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de 1924, fue un escritor de origen judío que escribió en alemán. Sus obras
están consideradas como las más influyentes de la literatura universal, se
caracterizan por temas como: la alienación, la brutalidad física y psicológica,
los conflictos entre padres e hijos, personajes en aventuras terroríficas,
laberintos de burocracia y transformaciones místicas.
“Por otra parte ––continuó K (…) Las preguntas principales son: ¿Quié2n
me ha acusado? ¿Qué organismo tramita mi proceso? ¿Es usted funcionario?
Usted se encuentra en un grave error dijo el supervisor (…) Tampoco
puedo decirle si le han acusado, o mejor, ni siquiera se si le han acusado.
Usted está detenido, eso es cierto, no sé más” (pág.10)
Por otra para La Metamorfosis pose un eje temático distinto a las dos
obras anteriores, su problemática gira en torno a la transformación de Gregor
Samsa sin ninguna explicación lógica.
“Alguien tenía que haber calumniado a Josef K , pues fue detenido una
mañana sin haber hecho nada malo (…) No puede irse, usted está detenido”
(pág. 2)
“Por otra parte el asunto no puede ser de mucha importancia. Lo
deduzco porque he sido acusado, pero no puedo encontrar ninguna culpa por
la que me pudieran haber acusado. Pero eso también es secundario. Las
preguntas principales son: ¿Quién me ha acusado? ¿Qué organismo tramita mi
proceso?” (p. pág. 10)
Es realmente intrigante que Josef K haya sido procesado sin haber
delito, sin conocer el motivo de su detención. Incluso la búsqueda del mismo se
ve frustrada bajo la imposibilidad de acceder a una información concreta sobre
su situación, por este motivo visita a distintos sectores de la sociedad como por
ejemplo: abogados, Comerciantes como el señor Block, sacerdotes, distintas
mujeres como: Leni e incluso a un pintor: Titorelli, sin embargo K no logra
ningún avance significativo en su búsqueda. Kafka a través de sus obras crítica
seriamente a la injusticia impartida por un sistema corrupto:
“No hay ninguna duda de que detrás de las manifestaciones de este
tribunal, en mi caso, pues, detrás de la detención y del interrogatorio de hoy, se
encuentra una gran organización. Una organización que, no sólo da empleo a
vigilantes corruptos, a necios supervisores y a jueces de instrucción, (…), ¿cuál
es el sentido de esta organización, señores? Se dedica a detener a personas
inocentes y a incoar procedimientos absurdos sin alcanzar en la mayoría de los
casos, como el mío, tiene resultado” (pág. 32)
En el proyecto Kafkiano existe, en primera instancia, el objetivo de definir
lógicamente aquello que por su naturaleza misma es irracional, inhumano, con
frecuencia salvaje: conocía bien la burocracia de la monarquía austriaca, ese
enorme apartado simulador de justicia, de jerarquía inmutable. Esas mismas
jerarquías son las que Kafka define como una pirámide en cuya sima está el
desconocido e inapelable “tribunal supremo”, donde residen los resortes y las
trampas de la arbitrariedad absurda.
En El proceso, la identidad de cada uno de los miembros de la pirámide
es doble, invisible o simulada: los guardianes son a la vez ladrones (le roban a
K sus camisas), los verdugos, pobremente vestidos, se asemejan a viejos
actores de una compañía de segunda: los códigos sobre la mesa del juez son
libros vulgares, el pintor Titorelli pinta a los jueces superiores con una dignidad
que nunca poseyeron, por otra parte, el conocimiento de los hechos es incierto
o incompleto, por estos motivos K no logra entender nunca su proceso y todos
sus actos solo influyen negativamente en su proceso: su mayor error es su
impaciencia, en vez de contestar con humildad ( actitud propia del procesado) a
las preguntas, pronuncia grandes discursos violando todas las convenciones.
Pone en duda la autoridad del juez y la pertinencia del proceso mismo. En
pocas palabras desconoce las leyes de juego y pierde su oportunidad:
“…quiero simplemente -dijo el juez- hacer notar que usted mismo se ha
frustrado hoy (…)
En un mundo irracional, arbitrario y absurdo, Kafka parece afirmar que la
razón es la mayor culpa.
De las obras analizadas, “El Castillo” es la única que no presenta en su
inicio una situación intolerable, la misma es descubierta a lo largo de la trama.
La problemática de esta obra es la inaccesibilidad al castillo. Mientras más
esforzada sea la búsqueda por alcanzarlo, más lejos aparenta estar.
K es la muestra clara de los intentos de un hombre por incorporase a un
sistema, sin embargo no logra existir frente a los señores del castillo, sino que
se limita a las personas de la aldea como: policías y alcaldes, y a un
acercamiento a los funcionarios, empleados y secretarios del castillo:
Barnabás, Frieda, Klamm, Erlanger.
De esta forma K se mantiene en un estado de alienación frente a un
proyecto frustrado lo cual se convierte para él en una situación intolerable.
Por otra parte vemos en las obras de Kafka una clara obsesión
burocrática, a partir de la cual el autor ataca duramente a dicho sistema.
Kafka logra definir notoriamente su perspectiva sobre la burocracia a
través del formato arquitectónico del Castillo:
“No era ni un viejo castillo medieval ni un nuevo edificio suntuoso, sino
una extensa construcción consistente en unos pocos edificios de dos pisos
situados muy próximos unos de otros. Si no se hubiera sabido que era un
castillo, se habría tenido por una pequeña ciudad. K sólo pudo ver una torre, si
pertenecía a una vivienda o a una iglesia era algo que no se podía saber” (pág.
10)
El castillo está conformado por una variedad de edificios, que
representan los distintos sectores jerarquizados de un sistema fijo. En la
médula de estas edificaciones está ubicada una torre; la cual el narrador indica,
no de forma inocente, la posibilidad de que sea una iglesia. Deleuze y Guattari
(1975) le atribuyeron el nombre de bloque a esta simbología arquitectónica de
la burocracia. Dicho bloque muestra al sistema burocrático como algo
inexplicable, inaccesible, visto desde arriba o desde abajo (Deleuze y Guattari,
pág. 107), presentando como si se tratase de una divinidad. Esta afirmación
explica el motivo por el cual K jamás logra acceder al castillo. Solamente
conoce las normas pautadas, y que los habitantes de aquel pueblo respetan
como si fuese una religión, por más incoherentes que fuesen. Por ejemplo:
“Este pueblo es propiedad del castillo, quien vive aquí o pernocta, vive
en cierta manera en el castillo. Nadie puede hacerlo sin autorización del conde.
Usted, sin embargo, o no posee esa autorización o al menos no la ha
mostrado” (pág. 2).
En El Proceso también podemos observar la presencia de un bloque,
pero este es distinto al del castillo, pues presenta a la burocracia desde otra
perspectiva: Estos bloques, en lugar de distribuirse en un círculo del cual solo
se trazan algunos arcos discontinuos, se alienan en un corredor o pasillo: cada
uno forma entonces un segmento más o menos lejano en esta línea recta
ilimitada (Deleuze y Guattari, pág. 106). Por este motivo K vaga de un lado a
otro a través de los distintos sectores burocráticos, en un proceso cuyo
surgimiento ignora, sin tener la mínima idea de las gestiones que son llevadas
a cabo en función de su injusta situación.
Gracias a su profesión Kafka logró adquirir gran conocimiento acerca
del sistema burocrático, el cual alcanzó su auge en Europa a inicios del siglo
XX. A través de sus obras Kafka ha logrado detectar y destacar los errores y
efectos negativos que este sistema ha causado en la sociedad. El primero de
ellos, es la confusión que provoca al individuo. La misma confusión que llevó a
un agrimensor hasta el pueblo del castillo, para prestar un servicio en el que no
es requerido. La explicación del alcalde es la siguiente:
“En una administración tan grande como la del condado puede ocurrir
alguna vez que un departamento disponga algo y que otro disponga otra cosa
diferente, ninguno sabe del otro, el control superior, es cierto, actúa con gran
precisión, pero, por su naturaleza, demasiado tarde, y así pueden originarse
pequeñas confusiones” (pág.76).
Este suceso que parece insignificante y tan cotidiano en la vida real
provoca un hecho irreversible en la vida del Señor K instalándolo en un
laberinto cuya resolución fue imposible.
Según Javier Roiz, Kafka plasma en sus obras un gran conflicto del
hombre moderno; “el sometimiento de este a las instituciones”; viéndose
limitado a actuar libremente. Roiz utiliza el término “self” para definir la
individualidad de cada ser humano, que se ve desarticulada desde el momento
en que el sistema lo persigue y lo encasilla, obligándolo a formar parte de una
masa de individuos deshumanizados.
Otro término que utiliza Roiz es el del buen juicio, que alude a la
capacidad creativa, libre y ordenada del conocimiento de la realidad. La
desintegración del self causada por el efecto que provoca la burocracia en la
vida del individuo, conlleva a la pérdida del juicio. Roiz establece que: Joseph K
temerá más a la locura que a la muerte física; la ruina mental, la desintegración
del self, son castigos aún mayores que la condena a morir por el extraño
crimen que él desconoce.
En El Proceso, podemos ejemplificar esta afirmación a través del diálogo
que mantienen Joseph K y su tío:
“¡Eso no me puede tranquilizar! ––gritó el tío––. Josef, querido Josef,
piensa en ti, en tus parientes, en nuestro buen nombre. Hasta ahora has sido
nuestro orgullo, no puedes convertirte en nuestra vergüenza” (pág. 56).
La mayor preocupación del tío Karl no es el bienestar de su sobrino, ni la
injusticia de un proceso incoherente, y sí la reputación familiar y la apariencia
social, este hecho hace con que el proceso se agrave:
“Era absolutamente necesario que K actuara por su propia cuenta (…), si
hubiera estado solo en el mundo, habría podido desdeñar fácilmente el proceso
(…) Pero el tío le había llevado al abogado, había intereses familiares que
contaban” (pág.75)
Llegamos de esta forma a una de las primeras semejanzas entre Franz
Kafka y el fundador de la sociología Max Weber (Erfur, 1864 – Munich, 1920),
dicha similitud se centra en el conflicto edípico que ambos experimentaron.
Weber tuvo una discusión con su padre algunos meses antes de que este
muriera, en 1897, por lo cual no hubo una oportunidad de reconciliación.
Después de este incidente, Weber comenzó a sufrir diversos trastornos como
por ejemplo: insomnio, crisis nerviosas que se convirtieron en un obstáculo
para el ejercicio de su profesión.
Igualmente la relación entre Kafka y su padre resultó ser bastante
conflictiva y lo podemos observar a través de sus producciones literarias. La
más evidente es “Carta al padre”, epístola en la que el escritor reprende a su
progenitor su conducta agresiva e hipócrita hacia él. Esta relación turbulenta
también la podemos ver en La Metamorfosis, pero lo que interesa en este
apartado son sin duda los rasgos en común entre Kafka y Weber.
Al igual que Kafka, Weber manifiesta una crítica contra la
burocracia, definiéndola como una gran maquinaria imposible de aplacar, que
se encarga de regular la vida del hombre con precisión y sin alma. Dentro de
esta máquina se encuentran los engranajes, que son los sujetos que se
despojan de su personalidad para aferrarse a la sumisión del rol laboral,
aspirando ascender progresivamente dentro de este sistema.
Además de la metáfora de la máquina, Weber también compara a
la burocracia con una jaula de hierro. Cada uno de los barrotes representa una
institución estatal. La unión de los mismos, termina encerrando a la humanidad.
En 1917, Kafka escribe una jaula salió en busca de un pájaro. Su
apellido coincide con su línea de pensamiento. Kafka es de origen checo
(Kavfa), que en alemán se traduce como “Dohie”, que a su vez en español,
significa “grajo”, una especie de ave. Este aforismo expresa la forma en que la
burocracia se ha adueñado del escritor, persiguiéndolo y encerrándolo como en
una jaula.
De forma similar se siente Josef K respecto al proceso, que lo ha
perseguido hasta convertirlo en su rehén:
“Al menos este cuadro, que Gregor tapaba ahora por completo, seguro
que no se lo llevaba nadie (...) Gregor veía claramente la intención de Grete,
quería llevar a la madre a un lugar seguro y luego echarle de la pared. Bueno,
¡que lo intentase! Él permanecería sobre su cuadro y no renunciaría a él.
Prefería saltarle a Grete a la cara” (pág. 28)
La metamorfosis:
…El padre cerró el puño con expresión amenazadora, como si quisiera
empujar de nuevo a Gregor a su habitación… (pág.10)
…Entonces algo cayó juntó a él, rodando. Era una manzana, Gregor se
quedó parado por el terror; siguió corriendo era inútil, porque el padre se había
decidido bombardearlo (…) una manzana lanzada sin fuerza rozó la espalda de
Gregor, resbalando sin herirle, pero otra, que si guió a aquélla, se clavó en la
espalda de Gregor… (pág.50)
“Pero así fue toda tu educación. Tienes, creo, dotes de educador; a una
persona de tu misma índole seguramente le habrías sido útil (…), pero para mí,
para el niño que yo era, lo que tú me gritabas era como una orden del cielo, no
lo olvidaba nunca” (pág.6)
Seguro que es como dice usted señora. –repuso el jefe–. Espero que no
sea nada serio. Aunque, por otra parte, he de decir que nosotros, los
comerciantes, tenemos que saber afrontar a menudo ligeras indisposiciones,
anteponiendo a todo los negocios (pág.8)