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Teoría de la historia II.

Trabajo:

La nominación para una comunicación


eficaz
Erandy López Méndez

Resumen
La pregunta principal del trabajo es ¿es posible hablar de nombres

verdaderos o falsos?

Para esto advertimos la necesidad de ver la relación existente entre el

nombre y la realidad (el ser al que se nombra) y cuál es el papel que el

ser humano tiene en el proceso de nominación. Platón señala que los

nombres deben corresponder totalmente con la esencia a la que

nombran y para que esto sea posible, deben ser los legisladores, que

pueden identificar la esencia de la realidad, quienes los establezcan; si

la correspondencia no se cumple, los nombres son falsos. Eco, por su

parte, dice que los nombres aun no cargando la esencia de lo nombrado,

hacen referencia a él. Dice: que son las sociedades en su conjunto

quienes se encargan de establecer los nombres, y el desarrollo de éstas

produce por necesidad la reconstrucción del contenido de esos nombres,

buscando el entendimiento entre sociedades que sufren cambios

constantes por su transformación histórica. En este sentido Umberto Eco

define como verdadero, el nombre que se pronuncia con el mismo

sentido en el que lo pronuncia la sociedad.


1
2
La nominación para una comunicación
eficaz

Nominación es dar nombre a una cosa, es el acto de bautizar a algo con

el fin de poder referirnos a él por medio de ese nombre de tal manera

que la comunidad reconozca a ese algo cuando se mencione su nombre.

Abordaremos las opiniones que Platón y Umberto Eco manifiestan

al respecto de la Nominación. En concreto, buscaremos las respuestas

que cada uno le da a:

1.- ¿Existe una relación entre objeto (ser) y el nombre por el cual

es identificado?

2.- ¿La nominación es una convención o un producto natural?

3.- ¿Quién otorga los nombres a la naturaleza?

4.- ¿Podemos hablar de verdad o falsedad de los nombres?

Relación entre nombre y esencia

En lo que respecta a la relación entre nombre y esencia, Platón

dice que debe haber una absoluta correspondencia entre el nombre y la

esencia del objeto; que nombrar es una parte del habla, el hablar es una

acción y las acciones tienen una esencia propia, el trabajo es hacer que

3
coincidan las esencias de esa acción (el ejercicio al pronunciar) con la

del objeto.

De esta manera, Platón plantea que el nombre tiene que ser la

manifestación de la esencia del objeto. Para sustentar esto, en vos de

Sócrates, Platón expone la idea de que si se nos pidiera referirnos a una

piedra grande y pesada, pero al mismo tiempo no tuviéramos la

capacidad del habla, tendríamos que, por medio del lenguaje corporal,

imitar la esencia del objeto referido, (en este caso la pierda) y por lo

tanto, abriríamos los brazos para referirnos a la grandeza de la piedra, y

después haríamos los gestos necesarios para referirnos a lo pesado de

este objeto.1

Para referirse al hecho de que todos los nombres cargan con la

esencia natural de la cosa nombrada Sócrates hace un análisis de los

nombres de múltiples dioses griegos, por ejemplo de Cronos, padre del

gran Zeus, señala que la palabra Cronos proviene de la combinación de

dos palabras, las cuales son: koros, que significa puro y sin mezcla, y

noos que significa inteligencia.

De este ejemplo, de los procesos de nominación, se observa cómo

la teoría Platónica se basa en la combinación de lo que Sócrates llama

palabras compuestas o derivadas2 que son a su vez, creadas a partir de

la combinación de otras palabras. Desuniendo las palabras compuestas

o derivadas se llegará al punto en el que se encuentre lo que Sócrates


1
Platón, “Cratilo” en Diálogos, estudio introductivo, preámbulos a los tratados y notas al texto de Francisco
Larroyo, 28° ed., México, Editorial Porrúa, 2003, p. 393 (Sepan Cuantos… No. 13).
2
Ibid p. 392.
4
llama las palabras primitivas, las cuales siempre hacen referencia a los

conceptos de movimiento y flujo. Estas palabras primitivas están

compuestas a su vez de sílabas, y las silabas de letras.

La explicación que expone Platón sobre la formación de las

palabras primitivas consiste en el hecho de concebir la existencia de un

alfabeto. Cada letra en él, al ser pronunciada se manifiesta de alguna

forma en la boca por lo que cada letra trae en sí la esencia de un

concepto de movimiento. La letra alfa, al ser pronunciada trae la esencia

de una abertura amplia, la letra beta hace referencia a una presión en

los labios, la lamda (λ) contiene la esencia de un movimiento de

deslizamiento de la legua por el paladar3, etc.

La combinación de estas letras da como resultado silabas; y la

combinación de estas silabas, cargadas de esencia, de conceptos

básicos de movimiento y existencia, forman los nombres primitivos de

los cuales surgen todas las palabras existentes.

Por otro lado, Umberto Eco dice que no necesidad que el

significado etimológico del nombre corresponda totalmente a la esencia

de los objetos; sino que los nombres son una herramienta para poder

referirnos a la esencia de los objetos.

Primero se necesita de ese algo, al cual llamaremos sustancia:

objeto que carece de intención; se necesita además la percepción del

sujeto para que se produzca lo que Eco llama “semiosis perceptiva”.

3
Ibid, p. 398.
5
Cuando a partir de algo, por proceso inferencial, se pronuncie un juicio

perceptivo sobre ese mismo algo, y no sobre otra cuestión, es decir, que

una vez percibido ese algo se genera un tipo cognitivo, o sea un modelo

mental, el cual contiene características no sólo físicas (imagen), sino

motoras (las características funcionales, su utilidad, el servicio que

brinda, etc.).

Aquella primera impresión desencadenó que quien percibe

elaborara un modelo mental. Una vez elaborado este tipo cognitivo, se

puede interpretar; a partir de esta interpretación, surge una nueva fase,

la de nominar aquello que se ha percibido e interpretado.

Quien bautiza al ser toma en cuenta, dice Eco, su experiencia

categorial; el nombre siempre enmarca las características esenciales del

ser al que se refiere. Aunque los nombres tengan el objetivo de señalar

a un ser y no a otro, la ceremonia bautismal no siempre se realiza

cuando se tiene un conocimiento profundo y preciso del ser (contenido

molar), es decir, no se conoce a profundidad el objeto. Sin embargo la

nominación se lleva a cabo por la necesidad de referirse al objeto del

que se ha formado un “Tipo Cognitivo”.

La palabra insecto, dice Eco, que existía en latín como insectus y

significa animal cortado, se trata de la interpretación de un rasgo

morfológico que tiene en cuenta la forma típica de esos animalillos (la

sensación instintiva de que esos cuerpos podrían ser cortados y

divididos allá donde se unen formando cuellos de botella o anillos). El

6
término mamífero depende de un criterio funcional que tiene en cuenta

el sistema reproductor (mamaria). Eco observa que se reagrupan los

objetos por su utilidad, por su relación con nuestra supervivencia, por

analogías formales, e incluso por categorías taxonómicas. 4

El nombre siempre se refiere a algo o a alguien, por muchas que

sean las propiedades que se le reconozcan a ese nombre seguirá

apuntando a ese algo o alguien que fue bautizado de esa manera en un

lugar y tiempo determinados. Umberto Eco dice que aun no conociendo

la esencia de un ser, la naturaleza confirmaría su existencia,

independientemente del modo en que cada cultura la clasificara dentro

de sus categoría.5

Una palabra, en lo abstracto, fuera de cualquier contexto, significa

o denota siempre y de todas formas la esencia del objeto al que hace

referencia (su Contenido Molar o el Contenido Nuclear)6. La palabra

Agua hace referencia a H2O (su esencia), como wáter, eau, waser,

también hacen referencia a H2O, y si vinieran seres de otro planeta y le

dieran un nombre que sonara como XYZ, también haría referencia a la

misma esencia. Los diferentes nombres que se le han dado a H2O

obedecen a los esquemas primarios de cada una de las culturas, sin

embargo los nombres hacen referencia a la esencia de un ser objetivo a

todas las lenguas, a todas las culturas.

4
Umberto, Eco, Kant y el ornitorrinco, trad. Helena Lozano Millares, Barcelona, Lumen, 1997, p., 168
5
Ibídem p. 344
6
Ibídem, p. 329
7
¿La nominación es una convención o un producto
natural?

En el análisis anterior pudimos ver la forma en que cada uno de

nuestros autores propone u observa el proceso de nominación.

Basándonos en el análisis anterior podemos decir que la lengua sugerida

por Platón está construida sobre fundamentos objetivos; haciendo

alusión al tamaño de las cosa, al movimiento, etc.; claramente puede

observarse un origen natural en esta tarea. Pero aunque estos nombres

se generen obedeciendo a leyes objetivas, Platón ve el mediador entre

la esencia de las cosas y la esencia de los nombres en el sujeto, pues es

quien realiza la legislación de estos últimos.

Sobre este mismo tema, aunque Umberto Eco admita que en

muchas ocasiones la sociedad otorga nombres sin que se tenga plena

conciencia de la esencia de las cosas, aunque la nominación consista en

un acuerdo social, este acuerdo no obedece a caprichos o simples

ocurrencias, el nombre que se conviene, siempre busca adecuarse a las

características del objeto, (estas características de importancia práctica

etc.) .Igual a lo que Platón plantea, quien nomina pretende que los

nombres correspondan a lo que la naturaleza nos muestra. Eco agrega a

esto que de lo que se trata es de una correspondencia entre el nombre y

8
la idea que a primera vista se ha formado de la cosa; el trato, no en el

sentido de contrato sino como la convivencia de la sociedad con el

objeto o fenómeno nombrado, va ampliando el conocimiento que se

tiene de éste, pero por mucho que se modifique el conocimiento de su

contenido, su nombre seguirá haciendo referencia a la entidad, aunque

no en el mismo sentido.

¿Quién es el indicado para nominar?

Un nombre corresponde a una sola entidad distinguible de

cualquier otra y lo que hace a una entidad ser lo que es y no otra cosa,

es su esencia. Pero para Eco la nominación no termina al momento

preciso de declarar un nombre, es necesaria la aceptación social para

que se instituya como referencia a un ser objetivo.

En suma, para Eco, nominar es un proceso social y cultural en el

que atribuimos un signo (nombre) para referirnos a una sustancia (cosa,

fenómeno, acción, etc.). El nombre no carga siempre por sí mismo la

esencia de la cosa; sin embargo, nos sirve para reconocer tal cosa

mediante la convención (aceptación social).

El proceso de nombrar es el primer acto social que los convence a

los hombres de que todos juntos reconocen individuos variados, en

momentos diferentes, como ocurrencias del mismo tipo.

9
Según la argumentación platónica, existe alguien con autori dad

para dar nombre a las cosas; deberá ser aquel experto en materia de

lenguaje, aquel que por su conocimiento pueda tomar el lugar de un

juez. En la antigüedad, un legislador habría sido el personaje con la

facultad de nombrar, pues sería incorrecto que cualquier hombre impusiera

arbitrariamente un nombre a una cosa según su escaso criterio. El legislador

tenía la capacidad para reconocer la esencia de los objetos y en consecuencia

dar nombres correctos en cada caso7. Platón reconoce nombres que no

fueron otorgados por los legisladores, y los califica como nominaciones

no exactas. Sócrates dice en el Cratilo: los nombres corresponden

naturalmente a las cosas, pero no a todo el mundo se le ha formado

como artesano de nombres, son los legisladores quienes una vez que

ponen los ojos en lo natural de cada objeto, son capaces de imponer a

esto las letras y las sílabas que correspondan8. Descalifica los nombres

que no han sido generados por los legisladores, por ejemplo, el que las

mujeres dieron al hijo de Héctor: Escamandrio, siendo el nombre de

Astianax, otorgado por los troyanos, el más correcto.9

Verdad y falsedad en las palabras.


Sobre este tema, en el Cratilo, Sócrates afirma que las palabras

más antiguas son por mucho más exactas que las nuevas.10 Puesto que

7
Platón. Op. Cit. p 254.
8
Ibíd, p. 514.
9
Ibid, 515.
10
Ibíd. p.389.
10
las primeras no han pasado por un proceso de combinación, su

contenido no sufre alteración, es decir, cargan enteramente su esencia.

Las palabras nuevas, debido a las modificaciones fonéticas, estéticas y

demás, tienden a reducir su relación entre el nombre en sí y la esencia

del ser nombrado.

Según Platón, si se pretende tener un conocimiento verdadero,

permanente, universal y aprehendido por la razón, no hay otro más que

el conocimiento científico; no hay otro medio para conocer la verdad en

las cosas, que descubrir lo inmutable en ellas.

Con el mito del mundo de las ideas, Platón explica que en un

principio, el alma habita libre en un mundo en el que contempla con

claridad las ideas, pero al momento de cruzar el rio Leteo, el rio del

olvido para encarnar en un cuerpo humano, se olvida por completo de

todo aquello que tuvo oportunidad de conocer. Sin embargo, al estar en

el mundo de los hombres y encontrar cosas parecidas a las vistas en el

mundo de las ideas, el alma siente cierta necesidad de recordar.11 En el

pensamiento platónico, la dialéctica es el método por el cual es posible

lograr acceder al mundo de las ideas; esto significa pasar de una opinión

(doxa12) al conocimiento científico, (episteme). Retomando lo anterior,

Platón muestra que una nominación que no atienda a la esencia de las

cosas, no será una nominación verdadera, puesto que los hombres

pertenecen naturalmente a las cosas.


11
Augusto, Pérez Lindo, El problema de la verdad, Biblos Buenos Aires, 1993, p. 61.
12
Se puede considerar como juicio particular, subjetivo y contingente. Es un saber
empírico que no llega a ser conocimiento.
11
Umberto Eco, en cambio, dice que “es proceder en el curso de

nuestra experiencia elaborando TTCC y CCNN,13 y otra decir que estas

entidades (postulables y postuladas) son verdaderamente universales y

metahistóricas por lo que se refiere a su formato.” 14 Es decir, que las

características esenciales que se le den a un ser dependerá de la

cultura, de las circunstancias, y naturalmente, de los procesos históricos

por los cuales hayan pasado los grupos sociales.

Para poder calificar como verdadera o falsa una palabra,

tendríamos que ver su correspondencia con la realidad. Tomando en

cuenta lo que se han dicho del continuo desarrollo del contenido de las

palabras en función del desarrollo de las sociedades que las emplea,

tendríamos que considerar el contenido que el nombre ha adquirido y

hacer una comparación con los sucesos reales con los a los cuales se le

atribuye, para comprobar su veracidad.

Conclusión

Una vez abordado las opiniones de los procesos de nominación,

logramos ver que, mientras que para Platón este análisis se convierte en

una serie de directrices para una correcta o verdadera nominación,

Umberto Eco, por su parte, trata de comprender la práctica social; no

hace a un lado la realidad, simplemente por no coincidir con las leyes

dadas para este proceso; a partir de la realidad identifica los elementos

13
Tipos Cognitivos y Contenidos Nucleares
14
Umberto Eco, Ob. Cit. p. 312.
12
propios del proceso de nominación. En cambio, Platón identifica

nominaciones que no se apegan a las leyes que él ha planteado, se

podría decir se dirige a observar la realidad buscando las coincidencias

con las normas.

Compartimos la visión de Eco, quien ve la utilidad social que tiene

el dar nombre a algo. Mientras que Platón, demanda la necesidad de

nombres verdaderos, sin tomar en cuenta el análisis en su práctica

social. Eco afirma que los nombres han cumplido la misión de permitir el

mutuo entendimiento entre los hombres; su contenido ha de cambiar

por la transformación histórica de las sociedades, ya sea por la

profundización en el conocimiento de las cosas, por el cambio del uso de

cada objeto dependiendo de las necesidades de la sociedad, lo que

modificará la importancia que la sociedad le daba al objeto. El ejemplo

del dinero es muy claro, pues ha pasado por muchas de las etapas de la

humanidad, y en cada una de ellas contiene elementos esenciales

distintos. El lenguaje es un producto de las sociedades; son estas

quienes modifican las herramientas que les permiten comunicarse y

entenderse.

13
Bibliografía

Eco, Umberto, Kant y el ornitorrinco, trad. Helena Lozano Millares,


Barcelona, Lumen, 1997, 488 p.

Platón, “Cratilo” en Diálogos, estudio introductivo, preámbulos a los


tratados y notas al texto de Francisco Larroyo, 28° ed., México,
Editorial Porrúa, 2003, p. 349-415, 605 p., (Sepan Cuantos… No.
13).

Augusto, Pérez Lindo, El problema de la verdad, Biblos Buenos Aires, 1993, 187 p.

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Comentario por Heriberto Mojica

El lenguaje ha sido desde tiempos antiguos uno de los escenarios de


mayor lucha filosófica entre realistas y constructivistas. Los primeros,
creen que el lenguaje es un medio transparente de representar el
mundo. Los últimos, se concentran en su aspecto social, comunitario
que tiende a unir lazos entre individuos de una sociedad o incluso entre
diferentes sociedades y culturas. Lo cierto es que el lenguaje es una
casa habitada por inquilinos muy distintos y hasta opuestos entre sí. Una
casa con jardines inmensos que cada día responde a los caprichos de
diferentes jardineros y que parece mas bien el resultado de una mente
laberíntica: sea esta humana o divina. La casa y sus jardines son
movedizas y tiene senderos circulares. La condición del lenguaje es la
vagancia, el andar impreciso, indefinido, perpetuo. La finalidad del
lenguaje, aunque parezca determinado de antemano nunca se ajusta del
todo a las pretensiones de quienes lo utilizan: el lenguaje es escurridizo
y lleno de trampas. Su finalidad está en él mismo. ¿Responde a las
mismas prioridades el lenguaje de las ciencias que el del arte poético?
De no hacerlo, ¿es indispensable que así sea? Tratar de reducir la
riqueza expresiva del lenguaje a una sola explicación fundacional o a un
solo propósito es no entender cómo se mueve el lenguaje en su
cotidianidad, es decir, en la praxis. Pensamiento y lenguaje son dos
caras de la misma moneda y, a su vez, el lenguaje recoge la totalidad de
las experiencias y actividades humanas en toda su diversidad y
complejidad. Esta totalidad es abierta, no infinita, pero siempre abierta.
Hay tantos sentidos y significados como prácticas humanas. El
conocimiento y pensamiento humano es necesariamente lenguaje y al
igual que éste es errabundo, discontinuo, vacilante. Pero es en esta
vagancia en donde se encuentra de manera genuina nuestra condición

15
ontológica primigenia. El nombrar es bautizar el ruido y la furia de los
hombres cuya verdadera morada es el tiempo.

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