado en 1952, además de los informes semejantes que ejecutan ca-
da año, desde la década de 1950-1960, las instituciones oficiales,
en particular la oficina de Planificación y las instituciones interna-
cionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de De-
sarrollo. Pero hay que reconocer que historiadores y geógrafos
han preparado trabajos que abordan problemas de economías del
Istmo panameño desde el siglo XVI hasta el siglo XIX utilizando
recursos técnicos documentales y estadísticos de ciertos interés, si-
guiendo métodos de la historia cuantitativa y serial . Sin embargo,
la calidad y la abundancia de tales trabajos conoce una progresión
decreciente a medida que nos acercamos a la historia del tiempo
presente . En este sentido, la obra más importante es la del francés
Pierre Chaunu, Séville et I'Atlantique, op . cit ., que dedica gran par-
te del análisis de las series estadísticas y un importante capítulo in-
terpretativo al estudio de las coyunturas transístmicas de mediados
del siglo XVI a mediados del siglo XVII . A ella le sigue en impor-
tancia el clásico Clarence Haring, Comercio y Navegación entre
España y las indias en la Epoca de los Habsburgos, México, 1939,
cap. VIII y Anexos . El establecimiento de una economía minera
en la segunda mitad del siglo XVI en el antiguo ducado de Vera-
gua, al Oeste de la región de paso entre los dos mares y la creación
de las primeras estructuras económicas y sociales coloniales en las
sabanas del interior del país en los siglos XVI y XVII, es planteado
en un interesante estudio del historiador panameño Alfredo Casti-
llero C ., Estructuras Sociales y Económicas de Veragua desde sus
orígenes históricos . Siglos XVI y XVII Panamá, 1967, que se
complementa con La Fundación de la Villa de Los . Santos y los

335
orígenes históricos de Azuero, Panamá, 1971 . Sobre el siglo XVIII
sólo podemos señalar un artículo que se ocupa de las economías
urbanas y del paso transístmico, "La ville de Panama au XVIIIe
siécle (architecture et propriéte urbaine en 1756" de Omar Jaén
Suárez, publicado en los Cahiers des Amériques Latines, serie
atienes de l'homme, No .7, París, 1973, con una versión ampliada
en español que aparece en Anales de Ciencias Humanas, No . 2, Pa.
namá, 1972 . Este artículo complementa El Hombre y la Tierra en
Natá de 1700 a 1850, Panamá, 1971, del mismo autor, que plantea
el problema del establecimiento de una estructura particular de
tenencia y de explotación de la tierra en las sabanas del interior del
país, al Oeste de la región transístmica, que ejerce su peso aún en
nuestros días . Para el siglo XIX recordemos un estudio inédito del
colombiano Ignacio Méndez, "La ciudad de Panamá en el siglo
XIX" que aborda el problema de los censos y capellanías urbanas
y dos modestos ensayos de interpretación sintética de las econo-
mías transístmicas mediante el enfoque de variantes de la teoría de
la dependencia : uno de Alfredo Castillero C ., "Dependencia Y
Transitismo : el caso del Istmo de Panamá", que aparece en Estu-
dios Sociales Centroamericanos No . 5 San José, 1973 ; y otro de
Omar Jaén Suárez, Presencias imperialistas y dependencia ístmica
en la segunda mitad del siglo XIX, Panamá, 1973 . Richard F .
Behrendt intenta una síntesis de toda la época colonial en su
pequeño artículo sobre "Aspectos sociales y económicos del Ist-
mo de Panama durante la época del tráfico interoceánico primiti-
vo (1519 .1848), en Revista Mexicana de Sociología, 1943, V . pp .
49 . 5 .
El siglo XX ha sido el más pobre en trabajos dedicados a pro-
blemas de historia económica de Panamá. Sin embargo las ambi-
ciones no han faltado . Mencionemos sólo las de un grupo de inte .
lectuales de inspiración marxista, que han intentado un análisis
económico-político de la historia panameña y en particular de la
época republicana, pero sin ningún apoyo documental y estadís-
tico .
En resumen podemos afirmar que casi todos los trabajos que
se han hecho sobre la historia económica del Istmo de Panama (en
su aceptación amplia) tienen, desde el punto de vista técnico y me-
todológico, un interés desigual y han sido el resultado de iniciati-
vas personales . Ellos reflejan tanto la formación como los gustos Y
la inclinación personal de cada autor . Desde 1971 se iniciaron en el
Centro de Investigaciones Sociales y Económicas de la Universidad
de Panamá (CISE) proyectos de estudios más ambiciosos y siste-
máticos sobre las economías, las poblaciones y los espacios geográ-
ficos del Istmo, incluyendo, naturalmente, una perspectiva diacró-
rica . Para ello se realizó una labor de acopio documental (Los Pre-
supuestos de Rentas y Gastos de Panamá de 1870 a 1903 op . cit,
y preparación del índice cronológico de los libros de Hacienda

336
Pública del Archivo Nacional de Panamá de 1849 a 1903) y de in-
terpretación cartográfica de fenómenos económicos, demográficos
y sociales de fines del siglo XVIII a principios del siglo XX .
Sin embargo al clausurarse de hecho el mencionado Centro de
Investigaciones desde principios de 1973 hemos regresado a la si-
tuación anterior, aquea de los trabajos de investigación debidos a
la voluntad personal de estudiosos aislados y con escasos recursos
técnicos, financieros e institucionales.
Ese es el caso de los únicos estudios de historia económica en
su aceptación más amplia -no la de economistas con sus métodos
econométricos, sino la de historiadores- que se han publicado al
final de la década de 1970 . Por una parte, un pequeño aunque inte-
resante estudio de Alfredo Castillero C . sobre "Economía Tercia-
ria y Sociedad", que expone una síntesis analítica y sobradamente
documentada del transporte transístmico del siglo XVI al XVIII
abordando el problema de los fletes muleros, y por la otra, la ex-
tensa Segunda Parte, intitulada "Economías Dependientes" y Es-
pacios Derivados" de La Población del Istmo de Panamá del siglo
XVI al siglo XX, publicado en 1978 por Omar Jaén Suárez, que es
la primera síntesis sobre el tema, tanto en sus aspectos de econo-
mías del campo como de la ciudad, de la época arcaica del trans-
porte mulero como del paso mediante el ferrocarril, de la econo-
mía esclavista como la de los trabajadores que construyen el Canal
de Panamá hasta 1920, incluyendo un capítulo sobre los aspectos
económicos y sociales de los desequilibrios geográficos regionales .
Esta obra contiene el primer Atlas de la historia de fenómenos de-
mográficos, económicos y sociales sobre Panamá, con 86 cuadros
estadísticos y mapas temáticos.
Para terminar, conviene advertir que no he citado más que
obras que se inscriben dentro de las corrientes historiográficas más
modernas y sólo me he referido a estudios de historia económica
tal como los conciben tradicionalmente los historiadores . Intentar
otra cosa encuentra obstáculos insuperables . Antes de principios
del siglo XX y en particular de la década de 1920, es prácticamen-
te imposible adelantar un verdadero estudio de historia económica
empleando métodos econométricos, caros a los iniciados en las
ciencias económicas . La ausencia de las tres series principales, de
producción, consumo y precios prohibe cualquier intento en ese
sentido en Panamá . Cuanto más, podría acometerse una historia
cuantitativa del paso transístmico, fuente de historia comercial, en
base a las series de los registros de llegada de buques y hasta de
mercancías a los puertos del Istmo, o, desde el siglo XIX, una his-
toria del comercio de la propiedad inmueble, fundada en los regis-
tros notariales de compra-venta de terrenos y edificaciones . Pero
ellas no serían más que eso, historias de algunos fenómenos econo-
micos, muy importantes por cierto, pero no verdaderas historias de
la economía del Istmo, según los métodos de las ciencias económi-

33 7
cas que se aplican en Europa, a menudo para períodos que se ini-
cian en los siglos XVII o XVIII, y en Estados Unidos y algunos lu-
gares de la América Latina, desde el siglo XIX .
De todas maneras, el campo de la historia económica de Pana-
má --de historiadores- es un mundo fascinante que guarda aún
muchas posibilidades al alcance del investigador armado de méto-
dos más modernos y paciencia y, sobre todo, de interés por desen-
trañar las realidades de una pequeña esquina del mundo occidental
que es también, desde el siglo XVI, un eslabón importante en la red
de circulación de bienes y de riquezas en el sistema mundial .

Las fuentes y los Estudios de la histo-


ria Económica del Istmo de Panamá
desde el siglo XVI hasta el siglo XX.
Comunicación presentada en el Con-
greso de la Calina en 1973 . Costa
Rica .

33 8

You might also like