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Bastida Medina Luis Abel

Reporte de lectura II

El texto nos muestra un repaso y algunas críticas sobre las izquierdas latinoamericanas, en especial

parte de la cubana para analizar otras posibilidades como la de Colombia o El Salvador. Uno de los

acontecimientos más relevantes que se le reconocen a la revolución cubana es el de haber adquirido

notable legitimidad. Esto se debió, por una parte, al profundo rasgo utopista que tenía el movimiento,

es decir, a la manera en que acercó al sector popular algunas posibilidades que hasta antes de la

disidencia habrían sido impensables.

Otro aspecto importante tiene que ver con que, incluso antes de la insurrección del movimiento

26 de Julio el pueblo estaba preparado para alzarse en armas. Como señala la lectura esto dada la

experiencia vivida durante la guerra de independencia y el descontento por las condiciones en que se

vivía, se cree que esto fue “además, porque a la reivindicación democrática y de equidad social

anunciada en el Programa del Moncada lo acompañó un fogoso carácter patriótico.”1

Otro de los aspectos es el que se ha señalado anteriormente y sobre el cual me gustaría

profundizar, es el hecho de que, en un principio la revolución no se vio alentada por ningún organismo

extranjero, ni tampoco por ningún agente externo a la isla. Aunque después se emparentó con la unión

soviética, el plan político de reestructuración que fidel y compañía tenían en mente era el de Raúl

Prébisch, y en una primera etapa, fue únicamente el programa que siguió.

Por último, quiero señalar que, a diferencia de lo acontecido en República Dominicana y

Colombia, en el primer caso se trató de una insurrección totalmente efervescente pero fugaz, en este

caso, el líder Francisco Caamaño, logró instaurar una revolución triunfante y el primer gobierno

democrático, pero al poco tiempo fue desplazado de la isla.

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