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Universidad del Atlántico.

Facultad de ciencias jurídicas.


Programa de Derecho.
Derecho Constitucional general.
David Camilo Hernández Matorel.
Julio César Lobo.
Laura Camila Restrepo Arroyave.
2018-2
Exhibir el derecho en su no-relación con la vida y la vida en su no-relación con el
derecho significa abrir entre ellos un espacio para la acción humana, que en un
momento dado reivindica para sí el nombre de “política”.
- Giorgio Agamben, Estado de excepción.
La democracia es un concepto históricamente ambiguo. Su etimología proviene del
griego antiguo (δημοκρατία) y fue acuñado en Atenas en el siglo V a. C. a partir de
los vocablos δῆμος (dḗmos, que puede traducirse como «pueblo») y -κρατία -kratía,
de la raíz de κράτος (krátos, que puede traducirse como «fuerza», «dominio» o
«poder») (RAE,2014), a partir de la reflexión lingüística de esta situación, es
evidente la dualidad en el uso del lenguaje que evoca; por una parte, se da ‘’el poder
del pueblo’’, mientras por otra ‘’el poder sobre el pueblo’’. De igual manera, otro
ejemplo de ambigüedad conceptual se presenta en el pensamiento clásico griego;
Aristóteles en La política remite con este término, a la idea del derecho público y a
aquella de la práctica administrativa: designa tanto la forma de legitimación del
poder como las modalidades de su ejercicio.
Razones por las cuales es imprescindible proponer un estudio historiográfico y
deconstructivo sobre dos paradigmas –o mitologemas- que abrazan la política
occidental –democracia y globalización-. En el presente ensayo se analizarán
elementos del texto El constitucionalismo garantista como modelo teóricoproyecto
político del jurista italiano Luigi Ferrajoli en oposición a fundamentos teóricos
posmodernos.
A propósito de la democracia constitucional en Ferrajoli, se fija el concepto como un
ente que excede el procedimiento de decisión política; incorpora un compendio de
derechos y principios que crean entre sí una jerarquía estructural conforme a la cual
los derechos sustanciales son un límite a los derechos procedimentales. También
propone que la validez de las leyes y la legitimidad de la política estén sujetas
especialmente a las garantías constitucionales.
A priori, este concepto se presenta como una positivización casi perfecta del deber
ser de la democracia constitucional, pero la narrativa político-jurídica que emplea el
autor está progresivamente vaciada de sentido, en la medida en que esto ha
desembocado en que la reflexión política de la modernidad se pierda en
abstracciones ajenas a la realidad jurídica y política de occidente. -como la ley, la
voluntad general y la soberanía popular-
Ante la evidente negativa global de las democracias y demás regímenes
constitucionales, Ferrajoli se plantea la posibilidad de un constitucionalismo
cosmopolita que permita garantizar de manera más eficaz los derechos
fundamentales.
El autor afirma que el sistema jurídico internacional cuenta con lo que podrían ser
bases para una Constitución global; la Carta de las Naciones Unidas junto con
Declaración Universal de los Derechos Humanos y demás convenciones y tratados
relativos a derechos humanos serían el sustento normativo de un constitucionalismo
global.
El autor promueve la creación de instituciones competentes y eficaces para su
empresa, asimismo también propone una nueva y fundamental división de poderes
que excede el tradicional modelo de funciones políticas, legislativas y ejecutivas.
Esta división sería entre poderes entre públicos y privados; el primero a su vez en
poderes económicos y políticos, y el segundo entre poderes sociales y políticos. La
finalidad de esta separación es garantizar los derechos cívicos, llamados por el autor,
derechos-poder frente a la crisis de representación actual, también así pretende
aminorar los casos de corrupción y mal manejo de la economía, la que según
Ferrajoli, es el principal factor de la crisis democrática.
Ahora, el autor sugiere una división del poder economía- política para su sistema de
constitucionalismo global, sin embargo, desde la epistemología de la economía, José
Consuegra Higgins ha demostrado que el principal motivo de crisis económica en el
mundo occidentalizado es el apego al modelo eurocéntrico, Higgins propone la
creación de teorías económicas propias que respondan a las necesidades autóctonas.
Desde otras formas de pensar la política, Agamben propone la reflexión desde una
zona de opaca indistinción entre hecho y derecho, es ahí de donde el italiano
propone partir para encontrar el camino a otra política, otro cuerpo, otra palabra. Un
umbral difuminado entre lo público y privado, cuerpo biológico y cuerpo político,
zôey bíos. Es justamente la teoría biopolítica explicada en las obras de Agamben y
Esposito que vislumbra un futuro jurídico viable a las condiciones materiales e
intelectuales que el globo presenta actualmente.
A pesar de la tentadora propuesta de Ferrajoli, el filósofo Thomas Negel, en su obra
El problema de la justicia global, señala una serie de argumentos que cuestionan un
ordenamiento jurídico internacional. Sobre la tesis del cosmopolitismo moral, en la
que se asigna a cada individuo el mismo derecho y deber colectivo de justicia, el
filósofo cuestiona estas obligaciones de justicia de carácter universal, pues considera
que esta no puede darse fuera de la soberanía estatal.
Dichas obligaciones dependen de la conducta moral de un amplio número de
individuos, y para asegurarse de que cada uno de estos se someta a los postulados de
justicia, se requiere, según Negel, de un Estado soberano que detente el monopolio
de la producción del derecho.
Al igual como expresó Latour, sobre el proyecto cosmopolita de Beck: ‘’toda
propuesta de paz siempre será mucho más agradable de leer que una al jihad’’ La
propuesta de Ferrajoli es una poderosa invitación a conseguir la paz mundial y
garantizar los derechos fundamentales que por siglos han sido vulnerados, sin
embargo, los elementos discursivos del autor, son clásicos del pensamiento
moderno; los discursos de carácter ético y jurídico que ordenan la sociedad en
sentido de auto conservación (Esposito), son poco más que epopeyas
emancipatorias. Jean-François Lyotard, en sus múltiples obras en defensa de la
posmodernidad, señala los principales meta-relatos que promovió la fracasada
empresa moderna: el cientificismo, la ilustración, el liberalismo, el capitalismo y la
moral no son más que teorías salvadas frente a una praxis exiliada.
En conclusión, la principal debilidad que se presenta no solo en esta sino en demás
formas o propuestas jurídicas y humanitarias del cosmopolitismo es que excluyen la
teoría epistemológica y económica que ha servido subrepticiamente para un
funcionamiento si bien no perfecto, considerable del cosmos (κόσμος).
Tras el recorrido por el pensamiento de Ferrajoli y demás figuras intelectuales,
queda poco más que extender una invitación a repensar el derecho y la política,
recordando las sugerentes palabras de Foucault al final de su texto omnes et
singulatum: ‘’Los que se resisten o se rebelan contra una forma de poder no pueden
satisfacerse con denunciar la violencia o criticar una institución. No basta con
denunciar la razón en general. Lo que hace falta volver a poner en tela de juicio es la
forma de la racionalidad existente (…) La liberación no puede venir más que del
ataque, no a uno o a otro de estos efectos, sino a las raíces mismas de la racionalidad
política”.

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