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Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay

“Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002

Un ejemplo mitológico

abordable “pre” y edípicamente:

La cabeza de Medusa de Freud a la luz

del conflicto de ambivalencia.

Dr. Rubén Mario Basili


Miembro Didacta de la A.P.A. (Asociación Psicoanalítica Argentina)
Echeverría 3000, C.P. 1428, Cap., Argentina, Tel.: 4783-1915

miusim@flashmail.com

Dr. Elías D. Hamra


Colega en formación de la A.P.A. (Asociación Psicoanalítica Argentina)
Costa Rica 4427, C.P. 1414, Cap. Argentina, Tel: 4832-3249

Lic. Isabel Sharpin de Basili


Miembro Adherente de la A.P.A. (Asociación Psicoanalítica Argentina)

Echeverría 3000, C.P. 1428, Cap., Argentina, Tel.: 4783-1915


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Un ejemplo mitológico abordable “pre”-, y edípicamente: La

cabeza de Medusa de Freud a la luz del conflicto de ambivalencia.

“... el método psicoanalítico de indagación puede aplicarse igualmente a la elucidación de

fenómenos psíquicos normales, y ha hecho posible descubrir la estrecha relación entre los productos

anímicos patológicos y estructuras normales como los sueños, las pequeñas equivocaciones de la

vida cotidiana y fenómenos tan estimables como los chistes, los mitos y las creaciones artísticas...”.

S. Freud, en “Sobre Psicoanálisis” (1913). A. E. Tomo XII; pág. 214

I – Medusa y Atenea: la cabeza como escudo y el escudo en la cabeza.

Freud no abusa de la interpretación de mitos, a menos que sea obvia la inferencia

psicoanalítica que de ellos se colija. Esto es evidente en “La Cabeza de Medusa” (Freud,

1940) en donde la equivalencia entre decapitar y castrar es directa. Si bien en otros textos

como “Sobre la conquista del Fuego”(Freud, 1932) plantea la interpretación del mito de

Prometeo, es más habitual que Freud se apoye en el mito como una suerte de basamento

teórico (Edipo, Narciso) o que postule en calidad de mitológico aspectos de su propia

teoría, concebida como producto humanista, además de científico: “... Acaso tenga usted la

impresión de que nuestras teorías constituyen una suerte de mitología, y en tal caso ni

siquiera una mitología alegre. Pero, ¿no desemboca toda ciencia natural en una mitología
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de esta índole? ¿Les va a ustedes de otro modo en la física de hoy...?” (de Freud a Einstein)

(Freud, 1933 p. 194).

Nosotros pensamos tomar aquí el mito de Medusa con la idea de advertir que en el

artículo de marras, Freud, se ocupa de la cabeza de Medusa pero no del mito de Medusa en

su totalidad, lo cual le hubiese deparado posiblemente alguna otra conclusión adicional que

nosotros intentaremos aquí como un aporte desde la “psicomitología” (o mito

endopsíquico) (Freud, 1897 p. 3593) al entendimiento de algunos problemas clínicos.

Deseamos advertir que Ferenczi se ocupó de perseguir por separado la génesis de este

símbolo del horror en la mitología de los griegos y sus paralelos en otras mitologías (como

afirma Freud) (Ferenczi, 1923).

Medusa (astuta) es mitológicamente inaprensible sin el estudio de Atenea (Reina del

Cielo) diosa olímpica de la sabiduría y la guerra (Eros y Tánatos: Ambivalencia). La

cabeza de Medusa formaba el escudo de Atenea, aunque, para algunos autores, el mismo

era proveniente de la piel del padre de Atenea, “Palas”, a quien ella mató y desolló luego de

que tratara de ultrajarla (trauma) y con la piel paterna habría hecho sus ropas y susodicho

escudo, amén de tomar a partir de allí su nombre: Palas Atenea (Graves, 1996). Palas

significa doncella joven y gigante (Bisexualidad y Ambivalencia) y según Apolonio de Rod

as, Atenea, patrona de Atenas, perteneció a una época en que no se reconocía la paternidad.

El otro momento fundamental en el recorrido mitológico de Medusa es en Perseo

(Graves, 1996) donde a pedido del engañoso rey Polidectes, Perseo degolló a Medusa con

la ayuda de Atenea enemiga acérrima de ésta desde que Atenea vio (escena primaria) a

Medusa con Poseidón en uno de los templos de Atenea. Medusa como sus hermanas (las

gorgonas: Medusa, Esteno y Euríale) bellas en un tiempo.


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A Medusa, Atenea, furiosa, la transformó en un monstruo alado (Palas, el padre-

madre de Atenea era alado) con ojos deslumbrantes, grandes dientes, lengua saliente, garras

afiladas y cabellos de serpiente y su mirada convertía a los hombre en piedra. Cuando

Perseo decapitó a Medusa, Atenea fijó su cabeza a su égida y aquí nos aparece una nueva

dimensión interpretativa del mito ya que Freud se decidió a elegir la raíz edípica del mismo.

Tan es así que nos advierte casi en términos de ecuación simbólica que Decapitar = Castrar

y que el terror a la Medusa es un terror asociado a la visión de la castración materna,

cargada de simbolismos: pelos - vello pubiano– serpientes: horror a la castración y

desmentida de la castración; multiplicación de símbolos del pene (ídem sueño) como

castración; petrificarse, erección, reaseguro narcisista. Inclusive apuesta a una intelección

cultural al atribuir este simbolismo, entre otras cosas, al horror a la castración entre los

griegos, homosexuales, de antaño. La conclusión es que la cabeza de Medusa sustituye la

figuración del genital femenino y aísla su efecto de horror pudiendo ser puesto al servicio

de la defensa, en el sentido del escudo del cual el enemigo huye (ante la visión del genital

femenino). Cita que en Rabelais, el diablo huye luego que la mujer le enseña su vulva.

Nosotros, apoyándonos en el mito y en la genial interpretación de Freud nos

permitimos agregar la importancia de otros factores: 1) el conflicto de ambivalencia

(universal) hacia y desde todos los integrantes del mito, más marcado hacia las instancias

parentales (Atenea a Palas, Medusa que podía ser Palas, Atenea que luego es Palas Atenea,

Polidectes, padrastro pretendido de Perseo que lo expone a la muerte al enviarlo a Medusa,

etc.) que se nos aparece como la base de todo conflicto mítico y luego psíquico (ver punto

II);
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2) Atenea la diosa virgen, departiéndose entre el amor y el odio coloca en su égida a

su enemiga Medusa, símbolo vagino-vulvar que atrae y petrifica a los hombres. Así Mc.

Williams (1994) (Basili, 1990 a y b) describe el conflicto de alejamiento – acercamiento

como un conflicto preedípico en donde se busca la distancia óptima para no sentirse

abandonado ni engolfado por el objeto (Basili-Hamra, 1998 a y b); este conflicto

caracteriza fenoménicamente lo que metapsicológicamente es el Conflicto Esquizoide

(Fairbairn, 1970) cuya defensa es el fenómeno esquizoide en tanto doble disociación en el

Yo y en el objeto, sus ansiedades de abandono y engolfamiento y sus contenidos

paranoides, hipocondríacos y confusionales. Nosotros pensamos que junto al fuerte

correlato di-ambivalente que lo caracteriza a este conflicto (Basili-Hamra, 1998c) su

simbolismo está presente en el mito en relación a la diosa: atrae (acercamiento) a los

hombres con la vulva expuesta (Medusa) y los petrifica (distancia óptima preedípica). Por

ello pensamos que la fundamentación interpretativa de un producto mitológico singular

depende del abordaje mítico total, es decir teniendo en cuenta todos los elementos del Mito,

tarea harto compleja, desde ya;

3) Consideramos que la lectura de Freud del mito de Medusa hace a la comprensión

de los fenómenos edípicos de la castración, el horror a la misma y en la psicopatología en

que estas predominan; nosotros pudimos encontrar significaciones preedípicas particulares

en pacientes graves vinculadas al contenido de este mito (patología preedípica): por

ejemplo en el quedarse duro en adictos a la cocaína, en ciertos episodios catatónicos

(Basili-Donnoli, 1996), etc. Estos otros son los motivos clínicos para pensar y escribir este

artículo.
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II - Eros y Tánatos, Ambivalencia, Cibernética, Filosofía y Mito.

Si bien Bleuler introduce el término ambivalencia (Bleuler, 1910) Abraham lo

correlaciona con las fases de la libido (Abraham, 1924) y M. Klein lo eleva a un posición

central en sus concepciones de posición depresiva y objeto total (Hinshelwood, 1992), es

Freud quién le da su carácter específico de conflicto y postula como tal, sus consecuencias

metapsicológicas y psicopatológicas.

El conflicto de ambivalencia es un acto psíquico procesal en un objeto (el de la

ambivalencia) pudiendo así hablarse de un trabajo de la ambivalencia con un resultado más

o menos logrado (mezcla y desmezcla).

Freud se ocupa de la ambivalencia tanto afectivamente cuanto al par pasividad –

actividad como señala Strachey, (Freud, 1915 pág. 126 n. 26).

Pero en el Hombre de la Ratas (Freud, 1909) en Duelo y Melancolía (Freud, 1917) y

en Inhibición Síntoma y Angustia (Freud, 1926) le da una posición central al Conflicto de

Ambivalencia.

En el Hombre de las Ratas utiliza los términos “querella y reconciliación” (Freud,

1909 pág. 151-185) para mostrar la ligazón al padre o a la amada a través del conflicto de

ambivalencia (“...esta furia (odio) contra la dama (amada) presta su aporte a las

formaciones obsesivas aún después de la reconciliación...”) (Freud, 1909 pág. 151).

En Duelo y Melancolía es donde encuentra en el duelo patológico la “labor” del

conflicto de ambivalencia “resorte” principal de dicho duelo.


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En Inhibición, Síntoma y Angustia hace operar al conflicto de Ambivalencia en

relación a la formación de síntomas, como bien afirma Laplanche (Laplanche 1981 pág.

22): “... sitúa las raíces del conflicto defensivo en la dinámica pulsional e induce a buscar

tras del conflicto defensivo... las contradicciones inherentes a la vida pulsional...”.

Postulamos al Trabajo de la Ambivalencia como un proceso intrapsíquico, doloroso,

normal y universal de la catexis (libidinal y agresiva) destinada a que la misma logre una

“ligazón” afectiva y estable desde el yo con el objeto: así, a pesar del odio, Atenea y

Medusa quedan mezcladas, (ambivalencia). Spence (1997) clasifica al mito de Perseo y

Medusa como un mito dualístico como el de Zeus y Tifón o Apolo y Pitón entre los griegos

o bien Osiris y Set o Ra y Ajep entre los egipcios, en los cuales el elemento mitológico

preponderante es la continua interacción (mezcla) entre el bien y el mal (Eros y Tánatos

Ambivalencia). Desde otro enfoque, Eros, nombre griego del dios “pasión sexual”, era

también llamado Fanes, “revelador”.

El mito (o pensamiento pre-filosófico), es un intento intuitivo, imaginativo,

irreflexivo y crédulo de arribar a una solución (errónea, falsa) sobre el origen del mundo

(cosmogonías) y de los dioses (teogonías).

Esta pseudo-solución o explicación falsa tendría puntos de contacto con las teorías

sexuales infantiles que también son falsas soluciones al problema del origen (Freud, 1908).

Eros o Fanes, nace del huevo del mundo (Graves, 1996), puesto en el seno de la

Oscuridad por la temible Noche de Alas Negras al ser cortejada por el Viento. Eros tenía

doble sexo (bisexualidad?) y alas de oro (narcisismo?). Poesía cuatro cabezas con las que

silbaba como serpiente, rugía como león, mugía como vaca o balaba como carnero. Junto a
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la Noche (Noche, Noche de Alas Negras, Oscuridad: ¿Tánatos?) vivía en un cueva

cuidando desde allí el Orden y la Justicia del cielo, la tierra, el sol y la luna a los cuales creó

mas nunca llegó a gobernar (Graves, 1996).

Niño indómito (sexualidad infantil?), tramposo y juguetón (Graves, 1996) no

respetaba edades ni posiciones sociales. Era un “Ker” o malicia alada (igual que la Vejez y

la Peste: nótese que en “Narciso” se plantea el problema de la no vejez y en “Edipo” la

peste) y lo era pues la pasión sexual sin freno puede perturbar a la sociedad ordenada “(¿El

malestar en la cultura?)”.

Volaba de un lado a otro disparando sus flechas afiladas que “incendiaban de pasión

los corazones con sus terribles antorchas” (¿pasión y muerte: ambivalencia?) (Graves,

1996), pero también sus flechas protegían la vida de los dioses Olímpicos (Eros nunca

gobernó porque era “muy irresponsable”), por ejemplo cambiando la ira por lujuria (por

ejemplo, si un Dios era atacado con ira el incrustaba su flecha transformando en lujurioso al

iracundo y así salvaba la vida del dios), (¿odio y amor: ambivalencia?).

Inmoralidad infantil, pronta descarga (flechas) nos recuerda al Principio del Placer;

esa tendencia constante a la descarga, al Principio de Constancia y la tendencia a retornar al

estado anterior al estímulo al Principio de Inercia.

Pero su tendencia a llevar al seno de la Oscuridad (¿lo inorgánico?) a sus creaciones

perturbándolas al Principio de Nirvana.

El dios “pasión Sexual reveladora” era libidinal y agresivo es decir ambivalente

producto al menos de una “furiosa” (Freud, 1909 pág. 151) “querella” (Freud, 1909 pág.

185) entre la libido y la agresión en busca de una “reconciliación” (Freud , 1909 pág. 151).
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Tánatos o Neikos (Océano, 1994), es un concepto filosófico pre-socrático (no de

Freud) cuyo problema central seguía siendo (como para la mitología) el origen del mundo:

¿hecho de una única “argé” (sustancia)? ¿gobernada por uno o más principios?.

Así se fundaron escuelas monistas (un solo argé sin conjunción de principios) con

Alcmeon de Crótona (Cerebro: órgano central de la vida) y Filolao (no geocentrismo)

como principales exponentes (escuela Pitagórica).

Entre los pluralistas (conjunción de sustancias, varios principios) se destaca

Empédocles de Agrigento (492-430 a.c.) filósofo mezcla de poeta y adivino que creyéndose

inmortal se arroja al Volcán Etna muriendo abrasado (ambivalencia).

Define a lo existente como combinación y mezcla de cuatro sustancias

fundamentales e inmutables (recordar en el mito de Eros, las cuatro cabezas) que al unirse

por una fuerza agregadora (Filia o Amor) hacen que un objeto “sea” o al disgregarse por

efecto de una fuerza “disgregadora” (Neikos o Tánatos, Odio) “no sea”.

Estas fuerzas hacen que los objetos cíclica y continuamente (movimiento, trabajo)

se formen y se destruyan (ambivalencia) siendo “la evolución del cosmos un eterno

retorno”.

Por ello para Empédocles los humanos fueron ambiguos (amor y odio)

(ambivalencia) hermafroditas (bisexuales) y estériles en un principio, y Tánatos los separó

en masculino y femenino y el amor humano (¿pasión, Eros, ambivalencia?) les hizo

emprender la búsqueda de su otra mitad. Para Empédocles (como luego para Freud) (Freud,

1920), 1ro. fue la vida, 2do. Tánatos y 3ro. el instinto de vida (Eros).
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Freud (desde los modelos del aparato psíquico) (Freud, 1895 [1950], 1900, 1915,

1920) es un monista emergentista (materialismo mecanicista, escuela de Helmholtz): la

mente deviene del cuerpo, pero en el conflicto psíquico es dualista y en todo momento

emplean el método dialéctico.

Además, y pensando contemporáneamente al aparato psíquico desde la cibernética

(Basili, 1974) como un servomecanismo regido por dos factores “encontrados”, postulamos

que estos dos principios son: Eros y Tánatos los que así rigen al aparato psíquico y la vida,

regulando los procesos de carga y descarga y la relación de objeto.

En la llamada “primera cibernética” decimos todos los servomecanismos tienden al

equilibrio, el conflicto se plantea entre equilibrio y desequilibrio.

En la “segunda cibernética” decimos “la entropía es la tendencia a la destrucción y

todo servomecanismo tiende a la autodestrucción” (este concepto fue introducido por

Helmholtz a partir de la segunda ley de la termodinámica y es el que Freud utiliza en

múltiples teorizaciones). En esta segunda cibernética el conflicto se plantea entre factor

entrópico y antientrópico.

En la “tercera cibernética” aparece el concepto de entalpía: tendencia de los

servomecanismos a incorporar entalpía (ordenamiento molecular) y derivar entropía

(desorden molecular) quedando así planteado el conflicto entre entropía y entalpía.

Los representantes contemporáneos de Eros y Tánatos son los factores entrópicos

(positivos y negativos) y entálpicos (positivos y negativos) interactuando simultáneamente

en todo fenómeno biológico y psicológico: como en la época de Freud decimos “al servicio

de Eros o de Tánatos”.
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Por todo esto el Conflicto de Ambivalencia en la esencia del conflicto psíquico,

Edípico y Preedípico; por lo cual la superación o sepultamiento (Freud, 1924) de ello

implica siempre el abordaje clínico de ambos, o mítico, como aquí nos invitan Atenea y

Medusa.

III - Ilustración clínica

Pasamos a ejemplificar lo anterior con una viñeta clínica, como tal acotada, que da

cuenta de nuestro trabajo de lo preedípico resignificado en lo edípico y viceversa.

Este paciente fue diagnosticado como borderline de acuerdo a los parámetros que

nosotros seguimos (Basili - Hamra 1997, 1998a, 1998b, 1998c, 1999a, 1999b, 1999c,

2000a, 2000b, 2001).

Andrés (35ª) cuatro sesiones semanales de análisis por semana, desde hace tres

años. Consulta por presentar sensación de futilidad y vacío.

Presenta como síntoma principal la anhedonia que es consecuente con fracasos

sexuales. Puede tener un exitoso coito en tanto no ve a su pareja, a la razón variable y

siempre heterosexual, pero al ver el genital femenino, o como el dice “su cara”, padece de

impotencia que lo aleja de los vínculos en general, readquiriendo en esas etapas su objeto

transicional: necesita en esas etapas dormir brazado a una almohadita que tiene desde niño.

En el análisis se trabaja edípicamente no lográndose mejoría en el trastorno sexual

aunque progresó en sus estudios (medicina) y se puso de novio con Andrea, con quien se le

repitió el síntoma.
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Hace meses frente a una pelea con su novia intentó el coito con ella y con otras

mujeres con las que le fue imposible la erección. Si ante la frustración se masturbaba o le

practicaban fellatio, la erección era sin inconvenientes.

En una sesión de esa época surge el siguiente material:

Andrés: - Cuando la voy a poner se me baja, siento como un dolor en medio, en el

pecho, y se me baja, y ni le cuento si le beso abajo primero. Nada. Ahora, ¡qué raro!,

estábamos hablando de casarnos.

Analista: - ¿Al salir ese tema pelearon?.

A: - Si justo, no me veo casado con ella, no me veo.

Analista: - No ve.

A:- La vi en bolas y no podía avanzar, no supe que carajo hacer, me quedé duro

como me pasaba antes siempre.

Analista:- No ve bolas.

A: (ríe) – Es una forma de decir, que quiere que le diga, la vi en concha, la vi en

clítoris, la vi en pendejos.

Analista:- ¿Ve pendejos?.

A: - Quizá, pero ¿cómo meterme a casarme con una mina que me avisa que se opera

las tetas y no me consulta?.

Analista: - Pero ¿no son sus tetas?.

A: - ¡Son sus tetas mías! (Simbiosis), al ver todo esto dudo en casarme, quiero estar

con ella pero no se.

Analista:- Se le ponen los pelos de punta.

A: - Sí, pero no quiero jugármela.


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Analista: - Claro, porque si se la mete se la juega, se la juega a que ella lo abandone,

entonces ni se le para, se pone duro usted, y se le ablanda el pito para no profundizar la

relación por miedo al abandono. Usted renuncia a su sexualidad por miedo al abandono.

En este caso se ve claramente como la renuncia a lo pulsional y el pánico no se

juegan secundariamente ante la angustia de castración sino primariamente ante las

ansiedades de abandono. El motor del pánico y de la impotencia sexual no es la castración,

sino la separación y el abandono del objeto primario, representado aquí por Andrea, y en la

transferencia por el analista.

De hecho el trabajo preedípico permitió abordar esta y otras manifestaciones de

impotencia (estudio, trabajo, etc) de Andrés.


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Resumen

Revisamos el mito griego de “La cabeza de Medusa”, desde el artículo homónimo

freudiano y sus contenidos edípicos y preedípicos. Priorizando estos últimos, no abordados

allí por Freud.

Para esto nos fue muy útil el concepto de ambivalencia, base para nosotros de todo

conflicto psíquico. Por ejemplo, la atracción y repulsión (acercamiento y alejamiento), que

implica la relación del sujeto con la cabeza de Medusa presente, por ejemplo en la relación

con el genital femenino.

Hemos interpretado en términos de este mito la problemática de ciertos pacientes

adictos, catatónicos, y borderline, que se quedan duros.

Por otra parte analizamos el conflicto de ambivalencia desde el mito, la filosofía, la

cibernética, y además desde el psicoanálisis, como base del conflicto psíquico expresado en

el conflicto mítico, presente en Medusa.


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