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48 SEMANTICA IILO SO IICA

conocemos las propiedades de una cosa sin Icncr conocimiento


directo de la cosa misma y. por consiguiente, sin conocer
ninguna proposición particular de la cual esa cosa sea un
componente.
No diré nada acerca de muchas otras consecuencias de la
concepción que he propugnado. Sólo pediré al lector que no se
pronuncie contra la misma —como podría sentirse tentado a
hacer, debido a su complicación aparentemente excesiva- hasta
que haya tratado de construir una teoría propia sobre la deno­
tación. Tal intento, creo, ló convenceré de que, sea cual fuere
la teoría verdadera, ésta no puede tener la simplicidad que
podría esperarse de antemano.
John R. Sea ríe

LAS OBJECIONES DE RUSSELL A LA TEORIA DE FRECE


SOBRE EL SENTIDO Y LA DedOTACION

Se supone comúnmente que Russell adoptó la Teoría de las


Descripciones, prefiriéndola a la teoría de Frcge sobre el sentido
y lo denotación, sólo a causa de las dificultades acerca del valor
veritativo de proposiciones como "El rey de Francia es calvo".
En realidad las objeciones de Kussell a la teoría de Fregc eran de
un carácter mucho más radical. En un oscuro pasaje de "Sobre el
Denotar’’1, Russcll sostiene que la teoría es una "maraña inextri­
cable" y que fue "concebida erróneamente”. Trataré de reprodu­
cir los argumentos de Russell de un modo que preserve su fuer­
za, eliminando al mismo tiempo su oscuridad, y luego los criticaré.
1-os argumentos de Russell se basan en dos supuestos explí­
citos:
(1) Cuando deseamos referinos (to referJ al sentido de una
expresión rcferencial [refering expressiur) lo hacemos
encerrando la expresión entre comillas.
(2) El sentido de una expresión referencia! se refiere al re­
ferente.
Russell presenta (2) como la tesis de Frege acerca de la rela­
ción entre el sentido y la referencia, y es esto lo que trata de redu­
cir al absurdo. Una consecuencia inmediata de (2) es para Russell
el corolario:*3

El te r o l . p . 4 1 .
3 Kiissetl a a 'tignlftcaiiu' y 'denotación', respectivamente. para tai expresiones
'Sinu' y “Dedcotung- de Frege. He adoptarlo «¡oí una inducción tnás modcriu, em­
pleando ‘teotido’ (serse) como inducción de ’Sjnn’. y ‘referencia’ (relm -nce) o-refe­
rente’ (referen!) como traducción da liedeutung"; en tndrw ios casos estos términos
reetnplaruuán en el texto a lor usados por Ruwtll. C í. Tramloltonj frotrt Ihe llrila-
¡apical W rilin/pof Goltlab trud. de Geach y Stock, pp. 5ó y sig.

t -
50 __ SFMANTICA FILOSOFICA

(2a) Toda vez que el ¿emido de una expresión figura en


[occurs 1/1] una proposición, la proposición se refiere a!
referente de esc sentido.
La reductio ad absurduni de la teoría de Frege que intenta
efectuar Russell toma la foima de un dilema para la teoría: o bien
la relación entre sentido y referencia es una relación lógica, como
la expresada por (2), o bien no es una relación lógica. Pero en el
primer caso se hace imposible referirnos a el sentido de una ex­
presión referencial, y en el secundo, aunque podríamos sostener
que podemos referirnos al sentido de una expresión referencial,
la relación entre el sentido y la referencia de una expresión "que­
da totalmente en el misterio" y la teoría carece de valor explicati­
vo. En consecuencia, si la teoría es explicativa se derrumba, y si
no es explicativa es filosóficamente inútiL
Por lo tanto la proposición esencial que debe probar Russell
es la de, en el supuesto de que (2) es verdadero, es imposible re­
ferirse al sentido de una expresión referencial. Russell prueba es­
to mediante ejemplos, y usa (I) comó un medio de facilitar la
|)rfscntación de estos últimos. Pero para desempeñar ta! papel
.lUxiliar (1) adolece, sin embargo, de dos serios defectos; en primer w
lugar es falso, y por eso su afirmación lisa y llana confunde af lec-
¡or y produce confusión en lo que sigue.
Debido a 1a~gran~variedad de usos que tienen en el lenguaje
ordinario, es difícil dar una explicación sistemática del uso de las
tomillos, pero en mi opinión no hay en el lenguaje ordinario nin­
gún contexto en el cual el hecho de entrecomillar una expresión
sí* por sí mismo una indicación suficiente de que la expresión
,.su!tantc se emplea para referirse a su sentido habitual Por el
contrario, como lo señaló Frege, para referirnos al cntido de una
^presión usamos la expresión "el sentido de Ja expresión
\ .................. ‘ En segundo lugar, aún en el caso de que (1) fue-
.ji verdadero, o el lector lo considerara como tal, o fuera tomado
, í st e como regla arbitrario introducida por Russell para facilitar
presentación de su ar¿ mentó, el empleo subsecuente que
ussell hace de (1) es confuso, pu s usa las comillas al menos
• i tres formas diferentes: para indicar que las expresiones s«y»
«¿puestas [are bdng presented) y que se está hablando de ellas en
Ivaar de usárselas de la manera habitual; como comillas para des­
ocar una expresión [scuio ano les], y como un medio de referirse
3.1 sentido de las expresiones.3 Además, a veces Russell omite las
C huich supura que el descuido d i Russell risp a d o de l*s corr.iüní ef uifid sn te
p /jj viciar tu argumento; ver su n u n i subir Garnap, Phrtom/rlitcal flevitw , 1ÍM3.
PROBLEMAS V DISCUSIONES 51

comillas donde el contexto indica que las debería usar. Por lo lau­
to, con el objeto de ofrecer una exegesis clara del argumento de
Russell adoptaré una variante de (I) como convención arbitraria
a los fines del argumento. Reformularé (1) del modo siguiente
• • ' r’ • • ^ 1
(1) Toda vez que una expresión figure rodeada por signos de
curvatura sinuosa del modo indicado por / .......... / , debe
considerarse que la expiesión resultante se refiere al senti­
do de la expresión original 1 n otrjs palabras, dada <.ual-
quier expresión, por ejemplo, "la gata", el sentido de la
expresión"lagata'Vf la gata /.
Estamos ahora en eond clon -sde reformular los argumentos de
Russell destinados a concluir que en la teoría de Frege es impo­
sible referirse al sentido de una expresión referencial. El método
de Russell consisie aquí en agotar las posibilidades mostrando
que toda locución que podamos proponer no logrará su propósito.
Supongamos que deseamos referimos al sentido de alguna expre­
sión. por ejemplo, "la gata” . Ahora bien, si deseamos referirnos
a su sentido no podemos emplear la expresión “ El sentido déla
gata” , pues de este modo nos referiríamos al sentido de alguna
gata, que siendo un animal y no un símbolo no tiene sentido al­
guno; y aun en el caso de que lo tuviera como parte de algún
tabíeau vivant, no sería ese el sentido al que pretendíamos
referimos. Parece, pues, que debemos usar la expresión “ el senti­
do de 'la gata' ”, que por (1) es lo mismo que / la gata /. Pero,
y este es el punto esencial, tales expresiones tampoco cumplirán
su propósito, pues si se hiciera una referencia genuino al semillo
en cuestión, éste se convertiría en un componente de la propo­
sición, figuraría en ésta, y por (2a), si el sentido figura en una
proposición, entonces la proposición se refere al referente de ese
sentido, 0 sea a la gala, y de este modo no logramos referirnos
al sentido que deseábamos.
Dicho en palabras de Russell, "en el momento en que introdu­
cimos c! complejo |es decir, el sentido] en uno proposición, la
proposición es acerca de la denotación (de ese complejo)” .
Tampoco resolveremos nuestro problema usando alguna de las
fiases siguientes: la) "Ja referencia de la gata” ; (ó) “ la referencia
de 'la gula* ” , ó. (c) "la referencia de / la gata / ”. I.a frase (a) no
se refiere a nada, puesto que, por ser la gata un animal, carece de

<W>L LH), i», 302. Sin etnbaifio el ir^itinrnlo de Kusiol) puede forran!*'»: inde
privdiVnlcmcnre d« r a ) amWglfcdBdct, romo me fur sugerido por primera -virt por
C.E.M. Anroombc y M.E. DummerL
52 SEMANTICA FILOSOFICA.

referencia; (ó) se refiere a la gata, y lo mismo ocurre con (c)en


virtud de (2a), a menos q u e(c) sea lo mismo que (a) y carezca
de referencia. Hemos agotado asi todas las posibilidades sin haber
logrado referirnos a la entidad deseada.
Para descrihir la situación brevemente, consideremos cualquier
expresión referencial, digamos "X”. Entonces su sentido será de­
nominado “/ X pero, paradójicamente, siempre que“ / X / "
figure sin comillas se referirá a X y no al sentido de la ex presión a
la que queríamos hacer referencia.
De modo que para hablar del sentido nuestro sujeto no debe
ser “ / X / ” sino algo que se refiera al sentido al que queríamos
que *7 X / ” se refiriera. Introduzcamos una expresión ad hoc,
digamos "Y " para cumplir esta función ¿Cuál es entonces la re­
lación entre “ Y” y su referencia? “/ X /*’ no puede ser un com­
ponente de ninguna definición de “ Y” que pudiéramos formular,
pues ya vimos que toda vez que " /X /" aparece sin comillas no se
refiere al sentido sino a la referencia de este último. Y por supues­
to que no podemos retroceder desde la referencia hasta el senti­
do, puesto que a cada referencia corresponde un número infinito
de sentidos. Por lo tanto, si “ Y” logra realmente referirse a un
sentido, entonces la relación entre el sentido y la referencia no
puede ser de carácter lógico, pues si lo fuera, la referencia pasaría
directamente a través del sentido a la referencia de este último.
Pero si la relación no es lógica, entonces la relación de “ Y” con
su referencia queda totalmente en el misterio. O bien el castillo
de naipes de Frcgc se derrumba, o bien sólo podemos convencer­
nos a nosotros mismos de que no se ha derrumbado entregándo­
nos al misticismo Este es el argumento de Russell
Debo hacer dos observaciones acerca de los puntos en que mi
exégesis difiere del original. En primer término, la explicación del
texto original incurre en la siguiente paradoja pragmática: Russell
tiene que hacer referencia a lo que según su argumento no es
posible referirse, con el objeto de especificar aquello a lo cual
no es posible referirse. Yo trato de evitar esto mediante un uso
más libre del modo formal. En segundo término, Russell hace un
uso descuidado de la frase “ complejo denotativo". La introduce
de un modo que indica que un complejo denotativo es idéntico a
un sentido, proporcionando así sólo un modo alternativo de ha­
blar, pero luego se expresa como si un complejo denotativo tu­
viera un sentido, lo cual es incompatible con su explicación de
la frase. Yo adopto su caracterización original y paso por alto las
frases del argumento que dependen del otro uso, pues parecen
carecer de sentido. Además, ninguna frase semejante puede en­
contrarse en Frcgc: o bien un complejo denotativo es un senti­
3
PROBLEMAS Y DISCUSIONES 53

do, en cuyo caso la frase es superflua, o bien no es un sentido,


en cuyo caso es algo totalmente oscuro y obviamente irrelevante
en relación con los argumentos de Frcgc.
Quizás comprendamos mejor la esencia del argumento de
Russell si lo formulamos en términos más gráficos. Imaginemos
un juego con bolitas en que estas son arrojadas en recipientes
a través de tubos. Este acto es llamado referir. Los tubos (senti­
dos) conducen a los recipientes (referencias). Es una regla del
juego que es posible hacer referencia a cualquier cosa. La dificul-
tad consiste, sin embargo, en que no podemos dar cumplimiento
a esta regla porque no es posible referirse a un tubo. Toda vez
que una bolita es puesta en un tubo, la bolita lo recorre hasta el
recipiente correspondiente. Y es inútil decir que podríamos cons­
truir un segundo tubo que lleve al primero, pues si el segundo tu­
bo lleva realmente al primero, entonces la bolita lo atravesará has­
ta el recipiente. Y si no está conectado con el primero, ¿de qué
modo podría ser usado para referirse al primero de acuerdo con
las reglas del juego? Y, por supuesto, no podemos alcanzar el
tubo yendo primero al recipiente, pues cada recipiente tiene un
número infinito de tubos. “ No hay ningún camino de regreso des­
de las denotaciones [referencias] hasta los significados [sentidos)"
La manera en que hemos establecido las reglas del juego implica
un absurdo. Debemos inventar un nuevo juego (descripciones),
que eliminará el referir.
Russell presenta un segundo argumento que surge del primero.
Según él, en una proposición figura no solamente la referencia de
una expresión, sino también el sentido. Esto se prueba mediante
un ejemplo: “ Scott es Scott" expresa una proposición diferente
que “ Scott es el autor de Waverlcy", pues esta última posee una
propiedad que no es compartida por la primera, a saber, la deque
Jorge IV deseaba saber si era verdadera. Sin embargo en la doctri­
na de Frege (o. más bien, en la versión de esta doctrina que for­
mula Russell) sólo la referencia de una expresión figura en una
proposición. De allí que en la doctrina de Frege las dos proposi­
ciones tengan que ser Ja misma. Pero no es así, y por lo tanto la
doctrina de Frege debe ser falsa, ya que implica una proposición
falsa.
Los argumentos de Russell son oscuros y adolecen de incon­
sistencias menores en todo su desarrollo; he tratado de refor­
mularlos de un modo que evite estos defectos. Pero aun en la
nueva formulación siguen siendo defectuosos. Sus defectos surgen
de una presentación inicial errónea de la posición de Frcgc, com­
binada con una confusión persistente entre las nociones de fi­
gurar como parte de una proposición (ser un componente de una
:4 S E M A N T IC A FILO SO FICA

roposición) y la de ser algo a lo cual una proposición se refiere,


z combinación de ambas cosas conduce a lo que es de hecho una
egación de la distinción misma que Frege está tratando de esta-
lecer; y es sólo a partir de esta negación, y no a partir de la tc-
is original de Frege. que pueden derivarse ¡as conclusiones de
Russell. En lo que sigue explicare este punto.
Russell formula el principio de Frece diciendo que el sentido
le una expresión rcferenci3l se refiere a su referencia Pero habían­
lo estrictamente esto no es lo que dice Frege. Según Ficge,4 no
el sentido sino el signo el que se refiere a algo, y se tefiere a al-
.) en virtud de su sentido, que proporciona el modo de presenta-
,ótt drl referente Un signo expresa su sentido y se refiere a su
fcrentc. La manera en que Russell formula esto podría parecer
’tj perdonable metonimia acerca de Fn c, si no fuera por el
cho de que Russell agrega el supuesto no explícito de que si en
.a proposición se hace referencia a un objeto entonces ese obje-
figura como parte de tal proposición. Recordemos que el pun
esencial del argumento era el siguiente, cuando “j X j " se usa
afirmar ujib proposición, ésta se refiere a un sentido; pero si
refiere a un sentido entonces este último figura en una propo-
ión; pero si figura en una proposición entonces, por (2a), la
■posición se refiere a su referente, y por lo tanto tesulta que
X f " no logra referirse a un sentido. Además, si su referente
jra como palle d e ja proposición, entonces él y sólo él figura
ino parte de ella, y el sentido es relegado a algún limbo más al-
totalmcnte fuera de la proposición. Mi sugerencia es que todo
IP se basa en una confusión entre referir y figurar en una pro-
telón. Lina vez que ambas nociones son claramente distingui-
el argumento se derrumba No es fácil comprender dc'entra-
lo que podría querer decirsi por figurar en una proposición,
Lplo quizás que las palabras figuran como parte de un» ora-
>i usada para aseverai una proposición. Creo Sin embargo que
‘ría darse una explicación plauablc de esta expresión: es equi-
■ite a la noción, introducida por Frege, de ser expresado en
proposición. Decir que un sentido figura en una proposición
. cir que el «enfido os expresado en la proposición. Por supucs-
jc esta i-xpli ’ción está lejos de ser clara - no es más clara que
plicación qm I rege de la relación de expresar-, pero sea
fuere su falta de iridad es ciertamente distinta de la noción
tferir. Es difícil fiador un sentido concebible en el cual un
ente figure como parte componente de una proposición. El
io Rey de Francia no es un componente de Jas pr oposiciones
Op. rfl. pp. 37 y6J (pp. 4 y 7 de en« .ni.).
PROBLEMAS V DISCUSIONES 55

de la manera en que su codo es un componente de su brazo o él


es un componente de un equipo trancésde lucha, Cualquier teo­
ría que convierta literalmente en partes de una proposición a to
dos los objetos a los que ésta se refiere está condenada a carecer
de sentido. Y aun si pudiéramos establecer una regla arbitraria se­
gún la cual “figurar en" debe considerarse equivalente a “ referir­
se a", este sentido de ftgurtr en es por rc-rr píelo distinto de aquel
que es equivalente » "cxpivs.ulu )««’' \ pul lo tanto cualquier
argumento basudo en su identidad caí simplemente en la confu-
sióa En otras palabra*. <f argumento de Russell que pretende
desarrollar la tesis de Frege desarrolla de hecho la negación de
esa tesis, pues el supuesto de Russell de que figurar en una
proposición es lo mismo qu ir algo a h nial la proposición se
refiere, establece una identidad de sentido y referencia, cuando
el quid de la teoría de Frege consiste en trazar una distinción
entre sentido y referencia.
Una vez que comprendemos claramente las intenciones de Fre­
ge, las dificultades que plantea el referirse a/ sentido de una ex­
presión se disipan. Podemos referirnos al sentido de cualquier
expresión por medio de una frase como "el sentido de la expre­
sión ’E' ", y el sentido en cuestión no figura como parre de la
proposición en que se usa esta frase, sino que la frase se refiere a
él en virtud del sentido que la frase tiene, a saber, el sentido de
la frase “ el sentido de la expresión ‘E' ", Dicho brevemente, el
sentido de una expresión figura en (para usar la expresión de
Russell) una proposición, y en virtud de este sentido la proposi­
ción se refieie ol icfcrc nte. El referente no figura en la proposi­
ción. De modo que cuando se hace referencia a un sentido, el
sentido no figura como parte de la proposición, sólo figura el
sentido en virtud del cual se hace referencia al primero, y la pro­
posición r.o hace referencia alguna al referente del primer sentido.
En forma análoga se derrumba también la segunda conclusión
de Russdl, según la cual Frege es incapaz de explicar ia diferencia
entre “ Scott es Scott” y “ Scott es el autor de Waverley", Tal
conclusión sólo parecía válida debido a la identificación de "figu­
rar en” con "referirse a". Una vez que ambas nociones son dis­
tinguidas - y distinguirlas es el punto esencial de la teoría de
Frege- es fácil ver que las dos oraciones expresan proposicio­
nes diferentes: contienen expresiones con sentidos distintos.
Conclusión: Russell no logra efectuar una reJuctio ad absurdum
de la distinción de Frege sino sólo de la conjunción de ella con
su negación

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