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Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Derecho, Ciencia Política y Sociales


Teorías del Poder
Tercera Entrega

LA VIOLENCIA COMO RECURSO DEL PODER EN ENSAYO SOBRE LA


CEGUERA

Andrés Torrente G.
Cód. 6222574

“En la actualidad el objetivo quizá no sea el descubrir qué somos,


Sino el rechazar lo que somos.”
M. Foucault

Cualquier abordaje minucioso sobre las relaciones sociales en las que interviene el
poder, y sus respectivos usos en estas, no puede pasar por alto la presencia implícita, o
la emergencia, de la violencia como un recurso. Es posible rastrear la violencia como
recurso del poder, en la teoría política clásica, por ejemplo, con la metáfora del
MinoTauro de Maquiavelo, o las capacidades y atribuciones del Leviatán en Hobbes.1
Pero aún así, el factor que motiva esta consideración, se apoya en que, resultaría poco
justificable, por su evidente presencia, que una reflexión acerca del poder, realizada
desde un territorio como Colombia, no incluyera la violencia como un elemento central
para el análisis. Por otro lado, y considerando nuevamente el contexto geopolítico en el
cual se desenvuelve esta reflexión, es igualmente central no omitir, la emergencia de
resistencias tras cualquier ejercicio del poder; resistencias que se despliegan desde
planos como el económico, el político y el simbólico. 2

Con la finalidad de posibilitar un diálogo productivo entre los autores de los bloques, El
poder, la Función Social y el Sistema, la Aproximación desde los feminismos, y el libro
de José Saramago, estableceremos Violencia y Resistencia como los dos senderos que
nos guiaran a lo largo de todo el escrito. Es importante resaltar, que si bien los abordajes

1 Con el Minotauro de Maquiavelo, en términos su función de representación de la dualidad del poder,


con la Fuerza y la Razón como sus respectivas caras. O en el hecho de la disposición sobre las vidas de
los súbditos al Leviatán.
2 En este punto quiero hacer referencia a la multiplicidad de formas de resistencia que se manifiestan
actualmente en todo el territorio latinoamericano. Desde las luchas en Cochabamba por el Agua, o el
Movimiento Sin Tierra en Brasil, hasta los Colectivos de Agricultura Urbana o el movimiento LGBTI en
muchos países. Estas resistencias, considero, no se despliegan solo desde el plano político, o
exclusivamente del económico o simbólico, sino más bien transversalmente en estos; la agricultura
urbana, por ejemplo, es una resistencia a la lógica mercantil de los alimentos, al control variedades
genéticas, pero también al sentido que se le da a la relación del hombre con la naturaleza, que es mucho
más simbólica. Sin embargo, también es posible identificar resistencias organizadas de orden político,
como la organización de Via Campesina.
teóricos de los tres autores son diversos, y en algunos puntos contrarios, es indudable
que todos estos tienen en cuenta la violencia, positiva o negativamente, como un
elemento indispensable para cualquier consideración sobre el poder. Igualmente, todos
los abordajes consideran la posibilidad del carácter activo de los sujetos, y por lo tanto
la latencia de las resistencias en los ejercicios del poder. Para hacer más sintético y
concreto el análisis propuesto, avanzaremos cronológicamente en el relato del escritor
portugués: nos ceñiremos a su crono-topo. 3

Inicialmente, es posible advertir una vez la ceguera se hace evidente en la ciudad, que el
Estado, por medio de diferentes autoridades, se encarga de diseñar “alternativas” para
los ciegos. En la lógica del relato, dado que la ceguera parece ser contagiosa por
contacto, las autoridades consideran la cuarentena, y solo llegan a debatir acerca de las
instalaciones donde sería más apropiado movilizar a los afectados. “La comisión actuó
con rapidez y eficacia. Antes de que anocheciera ya habían sido recogidos todos los
ciegos de que había noticia, y también cierto número de posibles contagiados, al menos
aquellos a quienes fue posible identificar y localizar en una rápida operación de
rastreo ejercida sobre todo en los medios familiares y profesionales de los afectados por
la pérdida de visión.”4 Resulta lamentable que el relato no evidencie otras alternativas
diferentes a la cuarentena, y que el proceso de recolección de los ciegos sea tan poco
descriptivo, sin embargo, Saramago transmite la idea de que los afectados por el mal
fueron conducidos con su consentimiento. Ahora, justamente guiados por esa sensación,
sería posible considerar que para Luhmann el Estado, ejerce poder sobre los ciegos,
pues diseña y ofrece alternativas sistémicas que generan muy bajos niveles de
resistencia, es decir, que son legitimas. Pero, si bien existe el consentimiento implícito
de los ciegos según el relato, cuestión que elimina prácticamente la consideración de
hablar de resistencia, vale la pena preguntarse: ¿Y la violencia?

Esta situación no se distancia de la violencia como recurso del poder. Afirmación que se
confirma en el relato una vez son ingresados al manicomio los ciegos y por medio de un
altavoz son informados de la amenaza de uso de la fuerza, en los siguientes términos,
“(…), segundo, abandonar el edificio sin autorización supondrá la muerte inmediata de
quién lo intente, (...)”.5 Indudablemente, aunque se considera un recurso de ultima
consideración, siempre está la violencia, latente, como un respaldo en la acción del
gobierno, y del Estado. Es importante dejar claro, desde este momento, que para
Luhmann, La utilización de la violencia física es el medio de amenaza que mejor se
acomoda para la producción del medio simbólico generalizado del poder; al mismo
tiempo es el medio que mejor se acomoda a la diferenciación de una función específica
del sistema político que posteriormente tomará el nombre de “Estado”.6

En la misma línea de tiempo, podríamos tener en cuenta que el abordaje de Foucault


también considera que para que sea posible la emergencia y manifestación del poder,

3 El sujeto y el poder. M. Foucault. Pág. 18


4 Ensayo Sobre la Ceguera. J. Saramago. Pág. 31.
5 Ibíd. Pág. 34.
6 Luhmann: La política como sistema. Nafarrate, Javier. Pág. 132.
este debe ser capaz de cumplir su función sin recurrir al uso de la coerción. Dado que
este autor avanza hacia el análisis del poder desde las resistencias, las reacciones de los
sujetos que son objeto del poder resultan ser determinantes. Podríamos decir, bajo la
misma sensación de consentimiento mencionada anteriormente, que no existe ningún
tipo de resistencia acerca de la legitimidad del Estado como ente regulador y
responsable de las relaciones sociales y concretamente de la salud pública. No existe, a
primera vista, cuestionamiento alguno sobre la alternativa.

Existen algunas situaciones descritas en el relato que sirven para analizar algunas de las
apuestas de la propuesta de J. Butler, especialmente el alcance de la categoría de
performatividad. Saramago hace una mención destacable para este análisis cuando
describe la situación en la cual la chica de gafas oscuras es atacada por la ceguera. Al
afirmar que esta chica se acuesta con hombres por dinero, y que por lo tanto podría
llamársele prostituta, hace una aclaración importante, al mencionar que dado que solo
va cuando quiere y con quien ella quiere, simplemente se trata de una chica que vive
como le apetece y, además, saca de ello todo el placer que puede.7 En este punto,
podríamos afirmar que existe por parte del autor alguna noción de libertad e igualdad en
los derechos entre mujeres y hombres, en lo que respecta al desarrollo de sus vidas
sexuales. Y que además, no es posible rastrear algún tipo de juicio de valor machista, o
moralismo, en la descripción de esta situación. Por lo tanto, podríamos afirmar que
existe un proceso de ruptura en el personaje de la chica de gafas oscuras, y lo que
“debería” ser una mujer, entendiendo ese “debería” como el conjunto de
comportamientos que culturalmente son atribuidos a la feminidad.

Prosiguiendo con el relato, una vez se encuentran los ciegos dentro del manicomio, nos
enfrentamos una situación totalmente compleja para analizar el poder. Como mero
recurso metodológico, para desarrollar el análisis de algunos elementos del marco
teórico de Luhmann, que se reflejan con algunas distorsiones en el relato de Saramago,
podríamos establecer el manicomio como un sistema, y a su vez tomar al hombre del
arma y sus secuaces como elementos del entorno caótico; que una vez “introducidos” al
sistema, se funcionalizan, en el marco de la categoría de funcionalización, entendida
como la capacidad de corregir los fallos, por parte del sistema, a partir de un elemento
caótico dentro del“sistema”; o manicomio. E incluso, si fuéramos hacia un elemento
más general del relato, la misma formación del grupo de los primeros ciegos, y de cada
patio, termina siendo una continuo proceso de adaptación de nuevos elementos del
entorno caótico al “sistema”: cada vez que llega un nuevo ciego, esto se hace explícito.

Ahora, teniendo en cuenta las tres etapas de la funcionalización que describe el autor,
podríamos avanzar hacia una afirmación como la siguiente; la Variación, entendida
como la detección de un elemento ajeno al sistema, se puede representar con la llegada
del grupo de ciegos del hombre del arma, o la de cada uno de los ciegos a sus
respectivos grupos y patios. La selección, con mecanismos como el de cobrar la comida,
o “permitir otra alternativa”: como el uso recreativo de las mujeres del manicomio. Y
por último la estabilización, que se evidencia una vez sucede esto y el sistema sigue
funcionando. Sin embargo, es necesario mencionar que no se estabiliza del todo el

7 Ensayo sobre la Ceguera. Saramago, José. Pág. 20


sistema, y que la resistencia, ejemplificada principalmente, sin lugar a dudas, en la
mujer del medico, pueden tardar un poco, es decir, no activarse una vez se ejerce el
poder sobre ellas, pero están siempre latentes y pueden cambiar el sistema. A propósito,
de la latencia, vale la pena mencionar, un fragmento del primer intercambio de palabras
entre la mujer del médico y el hombre del arma, luego de que la primera le cuestionará
acerca de cómo y cuánto tendrían que pagar por la comida, y que el segundo le mandara
a callar repetidamente: “Y tú, dijo el de la pistola, no olvidare tu voz, Ni yo, tu cara,
respondió la mujer del médico.” 8

Sin embargo, la violencia no es en sí misma un elemento esencial para la emergencia


del poder. Foucault llega a diferenciar explícitamente, en varias ocasiones, una relación
de poder de una relación de violencia. Si bien a lo largo del texto hay múltiples
menciones a la distancia existente entre estos dos tipos de relaciones, el apartado más
diciente menciona: “En efecto, lo que define a una relación de poder es que es un modo
de acción que no actúa directa e indirectamente en los otros. En cambio actúa sobre sus
acciones: una acción sobre una acción, sobre acciones existentes o sobre aquellas que
pueden surgir en el presente o en el futuro. Una relación de violencia actúa sobre un
cuerpo o sobre cosas; fuerza, somete, descoyunta la rueda, destruye o cierra la puerta a
todas las posibilidades.” 9 Por lo tanto, el momento en el cual el grupo de ciegos del
patio del hombre del arma se hace con el control de los alimentos, podría ser leído por
el autor francés como un momento donde se hace presente el poder, valiéndose de una
estrategia para conducir y limitar el campo de acción de los otros. A este nivel Foucault,
presentaría como síntesis, su categoría de control de conducta, como referencia a esa
idea de conducir, de incidir en las acciones.

El análisis de la sociedad y el poder en Luhmann, también dialoga ampliamente con


Ensayo Sobre la Ceguera, en el marco de las categorías de Alter y Ego, y el proceso de
comunicación y posterior decisión que se da entre estos. Por ejemplo, al intentar
organizarse los ciegos, se evidencia la conductividad y lo que el autor denomina como
la doble contingencia en los agentes, es decir, que cada uno puede tomar la acción que
desea, en un marco binario. En este punto podemos poner de manifiesto que durante el
relato se hace evidente que cada sujeto efectivamente toma decisiones según su propia
consideración, y que esto tiene como corolario una alta complejidad para lograr
acuerdos y organización, o lo que Luhmann podría denominar coordinación, dentro del
proceso de comunicación. En el relato, una vez se reconocen los primeros ciegos, los
que estaban en el consultorio del médico, más el ladrón y la mujer del médico, y se
intentan organizar, o coordinar sus acciones, se parte del hecho de que cada uno de
ellos puede tomar diferentes vías, caminos, y comportamientos en su relación con los
demás.

Como se menciona en el abordaje anterior, que hacía referencia a la relación entre el


capital cultural de Bourdieu y la figura del médico como líder del grupo, existe una
intención por parte de todas las personas de este grupo de ciegos, con excepción del
ladrón, de establecer una autoridad que de alguna manera coordine al grupo. Sin
8 Ensayo sobre la Ceguera. Saramago, José. Pág. 105.
9 Sujeto y poder. M. Foucault. Pág. 84
embargo, en términos prácticos, la mujer del médico, al tener su visión intacta, posee
una cualidad diferenciada, y hace uso de ella para lograr esa coordinación entre los
ciegos de su patio principalmente, por ejemplo, y como también se mencionó en el
abordaje anterior, las cuerdas por todo el manicomio son un claro ejemplo del uso del
poder para coordinar los comportamientos de los sujetos. El médico logra interpretar la
proposición de su liderazgo como algo poco viable, precisamente por esa doble
contingencia latente en toda relación social; y concretamente cuando afirma: “(...) Yo no
creo que sea buena idea, Por qué, Por ahora sólo somos seis, pero mañana, seguro,
seremos más, todos los días llegara gente, sería apostar por lo imposible figurarse que
iban a estar dispuestos a aceptar una autoridad que no han elegido y que, además,
nada les puede dar a cambio de su acatamiento, (...)”10

Resultan llamativas dos cuestiones principales del apartado anterior. En primer lugar, lo
que el médico juzga como imposible, es también, lo que Luhmann considera imposible
en la relación social sin la presencia del poder en la relación de comunicación; por
ejemplo cuando afirma explícitamente que, “Este hecho básico de la binariedad de las
lecciones conduciría directamente a la consideración de la imposibilidad de la
construcción social, dado que el mundo de las posibilidades individuales se manifiesta
de manera contingente: lo que para uno (Ego) es así, para el otro (Alter) pude ser de
otra manera. Lo social se disiparía en la forma de un haz infinito de posibilidades en
las que no se podría coincidir.”11 Y en segundo lugar, la mención hacia el
“acatamiento”, podría abrir un camino para una reflexión acerca de las sanciones
positivas y negativas como recursos del poder, y que hubiera sucedido si el médico
tuviera recursos.

Teniendo en cuenta lo anterior, podríamos traspolar estas dos categorías, Alter y Ego, y
su marco analítico, a la situación del hombre del arma, para establecerlo como el Ego
que hace que la conducta y las acciones de Alter sean las pretendidas. Paralelamente, el
Hombre del Arma, es posible establecerlo como un agente que ofrece alternativas
sistémicas para los demás ciegos, sin lugar a dudas, respaldado por la amenaza del uso
de la violencia. Recurriendo una vez más al relato, lo anteriormente descrito se
representa en el siguiente fragmento “(...) Entonces, la mujer del médico, aterrorizada,
vio como uno de los ciegos cuadrilleros sacaba del bolsillo una pistola y la alzaba
bruscamente por el aire. (...) El ciego grito, Quietos todos ahí y callados, si alguien se
atreve a levantar la voz, tirare al cuerpo, no al aire, caiga a quien le caiga, Luego no os
quejéis. (...) Y que no se le ocurra a nadie salir a buscarla, vamos a poner guardias en
las entradas, y quien se acerque las va a pagar, (...)” 12

Otro punto de inflexión para este análisis, es sin lugar a dudas, el momento en el que el
hombre del arma hace uso de ella, es decir, cuando dispara, cuando se utiliza la
violencia, y deja de ser una simple amenaza. Una vez eso sucede, la relación entre los
sujetos se transforma en un ejercicio de dominación y por lo tanto hay un

10 Ensayo sobre la Ceguera. Saramago, José. Pág. 36.


11 Luhmann: La política como sistema. Navarrete, Javier. Pág. 100
12 Ibíd. Pág. 104.
desvanecimiento del poder. Haciendo esta misma consideración, pero con una
referencia más sutil del relato, en el momento en el que una de las mujeres, que son
obligadas a ir al patio tres, para entretener sexualmente al grupo de ciegos, es golpeada,
justo en ese momento, nos topamos con una relación de dominación.

Entonces, ¿Cuál podría ser otro elemento que hay que tener en cuenta para considerar
la emergencia del poder? Para abordar éste cuestionamiento es posible hacer un
paralelo con Foucault, ya que este también considera la libertad de elegir, como un
principio básico para la emergencia del poder. Al abordar el ejercicio del poder, el autor
francés menciona sintéticamente que, “El poder se ejerce sólo sobre sujetos libres, y
solamente en la medida en que ellos son libres. (...)En este juego la libertad puede muy
bien aparecer como la condición para la ejecución del poder ( al mismo tiempo que su
condición previa, dado que la libertad debe existir para que el poder se ejerza, como
también su soporte permanente, dado que sin la posibilidad de la desobediencia, el
poder sería equivalente a una determinación física).”13 En el marco de lo anterior, es
evidente que la resistencia es en cierta medida una condición, o una consideración
inherente, a las relaciones de poder. No hay que olvidar, que tanto los alimentos, como
la exigencia de las mujeres, en términos de manifestaciones del poder, obedecerían
según Foucault, a la búsqueda y mantenimiento de privilegios y beneficios.

En el caso concreto del relato, cuando el Hombre del arma y el grupo de ciegos de su
patio logra tomar posesión de los alimentos, y abre la posibilidad de que pueda ser
adquirido por medio de un pago, es identificable en cierta medida que hay libertad de
elegir, de pagar; “(...) de aquí en adelante, la comida se vende, y quien quiera comer
tendrá que aflojar los cuartos, (...)” 14 Incluso, una vez los ciegos han pagado por su
alimentación, y se abre la alternativa de enviar a las mujeres de sus patios para
entretener sexualmente al grupo de ciegos del hombre del arma, existe un margen de
libertad, para elegir. Basta con revisar la acalorada discusión que se da al interior del
patio de los protagonistas, y en general de todo el manicomio por esta situación, por
ejemplo; “(...) Uno de los emisarios, con especial sentido de la oportunidad, propuso de
inmediato que se presentarán voluntarias para el servicio, teniendo en cuenta que lo
que se hace por propia voluntad cuesta en general menos que lo que se hace por
obligación.” O por otro lado, cuando la mujer del médico, dice “Yo voy”, cuestión que
sirve de impulso y eco para que las otras mujeres del patio decidan acceder a semejante
exigencia.15

Esta situación del relato, es la que mejor permite contrastar y poner a prueba el abordaje
de Bluter. Cuando el hombre del arma y su grupo, solicitan sin más a las mujeres de los
otros patios como intercambio por los alimentos, las discusiones que emergen en ese
contexto dejan entre-ver como las construcciones culturales que definen la feminidad y
la mujer, y que se presentan como naturales según la autora, se concretan en el
pensamiento de los hombres del manicomio. Por ejemplo, cuando la mujer del primer

13
Sujeto y poder. M. Foucault. Pág. 87.
14 Ensayo sobre la Ceguera. Saramago, José. Pág. 104
15 Ensayo sobre la Ceguera. Saramago, José. Pág. 127.
ciego decide ir junto a las otras mujeres al patio del hombre del arma, su marido
cuestiona no solo su decisión, sino su autonomía, afirmando que “Solo harás lo que yo
te diga”16 Asistimos claramente a una manifestación de una de las más comunes
opresiones que recaen sobre las mujeres, y que reside en la subordinación a su pareja.
Incluso podríamos entender la reacción del hombre, como una manifestación de la
construcción cultural de la masculinidad, y especialmente de su pretensión de ser la
protección necesaria para una mujer. Otro fragmento potente para este dialogo, es el
que describe otra situación de las discusiones en los patios por el mismo tema. “Y que
haríais vosotros si ésos en vez de pedir mujeres, hubiesen pedido hombres, qué haríais,
a ver, decidlo para que lo oigamos. (…) Aquí no hay maricas, se atrevió a decir un
hombre, ni Putas, replicó la mujer que había hecho la pregunta provocadora, y aunque
las haya, puede que no estén dispuestas a leerlo para vosotros.” 17 Es muy claro el
carácter hegemónico de la heterosexualidad, como construcción cultural reguladora de
la sexualidad y sus representaciones en el pensamiento del hombre. De alguna manera,
existe la idea de un cuerpo masculino, que no esta construido para la satisfacción de
otro hombre. ¿ Y eso que con el poder?. Es posible afirmar que en términos de Foucault,
este es un ejemplo de la sujeción como una de las formas que puede adquirir el poder,
una practica que liga al sujeto a su identidad.

Regresando a la cuestión de las “voluntarias” para cumplir los deseos de los ciegos del
patio tres, haciendo una aproximación crítica a lo que Luhmann considera libertad, y
partiendo de que ésta sólo puede ser ejercida y desarrollada en buen término dentro del
sistema, bajo sus lógicas, las mujeres de los patios que terminan accediendo a ser
usadas sexualmente, podría interpretarse que fueron libres. Me considero muy distante
de esta afirmación, pues, en mi lectura, la situación descrita por Saramago, si bien
puede ser leída como una alternativa que da el hombre del arma, es claramente una
situación que constriñe, y en gran medida obliga a las mujeres a ese proceder; todas
estas características que imposibilitan el poder. Podríamos decir, en términos de
Spinoza, que lo que se encuentra en juego en esta situación es la conatus, la propia
sobrevivencia, la necesidad humana de alimentarse; por lo tanto una situación entre la
espada y la pared. En todo caso, en el marco teórico de este autor, el poder aumenta
proporcionalmente con la libertad.

Pero, ¿Cual es la consecuencia del uso de la violencia para el ejercicio del poder en
este tramo del relato? El desmoronamiento del poder del hombre del arma y los demás
ciegos de su patio. Como se mencionó también en el abordaje anterior, el uso de la
violencia genera un desgaste en la relación de poder, y dado que el recurso de la
coerción en el relato es limitado, las balas con las que cuenta el arma, termina por
gastarse, y trae consigo la imposibilidad de recurrir a su amenaza. Saramago, explicita
esta situación como narrador, mencionando que;“(…) cada bala disparada es una
fracción de autoridad que pierde, a ver qué acontece cuando la munición se le acabe.
Así como el hábito no hace al monje, tampoco el cetro hace al rey, es ésta una verdad

16 Ensayo sobre la Ceguera. Saramago, José. Pág. 127


17 Ensayo sobre la Ceguera. Saramago, José. Pág. 126
que conviene no olvidar.”18Además, permite la emergencia de resistencias que ahora si
tienen la posibilidad de disputar el control del manicomio sin miedo a morir por otra
situación que no sea cuerpo a cuerpo.

Siendo concretos, y para finalizar, es para fundamental mencionar que el uso del
lenguaje para la descripción de los personajes, tiene en gran medida tintes patriarcales;
esto se hace más explícito al denominar personajes como “la mujer del médico”, o “la
mujer del primer ciego”; pues pareciera que esta terminara siendo una propiedad o bien
del médico. Butler podría afirmar que en el relato de Saramago, existe una reproducción
cultural de identidades, basada en una practica que uniformiza la identidad de genero,
mediante una heterosexualidad obligatoria.19 Incluso la autora deja claro la importancia
del uso del lenguaje en su relación con las causas de la opresión sexual, al afirmar que
el poder del lenguaje para trabajar sobre los cuerpos es al mismo tiempo la causa de la
presión sexual, pues el lenguaje no opera de forma mágica; “Hay una plasticidad de lo
real respecto al lenguaje: el lenguaje tiene una acción plástica sobre lo real.”20
Corriendo el riesgo de sobreinterpretar uno de los pasajes de la obra de Saramago, otra
de las situaciones donde se hace evidente el uso de descripciones clasificatorias en
términos de genero, es cuando la mujer del medico empaca su ropa junto a la de su
marido, de manera muy astuta, para acompañarlo a donde sea que este sea llevado por
las autoridades. El autor hace uso de afirmaciones como, “(…) unas cuantas faldas y
blusas, ropa interior, un vestido, unos zapatos que solo podrían ser de mujer” 21 Hay una
clasificación sexual del mundo de los objetos que son hechos para hombres y mujeres.

Una de las críticas que tengo sobre el abordaje de Luhmann, es la puesta en segundo
plano de la solidaridad entre los sujetos, a lo que yo quisiera denominar un pesimismo
antropológico. Afirma Luhmann, que la solidaridad se desarrolla solo en segundo
lugar, y más bien en la forma de un cálculo generalizado que el caso particular se
puede ahorrar.22 Considero que esa afirmación parte de una lectura de la sociedad y el
individuo eurocentrica, y por lo tanto basada en la idea de que elementos como el de la
Ayuda Mutua, propuesta brillantemente por Kropotkin, no son validos o por lo menos
no juegan un papel importante en el desarrollo de la humanidad. Creo que precisamente
cuestiones como la continua y exponencial concentración de riqueza a nivel mundial
podrían darle la razón en este punto a Luhmann; sin embargo esta claro que la
resistencia… siempre estará latente.

18 Ensayo sobre la Ceguera. Saramago, José. Pág. 156


19 El genero en disputa. Butler, J. Pág. 96
20El genero en disputa. Butler, J. Pág. 233
21 Ensayo sobre la Ceguera. Saramago, José. Pág. 29
22 Luhmann: La política como sistema. Navarrete, Javier. Pág. 121

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