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Objetivos
1. Estudiar el proceso de construcción del Estado de Bienestar en la Argen-
tina.
2. Analizar las características particulares de las políticas sociales en Ar-
gentina.
3. Relacionar las características globales del Estado de Bienestar con las
políticas puntuales.
4. Reflexionar en torno a la capacidad explicativa del concepto de Estado de
Bienestar como herramienta para la comprensión de la forma de Estado
instituida a partir de la posguerra en Argentina
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❘❚❚ “el modelo corporativo dominó el proceso de desarrollo del Estado de Bie-
nestar autóctono, pero a su vez fueron incorporándose muchos elementos del
socialdemócrata; el componente liberal jugó un papel marginal: Las leyes de
movimiento de este régimen híbrido tienen mucho que ver con la crisis del sis-
tema en Argentina y con las características del camino seguido para su trans-
formación. Comprender este proceso es importante porque, tal como lo seña-
la Esping Andersen, el nuevo tipo de Estado de Bienestar que emergerá
posteriormente es dependiente de la dinámica previa de cada modelo” (LO
VUOLO, 1993, P 181) ❚❚❘
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❘❚❚ En América Latina desde los años treinta hasta los setenta podemos soste-
ner que se cristalizó en su forma más clásica la matriz Estado-céntrica. En ella,
el Estado asume una centralidad mayor, incluso que la que ocupó en sus ver-
siones europeas. En otras palabras, si el elemento que tipifica a esa matriz es
el rol que la política ocupa en su centro, la particularidad de las sociedades la-
tinoamericanas está en el lugar hegemónico que el Estado , como aparato in-
clusive, consigue en la sociedad.
Así, a diferencia de lo que ocurría en Europa Occidental donde ‘la fórmula po-
lítico-económica descansaba en un doble soporte: el Estado de Bienestar y el
sistema de partidos’ , en nuestra región se radicaliza la centralidad de lo es-
tatal en su sentido más estricto, estatal-ejecutivo, constituyendo lo que ha si-
do caracterizado como un patrón estatista de politización (Cavarozzi- Abal Me-
dina, 2002: 1) ❚❚❘
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El estado-nación fue un proceso exitoso pero complejo del siglo XIX. Oscar
Oszlak, en un texto fundacional sobre el estudio del Estado , afirmaba que
este proceso estuvo guiado por los objetivos de asegurar las condiciones de
estabilidad política y seguridad jurídica así como por promover la creación de
la infraestructura social básica y el poblamiento de áreas “desérticas”. Se-
BOTANA, N (1988), El
gún Botana, siete décadas desde la independencia no habían alcanzado a Orden Conservador,
construir una unidad política ni legitimar la formación de un Estado central. Hyspanoamérica, Buenos Aires.
Y tal como afirma Halperín Donghi, en su libro El espejo de la Historia, esta
etapa de construcción de una nueva nación y de un Estado que podemos ce-
rrar en 1880 culminaba con éxito: la instauración de un Estado central, un
Estado moderno. Estado moderno que en palabras de este autor era produc-
to del proyecto y la voluntad de la elite. Indudablemente este proceso tuvo
características vinculadas a una fuerte inmigración, a la centralización del
poder estatal cuya contracara fue la eliminación de las autonomías provin-
ciales, la ocupación territorial en torno a la “conquista al desierto”, la conso-
lidación del llamado modelo agrario exportador que, como dice Marco Ka-
plan, “terminará simbolizando el sistema de autoridad económico, político
cultural de la clase dominante” y en términos políticos la conformación de lo
que el mismo Botana llamó “el Orden Conservador” y Halperín Donghi “la
República Posible” recuperando las palabras alberdianas.
Ahora bien, el particular proceso de urbanización que se desarrolló en la
Argentina y la llegada de inmigrantes que traían sus tradiciones de lucha y
de organización llevó a que –en paralelo al proceso de formación de la clase
obrera urbana– se desarrollara la organización del movimiento obrero. Las
características del mercado de trabajo hicieron de las primeras organizacio-
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❘❚❚ “La expresión (cuestión social) fue lanzada a fines del Siglo XIX para poner
en evidencia los disfuncionamientos que se habían producido con la transfor-
mación socio-económica del país. En Europa se la utilizaba para explicar las
tensiones y los conflictos de la sociedad industrial. Abarcaba un conjunto am-
plio de problemas que iban desde los temas vinculados con vivienda, alimenta-
ción, educación y salud hasta los problemas políticos derivados de cuestiones
como inclusión-exclusión de los pobres, los sectores populares o las masas se-
gún expresiones de la época y que remite a un tema mayor como el de la go-
bernabilidad, una cuestión importante que cobra fuerza en la Argentina finisecu-
lar” (LOBATO, 1996:13) ❚❚❘
Para afrontarla e intentar resolver sus aspectos más críticos, el Estado na-
cional asumió nuevas responsabilidades que gradualmente se fueron forma-
lizando jurídicamente y cristalizando institucionalmente, a través de sucesi-
vas adiciones al aparato burocrático existente. A fin de siglo, conjuntamente
con la constitución del Estado , los profesionales de la universidad reorgani-
zada en el ámbito nacional ocuparon espacios en la administración nacional
MYERS, J (1994), ‘ Sisi-
y municipal. Este proceso fue examinado por Jorge Myers en un trabajo que
fo en la cuna o J. M Gu-
tiérrez y la organización de la en- demuestra que tras el proceso político científico característico de la moder-
señanza de la ciencia en la nización, los profesionales del área social (sanitaristas, higienistas, entre
Universidad Argentina ‘, en: Re- otros) fueron constituyendo una particular burocracia que asumió gran parte
des, revista de estudios sociales
de la ciencia, UNQ, Buenos Aires.
de la representación y el control del problema social en los ámbitos de la vi-
da pública.
Esta nueva manifestación del rol estatal se tradujo en programas y políti-
cas que apuntaron al logro de mejores condiciones de trabajo respecto a la
salud, la institución de regímenes de previsión social así como la extensión
de la educación. Por cierto, esta cuestión no agotaba los problemas que de-
bía asumir el Estado en esta etapa; pero, en todo caso, podríamos argumen-
tar con cierto fundamento que en las cuestiones del orden o gobernabilidad
de la sociedad, del desarrollo de las fuerzas productivas, se concentraba -
en palabras de Oscar Oszlak - una abrumadora proporción del “espacio pro-
blemático “ del Estado.
Entre 1890 y 1920 se puede hablar del inicio de una etapa de institución
de lo social. Esto no significa que el Estado social haya constituido un pro-
yecto explícito de las élites, sino más bien que hay una preocupación desde
el Estado por hacer frente a los efectos “no deseados” o imprevistos del
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seguros capaces de sostener el ingreso de los asalariados frente a los El esquema de seguro
“riesgos” de la vejez y la muerte. Sin embargo las iniciativas fueron rechaza- social limita su cober-
tura a los asalariados y se finan-
das por los sindicatos por limitar su autonomía, a excepción de la Ley de Ac- cia a través de impuestos direc-
cidentes de Trabajo de 1915. tos sobre el salario. Los
Sólo la administración pública central poseía sistemas de jubilaciones y beneficios están relacionados
con los aportes y se organizan,
pensiones desde 1877. En 1904 la ley 4.349 unifica los regímenes del Es-
según el caso, en programas
tado y crea la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones Civiles, normatizan- separados a partir de cada pro-
do cotizaciones y prestaciones de manera de garantizar el equilibrio actua- blema o riesgo social
rial del sistema.
En paralelo a estos incipientes seguros, las organizaciones obreras, de-
cíamos anteriormente, así como las asociaciones de origen étnico diseña-
ron, sobre la base de la solidaridad –étnica o de clase- sus propios sistemas
cuya cobertura , nos dice Isuani, alcanzaba a un tercio de la población urba-
na frente a las contingencias de las enfermedades y los accidentes.
Pero estos sistemas se relacionan con aquellos sectores que están inser-
tos en el mundo del trabajo formal, en cambio, el sistema asistencial conti-
nuaba dominado por la esfera relativamente privada a través de la Sociedad
de Beneficencia (SdB): entre 1894 y 1903 el presupuesto de la SdB estaba
financiado entre un 81% y un 92% por el Estado. Sin embargo, algunos cam-
bios se van produciendo: la creación del sistema educativo público, y las es-
trategias nacionales en torno a la salud recortaron su área de incumbencia.
Es igualmente necesario aclarar que la asistencia no constituía un dere-
cho de los ciudadanos sino una dádiva otorgada a los excluidos, los no ciuda-
danos. La denominación proviene de la política asistencialista desarrollada a
partir de las Poor Laws inglesas del siglo XVIII, por las cuales para tener acce-
so a la asistencia social las personas (pobres) perdían sus derechos civiles.
Es decir, cuando se recibía ayuda social se perdía la condición de ciudadanía.
De esta manera se intentaba aislar al “pobre profesional” y a quienes “en-
cuentren dentro de la miseria la manera de vegetar” (BELMARTINO, S, 1991).
En síntesis, las políticas publicas vinculadas al problema urbano y de ca-
racterísticas universalistas apuntaban fundamentalmente a la formación de
un mercado laboral, a proteger la fuerza de trabajo asalariada y se centraba
en el individuo.
Este proceso se desdibuja por la creciente movilización de los sectores
medios en torno a demandas políticas, con excepción del período de altísi-
ma conflictividad social al finalizar la Primera Guerra Mundial.
Hacia la época del centenario cuando los sectores medios inician una
mayor demanda en torno al problema político los temas de discusión son el
sistema de gobierno, la organización de los partidos y las soluciones pro-
puestas comienzan a centrarse no en lo administrativo técnico sino en des-
cubrir las raíces políticas de los males. La Ley Saenz Peña es la respuesta
a la centralidad de la política.
Si bien la llegada del radicalismo al gobierno no implicó una modificación
de la base del orden agro exportador, tal como afirma la bibliografía, la par-
ticular situación económica derivada del impacto de la Gran Guerra y cuyas
consecuencias visibles eran la depresión, el desempleo y la inflación, trans-
formó algunas de las reglas instauradas en el período anterior. El alza de la
conflictividad social ocurre en paralelo a las demandas de democratización
de distintas esferas de la vida pública tal como la reforma universitaria. Es-
ta situación planteó un corrimiento sustantivo en el que el Estado no sólo
debía garantizar derechos civiles sino que debía armonizar intereses. En es-
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sempleo no era objeto de cobertura sistemática (como hemos visto, hubo al-
gunos intentos fragmentados). La CGT, por su lado, argumentaba la necesi-
dad de reducir las horas de trabajo a 40 semanales, de instaurar un salario
mínimo y un seguro de desempleo.
Si en el primer quinquenio de la década de 1930 se justificaba la inter-
vención como respuesta circunstancial a la crisis, la depresión de 1937-
1938 y el inicio del conflicto mundial en general así como el Plan de recons-
trucción económica de 1940 -conocido como Plan Pinedo- en particular,
instaló definitivamente la idea según la cual, el Estado puede -y debe- crear
condiciones favorables, ofrecer incentivos a las actividades del sector priva-
do, imprimir todo el impulso posible para combatir la depresión. Paralelo a
estas nuevas ideas y con la recuperación del ciclo económico cuyo eje estu-
vo puesto en la industria sustitutiva de importaciones (ISI), se producen
cambios sociales tales como una fuerte y creciente migración interna hacia
las ciudades del Litoral, que multiplica el ritmo de urbanización del país y la
expansión de las relaciones salariales, que alcanzó a duplicar el número de
ocupados entre 1935 y 1946. En ese contexto, la ambivalencia de las inter-
venciones del Estado en la cuestión social Argentina continuará durante to-
da la década con algunos cambios importantes. A partir de 1935 y sobre to-
do 1936, se abre un proceso de conflictividad social creciente. Pero ante el
crecimiento y el papel de la industria, los conflictos del área cobraban una
centralidad mayor. Por lo que el Estado debe dar cuenta, de una u otra ma-
nera, de los conflictos. Los conservadores – en paralelo a la estrategia re-
presiva – comenzaron a buscar algun tipo de soluciones. El Estado, desde la
vieja Dirección Nacional de Trabajo, inicia un proceso cuya tendencia fue la
negociación, la mediación no obligatoria que redunda en lo que Robert Cas-
tel denomina “estatutos de garantías” que incluían los niveles de salario y
otras mejoras en las condiciones de trabajo así como el arbitraje en las
huelgas. Las intervenciones se concentraron en los conflictos que ponían en
peligro el normal desarrollo de las exportaciones pero debemos remarcar
que intervención y arbitraje no lleva implícito que estos hayan sido favorable
al movimiento obrero. La acción estatal en materia laboral discurría en dos
líneas: 1.- generar condiciones para la negociación; y 2.- obtener una legisla-
ción que la rutinice, convirtiendo al Estado en un componente del sistema
de regulación, delimitando el rol de las asociaciones civiles.
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2.
Luego de la Primera Conferencia Nacional de Asistencia Social
de 1933, el Poder Ejecutivo somete al Parlamento una Ley de
Asistencia y Previsión Social (que no será aprobada), en cuyo
artículo primero se lee que: “todo argentino (…) tiene dere-
cho (…) a ser reconocido gratuitamente por las autoridades
públicas en los actos de desamparo ocasionados por abando-
no en la menor edad, desocupación, enfermedad, invalidez y
vejez”. Desarrolle un breve comentario acerca de las implican-
cias y transformaciones implícitas en la ley.
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del Consejo Nacional de Posguerra (CNP). Reflejaban el temor al desempleo En julio de 1944 y a
que podía producirse después del fin de la guerra y en un cuadro de conflic- instancias de Perón se
crea el Consejo Nacional de Pos-
tividad y reorganización sindical creciente. guerra (CNP), el mismo día que
El CNP le otorgó al pleno empleo el carácter de objetivo prioritario y pro- Perón daba su famoso discurso
puso aumentos masivos en el gasto en obras públicas, el apoyo al consumo en la Bolsa de Comercio. El CNP,
formado por representantes de
interno, el control de la inmigración, y el establecimiento de un seguro de de-
las corporaciones y el gobierno,
sempleo. Este Estado apuntó a no dejar casi ninguna área de la vida social surgió con el objetivo de servir
fuera de la influencia burocrática. Las nuevas reglamentaciones laborales, como mesa de diálogo para
las transferencias intersectoriales, los sistemas oficiales de crédito vía Ban- pensar las consecuencias loca-
les de la nueva coyuntura inter-
co de Crédito industrial, los controles de precios, la nacionalización de los nacional al finalizar la guerra y
servicios públicos y las empresas estatales cambiaron sustantivamente el las opciones para neutralizar la
funcionamiento del Estado. conflictividad social y generar
En términos económicos entonces, el Estado pasó a tener un rol cada una reconversión productiva. Se
trató de un intento de legitimar la
vez más activo cuyos objetivos centrales eran la promoción de la demanda intervención del Estado en la
interna, una política industrial protegida y subsidiada, sistema redistributivo economía y reorientar las rela-
mediante el arbitraje estatal en el conflicto salarial. Esta subordinación del ciones sociales en la esfera de la
producción, distribución y con-
mercado al control político, convertía al Estado en lo que la CEPAL, que se
sumo. Su poder creció junto al
funda por aquellos años definía como agente de desarrollo y que podríamos poder de Perón: para 1945 to-
denominar un Estado Promotor. dos los proyectos de las Secre-
De manera esquemática, pues escapa a nuestro objeto de estudio, pode- tarías de Estado debían ser pre-
sentados al Poder Ejecutivo con
mos decir que el peronismo profundizará la sustitución de importaciones y un informe de “procedencia o
la expansión del sector público y del gasto público a través de la apropiación improcedencia” del CNP. En el
estatal de los excedentes de la exportación agropecuaria vía la nacionaliza- corto plazo contaba con atribu-
ción del comercio exterior e inició una transferencia intersectorial de ingre- ciones para definir el volumen
del gasto público, el nivel de sa-
sos en una coyuntura internacional favorable. larios, la composición de las re-
servas, y la estructura fiscal.
[Ver BERROTARÁN, P. y VILLA-
❘❚❚ “A través de la política del IAPI, el gobierno peronista cerraba un triángulo de RRUEL, J. (1995). “Un diagnós-
tico de la crisis: el Consejo Na-
redistribución intersectorial de ingresos coherente con la conformación de su cional de Posguerra”; en
apoyo político. En ese triángulo redistributivo, los vértices eran el sector rural, ANSALDI, W. Y otros, Represen-
el sector urbano y el propio Estado. El crecimiento salarial fomentado por el go- taciones inconclusas. Las cla-
ses, los actores y los discursos
bierno era compensado en el sector industrial con una amplia política crediticia
de la memoria, 1912-1946; Bi-
y el congelamiento de los precios de los alimentos. A su vez, el gobierno finan- blos, Buenos Aires]
ciaba parcialmente la expansión del gasto y empleo públicos con el margen que
obtenía el IAPI gracias a unas inmejorables condiciones internacionales. El
mantenimiento de ese delicado equilibrio dependía de que esa especial situa-
ción se prolongara. Pero, en su momento, la sensación predominante era que
el peronismo por fin había logrado conciliar la expansión económica con la jus-
ticia social, algo que tenía pocos precedentes en el mundo y ninguno en la Ar-
gentina” (LLACH Y GERCHUNOFF, 1998: 189-190) ❚❚❘
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había tomado activamente entre sus manos una profunda reforma del siste-
ma capitalista. Un grupo gobernante, por último, menos homogéneo, con
apoyos menos incondicionales, y con una autonomía menos amplia que lo
que muchas veces quiere verse.
Ahora bien, pasemos a analizar algunas de estas estrategias para anali-
zar su particular configuración.
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consumo a las políticas del ahorro. Para ello se suspenden por dos años los
convenios colectivos al tiempo que se comienza a promover las estrategias
de aumento por productividad y se comienza a hablar del “costo laboral”.
Estas preocupaciones se ven plasmadas en el Congreso de la Productividad
y el Bienestar Social (1955) en el que participan la CGT, la CGE por los em-
presarios y el Estado. Los problemas que se debaten estaban relacionados,
nos explica R. Bitran, a medidas contra el ausentismo, la creación de meca-
nismos de incentivos, el aumento de los márgenes de negociación de los
empresarios en las convenciones colectivas y la reducción de poderes de
las comisiones internas en las fábricas. La concertación quedará trunca an-
te el golpe militar de 1955.
La Seguridad Social
❘❚❚ “Al Estado no le debe importar nada que el director del gran diario, el geren-
te de la empresa o cualquier alto empleado, se jubile en condiciones de poder
mantener un nivel de vida con buena residencia, automóvil y veraneo en lugares
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costosos. Lo que al Estado interesa ( incluso para disminuir las cargas de be-
neficencia) es que ningún ciudadano al caer en vejez o en invalidez se vea pri-
vado de los elementos pecuniarios precisos para atender su subsistencia. Y
esas necesidades vitales son idénticas para el magnate latifundista que para
el peón de campo”.
“En efecto desde el punto de vista del Estado cuál es la razón de que unos tra-
bajadores perciban prestaciones de vejez mientras otros no? Y por qué algunos
contribuyen con un 5% y otros con el 8%, por qué varían la edad de retiro, el
monto de la pensión y el tope de la misma? (Presidencia de la Nación. Plan de
Gobierno, 1947-1951 pp. 210) ❚❚❘
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La historia y la acción de la Fundación Eva Perón es tal vez uno de los mo-
mentos de la historia que más polémica ha suscitado. Lo interesante del ca-
so, en lo que respecta a este trabajo, es que con el tiempo la FEP terminará
hegemonizando la asistencia social. Si la regulación de las relaciones obre-
ro patronales y los sistemas de previsión tomaron una caracterización parti-
cular en torno a la relación gobierno, Estado y sindicatos, otro nicho donde
se produjeron cambios sustantivos pero en relación a la lógica política inter-
na es precisamente en esta área. La asistencia social fue planteada por pri-
mera vez en términos de derecho ciudadano y de deuda pública. El proyecto
inicial del Estado peronista había sido crear un sistema público de asisten-
cia a la pobreza, que integrase intervenciones sanitarias y transferencias
distributivas, y que absorbiese directamente a la estructura filantrópico-cari-
tativa pre existente. La relativización de la pobreza como síntoma coyuntural
que desaparecería de la Nueva Argentina, y el descubrimiento de la poten-
cialidad de una asistencia social politizada transformaron el esquema.
La Secretaría de Trabajo y Previsión había quedado en 1946 a cargo de
los proyectos de reforma del sector asistencial. Para ello se había creado
la Dirección Nacional de Asistencia Social (DNAS). Según Andrenacci, Falap-
pa y Lvovich que realizan un relevamiento de la bibliografía sobre el tema,
la DNAS nunca contó con los medios necesarios para impulsar una centra-
lización de la política asistencial a la manera de la STP o el INPS. Pero la
dinámica que las circunstancias imprimieron al complejo de protección so-
cial comenzaron a erosionar las bases de la asistencia del sector privado
caritativo en particular a la Sociedad de Beneficencia. Las medidas del go-
bierno complicaron la susbsistencia de las organizaciones privadas: el con-
dicionamiento de los fondos públicos al cumplimiento de pautas de servi-
cios; el aumento de salarios y el mejoramiento de condiciones de trabajo
de los asalariados y profesionales hospitalarios; la suspensión y el retraso
en la transferencia de fondos; y finalmente la intervención directa. La So-
ciedad de Beneficencia de la Capital fue intervenida en septiembre de
1946. En febrero de 1947 fue transferida a la órbita de la Secretaría de Sa-
lud Pública, en el marco del proyecto de centralización del sistema de sa-
lud. (Guy, D,2000)
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❘❚❚ “la asistencia social del período preperonista agregó una argumentación de
orden económico-social (la necesidad de administrar la población y la repro-
ducción de la fuerza de trabajo) a las viejas consideraciones humanistas o de
control social para justificar la acción social del Estado. La asistencia social
‘científica’ quiso ir más allá de la simple intención negativa (de control, con-
tención, vigilancia) y se propuso ser productiva en términos económicos. Para
ello apeló al discurso moderno sobre el ‘capital humano’ […]. Al peronismo le
interesó también extraer fuerza y legitimidad política, tanto de los sectores in-
tegrados al trabajo urbano y rural como de todos aquellos sectores sociales
‘desfavorecidos’ y ‘desprotegidos’ en sentido amplio, independientemente de
su inserción en la actividad productiva. La disponibilidad de recursos por par-
te del Estado constituyó una condición objetiva que hizo posible la ampliación
hacia el campo propiamente político de los objetivos de la política social”.
(TENTI FAFANI, 1989, ob. cit: 81-82) ❚❚❘
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❘❚❚ “resulta innegable que [la ayuda social] es complemento de [la justicia so-
cial]. Mientras que la segunda ‘juega en el orden de los seres aptos para el
trabajo’, la primera tiene como objeto ‘auxiliar a los que no pueden trabajar’.
Por lo tanto la ayuda social se define como ‘la exteriorización del deber colec-
tivo de los que trabajan, de cualquier procedencia o clase social con respecto
a los que no pueden trabajar’. Al mismo tiempo la acción de la FEP se carac-
terizaba por “acciones puntuales y discrecionales que en alguna medida no
condicen con la idea de derecho a satisfacer ciertas necesidades [de] los sec-
tores más desfavorecidos de la población. En general, los bienes y servicios
son asignados por caso en virtud de una demanda que recibe un tratamiento
más o menos arbitrario por parte de quien tiene el poder de distribuir y asig-
nar” (TENTI FANFANI, 1989: 79-80) ❚❚❘
❘❚❚ llenó el vacío creado por el fracaso del Estado en garantizar bienestar social
para todos y el debilitamiento de las organizaciones caritativas […]. La FEP re-
presentaba una vía de escape fácil al dilema planteado por el exclusivismo de
los sindicalistas en la retención de los esquemas previsionales y a la crisis
económica. Constituyó una asistencia social barata a la vez que proporcionaba
ventajas políticas al Peronismo” (ROSS P, 1998, PP 224-225. Citado en ANDRE-
NACCI, FALAPPA Y LVOVICH, 2000) ❚❚❘
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les dieron sentido y es allí donde se produce una fuerte ruptura en la acción
de la Fundación. Tal como dijeramos la conceptualización de la ayuda social
se ubica en el campo de satisfacción de derechos y por ende de la justicia
(social) en contraposición a la idea de deber moral -clasico de la beneficen-
cia. La ayuda social es vista como una acción reparadora y complementaria
de la justicia social. Aunque:
❘❚❚ “En general los bienes y sevicios son asignados caso por caso en virtud de
una demanda que recibe un tratamiento mas o menos arbitrario por quien tie-
ne el poder de distribuir” (TENTI FANFANI, OB.CIT, PP 80-81) ❚❚❘
3.
Reflexione a partir de las lecturas y lo desarrollado si la políti-
ca asistencial del peronismo “reprodujo el esquema formal de
la antigua beneficencia al desarrollar la tarea asistencial por
una institución ubicada en un espacio intermedio entre lo pu-
blico y lo privado “ (BARBEITO, A. Y LO VUOLO, R., p. 23)
Justifique su respuesta.
A modo de síntesis
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❘❚❚ “Su punto de partida era un diagnóstico aplicable a todas las regiones del
mundo que todavía no habían completado su industrialización. Un primer postu-
lado sobre el que se basaba el desarrollismo era el pesimismo respecto a las
exportaciones de productos primarios.(...) Según esta óptica desarrollarse era
desarrollar las manufacturas, hasta transformarse en una economía entera-
mente industrializada. En el caso de la Argentina, era obvio que parte del cami-
no ya estaba recorrido. Pero el carácter desbalanceado de su estructura indus-
trial (concentrado en las ramas livianas) hacía necesario un impulso que
garantizara definitivamente el paso de una economía agroexportadora a una
economía industrial, la clave era la expansión vertical, es decir, el acople de las
actividades de producción de insumos y bienes de capital a las ramas ya más
expandidas. Este empuje final hacia una ‘economía industrial integrada’ reco-
nocía una serie de prioridades” (LLACH Y GERCHUNOFF, 1998, PP 249-251) ❚❚❘
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❘❚❚ “Avanzar en una respuesta para estas preguntas implica ya saltar de los de-
terminantes económicos del “vacío hegemónico” argentino para introducirse en
otras variables: principalmente, las características del sistema político, entendi-
do como sistema institucional complejo de toma de decisiones, en el que una
pluralidad de actores sociales gradúa la obtención de sus demandas a partir de
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niveles que van, desde el poder efectivo para decidir, hasta la capacidad para
influir defensivamente, para vetar, a través de variadas formas de presión.
No caben dudas que el “empate” político en Argentina está articulado con el
empate social y en ese sentido resultan insustituibles los análisis de las cau-
sas estructurales de esa capacidad de bloqueo diseminada en la sociedad. Pe-
ro lo que interesa especificar es el modo con que ese complejo proceso se ex-
presa en el nivel mismo de las fuerzas sociales que actúan en el Sistema
Político: esto es, cómo esa inestructuración entre Sociedad Civil y Estado influ-
ye sobre los comportamientos de los distintos actores.
Sobre las Fuerzas Armadas, tensionadas permanentemente entre el nacionalis-
mo y el liberalismo, nunca despojadas del todo de los sueños populistas que
en los cuarenta elevaron al coronel Perón desde el cuartel hasta los sindicatos.
Sobre estos últimos, factor real de poder como en pocos países de Occidente
(y como en ninguno de América Latina), expresivos de la clase trabajadora pero
capacitados, a la vez, por su convincente antisocialismo, para dialogar con
otros sectores internos al sistema y para ser, según el momento del ciclo, ejes
sociales de una coalición con la burguesía industrial preocupada por el desarro-
llo del mercado interior. Sobre los Partidos Políticos, inconsistentes como orde-
nadores potenciales de la hegemonía, pero aptos para representar el “sentido
común” de las capas medias, tanto urbanas como rurales. Sobre, en fin, las or-
ganizaciones corporativas empresarias y la tecnoburocracia vinculada directa o
indirectamente con sus proyectos, los exponentes más nítidos de las respecti-
vas “lógicas” de las fracciones de la clase dominante, y no siempre exitosos,
sin embargo, en hallar las vías para vehiculizar coaliciones estables con otros
factores de poder y, a partir de allí, reconstruir a un Estado desde hace tanto
tiempo superado por las presiones cruzadas que vienen desde la sociedad”
(PORTANTIERO, 1977) ❚❚❘
La irrupción brusca de una fracción de clase que pasa a controlar los nú-
cleos más dinámicos de la economía no podía sino alterar la correlación de
fuerzas en el interior de la burguesía, así como redefinir las relaciones globa-
les entre el conjunto de las clases dominantes y las dominadas. Este des-
plazamiento, que introducía nuevos cortes económicos y sociales, planteaba
también características nuevas en la evolución del ciclo económico, lo que
venía a complicar aún más el alineamiento de las fuerzas, sobredetermina-
do su comportamiento por el momento del ciclo.
En este sentido, lo que queremos remarcar es que esta forma de Estado
no tenía un régimen de gobierno explícito y se resolvía a través de una serie
de acuerdos implícitos entre los grandes actores sociales que condujeron la
sociedad y la economía de ese período. Se hace referencia así a una serie
de acuerdos entre los grandes empresarios capitalistas, los sindicatos y las
grandes empresas públicas, con la participación de una forma más contra-
dictoria y más renuente de los sectores terratenientes de la pampa húmeda.
La base de los acuerdos fue la expansión de las áreas de influencia del Es-
tado, que radicalizará la centralidad de lo estatal en su sentido más estric-
to, estatal-ejecutivo, constituyendo lo que ha sido caracterizado como un pa-
trón estatista de politización.
A diferencia de lo ocurrido en el momento inicial de la construcción del
Estado de Bienestar, la acción estatal no se concretó en proyectos guberna-
mentales estables. Las demandas de intervención fueron contradictorias y
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Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
❘❚❚ El hecho observable más evidente de la crisis estatal fue la acción de la bu-
rocracia militar destituyendo a todos los gobiernos civiles de esos veinte años,
cuyo origen poco legitimo se hallaba en los vetos y proscripciones impuestas por
las mismas Fuerzas Armadas. Sobre este fondo de inestabilidad institucional, se
crearon de manera contradictoria e inorgánica muchas estructuras burocráticas
con funciones mal definidas, o superpuestas que respondían a presiones de gru-
pos políticos o empresarios, cuyo dominio circunstancial de la situación política
incrementaba la crisis de las instituciones.” (SIDICARO, R, 2001, P 32.) ❚❚❘
La fórmula política tuvo un carácter híbrido que contuvo una tensión nunca re-
suelta entre democracia y autoritarismo (Cavarozzi, 1996, p 130). Por supues-
to, la Argentina no fue plenamente una democracia pero tampoco fue un régi-
men corporativista, más bien lo que funcionó en nuestro país fue un modelo
de gobierno débil, al que podemos llamar “de piloto automático”, en el cual
las relaciones entre actores y gobierno se basaron en la capacidad de presión
de los actores, siendo la inestabilidad política el resultados más evidente.
La particularidad de esta forma de acumulación, sustentada por un poder
compartido cuyos desajustes internos se zanjan mediante bruscas y sucesi-
vas traslaciones de ingresos que sacuden el cuerpo social del país, cierta-
mente explica, en una instancia última, las formas políticas del capitalismo
argentino. Formas que testimonian una suerte de “imposibilidad hegemóni-
ca”, dadas las recurrentes dificultades que enfrentan para elaborar una coa-
lición estable las capas más concentradas de las burguesías urbana y rural.
Periódicamente, distintas fracciones buscan dar un vuelco a la situación,
tratando de montar un modelo de acumulación alternativo que fueron al fra-
caso. Sin embargo, no existió una primacía de un sector o bloque capaz de
extender durante un lapso relativamente prolongado una dirección social y
política. Sin embargo, en los momentos en que cada uno de ellos tuvo ma-
yor gravitación sobre las decisiones del Estado lograron medidas para acre-
centar sus beneficios, ya fuese mediante la creación de protecciones y de
privilegios perjudicando a otros sectores, adoptando estímulos a sus activi-
dades, por la sanción de moratorias impositivas o la condonación de deudas
o el traspaso de empresas quebradas al sector público. Sólo para nombrar
algunos ejemplos que contribuyeron a ¿agrandar? el Estado o a hacer más
desarticulada su acción.
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Universidad Virtual de Quilmes
mente, quebrados. Una y otra vez el Estado fue desbordado por la sociedad.
(O’Donnell, 1997)
Ahora bien, esta lógica compleja donde la debilidad del poder público permi-
tió que la capacidad de presión del sector sindical creciera entre la de otros
actores sociales, amplió las bases de las políticas de bienestar, en particu-
lar en gobiernos que buscaban elementos de legitimación social. Sin embar-
go, en muchos casos, los cambios en la estructuración social llevaron a
efectos contrarios y en otros, la apropiación de las políticas sociales y la in-
cidencia del sindicalismo en su gestión se desarrollaron para hacer decrecer
su fuerza. Esta tensión y estas contradicciones signan el desarrollo de las
políticas durante este período.
Ahora bien, debemos ver que el desarrollo de este sistema modificó los
patrones sociales de la Argentina.
En primer lugar, entre los años 1960 a 1970 se registró un crecimiento
global de la economía aunque las desigualdades intersectoriales fueron pro-
nunciadas. En el sector rural el crecimiento siguió siendo muy lento por lo
que continuó expulsando mano de obra hacia las ciudades.
El sector industrial en cambio registró una tasa anual de crecimiento del
PBI del 6,1% que impulsó el crecimiento global de la economía. La expan-
sión de la actividad industrial en el período anterior era resultado del creci-
miento de la pequeña y mediana empresas, casi no se registraron instala-
ciones de grandes plantas fabriles y no hubo una diferencia importante en
los niveles salariales de los obreros. En el período de 1963 a 1973, en cam-
bio, el proceso económico más importante fue la concentración de la activi-
dad industrial en grandes plantas fabriles instaladas a partir del ingreso de
las inversiones de capital extranjero. Estas nuevas industrias incorporaron
trabajadores especializados con salarios más elevados que el resto de los
obreros. Sin embargo el crecimiento industrial tuvo poca capacidad de crea-
ción de nuevos puestos de trabajo. Las ramas de las industrias que más
crecieron fueron las que incorporan más tecnología. Frente a la disminución
de la capacidad generadora de empleo una parte importante de la fuerza la-
boral fue absorbida por la construcción y el sector terciario (comercio, trans-
porte y empleo publico)
El balance global del modelo desarrollista muestra algunas de las bonda-
des prometidas pero también muchos rasgos que difícilmente podrían ser
catalogados como tal.
El modelo desarrollista implicó un aumento en los niveles de salarización,
elemento fundamental en la construcción del Estado de Bienestar; funda-
mentalmente, por lo que decíamos antes sobre que en la Argentina se rela-
cionan los arreglos institucionales del EB a partir de “agregados” y por otro,
por el alto nivel de homogeneidad que se encuentra en ellos. Sin embargo, y
tal como demuestra Susana Torrado, estos tendrán algunas particularidades
importantes. Puesto que si bien se acelera la creación de empleo urbano, la
dinámica de crecimiento de los diversos estratos sociales es diferente.
❘❚❚ “En primer lugar, la clase media autónoma crece poco en términos netos,
un fenómeno que refleja la compensación entre la desaparición absoluta de
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Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
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Universidad Virtual de Quilmes
Marta Novick y Ana Catalano definen al modelo argentino a partir de las ca-
racterísticas peculiares como prototaylorismo. Para diferenciarlo de aquel
donde la división del trabajo, la pérdida de autonomía del trabajador, el con-
tenido del trabajo y la condiciones laborales estaban concebidas central-
mente para disminuir los tiempos muertos y aumentar la productividad y la
rentablidad.
Las autoras afirman que el modelo en Argentina se orientaba más que a
la productividad, al disciplinamiento y el control de la fuerza de trabajo.
❘❚❚ “El capataz se yergue en su figura emblemática. Hasta hace muy pocos
años esta función mantenía aún su vigencia en los establecimientos industria-
les argentinos, El rol era desempeñado por un trabajador antiguo de la empre-
sa que gozaba de la confianza de los patrones o jefes, que no poseía conoci-
mientos técnicos relevantes sino empíricos y provenientes de su larga
experiencia. Su función consistía en administra los recursos productivos, los in-
sumos, la disciplina del grupo y su espíritu de trabajo, etc. Resumía, así, funcio-
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Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
Asignaciones familiares
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El sistema previsional
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Consecuencias sociopolíticas del derrumbe del Estado de Bienestar en la Argentina
De esta manera, el control del sistema pasa a manos del Estado con un
consejo asesor con representaciones de los empresarios, y los trabajado-
res. En 1973 se producen nuevos cambios durante el gobierno constitucio-
nal: se crea un mecanismo que cubre a los trabajadores rurales, se elevan
los aportes de los trabajadores activos al 11% y se amplían los beneficios
de los mismos.
Al margen de las modificaciones al régimen que cubre, a partir de este
momento, al conjunto de la población, los problemas del sistema están rela-
cionados al crecimiento de los beneficiarios, la baja edad de jubilación, la li-
cuación de los activos por el problema de la inflación relacionada a la baja
rentabilidad de la parte invertida de los fondos, los incrementos a los habe-
Denominados regíme-
res sin correlación en los ingresos y la ampliación de los regímenes de privi- nes especiales. Los
legios. primeros beneficiados fueron
Sin embargo, mientras la economía con sus crisis cíclicas mantuvo una los magistrados y funcionarios
lógica de pleno empleo, el número de aportantes seguía siendo mayor al de del Poder Judicial. Luego se in-
corporó en 1972 al personal de
los jubilados. Las dificultades se presentarán cuando se deba enfrentar la la presidencia de la nación. En
cobertura de los sectores desempleados, subempleados y de bajos ingre- 1974 a quienes ejercen cargos
sos en general y la economía entre en una fase de estancamiento. electivos, luego a todos los
agentes del poder legislativo y
En síntesis, el caso del sistema previsional es un claro ejemplo del divor-
posteriormente, en la última
cio entre las pretensiones expuestas en las normas y el efectivo funciona- dictadura a los organismos de
miento de los programas. El sistema construido sobre cajas independientes seguridad.
y supuestamente autofinanciadas con la capitalización de los aportes indivi-
duales de sus afiliados, desde mediados de la decada de 1950, funciona
como uno de reparto simple de ingresos y gastos corrientes. Al promediar
los sesenta ya mostraba déficit financiero por desbalances fundamental-
mente de la Caja de Autonomos que nacio prácticamente desfinanciada y de
la licuación de los excedentes financieros acumulados en los primero años,
los cuales fueron desviados para otros fines o colocados a tasas de interés
negativas en función de la inflación.
El sistema terminó de definirse como un híbrido cuando a fines de los
cincuenta se estableció que el beneficio a percibir no guardaría relación con
el aporte sino con el salario al cese de actividad. A partir de alli la cultura
previsional y la interpretación jurídica de las controversias del mismo conci-
be el sistema como de capitalización individual de aportes por lo cual se re-
clama derecho patrimonial privado sobre los beneficios Sin embargo, lo re-
caudado se utiliza para pagar a los beneficiarios contemporáneos.
El carácter corporativo y fragmentado no pudo resolverse con la reforma
de finales de la década del sesenta. Los trabajadores de las Fuerzas Arma-
das y de seguridad continuaron con regímenes especiales al igual que algu-
nas administraciones públicas provinciales o municipales. La propia norma-
tiva general sobre edad y aporte fue desnaturalizándose con la
multiplicación de legislaciones que favorecían a grupos laborales específi-
cos. En especial, junto con las Fuerzas Armadas y de seguridad, los funcio-
narios jerarquizados de los tres poderes.
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La asistencia social
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Consideraciones finales
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