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MI HISTORIA LECTORA

Mi nombre es Arturo Sosa Díaz, cuento con 4 años de servicio como docente, tengo la
licenciatura eneducación, la cual curse en la universidad pedagógica nacional. Cosa que no
fue muy fácil conseguir yaque la tuve que cursar ya estando casado y teniendo otras
responsabilidades que no me permitíantener el tiempo como para que solo me dedicara a
estudiar.Mis primeros contactos con la lectura en mi vida comienzan desde que era muy
niño y, era mi madrela que nos leía cuentos infantiles, lo cual permitía que mi imaginación
de niño volara y creara dibujosabstractos que solo yo entendía en ese momento. Recuerdo
que lo hacia en el patio de la casa, el cualera muy grande y lleno de árboles frutales,
animales domésticos de los cuales puedo recordar a un
chivito que bautizamos como “el
mamIlón
” y una
enramada construida con palmeras de coco. Todoesto constituía un mundo de fantasías,
donde daba vida a todos los personajes que habíamosescuchado en los cuentos y a la
vez el protagonista principal era yo; imaginando lugares existentes y aveces inventados.A
la edad de 5 años mis padres me mandaron con doña juanita, quien era la encargada de
enseñarnoslas primeras letras, ya que en ese entonces en mi pueblo no existía el jardín
de niños. Era una señorade avanzada edad, cabello blanco y carácter fuerte que parecía
no importarle lo que uno sentía oquería. En esa etapa de mi vida sólo recuerdo haber
estado encerrado en un canasto que ella teniacomo zona de castigo para los que no
lográbamos hacer lo que nos decía y nos la pasábamosfantaseando. Lo que mas deseaba
en ese momento era llegar a mi casa y dar rienda suelta a mis juegos. Pero a fuerza de
maltratos y encierros logré memorizar las vocales y algunas consonantes; yaera hora de
dar el siguiente paso, entre a la primaria, donde aprendí las primeras lecturas a base
desilabeo acompañado de uno u otro reglazo propinado por el maestro Rodrigo. Una vez
que ya había
conseguido la capacidad de poder “leer” las palabras que se ponían del
ante de mi vista, llevé a cabolectura de cuentos tipo La Cenicienta, Caperucita Roja, El
gato con botas, y otros que en estemomento no recuerdo.A la edad de 10 u 11 años, mi
madre empezó a ayudar con los gastos de la casa por lo cual tuvo que
salir a trabajar, pues mantener a 7 hijos y 2 sobrina no era cosa de juego y me quede sin mi
“cuentacuentos”, lo cual hizo que empezara a buscar en la biblioteca improvisada
que tenia mi padre en unrincón de la casa hecha con libros viejos y llenos de polvo sobre
un mueble que en algún momentohubiera sido un trastero, en su mayoría libros de
matemáticas, historia y algunas novelas de vaqueroque eran del gusto de mi padre y otras
de amor que pertenecían a mi hermana que en ese tiempoestaba en la adolescencia, las
cuales leía una y otra vez sacando al vaquero o al galán de las novelas,recobrando el
protagonismo que estaba perdiendo.En la secundaria no tengo buenos recuerdos ya que ,
los maestros comenzaban a mandar lecturasobligatorias de determinados libros, pero
realmente los pocos que recuerdo no fueron para nada de

mi agrado, más bien eran una carga difícil de digerir como ejemplo puedo decir que tuve
que leer LaCelestina de Fernando de Rojas y aprenderla casi de memoria, lo cual para la
edad que tenia en eseentonces no era una lectura que tuviera gran significado para
mi.Recuerdo que el libro que mas m impresiono fue uno que por casualidad encontré en la
casa y hastahoy fecha no se de quien era:
el “
Decamerón
” de B
ocaccio. Nunca se me olvido el nombre no se siporque tenia entre 16 y 17 años cuando lo
vi y pude leer algunas paginas, aclaro que esto me hizoacreedor de unos golpes por parte
de mi madre, no se pero lo que lo cierto es que nunca me dejaronleerlo completo. En
estos años también había la costumbre de reunirnos en las noches y relatarhistorias de
terror o leyendas que se contaban en el pueblo, alguna que recuerdo era la de
“la chinabruja”
. Contaban que en el pueblo viejo vivió
una señora llamada “Quencha”, no se si era su nombre
o su sobrenombre pero, se dice q su esposo era un señor demasiado parrandero que se
salía a paseartodas las noches y llegaba a su casa de madrugada, cuando ya todos
dormían. La golpeaba hastallegar al grado d q un día la fue a tirar al rio pensando q la
había matado y regreso a su casa. Secuenta q ella pudo salvarse por obra del demonio y
q en venganza de el regreso a asesinarlo,convertido en una marrana o china, como s le
conoce a los puercos en el istmo, por lo cual todos laconocían como la china bruja.
Actualmente hay quienes aseguran que se le ve vagar en las nochespor el pueblo y que
ataca a todos los que tienen la costumbre de andar deambulando o de parranda,para
después desaparecer en la laguna a las orillas del pueblo o en el cerro del Marqués.Otra
parte que marcó mi vida como lector fue cuando tuve que entrar a trabajar en las
fuerzasarmadas (entre los años 1996-1998), porque en esa ocasión leí varios libros de
Carlos CuauhtémocSánchez entre los que recuerdo están juventud en éxtasis, primera y
segunda parte; volar sobre elpantano y la fuerza de schesid; no se si era porque no tenia
nada que hacer o porque me llamaba laatención este tipo de lecturas debido a la etapa
que estaba pasando, ya que me acababa de casar yestas tres novelas me hacían recordar
mi vida y sentía que me ayudaban a prepararme para lo quevenia.Actualmente, después de
haber leído algunos libros o autores propuestos durante mi formación comodocente,
quisiera citar algunos que en verdad llamaron mi atención. Para empezar citare el
bolsoamarillo, un libro pequeño que en alguna ocasión encontré en la biblioteca de la
escuela que trabaje 8años como auxiliar de plantel y lo leí en una 1 hora, aclarando que
es la lectura mas rápida que hehecho de un libro; el quijote de la mancha, otra obra que
me hizo reflexionar y que en ocasiones sigocitando algunos pasajes que ahí aparecen; el
lazarillo de Tormes, me enseño a no ser tan confiado;aparte de las novelas de Carlos
Cuauhtémoc Sánchez , recomendaría leer a Paulo Coello un autorbrasileño de quien he
tenido el gusto de leer dos novelas : verónica decide morir y el alquimista

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