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En el borde del barranco Jorge Accame La mujee aparecio de golpe sobre la ruta y le hizo sefas para que se detuviera, EL hombre frend en la ‘banquina unos metros mas adelante. Ella se acercé y ‘asomandose hacia adentro por la ventanilla, fe dij ={Puede ayudarme? Mi auto se desbarrancé. i bombre miré y descubrié un carte! arrancadoy la huella profunda de unas rue- as que terminaban en el vaio. “Suba -le ofrecis. Pero ella dio que ria a pie para mos- trarle e camino. Er hombre la siguié hasta la curva. La vio parada en el borde del barranco, con et brazo extendido, inmévil por unos segundos. Luego la perdié en la neblina, Bajé de la camionetay certé con tlave. Enel fondo 4! monte divi un automévil rojo atorado en la ma~ feza. Era un atardecer nublado y el verde de as plan tas resplandecia, ~Sefora Comenzé 3 descender lentamente porque la ba- ‘rranca era casi vertical. Resbalé dos veces antes de lle- ar y 4 rompié el pantalén, Pensé en la mujer Se pre- ‘gunté cémo se las habria arreglado en una pared tan ‘escarpada, vat -Sefora llamo otra vez. Escuché un llanto de nifio que provenia desde elin- terior del auto, Se aproximd y a través de los vidios astillados distinguié en el asiento de atrés un bebé de meses. Encl sii de conductor habia un ve + po dobado sabe el vlan } "Et hombre tanteé las puertas pero es- 4 taban trabadas. Con cuidado, tering | devonper et pores Sear {cla adento led hasta eit yo sac, Lo apoyé en el pasto, envuelto en sy campera. luego vlvis por el conductor Era to mujer quo habia detenido en la ruta. Empujé su cuerpo suave- mente hacia el respaldo. En el peso comprendié que Cstaba mucrta, Una muerta serena, sin mugcas edo lor i de miedo. So en fos suaves tbs morados se alargaba un suspiro de cansancio, porque su instno de hembra a habia fread a trabajar mas al de as jornadas humanas. En: Angeles ables Buenos Aires, Afaguar, 20

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