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9. VIVIR SIN LíMITES Me enseñaron que los buenos cristianos son serviciales, es decir ayudan a otras personas,
ocupándose de ellas siempre. Supuestamente no podía decir que no a oportunidades o pedidos de ayuda, porque eso
sería señal de egoísmo. Algunos cristianos son egoístas porque creen en Dios y en Jesucristo, pero viven su vida como si
Dios no existiera. No piensan ni les interesa amar o servir a otros que no sean sus familiares y amigos, lo cual es
realmente preocupante. E.<'I'IRITUAIIDAD ~MOCIOl'ALMENTf-_ .)ANA Sin embargo, conocí otros cristianos que llevan
consigo la culpabilidad de nunca hacer lo suficiente. «Pete, estuve dos horas escuchándolo por teléfono, pero no
alcanzó», se quejaba hace poco un amigo. Esta culpa con frecuencia produce desaliento. Y este desaliento
habitualmente hace que los cristianos rompan su compromiso y se aíslen de las «personas necesitadas», porque no
saben que hacer. El tema central aquí está relacionado con nuestros límites y nuestra humanidad. No somos Dios. No
podemos servir a todos los necesitados porque somos humanos y cometemos errores. Cuando Pablo dijo, <

9. VIVIR SIN LíMITES Me enseñaron que los buenos cristianos son serviciales, es decir ayudan a otras personas,
ocupándose de ellas siempre. Supuestamente no podía decir que no a oportunidades o pedidos de ayuda, porque eso
sería señal de egoísmo. Algunos cristianos son egoístas porque creen en Dios y en Jesucristo, pero viven su vida como si
Dios no existiera. No piensan ni les interesa amar o servir a otros que no sean sus familiares y amigos, lo cual es
realmente preocupante.

Sin embargo, conocí otros cristianos que llevan consigo la culpabilidad

de nunca hacer lo suficiente. «Pete, estuve dos horas escuchándolo

por teléfono, pero no alcanzó», se quejaba hace poco un amigo.

Esta culpa con frecuencia produce desaliento. Y este desaliento

habitualmente hace que los cristianos rompan su compromiso y se aíslen

de las «personas necesitadas», porque no saben que hacer.

El tema central aquí está relacionado con nuestros límites y nuestra

humanidad. No somos Dios. No podemos servir a todos los necesitados

porque somos humanos y cometemos errores. Cuando Pablo

dijo, <<Iodo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses4:l3)" el

mensaje era el de aprender a estar satisfecho en cualqUier sltuaClOn.

La fuerza que recibió de Cristo no fue una fuerza para cambiar, negar

ni desafiar sus circunstancias, sino fue la fuerza para estar satisfecho

aun en medio de ellas, para entregarse a la buena voluntad de Dios por

amor (véase Filipenses 4:11-13).

Jesús diseñó esto para nosotros los seres humanos -siendo él

completamente Dios y completamente humano. Él no curó a cad~

persona enferma en Palestina. No resucitó a cada muerto. No ahmento

a todos los mendigos hambrientos ni creó centros de trabajO para los

pobres de Jerusalén.
Él no lo hizo, y nosotros no debemos sentirnos obligados a hacerlo.

Y de alguna manera lo hacemos. ¿Por qué no nos ocupamos de

llosotros como es debido? ¿Por qué talltos cristianos, junto con el resto

de nuestra cultura, están tan desesperados, agotados, sobrecargados y

apresurados?

Pocos cristianos establecen conexión entre el amor propio y el

amor hacia los demás. Por desdicha, muchos piensan que ocuparse de

ellos mismos es pecado, una «psicologización» del evangelio tomada

de nuestra cultura egocéntrica. Yo pensé eso durante años.

Es verdad que somos llamados a considerar a los demás como

superiores a nosotros mismos (Filipenses 2:3). Y también somos llamados

a entregar nuestra vida por nuestros hermanos (véase 1 Juan

3:16). Pero recuerda, primero necesitas un «ser» para entregar.

Como dijo Parker Palmer, «el cuidado de uno mismo jamás es

un acto egoísta; es simplemente la correcta administración del único

don que tengo, el regalo que poseo para ofrecer a otros y por el que

fui puesto en la tierra. En todo momento podemos escuchar al ser ver-


dadero y cuidarlo como es necesario, no lo hacemos únicamente por

nosotros, sino por los muchos otros cuyas vidas tocamos».6


9. VIVIR SIN LíMITES Me enseñaron que los buenos cristianos son
serviciales, es decir ayudan a otras personas, ocupándose de ellas siempre.
Supuestamente no podía decir que no a oportunidades o pedidos de
ayuda, porque eso sería señal de egoísmo. Algunos cristianos son egoístas
porque creen en Dios y en Jesucristo, pero viven su vida como si Dios no
existiera. No piensan ni les interesa amar o servir a otros que no sean sus
familiares y amigos, lo cual es realmente preocupante.
Sin embargo, conocí otros cristianos que llevan consigo la culpabilidad
de nunca hacer lo suficiente. «Pete, estuve dos horas escuchándolo
por teléfono, pero no alcanzó», se quejaba hace poco un amigo.
Esta culpa con frecuencia produce desaliento. Y este desaliento
habitualmente hace que los cristianos rompan su compromiso y se aíslen
de las «personas necesitadas», porque no saben que hacer.
El tema central aquí está relacionado con nuestros límites y nuestra
humanidad. No somos Dios. No podemos servir a todos los necesitados
porque somos humanos y cometemos errores. Cuando Pablo
dijo, <<Iodo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses4:l3)" el
mensaje era el de aprender a estar satisfecho en cualqUier sltuaClOn.
La fuerza que recibió de Cristo no fue una fuerza para cambiar, negar
ni desafiar sus circunstancias, sino fue la fuerza para estar satisfecho
aun en medio de ellas, para entregarse a la buena voluntad de Dios por
amor (véase Filipenses 4:11-13).
Jesús diseñó esto para nosotros los seres humanos -siendo él
completamente Dios y completamente humano. Él no curó a cad~
persona enferma en Palestina. No resucitó a cada muerto. No ahmento
a todos los mendigos hambrientos ni creó centros de trabajO para los
pobres de Jerusalén.
Él no lo hizo, y nosotros no debemos sentirnos obligados a hacerlo.
Y de alguna manera lo hacemos. ¿Por qué no nos ocupamos de
llosotros como es debido? ¿Por qué talltos cristianos, junto con el resto
de nuestra cultura, están tan desesperados, agotados, sobrecargados y
apresurados?
Pocos cristianos establecen conexión entre el amor propio y el
amor hacia los demás. Por desdicha, muchos piensan que ocuparse de
ellos mismos es pecado, una «psicologización» del evangelio tomada
de nuestra cultura egocéntrica. Yo pensé eso durante años.
Es verdad que somos llamados a considerar a los demás como
superiores a nosotros mismos (Filipenses 2:3). Y también somos llamados
a entregar nuestra vida por nuestros hermanos (véase 1 Juan
3:16). Pero recuerda, primero necesitas un «ser» para entregar.
Como dijo Parker Palmer, «el cuidado de uno mismo jamás es
un acto egoísta; es simplemente la correcta administración del único
don que tengo, el regalo que poseo para ofrecer a otros y por el que
fui puesto en la tierra. En todo momento podemos escuchar al ser ver-
dadero y cuidarlo como es necesario, no lo hacemos únicamente por
nosotros, sino por los muchos otros cuyas vidas tocamos».6
Filipenses 4:13 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

FILP 4:11-13

11 Nolo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que
sea mi situación.
12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así
para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para
padecer necesidad.
13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

FIL 2:3

3Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada
uno a los demás como superiores a él mismo;

1 DE JUAN 3:16
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros
16

debemos poner nuestras vidas por los hermanos.


La Sanidad Interior se Efectua a Traves de la Palabra
La palabra encierra las promesas del Señor para cualquier situación específica en
nuestra vida. A través de la palabra decretamos y despachamos las promesas de
Dios.
Para traer vida donde hay muerte y liberación donde hay atadura.
Hebreos 4:12
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y mas cortante que toda espada de dos
filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. (El énfasis es nuestro)
-La palabra es viva. Jeremías 15:16,19 Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y
tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se
invocó sobre mi, oh Jehová Dios de los ejércitos.

Jeremías acude a la bendición que en el nombre de Dios había sido invocada sobre
el, por lo que en el v19, la respuesta de Dios es que al convertirnos a él seremos
restaurados y que estaremos delante de él, y el sacara de nosotros lo vil, es decir
el pecado; entonces el hablará a través de nosotros.

Pero una cosa es necesaria que los pecadores se conviertan a través nosotros, y no
nosotros a ellos. Esto es muy importante en una posición de liderazgo, teniendo
presente que no es hacer lo que otros quieren que usted haga, sino lo que Dios le
induce a hacer.
- La palabra es eficaz. Significa que produce el efecto o el propósito para lo cual
esta destinada.
- Cortante como espada de dos filos: Salmo 149:6 Exalten a Dios con sus gargantas,
y espadas de dos filos en sus manos.
Es como espada de doble filo, penetra hasta las áreas más profundas de nuestro
ser, donde nadie más ha podido llegar. La palabra de Dios obra restaurando al
hombre de una manera integral espíritu, alma y cuerpo.
Hebreos 6:19 nos dice: La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que
penetra hasta dentro del velo. Tenemos la confianza en Dios, y nos aferramos a la
esperanza inmutable.
- Discierne los pensamientos: Lucas 2:35 (y una espada traspasará tu misma alma),
para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.

1 Corintios 3:20 Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que
son vanos.
- Intenciones del corazón. Es un espejo que nos muestra nuestra realidad, nuestra
verdad. El que escudriña los corazones de los hombres, el Espíritu Santo sabe cual
es la intención de nuestra alma.
f) La palabra es además la espada del Espíritu. Es un arma poderosa de DEFENSA Y
ATAQUE. Efesios 6:17 “Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada de Espíritu,
que es la palabra de Dios.” Ataca contra todo pensamiento que atenta en contra
de la verdad de Dios.
g) La palabra encierra las promesas del Señor para cualquier situación específica
en nuestra vida. A través de la palabra decretamos y despachamos las promesas
de Dios.
Para traer vida donde hay muerte y liberación donde hay atadura.
Juan 6:63 “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras
que yo os he hablado son espíritu y son vida.”
h) La palabra tiene poder sanador y liberador, aun a la distancia.
Lucas 7:7 “Por lo que ni aún me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y
mi siervo será sano.” Este poder operaba en la persona de Jesús, pero también
opera en los que hemos creído en el.
Hechos 19:12 De tal manera que aun les llevaban a los apóstoles los paños o
delantales de los enfermos, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus
malos salían cuando estos paños les eran colocados sobre sus cuerpos.
Los apóstoles usaban al máximo la autoridad que se les había concedido; esto es
sin timidez, con denuedo y seguridad. Ellos no temían hacer cosas extraordinarias
fuera de sus patrones de las enseñanzas religiosas de donde habían salido, no les
importaban las críticas.
Conocían al maestro, con el cual habían caminado por tres años, creyeron a sus
promesas y a sus enseñanzas.
En todo el libro de los hechos se registran acciones que no se registran en los
cuatro evangelios, porque ellos sabían que estaban siendo impulsados por el
Espíritu Santo. La sanidad física y espiritual es obra del Espíritu Santo.
Dios Está Presente en Cada Sanidad Interior
Dios tiene el control de nuestra vida aunque generalmente obra con socios
humanos y a través de ellos. Creo que él se ha impuesto a sí mismo la regla de no
obrar en el contexto de la humanidad sin un socio humano.
Dios está presente en cada sanidad aún cuando ésta cause dolor
Comenzamos con la afirmación de que solamente existe un Sanador en el
universo: Dios. Así como toda forma de vida tiene su origen en Dios, creo que toda
sanidad tiene su origen también en él, aún cuando en esta sanidad participen
como agentes personas incrédulas.
Dios tiene el control de nuestra vida aunque generalmente obra con socios
humanos y a través de ellos. Creo que él se ha impuesto a sí mismo la regla de no
obrar en el contexto de la humanidad sin un socio humano.
Por ejemplo, creo que ningún nacimiento humano es simplemente el resultado del
proceso físico de la relación sexual. Dios está involucrado en todo el proceso de la
concepción.

Él es el único que puede dar la vida. De la misma manera, sólo Dios puede reparar
esas partes del proceso vital que se han salido de su curso. Sin embargo, como
ocurre con la mayoría de las demás cosas que Dios hace en el mundo, Dios
generalmente utiliza instrumentos humanos para sanar.
Como se nos enseña en Romanos 8:28: “A los que a Dios aman, todas las cosas les
ayudan a bien”.
Nuestra mentalidad occidental nos lleva a establecer una dicotomía entre lo que
hacemos los seres humanos, y lo que Dios hace.
Si intentamos explicar algo como la sanidad en términos de actividad humana
“natural” (tal como el uso de medicinas, cirugía o consejería humana),
generalmente suponemos que Dios no participa en el asunto. Pero esto no es
cierto.
En realidad Dios está involucrado y participa de cada faceta de la experiencia
humana (la medicina, la sicología), ya sea que reconozcamos o no su presencia.
Es él quien hace que la medicina y los procedimientos quirúrgicos sean efectivos;
el que hace posible la sanidad de profundo nivel en los problemas emocionales y
espirituales. Estos procesos no funcionan automáticamente.
Dios está presente en todo lo que necesita la gente, aún si los medios son
medicinas o personas, y aunque podamos explicar científicamente la parte
humana del proceso.
Dios incluso utiliza el quebranto humano como plataforma de dos importantes
dimensiones del deseo de Jesús de dar libertad a su pueblo. En primera instancia,
Dios utiliza el dolor –ya sea físico, emocional o espiritual– para alertar a su pueblo
sobre su necesidad de ministración.

Cuando las personas están soportando un dolor intenso generalmente están más
dispuestas a permitir que el Señor se acerque y las ayude. La mayoría de quienes
acuden en procura de sanidad de profundo nivel llegan sin esperanzas.
A menudo han buscado consejería profesional u otras instancias para resolver sus
problemas pero sus esfuerzos han sido en vano. Ciertamente han vivido por largo
tiempo con un grave sufrimiento.

Al final llegan a la fuente de toda sanidad: Jesús.


Una segunda e importante manera en que Dios utiliza el quebrantamiento es
provocando un mayor grado de intimidad con él.
Una y otra vez escuchamos informes de muchas personas, según los cuales, la
sanidad física o emocional que recibieron comenzó con la profundización
(intimidad) que ocurrió en su relación con el Señor Jesucristo.

Estas personas reconocieron que Dios había usado un sentimiento profundo en su


corazón para acercarlas a Él, induciéndolas a buscar la sanidad en Cristo.
Este es el caso del joven Yeimy, por ejemplo, quien acudió a nosotros en medio de
su profundo dolor. Había tenido problemas estomacales por casi dos años y se
había sometido a numerosos exámenes médicos.
Incluso había recibido ayuda sicológica durante varios meses sin ningún resultado.
Entre todas las cosas descubrió que su estómago empeoraba cada vez que sus
padres iban a visitarlo.
Después de pedir al Señor que nos diera su dirección, sentí que debía preguntarle
a Yeimy cómo era la relación con sus padres.
En un principio Yeimy dijo que él y sus padres siempre habían tenido una buena
relación. Habló con cariño del hecho que su padre fuera el entrenador de su
equipo en la Pequeña Liga porque siempre asistió a sus juegos de béisbol y de
básquetbol durante sus años de estudiante.
Le pregunté si recordaba haber tenido problemas estomacales durante esos años.
Se quedó pensativo por un momento, y luego, como si fuera una revelación,
algunos recuerdos de los cuales no había sido conciente volvieron a su mente.
“Aunque no era tan intenso como lo es ahora –dijo–, recuerdo que sentía un nudo
en mi estómago antes de cada juego, especialmente cuando mi padre estaba
presente”.
Al continuar preguntándole, Yeimy me habló de un padre que nunca parecía estar
satisfecho con nada de lo que él hacía, ya fuera en los deportes o en cualquier otra
área de la vida.
Recordó el terror que sentía ante la idea de fracasar en el deporte o en el estudio.
También, al aproximarse la fecha de su boda, y luego cuando nació cada uno de
sus hijos, había sentido lo mismo.
Peor aún, ahora era obvio para él que su problema estomacal empeoraba cada vez
que se sentía ansioso por las reacciones de su esposa respecto a ciertas cosas que
él planeaba realizar.
Durante la hora siguiente, o algo así, pude ayudarle a comprender las raíces de
varios de los problemas de su padre y los efectos que tuvieron sobre él.

Su padre había sufrido una profunda frustración en su temprana edad. Fracasaba


con frecuencia y rara vez se le reconocía o se le elogiaba cuando hacía algo bien.
Habiendo vivido con un complejo de culpa durante su vida pasada, el padre
presionaba a su hijo a tener éxito pero no le proporcionaba afecto o siquiera
aceptación cuando lo lograba.
Felizmente, Yeimy era un joven exitoso, de modo que rara vez tuvo que soportar la
ira de su padre. Sin embargo, antes de cualquier evento su imaginación lo
mantenía cautivo al pensar lo que podía haber ocurrido si le hubiera fallado.
Yeimy pudo comprender que tanto él como su padre eran víctimas, y le permitió a
Jesús que cambiara su actitud hacia sí mismo, y hacia su padre y su esposa.
Entonces tuvo la capacidad de perdonarse y perdonarlos. También pudo admitir
que tenía resentimiento contra Dios y perdonarlo por permitir que todo esto
ocurriera. (El concepto de liberar el enojo contra Dios y luego la acción de
perdonarlo es controversial)
A medida que el Espíritu Santo trató asunto tras asunto, permitiéndole a Yeimy
visualizar a Jesús en varios de los acontecimientos más memorables que vivió, su
dolor estomacal se hizo más y más tenue.
Cuando éste desapareció totalmente supimos que habíamos avanzado lo
suficiente en esa sesión. Aunque había que tratar con otras cosas en sesiones
posteriores, el problema estomacal y el cautiverio espiritual que evidenciaba,
jamás reaparecieron. ¡Yeimy fue liberado!

Un beneficio adicional que puede producir la sanidad del quebrantamiento


espiritual es que el beneficiario a menudo desarrolla una disposición para un
ministerio de ayuda a los demás en esa área.
Muchos de mis colegas ministros han hecho tránsito de la experiencia de sanidad
en ellos mismos, ayudando luego a otros en un compasivo ministerio cristiano.

Este hecho concuerda con lo que se afirma en 2 Corintios 1:4, que “[Dios] nos
consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros
consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con
que nosotros somos consolados por Dios”.
El hecho de que hayamos recibido la ayuda de Dios es una poderosa motivación
para ayudar a otros que están sufriendo.
Quienes han sido sanados de profundas heridas son generalmente muy efectivos
en el ministerio de consolar, aun cuando su propia sanidad todavía no esté
completa.

Como resultado de nuestro dolor y de la sanidad que recibimos, podemos ofrecer


a otros la esperanza de que sus pruebas valgan la pena.
Cuando el Corazon se Quebranta
El sufrimiento es parte de la vida y prueba que somos parte de la raza humana.
Además a través de los sufrimientos, Dios permite que la belleza oculta que hay
dentro de nosotros, aflore.

“Al Señor clamé estando en angustia, y él me respondió”. Sal. 120:1.

Esta es la expresión de un hombre de Dios cuyo corazón estaba quebrantado.


Puede ser también la tuya atravesando momentos de sufrimiento o quebranto. El
sufrimiento es parte de la vida. Creo que todos los seres humanos lo necesitamos
e indudablemente lo experimentamos en algún momento de nuestro transitar por
este mundo.

Es a través de él que entendemos que hay un ser Soberano, que entiende lo más
profundo del corazón del hombre y de la mujer, Dios, y a quien podemos acudir en
busca de auxilio. Es a través del sufrimiento que afloran nuestras asperezas,
nuestras actitudes, nuestras motivaciones, nuestro egocentrismo.

En el sufrimiento las lágrimas brotan de nuestros ojos, y son una expresión del
alma por el dolor que sentimos. El sufrimiento puede arroparnos por varias causas:
enfermedades terminales, discapacidades, muerte, abusos, rechazos, malas
noticias, separación, desobediencia a la ley divina.

Un dicho chino dice: “La gema no puede ser pulida sin fricción, ni el hombre
perfeccionado sin las pruebas o el sufrimiento”

Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”.
Juan 16: 33.
Pablo dijo: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el
reino de Dios” Hechos 14: 33.

Billy Graham dijo: “Sólo la gracia y la paz ilimitadas de Dios pueden ayudarnos a
atravesar por los momentos de prueba”
Enfrentando el sufrimiento.

Bárbara Johnson, autora de best-séller, humorista y oradora de conferencias muy


solicitada, es una mujer que ha experimentado mucho dolor por el accidente
devastador que casi dejó a su esposo ciego y comatoso, como un vegetal; las
muertes violentas de dos de sus cuatro hijos, y finalmente, el descubrimiento de la
homosexualidad de otro hijo.

Casos como este, nos llevan a preguntar: ¿Por Qué? ¿Es mi culpa? ¿He
desobedecido leyes humanas o divinas? ¿He descuidado lo que Dios me ha dado?
¿Es por culpa de otros cuyas palabras y acciones han hecho pedazos mi vida?

¿Es por el rechazo que viene de un ser querido en la familia? ¿Es porque somos
perseguidos y porque nos difaman? ¿Es porque otros se aprovechan de nosotros,
nos usan, o porque es difícil llevarse bien? ¿Es porque las circunstancias adversas
de la vida me han tocado?

Reacciones ante el sufrimiento.


Unos expresan dolor, otros, ira, enojo, otros culpan a Dios, a la gente o a las
circunstancias, o a sí mismos, otros caen en depresiones, otros deciden terminar
con su vida y se suicidan.

Pero, nos preguntamos, ¿son normales tales reacciones? Doy gracias a Dios que
nos ha hecho con emociones y podemos llorar, reír, gritar, etc. La cuestión aquí es,
que además, de que Dios nos ha dado emociones, también nos ha dado dominio
propio y es allí donde tenemos que hacer un alto y reflexionar acerca de nuestras
reacciones frente al sufrimiento.

El sufrimiento es parte de la vida y prueba que somos parte de la raza humana.


Además a través de los sufrimientos, Dios permite que la belleza oculta que hay
dentro de nosotros, aflore.

Ejemplos bíblicos.
Ana. 1 Samuel 1:6-10. Una mujer que experimentó el sufrimiento a través de su
esterilidad, y a través de la humillación de su sierva. Su reacción fue de llanto de
tristeza y de dolor pero también de tomar una decisión firme.

David. 2 Samuel 12:16,17.


David el hombre llamado según el corazón de Dios, enfrentó sufrimientos por
andar en caminos que no agradaron a Dios. Frente a ese sufrimiento, se humilló
ante Dios, reconoció su pecado y estuvo dispuesto a sufrir las consecuencias de su
pecado.
Jesús. Isaìas 53: 3-10.

No hay nadie que haya experimentado más sufrimiento en su vida como lo


experimentó Jesús. Su reacción ante el sufrimiento: dispuesto a hacer siempre la
voluntad de su Padre y cumplir su meta en esta tierra.

Conclusión. Dependiendo de la actitud que tomemos frente al sufrimiento, la vida


se hará más llevadera, o se tornará en una carga muy difícil de soportar. Si
tomamos la actitud correcta, podremos ministrar a otros, animándoles.

Podremos utilizarlo como un ministerio de consolación, así como lo hizo Jesús:


“Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los
que son tentados” (Hebreos 2:8) “Cuando el corazón se quebranta, la actitud es lo
que cuenta".

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