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La estética.

Concepto de belleza a través del tiempo


¿Qué es estética?
Estética es la disciplina que estudia la naturaleza de la belleza y la percepción de la misma
por parte de los individuos, por lo cual se relaciona estrechamente con el arte. La palabra
estética deriva del latín moderno aestheticus, y éste del griego aisthētikós que significa
“percepción o sensibilidad” a través de los sentidos.
La palabra estética posee diferentes acepciones según el contexto donde se emplee,
aunque todas giran en torno a la percepción de lo bello.

¿Qué es belleza?
La belleza es el atributo que reconocemos en lo bello. Como tal, algunas de las cualidades
que tradicionalmente se han concedido a lo bello son la armonía, la proporción, la simetría
y la perfección, así como la capacidad para agradar a la vista y al oído, y para cautivar al
espíritu.
La palabra se deriva de bello, que proviene del latín bellus, que significa hermoso.

En este sentido, una de las características de la belleza es que se experimenta a través de


los sentidos, principalmente la vista y el oído. Como tal, la belleza es una experiencia
subjetiva, que puede variar no solo de un individuo a otro, sino entre culturas y épocas. Así,
no necesariamente dos hombres evaluarán la belleza de la misma manera: para un alemán
una morena latinoamericana puede resultar mucho más atractiva que las mujeres de su
país, mientras que para un latinoamericano la belleza exótica de una alemana puede ser
probablemente más subyugante.

No obstante, se coincide en que aspectos como la armonía y la proporción de las formas,


la simetría de los rasgos y la ausencia de defectos físicos son característicos de la belleza
física en una persona, entre otras cosas, porque denotan buena salud. La juventud, en este
sentido, es también asociada frecuentemente al concepto de belleza.

La belleza a través del tiempo


Las mujeres y hombres del siglo XXI, hacemos verdaderos sacrificios con las dietas y el
ejercicio para entrar en las tallas que se nos imponen desde el mundo de la moda, la meta
es ajustarnos a los cánones de belleza actuales.

Al igual que las costumbres y las modas, los cánones de belleza femenina y masculina han
evolucionado a través de los siglos. Desde venerar cuerpos gordos hasta presumir de una
estética que representa un montón de huesos. De enorgullecerse de unas mejillas
sonrosadas hasta los blanquecinos polvos de porcelana.

El concepto de belleza es algo ancestral y viene insertado en el ADN del ser humano desde
el hombre de Neanderthal. Estos se coloreaban la piel con pigmentos minerales, se ponían
plumas en la cabeza o se colgaban collares posiblemente para imitar la belleza de los
animales que les rodeaban. Tenían un marcado sentido de lo que era la belleza y eran los
machos los que de una forma más sobresaliente querían resaltar esa belleza como
representando el cortejo de apareamiento que realizaban los animales. A medida que la
inteligencia fue desarrollándose, el hombre puso como paradigma de la belleza a la mujer
y desde entonces es ella la que se adorna mucho más que el hombre.

Y siguiendo la sucesión antropológica, al principio, el canon de belleza de la mujer consistía


en tener las regiones de su cuerpo relacionadas con la fertilidad, muy desarrolladas. Así las
primeras estatuas que conocemos y representan al ser humano son mujeres con grandes
senos y caderas que se asociaban a la fertilidad, a la abundancia y a la capacidad de parir
y criar hijos sanos y fuertes.

Para los antiguos egipcios, el canon de belleza no era el mismo que tenemos en la
actualidad, para ellos lo bello consistía en la armonía, la perfección estaba representada en
mujeres como Cleopatra o Nefertiti. Aunque la diferencia entre ambas es que la belleza de
la primera es un mito más que verdad, y la segunda representa la verdadera belleza egipcia:
morena, de rasgos finos, ojos color café.

La estética del mundo clásico se fraguó en la antigua Grecia a partir de la escultura. La


belleza se concebía como el resultado de cálculos matemáticos, medidas proporcionadas
y el cuidado de la simetría.

Llegamos a la Edad Media, donde nos encontramos con un ideal de belleza impuesto por
el cristianismo que dependía de la intervención de Dios. La mujer con caderas estrechas, y
senos pequeños y firmes, manos blancas y delgadas. La blancura de la piel era muy
importante ya que era un indicador de su pureza. Los hombres, eran representados como
caballeros, guerreros llenos de fuerza y virilidad.

En el Renacimiento, volvemos al mundo clásico, donde la fuente de inspiración estética,


se basa sobre todo en la armonía y en la proporción. Simonetta Vespucci, la “bella
Simonetta”, musa y modelo de varios artistas, representada como la diosa Venus por
Botticelli. El arte es el mejor referente, no hay más que fijarse en las pinturas de la época:
cuerpos redondeados, manos y pies finos, senos pequeños y firmes, tez banca y, labios
rojos, cabello largo y rubio con ojos grandes y claros. Las proporciones áureas del hombre
de Vitruvio, de Leonardo, en él, el ombligo era el punto central natural del cuerpo humano
y el centro de la circunferencia y del cuadrado en el que se inscribe el cuerpo del hombre
extendido. Esta proporción refleja la máxima belleza y perfección, es decir la belleza divina.
En el Barroco, los cuerpos son más rellenitos, caderas anchas y cintura estrecha, brazos
redondeados y carnosos, piel blanca y pechos más llamativos, es tiempo de la apariencia
y la coquetería, no en vano, la palabra “maquillaje” nació en esa época. Y tres musas, las
Tres Gracias, con las que Rubens, representa las exuberantes formas de las hijas de Zeus,
tipo de belleza ideal y sensual de este siglo.

Pasamos al siglo XIX, donde La belleza se experimenta directamente, no es una belleza


estética y armónica, es muy cambiante. Bello puede ser todo, lo feo, lo grotesco, lo
extravagante.

Y en apenas un folio hemos recorrido la historia de la belleza de miles de años, hasta llegar
al Siglo XX, el más cambiante. Si antiguamente el canon de belleza podía durar siglos,
ahora cambian a la velocidad de las décadas. Los cánones de los que antes se hacían eco
pinturas y esculturas, a través de los tiempos han sido remplazados por carteles
publicitarios, estrellas de cine y televisión, modelos que han ido cambiando el ideal de
hombres y mujeres.

Desde la “Belle Epoque” hasta llegar a los felices años 20; de la mujer provocativa y sensual
de los cuarenta hasta la revolución estética de la juventud y del feminismo de los sesenta,
década marcada por el culto al cuerpo, en esa revolución social y sexual. Llegando al tercer
milenio, donde la belleza se convierte en sinónimo de delgadez, a menudo insana con
mujeres que aspiran a ser cada vez más delgadas. El culto al cuerpo patológico que se
caracteriza en este inicio de siglo. En resumen: carne o huesos, redondeces o delgadez,
piel blanca o sonrosada, armonía y proporción, caderas anchas o estrechas, senos grandes
o pequeños... Belleza variable en la historia y diferente en cada cultura...

Actualmente la estética afecta por igual tanto a hombres como a mujeres, todos queremos
participar de esas reglas del juego, seguimos evolucionando y con el paso de los años nos
adaptamos a los estereotipos que nos imponen. Hasta que comprendamos que el canon
de belleza, el idóneo es aquel con el que nos sentimos en armonía con nosotros mismos,
en la perfección de nuestro interior.

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