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No es sólo la ciencia la que emigra sino la fuerza laboral misma. Es de todos conocido
que en nuestros países hispanos, las remesas de dinero se están constituyendo en una de
las principales fuentes de divisas, y en algunos la más importante. Por lo demás somos
tradicionalmente exportadores de productos primarios, sometidos al vaivén de la oferta y
la demanda, como son los productos minerales y los que nos aporta la agricultura y la
ganadería. La globalización y el desmonte del proteccionismo ha dado un duro golpe a
muchas de nuestras incipientes industrias, incapaces de competir con las
tecnológicamente más modernas de otros países, en las que la que se invierten altas
sumas de dinero en investigación y desarrollo.
El factor competitivo de la mano de obra barata es una ventaja que podría esfumarse ante
la participación cada vez más grande de la China y de otros grandes países como la India
en el comercio mundial. Habrá entonces que destacarse en algunos otros campos –más
allá de textiles y confecciones, cuero y calzado, que nos ayuden a crecer y a tener pleno
empleo, prosperidad y bienestar.
Recientemente se ha divulgado un estudio hecho en nuestro país por los españoles Luis
Moreno y Mónica Villegas, que muestra que el 77% de la investigación la hacen las
universidades públicas, que cuentan con apoyo estatal; dentro de estas se destacan las
universidades Nacional, Antioquia y Valle, mientras que entre las privadas el primer lugar
lo tiene la de los Andes. Para el año pasado el Instituto para la Información Científica de
los Estados Unidos informó que mientras Brasil (el país más grande de la región) tuvo
10.081 publicaciones, 1.847 Chile y 718 Venezuela, pero Colombia logró 567
publicaciones, 152 de las cuales fueron de la Universidad Nacional. Los grupos de
investigación se relacionan con diversas ciencias (agrarias, exactas, de la tierra, sociales,
ingenierías –además de las biológicas y de la salud) y también en lingüística, letras y
artes.